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UNIDAD I: El contrato en el ámbito del nuevo Derecho privado

1. Concepción subjetiva y objetiva del contrato. El paradigma


consensualista, origen y evolución. Tensiones con la concepción
objetiva. El contrato como instrumento de vinculación económica.
Concepción del contrato en el Código Civil y Comercial: quiebre del
paradigma consensualista, contratos por adhesión y de consumo. 2.
La unificación del régimen legal de los contratos civiles y
comerciales. Antecedentes nacionales. 3. El contrato en el marco de
la teoría del negocio jurídico. Análisis del art. 957 del CCCN. El
contrato como fuente de obligaciones. Comparación del contrato
con los actos unilaterales (complejos, colectivos y colegiales).
Naturaleza jurídica de los actos asociativos. Diferencias del contrato
con otros actos bilaterales. 4. Los elementos estructurales del
contrato. Generales y particulares. Accidentales y naturales. 5.
Constitucionalización del Derecho privado y su influencia sobre el
contrato. Bases constitucionales del derecho contractual. Contrato y
derechos fundamentales. Contrato y protección del consumidor.
Contrato y ambiente. 6. Los principios generales del derecho y su
actuación en materia contractual. Régimen del Título Preliminar y
normas especiales de la Teoría General del Contrato. Autonomía de
la voluntad. Límites. Orden público económico de dirección y de
protección. Buena fe, concepto. Buena fe objetiva; la teoría de los
actos propios en materia contractual. Buena fe subjetiva, la teoría
de la apariencia en materia contractual. Abuso del derecho:
fundamentación y efectos. Principio de razonabilidad.

• EL CONTRATO EN EL MARCO DE LA TEORIA DEL NEGOCIO JURIDICO

El legislador argentino del siglo XXI decidió incluir en el CCyC, Libro


Primero, Parte general, un Título IV, dedicado a los hechos jurídicos y a la
teoría del acto o negocio jurídico (arts. 257 al 397).
El acto o negocio jurídico permite categorizar los acontecimientos, ya sean
sucesos humanos o de la naturaleza; En el derecho argentino, la expresión
acto jurídico es sinónimo de negocio jurídico.

El CCyC contiene ahora, por un lado, la teoría del acto o negocio jurídico
y, por otro, la teoría del contrato.

En su Parte general distingue normativamente con claridad el hecho


jurídico (art. 257 CCyCN), el simple acto lícito (art. 258 CCyCN) y el acto
jurídico (art. 259 CCyCN); en el Libro Tercero trata las Obligaciones en
general y, en el Título II aborda la Teoría general del contrato, bajo el
epígrafe "contratos en general"; Se insertan las reglas jurídicas que, junto
a los principios, constituyen su eje troncal.

Según el art. 957 de acuerdo a la noción legal se observa que la figura del
contrato puede ubicarse en el sistema jurídico como una especie dentro
de la categoría de los actos jurídicos y como una de las fuentes de las
obligaciones; "contrato es el acto o negocio jurídico, según el cual dos o
más partes, intercambian prestaciones o acuerdan respecto a una común
manifestación de voluntad destinada a reglar derechos patrimoniales,
obligándose de buena fe, a fin de satisfacer intereses lícitos y útiles".

• Análisis crítico del artículo 957 del CCyC

El CCyC en el art. 957 caracteriza al contrato como acto jurídico, por tanto,
no es un mero hecho jurídico que es sólo un acontecimiento, un suceso de
la naturaleza o un realizar del hombre que tiene efectos jurídicos art 257
hecho jurídico; En cambio, el acto jurídico es una especie dentro de la
categoría hecho jurídico. Encuadra como hecho humano que se
caracteriza por ser voluntario, lícito y sobre todo porque tiene por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas (art. 259 CCyCN). El fin inmediato es el carácter
sobresaliente del acto jurídico, el sujeto obra pero lo hace porque
persigue de manera directa cumplir un fin.

El acto jurídico contrato tiene por fin inmediato crear, regular, modificar,
transferir o extinguir relaciones jurídicas. La expresión técnica relación
jurídica, empleada por el Código, debe ser distinguida de la expresión
situación jurídica, y también del hecho y del acto jurídico:

-La situación jurídica es la ubicación o calificación que el ordenamiento le


acuerda a una persona (el estado de hijo).

-La relación jurídica es el vínculo que el derecho objetivo establece entre


una persona y otra o entre una persona y una cosa; Cuando se atribuye a
una persona un poder y a la otra un vínculo correlativo.

Es omnicomprensiva e incluye, por supuesto, a la relación obligatoria,


pero también a otras relaciones jurídicas, tales como las relativas a
derechos reales o intelectuales, no sólo obligacionales; De la definición
podemos decir que las relaciones jurídicas que se regulan por el contrato
pueden ser creadoras de derechos, modificatorias, traslaticias e, inclusive,
extintivas.

En cuanto a los caracteres del acto jurídico contractual, en primer lugar,


se lo califica como acto jurídico bilateral o plurilateral porque se exige que
el acuerdo se perfeccione entre dos o más partes; Por otra parte, el
contrato es siempre un acto jurídico entre vivos, a diferencia de los actos
de última voluntad, porque produce sus efectos sin estar condicionado a
la muerte de alguna persona; Además, es un acto jurídico patrimonial;
Son tales porque recaen sobre derechos individuales que tienen valor
económico y constituyen el patrimonio de la persona (conjunto de los
bienes, de cosas y derechos, que tienen valor económico).

Por otro lado, puede suceder que un acuerdo se elabore en base a


prestaciones patrimoniales, aunque el interés de las partes no tenga
contenido patrimonial, como lo reconoce el art. 1003 del CCyC, al exigir
que el objeto del contrato debe"...corresponder a un interés de las
partes, aun cuando éste no sea patrimonial"; La definición legal que se
analiza dice, también, que las partes manifiestan su consentimiento, el
eje de la figura contractual en el ordenamiento normativo argentino es el
consentimiento, es decir, que el Código ratifica la noción consensualista,
según la cual el contrato se perfecciona sólo si las partes llegan al
acuerdo porque exteriorizan su voluntad de ofrecer y aceptar.
Manifestar la voluntad implica exteriorizarla oralmente, por escrito, por
signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material (art. 262 CCyC)

• El contrato como fuente de obligaciones

El efecto principal del contrato es hacer nacer obligaciones, y constituye


su fuente más importante.

El CCYC define que las obligaciones deben derivar de "...algún hecho


idóneo para producirla, de conformidad con el ordenamiento jurídico". La
denominación "otras fuentes", después del contrato, incluyen las otras
fuentes. Se regulan allí la responsabilidad civil (arts. 1708 al 1780), la
gestión de negocios (arts. 1781 al 1790), el empleo útil (arts. 1791 al
1793), el enriquecimiento sin causa (arts. 1794 al 1799), la declaración
unilateral de voluntad (arts. 1800 al 1814) y los títulos valores (arts. 1815
al 1881); La relevancia que acuerda al contrato en el régimen obligacional
como instrumento de uso habitual y permanente para establecer
relaciones jurídicas y comerciales. Asimismo, reconoce la importancia de
la responsabilidad civil y de los títulos valores.

• Comparación del contrato con los actos unilaterales (complejos,


colectivos y colegiales)

El contrato, se dijo, es un acto jurídico bilateral o plurilateral a su vez,


puede estar integrado por la manifestación de voluntad de una o varias
personas.

-En el negocio unilateral existe una única e idéntica legitimación para su


perfeccionamiento, ya sea que se trate de un negocio subjetivamente
simple o complejo, es decir, cuando participan varias personas.

- En cambio, en el negocio bilateral participan varios sujetos mediante una


legitimación distinta, que tiene por finalidad tutelar intereses divergentes.
A la declaración o comportamiento de una parte debe corresponder una
congruente actitud de la otra u otras partes.

En el supuesto de que varias personas conformen un único centro de


interés y otorguen un acto jurídico, éste tiene carácter unilateral
plurisubjetivo, es subjetivamente plural.
-La pluralidad de personas persigue un mismo interés, tiene una finalidad
común e igual legitimación para la tutela de su mismo interés; En esos
actos, también llamados plúrimos, se incluyen tres categorías diferentes:
los actos complejos, colectivos y colegiales. A todos ellos se les aplica la
teoría del negocio jurídico, pero no la del contrato.

-El acto unilateral plurisubjetivo complejo se caracteriza porque las


voluntades de las varias personas que lo integran se funden al momento
de su perfeccionamiento, ya no es posible distinguirlas porque conforman
una sola voluntad inescindible; Puede citarse el caso del inhabilitado, que
de acuerdo al art. 49 del CCyC requiere de un apoyo que lo asiste para el
otorgamiento de actos de disposición entre vivos, por lo tanto, para
vender un inmueble deben concurrir fundidas las voluntades del
inhabilitado y de la persona designada como apoyo.

-Por otro lado, el acto unilateral plurisubjetivo colectivo supone que las
personas que lo integran manifiestan sus voluntades que marchan
paralelas y permanecen diferenciadas, pero se suman para resolver alguna
cuestión de interés común, como sucede en un condominio para decidir
por unanimidad si se vende o no la cosa común (art. 1990 CCyC)

-Como una especie del acto colectivo, se ubica al acto colegial, en el que
las voluntades son paralelas y se suman, del mismo modo que en el
colectivo, pero, en este caso, esa voluntad conformada por la suma de las
voluntades individuales se atribuye a un sujeto diferente. En el acto
colegial la voluntad colectiva se forma de un modo particular, porque
proviene de una comunidad organizada de sujetos, es adoptada luego de
una deliberación y se considera que la voluntad común es la que surge de
la mayoría, aunque haya una minoría disidente.

• Naturaleza jurídica del acto constitutivo de una persona jurídica

El art. 1442 dice: "las disposiciones de este Capítulo se aplican a todo


contrato de colaboración, de organización o participativo, con comunidad
de fin, que no sea sociedad. A estos contratos no se les aplican las normas
sobre la sociedad, no son, ni por medio de ellos se constituyen, personas
jurídicas, sociedades ni sujetos de derechos; A las comuniones de
derechos reales y a la indivisión hereditaria no se les aplican las
disposiciones sobre contratos asociativos ni las de la sociedad".

Se trataría de un acto unilateral plurisubjetivo colectivo.

La doctrina clásica mayoritaria asignó al acto constitutivo de una sociedad


la naturaleza jurídica de contrato con caracteres especiales; aunque se
admite la sociedad de un solo socio (que constituye una manifestación
unilateral de voluntad), en los demás supuestos en que hay dos o más
personas se atribuye al acto constitutivo el carácter de contrato, que se
caracteriza por ser un contrato de colaboración, opuesto, al contrato de
cambio.

• Diferencias del contrato con otros actos bilaterales

El contrato debe diferenciarse también de otros actos jurídicos que, como


él, se perfeccionan por el acuerdo entre dos o más partes, tales como la
convención, el pacto y los actos personalísimos. Puede tratarse de
cuestiones simplemente terminológicas o de fondo.

Las pautas para diferenciar el contrato de la convención son variadas, el


articulado emplea el término convención como sinónimo de acuerdo en
cientos de artículos (art. 1218, art. 1229, entre otros), también emplea
convención como pacto en el art. 1310. Sin embargo, trata las relaciones
de familia, emplea los términos convención y pacto de manera que parece
referir a actos jurídicos diferentes, pues, primero regula las "convenciones
matrimoniales" y, más adelante, los "pactos de convivencia"

La diferencia entre convención y pacto radicaría en los límites a la


autonomía de la voluntad, porque la primera tiene límites estrictos y, el
segundo, amplia autonomía:

-Según los arts. 446 y 447 CCyCN, las "convenciones matrimoniales" son
acuerdos que sólo los futuros cónyuges pueden celebrar antes del
matrimonio y que, sólo pueden tener el objeto patrimonial que la norma
establece. En cambio, los "pactos de convivencia" (arts. 513 y 514 CCyCN)
constituyen acuerdos con un contenido amplio.

• LOS ELEMENTOS ESTRUCTURALES DEL CONTRATO


Permiten conocer su estructura interna para determinar si se está, o no,
en presencia de un contrato. Los "elementos":

Para que el acto exista, que son la capacidad de las partes y la forma del
mismo.

• Elementos estructurales generales y particulares

Los elementos estructurales generales, también llamados esenciales o


constitutivos, son las partes del contrato que sustentan su construcción,
sin ellas no hay contrato.

Un acuerdo no puede ser calificado como contrato si carece de alguno de


los elementos esenciales:

El CCyCN, considera estructurales: el consentimiento (Capítulo 3, arts. 971


al 999), objeto (Capítulo 5, arts. 1003 al 1011), y causa (Capítulo 6, arts.
1012 al 1014). Incluye, asimismo, los presupuestos para que exista
consentimiento válido, que son la capacidad y legitimación (Capítulo 4,
arts. 1000 al 1002) y la forma (Capítulo 7, arts. 1015 al 1018).

• Efectos naturales

Son las consecuencias que se derivan de los caracteres del contrato, por
su pertenencia a una determinada categoría. Se encuentran en todos los
contratos de la misma especie, aun mediando silencio de las partes.

La producción de estos efectos, que vienen dados por los caracteres del
contrato, pero que no hacen a su propia esencia, está disponible para las
partes. En virtud del principio de autonomía privada, ellas pueden
excluirlos, ampliarlos o reducirlos. Así, en los contratos bilaterales y
onerosos, la responsabilidad por saneamiento es un elemento natural.

• Efectos accidentales

Se producen como consecuencia de que las partes han incorporado al


contrato determinados pactos en virtud del principio de autonomía
privada. Si las partes convienen que su contrato produzca efectos que son
propios de un determinado pacto, pero no corresponden a la naturaleza ni
a los caracteres del mismo, deben integrarlo al contrato. Se trata de
efectos accidentales en abstracto, pero son exigibles y concretos una vez
que el pacto se incorpora a un contrato. Son elementos accidentales la
condición, la cláusula penal, la seña y el pacto resolutorio, entre otros.

• DIFERENTES CONCEPCIONES DEL CONTRATO

El Derecho privado argentino cuya característica esencial es ser un


derecho que tiene como principal fuente la ley, y está estructurado sobre
dos principios fundamentales: propiedad privada y autonomía de la
voluntad.

Desde esta perspectiva el contrato fue concebido como el paradigma de la


autonomía privada, en una visión de fuerte contenido consensualista. El
eje es el consentimiento contractual.

• El paradigma consensualista: origen y evolución

La voluntad de las partes del contrato tiene fuerza creadora de derechos


y obligaciones. Existe contrato que acuerda acción judicial si se acredita
que existió una negociación voluntaria, efectuada por personas capaces,
que intercambiaron prestaciones o promesas, conforme a las cuales el
acreedor experimenta un detrimento o el deudor un beneficio, o bien, si el
acuerdo se perfeccionó bajo formas solemnes.

• El contrato como instrumento de vinculación económica

El contrato acuerda a las partes la facultad de autorregulación de sus


intereses económicos, constituye la herramienta jurídica por excelencia
para organizar las relaciones económicas de las personas.

La estructura del contrato lleva a imputar el riesgo a una de las partes y a


determinar cuál prestación tiene que soportar su titular en caso de que
se produzca alguno de los extremos planteados. Por ello, ante un
contrato cuya alteración no fue prevista por las partes, el juez debe
maximizar racionalmente la utilidad, imputando el riesgo a aquel que
puede reducirlo o absorberlo al menor costo. El Derecho contractual tiene
la función de reconstrucción del contrato, atribuyendo las consecuencias
a través de normas supletorias o limitando sus alcances, mediante normas
imperativas; Es imprescindible la mirada conjunta de lo útil y lo justo.
• LA CONCEPCIÓN DEL CONTRATO EN EL CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE LA NACIÓN

La noción de contrato se encuentra en el art. 957 que proclama que el


acto jurídico se perfecciona cuando las partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir
relaciones jurídicas patrimoniales. Esta norma se completa con el art.
971, en el que se subraya la relevancia del acuerdo, porque se exige para
la conclusión del contrato la recepción de la aceptación de la oferta o, al
menos, una conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la
existencia de un acuerdo; El énfasis se pone en la necesidad del acuerdo
de voluntades.

• El quiebre del paradigma consensualista: los contratos por


adhesión y de consumo

Se emplea la palabra "quiebre" que, en sentido figurado, podría


entenderse como moderar, entibiar o suavizar la fuerza que tiene el
consentimiento.

En los contratos por adhesión y de consumo resulta evidente que la


voluntad manifestada por el adherente o consumidor queda reducido a su
mínima expresión, una voluntad claudicante, autoriza, para anular
cláusulas abusivas y hasta sorpresivas.

Cuando el CCyC define el contrato por adhesión lo hace en torno al


consentimiento, poniendo el eje en ese elemento. El art. 984 dice que el
adherente debe acordar con las cláusulas generales predispuestas en
forma unilateral por la otra parte y pone el acento en el acuerdo. Algo
similar ocurre en el ámbito del consumo donde se diferencia la relación de
consumo del contrato de consumo.

Tres tipos de contratos: el contrato definido en el art. 957, el contrato por


adhesión y el contrato de consumo.

El contrato por adhesión y el de consumo, son especies del género


contrato que se define en la norma legal, mediante las cuales puede
celebrarse cualquier contrato nominado o innominado.
• Unificación del régimen de los contratos civiles y comerciales.
Antecedentes nacionales.

La unificación que se plasma en el CCyC argentino no es más que el último


eslabón en un proceso que se inició en los orígenes mismos de la
codificación; La regulación de las obligaciones y los contratos fue la parte
que tuvo mayor nexo y complementación en los códigos.

• LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL DERECHO PRIVADO Y SU


INFLUENCIA SOBRE EL CONTRATO

Se trata de un proceso que pone en evidencia la vinculación profunda


existente entre la CN y los Códigos de Derecho privado, relación que hace
a la naturaleza misma de todo sistema jurídico, pero que, en la actualidad,
se estudia con mayor profundidad y obliga a una concreta protección de
los derechos fundamentales. Es una trabazón necesaria entre la CN y el
CCyC que se concreta mediante relaciones de complementación y
conexidad.

La complementariedad sustancial implica que ambos cuerpos legales se


perfeccionan en la medida en que se integren mutuamente en su
estructura básica. Esto permite que los derechos y garantías
constitucionales se tornen operativos mediante las normas inferiores y, a
su vez, estas normas se nutren de estabilidad y certeza en la norma
superior.

Entre la CN y el CCyCN descansa, sobre todo, en los valores, que son


fuente de los ordenamientos y se expresan en los principios generales del
derecho. La consagración de esos principios en las normas superiores
constitucionales da un mayor despliegue a los derechos individuales que
de ellos emanan.

Esta conexidad y complementación han quedado patentizadas en el Título


Preliminar del CCyC, pues desde allí se emite una consigna global. Los
casos, comienza el art. 1º, es decir, la vida que está regulada en este
Código, debe ser resuelta teniendo en cuenta la Constitución Nacional y
los Tratados de derechos humanos con igual jerarquía.
En este nuevo marco existe una compleja relación entre los derechos
fundamentales y la autonomía privada; han adquirido mayor estabilidad
el principio de buena fe lealtad y el de equidad en la contratación, que
aparecen consagrados en el art. 42 de la CN; el principio general de no
dañar, implícito en los arts. 41 y 43CN y el principio del orden público
económico, que está expreso en el segundo párrafo del art. 42CN.

• Bases constitucionales del derecho contractual. Contrato y


derechos fundamentales

El Derecho contractual, derecho patrimonial por excelencia, debe


también ser interpretado y aplicado a la luz de esos derechos, es evidente
que el contrato es el principal instrumento que en la vida cotidiana
permite ejercer la mayoría de los derechos fundamentales.

En la actualidad, se profundizó esa perspectiva a fin de extender a los


contratos vinculados a los derechos fundamentales el amparo
constitucional, más allá de la defensa de los derechos individuales de
contenido patrimonial. Así, puede observarse que los derechos y
obligaciones que tienen su fuente en contratos vinculados con la salud, la
vivienda o la educación tienen una consideración especial en la ley y en la
jurisprudencia.

• Constitución, contrato y protección del consumidor

Entre los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución


Nacional, se encuentran los derechos de los consumidores y usuarios, en
el art. 42. Por tanto, la relación y el contrato de consumo deben ser
observados en todos los casos desde la perspectiva de la protección
constitucional.

Estos derechos constitucionales servirán como base, fundamento o marco


de referencia teleológica, a las actuaciones de los poderes públicos; desde
el punto de vista hermenéutico, constituyen el sustento para la
interpretación y aplicaciones de las normas inferiores del sistema, y,
además, es importante la norma en cuanto impone a las autoridades
proveer a la protección de los derechos y a la educación para el consumo.
Es de enorme importancia la manda constitucional que faculta a los
consumidores y usuarios de bienes y servicios a reclamar de los
particulares participantes del mercado la protección de sus derechos
personalísimos y patrimoniales en las negociaciones y contratos.

• Constitución, contrato y ambiente

La CN en su art. 41 garantiza a todos los habitantes el derecho a un


ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas.

Estos derechos que tienen consagración constitucional quedan ahora


protegidos por la interpretación expansiva, el cual el contrato sólo tiene
efectos entre partes; Se expanden sus efectos en el contexto de los
derechos fundamentales y de los derechos de incidencia colectiva. El
contrato se entiende como un instrumento que supera el mero interés
individual de cada una de las partes, pues los derechos individuales de
crédito que nacen del mismo deben ser ejercidos regularmente, sin abuso
y de modo compatible con los derechos de incidencia colectiva, según lo
dispone el art. 14 del CCyC.

- Los derechos de incidencia colectiva, establecen que la ley no ampara el


ejercicio abusivo de los derechos individuales cuando pueda afectar al
ambiente y a los derechos de incidencia colectiva en general". Asimismo,
hay que tener presente el art. 240 del CCyC, según el cual, el ejercicio de
los derechos individuales sobre los bienes mencionados en los arts. 225 a
239, debe ser compatible con los derechos de incidencia colectiva.

-En consecuencia, los derechos individuales y los de incidencia colectiva


están protegidos por la garantía constitucional y los principios
medioambientales.

-El contrato, que es sobre todo autonomía e interés particular, juega un


rol significativo, tanto para la afectación como para la preservación del
medio ambiente; Esa autonomía privada, que es regla en el contrato, tiene
límites, como se ha visto. En especial, el límite viene dado por la
intervención del Estado en la prevención o precaución, frente a la
probabilidad de que se generen daños ambientales, como consecuencia
de la celebración o ejecución de un contrato. Al respecto, los entes
administrativos deben ejercer un riguroso control. Tampoco los jueces y
fiscales deben permanecer indiferentes frente a contratos cuyo objeto o
causa pueden ser declarados ilícitos porque afecten el medio ambiente.

• LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO Y SU ACTUACIÓN EN


MATERIA CONTRACTUAL

Estos principios permiten alcanzar soluciones más justas para los casos
concretos, flexibilizan las normas, pero a la vez crean cierto grado de
incerteza; La constitucionalización del derecho contractual obliga a
conciliar los principios fundamentales más clásicos, como son la fuerza
obligatoria, la seguridad jurídica y la autonomía privada, con otros
pilares esenciales del contrato, la justicia contractual, la función social del
contrato y la colaboración entre las partes, que constituyen, sobre todo,
principios sociales y morales.

• El Título Preliminar del CCyCN y las normas especiales de la


Teoría General del Contrato (arts. 961 y concordantes)

Se encuentra el eje de la materia civil y comercial, de modo que la


totalidad de los Libros que constituyen el Código deben ser concordados,
interpretados y aplicados con las normas de este Título. Se sientan allí las
bases para el nuevo sistema de derecho privado constitucionalizado, la
prevalencia de los derechos de las personas, la exigencia de la buena fe, la
prohibición del ejercicio abusivo de los derechos y la vigencia del orden
público.

Por esa razón, la materia contractual no escapa a la regla general y debe


ser leída a la luz del Título Preliminar, que complementa las "Disposiciones
generales" que el legislador incluyó al tratar los contratos en los arts. 958
a 965 CCyC. Éstas aluden al principio de autonomía privada, la fuerza
obligatoria del contrato, la buena fe y el principio de propiedad privada.

• Autonomía de la voluntad. Libertad de contratar y libertad


contractual

La ley es la que reconoce a las partes la autonomía que, dentro de los


límites que ella misma establece, las habilita para elaborar sus propias
normas, esas que van a regir entre ellas y, en ocasiones, también podrán
extenderse a terceros.

- En el Derecho contractual argentino el lugar de la autonomía ha quedado


reafirmado en el art. 958 del CCyC que expresa: "las partes son libres para
celebrar un contrato y determinar su contenido, dentro de los límites
impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres"

La autonomía de la voluntad implica que el agente que obra tiene libertad


para establecer las normas que lo rigen, por el contrario, la voluntad es
heterónoma cuando se rige por reglas externas a ella.

-En materia contractual, la autonomía privada tiene dos despliegues: la


libertad de contratar y la libertad contractual:

a) La libertad de contratar es la facultad que toda persona tiene de elegir


entre contratar o no y, si decide hacerlo, de elegir con quién contratar. Esa
libertad es, con frecuencia, restringida y, a veces, está ausente por
situaciones de mercados monopólicos legales o de hecho.

b) La libertad contractual se entiende como la facultad que las partes


pueden ejercer para establecer el contenido del contrato, es decir, para
configurarlo internamente. Ello ocurre cuando se negocia un contrato
paritario, en el que las partes gozan de igualdad en el poder de
negociación.

• Límites

Se derivan de la propia naturaleza de las cosas, es la ley, la primera en


establecer esos límites.

La intervención del Estado es posterior a la celebración del contrato,


como es la intervención judicial, cuando se faculta a los jueces para revisar
o anular cláusulas abusivas, o para declarar la nulidad de contratos de
objeto o causa ilícita. Como regla general, los jueces no pueden modificar
las estipulaciones de los contratos, excepto que sea a pedido de una de
las partes cuando lo autoriza la ley. Sin embargo, cuando el contrato se
alza contra el orden público y, en especial, contra el orden público
económico debe ser intervenido. El art. 960 del CCyC le impone al juez el
deber de intervenir si se afecta, de manera manifiesta, el orden público.

• Orden público económico de dirección y de protección

Se vincula, sin duda, con los valores que un grupo social considera
indispensables para su organización. Son principios que la sociedad
considera viables para la convivencia, que permiten el progreso
económicosocial por lo colectivo y también porque otros hacen a la
individualidad de las personas, como ser la libertad, la dignidad y a la
seguridad de ellas.

-En un sentido amplio, el orden público es el conjunto de principios


básicos que sustentan la organización social en sus más variados campos y
aseguran la realización de los valores que se reputan fundamentales.
Comprende las bases esenciales del ordenamiento jurídico, social y
económico de un país en un momento de su evolución histórica.

-En el nuevo sistema pueden identificarse tres tipos de normas:


indisponibles, particulares y supletorias: Ello surge de la prelación
normativa del art. 963. De tal manera, como regla, lo pactado por las
partes es obligatorio para ellas y las normas legales son supletorias, pero
hay excepciones. Son las disposiciones contenidas en las normas
indisponibles que están previstas en el art. 962, según el cual la
indisponibilidad se juzga por (i) el modo de expresión, (ii) el contenido, o
(iii) el contexto.

El orden público se recepta en el Título Preliminar, art. 12 del CCyC.

-En materia contractual, el orden público, sobre todo el orden público


económico, tiene enorme influencia. Por esa razón, el art. 960 reitera la
referencia a este principio cuando acuerda a los jueces la facultad para
modificar las estipulaciones de los contratos aun de oficio sólo cuando se
afecta, en forma manifiesta, el orden público. Esta norma prueba la
jerarquía del orden público. El juez es el último control de las relaciones
entre particulares y puede entrometerse en ellas de oficio, si lo querido
por las partes o los fines perseguidos afectan el orden público.

• Buena fe. Concepto, clases


Es el principio general del derecho por excelencia; En el art 9 reza "los
derechos deben ser ejercidos de buena fe".

Por lo general se hace referencia a la buena fe en su función


interpretativa, en materia contractual es un elemento de la estructura
misma de la noción de contrato.

-La considera una regla de interpretación e integración del contrato, no


obstante avanza y le acuerda un rol fundamental en la estructura del
mismo, pues, funda en la buena fe la obligación de modificar el propio
comportamiento en la ejecución del contrato para salvar la utilidad de la
contraparte y la obligación de tolerar que ésta exija una prestación
distinta de la prevista si no perjudica su interés

La buena fe permite corregir el derecho legal, función que enuncia como


"medio de ruptura éticojurídico de la norma legal", explicando que el juez
puede declararlo a su propia costa.

-Las funciones de la buena fe son:

a) La regla de la buena fe integra el derecho objetivo con aptitud jurígena


propia con independencia de su función interpretativa.

b) En materia de relaciones negociales, el órgano jurisdiccional debe


aplicarla incluso cuando las partes hayan establecido una regla
insuficiente.

c) Asimismo la buena fe marca y limita el ejercicio de los derechos


subjetivos.

• Buena fe objetiva. Aplicación de la teoría de los actos propios en


materia contractual

Es la recíproca lealtad de conducta. Es la probidad en las relaciones


humanas. Constituye un estándar jurídico que requiere comportamientos
diversos, positivos u omisivos, con relación a la concreta circunstancia de
actuación de la relación jurídica. Es uno de los medios más eficaces para
proteger al hombre de otros hombres, como principal tarea que cabe al
jurista de hoy, en especial, al civilista.
El CCyCN refiere a la buena fe en el art. 9º ya citado y alude de nuevo a
ella en el art. 961 de las "Disposiciones generales" en materia contractual,
ahora como estándar para juzgar la vida del contrato en su totalidad: "los
contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe.
Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las
consecuencias que puedan considerarse comprendidas en ellos, con los
alcances en que razonablemente se habría obligado un contratante
cuidadoso y previsor".

-El incumplimiento de este deber genera la responsabilidad de resarcir el


daño que sufra el afectado por haber confiado, sin su culpa, en la
celebración del contrato.

• Buena fe subjetiva. Aplicación de la teoría de la apariencia en


materia contractual

La buena fe subjetiva o buena fe-creencia "es la que acuerda protección a


una creencia o confianza razonables". En este rol la buena fe es la
herramienta que se emplea para proteger a quien confía, con
razonabilidad, en la titularidad de un derecho propio o en la titularidad del
derecho ajeno, como ser de la contraparte.

• Abuso del derecho. Fundamentación y efectos

Interesa proteger al hombre pero también al conjunto de la sociedad. Por


esa razón, en el último párrafo del citado artículo 10.

Si falta tal 'interés serio y legítimo' el titular de la prerrogativa no puede


aducir que obra de buena fe.

-Para delimitar la noción de ejercicio irregular, debe considerarse cuál ha


sido la finalidad que se persiguió al reconocer ese derecho y si la conducta
asumida la contraría.

Asimismo, hay abuso de derecho cuando se exceden los límites de la


buena fe, la moral y las buenas costumbres. Es contrario a la moral y las
buenas costumbres; el CCyCN contempla en el art. 54: "no es exigible el
cumplimiento del contrato que tiene por objeto la realización de actos
peligrosos para la vida o la integridad de una persona, excepto que
correspondan a su actividad habitual y que se adopten las medidas de
prevención y seguridad adecuadas a las circunstancias"

Se ha dicho que para calificar como irregular el ejercicio de un derecho


pueden tomarse como pauta los mismos principios con los que se
interpretan los derechos y deberes constitucionales: juridicidad, igualdad
y razonabilidad:

a)Resulta irregular el ejercicio de un derecho que violente el "principio de


juridicidad", entendido como el ámbito en el que las conductas están
juridizadas, se permiten o se prohíben, mientras otras quedan excluidas,
son irrelevantes al derecho.

b)Para que el derecho se ejerza regularmente también debe respetar el


"principio de igualdad", que prohíbe las conductas arbitrarias u hostiles y
exige, por otro lado, que se trate del mismo modo a quienes se
encuentran en iguales circunstancias.

c)Asimismo, el derecho individual debe ser ejercido con "razonabilidad",


que exige elegir la alternativa más justa o equitativa de todas las posibles
para obtener el fin deseado.

• Principio de razonabilidad

Es la máxima que obliga a obrar de manera arreglada, conforme al


sentido común y a los juicios de valor generalmente aceptados. Puede
decirse que lo razonable es lo de "sentido común", lo que en ciertas
circunstancias, en cierto momento y en cierta comunidad es tenido como
lo racional, prudente y sensato.

-La razonabilidad puede aplicarse para juzgar una conducta con dos
criterios diferentes. Existe la razonabilidad como "criterio de modulación".
Es lo que permite adecuar una norma a cada situación para obtener una
solución aceptable. También se puede referir a una "decisión razonable"
(art. 3º CCyCN). Está también la razonabilidad como "criterio de
conformidad" o correspondencia. Se ofrece un modelo de referencia que
permite juzgar la correspondencia de una persona, objeto o conducta con
ese modelo, por ejemplo, "persona razonable".
La razonabilidad del contenido de un contrato es juzgada, en primer lugar,
por los propios contratantes por el principio de autonomía privada. Son
ellos quienes deciden si son razonables los plazos que pacten, las medidas
que adopten, los actos que realicen, los gastos en que incurran y, también,
ellos mismos, son quienes deben hacer una interpretación razonable de
sus negocios. Los jueces pueden juzgar sobre lo razonable en caso de que
fracase la convención estimada razonable por las partes o en caso de
discrepancia sobre su interpretación.

UNIDAD II: Presupuestos del consentimiento

1. Legitimación y capacidad para contratar. Incapacidad de derecho e


incapacidad de ejercicio: reglas generales y su proyección en el contrato.
Contratos celebrados por personas incapaces o con capacidad restringida.
Inhabilidades para contratar. Efectos de los contratos celebrados por
personas incapaces o con capacidad restringida. 2. Forma. Concepto.
Libertad de forma. Forma impuesta y forma exigida bajo sanción de
nulidad. Contratos que deben redactarse en escritura pública.
Consecuencias de la inobservancia de la forma.

El consentimiento es uno de los elementos esenciales del contrato en el


sistema jurídico argentino, que evidencia una fuerte tendencia subjetiva
Se requiere un consentimiento válido. Por un lado, se requiere capacidad
de las personas humanas o jurídicas que se desempañan como partes, y,
por otro, es indispensable que la manifestación de la voluntad haya sido
expresada en la forma requerida por la ley o por las partes. Estos
presupuestos son requisitos extrínsecos al contrato, pero determinantes
de su eficacia, por tanto, deben ser considerados como un "prius"

• LEGITIMACIÓN Y CAPACIDAD PARA CONTRATAR

Se trata de uno de los atributos de la personalidad. Son las cualidades


intrínsecas y permanentes que concurren a constituir la esencia de la
personalidad y a determinar el ente personal en su individualidad.
Respecto a la capacidad para contratar, es imprescindible distinguir ahora
tres categorías: incapacidad, inhabilidad y falta de legitimación, a fin de
establecer cuáles son las personas que no se encuentran en condiciones
jurídicas de celebrar un contrato plenamente eficaz.

-La legitimación es la calificación requerida al sujeto para ser titular de una


determinada relación jurídica o para celebrar válidamente un
determinado acto jurídico, calificación que deriva de la circunstancia de
encontrarse en una determinada relación respecto del objeto de la
relación o del acto o respecto del otro sujeto que debe participar del acto.

La legitimación se diferencia de la capacidad, porque la primera hace


referencia a la relación existente entre el agente y el objeto del acto, en
cambio, la segunda, alude a la aptitud intrínseca del sujeto, a una cualidad
o idoneidad para la titularidad o ejercicio de derechos y obligaciones.

-Para que una persona se encuentre legitimada para actuar se exige, por
lo general, que tenga: titularidad del derecho, capacidad de derecho y de
ejercicio y, además, que goce del poder de disposición del derecho.

Se dice que goza de legitimación ordinaria o de primer grado .Asimismo,


se admite que existe legitimación de segundo grado cuando la persona no
tiene titularidad de los bienes porque actúa, por ejemplo, en carácter de
representante.

Por tanto, la persona carece de legitimación para obrar por sí misma


cuando es incapaz, aunque tenga titularidad del derecho y poder de
disposición, en razón de que no tiene aptitud para obrar por sí misma,
necesita hacerlo por medio de representación legal. Si la persona
celebrara el contrato careciendo de legitimación, podría ser declarado
nulo de nulidad relativa; Se carece también de legitimación cuando se
tiene capacidad, pero no titularidad del derecho, en cuyo caso tampoco se
goza del poder de disposición. Si una persona capaz transfiere como
propio un derecho real ajeno, el contrato será nulo (salvo que
posteriormente convalide el acto adquiriendo ese derecho de su
verdadero titular, art. 1885 CCyCN); Asimismo, falta legitimación, aunque
se goce de capacidad y titularidad, si se carece del poder de disposición
del derecho. Esto sucede, por ejemplo, en el caso del fallido.
-. En la teoría general del contrato sólo se incluyen en el Capítulo titulado
"incapacidad e inhabilidad para contratar" los arts. 1000, 1001 y 1002.
Respecto a la incapacidad, sólo se tratan los efectos del contrato
celebrado por incapaces de ejercicio.

La "capacidad de derecho", es definida en el art. 22 en los siguientes


términos: "toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de
derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad
respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos determinados. Esta
capacidad tiene un fundamento de índole moral vinculado con el interés
general de la sociedad, de modo que, cuando se priva a la persona de la
aptitud para ser titular de un derecho se tiene en miras ese interés. Las
restricciones a la capacidad de derecho se establecen legalmente al
regularse los diferentes institutos.

Frente a la capacidad de derecho para contratar se coloca la


"inhabilidad", que refiere a la prohibición de contratar en determinadas
situaciones.

En cuanto a la "capacidad de ejercicio", el art. 23; En un sentido más


amplio y comprensivo, se ha dicho que la capacidad de ejercicio se refiere
a la aptitud de la persona para realizar por sí una actividad,
comportamiento o hecho jurídicamente relevante, relacionado con la
esfera de sus intereses

• Incapacidad de ejercicio: consideración de las reglas generales y


su proyección sobre la celebración del contrato

En el art. 24 se coloca frente a la capacidad de ejercicio la incapacidad.


Dice la norma: "son incapaces de ejercicio:

a) la persona por nacer;

b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente,


con el alcance dispuesto en la Sección 2ª de este Capítulo;

c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión


dispuesta en esa decisión".
-A diferencia de la inhabilidad, que tiende a proteger el interés general, la
declaración de incapacidad de ejercicio de determinadas personas
humanas protege sus intereses particulares. La incapacidad es exclusiva de
la persona humana. Puede remediarse mediante la representación, y,
según el grado de capacidad, con la designación de "apoyos" que, sólo por
excepción, ejercen representación.

• Personas por nacer

Tienen capacidad de derecho pero no de ejercicio, es decir, son titulares


de derechos, pero, obviamente, no pueden ejercerlos por sí mismas,
actúan por medio de sus representantes que son sus padres y, si ellos
faltan, o ambos son incapaces, o están privados de la responsabilidad
parental, o suspendidos en su ejercicio, su representante es el tutor que
se les designe (art. 100 CCyCN).

• Personas que no cuentan con la edad y grado de madurez

El CCyCN establece que la mayoría de edad se alcanza a los dieciocho


años. Se denomina menor de edad (o niño) al menor que no cumplió trece
años y adolescente a quien los ha cumplido (art. 25 CCyCN). Asimismo,
dispone que el menor de edad que no ha cumplido diez años carece de
discernimiento para los actos ilícitos y quien no ha cumplido trece años no
tiene discernimiento para los actos lícitos (art. 261); Por ende podemos
decir :

a) los "menores de edad", se encuentra una limitación en el art. 26: el


menor ejerce sus derechos a través de sus representantes legales.
Es claro que el CCyCN los considera incapaces para contratar y lo
demuestra en el art. 690 cuando dispone que "los progenitores
pueden celebrar contratos con terceros en nombre de su hijo en los
límites de su administración. Deben informar al hijo que cuenta con
la edad y grado de madurez suficiente". Quien contrata es el
progenitor, pero debe informar al menor; La excepción es que si la
persona "cuenta con edad y grado de madurez suficiente puede
ejercer por sí los actos que le son permitidos". Por tanto, hay que
analizar cuáles son los actos que el ordenamiento, de modo
disperso, les permite realizar a quienes tienen edad y grado de
madurez suficiente, en cuyo caso son personas capaces; Los
menores, cualquiera sea su edad, pueden celebrar los denominados
"pequeños contratos". Los menores son los mejores protagonistas
del consumo en el mercado moderno, en especial en el comercio
electrónico.

-En el art. 684 del CCyCN titulado "contratos de escasa cuantía", se


dispone ahora expresamente que "los contratos de escasa cuantía de la
vida cotidiana celebrados por el hijo, se presumen realizados con la
conformidad de los progenitores.

Los menores pueden contratar, además, en tres supuestos


excepcionales, en los que están habilitados en forma expresa por el
ordenamiento: si viven fuera del país o alejados de sus progenitores; si
poseen empleo, profesión o industria, y si poseen título profesional
habilitante.

-Distinto es el caso del menor de edad que obtuvo título habilitante


art. 30 del CCyCN permite que si "ha obtenido título habilitante para el
ejercicio de una profesión puede ejercerla por cuenta propia sin
necesidad de previa autorización. Tiene la administración y disposición
de los bienes que adquiere con el producto de su profesión y puede
estar en juicio civil o penal por cuestiones vinculadas a ella".

- En el grupo de las personas que tienen capacidad restringida se


encuentran los "inhabilitados" (arts. 48 a 50 CCyCN), a quienes se
limita la capacidad en razón de la prodigalidad. Merecen ese
tratamiento las personas que, por el dispendio en la gestión de sus
bienes, se exponen a la pérdida de su patrimonio, lo cual perjudica a su
cónyuge, conviviente, o a sus hijos menores de edad o con
discapacidad; se le designa un "apoyo" que, en principio, debe asistirlo
en los actos de disposición entre vivos, pero el juez puede extender esa
asistencia a otros actos, según el art. 49.

-Se enuncian como incapaces en el art. 24, inc. b) a las "personas con
capacidad restringida", incapacidad con relación a los actos que según
la sentencia deben celebrarse por medio de representante.
• Personas declaradas tales por sentencia judicial (art. 32 párr. 2º)

Se trata de personas que se encuentran absolutamente imposibilitadas


de interactuar con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo,
medio o formato adecuado y respecto de las cuales el sistema de apoyos
resulte ineficaz, en cuyo caso el juez puede declarar la incapacidad y
designar un curador. Por tanto, esas personas pueden contratar por
medio de representante. Como regla, ejercen por medio de representante
los derechos que no pueden ejercer por sí mismas (art. 100 CCyCN).

• Inhabilidades para contratar

Son las que se aluden en el art. 1001: "no pueden contratar, en interés
propio o ajeno, según sea el caso, los que están impedidos para hacerlo
conforme a disposiciones especiales. Los contratos cuya celebración está
prohibida a determinados sujetos tampoco pueden ser otorgados por
interpósita persona"

-En el art. 1002 se enuncian como inhábiles las siguientes personas:

a) Los funcionarios públicos, respecto de bienes de cuya administración o


enajenación están o han estado encargados

b) Los jueces, funcionarios y auxiliares de la justicia, los árbitros y


mediadores, y sus auxiliares, respecto de bienes relacionados con
procesos en los que intervienen o han intervenido.

c) Los abogados y procuradores, respecto de bienes litigiosos en procesos


en los que intervienen o han intervenido. La inhabilidad se extiende a los
bienes que se encuentren involucrados en juicios en que los profesionales
del derecho han intervenido.

d) Los cónyuges, bajo el régimen de comunidad, entre sí. Los albaceas que
no son herederos no pueden celebrar contrato de compraventa sobre los
bienes de las testamentarias que estén a su cargo.

• Efectos de los contratos celebrados por personas inhábiles,


incapaces o con capacidad restringida.
En primer lugar, hay que analizar si el contrato es eficaz, ineficaz o
relativamente ineficaz; luego, hay que precisar cuáles son los efectos del
contrato que pueden o no subsistir.

-La primera cuestión se resuelve acudiendo a las normas establecidas en


los actos jurídicos (v. Capítulo VII, pto. 7.5.2.) y, la segunda, está
contemplada en forma parcial en el art. 1000, que incluye una excepción
para el contrato nulo por incapacidad; Para determinar la eficacia o
ineficacia de un contrato hay que distinguir:

a) Si se trata de un contrato celebrado por persona con inhabilidad para


contratar, será nulo de nulidad absoluta (art. 386 CCyCN).

b) Si el contrato fue celebrado por incapaz de ejercicio, es nulo de nulidad


relativa (art. 388)

c) Cuando el contrato fue celebrado por persona con capacidad


restringida, hay que tener en cuenta las limitaciones de la sentencia que
restringió su capacidad. Puede ser que sea válido, porque no necesitaba
"apoyo", o nulo de nulidad relativa, si la sentencia designó "apoyo" o
representante.

-En los casos en que el contrato sea nulo por haber sido celebrado por un
incapaz de ejercicio o por persona con capacidad restringida, los efectos
están previstos en el art. 1000 CCyCN.

-Respecto a la "acción de nulidad del contrato", como se trata de una


nulidad relativa, la legitimación para promoverla sólo corresponde al
incapaz, su representante o sucesor (art. 388 CCyCN). Inclusive el
Ministerio Público puede solicitarla en función de sus atribuciones (art.
103 CCyCN).

-La parte capaz, como regla, no puede demandar la nulidad. En el CCyCN,


si es de buena fe y sufre un perjuicio importante, por excepción, también
podría alegarla (art. 388).

-En cuanto a la "acción restitutoria" derivada de la nulidad del contrato,


como es sabido, la regla general es que las partes deben restituirse
respectivamente todo aquello que hubieran recibido (art. 390 CCyCN). Sin
embargo, en esta materia el art. 1000, antes mencionado; Se trata de una
disposición que está destinada a proteger al incapaz, porque le permite
peticionar la nulidad del contrato que lo perjudica, aun cuando no
disponga en su patrimonio el bien que le fue entregado por la parte capaz.

• Los penados con pena de prisión o reclusión por más de tres


años

Subsiste la "incapacidad de los penados" con penas de prisión o reclusión


por más de tres años. Esta incapacidad está prevista en el art. 12 del
Código Penal, que somete al penado a curatela, de modo que en ese
marco se lo debe considerar como incapaz de ejercicio, se decreta la
pérdida del ejercicio de la responsabilidad parental, de la administración
de sus bienes y de la facultad de disponer de ellos por actos entre vivos.

• FORMA. CONCEPTO

En el mundo jurídico, se la emplea en sentido amplio para referir a la


exteriorización de la voluntad de una persona, por ejemplo, el acto
jurídico adquiere forma cuando el agente expresa su voluntad.

En sentido restringido es el conjunto de solemnidades que pueden


exigirse para el perfeccionamiento de un acto jurídico, por ejemplo, la
escritura pública.

-El CCyC evidencia una mayor preocupación por la registración con fines
de publicidad que por las formas exigentes. En algunos casos se impone la
forma escritura pública más registración; en otros instrumento privado,
con certificación de firmas, más registración; Impone la inscripción
registral en una importante cantidad de contratos de empresa:
fideicomiso (art. 1669), leasing (art. 1234); agrupaciones de colaboración
(art. 1455); uniones transitorias (art. 1464); consorcios de cooperación
(art. 1473).

• Libertad de forma

El art. 284 del CCyCN establece como principio la libertad de formas en el


régimen de los actos jurídicos. El acto o negocio jurídico es el clásico
paradigma de la autonomía privada que tiene sus mayores despliegues en
el contrato (art. 958 del CCyCN). La libertad de forma es la concreción del
principio de autonomía; Las partes, pueden decidir libremente cuando la
ley no designa una forma para la exteriorización de la voluntad.

-En el mundo de los negocios la forma no debe ser la regla, sin embargo,
es habitual en materia societaria e, inclusive, en los contratos de
colaboración, por la importancia de esas actividades en el mercado y el
impacto en los terceros. En el ámbito de las relaciones de consumo, existe
una tendencia a la formalización, aunque sea sólo en instrumento privado,
como medio de protección a los consumidores.

El art. 1015 del CCyCN, que se titula libertad de formas, hace una mención
indirecta a la autonomía privada cuando dice que sólo son formales los
contratos a los cuales la ley les impone una forma determinada. El empleo
de la palabra "sólo" permite interpretar que, como regla general, los
contratos no tienen forma, porque sólo son formales cuando la ley les
impone solemnidades.

La autonomía en esta materia también se manifiesta en la posibilidad que


tienen las partes para pactar entre ellas la forma para su contrato.
Inclusive, pueden convenir.

En el nuevo régimen si hay forma impuesta por la ley las partes pueden
ser más exigentes (art. 284 CCyCN) y ésa será, entonces, la forma
convencional impuesta, pero, como mínimo no pueden dejar de observar
la forma legal.

• Contratos con forma impuesta y con forma impuesta bajo


sanción de nulidad. Introducción

-La regla general de la que debe partirse respecto a la forma de los actos
jurídicos se encuentra en el art. 285; La norma refiere, por tanto, a los
actos que la doctrina clásica denomina no solemnes; En principio, se parte
de un criterio certero: para clasificar debe tomarse en cuenta la finalidad
que se persigue para imponer la solemnidad en la celebración del acto (si
la forma se exige para que el acto sea válido, es forma absoluta o forma
impuesta bajo sanción de nulidad, art. 969 CCyCN. Si se impone para que
el acto produzca todos sus efectos propios, es formal relativo, como se
infiere del art. 285 CCyC.

• Contratos formales o contratos con forma impuesta. Sus


alcances

En el CCyC se denominan actos "con forma impuesta" aquellos que la


doctrina clásica denomina actos formales. Están regulados en el art. 285,
ya mencionado, que se titula precisamente forma impuesta.

En el Capítulo de los contratos en general, el art. 969 regula los contratos


formales, y dentro de esa categoría, diferencia las dos especies:
"contratos formales.

a) Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su validez, son
nulos si la solemnidad no ha sido satisfecha.

b) Cuando la forma requerida para los contratos, lo es sólo para que éstos
produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, no quedan
concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento
previsto, pero valen como contratos en los que las partes se obligaron a
cumplir con la expresada formalidad.

c) Cuando la ley o las partes no imponen una forma determinada, ésta


debe constituir sólo un medio de prueba de la celebración del contrato".

En el caso de los contratos formales, la forma impuesta para la celebración


rige también para las modificaciones ulteriores que le sean introducidas
(art. 1016 CCyCN), excepto que una norma legal autorice lo contrario. Ésa
es la regla general pero, por excepción, si se incorporan cláusulas
adicionales que incluyan estipulaciones accesorias o secundarias no es
exigible igual forma que el principal.

-Contratos formales relativos y absolutos:

a) Contratos formales sin sanción de nulidad (formales relativos o


formales no solemnes). La solemnidad se impone, al menos en teoría,
para que el acto produzca sus efectos propios, como dicen los arts. 285 y
969. Son actos válidos, aunque carezcan de la forma exigida, pero,
teóricamente, no producen los efectos que están destinados a producir.
De ellos nace la obligación de otorgar el contrato en la forma prevista en
la ley.

Tienen forma impuesta en general, sin sanción de nulidad. Entre ellos,


algunos tienen forma escrita: la locación de inmuebles, muebles
registrables o universalidad (art. 1188); los contratos bancarios (art. 1380);
los contratos bancarios con consumidores (art. 1386); el contrato de
agencia (art. 1479); el contrato de fianza (art. 1579); la transacción (art.
1643), etc.

Otros contratos tienen como forma impuesta la escritura pública. En


primer lugar, los que están incluidos en el art. 1017 y, según lo dispuesto
en otras normas del CCyCN, también deben otorgarse en escritura pública:
la renta vitalicia (art. 1601); y según los bienes de que se trate, el contrato
de cesión (art. 1618); el contrato de fideicomiso (art. 1669) y el contrato
de leasing (art. 1234).

b) Contratos con forma impuesta bajo sanción de nulidad (formales


absolutos o formales solemnes). Dentro de los actos formales están los
contratos formales previstos en el art. 969 cuando dice: "los contratos
para los cuales la ley exige una forma para su validez, son nulos si la
solemnidad no ha sido satisfecha". Siguiendo la doctrina clásica, se los
denomina contratos formales solemnes, también contratos formales
absolutos. El legislador puede imponer a los contratos esa mayor
exigencia, que es excepcional, y responde a la finalidad de proteger a los
contratantes, porque deben cumplir solemnidades que requieren algún
tiempo para ser satisfechas, lo cual les permite obtener asesoramiento y
reflexionar respecto a la trascendencia del acto; Ejemplos, la donación de
inmuebles o de prestaciones periódicas o vitalicias (art. 1552) y la
transacción (art. 1643).

-La forma puede venir impuesta por voluntad de las partes, en virtud del
principio de autonomía privada. Si ellas pactan que el contrato no valga
sin la forma prevista, se entiende que pactaron una formalidad solemne,
pero ello debe surgir con claridad del pacto contractual.

• Contratos no formales o sin forma impuesta


Aquellos que no tienen exigencia de forma derivada de la ley o de las
partes. A ellos refiere, de manera confusa, otro párrafo del art. 969:
"cuando la ley o las partes no imponen una forma determinada, ésta debe
constituir sólo un medio de prueba de la celebración del contrato".

El art. 1019 del CCyCN, también ubicado en el capítulo de prueba, indica


ahora que: "los contratos que sea de uso instrumentar no pueden ser
probados exclusivamente por testigos". Son contratos no formales que
tienen restricción para la prueba. En estos casos, es el uso el que permite
interpretar que las partes debieron emplear una determinada forma, que
no viene impuesta por la ley ni por las partes, de modo que si no la
emplearon, el contrato será válido y eficaz, sólo tendrán una restricción
para la prueba: no pueden probarlo sólo con testigos.

• Contratos que deben redactarse en escritura pública

El art. 1017 del CCyCN, en concordancia con el art. 285, impone la


escritura pública como solemnidad para los contratos que en él se
incluyen, aun cuando la inobservancia de la forma no trae aparejada
sanción de nulidad. Son contratos formales relativos, no solemnes o sin
sanción de nulidad.

-Se prevé en el art. 1017 que deben ser celebrados por escritura pública:

a) Los contratos que tienen por objeto la adquisición, modificación o


extinción de derechos reales sobre inmuebles. Quedan exceptuados los
casos en que el acto es realizado mediante subasta proveniente de
ejecución judicial o administrativa. La exigencia de escritura pública para
la adquisición, modificación o extinción de derechos reales concuerda con
lo previsto en el art. 1892 cuando dispone que "se entiende por título
suficiente el acto jurídico revestido de las formas establecidas por la ley,
que tiene por finalidad transmitir o constituir el derecho real".

El título es un acto jurídico que tiene por finalidad la transmisión del


derecho real que debe ser formalizado de acuerdo a las normas legales.
No debe confundirse el documento con el acto y los efectos dispositivos o
probatorios, que siempre son de la declaración, con los supuestos efectos
dispositivos o probatorios del documento, que siempre es sólo
representativo de declaraciones de verdad, probatorias o declaraciones de
voluntad dispositivas.

-La excepción que se incluye en la última parte del art. 1017 refiere a las
subastas judiciales o administrativas. Estas últimas son, por ejemplo, las
subastas ordenadas por el Banco Hipotecario, según régimen del art. 44
de la ley 22.232 y las subastas de inmuebles por acreedores particulares
en caso de incumplimiento en el pago de deudas hipotecarias, según los
arts. 57 y ss.de la ley 24.441. No se excepcionan cuando se trata de
subastas privadas.

b) Los contratos que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos


sobre inmuebles. En este caso, la exigencia de escritura pública está dada
por tratarse de derechos sobre inmuebles.

c) Todos los actos que sean accesorios de otros contratos otorgados en


escritura pública. Deben otorgarse en escritura pública los actos, por
supuesto, incluyendo los contratos, que sean accesorios de otros
contratos que se hayan celebrado o vayan a celebrarse por escritura
pública. Esta regla no hace más que plasmar el principio jurídico según el
cual lo accesorio sigue la suerte de lo principal.

d) Los demás contratos que, por acuerdo de partes o disposición de la ley,


deben ser otorgados en escritura pública. Es la regla de clausura que
permite comprender los contratos nominados del CCyCN que deben
otorgarse por escritura pública y no están enunciados en este artículo, por
ejemplo, el contrato de leasing (art. 1234) y el fideicomiso (art. 1669).
Además se incluyen los contratos que se tipifiquen en el futuro por leyes
especiales que exijan la forma escritura pública.

• Consecuencias de la inobservancia de la forma

a) En los contratos con forma legal impuesta bajo sanción de nulidad


o contratos formales absolutos o solemnes, la consecuencia de la
inobservancia de la forma es indudable, el contrato es nulo. Por
tanto, las partes deben restituirse lo recibido y, si hubiera daño,
debe resarcirse considerando que se trata de un daño
precontractual, producido en el camino al contrato.
b) En los contratos formales relativos, no solemnes, o con forma
impuesta sin sanción de nulidad, la consecuencia del
incumplimiento del requisito de forma no es tan sencilla de explicar.
c) En los contratos con forma convencional, el incumplimiento no está
previsto en el Código, de modo que si las partes establecieron de
manera expresa y clara que la sanción es la nulidad debe aceptarse,
pero si nada dijeron, hay que estar a la norma más general, menos
exigente, que permite la conservación del contrato, que será
habilitar la demanda para que se otorgue el instrumento previsto
convencionalmente y la aplicación del art. 1018 CCyCN

UNIDAD III: Consentimiento

1.Manifestación y declaración de voluntad. El silencio. Las denominadas


conductas sociales típicas o relaciones contractuales de
hecho.2.Elementos del consentimiento: a) Oferta. Concepto y requisitos.
Invitación a ofertar. Autonomía y obligatoriedad en el CCCN. Revocación y
caducidad. b) Aceptación. Concepto y requisitos. Retractación. Acuerdos
parciales: su recepción en el art. 982 CCCN. 3. Formación progresiva del
consentimiento: Las tratativas previas. Los deberes precontractuales.
Cartas de intención. 4. Formación del contrato entre presentes y
ausentes. Momento de perfeccionamiento del contrato: reglas legales. La
formación del consentimiento por medios electrónicos. 5. Algunas
modalidades de contratación relacionadas con el consentimiento. Los
contratos por adhesión: régimen legal; el control de inclusión; la
problemática de las cláusulas abusivas. Contrato preliminar. Pacto de
preferencia. Contrato sujeto a conformidad

• CONSENTIMIENTO CONTRACTUAL. INTRODUCCIÓN

"consentimiento, oferta y aceptación" (sección 1ª); "contratos celebrados


por adhesión a cláusulas generales predispuestas" (sección 2ª); "tratativas
contractuales" (sección 3ª); "contratos preliminares" (sección 4ª); y "pacto
de preferencia y contrato sujeto a conformidad" (sección 5ª).

Constituye uno de los tres elementos estructurales del contrato —junto


al objeto y la causa—, y cuenta con dos presupuestos —la capacidad y la
forma.

Dentro del fenómeno del consentimiento es posible distinguir tres zonas:


la de la voluntad interna individual de cada uno de los contratantes; la
manifestación que cada uno de ellos emite; y lo que puede llamarse la
intención común, que supone el encuentro o coincidencia de ambas
manifestaciones.

• VOLUNTAD, MANIFESTACIÓN, DECLARACIÓN Y CONTRATO


• Acto voluntario. Discordancia entre la voluntad interna y la
declarada

El CCyCN se ocupa de la voluntad, la manifestación y la declaración, dado


que el contrato es una especie de acto jurídico.

El acto voluntario aparece tipificado en el art. 260 CCyCN, y exige la


concurrencia de discernimiento, intención y libertad (elementos
internos); y manifestación (elemento externo); En los negocios
extrapatrimoniales-personalísimos o familiares, e incluso en materia de
disposiciones testamentarias, prevalece la voluntad interna.

