Está en la página 1de 21

Ética y

deontología
profesional

Los sentimientos morales, crisis de la moral y


la ética de la autenticidad
Ética y
deontología
profesional

Los sentimientos
morales
Al paradigma utilitarista visto en la última clase, se le
suma este planteamiento para determinar el mayor
bienestar posible de la mayoría.

En el mundo de habla inglesa, hay la tradición ética de los


“sentimientos morales”. Esta postura sostiene que la
razón no es la base de nuestro actuar moral, sino la hoy
llamada “empatía” o la capacidad para sentir con los
demás. Veremos a continuación a dos autores
fundamentales de esta tradición: David Hume y Adam
Smith.
Ambos hablarán de “simpatía” para referirse a la
capacidad que llamamos hoy “empatía”.
En el caso del escocés David Hume
(1711-1776), duda que la razón sea la
base de la moral.

Por ejemplo:
Cuando alguien dice: “Debo hacer
ejercicio, porque es bueno para la salud”

¿Por qué no lo hace?

Hume sostiene que las pasiones dan


motivaciones para actuar y no la razón.
En este caso, al no hacer ejercicio, no
hay la pasión respectiva, a pesar de
saber racionalmente que es bueno.
Hume plantea la “simpatía” como
elemento presente en nosotros para
sentir junto con los demás.
Este sentimiento moral de sufrir con el
otro se da al momento de percibir a la
otra persona (por ejemplo: al percibir la
lesión de un deportista, sentimos ese
dolor como propio).

De este modo, el sentimiento moral


permite evaluar y distinguir entre
conductas correctas e incorrectas en
base al apego o rechazo hacia estos
comportamientos.
Adam Smith (1723-1790)
plantea una noción de
“simpatía” distinta a la de
Hume: la capacidad de
imaginar los sentimientos
ajenos.

Así, es posible imaginar


situaciones que no
necesariamente hemos
percibido (por ejemplo: al dar el
pésame a una familia, cuyo
difunto no conocemos, pero
podemos imaginar cómo se
sienten).
Este proceso de “simpatía”
nos permite evaluar
sentimientos morales:
aprobamos o desaprobamos
sentimientos en nosotros y en
los demás sobre actos
específicos. Así podemos
llegar a normas morales
generales que imaginamos
aprobadas por un espectador
imparcial (o una visión neutral
de los actos moralmente
correctos).
Las normas morales refieren
así a los límites para el actuar
moral y la virtud será
internalizar este tipo de
actos.
Como podemos ver en ambos autores el planteamiento de los
sentimientos morales no termina por descartar totalmente a la
razón (dado que hay una evaluación de las conductas para
establecer normas). Sin embargo, es un aporte significativo la
presencia de la motivación y la empatía en el actuar moral.
Crisis de la moral en el mundo contemporáneo:
los “maestros de la sospecha”
(Nietzsche, Freud y Marx)
El pensador francés Paul Ricoeur (1913-2005) llama “maestros de
la sospecha” a Marx, Nietzsche y Freud, en medio del desencanto
del S. XIX con las ideas de progreso o libertad, igualdad y
fraternidad del mundo moderno, cuestionan el
antropocentrismo o la centralidad del ser humano en el
pensamiento de la época.

Para cada uno de ellos, el ser humano no es libre por el uso de su


razón como pensaba Inmanuel Kant o la Ilustración. Cada uno de
ellos sostendrá un punto de vista distinto para este
cuestionamiento.
Para entender mejor a estos autores, veamos brevemente tres factores históricos
en el S. XIX:

1) Afianzamiento de la
Revolución Industrial.
2) Los imperialismos.
3) Consolidación de la
ciencia y la técnica.

1) Durante el S. XIX, la Revolución Industrial muestra la cruda desigualdad:


hombres, mujeres y niños/as trabajan largas jornadas laborales sin ningún tipo de
legislación que proteja sus derechos. La igualdad o libertad de la Revolución
francesa no aparece entre los obreros.
2) Las potencia europeas, en su búsqueda de materias primas para su industria,
colonizan distintas regiones en África, Asia y América para conseguir los
recursos requeridos. Fuera de Europa, la igualdad o libertad tampoco están
presente.
3) El planteamiento evolucionista de Charles Darwin le muestra al ser humano
que no es el centro de la naturaleza. Tampoco, es la especie natural más
importante y superior al resto: si no tiene capacidad para
adaptarse a su medio ambiente, podría incluso desaparecer.
En este contexto de desilusión con las ideas de progreso y mejora para la
humanidad en el S. XIX, tres autores, Karl Marx, Friedrich Nietzsche y
Sigmund Freud, cuestionarán la libertad o autonomía del ser humano
desde distintas perspectivas:

Para Marx, el ser humano no depende de sí


mismo, sino de las condiciones económicas
de su sociedad. Solo tiene dos opciones: o
encontrarse del lado de los explotadores (los
burgueses o capitalistas) o del lado de los
explotados (los proletarios o trabajadores).

Así, en esta visión esquemática, no es libre,


porque depende del sistema económico para
desarrollarse.
Si Marx cuestiona el mundo exterior del
ser humano, Freud enfrenta el interior de
la persona: el inconsciente es lo
determinante en nosotros.

Desde la etapa de bebés, el inconsciente


acumula deseos insatisfechos que
reprimimos. Esta energía interior
aparece en: los sueños, actos fallidos,
lapsus lingüísticos o chistes.

