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TEMA 16.

- ROMANTICISMO, REALISMO Y NATURALISMO


El siglo XIX es una época de graves tensiones sociales, de una gran agitación política y de grandes
transformaciones en todos los ámbitos. Aparece una sociedad de clases, se hace significativa la
expansión demográfica, las ideas liberales se abren paso y los gobiernos defienden la soberanía
popular y abogan por las libertades individuales de pensamiento y expresión. Y es también la época
de los nacionalismos.
En el mundo del arte y de la literatura, se suceden distintos movimientos: Romanticismo, Realismo
y Naturalismo, que logran una auténtica revolución social, artística e ideológica. En el terreno de las
ideas se produce una crisis del racionalismo ilustrado; y las ciencias conocen un extraordinario
progreso sobre todo en física, medicina y biología.

ROMANTICISMO.
Es un complejo movimiento cultural que se desarrolla en Europa en la primera mitad del siglo XIX
y supone una revolución estética e ideológica. Se inicia en Alemania e Inglaterra a finales de siglo
XVIII y destacan Young (poeta inglés) y el alemán Goethe.
En España aparece en la década de los treinta. Se introduce en el país gracias al periodismo, el
regreso de los exiliados liberales tras la muerte de Fernando VII, y por el estreno de la obra Don
Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas (1835).
Los románticos protestan contra los valores impuestos y los problemas político-sociales del
momento, y hacen de la libertad su bandera. Entre sus características destacan: el individualismo (el
artista expresa sus emociones con egocentrismo), el culto a la libertad, la rebeldía y contradicciones
(buscan la felicidad y chocan inevitablemente con la realidad), y el nacionalismo.
Hacia 1850 el Romanticismo concluye y surgen nuevos movimientos: el Realismo y el
Naturalismo. En España la publicación de la novela La gaviota de Fernán Caballero (1849) maca el
final de la etapa romántica aunque quedan aún algunos representantes destacados como Bécquer y
Rosalía de Castro (posrománticos).
Para el romántico, la literatura es una vía para transformar la sociedad; en ella plasma sus ideales y
sentimientos personales.
Los temas más tratados son el pasado histórico nacional o regional, los sentimientos frente a la
razón (melancolía, anhelo de una felicidad imposible, la fuerza del destino, el amor...), la exaltación
del yo y el culto a la libertad, y los conflictos sociales.
Estéticamente, pretenden una renovación artística basada en el rechazo de las reglas estéticas
clásicas y en la exaltación de la imaginación. Mezclan géneros, tonos y estilos. Otros elementos
renovadores son: la naturaleza (salvaje, turbulenta y pesimista) es confidente del héroe y refleja su
estado de ánimo (cementerios, ruinas, mar bravío...); la fantasía (obras llenas de misterio y
elementos sobrenaturales); el dramatismo; y el estilo retórico (lenguaje esteticista y exagerado,
profusión de adjetivos, palabras esdrújulas, exclamaciones...).
La poesía es el género más adecuado para expresar la actitud romántica. Los temas poéticos son la
libertad, los sentimientos (principalmente el amor), lo satánico y sobrenatural, la muerte, lo exótico
y legendario.
En los aspectos formales, hay una clara intención renovadora; aparecen nuevos ritmos acentuales
(musicalidad en los poemas), se alternan estrofas de distintos metros y medidas. El lenguaje es culto
y retórico.
Se distinguen dos tendencias: la poesía épica o narrativa que recoge sus temas de la tradición, la
historia o la leyenda, y rehabilita el romance, en la que destacan el duque de Rivas y José Zorrilla; y
la poesía lírica, expresión emblemática del Romanticismo ya que muestra los conflictos interiores
del poeta, en la que sobresalen Espronceda, Bécquer y Rosalía de Castro.
Espronceda, poeta por excelencia del Romanticismo español, presenta las dos tendencias: poesía
narrativa (El estudiante de salamanca) y poesía lírica (La canción del pirata, El diablo mundo).
Gustavo Adolfo Bécquer está considerado el primer poeta moderno, para él la poesía es tan
misteriosa como el amor. De su producción en prosa sobresalen las Leyendas (conjunto de
narraciones breves que tienen como tema en común algún hecho extraordinario o sobrenatural); y su
obra poética se reduce a Rimas, que abarca dos temas fundamentales: la poesía y el hombre, con la
implicación del amor en sus distintas derivaciones.
Rosalía de Castro destaca por su producción lírica. Escribe en gallego (Cantares gallegos) y en
castellano (En las orillas del Sar), y en la misma línea sencilla e intimista que Bécquer.

