Introducción v.1-2 Cualquier sitio donde las multitudes estaban presentes era aprovechado por el Señor para predicar y enseñar. Jesús adopto la forma habitual de los maestros para abordar un tiempo de enseñanza (a los pies de alguien Hec. 22:3). Les enseñaba abriendo su boca; se muestra la importancia de lo que se va expresar; Dios estaba enseñando personalmente. La capacitación para un ministerio eficaz parte de una solida base escritural; no se puede esperar una iglesia fuerte si no esta sustentada por un amplio conocimiento de la Palabra. No hay un solo momento en la vida cristiana que no sea preciso aprender más de la Palabra. No era el glorioso Dios cuya presencia aterraba a quienes veían su gloria; era el humilde carpintero de Nazaret, era Emmanuel, Dios con nosotros. Las Normas del Reino Vv. 5:3-12
Bienaventurado: dichoso, feliz, bendito.
Ser bendecido quiere decir: ser aprobado, hallar aprobación. Cuando Dios bendice al hombre es porque lo aprueba. Cuando somos aprobados hay dicha, gozo y felicidad y esta no depende de la ausencia de dificultades ni problemas. Ya que este es el universo de Dios, no puede haber mayor bendición que la de ser aprobados por Él. La bendición o aprobación de Dios debe de parecernos más importante que la aprobación de nuestros seres queridos, por mucho que les amemos, o de nuestros colegas, por más influyentes que sean. Solamente Dios debe de ser la fuente de nuestro gozo; debemos de buscar en todo tiempo su aprobación. Pobres en espíritu Equivale a quien no tiene absolutamente nada. En el A.T. pobre era aquel que no tenia nada, no podía alcanzar nada y por lo tanto dependía completamente de Dios. Pobre en espíritu es aquel que ha perdido toda confianza en sus fuerzas espirituales y en su propia justicia y descansa plenamente en Dios. La pobreza en espíritu es la necesidad que el hombre tiene de Dios; es su impotencia sin Él. Lucas 18:10-13 No existe un orgullo más letal que aquel que encuentra sus raíces en un amplio saber, en una gran piedad externa o en una ostentosa defensa de la ortodoxia. El orgullo basado en virtudes genuinas tiene un enorme potencial para facilitar el auto engaño. Debemos de tener un reconocimiento completo, honesto, objetivo y consiente de nuestra indignidad moral delante de Dios. Por nosotros mismos no podemos satisfacer los estándares de Dios. Debemos reconocer nuestra bancarrota espiritual, vaciándonos de nuestra propia justicia, nuestro aprecio moral y nuestra vanagloria personal. Quien es pobre en espíritu, quien no depende de su propia justicia, de él es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran Al mundo en que vivimos le gusta reír. Los distribuidores del pacer venden carcajadas y sonrisas. El mundo no quiere ver gente que se lamenta. El llanto es el dolor que produce el pecado personal. Es la lamentación de un hombre que empieza a darse cuenta de la negrura de su pecado a medida que se ve expuesto a la pureza de Dios. Otras lamentaciones El pecado de este mundo: Su falta de integridad Su injusticia. Su crueldad. Su indignidad Su egoísmo Todo esto se amontona sobre la consciencia de un hombre sensible espiritualmente y le hacen llorar, mientras que otros prefieren simplemente condenar. El hombre que es hijo de Dios y que vive en este mundo no puede evitar llorar. Llora por los pecados y por las blasfemias de su país. Llora por la merma del propio concepto de la verdad. Llora por la avaricia, el cinismo, la falta de integridad. Llora al ver que son pocos los que lloran. Recibirán consolación El que llora se lamenta por su pecado porque ve cuan grande es su ofensa ante Dios. Pero aprende a confiar en Jesús como aquel que ha pagado el rescate por el pecado (Mr 10:45). Desborda de gozo cuando descubre que Jesús vino a salvar a su pueblo de sus pecados (Mt 1:21). A medida que llora por otros hombres, descubre que Dios responde a sus oraciones, para desatar nudos del pecado y para ofrecer a otros un nuevo nacimiento (Apo 21:4). Bienaventurados los mansos La mansedumbre tiene que ver con la relación entre esa persona y Dios, y con los hombres. No es como se la imaginan muchas personas: una debilidad. Una persona mansa no es necesariamente indecisa o tímida, ni mucho menos insegura de si misma. La mansedumbre es el deseo controlado de hacer que los intereses de los demás pasen por delante de los nuestros. Ejemplo de Abraham y Lot al escoger la tierra. La mansedumbre ha dejado de ser un objetivo cristiano, nos preocupa más complacernos que edificar a nuestro hermano. Cuando practiquemos la mansedumbre, cuando pongamos los intereses de los demás sobre los nuestros, un mundo descaradamente materialista se nos opondrá. El hombre tiende a asumir que esta en el centro del universo, pero el hombre manso se ve a si mismo y a los demás sometidos a Dios. Recibirán la tierra por heredad Estas palabras sacadas del Salmo 37:11, suponen una devastadora contradicción al materialismo. El hombre verdaderamente manso se sentirá satisfecho con lo mucho o lo poco que tiene. Su ego no esta lo bastante inflado como para pensar que debe tener siempre más cosas. Además considera que en Cristo tiene ya “todas las cosas” (2 Cor 6:10). En un cielo nuevo y en una tierra nueva, por toda una eternidad estarán agradecidos por haber aprendido a ser mansos durante sus primeros 70-90 años de vida. Los que tiene hambre y sed de justicia
Ni siquiera entre los cristianos comprometidos es muy
