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El desafío de la ética.

Patricia Debeljuh

Capítulo 1

Introducción a la ética filosófica

Las cuestiones de la ética atañen a cada persona de un modo íntimo. Nadie puede evitar
enfrentarse con dilemas éticos en la vida cotidiana. Tales problemas afectan a todas las personas
porque se refieren a su conducta y a su modo de relacionarse con los demás.

Frente a ciertos interrogantes éticos se advierte que la persona necesita ajustar sus acciones a
ciertos parámetros.

En este primer apartado se analiza la naturaleza de la ética. Se define qué es la ética y cuál es su
objeto de estudio, y después de considerar su método, se explica la relación de este saber con
otras ciencias.

Todos los hombres a lo largo de las generaciones se han cuestionado la presencia del bien y del
mal en el mundo. Lo han hecho siempre partiendo del análisis de las acciones humanas. En
cualquier dimensión de la vida, cabe reflexionar acerca de un modo bueno, virtuoso de
comportarse, o al revés, de una manera deshonesta y viciosa de actuar. En definitiva, desempeñar
un buen o un mal papel en cada una de las actuaciones. Permanentemente se valora la realidad. A
través de los juicios éticos se compara lo que pasa con lo que debería pasar. En última instancia,
esa cuestión del bien y del mal está íntimamente relacionada con el obrar humano. Se puede decir
que una persona es lo que es su comportamiento moral y por eso la ética resulta tan importante
que no deja indiferentes a los hombres.

La persona comenzó a plantearse estas cuestiones cuando tomó conciencia de que el ejercicio de
su acción libre no significaba simplemente una elección sobre cosas externas a ellas. Ésta es la más
inmediata y evidente dimensión de la libertad, pero no la única. Al optar sobre esta o aquella cosa,
sabe que está decidiendo sobre sí mismo, está eligiendo un tipo de persona que quiere ser. Es el
propio sujeto el que como consecuencia de sus decisiones, alcanzará la felicidad o la frustración.
Por eso, al tomar conciencia de su libertad y ejercerla, el hombre se enfrenta con la cuestión de su
responsabilidad.

Cada persona es protagonista de su propia vida y por tanto, de su existencia moral. Teniendo en
cuenta un conjunto de ideas, valores y criterios, toma determinadas decisiones y enjuicia el
comportamiento de los demás. Partiendo de este conocimiento moral espontáneo, el hombre es
capaz de investigar racionalmente los fundamentos de la moralidad de sus acciones. La ética
pretende esclarecer filosóficamente la esencia de la vida moral, con el propósito de formular
normas y criterios de juicio que puedan constituir una válida orientación en el ejercicio
responsable de la libertad personal.

La ética es la parte de la filosofía que estudia la vida moral del hombre. Se centra en una
dimensión particular dentro de la realidad humana: el comportamiento libre de la persona y por

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ende, su conducta responsable. La ética reflexiona sobre el significado último y profundo de la vida
moral y se pregunta por el fin que persigue el hombre en su vivir, para determinar a partir de esa
meta, aquellos comportamientos mediante los cuales podrá alcanzar la felicidad. De estas
consideraciones, se deduce que la ética está al servicio del hombre para ayudarlo a vivir mejor en
un sentido más humano.

El origen etimológico del término "ética" puede aclarar la naturaleza de esta ciencia. Ética es un
término muy antiguo usado con frecuencia en el mundo griego. Procede del vocablo éthos y se
traduce por ciencia de las costumbres. Lo mismo se aplica al término "moral" que deriva del latín
mos, es decir costumbre. Sin embargo, si se quiere precisar aún más la significación de la palabra
ética hay que remontarse a dos interpretaciones. En su origen se encuentran dos términos griegos
que tienen la misma raíz semántica: ethos (con épsilon) y ethos (con etha) el original parece ser
ethos que significa costumbre y se refiere a los usos y principios que rigen en una comunidad y
guían la vida de las polis. No hay que olvidarse de que se trataba de una época cultural en la que el
individuo era considerado miembro de un grupo social y en consecuencia se debía regir por
aquellos principios que favorecían la convivencia. En tal acepción, ética evoca la conducta social
más que la valoración de las acciones que se originen en la propia conciencia individual.
El término ethos (con eta) tal como lo usa Aristóteles, se refiere al carácter o modo habitual de
ser. Esta significación tiene más connotaciones individuales que sociales pues hace referencia a la
personalidad. Remite al conjunto de cualidades que distinguen a una persona en su obrar. Cuando
se habla de carácter o de modo de ser no se alude al temperamento o a la constitución
psicobiológica innata de una persona, sino a la forma de ser que ella adquiere para sí mismo a lo
largo de la, emparentada con el hábito que es bueno, si la perfecciona (virtud) o malo si la
pervierte (vicio).

