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La psicología social como psicología colectiva: La psicología social no tiene un claro momento
fundacional por lo que se constituye a finales del siglo XIX y principios del XX como una ciencia
interesada en el comportamiento colectivo. Este interés se deriva de los acontecimientos
sociales de la época (nacionalismo, colonialismo, revolución industrial, revoluciones
burguesas), las cuales plantean problemas sobre el comportamiento colectivo. Los científicos
sociales del momento creen posible la compresión del orden social mediante el estudio del
comportamiento colectivo. La psicología colectiva tiene dos vertientes o focos de interés: la
psicología de los pueblos y la psicología de las masas. La primera se orienta más a la
elucidación de las posibles características psicológicas de los colectivos, entendidos
habitualmente como unidades estables, bien sean de pueblos o naciones, mientras que la
segunda se interesa por los procesos de transformación de los sujetos individuales cunado
participan en actividades grupales.
La psicología de los pueblos: La psicología de los pueblos es, en la práctica, una psicología
comparativa, histórico-social y cultural. La psicología de los pueblos está íntimamente
vinculada con una tradición de pensamiento para la cual la forma primaria de asociación
humana es la comunidad cultural, en el cual transcurre la formación y educación de la
personalidad individual. La comunidad popular, el pueblo, lo consideraban el grupo social
fundamental. Este pueblo se entiende no de forma abstracta sino como comunidad cultural y
nacional. Es la idea de colectivo, comunidad o pueblo, más que la de sociedad, la que articula
esta psicología que, comprensiblemente, se vincula al estudio del lenguaje o de la lengua. La
lengua se considera como un elemento clave en la conformación del mundo y expresión del
espíritu del pueblo. El lenguaje se constituye como elemento conformador de la psicología
colectiva. Es la lengua nacional, el idioma, la que posee una forma verbal interna, un modo
característico de construcción de los contenidos del conocimiento. Esta concepción de una
interrelación entre el pensamiento y el lenguaje, entre la lengua y el espíritu de los pueblos, es
la que desarrolla ampliamente Wilhelm Wundt. Los trabajos de Wundt sobre psicología de los
pueblos son los que más directamente entroncan con los intereses de la psicología social.
Según algunos autores, la psicología de los pueblos es para Wundt otra psicología, diferente de
la psicología experimental, ya que era consciente de los límites de la psicología experimental y
de su incapacidad para abordar los fenómenos mentales colectivos. Aunque no existe un
desarrollo de la psicología de los pueblos que permita trazar un lineamiento directo con la
actual psicología social, no hay que considerar a esta psicología colectiva como un empeño
fallido. Como se señala, los estudios de la psicología de los pueblos plantean algunos
problemas que son comunes a los que la moderna psicología social se plantea, tales como la
relación entre individuo y comunidad o sociedad, el carácter social del individuo, y de forma
más específica, el carácter histórico y lingüístico de los procesos psicosociológicos.
La psicología de las masas: Si la psicología de los pueblos se caracteriza por intentar captar los
aspectos subjetivos de la vida colectiva estable, la psicología de las masas pretende
comprender la función que los procesos psicológicos y emocionales tienen en el desarrollo de
las agrupaciones humanas transitorias, como son las masas o muchedumbres. Esta
complementariedad es destacada por Gustave Le Bon, justo al inicio de su obra Psicología de
las multitudes: «Cuando un determinado número de individuos se encuentran reunidos en
multitud para obrar, la observación demuestra que, por el solo hecho de su aproximación,
resultan ciertos caracteres psicológicos nuevos que, sobreponiéndose a los caracteres de raza,
los hace diferentes, a veces, de una manera profunda». La idea general de Le Bon es que, en
ciertas circunstancias, una aglomeración posee caracteres nuevos muy diferentes de los
individuos que componen esta aglomeración, y que poco aptas para el razonamiento, las
multitudes son, por el contrario, muy aptas para la acción. La multitud se caracteriza por una
unidad psicológica, lo que implica el desvanecimiento de la personalidad de los individuos que
la componen, el rebajamiento intelectual de estos y el establecimiento de un predominio de
los sentimientos que pueden ser tanto heroicos como criminales. En cualquier caso, las
muchedumbres son primarias, impulsivas, conservadoras y sugestionables. El rebajamiento
intelectual lleva a que las masas, según Le Bon, no sean influibles por el razonamiento, el cual
es en ellas siempre de orden muy inferior. Las masas admiten o rechazan las ideas en bloque,
no soportan discusión o contradicción y son impresionables por la imaginación, lo que hace
que crezcan en sentido de la verosimilitud y que les atraiga lo maravilloso y legendario. Las
convicciones de las multitudes tienen el carácter de lo religioso por su sumisión a una voluntad
exterior.
La psicología de las masas ha tenido una influencia considerable en la vida política del siglo XX.
Esta influencia es debida a que los problemas que la psicología de las masas ha puesto de
manifiesto son reales y de notable importancia, como la manipulación de la opinión pública, la
movilización demagógica, el encumbramiento de caudillos de muy distinta relea y la
posibilidad del fanatismo fundamentalista. Pero la influencia de la psicología de las masas se
encuentra, además, en la propia psicología social y en algunas de sus teorías y modelos. En
cualquier caso, sin embargo, se considera que las personas somos irracionales, o lo que es lo
mismo, pasivos receptores de influencias provenientes de una fuente prestigiosa.
Me parece correcto empezar dejando en claro que la idea principal de este texto, la conclusión
que deja muy en claro el autor a lo largo del texto, es el mensaje de buscar más allá de las
dualidades, ya que éstas están instaladas en nuestra sociedad.
Este dualismo se asume y transmite como si no fuera lo que hay que poner en duda. También
habla de la dicotomía adentro – afuera (interior –exterior), esta separación entraña cortes en
las continuidades espacio-temporales, las cuales permiten analizar, estimar y captar los
fenómenos, ordenarlos, construir los objetos que diseñarán territorios científicos acotados,
métodos, instrumentos, procedimientos, formas de intervención en situaciones y estructuras
complejas. Fuera de ellos, queda un horizonte, que no vas más allá de una línea imaginaria que
hay ante nuestra vista. Los horizontes de un sujeto humano, son objetos de figuración,
imaginarización, modelización; pero básicamente son producidos en una formación social-
históricaparticular donde el sujeto singular está implicado de miles de formas conocidas y
desconocidas.
La discriminación de si alguien/ algo está adentro o afuera termina siendo irrelevante para los
sujetos, debido a que hay más énfasis en los impedimentos que en la urgencia de su despeje.
Este dualismo tiene la existencia imaginaria de un límite, como bien podría ser la piel. La piel
separa uniendo y une separando. Para correr esta línea imaginaria hay que deslizar la mirada.
La mirada contorna el propio cuerpo o el del otro, ocupa una posición en el espacio, un
transcurrir temporal, que genera una separación: lo que está de este lado (mío) y lo que está
del otro. Solo porque me pertenezco puedo reconocerme como yo mismo, mi pertenencia se
termina basando en mi pertenencia constante.
No siempre estuvimos divididos, los mapuches por ejemplo, no tenían concepción de la piel
como un límite ya que se sentían parte de la tierra; le pertenecían a ella y no al revés. El límite
imaginario de la existencia es la aceptación por parte del hombre de su finitud. Las diferencias
de si es mío o no, surgen por comparación, negación, semejanza de lo que ya ha sido separado
anteriormente, la barrera adentro/afuera está instalada. Instalamos la distinción
adentro/fuera partiendo de nuestra forma de vernos y concebir al mundo, que nos lleva a
diferenciar primitivamente entre lo mío y lo del otro. Los hombres se mueven en una finitud
sin límites, ignoran dónde están, cómo aparecen y desaparecen.
Resumiendo, la Psicología Social surge como respuesta articuladora en base a las dualidades
que la hegemonía nos ha instalado. Tanto la subjetividad como la objetividad exigen un relato
distinto, ser comprendidas desde sus persistencias y resonancias.
Introducción: Según Fernández, el individuo no solo ha sido uno de los modos de subjetivación
de la Modernidad, sino que también ha sido un dominio de objeto alrededor del cual se han
constituido, en complemento con su par antinómico la sociedad, el conjunto de las disciplinas
que constituyeron las llamadas ciencias humanas y/o sociales. Una vez separados como
territorios disciplinarios, sea intentado hasta el infinito establecer puentes, relaciones,
articulaciones. En el campo de las psicologías, puede verse que una vez se ha imaginado que lo
psíquico es interior y lo social es exterior, los obstáculos conceptuales suelen llevar a impasses
teóricos de difícil resolución. En el campo de los psicoanálisis, varios de sus autores principales
han aportado importantes herramientas para pensar esta cuestión por fuera de la antinomia
individuo-sociedad. Sin embargo, las aperturas conceptuales inauguradas por estos
pensadores suelen cerrarse frecuentemente a través de diversos modos de sustancializar lo
inconsciente. Otra cuestión ligada a lo anterior ha sido la idea de relacionar las disciplinas psi y
las sociales a modo de la interdisciplina donde los corpus producidos son tomados en bloque
en su totalidad conceptual, donde el intento inter se vuelve un tanto estéril porque dichas
totalidades conceptuales y metodológicas hechas certezas no dejan las fisuras necesarias para
la tan anhelada interrelación. Entonces, según la autora, hemos tenido la ilusión de
universalizar aquello que puede conservar un enorme valor si se puede resituarse en su
localidad. Por su parte, nos propone algunos elementos constitutivos de una “caja de
herramientas” para desarticular las perspectivas dualistas que a su vez pretenden abordar
fenómenos complejos desde una perspectiva unidisciplinaria totalizante. Para que aquello que
se universalizó pueda entonces particularizarse, es necesario realizar por lo menos dos
operaciones en estrecha relación: a) Una elucidación crítica de las nociones universalizadas, es
decir, des-esencializar. b) Trabajar una dimensión socio-histórica en la noción de subjetividad.
Para la primera operación, han sido importantes los instrumentos conceptuales de las
nociones de elucidación crítica (Castoriadis), deconstrucción (Derrida) y análisis genealógico
(Foucault). Para la segunda operación, la importancia de abrir visibilidad y crear condiciones de
enunciabilidad de las dimensiones sociohistóricas de la subjetividad y sus nociones derivadas
permite ejemplificar sobre el abordaje de criterios multirreferenciales y, por otro lado, permite
pensar de otro modo la relación entre lo individual y lo social, de tal forma que no queden de
entrada en territorios separados que luego se vuelvan tan difíciles de articular.
Caja de herramientas:
El análisis genealógico de Foucault es otra herramienta que permite encontrar los puentes
entre las narrativas teóricas y los dispositivos histórico-sociales-políticos-subjetivos que
sostienen.
• No anular los campos unidisciplinarios, sino relativizar los efectos de vedad que estos
instituyen.
Si bien no está muy claro aún los caminos para la constitución de un campo teórico de la
subjetividad, pareciera observarse la tendencia a construir espacios transdisciplinarios, donde
las teorías intervinientes aporten problemas, más que sus sistemas.
Cornelius Castoriadis dice: “elucidar es el trabajo por el cual los hombres y las mujeres
intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan”. En tal sentido, este modo de estrategia
en la producción de pensamiento intentará interrogar los problemas que tales teorizaciones
han hecho posibles.
Problematizar, es decir, abrir a la crítica para que desde sus respuestas reconstruir sus
preguntas, para poder así indagar sus impensables.
Elucidar es una labor propositiva, una exploración acerca de… inacabada, sujeta a revisiones y
ajustes provisorios, aunque no por eso menos rigurosos; se tratará de pensar sobre lo hecho
mientras buscará conocer con mayor precisión eso que como hecho deberá ser deshecho, para
entender su irradiada composición, otorgando a la actividad deconstructiva un lugar central en
la tarea de elucidación.
Es importante resaltar que una teoría demarca sus áreas de visibilidad e invisibilidad, sus
enunciados y sus silencios. En tal sentido, una indagación que se propone crítica, lejos estará
de buscar acuerdos o desacuerdos con los autores abordados.
Las lógicas de objeto discreto fueron necesarias para poder realizar las demarcaciones básicas
de las disciplinas más formalizadas de las ciencias humanas. Hoy muchas de ellas se
encuentran preocupadas en encontrar otros instrumentos metodológicos que permitan dar
cuenta de aquellas áreas que resisten abordajes unidisciplinarios. Esta tarea produce fuertes
tensiones epistémicas e institucionales.
Para ello, un par antinómico, individuo vs. sociedad exige su elucidación crítica. La de-
construcción de este a priori conceptual abre la posibilidad de realizar un pasaje de un criterio
antinómico de individuos vs. sociedades hacia una operación conceptual que pueda evitar una
“resolución” reduccionista y se permita sostener la tensión singular-colectivo. Singularidad
descamada de soportes corporales indivisos; colectividad que en las resonancias singulares
produce anudamientosdesanudamientos propios. Singularidad y colectividad que solo
sosteniendo su tensión hacen posible pensar la dimensión subjetiva en el atravesamiento del
deseo y la historia.
De esta forma, los cuerpos teóricos funcionen como “caja de herramientas”, es decir, aportan
instrumentos y no sistemas conceptuales; instrumentos teóricos que incluyen en su reflexión
una dimensión histórica de las situaciones que analizan; herramienta que junto a otras se
produce para ser probada en el criterio de su universo, en conexiones múltiples, locales y
plurales con otros quehaceres teóricos.
Por lo antedicho, un enfoque transdisciplinario presupone un desdisciplinar disciplinas de
objeto discreto y seguramente en el plano de lo actuar, cierto desdibujamiento de los perfiles
de profesionalización, por lo menos en aquellos más rigidizados.
Las fuerzas sociales que hoy administran el capitalismo han entendido que la producción de
subjetividad es más importante que cualquier otro tipo de producción, más esencial que el
petróleo y que las energías.
Todo lo que es producido por la subjetivación capitalística —todo lo que nos llega por el
lenguaje, por la familia y por los equipamientos que nos rodean— no es solo una cuestión de
ideas o de significaciones por medio de enunciados significantes, sino que se trata de sistemas
de conexión directa entre las grandes máquinas productivas, las grandes máquinas de control
social y las instancias psíquicas que definen la manera de percibir el mundo.
Los autores no contraponen las relaciones de producción económica con las relaciones de
producción de subjetividad. Pero esa producción de competencia en el dominio semiótico
depende de su confección por el campo social con un todo: es evidente que para fabricar un
obrero especializado no existe solo la intervención de las escuelas profesionales.
Existo todo lo que pasó antes, en la escuela primaria, en la vida doméstica, en definitiva, estar
inmerso en todo un ambiente maquínico.
Toda la cuestión está en aclarar cómo los agenciamientos de enunciación reales pueden poner
en conexión esas diferentes instancias. Esa posición puede aún no estar verdaderamente
teorizada, pero, con certeza, está plenamente en acción en todo el desarrollo de la sociedad.
Está claro que siempre se reencuentra el cuerpo del individuo en diferentes componentes de
subjetivación; siempre se reencuentra el nombre propio del individuo; siempre existe la
pretensión del ego de afirmarse en una continuidad y en un poder. Pero La producción del
habla, de las imágenes, de la sensibilidad, la producción del deseo, no se ajustan en absoluto a
esa representación del individuo. Esa producción es adyacente a una multiplicidad de
agenciamientos sociales, a una multiplicidad de procesos de producción maquínica, de
mutaciones de los universos de valor y de los universos de la historia.
Parece oportuno partir de una definición amplia de subjetividad para, en seguida, considerar
como casos particulares los modos de individuación de la subjetividad: momentos en los que la
subjetividad dice yo, o superyó (ego o superego), momentos en los que la subjetividad se
reconoce en un cuerpo o en una parte de un cuerpo, o en un sistema de pertenencia corporal
colectiva.
Un ejemplo de esto son los niños. Ellos perciben el mundo a través de los personajes del
territorio doméstico, sin embargo, esto es solo en parte verdadero. Gran parte de su tiempo
discurre delante de la televisión, absorbiendo relaciones de imagen, de palabras, de
significaciones. Tales niños tendrán toda su subjetividad modelizada por ese tipo de aparato.
Guattari y Rolnik parten de la idea de una economía colectiva, de agenciamientos colectivos de
subjetivación que, en algunas circunstancias, en algunos contextos sociales, pueden
individualizarse. La subjetividad está en circulación en grupos sociales de diferentes tamaños:
es esencialmente social, asumida por individuos en sus existencias particulares. El modo por el
cual los individuos viven esa subjetividad oscila entre dos extremos: una relación de alineación
y opresión, en la cual el individuo se somete a la subjetividad tal como al recibe, o una relación
de expresión y creación, en la cual el individuo se reapropia de los componentes de la
subjetividad, produciendo un proceso llamado singularización.
Introducción: Según Ibáñez, la psicología social es una disciplina que estudia cómo los
fenómenos psicológicos están determinados y conformados por procesos sociales y culturales.
En sus inicios los temas fundacionales tenían que ver básicamente con los instintos sociales, la
imitación, la sugestión y los fenómenos colectivos; en su posterior institucionalización
destacan temáticas como el análisis de la formación de la identidad social, los procesos de
normalización y socialización, la formación y cambio de las actitudes, la violencia y la agresión
social, y los procesos de influencia, conformidad y obediencia. De la misma manera,
encontramos en la disciplina una permanente reflexión sobre su aplicabilidad y la posibilidad
de intervenir en los problemas sociales.
La psicología social sociológica (PSS): Sostiene que lo psicológico y lo social son una suerte de
tejido sin costuras, por lo que resulta difícil poner un límite que marque dónde empieza un
fenómeno y dónde el otro. En consecuencia, la relación que se postula entre procesos
psicológicos y sociales es de mera interioridad y se apuesta por el uso de métodos
interpretativos para entenderla. Lo psicológico se constituye a partir de lo social.
Pero la localización del origen histórico de la disciplina no es el único problema. Otro muy
importante reside en cómo se presenta la disciplina, cuya presentación siempre está ligada a
posicionamientos teóricos, metodológicos, epistemológicos e ideológicos previos. No
obstante, el problema todavía se complica más si pensamos que incluso las presentaciones
que se pueden hacer de la psicología social dentro de una misma perspectiva varían
ostensiblemente.
Entonces, los efectos que se derivan del cómo se presenta la disciplina son importantes y
notorios. En este capítulo se presenta una psicología social sociológica de corte más teórico
que aspira a comprender e interpretar los procesos psicosociales en sus dimensiones históricas
y simbólicas. Las temáticas relacionadas con la aplicabilidad de la materia y con los
compromisos políticos aparecen en un segundo plano.
El impacto de los estímulos sociales sobre los procesos psicológicos: La idea según la cual los
factores sociales impactan en los procesos psicológicos está en la base de una concepción de la
psicología social que la sitúa como disciplina complementara de la propia psicología. Según
esta concepción, la psicología estudia los procesos psicológicos básicos que se dan en el
individuo, mientras que la psicología social estudia la manera como estos procesos
psicológicos se ven afectados por los fenómenos sociales.
La fusión entre lo social y lo psicológico: Por muy influyente y convincente que haya sido esta
manera de entender la psicología social, hay que preguntarnos si es correcto ver la dimensión
social como una dimensión sobreañadida a la dimensión psicológica y que se limita
simplemente a impactar en ella. Cada vez más hay quienes se alejan de esta concepción y
cuestionan la supuesta separabilidad de lo social y lo psicológico. Por otro lado, la importancia
creciente que se ha concedido al lenguaje en el desarrollo de la persona ha contribuido
decisivamente a difuminar la separación entre lo psicológico y lo social. El lenguaje es un
objeto eminentemente social, que se presenta al mismo tiempo como un producto y como un
elemento constitutivo de la cultura en la cual se desarrolla la persona.
La construcción social de lo psicológico: Así pues, podemos afirmar que con el lenguaje lo
social está directamente presente en el desarrollo mismo de los procesos psicológicos. Psique
y sociedad no son dos realidades independientes vinculadas entre sí por meras relaciones de
influencia recíproca, sino que constituyen un todo inextricablemente entrelazado. La
dimensión social no corre paralelamente a la dimensión psicológica, sino que es constitutiva de
esta. Esta idea no es fácil de asimilar, porque, cuando pensamos en la sociedad, pensamos
habitualmente en una cosa que es exterior al individuo, una cosa que le rodea, una cosa en
cuyo seno se encuentra el individuo y que, por lo tanto, le influye. Para vencer la dificultad que
nos impide entender plenamente que lo social es constitutivo de lo psicológico, tenemos que
abandonar esta separación entre individuo y sociedad. Desde esta perspectiva, el objeto que
define la psicología social como disciplina deja de ser el estudio del impacto que tienen los
factores sociales en los procesos psicológicos y pasa a definirse como el estudio de la
construcción social de los procesos psicológicos.
Giambattista Vico desarrolló una serie de conceptos que serían clave para la psicología social.
En primer lugar, Vico desarrolló la idea según la cual las sociedades presentan una dimensión
histórica ineludible: se constituyen, evolucionan y cambian en el transcurso de la historia. Vico
insistió también en el carácter construido de la sociedad. Para él, la sociedad es un producto
puramente humano que resulta de la actividad desarrollada por los individuos.
Pero Vico investigó sobre todo la manera en que se iban constituyendo las significaciones
compartidas que constituyen el fundamento de una sociedad y sin las cuales no sería posible la
interacción entre los que la integran. Vico nos explica cómo se constituyeron los primeros
significados compartidos a partir de las reacciones comunes que tenían los seres humanos
ante los acontecimientos naturales. Por ejemplo, ante los truenos y rayos de una tormenta,
corrían a refugiarse en cuevas y otros refugios, de manera que desarrollaban conjuntamente
una misma actividad en un mismo momento y ante estímulos idénticos. Fueron estas
reacciones comunes, con los gestos y las conductas que implicaban, las que fueron
estableciendo, poco a poco, las bases para construir códigos de comunicación y significados
compartidos.
Más de un siglo después desde la publicación de la obra pionera de Vico, es donde la psicología
social apenas comienza a construirse como un campo de estudio claramente diferenciado. De
hecho, es recién en la segunda mitad del siglo XIX en diferentes países europeos que comienza
a serlo. Desde el primer momento se entrevén dos grandes orientaciones: ➢ La primera
centrada en el individuo y en los determinantes innatos de las conductas sociales.
La separación de estas dos perspectivas se atenuó después de la importante crisis por la que
pasó la PSP a finales de los años sesenta. Como consecuencia, parte de la PSP se ha acercado a
los planteamientos de la PSS y ha desarrollado una tercera vía que intenta superar la división
disciplinar entre psicología y sociología restituyendo a la dimensión social toda la importancia
que tiene en el análisis psicosocial y rescatando el papel fundamental del lenguaje en la
construcción de los fenómenos psicológicos. Esta tercera vía ha recibido el nombre de
psicología social constructivista (PSC).
a) Los instintos: Debido a la influencia de Darwin, la psicología social prestó una gran
atención a la cuestión de los instintos e intentó explicar la conducta de los seres
humanos en términos de diferentes instintos sociales que mueven a las personas.
Detrás de cada fenómeno psicosocial se buscaba el instinto que lo producía. Por
ejemplo, el instinto gregario para explicar que las personas tienden a buscar compañía
de sus semejantes; el instinto agresivo para dar cuenta de la hostilidad interpersonal o
intergrupal; del instinto altruista para explicar la solidaridad entre las personas, etc.
Esta tendencia se encuentra, pues, muy presente en los primeros momentos de la
psicología social. No obstante, la referencia a los instintos desapareció
progresivamente de los planteamientos psicosociológicos.
b) La imitación: Se veía en el fenómeno de la imitación la explicación de la manera en
que los seres humanos aprender a desarrollar las conductas consideradas como
“normales” y deseables en su sociedad. Se trató de un primer intento de explicar el
fenómeno de la socialización, es decir, el mecanismo mediante el cual los individuos
que nacen en una sociedad interiorizan los valores, las creencias, los esquemas
relacionales y las pautas de comportamiento propios de esta sociedad, de manera que
se permite que, generación tras generación, se mantengan y se reproduzcan las
características básicas de la sociedad. El interés por la imitación fue dejando paso,
poco a poco, a planteamientos más sofisticados en términos de aprendizaje social.
c) La sugestión: Mediante la sugestión se pretende explicar la manera como las personas
se amoldan al contexto social y acaban reproduciendo sus características
sometiéndose a las indicaciones y a las exigencias de los otros; es decir, a las
exigencias de la sociedad. Con el fenómeno de la sugestión se estudiaba la manera
como la sociedad consigue imponer las pautas de actuación socialmente establecidas
sin que las personas sean realmente conscientes de esta imposición y así conservar,
por lo tanto, el sentimiento que las asumen para ellas mismas. La psicología social fue
profundizando en este fenómeno, aunque abandonó poco a poco el término sugestión
y lo sustituyó por el concepto más amplio de influencia social.
d) Los fenómenos colectivos: El estudio de los fenómenos colectivos dio lugar a la
preocupación por conocer las producciones colectivas de los pueblos, como las
tradiciones culturales, las peculiaridades lingüísticas, los mitos y las creencias
colectivas, lo hábitos de todo tipo, etc. Como parte del interés por los fenómenos
colectivos, también se manifestó una notable preocupación por estudiar las conductas
de las masas. La psicología social se alejaría progresivamente del interés por las masas
ya que la disciplina se fue centrando cada vez más en unidades de análisis más
reducidas. De esta manera, bajó del ámbito de los fenómenos colectivos al de los
pequeños grupos y de las relaciones interpersonales hasta situarse, finalmente, en el
campo de los fenómenos individuales.
Las grandes orientaciones teóricas de la psicología social: La psicología social nunca ha sido
una disciplina unitaria y homogénea. Dentro de cada psicología social (PSP, PSS y PSC) se
manifiestan orientaciones diferentes que contribuyen a hacer más complejo el panorama de la
psicología social, pero que también lo enriquecen y lo aproximan a la complejidad de la
realidad social. Las principales orientaciones dentro de las diferentes psicologías sociales son:
• Orientación conductista
• Orientación psicoanalítica
• Orientación cognitiva.
¿Para qué sirve la psicología social? No hay duda de que la psicología social se preocupó desde
los primeros momentos no solo de producir conocimientos sobre fenómenos psicosociales,
sino también en diseñar los instrumentos para poder intervenir en la realidad social y
contribuir a resolver algunos de sus problemas.
Los conocimientos que ha establecido la psicología social tienen un campo de aplicación tan
extenso que aquí difícilmente podemos ir más allá de una simple enumeración de algunos
temas. Por ejemplo, los conocimientos sobre la dinámica de los grupos humanos permiten
incidir sobre el fortalecimiento de la cohesión de los grupos, o decidir cuáles son los modelos
de liderazgo más adecuados a los objetivos que se marquen los grupos, o indiciar qué
mecanismos de toma de decisión pueden ayudar a conseguir mejores resultados.
Por su parte, los estudios sobre la influencia social han permitido diseñar las actuaciones más
adecuadas para persuadir a las personas a adoptar puntos de vista más de acuerdo con las
normas de una convivencia social que no discriminen a aquellos que son diferentes de la
mayoría (racismo, estereotipos, prejuicios, etc.), aunque también se puede utilizar para
convencer a la gente de que tal marca es mejor que la otra o de que tal candidato merece más
confianza que tal otro.
En otros ámbitos, las investigaciones sobre los fenómenos colectivos han proporcionado
indicaciones para intervenir sobre los efectos del pánico que adquiere consecuencias de
gravedad extrema cuando se produce en situaciones de gran amontonamiento o para actuar
en el seno de las poblaciones que se encuentran en situaciones dramáticas.
Introducción: La oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas pierde
buena parte de su nitidez si se la considera más a fondo. En la vida anímica del individuo, el
otro cuenta con regularidad como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por
eso desde el comienzo mismo de la psicología individual es simultáneamente psicología social
en este sentido más amplio, pero enteramente legítimo.
La relación del individuo con sus padres, hermanos, con su objeto de amor, con su maestro y
con su médico tienen derecho a reclamar que se los considere fenómenos sociales. En todas
estas relaciones mencionadas, el individuo experimenta el influjo de una persona única o un
número muy pequeño de ellas, cada una de las cuales ha adquirido una enorme importancia
para él. Ahora bien, cuando se habla de psicología social o de las masas, se suele renunciar
estos vínculos y distinguir como objeto de la indagación la influencia simultánea ejercida sobre
el individuo por un gran número de personas quienes está ligado por algo, al par que en
muchos aspectos pueden serle ajenas. Por lo tanto, la psicología de las masas trata del
individuo como miembro de un linaje, de un pueblo, de una casta, de un estamento, de una
institución, o como integrante de una multitud organizada en forma de masa durante cierto
lapso y para determinado fin. Una vez desgarrado lo que naturalmente constituía un nexo
único, parecería indicado considerar los fenómenos que se muestran bajo estas particulares
condiciones como exteriorizaciones de una pulsión especial, la pulsión social. Pero sin duda se
objeta que resulta difícil que deba adjudicarse al factor numérico una importancia tan grande,
hasta el punto de que fuera capaz de suscitar por sí solo en la vida anímica una pulsión nueva,
inactiva en toda otra circunstancia. Por eso nos inclinamos más bien a que la pulsión social no
es originaria e irreductible y que los comienzos de su formación pueden hallarse en un círculo
estrecho, como el de la familia.
Le Bon y su descripción del alma de las masas: Para comenzar, parece más oportuno que dar
una definición, hacer referencia al campo de fenómenos y extraer de él algunos hechos
característicos que puedan servir de asideros a la indagación. Ambas cosas se obtienen citando
el libro de Le Bon, Psicología de las masas. ¿Qué es entonces una «masa», qué le presta la
capacidad de influir tan decisivamente sobre la vida anímica del individuo, y en qué consiste la
alteración anímica que impone a este último? Lo que brinda material a la psicología de las
masas es la observación de la reacción alterada del individuo; y todo intento de explicación
presupone describir lo que ha de explicarse.
Entonces, Le Bon dice: «He aquí el rasgo más notable de una masa psicológica: cualquiera que
sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su modo de
vida, sus ocupaciones o su inteligencia, el mero hecho de hallarse transformados en una masa
los dota de una especie de alma colectiva en virtud de la cual sienten, piensan y actúan de
manera enteramente distinta de cómo lo harían cada uno de ellos en forma aislada. Hay ideas
y sentimientos que solo emergen o se convierten en actos en los individuos ligados en masas.
La masa psicológica es un ente provisional que consta de elementos heterogéneos y que estos
se han unido entre sí durante un cierto lapso».
Tomando la exposición de Le Bon, si los individuos dentro de la masa están ligados en una
unidad, tiene que haber algo que los una, y este medio de unión podría ser justamente lo
característico de la masa. Pero Le Bon no da respuesta a esta cuestión; entra a considerar
directamente la alteración del individuo dentro de la masa.
Le Bon opina que en la masa desaparecen las adquisiciones de los individuos y, por tanto, su
peculiaridad. Aflora el inconsciente racial, lo heterogéneo se hunde en lo homogéneo.
Diríamos que la estructura psíquica en los distintos individuos es desmontada, despotenciada,
y se pone al desnudo (se vuelve operante) el fundamento inconsciente, uniforme en todos
ellos.
Así se engendraría un carácter promedio en los individuos de la masa. Pero Le Bon halla que
también muestran nuevas propiedades que no habían poseído hasta entonces, y busca la
razón de ello en diferentes factores.
«La primera de estas causas consiste en que dentro de la masa el individuo adquiere, por el
solo hecho del número, un sentimiento de poder invencible que le permite entregarse a
instintos que, de estar solo, habría sujetado forzosamente. Y tendrá tanto menos motivo para
controlarse cuanto que, por ser la masa anónima, y por ende irresponsable, desaparece
totalmente el sentimiento de responsabilidad que frena de continuo a los individuos»
No hace falta atribuir mucho valor a la emergencia de nuevas propiedades. Bastaría con decir
que el individuo, al entrar en la masa, queda sometido a condiciones que le permiten echar
por tierra las represiones de sus mociones pulsionales inconscientes. Las propiedades en
apariencia nuevas que entonces se muestran son las exteriorizaciones de eso inconsciente que
sin duda contiene toda la maldad del alma humana; en estas circunstancias, la desaparición de
la conciencia moral o del sentimiento de responsabilidad no ofrece dificultad alguna para
nuestra concepción.
«Una segunda causa, el contagio, contribuye igualmente a hacer que en las masas se
exterioricen rasgos especiales y a marcar la orientación de estos. El contagio es un fenómeno
fácil de comprobar, pero inexplicable. En la multitud, todo sentimiento y acto son contagiosos,
y en grado tan alto que el individuo sacrifica muy fácilmente su interés personal al interés
colectivo. Esta aptitud es enteramente contraria a su naturaleza, y el ser humano solo es capaz
de ella cuando integra una masa»
«Una tercera causa, determina en los individuos de una masa particulares propiedades, muy
opuestas a veces a las del individuo aislado. Me refiero a la sugestionabilidad, de la cual el
mencionado contagio es solo un efecto»
«Los principales rasgos del individuo integrante de la masa son, entonces: la desaparición de la
personalidad consciente, de los sentimientos e ideas en el mismo sentid por sugestión y
contagio, y la tendencia a transformar inmediatamente en actos las ideas sugeridas. El
individuo deja de ser él mismo; se ha convertido en un autómata carente de voluntad»
Se ha citado tan por extenso a Le Bon para demostrar que afirma realmente el carácter
hipnótico del estado del individuo dentro de la masa. No se propone contradecirlo, solo se
pone de relieve que las dos causas de alteración del individuo en masa, el contagio y la
sugestionabilidad acrecentada, no se encuentran en pie de igualdad, ya que el contagio ha de
ser también una exteriorización de la sugestionabilidad. Tampoco parecen nítidamente
separados los efectos de ambos factores. La mejor interpretación de su tesis consiste en referir
el contagio al efecto que los miembros singulares de la masa ejercen unos sobre otros,
mientras que los fenómenos de sugestión discernibles en la masa remitirán a otra fuente.
Resta todavía un punto de vista importante para formular un juicio sobre el individuo de la
masa: «Además, por el mero hecho de pertenecer a una masa organizada, el ser humano
desciende varios escalones en la escala de la civilización. Aislado, era quizás un individuo culto;
en la masa es un bárbaro, una criatura que actúa por instinto. Posee la espontaneidad, la
violencia, el salvajismo y también el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos» (p. 17).
Le Bon se detiene particularmente en la merma de rendimiento intelectual experimentada por
el individuo a raíz de su fusión en la masa. Dejamos ahora a los individuos y pasamos a la
descripción del alma de las masas tal como Le Bon la bosqueja
La masa es impulsiva, voluble y excitable. Es guiada casi con exclusividad por el inconsciente.
Los impulsos a que obedece pueden ser nobles o crueles, heroicos o cobardes; pero, en
cualquier caso, son tan imperiosos que nunca se impone lo personal. Nada en ella es
premeditado. Abriga un sentimiento de omnipotencia; el concepto de lo imposible desaparece
para el individuo inmerso en la masa.
La masa solo es excitada por estímulos desmedidos. Quien quiera influirla no necesita
presentarle argumentos lógicos; tiene que pintarle las imágenes más vivas, exagerar y repetir
siempre lo mismo.
Para juzgar correctamente la moralidad de las masas, es preciso tener en cuenta que al
reunirse los individuos de la masa desaparecen todas las inhibiciones y son llamados a una
libre satisfacción pulsional todos los instintos crueles, brutales, destructivos que dormitan en
el individuo. Pero bajo el influjo de la sugestión, las masas son capaces también de elevadas
muestras de abnegación, desinterés, consagración a un ideal. Puede hablarse de una
moralización del individuo por la masa.