popular la búsqueda de la justicia. Hoy en día se buscan otras cosas: La madurez espiritual. La verdadera felicidad. El poder del Espíritu. Buenas técnicas para dar testimonio. Experiencias espirituales. Tener hambre y sed de justicia es: no poder vivir sin ella; es tan importante como el alimento o la bebida. Las normas del reino exigen que los hombres y las mujeres tengan hambre y sed de justicia; no es una opción. Esta justicia nos habla de una pauta de vida en conformidad a la voluntad de Dios. En otras palabras, la persona que tiene hambre y sed de justicia tiene hambre y sed de conformarse a la voluntad divina. No va errante, sin meta alguna, por una religiosidad vacía; no permite que lo distraigan las cosas sin importancia. Su deleite es la Palabra, porque solo en ella se encuentra expresada la voluntad de Dios. Quiere ser justo no simplemente porque teme a Dios, sino porque la justicia se ha convertido para él la cosas mas importante y deseable del mundo. La justicia en la Biblia tiene 3 aspectos: legal, moral y social. La justicia legal es justificación, una relación correcta con Dios. La justicia moral es aquella justicia de carácter y conducta que agrada a Dios. Y la justicia social, se interesa por la liberación del hombre de la opresión, al igual que por la promoción de los derechos civiles, la justicia en las cortes legales, la integridad en las relaciones comerciales y el honor en el hogar y los asuntos familiares. Lutero expresó: el mandamiento para nosotros no es que os arrastréis a un rincón o en el desierto, sino salir de allí, si es donde habéis estado, y ofrecer vuestras manos y vuestros pies y todo vuestro cuerpo, y arriesgar todo lo que tener y podéis hacer; si no podéis tornar al mundo completamente pío, entonces haced lo que podáis. Dios ha prometido un día de juicio, en el que el bien triunfará y el mal será destruido, y después del cual habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, en donde habite la justicia (2 Ped 3:13). Bienaventurados los Misericordiosos La misericordia es una respuesta de amor motivada por la desgracia y desamparo de aquel sobre el cual se derrama ese amor. Hemos de ser compasivos y sensibles, en especial para con el desgraciado y el indefenso; porque si no tenemos misericordia, tampoco la hallaremos (San 1:27). El que carece de misericordia esta poco consiente de su estado que cree no necesitarla; no puede pensar en sí mismo como alguien miserable. Alcanzarán Misericordia La persona que ha reconocido su propio desamparo y condición miserable demuestra gratitud por la misericordia que recibe, y aprende a tenerla con otros. El mundo no es misericordioso, prefiere aislarse y ponerse a salvo de los dolores y calamidades como frecuentemente la iglesia lo ha hecho. Solo aquellos que demuestren compasión, que actúen ante el dolor, la miseria y la aflicción lo cual es resultado del pecado, la encontraran. Los de Limpio Corazón Dentro del conjunto de imágenes Bíblicas, el corazón es el centro de toda personalidad (Mat 15:19). Esta bienaventuranza nos muestra que la pureza de corazón es el requisito indispensable para tener comunión con Dios, para “ver a Dios” (Sal 24:3-4). Si nuestros corazones deben de ser puros y sin mancha: ¿en que piensas cuando tu mente se vuelve neutral? ¿hasta que punto te identificas con el engaño, sin importar su grado de sutileza? ¿hacia que demuestras una lealtad constante? ¿Qué es lo que deseas más que cualquier otra cosas? ¿Qué y a quien quieres? ¿hasta que punto reflejan tus acciones y palabras aquello que tienes en el corazón? ¿hasta que punto constituyen una fachada para tapar lo que hay en el? En nuestro diario caminar estamos tentados a portar una mascara diferente y a desempeñar un papel diferente de acuerdo con cada ocasión. Un hombre de corazón limpio en sus relaciones tanto con Dios como con el hombre debe de estar libre de falsedad. Los de corazón limpio son absolutamente sinceros; toda su vida, pública y privada, es transparente ante Dios y los hombres. Su corazón, incluyendo sus pensamientos y motivaciones, es limpio, sin mezcla con nada equivoco, oculto o ruin; Aborrece la hipocresía y el engaño; carece de segundas intenciones. Como sabe que ya forma parte del Reino, le preocupa la pureza, porque reconoce que el Rey es puro, y que el reino, en su forma perfeccionada sólo admitirá la pureza; y tendrá percepción de Dios y de su obrar. Los Pacificadores Esta bienaventuranza no promete bendición a los pacíficos, ni a los que ansían la paz, sino a lo pacificadores. Las buenas nuevas de Jesucristo son el mayor mensaje pacificador, y el cristiano que comparte su fe es un mensajero de paz, un pacificador (Efe 2:11- 22). El papel del Cristiano como pacificador suaviza las tensiones, busca soluciones, hace que la comunicación no se tergiverse. No confunde nunca las cosas con la imagen de su ego. Temeroso de ser culpable de generar más problemas, aprende a bajar la voz y a sonreír más ampliamente en proporción de la intensidad de la discusión. El pacificador siempre buscara la reconciliación entre dos personas o más, y su meta será la unidad visible de la iglesia. Llamados hijos de Dios Dentro del pensamiento judío, la palabra “hijo” suele implicar una connotación de “participante del carácter de”. Hijo de Dios en esta bienaventuranza, refleja el carácter pacificador de su Padre celestial. El conservar la calma, escuchar con respeto, el calmar las aguas