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INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA
POLÍTICA
(ANTOLOGÍA)
No hay virtualmente, aspecto de la vida social que escape a la política. La política rige
la marcha histórica de los pueblos hacia metas de bienestar y además cautela la
supervivencia y permanencia de las naciones, gracias a la seguridad con la que
provisoriamente tiene que rodearlas.
4
UNIDAD 1
5
ORIENTACIÓN
METODOLÓGICA
ESTRUCTURA TEMÁTICA
El desarrollo de la Antología del Curso de Introducción a la Ciencia Política se
divide en cinco unidades:
ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE
El sistema de Educación a Distancia implica fundamentalmente el
autoaprendizaje para el logro de los objetivos y metas. En este entendido, la
antología constituye una herramienta coadyuvante para la interpretación por
parte del estudiante de los contenidos de cada Unidad.
6
EVALUACIÓN
Al final de cada Unidad, con la finalidad de verificar el avance y/o progreso del
autoaprendizaje, se presenta una serie de preguntas de autoevaluación, las
mismas que deben ser absueltas, obligatoriamente.
7
POLÍTICA: MULTIPLICIDAD DE DEFINICIONES Y CONCEPTOS
Platón decía que la política es la "ciencia regia", Aristóteles, sostenía que era una
mixtura institucional y social.
Siendo la acción política objeto de estudios cada vez más especializados, los pensadores
modernos que se preocupan por el tema en la gran mayoría son científicos políticos, aunque
hay también sociólogos, economistas, juristas y filósofos, al igual que sus antecesores
clásicos han planteado una serie de definiciones y elaborado diversos conceptos
que a continuación exponemos:
La política es lucha por el poder. Los móviles que dan sentido a esta lucha son variados.
Pueden ser fines nobles como la toma y doma del poder para liberar a los pueblos de
la dominación y explotación de los poderosos; pueden ser fines innobles como la captura
del poder con el solo y único afán de gozar de las prebendas, privilegios y prestigio que
éste ofrece.
(*) Tomado del libro: “Política y Ciencia Política”, de Francisco Miro Quesada Rada. Edit. Campodónico. Lima. 1981. Pág. 31 a 47.
1
Alemania (1864 – 1920). Filósofo, economista, jurista, historiador, cantante, politólogo y sociólogo.
2
WEBER, Max. “La política como vocación”. Editorial Martinez Roca, España, 1972, págs. 97-98.
3
Op. Cit., pág. 99
4
AGONAL: Término que se deriva del vocablo agón, que quiere decir lucha, de donde proviene también la
palabra agonía.
8
Una de las notas esenciales del poder – según Weber -es la dominación, que se sustenta
en el uso de la fuerza física, de la represión, y del cuadro administrativo (burocrático-
administrativo), que garantizan el establecimiento de un statu-quo determinado.
5
Francia (1917 - ). Sociólogo y politólogo, profesor de Sorbona y la Universidad de París.
6
DUVERGER, Maurice. “Introducción a la política”. Ed. Ariel. Caracas – Barcelona. 1967. pág. 16.
7
Canadá (Toronto, 1917 - ). Sociólogo, especialista en Ciencias políticas.
8
EASTON, David. “Política moderna”. Ed. Letras. México. 1968. Pág. 132.
9
Op. Cit. Pág 133.
10
EASTON, David. “Política moderna”. Ed. Letras. México. 1969. Pág. 217.
9
de conducta" y que se trata de un "Sistema aislado", es decir, cerrado. Por el
contrario, desde el punto de vista de Easton, la vida política es un sistema abierto,
expuesto a la influencia de otros sistemas y rodeado de los ambientes físico, biológico,
social y psicológico. Más aún, Easton no se queda allí: pretende ir más lejos al sostener
que el sistema político, en sí toda la vida política, tiene capacidad de autorregulación
para responder a las perturbaciones quelo engloban, de manera que tiene una especie
de capacidad de adaptación. De la visión eastoniana de la política se desprende la
siguienteconclusión: "los sistemas políticos acumulan gran cantidad de mecanismos
mediante los cuales pueden tratar de enfrentarse a sus ambientes. Gracias a ellos son
capaces de regular su propia conducta, transformar su estructura interna y hasta llegar
a remodelar sus metas fundamentales. Pocos sistemas, aparte de los sociales, gozan de
esta posibilidad11.
Hemos hecho un breve comentario de las tres más importantes definiciones que se han dado
sobre política en los últimos años; pero sin duda dentro de este período hay otras muy
importantes que no se pueden descartar y que vamos a indicarlas, si bien no es nuestro
propósito analizarlas en estas líneas como hemos hecho con las de Weber, Easton
y Duverger.
"Por política entendemos el conjunto que se establece entre individuos y grupos animados
de deseos contradictorios y de relaciones estables de autoridad y de dependencia"
(Francoise Parroux)15 .
En estas definiciones encontramos conceptos que son propios de la acción política como
poder, decisión, autoridad, interés, ideología, acción grupal, dependencia.
Hay politólogos que prefieren abstenerse de dar una definición sobre política, porque
consideran que el término es ambiguo e impreciso, Así lo cree, por ejemplo, Robert
Murphy al afirmar que hay dificultades en dar una definición única y omnicomprensiva de
política; y Beiley, quien está más preocupado por comparar la política con el juego, porque
sostiene que ambos se mueven dentro de ciertas reglas.
Los soviéticos Yákivlev, Bieglov, Bikkenin, Brutents, Kelle, Okorelov, Vólkov, Petrenko
11
Op.Cit.pág. 218
12
LUCAS VERDU, Pablo. “Principios de Ciencia Política”. Tomo II. Edit. Tecnos. Madrid. 1973.pág.178
13
DAHL, Robert. “Modern Political Analysis”. Ed. Fundation of Modern Political Science. Series 1965. Pág 6.
14
DEUTSHC, Karl. Política y gobierno”. Ed. FE. México. 1976.pág. 20.
15
FERROUX, Francoise. “Pouvoir et economie”. Ed. Bordes. Paris-Bruxelles-Montreal. 1973.pág. 3.
10
y Zeglandin, quienes parten de la concepción de Lenin sobre la política, sostienen que
"la política es la expresión concentrada y la culminación de la economía".16
Los politólogos soviéticos admiten que la política tiene una relativa independencia de
la economía, y también la capacidad para influir sobre ella. Consideran que, por ser la
expresión concentrada de la economía, depende de ésta, porque sirve para mantener
y sostener un régimen. La política es una superestructura de lo económico, que es la base
de lo social. La concepción marxista de política vincula correctamente la acción política
con la acción económica y está atenta a sus interrelaciones.
Nicos Poulantzas diferencia con acierto la organización política de la práctica. Dice que
mientras la primera es una superestructura, la segunda es la acción conflictual. En este
caso, la política como acción humana es lucha de clases. Esta idea coincide con las de Marx
y Engels, quienes sostienen en "El Manifiesto Comunista" que "toda la lucha de clases
es una lucha política"17.
Para Poulantzas, la política y la historia están íntimamente ligadas. La política es la
expresión de una práctica social, de una acción dinámica. La práctica política como
expresión de la dinámica política, en el devenir histórico ligado a las luchas de clases, haría
de la política una ciencia revolucionaria orientada a los cambios profundos de la
sociedad.
Este filósofo yugoslavo estima que en la política hay dos formas de realización
y manifestación. Por una parte, es actividad y, por otra, es decisión. La actividad y la
decisión tienen una función de regulación y dirección de los procesos políticos. La
política es un mecanismo de regulación del comportamiento inter-subjetivo y de los
conflictos sociales. Partiendo de Marx, Markovic señala los rasgos esenciales de la
política como forma de deshumanización y despersonalización. Las formas de
alienación política según Markovic serían:
16
YAKOVLEV, A. y otros. “Conocimientos políticos básicos”. Ed. Progreso. Moscú. 1975. Pág 18.
17
MARX, Karl & ENGELS, Federico. “El manifiesto comunista”. En grandes pensadores políicos. W. Ubenstein.
Ed. Revista de Occidente. Madrid. 1975. Pág 847.
18
MARKOVIC, Mihailo. “Dialéctica de la praxis”. Ed. Amorrertu. Buenos Aires. Pág. 20.
11
• El hombre pierde el control de las instituciones políticas, del Estado, de partido,
que él mismo ha creado y que funcionan en su nombre.
• Todas estas condiciones llevan a la ruptura total entre la existencia política del
hombre y su esencia auténtica posible.
Es significativo, por otra parte, el aporte de los politólogos argentinos para la comprensión
de la política. Según Carlos A. Floria "la política" es una dimensión constitutiva del hombre,
de modo que no se puede proponer no tener un comportamiento político o ser apolítico,
porque de alguna forma ello es una posición política"19. Entiende Floria que la política se
ocupa del poder, que es un fenómeno intrínsecamente político.
El planteamiento de Floria nos parece correcto. Las posiciones apolíticas son políticas en
la medida en que evitan el desenvolvimiento dinámico de la política y contribuyen al
mantenimiento de las injusticias sociales en un sistema. Esta posición "apolítica" tiene
las características propias del pensamiento y conducta totalitarios y reaccionarios, que
intentan encapsular la vida política dentro de marcos institucionales y categorías
ideológicas consideradas inmutables. Las posiciones apolíticas contribuyen al
mantenimiento del sistema y en tal sentido son conservadoras. Ven un peligro en la
difusión de ideas distintas a las del sistema imperante y en conflicto social.
También nos parece correcto el planteamiento de Floria sobre las dimensiones políticas,
pues la característica de toda relación de poder es la de mando-obediencia, que
se produce a consecuencia de los mecanismos que utilizan los grupos de poder
dominantes para inclinar voluntades, a fin de poner en práctica un proyecto político
determinado. Estos mecanismos de poder son: la Fuerza Armada, la ley positiva y
los sistemas educativos y propagandísticos; reflejo de la mezcla de tres elementos
claves en toda política formal de dominación: fuerza, Derecho e ideología.
Según Jorge Venossi, "cuando se hace política se está creando o se está tratando
19
FLORIA, A. Carlos. “La política”. Ed. Belgrano. Buenos Aires. 1976. Pág. 207.
12
de reemplazar un sistema de lealtades por otro"20.
Estas lealtades pueden ser hacia las ideas, hacia los hombres o hacia los intereses. Para
que la política funcione bien estas tres lealtades deben interrelacionarse, pues de
no ser así se produciría el descalabro. La política como acción no es sólo lucha; es proyecto
y construcción de estructuras sociales y de Instituciones. De allí que es más importante
el político fundador que el conductor, sostiene Vanossi. El político fundador y visionario
es escaso. Por lo general, la vida política cotidiana favorece a los conductores.
Luis R.M. Dellera Jofré, sostiene que la acción social se convierte en acción política cuando
su finalidad es el poder. Para este científico político argentino "el fenómeno social se
trasmuta en política recién cuando el objetivo último perseguido es posible de ser merituado
como finalidad de poder"21. Agrega luego que "la relación así generada se interesa en
provocar presión a full de uno de los términos sobre otro; en tratar de alterar la voluntad,
en pretender modificar la conducta: el emisor puede intentar o transformar la relación
social en relación de poder definitivo, o utilizar para adquirir, conservar, aumentar o
disminuir su propio poder" 22.
De estas observaciones se desprende que las relaciones sociales, tal como sostiene
Puolantzas, Onofri y Pissorno, son relaciones de poder. Su característica principal, la
de inclinar voluntades y conductas para poner en práctica un proyecto político, es
consecuencia de la dinámica de la sociedad en su faz agonal y arquitectónica.
Sostiene dicho profesor argentino que "la actividad política no se desarrolla en el vacío, no
tiene sentido sino como relación interhumana, y tal relación implica una estructura que
se presenta como jerarquizada, existente entre los seres humanos, que permite a los
unos inclinar la voluntad de los otros. Esa estructura, aunque puede presentarse, a veces,
muy débil y fluida, ofrece siempre una tendencia natural a traducirse en instituciones
políticas-órganos y normas- con vocación de orden y estabilidad23.
Si concebimos la estructura social como el conjunto de grupos que desempeñan roles
y funciones, que son complementarios y diferenciados dentro de una relación jerarquizada,
no cabe duda que la política acontece en ella como actividad humana y relación
interhumana. Las diferencias en la organización funcional de las estructuras son las que
20
VANOSSI, Jorge. “La política”. Ed. Belgrano. Buenos Aires. 1976. Pág. 211.
21
DOLLERA JOFFRE, Luis. “Manual de Ciencia Política”. Ed. Abeledo Perrot. Buenos Aires. 1971. Pág 25.
22
Op. Cit., pág 25
23
LOPEZ, Mario Justo. “Introducción a los estudios políticos”.Vol. I. Teoría política. Ed. Kapeluz. Buenos
Aires.1969. pág. 34.
13
determina, en gran medida, la jerarquización y el ejercicio del poder político. Es una
secuencia de órdenes verticales entre las diversas instancias institucionales de la
estructura.
Así, quienes desempeñan roles y funciones de más alto nivel en la estructura social son
aquéllos que tienen mayor capacidad de decisión para encausar el comportamiento
individual y social.
La estructura social vendría a ser el terreno en donde se desenvuelve la acción política, pero
ésta no es un terreno baldío: es un terreno organizado, debidamente planeado a través
de las instituciones. La revolución social consistiría en la ruptura de la estructura
jerarquizada de dominación y de poder y el cambio de una estructura por otra en donde
no existan jerarquías y los roles sean funcionales. La actividad política que opera
dentro de la estructura social es dinámica y está en constante movimiento y cambio.
La actividad en la política tiene como principal fin la captura del poder político, o en otros
términos, de los roles y funciones que permiten el ejercicio de ese poder. Al respecto
Mario Justo López sostiene que la política como "actividad, tiende inmediatamente a la
conquista y conservación de los cargos o roles, o también, caso contrario, a resistir
la actividad desplegada desde ellos. En tal sentido la faz dinámica de la política traduce
una vocación de movimientos y cambio"24.
En la faz agonal, la lucha puede darse dentro de los cruces normativos e institucionales
establecidos en la estructura social. En tal sentido, los grupos antagónicos actúan dentro
de los límites señalados por la ley. Esto sucede,por ejemplo, en la democracia
representativa y competitiva, o también en las monocracias. Pero la lucha puede extenderse
más allá de los cauces normativos e institucionales llegándose a la "destrucción
organizada", como dice Mannheim, a través de la guerra revolucionaria, o a través
de medidas revolucionarias que paulatinamente van mellando y desdibujando el orden
institucional de una estructura social. El fenómeno de la influencia, tan frecuente en
política, también desempeña una función importante como elemento integral de la faz
agonal.
24
Op. Cit. Pág. 35.
25
Op. Cit. Pág 35.
14
Los grupos de presión y de influencia se valen de una serie de medidas para llevar a
la práctica sus objetivos. Desde el chantaje, pasando por los medios de comunicación
o utilizando relaciones directas de contacto cara a cara con quienes ejercen el poder. La
realidad política, que es agonal y que opera dentro de una estructura social, tiene,
por último, la faz arquitectónica. No cabe duda que de alguna manera los hombres elaboran
"modelos" de organización social y que luego luchan para llevarlos a la práctica.
La realidad política es variable, cambia en el tiempo; con los hechos políticos, al igual
que los hechos históricos, no se repiten de igual manera. No obstante, habría que
buscar ciertas constantes de regularidad cíclica que nos permitan precisar objetivamente
leyes de la política aplicadas en todas las épocas de la historia. Quizás el desgaste
progresivo de los sistemas políticos, el desgaste de los gobiernos y las revoluciones, se
repiten a pesar de sus diferencias y, en tal sentido, podrían formularse leyes de esta
naturaleza que sean universales para todas las épocas y para todos los casos posibles.
Por último, la realidad política es una realidad simbólica. La ideología, como concepción
del mundo y como expresión de clase social, determina el comportamiento social y
político. Los hombres crean una serie de teorías para justificar la posición privilegiada que
ocupan en la estructura social. Incluso, llegan a afirmar que la situación es objetiva,
racional y científica.
26
Op.Cit.pág. 36.
15
Rasgos característicos de la política.
A continuación como resumen y utilizando todo lo expuesto, vamos a señalar los rasgos
característicos de la política. Creemos que son constitutivos los rasgos siguientes:
c. La política es la expresión del ejercicio del poder coactivo físico dentro del proceso
de decisiones de efectos colectivos.
16
CIENCIA POLITICA Y TEORÍA POLÍTICA
Gianfranco PASQUINO (*)
Sólo el último de estos significados caracteriza a una “filosofía política” que quiera
encontrarse con la ciencia política. De hecho, los otros tres significados carecen al menos
de uno de los componentes que Bobbio considera indispensables para fundar una ciencia
política empírica (y precisamente, la búsqueda de la mejor forma de gobierno no es ni
pretende ser evaluativa, sino todo lo contrario; la búsqueda del fundamento del Estado no
es explicativa, sino justificativa; la investigación de la naturaleza de la política se sustrae a
cualquier posible verificación empírica).
Sin embargo, es interesante hacer notar cómo las diferentes tradiciones de ciencia política
que se han radicado en cada país europeo y en los EEUU, provienen, precisamente de un
cierto modo de posicionarse respecto a algunos de los significados que Bobbio considera
centrales para las corrientes de la filosofía política. Por ejemplo, el historicismo y el idealismo
alemanes operando en una tradición cultural también fuertemente impregnada por el
derecho (y marcada por el peso de las instituciones) han impulsado a la ciencia política en
la dirección de una interpretación de los fenómenos políticos, en cada caso, como un deber
ser, la búsqueda de una esencia, de una concepción totalizadora. Mientras lentamente se
desarrollaba una obra de emancipación, iniciada por la sociología de Weber, y después una
obra de renovación intentada por la Escuela de Frankfurt (en cuyo
(*) Tomado de la obra “Manual de Ciencia política”, de S. Bartolini, M. Cotta, L. Morlino, A. Panebianco, G.
Pasquino. Alianza Editorial. Madrid. 1988. Págs. 29-33.
27
BOBBIO, Norberto. “Considerazioni sulla filosofía política”. Rivista italiana di scienza política”. 1971. Págs.
367-379.
17
interior se hicieron camino no pocos politólogos de fama, el más importante de los cuales
se puede considerar Otto Kirchheimer)28 se abatió sobre las ciencias sociales y la sobre la
propia Alemania la represión nazi. Así que el renacimiento de las ciencias sociales alemanas
presenta una doble cara29: por un lado, la reimportación de métodos e interrogantes que la
diáspora de los científicos sociales alemanes llevó consigo a un ambiente receptivo, pero
también muy diferente culturalmente, como los Estados Unidos; por otro lado, el resurgir de
una tradición indígena, todavía con ambiciones de teorías generales de la sociedad (al estilo
Habermas) y totalizantes. Aún moviéndose de manera creciente en dirección empírica, la
ciencia política alemana lleva consigo una tendencia a la teorización muy intensa que la
hace única en el panorama dominante.
En Francia, la tradición más fuerte no parece haber sido ni la de una filosofía política global,
ni la de una prescripción de mundos mejores. Si es lícito generalizar combinando a los
ilustrados con Montesquieu y Tocqueville como padres de la ciencia política francesa, de la
misma manera que los historiadores a lo Thiers y después con la Escuela de los Annales,
de ello surge una ciencia política francesa que a veces es esencialmente historia política,
historia de las instituciones, no muy inclinada hacia la investigación empírica, en ocasiones
provinciana, a veces filosofante, en conjunto marginal en la escena mundial, y sin la
influencia que los historiadores y estructuralistas franceses han sabido ejercer.
Interrumpida bruscamente por la llegada del fascismo, pero un poco heterogénea, no muy
arraigada y aún frágil, la ciencia política italiana puede referirse a un pasado conocido e
importante y a los nombres de Maquiavelo, Mosca, Pareto y Michels. Pero si las tradiciones
culturales cuentan, entonces el peso del derecho por un lado y la influencia de la filosofía
idealista por otro (que se manifiestan en la abierta oposición de Benedetto Croce a la
28
JAY, M. “The dialectical imagination,a history of the Frankfurt School and the Institute of Social Research,
1923-1950. Boston. Little Brown and company. 1973.
29
LEPSIUS, M.R. “Sociology in Germany and Austria 1918-1945: the emigration of the Social sciences and its
consequences. Florencia. Instituto Universitario Europeo. Working paper Nº 104. 1984.
18
sociología, “inferma scienza”) son los principales responsables de haber retrasado la
evolución de la ciencia política italiana que sólo a finales de los años sesenta comienza su
arraigo académico y su profesionalización, lenta y desigual. Una historia que es breve, que
está sellada por intensas relaciones con la cultura estadounidense y que corre el riesgo,
para muchos, de ser y convertirse en un conjunto de rupturas autobiográficas. A nivel de
intento, en cualquier caso, la ciencia política italiana parece buscar un justo equilibrio entre
la investigación empírica y la teorización, sin caer en la simple historia política y sin rozar
las teorizaciones abstractas.
El tema se complica mucho más en lo que se refiere a los Estados Unidos. La ciencia política
en ese país es por un lado una empresa cultural relativamente reciente (casi un siglo, con
todo) pero continua, y por otro, es practicada por un número de estudiosos que es superior
a la suma de todos los existentes en los demás países. Además es contínuo el examen al
que la ciencia política estadounidense está sometida o se somete; las tendencias están muy
diversificadas, grandes son las diferencias. De modo que es especialmente difícil dar un
juicio sintético de la ciencia política estadounidense incluso aunque sea sólo desde el punto
de vista de sus relaciones con la filosofía política y con la especulación teórica.
Si cada ciencia política nacional ha tenido que confrontarse y redefinirse al contacto con sus
propias y peculiares tradiciones de filosofía política nacional, también es verdad que para
cada una de ellas y para la ciencia política en su conjunto, existe el problema de la relación
que hay que establecer (y alimentar) con los clásicos del pensamiento político. Desde
cualquier punto de vista que se mire ésta es una relación difícil. Los clásicos se pueden
sencillamente embalsamar, manteniendo que los mejores de ellos han sabido plantear los
interrogantes cruciales, aunque imperecederos, acerca de la política (tanto como forma de
reflexión teórica o como actividad empírica). Y después liquidarlos con la afirmación de que,
no sólo han cambiado los tiempos y los lugares, sino que también han cambiado los
métodos y las técnicas, que la ruptura epistemológica que se da en todas las ciencias
alrededor de comienzos de este siglo (S XX), separa claramente la reflexión politológica
posterior, de la que habían desarrollado los clásicos.
“La teoría política clásica sigue definiendo muchos de los problemas fundamentales, dando
forma a los interrogantes críticos y ofreciendo los conceptos cruciales que inspiran, y directa
o indirectamente guían a los estudiosos en la ciencia política, incluidos los que son más
conscientemente científicos. Análisis del comportamiento electoral, sondeos por muestreo
y datos agregados que se refieren a categorías de los sistemas políticos, así como también
estudios de la ejecución de políticas públicas, pueden reconocerse casi siempre como
dirigidos a temáticas que ya fueron identificadas como significativas en la teoría política
clásica”30
30
BHLUM, W.T; HERMANN, M.G.; MURPHY, W.M.; NELSON, J.S. y PYE, L.W., “Political science and the
humanities: a report of the American political science association, 1985. Págs. 247-259.
19
Por: Alfredo Quispe Correa (*)
En síntesis, quien fuera profesor de este Centro, nos decía lo siguiente: el predominio
de la mayoría y el derecho de la oposición, se reflejan sólo en lo que se ha dado en llamar
democracia representativa, forma de gobierno en que el pueblo depositario de la soberanía
elige a sus mandatarios para que ejerzan el Poder.
Las libertades que este autor invoca, son clásicas, las de asociación, de palabra,
de reunión y la cuarta que denominaba el imperio de la Ley. Esta última, un poco difícil
de explicar, le reducía el deseo de todos los hombres de ser regidos por las leyes
y no voluntades arbitrarias.
Lenin en "El Estado y laRevolución" caracteriza a la utópica sociedad que quería formar
31
FERRERO, Raúl, “Teoría del Estado”. Edit. Studium. Lima. Pág 105
32
STRACEY, John. “El desafío de las democracias”. Edit. Mar y Mar Aird. 1964.pág 08
20
momento de todos los funcionarios, sin excepción"33. Si comparamos, vemos que
la alternabilidad de la democracia representativa es realidad, mientras que la
promesa de alternabilidad marxista, no se ha cumplido.
Y vemos que la alternabilidad propuesta por la democracia se cumple, mientras que el buen
propósito marxista ha trocado la alternabilidad por la perpetuación política en el poder.
Podríamos decir que la evolución de la sociedad humana se ha dado entre
despotismos y poderes compartidos, entre concentración del poder y el poder ejercido
democráticamente. Si las naciones han sido gobernadas transitoriamente por tiranías, ello
no invalida la esencia de la democracia, así como un eclipse no destruye la presencia
de los astros.
33
LENIN, “El Estado y la Revolución”. Edit. Progreso. Moscú. 1966.pág 41.
