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TEMA 15.

- NEOCLASICSMO Y PRERROMANTICISMO

El siglo XVIII (Siglo de las luces) marca el límite histórico entre el Antiguo Régimen y los
comienzos de la edad contemporánea. En él se desarrolla un movimiento intelectual y reformista
fundamentado en la razón, la crítica y la experimentación: la Ilustración, que nace en Francia y se
extiende por toda Europa.
Entre las reformas ilustradas destacan: la instauración del despotismo ilustrado en política, el
desarrollo de la teoría del bienestar social, el establecimiento de la filosofía y la ciencia como
saberes fundamentales y el predominio absoluto de la razón sobre la fe.

En España se producen reformas económicas y políticas, se crean organismos culturales: Real


Academia Española, Biblioteca Nacional...
La literatura presenta un fuerte contenido ideológico y se presenta menos creativa que en otras
épocas, es una literatura racional. Se cultiva, sobre todo, la prosa (ensayo y crítica) y el teatro
(comedia). Se aprecian tres etapas:
- Posbarroquismo: literatura heredada de la tradición barroca.
- Neoclasicismo: supone una vuelta a la antigüedad clásica y a la normativa. El sentimiento está
proscrito.
- Prerromanticismo: ensalza los sentimientos sobre la razón y anuncia el Romanticismo posterior.

La poesía dieciochesca.
El afán didáctico determinó unas formas poéticas sin fuerza expresiva y poco original. Los géneros
poéticos destacados son la anacreóntica y los idilios de carácter pastoril; la sátira, la epístola y las
odas; y la fábula (Samaniego y Tomás de Iriarte son sus máximos representantes).
En la primera mitad del siglo la poesía presenta un estilo barroco que imita a Góngora y Quevedo, y
destacan autores como Álvarez de Toledo o Torres de Villarroel. En la segunda mitad, se impone la
poesía neoclásica, cuyos principios están acuñados en La Poética de Luzán. Aparecen dos escuelas:
salmantina (Cadalso; Jovellanos, destacó por sus sátiras; y Meléndez Valdés, poeta más destacado
de la época por sus anacreónticas en torno a la alegoría del amor) y madrileña (Nicolás Fernández
de Moratín, y su hijo Leandro Fernández de Moratín, que escribió poesía satírica en las que
censuraba las malas costumbres de la época).
Al final del siglo, los poetas inician una etapa más intimista y sentimental que anuncia el
Romanticismo del siglo XIX; son los escritores de la llamada escuela sevillana (José Marchena,
Albeto Lisa...).

La prosa dieciochesca.
Forma expresiva más cultivada en el siglo XVIII, unida al afán didáctico de la época. Se pueden
distinguir varias tendencias. En la primera mitad del siglo (prosa posbarroca) aparecen vidas de
santos, sermones, libros históricos o narraciones de carácter popular con un lenguaje barroco. El
autor más destacado es Diego de Torres Villarroel con obras como Visiones y visitas de Torres con
don Francisco de Quevedo por la corte (sátira). Hacia mitad de siglo se inicia un período
plenamente neoclásico en el que destacan:
- el ensayo (con estructura libre y lenguaje moderno) que puede ser didáctico y enciclopédico (se
exponen problemas sociales científicos o religiosos con el fin de erradicarlos de la sociedad)
destacando como primer ensayista el padre Feijoo con su obra Teatro critico universal, fue
defensor de la religión frente a las falsas supersticiones y atacó los errores cometidos en la
enseñanza; o puede ser humanístico y pedagógico (versan sobre economía, sociología y derecho),
destacando Jovellanos con sus obras dedicadas a elevar la educación cultural del país, a mejorar los
espectáculos o a contribuir al renacimiento de los valores intelectuales de la patria.
- la crítica, utilizada para satirizar vicios o costumbres. Uno de sus máximos representantes fue
Cadalso, destacando su obra Cartas marruecas (género epistolar, se revisan los temas más
preocupantes de la sociedad española del momento: la falsa erudición, la historia del imperio
español, la libertad, las mujeres...)
Otro vehículo transmisor de la cultura y las ideas ilustradas fue el artículo periodístico; la prensa
nacida en el XVIII, se convierte en un medio imprescindible para la sociedad. Además de la prensa
informativa, nace la prensa polémica con artículos críticos y satíricos sobre la época (El censor, El
pensador).
La prosa de ficción tuvo menos acogida por carecer de fin didáctico.
En las últimas décadas del siglo se inicia una corriente renovadora en la que los autores escriben
una prosa más sensible, que se desarrolla en un ambiente idealizado y melancólico. Destaca la obra
de Cadalso Noches lúgubres (desesperación del protagonista por la muerte de su amada).

El teatro neoclásico y prerromántico.


Género literario de mayor importancia social, con un poderoso influjo que permitió la difusión de
las ideas reformistas y pedagógicas.
En las primeras décadas del siglo perviven las comedias barrocas: comedias de magia, de figurón...
Hacia la mitad del siglo nace el teatro neoclásico vinculado a las ideas ilustradas, dirigido a la clase
media y con finalidad didáctica. Se caracteriza por la separación de géneros, sometimiento a la regla
de las tres unidades clásicas, verosimilitud y estructura de la obra en tres actos. Los géneros más
importantes son la tragedia y la comedia.
La tragedia aborda temas de la Antigüedad clásica o de la historia nacional; por lo general están
escritas en verso endecasílabo y en tres actos. El autor más reconocido es Vicente García de la
Huerta con su obra Raquel (amores de una judía en la corte del rey Alfonso VIII en la ciudad de
Toledo).
La comedia es el género teatral típicamente ilustrado. Aparecen autores como Nicolás Leandro de
Moratín e Iriarte, pero sobre estos destacó Leandro Fernández de Moratín (participó en la reforma
de los teatros). Su obra más famosa, El sí de las niñas, tiene como tema la autoridad mal ejercida
por parte de los padres y tutores sobre las mujeres jóvenes. El pensamiento ilustrado se hace patente
en el triunfo de la virtud, de la razón y de la obediencia, y en una fina ironía que envuelve los
diálogos, la descripción y el planteamiento de los personajes.
También aparece en esta época un teatro de carácter popular: los sainetes, cuyo autor destacado es
don Ramón de la Cruz.
En la década de los setenta llegan al teatro español ecos de una comedia de origen francés llamada
lacrimosa que apunta aspectos prerrománticos en el tono, el tema y los personajes. Jovellanos
escribe El delincuente honrado, obra que tiene una finalidad didáctica pero también el afán de
despertar la vena sensible del espectador.

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