En la prosa romántica desatan tres géneros:


- La novela histórica que trata temas situados en la Edad Media y presenta dos tendencias, novela
histórica liberal (destacan Larra y Espronceda) y novela histórica moderada (Gil y Carrasco).
- El cuadro de costumbres que se publicaba en periódicos o revistas y es una descripción inmovilista
de la realidad social típica, sin desarrollo dramático. Destaca Mesoneros Romanos.
- El artículo periodístico, ya que la literatura se acomodó a los formatos de la prensa y en ella
aparecieron ensayos, poemas, relatos cortos, novelas por entregas... además es un vehículo para
transmitir ideas de progreso y de ahí el surgimiento de este nuevo género caracterizado por una
prosa llana y directa y tono didáctico.
Mariano José de Larra. Su romanticismo es combativo, lucha por el progreso y la modernidad pues
pretendía cambiar la sociedad. Se sirvió de la prensa, confió en la libertad de expresión y en el
concepto de literatura útil, es el primer gran periodista español. Sus artículos se clasifican
temáticamente en: artículos de costumbres (crítica social), de crítica política y de crítica literaria
(difunde sus teorías sobre la literatura). Su prosa es llana, clara, directa, irónica, con abundantes
juegos de palabras y paradojas, mostrando su intención crítica.

El teatro romántico.
El drama es la expresión teatral más características del Romanticismo. El tema fundamental es el
amor (amor imposible más allá del bien y del mal); también aparece el azar, la libertad, la venganza
y la rebeldía política y moral. La intención del drama es llegar a la sensibilidad del espectador,
emocionarle.
Los personajes: el héroe es un ser misterioso, valiente, que busca la felicidad inalcanzable y con un
destino inevitablemente desgraciado. La heroína es dulce, inocente y una amante apasionada. La
ambientación se desarrolla en panteones, paisajes solitarios, mazmorras, cuevas y montañas.
El teatro rechaza las reglas, la libertad es el principio más importante; por ello se mezclan lo trágico
con lo cómico, la prosa con el verso, varía el número de actos...
Y el lenguaje es retórico y grandilocuente.
El duque de Rivas. El estreno de su obra Don Álvaro o la fuerza del sino (1835) supuso el triunfo
del Romanticismo en España. El tema es la fatalidad o el sino adverso que persigue al protagonista
hasta destruirlo.
José Zorrilla. Cultivó varios géneros y su producción es muy extensa, pero su obra más famosa es
Don Juan Tenorio, el drama romántico más popular que refunde el mito de don Juan.

REALISMO (mediados del siglo XIX)


