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O. General:
Conocer la evolución de la atención médica en los enfermos, entre los años 1790 y 1890,
en el Río de la Plata
O. Específicos:
.Rastrear la evolución de la atención de los facultativos y las formas de relación con los
pacientes.
.Describir el desarrollo de las medidas terapéuticas aplicadas, los medicamentos recetados
y las intervenciones
. Reconocer cómo fue modificándose el ejercicio profesional médico y la atención sanitaria
en esos años.
Plan de trabajo: selección de fuentes adecuadas, elegir imágenes, aportar todos los datos
de cada una de ellas, análisis del autor y de su intención, poner en contexto
Metodología:
1. observar.
2. identificar protagonistas, símbolos.
1.identificar actitudes.
2.identificar proceso graficado.
3.identificar intención de los autores.
4.averiguar y referirse al contexto histórico, enseñar conceptos fundamentales, hitos,
procesos
Selección de
imágenes:
1.
Tintoretto (Italia)
San Roque
atacado por la
peste y atendido
por un perro
2.
Francisco de
Goya
(España)
1798-1800,
el corral de
apestados.
3.
J. M. Blanes
(Uruguay) Un
episodio de la fiebre
amarilla en Buenos
Aires
4.
Pablo
Picasso
(España),
Ciencia y
Caridad,
1896-1897
5.
Luis
Jiménez
Aranda
(España),
La visita al
hospital,
1897
Hipótesis: la evolución de la atención de la salud estuvo pautada por la creciente
profesionalización de la tarea de médicos y enfermeros, la prevención de enfermedades y
la mejora en las condiciones de internación.
Bibliografía utilizada:
García JC. Las Ciencias Sociales en Medicina. Congreso Internacional de Sociología, 23. Caracas.
1972. García JC. La Medicina estatal en América Latina (1880 -1930). Rev Latinoam Salud 1982;
Bloch M. Introducción a la Historia. México: Fondo de Cultura Económica, 1980. Frei N. Desarrollo
historiográfico y cuestiones de actualidad. Montevideo: Trilce, 1993. Burke P. La revolución
historiográfica francesa. Barcelona: Gedisa, 1993. Plumb H. La muerte del pasado. Barcelona:
Barral, 1972. Nahun B. Manual de Historia del Uruguay. Montevideo: Banda Oriental, 1993.
Schiaffino R. Historia de la Medicina en el Uruguay. Montevideo: El Siglo Ilustrado, 1937 (Tomo II).
García Ballester L. Los Moriscos y la Medicina. Barcelona: Universitaria, 1984. Rosen G. De la
Policía Médica a la Medicina Social. México: Siglo XXI, 1985. Foucault M. El renacimiento de la
Clínica Médica. Una arqueología de la retirada médica. México: Siglo XXI, 1987. Couto C. y López
Mato, O. Fiebre amarilla, Olmo Ediciones, 2015. Assuncao, Octavio, El arte de Juan Manuel Blanes",
Nueva York, Fundación Bunge y Born, 1994. Gorlero Bacigalupi R. Algunos aspectos de la Medicina
uruguaya en los primeros tiempos de la Independencia. Dia Médico Urug. 1960. Soiza A. Evolución de la
sanidad militar en el Uruguay. La Guerra Grande (1843- 185 1). Rev Dir Nacional Sanid FFAA
(Montevideo) 1992. The Chicago Manual of Style. 2010. 16th ed. Chicago: The University of Chicago
Press.
1ª. Unidad del programa
Retrato de
Goya, 1826
J.M. Blanes
(Uruguay), 1865, la
madre del artista
J.M. Blanes
(Uruguay), 1883,
Retrato de Carlota
Ferreira de Regunaga,
óleo sobre lienzo
J.M. Blanes
(Uruguay), 1890,
retrato de la Srta.
Paula Sartori
Carlos Ma. Herrera
(Uruguay) Retrato,
1900, pastel sobre
papel
Las imágenes usan un código no fácilmente identificable y sobre todo
polisémico
El carácter comunicativo de las imágenes, su función de texto escrito, no ha
sido el centro de preocupación de los historiadores. La idea de leer imágenes,
a pesar de que ha estado presente de una u otra forma en la tradición
occidental, desde la repetida afirmación del papa Gregorio Magno en el siglo
VI de "se colocan imágenes en las iglesias para que los que no son capaces
de leer lo que se pone en los libros lo 'lean' contemplando las paredes", ha
tenido siempre en su contra el carácter impreciso de su lectura.
