Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ENSAYOS DE FILOSOFÍA
Y EDUCACIÒN
RESÚMENES
“El texto al que los alumnos son convocados es el flujo de lo que viene
diciéndose, o mejor, de lo que diciéndose viene. Siempre lo mismo, pero siempre
cada vez. Por eso leer es recoger lo que se viene diciendo para que continúe
diciéndose otra vez (que es otra vez la misma y cada vez otra) como siempre se dijo
y como nunca se dijo, en una repetición que es diferencia y en una diferencia que es
repetición”.1
2
Idem., p. 123.
3
Sartre, Jean-Paul, Situations VIII Alrededor del 68, ed. Losada, Bs. As., 1975, p. 144.
Neste artigo, traremos de trabalhar com a noção de aprender em Deleuze a partir
de um “meta-artigo”, ou seja, de uma experiência de se escrever um artigo que se
debruça sobre si mesmo, colocando a si mesmo como uma questão. O que estamos
fazendo quando estamos dando aula ou escrevendo um artigo? O que queremos quando
nos propomos a ensinar? O que, ao ensinar, supomos como aprender? Há sempre uma
imagem do ideal do aprender presente no ideal daquele que ensina, direta ou
indiretamente. Pretendemos problematizar, aqui, essa imagem do aprender, a qual, no
processo educativo, se encontra sempre relacionada à imagem do ensinar, como se a
primeira fosse dependente da segunda. Na medida em que articula o aprendido ao
ensinado, a educação formal acaba por valorizar o aprendido em detrimento do
aprender, o conhecimento em detrimento da experiência de conhecer. Não nos
propomos, aqui, questionar a importância do conhecimento, senão colocar em questão a
importância deste no processo educativo formal face às experiências do aprender, que
deslocam certezas e criam novas formas de viver. Em Deleuze, o aprendizado,
relacionado à decifração de signos indecifráveis à primeira vista, tem uma dupla face:
de um lado, é involuntário, porque o afeto advindo do encontro fortuito com os signos é
da ordem do acontecimento; de outro lado, é voluntário, porque a decifração dos signos
requer do aprendiz a afirmação desta decifração. Somos levados, aqui, a questionar o
ideal de educação como formação, e colocar em xeque a teleologia do ensinar.
Voltamos, portanto, à nossa questão inicial: o que estamos fazendo quando estamos
dando aula ou escrevendo um artigo?
En esta ocasión se trata de ensayar una respuesta al interrogante que atraviesa los
textos reunidos en el libro por venir: ¿qué puede un cuerpo docente? Para ello será
central el recurso al concepto de cuerpo sin órganos (CsO), articulando las diferentes
temáticas que giran en torno al mismo con otro concepto capital, el de prudencia. De
este modo se intentará recuperar la fuerte impronta práctica (ética y política) que ambos
conceptos asumen en el pensamiento deleuziano, para volcarla en este esbozo de
respuesta.
El ensayo estará compuesto por cuatro apartados. En el primero se introducirá
esta temática tomando como punto de partida la afirmación deleuziana: “Tenemos
tantas líneas enmarañadas como una mano. Somos tan complicados como una mano”.
Para ello quedarán planteados tres “movimientos” que recogen los caracteres esenciales
de la perspectiva de Deleuze seleccionados aquí: en primer lugar, un desplazamiento
hacia la evaluación de la trama superficial (cartografía-pragmática); en segundo lugar,
puntualizando en qué sentido se habla de un devenir quiromántico de la enseñanza y un
devenir cartográfico de la quiromancia; en tercer lugar, desde lo prescriptivo hacia la
experimentación. De ese modo la pregunta por lo que puede un cuerpo docente quedará
contenida en un campo más amplio (ético-político), demarcado a su vez por las
nociones de potencia y comunidad, y en discusión con los dispositivos del biopoder.
Como docentes hay que superar los avatares y dificultades que se presentan
desde la formación porque es una carrera solitaria. Y además, muchas veces nos
encontramos en situaciones contradictorias por tratarse de un trabajo precarizado, mal
visto socialmente, con malas condiciones laborales, que genera desgaste y nos lleva a la
frustración…Con lo cual surge la pregunta: ¿por qué ser docente?
