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Definición y características de personalidad:

El concepto de «personalidad» proviene del término «persona», denominación que


se utilizaba en el latín clásico para la máscara que portaban los actores de teatro
en la antigüedad

Para el DSM-IV-TR los rasgos de la personalidad son patrones persistentes de


forma de pensar, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo y que
se presenta en distintos entornos sociales.

La personalidad se modela y supone un conjunto de rasgos flexibles (dimensión


perdurable o persistente), que caracterizan a un individuo, explican su conducta y
lo hacen distinto de los demás. La personalidad es la tendencia estable de una
persona a pensar, sentir y actuar de una determinada manera.

Hay un componente en el constructo psicológico, que explica nuestra personalidad


y que está en nuestra materia prima biológica. A este componente heredado se le
ha denominado el temperamento.

El segundo componente es el carácter. Este, a diferencia del temperamento, hace


referencia a lo que no nos viene dado biológicamente, sino que es fruto de los
modelos de aprendizaje y experiencias que vivimos desde que nacemos, y
nuestros propios mecanismos de aprendizaje.

Los estilos de personalidad marcarían una tendencia en el individuo por actuar o


pensar de determinada manera, ya que la formación de un estilo de personalidad
es inherente al desarrollo evolutivo de todo ser humano e influye en la interacción
de la persona con su entorno. Estas características no son consideradas como
patológicas, pues no están acentuadas y son lo suficientemente flexibles como
para permitir que la persona modifique y adapte sus respuestas a las demandas
específicas de la situación y el contexto. Es decir, son funcionales y no ocasionan
ningún deterioro en algún área vital (personal, social, profesional, etc.).
Las cinco principales características de la personalidad:

 Apertura a experiencias (aspectos que incluyen curiosidad intelectual e


imaginación creativa)

 Escrupulosidad (organización, productividad, responsabilidad)

 Extroversión (sociabilidad, asertividad; opuesto a la introversión)

 Amabilidad (compasión, acatamiento, confianza en otros)

 Neuroticismo (tendencias hacia la ansiedad y depresión)

Diferencia de temperamento, carácter y personalidad:

Estos tres términos temperamento, carácter y personalidad entremezclan en la


literatura su significado y a muchos podrían parecerles hasta sinónimos.
Ciertamente, son términos muy próximos, pero de ninguna manera idénticos. Para
comenzar a delimitarlos, se puede echar mano de Allport, que define así a la
personalidad: Personalidad es la organización dinámica en el individuo de aquellos
sistemas que determinan su conducta y pensamiento característicos (Hall &
Lindzey, 1957, p. 262). En el ámbito angloamericano, los autores se inclinaron
más por el concepto de personalidad, mientras que los autores europeos se
aferraron al término de carácter. Ambos conceptos se relacionan con la totalidad
de los diferentes niveles en los que funcionan las personas: pensamiento y
sentimiento, conducta y estado de ánimo, cuerpo y alma, aspectos innatos y
adquiridos... Frente a todo esto, la expresión «temperamento» se relaciona
estrechamente con las bases biológicas o constitucionales de la personalidad.
Allport (1961) escribe: El temperamento, al igual que la inteligencia y la
constitución corporal, constituye una especie de material bruto que acaba por
conforman la personalidad (...); el temperamento se relaciona con el clima
bioquímico o tiempo interior en el que se desarrolla una personalidad. Allport
acentúa también en su definición las cualidades emocionales del temperamento y
su relativa invariabilidad en comparación con otros componentes de la
personalidad. Strelau (1987) insiste en cinco características, en las que se
diferencian temperamento y personalidad:

1. Determinantes del desarrollo. (Temperamento: biológico. Personalidad: social).

2. Estadios del desarrollo. (Temperamento: niñez. Personalidad: edad adulta).

3. Populación de referencia. (Temperamento: animales y personas. Personalidad:


personas).

4. Cualidades esenciales de la conducta. (Temperamento: ausentes.


Personalidad: presentes).

5. Función central reguladora. (Temperamento: sin importancia. Personalidad:


importante).