Le Bon identifica el alma de las masas con el alma de los primitivos. En las masas, las ideas
opuestas pueden coexistir y tolerarse sin que su contradicción de lógica dé por resultado un
conflicto. Lo mismo ocurre en la vida anímica inconsciente de los individuos, de los niños y de
los neuróticos.
Además, la masa está sujeta al poder de las palabras; estar provocan las más temibles
tormentas en el alma de las masas, y pueden también apaciguarla.
Y, por último, las masas nunca conocieron la sed de la verdad. Piden ilusiones, a las que no
pueden renunciar. Lo irreal siempre prevalece sobre lo real, lo irreal las influye casi con la
misma fuerza que lo real. Su visible tendencia es no hacer distingo alguno entre ambos.
Lo que Le Bon dice acerca del conductor de las masas es menos exhaustivo. En su opinión, tan
pronto como unos seres vivos se encuentran reunidos en un cierto número, se ponen
instintivamente bajo la autoridad de un jefe. La masa es un rebaño obediente que nunca
podría vivir sin señor. Tiene tal sed de obedecer que se subordina instintivamente a cualquiera
que se designe su señor.
Si la necesidad de la masa solicita un conductor, este tiene que corresponderle con ciertas
propiedades personales. El conductor debe estar fascinado por una intensa creencia; debe
poseer una voluntad poderosa, imponente, que la masa sin voluntad le acepta.
Por otra parte, Le Bon atribuye tanto a esas ideas como a los conductores un poder misterioso,
irresistible, que denomina prestigio. El prestigio es una suerte de imperio que ejerce sobre
nosotros un individuo, una obra o una idea. Paraliza por completo nuestra capacidad de crítica
y nos llena de asombro y respeto.
Se tiene la impresión de que las consideraciones de Le Bon sobre el papel del conductor y el
prestigio no están a la altura de su brillante descripción del alma de las masas.
Según Hardt y Negri, hoy en día solo es posible conducir la acción política encaminada a la
transformación y a la liberación sobre la base de la multitud. Para comprender este concepto
en su forma más general y abstracta, hay que contrastarlo con el concepto de pueblo.
Esa definición de multitud plantea numerosos problemas conceptuales y prácticos, pero debe
quedar claro desde el principio que el desafío de la multitud es el desafío de la democracia. La
multitud es el único sujeto social capaz de realizar la democracia.
Conviene tener en cuenta la extensión que alcanza la dominación del capital. El capital ya no se
limita a regir determinadas áreas de la sociedad. Conforme su dominio impersonal se extiende
a través de toda la sociedad, el imperio capitalista tiende a convertirse en un «no lugar»; en
realidad, todos los lugares. Fuera del capital ya no hay nada, como tampoco hay nada fuera de
la lógica del biopoder, y ese paralelismo no es casual, porque capital y biopoder funcionan en
íntima unión. Los lugares de explotación, por el contrario, siempre son determinados y
concretos, y por consiguiente se plantea la necesidad de entender la explotación sobre la base
de los lugares concretos donde se localiza y las formas específicas en que está organizada. Esto
ha de permitirnos articular tanto una topología de las distintas figuras del trabajo explotado
como una topografía de su distribución especial en el mundo. Este análisis tiene su utilidad,
porque el lugar de explotación es la principal localización donde surgen actos de rechazo y de
éxodo, de resistencia y de lucha. El análisis nos llevará a la crítica de la economía política de la
globalización, basada en las resistencias a la formación del cuerpo del capital global y en el
potencial liberador de los poderes comunes y compartidos por la multitud trabajadora global.
Pichon Rivière, E. (1982). Freud: Punto de partida de la Psicología Social:
Según Pichón Rivière, Sigmund Freud señala claramente su postura frente al problema de la
relación entre psicología individual y psicología social o colectiva en su trabajo Psicología de las
masas y análisis del yo.
En la introducción del libro Freud afirma que la psicología individual es al mismo tiempo y
desde el principio psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado. Refiere
a las relaciones del individuo con sus padres, sus hermanos, con la persona objeto de amor y
con su médico, relaciones que pueden ser consideradas como fenómenos sociales.
Siguiendo a Pichón Rivière, podemos observar que se trata de relaciones sociales externas que
han sido internalizadas, relaciones que denominamos vínculos internos, y que reproducen en
el ámbito del yo relaciones grupales o ecológicas. Estas estructuras vinculares que incluyen al
sujeto, el objeto y sus mutuas interrelaciones, se configuran sobre la base de experiencias
precocísimas; por eso excluimos de nuestros sistemas el concepto de instinto, sustituyéndolo
por el de experiencia. Asimismo, toda la vida mental inconsciente debe ser considerada como
la interacción entre objetos internos, en permanente interrelación dialéctica con los objetos
del mundo exterior.
Freud alcanzó por momentos una visión integral del problema de la interacción hombre-
sociedad, sin poder desprenderse, sin embargo, de una concepción antropocéntrica que le
impide desarrollar un enfoque dialéctico.
Las condiciones de un pensamiento: “Sabemos muy bien que con estos ejemplos tomados de
la patología no hemos agotado la esencia de la identificación, y por tanto hemos dejado una
parte intacta en el enigma de la formación de masa” (Sigmund Freud).
Según Raggio, una condición básica de estos escritos es la de tomar la referencia freudiana
fuera de todo disciplinamiento, o sea, como un pensamiento inaugural, que, como tal,
requiere ser desplegado, no repetido y reverenciado.
En el punto exacto donde una tradición había casi confundido “la identificación” con “la
identidad”, donde se había detenido su acto creativo, reaparece su inquietud, su imposibilidad
de clausura. El movimiento es así, condición de existencia de los procesos identificatorios, no
hay identificación sin acto. El régimen que más le conviene a la identificación es el del verbo.
Desde aquí la identidad no es otra cosa que la cristalización del proceso identificatorio, su
detención y clausura en el punto donde se instala la ficción moderna del “individuo” y su
sacrosanta “mismidad”.
Señalamos, además, que Freud no estaba interesado en la “identidad” y sus derivaciones
metafísicas, sino que sus preocupaciones estaban dirigidas a los procesos identificatorios
inmanentes a las formaciones colectivas. Solamente la función del olvido es capaz de encerrar
la problemática de las identificaciones en el universo del sujeto. No existe captura categorial ni
filosofía del sujeto capaz de reducir la perspectiva freudiana de la identificación y los procesos
colectivos a la simpleza de la dramática burguesa y privada del sujeto.
Los procesos identificatorios son fenómenos que están indisolublemente ligados y abiertos a
una diversidad de formaciones colectivas y sus modos específicos de producción subjetiva. A
esto se refiere también a la complejidad. Trabajar con ella supondrá arremeter contra los
dualismos naturalmente instalados y las categorías simplificadoras. Ya no habrá un “afuera”
social que, en el mejor de los casos, se limitará a “influenciar” o “producir efectos” en un
inmaculado “adentro” psíquico. Lo social es, desde este punto de vista, el material mismo con
el cual está constituida nuestra “interioridad”.
Otra condición elemental de esta propuesta es la elección del problema. Allí donde el
dogmatismo de la respuesta había obturado cualquier producción de conocimientos,
colocamos la perspectiva del problema. El problema hace referencia directa a un área de
desconocimiento, a un área donde el requerimiento es justamente la producción del
conocimiento. Es la elección del investigador, que es también una elección ética: la ubicación
de la producción de conocimientos por encima de cualquier adhesión doctrinaria y su
correlativa voluntad de adoctrinamiento.
Casi toda la psicología de nuestro siglo hereda como algo natural y obvio toda la ficción
burguesa del individuo y su individualidad. Se consagran así el estudio del “discreto encanto”
del nuevo objeto, denominado ahora “psiquismo”, recluyendo en su imaginario ámbito interno
toda la fenomenología de los procesos subjetivos. Queda así una vez más legitimado nuestro
sujeto e independizado de sus condiciones sociales de existencia (institucionales,
organizacionales, comunitarias, etc.), que a partir de ese momento se limitarán, en todo caso,
a ejercer una mera “influencia” sobre el mismo. Vale redundar que lo social no es algo
“externo” al supuesto “sujeto psíquico”, sino que es la materia misma con la cual está
conformado.
Estos textos y las direcciones en ellos elaboradas están anclados en los aconteceres y
devenires históricas de nuestras realidades latinoamericanas. Refieren a una ética en la que el
pensamiento deviene crítico y transformación de la realidad en la cual se produce, es también
y por lo tanto una propuesta de trabajo. Dejemos jugadas entonces estas líneas a su favor,
sabiendo que su provenir dependerá siempre de lo que sus lectores puedan seguir abriendo.
Módulo 3: Interaccionismo simbólico y teoría de las representaciones sociales
Miranda, M. (2003). Pragmatismo, Interaccionismo simbólico y Trabajo Social:
4.5. Mead y Watson. Conductismo y Conductismo social: El campo de la Psicología Social, que
sería una rama de la Psicología general, no sería otro que el estudio de la experiencia y la
conducta de un organismo individual o personal, como dependiente del grupo social a que
pertenece. La mente y las personas son, esencialmente productos sociales, productos o
fenómenos del aspecto social de la experiencia humana. La Psicología Social pone el énfasis en
ciertos factores de la situación de la que la psicología individual hace abstracción. Ahora bien,
“nuestro ángulo de enfoque es conductista, pero, a diferencia del conductismo watsoniano,
reconoce las partes del acto que no aparecen a la observación externa, y pone el acento sobre
el acto del individuo humano en su situación social natural”.
El conductismo inspirado en Watson elude una referencia a la conciencia, lo que no satisface a
Mead: “Desea en pocas palabras negar por completo su existencia como tal. Watson insiste en
que el comportamiento objetivamente observable constituye, completa y exclusivamente, el
campo de la psicología científica, individual y social. Deja a un lado, como errónea, la idea de
“espíritu” o “conciencia”, e intenta reducir todos los fenómenos “mentales” a reflejos
condicionados y similares mecanismos psicológicos, en resumen, a términos puramente
conductistas.
En el apartado titulado “El programa del conductismo” y tras un recorrido por diferentes
terrenos de los que se preocupa la psicología, Mead concluye: Es psicología social cuando las
condiciones son sociales. Es conductista cuando el enfoque de la experiencia se hace a través
de la conducta.
4.6. Mead y el Trabajo Social: Mead considera el acto social como la “unidad más primitiva”
de su teoría, es el concepto–base de donde emergen todos los demás aspectos del análisis de
Mead. “El acto social no es explicado construyéndolo a partir de estímulo más reacción” afirma
Mead. “Un acto social puede ser definido como un acto en que la ocasión o estímulo que libera
a un impulso se encuentra en el carácter o conducta de un individuo vivo que pertenece al
ambiente específico del individuo que experimenta un impulso” El acto social tiene
componentes externos e internos. Una parte del acto es observable y en esto coincide con el
conductismo de Watson. En el análisis del acto social es cuando Mead se aproxima más al
enfoque del conductismo y se centra en el estímulo y la respuesta, afirma Ritzer. Pero en
opinión de Mead, no todo es observable: “no se puede pasar por alto la experiencia interna del
individuo, la fase interior de ese proceso o actividad.
Siguiendo el reciente análisis de Ritzer (1995:221 y ss.), Mead identificó cuatro fases
fundamentales e interrelacionadas del acto social: las cuatro representan un todo orgánico; en
otras palabras, están interrelacionadas dialécticamente. La primera fase es la del impulso, la
necesidad de hacer algo como respuesta. La segunda fase del acto es la percepción. Las
personas perciben a través de los sentidos, pero implica no sólo estímulos como las imágenes
mentales que crean. La tercera es la fase de la manipulación. Es la acción que la persona
emprende con respecto al objeto que ha sido percibido. La cuarta fase es la consumación.
4.7. Los procesos mentales y la mente: Para Mead, mind, la mente, no es algo biológico, o un
órgano determinado del cuerpo, sino un proceso a través del cual, mediante significados de
percepción y comunicación, los seres humanos seleccionan e interiorizan el significado. En la
perspectiva de Mead, existen diversos niveles de conciencia desde las sensaciones de algunos
animales hasta la conciencia simbólica humana. El nivel más bajo de conciencia iría unido a las
percepciones. Hay otro tipo de conciencia que es específicamente humana: la que va unida al
significado. Esta implica la capacidad del lenguaje y la capacidad de mantener una
conversación interna. Describir verbalmente ayudaría a la toma de conciencia respecto al
objeto descrito. Pero en Mead podemos encontrar otra acepción de “mind”. Se trata de la
inteligencia reflexiva o conciencia reflexiva. Es la forma más alta de conciencia que aparece a
través del uso de símbolos significantes. Este tipo de conciencia es además la que nos permite
unir pasado, presente y futuro dado que, aprovechamos las experiencias del pasado,
adoptamos una decisión entre varias, teniendo en cuenta sus implicaciones para el futuro. Así
pues, para Mead y para los interaccionistas simbólicos, la mente deriva de la interacción en el
siguiente sentido: a través del proceso interactivo de socialización, el individuo desarrolla el
lenguaje y la habilidad de tomar el rol de los otros, y de tratar al sí-mismo como objeto. El
lenguaje y la existencia de un self que participa en el diálogo interno capacita al animal
humano a emplazarse a sí mismo en el futuro, y a imaginar las consecuencias de su conducta,
convirtiéndose por ello en una criatura que planifica, esto es, en una criatura con mente
(Etxeberría, A. y Páez D. 1987:74). Así pues, la mente debe ser entendida como proceso y no
como una estructura. Para Mead es algo funcional, que se encuentra en la relación del
individuo y su entorno, es una fase del proceso social y no es algo que se puede situar
simplemente en el cerebro.
4.8. El self: Sánchez de la Yncera (1994:2206), mantiene que Mead inició el estudio del self y
de la self-consciousness con una fuerte influencia del hegelianismo. Para este autor el self es
la forma reflexiva de la experiencia del sujeto humano que resultará de la adquisición, en el
curso de la interacción social, de un significado del yo individual desde el punto de vista de las
relaciones (significativas) de conducta en un contexto intersubjetivo.
4. 9. “Mí” y “yo”: “El “yo” es la reacción del organismo a las actitudes de los otros; el “mí” es la
serie de actitudes organizadas de los otros que adopta uno mismo. Las actitudes de los otros
constituyen el “mí” organizado, y luego uno reacciona hacia ellas como un “yo”. El “yo” es la
acción del individuo frente a la situación social que existe dentro de su propia conducta, y se
incorpora a su experiencia sólo después de que ha llevado a cabo el acto. Entonces tiene
conciencia de éste. “La comunidad o grupo social organizados que proporciona al individuo su
unidad de persona pueden ser llamados “el otro generalizado”. La actitud del otro
generalizado es la actitud de toda la comunidad. (...) Es en la forma del otro generalizado que
los procesos sociales influyen en la conducta de los individuos involucrados en ellos y que los
llevan a cabo. (Mead, 1993: 184). En la interpretación de Úriz (1993:187) el yo es el aspecto
activo del self, mientras que el mí es el aspecto pasivo, conservador, que interioriza las
actitudes de los otros. Este aspecto conservador sería el responsable de la estabilización de la
sociedad, de su mantenimiento y conservación dentro de un orden establecido. Lo
característico de la respuesta del yo, dice Sánchez de la Yncera, es su carácter novedoso,
incierto, que constituye la especificidad del yo. De esta característica del yo proviene la
capacidad de iniciativa, de novedad que se puede observar en la conducta humana. Mead
acostumbraba a vincular ese aspecto de la personalidad humana con el avance de la sociedad
e incluso con el avance de la ciencia.
4.10. Comunicación, sociedad humana y democracia: La comunicación humana, escribe
Sánchez de la Yncera, (1994:313) se caracteriza entonces, por la existencia de un plano de
participación de los sujetos en una perspectiva común, que Mead imputa a la peculiar
mediación que permite cierto “mecanismo psicológico” que describe como “taking the role of
the other”. Esa mediación abre a los sujetos, incluso, la perspectiva general de la comunidad
en la que viven y actúan. No se trata de un mecanismo secundario. Está relacionado con la
adquisición de la inteligencia individual y con el dominio colectivo de la realidad.
“El ideal de la sociedad humana es un ideal que une tan estrechamente a los individuos en sus
interrelaciones, que desarrolla tan completamente el necesario sistema de comunicaciones,
que los individuos que ejercen sus propias funciones peculiares pueden adoptar la actitud de
aquellos a quienes afectan. El desarrollo de la comunicación no es simplemente una cuestión
de ideas abstractas, sino un proceso de poner la propia persona en el lugar de la actitud de la
otra persona, de comunicarse por medio de símbolos significantes.”
Iñiguez, L. 2005: Nuevos debates, nuevas ideas y nuevas prácticas en la psicología social de la
era ‘post-construccionista’:
Puede afirmarse que la Psicología Social contemporánea dominante ha perdido cualquier
interés por el debate intelectual. Sin embargo, ha sido el Construccionismo social quizás la
única corriente que se ha erigido como uno de los interlocutores en los debates
contemporáneos de la Filosofía y de las Ciencias Sociales. Efectivamente, en los años ochenta
del siglo pasado, este tipo de perspectiva penetra en el conjunto de las Ciencias sociales y,
específicamente, en la Psicología social y se convierte en revulsivo en un contexto disciplinar
marcado por una ortodoxia heredera del positivismo. Encuentra una fuerte oposición y las
voces en contra se alzan potentes y descalificadoras, llegando a la amenaza de exclusión,
cuando no a la exclusión misma, de todas aquellas personas que se sentían atraídas por este
programa.
