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¿Les he contado que en el País de las Letras hay un hospital?

La doctora más importante de este hospital,


a la que quieren los niños y niñas, es la doctora T.
Siempre lleva en la mano un ttttttttermómetro,
porque todos los que se enferman dicen:
“¡Que venga la doctora T!
T ¡Yo quiero que me cure la doctora T!”…T
Cuando la visitan los niños, los recibe sentada y con los brazos
bien abiertos para darles un abrazo.
Vamos a poner los brazos
igual que la doctora T y a
hablar como si recibiera a un
niño muy contenta: “ttt…ttt…
ttt”,
ttt que quiere decir: “Hola,
¡cuánto tiempo sin verte!
Tengo una cosa para ti”.
Los niños cogen el
termómetro de caramelo que
les da la simpática
doctora T para que se lo
pongan en la boca y sepan
cuánta fiebre tienen. De ese
modo se van tan contentos,
deseando volver a visitarla.
La doctora tenía también en la sala de espera una mesa
llena de tttebos, un tttelevisor para que los niños no
se perdiesen los dibujos animados, tttartas de manzana
y chocolate por si tenían hambre y no habían llevado
su colación preparada; ttubos vacíos para que jugasen
a los médicos y no se aburriesen, y ttttijeras
para recortar papeles de colores.
Esta doctora curaba
de una forma muy
agradable: recetaba
jarabes de fresa, de
limón, de chocolate, de
vainilla… y cuando los
niños se lo bebían, no
sabía a jarabe, sino a
batidos de fresa, limón,
chocolate o vainilla….
¡Qué buena idea! ,
¿verdad?
Seguro que tienen ganas de
que la doctora T les cure de
la tttripa o la ttttos, que es
lo más común que ocurre,
porque empiezan por tt,
igual como
habla ella.

Nunca recetaba
inyecciones ni supositorios,
solo batidos.
¡Qué suerte tenían
aquellos niños y niñas!
Para variar, alguna vez
recetaba pasteles de crema,
de leche o de mantequilla.
Un día la princesa i se puso
enferma. Como no mejoraba
y no dejaba de toser, “iii…iii…iii”, sus
papás llamaron a la consulta de la
doctora T,
T igual como hacen
sus padres cuando ustedes se enferman.

Cuando la princesa se enteró,


se puso a llorar, porque no
quería ir a la consulta.

-¿Por qué? – le preguntó su mamá.

- Porque la doctora me pregunta


siempre por qué no como más…
y luego me da pastel de leche
con cereales encima, y aunque no me
gusta, me lo tengo que comer: iii…iii.
Su mamá le explicó que tenía
que ser valiente y decirle a la
doctora qué clase
de pastel quería.

-De chocolate, lo quiero de


chocolate – pidió la princesita i.

Al llegar a la consulta y ver


encima de la mesa un montón
de pasteles y golosinas, creyó
que todo era para ella y, en
lugar de ponerse contenta, se
asustó pensando que no
podría comérselo todo…;
así que corrió en dirección a la
puerta para escaparse.
Menos mal que su hermana la princesa o, la alcanzó
y la convenció de que no tenía que comerse todo lo que
había allí, que estaba preparado para los niños y niñas
que visitaran aquel día la consulta,
Que siempre eran un montón.
La princesa suspiró
y se exclamó: “iii”.
Vamos a suspirar nosotros
también porque ella
Está tranquila… ¡por fin!

La doctora T le preguntó
con cariño por qué
no quería visitarla y,
cuando ella se lo contó,
le prometió que le
recetaría los pasteles y
batidos que más le gustasen.

Desde entonces
siempre fueron buenas amigas.
Cuando los niños y niñas estaban muy, muy enfermos,
la doctora T decía que bastaba con que olieran aquellas
medicinas con mal sabor por la mañana, por la tarde y por la
noche, y así se curarían sin necesidad de tomárselas…
¡Qué bien! ¡Qué suerte!
¡OH! Observen esto….. Cuando la doctora T se preocupa de
la salud de la familia real y los visita ¿Cómo dicen?
Éstas son algunas de las palabras que se escuchan
cuando están juntos y conversan la doctora T con la familia real…

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