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LA FILIACIÓN:
Dentro de los efectos del matrimonio en cuanto a los hijos, merece especial tratamiento la
filiación, o sea, la relación paterno-filial que podía ser legítima o ilegitima, según los hijos
nacieran o no de padre y madre unidos en iustum matrimonium.
La filiación legitima, era aquella en que el nexo entre el engendrado y sus progenitores
derivaba de legítimas nupcias, daba al hijo la calidad de legitimo, que la ley presumía cuando
hubiera nacido después de los 180 días de la celebración del matrimonio y antes de los 300 de
su disolución, en cualquier otro caso, contrariamente, la mujer tenía que probar la paternidad si
el marido la negaba. La acción que el derecho romano otorgo a la esposa para el
reconocimiento del hijo se llamo actio de partu agnoscendo.
Los hijos legitimos tenían derecho a exigir de sus padres la prestación de alimentos, si
ellos no podían subvenir a sus propias necesidades, esta obligación se imponía en primer
lugar al padre y a la madre y en segundo lugar a los abuelos, la obligación era reciproca en
consecuencia los hijos estaban obligados a mantener a sus padres.
Otro deber fundamental que imponía el matrimonio a los hijos era el de respeto y
obediencia a sus padres
DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO
El matrimonio en Roma se disolvía por
1. muerte de uno de los cónyuges,
2. por pérdida de la capacidad matrimonial,
3. por sobrevenir un impedimento y
4. por una causa especifica: el divorcio.
El divorcio
Causa específica de disolución del matrimonio fue el divorcio, que era la falta de affectio
maritalis en uno de los cónyuges o en ambos, como el matrimonio exigía en Roma un
acuerdo continuado, cuando éste faltaba en los esposos se disolvía el vínculo y no podían
ser considerados ya como marido y mujer.
La disolución de las nupcias por divorcio fue un consentimiento tan adentrado en los
romanos, que desde antiguo rigió el principio de que el matrimonio era una institución
esencialmente disoluble, por tal principio los cónyuges no podían obligarse
contractualmente a no divorciarse, ni dificultar siquiera el divorcio con penas
convencionales.
El divorcio se hacía en tiempos clásicos por la simple declaración de cualquiera
de los esposos de querer extinguir el vínculo conyugal, esta declaración podía ser
oral o escrita y también por medio un nuntius (mensajero)
En la época post clásica se introdujo el uso de redactar un documento escrito que
formalizara el divorcio; más tarde esta costumbre se tornó en una exigencia legal.
Justiniano mantuvo este criterio, pero permitió la declaración ante siete testigos
que había consagrado la ley lulia.
Justiniano, ordenando numerosas disposiciones limitativas del divorcio establecidas por los
emperadores cristianos, distinguió cuatro clases de divorcio:
1. El divorcio por mutuo consentimiento
2. El Repudio o divorcio unilateral por culpa del otro cónyuge: era lícito si se ddaban las
siguientes causas justas a) conjura contra el emperador; b) adulterio o malas costumbre de
la mujer; c) alejamiento de la casa del marido; d) incididas a otro cónyuge; e) falsas
acusación de adulterio por parte del marido; f) comercio frecuente de éste con otra mujer,
dentro o fuera de la casa conyugal.
3. El divorcio sine causa: no era lícito y por tanto traía aparejado castigo para el cónyuge
que lo provocaba, sin que por ello fuera inválido
4. El divorcio bona gratia: este se fundaba en una causa no imputable a ninguno de los
esposos, era lícita en caso de impotencia incurable, por existir votos de castidad y si se
hubiera producido la cautividad
El concubinato