Un texto escrito tiene, al margen de las discusiones filológicas, un significado
preciso y un código que es identificable casi de forma automática, todos
sabemos si un texto está escrito en árabe o en inglés, incluso si desconocemos
ambos idiomas. Esto hace que sea descifrable de forma relativamente
unívoca, si sabemos inglés o árabe por supuesto18. El texto icónico, por el
contrario, usa un código no identificable de forma automática y, sobre todo,
de carácter polisémico.
Abajo: retablo de la catedral vieja de Salamanca
Retablo de Salamanca
La historia de
José en uno de los
paneles de las
puertas del
baptisterio
florentino
Uno de los paneles
pintados del retablo de la
catedral vieja de
Salamanca
Retablo del altar de la
Virgen del Rosario, Iglesia
Catedral de Montevideo
(Matriz), tondo en el que se
representa uno de los
misterios del rosario
(Coronación de María) que
rodea la imagen principal
No disponemos, en la mayoría de los casos, de un código para su lectura e
incluso si lo tuviésemos el nivel de polisemia sería extremadamente alto. Esto
no quiere decir, por supuesto, que en los textos escritos el significado sea
exactamente unívoco, algo que posiblemente solo se puede afirmar de
lenguajes rígidamente codificados como las matemáticas, pero sí que su nivel
de polisemia es mucho menor que el de los textos icónicos.
No obstante, la polisemia no es el principal problema de la utilización de las
imágenes como fuente o vestigio, finalmente, puede ser considerada tanto
como una carencia o como una virtud. La principal dificultad tiene que ver
con la pérdida de vigencia comunicativa, algo común a todo vestigio del
pasado. Las dificultades de lectura de cualquier tipo de texto aumentan a
medida que nos alejamos en el tiempo, pero en el caso de las imágenes, a
diferencia de lo que ocurre con los textos escritos, el desconocimiento del
código no se evidencia de manera automática.
Todos creemos conocer el código con el que las imágenes están escritas,
entre otras cosas, porque se presentan a sí mismas, no como una
convención sino como un reflejo de la realidad. Una de las escasas
excepciones sería el arte no figurativo, de ahí esa extraña zozobra que parece
invadir al público de una exposición de pintura abstracta, que le lleva a
preguntarse obsesivamente sobre que significa determinado cuadro, una
pregunta que raramente ese mismo público se haría en una exposición de
pintura barroca, a pesar de que la dificultad para "leer" un cuadro barroco
sea posiblemente muy superior al de uno abstracto. Se podría decir que de
manera "natural" identificamos un texto escrito como conocido o
desconocido y que de manera también "natural" identificamos todo texto
icónico como conocido, parte de un lenguaje universal.
,
.
J.M. Blanes
(Uruguay),
Los tres
chiripaes
fragmento
documental
https://www.youtube.com/wa
tch?v=BCxcw9MfcH0
Hay que tener en cuenta a la hora de “leer” una imagen
que:
No se trata de reconstruir lo que una imagen concreta dice o creemos que
dice, con el riesgo de arbitrariedad que esto conlleva, sino de reconstruir el
lenguaje general con el que esa imagen está escrita de manera que
podamos contrastar su lectura con otras imágenes contemporáneas. Para
ello es preciso considerar la utilidad de poner en relación objetos culturales
contemporáneos al margen de sus relaciones intencionadas e incluso de la
propia voluntad de sus autores, cada uno de nosotros sabe mucho más de lo que
cree saber y dice mucho más de lo que cree decir. No se trata de encontrar el
texto que explique la imagen, manteniendo la habitual relación de
subordinación de la imagen con respecto al texto escrito, sino de los textos
que nos ayuden a reconstruir el código en el que la imagen fue "escrita".
Aunque quizás desde el punto de vista del historiador, el objetivo debiera ser
incluso más ambicioso. Se trataría no solo de reconstruir el código sino, sobre
todo, de reconstruir la mirada de los creadores de las imágenes y del público
para el que fue pintado.
Vivir es caminar breve jornada,
1. Las imágenes dan acceso no ya directamente al mundo social sino más bien a
las visiones de ese mundo propias de una época.
2. El testimonio de las imágenes debe ser situado en un «contexto», o mejor
dicho, en una serie de contextos (cultural, político, material, etc.) entre ellos el
de las convenciones artísticas, así como el de los intereses del artista y su
patrono o cliente original, y la función que pretendía darse a la imagen.
3. El testimonio de una serie de imágenes es más fiable que el de la imagen
individual.
4. En el caso de las imágenes, y también en el de los textos, el historiador se ve
obligado a leer entre líneas, percatándose de los detalles significativos, por
pequeños que sean —y también de las ausencias— y utilizándolos como pistas.
Pintura histórica
Un ejemplo español: