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Alchourrón y Bulygin (1998) definen al problema axiológico como un conflicto

valorativo entre dos variables, en este caso normas y principios que como se observa,
“Los principios tienen una dimensión que falta en las normas: la dimensión del
peso o importancia” (Dworkin, 1989, p. 77). Esta dimensión de importancia, que
no es contenida en la norma, es receptada por principios constitucionales, como
convenciones de los niños, comité de observaciones generales 12 y 14

En el fallo se presenta un problema de tipo axiológico. Alchourrón y Bulygin


(1998) definen al problema axiológico como un conflicto valorativo entre dos
variables, en este caso normas y principios. Observando la regla aplicada desde la
más sólida arbitrariedad, notamos que la misma ingresa en conflicto en contra de
principios básicos de jerarquía constitucional, puesto que los tribunales sentencian
sin tomar en cuenta la vulnerabilidad de los niños, niñas y adolescentes. Por lo
tanto, merecen ser tenidas en cuenta para dar soluciones diferentes a las
planteadas en un primer lugar.

Debemos interrogar la conflictividad para hallar el punto del que podría


emanar el conflicto antes mencionado, para ello debemos inquirir sobre la regla en
la que se basa el tribunal que otorgo una sentencia conflictiva. En el caso que nos
es pertinente, la conflictividad axiológica es interceptada por una valoración
arbitraria, cuando los magistrados dejaron de lado la opinión de los mismos, se
apartaron de la justificación máxime del hecho,

sustenta la argumentación del conflicto axiológico. Remontándonos a lo


teorizado por Dworkin, las normas y principios tienen sus diferencias lógicas y
valorativas en cuanto que poseen características con diferentes dimensiones, “Los
principios tienen una dimensión que falta en las normas: la dimensión del peso o
importancia” (Dworkin, 1989, p. 77). Esta dimensión de importancia, que no es
contenida en la norma, es receptada por principios constitucionales, como
convenciones de los niños, comité de observaciones generales 12 y 14

El análisis de este fallo destaca por su incidencia política, institucional y


sociocultural en una problemática tan compleja y rechazada por la sociedad,
donde no solo se rectifica sobre un camino doctrinario, sino también se interpela a
definiciones adecuadas a la importancia de los niños a ser oídos y transformar la
estructura institucional para dar respuesta a las problemáticas contemporáneas.

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que las decisiones de los tribunales inferiores corren su vista de el por normas
procedimentales que si bien son aquellas que encaminan el proceso, son también
aquellas que hacen apartar de este principio a las decisiones de los tribunales es de
destacar que los tribunales inferiores intervinientes hicieron caso omiso a este principio
constitucional así como también a todas aquellas expresiones

La expresión de voluntad de los niños, reiterada en las audiencias celebradas ante


la Corte, en la que ratificaron la postura que vienen manteniendo a lo largo del proceso,
resulta relevante a los efectos de determinar el interés superior del niño al que debe
atenderse de manera primordial, en tanto no pude pasar desapercibido que tal actitud,
mantenida -con algunos vaivenes que fueron perdiendo entidad con el tiempo- al
margen de que pudo haberse originado en la alienación con el discurso paterno ayudado
por la posición de la madre, no ha podido ser revertida pese a las distintas
intervenciones judiciales y tuvo como correlato el constante fracaso de todas las
estrategias de revinculación con su progenitora y, en consecuencia, la consiguiente
imposibilidad de hacer efectiva la decisión de reintegro confirmada por la corte local.

La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), adoptada por la Asamblea
General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, es el tratado internacional de
derechos humanos más ampliamente avalado, ya que ha sido ratificado por 196 países.

El artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño ("la Convención") es


una disposición sin precedentes en un tratado de derechos humanos; apunta a la
condición jurídica y social del niño, que, por un lado, carece de la plena autonomía del
adulto, pero, por el otro, es sujeto de derechos.

Recae así sobre los Estados partes la clara obligación jurídica de reconocer ese
derecho y garantizar su observancia escuchando las opiniones del niño y teniéndolas
debidamente en cuenta. Tal obligación supone que los Estados partes, con respecto a su
respectivo sistema judicial, deben garantizar directamente ese derecho o adoptar o
revisar leyes para que el niño pueda disfrutarlo plenamente.

Los Estados partes deben garantizar que el niño pueda expresar sus opiniones "en
todos los asuntos" que lo afecten. Ello representa una segunda condición para este
derecho: el niño debe CRC/C/GC/12 página 11 ser escuchado si el asunto que se

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examina afecta al niño. Esta condición básica debe ser respetada y comprendida
ampliamente.

Se alienta a los Estados partes a que introduzcan medidas legislativas por las que
se exija a los responsables de adoptar decisiones en los procedimientos judiciales o
administrativos que expliquen en qué medida se han tomado en consideración las
opiniones del niño y las consecuencias para el niño.

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