turbulentas, el buscar la reconciliación es algo fundamental de lo que significa ser hijo de Dios. Los que Padecen Persecución La persecución puede adoptar muchas formas; no solo es la persecución que padecen nuestros hermanos en Cristo en ciertos países represivos. Un cristiano perseguido a causa de la justicia es: Ridiculizado por su familia, o puede ser condenado al destierro. Burlado en su trabajo y hasta en ocasiones maltratado por su fe. Hasta rechazado por algunos miembro de la iglesia. Si el discípulo de Jesús jamás experimenta ningún tipo de persecución, debería de preguntarse, si en su vida manifiesta justicia. El cristiano vive en un mundo pecaminoso; por tanto, si manifiesta una justicia genuina, transparente, muchos le rechazaran (le perseguirán). Al practicar la justicia somos perseguidos, puesto que la justicia verdadera condena a las personas por implicación (2 Tim 3:12, 1 Tes 3:3-4). El reino de los cielos les pertenece Una mejor traducción seria: sobre ellos ejerce Dios su reinado, su soberanía. Las bienaventuranzas inician con la frase: el reino de los cielos le pertenece; y termina con la misma frase, a esto se le llama inclusión. Las bienaventuranzas son las descripciones de un hombre que realmente ha obtenido el regalo de la vida eterna. Describen lo que es un verdadero hijo de Dios, el cual es dirigido por su Padre celestial aquí en la tierra. Vv. 11-12 Estos versículos muestran que la persecución se implica para incluir los insultos y la maldad transmitida oralmente. No puede quedar limitada a la oposición física, o a la tortura. Establecen un paralelo entre la frase “por causa de la justicia” (v.10) y la de “por mi causa” (5:11); esto confirma que la justicia que tenemos es una imitación de Jesús. Encontramos un mandamiento abierto de regocijarnos y gozarnos cuando suframos persecución de cualquier tipo (Hec 5:41) Se nos ofrece una razón para motivar a los discípulos de Jesús a gozarse bajo la persecución: su recompensa es grande en los cielos. Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros cada vez más excelente y eterno peso de gloria (2 Cor 4:17). Lejos de ser ésta una perspectiva deprimente, el sufrimiento de los creyentes bajo la persecución, motivada por la justicia (el hacer la voluntad de Dios), se convierte en una señal inequívoca de que el reino es suyo. El Testimonio del Reino Vv. 5:13-16 Es imposible seguir las normar del reino en un mundo puramente privado; día con día nos relacionamos. Practicar las normas del reino con diligencia en un mundo pecaminoso, constituyen un aspecto principal del testimonio cristiano, y este, atraerá la atención. Todos los discípulos de Jesús mediante sus vidas, deben dejar su huella en este mundo, el cual se opone a las reglas del reino. En el mundo antiguo, la sal se usaba sobre todo como conservador; como no había congeladores, la gente usaba la sal para conservar los alimentos. En el mundo que cada vez se vuelve más podrido, los cristianos producen el efecto de retrasar la putrefacción moral y espiritual. Si nuestras vidas se adaptan a las normas de las bienaventuranzas, no podemos evitar ser una buena influencia sobre la sociedad. Si la sal no puede ser otra cosa que salada, entonces existe una naturaleza interna en los cristianos que les lleva a dar testimonio. Cuanto peor se vuelva este mundo, cuanto más se extienda su corrupción, más necesitara de los discípulos de Jesús. Pero hay que tener cuidado, porque la sal puede contaminarse si se mezcla con impurezas, y entonces se vuelve inútil. De ser salvadores de la sociedad, nos convertimos en residuos para senda de peatones. La luz Los cristianos son la luz del mundo, un mundo que por implicación esta sumido en la profundidad de la obscuridad. Los cristianos que dejan brillar su luz ante los hombres no pueden esconderse; su luz que derraman alrededor suaviza la obscuridad, de otro modo sería absoluta. La luz era algo tan importante que era absurdo pensar que alguien deseara apagar la pálida luz de una lámpara. La luz son la buenas obras que hacen los discípulos de Jesús, para que al menos algunos hombres reconozcan que son hijos de Dios, y lleguen alabar al Padre del cual ellos son hijos (v.16). Ser luz en el mundo es vivir las normas del reino; es dar testimonio del reino y suavizar o oscuridad. Jesús siendo la luz del mundo por excelencia (Juan 8:12) transformo hasta tal punto a los hombres que ellos se convirtieron en la luz del mundo. Jesús como Cumplimiento del A.T. Jesús defiende la confiabilidad y veracidad del A.T.; no se limita a decir que contiene un tanto por ciento de verdad, y mucho menos que se convierte en verdadero cuando se le encuentra sentido. Jesús confirma el A.T. ya que Él cumple con todo; y como este apuntaba hacia Él, ciertamente no vino abolirlo sino a darle continuidad. El verbo cumplir significa literalmente llenar, e indica que las enseñanzas de Cristo no eran abrogación de los anteriores, sino ampliación y culminación de ellos. El A.T. es el evangelio en capullo, el N.T. es el evangelio en plena floración. El A.T. apuntaba hacia el Mesías y hacia el reino que iba a introducir; es por eso que rechaza la interpretación superficial de la ley, y el mismo provee la verdadera interpretación. Su propósito no es cambiar la ley, sino revelar todo el significado que estaba destinada a contener. En esta ampliación del reino, encontramos que la justicia exigida por Jesús sobre pasa la