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7 ALTERACIONES
MÁS FRECUENTES EN LA
FUNCIÓN DE ELIMINACIÓN
7.1. INCONTINENCIA URINARIA
La incontinencia urinaria se define como la
pérdida involuntaria de orina, que es
objetivamente demostrable y que constituye un
problema social e higiénico. Su prevalencia
aumenta con la edad, afectando al 60% de los
ancianos hospitalizados y a casi el 50% de los
ingresados en instituciones geriátricas, a
diferencia de los que viven en la comunidad,
para los cuales se han reportado cifras de
prevalencia que oscilan entre el 10% y el 25%.
Menos de la mitad de los pacientes afectados
por este problema busca ayuda médica,
habiéndose encontrado que la incontinencia
limita al 30% de los que la sufren para usar el
transporte público, al 45% para visitar a sus
amigos y al 40% para hacer la compra; por
tanto, es obvio que la incontinencia es un
problema que genera gran dependencia y
aislamiento social, a lo que se une un elevado
gasto sanitario derivado de la necesidad de
utilizar métodos paliativos (colectores,
pañales, etc.).
Por su frecuencia, se distingue entre
incontinencia aguda o pasajera, cuya duración
oscila entre 3 y 4 semanas, e INCONTINENCIA
PERSISTENTE O CRÓNICA, CON UNA
DURACIÓN SUPERIOR A 4 SEMANAS.
Sus causas son multifactoriales; por ejemplo
como infecciones genitourinarias, delirio u otros
estados confusionales, determinados
tratamientos farmacológicos, alteraciones
psicológicas, movilidad limitada o impactación
fecal pueden dar lugar a una incontinencia
transitoria,
mientras que otros factores como lesiones
medulares, debilidad del suelo pélvico,
incompetencia del esfínter uretral,
hipertrofia prostática, deterioro cognitivo u
otras causas funcionales pueden generar una
incontinencia más o menos persistente. Las
consecuencias de ESTE SÍNDROME SON
MÚLTIPLES Y GRAVES: INFECCIONES
URINARIAS, ÚLCERAS CUTÁNEAS,
CAÍDAS, DEPRESIÓN Y PÉRDIDA DE
AUTOESTIMA, AISLAMIENTO SOCIAL,
DEPENDENCIA,
INSTITUCIONALIZACIÓN Y ELEVADO
CONSUMO DE RECURSOS SOCIO
SANITARIOS.
El tratamiento incluye diversas opciones
terapéuticas: ejercicios para fortalecer la
musculatura del suelo pélvico (ejercicios de
Kegel), farmacoterapia o procedimientos
quirúrgicos, en función del origen o tipo de
incontinencia. Sin olvidar que algunos
pacientes no están en condiciones de
someterse a un tratamiento curativo, y
necesitan una continencia social que evite su
aislamiento y su rechazo por parte de la
sociedad; es en estos casos cuando el paciente
debe recibir tratamiento con métodos
paliativos (uso de pañal colector, etc.).
La prevención de la incontinencia urinaria
debería iniciarse en edades anteriores a la
vejez. El primer paso en las actividades
preventivas es concienciar a los propios
profesionales de la salud y a los pacientes de
que la incontinencia no es una situación
normal, por lo que precisa diagnóstico y
tratamiento.
7.2. TRASTORNO DE LA DEFECACIÓN
Al envejecer, el aparato digestivo, experimenta
modificaciones derivadas tanto del propio uso por el
paso del tiempo, como de las enfermedades y
mutilaciones quirúrgicas acumuladas durante la vida o
de los condicionantes ambientales y factores de riesgo a
que el individuo ha estado expuesto (ambiente).
Como las pérdidas derivadas del proceso de envejecer
afectan en mayor o menor medida a todo el organismo,
las posibilidades de claudicación simultánea de otros
órganos o sistemas van a ser también más altas, por tal
razón el diagnóstico en un anciano con manifestaciones
digestivas requiere de una evaluación exhaustiva.
Las personas de la tercera edad pueden presentar:
Impactación fecal: Estreñimiento crónico o heces
compactadas en el recto que conducen a diarrea y
fuga de heces alrededor de las heces compactadas.
Deterioro funcional: o Mental: demencia y/o cuadro
confusional. o Físico: debilidad y/o inmovilidad.
