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Nunca recetaba
inyecciones ni supositorios,
solo batidos.
¡Qué suerte tenían
aquellos niños y niñas!
Para variar, alguna vez
recetaba pasteles de crema,
de leche o de mantequilla.
Un día la princesa i se puso
enferma. Como no mejoraba
y no dejaba de toser, “iii…iii…iii”, sus
papás llamaron a la consulta de la
doctora T,
T igual como hacen
sus padres cuando ustedes se enferman.
La doctora T le preguntó
con cariño por qué
no quería visitarla y,
cuando ella se lo contó,
le prometió que le
recetaría los pasteles y
batidos que más le gustasen.
Desde entonces
siempre fueron buenas amigas.
Cuando los niños y niñas estaban muy, muy enfermos,
la doctora T decía que bastaba con que olieran aquellas
medicinas con mal sabor por la mañana, por la tarde y por la
noche, y así se curarían sin necesidad de tomárselas…
¡Qué bien! ¡Qué suerte!
¡OH! Observen esto….. Cuando la doctora T se preocupa de
la salud de la familia real y los visita ¿Cómo dicen?
Éstas son algunas de las palabras que se escuchan
cuando están juntos y conversan la doctora T con la familia real…