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La moral como estructura
Somos inevitablemente morales. Xavier Zubiri (Sobre el hombre) y José Luis
Aranguren (É tica) así lo plantean.
No estamos determinados por el estímulo real, sino que nos vemos forzados a elegir.
No somos libres para dejar de ser libres.
3) Para elegir una posibilidad, el ser humano ha de renunciar a las demá s y por eso
su elecció n ha de ser justificada, es decir, ha de hacer su ajustamiento a la
realidad, porque no le viene dado naturalmente, justificá ndose. Lo que en el
animal era justeza automá tica, en el ser humano es justificació n activa, y esta
necesidad de justificarse le hace necesariamente moral.
La moral como estructura
La moralidad aparece como una justificació n de los actos. Lo que no se justifica es
arbitrariedad o frivolidad.
Moral Como Estructura: José Luis Aranguren –siguiendo las sugerencias de Ortega
y sobre todo los planteamientos de Zubiri- subrayó la importancia radical de este
aspecto de la moral, refirié ndose a é l con el concepto de “moral como estructura”.
Aunque los antropó logos actuales discuten la posibilidad de una cierta capacidad de
aprendizaje en los animales, una de las diferencias bá sicas entre éstos y el hombre
podría expresarse diciendo que el animal se halla ajustado al medio, frente al
característico desajuste que con éste mantiene el ser humano.
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Ante estímulos similares, y en circunstancias también semejantes, la respuesta del
animal se puede predecir, ya que su equipamiento bioló gico le proporciona
respuestas instintivas, es decir, gené ticamente adquiridas y estereotipadas.
La justificación es, pues, la estructura interna del acto humano. Por eso, en vez
de decir que las acciones tienen justificació n debe decirse que tienen que tenerla;
que necesitan tenerla para ser verdaderamente humanas; que han de ser realizadas
por algo, con vistas a algo.
Dentro del á mbito general de la teleología, hay que distinguir entre formas de
teleología que no implican deliberació n, intencionalidad consciente, por un lado, y
formas de teleología que implican esencialmente intencionalidad consciente.
La moral como estructura
Por ejemplo, el crecimiento de una planta es un proceso teleoló gico, pero no está ni
consciente ni deliberadamente orientado por la planta. La acció n humana –tanto a
nivel teó rico como prá ctico– es también un proceso dotado de estructura
teleoló gica, pero caracterizada por la intencionalidad y la deliberació n. Así pues, se
debe distinguir entre mera teleología, teleología no consciente, por un lado, y
teleología consciente, por el otro.
Segú n Aristó teles, el crecimiento de una planta es del primer tipo de proceso
teleoló gico. El crecimiento de una planta no puede ser descrito por referencia a
intenciones que se adscriban a la planta misma. Y en la mayoría de los procesos
"animales" en sentido fuerte tampoco.
La moral como estructura
Lo que distingue a los actos que son objeto de evaluació n moral no es el poseer
simplemente una estructura teleoló gica, sino el hecho de que su estructura
teleoló gica es de cará cter consciente, es decir, está vinculada con lo que se llama
comportamiento intencional. La demarcació n de la zona dentro de la cual es posible
la evaluació n moral depende de la adscripción de intencionalidad y por lo tanto
de responsabilidad.
Cabe mencionar dos aspectos de la teoría aristotélica del acto intencional, que se
encuentran desarrollados en dos textos de la Ética a Nicómaco.
▪ El primero, Ética a Nicómaco III 1-3, contiene lo que podríamos llamar la teoría
aristotélica de la imputabilidad de los actos.
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El segundo, Ética a Nicómaco II 4, presenta la caracterizació n del acto moral y su
diferencia con el acto técnico.
En otras palabras, una de las características de esta teoría, que la hace muy
moderna, es que, en lugar de dar una definició n positiva del acto voluntario, lo que
hace má s bien es explicitar las condiciones bajo las cuales la habitual suposició n de
voluntariedad de los actos queda fuera de juego.
Acto involuntario: Aristó teles reconoce en principio só lo dos razones por las cuales
un acto, en el caso de agentes racionales adultos, pierde su cará cter de voluntario
prima facie.
La moral como estructura
▪ La primera se refiere a los actos realizados bajo violencia o compulsión;
▪ La segunda, a los realizados bajo cierto tipo de ignorancia, que hay que precisar.
