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Carlos Mayo

LAS HACIENDAS JESUITICAS EN CÓRDOBA Y EL NOROESTE ARGENTINO

La historiografía

La historiografía de las propiedades rurales de la Compañía de Jesús surgió inextricablemente unida a la de la


hacienda en América Latina colonial. Más aun las jesuíticas se encontraron entre las primeras explotaciones
agrarias en ser estudiadas con algún detalle. François Chevalier (1963) en su estudio sobre la formación de
la gran propiedad rural en México se dedica también a escudriñar la conformación y el funcionamiento de las
haciendas jesuíticas novohispanas. En la década del 70, Hermes Tovar Pinzon y James Riley hicieron dos
sólidas contribuciones al conocimiento de las explotaciones jesuitas en Nueva España. El primero
examinando el entero patrimonio rural de aquellos y el segundo indagó en detalle el funcionamiento de la
hacienda jesuítica de Santa Lucía. Algunos años antes Pablo Macera daba a conocer las instrucciones para el
manejo de haciendas jesuíticas del Perú. La década del 80 trajo importantes aportes. Así Herman Konrad
publicaba su estudio sobre la hacienda de Santa Lucía, Nicholas Cushner sus estudios sobre las empresas
rurales de la Compañía en Ecuador y Perú. Entretanto, Arnold Bauer hacía un oportuno balance del estado de
la cuestión. La historiografía referida a las haciendas jesuíticas en el interior argentino durante la época
colonial es escueta. Los primeros en ocuparse de ella fueron los historiadores jesuitas mismos. Lo hicieron en
general, de soslayo, y con notable aprehensión. El primer aporte de valor debido a una pluma jesuítica -el
estudio del Padre Grenon sobre la hacienda de Alta Gracia- estaba sin embargo bastante libre de estas
características. El trabajo de Magnus Morner sobre las actividades políticas y económicas de la Compañía en
el Río de la Plata aparecido en la década del 50, aportaba por primera vez cifras importantes y una
información menos reticente sobre las actividades empresariales de aquella, pero la visión seguía siendo muy
general. En 1961 Ceferino Garzón Maceda y J. W. Dorflinger analizaban la población esclava de una
unidad de producción jesuítica en Córdoba, la de la estancia de Caroya. La década del 70 aportó otro estudio
de caso. Se examinaba la composición y el rol jugado por la fuerza de trabajo esclava y libre en una gran
estancia jesuítica de Córdoba. C. Mayo, Oscar Albores y Judith Sweeney, trabajo realizado en base a la rica
documentación de las Temporalidades de Córdoba y el libro de conchabados de la estancia, permitió por
primera vez internarse en el mundo de las relaciones laborales de un dominio rural del interior. 1982, trabajo
de Mayo, Oscar Albores y Fernando Jiménez donde se examinaba la producción de la estancia de San
Ignacio de las Temporalidades de Santiago del Estero. El libro de Cushner sobre las propiedades agrarias de
los jesuitas en el Río de la Plata venía a llenar el vacío que existía de obras de conjunto sobre el tema.
Entretanto proseguía el estudio de unidades productivas específicas.

La hacienda jesuítica del interior argentino. Producción

No hay un modelo único de estancia jesuítica, pero sí un conjunto de rasgos comunes o similares que la
caracterizan:
• Casco: el cual, sobre todo en las estancias más grandes, suele ser muy elaborado y macizo. La capilla
o el oratorio no podía faltar aquí
• Rancherías de esclavos, talleres artesanales y frecuentemente también un perchel para almacenar los
granos.
• Marcada tendencia a la diversificación productiva, que presenta no sólo un sector manufacturero más
o menos incipiente sino también, asociadas, actividades agrícolas, frutícolas y ganaderas. Hay
determinados productos que se llevan al mercado y otros que se consumen internamente. Es raro que
falte alguna forma de actividad agrícola y raro también que no se encuentre ganado aunque éste se
consume internamente.

La mano de obra
Esclavos y trabajadores libres, en ese orden de prioridades, configuran la base de la mano de obra de las
propiedades rurales jesuitas. El sector esclavo es, en rigor, la clave para entender el esquema y el proceso

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de producción. La hacienda jesuita se basa en la hiperexplotación del trabajo no libre. Los esclavos
producen su propia manutención y parte del salario de los trabajadores libres. Así como también los
insumos, el mantenimiento del capital productivo y los bienes que se trocan por otros que la hacienda no
produce y consume. Además, las poblaciones esclavas de las estancias jesuíticas tienden a reproducirse
en función de una sutil política demográfica de la Compañía, que se ha esmerado por mantener un
notable equilibrio entre los sexos y ha agrupado en familias a sus esclavos.
El trabajo libre se compone, en parte de un sector asalariado que tiende a ser complemento de la fuerza de
trabajo esclava. Están los peones que se contratan para tareas temporarias y que cobran salarios más altos
y los conchabados que se contratan por períodos más largos, muchas veces por un año. En las estancias
jesuíticas de Córdoba la mano de obra libre asalariada se repartía entre un numeroso sector no calificado
y un grupo reducido compuesto de trabajadores calificados -carpinteros, obrajeros- y los destinados a las
tareas de supervisión como capataces y mayordomos. En el interior también los salarios se pagaban en
plata y especies. El endeudamiento salarial, cuando existió, no fue relevante y no tenía como propósito
retener indefinidamente al peón en la hacienda.
La situación de arrenderos y agregados es muy mal conocida.

Temas para investigaciones futuras

Hay mucho por conocer aún acerca de las haciendas jesuíticas del interior. Para ello se necesita un
relevamiento extensivo de inventarios y tasaciones de haciendas y otras propiedades rurales dejadas por
la Compañía de Jesús. Indagar en las tasaciones permitirá comprender las prioridades de inversión de los
jesuitas y su asignación de los recursos productivos. Aún cuando la composición, las funciones y el
salario de la mano de obra libre es bastante conocida es poco o nada lo que sabemos sobre la procedencia
regional, la extracción étnica y la inserción en la estructura agraria de esos conchabados. La función y la
naturaleza de los agregados en las haciendas jesuíticas y no sólo en ellas, son virtualmente desconocidas.

[Carlos Mayo, “Las haciendas jesuíticas en Córdoba y el noroeste argentino”, en Carlos Mayo
(comp.) La historia agraria del interior. Haciendas jesuíticas de Córdoba y el Noroeste, Ceal, Buenos
Aires, 1994, pp. 7-16 ]

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