El punto de vista socioconstruccionista: no se puede ofrecer una definición única de
“construccionismo social”. Más bien, se pueden detallar ciertos elementos y supuestos que,
vistos en conjunto, podrían representar esa “perspectiva”, o como ha dicho Tomás Ibáñez
(1994) ese “movimiento”. Podríamos decir que los elementos que definen una posición
construccionista son: antiesencialismo (las personas y el mundo social somos el resultado, el
producto, de procesos sociales específicos); relativismo (la “Realidad” no existe con
independencia del conocimiento que producimos sobre ella o con independencia de cualquier
descripción que hagamos de ella); el cuestionamiento de las verdades generalmente aceptadas
(el continuo cuestionamiento de la “verdad”, poniendo en duda sistemáticamente el modo
cómo hemos aprendido a mirar el mundo y a mirarnos a nosotros mismos); determinación
cultural e histórica del conocimiento, y el papel conferido al lenguaje en la construcción social
(La realidad se construye socialmente y los instrumentos con los que se construye son
discursivos).
Posicionamientos: las consecuencias de la epistemología feminista El escenario actual de las
Ciencias sociales y humanas no sería lo que es sin las aportaciones de la epistemología
feminista. Ha cuestionado y puesto de manifiesto la relación íntima e inextricable existente
entre un sujeto que percibe y aborda la comprensión de un objeto, y el objeto concreto sobre
el que enfoca su mirada. Ningún objeto es neutro, está teñido y atravesado por significados e
implícitos, y la mirada con que se aborda, la epistemología y metodologías que lo
“desentrañan”, es una mirada de género. Todo ello no es sino una prueba más de que el
modelo de conocimiento de las sociedades occidentales es ideológico, y que procede y se
contrasta fundamentalmente a partir de las experiencias masculinas. Tal como sostiene Evelyn
Fox Keller (1985), la presunta neutralidad y objetividad de la ciencia, en sus aspectos
psicológico y cognitivo, es una construcción masculina. Un sujeto de conocimiento es un sujeto
con una preconcepción del mundo, no un individuo abstracto, a histórico e incorpóreo. Por
tanto, la subjetividad está situada y se encuentra tanto en el sujeto como en el objeto, así
como en la relación que se establece entre ellas.
La perspectiva epistemológica feminista critica toda teoría que se pretenda universal. Para
ello, se basa en la subjetividad y la concepción fragmentada de las subjetividades (Donna
Haraway, 1991), lo que en el ámbito de la epistemología significa tener en cuenta las
particularidades de los sujetos de conocimiento y del propio objeto del mismo. Así pues,
utilizar las producciones y formulaciones de la epistemología feminista implica considerar que
cualquier teoría de la ciencia no puede establecer de manera estándar la comprensión de su
objeto de estudio sin reflexionar acerca de quién es el sujeto de conocimiento, qué posición
ocupa, cómo está influyendo el género en los métodos utilizados y, una cuestión central, qué
podemos entender por ciencia. La riqueza de la epistemología feminista radica en su claro
posicionamiento de crítica social. Los principios orientadores de las teorías y prácticas
feministas se han materializado en duras críticas hacia los procesos sociales, políticos,
históricos de desigualdad y dominación. El concepto de transformación de las relaciones
sociales sigue teniendo su vigencia desde las primeras formulaciones y sigue siendo el motor
de orientación de todos sus desarrollos teórico-conceptuales. Pero el pensamiento feminista
no ha conseguido únicamente cambios en los planos vistos hasta el momento. Para una
agenda postconstruccionista otras aportaciones son también extraordinariamente
importantes. En particular, me referiré a continuación a la performatividad.
La Performatividad Como sabemos, una de las críticas más crudas al construccionismo ha
consistido en atribuirle un cierto idealismo lingüístico. No hay problema en reconocer que, al
enfatizar la importancia del lenguaje y la naturaleza discursiva de las prácticas sociales, el
socioconstruccionismo ha contribuido a desencializar, denaturalizar y des-psicologizar al
individuo y a los procesos pisco-sociales. Pero seguramente eso también le ha llevado a
desatender lo que podría ser llamado “prácticas no lingüísticas”. No es el caso de todo el
construccionismo, pues una lectura foucaultiana del discurso y la práctica discursiva no anula
ni desprecia la materialidad, sino que más bien la re-coloca en otro lugar del escenario. No
obstante, siempre se puede decir que quizás se ha ignorado en demasía el efecto de objetos y
materialidades que generan sus efectos utilizando medios no estrictamente lingüísticos. Judith
Butler ha perfilado la noción de performatividad. Máxima representante de la “teoría querer”,
su planteamiento viene a revolucionar las nociones de identidad, subjetividad y prácticas de
subjetivación que se ilustra en su análisis-propuesta en torno a la producción pre formativa de
la identidad sexual.
Se trata de una posición antiesencialista que niega tanto el carácter natural de la identidad
como su carácter fijo y estable. La identidad es una construcción social, efectivamente, pero
una construcción que debe entenderse como un proceso abierto a constantes
transformaciones y redefiniciones.
El mantenimiento de una psicología social crítica Hasta aquí he descrito brevemente algunos
elementos característicos del construccionismo social, algunos de los problemas que se le
plantean, así como el esbozo de nuevas tendencias y orientaciones que se han ido gestando en
los últimos años, a veces en paralelo y otras al lado del construccionismo. Todo ello permite,
creo, rediseñar la caja de herramientas para una “refundación” de una perspectiva crítica. En
este sentido, pretende ser una contribución más a una perspectiva que ha sido etiquetada
unas veces como “Psicología Social Crítica”. Una “Psicología social crítica” sería la consecuencia
de un continuo cuestionamiento y problematización de las prácticas de producción de
conocimiento y por tanto tiende a recoger la mayor parte de las características que he
enunciado, es decir, la historicidad del conocimiento, el carácter interpretativo del ser
humano, un punto de vista construccionista, la reflexividad del conocimiento, las aportaciones
de la epistemología feminista y del conocimiento situado, la eclosión de los estudios sociales
de la ciencia y la tecnología, la performatividad, etc. Sin embargo, si hasta hace poco tanto en
lo que se refiere a las asunciones ontológicas, como epistemológicas, metodológicas, políticas,
etc.
Módulo 5: Psicología comunitaria latinoamericana
Giorgi, V., Rodríguez, A., y Rudolf, S. (2011). La Psicología Comunitaria en el Uruguay:
PC: Psicología Comunitaria
En Uruguay, el reconocimiento de la PC como subdisciplinas es relativamente reciente y tiene
una impronta singular. Para que una subdisciplinas sea reconocida como campo de saberes y
prácticas definidas dentro de una profesión, debe alcanzar cierta intensidad y autonomía
relativa en cuatro ejes: 1. Prácticas profesionales basadas en instrumentos técnicos y
socialmente reconocidos 2. Cuerpo teórico que se reconozca como propio de esa orientación
3. Criterios epistemológicos 4. Aspectos filosóficos e ideológicos que contienen definiciones
acerca de elementos mediadores para asumir un posicionamiento ante los fenómenos
emergentes en su campo de conocimiento.
En la PC en Uruguay, estos ejes no se desarrollan de forma armónica ni acompasada. Esto
dificulta el reconocimiento de un punto de partida en su historia. Caracterización y
delimitación temporal de las fases históricas.
Fase 1. Los orígenes de una identidad. Desde los orígenes hasta 1973 Esta primera etapa se
extendió desde los orígenes hasta el inicio de la dictadura. Los primeros acercamientos a lo
que llamamos PC se asocian a la extensión Universitaria. Consiste en el desarrollo de
intervenciones sistemáticas que buscan contribuir a la solución de problemas de interés social.
Se caracteriza por el dialogo con los agentes sociales involucrados, generando un intercambio
de saberes. Por primera vez se utiliza la expresión PC en un artículo publicado por Carrasco.
Fase 2. Represión y silencio (1973-1980) Es la etapa de la dictadura. Las actividades en el
campo de lo comunitario se caracterizaron por su baja visibilidad y quedaron limitadas a los
espacios de las ONG donde comenzaron las influencias en la educación popular
latinoamericana, que tendrá relevancia en las etapas posteriores. Terminó en 1980 con la
derrota en las urnas del proyecto constitucional propuesto por el gobierno dictatorial.
Fase 3. La primavera instituyente (1980-1989) Esta fase incluyó el periodo de debilitamiento de
la dictadura, la restauración democrática en 1985 y el primer gobierno postdictadura. Muchos
desarrollos que permanecían invisibles del período anterior salieron a la luz. El retorno de
muchos universitarios del exilio movilizó el ambiente cultural y académico. Fue el momento de
reorganización de las organizaciones populares. La recuperación de la institucionalidad
democrática se caracterizó por la tensión entre la restauración de las lógicas organizativas
predictadura y las propuestas institucionales que se habían insinuado en las últimas etapas de
la lucha antidictatorial.
Fase 4. Neoliberalismo y crisis (1990 – 2004) Período de auge neoliberal en la región. La
atmósfera cultural y social se caracterizó por la resignación, el descrédito de las iniciativas
colectivas, el auge del consumismo, la fragmentación y la competencia. El estado redujo su
intervención en el campo de las políticas públicas. Los espacios académicos fueron atravesados
por la controversia acerca del conocimiento como bien de mercado o como derecho humano
universal. Fue el momento del surgimiento de distintas universidades privadas. El período se
cerró con la crisis de 2002, cuando el modelo se resquebrajó definitivamente. Resurgieron las
iniciativas colectivas y autogestivas como forma de afrontar la situación de adversidad que
enfrentaba la población.
Fase 5. Esperanza: entre los cambios y la continuidad (2005 a la actualidad) En el año 2005
asumió un gobierno de izquierda que se propone recuperar el papel del Estado en la sociedad
y recomponer la malla de protección social, para lo cual realiza fuertes inversiones. Este es un
momento de desarrollo de las políticas sociales y de la elaboración de planes en los cuales se
incorporan concepciones propias de la PC. Se abre un escenario donde la actividad profesional
y la académica tuvieron un renovado impulso y enfrenta nuevos desafíos.
Dimensiones para el análisis Para orientarnos en la reconstrucción histórica de las diferentes
fases, tomemos en cuenta las siguientes dimensiones: 1. Las prácticas psicológicas en la
comunidad 2. Aspectos ideológicos, éticos y de cosmovisión 3. Desarrollo académico y su
reconocimiento 4. Marcos y referentes teóricos 5. Relación con el Estado y sus instituciones
Montenegro, M., Rodríguez, A. y Pujol, J. (2014): La Psicología Social Comunitaria ante los
cambios en la sociedad contemporánea: De la reificación de lo común a la articulación de las
diferencias:
En primer lugar, la praxis de la PSC se dirige a subsanar los problemas concretos derivados de
un modelo de sociedad que reproduce y consolida relaciones de dominación, ancladas en las
formas hegemónicas de pensar y actuar enquistadas en las ciencias sociales. Se trata de
potenciar la capacidad de acción de la comunidad para la transformación social. La
profundización de los procesos de fragmentación y desvinculación social dificultan, sin
embargo, la construcción de valores e intereses ―comunes‖ sobre los que se construye y
promueve la PSC y que constituyen la base para una acción colectiva. Asistimos, en segundo
lugar, a la apropiación capitalista y pérdida de potencial crítico de los principales conceptos de
la PSC (comunidad, problematización, participación, autogestión, fortalecimiento, etc.), que
deriva en prácticas que con efectos contrarios a los perseguidos. Este es resultado de la
captura de conceptos y prácticas por agentes no interesadas en las producciones de cambios
sociales profundos que deriven en intervenciones acríticas, voluntaristas e ingenuas;
insensibles a las relaciones de poder que atraviesan el espacio social.
Los cambios socioeconómicos y las formas en que se desarrolla la práctica comunitaria están
probablemente interrelacionadas. La interrelación entre la esfera económica y la cultural
debilita los pilares básicos sobre los que se asienta la PSC: sujetos con sentimiento de
comunidad anclados en un espacio e identidad común y susceptibles de ofrecer su tiempo y
esfuerzo para mejorar la comunidad.
De esta manera, suele instituirse un sujeto agradecido que personifica la política en la persona
que ejerce como operadora social y donde aquella queda invisibilizada en su más profundo
sentido político de incidir sobre la desigualdad social.
Las acciones comunitarias toman como delimitador el criterio geográfico, en base al alcance de
las relaciones cotidianas de las personas participantes, por lo que se intensifica la acción en
aquellos espacios donde confluyen la mayor parte de relaciones. Esta aproximación tiende a
vincular la noción de comunidad con el espacio físico y el territorio. Si bien varias autoras de la
PSC coinciden en que el componente subjetivo (sentido de comunidad) es central frente al
geográfico; la práctica comunitaria tiende a superponer ambos aspectos. Sin embargo, los
procesos de segregación residencial y fragmentación social característicos de las sociedades
contemporáneas, efecto de la globalización y de las transformaciones en el mundo del trabajo.
obligan también a reconsiderar la dimensión subjetiva.
Si el construir un mismo espacio deja de generar las relaciones históricas que constituyen la
comunidad, nos encontramos con comunidades que trascienden los límites geográficos y, al
mismo tiempo, la praxis comunitaria que se desarrolla en los espacios cotidianos de
convivencia, enfrenta nuevos desafíos. La participación es otro de los pilares sobre los que se
asienta la PSC, esta ha de permitir expresar las problemáticas que atraviesa la comunidad y
elaborar, conjuntamente, formas de abordar y solucionar las mismas en tanto que las personas
que participan deben estar directamente implicadas en el diseño e implementación de las
políticas.
Una acción ―comunitaria‖ puede entrar en conflicto con una o varias de las ―otras‖
comunidades que habitan el mismo espacio geográfico, reforzando la fragmentación o
intentando imponer una idea de comunidad inexistente.
Las nuevas formas de gobernanza usan la liquidez de la amalgama comunitaria para desarrollar
intervenciones que realizan un uso estratégico de la diferencia para llevar a cabo proyectos
supuestamente participativos y comunitarios en, por ejemplo, lo que se ha venido en llamar
―modelo Barcelona‖ (Capel, 2005). Intervenciones que definen un nosotros institucional
conformado por las personas que comparten un espacio urbano aglutinadas bajo el paraguas
de la mejora de la calidad de vida, dibujando una nueva historia compartida que se aleja de la
propia para llegar a un futuro mejor de destellos neoliberales. Se trata de una construcción de
futuro que sirve a los propósitos de unas comunidades que se constituyen en oposición a
aquellas que no comparten el proyecto de salvación mesiánico. Una adecuada composición de
los intereses de los distintos fragmentos comunitarios permite elaborar una asociación
estratégica en la que, por ejemplo, comerciantes, propietarios de pisos, nuevos vecinos y
familias recién llegadas puedan alzarse en contraposición a ―los otros‖: inmigrantes, personas
mayores, e inquilinos. Todo ello bajo el significante ―queremos un barrio digno‖.
En tanto que la noción de comunidad está atravesada por el concepto de común (Montero,
2004), pensar la comunidad nos retrotrae a menudo a la metáfora de conjunto, una
agrupación de personas caracterizada por uno o varios aspectos geográficos, históricos,
culturales, afectivos, identitarios, etc. Si bien la noción de conjuntos borrosos ―puede
servirnos para comprender ese carácter móvil y en constante elaboración de la comunidad‖
(Montero, 2004, p.101), seguimos en la lógica de los conjuntos, de los que están dentro y
fuera, de aquello que se comparte, aunque sea de forma borrosa.
Durante las décadas del 60 y 70 (siglo XX) se producen una serie de movimientos sociales que
van a influir sobre los modos de hacer y de pensar de las ciencias sociales. En la psicología se
produce un vuelco hacia una concepción de la disciplina centrada en los grupos sociales,
sociedad e individuos con sus necesidades y expectativas, así como de un método de
aproximación diferente. Toda esta tendencia, responde a una sociología comprometida,
militante y dirigida a los más oprimidos y en desigualdad. El reto era enfrentar los problemas
sociales de una realidad muy concreta: el subdesarrollo de América Latina y sus consecuencias
sobre la conducta de individuos y grupos.
La separación entre ciencia y vida que advertían las Ciencias Sociales llevó a rescatar líneas de
pensamiento, con aportes dejados de lado por ser “poco científicos” al no ajustarse a la
tendencia dominante. Muchas formas de investigación comenzaron a ser revisadas y
reivindicadas, conformando una forma alternativa de hacer psicología. Lo vigente parecía
inadecuado, incompleto y parcial. Se necesitaban respuestas inmediatas, dejar de tratar a
pocos e ignorar dolencias de muchos. En los años 60 comienza a desarrollarse una nueva
práctica que va a exigir una redefinición tanto de los profesionales de la psicología, como su
objeto de estudio e intervención. La propuesta que se hacía partía de los aspectos positivos y
de los recursos de esas comunidades, buscando su desarrollo y su fortalecimiento, y centrando
en ellos el origen de la acción. Los miembros de dichas comunidades dejan de ser considerados
sujetos pasivos (sujetados) de la actividad de los psicólogos, para ser vistos como actores
sociales, constructores de su realidad. El énfasis estará en la comunidad y no en el
fortalecimiento de las instituciones.
1. Búsqueda de teorías, métodos y prácticas que permitiesen hacer una psicología que
contribuyese no solo a estudiar, sino principalmente a aportar soluciones a los problemas
urgentes que afectaban a las sociedades latinoamericanas.
2. Redefinición de la psicología social, a la vez que se va más allá del objeto de esa rama de la
psicología.
4. Careció de un lugar académico y profesional propio hasta bien entrada la década de los 80.
5. Orientación hacia la transformación social. El norte de esta rama es el cambio social, muchas
veces definido en función de la noción de desarrollo.
6. La certeza del carácter histórico de la psicología como ciencia, de la comunidad como grupo
social y del sujeto humano. Esto es, comprender que surgen y son parte de un espacio y de un
tiempo y se dan en relaciones construidas cada día, colectivamente, en procesos dialécticos de
mucha influencia.