21
sujetados a la normatividad de la ley.
La doctrina democrática es muy simple: el poder emana del pueblo, el pueblo elige a sus
gobernantes, los gobernantes se deben al pueblo; la libertad es el centro de toda la
decisión política y la justicia es la meta de todo esfuerzo del poder. Ello lleva a elaborar
toda una arquitectura administrativa que va desde la separación de funciones, hasta la
fijación de plazos para cambios de los gobernantes, como garantía de la libertad y la
igualdad. El liberalismo va a oponer al feudalismo, el concepto de igualdad por
contraposición a las estructuras estamentarias; la individualidad frente al sometimiento
colectivo; el derecho de todos los hombres como reivindicación al derecho de un solo
hombre.
La realidad económica, formada por las relaciones que surgen de la propiedad de los
medios de producción, determina una estructura concreta, la que a su vez da origen a una
superestructura formada por leyes, el arte, la religión, etc. Toda estructura social tiene
un equivalente de superestructura. He aquí un fatalismo que rechazamos: la realidad
determina el espíritu; la estructura origina una superestructura. Si fuera totalmente cierto,
¿Cuáles son las posibilidades de liberarse de un medio opresor?.
22
A la burguesía como clase social, dueña de los medios de producción, dueña del aparato
político, se le va a oponer el proletariado, como clase antagónica, hasta arrebatarle
el poder y fundar una dictadura que servirá de medio para la construcción del socialismo
y pasar de este estado a otra etapa, que es la sociedad sin clases que llama comunismo
y en la que se extinguirá el Estado.
No se puede negar la importancia del marxismo. Frente al liberalismo que partía del
supuesto del hombre libre, nos llamó la atención hacia la dominación del hombre
y postuló su liberación, por lo menos en teoría.
Hay, pues, en ambos sistemas, el liberal como el marxista, graves fallas, pero mientras por
la vía de la libertad es posible concretar alguna forma de socialismo, por el camino
del socialismo marxista no se alcanza la libertad, como lo prueban los diversos Estados
regidos bajo este signo.
Como una solución del choque de los extremos, surgiría el fascismo, aunque tarde se
comprobaría que era otra forma abominable de dictadura. Si el marxismo adecuaba el
diseño político a la infraestructura económica, el fascismo consideraba al Estado como el
supervisor del sistema económico; si el marxismo hizo de la lucha de clases,
irreconciliable motor de la historia, el fascismo se esforzó en soldar o conciliar las diferencias
de clases; y, si el liberalismo exaltó la libertad individual, el fascismo lo hizo sinónimo
de egoísmo, en lugar de la soberanía popular proclamó la autoridad y en sustitución
de la igualdad propuso la jerarquía.
El fascismo fue un intento de conciliar ambos sistemas. No extraña por eso la denominación
del nacional socialismo que acuñara Hitler. Ni que Mussolini arguyera que había bebido
el socialismo desde los senos maternos. El falanguismo español y el cooperativismo
portugués reivindicaban idéntica posición. Por descontado que hubo diferencias. El
Nazismo se centró en el endiosamiento de la raza aria, más el estilo de gobierno fue el
mismo y todos enfrentaban los males del capitalismo y el peligro comunista. Podría
agregarse que el Nazismo hizo del Estado un servidor de la Nación, mientras que el
fascismo pensaba que el Estado es el creador de la Nación. Podría complementarse esta
disertación diciendo que el Nazismo basó su fuerza política en los terratenientes
mientras que el fascismo lo hizo en la burguesía; en tanto que el nazismo no trató de
corporativizar el Estado, lo que sí hizo el fascismo, la verdad es que ambos tuvieron como
común denominador la violencia, la opresión, la intolerancia. Y acabaron siendo
desplazados como sistemas políticos, por la másgrande conflagración que haya
atormentado a la humanidad, la segunda guerra mundial.
La dignidad del hombre no debe ser atacada. Si admitimos que el marxismo alerta a los
cristianos, no queremos decir que una alianza entre ellos sea inevitable.
Esta pugna que vemos rondando los umbrales, no se dará en el nivel de la satisfacción de
las necesidades, sino en el del respeto a la libertad, de la dignidad, en la trascendencia
del hombre; será la batalla por la primicia del espíritu en esfuerzo por edificar en la tierra
el mundo que Dios quiso a su semejanza.
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34
ENCICLICAS. “La prensa”. México.1962
24
CIENCIA POLÍTICA
Es la ciencia del poder. Es una ciencia crítica que ha venido a destruir la ingenuidad
del derecho constitucional, que encubría en parte los hechos al atribuir a las formas una
realidad separada de la vida que las inspira. Equivale a la sociología política, o sea que es
una ciencia pragmática y realista, empírica. Sus especialistas se denominan politólogos y
en los países anglosajones «científicos políticos». La nueva disciplina se ha desprendido
de la Sociología, con dimensión propia, a partir de la Segunda GuerraMundial. Analiza la
naturaleza y el ejercicio de la autoridad. Es objeto de su estudio la relación mando-
obediencia dentro de la sociedad. Hace luz sobre el gobierno como hecho y sobre
el origen y la formación de las decisiones políticas. Este estudio del proceso
decisional (decisión - making processus) permite particularizar lo político dentro del
marco de lo social. Se trata de un conocimiento preferentemente innovadora de los
gobernados. sociológico, dado que el poder reprime pero a la vez absorbe la influencia
Distinguiendo entre teoría del Estado y ciencia política, repetiremos que esta última es
la ciencia del poder; de los hechos y no de los principios. La teoría del Estado se
propone desentrañar la esencia del Estado, o sea lo que éste tiene de permanente,
aquello que le confiere identidad. Pero, dado que existe una conexión indisoluble entre
lo teórico y lo práctico, la actitud teórica no alcanza a desprenderse de los
factores reales para cobrar una autonomía radical. Por eso, en todo estudio
doctrinario sobre el Estado advertimos la presencia, o cuando menos la referencia
ilustrativa, de hechos reales, con valoración política. De este modo, la ciencia política,
que es de naturaleza sociológica, se entrelaza con la teoría del Estado, que es
(*) Tomado de la obra “Ciencia Política”. Edit. Studium. Lima. 1975. Cap. I. Págs. 29-50
filosofía, y con el derecho constitucional, que es jurídico-positivo, para darnos una valiosa
explicación de la dinámica del Estado, o sea de los grupos que lo dominan. La evaluación
hecha por la ciencia política es útil particularmente a los países en desarrollo para
la adopción de una política de mejoramiento social y de reforma o
sustitución de estructuras.
El estudio del derecho constitucional, que debería circunscribirse a los textos legales
supremos, se extiende hoy al análisis de las instituciones políticas, tal y como funcionan
en la realidad. Casi siempre existe disconformidad entre los textos legales y los
hechos. Tal contraposición entre los hechos y el derecho distingue qué parte del derecho
tiene aplicación real y qué parte no la tiene. Más aún, hoy reluce que el ordenamiento
jurídico se esfuerza por coordinar la realidad con la legislación, adecuando ésta a aquélla.
El derecho constitucional, para analizar instituciones que la
constitución ignora, tales como los partidos políticos, la prensa, los grupos de presión,
la manipulación de la opinión pública, recurre a la ciencia política, desprendida de la
sociología.
Efectúase así un valioso proceso de abstracción. Dicho proceso, partiendo del estudio
de los hechos políticos (ciencia política), conduce al estudio de la organización formal
del Estado (derecho constitucional), y por último, se eleva a lo especulativo racional (teoría
del Estado). El eslabonamiento de las tres disciplinas es constante y resulta
imposible demarcarlas con nitidez excluyente. Pero, en sus líneas fundamentales, cada una
tiene su ámbito propio y constituye una etapa de la operación gnoseológica que permite
penetrar en la naturaleza del ente estatal.
También debe distinguirse entre política, que es acción práctica, disputa del poder, y
la ciencia política, que es conocimiento reflexivo del objeto de la política. Ni la teoría del
Estado ni el derecho constitucional pueden hacer abstracción del acontecer real, de
esa «vida estructurada, en que consiste el Estado» como anotó Hermann Séller. Por eso,
el ser y el deber ser no pueden ser totalmente emancipados; cuando se pretende
hacerlo, nos encontramos con que todo lo estatal se ha volatilizado y flotamos en la
26
vaguedad.
Es tan grande la importancia alcanzada por la ciencia política que Georges Burdeau,
eminente profesor de la materia, pretende que el derecho constitucional sea segregado
de las disciplinas propiamente jurídicas y pase a ser considerado como complemento de
la ciencia política, en el área de las ciencias sociales. En verdad, la politología refleja
una nueva actitud mental, pues aborda los temas con realismo penetrante. Mediante el
análisis de lo fáctico esclarece lo doctrinario e incita a remodelar las estructuras
tradicionales. El estructuralismo, corriente filosófica que es ante todo un método,
comienza a ser aplicado a la ciencia política, con el ánimo de encontrar invariantes en las
relaciones de poder. Pero su estudio del comportamiento político es todavía incipiente,
por lo que no cabe hablar de constantes.
No basta hoy el análisis de las disciplinas constitucionales o el razonar sobre las teorías
políticas que justifican el ejercicio del poder. La investigación sociológica ha penetrado
todas las disciplinas atañederas al Estado y trata de elucidar la conducta política. Por ello,
como quieren Duverger, Gatlin y Bentley, las expresiones sociología política y ciencia
política son equivalentes. Explicarse la política sobre bases científicas, es decir
descubriendo las leyes del comportamiento político, es la aspiración de la ciencia política.
Desde luego, sin incurrir en la exageración de formular leyes de rigor matemático o con la
precisión de un recetario, puesto que la observación de la conducta humana sólo
permite esbozar leyes tendenciales.
El trasfondo económico y social, antes ignorado por los expositores políticos, aflora
modernamente con interés avasallador. Se analiza el papel que cumplen los sindicatos,
27
la Fuerza Armada, los medios de comunicación o información (prensa, radio, televisión),
la Iglesia, los grupos de presión, los electores, la opinión pública. Toda la política ha entrado
en crisis y sus fundamentos doctrinarios son revisados hasta llegar
a posiciones anárquicas. En algunos países la opinión se divide por mitades,
determinado gobiernos precarios, o de indefinición obligada. Por doquiera se indaga
e impugna respecto de la alineación, del burocratismo, de la tecnocracia privilegiada, de
los mecanismos de poder, de la dominación y del «poder popular». La redistribución
de la renta nacional entre los diversos sectores, la conducción de masas, la fabricación
de mitos, la estrategia revolucionaria, la prioridad de acumulación de capital nacional, las
aspiraciones a una justicia social real, las superestructuras y la correlación
entre el poder y el status de diversos grupos, todo ello ha determinado una movilización
del interés intelectual, dirigida a desmontar la teorización abstracta. Claro está que tal
inflación sociológica, acompañada casi siempre del uso de un lenguaje esotérico,
ocasiona distorsiones de la realidad y de las ideologías, pero el cúmulo de observaciones
y planteamientos inquietantes resulta sumamente útil para hallar la verdad.
ACTIVIDADES OBLIGATORIAS:
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Conteste las siguientes preguntas:
AUTOEVALUACIÓN:
EXPLORACION ON LINE
BIBLIOGRAFIA COMENTADA
• Dieter Nohlen (ed.): Diccionario de Ciencia Política. Teorías, métodos, conceptos. Porrúa,
Ciudad de México 2006.
• Norberto Bobbio, Nicola Matucci y Gianfranco Pasquino: Diccionario de Política edit. Siglo
Veintiuno, Ciudad de México 2002.
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UNIDAD 2
PODER, ESTADO, NACION,
PATRIA.
EL PODER POLITICO
Por: Raúl Ferrero Rebagliati (*)
En el ápice del Estado se halla el Poder o sea la facultad de gobernar, de citar reglas a
la conducta ajena. Al abordar el presente estudio, comprobamos que el poder es
inherente a la naturaleza humana y que el Estado, en un primer aspecto, es
institucionalización del poder.
El poder es la energía organizadora de la vida Social, Heuriou lo define como una "energía
de la voluntad" que asume el gobierno gracias a su superioridad, para asegurar el orden
y crear el derecho. Ello significa que la actitud para el mando y la vocación de poder
son cualidades naturales del espíritu, que corresponden a personas dotadas de
ascendiente. Acertadamente, Meinecke define el poder como un impulso de intensificación
de la personalidad.
Para Burdeau, el Poder es una fuerza al servicio de una idea. "Es una fuerza nacida
de la voluntad social preponderante, destinada a conducir el grupo hacia un orden que
estima benéfico y, llegado el caso, capaz de imponer a los miembros, los comportamientos
que ésta búsqueda exige". La coacción que el Poder ejerce en todo grupo social, así
como el derecho de la colectividad a imponer normas, constituyen hechos evidentes y
constantes más allá de las justificaciones que se buscan para razonarlos. La fuerza de
que dispone el Estado es tan ostensible que domina por simple demostración, sin que
el Poder necesite recurrir a ella en la generalidad de los casos.
El poder comporta dos elementos: dominación y competencia. Este último determina que
normalmente el poder sea obedecido sin recurrir a la coacción. En cuanto a idea, el
poder pertenece al mundo del espíritu, a diferencia de la fuerza, que pertenece al mundo
físico. Tiene el poder quien sabe ofrecer al hombre motivos eficaces del obrar; posee la
fuerza quien dispone de armas ante las que desaparece toda resistencia, dice Meyer.
El poder puede existir sin la fuerza, así como la Fuerza puede carecer de poder.
La Iglesia, que carece de medios de compulsión material, ejerce un poder evidente sobre
sus creyentes y sobre la sociedad en general;inversamente, un gobierno de ocupación
detenta la fuerza, pero carece de poder. El poder precede al derecho positivo, pues
establece el Estado y éste se organiza y consolida mediante normas jurídicas.
No cabe explicarse la vida social sin analizar el impulso de poder, ya que la historia nos
prueba que la voluntad de dominio es una de las fuerzas más constantes en la dinámica
social y seguramente la de mayor expansión. Sociológicamente, el poder es la aptitud de
un individuo o de un grupo para realizar su voluntad, para exigir colaboración de los
demás individuos o grupos.
(*) Tomado del libro “Ciencia Política” de Raúl Ferrero. Edit. Studium. Lima. 1975. Pág 29 a 50.
31
La voluntad de poder, verdadera libido dominandi, significa la ambición de un hombre, de
un sector o de un pueblo. El temperamento político aspira a ocupar el escenario,
al dominar o cuando menos sobresalir sobre los demás, y constituye la motivación
impura de los grandes. Si va acompañada del carisma, o sea del imán o simpatía
personal, forja al líder, deseoso de agradar y de ejercer poder. El carisma es un don
natural, sobre abundante, que motiva en otros una inclinación no razonable, hasta una fe
que lleva a entregarle una lealtad incondicional. A veces, la luz de un destino superior
dota al conductor de algo mágico e irracional, como si el sentimiento, exaltado por sobre
el realismo y los desengaños sucesivos, viniera a ofrecer una esperanza, un hálito nuevo
y distinto. Tal sucede cuando una nación se reconoce en un hombre.
La política como función social
La política es la lucha por el poder. Pero no es lucha ciega, al menos modernamente, pues
se halla condicionada por intereses morales, por ideologías que conforman una cultura
política, o sea un ámbito que es parte de la cultura general. La realidad social es
gobernada y orientadas por la política en cuanto a vocación de poder. La actividad
política se diferencia de las demás funciones sociales en el hecho de que sobre ella recae
la responsabilidad de dirigir lo social. Mucho antes de que hubiera Estado, la actividad
política existía como función social que organizaba la cooperación del grupo.
El concepto de lo político es más amplio que el de lo estatal; no sólo la actividad política
es anterior a la aparición del Estado sino que existen grupos políticos dentro del Estado
y entre los Estados. No toda actividad del Estado es actividad política, pues la
mayor parte de sus funciones constituyen aspectos de mera administración.
Ordinariamente, la actividad de los órganos estatales subordinados, que se realiza
siguiendo pautas precisa, no es función política. Esta consiste en dirigir la marcha del
Estado o en disputar la tenencia del Poder.
La idea del poder ha sido obsesiva en muchos pensadores alemanes, sobre todo desde
el siglo diecinueve. "La voluntad de poder" fue exaltado por Nieztche y primó como
teoría sicológica y racial con el nazismo. Cuando el Estado resulta un ente ávido de
poder, ello conduce, inevitablemente, a la dictadura en lo interno y a la guerra en lo exterior.
La política se explica por la aspiración al poder y a la ostentación de él, lo que
pervierte con frecuencia todo sistema de valores y lleva a constatar que los recursos
jurídicos de nada sirven frente a los hechos de poder. Si la vida internacional se mira con
realismo, no puede negarse que ella obedece, casi siempre, a un pugna de poder, pugna
que puede ser sutil o con despliegue de fuerza, pero que subyace respecto de las
doctrinas y las declaraciones retóricas.
Función de Dirección
Siempre que se trata de una acción colectiva, la ausencia de dirección, implica el desorden,
de ahí la necesidad de un poder que dirija y dicte normas antes de aplicarlas. Por
lo general, se piensa que el poder es necesario sólo para el efecto de poner la fuerza
al servicio del orden y por eso concebimos el Estado como un aparato coactivo. Hay
error en tal concepción, pues la necesidad de coacción no es la razón esencial del
Poder. La razón primordial de éste y por lo tanto la del Estado mismo, consiste en la
necesidad de una Dirección que asegure la unidad de acción social, sea de una
mente que formula el orden antes de imponerla. La imposición de un orden
determinado, es una fase indispensable, sin duda, pero posterior a la
formulación de la norma.
Toda sociedad, toda actividad, toda empresa, supone necesariamente una dirección,
es decir, una autoridad. Nada importa que una labor empiece a una hora y otra, pero
siempre será indispensable que se haga a una hora uniforme, el tránsito de vehículos
puede realizarse por la derecha o por la izquierda pero siempre será indispensable
que una autoridad determina sobre que lado deben circular los vehículos, pues de lo
contrario se producirán colisiones a cada momento. En la Suma Teológica,
Tomás de Aquino se pregunta si la autoridad sería necesaria en una
sociedad compuesta por hombres en estado de inocencia a lo que responde "La vida
en una sociedad numerosa no es posible sin un Jefe que vele por el bien común.
Librados a ellos mismos, hombres distintos tienden a cosas distintas; un sólo hombre
tiende a una sola cosa". Suponiendo una sociedad compuesta por seres perfectos,
siempre sería indispensable una autoridad que dicte normas generales para organizar
la vida en común. En efecto, podrían suprimirse el código penal, las cárceles y todo el
sistema de sanciones, pero siempre habría necesidad de una autoridad que coordinara la
actividad de los asociados y velará por el bien común. Como dice Vialatoux,
siempre habría necesidad de un reglamento de tránsito y de un policía que concertara la
circulación y el cruce de los vehículos, por más que no impusiera multas por
infracciones. La necesidad de un poder directo es obvio, además, por el
hecho de que los hombres no pueden ponerse de acuerdo diariamente sobre cada
asunto, de modo que alguien debe encargarse constantemente de adoptar la decisión
sobre cada particular. Tal es la función rectora que cumple el Poder.
Función de especialización
Como quiera que la sociedad se halla basada en la división del trabajo, se precisa que cada
cual asuma una determinada función, especializándose en ella y realizándola mejor
que la generalidad. La tarea de dirigir el grupo supone una especialización; pues, aunque
el gobierno interese a todos los asociados, es menester que exista un grupo de
33
hombres consagrados exclusivamente a las tareas del gobierno a fin de realizar tal
función de una manera continua y con mayor aptitud. Mientras unos hombres se
dedican a la producción de bienes económicos otros a la instrucción y al pensamiento
y otros a la defensa de la sociedad, un grupo se consagra a la función de dictar
normas para la convivencia social y de vigilar su aplicación con miras al bien común.
Función de coacción
La función compulsiva del Poder es, sin duda, la que más impresiona y la más visible. De
otro lado, es casi imposible concebir el derecho sin la nota de coercitividad, en virtud
de la cual la norma se impone independiente de la voluntad de los obligados, pues
la regulación jurídica es inexorable y no depende del acuerdo con el sujeto. Es por ello
que generalmente concebimos al Estado como un aparato coactivo, aunque
sustancialmente su función es de dirección. Dada la naturaleza del hombre que
obedece normalmente a estímulos egoístas, no basta que el Poder establezca un
orden sino que debe imponerlo en muchos casos por la fuerza. Por lo común, el Poder no
necesita emplear la fuerza porque, conociendo los asociados que ella es incontrastable,
obedecen las normas respaldadas por los medios de compulsión que el Poder ejercita
en caso de resistencia. El empleo de la coacción sólo es necesario cuando hay
infractores del orden jurídico, lo que es menos frecuente en los pueblos de cultura
homogénea. Pese al progreso material logrado, y en parte por efecto del mismo, el tipo
actual de nuestra civilización hace cada día más necesaria la función coactiva del
Poder, en razón de la creciente agresividad antisocial.
Una fuerza organizada, ejercida por una autoridad superior a todos y que mira el bien
común, es evidentemente preferible a las fuerzas particulares, dispersas y antagónicas,
que emplearían los hombres si el Estado no existiera. El conflicto de intereses y el
contraste de apetitos y pasiones, que son la entraña misma de la vida, hacen quimérico
pensar en la conciliación espontánea. Si se ensayara la anarquía como forma de vida
legítima, inspirada en la creencia de la bondad universal, el resultado sería la imposición
despótica de un hombre o de un grupo. El orden social que la historia de la humanidad
patentiza, nos indica como la sociedad ha optado entre una situación de anarquía librada
al abuso de los más fuertes, y una situación de autoridad, con imperio de la fuerza pública
34
que el Estado emplea para proteger a todos los asociados. La sociedad ha escogido
siempre al gobierno que asegura un orden.
Lo cierto es que la necesidad del Poder se confunde con la necesidad del Estado, pues
su triple función de dirección, especialización y coacción es lo que determina y mantiene
el hecho Estado, que perfecciona la sociedad, la estructura conscientemente y la domina.
La unidad social previa al Estado nace por obra del poder y de la convivencia.
Los gobiernos de hecho se constituyen por revolución o por golpe de Estado, como
sucedió en los casos típicos de Cronwell y Bonaparte, respectivamente. Por lo general
se consolidan por medio de una Constitución o bien por el uso acertado de las
facultades legislativas que se arrogan. El gobierno de facto conserva casi todos los
caracteres del poder legítimo y su legislación es convalidada expresamente por el régimen
legal posterior o bien subsiste por la bondad intrínseca de las normas dictadas.
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El poder de Derecho posee la ventaja de ser ejercido en nombre de una institución,
el Estado. Ello le permite dar respuesta a dos grandes interrogantes:
En cuanto a lo primero, o sea como competencia del Estado, el poder tiene la facultad
de mandar porque la naturaleza social del hombre hace necesaria una autoridad. En
cuanto a determinar a qué grupo de hombres corresponde el gobierno, ello constituye
un problema debatido durante milenios y que trataremos de dilucidar más adelante.
Pero en esencia sí existe una transformación, pues las personas que deciden ya no llevan
en sí mismas la vocación de mando. Ahora es la voluntad social la que sustenta la existencia
de un Poder y no reconoce jefes sino simples gobernantes, habilitados en virtud de
un estatuto del poder, o sea la Constitución, obligados a ceñirse en el ejercicio de
su autoridad a los fines del Estado. Desde que el Estado adquiere forma, la investidura de
los gobernantes, así como su actividad y su sucesión, se hallan normados por el
derecho.
La "Razón de Estado" es la máxima del obrar político, la ley motor del Estado, a fin
de mantenerlo vigoroso. Pueden los políticos discrepar en cuanto a los medios
para alcanzar los objetivos del Estado, pues en cada momento histórico hay una línea
ideal de obrar, o sea una razón de Estado ideal. Pero, junto al valor del bien del Estado,
existen otros valores elevados que también piden para sí una vigencia incondicionada,
36
como son la moral y la idea del Derecho. En último término, el poder mismo puede
verse amenazado por el quebrantamiento de los valores morales y jurídicos.
Meinecke, en "La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna", señala el vasto espacio
en la cual se entrecruzan en la acción gubernativa al utilitarismo y la motivación ética
al punto que ésta se pone de manifiesto sólo cuando coincide con el provecho del Estado.
El político respeta las fronteras del Derecho y limita su impulso de mayor poder por
la presión coincidente de razones prácticas y de móviles idealistas. El hombre "goza con
deleite del poder en sí y en lo que tiene de intensificación de la personalidad". La voluntad
de poder, al lado del hambre y del amor, dice Meinecke, es uno de los impulsos más
eficaces; "sin las bárbaras concentraciones de poder, tejidas con terror y crueldad, de
déspotas y castas primitivas, no se hubiera llegado a la fundación de Estados ni a la
educación del hombre para grandes cometidos supra-individuales". Desde luego, en la
misma dirección han obrado también los ideales, como factores para edificar y vigorizar el
Estado.