Lo ético comprende las disposiciones del hombre, su carácter y sus costumbres, que constituyen
un modo propio de ser, usa forma de vida que se va adquiriendo día a día a lo largo de la
existencia. En resumen, la ética hace referencia etimológica a las costumbres y al "carácter" o
"modo de ser".

El hombre, constantemente, va construyendo su propia vida, y a través de sus acciones, está


llamado a proyectar su futuro. Por eso, la ética considera las acciones humanas en su relación con
el modo de ser que la persona adquiere a través de ellas, teniendo en cuenta el fin que se propone
alcanzar. La ética estudia la conducta humana voluntaria incluyendo todas las acciones y
omisiones sobre las cuales el ser humano ejerce un control personal porque desea y entiende esos
actos en relación con un fin que tiene en vista.

A modo de conclusión, se puede definir la ética como aquella parte de la filosofía que estudia las
acciones humanas consideradas en relación con su fin último, tratando de obtener, mediante un
método adecuado y apoyada en unos principios de validez universal, un conocimiento cierto y
asistemático de la debida ordenación de la conducta humana.

1.1- El objeto de la ética

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Cada vez que el hombre se eleva por encima de los conocimientos puramente empíricos y trata de
llegar a la causa de lo que conoce, al porqué del fenómeno, alcanza el nivel científico. Un
conocimiento de las cosas por sus causas es lo que tradicionalmente se llama ciencia. La ética es
ciencia justamente porque explica la realidad por sus causas. Es una disciplina racional que parte
de los actos humanos y los trasciende para llegar a sus principios. No se trata de emitir una
opinión acerca de lo bueno o de lo malo, sino de formular juicios sobre la bondad o maldad de
algo, pero siempre dando la causa o razón de dicho juicio. Por ejemplo, la ética no sólo manda "no
robar" sino que explica que es malo hacerlo porque es contrario a la justicia.

Toda ciencia tiene una realidad que es su objeto de estudio. Éste define cada disciplina científica,
diferenciándola de las demás y dándoles unidad a todos los conocimientos que la integran. El
ámbito de la realidad estudiado por la ética está constituido por la persona humana, considerada
no en su condición física o psicológica, sino en el ser y en la configuración buena (virtuosa) o mala
(viciosa) que se da a sí misma mediante sus acciones. De aquí se desprenderá la clásica distinción
entre objeto material y formal de todo conocimiento científico.

1.1.1- El objeto material

Se llama objeto material de una ciencia al conjunto de realidades que estudia esa disciplina. Como
ya se ha visto, la ética se ocupa de las actuaciones humanas que configuran la forma de ser de la
persona. Todo lo que el hombre hace o voluntariamente deja de hacer tiene relevancia para la
ética: es más, constituye su objeto de estudio. Por tanto, las acciones humanas son el objeto
material de la ética.

Tradicionalmente, se ha distinguido en filosofía entre actos humanos y actos del hombre. Estos
últimos son los que realiza la persona sin dominio racional voluntario sobre ellos. Se trata de
procesos sobre los que el hombre no posee dominio directo. Carecen, por tanto, de libertad del
sujeto y por ende, no tienen connotación ética.