imaginación de los fariseos, el estricto grupo ortodoxo. El estilo de Jesús es más retador y exigente. Mateo 5:17-20 nos exige un tipo de justicia que debió dejar a los oyentes de Jesús con la boca abierta de angustia, consientes de su propia incapacidad espiritual. Aplicación Vv. 5:21-47 Con una incomparable autoridad, Jesús se ha colocado como eje central de la historia. El A.T. apuntaba hacia Él, y ahora habiendo llegado introduce el reino y muestra como el A.T. encuentra su validez final y su continuidad real en Él mismo y en su enseñanza. Hay que tomar en cuenta que los fariseos y los maestros de la ley consideraban que ciertas tradiciones orales tenían una autoridad equiparable a la de la propia Escritura, contaminando así el contenido de ésta con ciertas interpretaciones falaces. Jesús dice algo así: oíste que fue dicho… pero yo os digo. Jesús esta interesado por dos cosas: derrocar las tradiciones equivocadas e indicar con autoridad la verdadera dirección hacia la que apuntan las Escrituras del A.T. En Mateo 5:21 Jesús relaciona la ira con el homicidio, y una persona que mataba a alguien tenia que presentarse ante un tribunal para ser juzgado. El asesinato ¿es un acto sin referencia alguna al carácter del asesino? ¿acaso entre las obscuras sombras del propio hecho no acechan la deplorable ira del asesino y su rabia rencorosa? Jesús insiste en que no solo el asesino, sino cualquiera que esté enojado con su hermano, será sujeto a juicio. Y si la ira está prohibida, también lo esta el desprecio; Raca (cabeza hueca) es una expresión aramea que implica insulto. La ley apuntaba hacia un problema fundamental, la denigrante ira del hombre, y Jesús insiste en que el juicio que se creía reservado para el criminal en realidad pensé sobre el que odia, el rencoroso y el que desprecia. Si nos creemos distantes de los asesinos, ¿jamás has odiado? ¿nunca has deseado que alguien estuviera muerto? ¿no has despreciado a alguien en ira? Toda esta rabia tan vil se encuentra en la raíz del homicidio, y nos hace darnos cuenta que no nos diferenciamos del criminal practicante. Cuando reaccionamos con ira, podemos engañarnos pensando que estamos defendiendo la verdad y la justicia, cuando en lo más hondo nos preocupa más defendernos a nosotros mismos. Ciertamente hay lugar para sentir el ardor de la ira frente al pecado y la injusticia. Nuestro problema es que ardemos en indignación e ira, no frente al pecado o la injusticia, sino cuando nos ofenden. Jesús no prohíbe toda ira sino aquella que nace de las relaciones personales. Él insiste en que es mucho más importante que se reconcilie con su hermano que cumplir con la obligación religiosa, porque esta se convierte en algo fingido y falso si el adorador se ha tan mal con su hermano que éste tiene algo contra él. A los hombres les gusta sustituir la integridad, la pureza y el amor por la ceremonia, pero Jesús no quiere nada de esto. Jesús enfatiza la urgencia de a reconciliación. Vv. 5.27-30 A medida que nuestra sociedad se aparta del séptimo mandamiento (no cometerás adulterio) hacia una dirección, Jesús va en otra. V. 28 no supone una prohibición a la atracción normal que existe entre hombres y mujeres, sino de la lujuria profundamente asentada, que consume y devora, que en la imaginación ataca y viola, que mentalmente contempla el adulterio y lo comete. Hoy por hoy nuestros anuncios venden basándose en la atracción sexual; hay libros pervertidos, y las canciones se centran en satisfacer impulsos sexuales. Necesitamos la actitud que Jesús describe en Vv.29-30. ¿Qué quiere decir Jesús? Que debemos cortar radicalmente con el pecado. No debemos fomentarlo, ni coquetear con el, ni disfrutar mordisqueándolo un poquito. Hemos de odiarlo, aplastarlo y enterrarlos (Col 3:5). En nuestra sociedad el pecado se considera como un error o una enfermedad, pero el pecado conduce al infierno, es por eso que hay que tomarlo enserio. Vv. 31-32 Inicialmente, el divorcio era algo inconcebible; cuando Dios creo al hombre y a la mujer, no dejo abierta esa posibilidad. De hecho Dios aborrece el divorcio (Mal 2:16). En tiempos de Jesús algunos llegaban a enseñar que podían divorciarse por alguna imperfección en la esposa tan trivial como la de servirle a su marido una comida que se hubiera chamuscado por accidente. El hombre que se casa con una divorciada comete adulterio; delante de Dios, de hecho se esta casando con la mujer de otro hombre. La única excepción que permite Jesús es la fornicación, cualquier acto de inmoralidad sexual física fuera del matrimonio. Pero aun en ese caso, no se le ordena al hombre que se divorcie de su esposa, sino que se le permite, no como una obligación. El amor dentro del matrimonio es la entrega decidida a buscar el bien del otro, a abrigarle, protegerle, nutrirle, edificarle y tener paciencia con la pareja. El divorcio solía ser un problema que no se daba en los círculos evangélicos; para vergüenza nuestra, ese ya no es el caso. El matrimonio se ha convertido en una unión sexual provisional. El matrimonio no es algo sucio, ni el sexo tampoco; son dones maravillosos del creador, pero la lujuria los prostituye, y el divorcio los degrada. Vv. 33-37 V. 33 no es una cita literal del A.T., sino una alución a pasajes como Exo 20:7, Lev 19:12, Num 30:12. Todos los juramentos iban destinados a potenciar la verdad, o hacer algo de la veracidad algo más solemne y fiable; de hecho el código mosaico prohibía