Como afirma Jellinek, hay un derecho virtual, engendrado por el ansia de justicia, que aspira
a ser derecho actual mediante su consagración por la ley. Por eso, las ideas
políticas adquieren juricidad, o sea que la política se juridiza, cuando la aspiración
alcanza a triunfar en la esfera del poder. Una visión realista del poder nos lleva a considerar
la relación entre derecho y política, ya que el objeto directo de la idea de derecho no es
el hombre sino el grupo social, el cual asume un ordenamiento según sea la ideología
de quienes gobiernan.
La política tiene por fin al gobierno y dirección del Estado; para sus relaciones se sirve
de técnicos y administradores que hacen posible la ejecución de los planes concebidos por
los políticos. El estadista posee el arte de hacer posible lo que es necesario, sirviendo su
ideal con eficiencia. Se encuentra situado en la zona de interferencia de dos ámbitos:
lo que debe ser y lo que puede ser, como anota Ruíz del Castillo; orienta a la opinión
pública y procura crear el ambiente favorable a sus designios. Para el pensador, la
política es un conjunto de principios; para el estadista, es una realización que marcha
a través de escollos, transacciones e impurezas.
Cabe distinguir, pues, entre la política como ciencia de gobierno, especulación teórica, y
la política como arte de gobierno, actividad práctica. En la realidad social tal diferencia
es difícil de advertir, pues la política se vale de instrumentos jurídicos y de medios
prácticos para alcanzar finalidades señaladas por la elaboración doctrinaria. Arnold
Brecht ha puesto de relieve, con los ejemplos de Lenin y Stalin, que el pensamiento teórico
no es asunto ajeno a la vida, como sostienen algunos políticos de oficio. La
importancia de la teoría es muy grande. Basta recordar que la ideología Marxista condujo
al poder a Lenin, precisamente en el país que Marx consideró no adecuado en razón de
hallarse insuficientemente desarrollado.
Por lo que se refiere a la importancia que tiene las teorías políticas, citamos el pensamiento
37
de Stalin, expresado en una de sus conferencias sobre los fundamentos del leninismo:
"La teoría pierde todo objeto si no enlazacon la práctica revolucionaria, exactamente igual
que la práctica queda ciega si no elimina su camino con la teoría". La teoría puede
convertirse en otra inmensa fuerza si se desarrolla en unión con la práctica.
Más allá de toda cuestión jurídica, es indubitable que la voluntad de poder constituye
una de las grandes fuerzas de la vida individual y social.
Bertrand Russel afirma en su obra "El Poder" que éste tiene en el mundo del espíritu
la misma importancia que la energía en el mundo de la física.
Por tanto, el Estado debe ser mirado esencialmente, como agrupación política, o sea
como un ente de poder, antes que como ordenamiento jurídico. Es la agrupación política
suprema y; como quiera que orienta su actividad con arreglo a cauces jurídicos, puede
definírsele como un ser político que se organiza jurídicamente.
Querer huir de la política es como pretender huir del Estado, dice Carl Schmit, dado que
la comunidad nacional nos envuelve y nos afecta en una totalidad en la que se entrecruzan
la administración, la economía, la moral y el poder. El fenómeno político guarda
relación con el fenómeno económico, el demográfico y otros, que pueden ser anteriores,
concomitantes o subsiguientes, pero siempre es motor de una colectividad el poder por
el poder, la voluntad de dominio. De ahí la importancia de integrar el mando en un
orden moral para evitar la opresión.
La política está constituida por puntos de vista sobre la justicia. Los partidos y los grupos
presionan en el sentido de aquello que consideran justo,aunqueno lo sea
objetivamente. La política actual se cubre de un substrato ideológico y todo obrar tiene
tras de sí, más o menos conscientemente, un pensamiento. La noción ideológica
según la cual se organiza jurídicamente la convivencia social, es llamada "fórmula política",
inspirada en una concepción capital sobre el modo de relación que deba existir entre la
sociedad y los individuos. Por eso, hablamos de sistemas políticos liberales, socialistas,
comunistas, etc. Claro está que, unas veces, son las ideas las que determinan los hechos
políticos, y otras veces son éstos los que toman tributarias a las ideas, en un proceso de
interacción. La función política es vital, figura el lado de aquellas que aseguran
físicamente la supervivencia de la especie, como la nutrición o la reproducción. Expresa la
conciencia del grupo para encontrar un eje de cohesión.
La política está profundamente inserta en lo social. Las teorías que diferencian la sociedad
natural de la sociedad política pretenden señalar el paso de la primera a la segunda,
como sucede con tal liberalismo y con el marxismo, se funda en una hipótesis
no comprobada por la historia. El carácter religioso o guerrero que tuvieron las
primeras autoridades ha ocultado el hecho esencial de que la autoridad es siempre
política, no importa quien la ejerza, ya provenga de la imposición o de la elección.
Vivimos una era de discontinuidad, tentando vías que conduzcan a nuevo pluralismo, a
la reforma de todo lo viciado, a la organización de un consentimiento sin miedo. En
cada circunstancia histórica ha surgido la reinterpretación de los ideales vigentes. Para
ello, la teoría Política y la ciencia política nos brindan un rico material de reflexión, aunque
ésta sea contemporánea a la realización de hechos violentos que viene alterando
la subestructura social.
La sociedad no es una adición de individuos, sino un compuesto. Por virtud del Poder
adquiere una voluntad y sigue un comportamiento determinado. Este comportamiento es
producto de la orientación política. El ordenamiento jurídico y la estructura del
Estado son resultantes de la actividad política. Por la toma de conciencia de ésta
realidad, el poder se ha convertido hoy en el centro de la lucha social y
económica. A su vez, la política es mirada como el arte de convertir las tendencias
sociales en normas jurídicas. El político hace posible el objetivo entrevisto o anhelado.
Nuestra época es una transición del Estado Liberal al Estado Social, siendo perceptible
una mayor participación del pueblo en el poder. Se quiere pasar de la democracia
gobernada a la democracia gobernante. Las construcciones formales están cambiando
su contenido, para no quedar vacías de verdad. Tanto el pensamiento del derecho natural
del Siglo XVIII como el derecho racional de Kant, concibieron una organización estatal
con raíces individualistas. Pero a partir de la primera guerra mundial, se hizo patente
que los partidos políticos, los sindicatos y los grupos de presión iban operando con
un dinamismo que debilitaba lo formal del derecho. Por ello se ha acentuado
notablemente desde que los sindicatos de masas, las Iglesias, el poder militar y
la tecnocracia han gravitado claramente sobre la vida del Estado.
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Paralelamente a esta transformación del Estado en el interior, se ha venido
produciendo la declinación de su soberanía exterior y el surgimiento de organizaciones
supranacionales que limitan la autodeterminación. El proceso más hondo
es el de una nivelación subjetiva y acompañada de un desplazamiento del poder, que
ha pasado de las esferas parlamentarias y gubernativa al seno de los partidos
políticos. El estado ya dejó de ser neutro, por virtud de la exigencia general de que tome
posición contra determinadas formas de orden existentes.
Ello significa analizar, con frialdad de especialista, cuáles son los instrumentos que
permitirán implementar el cambio de un modo racional, progresivo, con la conciencia de que
el poder es bifásico, o sea supone percepción clara de las metas en quienes gobiernan
y motivación acertada en quienes obedecen y presionan para participar. La relación
mando- obediencia conduce, en el mundo de hoy, hacia una amplia participación
popular, con lo que la política se ennoblece en la medida en que el miedo deja de ser el
sistema normal de gobernar.
Orden social, poder y libertad son nociones llamadas a equilibrarse en la vida normal
de un estado. Maurice Hauriornu, eminente constitucionalista de la década anterior a la
segunda guerra mundial, opina que la concepción de un régimen constitucional tiene por fin
establecer "un equilibrio fundamental que sea favorable a la libertad, asegurando el
desenvolvimiento regular del Estado". Este equilibrio se establece por juego de dos
fuerzas dinámicas o de movimiento, que son el poder y la libertad, y de una fuerza
de resistencia, que es el orden. Así como afirmó Freud, toda sociedad se construye sobre
el renunciamiento a las satisfacciones instintivas; por ello es represiva. Orden, poder y
libertad conforman una trilogía en torno a la cual se centra toda la problemática
política. Son factores recíprocamente imbricados, pues el poder hace un juego
equilibrador a fin de compatibilizar el orden y la libertad. Si se pone énfasis extremo en
el orden, o sea si es preferida la libertad, el poder resulta un aparato de coacción
y arbitrariedad.
El equilibrio constitucional es el término medio, pues el orden hace resistencia a los cambios,
en tanto que la libertad y el poder suelen presionar para alterar lo establecido por virtud
de la dinámica política. Si la resistencia que el orden opone a los cambios reclamados por
la libertad, es excesiva, dice Haurion, el poder coloca su fuerza al lado del cambio. Por
el contrario, si las reformas le parecen exageradas o prematuras, el poder se inclina
del lado del orden. Otro tanto podemos decir de las reformas exigidas por el sentido,
40
de justicia o de liberación social, que Hauriou no pudo entrever.
La revolución y el movimiento
Pero cuando el orden no muestra capacidad para introducir los cambios que la tensión
41
social exige, se presenta el fenómeno denominado revolución. Consiste en el cambio
brusco de estructuras, sea raíz de un simple golpe de estado o bien tras una subversión
radical, que se enfrenta a las fuerzas del Gobierno y las domina.
La conquista del Poder no es un fin en sí: el Poder que tiende a oficializarse no es otra
cosa que la promesa y el símbolo del orden social futuro, nos dice Burdeau, el cual
agrega: "La revolución sanciona el desajuste entre la vitalidad de las representaciones
colectivas y la atrofia del aparato político que hubiera cuando el Poder dicta las reglas por
encadenamiento de los sucesos, debido registrarlas". Las tensiones sociales
desaparecen consolidando la posición política obtenida.
PODER, ESTADO Y POLITICA
Sin mengua del examen que en su momento se hará al poder del Estado, resulta ahora
conveniente, a los fines de una mejor comprensión, considerar el poder en su acepción
más amplia.
En el uso común y frecuente, la palabra poder sirve tanto para designar una especial aptitud
42
para hacer algo (potencia, en el lenguaje aristotático-temista) como al sujeto o titular
de esa aptitud. Con tales acepciones, se puede tener poder y ser poder. En el primer caso
se lo posee, en el segundo, se lo personifica.
Corresponde advertir, sin embargo, que en esta obra, antes de ahora - y volverá a ocurrir
después - se ha localizado el poder como sujeto o como aptitud; pero ello se debe a
que a veces hay que expresarse elípticamente o no se puede eludir el empleo de una
terminología de uso común.
La acepción del poder como relación de mando y obediencia abarca un ámbito muy
extenso; un ámbito tan extenso como el de la política en su sentido más amplio. Es
que poder y política suponen recíprocamente la relación política en su acepción más
amplia el carácter puramente formal de la política es ya una relación de poder. Cuando
un vecino incita a otros para apagar un incendio y obtiene su concurso, se está en
presencia de una relación de poder. Lo mismo es el caso del gangster que obtiene la
colaboración de otros congéneres para asaltar a un banco.
(*) Tomado del libro “Introducción a los estudios políticos: Teoría política. Mario Justo LOPEZ, Edit.
Kapeluz. Buenos Aires. Pág. 39-43.
Y es también relación de poder, por supuesto, la relación política que con carácter también
material está configurada, por la existencia de una iglesia, de una sociedad anónima, de
un club deportivo. Es que, en definitiva, el poder no es otra cosa que otro nombre que se
da a larelación política, o, quizás con más propiedad, al complejo de relaciones políticas.
Dentro de esa amplia acepción cabe tanto el poder político como el poder no político.
Cuando se trata del "sistema político" mayor, es decir, de aquel que corresponde al grupo
humano superior a todos y que incluye en sí a los demás, la política se reduce
conceptualmente - según se ha visto- a la actividad y a la relación que tienen al Estado
43
como marco de referencia. En ese caso se produce igual reducción en el concepto
de poder. Sólo existe, por una parte, el poder del Estado, es decir, la relación entre
aquellos seres humanos cuya actividad se imputa al Estado y los demás seres humanos
que se comportan como súbditos del mismo; por otro, las relaciones que se originan
internamente en los grupos que tienden a ejercer influencia sobre los ocupantes de los
cargos o roles en función de mando, y, por fin, las que se generan externamente a
esos grupos precisamente para ejercer la mencionada influencia. El poder en su acepción
limitada - tal como aquí se lo considera - es, pues, el poder político en sus distintas
manifestaciones (estatal, no estatal e influencia).
No hay duda que el poder - la relación política - es una relación de influencia. Hay poder
si hay influencia. Hay poder si unos influyen sobre otros para inclinar sus voluntades.
Pero, para una mejor comprensión de ese complejo de relaciones políticas que es el
"sistema político", a nivel del Estado, resulta conveniente establecer en el uso de ambos
vocablos la siguiente diferencia conceptual: hay poder, cuando la relación política opera
en sentido directo, de "arriba" a "abajo", es decir, de los ocupantes de los cargos o roles
(de mando) normativamente establecido, a los no ocupantes, hay, en cambio, influencia,
cuando opera en sentido inverso, de "abajo" a "arriba", es decir, de los "no ocupantes" a
los "ocupantes". Por supuesto que en ambos casos hay también, en alguna
medida, consentimiento, sea "abajo" o "arriba". Por lo demás, iguales tipos de relación
política pueden originarse en el seno de los grupos políticos no estatales. Cabe, pues,
distinguir entre poder político estatal, poder político no estatal e influencia política.
En esa acepción limitada que, hay que insistir, es la que aquí interesa, la vinculación
de la política con el Estado ofrece numerosas manifestaciones. La actividad política en
44
"faz agonal" tiene lugar con referencia al Estado. La pugna entre los aspirantes a
la ocupación de los cargos o roles, para conquistarlos, conservarlos o resistirlos,
según los casos, no es sino una pugna pero que su actividad puede, en su momento,
llegar a ser imputada al Estado mismo. Así, el juego múltiple entre diversas fuerzas,
según ciertas formas, condicionadas por determinados factores y en procura de diversos
fines, gira alrededor de ese ente - real o imaginario - que es el Estado. Del mismo
modo, la actividad política en "faz arquitectónica" realiza la relación de poder delEstado
con sus súbditos, institucionalizándola mediante una estructura especial de órganos y
normas y haciéndola funcionar.
El poder del Estado, es, pues, poder político estatal, y el Estado, en definitiva, sólo cobra
existencia mediante él. Hay, fuera, más poder político (no estatal e influencia), pero
éste gira necesariamente alrededor de aquél, y lo que hace que se realicen uno y otro,
poder del Estado (o sea el Estado mismo) y poder político no estatal (e influencia), no es
sino la actividad política. Queda así evidenciada la múltiple y recíproca relación entre
poder, Estado y política, lo que no implica, sin embargo, confusión ya que, como
se ha visto, hay actividad política que es actividad estatal, y la hay también que no lo es.
Hay, además, actividad estatal que no es política.
45
ESTADO Y SOCIEDAD
El Estado es sociedad más Poder, o sea una sociedad políticamente organizada. Estado
y sociedad son indesligables en la práctica, si bien se le separa conceptualmente. En
cuanto realidad socio- política, el Estado es una obra del hombre, pero de acuerdo con
la naturaleza social de éste.Como dice Heller, el hombre es producto y a la vez
productor de la historia. En la historia que se produce actúa la ya producida. Analizar
la naturaleza del Estado es un estudio conexo al de los elementos de su trama, que son
la sociedad, el poder y el derecho. Como toda institución, el Estado es un producto de la
46
interacción humana.
Aclarando la noción, enseña Carnelutti que una sociedad se llama Estado en tanto y
en cuanto produce derecho. Precisamente la palabra Estado expresa la consistencia que
la sociedad adquiere merced al derecho. "El Estado es una sociedad que está, es decir,
que dura, porque el derecho impide la disgregación.
El destino del hombre es influido por lo social, debido a que la existencia, como
precisara Heidegger, comporta la dimensión de vivir con otros. Esta condición gregaria
está en la esencia de la historia. El hombre es naturalmente social: ordena su vida a
través de una convivencia necesaria. El Estado realiza una inclinación humana radical:
la de organizarse políticamente. Pero el hombre, a la vez que recibe el Estado como
una imposición de la realidad social, lo reforma a su voluntad.
La Filosofía del Derecho nos explica el sentido radical de lo jurídico en la vida humana y en
el universo. Nos presenta la sociedad como convivencia humana bajo unos mismos
principios, según definió Ortega y Gasset, el cual aclara que el Estado es también
sociedad, pero no toda ella, sino un modo de ella. Es importante subrayar, además, la
coexistencia de sociedad e individuo, para valorizar que el hombre sea como persona
o como colectividad, es el sujeto, por lo que no puede ser usado como un medio para
la grandeza del Estado.
(*) Tomado del libro: “Ciencia Política, Teoría del Estado y Derecho Constitucional”. Edit. Studium. Lima.
Con un fin didáctico, puede definirse el Estado como la colectividad humana organizada
políticamente sobre un territorio. No tiene una existencia natural propia; es una entidad
formada por la agrupación de individuos. De ahí que se empleen indistintamente los
términos Sociedad y Estado, pues éste no es sino la forma más elevada de organización
social. Como fenómeno social concreto, se distingue, de las demás agrupaciones por
el elemento Poder. Ante todo, cabe preguntarse, Cuál es la naturaleza o esencia del
Estado?. La naturaleza de su realidad es la de un ser derelación, o sea un tejido de
comportamientos.
Con todo, en calidad de aproximación al personaje Estado es válido definirlo en sus tres
elementos: pueblo, territorio y poder, agregando la finalidad que lo anima, o sea el bien
común. El poder y el fin son los datos que fundamentan el orden jurídico, el cual es la
textura institucional del Estado.
Pueblo, territorio y poder son los tres elementos del Estado. Si se añade que el poder
o autoridad existe para realizar el bien común, la definición se completa. Algunos
autores consideran como un cuarto elemento, el ordenamiento jurídico, pero nosotros
creemos que tal arquitectura de normas es la producción del Estado, a la vez que el sistema
que lo estructura.Refleja la voluntad que dictalas normas, es decir, el Poder.
Esencialmente, el Estado es poder, impuesto inicialmente y más tarde institucionalizado.
Derecho y Estado se entremezclan y se suponen recíprocamente. Los actos coactivos
que caracterizan al Derecho y al Estado son los mismos. El Estado, como dice del
Vecchio, puede concebirse en dos formas:
1. Como unidad de un sistema jurídico que tiene vigor positivo, o sea que puede ser
impuesto por la fuerza;
Para los griegos, la palabra "polis", o sea ciudad, expresaba la comunidad diferenciada
por un modo de vida propia. El Estado era entendido por los romanos como «Res pública
o Civitas». Del uso de expresiones tales como "Status Rei Romana" puede provenir la voz
Estado. Al extender su dominación, Roma llamó «Imperium» a su organización política,
acentuando así el elemento decisivo del concepto Estado, que es el imperio o potestad
de mandar. En el derecho germánico también se acentuó el elemento de dominio, pues
el Estado fue llamado "Reich", voz que procede de "Regnum", o sea mando de un príncipe.
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El Estado moderno en cuanto construcción consciente u obra de arte, apareció en Italia
de los siglos catorce y quince, cuando se centralizó el poder por reacción contra
el feudalismo. La denominación "estado", fue empleada por primera vez por Maquiavelo,
en las líneas iniciales de su obra "El príncipe". Tal acepción de la palabra "status" como
orden vino a responder a una necesidad general, ya que ninguna de las voces antes usadas
servía para denominar la pluralidad de formas políticas existentes
en la Italia renacentista. Unida al nombre de una ciudad como Florencia, Génova
o Venecia, el término "stato" dio expresión a todas las formas, ya fueran republicanas,
monárquicas o tiránicas, o bien aplicadas a sólo una ciudad o a toda una región sometida
al imperio de la misma autoridad.
Los elementos humanos más próximos del Estado no son los individuos, puesto que
la sociedad no es un agregado de átomos, sino las comunidades locales y las familias.
Se ha constituido históricamente por la asociación de los grupos naturales, o sea
familia y comunidades locales, las cuales formaron un grupo superior en cuyo desarrollo
se fueron distinguiendo las funciones que hacen necesario el poder, que son
básicamente las siguientes:
2. Hacer efectivas dichas reglas, contrarrestando los actos que estén en conflicto con
ellas.
La primera sociedad natural fue sin duda la familia. Por extensión o crecimiento
espontáneo de la familia, o bien por agregación de otras, se formaron el clan y la tribu.
Esta fundó la ciudad, realidad permanente que arraiga al hombre a un territorio. Las
necesidades de la defensa común y el intercambio comercial favorecieron la agregación
de ciudades dentro de una más vasta unidad social: La nación. Sólo dentro de ella puede
el hombre realizar sus destinos y alcanzar el mayor grado posible de perfección.
49
El poder del Estado moderno es incontrastable. Desde el siglo XV ha venido dominando
toda feudalidad. El Ejército permanente, la burocracia jerarquizada y el establecimiento
de impuestos generales lo han emancipado. Concentra el empleo legítimo de la fuerza
e impone su dominación.
El Problema del origen del Estado no es tan fácil de resolver como el de su definición, pues
ésta se hace en vista de tres elementos empíricos: un territorio, un pueblo y un
gobierno. Como quiera que el problema del origen y el problema de la esencia del Estado
son de carácter predominante sociológico y filosófico, respectivamente, muchos juristas
han renunciado a investigar los principios esenciales del Estado y se limitan a enfocar
su atención sobre el estudio del derecho positivo. Así, el eminente tratadista Hans
Kelsen sostiene que la teoría política debe renunciar por principio a todo intento
de explicación del Estado y sus fuentes, pues su causalidad es metajurídica, o sea que se
halla más allá de la ciencia del Estado. Según Kelsen, cada Estado debe ser
estudiado con pautas puramente jurídicas; la norma original decada Estado la
«Ursprungnorm», determina la naturaleza de su estructura y el estudio de dicha norma
original escapa a la teoría política.
A una conclusión igualmente escéptica llegó Carré de Malberg, quien afirmó que la ciencia
del derecho no se relaciona con la investigación del origen del Estado, problema ajeno al
examen de los juristas. Semejante conclusión, válida para los juristas, no lo es para la
politología, pues comporta una abdicación de la ciencia política a su carácter
de ciencia si renunciara a ofrecer una aplicación racional de las causas primeras.
El problema del origen del Estado, extremado su planteo, consiste en saber si el Estado
existe como una exigencia de la naturaleza humana o si es una creación de la voluntad.
El problema interesa directamente al Derecho, pero pertenece a la filosofía social, pues
entraña un juicio de valores; equivale a preguntarse si el Estado es dado o construido.
La respuesta acertada es una media entre ambos extremos, pues el Estado es natural
por su origen y también es voluntario por el hecho de contar con el asentimiento del
grupo.
Entre las diversas teorías sobre el origen del Estado, merecen especial estudio las cuatro
siguientes: la teoría organicista, la teoría de la lucha de clases, la teoría de la naturaleza
social del hombre y la teoría del contrato social.
50
RELACION DE LOS CONCEPTOS ESTADO, NACION Y PATRIA
El Estado puede existir tanto cuando el pueblo constituye una nación como cuando pertenece
a diversas nacionalidades. Pero, ordinariamente, la nación es el medio social en el que
se produce el hecho Estado.
Entre los conceptos Estado y Nación hay un paralelismo y no una identificación, pues
el uno es concepto jurídico y el otro es sociológico.
La nación es una sociedad, como también lo es el Estado, pero con la diferencia de que
el Estado es una sociedad organizada, en tanto que la nación carece de organización o bien
la tiene en el Estado. Hacia 1851, el profesor Mancini definía la nación como "una
sociedad natural de hombres a los que la unidad de territorio, de origen, de costumbres
y de idioma conduce a la comunidad de vida y conciencia sociales".
En cuanto una nación adquiere conciencia de sí misma, aspira a la unidad estatal; y a su vez
51
na comunidad estatal no es verdaderamente armónica sino cuando reposa sobre una
auténtica comunidad nacional.
La nación es un complejo que reúne diversos elementos, de índole natural y cultural , o sea
geográfico, lingüístico, antropológico e histórico. Es el conjunto de hombres unidos por
una comunidad espiritual, forjada por la convivencia histórica en el mismo territorio y
proyectada idealmente hacia el futuro.
Ha dicho Renán que la nación se constituye por "un plebiscito de todos los días". La nación
es un alma, un principio espiritual. "Dos cosas que, a decir verdad, no hacen más que una,
constituyen esta alma: una, es la posesión en común de un rico legado de
(*) Tomado del libro: “Ciencia Política, Teoría del Estado y Derecho Constitucional”. Edit. Studium. Lima
La patria no es sólo la tierra en que se nace, realidad que arraiga; no sólo la bandera,
emblema que exalta; no sólo los muertos, cuyos huesos sagrados son el pasado.
Es también el futuro con la aspiración de grandeza y de destino por cumplir. Como dijera
52
José de la Riva Aguero, la patria supone la comunidad de los compatriotras
contemporáneos y también la comunidad de las generaciones sucesivas. Vive de dos
cultos el del recuerdo y el de la esperanza, o sea de los muertos y el del ideal proyectado
en lo venidero.
El sentimiento patriótico unge de espíritu la política anota Ruíz del Castillo, y es el factor
que concilia en el alma de cada persona su conciencia de individualidad con el sentido
de pertenecer a una comunidad. La exaltación del patriotismo contribuye a definir la
nacionalidad. Acelera el proceso de integración interna por virtud de una solidaridad
nueva: el nacionalismo. Este se inspira en la tradición, pues invoca los sentimientos
de lealtad histórica, pero a la vez forja un credo modernizador, dirigido a reforzar la
identidad de la nación. Tratándose de países que han sufrido opresión externa o vasallaje
económico, la mira del nacionalismo es independizarse del control extranjero.
El Bien Común
La causa del Estado es el bien común, o sea el bien de la comunidad. Así lo definió
Aristóteles y ha quedado inconcluso de modo universal. Elemento fundamental del bien
común es el orden jurídico, pero éste se inspira en el bien común. Poder y fin están
contenidos en el orden, al cual remodelan. El poder está antes del orden y el fin está más
allá del orden.
Tal definición del bien común como el medio social propicio para que el hombre cumpla
su destino, es individualista. Debemos sobreponerle la concepción comunitaria de Tomás
53
de Aquino: el bien común es un orden justo para la vida suficiente de una comunidad.
Si a la idea del bien común se le despoja de su connotación filosófica, viene a ser lo que
denominamos interés social. Desde luego, el bien común no es una fórmula de gobierno
sino un principio rector: el bien de los hombres que componen la sociedad.
De dicha concepción deriva para el Estado una t riple función de tutela, suplencia
y promoción, consistente en proteger los derechos individuales, suplir la iniciativa privada
y promover el progreso social.
Superando los extremos del estado gendarme y del estado providencia, la democracia
social diseña un Estado que promueva el bienestar sin ahogar la libertad.
Las funciones concretas del Estado, así como la amplitud con que deben ser ejercidas,
dependen de causas sumamente variables en su número y naturaleza. Cabe mencionar
algunas funciones primordiales, como la conservación del orden social, la defensa
contra agresiones externas, la administración de justicia, los servicios civiles, la educación,
la regulación de las operaciones económicas fundamentales, el desarrollo económico
y social, la organización de la salubridad y los seguros sociales. Respecto de la
intervención del Estado en la vida económica, la discusión doctrinaria se actualiza cada día.
Las escuelas totalitarias preconizan un intervencionismo absoluto, que centralice
los medios de producción y distribución de la riqueza, en tanto que la
concepción democrática occidental respeta las formas esenciales de la propiedad, dentro
de una organización en la que el Estado dirija la economía con miras al bien común.
Así se viene logrando en algunos países que consideran que la iniciativa privada debe ser
llamada a participar en el planeamiento del desarrollo, para que éste se logre con un
sentido de comunidad y no de estatismo. Ello supone que toda actividad económica
sea puesta bajo el imperio de la ley nacional de modo que los centros de decisión
estén en el país y que el sector público de la economía acreciente su radio de eficacia.
La revolución industrial y el notable crecimiento demográfico, así como los requerimientos
de una sociedad que se masifica, han determinado que se acentúe la intervención del
Estado en esferas que, hasta hace pocos años, quedaba libradas a la actividad
privada. La democracia representativa, enfrentaba a sistemas colectivos compactos, ha
comprendido por fin que la economía debe estar al servicio del hombre.
Admite ahora activamente sus deberes de promoción económica, mediante una política
fiscal, crediticia, de salarios y de seguros sociales, a fin de favorecer la redistribución
de la riqueza y disminuir los desniveles en el tenor de vida.
Durante siglos, cuando menos a partir de Aristóteles, los hombres han considerado
injustas las grandes desigualdades económicas. Pero no se tenía conciencia de que fuera
posible cambiar fundamentalmente la distribución de la riqueza. Desde comienzos de este
siglo fue extendiéndose la convicción de que los factores económicos podían ser
orientados hacia la justicia social. La formación de una vasta clase proletaria,
consecuencia de la industrialización, puso en mayor evidencia las injusticias sociales,
porque las acentuó. Al mismo tiempo, la evolución de las ideas demostraba que la
jerarquización social no respondía a una fatalidad, sino que era, más bien, una
organización o estructura que el hombre podía transformar.
55
La pasividad de las masas fue compensada con el dinamismo de los miembros de los
grandes partidos, comenzando a manifestarse tensiones exigentes y premiosas.
Así, la Constitución de los Estados Unidos se proclama dictada "en orden a formar una
unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad doméstica, proveer
a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar a nosotros mismos a
la posterioridad contra las infracciones a la libertad. La constitución helvética es más
precisa, pues declara que la unión se propone “afirmar la independencia de la patria,
mantener el orden, proteger la libertad y los derechos de los súbditos, y promover el bien
común de los mismos”. La mexicana expresa que el poder ha sido instituído para el bien
del pueblo. El estado concreto, o sea cada Estado vigente, legitima su existencia por virtud
de los fines que invoca. Toda modificación en la organización y en la legislación del
Estado se justifica por la doctrina de sus fines. Cada Estado regula su actividad política
según sean los fines supremos que persigue.- De ahí la importancia de analizarlos, más
en nuestra hora, en que se enfrentan la concepción monocrática y la pluralista. Los
componentes del bien común son la seguridad y el bienestar general.
La seguridad tiene dos connotaciones: interna y externa. La seguridad interior (que abarca
el orden público y la seguridad jurídica) garantiza la coexistencia de los hombres; la
seguridad exterior protege de la agresión. El bienestar general consiste en la
56
satisfacción de las necesidades del compuesto social; sin un mínimo de bienestar
no existe el medio propicio para que la persona humana se realice.
Para aclarar la visión del Estado hemos de dividir sus actividades en dos grupos:
Actividades que corresponden de modo exclusivo al Estado son las de seguridad, o sea
la protección de la comunidad y de sus miembros, lo que entraña la defensa del
territorio y de la soberanía. Dice Jellineck: "No sólo tiene el Estado funciones propias
respecto del exterior, sino también respecto del interior; su fin consiste en la conservación
de sí mismo y en el mantenimiento de la integridad de sus fines generales; lo que
en primer lugar se logra mediante ella, es asegurar la existencia del Estado.
Los deberes de policía y los penales, no protegen sólo los bienes individuales y sociales,
sino al Estado mismo. En toda actividad del Estado hay un elemento cuya finalidad
consiste en conservar y fortalecer al propio Estado. De aquí que el mantenimiento y la
protección de la existencia propia y del propio prestigio, sea uno de los fines
correspondientes al Estado, dada nuestra conciencia de éste y de sus funciones".
Igualmente, es función del Estado la formación y mantenimiento del orden jurídico. Tras
una lucha secular, ha monopolizado el Derecho, el cual a su vez penetra las
manifestaciones del Estado y canaliza sus actividades.
El fin jurídico comprende la legislación vigente y también la legislación futura; ésta ha
de corresponder a las exigencias del devenir social, ya que la evolución histórica
determina el contenido del derecho.
Conjuntamente con las funciones de seguridad o tutela, el Estado cumple otras con miras
al bienestar, ellas son de suplecia y promoción, compartidas eficazmente con la
actividad individual. Tal extensión de la actividad del Estado, más allá de sus fines
exclusivos, varía según las épocas y está condicionada por la evolución de los hechos
y de la cultura.
Para la seguridad exterior, se traza una política militar y una estrategia diplomática;
para facilitar el acceso de la mayoría o los bienes materiales se traza una política; para
alcanzar una conciencia de unidad nacional, se sigue una política de integración social;
para elevar el nivel cultural, se traza una acción educativa; para mantener los derechos
individuales, inherentes a la dignidad del hombre, se emplea el respeto al pluralismo
político y una democracia con participación real del pueblo; para incentivar el desarrollo,
se sigue una política fiscal y una política económica determinadas, para prevenir
las secuelas del infortunio o del desempleo se traza una política de seguridad social,
para extender una real, se traza una política de transferencia del poder económico
hacia los sectores más vastos, mediante la redistribución de los ingresos, para reducir la
dependencia externa, se traza una política de inversiones e industrialización. Así con una
creciente planificación, el Estado ensancha su actividad y sus perspectivas.
El principio rector para que la autoridad no se torne prepotente es el que anunció Rousseau:
"Para ser legítimo, es preciso que el gobierno no se confunda con el soberano, sino que sea
su ministro".
Quienes mandan no son hombres providenciales; ejercen autoridad porque se les inviste
o tolera para lograr el bien común. Aún en el caso de gobernantes de facto, la conciencia
de su provisionalidad es impuesta por la experiencia histórica y constituye un apremio
para normar sus actos por la delimitación del bien común. En los países del tercer
mundo, en presencia de tensiones sociales que son incentivos de transformación
urgente, la función de gobierno comporta la necesidad de trazar estrategias para cada
problema vital. La estrategia del desarrollo es, sin duda, la más incitante y supone la reforma
o cambio de las estructuras, así como el planteamiento racional de las técnicas
a seguirse.
58
ESTADO Y NACION
El artículo 110° hace del Presidente de la República Jefe del Estado y personificación
de la Nación, y, el artículo 163°, dispone que el Estado garantiza la seguridad de la
Nación, mediante el Sistema de Defensa Nacional.
Las normas citadas, contienen palabras que han sido objeto de controversias, se han
usado como sinónimos y, por último han generado crueles conflictos que marcaron para
muchas sociedades su fin como entidades políticas y, para otras,el engrandecimiento
que han servido como ideales de grandeza, de sacrificio, de unidad de destino.
59
(1) Efectivamente, mientras patria se vincula siempre como el padre y con el territorio, la
patria es tierra del padre, la tierra de los antepasados; nación que viene del nasci,
nacer, apunta al conjunto de hombres unidos por vínculos comunes al margen del
territorio. Hoy podemos afirmar que los palestinos constituyen una nación porque les
falta territorio, como lo fuera hasta fines de la segunda guerra mundial el pueblo
Israelí. En el caso de la Patria, también se desciende del antepasado, como en
la Nación, pero mientras ésta pone énfasis en la comunidad de hombres y el destino
futuro, la Patria redunda sobre la tierra y los antepasados. Nación, a nuestro
entender viene disparada de ancestros inmemoriales, pasa por el presente, en
que destaca la voluntad de unión y se proyecta hacia el futuro mediante una
vinculación sicológica que endurece la solidaridad entre los hombres. Estado, en
cambio, es la organización jurídica de la sociedad. El Estado es, en otra definición,
la sociedad políticamente organizada. El Estado no se confunde con la Nación; en todo
caso "Sociedad" puede usarse como sinónimo de Nación, como puede servirnos
el término comunidad. Hay que distinguir: Nación es siempre el elemento humano,
un pilar de la estructura estatal, pero no es el Estado. El Estado tiene tres elementos
básicos, como una estructura que son pueblo o población o nación, el territorio y el
poder, como hemos visto en la parte introductoria de esta conferencia.
Nación es parte del Estado, cuando lo consideramos como elemento humano; las
otras, el territorio y el poder.
Hemos delimitado los conceptos de patria, estado, nación. Nos orientamos ahora a su
contenido y perspectivas. Antiguamente se definía la nación como una comunidad
humana vinculada por religión, idioma, pasado, presente, futuro y raza. Hoy esa
definición no resiste compararse con la realidad; más aún, es difícil encontrar una
sociedad humana que resuma todas esas características. La afinidad colectiva es
un ideal, no una realidad. Comencemos por la raza.
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¿Cómo definirla?, un diccionario común nos dirá que es una "casta o calidad de
linaje", "grupos de seres humanos que se dividen según el color de su piel y otros
caracteres".¿Es posible encontrar tanta pureza en lapigmentación?,definitivamente,
el vocablo "raza" ha sufrido una revaluación y no se lo usa en el sentido tradicional.
Raza es un grupo humano que tiene algunas características comunes, no
necesariamente físicas; aquí incidimos más en el aspecto cultural. El énfasis en las
características físicas llevó al mundo al borde de la destrucción, por culpa del nazismo.
No existen rasgos que privilegien a unos hombres sobre otros. La inteligencia no es
potestativa de algunos que poseen determinada conformación.
Decimos luego que nación tiene un idioma común, y observamos aquí, cerca a las
fronteras, desmentidos rotundos. Brasil y Portugal tienen el mismo idioma pero
constituyen no sólo Estados distintos, lo que es obvio, sino unidades políticas muy
diferenciadas. Y en Europa, en Suiza, en donde se hablan idiomas diferentes,
nadie duda en calificarla de una "nación". Y en América del Sur, que se habla
mayoritariamente el castellano, nos sobran escrúpulos para pensar que estamos en
camino de integrar una nación.
(2) La religión tampoco resulta, hoy en día, causal de identidad. Los yugoslavos se
encuentran unidos a pesar que los croatas y serbios profesan religiones como la
católica y sismática griega, mientras que pueblos, como los latinoamericanos, que
tienen una confesión mayoritariamente católica, se hallan divididos, a veces por
pugnas irreconciliables. Incluso dentro de un Estado coexisten religiones diversas,
protegidas por la libertad de creencias que las constituciones modernas consagran.
(3) Hay que ver las críticas que el propio Marx y Engels lanzaran, en su manifiesto
comunista, al Estado Nacional.
Como una reserva a la idea de la nación - estado, identificación propuesta por el nazismo
y el fascismo, se sugería la existencia de los estados multinacionales. Rusia era un
ejemplo, como lo era Bélgica, Suiza, China, Yugoslavia.
Y es bueno recordarlo, hubo épocas en que los comunistas intentaron dividir al Perú
en Quechuas y Aimaras, sin que éste temperamento prosperara. Pues bien, ¿qué hace
que un Estado multinacional no se disgregue? Volvamos los ojos a Renán, la
respuesta sigue siendo fundamentalmente una cuestión sicológica: la solidaridad entre
los hombres por el convencimiento del destino común. Si esa solidaridad no existe,
un Estado es débil, invertebrado, desintegrado, exponiéndose a toda clase de presiones.
Si, por el contrario, un Estado logra cohesionarse, integrarse, vertebrarse, le será mucho
más fácil eludir las amenazas y alcanzar los objetivos que se proponen.
Insistimos que nación es, sobre todo, una vinculación sicológica. Israel se une por la
amenaza de los Arabes; Los palestinos por recuperar su territorio, en Estados Unidos hay
clara conciencia sobre el valor de su carta política y destino imperial; los países
comunistas, porque juzgan que están realizando una tarea de liberación, como si
62
fueran mecías renacidos.
Debemos rechazar toda idea que intente hacer del nacionalismo un egocentrismo, que
lleve a considerar que el mundo gira alrededor nuestro, que culmine en una soberbia
despreciativa hacia otros pueblos. Nuestro nacionalismo se debe fundar en la solidaridad,
para lograr un proyecto nacional que compartan todos. Y debemos señalar objetivos
básicos de estas ideas: el poblamiento de las fronteras, la ocupación plena del territorio,
la divulgación histórica en todo los niveles, el recuerdo constante de los héroes, la
descentralización económica y, sobre todo, como idea-motor las tareas que reserva el
futuro, las grandes reivindicaciones.
63
ACTIVIDADES OBLIGATORIAS:
• ¿Por qué se dice que el poder político es el único que puede ejercerse sobre la comunidad
entera?
• ¿Cuál es el fin de la política?.
o Razón de Estado.
o Orden social.
o Poder objetivo del Estado.
o Acción política
AUTOEVALUACIÓN:
EXPLORACION ON LINE
• http://www.monografias.com/trabajos12/elorigest/elorigest.shtml
64
• http://es.wikipedia.org/wiki/Portal:Ciencia_pol%C3%ADtica
• www.elprisma.com/apuntes/apuntes.asp?categoria
BIBLIOGRAFIA COMENTADA
UNIDAD 3
65
ESTADO, CONSTITUCION Y
DEMOCRACIA
Hemos definido al Estado como la organización jurídica de una sociedad bajo un poder de
dominación que se ejerce en determinado territorio. El Estado es, por consiguiente, una
forma de organización y dicha organización es de índole jurídica. Por organización
se entiende - dice Ehrlich - "La regla de la asociación que asigna a cada miembro de
ésta su posición dentro de la misma, ya de dominación, ya de sujeción, y las funciones
que le corresponden".
La idea de la constitución como norma fundamental fue formulada por vez primera
en el siglo XVI. En Francia, durante la época de Enrique IV, Loyseau sostuvo que el poder
real encuentra serias limitaciones en "las leyes fundamentales del Estado". Y "Hobbes,
en su obra Leviathan, escribe que la ley fundamental es aquella "cuya abolición traería
consigo la ruina del cuerpo social y provocaría una anarquía completa". Esta ley
tiene su origen, según el mismo autor, en el contrato que sirve de base a la organización
66
estatal.
La idea de que la Constitución emana de un contrato celebrado por los particulares para
instituir el poder político, reaparece, con variantes de mayor o menor monta, en
las doctrinas de la época sobre el derecho natural.
Toda disposición legal contraria a las Cartas otorgadas por el Rey o a la legislación del
reino, podía ser declarada nula por el privy council británico. De este modo empezó
a dibujarse la idea de la constitución como ley fundamental o suprema, es decir, como
norma de normas. Esto significa, por un lado, que la constitución sirve de base o
fundamento a las demás leyes y, por otro, que la legislación ordinaria se encuentra
subordinada al orden constitucional.
35
JELLINEK, Op. Cit. Pág. 183
67
Las Declaraciones de Derechos no figuraban en las Cartas coloniales o, al menos,
no tenían la extensión que alcanzaron más tarde. El Bill of Rights contiene una enumeración
de los derechos subjetivos públicos; el Plan of Government determina la estructura
fundamental del Estado.
A las dos partes principales de las constituciones modernas suele dárseles, actualmente,
los nombres de Parte Dogmática (que en lo esencial corresponde al Bill of Rights) y
Parte Orgánica (para el Plan of Goverment)36.
La idea de que la constitución es la norma fundamental deriva de dos consideraciones
principales. En primer término, las normas constitucionales - en los países que tienen
una constitución escrita – se hallan por encima de la legislación ordinaria y sólo pueden ser
modificadas de acuerdo con un procedimiento mucho más complicado y largo que el que
debe seguirse para la elaboración de las demás leyes; en segundo lugar, tales normas
representan el fundamento formal de la idea y de los preceptos jurídicos de inferior rango.
Este último aspecto ha sido definitivamente esclarecido por la teoría del orden jerárquico
de los preceptos del derecho, elaborada por Markl, Kelsen y Verdross.
En los países que no poseen una constitución escrita, como Inglaterra, el orden
constitucional no es definido de acuerdo con características formales, sino atendiendo a
un criterio material. Por constitución se entiende entonces la estructura fundamental del
Estado, es decir, la forma de organización política, la competencia de los diversos
poderes y los principios relativos al "status" de las personas.
Las constituciones modernas suelen ser divididas en dos grupos: rígida y flexibles37.
36
“El sistema normal de las constituciones escritas comprende ordinariamente una parte que suele y puede
muy bien llamarse, dogmática, y otra orgánica. Las declaraciones de derechos de las constituciones
norteamericanas y de la Constitución Francesa de 1791, así como los títulos primeros de otras, vgr., de la
nuestra, en que se habla de los españoles y sus derechos, forman esa parte o elemento dogmático, con sus
expresiones y declaraciones, definidores o imperativas, que consagran determinados principios y formulan
normas fundamentales, como por ejemplo la fuente o residencia de la soberanía, las condiciones y garantías
de la personalidad y ciertos derechos y libertades, etc. El resto de las constituciones, o sea las disposiciones
sobre organización de poderes, determinación de sus respectivas funciones y de las relaciones entre las
instituciones que las desempeñan, forma parte de los elementos orgánicos”. A. Posada “Tratado de Derecho
Público”. Madrid. 1929.
37
“Por constitución de un Estado o Nación entendemos –dice Bryce-, las normas o leyes que determinan la
forma de gobierno, los derechos y deberes del gobierno ante los ciudadanos y viceversa; en algunas partes
las leyes o normas que forman la Constitución pueden ser establecidas o modificadas por el legislativo
ordinario, de la misma manera que las demás leyes, mientras en otras, esas normas están colocadas por
encima o fuera del alcance de su Poder Legislativo; dictadas por una autoridad superior, no pueden cambiarse
por ella. En los países de la primera clase, “lo que se llama Constitución, no es más que el conjunto de leyes –
comprendiendo entre ellas, naturalmente, a las costumbres y decisiones judiciales de carácter político-, en
esos países no hay nada con la forma de las que se llaman comúnmente constitucionales, ni se distinguen
estas por su origen ni por el grado de autoridad, de las otras leyes. Una Constitución de ese género,
68
Las del primer grupo son aquellas que no puedenser modificadas, en la forma
establecida para la elaboración o modificación de las leyes ordinarias las del segundo
no señalan ninguna diferencia de orden formal entre leyes ordinarias y constitución, por
ende, la reforma de éstas últimas puede hacerse del mismo modo que la de aquéllas. La
Constitución Inglesa son los dos ejemplos típicos de constitución rígida y constitución
flexible. La de nuestro país pertenece a la primera categoría, ya que su reforma está
sujeta a requisitos mayores que los que se exigen para la modificación de las leyes
ordinarias.
Derecho Constitucional
De acuerdo con esta doble posibilidad, cabe hablar del derecho político tanto en sentido
formal como material. La acepción en que aquel concepto se toma dependerá de
la forma en que la palabra constitución se emplea.
Si entendemos el término en sentido material, habremos de admitir que todo Estado tiene
una constitución. "Tomada, en efecto, la constitución, en su aceptación amplia,
es aplicable a todo tiempo y lugar. Se trata entonces, de un concepto de alcance y
valor muy generales y referibles no sólo a los Estados, sino a los cuerpos físicos.....".
"La palabra constitución, dice Schmitt, reconoce una diversidad de sentido. En una
acepción general de la misma, todo, cualquier hombre y objeto... puede tener una
constitución. De aquí no cabe obtener ningún sentido específico.
susceptible de ser modificada en todo momento, ampliándose o "En los países de la otra clase las leyes y
normas que describen la naturaleza, los poderes y las funciones de Gobierno, están contenidas en uno o
varios documentos emanados directamente de una autoridad superior a la legislativa ordinaria". "En todos
esos casos, no encontramos en esos países una ley o grupo de leyes que se distinguen de las otras, tanto por
el carácter de su contenido como por su origen y por su autoridad ..."- Cuando la Constitución consta de una
o de varias leyes, de esa naturaleza, propongo que se llame constitución rígida". restringiéndose, en lo que,
puede llamarse propiamente una Constitución flexible.”. Op. Cit. Pág. 134.
38
Posada, A. “Derecho Político”. 5ª Edición. Madrid. 1935. Pág. 13
69
Aún cuando todo Estado - tiene materialmente hablando, una constitución escrita o
consuetudinaria- el término Estado constitucional suele aplicarse únicamente a las
organizaciones políticas "cuyas máximas fundamentales no sólo definen cómo deben ser
elegidos o designados aquellos a quienes se confíe el ejercicio de los poderes
soberanos, sino que imponen restricciones eficaces a tal ejercicio, con el fin de proteger
los derechos y prerrogativas individuales y defenderlos contra cualquier acción del poder
arbitrario".39 . El carácter fundamental de una constitución escrita, en sentido moderno,
como dice Borgeaud, es ser "una ley de protección pública, una ley de garantías".
De aquí que en los Estados Constitucionales que poseen constitución escrita, esta última
tenga, el lado de la Parte Orgánica, una Parte Dogmática (Bill of Rights), en donde
se consagran los derechos subjetivos públicos del individuo. Pero es claro que un
Estado puede quedar comprendido dentro de aquella categoría aún cuando carezca,
como Inglaterra, de constitución escrita. Por ello es que al definir el Derecho Constitucional
como conjunto de normas relativas a la estructura fundamental del Estado, a las
funciones de sus órganos y a las relaciones de éstos entre sí y con los particulares,
aludimos tanto a reglas escritas como a normas consuetudinarias.
Derecho Administrativo
"El derecho administrativo es la rama del derecho público que tiene por objeto
específico la administración pública". Esta definición, que expresa el concepto más
moderno del derecho administrativo, no puede ser entendida si no se explica su última parte.
Esta delimitación no coincide en todo caso con la índole material delas distintas
funciones. Puede ocurrir que un acto administrativo desde el punto de vista formal, sea,
desde el material, jurisdiccional o legislativo, o que un acto realizado por el Congreso
o por los tribunales, tenga desde el segundo punto de vista, carácter administrativo.
39
Frases de Gooley, citado por Posada.