Las acciones libres son "humanas" y en consecuencia tienen relevancia para la ética. La persona es
dueña de todo acto libre. Los actos de los cuales no es dueño el hombre no son acciones
"humanas" aunque pueda ocurrir que sean realizados por él. Libre significa con conciencia y
voluntad. La persona es dueña de un acto cuando sabe qué hizo y por qué y en esa medida puede
dar respuestas de su acción; se hace cargo de ella y de sus consecuencias. Los actos humanos son
aquellos de los que el hombre es dueño y como tal puede hacerlos de un modo u otro o bien
omitirlos. Proceden de la deliberación racional y de la voluntad; emanan de su libertad y por eso la
persona es responsable de ellos.

Lo que distingue a estos dos tipos de actos es que sean o no propios del hombre en cuanto
hombre, y esto viene dado no por el modo de obrar (es decir la manera en que la acción procede
de la persona). Sólo es humana la acción realizada libremente. Sólo son humanas las acciones de
las que el sujeto es duelo y por tanto, las que proceden de la voluntad deliberada, ya que la
persona ejerce el dominio sobre sus actos a través de la razón y de la voluntad, de las que es
propia la libertad.

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La experiencia ética del hombre está estrechamente ligada a la experiencia de su libertad que lo
sitúa ante el compromiso de construir su existencia personal mediante sus acciones. Él mismo, al
ejercer su libertad, debe ajustar sus acciones, debe elegir el tipo de persona que quiere ser. Es el
hombre que le da sentido a su propia vida, asumiéndola, pues está dotado de una libertad que le
permite decidir sobre sí mismo. Por eso, sólo a través de la conducta humana, la persona se
"conduce" a si misma hacia aquel fin que ha escogido libremente: sirviéndose de su conocimiento
de la realidad.

Las acciones humanas son fruto de la decisión de la persona. Sólo ella puede dar razón de porqué
las hizo y esto lleva inseparablemente unida una responsabilidad moral. El sujete puede responder
de aquellas acciones y sólo de aquellas que ha proyectado y organizado por sí mismo, es decir,
sólo puede responder de las acciones de las que él es verdaderamente autor, causa y principio.

1.1.2- El objeto formal

Se entiende por objeto formal de una ciencia aquel aspecto o propiedad de las realidades que
estudia, lo que directamente le interesa. La ética no se detiene en la facticidad de los actos
humanos, sino que los estudia precisamente en cuanto se ordenan al fin último que le es propio al
hombre como tal. Es este aspecto lo que constituye al objeto formal de la ética. Dicho de otro
modo, lo que configura a la ética como tal es la consideración que hace de los actos humanos en
su calidad de buenos o malos. Por esto la ética es denominada clásicamente la ciencia del bien y
del mal. La bondad o maldad de las acciones humanas se llama genéricamente moralidad. Se dice,
por tanto, que el objeto formal de la ética es la moralidad de los actos humanos.

Otras ciencias también se ocupan de las acciones humanas; la psicología, la sociología, la historia.
El propósito de estas ciencias, su objeto formal, no es el cómo debe actuar una persona, sino el
cómo actúa. No se detienen a considerar la bondad o maldad de la conducta humana. Ésta es la
óptica propia de la ética: estudia al hombre como un ser en crecimiento y en proyecto, capaz de
desarrollarse mediante las acciones, y de dar un sentido a su vida, precisando cuál debe ser esta
orientación para el mejor futuro del hombre. No importa que varios saberes se ocupen de las
acciones humanas; cada uno las analiza desde un punto de vista diferente. Por tanto, la ética
coincide con otras ciencias en su objeto material- los actos humanos- pero difiere en el aspecto
según el cual los estudia: su moralidad.

Un mismo hombre puede comportarse bien como técnico o artífice y mal precisamente como
persona. Es preciso advertir que la bondad propia de los actos humanos en tanto humanos no se
confunda con la que les conviene como entes. Esto lleva a distinguir en los actos humanos una
triple bondad - y respectivamente maldad- entitativa, técnica y moral. Al hablar de la bondad de
los actos humanos se puede hacer referencia a tres sentidos distintos:

- Bondad entitativa o natural. Aquella que todo acto humano, como cualquier ente, tiene. En este
sentido todo ente es bueno.