A partir del 60, se construyó una nueva forma de hacer psicología. En un principio, fue con
cautela, mientras que al mismo tiempo se rompieron ciertas fronteras, se crearon nuevos
métodos y técnicas partiendo de las formas menos tradicionales de actuar e investigar, etc.
El saber y las practicas, permitieron que en los 80 apareciera un método ya más dibujado, y a
mitad de los 80 se dio paso a la teoría a través de la generación de conceptos, explicaciones e
interpretaciones. 10 años después estamos inmersos en la problemática epistemológica, con la
presencia de un modelo poco relacionado con el paradigma dominante. Un modelo que ha
sido construido por psicólogos que trabajan arduamente en seis frentes:
Político: da lugar a la expresión de diferentes voces dentro del hacer y el conocer e incluye
aspectos tales como la autoría y la propiedad del conocimiento producido.
Entre aquéllos y estos años... Los inicios de la PSC coinciden con los años del Mayo Francés, de
la Primavera de Praga (Checoslovaquia), de la matanza en la Plaza de Tlatelolco (México) en
1968, y del Cordobazo en Argentina
un año después, todos ellos movimientos de protesta con propósitos de transformación social
que enfrentaron la represión. Fueron años de la consolidación de la revolución socialista en
Cuba y de intentos similares en otros países como Nicaragua, abriendo esperanzas de cambio e
influyendo intelectual y políticamente en todo nuestro continente. En respuesta a estas
amenazas para el imperio surge la Alianza para el Progreso, diseñada por J. F. Kennedy en los
EEUU, con la finalidad de promover el desarrollo de un capitalismo reformista en nuestros
países, impulsando (con el fin de controlarlas) reformas agrarias que reclamaban los sectores
de izquierda y los movimientos sociales. Se instala la llamada “guerra contra la pobreza”
invisibilizando la riqueza como causa de los problemas sociales. Estos intentos reformistas
fracasan, siendo desplazados por gobiernos autoritarios como instrumento para la
instauración salvaje de una nueva fase de la evolución capitalista: la neoliberal (Borón, 2008).
Los años de la emergencia de la PSC en América Latina eran los tiempos del Concilio Vaticano II
y de la Teología de la Liberación, en diálogo con la Educación Popular desarrollada por Paulo
Freire en Brasil y con la Sociología Militante de Orlando Fals Borda en Colombia (Montero,
2004a). Estas corrientes se constituían en expresión de una intelectualidad ideologizada y
comprometida con los sectores populares; campo fértil, el de las ciencias sociales de la época,
que dio lugar a la llamada crisis de la Psicología Social para constituirse luego en una
“Psicología social como crítica” (Iñiguez, 2003), cuyas principales expresiones en nuestro
continente serían la Psicología de la Liberación, la Psicología Política y la Psicología Comunitaria
(Montero, 2004).
En primer lugar, la necesidad de estudiar e intervenir no sólo con los sectores que
experimentan las situaciones de opresión sino también de conocer y comprender las nuevas
formas de dominación que tienen lugar y las estrategias que emplean los sectores dominantes
para mantener el estatus quo.
En segundo lugar, si estamos de acuerdo que en la exclusión social lo que está afectado es el
vínculo social, hay algo del sufrimiento del sujeto excluido que tiene que ver con la mirada del
otro.
Reflexiones finales: La elección de la PSC por trabajar junto con los sujetos oprimidos, con los
que no tienen voz, quizás la haya puesto en el riesgo de reproducir relaciones coloniales sin
pretenderlo. Los desarrollos de las ciencias no son ajenos a los aconteceres macro-económicos
y políticos y mucho menos a las subjetividades que ellos producen. Sostener esas prácticas e
incorporar otras (como el trabajo con los movimientos sociales y la investigación acerca de los
mecanismos de producción de la riqueza y de la opresión), resignificando y reinventando
conceptos , favorece la posibilidad de construir posiciones estratégicas en relación a un análisis
de coyuntura que le permita identificar los puntos de emergencia más relevantes en cada
contexto socio-histórico, en articulación con las intencionalidades, los principios
fundamentales y los valores que le dieron origen y que mantienen total vigencia.
Módulo 6: Psicología social del rio de la plata
Fernández, A.M. (1986) La demanda por los grupos:
Los individuos que componen un taller no son simplemente individuos, sino que conforman un
grupo dentro del cual han desarrollado “redes informales”, es decir vínculos entre ellos como
así también con los superiores y con los reglamentos de la empresa. Su mejor rendimiento
depende más de la interrelación afectiva entre ellos que de las mejoras en sus condiciones de
trabajo.
El grupo es un todo cuyas propiedades son diferentes a la suma de las partes. El grupo y su
ambiente constituyen un campo social dinámico, cuyos principales elementos son los
subgrupos. El grupo es un campo de fuerza en "equilibrio casi estacionario". Este equilibrio no
es estático, sino dinámico, resultante de un juego de fuerzas antagónicas. Por un lado, las
fuerzas que constituyen las partes en un todo; por otro las fuerzas que tienden a desintegrar al
conjunto.
Aparece por primera vez el planteo de una moral de grupo. La embrionaria idea de grupo
asociada a un conjunto de personas en intercambio informal afectivo; comienza a vislumbrarse
la noción de un plus que tendrá el grupo con respecto a la simple sumatoria de sus
integrantes; dicho plus se evidenciará por sus efectos: mayor rendimiento. La dinámica de
grupos- Lewin, aportó principios de la Gestalt al estudio de la personalidad y posteriormente al
estudio de los grupos. Había demostrado que la percepción y el hábito no se apoyan en
elementos sino en “estructuras”. La teoría de gestalt “el todo es más que la suma de las
partes” según esta corriente la explicación de los fenómenos perceptuales debía intentarse a
través de una unidad de análisis, de un nivel distinto al de las unidades propuestas hasta
entonces. Lewin explica la acción individual a partir de la estructura que se establece entre el
sujeto y su ambiente en un momento determinado. Tal estructura es un campo dinámico, es
decir un sistema de fuerzas en equilibrio. Utiliza el método experimental para trabajar la
noción de campo dinámico, experiencia con grupos de niños a través de la construcción
experimental de tres climas sociales: autoritario, democrático y laissez faire.
Criterios episemicos de Kurt Lewin: La ley para Lewin, es ley estructural ya que establece una
relación funcional entre los aspectos de una situación; el acontecimiento depende de la
totalidad de la situación. El campo formado por la unidad funcional de persona y ambiente, la
situación es única, cambiante y caracterizada por la totalidad de las interrelaciones que se dan
en un momento determinado. Según Lewin, no tiene sentido establecer leyes de acuerdo al
criterio aristotélico, en tanto esta toma en cuenta los factores comunes a todas las situaciones
o las que aparecen con más frecuencia. Para Lewin, un grupo es un conjunto de personas
reunidas por razones experimentales o de su vida diaria, para realizar algo en común y que
establecen relaciones entre sí, conforman de esa manera una totalidad que produce mayores
efectos que los mismos individuos aislados. Es decir que el grupo es irreductible a los
individuos que lo componen en tanto estos establezcan un sistema de interdependencia: en
esto radica la fuerza o dinámica de un grupo.
Primer momento epistémico: el todo es más que la suma de las partes. Esta idea de la Gestalt
resalta la idea de totalidad. La relación todas partes es un problema cuya respuesta es siempre
compleja. El tratamiento de la relación todas partes ha tenido diferentes formas de abordaje.
Planteos estructuralistas posteriores a la Gestalt, indicaron que el problema no pasaría por
comprobar que el todo fuera más que la suma de las partes o igual, sino las partes organizan
relaciones y que tipo de relaciones conformes (ya sea entre ella o entre las artes y el todo). Un
todo pensado como un gran todo y no como las diversidades de lo múltiple. Las
reformulaciones planteadas por estos autores en tanto acentúan el carácter que posee lo
múltiple irreductible a la unidad. Piensan el todo como producido, como una parte al lado de
las partes que ni las unifica ni las totaliza, sino que se aplica a ellas organizando relaciones
transversales entre elementos que mantienen toda su diferencia en sus propias dimensiones.
El grupo imaginado como un todo más que la suma de las partes, constituye un primer
momento epistémico en la institucionalización de saberes y prácticas grupales.
Desde diferentes puntos de iniciación se inventa una nueva tecnología: el dispositivo de los
grupos; aparece un nuevo técnico: el coordinador de grupos. Una nueva convicción: los
abordajes grupales pueden operar como espacios tácticos con los que se intentará dar
respuesta a múltiples problemas que el avance de la modernidad despliega. Dispositivos
grupales se hace referencia a las diversas modalidades de trabajo con grupos que cobraron
cierta presencia propia en función de las características tericotecnicas elegidas. Los
dispositivos grupales forman parte de los dispositivos de los grupos. Los grupos no son lo
grupal.
Nudo: complejo entramado de múltiples inscripciones: todo está ahí latiendo; todas las
inscripciones están presentes en cada uno de los acontecimientos grupales; variarán sí sus
combinatorias en cada momento grupal como también su nivel de relevancia en tal momento;
pensar la cuestión de esta manera implica, aceptar que en un grupo se están generando
muchísimas más producciones que aquellas que pueden leerse o anunciarse.
Por otra parte, cabe recalcar que un candidato a psicoanalista se ve forzado a destinar a su
formación entre 40 y 50 horas semanales de trabajo-estudio-dinero, lo cual significa, o bien
una renuncia a toda otra actividad esencial por un período de cuatro años, o bien su
realización en tiempo de descanso a costa de la salud física y mental. Con todo son, en última
instancia, los pacientes, quienes pagan ese artificial sobrecargo, y sorprende ver cómo los
candidatos, pese a ese régimen de exacción, encuentran la forma de usar el lapso casi
inexistente que les resta para elevar su estándar de vida mimetizando las pautas de consumo
de les estratos superiores de la Institución.
Pero no es esa falta de liberalidad el punto clave de fractura que nos desliga de la Institución.
Sabemos que la verticalidad administrativa y el paternalismo es justamente típico de las
organizaciones liberales cuya máxima capacidad de permanecer está dada por una cierta
posibilidad que exhiben de hacer concesiones. No ignoramos que esas características de
modelo institucional son efectos indicado- A. res de la necesidad del sistema socio-político-
económico de sostenerse también sobre los pilares que le representa un poder científico
prestigiado y monopolista del conocimiento que se maneja para su producción específica con
las pautas y la ideología que el mismo sistema suministra en otros ámbitos para su
perpetuación.
Así nos formamos y así hemos formado a otros. Estamos en camino de ser y hacer otros
psicoanalistas, uniéndonos a todos aquellos que deseen colaborar en una línea afín a la
nuestra. Queremos practicar el verdadero psicoanálisis. Esta es una decisión que nos
compromete en el trabajo y la denuncia enrolándonos junto a otros científicos y profesionales
que entienden que su ciencia no puede ni debe utilizarse para construir un muro aislante que
la enajene de la realidad social ni enajene a la misma de su instrumento teórico convirtiéndolo
de esta manera en herramienta mistificante y mistificada al servicio del no-cambio. Para
nosotros, desde aquí en más, el Psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica oficial. El
Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo el ser como una definición clara
que no pasa por el campo de una Ciencia aislada y aislante, sino por el de una Ciencia
comprometida con las múltiples realidades que pretende estudiar y transformar.
Así nos formamos y así hemos formado a otros. Estamos en camino de ser y hacer otros
psicoanalistas, uniéndonos a todos aquellos que deseen colaborar en una línea afín a la
nuestra. Queremos practicar el verdadero psicoanálisis. Esta es una decisión que nos
compromete en el trabajo y la denuncia enrolándonos junto a otros científicos y profesionales
que entienden que su ciencia no puede ni debe utilizarse para construir un muro aislante que
la enajene de la realidad social ni enajene a la misma de su instrumento teórico convirtiéndolo
de esta manera en herramienta mistificante y mistificada al servicio del no-cambio. Para
nosotros, desde aquí en más, el Psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica oficial. El
Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo el ser como una definición clara
que no pasa por el campo de una Ciencia aislada y aislante, sino por el de una Ciencia
comprometida con las múltiples realidades que pretende estudiar y transformar.
Percia, M. (1989). Introducción al pensamiento grupalista en la Argentina y algunos de sus
problemas actuales:
Nos equivocamos si creemos que lo grupal está dado por un principio de esencialidad, pero
también erramos en el caso de no poder fijar las condiciones que posibilitan su trabajo. Todo
grupo está situado, determinado como posición por la coordinación, las consignas y las reglas
que encuadran su trabajo, el espacio institucional en el que se desenvuelve y la coyuntura
social en la que se inscribe. Por ello el análisis de la relación de un grupo con el dispositivo de
su conformación es imprescindible. El dispositivo fija una posición y asigna determinadas
condiciones de producción.
La “multiplicidad dramática” es una de las propuestas que mejor orientan al trabajo grupal en
los últimos años. Es un procedimiento que solicita la captación de lo uno en lo diferente. Es
una técnica que puede describirse así: un protagonista presta una escena, es decir, relata algo
que lo involucra y lo ofrece para que sea dramatizado. Luego, cada integrante improvisa otra
escena que asocia a la primera por resonancia o consonancia con algo que lo impactó. La
técnica, demás, despliega la concepción del trabajo en grupo.
El sujeto no se conoce a través de la información que el otro le da, sino en la producción de sí
que hace por medio de las palabras que el otro pronuncia por resonancia con su discurso
inicial. La captación de lo semejante es solo un momento en el trazo de otra cosa: la vacilación.
Zito Lema, V. (1993). Conversaciones con Enrique Pichon Riviére. Buenos Aires: Ediciones
Cinco:
PSICOANALISIS: Teoría a la que Pichon Rivière adhirió durante muchos años y cuya ortodoxia
criticó en algunos aspectos, señalando que: a) el antropocentrismo de Freud le impidió a éste
desarrollar un enfoque dialéctico, y) su planteo instintivista y su desconocimiento de la
dimensión ecológica le impidieron, asimismo, formularse algo que ya había vislumbrado, a
saber, que toda psicología es, en sentido estricto, social. 1. Concepto pichoniano: Pichón
Rivière cuenta su historia con el psicoanálisis, indicando que en base a los datos que obtuvo
sobre la estructura y características de la conducta tratando a sus pacientes, y orientado por el
estudio de las obras de Freud, comenzó su formación psicoanalítica que culminó, años más
tarde, en su análisis didáctico con el Dr. Garma. Señala asimismo que por entonces, "por la
lectura del trabajo de Freud sobre "La Gradiva" de Jensen tuve la vivencia de haber encontrado
el camino que permitiría lograr una síntesis, bajo el común denominador de los sueños y el
pensamiento mágico, entre el arte y la psiquiatría". A partir del tratamiento de psicóticos,
Pichón Rivière formula su teoría del vínculo en sustitución de la teoría freudiana instintivista, lo
que conducía necesariamente a definir a la psicología, en un sentido estricto, como psicología
social. Pichon Rivière reconoce a Freud el haber intuido esta última formulación, que el
creador del psicoanálisis plantea en "Psicología de las masas y análisis del Yo". Sin embargo, un
análisis más detallado del mencionado artículo reveló a Pichon Rivière que, si bien Freud
alcanzó por momentos una visión integral del problema de la interrelación hombre-sociedad,
no pudo desprenderse sin embargo, de una visión antropocéntrica que le impidió desarrollar
un enfoque dialéctico. Además, "pese a percibir la falacia de la oposición dilemática entre
psicología individual y psicología colectiva, su apego a la "mitología" del psicoanálisis, la teoría
instintivista y el desconocimiento de la dimensión ecológica le impidieron formularse lo
vislumbrado, esto es, que 'toda psicología, en un sentido estricto, es social'" (42-43). Podemos
sintetizar el análisis de Pichon Rivière sobre la "Psicología de las masas y análisis del Yo" en los
siguientes términos.
Freud comienza refiriéndose a las relaciones del individuo con sus padres, hermanos, médico,
etc., que bien pueden considerarse fenómenos sociales. Estos entrarían en oposición con
aquellos denominados por Freud narcisistas. En este punto, Pichón Rivière refiere que, de
acuerdo a los planteos de M. Klein, se trata de relaciones externas que han sido internalizadas
(los 'vínculos internos' de Pichón Rivière) y que reproducen en el yo las relaciones grupales o
'ecológicas'. Tales estructuras vinculares se configuran en base a experiencias precoces,
irreductibles a un mero instinto. Este conjunto de relaciones internalizadas "en permanente
interacción y sufriendo la actividad de mecanismos o técnicas defensivas constituye el 'grupo
interno', con sus relaciones, contenido de la fantasía inconsciente". Todo esto fue
efectivamente vislumbrado por Freud, pero, sin embargo, no pudo desarrollarlo debido a que,
como fue señalado, su posición antropocéntrica e instintivista le impidió desplazar su atención
de un ser individual a merced de sus instintos, hacia un ser social cuyo psiquismo se organiza
ante todo vincularmente. Ya fuera de la ortodoxia freudiana, del esquema conceptual de
Pichón Rivière forman parte también los planteos de Melanie Klein acerca de las posiciones
esquizoparanoide y depresiva, entendidas como configuraciones de objetos, ansiedades
básicas y defensas.
Módulo 7: Institucionalismo
Manero. R – El análisis de las implicaciones:
¿Sirve de algo preguntarse sobre las implicaciones?: Mas allá de los aportes de las teorías
mencionadas, debemos entender estos métodos como producciones que no hacen
únicamente al problema del conocimiento de los objetos en sí, sino que al mismo tiempo
producen sistemas de relaciones, practicas repetitivas que constituyen una institución. Al
mismo tiempo que elucidan parcialmente la realidad, estos verdaderos Corpus teóricos
aportan nuevos significados y contenidos al proceso de alienaron de la institución científica.