70
Las funciones legislativa y jurisdiccional ofrecen dos características comunes:
imparcialidad y objetividad (Santi Romano). Los jueces deben aplicar el derecho existente
y se encuentran colocados por encima de las partes; el legislador, en cuanto tal, nunca
interviene en las relaciones jurídicas que derivan de las normas por él formuladas.
En cambio, al realizar la tarea administrativa, el Estado obra por sí mismo, es decir,
como sujeto o parte interesada en ejercicio de dicha función.
Los procesalistas han elaborado un criterio que permite distinguir claramente las
funciones administrativa y judicial. Al realizar esta última, el Estado obra por cuenta ajena,
subsistuyéndose a los particulares para la declaración y tutela del derecho controvertido
o incierto, en tanto que, al desempeñar la primera, obra por cuenta propia.
"Cuando el Estado, dentro de los límites que le ha señalado el derecho, persigue sus
intereses, desarrolla una actividad administrativa. Por el contrario, cuando interviene
para procurar la satisfacción de ciertos intereses a que el titular no pueda proveer
por sí mismo, a causa de la incertidumbre y de la inobservancia de la norma que los
protege, existe la jurisdicción. La distinción entre actividad administrativa y jurisdiccional
estriba, pues, en que mientras con la primera el Estado persigue directamente sus
intereses, en cuanto pueden ser directamente perseguidos, con la segunda interviene para
satisfacer intereses de otro, que han quedado sin satisfacción y que no pueden
perseguirse directamente.
"Administrar, aquí como en cualquier otro orden, es cuidar intereses propios; hacer
justicia es intervenir en el interés de otro..
La posibilidad de definir las funciones del Estado desde el doble punto de vista, material
y formal, vuelve a presentarse en relación con el concepto de administración pública. En
efecto, dicho concepto puede ser entendido tanto formal como materialmente.
Los autores no han conseguido entenderse en este punto. La mayoría se inclina, sin
embargo, en favor del criterio formal. De acuerdo con este último, el derecho
administrativo podría definirse como el "complejo de normas jurídicas que regula la
organización y la actividad de la administración pública en sentido formal.
71
CONSTITUCION Y DEMOCRACIA
Equivale decir : sufre por haberte equivocado, con el agravante que se tortura también
al inocente. El concepto de la democracia es algo más digno.
Existen instituciones diversas que han superado las deficiencias del Gobierno
representativo.
Tal anacronismo se apreciaría si un ministro nos dijese que no renuncia porque cuenta con
la confianza del presidente de la República y es su atribución Constitucional removerlo
o confirmarlo, lo que constituiría una verdad a medias. Es cierto que la designación
y remoción de los ministros es prerrogativa presidencial, pero la verdad total es que
no basta ese respaldo si no se tiene la confianza de la opinión pública.
Otra característica comprende el control del poder, antigua aspiración que no logra
plasmarse. El problema no radica en la Constitución sino, además en la voluntad
de los gobernantes. Veamos. La ley fundamental ha establecido una serie de
mecanismos formales para que ese control se produzca. Lo que no pudo prever fue la
concentración del poder, a pesar de las elecciones y por el papel que desempeña el
partido en la época contemporánea.
Sin embargo, diez años de experiencia son suficientes para haber propuesto las
enmiendas requeridas si, como resultado del sistema electoral, hay una tendencia a
concentrar el poder de un partido. Si ese monopolio es la negación de la democracia,
se debió reformar la Constitución para evitar acaparamientos peligrosos.
El poder debe ser controlado por muchas razones: la libertad humana, la justicia, el bien
común. Títulos suficientes para plantearse algunas innovaciones en la carta, establecer
otras formas de designación y/o elección o, cuando menos, que los gobernantes
demostraran explícitamente su voluntad de no temer el control ni a la opinión pública.
Las mejores lecciones de ciencia política las da el sentido común. Si un gobernante quiere
cumplir la Constitución no vacila en nombrar personas idóneas, así fuesen adversarios,
en el tribunal de Garantías Constitucionales, para que lo ayuden en tal noble propósito.
A un gobernante que tiene el deseo de manejar honrada y eficientemente los recursos
del Estado, no le asusta que existan funcionarios autónomos encargados de las tareas
de inspección.
73
sus manejos presupuestales, apela a otros incondicionales. Sin reformar la Constitución,
hubiese bastado la actitud del gobernante, para evitar malentendidos y
afianzar la democracia.
Esa conducta negativa por eludir el control y obediencia a la opinión pública, conduce
a que sea cada vez mayor el número de personas que desconfía del sistema
democrático. Si ese sentimiento negativo se extiende, resulta peligroso para el porvenir
de un modo de vida que se funda en libertades. Si ocurre serán culpables quienes, a
sabiendas de lo que pasa, no se han atrevido a rectificar la carta ni a comportarse de
tal manera que el ciudadano sienta orgullo de su régimen político.
La Constitución admitimos que requiere algunas reformas, pero lo que apreciamos más
como saldo negativo es el desdén de la autoridad por la opinión pública, así como su afán
crónico por eludir cualquier forma de control. Si se persiste en esa línea no habrá que
buscar culpables de la destrucción del sistema entre sus enemigos tradicionales.
Esa situación precaria la aprovechan los aventureros del totalitarismo, para burlarse
en nuestros rostros de la justicia tasada, la ausencia de participación, el monopolio
del poder y la inmoralidad pública, como si la Constitución fuese el decorado que cubre
una realidad sufriente y distinta, y nos incitan a rebelarnos con otras banderas y
diferentes himnos.
Sebastián Soler decía, refiriéndose a la Argentina, que educar al pueblo era fácil y que
lo difícil era educar a los educadores del pueblo. Las dificultades, afirmaba, se
encuentran en niveles más altos. Pensando en el Perú suscribió en su totalidad ese
pensamiento. Si se traba el proceso de democratización del poder, no es culpa
del pueblo y si así fuese, educarlo no es difícil. Las dificultades se encuentran aún en
niveles altos.
Ojalá que el próximo proceso culmine con la elección de personas que tengan otras
actitudes, vocabularios y procedimientos acordes con nuestro tiempo. Ello nos permitirá
descubrir que la democracia es hermosa porque se funda en la libertad, en la
solidaridad humana y quiere alcanzar el bien común. Y que entre técnica, eficiencia y buen
gobierno y honradez y buenas maneras, no existen abismos.
74
UNA AGENDA INSTITUCIONAL PARA LA GOBERNABILIDAD DEMOCRÁTICA
Desde esta perspectiva, dos desafíos cruciales parecen presentarse para la gobernabilidad
democrática: la lucha contra la pobreza y la vinculación con una ciudadanía cada vez más
diferenciada en sus demandas y aspiraciones. En particular, y de manera más urgente,
se hace evidente la necesidad de políticas sociales más activas, destinadas a
contrarrestar los efectos negativos de la crisis de los años ochenta,
y de los ajustes y sobre ajustes posteriores. Como es sabido, estos ajustes se han
traducido en desocupación y subocupación, deterioro de los servicios
sociales, y degradación general en las condiciones de educación, salud, vivienda, trabajo
y cultura, entre otros aspectos.
(*) Tomado de la obra “Gobernabilidad y democracia”. Cuaderno Nº 6. Instituto Federal Electoral de Argentina.2000.
Ahora bien, aquellos países que parecen estar reestructurando sus economías con un
resultado de estabilidad y crecimiento se enfrentan con un dilema perturbador: ¿cómo
responder a esta gama cruzada de demandas sin amenazar los logros en materia de
estabilidad económica y reducción del déficit fiscal, o las perspectivas de crecimiento
económico?. En los últimos años un conjunto de autores ha abogado por una
redefinición de las relaciones entre Estado, mercado y sociedad civil, que supere los
extremos fáciles del viejo modelo del Estado interventor o los limitados horizontes
del llamado Estado "mínimo".
En tal sentido, se hace necesario fortalecer al Estado a fin de que pueda contar con
los recursos necesarios para asumir una eficaz "gerencia pública del desarrollo social";
una gerencia capaz de diseñar y poner en práctica políticas sociales que alcancen
a los sectores tradicionalmente postergados y a aquellos que han sido marginados
por los procesos de ajuste. Lo anterior implica la rearticulación orgánica entre las
políticas económicas y las sociales, la mayor participación de
las comunidades asistidas por los programas sociales, la descentralización de
las políticas, así como la incorporación de las organizaciones no gubernamentales
para su más eficiente ejecución, y la formación sistemática de
gerentes sociales.
76
Congreso tiene que desempeñar un papel de gobierno efectivo, distinto del papel crítico
y de oposición, habría de ser capaz de formular metas generales, determinar prioridades
e iniciar programas, con base en mayorías estables y consistentes. Por su parte, un
Poder Ejecutivo con capacidad operativa es esencial para una conducción efectiva
de la política externa, el control de la burocracia y el establecimiento de metas
generales y de política. El Poder Ejecutivo tiene la responsabilidad de asegurar la
acción nacional en situaciones críticas de política económica y externa. No puede
asumir esa responsabilidad si está amarrado por una cadena de restricciones y
prohibiciones legislativas de escaso significado. Las restricciones legislativas sobre el
Poder Ejecutivo deberían ser juzgadas siempre bajo la siguiente pregunta: ¿si el
Presidente no ejerce ese poder, quién lo hará? Si el Congreso puede ejercer
eficazmente esas responsabilidades, puede haber buenas razones para restringir
el poder del Ejecutivo. Pero debe cuidarse que cada restricción al poder presidencial no
se traduzca en un aumento abusivo del poder de las dependencias burocráticas o de
los grupos de interés privado.
Los partidos políticos son indispensables para asegurar el debate abierto sobre
alternativas significativas, coadyuvar a la integración de intereses dispersos y
desarrollar líderes políticos. Pero para continuar realizando estas funciones, los
partidos tendrían que adaptarse a las cambiantes necesidades e intereses de un
electorado más educado, más exigente y, en general, más sofisticado, que está menos
dispuesto a comprometerse ciega e irrevocablemente con un partido específico y sus
candidatos.
Para cumplir adecuadamente con sus funciones un partido político debe, por un
lado, reflejar los intereses y necesidades de grandes fuerzas sociales y de grupos
de interés de la sociedad y, por otro, ser en alguna medida independiente de los
intereses particulares y tener capacidad de agregarlos y sintetizarlos en compromisos
más amplios, proponiendo cursos de acción concretos respecto de los diversos
problemas sociales. Los cambios en la estructura del partido, membresía, liderazgo
y actividades, habrían de estar orientados hacia el incremento de su habilidad para
realizar estas dos conflictivas pero indispensables funciones. En particular, en el marco de
un ambiente altamente complejo y cargado de información, los partidos han de servir
de ayuda para percibir el mundo, interpretar los acontecimientos, seleccionar y filtrar
la información y simplificar alternativas.
Por otra parte, la revigorización de los partidos políticos requiere de una diversificación
de las fuentes de financiamiento. Los partidos políticos no deberían depender
77
exclusivamente de sus miembros individuales, intereses organizados o del Estado,
para tener los recursos necesarios que les permitan llevar a cabo sus funciones.
Deberían ser capaces de obtener apoyo de las tres fuentes. Lograr un balance apropiado
entre estas tres fuentes requiere de diferentes acciones en las distintas sociedades. El
peligro de que los partidos políticos se conviertan en demasiado dependientes y
responsables ante unos cuantos intereses corporativos, puede ser evitado por medio
de una abierta publicidad de todas las contribuciones políticas y de la disposición
equitativa de los dineros públicos como una alternativa y contrapeso de los fondos
del sector privado.
78
ACTIVIDADES OBLIGATORIAS:
o Estado Constitucional.
o Ley suprema.
o Gobernabilidad.
o Sociedad civil.
AUTOEVALUACIÓN:
EXPLORACION ON LINE
• http://www.ife.org.mx/documentos/DECEYEC/gobernabilidad_y_democracia.htm#presenta
• http://books.google.com.pe/books?id=IGLDQprCQWoC&printsec=frontcover&dq=antonio+cam
ou&source=bl&ots=VMm0TBwOtJ&sig=xk1aiGa2GpisCjO1LvbXKJ_dPaU&hl=es&ei=-
QDRS5ncIIG78gbGuu20Dw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=9&ved=0CB0Q6AEwCA#
v=onepage&q&f=false
79
BIBLIOGRAFIA COMENTADA
UNIDAD 4
PARTIDOS POLÍTICOS
80
LOS PARTIDOS POLITICOS
Los Partidos Políticos son actualmente una característica general y principal de la mayor
parte de los sistemas políticos. Es casi imposible describir un proceso macropolítico
o una relación significante sin incluir la consideración del funcionamiento
del sistema de partidos en un país determinado. Lo que es exactamente un partido o el
modo en que los partidos pueden ser clasificados son temas muy debatidos. La mayoría
de los partidos y sistemas de partidos contemporáneos reflejan, además, el desarrollo de
las organizaciones de masas y su penetración en los partidos y organismos del gobierno.
La definición del papel del sistema de partidos en las teorías de los sistemas políticos
se ha embrollado, además, con teorías empíricamente precarias: Se supone que en los
países desarrollados los partidos son "subsistemas autónomos". Pero, acaso es el partido
laborista inglés realmente independiente del Congreso de Sindicatos?. Hasta qué
punto los demás sindicatos europeos son independientes de sus
respectivos partidos?. Es, a veces, más importante la cola que la cabeza y, en
tal caso, cuál es la cola y cuál la cabeza?.
Los partidos políticos siempre han constituido un fenómeno bastante evasivo que a menudo
se reconoce únicamente en términos negativos. Por ejemplo, el término anterior "facción"
tiene un tufo de conspiración e intereses especiales que los estadistas
responsables del siglo XVIII condenaron claramente. Jorge Washington y John Adams
tuvieron una borrosa visión de los partidos y en el Federalist Paper N° 10 James Madison
expuso los méritos especiales de la constitución federal como un medio para controlar
"los efectos de las facciones". En los regímenes autocráticos y coloniales la sola idea de
un partido indicaba una oposición incontrolable. Sólomucho después se reconoció la
unción política de los partidos (a menudo con conceptos erróneos) y fue examinado
por los especialistas en ciencias políticas.
A medida que la importancia primordial de los partidos fue reconocida en el siglo XX,
el estudio comparado de los mismos se convirtió en un claro reto para algunos de los
mejores sociólogos de la época.
(*) EEUU. Annals of the American Academy of Political and Social. 1973.
81
Desde las obras: Polítics as a Vocation de Max Weber, Democracy and the
organization of Political Parties de M. Y. Ostrogereki, Political Parties de Maurice
Duverger hasta el concepto del "partido inclusivo" europeo definido por Otto
Kirohheimer, toda una tradición de teorías clásicas de los partidos europeos ha
proporcionado muchos de los términos de la referencia. Aunque este acervo nos ha dado
muchos conocimientos ha sido también, algunas veces, causa de limitaciones. Por
ejemplo, gran parte de los tratados consideraban de rigor empezar con una
definición abstracta del concepto del partido político que, por lo general, derivaba
la palabra del término latino persa (parte) y yuxtaponía la parcialidad de sus opiniones
e intereses a la "integridad" del interés público o del Estado. Pero todos estos
malabarismos verbales difícilmente podían abarcar la gran variedad de estructuras y
procesos que merecen el nombre de partido en diferentes sistemas. Los partidos
son fenómenos sumamente adaptables que pueden ajustarse a sistemas políticos muy
distintos y, al ser aislados de éstos, no se prestan a una generalización.
Para evitar tales peligros hay dos caminos promisorios. Uno de ellos consiste en reducir
las estructuras y procesos de los partidos a las funciones y actividades políticas básicas que
algunos partidos realizan total o parcialmente. Así, las actividades del partido pueden
dividirse en una función expresiva (o representativa) y otra gubernativa o en funciones
tales como el reclutamiento de dirigentes, la selección de candidatos, la participación
en campañas electorales, la organización de los votantes, la socialización política, las
comunicaciones políticas, la selección de programas, la determinación de la política,
etc., y los partidos pueden clasificarse según lo que realmente llevan a
cabo en un sistema particular. Durante cierto tiempo los partidos políticos norteamericanos
han sido estudiados así. También es posible considerar determinados partidos políticos
como una parte integral del sistema político más vasto y estudiarlos como un sistema
de partidos o como las funciones macropolíticas de los partidos en sus marcos
específicos. Esta última perspectiva se observa, por ejemplo, en la indicación de que
los partidos constituyen una parte importante de lo que David Easton y Gabriel Almond
han llamado "funciones deconversión” las cuales transforman las demandas y apoyos
políticos en políticas específicas del gobierno.
Incluso en áreas deliberadamente alejadas del vaivén de los partidos, como la del servicio
civil, el judicial y las amplias esferas de la cultura y la educación, la influencia
82
del partidismo se deja sentir en mayor o menor grado.
Teorías de los Partidos Políticos
La teoría del partido como grupo social aclara lo que tal vez constituye su más importante
aspecto no funcional. Desde los comienzos de la teoría de los partidos, éstos han sido
descritos como agrupamientos de individuos de ideas políticas afines (por Edmund Burke
y Sir Ernest Barker) o como unidades sociales con metas comunes, una división de
papeles, canales de comunicación y una estructura jerárquica deautoridad (por Samuel
J. Eldersvold). Un partido es una especie de forma de gobierno que recluta y socializa
nuevos miembros, escoge dirigentes mediante procesos interiores de representación y
elecciones, resuelve sus conflictos internos y establece decisiones que conciernen a
su política tocante al mundo exterior. En los partidos cuyos miembros son muy
activistas, como los partidos socialistas europeos de la pasada generación o los
movimientos de clubs políticos de todos los matices, es muy posible que los miembros
vivan literalmente en el partido, como el contexto social que da sentido y orientación a
sus vidas. Así los partidos pueden ser subsistemas sociales y políticos bastante
autónomos con una subcultura política distintiva que va mucho
más allá de sus programas e ideologías particulares. Muchos autores que han
estudiado los partidos europeos de este tipo los comparan con comunidades religiosas,
"capillas" o sectas dedicadas a un credo común y unidas por la constante y estrecha
intersección y por la identificación. Sigmund Neumann consideró que su "integración" del
ciudadano particular, a través de su propia comunidad, en la comunidad mayor es una
de sus principales funciones modernas. En los partidos vagamente estructurados que
no exigen a sus miembros caracteres específicos o en los que el activismo es escaso, como
en los de los Estados Unidos, los partidos políticos pueden funcionar como
comunidades sociales sólo intermitentemente. Sus redes de relaciones internacionales
quizá se reducen o incluso llegan a atrofiarse entre las elecciones.
Tal como Samuel J. Elderseveld ha señalado, los partidos políticos difieren de otras
formaciones o grupos sociales por sus "propiedades estructurales primordiales". En
particular, un partido democrático es un sistema de acción especializado cuyo objetivo
es la ocupación de cargos en el gobierno, una relación competitiva electoral con
organizaciones similares y una pauta especial de apoyo público y de estrategias de
adaptación. Los partidos se orientan hacia una clientela de electores actuales o potenciales
aunque la presencia de un electorado "flotante" sustancial puede variar según
el sistema. El Partido y su clientela, e incluso sus miembros, en cierto sentido se utilizan
mutuamente en beneficio de todos; esto contribuye al carácter abierto y multifaccionario
de la mayor parte de los partidos. Por otra parte, algunos partidos muy unidos, como
los totalitarios de izquierda o de derecha, suprimen las banderías.
83
Agregación de Intereses
Los partidos también están unidos por "subcoaliciones” a los intereses socioeconómicos
que buscan reconocimiento político si no control. Esto los relaciona estrechamente
con la función de la articulación de intereses así como la agregación de intereses
(Almond y Coloman). Generalmente los intereses se articulan con anterioridad o para
el propósito de vincularse con la política a través de un partido. Les conviene buscar
expresión e influencia a través de uno o, incluso, varios partidos. Al partido por su
lado, le conviene formar una gran alianza; o agregación de tales subcoaliciones, y
preferiblemente una alianza que le asegura una mayoría en los cuerpos representativos.
Si no alcanza esa mayoría no podrá tener el control político. Una alianza que le ofrezca
mucho más de la mayoría, por otra parte, podría comprometerlo con demasiados socios
todos los cuales esperarían resultados de alguna clase. La agregación de diferentes
subcoaliciones en un mismo partido requiere una considerable capacidad de organización
y bastante esfuerzo. Sus intereses suelen oponerse y deben reconciliarse también
con los objetivos comunes del partido. Las tensiones interiores resultantes
deben ser cuidadosamente manejadas por la dirección del partido que tiene
conocimiento de cómo satisfacer las demandas de los grupos a cambio de su
dedicación a la causa.
Organización Jerárquica
Al igual que muchos autores desde Robert Michele, Eldersveld también hace hincapié
en la estructura jerárquica de los partidos políticos que combina pautas de "deferencia
descendente" que van hasta la base de mando centralizado. La propia
dirección puede ser reclutada en fuentes o carreras muy numerosas y diversas o
convertirse en una camarilla cerrada y oligárquica tal como Michels ha descrito.
Sea como fuere e independientemente de las pautas de deferencia descendente,
incluso los partidos más democráticos suelen estar dominados por los criterios de la
dirección en materia de política más que la iniciativa de los miembros ordinarios. Este
hincapié en la dirección deriva evidentemente del carácter competitivo de los partidos y
difiere considerablemente del que suele esperarse de la dirección gubernamental.
Cuando los dirigentes del partido se convierten en dirigentes del gobierno deben,
por lo tanto, sufrir un gran cambio en su conducta y actitud puesto que sirven a un nuevo
electorado: el público.
Los partidos indirectos, como los de la Gran Bretaña, se apoyan en comités electorales,
parecidos a cuadros, escogidos por organizaciones constituyentes que realmente pueden
proporcionarles una base de masas. Duverger también hizo hincapié en las diferentes
84
estructuras locales o tipos distintivos de los partidos europeos. El tipo junta, comité
electoral compuesto de figuras principales, es característico de los más antiguos
partidos europeos liberales, conservadores o radicales. En realidad, éstos son
también los que Neumann llamó "partidos de representación individual" que son pautas
típicas de participación popular muy limitada y que no va mucho más allá del acto de votar.
Entre las elecciones, la organización electoral desaparece y el representante electo puede
gozar su "libre mandato" y decidir de acuerdo, únicamente, con su conciencia. Aunque
la idea del libre mandato puede estar bien arraigada en las teorías occidentales
del gobierno representativo, es evidente que sufrió un gran menoscabo con la aparición
de las camarillas de cabilderos de la disciplina de partido en las legislaturas.
Otros criterios para clasificar los partidos políticos han sido aceptados desde hace
mucho tiempo en esta disciplina. Huelga decir que es posible clasificar los partidos
de acuerdo con sus programas ideológicos, o con su culto de pragmatismo o de la dirección.
A menudo se establece, también, una distinción entre los partidos que defienden el statu
quo (o que tratan de restaurar el anterior) y los partidos reformistas y revolucionarios.
85
Estos sistemas no son fáciles de definir. La literatura tradicional ha tendido a excluir de
la definición, automáticamente, a esos partidos en cuanto cesa la competencia.
Sigmund Neumann, por ejemplo, ha afirmado que: "El sistema de un solo partido es una
contradicción en sí mismo". A juicio, la competencia no puede excluirse al definir
un partido político como "la organización articulada de los agentes políticos activos de la
sociedad, quienes se ocupan del control del poder gubernamental y compiten por el apoyo
popular con otro grupo, o grupos que tienen distintas opiniones". Neumann y otros se
interesaban en el fenómeno de las dictaduras de un partido que surgieron en el período
entre las dos guerras mundiales.
Cada vez que un partido totalitario fascista o comunista se adueñaba del poder y eliminaba
a todos los demás partidos de un sistema determinado, podía verdaderamente decirse
que el carácter básico de la organización había sufrido un cambio drástico. En muchos
casos el hecho de asumir funciones totalmente nuevas que
hasta entonces estaban reservadas a la policía, el ejercicio o la administración, indicaba
que su básica raison dietre había cambiado al lograr el monopolio del poder. El
interés de los especialistas en Ciencias Políticas por las naciones en desarrollo así
como por las primeras fases de la formación de los países más viejos, centró nuevamente
la atención en el parti unique ya que la mayoría de lossistemas en desarrollo
parecían haber empezado con un solo partido, generalmente una especie de movimiento
nacionalista o de independencia.
Estos sistemas de un partido de los países en desarrollo pueden no ser competitivos pero
no son forzosamente dictatoriales y es posible que se dividan en facciones
Oportunamente, el movimiento nacionalista quizá se divida en dos y la competencia
política aparece mucho después de la primera organización semejante a un partido.
Esa es la razón de que quienes estudian los partidos políticos africanos, por ejemplo,
evitan relacionar su definición de los partidos con la competencia James S. Coloman y Carl
Rosberg, por ejemplo, los definen como "asociaciones formalmente organizadas con
el propósito explícito y declarado de adquirir y/o mantener el control legal, bien sea solos
o en coalición o competencia electoral con otras asociaciones similares, sobre el personal
y la policía del gobierno de un estado soberano real o futuro". En otras palabras incluso
los partidos únicos son aceptados como partidos si cumplen ciertas funciones sociales
que normalmente se adscriben a los partidos políticos.
