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“HERMILIO VALDIZAN”-
HUÁNUCO
Parece difícil de creer, pero el modelo económico en ambas constituciones alega ser el de una “economía social de
mercado” y también en ambas se indican que la iniciativa privada es libre[.
Conceptualmente una “economía social de mercado” es un modelo socioeconómico que trata de ser una tercera vía entre el
liberalismo y el socialismo. Se trata de conjugar dentro de una economía de libre mercado capitalista aspectos de
regulación de libre competencia, baja inflación y bienestar social.
La primera defensa constitucional a este modelo la podemos encontrar en los debates de la Constitución del 79.
“Una economía del mercado es una economía en la cual hay juego libre de competencia, es una economía en la cual
nadie tiene el dominio, ni el lado de la oferta ni el lado de la demanda (…) En una economía de mercado, éste tiene
carácter social y no simplemente liberal (…) que corresponde al Estado una actitud de permanente vigilancia del mercado
con el objeto de asegurar su normal funcionamiento; normal funcionamiento que significa el control de los actos de
práctica restrictiva por acuerdos sobre precios, de dirección del mercado, de estrangulamiento de las pequeñas empresas, y
una serie de otras fórmulas mediante las cuales las empresas grandes realmente tratan de dominar a las pequeñas.
Pese a ser la “economía social de mercado” la propuesta presentada por la Comisión
de Constitución a la Asamblea Constituyente de la Constitución del 79 (aun cuando
se la llamaba “economía de mercado” en el artículo 101 del primer proyecto, esta no
terminó de consolidarse de forma orgánica en todo el texto. Al contrario, debido al rol
finalmente otorgado al Estado, la Constitución del 79 contenía un régimen de
economía planificada por parte del Poder Ejecutivo. Esta planificación habría
sido una de las principales razones del fracaso de dicha constitución.
Respecto a la Constitución del 93, el constituyente Victor Joy Way (de Nueva
Mayoría – Cambio 90) trato de indicar que el problema de la Constitución del 79 era
su falta de organicidad, por lo cual señalaba que era necesario que la Constitución
del 93 implante una verdadera economía de mercado:
El artículo 58 de la Constitución del 93 es más estricto y muestra una lista de las áreas de actuar del Estado (promoción
del empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura). Sin embargo, la diferencia más notoria no
está en estos artículos, sino en otros.
El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria.
El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la seguridad públicas. El Estado brinda
oportunidades de superación a los sectores que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas
empresas en todas sus modalidades.
“Artículo 110.- El régimen económico de la República se fundamenta en principios de justicia social orientados a la
dignificación del trabajo como fuente principal de riqueza y como medio de realización de la persona humana. El Estado
promueve el desarrollo económico y social mediante el incremento de la producción y de la productividad, la racional
utilización de los recursos, el pleno empleo y la distribución equitativa del ingreso. Con igual finalidad, fomenta los
diversos sectores de la producción y defiende el interés de los consumidores.”
esta forma, la Constitución del 93 establece el rol del Estado como de promotor de creación de riqueza (es decir,
acumulación de capital) y protector de las libertades económicas básicas. El rol de planificación de las actividades
productivas se circunscribe a la promoción de las pequeñas empresas. Se aleja lo más posible del rol establecido en la
Constitución del 79 por características tanto ideológicas como estructurales. Sobre las ideológicas, la Constitución del 79
establece que la fuente de riqueza no es la acumulación de capital, sino el trabajo, y sobre las estructurales, se indica que el rol
del Estado es la promoción del trabajo a través del desarrollo de la producción y de la productividad, así como la distribución
equitativa de ingresos.
Teniendo ambas corrientes ideológicas en cuenta, es fácil ver que, de un lado, la Constitución del 79 busca promover,
desarrollar y proteger el trabajo, dado que ante más trabajo mayor riqueza, y del otro lado, la Constitución del 93 busca
proteger las bases institucionales para que sea posible acumular riqueza y transferirla, dado que ante más circulación de
bienes mayor riqueza. Luego, es necesario ver cuáles son los instrumentos que permiten uno y otro rol del Estado.
Siguiendo la receta del “Consenso de Washington”, la Constitución del 93 incorpora los siguientes instrumentos:
(i) La subsidiariedad del Estado a fin de que el Poder Ejecutivo necesite una ley autoritativa para crear empresas públicas
(artículo 60
se refiere a una forma de actuar en estructuras jerárquicas a fin de que la autoridad que se encuentre más próxima del
problema sea la que actúe primero.
Es decir, se ha restringido la capacidad del Poder Ejecutivo para la creación de empresas públicas, mas no se ha prohibido.