Nació en Francia con Balzac y Stendhal hacia 1830, se extendió y triunfó por toda Europa.
Sustituyó la exaltación de la libertad individual por el propósito de explicar y analizar la realidad
social. Su manifestación más destacada la novela, que logró en Europa una edad de oro. La novela
realista se caracteriza por su postura crítica ante la sociedad y su intención de denuncia; por
desarrollar temas presentes en el entorno contemporáneo; crear atmósferas verosímiles y describir
ambientes objetivos; y por describir personajes igualmente verosímiles. Es por lo tanto, la
representación de la vida humana sobre la que el autor da sus puntos de vista y aplica sus
convicciones éticas, pero sin intención moralizadora.
Los escritores observan la realidad, describen de forma fidedigna el medio y el carácter de los
personajes (verosimilitud), narran de forma objetiva y utilizan un lenguaje y estilo austeros.
En España se inicia en 1868 y dos años más tarde se publica la primera novela La fontana de oro de
Galdós. El movimiento tuvo dos fases: el prerrealismo que aparece a mediados de siglo y alterna
aspectos del romanticismo con otros realistas, destacando autores como Fernán Caballero y Pedro
Antonio de Alarcón. Y la segunda fase, el realismo en la que pueden distinguirse dos grupos de
novelistas según su ideología: conservadores o tradicionalistas (Pereda, Armando Palacio Valdés, el
padre Luis Coloma) y liberales o progresistas (Valera, Galdós y “Clarín”).
Juan Valera.
Defensor de “el arte por el arte”, presenta en sus novelas el estilo de la obra bien hecha, un interés
especial por el relato psicológico y la tolerancia liberal. Destacan obras como Pepita Jiménez, Doña
Luz, etc.
Benito Pérez Galdós. Es la gran figura del Realismo español. En su obra narrativa podemos
distinguir Los Episodios Nacionales y las novelas que se estructuran en tres épocas: de la primera
época (obras de tesis, en las que combate el fanatismo y el caciquismo de los pueblos),
contemporáneas(repasa la vida de las gentes de diferente estado y condición, con sus conflictos;
Fortunata y Jacinta, Tormento, etc.) y novelas espirituales y simbólicas (centradas en el interior de
los personajes, en los valores morales y los ideales; Misericordia, Nazarín, etc.).
Galdós también escribió teatro, y destacan Electra y El abuelo.
Leopoldo Alas “Clarín”. Defendió una literatura combativa, denunció la corrupción política, el
caciquismo y la superstición. Analiza el entorno social y mezcla aspectos realistas y naturalistas y
utiliza las renovaciones narrativas del momento (flash back, estilo indirecto libre).
Destacan su colección de artículos, cuentos, relatos (Adiós, Cordera) y, sobre todo, sus novelas La
Regenta (una de las grandes novelas de todos los tiempos en la que la verdadera protagonista es la
ciudad de Vetusta, con sus fanatismos, miserias morales...), y Su único hijo.

NATURALISMO
En las últimas décadas del XIX en Francia, el Realismo deriva hacia una nueva corriente: el
Naturalismo. Su creador fue Émile Zola, para él el Naturalismo no es solo una corriente literaria
sino una nueva concepción del hombre y un nuevo método para estudiar su comportamiento.
Los temas que trata son la miseria humana, la corrupción, el alcoholismo, las enfermedades
mentales y hereditarias y, en general, la marginación, lo cual denota una falta total de esperanzas
individuales.
Se emplea una técnica impresionista detallada y los ambientes reflejan pesimismo, son sórdidos,
tristes, negativos. Se recurre a la documentación y a la observación, como en el Realismo, pero
llevadas al extremo y con el máximo rigor.
En 1883, Emilia Pardo Bazán publica una serie de artículos sobre el tema la existencia o no de
escritores naturalistas en España La cuestión palpitante. Las obras de Zola se leen en España con
éxito y algunos autores como Galdós, “Clarín”, Pardo Bazán, se dejan influir por las formas y
enfoques naturalistas. Pero los autores considerados naturalistas son Pardo Bazán y Blasco Ibáñez.
Emilia Pardo Bazán. Mujer intelectual y defensora del movimiento Naturalista. Escribió obras
insólitas para su posición social como La tribuna (sobre una huelga obrera promovida por una
mujer), Los pazos de Ulloa (enfrentamiento entre un cacique y las nuevas clases sociales)...
Vicente Blasco Ibáñez. Es por su ideología el único naturalista español. En sus novelas destaca el
enfrentamiento entre las clases sociales. Entre sus obras: La barraca, Cañas y barro o La catedral.

La poesía en la segunda mitad del siglo XIX.


Se publican nuevas teorías sobre la poesía como la Poética (1883) de Campoamor y surgen poetas
que utilizan sus composiciones como medio de prestigio social y lucimiento personal. Aparecen
tendencias como el prosaísmo (poesía breve y conceptual con finalidad didáctica) y el retoricismo
(poesía grandilocuente de temas cívicos y políticos).

El teatro en la segunda mitad del siglo XIX.


Los dramaturgos intentaron un nuevo Realismo que reflejara el estado de la sociedad
contemporánea. Trataron temas de actualidad y usaron un lenguaje menos retórico que el
romántico. Aparecen varias tendencias: la alta comedia (producto de los gustos de la alta
burguesía), el drama neorromántico o melodrama (destaca José Echegaray, y es un en verso con un
lenguaje retórico cuyos personajes gesticulan, sufren, lloran y gritan en un mundo tópico) y el
drama social (aparecen personajes de clases sociales no burguesas con otros conflictos y
preocupaciones, destaca Joaquín Dicenta y Enrique Gaspar).

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