El inconsciente domina nuestra vida


racional y las decisiones que tomamos: el
trabajo que elegimos, la pareja alcanzada,
el futuro que nos interesa desarrollar, etc.
Por esta razón, tampoco somos libres para
Freud.

Nietzsche cuestionará las bases de todo el


pensamiento y cultura occidentales.
La crítica a la moral de F. Nietzsche
Nietzsche parte de la idea de “muerte de Dios” (en la obra “La Gaya Ciencia”):
el rechazo a la moral judeo-cristiana y su versión moderna, la moral kantiana,
de igualdad y sumisión a una imagen debilitada del ser humano.

Se rechaza todo fundamento absoluto para


nuestra moral: la presencia de principios
universales (como “Ámense los unos a los
otros” o la ley o deber moral en Kant).

No hay una definición absoluta de “bien”,


“moral” o “mal” que nos obligue a pensar y
actuar de una manera determinada.

La “muerte de Dios” significa también la


muerte del «ser humano». Se abandona el
teocentrismo del mundo medieval y también
el antropocentrismo del mundo moderno.
Nietzsche realiza una Genealogía de la moral o reconstrucción histórica del
desarrollo moral desde el mundo griego hasta Kant para cuestionar las bases de
la moralidad occidental.
Niestzsche desarrolla dos tipos de moral presentes
en la historia de Occidente:
Moral Moral de
aristocrática o los débiles
de los fuertes

-Se privilegia un
-El individuo se fundamento absoluto
impone sobre la masa moral y se iguala a
y traza su propio los individuos hacia
camino moral. abajo.

- Es la moral de los - Es la moral del


fuertes y del valor resentimiento y de la
personal a imponerse compasión (“moral de
al resto. rebaño”).
Sin embargo, su propuesta no se ubica en ninguna de
las dos morales. En el texto “Sobre las tres
transformaciones del espíritu (humano)” en su libro
“Así habló Zarathustra”, señala que el ser humano pasa
por tres etapas o estadios en el campo moral:

-) Camello: la persona tiene una actitud pasiva ante la


vida. Carga sus deseos incumplidos y frustraciones y se
somete a su contexto (moral de los débiles).
-) León: la persona desea imponerse al resto y no someterse a la masa.
Desea trazar su propio camino (moral de los fuertes).
-) Niño (propuesta de Nietzsche): la acción básica del niño es el “juego”: la
re-creación (presente también en la obra de arte). Se trata de recrear
constantemente la moral y los valores y no someternos solo a ellos tomando
en cuenta a las personas y a la comunidad.
De esta manera, se recupera el fundamento, pero cambiante de nuestra
moralidad. La persona se vuelve copartícipe de la transformación de la
moral.
Ética y
deontología
profesional

La ética de la autenticidad
y su crítica por Charles Taylor
El aporte de Nietzsche lamentablemente no se desarrollará: la revisión constante
y renovada de la moral. Más bien, el mundo contemporáneo parece caer en una
tendencia individualista, donde cada uno se preocupa por la moral a su manera.

Este fenómeno será llamado “ética de la


autenticidad” por Charles Taylor (1931 - ),
quien es un filósofo canadiense dedicado a la
filosofía política, ética y el campo del derecho.

Taylor cuestiona la ética de la autenticidad que


considera que se ha extendido en el mundo
contemporáneo. Esta postura moral sostiene
que:

El ser humano puede saber quién es


y qué debe hacer con su vida, si examina
su interior, donde está su “originalidad” o
autenticidad (su verdad) lejos de cualquier
influjo externo (sociedad, Estado, etc.)
¿Por qué es problemática la ética de la autenticidad?

La dificultad principal está en que:

Las personas desean ser auténticas consigo mismas, pero, al


alejarse de los demás y optar por “su” propio camino, se cae en
cumplir “roles” o “funciones” ya previstas. Los individuos se
vuelven “personajes” y no personas.
-) El “personaje” no se identifica con quién es o con lo que hace,
sino con la función o rol que cumple (buen trabajador, buen padre,
buen amigo, etc.).

-) La “persona” integra las diversas dimensiones de su interior


(pensamientos, afectos, deseos) y también las integra en un
proyecto personal de desarrollo y lo hace también con su
comunidad y el resto de la humanidad.
Hoy en día, parece que el “éxito” se
logra dejando de ser uno mismo o
convirtiéndose en un “personaje”
(cumplir con las funciones familiares,
laborales, etc., pero no se logra así
integrar nuestras distintas dimensiones
interiores y sociales).
Taylor se preguntará por el proceso histórico que ha permitido que esta
“ética de la autenticidad” se haya establecido entre nosotros. Habla de
“tres formas de malestar en la modernidad” que lo han permitido:

En la actualidad, las personas tienen el derecho de


Individualismo
elegir sus propios modelos de vida.

El “desencantamiento del mundo” (en el paso del


Racionalidad
mundo medieval basado en la fe al moderno centrado
instrumental
en la razón) hace que lo principal sea una razón basada
en la eficiencia (cómo obtener el mayor beneficio
posible al menor costo).

Pérdida de Los dos anteriores derivan en que las personas dejen de


libertad política participar en la “política”: espacios donde se toman decisiones
que nos tocan a todos/as (el gobierno, el grupo de vecinos/as
(“despotismo
del edificio o del barrio, los grupos de padres de familia, etc.).
blando”)
Este proceso es como una “dictadura”: sin toma de poder, la
personas abandonan este espacio
(por eso, se llama “despotismo blando”).

También podría gustarte