Como corolario, tendríamos que toda investigación científica consiste en un acto de
parcialización, de recorte y resignificaciones de la realidad, recorte y re significación que son la
condición misma de su existencia. Al mismo tiempo que nos permite conocer las "conexiones
parciales" entre elementos de la realidad, olvidando sus fundamentos, su propia racionalidad,
la investigación científica es un acto de ocultamiento y de mistificación de la institución
científica, es decir, mitificación de la Razón como fundamento ultimo y fin en sí mismo.
En síntesis, la implicación denotaba un proceso y un campo, que no está dado Únicamente por
la posición del intelectual en la división del trabajo, o por sus relaciones subjetivas, con el
objeto de estudio, sino por el rechazo activo y más o menos permanente al análisis de su
relación con la institución científica, y más ampliamente, con la institución del saber.
La trama de significaciones orienta y dirige la vida de los individuos. Estas significaciones son
imaginarias porque están dadas por creación, es decir, no corresponden a elementos
estrictamente reales, y son sociales porque sólo existen siendo objeto de participación de un
ente colectivo.
Las significaciones imaginarias operan en lo implícito y establecen el modo de ser de las cosas,
los valores, los individuos. Son aquello por medio de lo cual y a partir de lo cual los individuos
son producidos como individuos sociales, y en tal sentido pueden representar, accionar y
pensar de manera compatible y coherente aún en el conflicto.
¿Qué inventa una sociedad cuando se instituye como tal? Según CASTORIADIS, inventa
significaciones. Estas producciones de sentido, de sentido organizador, son condición de
representabilidad. También afirmará que aquello que mantiene unida a una sociedad e su
institución.
CASTORIADIS distingue dos tipos de significaciones imaginarias sociales: pueden ser centrales,
(creadoras de ideas organizadoras), y segundas o derivadas. La emergencia de una significación
central reorganiza, resuelve una multitud de significaciones sociales ya disponibles. Acarrea
efectos sobre la totalidad de las significaciones sociales del sistema y no pueden darse sin las
transformaciones de las actividades y de los valores. Por ejemplo, la significación de Dios es
central. Las significaciones centrales son las que dan existencia en una sociedad determinada a
la coparticipación de objetos, actos, individuos. Instituyen un modo de ser de las cosas,
condicionan y orientan el hacer y el representar sociales.
En un imaginario grupal las figuras y formas que ese número de personas inventa da cuenta de
sus razones de ser como colectivo; aquí adquieren toda su potencia las improntas de los
atravesamientos institucionales y socio-históricos. En la producción de significaciones de un
pequeño grupo se hallan presentes líneas de significación propias de ese grupo, atravesadas
por estas dimensiones. Generalmente operan en latencia. Un grupo se instituye como tal
cuando ha inventado sus significaciones imaginarias.
En este ámbito cobra interés la dimensión ilusional de los colectivos humanos. El término
ilusión ha sostenido dos líneas de significación: ficción o engaño de los sentidos, y sueño,
esperanza. Ambas lineas se despliegan en tensión.
Los sentidos encarnados: un real más real que lo real. CASTORIADIS afirma que lo
socialhistórico ha sido desconocido por el “pensamiento heredado” denomina de tal forma la
tradición platónico-aristotélica. Sin embargo no se propuso crear una teoría alternativa, sino
que se abocó a una elucidación.
Una sociedad no será jamás transparente porque los individuos nunca serán transparentes
para sí mismos. Será la dimensión ICC uno de los elementos que impedirá estructuralmente la
transparencia. Lo social tampoco puede ser pensado como una reciprocidad de relaciones
intersubjetivas; considera que lo social implica siempre algo más. Supone interioridad y
exterioridad. Lo social es lo que somos todos, y lo que no es nadie. No se trata de relaciones de
influencia sino de relaciones de inherencia. Con respecto al lenguaje también hará otra
distinción significativa. Con respecto al problema del sentido, se diferencia de las posturas
estructuralistas cuando afirma que es imposible sostener que el sentido resulta de la
combinación de signos. Considera que la combinación de signos resulta del sentido, ya que el
mundo está hecho de gente que interpreta el discurso de los demás. Para que los signos exitas,
primero es necesario que las personas hayan hablado. Según él, una de las consecuencias más
fuertes de pensar al sentido como combinatoria de signos es que se elimina la cuestión
histórica por excelencia: la génesis del sentido. O sea, la producción de nuevos significados y
significantes.
Para CASOTIRADIS el razonamiento de “lo Mismo” será una de las bases del pensamiento
identitario, que encierra al ser en la determinación. Tal reducción abrirá la posibilidad de la
construcción de saberes absolutos, la puerta de la dogmatización.
Introducción:
A. una hipótesis
B. Los instrumentos de análisis
A. Mediante análisis en situación que no se confunden con los “juegos de la verdad” de la
psicosociología no con “la higiene social” de la sociología de las organizaciones, es
posible descifrar las relaciones que los grupos y los individuos mantienen con las
instituciones. Pone de relieve que el vínculo social es, ante todo, un
acondicionamiento del no saber de los actores respecto de la organización social.
B. Residen en un conjunto de conceptos articulados como sistema de referencia del
análisis institucional.
1. Segmentaridad: En todos los casos, la unidad positiva del agrupamiento, lo que le da
su carácter de formación social (es decir: le confiere una forma, determinaciones
morfológicas observables), funciona de manera de la ideología. Los individuos no
deciden en abstracto vivir o trabajar juntos, pero sus sistemas de pertenencia y sus
referencias a numerosos agrupamientos actúan de tal modo, que pueden construirse
nuevos agrupamientos. Este carácter singular de los agrupamientos detectado por la
intervención socio analítica, toma el nombre de segmentaridad.
2. Transversalidad: Se puede definir la transversalidad como el fundamento de la acción
instituyente de los agrupamientos, en la medida en que toda acción colectiva exige un
enfoque dialectico de la autonomía del agrupamiento y de los limites objetivos de esa
autonomía. La transversalidad reside en el saber y en el no saber del indispensable
para pasar del grupo-objeto al grupo-sujeto.
3. Distancia institucional:
4. Distancia practica: Max Weber vincula dos hechos fundamentales para la comprensión
del análisis institucional, por un lado, el alejamiento creciente con respecto a la base
racional de las normas institucionales, por otro, el alejamiento creciente con respecto
a las bases racionales de las técnicas. En tales condiciones, se comprende la
importancia que tiene el concepto de distancia practica para el socio análisis, o sea,
para el análisis institucional aplicado en lugares y momentos de la practica social que
no son la educación ni la terapia.
5. Implicación institucional: Se llamará implicación institucional a el conjunto de las
relaciones, conscientes o no, que existen entre el actor y el sistema institucional. La
segmentaridad y la transversalidad actúan en el sentido de especificidad y modificar
las implicaciones de cada uno de ellos, mientras que la ideología procura uniformarlos.
6. Implicación practica: La implicación practica indica las relaciones reales que este
mantiene con lo que antes se dominó la base material de las instituciones.
7. La implicación sintagmática: Es la implicación inmediata que caracteriza la práctica de
los grupos, “la articulación de los datos disponibles para la acción”.
8. La implicación paradigmática: Es la implicación mediatizada por el saber y por el no
saber acerca de lo que es posible y lo que no es posible hacer y pensar.
9. La implicación simbólica: es la implicación que más se expresa y menos se piensa. Es el
lugar donde todos los materiales gracias a los cuales la sociedad se articula dicen,
además de su función, otra cosa: la sociabilidad misma, el vínculo social, el hecho de
vivir juntos, entenderse y enfrentarse.
10. La transferencia institucional: una especie de colectivización y exposición de la
transferencia como una nueva concepción del análisis en cuanto intervención
institucional, y del analista en cuanto actor social que se implanta en una situación
social.
2. La contratransferencia institucional del analista: El analisis es una unstitucion: esto
significa que el recurso a los analistas como intervinientes externos, efímeros o
periódicos y oagos es legitimado por el reconocimiento de cierto censo y de cierta
reglamentación respecto de este intruso, de este provocador institucional que es el
analista.
3. El analizador: Se denomina analizador a lo que permite revelar la estructura de la
institución, provocarla, obligarla a hablar. Provocación institucional por el hecho de
remitir a sistemas de referencia psicosociológicos (provocación emocional) o
psicoanalíticos. Los individuos analizadores casi nunca surgen como meras
encarnaciones de la negatividad de la institución, sino que se manifiestan poco a poco
en una relación de posición y/o de complementariedad, como “lideres” competitivos o
rivales. Se pueden distinguir tres tipos de desviantes, cuya importancia varía según el
volumen, la forma y las funciones de la organización. El tipo más habitual es el
desviante ideológico, que emite dudas sobre las finalidades y la estrategia general de
la organización, intentando agrupar a otros heresiarcas ideológicos. Constituye el
segundo tipo de desviante libidinal, que ocupa demasiado lugar en la estructura
libidinal del grupo y, con su sola presencia, arroja dudas sobre la seriedad de la
ideología o de la organización. El tercer tipo es precisamente de complementariedad,
como “lideres” competitivos o rivales. Estos tres tipos de desviantes de la situación
institucional entran en una dialéctica que corresponde a los tres momentos del
concepto de institución. El al analizador es siempre material. La institucionalización de
las relaciones entre mi cuerpo y el sistema de los objetos es lo que revela con mayor
crueldad la instancia económica en el sistema institucional. Por eso el concepto de
analizador deberá construir el objeto de las futuras investigaciones institucionales.
Se trata de un triple intento de superación que implica diversos grados de dificultad, entre
otros, la precisión en el diagnóstico para situar adecuadamente dichas dificultades. Ahora bien,
si como el AI lo postula, tanto los individuos como los grupos son concebidos como
"entrecruzamientos de referencias y pertenencias" o como "revoltijos de instituciones", es
lógico que postule que la sociología se proponga "como objeto la práctica social como
totalidad y no la refracción de la totalidad en cuadros preestablecidos de la ciencia instituida"
(Lourau, 1972:62). Los problemas empiezan cuando se intenta definir qué se entiende por
"totalidad", ya que precisamente la heterogeneidad parece constituirla completamente, y más
aún porque no parece reducirse solamente al campo sociológico. De ahí que al avanzar hacia el
segundo intento de "superación", las cosas se compliquen cada vez más.
Pero lo más importante es que cuando Lourau piensa en la noción de "totalidad" adscrita al
territorio de las ciencias sociales, descarta, por lo pronto, una síntesis que termine por
confundir todas las disciplinas en una especie de magma indiferenciado.
Lo que se puede esperar es una serie de rectificaciones de fronteras entre la sociología y sus
vecinos inmediatos: parapsicología, psicología clínica y experimental, teoría y filosofía del
Estado. [Y añade] que la dificultad se manifiesta en los dos polos opuestos [...] de un lado con
el psicoanálisis [...] del otro con la economía [...] Con el psicoanálisis la indeterminación del
imaginario3 está privilegada en detrimento de las determinaciones socioeconómicas, para la
economía sólo importan las grandes leyes deductivas a priori, de la producción, la acumulación
y el intercambio.
En un primer momento, la sociología estaría definida en función de dos carencias. De ahí que
Lourau considere necesario dar un segundo paso, en el cual una contrasociología que la
asediaría desde adentro le señalara cuál debería ser su "verdadero objeto". Sin embargo,
resulta que ese objeto "propio" estaría compuesto por los "fragmentos de saber global
recortado por las ciencias sociales".
Resumamos hasta aquí (1978). Lourau ha fluctuado —en sentido "negativo" y "positivo"— en
encontrar el objeto de esta contrasociología. Primero, afirmó que ésta debe hacerse cargo de
la "práctica social como totalidad"; luego, cuestionó toda "tentativa de síntesis", y continuó
con una supuesta "rectificación de fronteras", constituida "desde los fragmentos del saber
social global, recortado por los sistemas de las ciencias sociales". Y terminó dando como objeto
la "desmembración" del campo de dichas ciencias. Tanta deriva de ese campo "móvil" resulta
sintomática.
Pasemos ahora al tercer intento de superación, que postula la posibilidad de abolir "la
separación que rige las relaciones entre ciencia y prácticas de los actores y observadores".
Lourau prepara el terreno proponiendo dos tipos de "efectos", que bautiza con los nombres de
Weber y Lukács. Al primero lo describe así: A medida que la sociedad está más evolucionada y
racionalizada [...] más llega a ser opaca y desconocida para los individuos que la componen
[1972:10].
El segundo, referido a la ciencia, reza así: En la medida en que la ciencia progresa olvida
progresivamente las bases materiales y sociales, de la cual ella salió [...] Las condiciones
sociales de su producción, de su desarrollo, y de sus aplicaciones [ibid.:13].
Esta doble opacidad sería cuestionada por un postulado que pretende devolverle a los actores
sociales la capacidad básica de poder ser de alguna manera sociólogos de sí mismos, ya que se
afirma que "si la sociología es el asunto de todos, hay que abolir todas las oposiciones
epistemológicas sobre la necesidad de una ruptura" (Lourau, 1972:67) —entiéndase
"epistemológica"— y, sobre todo, evitar a toda costa la autonomización de la teoría sobre la
práctica. Obviamente esta polémica se sitúa en el contexto del auge de Bachelard y Althusser.
El análisis institucional parte del principio que el centro está siempre presente en la periferia
[...] esto quiere decir que [...] las instituciones, lejos de ser formas neutras, "herramientas"
funcionales, no existen sino en la medida en que ellas están basadas en la fuerza del Estado
[...] El Estado no existe más que en tanto está presente en todas las formas sociales [Lourau,
1977:48]. En resumen, resulta más que sorprendente cómo la gran institución, con esa
densidad aparentemente descrita, se. diluya en los momentos "calientes", y deje ver
abiertamente lo arbitrario de sus formas y no, como es su especialidad, a través de un espejo
oscuro. Veamos ahora lo que Lourau piensa sobre la institución.
La noción de institución en el AI remite a una serie de tríadas que no implican lo mismo. Así,
tenemos la que nos habla de lo instituido, lo instituyente y la institucionalización; o la que la
establece como universalidad, particularidad y singularidad; o definida no como una instancia
de las formaciones sociales: sino [como] el producto del cruce de los niveles o de las instancias,
y este producto sobredeterminado por el conjunto del sistema a través de la mediación del
Estado [Lapassade) Veamos sumariamente de qué se tratan estas nociones. Por lo pronto, las
instituciones no son supraestructuras en el sentido marxista, sino el producto del cruce de las
instancias — recuérdese que así era una de las definiciones de Estado. Cruce que
presumiblemente no sería el mismo en cada caso, so riesgo de volverlas equivalentes antes de
conocer su especificidad. Tampoco se les puede reducir al puro instituido, sino que son el
producto de la dialéctica entre lo instituido y lo instituyente, que es lo que da lugar al proceso
de institucionalización. Se comprenderá que no se pueden establecer fáciles analogías
conceptuales entre estos dos tipos de tríadas conceptuales, ya que ni siquiera se sitúan en el
mismo plano. La institucionalización en el AI tiende a fluctuar entre algo que ya se fijó —
principio de equivalencia— y un proceso que nunca puede suprimir lo instituyente que lo
habita y constituye como negatividad radical.
[La institucionalización es vista] como fase activa de estabilización que niega a la vez la
actividad de lo instituyente como negación de lo instituido y el inmovilismo de lo instituido [...]
Políticamente la institucionalización es el contenido del reformismo.
Pero, ¿qué entiende Lourau por simbólico?: Es la socialización total, el acceso al lenguaje de
todo aquello que quedaba como no dicho, indecible o privado de sentido [1972:240 y s.].
Especie de "palabra plena" institucional con la que, al parecer, se pretende mirar en la escala
micro parusías laicas que veíamos en el plano macro en relación con los analizadores históricos
(exceso de optimismo, quizás). Con la diferencia de que ésta se consigue a partir de análisis, y
la otra llega y se aleja sin saberse ni cómo ni cuándo.
FOUCAULT. Un maoísta me decía: "Comprendo perfectamente por qué está Sartre con
nosotros, por qué hace política y en qué sentido la hace; en cuanto a ti, en realidad lo
comprendo bastante, ya que siempre haz planteado el problema del encierro. Pero a Deleuze,
realmente, no lo comprendo". Esta afirmación me asombró sobremanera, ya que para mí la
cosa está muy clara.
DELEUZE. Tal vez es que estamos viviendo de una nueva manera las relaciones teoría-práctica.
La práctica se concebía como una aplicación de la teoría, como una consecuencia, o bien, al
contrario, como inspiradora de la teoría. De cualquier modo, sus relaciones se concebían bajo
la forma de un proceso de totalización, tanto en un sentido como en el otro. Es posible que,
para nosotros, la cuestión se plantee de otra manera. Las relaciones teoría-práctica son mucho
más parciales y fragmentarias. Por una parte, una teoría siempre es local, relativa a un
pequeño campo, aunque puede ser aplicada a otro, más o menos lejano. La relación de
aplicación nunca es de semejanza. Por otra parte, desde que la teoría profundiza en su propio
campo se enfrenta con obstáculos, muros, tropiezos que hacen necesario que sea relevada por
otro tipo de discurso (es este otro tipo de discurso el que, eventualmente, hace pasar a un
campo diferente). La práctica es un conjunto de relevos de un punto teórico a otro, y la teoría,
un relevo de una práctica a otra. Ninguna teoría puede desarrollarse sin encontrar una especie
de muro y se precisa de la práctica para perforar el muro. Por ejemplo, tú comenzaste
analizando teóricamente un lugar de encierro como el asilo psiquiátrico del siglo XIX en la
sociedad capitalista. Luego, desembocaste en la necesidad de que la gente precisamente
encerrada se pusiese a hablar por su cuenta, que efectuase un relevo (o bien, al contrario, tú
ya eras un relevo a su respecto), y esa gente se halla en las prisiones, está en las prisiones.