Para la orientación inicial del estudiante diremos que las numerosas y diferentes
funciones políticas atribuidas a los partidos políticos pueden dividirse en unas cuantas
categorías básicas.
Selección de candidatos
Tal como James Bryce dice al describir a los partidos políticos norteamericanos antes de
la Primera Guerra Mundial, "Lo principal es la selección de candidatos" para ocupar
cargos públicos. En su más amplio sentido, esta afirmación es válida incluso en las
dictaduras totalitarias de un sólo partido, como la del mundo comunista.
Tal como E. Echattschncider señaló hace ya una generación, los electores serían bastante
incapaces de realizar una elección significativa de no ser por esta previa reducción de
sus alternativas que el teórico "todo el mundo" pasa a un puñado de candidatos.
Pero la necesidad de una selección previa no debe oscurecer la cuestión principal: la muy
considerable variación en la relativa influencia de los electores o, incluso, de los miembros
ordinarios del partido, al escoger a un candidato.
Reclutamiento de Candidatos
87
de fuerzas entre los partidos de la mayor parte de los sistemas es bastante constante,
también vale la pena saber cuáles son los procesos de reclutamiento que realmente llevan
a las más altas posiciones gubernamentales y cuáles reclutanmeramente voceros para
una oposición más o menos permanente.
En cualquier caso, incluso el partido más pragmático tiene que desarrollar una
respuesta más o menos coherente al reto constante que supone la determinación
de una política. Si está en la oposición, muestra un punto de vista propio al criticar a
quienes están en el poder. Generalmente, en la competencia electoral tiene que
mostrar un programa de políticas alternativas para atraer a los electores. En realidad,
hay muchos sistemas oligárquicos de determinación de la política en la que ésta sólo
se decide en la cumbre o en donde su elaboración, atañe principalmente a los
organismos del gobierno y a los grupos de presión más que a los electores que son
miembros ordinarios de un partido. Pero incluso en los sistemas de un sólo partido suele
haber cierta competencia interior entre los intereses a las facciones organizadas
informalmente alrededor de propias alternativas de política.
88
Cuando un partido de distinto programa llega al poder, ese programa suele servir para
orientar a los numerosos individuos que ocupan cargos en los cuerpos legislativos,
ejecutivos o en los gobiernos regionales o locales en lo que respecta a los objetivos
comunes. Como las ideologías políticas y los programas electorales de los partidos más
allá de las volubles fórmulas verbales son bastante vagos, el programa del partido en el
poder suele ser modificado considerablemente al ejecutar las políticas día tras día. Los
seguidores ven lo que "su partido" lleva a cabo y se identifican con él, independientemente
de los detalles del programa. En otras palabras : la idea unificadora del programa en la
mente de los adictos al régimen se convierte en su percepción de lo que el partido en
el poder realiza.
Naturalmente, la percepción de los regidores y opositores está teñida por sus respectivas
ideologías. Pero el hecho es que no se aferran tanto a éstas como a sus dirigentes en
el poder. Tienden a identificar el gobierno existente, en el historial del partido, con
su propia adhesión u oposición al partido en el poder.
Asimismo, durante la competencia electoral los partidos presentan sus respectivos perfiles
pragmáticos, incluso r e cordatorios de sus actuaciones pasadas y promesas para
el futuro.
Los diversos perfiles del partido interactúan para definir los problemas de la campaña
y orientar a los electores en campos definidos por tales cuestiones. Naturalmente, estas
no son el único factor determinante de las alineaciones de una campaña que
deben mucho a las adhesiones al partido preexistentes así como a las
personalidades y exigencias mayores del momento. La magia del dirigente carismático
o un profundo descontento relacionado con él así como las grandes crisis políticas
tales como el peligro de guerra, revolución o hambre pueden sofocar el discurso
político sobre cuestiones específicas bajo una oleada de emoción elemental. Aún así,
la mayoría de las campañas electorales se realizan según una
pauta de alineaciones con respecto a determinadas cuestiones que sirven para moldear
el perfil de los partidos y contribuyen a definir la identidad del elector y miembro de un
partido de un modo que él puede expresar. Estos perfiles o identidades se diseminan
mediante la red de comunicaciones políticas. Como elementos importantes de la cultura
política sirven, además, para los propósitos de socialización política de quienes se identifican
con ella así como quienes forjan su identidad política al reaccionar en contra.
El control y la coordinación del gobierno
Integración de la sociedad
90
cauces de las comunicaciones políticas. Sin embargo, los partidos de "integración social"
(Neumann) tales como los socialistas de los primeros tiempos o los católicos, o incluso
los comunistas y fascistas, hacen mucho más; sus reclutas consisten,
característicamente, en masas de individuos desarraigados del campo, el pueblo, el
"grito" urbano y otros vínculos humanos y que necesitan reintegrarse en comunidades
humanas. Los socialistas europeos satisfacían esta necesidad literalmente desde la cuna
hasta la tumba con sus grupos juveniles, clubs femeninos, asociaciones deportivas y
recreativas, sindicatos y organizaciones profesionales, ligas educativas obreras y, para
completar el círculo, sociedades funerarias. En la década de 1890, una generación
después de que los socialistas empezaron en abierta competencia con ellos, el partido del
Centro Católico Alemán también empezó a crear una red similar de grupos juveniles,
asociaciones femeninas, profesionales y campesinas así como sindicatos. Del mismo
modo, otros países católicos formaron organizaciones sumamente cohesivas y
estructuradas que absorbían al individuo y sostenían su fidelidad a pesar de otros
procesos de movilización social. Después de la Primera Guerra Mundial, grandes números
de personas movilizadas por las dislocaciones que provocó ese conflicto, también fueron
integradas socialmente por los partidos comunistas y fascistas. Generalmente, las
organizaciones auxiliares así como la intensa interacción social en éstos partidos
extremistas podían ofrecer a los desarraigados, a los descontentos y a los enajenados
una "integración totalitaria" en sus comunidades de lucha y de credo.
Vemos nuevamente que una ideología o una afirmación de creencias comunes pueden
obrar milagros al ayudar a los individuos a fundirse con el grupo. En sus brillantes
ensayos sobre "el opio de los intelectuales" de Europa, el francés Reymond Aron ha
señalado el carácter y la atracción de los mitos del marxismo y de la revolución proletaria. Los
intelectuales que describe están profundamente enajenados de la sociedad que les
rodea, situación que equivale a la migración del campo a la ciudad o al
desplazamiento como resultado de la guerra o una catástrofe. De ahí que "busquen una
religión", una fe en las causas colectivas que puede integrarlos a sus sociedades.
Oposición y subversión
Los grandes señores, así como los parlamentarios adictos a los derechos tradicionales
de la Corona, hicieron oposición a la ley y fueron apodados torys , del nombre de los
insurgentes irlandeses católicos. Los industriales y comerciantes, de mentalidad
reformista, apoyaron la ley y fueron apodados whigs , del nombre que se daba a los
bandidos escoceses presbiterianos. Los motes despectivos fueron luego ondeados
como bandera por los propios motejados. Durante un siglo los torys fueron partidarios
de la primacía del trono sobre el Parlamento, en tanto que los whigs lucharon por afianzar
el predominio del Parlamento sobre la Corona. Desde mediados del siglo
pasado adoptaron la denominación de conservadores y liberales respectivamente.
(*) Tomado del libro “Ciencia Política”. Editorial Studium. Lima. 1975
Entre los de la Montaña, así llamada porque sus diputados ocupaban los asientos de
la parte alta del recinto, el más importante fue el de los jacobinos , cuya hegemonía
se alcanzó mediante el terror. Dichos partidos carecían de una organización
verdaderamente nacional y fueron, salvo el de los jacobinos, simple grupos
parlamentarios. Es durante la Monarquía de Julio, o sea en el Reinado de Luis Felipe
de Orleáns, entre 1830 y 1848, cuando se definen los partidos parlamentarios, titulados
de derecha, de centro y de izquierda , en razón de la ubicación de las bancas que
ocupaban, así como los partidos populares con organización nacional, llamados
bonapartistas, socialistas, católicos y republicanos. Durante el siglo XIX, y propiamente
desde la ampliación del sufragio, se organizan partidos con el sentido y relevancia que
hoy tienen; la división del Parlamento y de la opinión en partidos políticos se extiende
por el mundo a fines del siglo y se torna mecanismo esencial de la democracia con
la vigencia del sufragio universal.
93
No son pocos los defectos que la existencia de los partidos apareja. Desde el fanatismo
hasta el acopio de fondos de origen turbio y el montaje de una democracia meramente
formal. Un partido no está constituido únicamente por una idea y un
programa. También consta de un complejo de tradiciones, de lealtades y de intereses.
Como todos los fenómenos que atañen al Gobierno, deben ser estudiado como
biología y no como anatomía. En Inglaterra y en los Estados Unidos, el partido es con
frecuencia más poderoso que las masas. Las organizaciones locales de un partido
raramente influyen en las directivas centrales; son más bien, de un espíritu subalterno
y estrecho. Las críticas de los afiliados no llegan hasta el cerebro del partido y,
en todo caso, el caudillo influye poderosamente sobre las figuras inmediatas y dispone
de medios para contrarrestar cualquier insurgencia.
SISTEMA DE PARTIDOS
Esta afirmación es cierta pero sólo en parte, porque en los regímenes políticos
95
encontramos una serie de variantes en relación a los sistemas de partidos. Por
ejemplo, en los regímenes socialistas, además del unipartidismo, existía el sistema
denominado de "partidos hegemónicos ideológicos", que fue una característica de
algunas democracias populares, como Polonia y la República Democrática Alemana
(RDA).
El "partido hegemónico ideológico", tal como su nombre lo indica, es un partido que tiene
el control del Estado y del gobierno, pero que permite la existencia de otros partidos;
los mismos que pueden participar en la vida política, pero dentro de fuertes
limitaciones legales y de acuerdo a ciertas reglas de juego establecidas por el partido
hegemónico. En este sistema, los demás partidos actúan en la periferia del partido
principal, es decir, como "partidos de segunda", tal como indica Sartori. Estos "partidos de
segunda", no compiten con el partido hegemónico en pie de igualdad; pero tienen,
aunque muy reducidamente, alguna presencia en la estructura formal del Estado. Están
permitidos siempre y cuando no alternen las reglas de juego fijadas por el partido
hegemónico y no pongan en tela de juicio la ideología dominante en la sociedad.
Hay casos en que estos partidos hegemónicos autoritarios son pragmáticos, porque
dan más importancia a soluciones inmediatas y efectistas de los problemas sociales
que a una concepción del mundo o al ejercicio autoritario del poder.
Por su lado, Duverger se refiere a lo que él llama partido único provisional, quese
mantiene en el poder por cierto tiempo; pero que, luego desarrolla una tendencia hacia
el pluralismo multipartidista, como sucedió en Turquía durante el gobierno de Kemal
Ataturk; y el partido político que es definitivo, como en los casos de los países de
96
regímenes totalitarios, de tipo stalinista y fascista; en que el partido está ligado al Estado,
o viceversa, es portador de una ideología dominante y asume la conducción de la
sociedad hacia un supuesto "destino histórico" que no puede ser puesto en tela de juicio.
A nivel del sistema bipartidista, tenemos dos tipos o modelos; el bipartidismo perfecto,
en donde participan y predominan, en franca y libre competencia, dos partidos políticos
que suman alrededor del 90% del electorado. Estos partidos predominan sobre
otros partidos menores que tienen poca influencia en el electorado.
El bipartidismo perfecto existe en los países anglosajones (Gran Bretaña, Estados Unidos,
Canadá, Australia y Nueva Zelandia). Se dice también que el bipartidismo perfecto es sólo
una característica de los regímenes anglosajones, pero esta afirmación carece de base
empírica, porque hubo y hay bipartidismo perfecto en Austria y Uruguay. En este último país,
el sistema se rompió por el golpe de Estado en 1973, pero con las elecciones de
1984 se ha vuelto a restablecer.
El bipartidismo imperfecto se produce porque al lado de los dos partidos importantes existe
un tercero que, si bien no tiene mucho arraigo electoral, es valioso para lograr la estabilidad
en el parlamento y el gobierno. En este caso, uno de los dos partidos principales debe por
lo general, formar alianza con el tercero para poder tener el control del gobierno.
Duverger indica que el sistema electoral es un factor técnico prioritario para la formación
de los sistemas de mas de un partido, aunque no el único factor porque hay que
considerar situaciones de orden histórico. Pero, por regla general, el escrutinio mayoritario
de una sola vuelta tiende al dualismo de los partidos. En cambio, el escrutinio mayoritario
de dos vueltas y la representación proporcional tienden al multipartidismo.
Como se ha indicado ya, entre los sistemas con más de un partido, además del
bipartidismo y del multipartidismo, encontramos el sistema de partido dominante y
ultradominante.
El sistema de partido dominante se presenta en los casos en que un partido político logra,
de manera constante y permanente el control electoral en un porcentaje que oscila entre
el 40 y 50% de los votos. Estos partidos reflejan, en cierta medida, las aspiraciones
sociales principales de un pueblo y están ligados a su tradición histórica; pero su
predominio se desarrolla dentro de marcos pluralistas y democráticos, en franca
competencia con otros partidos, los que coaligados pueden desplazar del poder al
partido dominante. Lo mismo se puede decir sobre los sistemas de partidos
ultradominantes; pero, en esta situación, un partido en tales condiciones, logra de
manera permanente e ininterrumpida, por medios democráticos, competitivos y
pluralistas, el control de aproximadamente el 90% del electorado, como sucede con el
Partido de Congreso en la India. Pero también este partido puede perder las elecciones y
ser derrotado por sus opositores, por lo menos en el control del gobierno (poder ejecutivo).
98
PARTIDOS POLITICOS Y GRUPOS DE PODER
En términos generales y estáticos se puede afirmar que las clases y los grupos sociales
se generan como consecuencia del lugar que ocupan los hombres en un sistema de
producción y en las relaciones que se establecen entre ellos.
Interrelacionando unos grupos resultan c o n una serie de intereses más globales, por
ejemplo, los que agrupan a todos los no propietarios, sin distinguir su rol en el proceso
productivo ni el sector económico. Los que agrupan a todos los que laboran en un sector
productivo, sin especificar su calidad de propietarios o no propietarios, ni el puesto que
ocupan: y así una serie de combinaciones.
Cada conjunto pues tiene una serie de intereses comunes que se expresan en
expectativas, opiniones y reclamos, pero simultáneamente en ese grupo existen
también diferencias. Los partidos políticos tienen su origen en esas expectativas
comunes de los grupos sociales, son por tanto, instituciones que representan a grupos
más o menos homogéneos convirtiéndose en sus voceros. Esta aproximación al
entendimiento del significado de los partidos no incluye aún varios aspectos importantes:
las luchas, el sentido de pertenencia, el rol de la ideología y otros.
100
El fundamento de ambas posiciones se encuentra en las Bases Filosóficas, ideológicas o
doctrinarias de cada partido. Veamos dos ejemplos contrapuestos:
El PPC está integrado por hombres y mujeres de todas las ocupaciones y clases sociales,
y se ha fundado para encarar y resolver los agudos problemas del país y promover
el desarrollo integral del hombre peruano según el criterio y los principios de la doctrina
social cristiana. Por lo tanto se compromete a conducir una política honesta,
transformadora, concreta, realista y eficaz, auténticamente democrático.
El PPC tiene como misión irrenunciable hacer del Perú una sociedad comunitaria,
entendiendo por ello su proclamación del Bien Común como razón suprema del orden
político.
De las bases mencionadas se desprende que el PPC no comparte la tesis del viejo
liberalismo, en cuanto representan una orientación egoísta que ignoran el Bien
Común y en cuanto encarna una concepción materialista que olvida al hombre integral.
De las mismas bases se desprende que el PPC rechaza también toda concepción
totalitaria y colectivista, como la marxista leninista, que desconoce el valor de la libertad
humana con su determinismo económico, que desvanece toda moral en el relativismo
oportunista y que aplasta la dignidad personal con el Estado todopoderoso, el
positivismo jurídico y el ejercicio dictatorial de la autoridad monopolizada por un partido
único.
Consciente de su deber, el partido expresa que pondrá todo su empeño en evitar que
las tensiones, problemas e injusticias que aún se manifiestan en la sociedad peruana,
al no encontrar solución democrática alienten la subversión comunista o entronicen una
dictadura.
El trabajo, desde el punto de vista moral, tiene la primicia entre los factores de la producción
por ser el aporte humano por excelencia. La realización de su dignidad supone, en primer
lugar, la reivindicación del obrero, del campe- sino, del artesano o del empleado, y su
liberación de toda alienación, lo que traba o maltrata su ser. Es urgente su formación técnica
y su acceso a la propiedad. Es indispensable por ello alentar la asociación sindical
libre y representativa, pero sin generar antagonismo que esterilicen o destruyan el
progreso productivo.
101
El programa del PUM tiene como objetivo final la instauración de la sociedad comunista
mundial, cuyos rasgos fundamentales serán :
Para cumplir con las tareas de: representar los intereses y aspiraciones de grupos afines,
atraer a quienes siendo miembros de sus grupos no tengan sentido de pertenencia a los
mismos, organizarlos, adoctrinarlos y elaborar estrategias y técnicas destinadas a alcanzar
los objetivos de los grupos: los partidos requieren una organización.
En la práctica, la organización de los partidos obedece básicamente a su finalidad y a
la forma como llevarán a cabo sus actividades.
Definen sus estructuras como clandestinas, que desarrolla dos tipos de trabajos, abiertos
o legales y secretos.
Grupos de poder
Si aplicamos estrictamente el significado de poder son los partidos políticos, los sindicatos,
los colegios profesionales, las organizaciones sociales y muchos más que ejercen algún tipo
de poder, e igualmente, si empleamos la misma lógica para definir grupos de presión
102
y de interés, encontraremos que las instituciones señaladas merecen esos calificativos.
Sin embargo, en el lenguaje político el concepto grupo de poder" ha ido tomando una
aceptación muy particular, se refiere en el campo económico, a los conformantes de
los monopolios, oligopolios y otros cuyos intereses específicos los llevan a actuar en
función de su corporación.
A diferencia de los partidos políticos que tratan de atraer y organizar grandes núcleos
humanos con el objeto de acceder al estado, sea por vías violentas, pacíficas o
combinadas: los grupos de poder económico defienden sus intereses concretos, mediante
una labor discreta ante los órganos de poder político. Actúan en diversas formas, a través
de los partidos políticos afines ideológicamente, mediante representantes oficiosos
en los organismos del Estado, en los medios de comunicación social, en los
sindicatos y en toda institución que pueda ser utilizada para sus fines. En algunas
oportunidades realizan campañas de difusión destinadas a convencer a la ciudadanía
que las medidas propugnadas por el grupo son beneficiosas para la comunidad.
En el campo social, los grupos de poder, son aquellos, que por haber alcanzado consenso
entre la población o por organización llegan a tener poder, por ejemplo, los ecologistas
o algunas asociaciones de profesionales: periodistas, abogados.
Para efectos del análisis solamente consideramos grupos de poder a los descritos, que
actúan en los campos económico y social. Todas las demás organizaciones: sindicatos,
organizaciones vecinales, regionales y otras, se consideran en función de sus conexiones
con el campo político para establecer las correlaciones de fuerzas y la actividad de
los actores políticos, así por ejemplo, un sindicato no será tomado como grupo de poder
sino como un elemento integrante de una fuerza política pero siempre y cuando exista
una relación o influencia política.
ACTIVIDADES OBLIGATORIAS:
AUTOEVALUACIÓN:
103
Montañeses?.
4. Que se entiende por Partido Hegemónico?
5. ¿A qué se llama Multipartidismo integral o extremo?.
6. ¿Cuál es la finalidad de los Partidos Políticos?.
EXPLORACION ON LINE
• http://cies.org.pe/files/elecciones/documentos/Ley_partidos_politicos.pdf
• http://html.rincondelvago.com/partidos-politicos_1.html
BIBLIOGRAFIA COMENTADA
• Duverger, Maurice. 1957. Los Partidos políticos. Fondo de Cultura Económica, México D.F.
• Luís Aznar - Miguel De Luca (Coordinadores) “Política, Cuestiones y Problemas”. Capítulo 6:
“Partidos políticos y sistemas de partidos” de Luciana Cingolani. Buenos Aires, Editorial
emecé, 2006.
UNIDAD 5
104
IDEOLOGIAS, DOCTRINAS,
REGÍMENES POLÍTICOS
Concepto de ideología
Sobre lo que es una ideología los autores no se han puesto de acuerdo. Por ejemplo,
Vladimir Weidlé ha señalado que la discusión sobre el concepto de ideología tiene
un significado estéril, pues no ha dado nuevas luces al problema. En cambio, Ferrucio
Roosi-Landi encuentra que hay once concepciones de ideología, la ideología
como:
1. Mitología y folklore,
2. Ilusión y autoengaño,
3. Sentido común,
105
4. Mentira, deformación y oscurantismos.
5. Estafa o engaño consciente,
6. Falso pensamiento en general,
7. Filosofía,
8. Visión del mundo,
9. Institución del mundo,
10. Sistema de comportamiento ,
11. Sentimiento.
Quién más destaca en esta gama de precursores es Francis Bacon, pues su famosa
“teoría de los ídola” es el antecedente más inmediato del concepto de ideología que
elaboran De Tracy y algunos filósofos de lLa Ilustración (Helvetius. D’Holbach) y
Marx.
(*) Tomado del libro: “Política y Ciencia Política”, de Francisco Miro Quesada Rada. Edit. Campodónico. Lima. 1981. Pág. 100 a 115.
Como señala Ludovico Silva, en su obra “Plusvalía Ideológica”, si se quiere hacer justicia
con respecto al término usado por Bacon, lo deberíamos llamar idología y no
ideología.
Para Bacon el ídolo es la imagen de una falsa deidad. Según él, los ídolos se han
posesionado del espíritu humano y lo han deformado; por consiguiente, hay que liberar
el espíritu humano de esta especie de posesión demoníaca, y hay que romper esta
negativa influencia porque impide la evolución natural de la razón.
Bacon distingue cuatro clases de idolos. Los idola tribu que tienen su fundamento en
la estirpe humana; los idola specus o de las cavernas, que son los factores dañinos
del conocimiento que cada individuo posee exclusivamente para sí mismo; los idola fori
o del mercado, que tienen su origen en la convivencia de los hombres, y finalmente,
los idola theatri o ídolos del teatro, que derivan de la tesis y de las fábulas de los
filósofos, así como de las reglas tergiversadas de la demostración.
106
Desde el punto de vista de Bacon, la ideología es una deformación de la realidad
que se produce principalmente en las relaciones económicas y en las creencias
teológicas. Esta última observación baconiana sirvió a los filósofos de la Ilustración para
desarrollar su crítica anticlerical, por cuanto estimaban que la idea de lo divino es el
producto de la superstición.
Para Marx la ideología es una ilusión, una completa falsedad, algo que se impone como
cultura sin fundamento objetivo. Al respecto, Marx en “La ideología alemana”, dice que
“Las ideas, de la clase dominante son las ideas de cada época; o, dicho en otros
términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la
sociedad es, al mismo tiempo, el poder espiritual dominante”.
Hay otra concepción más moderna de ideología, pero menos global que las de
Bacon. De Tracy y Marx. Es aquélla que dice que la ideología es la justificación teórica
de la praxis (práctica) política. Esta concepción es limitada porque solo vincula la
ideología con la política. En este caso, existe una relación entre un concepto
universal, como es el de ideología; y una forma concreta de acción, es decir, la acción
política.
40
BARTH, Hans.Op. Cit. Pág. 42
41
Visión del mundo en idioma alemán
107
confunden con el concepto de ideología. Hay que diferenciar, entonces, en dónde está la
distinción entre ideología y programa.
En ciertos círculos se sostiene que el mundo moderno asiste al “fin de las ideologías”.
El argumento se expresa en la frase: “el pueblo no come ideologías”. La razón de
este argumento consiste en afirmar que la tecnificación, la eficacia tecnológica del
mundo moderno, ha derrumbado los cimientos en que se basan las ideologías. Pero,
esta afirmación es tan ideológica como cualquier otra semejante; es “la ideología de la
desideologización, como acertadamente señala Marcos Kaplan42.
Esta tendencia tiene sus raíces en aquellas corrientes mecanicistas y organicistas que
desembocaron luego en un pragmatismo burdo, y que durante mucho tiempo
predominaron en el pensamiento político y sociológico contemporáneos. Es una
corriente que pone especial énfasis y confianza en la técnica y en la ciencia, como si
ambas fueran las únicas llamadas a resolver los problemas del mundo; cuando,
en realidad, solamente son un medio o instrumento que debe estar al servicio
del hombre. Una cosa muy distinta es que el pensamiento racional cuestione las
interpretaciones especulativas que hay en toda ideología, para dar a éstas un contenido
más científico y riguroso, y otra cosa es sostener que el desarrollo técnico termina
con las ideologías.