Autoconocimiento entre autoconcepto

El autoconcepto, la autoestima, la autoaceptación son importantes para llegar al


autoconocimiento y poder fomentar las habilidades y potencialidades que ayudan
a la persona a vivir mejor consigo mismo y en sociedad. El autoconocimiento es el
conocimiento de uno mismo. Es la visión de la propia persona y cómo ésta se va
modificando a lo largo de la vida, de acuerdo a las experiencias, las circunstancias
y el contexto que la rodea. Es reconocerse con defectos y virtudes. El
autoconocimiento es un proceso reflexivo por el cual la persona adquiere noción
de su yo y de sus propias cualidades y características. Es el estudio personal de sí
mismo en el que se intentan analizar los aspectos tanto positivos como negativos
y que resultan vitales para el desarrollo integral de la persona. Los individuos con
autoconocimiento adecuado están mejor preparados para enfrentar situaciones
difíciles, son más creativos en la planificación de su propio camino, tienen mayor
posibilidad de alcanzar el éxito, son más ambiciosos en cuanto a lo que esperan
de la vida, establecen relaciones más profundas y enriquecedoras con otras
personas, son más respetuosos de la diversidad, pues al aceptarse a sí mismo,
pueden aceptar a los demás. Como todo proceso, puede ser desglosado en
diversas fases, como: autopercepción, autoobservación, memoria autobiográfica,
autoestima, autoaceptación. Autoconocimiento es analizar y conocer las
experiencias personales y el propio pasado para que sirvan para el futuro. En
realidad, la autoobservación es importante para saber cómo es cada persona y
evitar el autoengaño. Las personas con autoconocimiento escaso pueden
encontrarse sometidos a los estándares sociales de otras personas. En cambio,
las personas con un autoconocimiento sano reconocen sus propias cualidades y
fallas, siendo más conscientes de sus posibilidades y limitaciones. Difícilmente se
podría mejorar el rendimiento académico de los alumnos y el desempeño
profesional de los docentes, si no fueran conscientes de lo que les falta y aún de
los que les sobra. Pero no se trata sólo de conocer las fortalezas y las debilidades,
sino también de reconocer y gestionar bien las emociones y de cultivar la
seguridad o confianza de cada uno. En cualquier orden o aspecto de la vida no es
suficiente que una persona tenga capacidad para conseguir un buen rendimiento,
también es necesario que lo desee conseguir y creer en sus capacidades para
hacerlo. En el esfuerzo por conseguir algo intervienen una serie de mediadores
cognitivos, donde la autoconfianza y la percepción tienen un lugar de privilegio.
Uno de los factores que más influyen en el fracaso de una meta a mediano plazo
es creer que no se alcanzará esta meta. Si alguien piensa que no tiene la
capacidad para lograrlo, si cree que no logrará satisfacción al lograr ese objetivo,
entonces es muy probable que nunca lo consiga. Al describir la capacidad
percibida para lograr cierto nivel de ejecución se han utilizado términos tan
diversos como: autoconfianza, autoeficacia, habilidad percibida y competencia
percibida. Según la teoría de valor de esperanza, la motivación es principalmente
un resultado de las creencias de los individuos sobre los resultados probables de
sus acciones y del valor del incentivo que ellos ponen en esos resultados. Las
personas se motivan para comprometerse en aquellas tareas sobre las que
valoran el resultado esperado; y estarán menos predispuestas para realizar las
tareas cuyos resultados no valoran. La confianza no garantiza el éxito en la
ejecución, pero si no se tiene confianza es casi seguro que no se obtenga un
adecuado rendimiento. La autoconfianza es el convencimiento íntimo de que uno
es capaz de realizar con éxito una determinada tarea o misión, o bien elegir la
mejor alternativa cuando se presenta un problema, es decir tomar la mejor
decisión. Es confiar en que en general uno va a salir airoso de una situación, por
difícil que parezca. Desde luego, esto se refiere a situaciones que caen dentro de
la normalidad, y no a situaciones excepcionales en las cuales no se tiene ningún
manejo, lo cual sería en realidad imprudencia o temeridad.

Diferencia de autoestima y autorespeto:

La autoestima y el auto-respeto son dos conceptos estrechamente ligados pero


que presentan importantes diferencias. Ante todo, ambos son absolutamente

esenciales para poder alcanzar la plenitud y la libertad respecto a nuestra

propia vida. Si carecemos de alguno de estos ingredientes quedaremos

expuestos a abusos por parte de los demás pero, sobre todo, de nosotros

mismos.