solo los juramentos falsos o irreverentes que deben de considerarse como una profanación del nombre de Dios. Pero Jesús dijo no juréis en ninguna manera, ¿Por qué? Se dice que si uno juraba por Jerusalén su juramento no le ataba; pero si juraba hacia Jerusalén, si le obligaba. De esta forma el uso de los juramentos se degenero por reglas abominables que permitían saber cuando se podía usar el engaño y el fraude y cuando no. Los juramentos ya no promueven la verdad, sino que invitan al engaño y se convierten en una justificación para mentir. Jesús relaciona cada juramento con Dios (v34-36); jurar por algo es jurar por Dios. Un juramento es poner a alguien de mayor autoridad como testigo y garantía del cumplimiento o veracidad. Ningún juramento es trivial, ni es una evasión justificable; todos los juramentos son promesas solemnes de decir la verdad. No se habla de errores inocentes, sino del engaño; para el seguidor de Jesús es mejor decir “si” cuando se quiere afirmar y “no” para negar. Vv. 38-42 Ojo por ojo, diente por diente, hayamos esta famosa ley en Exo 21, Lev 24 y Deu 19. Esta ley era un excelente instrumento para acabar con las rencillas y las luchas salvajes. Si se pagaba un acto violento con otro de exactamente el mismo tipo y grado, se acababa el asunto. Además esta ley no se pensó para que la aplicaran hombres metidos en venganzas personales, sino para el sistema judicial. Ojo por ojo, diente por diente, era un ley dada al pueblo judío como nación, y se estaba arrastrando al terreno personal, donde era casi imposible que generara justicia; siempre producía amargura, venganza, maldad, odio. No resistan al que es malo: no nos pide que aprobemos su mala conducta; lo que no permite es que tomemos represalias: no traten de vengarse de quien es hace daño. Las cuatro pequeñas ilustraciones que siguen implican todas el principio de no represalia, e indican las dimensiones a las que debe extenderse. Primer ejemplo: Una bofetada en la mejilla era un tremendo insulto, pero el seguidor de Jesús esta mas dispuesto a recibir que ha vengarse. Segundo: habla de una disputa judicial en la que es probable que un hombre pierda su túnica, aun cuando los judíos reconocían que esta vestidura era una posesión exclusiva. Debemos de estar dispuestos ha abandonar aquello que nos pertenece por derecho. Tercero: se refiere a la practica romana de dar ordenes a los civiles; un simple soldado romano podía legalmente ordenar a un civil que llevara el equipaje una cierta distancia. Como seguidores de Jesús no debemos de sentirnos amargados e irritados en un caso así, sino doblar esa distancia y aceptar con buen animo la imposición. Cuarto: Jesús exige dar y prestar con alegría y sinceridad. No se trata de lo sabio o lo necio que resulta prestar dinero. La idea central es que Cristo no tolera una actitud materialista, avara y miserable; no nos estamos preguntado a cada instante ¿y yo que? ¿Qué saco de todo esto? Lo que Jesús dice en estos versículos, es que sus seguidores no tienen derechos. No tienen derecho a vengarse, ni tienen derecho a sus posesiones, ni a su tiempo o dinero; incluso en ocasiones deben negar sus derechos legales. El sacrificio de uno mismo deja de lado la venganza personal. Vv.43-47 Las escrituras del A.T. dicen ama a tu prójimo (Lev 19:18), pero nada de aborrece a tu enemigo. Amad a nuestros enemigos y orar por los que ultrajan y persiguen; esta actitud alcanza su explicación máxima en la persona de Jesús, quien mientras sufría la injusta agonía de la cruz, exclamo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Luc 23:34). (V. 47) un saludo puede decir muchas cosas, sobre todo se incluye el deseo de prosperidad y bienestar. Los seguidores de Jesús no deben conformarse a la escala de valores de su sociedad. Más bien debe de conformarse al carácter de su Padre celestial. (V.48) hemos de ser santos porque Dios es santo; como sus hijos debemos de demostrar su carácter. Las exigencias del reino son la santidad, perfección y la pereza transparente. El imitar la perfección del Padre, excluye totalmente toda hipocresía religiosa, todo fingimiento espiritual, toda justicia jactanciosa, toda labor religiosa llevada a cabo con ostentación. Cap. 6:1 El texto me pregunta se deseo la bendición de Dios o la aprobación de cualquier otro. Todos los actos de justicia deben aislarse de toda ostentación o jactancia y de la degradación que supone la búsqueda de la aprobación humana. Nos llama ha actuar de una manera en la cual Dios es el único que sabe nuestras verdaderas intenciones, sin importar donde nos encontremos. Vv. 2-4 La limosna La Biblia siempre ha mantenido la importancia de dar a los pobres (Deu 15:11; Sal 41:1; Pro 19:17). Pero la mayoría de lo que damos no tiene que ver con suplir necesidades y complacer a Dios, sino con ganarnos una reputación de generosos y piadosos. En los tiempos de Jesús sonaban las trompetas del templo de Jerusalén que llamaban a reunión a los ciudadanos para contribuir para suplir una necesidad urgente. Era una oportunidad de hacer ostentación, El hipócrita aparenta bondad pero en realidad es malo, puesto que es un actor consiente o inconscientemente. La piedad hipócrita es una piedad de teatro, fingida, para ser alabados por los hombres. Realmente consiguen lo que quieren, el reconocimiento de los hombres, pero es lo único; no hay una verdadera justicia, ni tampoco recompensa de parte de Dios. Vv. 3-4; Jesús