• Manifestación y declaración en los contratos. Manifestación por


comportamientos declarativos y no declarativos

El art. 262 CCyCN, titulado "manifestación de la voluntad"

La manifestación actúa como un género que comprende a la declaración


de la voluntad. Esta última, supone recurrir a un hecho del lenguaje
escrito, oral o por signos inequívocos— (la oferta formalizada por
escrito). La simple manifestación, ajena al lenguaje convencional —en sí
neutro y equívoco pero unido a las circunstancias anteriores y
concomitantes—, permite determinar según reglas de experiencia y de
conexión empírica reales una determinada significación. En ese marco se
sitúan el silencio y las relaciones contractuales fácticas.
• El silencio en los contratos paritarios, por adhesión y de consumo

Las excepciones en las cuales se infiere una voluntad negocial del silencio
aparecen ampliadas, con particular incidencia en los contratos. Así:

a) El legislador puede imponer el deber o carga de expedirse, como


ocurre con el reconocimiento de derechos a favor del asegurado,
previstos en el art. 56 de la ley 17.418, cuando dispone que "el
asegurador debe pronunciarse acerca del derecho del asegurado
dentro de los treinta días de recibida la información
complementaria prevista en los párrafos 2º y 3º del artículo 46. La
omisión de pronunciarse importa aceptación"
b) La voluntad puede resultar de los usos y prácticas. La solución
guarda armonía con el régimen de integración previsto en el art.
964, que fija como límite aquellos que resulten irrazonables.
c) El silencio puede expresar una voluntad, cuando medie una relación
entre el silencio actual y declaraciones precedentes. El criterio
responde a admitir una voluntad contractual en todos los casos en
los cuales la buena fe impone un deber positivo de manifestación
de una repulsa.
d) Finalmente, queda el supuesto polémico que la voluntad se infiera a
partir de un pacto previsto por las partes. Más allá de la afirmación
categórica formulada en el art. 263 CCyCN, se juzga que para que
ello sea posible, deberán ponderarse las circunstancias del caso, en
especial, la modalidad contractual de perfeccionamiento del
contrato, ya que en los contratos por adhesión a cláusulas generales
predispuestas, una cláusula que se valga del silencio del adherente
podría resultar abusiva, en los términos del art. 988, inc. b).

• Las relaciones contractuales de hecho

Este fenómeno se ve agudizado en la contratación por Internet, en donde,


por ejemplo, se recurre para la compra al clickeado delmouse.
En lo profundo, la disputa gira en torno a la posibilidad de admitir
diferentes especies de relaciones contractuales, o lo que es lo mismo,
reconocer la fragmentación del "modelo ideal de contrato", a fin de
adecuar el derecho contractual a la realidad social existente.

• Manifestación tácita e indirecta

Art. 264, que dice "la manifestación tácita de la voluntad resulta de los
actos por los cuales se la puede conocer con certidumbre. Carece de
eficacia cuando la ley o la convención exigen una manifestación
expresa".

-Hay manifestación tácita o indirecta de la voluntad cuando determinada


intención negocial se infiere mediatamente de un comportamiento o una
declaración. El CCyC aplica estas nociones en el mandato, en donde
sostiene que el mismo "...puede ser conferido y aceptado expresa o
tácitamente. Si una persona sabe que alguien está haciendo algo en su
interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido
tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su aceptación
aun sin mediar declaración expresa sobre ella" (art. 1319, segundo
párrafo). A contrario, es posible construir la categoría de la manifestación
expresa o directa.

Son requisitos de la manifestación tácita que:

a) La voluntad pueda conocerse con certidumbre de la conducta o


declaración, esto es, mediante actos concluyentes e inequívocos (facta
concludentia).

b) La ley o la voluntad de las partes no exijan una manifestación expresa;


esto último ocurre, verbigracia, cuando se la ha supeditado al
cumplimiento de ciertas formalidades.

• EL PERÍODO PRECONTRACTUAL, SIGNIFICACIÓN Y ALCANCES


ACTUALES

Supone reconocer un conjunto de fenómenos, sucesos e instituciones,


que tienen significación jurídica antes del perfeccionamiento del
contrato —con lógicas responsabilidades—, y que se presenta de modo
diverso en los contratos paritarios o clásicos, en los por adhesión a
cláusulas generales predispuestas y en los de consumo. Así, en los
primeros, en especial en aquellos de envergadura económica, las
negociaciones suelen ser prolongadas y profesionalizadas; en los
segundos, la negociación es suplantada por la prerredacción de una de las
partes; y finalmente, en los de consumo, es posible incluso que ni siquiera
exista una relación previa al contrato, pero sí conductas del proveedor que
resultan de gran significación e interés jurídico. Estos matices y diferencias
no suponen, en ningún caso, restar trascendencia a la etapa
precontractual puesto que por su intermedio se busca impulsar
comportamientos acordes con las pautas impuestas por la ética negocial.

-el “consentimiento" se hace cargo de temas como el de las tratativas


contractuales, o el de los contratos celebrados por adhesión a cláusulas
generales predispuestas; a ello se añaden también, algunas reglas
relativas a los contratos de consumo, en especial sobre prácticas abusivas
(art. 1096 y ss.), información y publicidad dirigida a los consumidores (art.
1100 y ss.)

• FORMACIÓN PROGRESIVA DEL CONSENTIMIENTO


• Las tratativas contractuales

El CCyC ha explicitado a las "tratativas contractuales", haciendo visible


procedimientos a los cuales, en ocasiones, recurren las partes para
acceder al contrato, ejercitando plenamente las libertades de contratar.
Por ello, el art. 990, titulado "libertad de negociación", afirma que "[l]as
partes son libres para promover tratativas dirigidas a la formación del
contrato, y para abandonarlas en cualquier momento".

• Los deberes precontractuales

El art. 991 CCyC, afirma en el campo de las tratativas previas el "deber de


buena fe", a fin de "...no frustrarlas injustificadamente". Lo expresado,
resulta coherente con la trascendencia asignada al principio de la buena fe
—regulado a partir del Título Preliminar—, que entre otros roles, actúa
como límite a la libertad de contratar.
Se acepta que una de las partes responda civilmente, cuando interrumpa
abruptamente las negociaciones sin preservar la secuencia que las mismas
partes le habían dado, o inicie o continúe negociaciones sin intención real
de alcanzar un acuerdo con la otra, como ocurre cuando se encaran
tratativas paralelas con un tercero; También aquellos supuestos
emblemáticos de responsabilidad civil por frustración del
perfeccionamiento del contrato, puesto que como se ha dicho, las partes
deben, por imperio de la buena fe, no frustrar injustificadamente las
tratativas iniciadas.

-La buena fe en el período de las tratativas contractuales tiene un alcance


expansivo, en cuanto supone que las partes deben respetar la palabra
empeñada y no defraudar la confianza generada:

-El deber de custodia también se infiere de la buena fe. La vida negocial


demuestra su importancia, toda vez que con frecuencia, en la negociación
de un contrato, una de las partes se ve constreñida a hacer entrega de la
cosa a los fines de prueba, o satisfacción del eventual adquirente.

-La confidencialidad aparece consagrada expresamente como deber en el


art. 992 CCyC; Es una manera de preservar la información que, de buena
fe, y en el marco de una negociación, una parte suministra a la otra,
relevando secretos, fórmulas, modelos, estrategias, etc.

-Finalmente, la colaboración o cooperación, aunque tipificada para la


ejecución de los contratos de larga duración (art. 1011 CCyCN), va de suyo
que influye en el período precontractual, actuando de fundamento del
deber de información, incluso para la provisión de la documentación
indispensable para la formalización del contrato.

• La responsabilidad precontractual: la transversalidad de su


regulación. Aplicación en el ámbito de las tratativas contractuales

La parte final del art. 991 afirma que "el incumplimiento de este deber
genera la responsabilidad de resarcir el daño que sufra el afectado por
haber confiado, sin su culpa, en la celebración del contrato"; de tal modo,
se tipifica un supuesto de responsabilidad precontractual que deriva de la
violación de la buena fe en ocasión de las tratativas contractuales.
El derecho privado la reconoce entre las fuentes de la responsabilidad
civil, posibilitando una elaboración dogmática actualizada, desde que el
período precontractual:

a) Aparece reconocido en toda su extensión, desde las meras tratativas y


hasta la formación del contrato;

b) Se encuentra gobernado por los principios de buena fe (art. 9º CCyCN),


y abuso de derecho (art. 10 CCyCN)

c) Admite que, en sus diferentes etapas, se produzca una lesión a un


derecho o a un interés no reprochado por el ordenamiento jurídico, que
dé lugar a una daño resarcible (art. 1737 CCyCN), y cuya indemnización
pueda comprender "...la pérdida o disminución del patrimonio de la
víctima, el lucro cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a
la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de chances" (art.
1738 CCyCN)

• Instrumentos a los que se puede recurrir en la etapa de las


tratativas contractuales: cartas de intención y minutas

Para las tratativas contractuales las partes pueden recurrir — con


diferentes propósitos— a instrumentos, generalmente privados. Entre
ellos, sobresalen las cartas de intención y las minutas. Se recuerda que
según el art. 287 CCyCN, los instrumentos particulares pueden estar
firmados o no; si lo están, se los llama instrumentos privados.

-Las cartas de intención, están recogidas en el art. 993 CCyCN, y pueden


ser otorgadas por una parte, o por todas ellas. Buscan expresar la
voluntad para negociar sobre ciertas bases un futuro contrato. A priori, no
pueden ser calificadas como una oferta y consecuentemente contar con la
fuerza obligatoria que es propia de ésta, a excepción de reunir sus
requisitos; Las mismas sujetas a interpretación restrictiva, de este modo,
formalizan la voluntad de una o ambas partes de dar comienzo a las
negociaciones, sobre un contrato que se explicita, definiendo las líneas y
contornos de la negociación.

-Las minutas, en cambio, reflejan el avance de las tratativas. En el actual


régimen, aparecen consideradas en ocasión de los acuerdos parciales,
toda vez que, se enfatiza que el mero otorgamiento de minutas, no
supone la formación de un contrato, aunque se aceptan situaciones de
excepción, que se considerarán en oportunidad de tratar a aquéllos.

• FORMACIÓN POR ADHESIÓN A CLÁUSULAS GENERALES


PREDISPUESTAS

Es una modalidad del consentimiento.

El art. 984 CCyCN afirma que "el contrato por adhesión es aquel mediante
el cual uno de los contratantes adhiere a cláusulas generales
predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por un tercero, sin que
el adherente haya participado en su redacción".

- el "contrato por adhesión" se inscribe dentro del fenómeno de la


predisposición contractual, la que puede verificarse aisladamente, esto
es, respecto de un contrato en particular celebrado por el predisponente,
o de modo masivo como requerimiento de las grandes empresas
comerciales, que exigen la estandarización no sólo de las relaciones
contractuales que celebran con los usuarios y consumidores, sino también
de las que conciertan con las empresas con las cuales suscriben acuerdos
de colaboración para conformar redes de comercialización de sus
productos y servicios.

• El contrato por adhesión como expresión de la quiebra conceptual


de la categoría contractual. Consolidación de tendencias
preexistentes

Del "contrato por adhesión" importa aceptar una categoría jurídica, que al
igual que ocurre con el "contrato de consumo", implica un quiebre en la
noción única de contrato, y marca la apertura hacia una concepción más
objetivada.

-El sistema queda ordenado entonces de la siguiente manera:

a.- Contratos discrecionales: en ellos hay plena autonomía privada.


b.- Contratos celebrados por adhesión: cuando se demuestra que hay una
adhesión a cláusulas generales redactadas previamente por una de las
partes, hay una tutela basada en la aplicación de este régimen.

c.- Contratos de consumo: cuando se prueba que hay un contrato de


consumo, se aplica el Título III, sea o no celebrado por adhesión, ya que
este último es un elemento no tipificante".

La modalidad de los "contratos celebrados por adhesión a cláusulas


generales predispuestas" constituiría un tercer género de contrato que se
ubicaría a mitad de camino entre la regla general, identificada con los
contratos paritarios y la de los contratos de consumo.

• La interpretación de los contratos por adhesión: consideraciones


generales

Art. 1061, al expresar que "el contrato debe interpretarse conforme... al


principio de la buena fe", cumple la función de fijar los horizontes que
gobiernan la tarea interpretativa. El texto guarda directa relación con el
art. 961 CCyCN; Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado,
sino a todas las consecuencias que puedan considerarse comprendidas en
ellos, con los alcances en que razonablemente se habría obligado un
contratante cuidadoso y previsor", de todo lo cual no puede sustraerse el
"contrato por adhesión a cláusulas generales predispuestas".

• Cláusulas generales y particulares

El art. 986 CCyCN establece que "las cláusulas particulares son aquellas
que, negociadas individualmente, amplían, limitan, suprimen o
interpretan una cláusula general. En caso de incompatibilidad entre
cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas". Para
justificar la regla convergen múltiples razones:

-En primer lugar, desde la teoría jurídica, el contrato es una categoría afín
a la idea de norma individual, no general como la ley, lo que hace
comprensible el sentido de la pauta que aquí se considera.

En segundo término, en un contexto de predisposición, parece lógico dar


prevalencia a las cláusulas particulares sobre las generales, desde que
presumen un mayor grado de ajuste al negocio concreto en el cual fueron
volcadas.

Finalmente, el particularismo de la cláusula denota la existencia de


negociación, al menos en algún nivel o grado, lo que aleja a dicha cláusula
del esquema de prerredacción por parte del predisponente.

• Cláusulas ambiguas

El art. 987 CCyCN dispone que "las cláusulas ambiguas predispuestas por
una de las partes se interpretan en sentido contrario a la parte
predisponente". Traduce una vieja regla: quien redacta la cláusula es
quien se encuentra en condiciones de hacerlo de manera clara y sin
ambages; Coincidentemente, no puede negarse la regla favor debitoris es
un precepto residual, que debe ser entendido en el sentido de protección
de la parte más débil en un contrato. En caso de que en el contrato no
exista una parte notoriamente más débil, la interpretación debe favorecer
la mayor equivalencia de las contraprestaciones".

• Sobre los mecanismos de inclusión de las cláusulas predispuestas en


los contratos por adhesión

El art. 985 CCyCN, bajo el título "requisitos", se ocupa del llamado


"control de inclusión o incorporación" de las cláusulas predispuestas. En
él se afirma que "las cláusulas generales predispuestas deben ser
comprensibles y autosuficientes. La redacción debe ser clara, completa y
fácilmente legible. Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un
reenvío a textos o documentos que no se facilitan a la contraparte del
predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato. La
presente disposición es aplicable a la contratación telefónica, electrónica o
similares".

• Instrumentos para el control de contenido del contrato por


adhesión: las cláusulas abusivas

El art. 988 establece que "en los contratos previstos en esta sección, se
deben tener por no escritas:

a) las cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente.


b) las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o
amplían derechos del predisponente que resultan de normas supletorias.

c) las que por su contenido, redacción o presentación, no son


razonablemente previsibles".

Autoriza el cuestionamiento de la cláusula prerredactada cuando resulta


perjudicial para el adherente al no encontrar debida justificación
mediante concesiones equivalentes.

"la cláusula que no sea compatible con los principios esenciales de la


regulación legal de la que difiere... o... se limiten derechos y obligaciones
esenciales inherentes a la naturaleza del contrato de tal manera que se
ponga en peligro la consecución de la finalidad del mismo"

• Los criterios de desestimación de cláusulas abusivas

Sobre el contenido o alcance de los mismos, caben las siguientes


reflexiones:

El CCyCN admite la abusividad de aquellas cláusulas que "por su


contenido, redacción o presentación, no son razonablemente
previsibles". El texto supone una apertura a la categoría jurídica de la
"sorpresa", con fuerte raigambre en el Derecho comparado, en especial,
en institutos vinculados con los estándares jurídicos. Su recepción en el
nuevo sistema de Derecho privado es plausible en un doble sentido:

a) En los contratos de consumo, la apertura a la "sorpresa" es aún más


intensa, desde que las prácticas "sorpresivas" resultan expresamente
tipificadas (arts. 32, 33 y 34, ley 24.240)

b) Constituye una pauta de descalificación éticamente irreprochable,


desde que no se comprende de qué modo podría integrar el contrato una
cláusula inesperada.

c) Ha sido aplicada por la jurisprudencia aún antes de la vigencia del


CCyCN en el ámbito de la contratación por adhesión entre empresas.

• Contrato por adhesión y aprobación administrativa de las cláusulas


contractuales
La aprobación administrativa de las cláusulas generales no obsta a su
control judicial. Cuando el juez declara la nulidad parcial del contrato,
simultáneamente lo debe integrar, si no puede subsistir sin comprometer
su finalidad" (art. 989).

• Cláusulas abusivas. Vasos comunicantes y diferencias entre el


régimen del contrato por adhesión y el contrato de consumo

Es evidente que las reglas sobre los alcances del control judicial de
cláusulas abusivas previsto para los contratos de consumo en el art. 1122
CCyCN, son aplicables a los contratos por adhesión.

Sin embargo, subsisten algunas diferencias, conforme lo previsto en el


propio art. 1117, en cuanto dispone que"se aplican en este Capítulo
[contratos de consumo] lo dispuesto por las leyes especiales y los arts.
985, 986, 987 y 988 [contratos por adhesión], existan o no cláusulas
generales predispuestas por una de las partes". Se insiste así, que para la
protección del consumidor, no es relevante el fenómeno de
predisposición, desde que la tutela se dispensa por la vulnerabilidad
estructural que aquél presenta en el mercado.

• ELEMENTOS DEL CONSENTIMIENTO

Permite reconocer como elementos del consentimiento a la oferta y a la


aceptación, toda vez que para lograr que aquél se perfeccione resulta
indispensable el encuentro o coincidencia de ambas manifestaciones.

• LA OFERTA

Constituye una manifestación unilateral de la voluntad que da cuenta de


un acto jurídico y que tiene como finalidad proponer la celebración de un
contrato; o como un simple acto voluntario con los efectos asignados por
la ley.

• Requisitos. Especial referencia al régimen de oferta al público

Para que la oferta sea considerada como tal, es menester que revista una
pluralidad de requisitos, que surgen de los arts. 972, 973 y 977 CCyCN. De
modo que, debe ser:
a) Personalizada, esto es, dirigida a un sujeto determinado o
determinable (art. 972). Sin embargo, la regla no resulta absoluta,
desde que el art. 973 CCyCN admite que "la oferta dirigida a
personas indeterminadas es considerada como invitación para que
hagan ofertas, excepto que de sus términos o de las circunstancias
de su emisión resulte la intención de contratar del oferente. En este
caso, se la entiende emitida por el tiempo y en las condiciones
admitidas por los usos"; no puede negarse la existencia de ofertas
dirigidas a personas indeterminadas, es decir, verdaderas
propuestas de contratos emitidas por alguien con voluntad
inequívoca de obligarse, alude expresamente a la "...oferta dirigida
a consumidores potenciales indeterminados.
b) El art. 972 CCyCN ordena que sea emitida "...con la intención de
obligarse...". Justamente la cuarta acepción del vocablo "seria" del
Diccionario de la Real Academia Española alude a lo real, verdadero
y sincero, sin engaño o burla, doblez o disimulo". Aplicado a la
oferta, la exigencia impone que la misma sea emitida con la
intención real de quedar obligado. Quedan fuera situaciones en la
cuales el proponente la emita con propósitos no obligatorios, como
acontece con aquel que, en el marco de una actividad pedagógica o
docente o de un juego, ejemplifica proponiendo la formalización de
un contrato determinado.
c) Completa, en cuanto la oferta debe contener las precisiones
necesarias para establecer los efectos que el contrato habrá de
producir de ser aceptada (última parte art. 972 CCyCN).
d) Objetivada a un contrato en especial. Aunque no aparezca
expresamente previsto en el art. 972 CCyCN del que resultan los
requisitos de la oferta antes considerados, puede inferírsela de
modo implícito, en tanto —y como ya se dijo—, el propósito de toda
oferta es proponer la formalización de un contrato, el que podrá ser
nominado o innominado, en los términos del art. 970 CCyC.

• Oferta emitida o dirigida a varias personas

El CCyCN considera la situación de la oferta y lógicamente de la aceptación


de contratos con partes plúrimas o de contratos plurilaterales. En tales
supuestos, aquélla debe dirigirse a todas las partes o sujetos interesados,
de modo que, como regla general, no habrá contrato si no existe acuerdo
de todos ellos.

Sin embargo, la parte final del art. 977 CCyCN morigera la solución, al
reconocer que lo contrario puede provenir de la convención o de la ley,
autorizando a la mayoría de ellos para celebrarlo en nombre de todos o
permitiendo su conclusión sólo entre quienes lo han consentido.

• Obligatoriedad y revocación de la oferta

La obligatoriedad de la oferta, requiere sin embargo de varias precisiones:

a) Constituye una regla que admite excepciones. El primer párrafo del art.
974 es contundente, en cuanto afirma que "la oferta obliga al
proponente, a no ser que lo contrario resulte de sus términos, de la
naturaleza del negocio o de las circunstancias del caso".

b) Se modula, según la existencia de diferentes situaciones que el


legislador precisa, a saber: Si el oferente se obligó a mantenerla durante
un tiempo determinado, la revocación no es posible, desde que lo
contrario, violentaría el sentido del citado art. 974. Por ello, en este caso,
la retractación es inconducente para evitar el perfeccionamiento del
contrato;

1)"La oferta hecha a una persona presente o la formulada por un medio


de comunicación instantáneo, sin fijación de plazo, sólo puede ser
aceptada inmediatamente" (art. 974, párrafo segundo). Aquí, puede
válidamente sostenerse, que la obligatoriedad cuenta con una
temporalidad limitada, que emerge de la inmediatez de la comunicación
existente entre los partes, que hace que sea razonable la exigencia de la
respuesta inmediata;

2)"Cuando se hace a una persona que no está presente, sin fijación de


plazo para la aceptación, el proponente queda obligado hasta el momento
en que puede razonablemente esperarse la recepción de la respuesta,
expedida por los medios usuales de comunicación" (art. 974, párrafo
tercero). La fuerza vinculante de la oferta se apoya aquí en la protección
de la confianza (art. 1067 CCyCN), ya que existe consenso en entender a
ésta como una exigencia que se impone en orden a no defraudar las
expectativas creadas con sus propias conductas o manifestaciones de
voluntad; en este supuesto se trata de admitir límites a la revocación de la
oferta, que recién quedará autorizada una vez transcurrido el tiempo
razonable de espera de la aceptación, plazo que se encontrará sujeto a un
conjunto de circunstancias, tales como los medios usuales de
comunicación —en especial el que puede esperarse a partir del empleado
por el oferente—, la naturaleza y complejidad del negocio ofrecido, etc.,
bajo el axioma de la buena fe contractual.

3) Una situación similar se suscita respecto de la oferta al público, en


cuanto el último párrafo del art. 973 CCyCN dispone que "en este caso, se
la entiende emitida por el tiempo y en las condiciones admitidas por los
usos". La flexibilización del recaudo que la oferta sea personalizada, y la
apertura a la oferta al público, va acompañada de un criterio concordante
en orden a la obligatoriedad de la oferta, que hace que la misma pueda
vincular al proponente, en atención a los usos; De manera concordante, el
art. 974, párrafo tercero, y los criterios relacionados a él, podrán actuar
también como criterios de determinación del plazo y las condiciones de
emisión.

• Retractación de la oferta en tiempo anterior o concomitante con su


recepción

La retractación es posible en las ofertas dirigidas a persona determinada


"...si la comunicación de su retiro es recibida por el destinatario antes o al
mismo tiempo que la oferta" (art. 975 CCyCN). Coherente con ello, el
párrafo final del art. 974 sostiene que "los plazos de vigencia de la oferta
comienzan a correr desde la fecha de su recepción, excepto que contenga
una previsión diferente".

• Régimen de caducidad de la oferta. Responsabilidad precontractual

Se consagra que "la oferta caduca cuando el proponente o el destinatario


de ella fallecen o se incapacitan, antes de la recepción de su aceptación"
(art. 976, primer párrafo).
Tal situación sucede en materia de donaciones, el art. 1545 CCyCN
dispone que la aceptación deba producirse en vida del donante y del
donatario, lo que supone que la oferta no se independiza de la persona
del donante, de modo que si éste fallece antes de la recepción de la
aceptación del donatario, la misma no perfecciona al contrato.

• LA ACEPTACION

Al igual que la oferta, la aceptación constituye un acto jurídico unilateral,


aunque esta última tiene el propósito de perfeccionar el contrato.

• Requisitos

Para que la aceptación perfeccione el contrato es menester que:

a) Se dirija al oferente, esto es, se exprese como una respuesta


personalizada a la propuesta cursada al aceptante.

b) Se manifieste de modo tempestivo, es decir, durante el tiempo de


vigencia o de obligatoriedad de la oferta.

c) Resulte concordante con la propuesta recibida.

• La modificación de los términos de la oferta por el aceptante. Los


acuerdos parciales

a) La regla sigue siendo la aceptación pura y simple de la oferta, lo que


significa que cualquier modificación a la misma importa una contraoferta.

b) Si el aceptante introduce modificaciones, éstas pueden ser admitidas


por el oferente, en la medida que lo comunique de inmediato a aquél.

c) Finalmente, el CCyCN acepta que al perfeccionamiento pueda tenérselo


por operado mediante "acuerdos parciales", en la medida que los mismos
expresen un consentimiento sobre los elementos esenciales particulares
del contrato nominado o innominado de que se trate, con las
formalidades exigidas para ese negocio.

• Retractación de la aceptación
Al igual que se acepta la retractación de la oferta, se hace lo propio con la
aceptación, en tanto la comunicación de su retiro sea recibida por el
oferente antes o al mismo tiempo que ella art. 981.

• FORMACIÓN DEL CONTRATO ENTRE PRESENTES Y AUSENTES. SU


SIGNIFICACIÓN ACTUAL

Lo relevante para calificar a un contrato como celebrado entre presentes


o "ausentes", resulta ser la existencia o no de una distancia temporal
entre las manifestaciones art 980.

-Por el contrario, en el ámbito de los contratos de consumo la distancia


física o espacial actúa más allá de los problemas de la formación del
contrato, constituyéndose en una pauta de protección de los usuarios y
consumidores; Las reglas de protección establecidas para los contratos a
distancia, buscan paliar la falta de inmediatez entre el consumidor y el
objeto del contrato, e impide una directa percepción de la cosa o servicio
contratado, que genera el riesgo de recibir una prestación que no se
adecua a la esperada, y que, en su caso, lo obliga a asumir la dificultad de
reclamar los defectos del producto o actividad comercializada a un
proveedor distante. En consecuencia, se pondera elogiosamente el
reconocimiento de la categoría de los "contratos a distancia" en el CCyCN,
que mejora el marco normativo precedente (v.gr. el art. 33 de la LDC) y
brinda una exhaustiva regulación en los arts. 1105 y ss.

• MOMENTO PERFECTIVO DEL CONTRATO


• Perfeccionamiento entre presentes

El contrato se perfecciona entre presentes cuando existe una


comunicación directa entre las partes, sea porque se encuentran
físicamente presentes o porque recurren a un medio tecnológico que
permite ese tipo de intercambio. En tal supuesto, el contrato se tiene por
celebrado cuando la aceptación es manifestada (art. 980 inc. a), esto es,
cuando se exterioriza a través de los mecanismos que oportunamente se
consideraran.

• Perfeccionamiento entre ausentes


Existe consenso universal a la hora de individualizar los sistemas posibles
de perfeccionamiento entre ausentes de un contrato, donde se
encuentran diversas teorías referidas al tema:

a) Teoría de la manifestación, que juzga celebrado el contrato cuando


el aceptante exterioriza su voluntad.
b) Teoría de la expedición, que exige que el aceptante concrete el acto
material de envío o remisión de la aceptación.
c) Teoría de la recepción, que considera que el contrato se forma
cuando el oferente recepciona la aceptación.
d) La teoría del conocimiento, que impone el anoticiamiento directo
del oferente de la aceptación.

-El CCyCN parece valerse de la recepción como único sistema para la


formación del contrato entre ausentes.

El art. 983 CCyC dispone que "a los fines de este Capítulo se considera que
la manifestación de voluntad de una parte es recibida por la otra cuando
ésta la conoce o debió conocerla, trátese de comunicación verbal, de
recepción en su domicilio de un instrumento pertinente, o de otro modo
útil". Adviértase que el texto cuando caracteriza a la recepción, dice que la
misma puede suponer el conocimiento efectivo o el presunto.

• La contratación electrónica y el comercio electrónico

En este tipo de contratos, quedan comprendidas todas las transacciones


comerciales que recurren a una comunicación electrónica, siendo el
comercio electrónico la variante que se desarrolla mediante redes
cerradas o abiertas.

En este ámbito es posible diferenciar distintas clases o grupos de casos, a


saber:

a) Contratos celebrados en forma instantánea, por no mediar tiempo


relevante entre la oferta y la aceptación. La comunicación instantánea
califica al momento de la formación y no al de ejecución. Son típicos
supuestos de contratos entre presentes.
b) Contratos no instantáneos, que dan cuenta de un tiempo de
interposición entre la oferta y la aceptación, dentro del cual puede
verificarse un riesgo o contingencia, lo que hace que se los emplace
dentro de los contratos entre ausentes.

c) Contratos de consumo a distancia, que cuentan con una tipificación


particular en miras de la protección de la debilidad del consumidor la que
se ve potenciada por la utilización de medios electrónicos de vinculación
que hace que falte entre las partes inmediatez física, lo que lógicamente
imposibilita el contacto directo del consumidor con el objeto del contrato
art. 1105.

• CONTRATOS PRELIMINARES

Ligada a la formación del consentimiento, no puede ser confundida con


las tratativas contractuales; Tampoco puede confundírselo con la promesa
u oferta de contrato irrevocable, puesto que en esta última falta el
acuerdo de voluntades; Finalmente, es menester diferenciarlo de los
contratos preparatorios, que buscan reglar los efectos de contratos que
las partes pueden o no celebrar en el futuro.

• Caracterización

Constituye un contrato por el cual una o ambas partes quedan obligadas a


concluir, dentro de un cierto tiempo, otro contrato, individualizado como
definitivo, y precisado en su contenido.

En tal sentido, se destaca que:

a) Ha quedado explicitada normativamente su diferencia con el boleto de


compraventa de inmuebles, al que se regula de modo especial en los arts.
1170 y 1171, y se lo considera como un contrato de compraventa,
oponible a terceros, incluso al concurso o quiebra del vendedor, bajo
determinados presupuestos.

b) Su tipificación en el art. 994 y ss. CCyCN, responde a su variante más


extendida, relativa a la conclusión del contrato definitiva, aunque no
puede dudarse que es posible sujetarlo a otros propósitos, como el de
obligar a la negociación u organizar a esta última.
c) Constituye una especie de contrato conexo (art. 1073 CCyCN), por
vinculación genética y funcional, y al que pueden aplicarse sus efectos,
según las circunstancias.

• Plazo. Alcance

Art. 994 establece que "el plazo de vigencia de las promesas previstas en
esta Sección es de un año, o el menor que convengan las partes, quienes
pueden renovarlo a su vencimiento".

• Especies y efectos

El contrato preliminar tipificado por el CCyC admite dos especies: la


promesa de celebrar un contrato y el contrato de opción.

-La primera, importa que ambas partes queden obligadas a celebrar el


contrato, que por oposición, se llama definitivo. El art. 995, primera parte,
es contundente en cuanto dispone que "las partes pueden pactar la
obligación de celebrar un contrato futuro"; La obligación de contratar que
en este caso asumen las partes, hace que sea aplicable el régimen de las
obligaciones de hacer (art. 995 CCyCN, parte final). Ello significa que la
obligación es coercible en los términos del art. 777, cuyo inc. a) admite
exigir el cumplimiento específico, solución que guarda coherencia con el
art. 1018 último párrafo, que para los contratos con forma impuesta sin
sanción de nulidad, autoriza a que "si la parte condenada a otorgarlo es
remisa, el juez lo hace en su representación, siempre que las
contraprestaciones estén cumplidas, o sea asegurado su cumplimiento"

-La segunda variante, viene regulada por el art. 996 CCyCN, que afirma
que "el contrato que contiene una opción de concluir un contrato
definitivo, otorga al beneficiario el derecho irrevocable de aceptarlo".
Sobre el texto se ha dicho que pone el acento en el derecho del
promisario a ejercer la facultad que le fue reconocida, más no en la
obligación de contratar que pese sobre el promitente; Su base
contractual, hace que se diferencie de la mera oferta irrevocable, y
concede un derecho que no puede ser retractado por el obligado. La
conexidad evidente que registra, hace que deba observar la forma exigida
para el contrato definitivo, que pueda ser gratuito u oneroso,
satisfaciendo los intereses globales del negocio.

• Contrato sujeto a conformidad

Ubicado dentro del ámbito de los contratos incompletos, en este caso,


por depender de la autorización de un tercero ajeno al acto.

Si la conformidad o autorización del tercero viene asumida por una de las


partes, la situación habría de quedar comprendida en alguna de las
variantes de la promesa del hecho de tercero (art. 1026 CCyCN).

• CONTRATOS PREPARATORIOS

El contrato preparatorio tiene por finalidad organizar o planificar una


eventual contratación futura. No hay obligación de contratar, sino la
voluntad de ordenar una o varias relaciones posibles; Es un género dentro
del cual pueden situarse diferentes especies:

• Contrato tipo

Es una figura a la que las partes recurren, en miras de futuras


contrataciones entre ellos, a fin de determinar el contenido
reglamentario al cual habrán de someterse, si deciden finalmente
concretarlas. Su finalidad reside en agilizar la contratación, puesto que
por su intermedio, se evita una negociación particularizada del clausulado
de cada una de las futuras contrataciones, al menos durante el tiempo de
su vigencia. Usualmente, expresa un contrato al que se accede mediante
una plena negociación de las partes, aunque nada impide que sea el
resultado de la predisposición de una de ellas o de un tercero.

El tiempo adquiere aquí gran relevancia, no sólo por cuanto puede


transcurrir un plazo prolongado entre la concertación del contrato tipo y
el perfeccionamiento del contrato futuro, sino también porque tiene una
vocación futurista, de modo que puede que las partes fijen un término
determinado de vigencia, o que carezca de él, situación en la cual podrían
resultar de aplicación las reglas previstas para los contratos de larga
duración (art. 1011 CCyCN).

• Contrato normativo
Se lo describe como una categoría de mayor generalidad al del contrato
tipo, por cuanto sólo fija las líneas rectoras del futuro contrato. Sin
embargo, hay una corriente doctrinaria que limita su campo de actuación
a los contratos signados por la legislación de orden público, como las
"convenciones colectivas de trabajo"

• Contrato marco

Una situación intermedia entre los contratos preliminares y los


preparatorios, se configura respecto del contrato marco, pensado para la
conclusión de uno o más contratos de aplicación.

-Se los ha explicado como modo de acceso al consentimiento, aunque


suscita cuestiones de igual o mayor intensidad, cuando los "contratos de
aplicación" han sido concertados, toda vez que:

a) La causa fin subjetiva cobra gran relevancia durante todo el iter del
contrato marco y de los negocios de aplicación, no sólo para comprender
el sentido global de los mismos, sino también en lo concerniente a las
causales de ineficacia. El dinamismo de la causa se ve aquí en toda su
intensidad.

b) Requieren de un armónico entendimiento en miras de la correcta


ejecución del programa prestacional.

• Pacto de preferencia

La primera parte del art. 997 lo define diciendo que "el pacto de
preferencia genera una obligación de hacer a cargo de una de las partes,
quien si decide celebrar un futuro contrato, debe hacerlo con la otra o
las otras partes".

-El pacto de preferencia produce los siguientes efectos, a saber:

a) Puede ser convenido a favor de uno o varios beneficiarios; y en algunos


casos —como se adelantó—, recíproco o convenido a favor de varios
titulares.

b) Los derechos y obligaciones derivados del pacto son transmisibles a


terceros con las modalidades que se estipulen (art. 997, párrafo final).
c) El otorgante de la preferencia debe dirigir a su o sus beneficiarios una
manifestación haciendo conocer su decisión de celebrar un nuevo
contrato y el contenido de la oferta recibida (art. 998).

d) El contrato queda concluido con la aceptación del o de los beneficiarios


(art. 998).

e) El plazo dentro del cual el o los beneficiarios deben aceptar no aparece


regulado legalmente, de modo que a falta de cláusulas que surjan del
propio pacto o de la oferta del tercero, el recurso de la analogía a las
reglas de la preferencia en la compraventa, lleva a aplicar el plazo de diez
días de recibida la comunicación cursada por el obligado a conceder la
preferencia.

f) Una situación más compleja se presenta respecto de las consecuencias


de la inejecución del pacto.

UNIDAD IV: Objeto y causa del contrato

1. Objeto del contrato. Concepto. El régimen del CCCN: la cuestión


metodológica (art. 1003). Requisitos. Bienes futuros, litigiosos y gravados.
La herencia futura como objeto: prohibición, operaciones permitidas (art.
1010). El objeto en los contratos de larga duración. 2. Causa. Concepto e
importancia de la causa como elemento del negocio jurídico. Régimen del
CCCN: relación entre las normas especiales y las emergentes en materia
de negocio jurídico. Falta de causa, causa ilícita.

• Concepto

El objeto constituye uno de los tres elementos estructurales del contrato


junto al consentimiento y la causa, expresa la materia sobre la cual
recaen las manifestaciones de voluntad emanadas de las partes.

Coincidentemente tres grandes grupos aportan una definición distintiva,


estas son:

- Teoría amplia: que lo consideraba dado por las obligaciones que el


negocio jurídico crea, modifica o extingue.
-Teoría intermedia: que lo juzgaba expresado en las prestaciones que
emergían del acuerdo. Era fuertemente criticada porque era insuficiente
para explicarlo en algunos actos jurídicos; Sin embargo, en el ámbito del
contrato contaba con importantes apoyos

-Teoría restringida: limitada concretamente a los bienes, hechos e


intereses.

• REGIMEN DEL CCYC

El art 1003 establece los caracteres que debe tener el objeto de una
relación contractual, el mismo debe ser licito, posible, determinado o
determinable, susceptible de valoración económica y corresponder a un
interés de las partes, aun cuando este no sea patrimonial.

• REQUISITOS

-Constituyen requisitos del objeto del contrato:

Licitud: el objeto del acto jurídico no debe ser... prohibido por la ley,
contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de
los derechos ajenos o de la dignidad humana; De modo concordante, el
art. 1004, titulado "objetos prohibidos", señala que "no pueden ser objeto
de los contratos los hechos que son imposibles o están prohibidos por las
leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad de la
persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los bienes que por
un motivo especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por objeto
derechos sobre el cuerpo humano se aplican los artículos 17 y 56.

Posible: significa inicialmente la "aptitud, potencia u ocasión para ser o


existir algo"; el art 280 reza "el acto jurídico sujeto a plazo o condición
suspensiva es válido, aunque el objeto haya sido inicialmente imposible, si
deviene posible antes del vencimiento del plazo o del cumplimiento de la
condición" La exigencia apunta a reconocer que en los negocios con
eficacia pendiente, basta con que el objeto sea posible antes, para
producir su plena eficacia a consecuencia del acaecimiento de plazo o la
condición.
Determinado o determinable: el objeto debe ser determinado por las
partes al contratar, de modo absoluto, o al menos relativamente; De las
normas vigentes, resultan un conjunto de diferenciaciones que se precisan
a continuación:

a) En los contratos sobre bienes: éstos deben estar determinados en


su especie o género según sea el caso, aunque no lo estén en su
cantidad, si ésta puede ser determinada. Es determinable cuando se
establecen los criterios suficientes para su individualización"; De
ellos se deriva a la afirmación de: Si son ciertos o individualizados,
ningún problema se presenta; Cuando refieran a obligaciones de
género, esto es, cuando las mismas recaen sobre cosas
determinadas sólo por su especie y cantidad, éstas deben ser
individualizadas; Cuando exista fungibilidad —un individuo de la
especie equivale a otro individuo de la misma especie— (art. 232),
se requiere que la cantidad esté determinada o fijado el criterio
para su determinación.
b) Determinación por un tercero: El art. 1006 CCyC dispone que “las
partes pueden pactar que la determinación del objeto sea
efectuada por un tercero. En caso de que el tercero no realice la
elección, sea imposible o no haya observado los criterios
expresamente establecidos por las partes o por los usos y
costumbres, puede recurrirse a la determinación judicial, petición
que debe tramitar por el procedimiento más breve que prevea la
legislación procesal”

Patrimonialidad: El objeto debe ser susceptible de valoración económica,


aunque el interés no sea patrimonial.

• BIENES FUTUROS, LITIGIOSOS Y GRAVADOS

Pueden ser objeto de los contratos, sin perjuicio de los derechos de


terceros. Cabe destacar, que el contrato que recae sobre dichos bienes
será válido, pero los gravámenes o cautelares seguirán subsistiendo, y
gravarán al adquirente del bien.

Quien se obligó de mala fe, será responsable de los daños y perjuicios, en


la medida de la buena fe del adquirente, lo que será difícil de admitir por
el acceso registral que muchas veces se presentará; Se busca armonizar la
circulación de los bienes con la adecuada tutela del crédito.

• EL OBJETO EN LOS CONTRATOS DE LARGA DURACION

Debe ser comprendido el art. 1010 CCyC, en cuanto, si bien principia por
afirmar que "la herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni
tampoco pueden serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos
particulares", seguidamente sostiene que ello se ve excepcionado en el
párrafo siguiente en el denominado "pacto de familia" y en otras
disposición legales expresas, entre las que sobresalen las cláusulas de
mejora por acto entre vivos (arts. 2385, 2414, 2461 CCyCN) y la partición
donación por ascendiente (art. 2415 y ss. CCyC).

Al constituir el pacto previsto en el párrafo segundo del art. 1010 CCyC


una excepción a la regla de la prohibición de los pactos sobre herencia
futura, es necesario delimitarlo correctamente; "Los pactos relativos a una
explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo,
con miras a la conservación de la unidad de la gestión empresarial o a la
prevención o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones referidas
a futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de
otros legitimarios. Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro
causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los derechos
del cónyuge, ni los derechos de terceros".

-De manera ulterior cabe explicar los presupuestos para su procedencia; El


"pacto de familia" se configura a partir de un conjunto de presupuestos:

a) Su objeto debe comprender a una explotación productiva o


participaciones societarias de cualquier naturaleza.

b) Su finalidad concierne a la "conservación de la unidad de la gestión


empresarial" o a la "prevención o solución de conflictos"

c) Deben ser celebrados por herederos legitimarios, y, eventualmente, con


la participación del futuro causante y su cónyuge.

De lo propiamente dicho; CCyC señala que no es necesario que participen


el futuro causante y su cónyuge. Ahora bien, la misma duda cabe respecto
a la intervención de todos los legitimarios. El CCyC no dice que deba ser
suscripto por todos ellos. Así, podría presentarse el caso de un padre que
a los fines de resolver la gestión del emprendimiento productivo que
explota junto a uno de sus hijos, celebra un "pacto de familia"
exclusivamente con él; Finalmente, requieren para su validez no afectar la
legítima hereditaria, los derechos del cónyuge, ni los derechos de terceros.
Aquí se pone de manifiesto con marcada intensidad los límites a la
autonomía de la voluntad.

• CAUSA

El CCyCN adopta una postura que reconoce a la causa como un elemento


estructural del acto jurídico y del contrato.

"aquello que se considera como fundamento u origen de algo", y la que


alude al "motivo o razón para obrar".

La primera entronca con la llamada "causa fuente", propia de la "teoría


general de las obligaciones"; al afirmar el art. 726 que "no hay obligación
sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho idóneo para producirla,
de conformidad con el ordenamiento jurídico”

La segunda da cuenta de la denominada causa fin, cuya sede natural es la


teoría del acto jurídico, y de la cual el contrato es tributaria, por tratarse
de su especie paradigmática; El art. 281 CCyCN dispone que "la causa es el
fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido
determinante de la voluntad. También integran la causa los motivos
exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en
forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes"; El
texto tiene una redacción adecuada, que da cuenta de la corriente
"neocausalista sincrética o dualista"; En consecuencia, resultan de
utilidad para interpretar el derecho vigente. Sólo se advierten algunos
matices sobre los cuales vale la pena efectuar algunas consideraciones
particulares, a saber:

a) Se alude inicialmente a la causa fin objetiva, a la que entiende


como la finalidad abstracta del negocio, autorizada por el
ordenamiento.
b) En lo terminológico, para aludir a la causa fin subjetiva; El CCyCN
refiere a los "motivos", antes que a los "móviles" de los
contratantes.
c) Párrafo aparte merece la exigencia que se trate de "motivos
esenciales"; Nuestro ordenamiento parece responder al propósito
de circunscribir el tema a los móviles verdaderamente significativos
para las partes, determinantes, para los cuales será menester
bucear (en caso de conflicto) en la naturaleza del negocio, en sus
circunstancias, y en las cualidades personales de los contratantes.

• Las normas que refieren a la causa fin en la teoría general del


contrato

Los efectos que derivan de la falta de causa, que de conformidad al


momento en que se produce, podrán provocar diferentes ineficacias, sean
las propias de la nulidad (arts. 382 CCyCN y ss.), o las que resultan de la
resolución (arts. 1077 CCyCN y ss.).

Efectos del contrato con causa ilícita o inmoral. El contrato celebrado con
un motivo ilícito o inmoral individual.

El art. 1014 establece que "el contrato es nulo cuando: a) su causa es


contraria a la moral, al orden público o a las buenas costumbres; b) ambas
partes lo han concluido por un motivo ilícito o inmoral común.

Puede reclamar la parte que obro de buena fe y; no está obligada a


realizar los motivos ilícitos.

• Las normas especiales

Además de las reglas generales de la teoría del acto jurídico y de la teoría


general del contrato, existan otras normas que conciernen a la causa fin y
que resultan de institutos particulares, entre las que se destacan las de la
simulación (art. 333 CCyCN); frustración de la finalidad (art. 1090 CCyCN),
y conexidad contractual (art. 1073 CCyCN), entre otras

• SIMETRÍAS Y ASIMETRÍAS ENTRE EL OBJETO Y LA CAUSA


Son elementos estructurales del contrato, cuya defectuosa configuración
puede conducir a la nulidad absoluta por encontrarse comprometido el
orden público.

-Sin embargo, las diferencias también son apreciables:

a) El objeto queda confinado a la materia sobre la cual recae el


consentimiento, consistente en bienes y hechos en el marco de un
conjunto de reglas específicas que buscan describir normativamente la
operación económica determinada que se pretende concretar.

b) La causa responde a los fines, sean los propios que resultan de la


función económica y social del tipo contractual (neocausalismo subjetivo);
o los que las partes han asumido como propósitos comunes o
bilateralizados.

c) En lo relacional, el objeto tiende a ser estático, puesto es


principalmente considerado en ocasión de la formación del contrato; la
causa es dinámica, al proyectarse durante todo el iter contractual

d) En lo probatorio, la acreditación de la causa subjetiva no es una tarea


sencilla, más aún frente a la cultura jurídica imperante que tiende a no
expresarla en ocasión de la celebración.

UNIDAD V: Clasificación de los contratos. Interpretación, calificación e


integración.

1. Clasificación de los contratos desde el punto de vista técnico jurídico.


Criterios clasificatorios del CCCN: a) Contratos unilaterales y bilaterales.
Contratos plurilaterales. b) Contratos onerosos y gratuitos. Contratos
conmutativos y aleatorios. c) Contratos nominados e innominados. Reglas
para la integración del régimen aplicable. d) Contratos formales y no
formales. Otros criterios de clasificación: a) Contratos de ejecución
inmediata y diferida. b) Contratos de ejecución instantánea y de tracto
sucesivo. c) Contratos directos, indirectos y fiduciarios. 2. Clasificación de
los contratos según su utilidad económica-social. 3. Interpretación del
contrato. Concepto. Reglas de interpretación del CCCN. Las reglas propias
de los contratos por adhesión (arts. 986 y 987). La integración del
contrato. Diferencia con la interpretación. Casos en que procede. Reglas
legales. Calificación del contrato. Concepto. Importancia. 4. Prueba de los
contratos. El régimen de la prueba en el CCCN. Prueba de los contratos
formales

• CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS DESDE EL PUNTO DE VISTA


TÉCNICO JURÍDICO

Clasificar significa ordenar, organizar, catalogar una materia determinada.


Por un lado, los contratos se pueden clasificar desde un punto de vista
técnico jurídico y, por otro lado, desde el punto de vista de su utilidad o
función económico-social.

-En tal sentido, determinar a qué categorías pertenece un contrato dado


tiene un notable interés práctico, ya que permitirá demarcar sus efectos
naturales o, lo que es lo mismo, los institutos de la teoría general que les
resultarán aplicables.

CCYC recepta que en un primer grupo se ubican los contratos de cambio,


cuya finalidad reside en transferir la titularidad de derechos reales
(compraventa, permuta, suministro), o del uso y goce (locación y leasing) y
de derechos (cesión de derechos y cesión de posición contractual).
Asimismo, se nuclean los contratos de colaboración, primero los gestorios
(mandato, consignación, corretaje) y, luego los de colaboración asociativa
(contratos asociativos —Capítulo 16—), etc.

• LOS CRITERIOS CLASIFICATORIOS EMERGENTES DE LOS ARTÍCULOS


966 Y SIGUIENTES DEL CCYCN
• Contratos unilaterales y bilaterales. Contratos plurilaterales

La distinción entre contratos unilaterales y bilaterales se ciñe a los


contratos que son fuente generadora de obligaciones; Se recuerda que la
categoría contractual no siempre hace nacer obligaciones, toda vez que
también puede modificarlas o extinguirlas, al igual que sucede respecto de
los restantes derechos patrimoniales.
a) El art. 966 CCyCN en su primera parte dispone que "los contratos son
unilaterales cuando una de las partes se obliga hacia la otra sin que
ésta quede obligada...". Por tanto, se llama unilateral aquel contrato
en el cual —al momento de su celebración— nacen obligaciones
para una sola de sus partes. De este modo, sólo una es acreedora y
la otra deudora; Los contratos unilaterales por su propia naturaleza
la donación (art. 1542 CCyCN) y la fianza (art. 1574 CCyCN). No
obstante, cuando se pactan como gratuitos, pueden ser unilaterales
el contrato de servicios (art. 1251 CCyCN), de mandato (art. 1322
CCyCN) y la cesión de derechos (art. 1614), entre otros.

-Existen contratos denominados "no rigurosamente unilaterales", en


los cuales ambas partes están obligadas, pero las obligaciones a cargo
de cada una de ellas no son recíprocas entre sí; tal como ocurre, por
ejemplo, en el contrato de donación con cargo (art. 1582 CCyCN) —en
el cual— el donante queda obligado a causa de una obligación principal,
y el donatario, por otra emergente del cargo, pero de naturaleza
accesoria.

- En otros supuestos similares a éste, denominados por alguna doctrina


"sinalagmáticos imperfectos", las obligaciones de las partes tampoco
son recíprocas; como puede ocurrir, por ejemplo, en el contrato de
mandato cuando se pacta como gratuito (art. 1322 CCyCN), ante el
supuesto que el mandatario sufra daños durante la ejecución del
encargo y, como consecuencia de ello, surja a cargo del mandante la
obligación —de carácter eventual— de resarcirlos.

b) El art. 966 CCyCN en su segunda parte, preceptúa que los contratos


"son bilaterales cuando las partes se obligan recíprocamente la una
hacia la otra". Por ende, se llama bilateral, el contrato en el cual —al
momento de su celebración— las partes quedan obligadas las una
hacia la otra, y sus obligaciones tienen reciprocidad e
interdependencia. De este modo, cada contratante es al mismo
tiempo acreedor y deudor del otro. Mientras la reciprocidad supone
que una obligación a cargo de una parte es la contraprestación de
una obligación a cargo de otra, la interdependencia exige que una
obligación a cargo de una parte no pueda nacer sin una obligación a
cargo de la otra.

-Esta relación de bilateralidad (por la que ambas partes quedan


obligadas), y reciprocidad (por la correspectividad de las obligaciones
principales que se explican y fundamentan mutuamente), se denomina
sinalagma; Puede ser genético, cuando esas relaciones nacen al
momento del perfeccionamiento del contrato, o funcional, cuando
aparecen durante su ejecución.

-Son contratos bilaterales por naturaleza, la compraventa (art. 1123


CCyCN), la permuta (art. 1172 CCyCN), el suministro (art. 1176 CCyCN),
la locación (art. 1187 CCyCN), el leasing (art. 1227 CCyCN), la renta
vitalicia (art. 1599 CCyCN), el depósito (art. 1356 CCyCN), el mutuo (art.
1525 CCyCN), el comodato (art. 1533 CCyCN), el fideicomiso (art. 1666
CCyCN), entre otros. También pueden ser bilaterales, el de servicios
onerosos (art. 1251 CCyCN), el mandato oneroso (art. 1319 CCyCN), la
cesión de derechos onerosa (art. 1614 CCyCN), entre otros.

- El acto jurídico es bilateral cuando intervienen al momento de su


celebración la manifestación de voluntad de dos o más partes. Por ello,
la clasificación del art. 966 del CCyCN es privativa de los contratos y no
puede hacerse extensiva a los negocios jurídicos, dado que el contrato
como acto jurídico es siempre bilateral; pero como contrato puede ser
unilateral o bilateral.

-El art. 966 CCyCN, in fine, dispone que "las normas de los contratos
bilaterales se aplican supletoriamente a los contratos plurilaterales"; El
CCyCN establece que el régimen legal aplicable a los contratos
plurilaterales queda subsumido en el de los bilaterales. Ahora bien,
aunque puedan aplicarse las mismas reglas de los bilaterales, cabe
reconocer especificidades propias de ellos, como por ejemplo que las
prestaciones se fusionen y tiendan todas a la consecución del fin
común; que sean contratos de organización y de duración que regulen
la vida de dicha organización; que sean abiertos —en el sentido que—
sus partes pueden retirarse o pueden ingresar otras que queden
obligadas según las normas contractuales originarias.
La doctrina subclasifica a estos contratos en:

a) -"Contratos plurilaterales con causa asociativa", que a su vez se


subdividen en:
- "Contrato asociativo societario", cuando se origina una persona
jurídica distinta de los socios;
-"Contrato asociativo no societario", cuando presentan una
finalidad común, pero no dan lugar a la constitución de una
sociedad.

b) -"Contratos plurilaterales con causa de cambio", que no dan lugar al


nacimiento de una sociedad ni se verifica en ellos una función común,
pero presentan complejidades propias de la pluralidad estructural, como
ocurre, por ejemplo, en la transacción celebrada entre tres o más sujetos
(art. 1641 CCyCN), en el juego (art. 1609 CCyCN) o en un acuerdo
preconcursal.

-Son contratos plurilaterales el de sociedad (art. 1ºley 19.550), el


consorcio de propiedad horizontal (art. 2044 CCyCN), la agrupación de
colaboración (art. 1453 CCyCN), la unión transitoria (art. 1463 CCyCN) y el
consorcio de cooperación (art. 1470 CCyCN), entre otros.

1) Puede afirmarse que existe una correspondencia entre los bilaterales y


los onerosos, en razón de que en ellos hay contraprestaciones recíprocas
que responden al elemento obligacional crédito o deuda, y
patrimonialmente se traducen en ventajas o sacrificios recíprocos. Esta
correlación se advierte de modo directo, por ejemplo, en la compraventa,
la permuta, la locación, la renta vitalicia, el leasing o el fideicomiso. En
otros contratos, según las circunstancias, también puede identificarse; tal
como ocurre, por ejemplo, en el mandato, la cesión de derechos, el
contrato de obra y de servicios, cuando todos ellos conservan la
onerosidad.

-Ahora bien, esta afirmación no tiene carácter absoluto, dado que admite
excepciones en supuestos en los cuales aquella concordancia no se
presenta. Así, esta salvedad surge de modo manifiesto en el contrato de
comodato, que por naturaleza es gratuito. En otros supuestos,
dependiendo de las circunstancias, la bilateralidad puede presentarse
también con la gratuidad; tal como ocurre, por ejemplo, en el mutuo y el
depósito.

2) Por su parte, la concordancia entre los contratos unilaterales y los


gratuitos, en principio, puede afirmarse que existe, en razón de que en
ellos una sola parte es acreedora y la otra es deudora, correspondiéndole
a la primera la atribución de una ventaja patrimonial, y a la segunda, la
realización de un sacrificio sin contraprestación a su favor. Esta
correspondencia se presenta, por ejemplo, en el contrato de donación y
también en la fianza.

-Cabe remarcar que el CCyCN no regula tipos legales de contratos que


puedan clasificarse de modo conjunto, como unilaterales y onerosos. No
obstante, la afirmación precedente puede encontrar excepciones en un
contrato innominado cuando sus partes se los otorguen.

Finalmente, se resalta el interés práctico de estas afirmaciones,


enfocándolo en la posibilidad de aplicar a un caso concreto los efectos
propios de cada una de ellas o de ambas cuando aquella concordancia sea
perfecta.

• Consecuencias prácticas de la clasificación

a) Pueden señalarse ciertos efectos propios de los contratos


bilaterales, tales como, la suspensión del cumplimiento vía acción o
excepción (arts. 1031, 1032 CCyCN); la cláusula resolutoria expresa
y la implícita (arts. 1086, 1087 CCyCN); la seña confirmatoria o la
penitencial (arts. 1059, 1060 CCyCN); la lesión (art. 332 CCyCN), y la
imprevisión (art. 1091 CCyCN).

b) Los plurilaterales también generan efectos propios con implicancias


prácticas que difieren de los que producen los bilaterales. Por caso,
en el momento de conclusión del contrato, deben converger las
manifestaciones de voluntad de todos los interesados (art. 977
CCyCN). La nulidad del vínculo respecto de una de las partes, no se
propaga a las demás relaciones, como tampoco ocurre con el
incumplimiento de una parte, que no excusa el de las otras, excepto
que la prestación incumplida o el vínculo nulo sean necesarios para
la realización del objeto del contrato (arts. 1443 y 389 2º párr. del
CCyCN). En las prestaciones de las partes que no son correlativas y
pueden diferir entre sí, y por ello, no opera la suspensión del
cumplimiento (art. 1735 inc. 2º CCyCN).

• CONTRATOS ONEROSOS Y GRATUITOS

1) El art. 967 CCyCN establece que "los contratos son a título oneroso
cuando las ventajas que procuran a una de las partes les son concedidas
por una prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra..."

a) Se llama oneroso (o a título oneroso) el contrato en que cada una de


las partes realiza un sacrificio patrimonial (prestación que se cumple) en
correspondencia con una ventaja (contraprestación que se recibe).
Sacrificio y ventaja están en relación de equivalencia (o del llamado
equilibrio contractual); es suficiente que la equivalencia sea subjetiva, no
es necesario que sea objetiva. Por tanto, no obsta, por regla general, un
desequilibrio objetivo entre las prestaciones. Sólo en casos excepcionales,
es decir, cuando el desequilibrio (objetivo) entre ventaja y sacrificio asume
formas notables (lesión)

b) En el contrato oneroso hay reciprocidad de prestaciones, en el sentido


que una de las partes realiza la prestación teniendo en miras la prestación
que recibe. Las partes han contratado en vista a una ventaja o utilidad
recíproca.

c) Son contratos por naturaleza onerosos la compraventa, la permuta, el


suministro, la locación, el contrato oneroso de renta vitalicia. Hay otros
contratos que se presumen onerosos pero se podría pactar la gratuidad
sin que se desnaturalicen. Esto ocurre con el contrato de servicios (art.
1251 in fine CCyCN); el contrato de mandato (art. 1322 CCyCN); el
contrato de depósito (art. 1357 CCyCN); el contrato de mutuo (art. 1527
CCyCN). Por último, hay contratos que pueden pactarse onerosa o
gratuitamente en forma indistinta y respecto de los cuales no existe
ningún tipo de presunción legal. Así acontece con la cesión de derechos, la
cesión de créditos, la cesión de deudas, la cesión de derechos
hereditarios, la cesión de posición contractual y la fianza.

-no puede calificarse de oneroso cuando es el deudor afianzado quien


hace el sacrificio de pagar a un tercero, para que se constituya como
fiador, porque el deudor afianzado no es parte en el contrato de fianza.
Sería oneroso, en cambio, en el caso en que fuera el acreedor quien
hiciera el sacrificio de pagar al fiador para que se constituya como tal.

