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Universidad Pedagógica Nacional

Licenciatura en Filosofía
Electiva: filosofía de la educación
Gabriel Alexandre Farías Sánchez – 2021232007
Reflexiones desde la Perspectiva de Fichte sobre la Naturaleza Ontológica de la
Universidad y el Estudiantado
La comprensión del concepto de «universidad» puede variar de acuerdo con el contexto
cultural en el que se esté inmerso, por ejemplo, hay quienes piensan que la universidad es
un privilegio para quienes estén bien posicionados en la sociedad, hay quienes piensan que
es un lugar que no tiene valor por sí mismo y lo que hace es alejarnos de las preocupaciones
materiales actuales, hay quienes creen que la universidad es un espacio donde se
promocionan ciertos valores positivos o negativos, o están quienes creen que es
sencillamente un escalafón necesario para llegar allí donde deseamos estar, entre muchos
más. Es innegable la variedad de percepciones y significados que puede suscitar esta
palabra. Independientemente de cualquier contexto, resulta interesante pensarse la
universidad desde aquellos caracteres, si se quiere ontológicos, los cuales están inmersos en
sí para comprender así de manera profunda este concepto de «universidad».
Para lo anterior nos proponemos abordar el concepto de «universidad» desde la lectura de
la obra de Johann Fichte titulado Plan razonado para erigir en berlín una institución de
enseñanza superior que esté en conexión apropiada con una academia de las ciencias. Para
la comprensión de la idea de universidad, presentaremos las principales características
encontradas en su obra, de estas resaltaremos ciertas ideas que consideramos relevantes y,
por último, daremos unas últimas consideraciones de porqué ciertas particularidades de la
noción de «universidad» de Fichte, que resultan siendo importantes hoy, son olvidadas en la
comprensión general para el abordaje de este concepto, y una mala comprensión de una
idea, nos hace interactuar de manera errónea con aquello que apunta la idea, en este caso la
institución universitaria.
I. Finalidad de toda universidad: no repetir sino mejorar lo dado
Fichte nos ofrece una breve visión de la evolución histórica de la universidad. En sus
primeros días, la transmisión del conocimiento se basaba principalmente en la oralidad
debido a la escasez y la inaccesibilidad de los libros. Por lo tanto, el intercambio oral de
conocimientos era fundamental en lo que Fichte denomina el "edificio científico" de la
universidad. Con la llegada de la imprenta y la disponibilidad masiva de libros, el
conocimiento se extendió más allá de la oralidad hacia la escritura. Sin embargo, el
profesor aún tenía la responsabilidad de recitar el contenido de los libros frente a sus
estudiantes. Esto llevó a una dualidad en los métodos de enseñanza: a través de la lectura y
la escritura, así como mediante conferencias y discursos. Fichte muestra un claro
favoritismo hacia los libros, argumentando que estos ofrecen una independencia y
flexibilidad que la enseñanza oral no puede igualar. Como él mismo señala, un libro
permanece accesible para su lectura repetida y permite reflexionar sobre su contenido hasta
alcanzar un completo entendimiento.
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Con esto descrito, podemos llegar a una principal característica de las universidades: el
principio de los mejoramientos de los libros. Si bien nos dice Fichte que “Hubo espíritus
independientes que, en cualquiera de las materias del saber, no se contentaban con el
contenido de los libros, bien conocido para ellos, pero que aún no disponían de aquello que
los contentaría para incluirlo en un libro nuevo que mejorase a los anteriores” (1817, pg.
63), nos deja bastante claro el espíritu el cual debería de arropar toda universidad, esa es la
de Mejorar lo Dado. Esto porque como bien ya se mencionó, lo dado en los libros resultaba
siendo insatisfactorio para algunos, lo cual lleva a personas a tratar de expandir aquello
plasmado.
Toda universidad, como ya nos comentaría Fichte, no es un espacio en donde se deba de
recitar lo dado por lo pensadores anteriores ya que resultan siendo una actividad “superflua,
y por ello, también perniciosa” (1817, pg. 63). Por lo anterior, la universidad no es
únicamente un espacio en donde se dé la mera repetición de los libros, sino que debe ser un
espacio en donde se mejore lo dado. Se debe aclarar que no se refiere a un rechazo
contundente a los pensamientos anteriores, ya que la persona deseosa de aprender deberá de
ser indicada en los escritos existentes pertinentes para su lectura. Es por todo lo anterior,
que se puede pensar que la característica fundamental de toda universidad al que apunta
Fichte es de aquella consigna que dice “No replicar el pensamiento pensado, sino generar
un pensamiento pensante”. Es este el espíritu ideal de una universidad.
Pero entonces, ¿por qué podemos pensar que esta es una característica propia del ser de la
universidad? Fichte nos dice de manera contundente lo siguiente: “Así como todo lo que
reclama un derecho a la existencia tiene que ser y rendir, lo que no es ni rinde nada de sí
tampoco garantiza su perseverancia en el ser ni su pervivencia imperecedera” (1817, pg.
63). Es por medio de este argumento que se nos avisa de la necesidad ontológica de la
universidad de comportarse con aquel principio de no repetir sino de mejorar lo dado, ya
que, de lo contrario, la institución universitaria no tendría derecho a la existencia. Lo que
debe de ser y lo que debe rendir la universidad es lo contrario a una simple recitación de los
textos y una actitud pasiva frente a estos. Los libros se deben de leer, se deben de explorar y
deben de ser ampliar en su contenido para que resulten satisfactorios para nuestro acontecer
en el mundo.
II. De la mera erudición a la acción en el mundo real
Ya logrado localizar una principal característica de la universidad, esta desde el cómo debe
ser y cómo debe rendir. Ahora, una segunda que resulta siendo igual de importante que la
anterior, es la de pensarse el porqué estudiamos.
Bien podemos entender una característica de la universidad, una particularidad que puede
resultar siendo piedra angular para el rumbo que debe tener, pero, aun así, no se logra
entender con solo esta característica el motivo principal por el que buscamos tener ingreso
en la universidad. ¿Por qué vamos a la universidad, por qué colocamos empeño en el
aprender?