Lo propio del acto involuntario, tanto por compulsió n como por ignorancia, es que el
sujeto no es, por así decir, principio de la acció n. La acció n no es una iniciativa suya,
consciente y no sujeta a, coacció n exterior, es decir, la acció n no responde
plenamente a motivos del propio agente.
Acto voluntario: En cambio, el acto voluntario será aquel que pueda ser
considerado como fruto no de compulsió n, sino de una iniciativa consciente de parte
de un agente maduro racional. El acto voluntario aquí se caracteriza de forma
negativa, es decir, todo acto que no es involuntario es voluntario.
La moral como estructura
Esto no quiere decir que haya que tener muchas ganas para realizarlo, pues también
puede ser voluntario un acto hecho a disgusto, en la medida en que no esté n dadas la
compulsió n exterior o la ignorancia en el sentido relevante del término.
Acto mixto: son los má s interesantes, ya que son actos voluntarios, pero que el
agente nunca hubiera escogido si de él dependieran las circunstancias.
Aristó teles pone varios ejemplos, como el de una expedició n naval que transporta
mercancía y que se ve enfrentada a una tormenta, cuyo capitá n, frente a la
alternativa de hundirse con la mercancía en el barco o salvar la tripulació n, decide
arrojar la mercancía por la borda. Aristó teles pone como ejemplo de acto mixto este
arrojar por la borda la mercancía.
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Este acto es voluntario, porque no es realizado por compulsió n ni responde a la
ignorancia; sin embargo, es un acto que en condiciones ideales el capitá n del barco
nunca habría escogido.
Y, aunque no se puede decir que todas las condiciones del acto respondieran a la
iniciativa del agente, es un acto imputable. Cuando el capitá n vuelva a puerto, tendrá
que dar razones a los que lo emplearon de por qué arrojó al mar la mercancía. Y, si
su justificació n no es suficientemente adecuada, podría ser castigado o multado.
La mayoría de los actos humanos son mixtos: se podría decir que toda la praxis
humana se deja incluir bajo la categoría de actos mixtos, porque por su propia
naturaleza el hombre nunca fija todas las condiciones en las cuales actuar.
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Es muy difícil encontrarse en un contexto en el cual se pueda decir que el acto
responde en todas su características a la libre iniciativa y al gusto de aquel que lo
ejecutó .
En todo caso, no se debe confundir la zona de los actos mixtos, que es la zona gris o
intermedia entre la libre iniciativa y las circunstancias fá cticamente determinadas
en que se mueve la praxis humana, con la zona de los actos no imputables, por
responder a compulsió n determinante desde el exterior. Los actos involuntarios son
los que dan la clave del esquema.
La moral como estructura
¿Qué se entiende por compulsión? : ¿Qué se entiende por acto involuntario
forzado, es decir, hecho bajo compulsió n o violencia? Aristó teles dice, en Ética a
Nicómaco III 1, que un acto es por compulsió n o forzado cuando la causa está fuera
del agente –no está en su poder– y cuando el agente no coopera libremente en el
acto en ningú n nivel de aná lisis.
El ejemplo que pone Aristó teles es el de alguien que tiene que realizar una serie de
actos porque ciertas personas tomaron secuestrados a sus familiares; por ejemplo,
le secuestran la mujer y los hijos y le dicen que debe robar o matar.
La moral como estructura
Por eso, es muy difícil establecer en concreto cuá ndo hay una genuina compulsió n,
pero en cualquier teoría de la imputabilidad tiene que crearse, tipoló gicamente, un
espacio para este tipo de actos, porque efectivamente un acto no puede ser
imputable si su motivació n no puede adscribírsele por lo menos parcialmente a una
iniciativa del agente, sino que éste es sujeto pasivo de decisiones que vienen desde
afuera.
Para Aristó teles, no vale ningú n alegato de inocencia que recurra a las pasiones,
como, por ejemplo, el de quien diga "maté a mi esposa, porque me enamoré de otra
mujer y había que liberarle el camino a esta feliz pareja": éste es un acto que, desde
este tipo de tipología, no puede ser catalogado como realizado bajo compulsió n,
porque la compulsió n que implica involuntariedad es externa al sujeto y en este caso
es interna.
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Así, Aristó teles se encarga de marcar el límite de la compulsió n; si no se marcaran bien
los límites de la noció n de compulsió n, cualquier acto se podría describir como
realizado bajo compulsió n. Si, por ejemplo, el cielo nublado deprime mucho a alguien,
podría decir que no fue a trabajar bajo la compulsió n del clima.
