Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿De qué sirve tener objetivos definidos si luego no podemos saber si los estamos
cumpliendo? Todo objetivo SMART debe poder controlarse mediante variables que
podamos medir. Conociendo nuestro punto de partida y habiendo definido
un objetivo medible podremos analizar nuestro progreso y tomar las medidas
necesarias según los resultados.
Un objetivo que no cumpliría con esta premisa sería «vender más de nuestro
producto estrella». «Más» es muy ambiguo, ¿cuánto más? ¿10 unidades más o 100
unidades más? Un objetivo medible sería «vender un 25% más de nuestro producto
estrella en los próximos 6 meses». ¿Ves la diferencia?
Cuando fijemos nuestros objetivos, debemos ser realistas. No sirve de nada ponerse
objetivos que no es posible conseguir. Bueno, sí, sirve para frustrarnos y
desmotivarnos. Esto no debe confundirnos y llevarnos al extremo contrario, fijarnos
objetivos demasiado fáciles que nos mantengan en nuestra zona de confort.
Debemos encontrar el término medio y fijar un objetivo que suponga un reto para
nosotros pero que podamos conseguir con esfuerzo.
Te voy a poner un ejemplo de objetivo que no cumpliría con esta característica. Imagina
que vendes palos de fregona y tus clientes te están diciendo que con el uso se parten
con mucha facilidad. Si tu objetivo es embalar los palos de un modo más atractivo para
el comprador, no estás fijando un objetivo relevante para ti en este momento. En este
caso, un objetivo SMART sería encontrar otro fabricante que haga palos más resistentes.