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- Bondad técnica: se atribuye a algún fin restringido. El acto es bueno en cuanto posee un valor
meramente técnico.

-Bondad moral: aquella que absolutamente lo conviene en tanto que acto humano. En este
sentido, el acto es bueno en sí mismo porque está ordenado al bien.

Lo que contribuye a la ética como tal es la consideración que hace de los actos humanos en su
calidad de buenos o malos, es decir, teniendo en cuenta su ordenación al bien o al mal. La ética se
interesa por la bondad o malicia que los actos humanos llevan consigo, no en cuanto poseen una
determinada entidad (bondad entitativa) ni una determinada perfección técnica (bondad técnica)
sino en cuanto poseen una perfección (bondad moral) que conviene al hombre como hombre, no
de modo parcial sino absoluto, en cuanto conduce a la persona o no a realizar su último fin.

Hecha la distinción entre objeto material y formal es conveniente precisara que la ética no se
ocupa únicamente de comprender la bondad o maldad de las acciones, sino que pretende ayudar
al hombre a que actúe moralmente bien. Esto se pone especialmente de manifiesto al analizar las
características de esta ciencia.

1.2- La ética como un saber especulativo, práctico y normativo.

Cuando se habla de la ética como la ciencia de las costumbres no significa que se limita a
consignar, ordenar y clasificar los hábitos o modos de obrar del hombre o de un grupo social
determinado. La ética va más allá de esa mera descripción de costumbres: se ocupa del bien o del
mal que están intrínsecamente unidos a toda acción humana y a la finalidad de cada existencia.

La moralidad es una realidad operable y efectiva sólo si es obrada por el hombre; por eso se dice
que es objeto de realización y no simplemente de contemplación. La ética se refiere a ella (la
moralidad) como algo que debe ser llevado a la práctica. Cuando estudia qué es el acto moral, cuál
es el fin de las acciones, qué sentido tiene la vida, hace afirmaciones teóricas pero no para
quedarse en ellas, sino para que constituyan el punto de partida para actuar según esos principios.
La ética formula y fundamenta filosóficamente juicios de valor y normas de comportamiento de
validez absoluta, con la intención de orientar el ejercicio de la libertad personal hacia el bien de las
persona humana como tal. Por lo tanto, la ética no es un saber puramente especulativo, sino que,
por razón de su objeto –que es operable, es decir, algo que el hombre ha de realizar y que la razón
a de dirigir- es también una ciencia práctica.

La ética filosófica es un saber práctico no sólo porque se refiere a las acciones, sino porque es un
conocimiento que acompaña, y dirige a la acción, orientando el recto uso de la libertad: es un
saber directivo de la conducta humana. Su principal finalidad está en la realización de esos
conocimientos.

El carácter práctico del conocimiento moral no sólo no impide una fundamentación teórica, sino
que la exige. La ética es una ciencia especulativo-práctica y no simplemente práctica. Si las normas

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éticas han de ser racionales y filosóficamente fundamentadas, han de apoyarse en la verdad
acerca del bien y del mal de la persona y de sus exigencias esenciales.

La ética es también una ciencia normativa, porque establece leyes o normas para que el hombre
sepa elegir el bien. Es el saber normativo de la actividad humana: no contempla simplemente lo
que es, sino lo que está por ser y debe ser. La ética se ocupa de lo que el hombre debe hacer para
vivir y como debe vivir para ser lo que tiene que llegar a ser, para alcanzar su fin último, aquello en
vistas de lo cual existe y hacia lo que se encamina en cada decisión libre.

Si bien no es la única ciencia que establece normas de conducta, lo hace de un modo diferente. Las
demás ciencias están en cierto modo, subordinadas a la ética porque ésta se ocupa del fin y del
valor que trascienden y juzgan todos los otros valores y los otros fines. Por ello, puede fijar normas
de contenido absoluto e incondicionado y establecer, de este modo, pautas que constituyan
puntos de referencia para las otras disciplinas. La ética es la consideración científica más ajustada
de la actividad humana. Desde la ética se ve, mejor que desde la psicología o la sociología, la
economía o la biología, la índole de dinamismo humano, de la conducta humana.

