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Docente:
Aníbal Carbajal Leandro
Integrantes:
• Basilio Morales. Halison
• Cabello Revollar, Medaly
• Condezo Luna, Rosario
• Deza Picoy, Mishel
• Mendoza Ventura, Edward
• Monago Onofre,Anyel
• Ramirez Carhuapoma, Josety
Condiciones laborales.
Existencia de un código
deontológico al que deben someter
su conducta todos los miembros de
la profesión
2. ¿Constituyen los
docentes un grupo
profesional?
El caso de la docencia es muy
particular, en primer lugar, porque los Las diferencias entre los docentes de los Tenti sostiene que la docencia es
docentes forman un grupo muy diferentes niveles son tan grandes, que un ‘oficio’ caracterizado por una
heterogéneo y, al menos para ejercer en difícilmente puedan ser incluidos en un serie de contradicciones o
el nivel elemental del sistema grupo profesional unitario; se trataría tensiones.
educativo, no se requiere el dominio de más bien de una suma de varios grupos
conocimientos muy especializados, profesionales aislados.
salvo en lo que hace a lo estrictamente
pedagógico. Pero el acceso a la
formación pedagógica no ofrece
grandes dificultades.
Veamos cuáles son las razones que abonan la tesis de que la docencia es una semiprofesión, o en el
extremo, que los docentes constituyen una mera categoría ocupacional, no un grupo profesional.
Se trata de una actividad regulada por el Estado al cual Como todo proceso de socialización secundaria, la
debe ajustarse el funcionamiento de la escuela y la educación institucionalizada supone la internalización de
conducta del docente. En consecuencia, los docentes se significados correspondientes a submundos institucionales
constituyen en mandatarios institucionales del Estado. o basados sobre instituciones. Su alcance y su carácter,
como dicen Berger y Luckmann (1968), se determinan por
la complejidad de la división del trabajo y la distribución
social del conocimiento.
Se desarrolla en instituciones expresamente constituidas La función educativa está a cargo de agentes en los
para cumplir con la función de educar, a través de actividades cuales se supone un compromiso genuino con la tarea
cuidadosamente planificadas y de prácticas controladas, el que realizan y una orientación de todas las
logro de determinados fines. Estos fines responden a la actividades a la modificación de la conducta del
cosmovisión que sostiene un grupo o una sociedad concretos, educando en la dirección buscada por la institución.
y apuntan a la formación de un habitus acorde con esa
cosmovisión.
a ) Los significados a inculcar que son relevantes para la formación del habitus
constituyen lo que Durkheim (1972) denominó el discurso moral de la agencia educativa.
Éste consiste en valores, normas, actitudes, que proveen al individuo los elementos
regulativos de su conducta, aquello que crea en él el sentido del deber y la
responsabilidad.
El discurso moral no forma parte del contenido de una asignatura, no comprende
nociones que se puedan transmitir bajo rótulos como ‘formación ética’, ‘formación
cívica’, ‘formación moral’. El discurso moral se incorpora de manera tácita por el hecho
de participar en la vida de la escuela, mientras se recibe instrucción, mientras se juega con
los compañeros o se realiza cualquier otra actividad en la institución.
La única manera de inculcar el discurso moral es a través de las prácticas propias de la
institución. Siguiendo a Bernstein, estas prácticas son:
Las prácticas de transmisión (qué se transmite Prácticas de evaluación (qué conductas se
y cómo se lo hace, es decir, cuáles son los premian y cuáles se castigan, qué tipo de
contenidos de la enseñanza y qué estrategias sanciones positivas y negativas se utilizan,
pedagógicas se utilizan para transmitirlos), cómo y cuándo se aplican, a quiénes se
aplican, etc.)
- Por autoridad se entiende aquí el ascendiente - La superioridad del maestro y su legitimidad para ejercer
moral que tiene el maestro sobre sus alumnos. dominio sobre el alumno reside en lo que sabe y en su carácter de
Quien tiene autoridad no inspira temor, sino mandatario institucional. El dominio implica la posibilidad de
respeto y confianza. Es una relación social obtener obediencia voluntaria por parte del dominado, en virtud de
asimétrica, y esta asimetría está dada por el su creencia en la legitimidad del dominador para exigir de él
conocimiento. obediencia. El dominio que ejerce el docente sobre el alumno se
limita a determinados mandatos, la autoridad no le viene dada al
docente por el solo hecho de tener un título y desempeñar un
cargo. Él debe construir su autoridad cada día con sus prácticas.