esta utilizando una metáfora para expresar cuan silenciosa y privada debe de ser nuestra forma de dar. Nuestra ofrenda no debe de estar motivada, ni siquiera en parte, por el amor a la alabanza ajena. El seguidor de Jesús da en secreto para evitar la aprobación de los hombres, para agradar a su padre celestial y para cubrir unas necesidades autenticas. Vv. 5-8 La oración Se rechaza la actitud de aquellos que oran para ser visto por los hombres. En los cultos de las sinagogas, la oración publica la conducía un miembro masculino de la congregación. Los sentimientos correctos, los tonos sonoros, el fervor bien modulado, eran herramientas para obtener esta aprobación y para competir con el compañero que se encargo de llevar la reunión anterior. Además de esto, durante los ayunos públicos sonaban las trompetas como señal de que debía orarse, y donde estuvieran los hombres giraban en dirección al templo para ofrecer sus oraciones, siendo una oportunidad para manifestar su piedad. La mejor manera de superar este mal es dedicar tiempo a la oración secreta. La oración no debe constituir repeticiones inútiles; los paganos pensaban que si nombraban a todo los dioses y repetían sus nombres unas cuantas veces, obtendrían una respuesta. Jesús quiere enseñarnos que la oración, para que sea autentica, debe de: Estar libre de ostentación, Ser dirigida la Padre y no a los hombres, Ser principalmente privada. Estar apartada del engaño de que a Dios se le puede manipular con una farsa vacía. Vv. 9-15 La oración modelo Padre Nuestro. Los judíos de ese periodo tenían títulos más elevados para Dios, como Señor soberano, Rey del universo, el todo poderoso. Pero Jesús enseña a dirigirnos a Dios como Padre, como abba, una palabra aramea que usaban los niños para dirigirse a sus padres, la cual denota una relación muy intima. En los cielos. Manifiesta la trascendencia divina, la grandeza de Dios, su soberanía, su poder y autoridad. En los tiempos de Jesús tendían a concebir a Dios como a alguien tan superior que apenas era posible imaginar una relación con Él. Ahora de una manera tímida los discípulos sintieron el tremendo privilegio de acercarse a ese Dios tan maravilloso de una forma tan personal e íntima. Santificado sea tu Nombre. Santificar es reverenciar, honrar, considerar santo y reconocer el nombre de Dios, ósea quien es Él en todos sus atributos. Venga tu reino. Orar venga tu reino es orar para que el reino salvífico de Dios se extienda y que Dios inaugure el reino consumado. A través de los siglos, los seguidores de Jesús que padecieron terribles persecuciones oraron con estas palabras, con conocimiento y fervor. Pero ahora nuestras cómodas circunstancias anulan nuestra sinceridad cuando repetimos la frase. Pedimos que Dios nos de tiempo suficiente para terminar una carrera, o para probar el matrimonio, o para alcanzar el éxito en el trabajo, o se nos conceda el gozo de ver a nuestros nietos. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Se busca que se haga el perfecto cumplimiento de la voluntad del Padre, sin rebeliones, delitos y demoras. Si estamos interesados en que se haga la voluntad de Dios, estamos involucrados en aprender todo lo que podamos sobre su voluntad; esto implica un estudio contante de las Escrituras. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. En tiempos de Jesús, generalmente se pagaba a los trabajadores desempeñado cada día; y la paga del día pagaba la comida de ese día. Los seguidores de Jesús debían aprender a confiar en su Padre celestial para cubrir sus necesidades físicas. La Escritura enseña que Dios es la fuente de todo bien, ya sea alimento, vestido, trabajo, fuerza, inteligencia y amistad; pero tristemente nuestra propia riqueza a contribuido a nuestra ingratitud. Perdónanos nuestras deudas, como también personamos a nuestros deudores. En esta oración se habla del pecado como una deuda, una deuda que debe pagarse. Si alguien nos es deudor, y no le libramos de la deuda perdonándole, el Padre no perdonara nuestras deudas, y no nos veremos libres de ellas. La negación de uno mismo forma parte de la esencia de la vida cristiana. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal. Es una petición a ser guiados no a la tentación sino lejos de ella, a la justicia, a las situaciones en las que lejos de ser tentados estaremos protegidos de ellas y por lo tanto seguiremos siendo justos. Del mismo modo que debemos de depender de Dios para el sustento físico, también debemos de depender de Él para alcanzar triunfos morales, y victorias espirituales. Vv. 16-18 el ayuno Lo que empezó siendo una autodisciplina espiritual se corrompió; algunos ponían caras largas y solemnes, no se aseaban ni arreglaban, y se echaban cenizas en la cabeza para que todos se enteraran de que estaban ayunando. Jesús esta diciendo a sus seguidores: cuando ayunen compórtense de una manera tan normal que nadie lo sepa, excepto Dios. Ningún acto de disciplina espiritual debe convertirse en ocasión para autopromocionarse. Vv. 19-21 El tesoro Los tesoros en la tierra hacen referencia a cualquier bien que sea perecedero o que pueda perderse de una u otra forma. Jesús nos prohíbe que pongamos nuestro tesoro en simples bienes, como si tuvieran una inmensa importancia. Aunque no esta prohibiendo que tengamos cosas, si nos prohíbe el amor a esas cosas, porque las cosas que atesoramos son las que en realidad controlan nuestras vidas. Cuando yo