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Apología cristiana

Los apologetas griegos se interesaban en provocar una buena


acogida por parte de los intelectuales paganos al cristianismo y
defender su religión de los ataques que se venían produciendo en
el imperio. No se trata de escritos catequéticos sino de defensa, y
por tanto, el contenido doctrinal es más bien pobre. También se
descubre en ellos el interés por la conversión de sus
interlocutores. Hay en estas obras información útil sobre la vida
de los cristianos del tiempo.
Sin embargo, las actitudes ante la filosofía y la cultura paganas
varían entre los apologetas: algunos la asumen y la valoran 
La apología cristiana nació de la necesidad de que la religión
cristiana adoptase una base racional helenística. Esto supuso
lo que para ellos era una ventaja sobre las religiones paganas
, las cuales se basaban en poemas épicos como la Eneida o
la Ilíada, que carecían de una teología racional.
Algunos de los primeros apologistas cristianos católicos
fueron san Justino Mártir (100-165 DC), Orígenes (~185-~250
DC), y el autor de la epístola A Diogneto,5​una muy importante
obra de la apología cristiana temprana
Aparecen en las apologías los temas centrales del 
pensamiento cristiano: la idea de Dios, la idea de 
creación, la concepción del hombre, el lugar del
hombre en el mundo, el lugar que deben ocupar los 
cristianos en el Imperio. En algunas de estas
apologías aparece, además, una valoración positiva
del pensamiento griego, sobre todo del platónico,
como antecedente o preparación para el pensamiento
cristiano.
un obra, recordó el Papa, «explica y defiende las enseñanzas y las
costumbres de los cristianos; presenta las diferencias entre la nueva
religión y las principales corrientes filosóficas de la época; manifiesta el
triunfo del Espíritu, que opone a la violencia de los perseguidores la
sangre, el sufrimiento y la paciencia de los mártires».
«Por más que sea refinada, vuestra crueldad no sirve de nada: es
más, para nuestra comunidad constituye una invitación», escribía el
autor africano.

El cristiano no puede odiar ni siquiera a sus propios enemigos», decía Tertuliano.


Con esta frase, el Obispo de Roma volvió a presentar la «consecuencia moral
ineludible de la opción de fe que propone la “no violencia” como regla de vida»
San Ireneo
(Esmirna, Asia Menor, 130 - Lyon, 208) Obispo de Lyon. Fue
discípulo de San Policarpo, obispo de Esmirna, quien le envió a
las Galias (hacia 157). En Lyon fue ordenado sacerdote y enviado
al papa para rogarle que no separara de la comunión a los
orientales que celebraban la Pascua el mismo día que los judíos.

Sucedió a Potina en la sede episcopal de Lyon e intervino de nuevo cerca del


papa Víctor (hacia 190) en la cuestión de la Pascua oriental. Escribió en defensa
de la fe católica, contra los errores de los gnósticos, su famoso libro La gnosis
desenmascarada y refutada y el Tratado contra las herejías.

Por su visión sintética, armoniosa y completa de toda su doctrina cristiana, su


riqueza de pensamiento, su método riguroso y su estilo magistral, se le sitúa entre
las grandes figuras de la historia del pensamiento cristiano.
San Justino Mártir
Nació en la ciudad de Flavia Neapolis (actual Nablus, en Cisjordania; llamada Siquem
 en el Antiguo testamento). Aunque afirma ser samaritano, su familia era pagana de
habla griega, por lo que fue educado en ese contexto cultural. En su Diálogo con
Trifón cuenta que estudió Filosofía con diferentes maestros que por una u otra razón le
decepcionaron y, tras convertirse al cristianismo en Éfeso, en tiempos de Adriano,
dedicó el resto de su vida a difundir lo que él consideraba la «verdadera filosofía».
Parece ser que viajó bastante, y que al final de su vida se instaló en Roma, donde
fundó el Didascáleo romano, una escuela de filosofía cristiana

LLEGADA A ROMA
Llegó a Roma durante el reinado de Marco Aurelio (138-161) y allí fundó una escuela, la primera de
«filosofía» cristiana. Muerte Según su discípulo Taciano, a causa de las maquinaciones del filósofo cínico
Crescente, tuvo que comparecer ante el prefecto de la urbe y, por el solo delito de confesar su fe, fue
condenado con otros seis compañeros a muerte. Sufrió martirio en la capital del Imperio, al parecer debido a
sus disputas con el cínico Crescencio, durante el reinado de Marco Aurelio, siendo Junio Rústico prefecto de
la ciudad (entre 162 y 168).Fue decapitado en Roma en el año 165 con otros cristianos. Se conservan los
archivos de su juicio.

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