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HISTORIA (Expansión)

En el año 1804, coincidiendo con la expansión territorial de Francia por Europa y la reanudación de
la guerra con Inglaterra, Napoleón se proclama emperador a fin de reforzar su poder personal y
como garante del orden establecido. El nuevo régimen pretendía sustituir la nobleza hereditaria
del Antiguo Régimen por una nueva basada en los méritos personales. Se quería sustituir una
antigua monarquía derribada por la Revolución por otra de nuevo cuño pero de ensamblaje
similar.

Las campañas napoleónicas confirmaban la hegemonía francesa en el continente europeo y el


dominio marítimo de Inglaterra. Por lo que Napoleón, ante la imposibilidad de de invadir
Inglaterra, centró sus esfuerzos en hundirla económicamente mediante el Bloqueo Continental y
así cerrar Europa al comercio inglés.

El gran Imperio francés había llegado a la cumbre de su poder. Sus territorios comprendían
además de Francia, los Países Bajos y el norte de Italia pero su autoridad se extendía además por
los Estados vasallos y aliados. En todos los países bajo influencia francesa Napoleón impuso en el
trono a un pariente o amigo, que con un gobierno de ilustrados o simpatizantes de Francia,
suprimió las instituciones del Antiguo Régimen y reorganizó el Estado siguiendo el modelo
napoleónico e instaurando un sistema constitucional y nuevas leyes que estaban basadas en el
Código Civil francés.

De esta manera el imperialismo francés no sólo extendía sus territorios sino también sus sistema
político y su ideología
En estas condiciones, los primeros veinte años del reinado personal de Luis XIV transcurrieron
entre victorias militares y logros territoriales. Las primeras anexiones las proporcionó la Guerra de
Devolución, llamada así por las reclamaciones de Luis XIV sobre la herencia de su esposa la infanta
María Teresa, basándose en una antigua costumbre brabanzona, según la cual los hijos del primer
matrimonio eran los herederos, que abusivamente se transfería del ámbito del derecho privado al
público. Con este pretexto, el ejército francés se dirigió, en 1667, hacia los Países Bajos y el Franco
Condado, territorio perteneciente a la Monarquía española que obstaculizaba la comunicación con
Alsacia, sobre la que Francia había adquirido importantes derechos en Westfalia. La Triple Alianza
firmada por Inglaterra, las Provincias Unidas y Suecia, inquietas por el avance francés, precipitó la
paz, cuyas condiciones se establecieron en el Tratado de Aquisgrán (1668), según el cual la
Monarquía española cedió a Francia doce plazas en los Países Bajos, entre otras Lille, Douai,
Charleroi y Tournai. Aquisgrán refrendó la evidencia de que España, que en el mismo año debió
reconocer la independencia portuguesa, había dejado de ser la potencia hegemónica de Europa.
No era difícil prever que el siguiente obstáculo a eliminar era Holanda, rival comercial y presumible
enemigo ante cualquier intento expansionista francés. Mientras estuvieron enfrentadas al
enemigo común español fueron aliadas, y en este sentido se había firmado un tratado en 1662,
para hacer frente al poderío naval inglés. La alianza francesa resultó vital a Holanda para evitar su
invasión por Inglaterra, pero las relaciones entre ambos países se deterioraron por las medidas
proteccionistas de Colbert de 1664 y 1667. La decisión de aplastar a la pequeña república se
preparó cuidadosamente por medio de acuerdos diplomáticos que la aislaron. En 1670 Francia
firmó el acuerdo de Dover con Inglaterra (que recibió una pensión anual de Francia), al tiempo que
llevaba a efecto pactos similares con Suecia y príncipes alemanes del Rin, además de obtener la
neutralidad del emperador. Con este respaldo, Luis XIV invadió Holanda, que también hubo de
defenderse de un ataque simultáneo inglés. Las onerosas condiciones de paz de Luis XIV
provocaron una insurrección popular contra el Gobierno de Jan de Witt, que fue asesinado y
sustituido por Guillermo de Orange como garantía de eficacia militar. La resistencia holandesa dio
tiempo a que se formase a su favor una coalición que incluía al elector de Brandeburgo, el
emperador, España y la mayoría de los príncipes alemanes, al tiempo que Inglaterra abandonaba
la guerra (1674). Francia ocupó victoriosamente el Franco Condado, los Países Bajos y la Renania, e
incluso su armada fue capaz de vencer a españoles y holandeses en el Mediterráneo, pero el
conflicto no podía perpetuarse indefinidamente. Por la paz de Nimega (1678-1679) España pagó
los gastos, entregando a Francia el Franco Condado y catorce plazas flamencas (entre otras,
Cambrai, Valenciennes, Condé y Maubeuge), aunque recuperó algunas ciudades menores perdidas
en Aquisgrán. Por el contrario, la guerra se saldó con un resultado mucho más positivo para
Holanda, que no sólo conservó indemne su territorio, sino que obtuvo condiciones comerciales
favorables. Las paces de Aquisgrán y Nimega habían dado a Francia las deseadas fronteras
naturales en la vertiente Norte. Pero la ambición animó a Luis XIV a continuar la política
expansionista. La excusa la proporcionó ahora la condición estipulada en los tratados de Westfalia
y Nimega de que los territorios cedidos a Francia lo eran con sus "dependencias", es decir, con los
feudos que poseyesen y que el rey francés decidió que eran todos los que alguna vez hubiesen
dependido de aquéllos, una serie de unos puntos estratégicamente situados entre el Franco
Condado y el Sarre. El primer objeto de esta política fue la ciudad libre de Estrasburgo, cuya
posesión obstaculizaría la invasión de Alsacia por los imperiales y completaba la ocupación de la
región. La ciudad fue tomada en 1681, y a duras penas pudo mantener el derecho a ejercer la
religión protestante. Madrid y Viena decidieron intervenir militarmente (1682). Una vez más fue el
ejército español el que tuvo que enfrentarse en solitario con el ejército francés en los Países Bajos,
puesto que los turcos habían forzado a Austria a desviar la atención hacia su frontera oriental. La
tregua de Ratisbona (1684) estableció la cesión por parte de España durante veinte años de la
fortaleza de Luxemburgo y algunas plazas de los Países Bajos, además del reconocimiento de la
ocupación francesa de Estrasburgo.

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