Cuando organizaste el grupo información prisiones, lo hiciste sobre esta base: instaurar las
condiciones en las que los mismos prisioneros pudieran hablar. Sería completamente falso,
como parece que decía el maoísta, afirmar que pasabas a la práctica aplicando sus teorías. Allí
no había ni aplicación ni proyecto de reforma, ni encuesta en el sentido tradicional.
Allí había algo distinto: un sistema de relevos en un conjunto, en una multiplicidad de piezas y
de pedazos a la vez teóricos y prácticos. Para nosotros, el intelectual teórico ha dejado de ser
un sujeto, una conciencia representante o representativa. Los que actúan y luchan han dejado
de ser representativos, aunque sea por un partido, un sindicato que se arrogarían a su vez el
derecho de ser su conciencia. ¿Quién habla y quién actúa? Siempre es una multiplicidad
incluso en la persona que habla o actúa. Todos nosotros somos grupúsculos. Ya no hay
representación, sólo hay acción, acción de la teoría, acción de la práctica en relaciones de
relevos o redes. FOUCAULT. Me parece que la politización de un intelectual se realizaba
tradicionalmente a partir de dos cosas: su posición de intelectual en la sociedad burguesa, en
el sistema de la producción capitalista, en la ideología que produce o impone (estar explotado,
reducido a la miseria, rechazado, "maldito", acusado de subversión, de inmoralidad, etc.) su
propio discurso en tanto que revelaba una cierta verdad, en tanto descubría relaciones
políticas allí donde no se percibían.
Estas dos formas de politización no eran ajenas una a otra, pero tampoco coinciden
forzosamente. Se daba el tipo del "maldito" y el tipo del "socialista". Estas dos politizaciones se
confundieron con facilidad en ciertos momentos de reacción violenta por parte del poder,
después del 48, después de la Comuna, después de 1940: el intelectual era rechazado,
perseguido, en el mismo momento en que las "cosas" aparecían en su verdad, cuando no era
preciso decir que el rey estaba desnudo.
El intelectual decía la verdad a los que todavía no la veían y en nombre de los que no podían
decirla: conciencia y elocuencia. Ahora bien, los intelectuales han descubierto, después de las
recientes luchas, que las masas no los necesitan para saber: ellas saben perfectamente,
claramente, muchos mejor que ellos; y además lo dicen muy bien. Sin embargo, existe un
sistema de poder que intercepta, prohibe, invalida ese discurso y ese saber. Poder que no está
tan sólo en las instancias superior de la censura, sino que penetra de un modo profundo, muy
sutilmente, en toda la red de la sociedad.
Ellos mismos, los intelectuales, forman parte de ese sistema de poder, la propia idea de que
son los agentes de la "conciencia" y del discurso forma parte de ese sistema. El papel de
intelectual ya no consiste en colocarse "un poco adelante o al lado" para decir la verdad muda
de todos; más bien consiste en luchar contra las formas de poder allí donde es a la vez su
objeto e instrumento: en el orden del "saber", de la "verdad", de la "conciencia", del
"discurso". Por ello, la teoría no expresará, no traducirá, no aplicará una práctica, es una
práctica. Pero local, regional, como tú dices: no totalizadora. Lucha contra el poder, lucha para
hacerlo desaparecer y herirlo allí donde es más invisible y más insidioso, o lucha por una "toma
de conciencia" (hace mucho tiempo que la conciencia como saber fue adquirida por las masas
y que la conciencia como sujeto fue tomada, ocupada, por la burguesía), sino por la zapa y la
toma del poder, al lado, con todos los que luchan por ella, y no en retirada para esclarecerlos.
Una "teoría" es el sistema regional de esta lucha.
DELEUZE. Eso es una teoría, exactamente como una caja de herramientas. No tiene nada que
ver con el significante… Es preciso que eso sirva, que funcione. Y no para sí misma. Si no hay
gente para servirse de ella, empezando por el mismo teórico que entonces deja de ser teórico,
es que no vale nada, o que no ha llegado su momento. No se vuelve a una teoría, se hacen
otras, hay otras por hacer. Es curioso que haya sido un autor que pasa por un intelectual puro,
Proust, quien lo haya dicho tan claramente: tratad mi libro como unos lentes dirigidos hacia
fuera y si no os van bien tomad otros, encontrad vosotros mismos vuestro aparato que
forzosamente es un aparato de combate. La teoría no se totaliza, se multiplica y multiplica. Es
el poder el que por naturaleza efectúa totalizaciones y tú, tú lo dices exactamente: la teoría
está por naturaleza en contra del poder. Desde que una teoría penetra en tal o cual punto,
choca con la imposibilidad de tener la menor consecuencia práctica, sin que se produzca una
explosión, con la necesidad de otro punto.
Es por esta razón por la que la noción de reforma es tan estúpida e hipócrita. O bien la reforma
es elaborada por gente que se pretende representativa y hace profesión de hablar por los
otros, en nombre de los otros, con lo cual se produce una instalación de poder, una
distribución de poder a la que se añade una representación acrecentada. O bien es una
reforma reclamada, exigida por aquellos a los que concierne, con lo cual deja de ser una
reforma, es una acción revolucionaria que, desde el fondo de su carácter parcial, se ve
determinada a poner en cuestión la totalidad del poder y de su jerarquía. Ello es evidente en
las prisiones: la más minúscula, la más modesta reivindicación de los prisioneros basta para
deshinchar la seudorreforma Pleven. Si los niños llegasen a hacer oír sus protestas en una
escuela de párvulos, o incluso simplemente sus preguntas, eso bastaría para provocar una
explosión en el conjunto del sistema de la enseñanza.
En verdad, este sistema en el que vivimos no puede soportar nada: de ahí su fragilidad radical
en cada punto, al mismo tiempo que su fuerza de represión global. En mi opinión, tú has sido
el primero en enseñarles algo fundamental, tanto en tus libros como en el campo práctico: la
indignidad del hablar por los otros. Quiero decir: nos burlábamos de la representación,
decíamos que estaba acabada, pero no se sacaba la consecuencia de esta conversión "teórica",
a saber, que la teoría exigía que la gente involucrada hablase por fin prácticamente por su
cuenta.
FOUCAULT. Y cuando los prisioneros se han puesto a hablar, ya tenían una teoría de la prisión,
de la penalidad, de la justicia. Esta especie de discurso contra el poder, este contra-discurso
mantenido por los prisioneros o por los llamados delincuentes, eso es lo que cuenta y no una
teoría sobre la delincuencia. Este problema de la prisión es un problema local y marginal, ya
que no pasan más de 100.000 personas por año por las prisiones: en la actualidad en Francia
tal vez hay 300 o 400.000 personas que han pasado por la prisión. Ahora bien, este problema
marginal conmueve a la gente. Me sorprendió ver cómo podía interesarse por el problema de
las prisiones tanta gente que no estaba predestinada a entender este discurso de los detenidos
y cómo finalmente lo entendían. ¿Cómo explicarlo? ¿No ocurrirá que, de un modo general, el
sistema penal es la forma en la que el poder en tanto que poder se muestra del modo más
manifiesto? Meter a alguien en la prisión, mantenerlo en la prisión, privarle de alimento, de
calor, impedirle salir, hacer el amor…etc., ahí tenemos la manifestación de poder más delirante
que uno pueda imaginar. El otro día hablaba con una mujer que había estado en la prisión y
me decía: "y a mis cuarenta años me castigaron un día poniéndome a pan seco". Lo que
sorprende en esta historia no es sólo la puerilidad del ejercicio del poder, sino también el
cinismo con el que se ejerce ese poder, de la forma más arcaica, más pueril, más infantil.
Reducir a alguien a pan y agua es lo que nos enseñaron cuando éramos unos niños. La prisión
es el único lugar donde el poder puede manifestarse en su desnudez, en sus dimensiones más
excesivas, y justificarse como poder moral.
"Tengo razón en castigar, puesto que tú sabes que está mal robar, matar…" Esto es lo
fascinante de las prisiones; por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra
como feroz tiranía en los más ínfimos detalles, cínicamente, y al mismo tiempo es puro, está
enteramente "justificado", puesto que puede formularse enteramente en el interior de una
moral que enmarca su ejercicio: su bruta tiranía aparece entonces como dominación serena
del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden.
DELEUZE. Por esto, lo contrario también es cierto. No sólo los prisioneros son tratados como
niños, sino que los niños son tratados como prisioneros. Los niños sufren una infantilización
que no es la suya. En este sentido es cierto que las escuelas son un poco prisiones, y las
fábricas mucho más. Basta ver una entrada en la Renault. O por otra parte: tres bonos para
hacer pipí durante la jornada. Tú has encontrado un texto de Jeremías Bentham del siglo XVIII
que, precisamente, propone una reforma de las prisiones; en nombre de esa gran reforma
establece un sistema circular en el que la prisión renovada sirve de modelo y en el que se pasa
insensiblemente de la escuela a la manufactura, de la manufactura a la prisión y a la inversa.
Esta es la esencia del reformismo, de la representación reformada. Por el contrario, cuando la
gente se pone a hablar y a actuar en su propio nombre no opone otra representatividad a la
falsa representatividad del poder. Por ejemplo, recuerdo que decías que no hay justicia
popular contra la justicia, pues eso pasa a otro nivel.
FOUCAULT. Pienso que, por debajo del odio que el pueblo tiene a la justicia, a los jueces,
tribunales y prisiones, no hay que ver tan sólo la idea de otra justicia mejor y más justa, sino,
en primer lugar y ante todo, la percepción de un punto singular en el que el poder se ejerce a
expensas del pueblo. La lucha antijudicial es una lucha contra el poder y yo no creo que sea
una lucha contra las injusticias, contra las injusticias de la justicia, y una mejora en el
funcionamiento de la institución judicial. A pesar de todo, es sorprendente que cada vez que
ha habido motines, rebeliones, sediciones, el aparato judicial ha sido el blanco, al mismo
tiempo y del mismo modo que el aparato fiscal, el ejército y las otras formas del poder. Mi
hipótesis, pero no es más que una hipótesis, es que los tribunales populares, por ejemplo, en
el momento de la Revolución, fueron, para la pequeña burguesía aliada a las masas, un modo
de recuperar, de recobrar el movimiento de lucha contra la justicia. Y para recuperarlo,
propusieron este sistema del tribunal que se refiere a una justicia que podría ser justa, a un
juez que podría dictar una sentencia justa. La misma forma del tribunal pertenece a una
ideología de la justicia que es la de la burguesía.
DELEUZE. Si se considera la situación actual, el poder forzosamente tiene una visión total o
global. Quiero decir que las actuales formas de represión, que son múltiples, se totalizan
fácilmente desde el punto de vista del poder: la represión racista contra los inmigrados, la
represión en las fábricas, la represión en la enseñanza, la represión contra los jóvenes en
general. No hay que buscar la unidad de todas esas formas tan sólo en una reacción frente al
Mayo del 68, sino mucho más en una preparación y organización concertadas de nuestro
futuro próximo. El capitalismo francés necesita con imperiosidad unas "reservas" de
desempleo, y abandona la máscara liberal y paternal del pleno empleo. Este es el punto de
vista desde el que hallan su unidad: la limitación de la inmigración, una vez dicho que se
confiaban a los inmigrados los trabajos más duros e ingratosla represión en las fábricas, puesto
que se trata de volver a proporcionar al francés el "gusto" por un trabajo cada vez más duro-,
la lucha contra los jóvenes y la represión en la enseñanza, puesto que la represión policíaca es
tanto más viva cuanto menos necesidad de jóvenes hay en el mercado de trabajo. Toda clase
de categorías profesionales van a ser invitadas a ejercer funciones policíacas cada vez más
precisas: profesores, psiquiatras, educadores de toda clase, etc.
Ahí nos encontramos con algo que ya anunciaste hace tiempo y que se pensaba que no iba a
poder producirse: el fortalecimiento de todas las estructuras de encierro. Entonces, frente a
esta política global del poder, se dan repuestas locales, contrafuegos, defensas activas y a
veces preventivas. Nosotros no hemos de totalizar lo que se totaliza por parte del poder y que
nosotros sólo podríamos totalizar restaurando formas representativas de centralismo y
jerarquía. En cambio, lo que tenemos que hacer es llegar a instaurar vínculos laterales, todo un
sistema de redes, de bases populares. Y esto es lo difícil. En todo caso, para nosotros la
realidad no pasa totalmente por la política en el sentido tradicional de competición y
distribución del poder, de instancias llamadas representativas al modo de PC o de la CGT. La
realidad es lo que hoy día pasa efectivamente en una fábrica, en una escuela, en un cuartel, en
una prisión, en una comisaría. De tal modo que la acción implica un tipo de información de una
naturaleza completamente diferente de las informaciones de los periódicos (así por ejemplo,
el tipo de información de la Agence de Presse Liberation).
FOUCAULT. Esta dificultad, nuestro embarazo para encontrar las formas de lucha adecuadas,
¿no proviene de que aún ignoramos lo que es el poder? Después de todo, ha sido preciso
esperar al siglo XIX para saber lo que era la explotación, pero quizá todavía no sabemos qué es
el poder. Marx y Freud quizá no bastan para ayudarnos a conocer eso tan enigmático, a la vez
visible e invisible, presente y oculto, ocupado en todas partes, que se llama el poder. La teoría
del Estado, el análisis tradicional de los aparatos de Estado, no agotan sin duda el campo de
ejercicio y funcionamiento del poder. Actualmente, sabemos aproximadamente quién explota,
hacia dónde va el beneficio, por qué manos pasa y dónde se vuelve a invertir, mientras que el
poder… Sabemos perfectamente que no son los gobernantes quienes detentan el poder. Sin
embargo, la noción de "clase dirigente" no está ni muy clara ni muy elaborada. "Dominar",
"dirigir", "gobernar", "grupo de poder", "aparato de Estado", etc., aquí hay todo un conjunto
de nociones que piden ser analizadas. Asimismo, sería preciso saber hasta dónde se ejerce el
poder, mediante qué relevos y hasta qué instancias, a menudo ínfimas, de jerarquía, control,
vigilancia, prohibiciones, coacciones.
En todo lugar donde hay poder, el poder se ejerce. Nadie, hablando con propiedad, es su
titular y, sin embargo, se ejerce en determinada dirección, con unos a un lado y los otros en el
otro; no sabemos quién lo tiene exactamente, pero sabemos quién no lo tiene. Si la lectura de
tus libros (desde el Nietzsche hasta lo que presiento de Capitalismo y esquizofrenia) ha sido
para mí tan esencial, se debe a que me parece que van muy lejos en la posición de este
problema: bajo ese viejo tema del sentido, significado, significante, etc., por último, la cuestión
del poder, de la desigualdad de los poderes, de sus luchas. Cada lucha se desarrolla alrededor
de un lar particular de poder (uno de esos innumerables pequeños lares que pueden ser un
jefecillo, un guardia de H.L.M., un director de prisiones, un juez, un responsable sindical, un
redactor jefe de un periódico). Y designar los lares, los núcleos, denunciarlos, hablar de ellos
públicamente, es una lucha, no es porque nadie tuviera aún conciencia de ello, sino porque
tomar la palabra sobre este tema, forzar la red de información institucional, nombrar, decir
quién ha hecho qué, designar el blanco es una primera inversión del poder, es un primer paso
para otras luchas contra el poder.
Si discursos como, por ejemplo, los de los detenidos o los de los médicos de las prisiones son
luchas, se debe a que al menos por un instante, confiscan el poder de hablar de la prisión,
actualmente ocupado por la administración a solas y sus cómplices reformadores. El discurso
de la lucha no se opone al inconsciente: se opone al secreto. Eso tiene el aspecto de ser menos
importante. ¿Y si lo fuese mucho más? Existe toda una serie de equívocos a propósito de lo
"oculto", de lo "reprimido", de lo "no dicho", que permiten "psicoanalizar" a bajo precio lo que
deber ser objeto de lucha. El secreto tal vez sea más difícil de conocer que el inconsciente. Los
dos temas que todavía ayer podíamos encontrar frecuentemente: "la escritura es lo
reprimido" y "la escritura es con pleno derecho subversiva", me parece que revelan un cierto
número de operaciones que es preciso denunciar severamente.