Según Jacoby, “la aparente cosificación del mundo administrativo con “su ausencia
de ideología” resalta únicamente la cosificación de las relaciones humanas”45.
42
KAPLAN, Marxos. “Estado y sociedad”. Edit. UNAM. 1978. Pág. 28
43
JACOBY, Henry. “La burocratización del mundo”. Edit. Siglo XXI. México. 1972. pág. 301
44
Op. Cit. Pág. 301
45
Op. Cit. Pág 303
108
Hemos sostenido que hay una diferencia sustancial entre el intento de reemplazar
la ideología por la técnica y la ciencia, y el intento de elaborar ideologías con
mayor rigor científico. En este último caso, hay interesantes avances gracias a los
aportes de algunos filósofos contemporáneos.
Las reflexiones más reciente en torno a las ideologías giran sobre el problema de
la deformación en el conocimiento de la realidad. En la medida que ha avanzado el
pensamiento filosófico y científico, nos hemos dado cuenta de que por el sólo hecho de
ser sujetos cognoscentes, cada vez que tratamos de aprehender un objeto de saber
que es, obtenemos una captación deformada del mismo.
46
Ver MIRO QUESADA CANTUARIAS, Francisco. “Humanismo y revolución”. Edit. Casa de la cultura del Perú.
109
griegos se habían dado cuenta de este hecho al observar varios fenómenos físicos,
como el que sucede al introducir una vara en el agua.
Otro ejemplo similar es el de los colores. Así el ojo humano nos hace ver el mundo
de ciertos colores a pesar de que los objetos que consideramos reales, comolas
moléculas y los átomos, no tienen colores.
Hasta mediados del siglo XIX, no se tenía una visión clara de la deformación social,
a pesar de los aportes de Bacon en el siglo XVI y del Baron D’Holbach en el siglo
XVIII. Es a partir de Hegel, y luego con Marx, que los pensadores occidentales se dan
cuenta de que así como la situación del hombre en el cosmos contribuye a deformar la
captación de los cuerpos celestes, su trayectoria y movimiento, de igual manera su
posición en la sociedad contribuye a deformar la captación de la realidad
social. Se comienza a descubrir que los economistas clásicos del capitalismo y de la
sociedad industrial habían elaborado una ciencia que daba la impresión de ofrecer
conocimientos objetivos sobre la manera como se desarrollaban los hechos
económicos, especialmente la formación de precios en el mercado basada en la “libre
competencia” pero que no hacían sino reflejar, de manera deformada, cómo dichos
economistas captaban la realidad social. A esta captación deformada de la realidad
social, debido a la posición social o de la clase de un individuo, se le llama, hoy en día,
ideologización. Una teoría social (política, económica, sociológica, antropológica, histórica,
110
lingüística, etc), que pretende ser objetiva, pero que proporciona, de manera total o
parcial, conocimientos deformados sobre algún aspecto de la realidad social, es una
teoría ideologizada. Superar, en lo posible, la ideologización es la tarea principal el
problema central, de las ciencias sociales47.
Los realistas ingenuos creen que es posible superar por completo la deformación
subjetiva y llegar a un absoluto conocimiento objetivo. Los escépticos creen que esto
no es posible; que hagamos, lo que hagamos, jamás podremos conocer la realidad.
47
MIRO QUESADA CANTUARIAS, Francisco. Ensayo”La historia de las ideas en América Latina y el problema
de la objetividad en el conocimiento histórico”. Edit. UNAM. 1974
111
LAS GRANDES IDEOLOGÍAS AL FINAL DEL SIGLO XX
Con el largo periodo de paz general en Europa y entre otros Estados industrializados
desde la Segunda Guerra Mundial, se han limado algunas de las asperezas del conflicto
entre las grandes ideologías modernas. Conforme la sociedad moderna se establece
con mayor firmeza, las antiguas injusticias no parecen mover a la gente con tanta fuerza
como alguna vez lo hicieron. Con la decadencia de la región (fuera delas regiones
islámicas) y con el desempeño económico deficiente de los Estados socialistas, ha
habido un resurgimiento del liberalismo -pero un liberalismo modificado por un apoyo
gubernamental considerable para los débiles-.
Otros líderes, también, muestran cada vez más una mezcla comprometida de ideologías.
Margaret Thatcher, en Inglaterra, fue durante quince años líder del partido
Conservador, el cual entre otras cosas enfatiza los vínculos estrechos con la Iglesia
anglicana y la monarquía. Pero su ideología personal combinaba estos elementos
conservadores con un conjunto de políticas económicas muy liberales que exigían una
reducción mayor del papel del Estado en la economía, marcada por la "privatización"
(venta a propietarios privados) de muchas empresas del gobierno. En el otro extremo
del espectro, algunos socialistas como el ex primer ministro Felipe González de España
combinan su socialismo con preocupaciones por la eficiencia y el crecimiento económico
estable que apenas se reconoce como una doctrina de conflicto entre clases. Y el ex
Partido Comunista de Italia, que ahora incluso eliminó la
palabra "comunista" de su nombre, surgió a mediados de la década de 1990 como el
Partido Democrático de la Izquierda, hoy es un partido democrático de centro izquierda,
de hecho es uno de los partidos principales en Italia después de la Guerra Fría.
Sin embargo, el conflicto ideológico no está muerto. Desde fines del siglo XX en Europa,
nuevos partidos "verdes" plantean una serie de asuntos que los líderes establecidos,
acostumbrados a las antiguas ideologías, encuentran difíciles de absorber en sus
debates. Estos asuntos denominados "asuntos posindustriales" por
Ronald Inglehart, incluyen el feminismo, la protección del ambiente y los estilos de
vida abiertos y espontáneos48. En parte, los representan partidos nuevos por
completo (entre otros, los Verdes); o encuentran su camino en partidos socialistas
establecidos donde a menudo representan la voz de una minoría.
(*) EEUU. Profesor Principal del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Minnesota.
En los partidos socialistas, el nuevo estado de ánimo ha producido un especial interés
48
Ronald Inglehart, “Culture Shift in Advanced Industrial Society”. Princeton, N.J.: Princeton University
press, 1990.
en. la participación directa de los trabajadores en la administración de sus
industrias49. En el otro extremo del espectro, partidos antiinmigrantes, como el Frente
Nacional de Francia, plantean asuntos de raza y nacionalismo que se pensaba estaban
muertos desde la Segunda Guerra Mundial. Fuera de Europa, el islamismo militante, con
sus reclamos de un Estado religioso, ha elevado la temperatura política en muchos
Estados del norte de África, Medio Oriente y el sur de Asia.
REGIMENES POLITICOS
49
Véase, por ejemplo, W. Rand Smith, “Toward ‘Autogestion’ in Socialist France? The Impact of Industrial
Relations Reform”. West European Politics, vol. 10 (no 1, enero de 1987), pp 46-62.
113
Por: Juan Luis Paniagua Soto (*)
50
"…La ciudadanía entraña ahora muchas obligaciones, y cualquier persona seria, reconocerá que es
difícil, si no imposible, cumplir con tales obligaciones sin estar familiarizada con la organización y el
funcionamiento del gobierno. Pero el conocimiento de un solo sistema de instituciones políticas puede
dar ocasión a la patriotería, a prejuicios peligrosos y a una incapacidad general para comprender cómo
podría mejorar el propio gobierno. La persona que solo conozca el gobierno de su país está expuesta a no
percibir su carácter auténtico, a no advertir sus puntos fuertes y débiles, porque carece de perspectivas
…" (H. ZINK: Los sistemas contemporáneos de Gobierno, 1965).
114
modelos de dominación que desde tiempo inmemorial unos hombres han ido
imponiendo a otros. Desde el mismo momento en que surge el poder, se da,
lógicamente, una división automática entre gobernantes y gobernados. Aparece así
la división de la comunidad entre aquel o aquellos que disponen del dominio y los que
se someten, de grado o por fuerza, al criterio de los que gobiernan. La existencia del poder
se hace, pues, realidad al encarnarse en una persona o en una institución, En ambos
casos, ya sea poder personalizado o poder institucionalizado, su efecto (capacidad de
imponerse coactivamente) es el mismo, si bien la forma que adopte puede ser muy
diferente: legitimado por los gobernados mediante su consentimiento (democracia);
apoyado o ejercido en interés de un sector minoritario (oligarquía) o asumido por una
sola persona (monocracia).
Conseguir una organización acabada en el ejercicio del poder, con órganos adecuados,
distribución de funciones y articulación de controles, constituye el objetivo de todo
régimen político. Este vendrá dado entonces por la forma concreta de organizar el poder
dentro de un territorio o, si se prefiere por el modo como se distinguen y se relacionan
gobernantes y gobernados.
¿Cuáles son los órganos de un régimen político? Toda vez que las comunidades
políticamente organizadas fueron adquiriendo cierto grado de evolución, su gobierno
iría diferenciando distintas áreas o modos de operar en la dirección de los asuntos
públicos: una función de crear las normas de convivencia (leyes); otra, para ejecutar
esas normas y hacerlas cumplir (capacidad ejecutiva o poder coactivo), y una tercera
para dirimir los conflictos, de acuerdo con aquellas normas, entre los intereses
contrapuestos dentro de la comunidad. Esas tres grandes funciones dieron lugar a su vez
a otros tantos órganos; el poder legislativo o parlamento, el poder ejecutivo o gobierno,
y el poder judicial o tribunales de justicia51.
Delimitadas las áreas del poder político y sus órganos, cabe entonces preguntarse ¿cómo
se configuran? La historia ofrece muchos y variados ejemplos, mencionaremos los dos
más próximos: la autocracia, es un régimen político que deriva de la desaparecida
monarquía absoluta, en el que el gobernante ejerce un poder absoluto, asumiendo todas
las funciones ejerciéndolas unipersonalmente, no reconociendo límite alguno, pues su
voluntad es la suprema ley; la democracia, que confiere cada una de aquellas
funciones a órganos distintos, formados por personas y
procedimientos diferentes. En la actualidad, esta última es la fórmula de configuración
más comúnmente aceptada, aunque no la más fielmente cumplida, cuyas
características básicas son la formación de parlamentos por sufragio, la separación en
grados diversos entre el legislativo y el gobierno, y la existencia de jueces
51
" En cada Estado hay tres clases de poderes: la potestad legislativa, la potestad ejecutiva de las cosas
pertenecientes al derecho de gentes, y la potestad ejecutiva de aquellas que caen bajo la
jurisdicción del derecho civil. Merced al primero, el príncipe o magistrado hace las leyes, bien sea para
cierto tiempo, bien para siempre, y corrige o deroga las que están en vigor. Gracias al segundo, hace
la paz o la guerra, envia o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones. Por el
tercero , castiga los crímenes o dirime los litigios de los particulares. Este último se llamará poder”.
115
independientes de los dos poderes anteriores, castiga los crímenes o dirime los
litigios de los particulares. Este último se llamará poder judicial, en tanto que el
otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado" (MONTESQUIEU: El Espíritu de
las leyes, 1748)
Sin embargo, es claro que no basta con separarlos; es preciso establecer unos
controles, tanto entre gobernantes y gobernados como entre los distintos órganos. A
este respecto, la organización de consultas electorales periódicas es el más
sobresaliente (de los controles), aunque no el único. De la combinación de estos
factores resulta el régimen político, y de las distintas variantes que una u
otra combinación pueden producir surgen los diferentes tipos. De su comparación
obtendremos una tipología que, aún siendo relativa, nos permitirá conocer las
formas de organizar políticamente la comunidad.
Varios son los criterios que podemos manejar para establecer una tipología de los
regímenes políticos y proceder a su estudio comparado. Tomando como punto de
referencia la existencia o no de procesos electorales, comprobaremos el carácter
representativo, en mayor o menor grado, de aquellos que periódicamente organizan la
renovación de sus órganos, frente a aquellos otros que carecen de tal mecanismo52 Los
primeros en la participación de los gobernados para nombrar a los gobernantes,
mientras que los segundos nos sitúan ante regímenes dictatoriales. entre los que tienen
su fundamento en el sufragio algunos presentan determinadas limitaciones: así, por
ejemplo, los hay que excluyen a ciertos partidos o ideologías de la lucha electoral,
y otros dejan fuera del control periódico de las urnas a instituciones concretas, como es
el caso de las monarquías, que, con su carácter
hereditario, no están sujetas a la sanción electoral periódica.
La existencia de frenos que limitan la actuación del poder es, por otra parte,
una categoría diferenciadora que separa a unos regímenes de otros. Estos límites
pueden ser institucionalizados, cuando proceden de la propia Constitución; pero también
el respeto a la opinión pública y a la libre organización de los ciudadanos en
asociaciones para la defensa de sus intereses constituyen otras tantas limitaciones. Otra
restricción lo constituye la coexistencia del poder central con otros poderes locales,
originados por un proceso descentralizador, o bien por la organización federal del
52
Sistemas electorales
116
Estado.
Finalmente y en relación con las grandes áreas internacionales los regímenes se pueden
clasificar en: democracias liberales (con economía de mercado ) y democracias
socialistas ( de algunos estados europeos por ejemplo )
El Objetivo que se propone todo aquel que aborda el estudio de un régimen político
es, en ú ltima instancia, conocer las claves del poder. ¿Cómo se organiza? ¿Cuáles
son sus características esenciales?. La frecuente distancia entre el Derecho y más
concretamente el Derecho Público (el que tiene por objeto regular el orden general
del estado y sus relaciones), y la realidad social sobre la que opera hace que sea
difícil apropiarse del objeto - la realidad del poder - y condiciona el entendimiento del
fenómeno en cuestión .
Actualmente el principio de separación de poderes es sin duda más formal que real. En
117
el régimen presidencial, cuando el partido del Presidente es también el mayoritario en
el Parlamento, esta división resulta bastante ficticia, lo cual suele ser por otra parte,
harto frecuente. Del mismo modo en el régimen parlamentario de nuestros días no se
da tal separación ya que el gobierno sale de la mayoría del Parlamento, en la que se
apoya. De hecho, la división de poderes solo se produce en el momento de la
pérdida de aquella mayoría y, por tanto, del apoyo parlamentario. Tan pronto
como se recompone la mayoría y se forma el nuevo Gabinete, la identidad, que no la
separación de poderes, será una realidad. Esta peculiar situación se ve reforzada por
cuanto el presidente de la Cámara, que dispone de poderes notables, también
pertenece a la Mayoría.
Desde esta perspectiva, es necesario concluir que los supuestos controles que limitan
el poder han caído, cuando menos en desuso, y en cualquier caso han perdido gran
parte de su fuerza original. La sociedad moderna deberá por consiguiente arbitrar
nuevos mecanismos si quiere garantizar el respeto que los poderes públicos deben
tener para con la comunidad; al tiempo, habrá de sacar todo el partido posible a
los instrumentos con que se cuenta en la actualidad: prensa, asociaciones
ciudadanas, partidos políticos e instituciones territoriales, sociales, etc. Sólo así será
factible articular un nuevo proyecto de limitación del poder y adecuar a la nueva realidad
el viejo principio de la división de poderes mediante el establecimiento de unos
controles efectivos.
Por el contrario, un Parlamento formado por el sistema mayoritario dará solo cabida a dos
o tres opciones políticas - bipartidismo puro o imperfecto -, las de mayor implantación
o potencial económico, quedando el resto - las minoritarias del Sistema proporcional
sin representación en la cámara. Es fácil, que alguna de ellas obtenga la mayoría
absoluta de los escaños o, al menos, la suficiente para, en alianza con latercera
fuerza política, poder gobernar. En este caso el Parlamento no recoge la
representación de todas las opciones existentes, pero si, en cambio, ofrece una
estabilidad de gubernamental muy superior a la que se da generalmente en el
multipartidismo.
119
· Presencia de varios partidos.
· Sociedad con fuertes tensiones.
Multipartidismo · Riqueza ideológica. Gran debate.
· Ausencia (en general) de un partido con
mayoría absoluta.
¿Dónde radica el origen del poder? ¿Quién lo legitima?. En líneas generales, tres son
las respuestas posibles: la autoridad se legitima por la voluntad divina, por la tradición o
por la propia colectividad. Estas tres fuentes, si dejamos a un lado las posibles
combinaciones y matices, legitimaron distintas formas de gobierno. Solo la dictadura
prescinde de ese fundamento legitimador, imponiéndose por la exclusiva voluntad del
dictador que detenta el poder.
¿Cuál es el origen de la dictadura?. Las causas que dan lugar a los regímenes
dictatoriales son múltiples, sin embargo, es posible fijar su nacimiento en torno a
dos momentos: en los inicios de una comunidad en la que la ausencia de instituciones
pueden dar lugar a la aparición de personas o sectores con afanes monopolizadores, o
en el supuesto, más frecuente hoy día, en que una comunidad política ya formada entra
en crisis, poniendo en peligro la estructura de poder político - económico existente. Esta
quiebra del orden social vigente produce de forma inmediata la inestabilidad del sistema
y, en consecuencia, abre las puertas a su desaparición. En este sentido, la salida a
tal situación, mediante la cual surge la dictadura, vendrá explicada de dos maneras
distintas, aunque en alguna medida coincidentes. En unos casos será
la defensa del orden social, bien aplicando los mecanismos constitucionales de
excepción, es decir, estableciendo una dictadura constitucional y, por tanto, limitada y
dirigida a restaurar el modelo amenazado; o bien dejando en suspenso la legalidad
para, por medio de la dictadura anticonstitucional, preservar la hegemonía y el
dominio de la clase o sector amenazados por la crisis. En otros casos, y desde la
posición contraria, esto es, al margen de los cauces constitucionales, de lo que se trata
es de poner fin al orden establecido, instaurando la dictadura al servicio de nuevos
intereses y proyectos.
Cabe reseñar algunos de los regímenes dictatoriales más frecuentes, que en ocasiones
120
pueden llegar a confundirse, bien por su objeto o por el componente humano que los
sustentan. Estos son: la dictadura personal, las dictaduras desarrollistas y las
oligárquicas.
Régimen parlamentario
121
• El parlamento enviste al Gobierno y a su Presidente, que se presenta ante él para
exponer su programa. El Jefe del Gabinete, por lo general líder de la
mayoría, suele escoger a sus ministros entre los parlamentarios, aunque puede
no hacerlo así.
Régimen presidencial
53
Proyecto de Ley: denominación que reciben los textos legales que el Gobierno (iniciativa legislativa del
Ejecutivo) presenta a las cámaras (o Congreso); una vez tomados en consideración por el Pleno, y tras
trámites reglamentarios, llegarán a convertirse en leyes. Proposición de ley: textos articulados que,
originados en el Congreso (iniciativa legislativa del Parlamento), se tramitarán, si son aceptados por el
Pleno hasta su forma definitiva como LEY.
122
está tan ligado a las instituciones norteamericanas, que cabría preguntarse si los
EEUU no constituyen su modelo y único ejemplo auténtico.
El presidente, elegido por sufragio, directo o indirecto según los casos, representa
la voluntad popular del mismo modo que el parlamento. Este hecho fortalece
políticamente al ejecutivo que, dado su origen, no tiene por qué someterse a la voluntad
de los parlamentarios. Se trata, pues, de dos órganos con idéntica legitimidad, lo que
supone al menos teóricamente, que no existe supremacía de unosobre otro. Carecen de
cauces institucionales de comunicación, o si los hay, son muy débiles; tampoco
disponen de instrumentos ordinarios para resolver las crisis políticas que puedan
surgir como consecuencia de mutuos enfrentamientos, sobre todo en el caso de que
el partido del Presidente no fuera mayoritario.
El presidencialismo no cuenta, por tanto con los recursos de que está asistido el régimen
parlamentario:caída del Gobierno o disolución del parlamento y convocatoria de nuevas
elecciones. Ante situaciones como esta, el régimen presidencial puede abrir entonces
las puertas a soluciones extra-constitucionales. De ahí que, si exceptuamos el caso
de las sociedades homogéneas y que hayan asumido claramente un
comportamiento democrático en momentos difíciles, o el de aquellos en las que las clases
dirigentes estén dispuestas a pactar salidas pacificas a las crisis, lo normal sea que casi
siempre se de una intervención militar. un enfrentamiento civil, o ambas cosas a la
vez, es decir, el golpe de estado.
123
un Parlamento bicameral: una cámara popular, la de Representantes; y, otra de los
Estados, el Senado. La existencia de estas dos cámaras es el resultado del acuerdo
al que se llegó entre las posiciones encontradas representadas por los dos
proyectos estatales que se elaboran con la independencia: la Cámara popular recogía
los deseos de los partidarios de la integración en tanto que el Senado venía a constituir
la garantía del respeto de las peculiaridades estatales y protegía los derechos de
los Estados miembros de la Federación frente a los posibles abusos del poder central.
Varios son en efecto, los rasgos distintivos que caracterizan a las repúblicas
latinoamericanas, y todos ellos políticos, unos, socioeconómicos, otros hunden sus
raíces en el pasado colonial. Por un lado, está el virreinato, modelo de dominación
impuesto por las metrópolis y fiel reflejo de sus monarquías absolutas, en el que sin
duda se inspiraron las clases dirigentes que capitanearon las independencias respectivas;
atraídas por el régimen norteamericano, no es aventurado
afirmar que vieron en el Presidente una moderna versión del virrey. Por otro lado, no
se puede pasar por alto su complejidad étnica y su peculiar estructura económica,
cuyos efectos llegan hasta nuestros días. En efecto, contrasta la importancia
numérica de la población india y mestiza, a las que luego se vinieron a añadir negros,
mulatos, y asiáticos, con su marginación económica y social, consecuencia de la
dominación a que se vieron sometidos por la minoría rectora criolla. Así mismo, una
economía basada en las materias primas y una agricultura
frecuentemente mono cultivadora, en manos de grandes propietarios y sujeta a unas
relaciones de intercambio desiguales, constituía el marco que hizo posible el
dominio de unas pocas familias, al tiempo que explica la dependencia internacional
de estas repúblicas.
Una estructura social y económica como ésta tenía que conducir al caciquismo, a la
manipulación política y al secuestro de la voluntad popular por un reducido número
de personas, familias o clanes. De ahí, pues, que en tales condiciones la implantación
de un régimen tan complejo como el presidencial no se pudiera realizar sin
caer en desviaciones que acabarían haciéndolo derivar hacia formas autoritarias,
cuando no autocráticas o dictatoriales. En primer lugar, porque estas sociedadescarecen
de tradición democrática, lo que resulta a todas luces imprescindible para un buen
funcionamiento de este sistema, que en gran medida tiene sus controles en la opinión
pública. En segundo lugar, porque al ser esta misma opinión la que decide las salidas
de una crisis política, en regímenes donde no se cuenta con ella o no está bien articulada
termina siendo sustituida por los aparatos del poder o por las clientelas políticas, y entonces
el golpe de Estado es la solución a la que se suele llegar. Y, en tercer lugar, porque
el presidencialismo conlleva el establecimiento de dos grandes centros de decisión y
poder, y uno de ellos, el Ejecutivo, es unipersonal, lo que da paso en sociedades no
democráticas a la aparición o reproducción del caudillaje en cualquiera de sus modernas
o antiguas formulaciones: populismo, plebiscitos, etc., es decir, a la instauración de
dictaduras. Por ello la historia del presidencialismo, con la excepción de los EEUU de NA
y quizás de algún otro país, se confunde con la historia de los pronunciamientos y de los
golpes de Estado. Cabe poner en duda, sin embargo, que el régimen parlamentario
125
pudiera ofrecer mejores resultados con respectoa la democratización política, ya que el
problema de fondo radica en la estructura oligárquica. Con todo, la elección del modelo
presidencial, mimetismos aparte, no se debe al azar, sino más bien a las posibilidades que
brinda para el mantenimiento de una determinada situación; y,
sin duda, esta función la cumple más adecuadamente que el régimen parlamentario.
Durante el Siglo XIX y principios del Siglo XX, el régimen parlamentario vivió por lo
general una época de predominio de las Asambleas, sobre todo en Europa y de modo
especial en Francia. Y ello por varias razones: la juventud del modelo; la plena
aceptación del principio de que la soberanía popular reside en el Parlamento; y la
configuración del sistema de partidos, por má que todavía la figura del parlamentario sin
disciplina de voto fuera bastante frecuente. Frente a estos Parlamentos poderosos,
los Gobiernos se mostraban débiles y limitaban su acción al cumplimiento de las
directrices establecidas por las Cámaras; de ahí que un enfrentamiento con ellas se
tradujera las más de las veces en dimisión, dado que las coaliciones ocasionales en
que se apoyaban se rompían fácilmente.