A medida que uno avanza en la vida docente, las utopías que pudo haber tenido
se van perdiendo. Se pierden en la vida cotidiana, en la frustración, en el conformismo,
en la simplicidad… Sus prácticas terminan venciéndolo, producto de encontrarse
frustrado, replanteándose su tarea sin poder romper con las obligaciones que impone el
sistema escolar capitalista. Pero esta frustración es una grieta, es un momento donde se
deja de naturalizar lo naturalizado, donde lo que era correcto ya no lo es. La frustración
así adquiere un carácter positivo que permite construir desde allí una alternativa. Pero
esta alternativa no podrá ser solitaria. Es necesario que el docente rompa las barreras del
aula, de la escuela y se piense de una manera colectiva. Así es que potencia sus
capacidades de transformación.
Porque hay que tener en cuenta que, desde la formación docente, está planteada
una traba que separa al docente del estudiante, y que determina, de antemano, los
vínculos que entablará el docente en formación junto con otros. Por eso, resulta
importante el destrabar esta situación. Y corre por cuenta nuestra, por parte de quienes
queremos formarnos y presentarnos como docentes desde otro lugar. Es que estamos
convencidos de que la docencia no se sustenta a partir de un título, sino que más bien se
trata de una práctica que debe ser tomada en cuenta desde su formación: dejar de ser
simples receptores de pasiones que nos entristecen, nos frustran, nos aíslan, y
conforman a reproducir prácticas de estudiantes pasivos. Esta situación, en todo caso,
nos lleva a encontrar esa alegría que nos permita crear y superar los obstáculos, romper
las barreras del rótulo que intenta dividir y encasillar las cosas, para pensarlas en su
interacción y en su integridad: en comunidad. Es decir, si bien el docente está solo en el
aula, la idea del cuerpo docente va por el lado de ponerlo en conexión con un montón de
cosas que no aparecen necesariamente al lado de él en el aula.
Por otra parte, ese “afuera y adentro” que se plantea de manera dicotómica,
rotulando las cosas, también limita las posibilidades de acción de un cuerpo docente,
nos incomoda y a veces actuamos hasta de manera soberbia, se podría decir de una
manera cómoda. Si la escuela está pensada como un recorte o fragmento, de la cual la
sociedad hace a un lado y vuelca sus expectativas de acuerdo al gobierno que esté, es
muy probable que haya muchas cosas que se dejen afuera; pero si la escuela se plantea
como parte de un todo no existiría esta dicotomía.
Y para resolverlo tenemos que preguntarnos ya no solos, sino con otros, sobre la
posibilidad de reinvención de las cosas. Pensar en que no somos quienes resolvemos los
problemas, sino más bien quienes los potencian. En no dividir el adentro y el afuera,
dejando afuera lo que nos incomoda. Porque tampoco se trata de ponerle límites en sus
prácticas a aquellos docentes que están acostumbrados a aplanar los problemas que
surgen; sino más bien en transformarse en un potenciador de estas inquietudes y
conducirlas a su colectivización. En sostener el acontecimiento del problema,
contagiarse e imbuirse en él, y fomentarlo como espacio de construcción en conjunto.
Colectivizar la expresión singular de una inquietud trazando vínculos, partiendo de la
confianza que generan los diálogos. Crear comunidad con la práctica asamblearia desde
las aulas. En las aulas de primaria, de la secundaria y también de la formación docente.
Tenemos que tomar la palabra y enseñar a tomarla, decirla, expresarla para comunicarse
con un otro cualquiera y compartirla. Porque poner nuestros pensamientos en palabras
ya es interactuar.
Eugenia Gemolotto- Ianina Moretti Basso: Cuerpo (del) docente y alumno: lazos
primarios y urgentes.
5
MATTIO, Eduardo, “Identidas inestables. Performatividad y radicalismo queer en Judith Butler”,
sin datos.
Neste texto, abordamos a prática docente e a filosofia de Gilles Deleuze, a voz, o
corpo desse professor francês. Deleuze relaciona suas classes a sua pesquisa, sua pesquisa à
sua vida e esta ao ensino. Pesquisar, aprender e ensinar são, para ele, atividades inseparáveis.
O que importa na aula é gerar uma emoção, como diz: sem emoção não há nada. A emoção é
um afeto que visa a provocar alguém, não se sabe quem, um interesse, um sentido, pelo qual
algo de novo pode acontecer. Somente assim, a aula ganha sentido. O que falamos aqui sobre
as aulas e a filosofia de Deleuze, acreditamos valer também para o ensino de outras
disciplinas. Afinal, assim como ele, pensamos que uma aula tem de gerar um afeto, tem de
emocionar, para então fazer sentido.