Para ello necesita demostrar de manera permanente:
i) que domina la materia que transmite ii) que sabe enseñar, o sea, que domina las
técnicas adecuadas para la transmisión y logra
sus objetivos
Durkheim (1966) decía que para educar es preciso poseer un ideal. Un ideal no
se decreta ni se impone, es preciso que sea comprendido, querido, deseado por
aquellos cuyo deber es realizarlo. Sin ideales no hay tarea educativa posible; ésta
supone, no cabe duda, una buena dosis de utopía.
c) La acción educativa con relación a la sociología nos dice que, para
poder formar un habitus, la acción educativa debe reunir dos
condiciones básicas: por un lado, ser ‘regular, sistemática y
duradera’, y por otro, desarrollarse en un contexto de orden y
estabilidad. Bernstein (1975) sostiene que si la acción pedagógica no
se lleva a cabo en un contexto de orden y estabilidad, tanto el docente
como el alumno pierden la noción del tiempo, del espacio y de la
oportunidad. Ciertas prácticas corrientes en nuestras escuelas, que
casi sin advertirlo tomamos como ‘naturales’ o ‘normales’, son
profundamente perturbadoras del proceso educativo.
Durkheim (1972) añadía a esto que no hay educación sin disciplina.
La disciplina es la esencia del orden social y del sujeto socializado;
ella no tiene por función corregir, sino prevenir y encauzar;
acompañar en todo momento y lugar, silenciosa pero eficazmente, la
formación del ‘sujeto moral’. Desde su punto de vista, el ‘sujeto
moral’ es el individuo que ha ‘incorporado’, que ha ‘hecho cuerpo’
los valores y las pautas de la sociedad, es decir, tiene un sentido del
deber, la disciplina y la responsabilidad.
5. Para recuperar el
‘profesionalismo’
Las definiciones anteriores sugieren que la tarea que tienen por delante los docentes es
muy compleja y la relevancia de ella para el individuo, y la sociedad en su conjunto, si la
docencia debe recuperar su condición de profesión, es imprescindible revisar los planes
de formación docente y procurar que ellos apunten a preparar a los futuros educadores
para responder a las exigencias que su rol les impone. En este sentido, importan la
planificación y el control de las prácticas institucionales (de organización, de instrucción,
de evaluación) a fin de que todas ‘apunten en la misma dirección’, en este caso, a lograr
una verdadera profesionalización de los futuros docentes.
El estudio de Tenti (2003) muestra que una significativa mayoría de los docentes
argentinos considera que la educación debe dirigirse a desarrollar facultades complejas
como son la ‘creatividad y la conciencia crítica’ del educando. Son muy pocos los que
mencionan que su función consiste en transmitir el conocimiento y la cultura.
Implica los docentes no colocan en el centro de sus preocupaciones el conocimiento y su
transmisión intergeneracional. Se puede interpretar que el docente se concibe como un
gestor del proceso de aprendizaje de los alumnos, que su tarea consiste en actuar como un
mediador entre las necesidades de aprendizaje del alumno y los conocimientos
socialmente disponibles (Tenti, 2003) y no como el conductor y responsable de la
comunicación pedagógica y sus resultados. En lo que respecta a la función de enseñar, el
proceso de formación debería atender a que el futuro docente adquiera una cultura
pedagógica, lo que implica ponerlo al corriente de los grandes problemas que suscita la
enseñanza que tiene a su cargo, y de la forma en que se pueden resolver.
Dominar el arte de enseñar no equivale a adquirir las nociones fundamentales sobre las que reposa ese
arte. Es necesario identificar las prácticas que conducen a la adquisición del ‘oficio’ de enseñar y
ejercitarlas. Por otra parte, como la consideración del alumno es inherente al proceso de enseñanza, un
profesional de la educación no puede prepararse para trabajar con un ‘alumno tipo’, sino con ‘tipos de
alumnos’. Esto es crucial en una sociedad como la actual, profundamente diversa y desigual.
Cuando de valores se trata, lo que hay que definir es el discurso moral en la formación del docente, cuyo
resultado será la constitución de lo que se podría llamar un habitus docente. Dado que el discurso moral
resulta de opciones valorativas, el discurso moral debería contemplar el desarrollo de dos disposiciones
fundamentales en el futuro docente:
- Un compromiso genuino con un sistema de valores - un compromiso incondicional con la tarea educativa.
que oriente su conducta
Hemos visto antes que, según estudios recientes, la elección de una carrera
de formación para la docencia representa una segunda o tercera opción,
luego del fracaso en otras carreras, y que las motivaciones de la elección
responden más bien a intereses instrumentales, relacionados con la
posibilidad de conseguir trabajo, la seguridad en el empleo, la estabilidad
laboral, o algo más preocupante aún, con la expectativa de cursar estudios
poco exigentes. Obviamente, en estos casos es muy difícil lograr un
profesional de la educación comprometido con un sistema de valores, que
valore el conocimiento, y al que le preocupe que el niño se apropie de los
conocimientos socialmente disponibles y se desarrolle integralmente como
persona.
GRACIA
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