Está en la página 1de 2

Objetivo del libro de los Hechos

Pbro. Dr. Miguel Barriola

Reconstruir la intención de un autor o de un libro en base a algunos datos literarios internos


es una empresa expuesta al riesgo de las extrapolaciones ideológicas o por lo menos del
subjetivismo arbitrario. En toda hipótesis, aún la más autorizada y prestigiosa se ha de
tener en cuenta cierta tarea de improbabilidad.

Actualmente estas son las propuestas que se disputan el campo:

La primera puede ser resumida sí: Lc pretende con su escrito reconstruir la historia de la
Iglesia y de la misión cristiana para mostrar a sus cristianos el cumplimiento del
plan salvífico de Dios en la historia. En esta propuesta bastante tradicional se pone de
relieve la finalidad prevalentemente histórico-teológica de los Hechos.

La segunda propuesta, que tiene su punto de partida en los planteos críticos de la escuela
de Tubinga, pone en primer plano la tendencia apologética y en todo caso ideológica
del autor de los Hechos. Este escrito, mas bien tardío (S. II, según esta escuela) resulta
de un compromiso entre el judeo-cristianismo petrino, y el antilegalismo paulino.

Una tercera posición ve en este libro una apología del cristianismo con el intento de
acreditar la nueva religión frente a la autoridad romana para obtener el privilegio de "religio
licita" a la par que el judaísmo. Según algunos en esta posición el libro debía servir hasta de
alegato de defensa de Pablo en el proceso delante de la autoridad del imperio, o al menos
contra los ataques del mundo judaico. En estas dos últimas hipótesis cambian también los
destinatarios en base al objetivo asignado a la obra: son cristianos de origen pagano, o el
grupo judeocristiano, o también la autoridad imperial y los lectores influyentes del ambiente
pagano.

Antes de hacer una opción por una u otra de las hipótesis es útil establecer los criterios
según los cuales se puede establecer el objeto de un libro y descubrir la intención del autor.
El punto de partida es el libro mismo, su composición y estructura. Por un examen, aunque
sea rápido, de la trama nos damos cuenta de un hecho: la línea de desarrollo de la misión
cristiana y de la fundación de las nuevas comunidades sigue un recorrido lineal que va
desde Jerusalén a Roma, tocando los centros intermedios de Cesarea, Atioquía de Siria, las
ciudades del altiplano anatólico, Efeso, Tesalónica, Corinto. Es decir: el progreso de
Evangelio parte de Jerusalén y llega a la capital del imperio pasando a través de las
ciudades más importantes colocadas a lo largo de esta dirección de la marcha. Nada se dice
sobre la expansión cristiana hacia el este, ni de la fundación de la iglesia de Alejandría en
Egipto, de la eventual actividad de Pedro o de los otros apóstoles fuera de Palestina; nada
se dice de la actividad misionera entre los paganos de otros grupos que no hubieran estado
en contacto con Pablo. Esto significa que los Hechos no pretenden ofrecer una monografía
histórica materialmente completa sobre los orígenes cristianos en el primer trentenio.

Además se puede constatar un segundo hecho: el relato de los Hechos procede en forma
discontinua, con altos y bajos, concentración excesiva de acontecimientos y dispersión
incontrolada de los particulares, relato sintético de momentos importantes –así al menos
parecen a los ojos del lector- y prolijo sobre minucias insignificantes. Este es todavía un
indicio de que el autor tiene una perspectiva diversa de la que muchas veces guía el interés
del lector moderno, que suele ser: la reconstrucción histórica de los acontecimientos,
discusión ordenada y lineal de sus causas históricas.

Entonces, un tercer criterio para hacer emerger a finalidad de los Hechos consiste en
releerlos en la perspectiva sugerida por el autor. Este, en el prólogo del primer volumen, el
Evangelio, afirma explícitamente haber hecho "minuciosas búsquedas sobre todas estas
cosas desde sus comienzos" y haber decidido escribir un relato ordenado dedicándolo a
Teófilo "para que puedas constatar la solidez de la enseñanza recibida" (Luc. 1, 3-4). A
estas palabras les hacen eco las del prólogo del segundo volúmen (Hch. 1,1-2), donde, sin
embargo no se habla de un nuevo objetivo eventual para la segunda parte de la obra. Por
eso se debe concluir que permanece válido también para los Hechos el fin propuesto en el
prólogo de la obra entera: dar a través de un relato ordenado y esencial de los
acontecimientos las garantías seguras de la seriedad y validez del mensaje cristiano.

Está claro por lo tanto que el autor no puede hacer una simple reconstrucción historiográfica
consultando los archivos de Jerusalén o de Antioquía, o utilizando un reportaje periodístico
de las vicisitudes de Pablo. Por otra parte, es consciente de que no puede ofrecer serias
garantías inventando o manipulando en modo arbitrario los hechos y testimonios históricos.

Por cierto que él no mira en modo neutral y distante a aquellos acontecimientos y


tradiciones históricas que tocan a la sustancia de su fe y compromiso cristiano. El autor de
hechos se preocupa por colocar los recuerdos y las tradiciones históricas dentro de un
marco teológico que les confiere unidad significado.

Del conjunto de la obra es posible reconstruir en grande líneas esta perspectiva histórico
teológica, que responde a algunos centros de interés lucanos:

-Mostrar la continuidad histórico y teológica entre la Iglesia de los orígenes, la de los


apóstoles, que hace de lazo con la historia de Israel, y las nuevas Iglesias salidas fuera de
Palestina en un área cultural sin una tradición y un pasado histórico.

-Hacer emerger las raíces históricas y espirituales de la Iglesia, que prolonga la herencia
espiritual de Israel, las promesas, y se abre al mismo tiempo al mundo ecuménico de los
pueblos.

-En fin, demostrar la unidad del plan salvífico de Dios, es decir, de aquella salvación que se
efectúa en la historia, que fue prometida en el AT y es realizada en Jesús, prolongándose en
la Iglesia. La continuidad y la unidad histórica-salvífico está garantizada por el Espíritu, don
de Jesús resucitado a los creyentes, por la predicación viva y autorizada de la palabra, por
la mediación histórica y continuadora de los testigos autorizados, los doce, los misioneros,
los pastores-presbíteros que garantizan la comunión entre las iglesias.

Entonces, se podría definir el objetivo de Hechos como histórico y teológico, a la vez, donde
también podría entrar una preocupación apologética, si con esto se entiende el deseo de
asegurar a los cristianos en su propia identidad de fe y compromiso con el Evangelio, o
también la intención de remover las incertidumbres y las tensiones que se derivan de las
acusaciones y resistencias del ambiente externo pagano y judío.

FPRIVATE "TYPE=PICT;ALT=setstats"

También podría gustarte