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Si bien el aprender resulta siendo un ejercicio de alta estima, esto nos lleva, indudablemente
a la comprensión profunda y sofisticada de la realidad, el desarrollar habilidades o el
desarrollo personal, entendido como el crecimiento como individuos. Aun así, estas
características se pueden pensar como unas de carácter subjetivo, en tanto que me formo
para mí, para el constante autodescubrimiento de mis límites que me puede llevar al
entendimiento de mis capacidades. Sin embargo, Fichte nos puede despojar de esta noción
común diciendo lo siguiente: “No se estudia para poner en palabras lo aprendido como si
fuéramos a examinarnos constantemente a lo largo de la vida, sino para aplicarlo al caso
que ocurre en la vida y transfórmalo así en obras; no para repetirlo solamente, sino para
hacer algo con ello y a partir de ello.” (1817, pg. 64).
No es suficiente el hecho de que con el conocimiento pueda uno tener un
autodescubrimiento de las habilidades o la expansión de estas, o una comprensión más
profunda de la realidad. El sentido real del adquirir conocimiento, de saber, es la capacidad
de poder usar el saber. El entender que todo conocimiento deberá estar ligado a una
aplicación en la vida para la creación de obras.
Con lo dicho, el aprender se distancia así de aquel conocimiento que se dirige a sí mismo y
no se proyecta hacia la vida. El proceso de aprendizaje se aleja de mero conocimiento
introspectivo y se proyecta hacia la acción y creación en el mundo real. Por lo expuesto
previamente, podríamos pensar que Fichte estaría enérgicamente en oposición con las
consignas de estudiantes que afirman que “estudian por amor a la sabiduría/ciencia”.
En lo largo de la corta obra, pero sustancial, de Fichte podemos encontrar muchas otras
ideas que orbitan alrededor del concepto de «Universidad», aun así, consideramos que estas
dos características encontradas en su escrito son las principales que nos permiten trazar la
línea de comprensión de la universidad moderna, o por lo menos comprender lo que es y lo
que debe de exigirle. No es solo considerar estas características como forma de entender la
universidad, sino pensarlas también como una de las bases y horizontes para la fundación
de la universidad de Berlín el cual desempeñó un papel crucial en la historia de la
educación superior y la investigación europea.
Conclusión
Si bien se logran destacar otras ideas que nos expone Fichte, como lo es la importancia del
plan académico, la relación estudiantes-profesor, el nuevo carácter de las escuelas inferiores
y las escuelas superiores, y la importancia de aprender a aprender, podemos nosotros
afirmar que hay algunas de estas ideas que hoy han sido olvidadas y no las pensamos como
principios que versan sobre el carácter de la universidad.
Si bien podemos pensar la universidad como “una comunidad académica que de modo
riguroso y crítico contribuye a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y de la herencia
cultural, mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las
comunidades locales, nacionales e internacionales” (Moncada, 2008), aun no hay una
apropiación real de esta institución desde sus características ontológicas mencionadas con
anterioridad. Por extensión, podemos pensar que si la universidad tiene unas propiedades

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fundamentales de su ser que debe de cumplir por reclamar su derecho a la existencia,
quienes participar de su institución como estudiantes deberían de apropiarse de aquellas
propiedades fundamentales que se les exige al reclamar su derecho de ser partícipe de una
institución universitaria las cuales no son distantes de aquellas de la universidad. Por lo
tanto, es importante que los estudiantes reconozcan y asuman estas propiedades esenciales
como parte de su participación en la vida universitaria, cosa olvidada, o inclusive,
descuidado por la comunidad estudiantil, o por quienes asumen la universidad como simple
escalafón para alcanzar otros objetivos.
Aún por lo anterior, cabe preguntarse si la universidad misma cumple con aquellas
características fundamentales de su ser, ya que, de lo contrario, nada se le puede solicitar a
los estudiantes que tengan correspondencia con el sentido de la universidad.

Trabajos citados
Fichte, J. G. (1817). Plan razonado para erigir en Berlín una institución de enseñanza
superior que esté en conexión apropiada con una academia de las ciencias.
Moncada, J. S. (2008). La universidad: un acercamiento histórico-filosófico. Ideas y
Valores vol.57 no.137, 131-148.

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