muera, voy a llevarme exactamente lo que traje al mundo: nada. Es por eso que es un mal negocio si cambiamos lo eterno por lo temporal, sin importar cuanto valor parezca tener. Una persona que se autoexamine honradamente podrá descubrir muy bien cuales son sus tesoros, simplemente analizando sus deseos más profundos. Vv. 22-23 Si tenemos visión física, podemos ver lo que hacemos y hacia donde vamos; así también, si tenemos visión espiritual, si nuestra perspectiva espiritual esta correctamente ajustada, nuestra vida estará llena de propósito y dirección. Si nuestra visión llega a nublarse con los falsos dioses del materialismo, y perdemos nuestro sentido de los valores, nuestra vida total estará en tinieblas y no podremos ver hacia donde vamos. La perdida de la visión es a causa de la codicia, porque el ojo maligno consiste en espíritu tacaño y miserable, y un ojo bueno es generoso. Esta es una razón para hacer tesoros en el cielo: Tienen mayor durabilidad. Contamos con esa visión clara ahora en la tierra. V. 24; El máximo amor de un hombre, su mayor lealtad, deben de ir dirigidas hacia el Padre y el Hijo al cual envió. La palabra traducida como riquezas es “mammón”, y originalmente esta palabra significaba: algo en lo cual uno pone su confianza. Sin duda a menudo la confianza del hombre descansa en las riquezas, pero nadie puede entregarse a la vez a Dios y al dinero. Vv.25-34 La posesiones terrenales pueden convertirse en un ídolo que desplazan a Dios al convertirse en algo tremendamente importante. También las necesidades terrenales se pueden convertir en una fuente de preocupación que destrona a Dios al fomentar la desconfianza. La mayoría de las ansiedades indican una aguda falta de confianza en Dios, pero el seguidor de Jesús aprende realmente a confiar en la soberanía y en plena gracia divina. Estos versículos enseñan que ni siquiera las necesidades materiales suponen un motivo valido para que se preocupen los herederos del Reino. Nuestras necesidades físicas, por más legitimas que sean, no deben suplantar jamás nuestra entrega al reino de Dios. Además, estas mismas necesidades se convierten en una oportunidad para llevar una vida distinta de la de los paganos que nos rodean, quienes nunca aprenden a confiar en Dios. La falta de una fiel confianza en Dios no solo supone una ofensa para Él, sino que es un rasgo esencialmente pagano. Nuestras preocupaciones no deben parecerse a las del mundo, porque si nos afanamos como hacen los paganos, evidente que estaremos persiguiendo las mismas cosas que ellos. El seguidor de Jesús procurara llevar un estilo de vida distinto al de los paganos, a tal grado que su conducta este marcada con las palabras: fabricado en el reino de Dios. Cap. 7:1-5 No juzguéis, para que no seáis juzgados. Juzgar quiere decir: ser contencioso, juzgar judicialmente o condenar. Lo que el texto nos dice es que no adoptemos un espíritu critico o una actitud condenatoria, porque esto es poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Este tipo de espíritu critico lo encontramos en la murmuración; todo se dice con malicia, sin ningún deseo de edificar y se degrada a la persona de la que se esta hablando. Realmente la medida que usemos con los demás será la que ellos usen con nosotros; la persona con un espíritu critico invita a que lo critiquen. No es que debamos ser moderados en nuestros juicios para que los demás lo sea en el modo en que nos juzguen, sino más bien que hemos de rechazar las actitudes de juicio, para que no nos condenen delante de Dios. Esto no quiere decir que el discípulo de Jesús jamás deba denunciar el pecado, ejerciendo una especie de misericordia insípida y descuidada. Algunos rabinos decían que Dios tiene dos medidas con las que evalúa a los hombres, la medida de la justicia y la de la misericordia. Pero nosotros somos incompetentes para ser jueces, no solo porque somos seres falibles, sino también porque somos seres humanos caídos. Tenemos una fatal tendencia a exagerar las faltas de los demás y a reducir la gravedad de las nuestras. Jesús nos ordena reprender y corregir a nuestro hermano no con una actitud de critica ni juzgándolo. Una vez que nos hemos ocupado del problema de nuestro ojo, veremos claramente para ocuparnos del otro. Jesús no prohíbe la corrección de otros como tal, sino más bien la corrección de otros cuando no os hemos corregido primero a nosotros mismos. V. 6 Los perros que se tienen en mente no son esas agradables mascotas que se tienen en casa. Son sabuesos salvajes que vagan por las calles y colinas en busca de comida en manadas. El cerdo domestico de palestina era una abominación para el judío y provenía del jabalí europeo, el cual era capaz de una gran violencia. Estos dos animales sirven como modelo para esas personas salvajes y peligrosas; no son solo los no creyentes. Son aquellos que han tenido amplia oportunidad de oír y recibir las buenas nuevas, pero que decididamente, aun en forma desafiante, las han rechazado. Calvino dice que los perros y los cerdos son aquellos que mediante demostraciones claras, han manifestado un endurecido desprecio hacia Dios, de modo que su enfermedad parece incurable. El persistir más allá de cierto punto en ofrecer el evangelio a gente tal es dar ocasión a su rechazo con desprecio, obstinación y hasta con blasfemia. Vv. 7-11 Estos versículos nos llaman a la persistencia; los verbos son imperativos: Seguid pidiendo, continuad buscando, no