Una larga experiencia en este sentido llevó a pensar que el régimen parlamentario era
sinónimo de crisis de gobierno y aún más, que el parlamentarismo al uso podría acaba
con el Estado; tal fue, precisamente, la idea que esgrimiría el fascismo para justificar
su intervención autoritaria. Por otra parte, la entrada de los representantes del pueblo
en los Parlamentos no hizo sino aumentar estos recelos. En efecto, con la conquista
del sufragio universal los partidos obreros comenzaron a romper la homogeneidad de las
Cámaras, y acabaron por suponer una amenaza para la misma pervivencia de la
hegemonía gobernante. Al comenzar a introducirse correctivos al régimen para darle
estabilidad, aparecen nuevas técnicas de articulación del sufragio cuya finalidad no es
otra que crear mayorías sólidas, y se dota al Ejecutivo de capacidad legislativa. En la
última postguerra esta tendencia se consolida.
126
por ésta, pero aprobado según los criterios de la mayoría.
Una simple ojeada a la historia de las formas políticas nos basta para percibir que
evolucionan con no poca lentitud; junto a ciertos cambios de innegable importancia
perviven todavía modos y formas que ya se daban sustancialmente hace varios siglos
cuando no provienen de la misma antigüedad. A este respecto, contrasta, pues, la
aceleración histórica que en las últimas décadas han experimentado la ciencia y la
tecnología con la permanencia en lo básico de las estructuras del poder político, del
Estado en cuanto aparato de dominación o como conjunto de instituciones mediante las
cuales una comunidad se procura una forma concreta de existencia política. Esta
resistencia al cambio de los regímenes políticos se han visto acrecentada
últimamente con la consolidación de una política internacional basada en la existencia
de bloques, dotando de gran rigidez a las estructuras internas de los distintos Estados
Nacionales.
La creciente interrelación entre las naciones está produciendo, por otra parte, unos
efectos que no pueden dejar de mencionarse: el mundo actual cada vez moldeado
por las medios de comunicación, que condicionan las diferentes corrientes de opinión;
la dependencia económica va en aumento y conduce al establecimiento de políticas
comunes frente a terceros países. Esta estrecha vinculación, voluntaria unas veces,
ineludible otras, pone al descubierto una nueva versión de la soberanía nacional. En
efecto, si bien todos los Estados se siguen auto titulando soberanos, lo cierto es que la
realidad actual, que se traduce en una mutua dependencia económica, política militar y
tecnológica, hace pensar que, pese a las frases altisonantes, nos encontramos en una
etapa de soberanía compartida, o, si se prefiere limitada.
ACTIVIDADES OBLIGATORIAS:
o Parlamentarismo.
127
o Presidencialismo.
o Multipartidismo.
o Lobby .
AUTOEVALUACIÓN:
1. Concepto de ideología.
2. ¿En qué se fundamentaba la Teoría del Poder Divino?
3. ¿Por qué se dice que una ideología es epistémica?
4. ¿Por qué se dice que una ideología es estimativa?
5. ¿Es posible pensar en el fin de las ideologías?
6. ¿Cuáles son los órganos de un régimen político?
7. ¿A que se denomina Autocracia?
8. ¿Dónde radica el origen del poder?
EXPLORACION ON LINE
• http://www.cpa2.org/cpa2/index.php?option=com_content&task=view&id=91&Itemid=58
• http://www.librosaulamagna.com/libro/EL-PRIMER-SOCIALISMO.-TEMAS--CORRIENTES-Y-
AUTORES/10695/2331
• http://www.priceminister.es/offer/buy/20498467/Macridis-Roy-Las-Ideologias-Politicas-
Contemporaneas-Regimenes-Y-Movimientos-Libro.html
• http://www.intercodex.com/HISTORIA-DE-LAS-DOCTRINAS-POLITICAS_L9788429015355.html
BIBLIOGRAFIA COMENTADA
128
LECTURAS
COMPLEMENTARIAS
La realización de la utopía
Diario “El Comercio”, Lima. Edición del Sábado 13 de Febrero del 2010
129
Fuller demostró matemáticamente que era posible —con los niveles del desarrollo económico,
industrial y financiero de aquella época— desterrar la hambruna, conseguir trabajo para todos,
educación, salud y otros servicios. No había razón para que continuara la tragedia humana de
la desigualdad.
Los argumentos esgrimidos en el libro son asépticos, casi apolíticos. Pero ¿si es
matemáticamente posible realizar la utopía, por qué no se realiza?
Una de las utopías más conocidas es la de los reyes filósofos, de Platón, producto de su
decepción con todas las formas políticas existentes en su época. El gran filósofo sostiene que
los sabios deben gobernar y para ello no pueden poseer nada, igual los guerreros, cuya misión
es defender la ciudad y finalmente el pueblo que, como no gobierna ni defiende la ciudad, puede
poseerlo todo. Lo central es el ideal de igualdad por lo menos en los dos primeros niveles. Todo
se disfruta y se goza en común.
América paraíso
La igualdad
Tomás Moro, católico por excelencia, escribió “Utopía”: una isla donde todos son iguales por
contraposición a otra isla, Inglaterra, reino de la desigualdad. Moro plantea la mejor forma de
república en donde no existe propiedad privada y hay una plena tolerancia religiosa. Luego de
esta obra, escrita en 1517, proliferaron una serie de utopías a lo largo de Europa Occidental.
“La ciudad del sol” de Campanella, publicada en 1620. “Nueva Atlántida” del filósofo Francis
Bacon 1656, de la que han quedado algunos fragmentos. “La mancomunidad Oceana”, de
130
James Harrington, 1656. Las utopías siguieron apareciendo en el siglo XVIII como el “Código
de la naturaleza” de Morelly (1755) y “El manifiesto de los iguales” de Gracus Babeuf.
En Marx encontramos la gran utopía de la sociedad sin clases, aunque fue crítico de los
utopistas que lo antecedieron llamándolos “socialistas utópicos”, en contraposición a su visión
de socialismo, que denominó “científico”. Aún así, la utopía está en la meta del comunismo ideal
que no pudo alcanzarse con el modelo implantado en Rusia y otros lugares, porque el
socialismo quiso ser impuesto compulsivamente y por la fuerza, lo que derivó en el Estado
totalitario.
¿Se puede alcanzar una sociedad sin clases? Teóricamente si en el mundo se lograra una
sociedad de superproducción, equilibrada con el medio ambiente, en donde se produzca en tal
cantidad que alcance para todos, como dice Burtmaister Fuller, y que sea profundamente
democrática, se podría realizar la utopía.
Y si esto fuera posible solo se logrará por la vía de la libertad. Podrá entonces usted imaginar
una sociedad más humana, sin pobreza, sin explotación, dominación, marginación ni racismo.
Un mundo rico de seres iguales ya no solo en derechos, sino porque controlan la riqueza que
estará al alcance de todos, sin moneda, profundamente libre y democrático.
El mundo posible
Otro mundo, otra cultura, otra civilización, una sociedad sustentada en la ética como base del
comportamiento humano. El ser humano quiso volar y voló. Se pasó del caballo al automóvil y
pudo ir más rápido. Quiso navegar y navegó. Miró durante siglos la luna y la pisó. Claro se
cumplieron algunas utopías tecnológicas, seguramente más fáciles de lograr que las sociales,
políticas y económicas.
Pero mientras haya imaginación se avanzará. Por eso decían los jóvenes revolucionarios
franceses de mayo de 1968: “la imaginación al poder” o como dice Platón en “La República”:
“El fin de la política es la justicia”.
La palabra viene del griego “oú”, “fuera”, y “topos”, “lugar”. Es entonces el lugar que no existe,
lo que está fuera de la realidad, en ningún lugar.
131
muchas utopías optimistas, vale decir positivas, pero existen las negativas. Por ejemplo, la tesis
de la superioridad racial de los nazis y otras doctrinas racistas.
Socialdemocracia
Alfredo Barnechea, Diario “Correo”. Lima. Edición 07 de Diciembre del 2008
Hace poco, un grupo de profesionales jóvenes me propusieron que los ayudara a organizarlo. Su premisa era
que falta una alternativa socialdemócrata en el Perú. No necesitaban convencerme, es algo que he venido
sosteniendo bastante tiempo.
Esa ausencia priva al debate político de lo que ha sido el punto de vista más creativo de todo el siglo XX. Pero,
además, abre un hueco en el sistema político, al haber un espacio vacío en el centro. Ya sabemos que el "centro"
132
no es un "punto" sino una "zona", una franja extensa con matices a la derecha y a la izquierda.
Una de las ideas interesantes que me propusieron fue crear una plataforma abierta de discusión, en Internet,
para crear un plan. No uno elaborado "desde arriba" por "expertos", sino una colaboración en-línea, horizontal.
Una especie de Wikiplan, alrededor de seis temas: Energía para el Perú, Salud para todos, Educación para la
competencia, El fin de la pobreza, El Estado al servicio de la gente y Soluciones para el Sur Andino.
Dos cosas que sorprenden del Perú son las siguientes: hay un abundante "stock" de información sobre casi
todos los problemas; No son recursos lo que faltan, sobre todo después de siete años de acumulación, Lo que
falta es una organización inteligente de la voluntad política.
La socialdemocracia comenzó en Europa como un capítulo de los socialismos. El primer partido socialdemócrata
que se formó fue el alemán en 1869, y el segundo el español en 1879 (el de Felipe González).
A fines del siglo XIX, Bernstein propuso un viraje dramático al reconocer que era necesario conciliar la
democracia representativa, la economía de mercado y el bienestar social. Esto abrió una fosa entre los socialistas
atados a Moscú y los socialdemócratas. Cuando conocí en 1976 en Caracas a Mario Soares, le pregunté al gran
líder portugués qué significaba su victoria contra los comunistas. "Ha sido la primera vez que los mencheviques
le hemos ganado a los bolcheviques".
La gran creación moderna de la socialdemocracia fueron las diversas formas de Estados del Bienestar que
surgieron en Europa. El ciclo liberal que surgió con las elecciones de Margaret Thatcher y Reagan redujo la
fuerza y atractivo de las ideas socialdemócratas. La crisis internacional han revalorizado sus aciertos.
Estas no son un cuerpo rígido y excluyente, a diferencia del marxismo y el mal llamado (incluso por mí, en el
título de uno de mis libros) neoliberalismo. Es más flexible, y en consecuencia más incluyente. Más que una
ideología, es un "espíritu". Sus premisas principales pueden expresarse de varias formas, entre ellas
probablemente esta: Las sociedades se sostienen por un contrato, que todos deben sufragar. Ese sufragio debe
ser equitativo, y por tanto "desigualmente" repartido, pagando menos los más pobres.
Se necesita alguna forma de Estado de Bienestar, que provea de "protección social", o un "piso de igualdad de
oportunidades" a todos los ciudadanos. La democracia representativa es, pese a todas sus imperfecciones, el
instrumento para hacer política, puesta al servicio de los que no tienen recursos, ni por tanto voz.
Entre otras cosas porque si las sociedades son "antagónicas" por naturaleza, compuesta siempre de "ganadores"
y "perdedores" en los mercados, la política democrática puede ser "consensual". La vía para lograr todo esto no
es la "revolución", un cambio violento en las instituciones económicas y políticas de las sociedades, sino el
"reformismo", el incremento gradual y pacífico de los cambios.
Dado que las economías tienen, generalmente, problemas de "crecimiento", pero las sociedades tienen uno de
"distribución", hay que lograr conciliar crecimiento económico con distribución de oportunidades.
Es claro, me parece, que el presidente Lula representa esta tendencia, aunque no empezó así. El PT fue
originalmente una amalgama de sindicalistas maximalistas, marxistas revolucionarios y católicos de la teología
de la liberación. Pero su gobierno es el mejor gobierno reformista de América Latina. Es una fortuna que sea
en Brasil, el país-continente del hemisferio.
En la región andina se debaten todas las tendencias: los que creen que basta mano dura y una buena relación
con Estados Unidos (como Uribe), los viejos golpistas disfrazados de populistas (como Chávez), los indigenistas
de "utopías arcaicas" (como Morales), los socialdemócratas.
Es una suerte, además de un honor, hablar este sábado junto a tres grandes figuras de la región.
César Gaviria tiene seguramente una de las más distinguidas carreras públicas de América Latina. Es el jefe del
Liberalismo, una de las más viejas y resistentes familias políticas del continente. A igual distancia del uribismo
(que muestra tantos rasgos parecidos al fujimorato) y de las FARC.
133
Carlos Mesa salió del poder con 72% de aprobación, y acaba de anunciar que formará un partido para competir
no sólo con el MAS sino con la derecha boliviana.
Teodoro Petkoff es una de las figuras legendarias de América Latina. Líder juvenil del PC venezolano, el único
que hizo guerrillas. Rompió con la Unión Soviética en 1968 después de la invasión a Checoslovaquia, y fundó el
Movimiento al Socialismo. Fue en los 90 con Caldera el superministro que ordenó la economía venezolana, y dio
estabilidad al jaqueado sistema político de su país. Dirige hoy el gran diario Tal Cual, y es el único antagonista
al nivel político de Chávez. Su autobiografía es una biografía apasionante del progresismo latinoamericano.
El Campus socialdemócrata es una zona abierta a todos, que acepta incluso una herejía: las dobles militancias.
Basta inscribirse para asistir en www.socialdemocracia.pe.
Su tarea hoy es un diálogo para un plan. Nadie vota, por supuesto, por planes. Pero sin ellos no puede
construirse el futuro.
FORTUNA Y VIRTUD
EN LA
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA
134
Ensayos sobre Maquiavelo
Claves históricas para leer a Maquiavelo
Diana Pipkin*
C
mo otros personajes de la Historia, la vida y la obra de Maquiavelo están
inscriptos en su tiempo. Esto significa que a la estructura de pensamiento
de Maquiavelo le corresponde una estructura histórica que le sirve de
sustento y le otorga sentido. Por lo tanto, deberemos adentrarnos en el
tejido de la historia y en el de su teoría para enlazarlos significativamente.
Sólo así puede comprenderse el pensamiento de Maquiavelo.
*
Profesora de Historia Contemporánea en la Carrera de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires.
135
Todo aquel que tenga alguna idea sobre la existencia de Maquiavelo,
responderá que es un exponente del Renacimiento italiano. Efectivamente, los años
en que vivió, 1469-1527, y el lugar en que nació y permaneció la mayor parte de su
vida, Florencia, coinciden con el período que los historiadores llaman
“Renacimiento” y con el lugar donde este movimiento alcanzó su mayor esplendor.
Pero, ¿qué es el Renacimiento? ¿Cuándo comenzó y cuándo terminó? ¿Qué
relación tiene el Renacimiento con la cultura de la Edad Media y con la de la
modernidad?.
136
Petrarca, pues la renovación de las artes se advierte ya en las obras de los
escultores pisanos y de Giotto, así como en la arquitectura de los siglos XII y
XIII. Los orígenes del Renacimiento son, por lo tanto, bastante remotos y
preceden con mucho a la cultura erudita difundida por la literatura del siglo XV”
(en Huizinga, 1969: p. 231).
Analizar con profundidad este periodo de tan larga duración excede los objetivos
de este trabajo. A fin de brindar al lector algunas claves históricas para comprender
la obra de Maquiavelo, analizaremos sólo ldos aspectos del mismo.
2. En la segunda, desde los primeros años del siglo XIV y hasta mediados del siglo
XV, la expansión se detuvo. Una profunda crisis afectó todos los órdenes del
mundo feudal. La sociedad urbana se consolidó y se diversificó y comenzó a
predominar la economía mercantil.
3. En la tercera etapa, desde mediados del siglo XV hasta fines del siglo XVI, la
crisis comenzó a ceder y se inició un nuevo período de expansión del comercio.
La economía mercantil se consolidó y las monarquías lograron centralizar el
poder subordinando a la nobleza y al patriciado urbano.
Hacía el siglo XI la situación del mundo feudal comenzó a cambiar. Resulta muy
difícil identificar una única causa que explique las transformaciones que
comenzaron a manifestarse a partir de ese momento. Es posible que éstas se hayan
producido como resultado de un conjunto de factores que se combinaron y
potenciaron entre si. Entre ellos, se pueden mencionar una mejora en las
condiciones climáticas e importantes progresos técnicos que posibilitaron un notorio
incremento dela producción agrícola. Hicieron posible además el uso de tierras que,
como los pantanos y los bosques, no habían podido hasta el momento ser utilizadas
para la agricultura. Al mismo tiempo, muchos de los nuevos adelantos técnicos
permitieron reemplazar o alivianar el trabajo humano. Hubo entonces mano de obra
que pudo ser aplicada a la realización de nuevas actividades.
En las transformaciones que vivió la sociedad feudal desde mediados del siglo
XI también debió influir la relativa paz que reinó en Europa a partir de la decadencia
de los musulmanes y la derrota definitiva de los normandos, esclavos y otros
pueblos que asolaron Europa Occidental desde el siglo VIII. La suspensión de las
guerras y el aumento de la producción contribuyeron a disminuir la elevada
mortandad característica de los siglos anteriores. Mejor alimentada, la población se
encontró en superiores condiciones para afrontar las enfermedades y procrear.
138
comerciantes y artesanos, que formaron el núcleo desde el que se desarrollaron
nuevas ciudades. Había recomenzado la vida urbana.
Las ciudades que adquirieron mayor importancia durante este período fueron
las que se encontraban cerca de las costas del Mar del Norte (Colonia, Brujas,
Hamburgo), las grandes capitales (París y Londres) y, sobre todo, las del norte de
Italia (Venecia, Milán, Génova y Florencia. Estas últimas se convirtieron en el centro
del comercio de larga distancia. Recibían desde Europa del Norte la lana que
necesitaban sus industrias de lujo y, desde el Cercano y Lejano Oriente, artículos
que distribuían en toda Europa. Exportaban además, paños finos de seda y lana,
cristalería, vino y harina. Florencia se especializaba en las industrias de la lana y la
seda.
Los reyes comenzaron a ver a las ciudades como fuente e nuevos recursos y
también como aliados confiables en su lucha por la concentración del poder contra
la pobreza señorial. A partir del siglo XII, la monarquía comenzó a obtener algunos
triunfos sobre los señores.
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Ninguna de estas transformaciones parecía atentar contra el orden feudal.
Cuando los burgueses entraron en conflicto con los señores, fue porque buscaban
eliminar las trabas que obstaculizaban el desarrollo de sus actividades. No
cuestionaban legitimidad de su poder o de su autoridad. Tampoco criticaban los
valores y creencias vigentes ni reflexionaban sobre la nueva realidad urbana. Se
limitaban a operar espontáneamente en ella, pero poco a poco, los nuevos hábitos
de vida urbana, la socialización en la taberna o en el mercado, fueron creando ideas
comunes, nuevas corrientes de opinión y normas que comenzaron a gozar de
consenso colectivo. Fuer naciendo así, una nueva identidad.
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ciudad dual: el patriciado y el común. En ella, las desigualdades estaban basadas,
fundamentalmente, en la riqueza y el poder político y no en el nacimiento como en
la sociedad feudal.
A partir de la segunda mitad del siglo XV, la retracción comenzó a dejar paso a
una nueva etapa de expansión. L experiencia de la crisis permitió conocer mejor el
funcionamiento del mercado, del crédito y las consecuencias de las acciones del
poder político. Las burguesías se encontraban en mejores condiciones para
accionar sobre la economía mercantil. No obstante, a pesar de la consolidación de
su poder económico, social y político tuvo que someterse a las nuevas condiciones
que le impusieron las monarquías centralizadas.
El esplendor que muchas ciudades alcanzaron entre la segunda mitad del siglo
XV y las primeras del siglo XVI, entre ellas las del Renacimiento italiano, se debió
a que el patriciado urbano dejó de lado viejas concepciones para incorporar las
ventajas de su nueva situación política y económica.
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3. El sistema político feudal, fragmentado, fue centralizándose. Una nueva
distribución de poderes y estilos políticos caracterizaron a las monarquías
nacionales.
Los orígenes de estas ideas suelen ser borrosos. Casi todas las ideas
corrientes, por ejemplo, los llamados prejuicios, son viejas ideas incorporadas
desde hace mucho al grupo social, de manera racional, que luego han ido perdiendo
precisión y vigor, desprendiéndose del sistema explicativo que les dio origen y
transformándose en ideas vulgares.
Es un sistema de ideas no racionales que quizás alguna vez lo fue pero que
tiene una enorme fuerza porque se transforma en tradicional.
¿De qué manera los cambios económicos, políticos y sociales que hemos analizado
incidieron sobre las mentalidades?.
A partir del siglo XI, como fruto de diversas experiencias, comenzó a valorizarse
al individuó separado del conjunto social. El campesino que tomaba la decisión
personal de abandonar el señorío y lanzarse hacia lo nuevo y lo desconocido, hacia
la aventura, aprendió que podía vivir desprendido del vínculo de dependencia y de
la protección de su comunidad original. Su aventura, que era la del ascenso social
a través del comercio o la manufactura, lo llevó a tomar decisiones, a unirse a otros
individuos y a constituir un grupo. Este grupo y, más tarde, la sociedad, ya no tuvo
una sanción divina sino que fue formado sobre la base del acuerdo, del
consentimiento. Era el comienzo del contrato social.
145
En este proceso, el hombre descubrió su capacidad de pensamiento y,
simultáneamente, descubrió su capacidad de sentimientos. Si bien se mantuvo la
dualidad en la imagen del hombre poseedor de un alma noble y de un cuerpo vil,
comenzó a valorarse todo lo que hacía excitar la vista, el oído, el gusto, así como
las diversiones que ofrecía la vida urbana y la riqueza conseguida. El hombre
aceptaba todo ello y lo disfrutaba dejando de lado, sin todavía cuestionarla, la
condena establecida por la oral cristiana.
En los siglos XIII y XIV se multiplicaron las grandes fortunas. En Italia ellas
crecían rápida y considerablemente. Asociadas a la riqueza y al goce, surgió el lujo
personal. En la Edad Media, casi todo el lujo se exteriorizaba, era público y aún en
los casos en que fuera privado, se manifestaba más fuera de la casa que dentro de
ella. En la época del Renacimiento, si bien se mantuvo en el ámbito público –en los
torneos, espectáculos fastuosos, cortejos, convites públicos-, el lujo comenzó a
convertirse en privado instalándose en el hogar. La ambición, el anhelo de
ostentación junto con el orgullo y el afán de poderío se acentuaron y cobraron
nuevas formas. Giacomo de Sant Andrea arrojaba al río objetos de oro y plata a
prender fuego a un edificio para aumentar la diversión de las fiestas.
El lujo en la comida, el “arte culinario” nació en Italia en los siglos XV y XVI junto
con las otras artes. Ya no se buscaba sólo “devorar”. El goce no sólo exigía cantidad
sino también calidad.
La secularización que se inició en todos los órdenes de la vida a partir del siglo
XI también alcanzó el amor. Las canciones de los trovadores que se difundieron en
esa época y lograron su mayor florecimiento entre mediados del siglo XII y
mediados del siglo siguiente, le cantaban al amor terrenal. En las obras de los
poetas líricos y, luego, en las de los artistas plásticos, sobre todo en Italia, apareció
el amor carnal y el espiritual, pero ambos eran profanos, La sensualidad natural no
surgió hasta el trecento. En el Decamerón de Boccaccio la sana sensualidad se
impuso definitivamente al idealismo. Pero la mujer, objeto del amor, continúo
cubierta de vestidos en la imaginación del hombre. A partir del cuatrocento y, en
especial, del cinquecento comenzó a retratarse a la mujer desnuda como símbolo
del amor sensual.
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Como sostenía Firenzuola, “… Amor no es otra cosa que goce. Yo amo a las
mujeres del mismo modo que amo el vino, el juego, la ciencia. O dicho en otros
términos: el vino, el juego, la ciencia y las mujeres me proporcionan deleite. Y el
deleite es el sentido último de la vida. No se goza para algún otro fin sino que el
goce es el fin último …” (citado por Sombart, 1965: p.59).
Cuando a partir del siglo XI el hombre comenzó a dejar el ámbito estrecho del
señorío, conoció nuevos paisajes, nuevas naturalezas. Ya sea cuando se asentó
en el ámbito urbano, cuando colonizó nuevas tierras o cuando participó de las
Cruzadas, el hombre se separó de la naturaleza. Sus nuevas actividades el
comercio, la manufactura, le permitieron mantener una distancia física y también
psicológica que no existía cuando su trabajo dependía tan directamente de los
fenómenos naturales. Separado de la naturaleza, el hombre comenzó a contemplar.
La distancia y las nuevas experiencias como los viajes a tierras lejanas fueron
generando novedades actitudes. Los hombres no solo pudieron contemplar sino
que, además sintieron una emoción estética desconocida. Descubierta su
sensibilidad y su capacidad de goce, la naturaleza sorprendió a los hombres y los
deleitó como lo reflejó Marco Polo en El libro de las maravillas del mundo.
A modo de conclusión
Bibliografía
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Aires: Tesis 11, Facultad de Filosofía y Letras-Universidad de Buenos Aires).
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(México: Siglo XXI).
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Romero, José Luis 1985 La Edad Media (Buenos Aires: Fondo de Cultura
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económico moderno, (Madrid: Alianza).
NOTAS
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