El libro es el resultado de la oportunidad de aprender
del paciente moribundo, de las etapas finales de la vida, sus angustias, temores y esperanzas y del trato que se le da en los hospitales . Su objetivo es reconsiderarlo como ser humano y aspira a animar a otros a lograr un mayor acercamiento para prestar ayuda en las últimas horas. Una experiencia compensatoria de la que se sale enriquecido y con menos ansiedad ante el propio final. Sobre el miedo a la muerte
El hombre en todas las épocas y culturas nunca ve en
el inconsciente su propia muerte. Solo es posible ser matados y va asociada a un acto de maldad, aterrador, que exige pena y castigo. El miedo a la muerte es universal y un acontecimiento aterrador y terrible. La sociedad actual la considera un tabú y no se afronta con tranquilidad. Hoy día morir es algo solitario, mecánico y deshumanizado. Se convierte en algo impersonal porque el paciente es arrebatado de su familia y llevado al hospital. Actitudes con respecto a la muerte y al moribundo Al hablar sobre su enfermedad debe hacerse francamente, dejando abierta la esperanza y refrendándole que se le acompañará y tratarán de disminuir el sufrimiento. Los diferentes pacientes reaccionan de manera diferente según su personalidad y su estilo de vida, pero también influidos por las actitudes del médico. PRIMERA FASE: NEGACIÓN Y AISLAMIENTO La negación es normal en todos; es una defensa provisional para amortiguar la impresión y recobrarse, mientras se movilizan otras defensas, pero no desaparecen del todo, se traslapan y reaparecen. Se le debe reconocer y aceptar, sin confrontarlo. Después del estupor inicial, su respuesta habitual es:”No, no puedo ser yo SEGUNDA FASE: IRA
Sigue “Por que yo y no él?” Aparece una ira que se
desplaza en todas direcciones, a lo que le rodea y casi al azar, por lo que es muy difícil de manejar por la familia y el personal médico. Al paciente que se le ofrezca tolerancia ante su indignación racional o irracional, se le respete, comprenda, se le atienda y escuche, se sentirá un ser humano valioso y reducirá su agresión. TERCERA FASE: PACTO
Es un intento de posponer los hechos; incluye un
premio a la “buena conducta”, fija un plazo impuesto por uno mismo y la promesa implícita de que no se pedirá nada más si se le concede ese aplazamiento. La mayoría se hacen con Dios y generalmente se guardan en secreto CUARTA FASE: DEPRESIÓN
Pronto experimentará un gran sentimiento de pérdida.
La depresión puede ser 1) reactiva, cuando refiere las pérdidas de su pasado; su estatus, sus roles, su capacidad económica, etc y el paciente es animado, alentado o halagado para apoyarlo 2) anticipatoria cuando se refiere a las pérdidas inminentes, es el dolor que experimenta al salir de este mundo. Si se le permite expresar su dolor ante la pérdida inminente de sus objetos amorosos, podrá encontrar la aceptación final; como es silenciosa, no se necesitan muchas palabras, sino expresar los sentimientos, acariciando, tocando una mano o el pelo o simplemente sentarse en silencio QUINTA FASE: ACEPTACIÓN
Es una fase casi desprovista de sentimientos, no es feliz.
Ha encontrado cierta paz, por lo que disminuye su interés por las noticias del mundo, los problemas, las visitas y la televisión. La comunicación es más de gestos y compañía en silencio. La visita es conveniente a última hora de la tarde. Generalmente es cuando la familia necesita más apoyo activo que el paciente ESPERANZA Lo único que persiste a los largo de estas fases es la esperanza; que deja abierta una posibilidad de curación, el deseo de que todo tenga algún sentido, dándole una sensación de misión especial en la vida y les ayuda a conservar el ánimo y a soportar puede ser una racionalización del sufrimiento, una forma de navegación temporal, pero necesaria y es lo que los sostiene durante todo el tiempo de sufrimiento. Si deja de manifestar esperanza es señal de una muerte inminente. Hay dos situaciones que generan conflictos: una, y más dolorosa es cuando la familia o el personal trasmite desesperanza cuando el paciente todavía necesita esperanza, y la otra viene de la incapacidad de la familia para aceptar la fase final de su enfermo. Por el “síndrome pseudo-terminal”, propone nunca considerar desahuciado a ningún paciente sino darles a todos la posibilidad de un tratamiento más eficaz. FIN