1. El acto fundante, constitutivo del matrimonio y de la familia.-
La familia encuentra su origen en un acto de naturaleza esencialmente social. La palabra “celebrar” es especialmente útil para subrayar el carácter social y litúrgico- religioso de las nupcias. El consentimiento es la causa eficiente del matrimonio (la sustancia); la ceremonia es la forma. El valor jurídico de la celebración depende en modo absoluto de la validez del pacto conyugal.
2. El pacto conyugal, causa eficiente insustituible del matrimonio.-
A) El consentimiento matrimonial, como pacto conyugal y como acto interno
de voluntad. c. 1057 &1 El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes legítimamente manifestado entre personas jurídicamente hábiles, consentimiento que ningún poder humano puede suplir. (realidad objetiva = pacto conyugal) &2 El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio. (realidad subjetiva).
B) El pacto conyugal, causa eficiente insustituible del matrimonio.- Sin el
pacto conyugal, el amor no generaría ningún vínculo jurídico y no sería el origen de derechos y deberes familiares. Es un único acto jurídico bilateral: un solo acto y dos sujetos. Es un acto de amor recíproco (amor de amistad, no de concupiscencia que lleva a querer a la otra persona en cuanto bien “para mí”). Leer Amoris laetitia, n. 123. Para la validez del pacto, es necesario que los contrayentes estén presentes en un mismo lugar, por sí mismos o por medio de un procurador y que manifiesten externamente su voluntad interna, de lo contrario sería ineficaz (c. 1104). C. 1101 &1 El consentimiento interno de la voluntad se presume que está conforme con las palabras o signos empleados al celebrar el matrimonio.
C) El valor de la primera cópula conyugal, en cuanto signo nupcial.- Un
modo específico de comunicar el consentimiento interno de la voluntad, mediante el lenguaje del cuerpo: se reconocen como marido y mujer. Pero “consensus non coitus facit matrimonium”: no tiene valor jurídico separada del consentimiento. Es un signo del consentimiento con un valor canónico muy preciso. El instituto canónico de la disolución del matrimonio rato y no consumado (cc. 1141, 1142, 1681, 1697-1706) tiene su fundamento en la misma antropología (a través de la primer cópula se configura perfectamente el signo nupcial). El orden de la redención (el matrimonio sacramento) respeto al de la creación (matrimonio natural). Los contrayentes, por lo tanto, deben tener la capacidad de realizar la primera cópula conyugal (“potentia coeundi”).
3. El objeto del consentimiento matrimonial.
c. 1057 &2 El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio. GS, n. 48 “Es el acto humano, con el cual los cónyuges se dan y se reciben mutuamente, que nace, también ante la sociedad, el instituto del matrimonio”. A) La tradición litúrgica y canónica. Desde el siglo XII la Iglesia invita a los contrayentes a manifestar su consentimiento ante la comunidad eclesial: la fórmula muestra que lo que se busca es “tomar como esposo/a”. Ambos se entregan personalmente –se llaman por el nombre de bautismo-. Pero es insuficiente decir que el objeto del consentimiento son las personas, sin hacer distinciones (también lo es en el amor fraterno o de amistad): es para constituir matrimonio (cfr. Canon 1057/2).
B) La conyugalidad como objeto del consentimiento matrimonial. El objeto
directo no es la institución matrimonial ni la comunidad de vida y amor, sino la otra persona en cuanto esposo o en cuanto esposa: la misma conyugalidad, la relación conyugal –y no la comunidad de vida y amor-.
C) El valor de las expresiones “ius in corpus” y “ius ad communitatem
vitae”. Código de 1917, c. 1081 &2: “utraque pars tradit et acceptat ius in corpus, perpetuum et exclusivum, in ordine ad actus per se aptos ad prolis generationem”. Ha sido rechazada esta expresión por reductiva y biologicista. No es el objeto del consentimiento, sin embargo forma parte del amor conyugal (cfr. I Cor, 7, 3-4). Es una –no la única- dimensión fundamental del matrimonio ” in facto esse.”
Después del Concilio, se comenzaron a utilizar expresiones como “derecho
a la comunidad de vida”, “a la relación interpersonal”, etc., para señalar que la voluntad de los contrayentes no se refiere sólo al débito conyugal. Riesgo de pensar que el objeto es el conjunto de actos y no la relación familiar; el futuro y no el presente, la vida conyugal (existencia) en lugar del vínculo conyugal (esencia del matrimonio). El consentimiento matrimonial constituye un pacto jurídico particularísimo: la donación de la persona es compatible –exigida- por su dignidad y por su vocación concreta. No significa que el contrayente se reduzca a un “objeto” del placer del otro. El objeto del consentimiento es la “conyugalidad” en cuanto relación, NO el matrimonio como comunidad de vida y realidad existente.
D) La dinámica de la relación conyugal.- Una vez establecido íntegramente el
pacto conyugal, la vida futura no puede incidir sobre la validez del vínculo contraído.
E) El margen de la libertad en la determinación del objeto del
consentimiento.- ¿Los contrayentes sólo pueden “adherir” al proyecto que presentan Dios y la Iglesia”? (perspectiva positivista/institucional). Libertad de elección de la persona y del modo de vida matrimonial que desean establecer.