2. La ética como disciplina filosófica

Ya se ha dicho que la ética es una parte de la filosofía, porque estudia el sentido de los actos
humanos: su bondad, su relación esencial al bien. Es el momento de analizar el punto de partida
de la reflexión ética y cómo a partir de él, se llega a un conocimiento ética racional.

2.1 . El punto de partida de la reflexión ética: la experiencia moral.

La experiencia ética es una dimensión radical de la experiencia humana. La persona se enfrenta


con cuestiones morales constantemente en su propio vivir. El lenguaje está lleno de expresiones
que presuponen una valoración ética: bien, mal, justo, injusto, correcto, etc.

Como todo saber humano, la ética moral parte de la realidad, del contacto de la persona consigo
misma y de las relaciones con los demás. La existencia de la ética pertenece a esa experiencia del
hombre que encuentra en sí la razón de su propio actuar. Cada persona se siente juez de sus actos
y sabe qué fin persiguió en cada uno de ellos. En este sentido, el actuar éticamente no es algo
añadido a la acción, sino la propia existencia que la persona vive como ser libre y responsable. El
fenómeno moral, antes de ser objeto de la reflexión filosófica, es una realidad conscientemente
vivida por el hombre. Se presenta a la conciencia antes de cualquier elaboración o justificación
filosófica. Este sentido moral que califica los actos humanos es propio de todo sujeto y suele
llamarse conocimiento moral espontáneo. La ética toma esta experiencia moral, indisolublemente
unida a cada acción, como punto de partida y fuente de sus actos.

A la hora de valorar una acción, la persona cuenta con sus convicciones éticas, sus conocimientos
acerca de las virtudes, etc. Todo esto constituye la experiencia moral a partir de la cual reflexiona
la ética filosófica. Ahora bien el conocimiento espontáneo es con frecuencia, impreciso. Es
indudable que está sometido al influjo de las ideologías y del ambiente cultural. Por eso, las
condiciones históricas, sociales, educativas y filosóficas que rodean a la persona influyen en su

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apreciación a tal punto que pueden deformar el contenido y el sentido de sus acciones, pero
nunca anular por sí mismo el acto moral.

Los hechos de experiencia que constituyen el punto de partida de la ética pueden ser de dos tipos:
los de experiencia externa (hechos sensoriales), captados por la percepción sensitiva, y los de la
experiencia interna (hechos de conciencia) que son intuiciones que se imponen por sí mismas a la
razón. Estos últimos tienen gran interés para la ética. Son verdades más generales e
inmediatamente intuibles: “hay que evitar el mal y hacer el bien”. La intuición de estas verdades
se impone a la conciencia como un hecho de experiencia interna. Tales verdades son fruto de un
conocimiento habitual, es decir, se poseen por el hábito de los primeros principios morales,
llamado comúnmente sindéresis.

La sindéresis es una propiedad del espíritu y consiste en conocer de manera evidente los primeros
principios del obrar. Es importante señalar que estas convicciones morales básicas no son innatas,
sino adquiridas por medio de la experiencia.

Todo lo que el hombre conoce de modo natural lo aprende por medio de la experiencia sensible. A
través de ella descubre cuál es el sentido de las verdades éticas elementales.

Una vez más queda patente la influencia que tiene la educación en la formación de la conciencia
moral.

2.2. El método compositivo.

La inteligencia procede de dos modos para la elaboración del conocimiento científico: por
inducción y por deducción. En la inducción se pasa de lo particular a lo universal, de los casos
particulares a un principio o ley universal. Se llega a conocer una verdad después de repetidas
experiencias de realidades evidentes. En la deducción se parte de un principio o ley para explicar
algo particular. El método que utiliza la ética no puede ser exclusivamente inductivo ni deductivo.
La ética conoce la realidad pero no se agota en ella. El juicio del filósofo es determinar cómo
deben ser las acciones pero después de haber visto cómo son, es decir, se trata de poner los actos
en relación con los principios.