dejen de llamar; pedid, buscar, llamar y seguir haciéndolo porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. El reino de los cielos exige pobreza de espíritu, pureza de corazón, verdad, compasión, un espíritu no vengativo, una vida de integridad; y a nosotros nos faltan todas esas cosas. !PIDÁMOSLAS¡ Pedir por las virtudes que Jesús acaba de exponer, es buscar a Dios, es llamar a la puerta de la sala del trono celestial. Esta búsqueda se caracteriza por la resistencia; es un pedir, un buscar y llamar de manera persistente. El niño que tiene un padre amable no teme pedirle cosas, puesto que tiene la seguridad de que su padre nunca le concederá algo que no le beneficie. Como hijos del reino, hemos de acercarnos a Dios confiando en su bondad, y que Él tiene recursos disponibles para nosotros. V. 12 Existen dos formas de ver este versículo: Forma negativa: si no te gusta que te roben , no robes a otros; si no te gusta que te maldigan, no maldigas a los demás; si no te gusta que te odien, no odies. Forma positiva: si te gusta que te amen, ama tú, si te agrada recibir cosas, dalas a otros; si te gusta que los demás te aprecien, aprécialos. La forma positiva es ese comportamiento que se adapta a las exigencias del reino, el reino que es el cumplimiento de la Ley y los profetas. Mat 7:13-14 Se nos presentan dos caminos. El primero permite el paso a mucha gente, que se aprovechan de su anchura; pero aunque muchos transitan por ese camino, acaban en la destrucción. El otro camino es estrecho, su entrada es pequeña, pero conduce a la vida, un sinónimo de reino. El camino espacioso es la senda de la tolerancia y de la ausencia de restricciones. No tiene frenos, ni limite de pensamiento o conducta. Los viajeros de este camino siguen sus propias inclinaciones, es decir los deseos de su corazón humano en su condición caída. La superficialidad, el amor a uno mismo, la hipocresía, la religión mecánica, la falsa ambición, y la critica no tienen que aprenderse o cultivarse, puesto que ya forman parte de ellos. Por otro lado el camino angosto es difícil; la verdad revelada le impone limitaciones, y muestra la manera en como el viajero debe de conducirse. Según nuestro Señor Jesucristo existen solo dos caminos, el difícil y el fácil, no hay un camino intermedio. Hoy por hoy, todos se resisten a la necesidad de elegir uno de ellos. Vv. 15-20 El problema de los falsos profetas es algo que siempre nos a acompañado. Un profeta es un mensajero de alguien, y estos falsos profetas dicen hablar por Dios; alguien que pretende tener inspiración divina. Los más peligroso es que se les acepta por lo que parecen ser. A través de ellos la soberana providencia de Dios ha desafiado a la iglesia a examinar y definir la verdad. En palestina el lobo era enemigo natural de las ovejas, ya que estas estaban completamente indefensas frente a él. El falso maestro como lobo divide mediante el error y procura acabar con el rebaño. Un falso maestro no se anuncia y pregona a si mismo como proveedor de mentiras; al contrario, simula ser maestro de la verdad. Debemos de estar en guardia, orar por discernimiento y nunca aflojar en nuestra vigilancia. Vv.16-20 El fruto por el por el cual los profetas revelan su identidad es la esfera de su carácter y conducta. Un segundo fruto es la enseñanza que ofrecen. La verdad de Dios edifica a la iglesia de Dios, mientras que las falsas enseñanzas es un error destructivo. Este es un recordatorio solemne de que existen falsos maestros en la iglesia y que debemos de mantenernos en guardia, porque la verdad importa. Vv. 21-23 Nuestro destino final será definido, no por lo que decimos a Jesús hoy, ni por lo que diremos el día postrero, sino por la condición de que hagamos lo que decimos. Algunos han profetizado en el nombre de Cristo, atreviéndose a reclamar la autoridad y la inspiración de Jesús mismo, pero nunca hicieron su voluntad. En el nombre de Cristo, han hecho milagros y han expulsado demonios, pero hasta los falsos cristos y los falsos profetas harán grandes señales y prodigios. Jamás os conocí. Los falsos maestros que han usado el nombre de Dios a la ligera, serán desconocidos para Cristo. La razón de este rechazo es porque la profesión de fe que hacían era verbal y no moral. Nunca se han sometido a su Señorío ni han obedecido la voluntad del Padre celestial. Quienes afirmamos ser cristianos, debemos de ver a Cristo como nuestro Señor, y someter nuestra voluntad a su voluntad, siendo así obedientes a su Palabra revelada. Vv.24-27 Un observador casual no habría notado la diferencia entre ambos edificios una vez terminados, porque la diferencia estaba en los cimientos y los cimientos no se ven. Se habla de dos constructores que contrallen casas espirituales. Ambos leen la biblia, van a la iglesia, escuchan sermones y compran literatura cristiana. Jesús nos muestra que ni el conocimiento intelectual, ni la profesión verbal pueden sustituir a la obediencia. Jesús acentúa que aquellos que verdaderamente oyen el evangelio y profesan de siempre lo obedecerán, expresando su fe en obras. Él no nos pone una colección de reglas éticas, sino más bien un conjunto de valores ideales que se distinguen completamente del estilo del mundo. Nos convoca a renunciar a la cultura mundana reinante en favor de la cultura Cristiana. Frase…
Las pruebas, la situaciones difíciles, el dolor, nos
muestra en lo que estamos levantando nuestra vida Cristiana.