2) El art. 967 CCyCN, in fine, preceptúa que los contratos "...son a título
gratuito cuando aseguran a uno o a otro de los contratantes alguna
ventaja, independiente de toda prestación a su cargo".

a) El contrato gratuito (o a título gratuito, o lucrativo, o de beneficencia)


es aquel en que una sola parte recibe una ventaja patrimonial y la otra
soporta un sacrificio, o sea, aquel en que la única atribución patrimonial
no presenta ningún nexo con otra. En los contratos gratuitos se asume un
sacrificio patrimonial sin la perspectiva de una ventaja. Son contratos por
naturaleza gratuitos la donación y el comodato.

b) La gratuidad, es un beneficio, una liberalidad que es mirada con cierta


aprehensión por el legislador. Por esta razón, se pretende proteger al
otorgante a través de las formas, al heredero a través del reconocimiento
de las acciones de reducción y colación, y a los terceros mediante la
simplificación de los recaudos de procedencia de las acciones de
simulación y revocatoria.

-La persona del beneficiario en los contratos gratuitos es principalísima,


puesto que a ella y no a otra cualquiera se ha querido favorecer por
amistad, altruismo, etc.; de allí la figura de la reversión en la donación (art.
1566 CCyCN), la calificación de error en la persona como esencial (art. 267
inc. e] CCyCN) y la extinción del contrato de comodato por muerte del
comodatario, excepto que se estipule lo contrario o que el comodato no
haya sido celebrado exclusivamente en consideración de su persona (art.
1541 inc. d]).

La determinación del carácter gratuito u oneroso de un contrato es una


cuestión de hecho, librada a la apreciación de los jueces y tribunales en
cada caso particular; para resolverla será preciso tener en cuenta todos los
antecedentes de la operación y sus elementos materiales y psicológicos.

• Implicancias prácticas de esta clasificación

a) El título de quien adquiere onerosamente, goza de mayor


protección legal, que el de quien adquiere gratuitamente. Así:

-En materia de acción revocatoria o pauliana, cuando el contrato es


a título oneroso la acción revocatoria sólo procede si el adquirente
es cómplice en el fraude. Dicha complicidad se presume si, al
momento de contratar conocía el estado de insolvencia del deudor
(art. 340 CCyCN, 2º párr.). Cuando es a título gratuito, aunque sea
de buena fe, basta con que el acto haya causado o agravado la
insolvencia del deudor (art. 339 inc. b] y 340 CCyCN)
-En relación con los efectos de la nulidad, ésta no puede perjudicar
los derechos adquiridos sobre inmuebles por subadquirentes de
buena fe a título oneroso, a quienes se pone a cubierto de una
acción de reivindicación (arts. 392, 2260 CCyCN).
-La obligación de saneamiento que incluye la garantía por evicción
y por vicios ocultos constituye un elemento natural de los contratos
a título oneroso (art. 1033 inc. b] CCyCN)

b) Los institutos de la lesión (art. 332 CCyCN) y de la imprevisión(4) (art.


1091 CCyCN), destinados a subsanar los desequilibrios de las prestaciones
de un contrato, tienen como ámbito de aplicación los contratos a título
oneroso.

c) La oponibilidad del boleto de compraventa ya sea al concurso o quiebra


(art. 1171 CCyCN y art. 146ley 24.522), o al acreedor individual (art. 1170
CCyCN) del vendedor consagrada a favor de los adquirentes de buena fe,
también tiene como fundamento la naturaleza onerosa del contrato de
que se trata.
d) Existen reglas interpretativas especiales según se trate de contratos
gratuitos u onerosos. Si el contrato es gratuito, se debe interpretar en el
sentido menos gravoso para el obligado y, si es a título oneroso, en el
sentido que produzca un ajuste equitativo de los intereses de las partes
(art. 1068 CCyC)

e) En la donación, se exige con mayor rigurosidad la observancia de la


forma prescripta, llegando en ocasiones a imponer una forma exigida bajo
sanción de nulidad (art. 1552 CCyCN). A su vez, respecto del donatario, el
título gratuito lo expone —eventualmente- a las acciones de reducción
(art. 1565, 2445 y 2453 al 2458 CCyCN) y colación (art. 2385 y ss.); le
impone el deber de gratitud (art. 893 inc. c] CCyCN) y la obligación
alimentaria (art. 1559 CCyCN), todo lo cual se traduce en las posibilidades
de revocación del contrato (art. 1571 CCyC)

• Quid de las donaciones remuneratorias, mutuas o con cargo

La clasificación de contratos en onerosos y gratuitos admite una categoría


intermedia, la de los contratos mixtos, por la cual "aquella de las partes
que confiere un beneficio a la otra exige de ella alguna cosa que está por
debajo del valor de lo que ella le ha dado". Se trata de contratos que
participan del doble carácter, por lo cual su reglamentación exige la
concurrencia de las reglas relativas a ambas categorías contractuales.

Esto es lo que ocurre con las donaciones remuneratorias mutuas o con


cargo. Tales contratos se consideran parcialmente onerosos, en cuanto se
rigen por las reglas relativas a este tipo de contratos, en la medida que
constituyan una equitativa remuneración de los servicios prestados (art.
1561 CCyCN) o en la proporción en que el valor de lo donado sea
absorbido por los cargos (art. 1562 CCyC).

En la parte que así no ocurra, la donación mantiene su régimen natural y


se rige por las reglas relativas a los contratos a título gratuito. Incluso, si
el valor del sacrificio del donatario representado por el cargo o el servicio
que ha prestado, equivale al valor de lo donado, se entenderá que no
existirá donación y corresponde, lisa y llanamente, aplicar las reglas
propias de los contratos onerosos (art. 1564 CCyC ).
• Liberalidades como técnica de marketing con la finalidad de facilitar
el consumo. Su interpretación

En el marco de la relación de consumo, se realizan numerosas y variadas


prestaciones por los empresarios que parecieran ser gratuitas, pero en
realidad son indirectamente onerosas, porque las mismas tienden a
promover o facilitar la contratación. Estas aparentes liberalidades son
utilizadas como técnicas demarketing.

-Ostentan una onerosidad indirecta y así es interpretado equitativamente


por los tribunales al momento de valorar la responsabilidad civil del
empresario en el ámbito de la relación de consumo.

• CONTRATOS CONMUTATIVOS Y ALEATORIOS

El art. 968 dispone que "los contratos a título oneroso son conmutativos
cuando las ventajas para todos los contratantes son ciertas. Son
aleatorios, cuando las ventajas o las pérdidas, para uno de ellos o para
todos, dependen de un acontecimiento incierto".

-la mayoría de la doctrina que entendía que los contratos conmutativos y


aleatorios constituyen una subespecie de los contratos onerosos. Sin
embargo, esta posición no es unánime. Se coincide con la doctrina
mayoritaria, ya que en los contratos gratuitos no es posible poner en
relación la entidad entre la ventaja y el sacrificio que se obtiene del
contrato, porque una parte realiza sólo sacrificios y la otra obtiene sólo
ventajas.

a) Los contratos son conmutativos cuando "las ventajas que proporcionan


a las partes son ciertas y susceptibles de apreciación inmediata: hay entre
ellos una especie de compensación recíproca, que no depende de
eventualidad alguna"; Son conmutativos la mayoría de los contratos: la
compraventa —salvo los supuestos de aleatoriedad—, la permuta, la
cesión de derechos —salvo la de derechos litigiosos o dudosos— la
locación, el contrato de obra, de servicios, el mandato, el mutuo, el
depósito, etc.

b) Es contrato aleatorio aquel en el cual la entidad del sacrificio puesta en


relación con la ventaja no puede ser conocida y apreciable en el acto de la
formación del contrato. Tal entidad se revelará luego, según el curso de
los acontecimientos. De esto se sigue que quien estipula un contrato
aleatorio tal vez haga una cosa útil para él o perjudicial, según las
circunstancias. Por lo tanto, en éste las partes desconocen en el acto de
conclusión si del mismo resultará una ventaja proporcionada al sacrificio
que deben realizar.

-El acontecimiento es incierto no sólo cuando no existe certeza sobre la


posibilidad de su ocurrencia, sino también cuando se ignora el momento
en el cual ha de verificarse; En tal sentido puede:

1) Subordinarse el cumplimiento de la prestación a cargo de una de las


partes, estando la otra perfectamente determinada (v.gr. contrato de
seguro de vida y responsabilidad civil).

2) Depender de su verificación cuál será la parte que deberá cumplir con la


prestación y cuál la beneficiaria de ésta (contrato de juego o de apuesta).

3) Determinar la extensión del plazo durante el cual deberá cumplirse


cierta prestación de ejecución periódica o continuada, supuesto en el cual,
la entidad de ésta dependerá del mayor o menor lapso en que sobrevenga
el acontecimiento, que fatalmente debe producirse (contrato oneroso de
renta vitalicia)

-Las partes pueden celebrar contratos aleatorios con distintas


finalidades. Puede que lo hagan para desafiar el azar, como ocurre con el
contrato de juego, de apuesta, de lotería, de rifa, o puede que los celebren
para protegerse del azar, como acontece con el contrato de seguro, de
medicina prepaga o de renta vitalicia. También debe tenerse presente que
existen nuevos contratos aleatorios que tienen por finalidad incrementar
el consumo. Así, por ejemplo, en los envases cuando en alguno de ellos se
esconden cupones representativos de premios, ya sea en las tapas de
botellas, generalmente de gaseosas, o en el interior de latas.

-Los contratos aleatorios se trata de contratos por naturaleza


conmutativos que devienen en aleatorios por imperio de un pacto, como
lo sería la compraventa a todo riesgo con renuncia a la obligación de
saneamiento (art. 1036 CCyCN) o la compraventa de cosa futura (art.
1131, último párrafo CCyCN) —la que como regla es condicional—, la
cesión de derechos litigiosos o dudosos, el pacto de cuota litis para
remunerar los servicios profesionales del abogado, entre otros.

• CONTRATOS NOMINADOS E INNOMINADOS

El art. 970 dispone: "los contratos son nominados e innominados según


que la ley los regule especialmente o no..."; Nominar es "dar nombre".
Como se advierte, la norma emplea los términos "nominados" e
"innominados", aunque adopta la pauta de distinción entre contratos
"típicos" y "atípicos"

-Se considerará a los típicos como sinónimo de los nominados, haciendo


lo propio con los atípicos y los innominados.

• Los fundamentos de la distinción

Por efecto de la libertad contractual como parte de la autonomía de la


voluntad, toda convención que no contraríe las normas imperativas, la
moral y las buenas costumbres (art. 958 CCyCN) posee eficacia obligatoria,
aunque la ley no la sancione expresamente. De allí la recepción legal de la
categoría de contratos innominados, como categoría diferenciada de los
nominados. En cualquier caso todo ello resulta esencial para una correcta
calificación, interpretación e integración del negocio.

La atipicidad en materia contractual reviste importancia económico-social


incuestionable; la tipicidad negocial es esencialmente dinámica, con
fronteras cambiantes. De tal modo, los contratos que hasta un
determinado tiempo han sido innominados, pueden dejar de serlo y
convertirse en nominados desde el momento en que su normativa es
recogida y fijada por la ley.

a) Son contratos nominados aquellos que cuentan con regulación en


la ley, que los precisa y les otorga una disciplina en cuanto a su
contenido, efectos e, incluso, requisitos formales. Es posible hallar
el régimen aplicable a los mismos en el CCyCN (por caso, el contrato
de compraventa, el leasing, la caja de seguridad, etc.) y en leyes
especiales (por ejemplo, la medicina prepaga, etc.)
b) Son contratos innominados los que, surgidos en razón de la libertad
contractual inherente a la autonomía de la voluntad, carecen de
una completa estructura legal peculiar; Se los ha dividido en tres
subcategorías: Los puros, los mixtos y los que poseen tipicidad
social.

-Los primeros, constituyen figuras contractuales creadas por las partes


enteramente nuevas, no previstas por el legislador.

-Los segundos, resultan de la combinación de dos o más tipos


contractuales, o bien del esquema de un tipo previsto al cual se le
aportan sustanciales modificaciones.

-Por último, se habla de tipicidad social para hacer referencia a


aquellos contratos que si bien no tienen una disciplina normativa
establecida en la ley, poseen una manifestación frecuente en el tráfico,
como fenómeno social, de modo tal que esta continuidad los dota de
un nombre por el cual son conocidos y de una disciplina que por su
reiteración pasa a ser propia y suele ser consagrada por vía doctrinaria
y jurisprudencial.

• El régimen aplicable

La segunda parte del art. 970 CCyC ofrece el orden de reglas que los
regulan: "los contratos innominados están regidos, en el siguiente orden,
por:

a. la voluntad de las partes; La voluntad de las partes. Los contratantes


tienen el derecho de ejercer su libertad para celebrar un contrato y
determinar su contenido dentro de los límites impuestos por la ley, el
orden público, la moral y las buenas costumbres.

b. las normas generales sobre contratos y obligaciones; Esta pauta


conduce a una adecuada integración del contenido general del contrato
en términos de lógica del sistema normativo que exige, por ejemplo, el
respeto de la buena fe.
c.los usos y prácticas del lugar de celebración; los usos y prácticas del
lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido
declarados obligatorios por las partes o porque sean ampliamente
conocidos y regularmente observados en el ámbito en que se celebra el
contrato, excepto que su aplicación sea irrazonable". Los usos sociales son
las prácticas de la vida, morales, religiosas, económicas, sociales, etc.; las
prácticas establecidas entre las partes tienen especial relevancia para
definir el contenido particular del contrato y para interpretarlo.

d.las disposiciones correspondientes a los contratos nominados afines


que son compatibles y se adecuan a su finalidad". ; refiere a la aplicación
analógica de las previsiones establecidas para contratos nominados que
resulten afines, ponderando la finalidad perseguida por las partes.

• Los contratos aparentemente innominados

Existen supuestos en los cuales el contrato es innominado sólo en


apariencia", siendo en realidad contratos nominados. El caso más sencillo
es el del contrato nominado en el que se incluyen prestaciones
subordinadas de otra especie. De tal forma, aparece como innominado
aunque no lo es. Por ejemplo, cuando se da una habitación en alquiler
(contrato de locación de cosas) con prestación de servicio doméstico.

Otro caso, son los contratos a los que habitualmente se les da un nombre
peculiar no contemplado en la ley y, sin embargo, en esencia se trata de
derivaciones o subespecies de un contrato nominado. Por ejemplo, el
contrato de tercerización, tan empleado en la actualidad, que no es más
que una modalidad del contrato de prestación de servicios o un supuesto
de sublocación de servicios.

• CONTRATOS FORMALES Y NO FORMALES

a) En el art. 969, recepta la categoría de contratos formales. Luego, el


art. 1015 dispone que "sólo son formales los contratos a los cuales
la ley les impone una forma determinada". Sin embargo, tal como
surge de los arts. 284 y 1017, inc. d), a las formas legales pueden
sumarse las convencionales. Es así que, ante la carencia de aquéllas
y en virtud de la autonomía de la voluntad, los interesados pueden
hacer uso de las formas que juzgaren convenientes fijando los
efectos en caso de incumplimiento. Si las partes nada aclaran, se
debe interpretar que se trata de un supuesto de contrato con forma
impuesta sin sanción de nulidad en pos de la conservación del acto.

-Contratos con forma impuesta bajo sanción de nulidad (absolutos o


solemnes) son aquellos en los cuales las solemnidades se exigen para la
validez, de modo que no observada la forma en el momento de la
celebración, son nulos. En nuestro derecho sólo integran esta categoría
las donaciones de cosas inmuebles, las de cosas muebles registrables y
las de prestaciones periódicas o vitalicias (art. 1552 CCyCN).

-Los contratos con forma impuesta sin sanción de nulidad (relativos o


no solemnes) tradicionalmente han sido definidos como aquellos en los
cuales las solemnidades se exigen para producir sus efectos propios,
pero se admite que sean válidos aún sin el cumplimiento de ellas; es
decir, presentan una eficacia relativa que se traduce en la obligación de
otorgarlos en la forma prevista legalmente.

b) Contratos no formales; Son aquellos contratos que carecen de


forma legal o convencional impuesta. Esta categoría no aparece
incluida en el art. 969 CCyCN, por lo tanto debe ser inferida por
oposición a lo allí enunciado, y en consonancia con el principio de
libertad de formas contenido en los arts. 284 y 1015 CCyC.; Se
efectuaba una división entre contratos no formales con forma
requerida para la prueba y contratos no formales sin forma
requerida para la prueba.

Contratos con forma requerida para la prueba son aquellos en los cuales
el legislador exige una determinada solemnidad aunque no para la validez
ni para la eficacia completa de ellos (por eso son no formales), sino sólo
para la prueba. Únicamente con tal fin se restringe la autonomía de la
voluntad. Por lo tanto, estos contratos son válidos y eficaces a pesar de no
cumplirse con la forma, pero si son negados en juicio deben ser probados
exclusivamente por la que hubiese sido establecida.
Finalmente, podemos concluir que los contratos sin forma requerida para
la prueba son aquellos en los cuales el legislador ni siquiera limita la
autonomía privada para la prueba. Como ejemplos de ellos, pueden
mencionarse la compraventa y la locación de cosas muebles.

• CONTRATOS DE EJECUCION INMEDIATA Y DIFERIDA

La distinción toma en cuenta el momento a partir del cual comienzan a


producirse los efectos que se derivan del contrato.

La ejecución será diferida cuando el cumplimiento de alguna de las


obligaciones se encuentre sometido a un plazo inicial (art. 350), es decir,
que hasta no agotarse el término fijado por las partes no será exigible la
prestación. Lo mismo ocurre cuando media una condición suspensiva,
pues igualmente media dilación temporal entre la celebración y la
ejecución (arts. 343 y ss.).

• Contratos de ejecución instantánea y de tracto sucesivo

-Son contratos de ejecución instantánea aquellos en los que el


cumplimiento de las prestaciones, es susceptible de realizarse en un sólo
acto, se verifique o no en forma contemporánea con la celebración del
contrato.

-Los contratos de tracto sucesivo o de duración son aquellos que tienen


por contenido al menos una prestación cuya ejecución necesita
prolongarse en el tiempo. Por ejemplo, la locación de cosas, el comodato,
el suministro, a su vez, estos contratos pueden ser:

a) De ejecución continuada, cuando el cumplimiento se realiza en modo


ininterrumpido, por ejemplo el uso y goce de la cosa en el contrato de
locación y el comodato.

b) De ejecución periódica cuando se realiza en tiempos separados entre sí,


por ejemplo la renta vitalicia.

-La particularidad de los contratos de duración radica en que el interés de


las partes se satisface al distribuirse la ejecución de la prestación en el
tiempo; es por ello que el tiempo se constituye como elemento esencial o
tipificante que determina la cantidad de la prestación debida, al dilatarse
o al reiterarse la ejecución —según sea continuada o periódica— y al
momento de finalización del contrato.

-En cambio, en los contratos de ejecución diferida el tiempo actúa como


un elemento accidental que simplemente coloca distancia entre la
celebración y la ejecución del contrato.

• Los contratos de larga duración

Aquellos en que "el tiempo es esencial para el cumplimiento del objeto,


de modo que se produzcan los efectos queridos por las partes o se
satisfaga la necesidad que se tuvo al contratar" (art. 1011 CCyCN).

• La distinción entre contratos de ejecución inmediata y diferida y


contratos de ejecución instantánea y de duración

Se trata de dos categorías que se vinculan a la influencia del tiempo en el


cumplimiento del plan prestacional acordado por las partes.

-En los contratos de ejecución inmediata y diferida el tiempo es relevante


a fin de saber cuándo comienzan a ejecutarse las prestaciones acordadas
por las partes. Así, la ejecución diferida se caracteriza por la separación
temporal que existe entre celebración y ejecución del contrato.En cambio,
la clasificación entre contratos de ejecución instantánea y ejecución
continuada, tiene en cuenta si el cumplimiento puede agotarse en un solo
acto o bien si supone la necesaria prolongación en el tiempo de al menos
una de las prestaciones.

Cabe destacar que ambos criterios clasificatorios, si bien resultan


independientes, pueden combinarse entre sí.

• La distinción entre contratos de duración y contratos de resultado

No constituyen contratos de duración aquellos que comprenden la


obligación de alcanzar un resultado futuro, aunque para cumplir con tal
compromiso sea necesario el transcurso de un período de tiempo durante
el cual se realiza la actividad idónea que conduce al resultado. En estos
supuestos, el deudor asume una obligación cuyo cumplimiento es
instantáneo dado que se ejecuta en un solo acto, el logro del resultado.
Tal es lo que ocurre, por ejemplo, en el contrato de obra.
• CONTRATOS DIRECTOS E INDIRECTOS Y FIDUCIARIOS

a) El contrato es directo cuando la finalidad que las partes persiguen


se satisface en modo inmediato, a través de las prestaciones típicas
del negocio que se emplea. El resultado práctico que se busca se
obtiene en forma directa por medio del negocio elegido por las
partes.
b) El contrato es indirecto cuando las partes a fin de alcanzar un
determinado resultado práctico, recurren a una vía oblicua o
transversal, distinta de aquella que procuraría en forma inmediata
la finalidad perseguida.

Es preciso observar si existe correspondencia entre la causa objetiva del


negocio y el fin inmediato de las partes. Cuando tal coincidencia no se
produce, estamos en presencia de un negocio indirecto, que en
consecuencia, puede ser considerado como género comprensivo del
contrato simulado y del fiduciario

• El negocio fiduciario como especie de negocio indirecto

El contrato fiduciario es aquel negocio indirecto que determina una


modificación subjetiva de una relación jurídica preexistente y el
surgimiento simultáneo de una nueva relación. La modificación consiste
en la transmisión de la titularidad del dominio o de otro derecho realizada
por el fiduciante con fines de administración, facilitación de encargos o
garantía; y la nueva relación que surge consiste en la obligación del
adquirente del derecho de restituir su titularidad al transmitente una vez
cumplida la finalidad propuesta.

-La transmisión de la plena titularidad del derecho expone al fiduciante a


una situación de peligro, dado que el fiduciario puede transmitir
válidamente a terceros el derecho recibido o bien abusar en el goce del
objeto, desviando en ambos casos la finalidad originaria del contrato.
Esta facultad que posee el fiduciario se denomina "potestad de abuso" y
encuentra su razón de ser en la plena titularidad que aquél posee.

Se advierte que son características salientes del contrato fiduciario:


a) Un exceso o desproporción entre el medio técnico empleado y la
finalidad práctica perseguida, cuestión que es querida por las partes.

b) La confianza o fiducia depositada por el fiduciante en el fiduciario.

c) Un doble juego de relaciones: la transmisión real del fiduciante al


fiduciario y el vínculo obligatorio que surge a cargo del fiduciario en pos de
la restitución de la cosa.

-Es preciso distinguir al negocio fiduciario del contrato de fideicomiso. En


este último caso, se trata de un contrato típico en el cual el fiduciario
(quien recibe la titularidad del derecho) carece del llamado poder de
abuso, dado que adquiere la propiedad fiduciaria con fines de
administración o garantía, asumiendo la obligación de restituirla al
fiduciario o a quien este indique.

• CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS SEGÚN SU UTILIDAD


ECONÓMICO SOCIAL
• La función económico-social del contrato como una manifestación
del aspecto objetivo de la causa-fin

El contrato debe estudiarse en su aspecto sustancial o funcional


(contenido o finalidad), y en su aspecto estructural (forma). Desde el
primer punto de vista, el contrato se manifiesta como entidad
instrumental; desde el segundo, como entidad más estrictamente técnico
jurídica.

La denominada utilidad económico-social del contrato está vinculada a su


virtualidad para dar respuesta a las exigencias prácticas del hombre
cuando interactúa en la sociedad; este sentido, los contratos pueden
ordenarse según categorías de finalidades que se persiguen dentro de una
sociedad dada y en un tiempo dado y vinculadas a la utilidad económico-
social que cumplen.

En tal sentido, la causa-fin ostenta una función de control sobre los actos
de autonomía privada que son merecedores de tutela. Así, la causa no es
simplemente la razón práctica por la cual las partes estipulan el contrato,
sino también la razón por la cual el ordenamiento reconoce relevancia
jurídica al mismo.
• El tipo contractual como modelo de organización de intereses
económicos y sociales

El contrato, cualquiera sea su figura concreta, ejerce una función y tiene


un contenido constante, el de ser el centro de la vida de los negocios, el
instrumento práctico que realiza las más variadas finalidades de la vida
económica que impliquen la composición de intereses inicialmente
opuestos, o por lo menos no coincidentes. Dichos intereses, por el trámite
del contrato, se combinan de manera que cada cual haga su satisfacción;
de esto deriva, en el conjunto, un incremento de utilidad, de la que
participan en varias medidas cada uno de los contratantes, mientras que
indirectamente se beneficia también la sociedad.

Cabe considerar que con frecuencia los contratos pueden satisfacer


pluralidad de funciones prácticas, algunas principales y otras secundarias
o complementarias. Por ejemplo, en el leasing financiero, conviven la
función de crédito con la de garantía, o el contrato de obra, donde la
función de cambio se complementa con matices de colaboración.

• Contratos de cambio

El individuo se comporta maximizando su interés individual lo que da


origen a una lógica adversarial, a la idea de reciprocidad, onerosidad,
búsqueda del máximo beneficio; En otras palabras, los contratos de
cambio pueden subdistinguirse, según que el cambio se verifique con
sacrificio económico de ambas partes (a título oneroso) o de una sola
parte (a título gratuito). La riqueza cambiada está constituida, o por el
conjunto de las utilidades económicas que puede ofrecer un bien
(propiedad) o por utilidades singulares (derechos de goce)

-Dentro de esta función de cambio deben distinguirse diferentes


categorías aunque todas ellas tienen en común la circulación de bienes en
sentido amplio:

a) Transferencia de la titularidad de cosas: se incluyen los contratos de


compraventa, permuta, suministro, donación, etc.
b) Transferencia de la titularidad de derechos: quedan comprendidos la
cesión de derechos, de derechos hereditarios, de créditos, de deudas, de
posición contractual.

c) Transferencia del uso y goce: en los contratos abarcados por esta


categoría lo que se transmite a cambio de un precio es el uso y goce. Esto
ocurre en la locación de cosas, el arrendamiento rural, el leasing
operativo.

• Contratos de colaboración

El individuo se comporta tomando en cuenta el interés del otro


contratante. Se trata de una conducta cooperativa, que actúa en base a la
confianza y da lugar a vínculos de colaboración gestoria o asociativa de
larga duración.

Los contratos de colaboración gestoria tienen por finalidad el encargo de


actos jurídicos o materiales, es decir, el titular del interés delega en otro
la realización de los mismos.

a) En el primer caso, el contrato paradigmático es el mandato, pero


también pueden incluirse el fideicomiso de administración, el contrato de
ahorro previo con fines determinados, el corretaje, la comisión, la agencia,
la concesión y la franquicia.

b) En el segundo caso, en el cual se encomienda la realización de actos


materiales, pueden englobarse el contrato de obra, de servicios, de
servicios profesionales, de transporte, de edición, sobre derechos
intelectuales, informáticos, de publicidad y de turismo, entre muchos
otros.

c) Por otro lado, los denominados contratos de colaboración asociativa


son aquellos en los que dos o más partes contratan para obtener una
finalidad común.

• Contratos de garantía

Tienen como función económica social brindar seguridades respecto del


cumplimiento de otro contrato. Según la doctrina italiana, la función
específica de garantía constituye "la ampliación del poder de agresión del
acreedor, a fin de que le sea posible obtener, prescindiendo de la
condición de solvencia o no del deudor principal, la plena y exacta
satisfacción de su derecho de crédito".

Dentro de esta categoría se encuentra la fianza en todas sus especies —


simple, solidaria y principal pagador—, el fideicomiso en garantía, el
leasing back, el factoring con finalidad de garantía, la garantía a primera
demanda y el aval.

• Contratos de crédito o financiamiento

La finalidad social de estos contratos es el aprovechamiento económico


del dinero. La función de crédito es complementaria de la función de
cambio, así como la de garantía es complementaria de las otras dos. Hay
cambio porque hay crédito, y hay crédito en la medida que haya buenos
instrumentos de garantía.

• Contratos de custodia

En los contratos con finalidad de custodia hay una cosa ajena que se
entrega para su guarda o conservación. Tanto el depósito en todas sus
especies, como el contrato de caja de seguridad y el de garaje tienen una
función económica social de custodia, ya que su objeto consiste en la
operación económica de dar para custodiar. La obligación de guarda, en su
acepción más simple, implica conservar una cosa en el mismo estado físico
en que fue entregada. Esto significa, no sólo evitar la sustracción física de
la cosa, sino también preservar su valor de cambio y destino económico.

• Contratos de recreación

Son contratos que tienen por finalidad el esparcimiento o el


entretenimiento. Dentro de esta clase, pueden considerarse abarcados
los contratos de juego y apuesta, de destreza física, prode, rifa y el
contrato de espectáculo público; En tal sentido, los contratos de juego y
apuesta hoy se suelen utilizar como contratos accesorios de otros
contratos (compraventa, locación, mutuo, etc.) para movilizar el consumo
y como tal, se han constituido en un medio legítimo para favorecer el
intercambio y crear riqueza y fuentes de trabajo.
• Contratos de previsión

Están destinados a la prevención de riesgos o a minimizarlos. Pueden


considerarse comprendidos en esta categoría el contrato de renta vitalicia,
el contrato de seguro, el contrato de medicina prepaga. El riesgo consiste
en la posibilidad que se produzca un evento incierto capaz de provocar
una necesidad. No es imprescindible que el evento efectivamente
ocasione la necesidad aludida, sino simplemente que sea capaz de
producirla, es decir, que exista la posibilidad razonable de que acontezca
un suceso que origine esa necesidad. La cobertura del riesgo contra la
posibilidad de que surja esta necesidad tiene importantes consecuencias
económicas. La celebración de contratos para cubrir determinado riesgo
satisface, aparte de una eventual necesidad futura, una necesidad actual,
cual es la previsibilidad y certeza de la aminoración o compensación
económica del daño.