El que realizó este acto podría decir que no sabía que estaba mal matar a su vecino,
pero así se pone en un problema. En cambio, sería una manera inteligente de
afrontar el juicio decir que no es electricista y que no sabía que lo que estaba
haciendo podía provocarle la muerte al vecino. Esto vuelve má s razonable el alegato
y el juez o quien tenga que evaluar este acto tendrá que plantear si era admisible o
razonable que el agente no supiera esto. Y si el acto finalmente se le imputa, será
seguramente considerado como un acto doloso o culposo, pero no como un
homicidio pleno.
La moral como estructura
Este á mbito de los homicidios dolosos o culposos juega un papel importantísimo en el
derecho, que se refleja a veces en que estos casos ni siquiera adquieren pena.
▪Caracterización positiva del acto moral: en el libro II, capítulo 4 de la Ética a Nicómaco,
Aristó teles hace una breve enumeració n de las características del acto moral, ahora desde el
punto de vista positivo y no negativo como antes: no cuá les características deben estar dadas
para que el acto sea moralmente evaluable, sino qué características positivas presenta el acto
moral como tal.
Aquí el contexto de discusió n es má s bien una distinció n entre acto moral y acto técnico. Para
lo que interesa ahora basta con tomar estas características y darse cuenta de adó nde apunta
la caracterizació n positiva del acto moral.
Aristó teles menciona aquí 4 características del acto moral:
La moral como estructura
▪ Aristó teles menciona aquí 4 características del acto moral:
Si no las conoce, hay por lo menos la sospecha de que el acto no puede ser imputado
plenamente, salvo que el sujeto tuviera obligació n de conocer lo que no conocía. Por
eso los criterios de imputabilidad dependen de qué sujeto concreto esté siendo
evaluado. Las condiciones de imputabilidad varían de acuerdo con lo que se le
adscriba al sujeto como conocimiento que debe poseer.
La moral como estructura
Por supuesto, en cierto nivel de aná lisis hay un importante nú mero de actos en los
cuales el sujeto puede legítimamente alegar ignorancia como causa de exenció n de
responsabilidad, pues a ningú n sujeto finito se le puede exigir conocer todas las
circunstancias relevantes de todos los actos que lleva a cabo, por la sencilla razó n de
que el conocimiento del mundo como conjunto escapa siempre a las posibilidades de
los sujetos que actú an en ese mundo.
b) debe ser resultado de una elección deliberada: que sea deliberado no quiere
decir que todo acto particular deba ir precedido de un sesudo proceso de
deliberació n consciente. De hecho, la mayoría de los actos no va acompañ ado de ese
proceso de deliberació n expresa, pues con mucha frecuencia los procesos de
deliberació n son descargados en el há bito.
La moral como estructura
Todos los actos, incluso los que se realizan sobre la base del há bito, para ser
imputables tienen que poder ser analizados y reconstruidos como si hubieran sido
deliberados. Por ejemplo, un conductor experto no delibera sobre cuá ndo pasar los
cambios, pero si un conductor inexperto le pregunta porqué puso tercera, puede dar
una razó n de ello como si lo hubiera deliberado.
Esto es lo que alcanza para que el acto sea imputable, aunque no haya habido un
proceso expreso de deliberació n previo al acto. De hecho, los actos a los que precede
una deliberació n expresa son una porció n ínfima dentro de la cantidad de actos que
nos pueden ser imputados para bien o para mal (mérito o demérito).
La moral como estructura
c) debe ser un acto escogido por sí mismo: apunta a que el acto moral no se
utilice para un fin extrínseco, porque si el acto es instrumentalizado para un fin
exterior a sí mismo, se convierte en otro acto. Por ejemplo si alguien hace una
donació n, tal acto se puede describir como un acto de generosidad si se escogió
hacer la donació n por sí misma.
d) debe llevarse a cabo de modo seguro y sin vacilaciones: a Aristó teles el acto
puntual le importa poco, pues lo que le importa son las disposiciones habituales, es
decir, no tanto si el acto es valiente o no, sino si el sujeto que lo realiza es valiente o
no. Por eso Aristó teles introduce este requerimiento adicional, que depende de una
ética de las virtudes.
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No por realizar un acto puntual de valentía el sujeto será llamado valiente, sino por
su conducta habitual, que es la que surge fluida y espontá neamente.
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