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Tras la Guerra de Sucesión Española, los Tratados de Utrecht y Rastatt reordenaron el equilibrio de poder en Europa. España perdió la mayoría de sus posesiones europeas a favor de Austria, Saboya e Inglaterra. Esto redujo el poder de España en Europa y la convirtió en una potencia de segundo orden, a pesar de mantener un gran imperio colonial. En los siglos siguientes, España buscó alianzas con Francia para contrarrestar el poder de Inglaterra y Austria, lo que la involucró en varias guerras,
Tras la Guerra de Sucesión Española, los Tratados de Utrecht y Rastatt reordenaron el equilibrio de poder en Europa. España perdió la mayoría de sus posesiones europeas a favor de Austria, Saboya e Inglaterra. Esto redujo el poder de España en Europa y la convirtió en una potencia de segundo orden, a pesar de mantener un gran imperio colonial. En los siglos siguientes, España buscó alianzas con Francia para contrarrestar el poder de Inglaterra y Austria, lo que la involucró en varias guerras,
Tras la Guerra de Sucesión Española, los Tratados de Utrecht y Rastatt reordenaron el equilibrio de poder en Europa. España perdió la mayoría de sus posesiones europeas a favor de Austria, Saboya e Inglaterra. Esto redujo el poder de España en Europa y la convirtió en una potencia de segundo orden, a pesar de mantener un gran imperio colonial. En los siglos siguientes, España buscó alianzas con Francia para contrarrestar el poder de Inglaterra y Austria, lo que la involucró en varias guerras,
Estándar de aprendizaje: Características del nuevo orden europeo
surgido de la Paz de Utrecht y el papel de España en él. Los Tratados de Paz de Utrecht y Rastatt reordenaron el equilibrio entre los países europeos intentando evitar el predominio de una gran potencia sobre las demás. Para ello se hizo una reordenación territorial que supuso que España perdiera todas sus posesiones europeas de fuera de la Península. Era el precio que Felipe V tuvo que pagar para salvar el trono: Austria recibió de España Flandes, Luxemburgo, Milán, Cerdeña y Nápoles. Saboya recibió de España Sicilia. Inglaterra retuvo Menorca y Gibraltar, ocupadas durante la guerra. Países como Saboya, las Provincias Unidas de Holanda o Brandeburgo (ya convertido en reino de Prusia) salieron fortalecidos e incluso engrandecidos territorialmente, pero fue Inglaterra la mayor beneficiada, ya que pasó a dominar la política europea y logró el equilibrio de fuerzas en el continente. Obtuvo además de Menorca y Gibraltar derechos sobre nuestro tráfico marítimo colonial (el navío de permiso y el asiento de negros), y de Francia territorios como Nueva Escocia, bahía de Hudson o Terranova. España perdió peso en la política europea. Nos convertimos en una potencia de segundo orden a pesar de mantener aún un enorme imperio colonial. Felipe V buscó en su política exterior la alianza con Francia para fortalecerse frente a Inglaterra y el Imperio austríaco, y ésta fue la política de sus sucesores a excepción de Fernando VI, cuyo reinado fue de paz y neutralidad en el exterior. Se firmaron con Francia tres sucesivos Pactos de Familia en 1733, 1743 y 1761. Con el primero buscamos recuperar las posesiones perdidas en Italia y nos vimos metidos en la Guerra de Sucesión polaca, aunque logramos recuperar Nápoles y Sicilia, que terminaron pasando a Carlos, hijo mayor de Felipe V con Isabel de Farnesio. El segundo se firmó frente a Inglaterra pero al subir en 1746 Fernando VI al trono optó por la neutralidad y lo abandonó. A cambio recibimos Parma, para el infante don Felipe, y también Milán, que pronto devolvimos a Austria. Más tarde Carlos III al firmar el tercer pacto con Francia entró a su lado en la Guerra de los Siete Años frente a Inglaterra, siendo derrotado. Esto nos costó ceder Florida a los ingleses y la colonia de Sacramento a Portugal. Francia nos compensó con la Luisiana. Finalmente nuestra ayuda a las trece colonias inglesas de América del Norte en su guerra de independencia se saldó con la recuperación de estos territorios más Menorca en el Tratado de Paz de Versalles (1783).