No en vano la autoestima y las estrategias para desarrollarla están cobrando

cada vez más protagonismo en nuestras sociedades. Necesitamos amarnos

para amar y que nos amen. No obstante, el auto-respeto es, en muchas

ocasiones, el gran olvidado dentro de las pautas para alcanzar el amor

propio. Por ello en este artículo vamos a conocer en profundidad estos dos

términos y sus diferencias.

Autovaloración:

La autoevaluación es un método que consiste en el proceso mediante el cual una


persona se evalúa a sí misma, es decir, identifica y pondera su desempeño en el
cumplimiento de una determinada tarea o actividad, o en el modo de manejar una
situación.

Para llevarse a cabo, la autoevaluación requiere de un proceso de introspección


en el que un sujeto identifica las áreas de fortaleza y las áreas de mejora. Se
entiende por áreas de fortaleza aquellos aspectos de la persona en que destaca
por su excelencia. Entre tanto, áreas de mejora se refiere a aquellos puntos
débiles en los que el sujeto debe trabajar para mejorar. Una autoevaluación justa y
correcta debe ponderar ambos lados de la balanza.

Esta técnica suele utilizarse especialmente con fines educativos y de orientación


personal. Sin embargo, cada vez es más utilizada en ambientes laborales a fin de
mejorar el rendimiento del personal y de la propia empresa de manera saludable.

Autorespeto:

El concepto de autorespeto no forma parte del diccionario de la Real Academia


Española (RAE) y la forma correcta de escribirla para pronunciar «respeto»
correctamente incluye la doble R. Sin embargo, la mayoría de los artículos de
Internet la exhiben con una sola. Auto- es un prefijo que significa “por sí
mismo” o “de sí mismo”. Puede unirse a verbos o a sustantivos. El respeto, en
tanto, se asocia a la consideración, la delicadeza, la obediencia o la veneración.
La idea de autorespeto, pues, está vinculada al respeto por uno mismo. Así como
respetar al prójimo implica cuestiones como no atacar sus ideas o no provocarle
daño, el autorespeto supone aplicar esos mismos preceptos de manera interna
para no lastimarse ni perjudicarse. El autorespeto se basa en la defensa y la
promoción de la independencia y la autonomía. Cada individuo debe respetarse a
sí mismo y ser fiel a sus pensamientos y sus sentimientos para alcanzar la
plenitud: cuando alguien trata de conformar a los demás o solo acata órdenes, no
logra ser feliz.

Es importante mencionar que el autorespeto se relaciona con la autoestima,


aunque ambas nociones aluden a cosas diferentes. La autoestima es el resultado
de una evaluación de las acciones propias y de los logros obtenidos. Por lo tanto,
es consecuencia de un juicio de valor. El autorespeto, en cambio, supone una
aceptación sin valoración.
Puede afirmarse que el autorespeto es la aprobación o la tolerancia de uno
mismo, independientemente de las equivocaciones y las limitaciones. No depende
del éxito ni de los fracasos, a diferencia de lo que suele ocurrir con la autoestima.
Diferencia de sentimientos y emociones:
Empecemos hablando sobre la emoción. Las emociones, sobre todo aquellas que
son básicas, son las repuestas automáticas que aparecen ante ciertos estímulos,
como por ejemplo la tristeza que experimentamos cuando perdemos a un ser
querido. La emoción está vinculada a nuestro cerebro y, por tanto, produce ciertos
cambios psicofisiológicos en nosotros que nos permiten poder adaptarnos al
ambiente. Uno de los autores más relevantes en el estudio de las emociones
es Paul Ekman, quien en la década de los noventa categorizó las seis emociones
básicas en su teoría de la emoción, que a día de hoy sigue siendo una de las más
populares en este ámbito de la psicología. A pesar de ser un tema que sigue
creando controversia entre autores, la emociones que Ekman considera básicas
son: el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, el asco y la sorpresa.
Cuando nos enfrentamos a una situación, las emociones activan nuestros
pensamientos, actitudes y creencias sobre lo que está pasando. De esta
manera, influyen en cómo percibimos e interpretamos esta situación, lo que en
último término determina cómo actuaremos. Por eso, se dice que los componentes
de la emoción son tres:
–Los componentes fisiológicos de las emociones, es decir, relativos al cuerpo.
Determinan cómo reaccionamos en el primer momento, de manera involuntaria.
Por ejemplo, si tenemos miedo escénico en el trabajo y nos enfrentamos a una
reunión multitudinaria en la oficina, el latido de nuestro corazón se acelerará,
nuestros músculos se tensarán, sudaremos, etc.
–Los componentes cognitivos. Nos permiten evaluar la situación de manera
consciente e inconsciente y esto influye en nuestra experiencia subjetiva. Si he
tenido experiencias negativas al hablar en público, en las que he sufrido bloqueos
importantes, la sola idea de tener que hablar en público va a desencadenar en mí
una emoción de miedo.
–Los componentes conductuales. Siguiendo con este ejemplo, serían movimientos
corporales, cambios en la expresión de la cara o temblor en la voz cuando me doy
cuenta de que me toca hablar en público.
Definición de motivación:
La motivación es la acción y efecto de motivar. Es el motivo o la razón que
provoca la realización o la omisión de una acción. Se trata de un componente
psicológico que orienta, mantiene y determina la conducta de una persona. Se
forma con la palabra latina motivus ('movimiento') y el sufijo -ción ('acción',
'efecto').

