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Indudablemente las parábolas son el corazón de la predicación de Jesús. En las parábolas teniendo en cuenta también la
singularidad lingüística, que deja traslucir el texto arameo sentimos inmediatamente la cercanía de Jesús, cómo vivía y
enseñaba. Pero al mismo tiempo nos ocurre lo mismo que a sus contemporáneos y a sus discípulos: debemos preguntarle
una y otra vez qué nos quiere decir con cada una de las parábolas. En el entorno de Jesús, la alegoría era la forma habitual
del lenguaje en imágenes y, por tanto, era elemental que se interpretaran las parábolas como alegorías, siguiendo este
modelo. En los Evangelios mismos encontramos a menudo interpretaciones alegóricas de las parábolas puestas en boca de
Jesús, por ejemplo: la parábola del sembrador. Las parábolas no son alegorías, sino que son fragmento de vida real en el
que se trata de reflejar sólo una idea y aun esta entendida en su forma más común, un único punto dominante.
La parábola es un relato breve que, tomando como punto de partida hechos de la vida cotidiana, describe figuradamente
un suceso con la intención de provocar una respuesta en los oyentes y de transmitir una verdad o una enseñanza moral. Hay
quien considera la parábola como una alegoría de estructura narrativa. Sin embargo, se diferencia de ella en que la parábola
no persigue una correspondencia detallada, sino global, entre el plano figurado y el plano real. Aunque la parábola no es
desconocida en los escritos de AT (Ez 17; 19), es en el NT y, más concretamente, en los evangelios sinópticos donde logra
su máxima difusión y expresividad, pues fue uno de los medios privilegiados de la enseñanza de Jesús. A veces, la parábola
va acompañada de una explicación pormenorizada de sus elementos (Mc 4, 13-20), dando lugar a un fenómeno llamado
alegorización.
A través de las parábolas Jesús anunció la llegada del reino de Dios y expresó cuáles eran los rasgos característicos de
este reino que él anunciaba. De hecho, muchas de ellas comienzan con la expresión Sucede con el reino de Dios lo que con
(Mt 13, 44-46). Por eso, las parábolas son un camino excelente para conocer el mensaje central de la predicación de Jesús.