La escuela es un ámbito atravesado por valores morales. A cada momento se nos señala
qué podemos y qué no allí dentro. La moral, como señala Deleuze, es indisociable de la
idea de lo Uno como algo superior a todo lo que es y que nos serviría, por ende, para
juzgarlo, a tal punto que si pensamos una ontología donde no habría nada superior al ser
se cae la posibilidad de una moral6. Para juzgar las acciones humanas, también, la moral
supone una esencia como instancia superior a los sujetos, digamos “animal racional”;
pero el hombre no deja de conducirse de manera irracional. Entonces la moral se
propone realizar esta esencia de ser racional. Sin embargo, cabe cuestionar semejante
supuesto, ¿hay una esencia humana? Creo que así como Spinoza empieza la Ética por
Dios para decir que en verdad hay nada7, así también dice que la esencia es la potencia
para cuestionar la idea de esencia, porque si la esencia es la potencia de vivir y de
actuar, es decir, la existencia y la existencia es un modo de ser variable, entonces no hay
esencia, al menos no hay una esencia específica del hombre más allá de su potencia
siempre individual. La esencia siempre es una determinación singular. Como dice
6
Cf. Deleuze, G, En medio de Spinoza, Cactus, segunda edición, 2008, p.51
7
CF. Althusser, L, La corriente subterránea del materialismo del encuentro, en Escritos filosóficos y
políticos, Stock/IMEC, París, 1994, pp. 539-579
Spinoza, ser irracional también es algo que el hombre puede 8. Pero la escuela insiste con
su moral realizadora de esencias universales, de racionalidades. Pretende pasar a la
existencia, tomándola como fin, la esencia que supone. Fracasa, una y otra vez. Cuando
un moralista dice racional dice algo que el hombre es, cuando desde la ética spinoziana,
que, insisto, es una ontología, se dice racional, se dice algo que el hombre puede.
Una ética, a diferencia de una moral, ve a las personas como pequeños paquetes de
poder, no cree en las esencias sino en la potencia, es decir en las acciones y las pasiones
de que algo es capaz. La moral, al juzgar y al regir a partir de valores trascendentes, es
decir, al hacerlo desde fuera de las personas mismas, se convierte en un sistema
autoritario. Por el contrario, una ética, el punto de vista de una ontología que busca en la
inmanencia, en cada modo de ser, la causa de una acción, que se pregunta qué puede un
cuerpo y que sabe que esa pregunta no puede ser nunca respondida a priori, esa ética es
la base ontológica para una organización democrática. Suponemos con Spinoza que la
democracia es la forma de organización que permite el incremento de las potencias
individuales. Debido a ello es la forma de gobierno más perfecta.
¿Cómo puede sernos útil la ontología spinozista para pensar las relaciones
democráticas? Y más específicamente ¿Por qué Spinoza para pensar la escuela? Es en la
idea de relación donde su ontología aparece como una salida clara a todo moralismo
trascendente, a toda autoridad de una potestas. Deleuze señala a la Ética de Spinoza
8
Deleuze, G, En medio de Spinoza, Cactus, segunda edición, 2008, p. 74
9
Cf. Lefort, Claude, Op. Cit. p 271
como la respuesta a la pregunta acerca de cómo incrementar nuestra potencia de vivir y
de actuar.
Pensando a partir de esta ontología es que nos interesa el modo en que se dan las
relaciones dentro de las instituciones escolares: ¿son relaciones autoritarias o
democráticas? ¿Aumentan o disminuyen, las formas de composición escolar, lo que los
individuos pueden?
La potencia variable que todos poseemos constituye nuestra esencia. La opción política
de Spinoza es darle curso a este derecho natural, no transferirlo, asumir las
confrontaciones que son la fragua de un poder que es inmanente a la multitud11. Darle
curso significa albergar el conflicto como una forma de composición. Para desarrollar
nuestra potencia no podemos seguir pensando el proceso escolar como el cumplimiento
de determinados deberes para la realización de una esencia general. Esta manera de
pensar los procesos escolares linda de un modo inescindible con formas de relaciones
autoritarias que disminuyen la potencia de existir y de actuar de los individuos.
Proponemos apartarse de la moral escolar para ingresar en el terreno de una ética en
donde en base a relaciones democráticas que asumen el conflicto se persigue el
incremento de la potencia de los sujetos.
10
Deleuze, G, Op, Cit. p. 96-97
11
Negri, A, “El tratado político o la fundación de la democracia moderna, en Spinoza subversivo, Akal,
Madrid, 2000