La ética debe reconocer los datos de la conciencia moral para tratar de interpretarlos, y al
descubrir su significación última, llegar a los principios que hacen posible la deducción. Se debe,
por tanto, a partir del hecho moral, para llegar al fundamento último de su significación y de su
valor. A éste método Tomás de Aquino lo denomina compositivo. Consiste en comprender el
significado ético de una acción a la luz de los primeros principios morales a través de la inducción
filosófica.

En síntesis, la ética, tomando como fuente y punto de partida la experiencia vital y utilizando el
método compositivo, tiene como tarea la elaboración filosófica de la racionalidad contenida en los
actos morales: interpreta y fundamenta los contenidos de orden ético y el sentido mismo de su
experiencia moral. Todo esto ha de hacerlo sin olvidar que se dirige a hombres libres, que no sólo

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deben saber qué es el bien, sino querer hacerlo. Éste es el desafío que se le presenta a la ética:
enseñar el bien y persuadir a la persona par que quiera obrarlo.

3. La relación de la ética con otros saberes

La ética es una ciencia y como tal, ha de entrar en relación con otros saberes que estudian la
realidad; en concreto, la conducta humana con todas sus implicaciones, ya que la realización moral
no puede prescindir de la existencia fáctica. La ética se relaciona en primer lugar con todas las
ciencias cuyo objeto es el estudio es el hombre: la psicología, la sociología, la antropología, el
derecho, la economía.

Todas estas disciplinas científicas se ocupan de la persona, pero se centran en un aspecto parcial.
Lo que se llama ética se refiere a los aspectos más generales de ese “vivir bien” tan difícil de
precisar.

3.1. Ética y psicología

Existe entre estos dos saberes una íntima conexión. La psicología estudia las facultades humanas y
su modo concreto de actuar. Constata los hechos pero no juzga esa actuación. Tal es la misión de
la ética como ciencia reguladora del comportamiento. El aporte de la psicología a la valoración
ética de los actos morales es incalculable. Toda acción humana tiene un aspecto psíquico.

Ahora bien la ética y la psicología tienen objetos formales diversos. En la medida en que los actos
humanos son considerados como el sujeto o la materia de la moralidad, la ética los estudia de una
manera distinta de aquella propia de la psicología. Ésta se ocupa sólo de la facticidad de los
mismos, mientras que la ética los examina como algo susceptible de una recta orientación moral.
La psicología es una ciencia descriptiva: constata los hechos y los explica. La ética en cambio, es
una ciencia normativa que tiene por finalidad determinar cómo deben ser los actos humanos, es
decir, dirige la actividad humana hacia el bien.

3.2 Ética y sociología

Como el hombre es un ser naturalmente sociable, queda patente la íntima relación entre la ética y
la sociología. La sociología es una ciencia descriptiva que estudia los fenómenos que se dan en la
vida en sociedad; no considera las normas que deben regirla. Se trata de una mera constatación de
hecho, ajena a las exigencias éticas. Se dedica también a las influencias sociales que actúan en el
comportamiento persona de cada individuo.

Ética y sociología en su objeto material, pero no comparten el mismo aspecto formal. Si bien
ambos saberes se ocupan de las acciones humanas, la sociología describe, clasifica y mide los
hechos sociales mediante métodos empíricos para conocer las dimensiones sociales del
comportamiento humano. Pero no le incumbe establecer lo que los hombres deben hacer. Ésta es
la tarea de la ética.

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3.3 Ética y derecho

Podría decirse que el derecho es, en cierto modo, un conjunto de normas que rigen la conducta
humana y esto se parece a la ética. La diferencia consiste en que ésta se refiere básicamente a las
nomas naturales mientras que el derecho está constituido por normas positivas. Las leyes morales
están inscritas en la naturaleza misma de las cosas, el hombre no las inventa sino que las
descubre. En cambio, las leyes positivas son producidas por el hombre. Por tanto, ambas ciencias
son normativas y estudian el deber, pero mientras el derecho se ocupa de los hechos externo en
cuanto susceptibles de ordenación y exigencia legal, la ética estudia los hechos internos de la
voluntad y en cuanto exigibles por la propia conciencia.