Tipos de motivación:

En ocasiones se suelen establecer distintos tipos de motivación en función de la


fuente u origen del estímulo. En la motivación de logro, en la que el mecanismo
que promueve a la acción es conseguir un determinado objetivo. La motivación de
afiliación supone la búsqueda de seguridad y pertenencia a un grupo.
La motivación de competencia no sólo pretende alcanzar un objetivo establecio,
sino que busca realizarlo de la mejor forma posible. En Psicología se suelen
distinguir entre dos tipos de motivación en función de dónde proceda el
estímulo: motivación intrínseca y motivación extrínseca.

Definición de empatía:

La empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones,


intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo.
La palabra empatía es de origen griego “empátheia” que significa “emocionado”.

La empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Está estrechamente
relacionada con el altruismo - el amor y preocupación por los demás - y la
capacidad de ayudar.
Cuando un individuo consigue sentir el dolor o el sufrimiento de los demás
poniéndose en su lugar, despierta el deseo de ayudar y actuar siguiendo los
principios morales.

La capacidad de ponerse en el lugar del otro, que se desarrolla a través de la


empatía, ayuda a comprender mejor el comportamiento en determinadas
circunstancias y la forma como el otro toma las decisiones.

La persona empática se caracteriza por tener afinidades e identificarse con otra


persona. Es saber escuchar a los demás, entender sus problemas y emociones.
Cuando alguien dice "hubo una empatía inmediata entre nosotros", quiere decir
que hubo una gran conexión, una identificación inmediata.

Inteligencia emocional:

La inteligencia emocional es la habilidad de reconocer, regular y


comprender las emociones, tanto en ti mismo como en los demás.
La inteligencia emocional alta te ayuda a conectar con otras
personas, forjar relaciones empáticas, comunicar de manera
efectiva, resolver conflictos y expresar tus sentimientos. Puede
que hayas oído hablar de la inteligencia emocional como IE o
coeficiente emocional (EQ).
Muchas veces se asume que la inteligencia emocional es algo que
tienes o no tienes. Sin embargo, al igual que tu coeficiente
intelectual (IQ), el coeficiente emocional (EQ) es un músculo que
puedes desarrollar a lo largo del tiempo.

¿Cómo se aplica la inteligencia emocional?


Para aplicar la inteligencia emocional en el trabajo es preciso que desarrolles un
profundo autoconocimiento sobre tus habilidades, necesidades y emociones. Es
decir, aplícate un DAFO a ti mismo.
Este paso es clave para saber distinguir los aspectos de tu vida personal con los de
tu vida profesional. Además, sabrás gestionar tus niveles de energía y concentración
en el trabajo con el fin de obtener mayor y mejor productividad. Por ejemplo, ante
una situación de crisis al contar con una mayor autoconciencia no caerás en el
pesimismo y sabrás qué camino tomar para salir a flote.

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