(ii) La promoción de libre competencia prohibiendo el abuso de posición de dominio, mas no los monopolios, salvo en el
caso de medios de comunicación (artículo 61).
se optó por crear una agencia especial para ello, el INDECOPI. Este es uno de los principales problemas estructurales, ya
que la agencia que vela por el correcto funcionamiento del mercado se encuentra orgánicamente dentro del Poder
Ejecutivo. Le falta independencia económica y jurídica. Además, los monopolios no se encuentran prohibidos, por lo cual
el rol de INDECOPI requiere aún más recursos que otras agencias, ya que debe probar no que el monopolio existe, sino
que existe y que ha habido abuso de este
Siguiendo la receta del “Consenso de Washington”, la Constitución del 93 incorpora los siguientes instrumentos:
(iii) Prohibición de que el Estado modifique los términos contractuales una vez establecidos (artículo 62).
Este es otro límite el poder estatal. Es decir, salvo algunas excepciones, el Estado debe respetar la autonomía de la
voluntad de las partes.
(iv) Igualdad de condiciones de inversiones entre extranjeros y nacionales, salvo este tratamiento no sea reciproco y
sometimiento de estos a la jurisdicción nacional renunciando a la reclamación diplomática (artículo 63).
La contrapartida a otorgar igualdad de condiciones entre la inversión nacional y privada es hacia ambos lados. Así, si un
nacional no puede acceder a esta, tampoco podría un extranjero. Se incorpora de esta manera la “Doctrina Calvo”[18] en
la Constitución del 93. También se incorpora el arbitraje.
(ii) Actividad empresarial sin límite alguno (artículo 113). Queda claro que, en la visión de la Constitución del 79, las
empresas públicas eran los motores más importantes de la economía. Así, no había economía de mercado, ya que el Estado
podía intervenir directamente el cualquier mercado si así lo determinaba.
(iv) La ley podía limitar el comercio exterior (artículo 117). De esta forma se podía controlar la entrada y salida de
divisas o establecer controles a tipos de cambio.
Finalmente, respecto a la planificación estatal establecida en el artículo 111, esta no puede ser entendida sin el trasfondo
de las discusiones de los constituyentes. Veamos primero la redacción de dicho artículo:
“Artículo 111.- El Estado formula la política económica y social mediante planes de desarrollo que regulan la actividad
de los demás sectores. La planificación una vez concertada es de cumplimiento obligatorio.” (el resaltado es nuestro)
Entre las principales modificatorias también destaca que, mientras que en el régimen
económico de 1979 el BCR tenía permitido efectuar créditos “para cubrir desequilibrios
transitorios en la posición de las reservas internacionales del país”, en la actual Constitución el
BCR tiene la prohibición expresa de financiar al sector público. La Constitución de 1993
fortaleció la autonomía del BCR.
Estos cambios tuvieron un efecto importante sobre la estabilidad de la moneda, más aún en un
período en el que el Perú salía de un proceso hiperinflacionario. La reducción de emisión de
billetes, sumada al levantamiento de los controles de precios y la adopción del esquema de
metas de inflación en el 2003, ha contribuido a una significativa reducción de la inflación: entre
1983 y 1993, la inflación promedio anual fue de 358%, mientras que entre 1993 y el 2019, la
inflación promedio ha sido de 4,5% anual. Dicho de otra forma, tan solo en 1990 los precios
promedio de la economía se incrementaron más de cinco veces de lo que lo hicieron en los 27
años que han transcurrido desde 1993.
Una mejora relativa
El cambio constitucional permitió, en buena cuenta, sentar las bases para el crecimiento económico de
los últimos años. El PBI per cápita del Perú se ha multiplicado 2,6 veces desde 1992, luego de haber
caído 30% tan solo entre 1987 y 1992. De hecho, el país pasó de ser el último en Sudamérica en
crecimiento promedio del PBI entre 1975 y 1992, a ser el primero entre 1993 y el 2018.
La discusión pendiente pasa por mejorar la calidad de los servicios públicos. En su artículo 7, la
Constitución reconoce los derechos a la protección a la salud y en el artículo 11 se garantiza el acceso a
prestaciones de salud y a pensiones.
Respecto de educación, la actual Constitución estipula que “es deber del Estado asegurar que nadie se
vea impedido de recibir educación adecuada por razón de su situación económica”.
Sin embargo, su sola garantía en la Carta Magna no es suficiente para que estos derechos y otros se
cumplan a cabalidad en la práctica. Ello requiere la mejora en la eficiencia del sector público en la
provisión de bienes y servicios, así como la implementación de reformas estructurales que impulsen la
productividad del país. Muchas de estas no pasan por modificaciones constitucionales.
CAPÍTULO ECONÓMICO
TEMAS 1979 – 1993
MUCHAS GRACIAS