El derecho atiende únicamente a determinadas conductas externa de acuerdo con una ley
positiva. Pero la ética es más amplia: se refiere no sólo a las leyes aprobadas y promulgadas por
ciertas instituciones, sino que se ocupa de todas las conductas externa y no únicamente de su
relación con la legislación vigente.

3.4. Ética y economía

La economía se presenta como una dimensión esencial de la actividad humana. Es parte del modo
de ser del hombre y una clara manifestación de su sociabilidad. Detrás de cualquier modo de
organización económica está presente una concepción del hombre. Por eso, cuando la economía
propone normas de acción, ésas no son independientes de la ética. La moral debe orientar
también la conducta económica. Se no es así, pueden desviarse los fines de la economía y
subordinar sus objetivos a otros intereses.

3.5. Ética y metafísica

Un sistema ético responderá a la concepción metafísica de quien lo propone. La ética y la


metafísica están muy relacionadas. La segunda estudia al ser como tal y la primera, al ocuparse de
los actos humanos, estudia una clase de ser. Por lo tanto, necesariamente se apoya en conceptos
metafísicos.

La ética es la ciencia del bien y del mal de los actos humanos. La metafísica donde tiene sus
supuestos la ética, esclarece el fin último del hombre, Dios, a cuya ley eterna debe adecuarse la
humana voluntad libre.

3.6. Ética y antropología

La antropología es una ciencia especulativa, mientras que la ética es también práctica. Mientras
que la antropología estudia la totalidad del ser humano, la ética se centra en el análisis de su
comportamiento.

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4. El trasfondo ético del trabajo profesional

La sociedad actual se caracteriza por el protagonismo que ha adquirido el trabajo, verdadero


motor de la vida personal y social. Para comprender el trasfondo ético fundante en todo quehacer
profesional, conviene analizar primer qué se entiende por profesión.

Profesión es toda actividad personal, estable y honrada puesta al servicio de los demás y en
beneficio de un mismo, a impulsos de la propia vocación y con la dignidad que corresponde a la
persona humana, con el fin de contribuir al bien común.

A través del quehacer individual se logra el dominio de la naturaleza, la transformación del mundo.
El trabajo y la profesión también son acciones humanas, y por tanto, tienen una dimensión
subjetiva que consiste en el dominio del hombre sobre sí mismo. Las dos dimensiones del trabajo
son la técnica y la ética. Mediante a primera, el hombre domina la naturaleza; con la segunda,
alcanza el señorío sobre sí mismo.

La necesidad de incorporar la ética a las actividades profesionales es una exigencia personal y


social.

Se trata de trabajar bien no como un mero fin en sí mismo, sino como un medio para ser mejor
persona. Un profesional ha de poseer calidad técnica y calidad humana. No hay verdadera
excelencia profesional en alguien carente de virtudes morales.

La deontología se traduce como ciencia del deber, estudia la moralidad de la conducta humana en
el campo del ejercicio profesional. Se ocupa de determinar aquellas obligaciones y
responsabilidades de tipo ético que surgen en la práctica o en el ejercicio de una profesión. Esta
disciplina también establece en cada especialidad cuáles son los derechos del hombre como
profesional, qué condiciones morales se exigen de él como persona y en qué enfoque ético se
debe dar a las nuevas situaciones en las que se encuentra en distintos momentos de su trabajo.

Toda universidad debe preparar a sus alumnos para ese ejercicio recto de la profesión. En muchos
centros educativos se pone énfasis en los conocimientos técnicos o científicos, pero se deja de
lado la dimensión ética del futuro profesional. Es esencial que la universidad se ocupe de brindara
sus alumnos una formación íntegra en tres aspectos: personal, solidario y profesional. Se necesita
de profesionales que además de saber “técnicamente”, se preocupen por su auténtico
mejoramiento como personas; profesionales que saben poner todos sus conocimientos científicos
al servicio de la persona y del bien común de la sociedad.

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