Disminución del reservorio: reducción de la
capacidad del recto por radiación, tumor isquemia o
reserción quirúrgica.
Deterioro de la sensibilidad rectal: alteración de
la sensibilidad del recto causada por diabetes.
Daño del esfínter rectal
Situaciones que impiden el mecanismo normal de
continencia: diarrea y problemas de accesibilidad
o hábitat.
Cuidados de enfermería
Valorar el tipo de incontinencia que tiene el
paciente.
Medidas higiénico-dietéticas:
Mantener la higiene de la zona perianal.
Vigilar la piel de la región genital, sacro y
glúteos, para detectar irritaciones e
infecciones.
Proporcionar al paciente ropa cómoda y
amplia, fácil de quitar.
Eliminar el consumo de cafeína, leche y
derivados en las incontinencias por diarrea.
En los casos de diarrea, consumir alimentos
hervidos, al vapor o a la plancha y bajos en fibra
soluble (arroz, manzana y cítricos sin piel,
legumbres sin piel, cebollas, alcachofas y tomate)
para disminuir el volumen de las heces.
Para prevenir el estreñimiento y la formación de
fecalomas, aumentar el ejercicio, la ingesta de
líquidos (al menos dos litros diarios si no hay
contraindicación) y el contenido de fibra insoluble
en la dieta (harinas arroces y pastas integrales,
familia del repollo, guisantes y judías secas,
vegetales de raíz y verduras maduras etc.), si no
está contraindicado.
Cuando exista impactación fecal, proceder a la
rotura y extracción manual de las heces:
Ponerse guantes no estériles.
Lubricar uno o dos dedos con lubricante
hidrosoluble.
Insertar uno o dos dedos en el recto.
Romper la masa en fragmentos que puedan ser
expulsados.
Revisar la medicación que tome el paciente.
Algunos fármacos pueden ocasionar la
incontinencia
Incrementar la frecuencia de las deposiciones: sedantes e
hipnóticos, laxantes, narcóticos, relajantes musculares,
antibióticos, etc. Otros medicamentos pueden producir
estreñimiento y posteriormente impactación fecal como:
opiáceos y opioides, anticolinérgicos, diuréticos, etc.
Realizar la higiene de manos después de la eliminación.
Promover la deambulación temprana.
Si la incontinencia aparece durante un determinado tiempo
en cama, la deambulación puede contribuir a su curación. o
Responder al deseo de defecar sin tardanza.
.
Iniciar una rutina consistente en intentar defecar a diario,
aunque no se sienta la necesidad, a una hora fija,
preferentemente de 15 a 60 minutos después del desayuno o
una comida abundante, y disponer del tiempo suficiente para
una defecación, permaneciendo en el inodoro al menos de 10-
20 minutos.
Pañal: Existen diferentes tallas y capacidades de absorción
adaptables a las diversas circunstancias del paciente.
El uso de este se debe valorar individualmente, teniendo en
cuenta las causas de la incontinencia y el nivel de reeducación
intestinal que posea.
Eliminar barreras arquitectónicas que impidan la rápida
llegada al inodoro.
Proporcionar el material adecuado para facilitar la
defecación (cuñas, elevadores de inodoro, asideros, etc.).
Registro de los cuidados, el nº de deposiciones, el
dispositivo utilizado, el tipo de dieta, el tipo de ingesta
hídrica y la educación.
Registrar en la hoja de observaciones de enfermería los
resultados obtenidos de las medidas y de los cuidados
adoptados, características de la eliminación, y cualquier
otra incidencia.
Registrar en la gráfica de signos vitales el volumen de
eliminación, si se puede y está prescrito
7.3. DESEQUILIBRIO
HIDROELECTROLÍTICO Y ACIDO BASE
Narcóticos + - - -
Hipnóticos + + - -
Ansiolíticos - + - -
Vasodilatador - - + -
Antidepresivos - - + -
Diuréticos - - - +
Digital - - - +
Los factores de riesgo más importantes para la
aparición de este síndrome incluyen: debilidad
muscular, alteraciones de la marcha y el
equilibrio, deterioro de las funciones mentales,
deterioro en las actividades de la vida diaria y
poli medicación.