- según su utilidad económica social, debe tenerse presente que puede


ocurrir que un mismo contrato pueda formar parte de varias categorías.
Así por ejemplo, el contrato de ahorro previo para fines determinados
constituye un contrato de colaboración, pero también tiene una función
muy marcada de financiamiento.

• Interés práctico de la clasificación

Indagar sobre la finalidad económica social de un contrato resulta


fundamental para su interpretación, calificación y eventualmente para su
integración.

-Para coadyuvar con dicha búsqueda el art. 1065 del CCyCN establece que
cuando el significado de las palabras interpretadas no es suficiente, se
debe tomar en consideración — entre otras pautas— la naturaleza y
finalidad del contrato.

-Asimismo, los contratos conexos deben ser interpretados los unos por
medio de los otros, atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del
grupo de contratos, su función económica y el resultado perseguido (art.
1074 CCyCN). En igual sentido, el art. 988 inc.
a) establece que no superan el denominado control de contenido aquellas
cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente, lo que
significa impedir que el contrato alcance su función económica social.

-Por último, la finalidad constituye una pauta de integración cuando se


producen vacíos contractuales.

• LA INTERPRETACIÓN, INTEGRACIÓN, CALIFICACIÓN Y PRUEBA DE


LOS CONTRATOS

El contrato, como todo acto o negocio jurídico, posee un contenido


complejo construido en base a un conjunto de normas que, a los fines de
su eficacia, deben alcanzar un adecuado funcionamiento. Para ello, es
menester interpretarlas, en ocasiones integrarlas, y, por último, aplicarlas
de manera correcta.

La interpretación puede ser definida como la actividad dirigida a


reconocer y reconstruir el significado que ha de atribuirse a formas
representativas en la órbita del orden jurídico, es una de las principales
actividades en el funcionamiento de las normas. Se consideran formas
representativas a las normas y los comportamientos. Desde esta
perspectiva tiene por finalidad escudriñar el significado que puede
atribuirse a la ley, los actos jurídicos y la costumbre, es decir, que se
interpretan normas legales, convencionales y consuetudinarias.

Implica la idea de un acto libre de la inteligencia que se desarrolla


siguiendo algunas reglas. En la judicatura, quizás sea el proceso más
personal que lleva adelante un juez.

En materia contractual, dado que la interpretación busca desentrañar


cuál ha sido la intención común de las partes, puede suceder que un
contrato sea claro, muy claro, pero no responda a lo querido por ellas; El
encargado del funcionamiento de las normas encuentra en la teoría de la
interpretación las reglas necesarias para su tarea, sin embargo, en
ocasiones, el intérprete advierte que las partes del contrato han omitido
incluir en su negocio una norma que previera determinados efectos y que,
al tiempo de su ejecución, resulta imprescindible. Frente a la "laguna",
pueden ser las mismas partes quienes acuerden con posterioridad nuevas
cláusulas integrativas de su primitivo acuerdo, o bien, en caso contrario,
que sea un tercero quien elabore la nueva norma contractual mediante la
integración, como se verá más abajo.

• La interpretación de las normas jurídicas contractuales

Actividad dirigida a desentrañar el significado de la manifestación de


voluntad común, considerada con relación al ambiente socioeconómico
dentro del cual ha sido producida y conforme al principio general de la
buena fe.

A diferencia de lo que ocurre con la interpretación de la ley, en el


contrato, la interpretación auténtica es la más frecuente, es decir,
quienes primero lo interpretan son las mismas partes y, sólo cuando no
llegan a un acuerdo, acuden a un tercero. Si frente a un conflicto
interpretativo las partes convienen respecto a una determinada
interpretación es aconsejable, especialmente si se trata de un contrato de
duración, documentarla en un "contrato de fijación". Sin embargo, la
interpretación auténtica no puede prevalecer sobre la interpretación
judicial o administrativa, porque, de lo contrario, el acuerdo
interpretativo de las partes podría ocultar actos en fraude a la ley, como
bien se ha señalado. Por lo general, la interpretación está a cargo de un
tercero, el juez, el funcionario administrativo o el tribunal arbitral y a
ellos van dirigidas, en gran medida, las reglas legales de interpretación.

• La interpretación del contrato en el marco constitucional

Al postularse una interpretación no sólo económica, sino también


constitucional, es evidente que el mero espacio semántico se expande y
se da al intérprete una posibilidad más creativa; hay que tener en cuenta
que la interpretación tiene el límite de su finalidad que, como se dijo, es
desentrañar lo querido por el autor de la norma. De modo que, cuando se
advierte tensión entre el contrato y las garantías constitucionales, hay que
entender que el encargado del funcionamiento de las normas ya no
interpreta, sino que, dejando de lado la norma, crea la norma para el
caso, es decir, integra el contrato.

• La interpretación económica del contrato


El encargado del funcionamiento de las normas contractuales no puede
prescindir del análisis económico del contrato para completar la
interpretación de un negocio contractual; Aun cuando la interpretación
económica aparezca correcta, el funcionamiento adecuado de las normas
contractuales exigen del encargado una consideración más profunda, para
lo cual, después de plantearse aquello que las partes debieron querer para
lograr un contrato eficiente, al final debe preguntarse si resulta justo,
desde la justicia conmutativa y, en algunas ocasiones, desde la justicia
distributiva.

• Reglas de interpretación. Su análisis en el marco de los artículos


1061 y siguientes del CCyCN

El esquema del CCyCN en materia de interpretación del contrato es el


siguiente:

a) Los contratos en general deben interpretarse de buena fe (art. 961).

b) Los contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales


predispuestas tienen un régimen especial (art. 987).

c) Los contratos paritarios tienen sus reglas generales de interpretación


(arts. 1061 y ss.).

d) Los conexos cuentan con una regla especial (art. 1074). e) Los contratos
de consumo poseen sus propias pautas (arts. 1094 y ss.)

• Las tres reglas esenciales para la interpretación: buena fe, confianza


y conservación del contrato

-Según el art. 961 CCyCN, la buena fe permite interpretar que las


obligaciones nacidas del contrato deben medirse con los alcances que le
hubiera dado un contratante cuidadoso y previsor; en función
interpretativa, significa que en un caso concreto el hombre cree y confía
que una declaración de voluntad surtirá sus efectos usuales, los mismos
efectos que se han producido, por lo general, en casos similares. El juez,
puesto a dirimir una controversia, debe preguntarse qué significado
hubiera atribuido a la declaración una persona honorable y correcta.
-Asimismo, se encuentra expreso en el art. 1067 CCyCN un principio básico
en materia contractual, el "principio de protección a la confianza”

-Por otra parte, se consagra el "principio de conservación del contrato".


Dice el art. 1066: "si hay duda sobre la eficacia del contrato, o de alguna
de sus cláusulas, debe interpretarse en el sentido de darles efecto. Si esto
resulta de varias interpretaciones posibles, corresponde entenderlos con
el alcance más adecuado al objeto del contrato".

• Interpretación gramatical

La interpretación del contrato tiene por finalidad conocer la intención


común de las partes. En esa búsqueda, deben emplearse las reglas
subsiguientes. Se trata de conocer la intención común de las partes vale
decir, el entendimiento efectivo, conjunto, concordante, con respecto al
contenido del acuerdo; En cuanto al elemento gramatical, en la
interpretación de la ley, tiene por objeto el análisis de las palabras que el
legislador emplea para comunicar su pensamiento, es decir, el lenguaje de
las leyes. Esa regla traspolada a la interpretación del contrato, indica que
tiene por objeto el análisis de las palabras empleadas por los contratantes
para manifestar su consentimiento, es decir, el objeto es el lenguaje del
contrato.

Las reglas legales que aluden a la interpretación gramatical en el CCyCN no


la denominan como tal, sino como interpretación "literal", "restrictiva" o
"estricta"; Las mismas son semejantes pero distintas a la vez, Según el
Diccionario de la Lengua Española, "gramatical", significa que se ajusta a
las reglas de la gramática, que es la ciencia que estudia los elementos de
una lengua y sus combinaciones. Si gramatical hace referencia a gramática
normativa, ésta es la que define los usos correctos de una lengua
mediante preceptos. "Literal" es conforme a la letra del texto, o al sentido
exacto y propio, y no lato ni figurado, de las palabras empleadas en él.
"Restrictivo", es que restringe, limita o acorta. Restringir, es ceñir,
circunscribir, reducir a menores límites. Por último, estricto, significa
estrecho, ajustado a la necesidad o a la ley y que no admite
interpretación.
La interpretación gramatical debe comprobarse en el caso concreto cómo
se emplearon los elementos de la lengua y sus combinaciones. No se
trata sólo de atender a las palabras sino a la sintaxis, analizar el sentido
de las construcciones sintácticas porque en un contrato escrito bien
redactado la sintaxis ayuda a comprender la intención común de las
partes.

El art. 1063 CCyCN no da reglas para interpretar la sintaxis, pero sí las


palabras. Dice que: "las palabras empleadas en el contrato deben
entenderse en el sentido que les da el uso general, excepto que tengan
un significado específico que surja de la ley, del acuerdo de las partes o de
los usos y prácticas del lugar de celebración conforme con los criterios
dispuestos para la integración del contrato. Se aplican iguales reglas a las
conductas, signos y expresiones no verbales con los que el consentimiento
se manifiesta".

• Interpretación lógica y sistemática

En el CCyCN este elemento interpretativo lógico está implícito en el art.


1066: "si hay duda sobre la eficacia del contrato, o de alguna de sus
cláusulas, debe interpretarse en el sentido de darles efecto....".

La interpretación sistemática tiene por objeto analizar el lazo íntimo que


une las instituciones y reglas del derecho en el seno de una vasta unidad.
En el art. 1064 CCyCN, se denomina como contextual: "las cláusulas del
contrato se interpretan las unas por medio de las otras, y atribuyéndoles
el sentido apropiado al conjunto del acto".

El contrato es una unidad que integra no sólo las manifestaciones de


voluntad materializadas en el instrumento público o privado, sino también
las circunstancias y las conductas de las partes anteriores, concomitantes
y posteriores a la celebración, es decir, hay que atender al conjunto del
acto, como indica la regla transcripta.

La interpretación sistemática es una herramienta eficaz para la


interpretación de los contratos conexos regulados en el art. 1073 CCyCN.
Está prevista en el art. 1074; Lo querido por las diversas partes que
integran el grupo de contratos conexos se infiere del análisis sistémico de
todos ellos y desde la perspectiva de la función económica del grupo,
sobre todo, de la causa final perseguida.

• Los usos y prácticas como regla de interpretación

El CCyCN no menciona la costumbre como elemento para la


interpretación, como es sabido ella requiere de dos elementos, uno
objetivo y otro subjetivo: el primero consiste en los actos que se repiten
de manera uniforme y continuada; y el otro, en la convicción de que ese
modo de actuar responde a una necesidad jurídica. Los usos, en cambio,
son meras prácticas de modos de actuar, que pueden revestir cierta
generalidad, observados por razones de conveniencia, ya sea técnica o
profesional, de modo que aparezcan como reglas de conducta en
determinados negocios.

• El principio del "favor debitoris

El art. 218, la regla de clausura: "en los casos dudosos, que no puedan
resolverse según las bases establecidas, las cláusulas ambiguas deben
interpretarse siempre en favor del deudor, o sea en el sentido de
liberación".

La regla favor debitoris es un precepto residual, que debe ser entendido


en el sentido de protección de la parte más débil en un contrato. II. En
caso de que en el contrato no exista una parte notoriamente más débil, la
interpretación debe favorecer la mayor equivalencia de las
contraprestaciones. III. La regla favor debitoris no se aplica a las
obligaciones que tienen su origen en un hecho ilícito.

• Criterios clasificatorios de las reglas de interpretación

Depende en gran medida la concepción que se tenga del contrato para dar
prevalencia a unas u otras reglas. En el CCyCN se han incluido las dos
categorías pero, en relación con otros ordenamientos, se advierte una
mayor valorización de las reglas objetivas por la inclusión de principios
generales, como la buena fe, la confianza y la conservación del contrato,
que constituyen parámetros objetivos.

• INTEGRACIÓN DEL CONTRATO


"integrar" es completar un todo con las partes que faltaban, hacer que
alguien o algo pase a formar parte de un todo.

La integración del contrato supone que tiene carencias y consiste en


completarlo, mediante la construcción de sus efectos, cuando ellos no
fueron previstos por las partes o cuando lo hayan sido, pero deben ser
soslayados porque resultan notoriamente injustos.

• Casos en que debe emplearse la integración

La diferencia entre interpretar e integrar se advierte con claridad cuando


se analizan las normas contractuales que se involucran en esos procesos.
Como se ha visto, en la interpretación, existe primero la norma
interpretada y, luego, nace la norma interpretativa. En cambio, en la
integración, no hay una primera norma, bien porque nunca existió (laguna
histórica), o porque la que existió fue descartada (laguna axiológica),
existe sólo la norma integradora creada a fin de cubrir la laguna
contractual. De modo que dicha norma integradora debe ser fiel al
pensamiento de quien la elabora que, por lo general, será un tercero, juez
o árbitro, aunque podrían ser las propias partes, si lograran ponerse de
acuerdo para integrar su contrato.

• Procedimiento para la integración. Autointegración y


heterointegración

Habiendo admitido que la integración supone una laguna que debe


colmarse, cabe ahora determinar el procedimiento que debe llevarse a
cabo a tal fin. La norma contractual puede integrarse, de igual modo que
la norma legal, por dos grandes vías: por autointegración o por
heterointegración.

En la "autointegración" se elabora una norma que se deduce del propio


ordenamiento contractual. Este procedimiento es menos frecuente. Ello
puede ocurrir, por ejemplo, cuando se anula una condición negocial
general, pero la laguna puede completarse con otras cláusulas del mismo
contrato. En la "heterointegración", en cambio, se recurre a otras fuentes.
En este caso, las reglas legales son imprescindibles, porque el encargado
del funcionamiento de las normas necesita una referencia acerca del
modo de proceder.

-El CCyCN dispone en el art. 964, que incluye entre las disposiciones
generales de los contratos, el procedimiento para la heterointegración:
"el contenido del contrato se integra con: a. las normas indisponibles, que
se aplican en sustitución de las cláusulas incompatibles con ellas; b. las
normas supletorias; c. los usos y prácticas del lugar de celebración, en
cuanto sean aplicables porque hayan sido declarados obligatorios por las
partes o porque sean ampliamente conocidos y regularmente observados
en el ámbito en que se celebra el contrato, excepto que su aplicación sea
irrazonable".

En el ordenamiento argentino, para la heterointegración de los contratos


nominados, siguiendo la norma indicada más arriba, debe recurrirse:

a) Las normas indisponibles, que se aplican en sustitución de las cláusulas


incompatibles con ellas. Prevalece, como corresponde, la norma
imperativa.

b) Las normas supletorias. Cuando se recurre a las normas supletorias,


hay que tener en cuenta que ellas resultan de aplicación al programa de
conducta, siempre que las partes no hayan establecido apartarse de dicha
regulación.

c) Los usos y prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables


porque hayan sido declarados obligatorios por las partes o porque sean
ampliamente conocidos y regularmente observados en el ámbito en que
se celebra el contrato, excepto que su aplicación sea irrazonable.

• CALIFICACIÓN DEL CONTRATO

Calificar el contrato es el procedimiento por el cual se le atribuye su


naturaleza jurídica, mediante el análisis de sus elementos y caracteres.
Significa subsumirlo en el tipo contractual que corresponda, una vez
calificado como contrato nominado o bien determinar su pertenencia a
una tipología innominada. La calificación es imprescindible para subsumir
el contrato en su tipo y aplicarle la regulación legal que corresponda. Si
se determina que se trata de un contrato nominado, se aplicarán las
normas pertinentes, si fuera necesario integrar el contenido contractual.
Si resulta que debe ser calificado de innominado, se procederá en caso
necesario según lo establece el art. 970 CCyCN.

• Proceso de calificación

Las encargadas de calificar el contrato son las partes, las que al momento
de la celebración manifiestan su acuerdo acerca del tipo negocial que
pretenden perfeccionar. No obstante, esa calificación es revisable por la
autoridad judicial o administrativa, pues una calificación incorrecta puede
encubrir simulación o fraude que debe ser desbaratado. De modo que la
calificación que prevalece es la que dispone la autoridad judicial o
administrativa.

Para calificar, es necesario examinar atentamente los elementos


esenciales particulares del contrato y los del tipo que se pretende
atribuirle. Por ejemplo, si las partes califican su contrato como
compraventa, es necesario que una de ellas se obligue a transferir el
dominio de una cosa y la otra a pagar un precio cierto, en dinero.

Interpretación, calificación e integración son etapas del funcionamiento


de las normas contractuales.

• PRUEBA DE LOS CONTRATOS

La prueba es la actividad procesal, realizada con el auxilio de los medios


previstos o autorizados por la ley, y encaminada a crear la convicción
judicial acerca de la existencia o inexistencia de los hechos afirmados por
las partes en sus alegaciones; la actividad probatoria es esencial, en el
caso en que el negocio contractual entre en crisis, y sea necesario
defenderse en juicio acreditando conductas y relaciones habidas desde su
perfeccionamiento, ejecución, interpretación o extinción. En especial, la
prueba está íntimamente vinculada a la interpretación del contrato.

Los "medios de prueba" son instrumentos reservados a la actividad del


juez, de las partes o de terceros, para ser empleados en el proceso, a fin
de aportar las fuentes de la prueba. Son operaciones que permiten
proporcionar un dato demostrativo de la existencia o inexistencia de uno
o más hechos en el proceso.
-Las "fuentes de la prueba", que no deben confundirse con los medios,
son las siguientes: a) El hecho mediante el cual el juez deduce el hecho
objeto de prueba. b) El propio hecho objeto de prueba, en ciertos casos. c)
Las personas o cosas que, con independencia de la existencia de un
proceso, representan el hecho que será objeto de prueba o el hecho del
cual el juez deducirá el hecho a probar, en un proceso determinado.

La expresión "modos de prueba", refiere a los actos procesales mediante


los cuales los medios de prueba son incorporados, y empleados en un
determinado proceso, refiere al procedimiento para llevar adelante la
prueba en juicio.

-Los contratos pueden ser probados por todos los medios aptos para
llegar a una razonable convicción según las reglas de la sana crítica,...
excepto disposición legal que establezca un medio especial..." (art. 1019).
La norma adopta un criterio significativo, darle al juez una regla para la
valoración de la prueba.

-El art. 1020, tiene como título: "prueba de los contratos formales". Sin
embargo, bajo ese título no refiere a los contratos formales regulados en
el art. 969, sino a "los contratos en los cuales la formalidad es requerida a
los fines probatorios..."Los contratos formales (con forma impuesta bajo
sanción de nulidad, o con forma impuesta para la eficacia), se prueban con
la forma exigida por la ley.

UNIDAD 6: El contrato como fuente de obligaciones: su eficacia e


ineficacia

1. 1. La eficacia obligatoria del contrato. Concepto. Fundamento. Su


regulación en el CCCN. 2. 2. La eficacia relativa del contrato: Parte
contractual: concepto legal (art. 1023). Representación y contrato. El
autocontrato: régimen legal. Efectos del contrato respecto de
terceros. Estipulación a favor de terceros. Concepto y régimen legal.
Contratación a nombre de tercero sin autorización. Efectos. Promesa
del hecho de tercero, Concepto. Comparación con la estipulación a
favor de terceros. Responsabilidad del promitente. El contrato por
persona a designar y el contrato por cuenta de quien corresponda. El
subcontrato. 3. 3. La conexidad contractual. Efectos de los contratos
conexos entre sí y respecto de los terceros. Régimen legal.
Consideración de los arts. 1073 y ss.

• INTRODUCCION

Predicar la eficacia de un contrato supone que el mismo alcanza los


efectos perseguidos por las partes; en tanto que reconocer su ineficacia,
implica aceptar que los mismos no pueden alcanzarse.

La eficacia se encuentra gobernada por ciertos principios y reglas propias.


Entre los primeros, sobresalen la "eficacia vinculante", que da cuenta de
la "obligatoriedad" del contrato, y la "eficacia relativa", que refiere a sus
proyecciones subjetivas y que hoy tensiona con la "conexidad
contractual". Entre las segundas, aparecen el auto-contrato; la
estipulación a favor de terceros; la contratación a nombre de tercero sin
autorización; la promesa del hecho de tercero; el contrato por persona a
designar; por cuenta de quien corresponda y el subcontrato.

En cambio, la ineficacia exige la consideración de sus diferentes especies


—nulidad, rescisión bilateral, rescisión unilateral, revocación y
resolución— y causales.

• EFICACIA VINCULANTE DEL CONTRATO


• El principio de obligatoriedad del contrato. Evolución. Antecedentes
comparados y experiencia nacional

El carácter obligatorio del contrato se constituye en un principio


fundamental del Derecho contractual, que interactúa y dialoga con el de
buena fe: Se refiere que los contratos nacen siendo obligatorios para las
partes, y este efecto vinculante hace alusión que en caso de modificación
del contrato, debe nacer del acuerdo entre las partes.

"los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de


propiedad del contratante" (art. 965).

• La fuerza obligatoria del contrato en el CCyCN


La evolución expuesta explica que el art. 959 CCyCN afirme que "todo
contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su
contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes
o en los supuestos en que la ley lo prevé".

Su hermenéutica permite colegir que:

a) La fórmula prescinde de una afirmación rigurosa, a punto tal que


suprime la equivalencia con la fuerza obligatoria de la ley.

b) Acepta que el contrato pueda ser extinguido o modificado, no sólo por


acuerdo de partes, sino también en los diferentes supuestos en que la ley
lo prevé.

c) En sentido concordante, el art. 960 CCyCN, sostiene que "los jueces no


tienen facultades para modificar las estipulaciones de los contratos,
excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o
de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público". Se
explicitan así, facultades judiciales, aún para intervenir oficiosamente.

• Fundamentos de la obligatoriedad del contrato

Podría decirse que el fundamento de la obligatoriedad del contrato reside


en la fuerza que le da la ley. En la actualidad, sin embargo, prevalecen
posturas de mayor apertura, que hacen que tal explicación resulte
insuficiente, más aún cuando al propio contrato se lo concibe como un
complejo integrado de las dimensiones normológica, sociológica y
axiológica.

En la actualidad prevalece una mirada sincrética, que sin desconocer el


valor legal del principio, no desdeña el fundamento moral o religioso que
impone honrar la palabra empeñada; el económico o utilitarista que
observa la significación que adquiere el cumplimiento del contrato en el
ámbito del mercado; y el valorativo, que reconoce en la obligatoriedad del
contrato el sentido de la justicia conmutativa, emergente de la
equivalencia de las prestaciones; de la justicia distributiva que se expresa
en la función social y ambiental del contrato, y en la búsqueda última de la
personalización de los contratantes y de una mejor organización social.
• EFICACIA RELATIVA DEL CONTRATO

Históricamente el efecto relativo se ha expresado mediante la locución


latina extraída del Digesto "Res inter alios acta vel pudicata, alteri nec
prodest, nec nocet" (La cosa hecha o juzgada entre unos no aprovecha ni
perjudica a terceros). Con ella, se alude a que no puede resultar de un
contrato realizado por dos partes, una obligación o un derecho para
terceros.

-Vincula solo a las partes

El principio encuentra sustento en la autonomía de la voluntad, toda vez


que no se concibe que dos personas puedan, por su solo consentimiento,
convertir a otra en acreedor o deudor.

Puede afirmarse que los terceros tienen un deber de abstenerse y no


interferir en el contenido de lo acordado por las partes, en la medida que
no los grave o perjudique, lo que guarda una estrecha vinculación con el
principio "alterum non laedere" recogido en el art. 1716 CCyCN, por
cuanto, aunque los terceros no están llamados a cumplir el contrato, sí
tienen el deber de respetarlo, no dañándolo injustamente.

-a fin de entender correctamente los alcances del principio de eficacia


relativa es necesario recurrir a mayores precisiones. Así, ha existido
tradicional consenso en el Derecho comparado, en cuanto a la necesidad
de distinguir entre los efectos directos e indirectos del contrato.

a) Los efectos directos dan cuenta del plan de prestaciones que emergen
del propio negocio, que deben observarse a fin de satisfacer los intereses
comprometidos, y que lógicamente, se proyectan sobre las partes, salvo
disposición legal que autorice su extensión a terceros; esto último sucede
con la estipulación a favor de tercero, como luego se verá.

b) los efectos indirectos conciernen a situaciones creadas o modificadas


por el contrato, que se irradian sobre los terceros. Genéricamente se
habla de efectos reflejos, por cuanto se presupone que todo negocio
jurídico se inserta de manera inevitable en un entramado de actos,
respecto de los cuales es difícil reconocer que no tenga alguna incidencia.
Con un mayor ajuste, se los menciona para describir las repercusiones de
un contrato sobre terceros, produciendo efectos ulteriores o de segundo
grado.

• El concepto de parte. Supuestos comprendidos

El art. 1023 CCyCN afirma que "se considera parte del contrato a quien:

a) lo otorga a nombre propio, aunque lo haga en interés ajeno;

b) es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés;

c) Manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un


corredor o por un agente sin representación".

La parte contractual podrá ser:

a) El propio interesado, quien actúa "a nombre y por cuenta propia" en la


celebración del contrato. Ello surge implícitamente, o mediante una
interpretación "a contrario", del inc. a) del art. 1023 CCyCN.

b) El contratante que obra "a nombre propio" aunque lo haga por


"cuenta de otro". Si bien aquí no se verifica la identificación entre parte y
titular del interés, se juzga que quien actúa a nombre propio debe asumir
los efectos del contrato por ser quien se presentó como tal frente al
cocontratante.

c) El representado que se vale de un representante para perfeccionar un


contrato. Uno de los aciertos metodológicos del CCyCN, es regular
especialmente, y en oportunidad de los actos jurídicos, a la figura de la
representación. Allí se dice que "los actos jurídicos entre vivos pueden ser
celebrados por medio de representante, excepto en los casos en que la
ley exige que sean otorgados por el titular del derecho" (art. 358, primer
párrafo), y que "los actos celebrados por el representante en nombre del
representado y en los límites de las facultades conferidas por la ley o por
el acto de apoderamiento, producen efecto directamente para el
representado" (art. 359).

-En consecuencia, cuando el inc. b) del art. 1023 señala que parte del
contrato es el representado y no el representante, no hace más que
aplicar al ámbito contractual la solución general antes referida.
d) A quien emite su voluntad contractual por medio de agentes y
corredores. Ambas situaciones se excluyen del ámbito de la
representación. Los primeros, se obligan a promover negocios por cuenta
de otro denominado preponente o empresario, de manera estable,
continuada e independiente (art. 1479). Los segundos, intermedian en la
negociación y conclusión de negocios, sin tener relación de dependencia o
representación con ninguna de las partes (art. 1345).

• El sucesor universal. Caracterización. Su actuación habitual como


parte del contrato

El art. 1024 señala que "los efectos del contrato se extienden, activa y
pasivamente, a los sucesores universales...". Desde un punto de visto
metodológico, parece preciso el tratamiento particular de este grupo de
sujetos, toda vez que, aunque a priori son parte, por excepción pueden ser
ajenos al contrato, asumiendo el rol de terceros. La transmisibilidad del rol
de parte a los sucesores universales no es absoluta. Ella no ocurre cuando
las obligaciones que de él nacen son inherentes a la persona; la
transmisión es incompatible con la naturaleza de la obligación; o está
prohibida por una cláusula del contrato o la ley.

-Convergen para ello una pluralidad de argumentos dogmáticos:

• El art. 400 CCyCN, afirma que "sucesor universal es el que recibe todo o
una parte indivisa del patrimonio de otro"; y la primera parte del art. 2278
señala que "se denomina heredero a la persona a quien se transmite la
universalidad o una parte indivisa de la herencia".

• El emplazamiento del art. 400 CCyCN en el Libro Primero, impide la


absoluta asimilación entre sucesor universal y heredero, lo que reviste
importancia en orden a la figura del sucesor universal por contrato, cuyas
expresiones más salientes se dan en materia de transferencia de fondo de
comercio (art. 1°ley 11.867) y en la cesión de herencia. Así, en la
tipificación de este último contrato, el CCyCN afirma que "el cesionario
adquiere los mismos derechos que le correspondían al cedente en la
herencia. Asimismo, tiene derecho de participar en el valor íntegro de los
bienes que se gravaron después de la apertura de la sucesión y antes de la
cesión, y en el de los que en el mismo período se consumieron o
enajenaron, con excepción de los frutos percibidos" (art. 2304).

Finalmente, es menester distinguir la transmisión de la calidad de parte a


los herederos y a los sucesores universales entre vivos:

Para el primer supuesto, el art. 2277 CCyCN dispone que "[l]a muerte real
o presunta de una persona causa la apertura de su sucesión y la
transmisión de su herencia a las personas llamadas a sucederle por el
testamento o por la ley". La responsabilidad que resulta de la transmisión
se limita al patrimonio recibido, habida cuenta que el art. 2317 establece
que "el heredero queda obligado por las deudas y legados de la sucesión
sólo hasta la concurrencia del valor de los bienes hereditarios recibidos.
En caso de pluralidad de herederos, éstos responden con la masa
hereditaria indivisa".

Para el segundo caso, rigen, por el contrario, sus reglas especiales. Así, por
ejemplo, en la transferencia del fondo de comercio, aunque el adquirente
no asume —a priori— las deudas del enajenante, el art. 11 dice que "[l]as
omisiones o transgresiones a lo establecido en esta ley, harán
responsables solidariamente al comprador, vendedor, martillero o
escribano que las hubieran cometido, por el importe de los créditos que
resulten impagos, como consecuencia de aquéllas y hasta el monto del
precio de lo vendido".