La ecosofía es una corriente que, dentro de la ecología y a fines del siglo XX, rebasa la posición
antropocéntrica del movimiento ecológico, involucrando su dimensión espiritual y global. Ve
también la necesidad de tomar medidas no sólo para la protección del medio ambiente, sino
de impulsar un cambio profundo de la visión del mundo, que retorne a los principios
universales. La ecosofía puede cumplir la función de puente. Dentro de la ecosofía existen
muchos puntos de acceso, pero lo decisivo es que en ella no existe ninguna ideología especial
o limitada. La ecosofía es un modelo en el cual, distintos grupos con ideologías diferentes,
pueden trabajar conjuntamente por el bien del medio ambiente, y podría llegar a ser la base
de una nueva filosofía en el siglo XXI. Es interesante que la ecosofía haya reconocido que la
crisis postmoderna es una crisis de los valores y de las ideologías fracasadas del siglo XX, es
decir, de la visión positiva materialista. La ecosofía se encuentra a la búsqueda de una visión
del mundo más amplia, más profunda y más global. Para la realización de este trabajo, he
tomado como referencia un libro que contiene una recolección de párrafos de los
representantes más importantes de la ecosofía o de la ecología profunda, como Arne Naess,
Fritjof Capra, Gregory Bateson, Joanna Macy. Ambos términos, ecosofía y ecología profunda
serán utilizados como sinónimos. LOS CUATRO CAMPOS DE LA ECOSOFÍA - El mandala de la
ecosofía: Los editores anteponen un mandala que representa cuatro columnas, o campos de la
ecosofía, como visión del mundo. Esos cuatro campos son: I) El campo científico: Lo cognitivo,
es decir, los conocimientos de la ciencia que nos dirigen hacia una nueva visión del mundo: la
teoría general de los sistemas, la visión del mundo holonística, la teoría de Gea, el principio de
la organización propia. Esos conocimientos deben llevar a una comprensión más profunda de
las leyes de la vida. II) El campo emocional: Este campo se ocupa del desarrollo de un nuevo
acceso hacia el mundo, para poder afrontar emocionalmente la crisis global, sin tener que
reprimirla. Se trata de encontrar la forma de poder transformar la tensión que resulta de la
conciencia y del sentir de la crisis global, en energías y sentimientos fecundos, que nos dirijan
hacia un cambio de estilo de vida y hacia una acción global. La compasión debe ser utilizada
como fuente positiva de energía. III) El campo práctico: Se encuentran por desarrollar
alternativas que posibiliten a la sociedad y al individuo vivir en mejor resonancia con la
naturaleza. Se trata de desarrollar un estilo de vida y un sistema de valores duraderos y
capaces para el futuro, y no a costa de las generaciones venideras. Es importante también la
conexión de todas las iniciativas y organizaciones que se esfuerzan por desarrollos capaces
para el futuro, para promover a través de ello el nacimiento de efectos sinérgicos. IV) El campo
espiritual: Tiene como finalidad el desarrollar de nuevo un acceso vivo hacia la naturaleza, el
abrirse a una mística natural y descubrir lo común de lo sagrado. Considerarse a sí mismo
como parte de la red de vida, y en razón de ello, desarrollar una responsabilidad más amplia
que sea más global, menos antropocéntrica y oportunista. La frase el desarrollo del Ser
ecológico que aparece en el centro del mandala, indica el objetivo. La idea del Ser ecológico es
una de las claves de la ecosofía. A continuación profundizaremos un poco más en los campos
tratados. EL CAMPO CIENTÍFICO - a) El concepto del “Ser ecológico”: El concepto del Ser
ecológico amplía el concepto antropocéntrico del Ser a una dimensión ecológica. Gregory
Bateson, cibernético y uno de los precursores de la nueva teoría de sistemas, y con ello de la
ecosofía, explica que las fronteras entre Hombre y Naturaleza son de origen artificial. Como
aclaración a la figura expuesta damos las siguientes citas de Bateson: Define el Ser de un
individuo no sólo por su cuerpo físico, sino a través de las informaciones que un individuo
recibe de su entorno. El Ser es ampliado a través de ello y se conforma de Hombre y entorno.
Según la conciencia, cambian las fronteras del individuo. Del modelo mostrado, se deriva un
nuevo concepto del espíritu: Así obtenemos una imagen del espíritu, según la cual éste tiene la
misma función que un sistema cibernético, es decir, que actúa como unidad total relevante,
que asimila la información atravesando las fases de intento y error. Y nosotros sabemos que
dentro del espíritu, en el sentido más amplio, se encuentra una jerarquía de subsistemas, cada
uno de los cuales podríamos definir individualmente como espíritu… Algo que yo describo
como "espíritu", lo enmarco dentro del gran sistema ecológico, el ecosistema. O cuando
desplazo los límites del sistema a otro nivel, el espíritu de toda la estructura evolutiva se
encuentra inmanente. La ciencia del siglo XXI tiene que dar todavía un gran paso para concebir
la idea del espíritu no como un fenómeno humano, sino como algo que se extiende a toda la
naturaleza. Bateson aboga por la superación del pensamiento egocéntrico y por la
identificación con el medio ambiente en el que vivimos. El relacionar el nivel intelectual con el
nivel del pensar y actuar cotidianos, no es fácil, como Beteson observa. Requiere de un camino
en el pensar, que debe identificarse con el entorno o bien integrar el medio ambiente en la
propia conciencia. Esa conciencia es denominada en la ecosofía como el Ser ecológico. b) La
idea del Holón: Esta idea introducida por Arthur Koestler es una de las más importantes en las
discusiones científicas más recientes y es utilizada muchas veces en relación con la ecosofía.
Joanna Macy, psicóloga americana y pionera de la ecología profunda, escribe: Todos los
sistemas vivos, ya sean éstos orgánicos, como en el caso de una célula, o super orgánicos como
en el caso de una sociedad, un sistema ecológico, son holones. Esto quiere decir que poseen
un tipo de Ser dual. Son en sí mismos un todo y al mismo tiempo parte de otro todo superior.
El escritor Arthur Koestler acuñó esta idea, tomando como base la palabra griega para "todo",
junto con el sufijo "on", el que significa "parte". Fenómenos vivos aparecen por ello como
sistemas dentro de otros sistemas, como campos dentro de otros campos, como un juego de
muñecas rusas. Esta idea muestra que todos los niveles se encuentran conectados entre sí y
actúan en conjunto. Una totalidad de holones que actúan en conjunto se llama holarquía,
término muy parecido al de jerarquía, el sentido de un orden más grande. En todo caso este
término indica que los subsistemas particulares actúan como unidades independientes, y a
pesar de ello están ligados al orden de la "holarquía". Por consiguiente, cada holón cumple en
forma independiente con el orden de la holarquía. c) La teoría de Gea: Lovelock, juntamente
con la bióloga molecular Lynn Margulis, investigó los procesos que se desarrollan sobre
nuestro planeta, y mostró que estos procesos corresponden más a un organismo vivo capaz de
regularse a sí mismo, que al producto de la casualidad sobre un planeta muerto. La idea
central es "Autopoiesis" (regulación propia). Esta idea fue desarrollada por Humberto
Maturana y Francisco Varela para la explicación de modelos de organización de sistemas vivos,
y ésta representa hoy en día para muchos científicos el criterio central de la vida. Dice que un
sistema frente al medio ambiente puede regularse a sí mismo; así por ejemplo, puede
mantener su temperatura a un mismo nivel, a pesar de los enormes cambios que pueda sufrir
la temperatura del entorno. La tierra también se encuentra en condiciones de mantener la
temperatura a un determinado nivel, el porcentaje de sal en las aguas de los mares, la
composición de la atmósfera. Estos son sólo algunos indicios que pueden ser mencionados a
favor de la teoría de Gea. La tierra, durante su evolución, ha vivido ya muchas veces
situaciones dramáticas, logrando siempre alcanzar de nuevo un equilibrio dinámico.
Evidentemente, a largo plazo, este cambio no es problemático para Gea, pero sí lo es para la
humanidad, que está haciendo desaparecer las condiciones para su propia vida y para la de
otros seres vivientes. La teoría de Gea pone en movimiento un gran proceso de cambio en el
pensar, porque concibe la tierra y todos los seres vivientes que en ella se encuentran como un
gran sistema vivo u organismo, y no como sistemas que compiten entre sí, como sustenta la
vieja ciencia darwinista y positivista. Fridjof Capra, un pionero del "nuevo pensar", acuñó, a
este respecto, la idea de "red de vida". En su libro Red de vida- un nuevo entendimiento del
mundo viviente, ofrece una síntesis del desarrollo que conduce a la ciencia moderna. Muchas
de estas investigaciones son la confirmación de una visión global y muestran el nacimiento de
una "nueva ciencia". La ciencia del siglo XXI puede ser ya vislumbrada y es un campo de
estudios enriquecedor, ya que nos posibilita la construcción de un puente entre las verdaderas
enseñanzas esotéricas y los conocimientos actuales; pero quizás lo más importante sea que
puede formar los fundamentos para un actuar conjunto y capaz para el futuro, con los
pioneros de la ciencia. Félix Guattari creó el término “ecosofía” para desarrollar prácticas
específicas para modificar y reinventar las formas de ser. Reconstruir literalmente el conjunto
de las modalidades del ser-en-grupo no solamente en acciones de comunicación sino a través
de intervenciones en el propio ser, mutaciones existenciales, como objeto de la esencia de la
subjetividad. Este concepto es establecido como respuesta a las formaciones políticas y
ejecutivas que se muestran poco eficaces de comprender la problemática en el conjunto de
sus intervenciones. Aunque haya una conciencia parcial de los peligros más evidentes que
amenazan al medioambiente, en general las políticas abordan el campo de la contaminación
industrial, pero desde una perspectiva tecnocrática. La crisis ecológica debe ser encarada a
escala planetaria y la verdadera respuesta sólo podrá ser encontrada mientras se realice una
auténtica revolución política, social y cultural que reoriente los objetivos de la producción de
bienes materiales e inmateriales. Una transformación intelectual, donde se organicen nuevas
prácticas micropolíticas y microsociales, nuevas solidaridades, nuevo bienestar, nuevas
prácticas estéticas y analíticas de las formaciones del inconsciente. Guattari articula una teoría
ético-política entre los registros ecológicos, de las relaciones sociales y de la subjetividad
humana. “El principio común a las tres ecologías consiste, pues, en que los Territorios
existenciales a los que nos confrontan no se presentan como en sí, cerrados sobre sí mismos,
sino como un para-sí precario, acabado, finalizado, singular, singularizado, capaz de bifurcarse,
en reiteraciones estratificadas y mortíferas o en apertura procesual a partir de praxis que
permiten hacerlo «habitable» por un proyecto humano. Esta apertura práxica constituye la
esencia de ese arte de «la eco» que subsume todas las maneras de domesticar los Territorios
existenciales, tanto si conciernen a íntimas maneras de ser, el cuerpo, el entorno o a grandes
conjuntos contextuales relativos a la etnia, la nación o incluso los derechos generales de la
humanidad.” (GUATTARI, 1996) Tenía la convicción de que no se trataba de hacer reglas
universales como guía para estas prácticas, sino justamente lo contrario. La cuestión de la
enunciación subjetiva sería planteada cada vez más a medida que se desarrollasen las
máquinas productoras de signos, de imágenes, de sintaxis, de inteligencia artificial,
significando una recomposición de las prácticas sociales e individuales. Habla de una ecología
mental que se verá obligada a reinventar la relación del sujeto con el cuerpo, el fantasma, la
finitud del tiempo y los misterios de la vida y de la muerte, donde el hombre deberá buscar
soluciones para la uniformidad y la manipulación. Cuando teoriza sobre la ecología social,
establece que hay que modificar o reinventar la forma de ser en el seno de la pareja, de la
familia, del contexto urbano, del trabajo, etcétera. Con respecto a la ecología medioambiental,
cree que en ella todo es posible, tanto las peores catástrofes como las evoluciones
imperceptibles, donde los equilibrios naturales dependerán de las acciones humanas.
Recalifica la ecología medioambiental como ecología maquínica, “puesto que, tanto en el
cosmos como en las praxis humanas, nunca se trata de otra cosa que, de máquinas, y yo
incluso osaría decir de máquinas de guerra.” (GUATARRI, 1996).
Módulo 9: Psicología social como campo de conocimientos:
Fernández, A. (2007). Haciendo met-odhos:
¿Cuál es la relación entre lo psíquico y lo social?, aquí se tratará de elucidar los tránsitos de los
universos de significaciones imaginarias sociales a las singularidades de sentido, en la
producción de subjetividad.
Desnaturalizar sus territorios, deconstruir sus lógicas y generalizar sus conceptos son los
procedimientos de indagación para crear condiciones de posibilidad que permitan construir
programas que tiendan a conexiones que desborden los dominios de objeto unidisciplinarios.
Pensar desde un campo de problemas se diferencia en este sentido de la idea de objeto de
conocimiento. Pensar problemáticamente es trabajar ya no desde sistemas teóricos que
operen como ejes centrales sino pensar puntos relevantes, que operen permanentemente
descentramientos y conexiones inesperadas; el problema no es una pregunta a resolver sino
que los problemas persisten e insisten como singularidades que se despliegan en el campo. Se
trata de pensar- entendiendo el pensamiento como un modo de experiencia, sabiendo que en
el camino no quiebre de sentido comunes disciplinarios necesariamente se transitarán zonas
borrosas tal vez imposibles de evitar si se intenta eludir las comodidades de lo ya sabido.
Atravesando las fronteras de los sentidos comunes de las territorializaciones disciplinarias,
intentando no recaer en los binarismos que han sido base de sustancializaciones y
esencialismos diversos. Es necesario subrayar entonces que el pensamiento como modo de
experiencia supone pensar en el límite de lo que se sabe.
Se trata del desafío de hacer de una serie de preguntas un problema o, mejor dicho una
problemática en el sentido de un agrupamiento de problemas que se relacionan al interior de
un campo abierto. No se trataría tanto de una serie lineal de problemas que, al estilo de las
muñequitas rusas, estarían unos dentro de otros, sino de problemas que en sus derivas e
insistencias presentan puntos y momentos de conexión y desconexión que enlazan y
desenlazan.
Abrir interrogación, dar curso y no obturar la incomodidad, de modo que lo invisible opere
visibilidad, lo impensado se vuelva enunciable. Se trata entonces de establecer una demora
que instale las condiciones de posibilidad de un pensar en un campo de problemas, que
habilita un pensar como experiencia de elucidación e indagación, desde un criterio de
problematización recursiva.
Tomar autores como herramientas o instrumentos para pensar. Esta propuesta de indagación
conceptual trabajará con un criterio de construcción de caja de herramientas. Esta idea
foucaultiana supone en principio dos cuestiones básicas: La elaboración conceptual no tomará
las teorías y/o los autores de los que se nutra como sistemas que operan como fundamentos
de verdad o relatos totalizadores. Se trata de construir instrumentos para pensar problemas.
Su composición no puede realizarse más que gradualmente a partir de la elucidación de
situaciones específicas. Pensar problemáticamente implica construir estrategias de
pensamiento que eviten adhesiones u oposiciones a los autores con los que se trabaja, en tal
sentido supone interrogar dos problemas que sus teorizaciones han hecho posibles.
Problematizar es abrir a la elucidación, elucidar en términos castoriadianos, como ya se dijo
supone, pensar lo que se hace y saber lo que se piensa.
Los tres están vinculados a posturas epistémicas. Tienen que ver con la posibilidad de conocer
y comprender lo que hay ahí, en la delimitación de un recorte de realidad puesto a
consideración. Tiene que ver con la naturaleza de la relación entre quien pretende conocer y
comprender y aquello que tiene por destino ser comprendido o conocido.
Ámbito: la noción que se plantea Bleger es una categoría que, aunque por momento remite al
disciplinamiento propio del territorio, por otros, tiene la capacidad de abrir el abanico a
nuevas prácticas psicológicas que muestran atisbos rupturistas. Estos involucran una
ampliación de los lugares de intervención del psicólogo, al tiempo que promueven el
desarrollo de nuevos modelos conceptuales. Desde una perspectiva actual, lo entendemos
como una categoría bisagra, entre la noción ya referida de territorio y campo. Bleger toma el
concepto de Pichón-Riviere el cual dice que las ciencias del hombre conciernen a un solo
objeto único “el hombre-en-situación”, susceptible de un abordaje pluridimensional. Se trata
de una interciencia, con una metodología interdisciplinaria, la cual permite un enriquecimiento
de la comprensión del objeto de conocimiento y una mutua realimentación de las técnicas de
aproximación al mismo”. También es influenciado por las concepción de Atención primaria en
Salud, donde el hombre es entendido como un ser bio-psico-social y por lo tanto
compartimentado por distintas disciplinas en una lógica propia del territorio. Bleger apunta a
comprender al sujeto en el transcurrir de su vida cotidiana, afirmando que es ahí donde es
necesario intervenir para prevenir la aparición de enfermedad o promover conductas más
saludables. Manifiesta que es necesario desarrollar nuevos instrumentos conceptuales y una
concepción del trabajo en equipos interdisciplinarios. Asocia la práctica con la investigación,
donde la primera ya no es solamente aplicación de técnica, la práctica es el centro de la
investigación, criticando al modelo médico tradicional alejado de la investigación. Ámbito a
veces aparece referido a lugar de trabajo entendido empíricamente y es cuando lo vemos más
cerca de la noción de territorio, propio del paradigma positivista, ya que está posicionado
desde una lógica del objeto discreto, sin embargo establece la siguiente distinción: la
psicología social no se encuentra definida por el número de personas ni por el lugar donde se
trabaja, sino por el enfoque que se utiliza; esto lo aleja de la restricción positivista explicada en
territorio.
Campo: esta noción nos sugiere que no estamos ante un objeto discreto. Nos ubica en una
concepción epistemológica de la complejidad, que implica una nueva manera de pensar y
pensarnos a nosotros mismos. Campo nos aleja del objeto discreto, nos invita a posicionarnos
desde una epistemología que contemple lo transdisciplinario, que permita generar mayor
visibilidad. Poniendo en consideración el dualismo sujeto-objeto, ya no es sujeto cognoscente
y objeto a ser conocido, sino que todo lo contrario, el signo que los separa debería ser ( : ) y no
( - ), para así plantear el “sujeto:objeto”, donde la relación que se establece es de
indeterminación, la relación no está marcada y no sabemos cual es. Las fronteras que separan
ahora son difusas. La figura se ubica en el lugar del objeto cognoscente no sería la del técnico,
asentado en formaciones y dominación y ejercicio de violencia simbólica, sino la del
investigador, ya que como vimos, no hay nada que aplicar, donde el sujeto cognoscente está
desterritorializado pero que deviene en constructor de un campo de conocimientos, mientras
que el objeto deviene en campo de problemáticas a formular.
En el campo no hay un lugar para lo teórico por un lado y lo práctico por otro, sino que hay
relaciones de indeterminación entre teoría y práctica (teoría:práctica). La tarea positiva apunta
al desdisciplinamineto de los cuerpos disciplinarios, cuestión que implica incurrir en
procedimientos complejos, los cuales podríamos descomponer en tres grandes líneas:
1. Desnaturalizar los dominios del objeto instituido sin por ello invalidar los
conocimientos que ellos han producido y producen.
2. De construir las lógicas desde donde han operado sus principios de ordenamiento
3. Genealogizar o al menos realizar algunos rastreos genealógicos que permiten
interrogar los a priori desde los que un campo de saber y prácticas han construido sus
conceptualizaciones.