Consecuencias del síndrome de inestabilidad-
caídas
Las consecuencias de este síndrome pueden
clasificarse en inmediatas y tardías. Las
primeras incluyen:
Lesiones menores en partes blandas y fracturas, que
son más frecuentes en la cadera, el fémur, el húmero,
las muñecas y las costillas; también se debe
considerar la posibilidad de un hematoma subdural,
después de un deterioro cognitivo no explicable.
* La dificultad para levantarse se produce en el 50%
de los casos, y el 10% permanece en el suelo más de
una hora, lo cual puede provocar deshidratación,
infecciones y trastornos psicológicos, y en algunos
puede producirse un cuadro de hipotermia, capaz de
generar la muerte en el 90% de los casos.
Las consecuencias tardías
comprenden:
* Limitación funcional que puede
llevar a la inmovilidad con todas sus
complicaciones.
* Síndrome pos caída, caracterizado
por la falta de confianza del paciente
en sí mismo, por miedo a volver a
caerse y restricción de la
deambulación, ya sea por él mismo o
por sus cuidadores, llegando al
aislamiento y a la depresión.
Respecto al tratamiento y prevención del
síndrome de inestabilidad-caídas, es preciso,
lógicamente, poner remedio a las
consecuencias agudas que derivan de la caída
y las enfermedades subyacentes; sin embargo,
lo más importante es prevenir las caídas sin
limitar la movilidad, la independencia y las
actividades de la vida diaria. En la tabla III se
recogen diferentes medidas de autocuidado
para prevenir las caídas.
TABLA III MEDIDAS DE AUTOCUIDADO PARA EVITAR LAS CAIDAS
Conocer que enfermedades y que medicamentos pueden provocar caídas
Revisar la visión y prestar atención al cuidado de los pies
Usar gafas si se necesitan, evitar lentes bifocales para caminar
Usar calzado adecuado, tacón bajo y amplia superficie
No utilizar ropas largas
Hacer ejercicio físico y seguir una dieta equilibrada
Realizar actividades de la vida diaria tan pronto como sea posible después de una caída
Tomarse el tiempo necesario para levantarse de la cama o de la silla
Estar alerta
Si se produce una caída, aunque no haya daños, informar al médico, ya que dicha
caída puede ser secundaria a una enfermedad de base
7.4.7. FRACTURAS MÁS FRECUENTES
Las fracturas en personas mayores más
frecuentes son de cadera, vértebras o pies y
tobillo y suceden por las caídas y la osteoporosis
En las fracturas óseas en personas
mayores influyen dos aspectos: las caídas y la
osteoporosis. El riesgo de caída aumenta con la
edad, debido a que se pierde agilidad, fuerza,
visión y equilibrio. Si a ello le añadimos la
fragilidad ósea que supone la osteoporosis da
como resultado que el riesgo de fracturas en
personas mayores sea muy alto.
Una de las más habituales es la fractura
de cadera en persona mayor. Si sufren
una caída y todo el peso recae sobre esa
zona, es muy probable que el hueso se
fracture. El tratamiento para la fractura
de cadera en persona
mayor es quirúrgico. Se deberá operar al
afectado para colocarle una prótesis y
mantener un tiempo de reposo antes de
empezar con la rehabilitación.
Otra de las fracturas óseas en personas
mayores más frecuentes es la fractura de
vértebras. Son la manifestación más común
de la osteoporosis. El tratamiento va
encaminado a reducir el dolor, dar
estabilidad e inmovilizar la zona. A estas
típicas fracturas se une las fracturas en el
tercio inferior de la pierna. Tanto de la tibia
o peroné como de tobillo y pie. Este tipo
de fracturas óseas en personas mayores se da
principalmente en mujeres. Para tratarla
hay que inmovilizar la zona
Para su prevención es necesario recurrir a
elementos de apoyo como bastones, trípodes
o andadores para manejar mejor la
inestabilidad. También es importante usar
un calzado antideslizante, con una correcta
sujeción del pie. Hay que acondicionar la
casa, evitando alfombras y muebles que
puedan molestar y colocando barras o asas
en el baño o la ducha, por ejemplo.
Además, para prevenir la osteoporosis
hay que practicar regularmente alguna
actividad física para fortalecer huesos,
mantener la masa muscular y mejorar la
fuerza y la elasticidad. Y mantener una
buena alimentación rica en calcio y
vitamina D.