• Parte plúrima

Cada parte contratante puede estar integrada de modo simple o plural. La


plurisubjetividad presenta problemas en orden al ejercicio y ejecución de
los derechos y obligaciones del contrato. Al respecto, la última parte del
art. 1027 CCyCN dispone que "si la prestación es a favor de varios
interesados, puede suspenderse la parte debida a cada uno hasta la
ejecución completa de la contraprestación". De igual manera, la segunda
parte del inc. a), art. 1078 CCyCN, relativa a la extinción unilateral del
contrato dispone que "la comunicación debe ser dirigida por todos los
sujetos que integran una parte contra todos los sujetos que integran la
otra".
• Circulación del rol de parte

Puede ser voluntaria o verificarse por ministerio de la ley. Son


expresiones de la primera, el contrato por persona a designar (art. 1029
CCyCN), el contrato por cuenta de quien corresponda (art. 1030 CCyCN), y
la cesión de posición contractual (art. 1636 CCyCN). Por su parte,
constituye un ejemplo de transmisión operada por imperio de la ley, la
constituida a favor de quien habite el inmueble locado y acredite haber
recibido del locatario ostensible trato familiar durante el año previo al
abandono o fallecimiento (art. 1190 CCyCN).

• El contrato y los terceros

En el art. 1022 CCyCN, dice que "el contrato no hace surgir obligaciones a
cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer
recaer sobre las partes obligaciones que éstas no han convenido, excepto
disposición legal"

El art. 1022 no clasifica a los terceros. Sin embargo, del mismo pueden
inferirse dos especies bien definidas, a saber: los terceros desinteresados
penitus extranei y los terceros interesados. El criterio diferencia entre
aquellos terceros que tienen una posición ajena al contrato, de los otros
que presentan una actitud expectante frente al mismo, sea activa o
pasivamente, por el interés concreto que ostentan.

Los terceros ajenos o desinteresados resultan alcanzados por el efecto


indirecto por el cual deben respetar el acuerdo arribado entre las partes,
en la medida de su conocimiento. Ello supone, como ya se sostuviera
supra, admitir la idea de la oponibilidad del contrato con sustento en el
principio alterum non laedere, art. 1716 CCyCN, y con los límites del
perjuicio a los terceros.

-En algunos casos los terceros pueden inmiscuirse, o bien sufrir los
efectos del contrato, en virtud de existir un interés jurídicamente
protegido. En la primera situación, cabe comprender a los acreedores de
las partes legitimados por la acción directa (arts. 736 CCyCN y ss.),
subrogatoria (art. 739 CCyCN), de simulación (arts. 333 CCyCN y ss.) y de
fraude (art. 338 CCyCN). Igualmente sucede con los beneficiarios en una
estipulación a favor de terceros (art. 1027 CCyCN). En la segunda hipótesis
están los sucesores singulares que se encuentran gravados por los efectos
que resultan de las obligaciones vinculadas al bien adquirido. Así, puede
inferirse de la regla de la transmisibilidad, consagrada en el art. 400 CCyCN
en materia de actos jurídicos.

Supuestos de mayor complejidad se verifican con relación a la


contratación a nombre de tercero (art. 1025 CCyCN) y a la promesa del
hecho ajeno (art. 1026 CCyCN).

El art. 1022 CCyCN expresa de tal modo, la ajenidad que el contrato tiene
para los terceros. Pese a ello, deja abierto el juego de excepciones legales.

• La incorporación de terceros al contrato

Dentro del Capítulo de "efectos", el CCyCN también disciplina a los


diferentes supuestos de incorporación de terceros al contrato, como la
contratación a nombre de tercero, la estipulación a favor de tercero y la
promesa del hecho ajeno.

Se añaden en esta Sección normas relativas al contrato por persona a


designar y al contrato por cuenta de quien corresponda, que constituyen
modalidades de contratación cuya función práctica propende también a la
inclusión de terceros al contrato.

• Contrato a nombre de tercero

El art. 1025 dispone que "quien contrata a nombre de un tercero sólo lo


obliga si ejerce su representación. A falta de representación suficiente el
contrato es ineficaz. La ratificación expresa o tácita del tercero suple la
falta de representación; la ejecución implica ratificación tácita". De allí
resulta que nadie puede obligar a otro sin tener una representación
convencional suficiente.

La figura del "contrato a nombre de tercero" se explica a partir de la


noción de legitimación, puesto que sólo quien se encuentra legitimado
para obrar puede contratar a nombre de un tercero. La legitimación que
supone el art. 1025 CCyCN no es otra que la que deviene de la
representación voluntaria (art. 362 CCyCN), dado que la representación
legal admite otros mecanismos de protección del representado.

Quien carece de legitimación para actuar por otro, no obliga a éste, y el


contrato así celebrado es ineficaz, constriñendo al falso procurador a
reparar los daños ocasionados al co-contratante. El párrafo segundo del
art. 1025 establece que "a falta de representación suficiente el contrato es
ineficaz"

Entre las especies de ineficacia reguladas por el CCyCN, cabe situarla


dentro del campo de la nulidad relativa (art. 386, segundo párrafo),
puesto que la ley la impone en protección del interés del perjudicado por
el obrar del falso procurador.

No puede predicarse la inoponibilidad del negocio concertado, desde que


quien contrata con el falso procurador confía estar haciéndolo con el
supuesto representado, de modo que no podría jamás predicarse la
validez de dicho negocio (art. 396 CCyCN). La nulidad obligará a resarcir
los daños y perjuicios a quien obra sin representación, o excediéndose de
la oportunamente extendida. Rigen las reglas generales (art. 1708 y ss.), y
la particular que exige no frustrar las tratativas contractuales (art. 991)

En consonancia con el art. 388, se admite que "la ratificación expresa o


tácita del tercero suple la falta de representación" y que "la ejecución
implica ratificación tácita".

• Promesa del hecho de tercero

La "promesa del hecho de tercero", supone asumir una obligación de


hacer a cargo del obligado, cuyo contenido puede ser moldeado con
diferentes alcances dentro del ejercicio de la autonomía de la voluntad de
los contratantes. El art. 1026 CCyCN dispone que "quien promete el hecho
de un tercero queda obligado a hacer lo razonablemente necesario para
que el tercero acepte la promesa. Si ha garantizado que la promesa sea
aceptada, queda obligado a obtenerla y responde personalmente en caso
de negativa"

Promesa de hecho ajeno" o "contrato a cargo de tercero". El CCyCN alude


con mayor propiedad a "promesa del hecho de tercero", lo que supone
que alguien se obliga frente a otro prometiendo el hecho ajeno, mediante
la asunción de una típica obligación de hacer, para cuyo contenido y
efectos, además del pacto, resultarán de aplicación lo dispuesto en los
arts. 773 y ss. CCyCN.

Al respecto, la segunda parte del art. 1026 CCyCN dice textualmente que si
el promitente "...ha garantizado que la promesa sea aceptada, queda
obligado a obtenerla y responde personalmente en caso de negativa".
Cuando el legislador afirma que el promitente "responde personalmente"
debe entenderse en el sentido de asumir las consecuencias de la
frustración, como luego se verá.

Las variantes tipológicas que asume la figura tienen consecuencias


jurídicas a la hora de determinar la responsabilidad del promitente. Quien
sólo promete el hecho del tercero, se obliga a concretar las diligencias
exigibles conforme al negocio, y no será responsable si adecua su
actividad a las mismas. En cambio, quien promete el resultado de la
aceptación del tercero, genera una expectativa adicional, cuya violación
habrá de hacerlo responsable con independencia de su obrar diligente,
resultando de aplicación lo dispuesto en el art. 1723 en cuanto establece
que "cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido por
las partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado,
su responsabilidad es objetiva". En ambas hipótesis, la eventual
responsabilidad sólo compromete el interés de confianza derivado de la
frustración del negocio.

- La negligencia imputable al obligado o el hecho de no conseguir la


ratificación del tercero, importan en concreto un fracaso del contrato
esperado, y en esos términos cabrá conceder la indemnización, siempre
presidida por el principio de reparación plena (art. 1740). En cambio, en la
garantía de cumplimiento, la responsabilidad —sin dudas objetiva—
apunta a colocar al acreedor en la situación de acceder a la prestación
prometida o su equivalente.

Finalmente, la aceptación del tercero lo hace responsable de la ejecución


de su prestación y produce efectos liberatorios para el obligado, salvo que
éste hubiera asumido la garantía de cumplimiento, hipótesis que, como
hemos visto supra, parece estar fuera de la promesa del hecho de tercero.

• Estipulación a favor de tercero

El CCyCN regula a la "estipulación a favor de tercero" mediante normas


generales (arts. 1027 y 1028 CCyCN) —certeramente ubicadas en la teoría
general del contrato—, y otras especiales, que importan aplicaciones
concretas de la misma, entre las que se destacan las promesas de
donación hechas a favor de una fundación (art. 198 CCyCN); las
donaciones con cargo (art. 1562 CCyCN); la renta vitalicia (arts. 1600,
1603, 1604 y 1605 CCyCN); y el contrato de fideicomiso (art. 1666 y 1671
CCyCN).

• Naturaleza jurídica del beneficio creado a favor del tercero

El primer párrafo del art. 1027 CCyCN establece que "si el contrato
contiene una estipulación a favor de un tercero beneficiario, determinado
o determinable, el promitente le confiere los derechos o facultades
resultantes de lo que ha convenido con el estipulante". Del mismo, surge
que las partes del contrato son el estipulante y el promitente, este último,
obligado frente al tercero beneficiario, en los términos del referido
negocio.

-El tercero aceptante obtiene directamente los derechos y las facultades


resultantes de la estipulación a su favor". La solución reconoce
expresamente la "teoría del beneficio directo" según la cual el derecho
del tercero se adquiere por efecto de la propia estipulación.

• Efectos de la estipulación entre las partes contratantes

El contrato que une al estipulante con el promitente puede presentar la


más variada naturaleza. Así, el mecanismo estipulatorio puede nacer de
un contrato de donación, cesión, fideicomiso, renta vitalicia, sin que ello
implique negar otras posibilidades, como las surgidas de leyes especiales
(contrato de seguro de vida) o de la propia autonomía de la voluntad (en
un contrato innominado).
Lo que interesa es detenerse en las consecuencias del contrato con
relación a la ejecución del beneficio creado. En este aspecto el CCyCN se
ocupa definir las facultades con las que cuenta el estipulante. Así, el
segundo párrafo del art. 1028 dispone que "el estipulante puede: a) exigir
al promitente el cumplimiento de la prestación, sea a favor del tercer
beneficiario aceptante, sea a su favor si el tercero no la aceptó o el
estipulante la revocó; b) resolver el contrato en caso de incumplimiento,
sin perjuicio de los derechos del tercero beneficiario".

Aunque el régimen vigente no explicita las acciones o defensas del


promitente para con el estipulante, se encuentran a su favor las reglas
generales, y las particulares de la relación contractual perfeccionada.

• Efectos de la estipulación frente al tercero beneficiario

El tercero que debe estar determinado o ser determinable en el contrato,


cuenta con un derecho a su favor, que nace del acuerdo entre estipulante
y promitente. Sin perjuicio de ello, el beneficiario tiene la facultad de
rechazar o aceptar la ventaja creada a su favor. El rechazo autoriza al
estipulante a reclamar la prestación que debía cumplirse al tercero (art.
1028 inc. a]), salvo pacto en contrario.

La aceptación, que no está sujeta a formalidad alguna, debe ser recepticia,


esto es, dirigida a una persona determinada.

La manifestación del tercero de aceptar el beneficio, no implica cambio


alguno del contenido prestacional convenido por los contratantes,
aunque sí importa consolidar el derecho adquirido. Luego de la
aceptación, el beneficiario puede ejercer, de manera directa, la ejecución
de la prestación prometida, para lo cual dispone de todos los medios
legales para ello. El legitimado pasivo es el promitente. El primer párrafo
del art. 1027 afirma que"...el promitente le confiere al beneficiario los
derechos o facultades resultantes de lo que ha convenido con el
estipulante". Frente a la pretensión del beneficiario, "el promitente puede
oponer al tercero las defensas derivadas del contrato básico y las
fundadas en otras relaciones con él".
Cabe preguntarse si el estipulante puede quedar obligado frente al
tercero. No hay duda que así será cuando se hubiera previsto mediante
cláusula especial. Del mismo modo, podría suceder si ello se infiere
tácitamente de la buena fe y de otras circunstancias del caso.

• Revocación e intransmisibilidad del beneficio

El art. 1027 CCyCN mantiene la solución del CCiv. En cuanto a la facultad


de revocación del beneficio por el estipulante. Ésta se encuentra sujeta a
la caducidad resultante de la recepción de la aceptación del tercero. No
basta la mera aceptación, sino que es necesario, su recepción en el
domicilio del interesado en la revocación, el estipulante.

-El art. 1027 CCyCN plantea que las facultades del tercero beneficiario de
aceptar la estipulación, y de prevalerse de ella luego de haberla aceptado,
no se transmiten a sus herederos, excepto que haya cláusula expresa que
lo autorice. La solución guarda coherencia con el carácter excepcional
asignado a la figura.

• Contrato por persona a designar

El art. 1029 CCyCN disciplina al "contrato por persona a designar", que


constituye una modalidad contractual frecuente en el ámbito inmobiliario.

No constituye un tipo contractual, sino un modo de concertación del


contrato. Se pacta como cláusula especial del mismo. Generalmente ello
ocurre en el contrato de compraventa. En el Derecho comparado se la
conoce como cláusula "por persona a designar".

Es una modalidad a la que puede recurrirse, salvo que el contrato no


pueda "...ser celebrado por medio de representante, o la determinación
de los sujetos [resulte] indispensable" (art. 1029 CCyCN, primer párrafo).

La incorporación del pacto produce diferentes efectos, a saber:

a) Mientras se encuentre pendiente la designación, el contrato


proyecta sus efectos entre las partes (art. 1029, último párrafo,
CCyCN). La fórmula empleada no le acuerda al negocio carácter
condicional, aunque así podría pactarse (art. 343 CCyCN). El sentido
del texto no es otro que reconocer que, durante ese tiempo, los
derechos que puedan ejercerse de tal contrato, alcancen a quienes
lo perfeccionaron.
b) La designación deberá concretarse en el plazo estipulado, o en su
defecto, dentro de los quince días desde su celebración. El
vencimiento del mismo produce la caducidad del derecho de
designar (art. 2566 CCyCN). La nominación, por el contrario,
impedirá tal efecto.
c) Para lograr el propósito buscado por el designante, esto es que su
intermediación sea exitosa concluyendo en su liberación, es
menester que el tercero acepte el nombramiento, y que la
aceptación sea comunicada, tempestivamente, a la parte que no
hizo la reserva. La comunicación debe revestir la misma forma del
contrato celebrado (art. 1017 CCyCN)
d) La designación ajustada en tiempo, forma y contenido, implica la
asunción de la posición contractual por parte del designado, con
efectos retroactivos a la fecha del contrato. No se trata, por tanto,
de un caso de cesión de posición contractual (art. 1636), sino de
sustitución del rol originariamente asumido por una de ellas.

• Contrato por cuenta de quien corresponda

El "contrato por cuenta de quien corresponda" —regulado en el art. 1030


CCyCN— supone que una de las partes lo celebra a nombre propio, pero
por cuenta de otro, que no se indica o individualiza al tiempo del
perfeccionamiento, quedando su determinación sujeta a hechos
posteriores al contrato. Coherente con lo dispuesto en el art. 1023, quien
así actúa, asume el rol de parte, pese a no ser el titular del interés
regulado.

-El acaecimiento del hecho considerado en el contrato como


desencadenante de los efectos pactados, tendrá por cumplida a la
condición suspensiva prevista (art. 348 CCyCN), y en tal caso, el tercero
asumirá la posición contractual, con todas sus implicancias prácticas.

• El subcontrato
En el art. 1069 se lo define diciendo que: "El subcontrato es un nuevo
contrato mediante el cual el subcontratante crea a favor del
subcontratado una nueva posición contractual derivada de la que aquél
tiene en el contrato principal".

A su vez, dicho concepto legal contiene también las notas principales que
lo caracterizan, a saber:

a) Constituye un nuevo contrato, derivado del principal del cual depende,


razón por la cual tiene su misma naturaleza jurídica (locación de cosas);

b) Vincula al subcontratante con el subcontratado, siendo el otro


contratante originario ajeno al subcontrato, aunque interesado en él.

c) Puede ser total o parcial (art. 1070).

De ello resultan efectos relevantes. Así, la preexistencia del contrato


originario condiciona al contrato derivado, lo que hace que este último no
pueda tener contenido más amplio que aquél, debiendo expresar el
mismo objeto. Como se ha dicho con acierto, los derechos y obligaciones
pueden ser modificados cuantitativamente, más no cualitativamente. Lo
propio acontece con la comunicabilidad de las causas de extinción del
contrato base al subcontrato. De mayor significación aún, resulta el
reconocimiento de acciones directas recíprocas que tienen a su favor el
subcontratado y la parte que no ha celebrado el subcontrato.

• Ámbito de aplicación. La regla general en materia de


subcontratación

El art. 1070 CCyCN dispone que el subcontrato exige la presencia de


"prestaciones pendientes" de ejecución. Es decir que la figura requiere
que el contrato base no se encuentre agotada al tiempo de celebración
del contrato derivado. La existencia de un tiempo o duración para el
cumplimiento de las prestaciones del contrato base, supone admitir al
subcontrato en los contratos de ejecución inmediata, siempre que sean
de cumplimiento continuado o de tracto sucesivo, como también en los
contratos de ejecución diferida, instantáneos, o de tracto continuado,
dado que en todos esos casos se reconocen prestaciones pendientes de
ejecución al tiempo de celebración del subcontrato. Sólo quedan
excluidos los contratos de ejecución inmediata e instantánea.

-Esa regla cede en supuestos de excepción. Así ocurre cuando se trata de


obligaciones que requieren prestaciones personales. El carácter intuitu
personae implica que el co-contratante es insustituible en la ejecución del
contrato, lo que torna improcedente el subcontrato. Esta modalidad
tampoco se admite cuando las partes expresamente lo hubieran previsto
mediante pacto o cláusula contractual, o cuando resulte de una norma
supletoria del ordenamiento.

• CONEXIDAD CONTRACTUAL

Presenta una particular significación en la contratación contemporánea,


tanto la que vincula a empresas entre sí, cuanto a empresas con
consumidores.

• Descripción del fenómeno

En la realidad social, la conexidad se expresa a través de diferentes


manifestaciones. Entre ellas, es de interés distinguir a las "redes" de las
"cadenas de contratos"

Las primeras, conforman una relación donde los negocios vinculados se


celebran con cierta simultaneidad y en atención a una comunidad causal
que los anima. Puede ocurrir que todos los vínculos contractuales
converjan en un solo sujeto que los una o ligue, como sucede en el ámbito
de los contratos de colaboración empresaria (agencia, concesión,
franquicia, shopping center, etc.), en los cuales la organización y control
del funcionamiento del sistema queda a cargo de un solo sujeto
(comitente, concedente, franquiciante, administrador del shopping
center, etc.), quien a tales fines se vale de una pluralidad de contratos de
idéntica naturaleza y contenido. En otros casos, la red exhibe la
dependencia de un negocio a otro, como ocurre en la subcontratación y
en algunos negocios de garantía (fianza).

Las segundas enlazan a diferentes contratos que se disponen


sucesivamente para facilitar la circulación de bienes o servicios en el
mercado. Estas cadenas de negocios, se examinan desde la óptica externa
de sus destinatarios, los consumidores. La vinculación funcional existente
en los contratos conexos, se reconoce prioritariamente por la causa final,
y en menor medida por el objeto.

• La regulación de la conexidad contractual en el CCyCN

La enorme diversidad de situaciones que la conexidad contractual puede


presentar, así como la variedad de efectos que, según los casos, se derivan
de ella, dan cuenta de una categoría heterogénea, que presenta una falsa
imagen unitaria. Como ya se adelantó, los supuestos que
conceptualmente se le fueron incluyendo son tan dispares que conducen
a sostener que la heterogeneidad es uno de sus rasgos distintivos.

Éste es el sentido que inspira a las tres normas integradas al Capítulo 12


de los "Contratos en general", referidas a la definición del supuesto de
hecho (art. 1073 CCyCN), a las implicancias que la conexidad presenta en
materia de interpretación del contrato (art. 1074 CCyCN), excepción de
incumplimiento (art. 1075 CCyCN, primer párrafo) y extinción por
frustración del fin (art. 1075 CCyCN).

• Concepto legal

Del art. 1073 CCyCN, en cuanto expresa que "hay conexidad cuando dos o
más contratos autónomos se hallan vinculados entre sí por una finalidad
jurídica económica común previamente establecida, de modo que uno de
ellos ha sido determinante del otro para el logro del resultado perseguido.
Esta finalidad puede ser establecida por la ley, expresamente pactada, o
derivada de la interpretación, conforme con lo que se dispone en el
artículo 1074"

Ej. de contratos conexos supra-contractual: contrato de compraventa de


auto→ contrato mutuo o financiero para pagar el vehículo→por ultimo
otro contrato de seguro para el automóvil. (No elegí ninguna empresa, la
elección fue espontanea); todos los contratos son independientes, pero
con una finalidad económica común, si alguna se ve frustrada (que no me
hayan entregado el vehículo) y una de ellas era relevantes, puedo lograr la
nulidad de la vinculación/conexibidad de los contratos; por ende, me
desobligo de cumplir con los demás contratos (pagar el seguro y pedir el
préstamo bancario)

Ej. Leasing es un contrato conexo de la ley, al igual que la tarjeta de


crédito.

-Hay un 3ro, que se encuentra afectado o beneficiado por el contrato de


las partes; a eso refiere la conexibidad por terceros.

El propuesto concepto legal puede extraerse las siguientes notas


caracterizantes, a saber:

a) Debe existir una pluralidad de contratos autónomos. La autonomía


está pensada desde la perspectiva de la autosuficiencia estructural
de cada uno de los contratos conexos, más allá de la necesaria
interdependencia entre ellos. Con un propósito claramente
aperturista, el legislador no ha querido explicitar si debe tratarse de
negocios celebrados por las mismas partes o partes diferentes, lo
que autoriza a admitirlo en ambas situaciones. Obviamente, es en el
último de los supuestos, en donde la conexidad cobra su verdadera
intensidad, puesto que tratándose de las mismas partes cabe hablar
más propiamente de contratos complejos.
b) Tiene que mediar conexidad relevante. La misma se aprecia a
partir de la existencia de una finalidad económica común, que
encontrará en la causa fin su principal sustento, más aún cuando el
CCyCN ha receptado los horizontes de la corriente neocausalista
sincrética o dualista (arts. 281 y 1012).
c) Sus fuentes generadoras pueden ser:
• La autonomía de la voluntad, conectando contratos
independientes y entramando sus efectos. Aquí tendrá especial
relevancia la hermenéutica de las cláusulas de coligación o
conexión, que impondrán al intérprete la difícil labor de
desentrañar el auténtico sentido y alcance de ellas, en el contexto
que proporciona la operación global concertada. Para dicha
interpretación no podrá prescindirse de la categoría contractual
respectiva al contrato negociado, por adhesión o de consumo.
• La ley. Existen varios ejemplos de ello. Así, en materia de leasing,
tarjetas de crédito, y el propio régimen de defensa del consumidor,
que expresa el registro legislativo con mayores avances en el tema
aquí considerado, al igual que ocurre en el Derecho comparado;
• Finalmente, la coligación fáctica se presenta cuando los negocios
han quedado relacionados en la realidad social; en principio, ello no
producirá efectos jurídicos, salvo que pueda reconocerse un
supuesto de conexión o coligación relevante a partir de una
correcta interpretación de la operación concertada.

• Efectos de la conexidad contractual

La conexidad contractual puede engendrar diferentes consecuencias,


yendo desde un simple aligeramiento de formalidades, hasta la creación
de nuevas obligaciones. Asimismo, puede justificar la producción de
efectos que ninguno de los contratos vinculados habría podido producir
aisladamente.

Se destaca que la comunidad de materia y propósitos que subyacen en las


diferentes formas de vinculación, objeto y causa final, obligan a
interpretar que, quien participa de uno de los negocios singulares, no
siempre debe ser considerado como tercero extraño en las restantes
relaciones conexas; de allí que genera tensiones, como a continuación se
verá, el reconocimiento de efectos directos, esto es, del propio plan de
prestaciones emergentes del contrato.

• Interpretación contextual de los contratos conexos

El art. 1074 CCyCN explicita que "los contratos conexos deben ser
interpretados los unos por medio de los otros, atribuyéndoles el sentido
apropiado que surge del grupo de contratos, su función económica, y el
resultado perseguido".

Cuando los contratos conexos se sitúen dentro del marco de una relación
de consumo, el contrato que une al consumidor con el sistema o grupo,
deberá ser interpretado considerando las reglas hermenéuticas propias
de los contratos de consumo (art. 1095 y art. 37ley 24.240), que mandan a
interpretar a "favor del consumidor"; y en caso de duda, por la liberación
de sus obligaciones. Del mismo modo, si los vínculos han sido formados
por adhesión a cláusulas generales predispuestas, cabe también la
aplicación de las reglas propias, de naturaleza esencialmente objetiva.

• EXCEPCION DE INCUMPLIMIENTO

Es aplicable en todos los contratos conexo, demostrando el


incumplimiento de los demás contratos, para yo estar legitimado para
incumplir mi parte del contrato, al estar frustrado el fin de los demás
contratos vinculados. “EXCEPCION DE INCUMPLIMIENTO CONTRACTUAL”

• ACCION DIRECTA

No deja de ser de interpretación restrictiva, cuando hablamos de


conexibidad, podemos hablar de acción directa, de manera tal que se
pueda demostrar la finalidad economía que vincula a las partes.

• Suspensión del contrato y conexidad contractual

El CCyCN regula a la suspensión del contrato, como un género dentro de


la cual se explican sus diferentes variantes, tales como la excepción de
incumplimiento, la excepción de caducidad y la paralización derivada de la
previsibilidad del incumplimiento de la contraparte. En el ámbito
específico de la conexidad contractual, se dispone que "según las
circunstancias, probada la conexidad, un contratante puede oponer las
excepciones de incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la
inejecución de obligaciones ajenas a su contrato" (art. 1075, primer
párrafo). La posibilidad de oponer a una de las partes la "exceptio non
adimpleti contractus", o su variante, la "exceptio non rite adimpleti
contractus", fundada en el incumplimiento de las obligaciones impuestas
a otro contratante en un negocio distinto, pero vinculado a aquel en el
que es parte quien reclama, es aceptada pacíficamente en el Derecho
comparado, en especial en las operaciones de crédito con fines de
consumo.

Para su operatividad, la primera parte del art. 1075 CCyCN, reenvía a las
"circunstancias" del caso, esto es, al conjunto de extremos que
acompañan a cada operación jurídica global o grupo de contratos —
expresión ésta a la que alude el art. 1074—. Ellas aportarán los matices
que justifiquen su procedencia, sin perjuicio de los recaudos generales de
la figura, que exigen el incumplimiento grave del actor, la buena fe de
quien la invoca, y la ausencia de ofrecimiento idóneo de cumplimiento, en
el contexto de los principios de buena fe y abuso del derecho (art. 9, y 10).
Entre tales "circunstancias", será de interés ponderar si son contratos
paritarios, por adhesión o de consumo; la naturaleza que presentan; las
calidades personales de los contratantes en cada uno de los contratos
coligados; el contexto económico general que acompaña a la celebración
de los mismos; entre otras.

• Cláusulas abusivas y situaciones jurídicas conexas

El art. 1120 CCyCN da cuenta de otro importante efecto, en cuanto incluye


a la denominada "situación jurídica abusiva", que se configura cuando
existe predisposición de una pluralidad de actos jurídicos conexos que
persiguen en su conjunto provocar un desequilibro significativo en los
derechos y obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor.
Adviértase que el abuso se configura a través de la predisposición de una
operación jurídica conexa, integrada por una pluralidad de actos jurídicos,
contractuales y no contractuales.

• Ineficacia y conexidad. El caso de la frustración del fin del contrato

Se afirma que, a priori, la nulidad de uno de los vínculos de la red no


habrá de expandirse hacia los restantes, salvo que el vicio recaiga sobre
uno de los elementos esenciales vinculados.

El art. 1075 CCyCN, dice que "atendiendo al principio de conservación, la


misma regla se aplica cuando la extinción de uno de los contratos
produce la frustración de la finalidad económica común". De su
concordancia con lo dispuesto en el art. 1090, para que ella opere en los
contratos conexos se exigen los siguientes presupuestos: existencia de
contratos válidos, autónomos aunque vinculados; producción de un
acontecimiento de carácter extraordinario, sobreviniente, ajeno a la
voluntad de las partes, que supere el riesgo asumido por la que se ve
afectada, y que incida sobre la finalidad económica común de los
contratos vinculados, de manera que malogre el motivo que impulsó a
contratar. Excepcionalmente se acepta en los casos de frustración
temporaria, cuando ella impida el cumplimiento oportuno de una
prestación esencial.

• Conexidad y prueba

Al abordar a la excepción de incumplimiento contractual en el marco de la


conexidad (art. 1075, párrafo primero), el CCyCN alude expresamente al
tema de la prueba, en cuanto exige su acreditación como presupuesto de
procedencia de la figura. La fórmula completa principia de este modo
"según las circunstancias, probada la conexidad...".

Ese entendimiento requiere de algunas consideraciones complementarias:


a) Se reconoce sólo para la suspensión del contrato, lo que puede generar
dudas en orden a saber si cuadra aplicarla frente a otros efectos de la
conexidad.

b) El mandato legal debe armonizarse con las soluciones especiales


consagradas en materia probatoria, que puedan conceder ventajas al que
ejerce tal derecho. Piénsese en las relaciones de consumo, para las cuales
el art. 53, párrafo tercero de la LDC establece que "los proveedores
deberán aportar al proceso todos los elementos de prueba que obren en
su poder, conforme a las características del bien o servicio, prestando la
colaboración necesaria para el esclarecimiento de la cuestión debatida en
el juicio".

• EXTINCIÓN Y ADECUACIÓN DEL CONTRATO


• Ineficacia del contrato. Especies. Relaciones con la extinción

Se afirmó que la ineficacia representa la contrapartida de la eficacia, esto


es, la falta de producción de consecuencias jurídicas del contrato, al
menos de aquellas que podían razonablemente esperarse.

Se reconocen las siguientes, a saber:

a) Ineficacia estructural u originaria; se predica respecto de un contrato


que tiene un defecto o vicio en su estructura al tiempo de su formación,
por lo cual la sanción que sufre se remonta a ese momento. El art. 382
CCyCN alude en tal caso a la "nulidad", supuesto que se expresa en
diferentes variantes, entre las que se encuentran la nulidad absoluta y
relativa (art. 386 CCyCN); la nulidad total y parcial (art. 389 CCyCN). De
este modo, la noción amplia de ineficacia abarca la invalidez.

b) Ineficacia sobrevenida o funcional; aquí el contrato regularmente


perfeccionado se ve privado de efectos con posterioridad a su celebración
habida cuenta que sus consecuencias —por alguna razón valedera— no
pueden ser consolidadas por el Derecho. A ella responden la rescisión
bilateral (art. 1076 CCyCN), y las causales de extinción por declaración de
una de las partes (art. 1077 CCyCN). Se principia de la premisa de un
contrato correctamente formado en su estructura, luego impactado por
un supuesto de hecho o suceso que el ordenamiento valora a los fines de
privarlo de eficacia.

c) Ineficacia absoluta; comprende el caso en el cual el contrato no produce


efectos para nadie, alcanzando a las partes y a los terceros. Es lo que
habitualmente sucede con la nulidad.

d) Ineficacia relativa; se proyecta de modo asimétrico para diferentes


grupos de personas o intereses, terceros al contrato celebrado. Produce
efectos para unos y no para otros. Allí cabe situar a la inoponibilidad, en
cualquiera de sus manifestaciones — positiva o negativa—, regulada por
los arts. 382, 396 y 397 CCyCN. Por todo lo dicho, la ineficacia es una
categoría amplia, que alcanza a supuestos que no siempre producen la
extinción del contrato.

• Categorías generales de extinción del contrato

Al ser el contrato una especie dentro del género acto jurídico se le aplican
las causales de extinción que el CCyCN establece respecto de la ineficacia
en razón de su nulidad (arts. 382 y ss.).

Los arts. 1076 y 1077, respectivamente dicen "el contrato puede ser
extinguido por rescisión bilateral. Esta extinción, excepto estipulación en
contrario, sólo produce efectos para el futuro y no afecta derechos de
terceros", y "el contrato puede ser extinguido total o parcialmente por la
declaración de una de las partes, mediante rescisión unilateral,
revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le
atribuyen esa facultad".
• Nulidad del contrato

Constituye una especie de ineficacia estructural u originaria, se configura


a partir de la existencia de un defecto que recae al tiempo de su
formación sobre los elementos esenciales del contrato, consentimiento,
objeto y causa, o respecto de los presupuestos del consentimiento,
capacidad y forma.

• Clases de nulidad

El CCYC distingue a la nulidad en absoluta y relativa (art. 386), de


conformidad con la naturaleza del interés protegido, por cuanto la nulidad
del acto es absoluta por haberse transgredido al orden público, la moral y
las buenas costumbres; en tanto que es relativa cuando la sanción deriva
de la protección a un interés de ciertas personas. Pese a ello, el distingo
no debe extremarse, desde que, en la nulidad absoluta está protegido
inmediatamente el interés público o general, y de modo mediato el
interés privado; y en la nulidad relativa, el interés inmediatamente
protegido es el privado, y mediatamente el general.

También hace lo propio con la nulidad total y parcial (art. 389). Supone
admitir que la nulidad puede proyectarse sobre todo el acto (nulidad
total), o sobre una o varias de sus disposiciones (nulidad parcial). En
materia contractual, es frecuente que la nulidad parcial provenga de un
mandato legal el caso de cláusulas abusivas (art. 988 CCyCN) o supresión o
disminución de la responsabilidad por saneamiento (art. 1038 CCyCN).

• Efectos de la nulidad

Entre sus principales efectos, se admite que:

a) La nulidad tiene efectos retroactivos, y consiguientes obligaciones


restitutorias, las que son gobernadas por reglas específicas (art. 390
CCyCN).

b) Los contratos pasibles de nulidad dan lugar a la reparación de los daños


y perjuicios (art. 391 CCyCN), de modo que la parte perjudicada queda
legitimada para ello, en la medida en que se verifiquen sus presupuestos
de procedencia. En el régimen anterior, era objeto de particular interés el
debate sobre la naturaleza jurídica de tal acción, lo que ahora no ocurre
como consecuencia de la unificación de la responsabilidad civil (art. 1716
CCyCN).

c) Se preserva la protección de los subadquirentes de buena fe y a título


oneroso de bienes registrables, salvo que el acto se haya realizado sin la
intervención del titular del derecho (art. 392 CCyCN).

d) Se admite la conversión del acto pasible de nulidad, si el mismo reúne


los requisitos de forma y sustancia de otro acto, y las partes hubieran
querido a éste de haber previsto la nulidad (art. 384).

• Rescisión bilateral

Se funda en el consentimiento de las partes contratantes; la autonomía


privada (art. 958) lleva implícita la posibilidad de deshacer el acuerdo
arribado, mediante el pertinente distracto. Produce sus efectos para el
futuro, lo que implica que no habrá de afectar derechos de terceros. Y
actúa en el ámbito de contratos no agotados por cumplimiento, en los que
existan efectos pendientes, en los contratos de ejecución diferida o de
duración, de ejecución continuada o de tracto sucesivo.

• Rescisión unilateral, revocación y resolución. Diferencias

Rescisión unilateral como causal extintiva del contrato, de fuente


convencional o legal, ejercida por una de las partes, y que no requiere
expresión de causa. Dentro de la categoría de la rescisión unilateral caben
las denuncias del contrato admitidas legalmente en los casos de extinción
anticipada en la locación de cosas.

La revocación se produce por imperio de la manifestación de voluntad de


aquella parte en cuyo favor el legislador la consagró, para ser invocada, en
ocasiones, de modo discrecional, y en otros casos, frente a ciertas causas
determinadas. Ella se predica respecto del mandato (art. 1329 CCyCN, inc
c] y 1331); del comodato (art. 1541 CCyCN, inc. c]); de las donaciones
(arts. 1569, 1570, 1571, 1572 y 1573 CCyCN), y del fideicomiso (art. 1697
CCyCN, inc. b]). Se admite además, la revocación fuera del campo de los
contratos para los negocios jurídicos unilaterales, como el poder (art. 380
CCyCN, inc. C.
La resolución es ejercida por uno solo de los contratantes, quien invoca
una cláusula del contrato o una causa legal. La resolución se reconoce en
la condición resolutoria (art. 343 CCyCN); la responsabilidad por
saneamiento (art. 1039 CCyCN, inc. c]); la responsabilidad por evicción
(art. 1049 CCyCN); los vicios ocultos (art. 1056 CCyCN).

- Se destaca que la rescisión unilateral y la revocación son tratadas como


vicisitudes que producen sus efectos hacia el futuro —ex nunc— (art.
1079 CCyCN, inc. a]), dejando subsistentes las prestaciones ya cumplidas.
Por el contrario, a la resolución se la considera como un supuesto
extintivo con vocación retroactiva al tiempo de la celebración del contrato
—ex tunc— (art. 1079 CCyCN, inc. b]), sin perjuicio de los derechos
adquiridos a título oneroso por terceros de buena fe.

• Reglas comunes que gobiernan la extinción por declaración de una


de las partes

Los ejes principales de dicha regulación conciernen a los siguientes temas:

a) Vías extrajudiciales y judiciales para ejercer la extinción por declaración


unilateral. A los efectos de lograr la extinción unilateral del contrato, se
exige que medie una comunicación a la otra parte (art. 1078 CCyCN, inc. a]
primera parte), de lo que resulta su carácter recepticio.

b) Extinción por declaración unilateral y parte plúrima. Habiendo parte


plúrima o plurisubjetiva, se exige que la manifestación sea emitida por
"todos los sujetos que integran una parte contra todos los sujetos que
integran la otra" (art. 1078 CCyCN, inc. a]). La solución es concordante con
lo dispuesto para la suspensión del contrato.

c) Momento en el cual opera la extinción por declaración unilateral. Si la


extinción es ejercida extrajudicialmente, su anoticiamiento o
comunicación bastará, en principio —y salvo norma de excepción—, para
producir la extinción de pleno derecho (art. 1078 CCyCN, inc. f], primera
parte). En cambio, los efectos de la sentencia que declare la extinción
serán retroactivos a la fecha de la notificación de la demanda, por imperio
de la relevancia que se concede a la comunicación.
d) Articulación entre las acciones por cumplimiento y extinción por
declaración unilateral de una de las partes. El inc. e) del art. 1078 CCyCN
establece que la parte cumplidora puede optar entre exigir el
cumplimiento, con el daño moratorio correspondiente, o pretender la
extinción del contrato.

e) Extinción e imposibilidad de restituir

f) Ultraactividad de ciertos efectos del contrato extinguido por


declaración unilateral; lo que supone que quedan "...subsistentes las
estipulaciones referidas a las restituciones, a la reparación de daños, a la
solución de las controversias y a cualquiera otra que regule los derechos y
obligaciones de las partes tras la extinción" (art. 1078 CCyCN, inc. h])

-La restitución en la extinción por declaración unilateral

El art. 1080 CCyCN establece que la extinción por declaración unilateral


puede importar, según las circunstancias, la restitución de las prestaciones
recibidas por el contrato. En tal caso, ésta debe ser recíproca y simultánea
(art. 1081 CCyCN, inc. a]). Aunque el fenómeno presenta mayor
complejidad e intensidad en la resolución, por el efecto retroactivo que en
principio la caracteriza, ello no empece a reconocer la obligación
restitutoria en las restantes vicisitudes unilaterales extintivas; es que,
aunque los efectos cumplidos hasta allí queden firmes, igualmente será
necesario esclarecer las implicancias de la restitución de los bienes que
hubieran sido entregados en ocasión del contrato, y que en virtud de su
propia naturaleza deban ser devueltos.

- La irretroactividad aplicable a los contratos bilaterales de ejecución


diferida o continuada

Aunque la resolución tiene retroactividad, en ocasiones, puede ceder. Así


ocurre en los contratos bilaterales, siempre que se den ciertos
presupuestos. El inc. b) del art. 1081 CCyCN dispone que "...las
prestaciones cumplidas quedan firmes y producen sus efectos en cuanto
resulten equivalentes, si son divisibles y han sido recibidas sin reserva
respecto del efecto cancelatorio de la obligación".
Por tanto, las prestaciones ejecutadas en el marco de un contrato bilateral
serán entendidas como definitivas si se trata de:

a) Contratos de ejecución continuada o periódica, en los cuales al


momento de la extinción "...se hubiesen cumplido recíprocamente
prestaciones correlativas que se encuentran consumidas a ese
momento".

b) Contratos de ejecución única, si pese a que el contrato debía


ejecutarse de modo íntegro, el acreedor recibió pagos parciales sin
reserva; allí, lo cumplido no quedará afectado por la extinción, si
concierne también a prestaciones divisibles y equivalentes.

• Frustración del fin del contrato

La tipificación es completa y suficiente, puesto que recepta sus dos


especies o variantes posibles, la frustración de la finalidad definitiva y la
temporaria. La primera de ellas es entendida como un supuesto de
extinción del contrato. A la segunda, se aplican las reglas de la suspensión
del cumplimiento (art. 1031 CCyCN); sólo por excepción se admite la
resolución "si se impide el cumplimiento oportuno de una obligación cuyo
tiempo de ejecución es esencial" (art. 1090 in fine).

La doctrina argentina requirió para la admisión de la frustración definitiva


de la finalidad, la concurrencia de los siguientes extremos:

a) La existencia de un contrato válido; gratuito u oneroso - conmutativo o


aleatorio; de ejecución diferida o continuada.

b) La ocurrencia de un acontecimiento anormal; sobreviniente; ajeno a la


voluntad de las partes; que no hubiera sido provocado por ninguna de
ellas.

c) Que incidiera sobre el contrato, de manera que malograra el motivo


que impulsó a contratar, al punto que desapareciera el interés o utilidad
de su subsistencia.

La frustración definitiva de la finalidad constituye una causal de


resolución, que habrá de tener —a priori— efectos retroactivos por
imperio de lo dispuesto en el art. 1079, inc. b]), salvo respecto de las
prestaciones cumplidas en tanto fueran divisibles y equivalentes entre sí
(art. 1081 inc. b]).

• La adecuación o renegociación del contrato

La adecuación o reajuste no sólo debe ser vista como una "acción" judicial
lo que resulta usual entre nosotros, sino antes bien, como un instrumento
que obliga a las partes a la recomposición del equilibrio contractual,
mediante un obrar de buena fe (art. 961 CCyCN), el que fracasado, deja
paso a la respuesta judicial. La negativa a renegociar, tendrá como
consecuencia la reparación de los daños ocasionados.

La petición de renegociar deberá efectuarse también de buena fe,


mediante notificación fehaciente al cocontratante, haciéndole saber el
lugar y fecha para ello, y al menos, las bases sobre las cuales se sustenta la
pretensión.

- Este procedimiento extrajudicial, también incide sobre los márgenes de


actuación del tribunal interviniente, desde que el objeto de la
renegociación, actuará como una pauta para la revisión del contrato.

Unidad VII Efectos: cumplimiento e incumplimiento del contrato

1. Medios compulsivos del cumplimiento: La seña. Concepto y clases. La


regla consagrada por el Código Civil y Comercial de la Nación. Efectos. 2.
2. Consecuencias del incumplimiento del contrato: La suspensión del
contrato. Diferentes supuestos del CCCN: arts. 1031 y ss. Fundamento y
naturaleza jurídica. Requisitos para su procedencia. Tutela resolutoria:
Cláusula resolutoria implícita y expresa. Conceptos. Mecanismos. Efectos.
Tutela resarcitoria: Obligación de reparar los daños causados (art. 730).
Previsibilidad contractual (art. 1728). Responsabilidad contractual
objetiva (art. 1723). La carga probatoria de los factores de atribución.

• LA SEÑA O ARRAS

Es la dación o entrega de una cosa mueble o de una cantidad de dinero,


realizada por uno de los cocontratantes a favor del otro, que se realiza con
la finalidad de asegurar el cumplimiento del contrato, o bien, de facultar
al arrepentimiento, queda excluida de manera indudable la posibilidad de
que el objeto sea un inmueble; La seña puede desempeñar funciones muy
disímiles según la finalidad perseguida con su entrega.

Dos especies de seña:

a) Seña confirmatoria: es aquella cuya incorporación al contrato actúa


como medio para compeler al cumplimiento y refuerza la firmeza y
seriedad del compromiso asumido por las partes. Fue la función
primitiva de este instituto en el Derecho romano, pues su entrega
era señal de la voluntad de cumplirlo y signo de su
perfeccionamiento, en especial, cuando el sólo consenso era
excepcionalmente fuente de obligaciones coercibles.
b) Seña o arras penitencial: es aquella que autoriza, a cualquiera de
las partes o a una de ellas, a arrepentirse y poner fin al contrato,
con la pérdida de lo entregado o restitución de lo recibido más otro
tanto, según el ius poenitende sea ejercitado por el tradens o por el
accipiens.

Se trata de un negocio real, habida cuenta que su configuración exige la


entrega efectiva de la cosa. Además, en orden a su naturaleza jurídica, la
seña se manifiesta como un efecto accidental del contrato cuyo
cumplimiento busca asegurar.

El CCyCN dedica dos disposiciones a la seña, los arts. 1059 y 1060, en


donde admite ambas especies de arras y regula sus efectos.

• La regla del CCyCN: carácter confirmatorio

El efecto confirmatorio de la seña, produce que si los contratantes


quisieran gozar de la facultad de arrepentirse deben convenir
expresamente esa posibilidad, para dar a la seña carácter penitencial. Así
surge del art. 1059 CCyCN cuando expresa que "la entrega de señal o arras
se interpreta como confirmatoria del acto, excepto que las partes
convengan la facultad de arrepentirse; en tal caso, quien entregó la señal
la pierde en beneficio de la otra, y quien la recibió, debe restituirla
doblada"
La presunción del carácter confirmatorio de la seña cuando las partes no
hayan convenido otro efecto, se proyecta también sobre los problemas
hermenéuticos que suscitaba la cláusula "como seña y a cuenta de
precio", pues ya no se dudará de su efecto ratificatorio.

• Los efectos de la seña

La seña confirmatoria, en tanto persigue dar firmeza al compromiso


asumido, no permite el arrepentimiento. El estudio de sus efectos exige
considerar dos situaciones: el cumplimiento o el incumplimiento del
contrato.

Cuando la señal fuese de diferente naturaleza que la prestación debida


por quien la entregó, una vez ejecutada la obligación a su cargo, deberá
restituirse la cosa dada como señal. En cambio, en caso de
incumplimiento, la parte cumplidora podrá optar entre requerir la
ejecución del contrato y la reparación del daño, o bien, accionar por
resolución del contrato más la reparación de daños, en este supuesto, sólo
podrá retener la seña para imputarla a la cuenta de la indemnización a la
que pueda tener derecho si sufrió algún detrimento.

Sobre el particular, el art. 1059, in fine, recoge la solución tradicional


conforme la cual si se arrepiente quien la entregó pierde la seña a favor
de la otra parte; mientras que en caso de desistimiento de quien la
recibió, deberá restituir lo dado más otro tanto de su valor.

Dado que el carácter penitencial de la seña no se presume, las partes, al


pactarla, podrán, en ejercicio de su autonomía, reglamentar todas
aquellas cuestiones vinculadas al ejercicio del derecho de
arrepentimiento.

Cabe puntualizar:

a) El derecho de arrepentimiento puede ser ejercitado por cualquiera de


las partes, salvo estipulación en contrario (conforme surge implícito del
art. 1059 CCyCN, última parte).
b) En lo referente al modo de exteriorización de la voluntad, el
arrepentimiento debe ser comunicado a la otra parte (conf. art. 1078
CCyCN, inc. a]), es decir, que se trata de una manifestación recepticia.

c) El derecho de arrepentimiento debe ejercitarse en tiempo oportuno.


Las partes pueden pactar el plazo dentro del cual se ejercerá, caso en el
cual puede formularse útilmente hasta su vencimiento. A falta de
previsión convencional de plazo, el arrepentimiento es viable mientras no
haya habido "principio de ejecución del contrato", entendiéndose por tal
los actos posteriores a la celebración que demuestren la voluntad de
ejecutar las obligaciones asumidas.

• CONSECUENCIAS DEL INCUMPLIMIENTO DEL CONTRATO


• La suspensión del contrato en el CCyCN. Generalidades. Diferentes
supuestos

La suspensión del cumplimiento del contrato se regula en los arts. 1031 y


1032 CCyCN, como un supuesto de ineficacia temporal, admitiendo su
procedencia ante el incumplimiento efectivo de uno de los contratantes o
ante la inminencia o peligro de incumplimiento, incluso por causas no
imputables al deudor; Es un recurso preventivo "que faculta a una parte
que conoce la imposibilidad de cumplimiento de su contraparte, a
retrasar o suspender su propio cumplimiento"

El fundamento de la suspensión del contrato se deriva del principio de la


buena fe y reside en la necesidad de atender a la preservación del nexo
de reciprocidad e interdependencia que liga a las obligaciones en los
contratos bilaterales, categoría que constituye el ámbito de aplicación de
la figura.

• La suspensión del contrato por incumplimiento total o parcial

El art. 1031 CCyCN que "en los contratos bilaterales, cuando las partes
deben cumplir simultáneamente, una de ellas puede suspender el
cumplimiento de la prestación hasta que la otra cumpla u ofrezca cumplir.
La suspensión puede ser deducida judicialmente como acción o como
excepción. Si la prestación es a favor de varios interesados, puede
suspenderse la parte debida a cada uno hasta la ejecución completa de la
contraprestación"; El texto autoriza a una parte a suspender el
cumplimiento del contrato frente al incumplimiento total o parcial de la
otra.

Algunos requisitos de procedencia de la suspensión frente al


incumplimiento total o parcial, sea que se la haga valer por vía de acción o
de excepción, se encuentran contenidos en la disposición transcripta; a
saber:

a) Existencia de un contrato bilateral, lo cual implica la presencia de


prestaciones recíprocas e interdependientes.

b) Obligaciones de cumplimiento simultáneo, que deben ser ejecutadas


mano a mano.

c) Incumplimiento de la prestación principal a cargo de la parte ante quien


se hace valer la suspensión.

El art. 1031 CCyCN señala que la suspensión "puede" ser deducida


judicialmente; por lo cual cabe afirmar que también puede plantearse por
vía extrajudicial.

En el plano de los efectos, la suspensión del contrato paraliza o difiere


temporalmente la ejecución de la prestación de uno de los contratantes
hasta tanto el incumpliente ejecute u ofrezca efectivamente cumplir. En
caso de pluralidad de interesados, la suspensión opera respecto de la
parte debida a cada uno hasta tanto se ejecute íntegramente la
contraprestación (art. 1031, in fine). Dado que se trata de una situación
temporaria, durante ese período las partes siguen sujetas a los deberes de
la buena fe y deben cooperar para superar ese estado de latencia del
vínculo contractual.

• La suspensión preventiva o anticipada del contrato

El derecho obligacional conoce diversos instrumentos de tutela preventiva


del crédito, en tanto medidas que permiten al acreedor ponerse ah
cubierto de un peligro eventual, pero probable, de insatisfacción o lesión
de su derecho.
a) Se trata de una medida de tutela anticipada porque procede sin que
medie incumplimiento, sólo existe la amenaza seria o la inminencia de su
producción.

b) El peligro de incumplimiento es resultante del "menoscabo


significativo" de la aptitud de cumplir o de la solvencia de una parte.

c) La norma no traza ninguna distinción en orden a los modos de


articulación, razón por la cual cabe entender que puede hacerse por vía de
acción o de excepción, y aún extrajudicialmente.

d) La suspensión cesa si la parte cuya aptitud de cumplimiento o solvencia


se encuentran afectadas, garantiza el cumplimiento, o bien cuando
cumpla efectivamente.

• La tutela resolutoria

La tutela resolutoria frente al incumplimiento imputable, se canaliza a


través de dos institutos: la cláusula resolutoria expresa (art. 1086) y la
cláusula resolutoria implícita (art. 1087).

Es la facultad reconocida a la parte in bonis de optar por la resolución


parcial del contrato. Al respecto, el art. 1083 CCyCN establece que "una
parte tiene la facultad de resolver total o parcialmente el contrato si la
otra parte lo incumple. Pero los derechos de declarar la resolución total o
la resolución parcial son excluyentes, por lo cual, habiendo optado por
uno de ellos, no puede ejercer luego el otro. Si el deudor ha ejecutado
una prestación parcial, el acreedor sólo puede resolver íntegramente el
contrato si no tiene ningún interés en la prestación parcial".

• La cláusula resolutoria implícita

La facultad de resolver el contrato a causa del incumplimiento imputable


de una de las partes, opera en los contratos bilaterales sin necesidad de
estipulación expresa (art. 1087), es decir, que constituye un efecto natural
de esa categoría de negocios.

El ejercicio de la facultad extintiva que confiere la cláusula resolutoria


implícita, exige la concurrencia de una serie de presupuestos, algunos de
ellos resultan del art. 1087, otros derivan del principio de la buena fe, y
pueden enunciarse como sigue:

a) Incumplimiento de la parte contra la que se pretende resolver; la


tutela resolutoria queda reservada para la inejecución de aquellas
obligaciones sustanciales del contrato; Así resulta que el
incumplimiento es esencial: si el cumplimiento estricto de la
prestación es fundamental dentro del contexto del contrato; si el
incumplimiento priva a la parte perjudicada de lo que
sustancialmente tiene derecho a esperar; En caso de mediar
incumplimiento parcial, la resolución puede proceder si la
inejecución priva en forma sustancial de lo que razonablemente la
parte tenía derecho a esperar en razón del contrato; es decir, que
también debe afectar de manera significativa el interés del
acreedor.

b) Mora del deudor. La cláusula resolutoria implícita exige un


incumplimiento imputable. La regla es la mora automática en las
obligaciones de plazo expreso (art. 886). Mediando plazo tácito, se
requiere la interpelación para constituir en mora al deudor (art.
887).

- Por excepción, existen casos donde procede la resolución del contrato


sin mora, es decir, que basta la simple demora, esto sucede cuando:

1) El deudor ha manifestado en forma indudable su voluntad de no


cumplir (supuesto tipificado como incumplimiento esencial en el art. 1084,
inc. e);

2) El cumplimiento ha devenido imposible por un hecho imputable al


deudor ( la pérdida o destrucción de la cosa por su culpa, la enajenación
de la cosa y su entrega a un tercero), o frente a un caso fortuito o fuerza
mayor que el deudor haya asumido expresamente, el art. 1733, incs. a), b)
y d), se refiere a esas situaciones.

c) Ausencia de mora de quien pretende resolver. Si bien esta exigencia


carece de previsión expresa, se impone por el principio de buena fe;
además surge implícita en el art. 1078 CCyCN, inc. c), desde que faculta la
otra parte a oponerse a la extinción si quien la articula, al tiempo de la
declaración, no ha cumplido o no está en condiciones de cumplir su
prestación.

• Mecanismos resolutorios

Puede declararse extrajudicialmente o demandarse ante un juez" (art.


1078, inc. b], primera parte). Por ende, el mecanismo o procedimiento a
seguir para lograr la extinción del vínculo contractual dependerá de la vía
escogida. Sus particularidades se explican a continuación.

- del art. 1088, la resolución extrajudicial se opera ante la "declaración"


del acreedor de su voluntad extintiva. A los fines de que esa declaración
resulte idónea para extinguir el contrato.

Deben observarse una serie de recaudos, a saber:

a) Emplazamiento de cumplimiento. Es necesario que el acreedor


requiera al deudor el cumplimiento de la prestación adeudada, de
modo de otorgarle una última posibilidad de subsanar la inejecución
y evitar la extinción del negocio.
b) Apercibimiento resolutorio. El requerimiento debe advertir al
deudor la grave consecuencia que se seguirá de persistir en su
conducta renuente; de ahí que sea necesario que el emplazamiento
a cumplir se realice "bajo apercibimiento expreso de la resolución
total o parcial del contrato".
c) Plazo. Se debe conceder al deudor un plazo, no menor de quince
días, para que cumpla. Se trata de un plazo suplementario, no de un
término de gracia pues el deudor debe responder por las
consecuencias de la mora. Dicho lapso actúa como mínimo pero
también como máximo; su inobservancia obstará a la extinción.
d) El emplazamiento es innecesario si la obligación fuere de plazo
esencial, pues la prestación se torna inútil para el acreedor; la
resolución se produce de pleno derecho al vencimiento del plazo
otorgado en el emplazamiento si dentro del mismo el deudor no
cumple. Cuando el requerimiento no es necesario, la resolución se
produce de pleno derecho desde que el deudor recibe la
comunicación de la declaración del acreedor.
- El mecanismo en la vía judicial, la demanda puede interponerse pese a
no haberse cumplido con el requerimiento previo de cumplimiento; En ese
caso, el régimen legal reconoce al accionado "... derecho de cumplir hasta
el vencimiento del plazo de emplazamiento" (art. 1078)

• La cláusula resolutoria expresa

Constituye un pacto por el cual las partes se reconocen derecho a


extinguir el contrato ante incumplimientos genéricos o específicos de la
contraparte. Se caracteriza por ser un efecto accidental del contrato, cuya
previsión puede agilizar la resolución por incumplimiento. El CCyCN la
regula en el art. 1086, al establecer que "las partes pueden pactar
expresamente que la resolución se produzca en caso de incumplimientos
genéricos o específicos debidamente identificados". La utilidad práctica de
la cláusula resolutoria expresa resulta de la posibilidad que ofrece a las
partes de convenir las reglas a las cuales se someterán ante una eventual
resolución del contrato, agilizando así su operatividad en concreto; El
pacto puede referir a aspectos diversos del ejercicio de la facultad
resolutoria. Así, es factible que sea establecido a favor de un contratante o
de ambos; también puede prever el procedimiento para resolver, como así
también cuestiones relativas a la reparación de daños.

El mecanismo extrajudicial a seguir para llegar a la resolución cuando


media cláusula resolutoria expresa, es el que hayan estipulado las partes.
A falta de previsión convencional de un procedimiento específico, rige el
mecanismo supletorio legal, esto es, que "la resolución surte efectos a
partir que la parte interesada comunica a la incumplidora en forma
fehaciente su voluntad de resolver" (art. 1086, in fine).

- La recepción de la comunicación opera la extinción del vínculo negocial


de pleno derecho. El deudor puede cumplir la prestación a su cargo, y
evitar la resolución, mientras no haya recibido la comunicación de la
declaración de voluntad extintiva, salvo que la obligación fuere de plazo
esencial.

Pese a existir cláusula resolutoria expresa, nada impide que la parte que
pretende ejercer la resolución opte por recurrir a la vía judicial.
• La tutela resarcitoria

Se presenta como uno de los remedios que el ordenamiento jurídico le


otorga al acreedor para lograr la satisfacción de su interés. Así, se
reconoce en el art. 730, inc. c), cuando dispone que la obligación da
derecho al acreedor a "obtener del deudor las indemnizaciones
correspondientes"

Afirma el art. 1716 que "la violación del deber de no dañara otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño
causado”

• Extensión del resarcimiento y previsibilidad contractual

• La responsabilidad contractual objetiva

Supone la existencia del incumplimiento de la obligación comprometida


por el deudor, es decir, media una obligación preexistente. La
determinación del factor de atribución dependerá de los alcances del
compromiso asumido por el deudor.

En otras situaciones, el deudor garantiza la satisfacción del interés del


acreedor, comprometiendo entonces un resultado (art. 774 CCyCN, inc.
c]), en estos casos el factor de atribución es objetivo.

El art. 1723 CCyCN acoge esa diferencia, y señala que "cuando de las
circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las partes, surge que
el deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es
objetiva". Es claro que el texto, para determinar el alcance de la conducta
comprometida por el deudor, remite a las circunstancias de la obligación o
a lo convenido por las partes.

• La carga probatoria de los factores de atribución

La prueba se rige por las disposiciones que emanan del art. 1734. En el
ámbito de la responsabilidad contractual, de conformidad con esos
principios, el acreedor deberá probar el incumplimiento. Cuando la
obligación del deudor fuere de medios, la prueba del incumplimiento
supone también la acreditación de la culpa.

Tratándose de obligaciones de resultado, le basta al acreedor demostrar


que no se alcanzó el resultado, y ello conlleva al factor objetivo de
atribución de responsabilidad.

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