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La imposibilidad del deseo.

Esto comienza conmigo despertando, tengo 15 años y no pienso en otra cosa que en salir y
fumar, si aquí vendrán los puristas a decir que los 15 es muy temprano para fumar, métanse
sus ideales en el culo y le dan vueltas.

Me vestí lentamente, cualquiera que me hubiera visto diría que intentaba seducir a alguien,
tal vez solo intentaba seducirme a mí misma, ya dijo un director que la masturbación es
hacerle el amor a la persona que más queremos, y bueno si me voy a hacer el amor al
llegar, por qué no seducirme al salir. La parte más difícil de vestir siendo seductora son las
medias, son muy anti sensuales por eso opte en no usarlas.

A tres cuadras de mi casa está un parque, pequeño, con un sube y baja, dos columpios y una
cosa de estas que da vueltas, mi rodilla la recuerda bien, de las múltiples caídas que sufrí.
Llegué y me senté en un banquito de piedra, estaba húmedo, pero qué más da si al final
todos morimos. Partiendo de esa premisa está bien hacer casi cualquier cosa, y la excepción
estaría solo en evitar la muerte, es lo único que no podríamos hacer si vivimos bajo esa
premisa, por lo tanto los que afirman la inmortalidad tienen que estar sujetos a una
moralidad, solo puede ser inmoral el mortal.

Encendí mi cigarrillo, este no me dijo nada. Quería que me respondiera mis preguntas, pero
solo se consumía mientras lo calaba, si tal vez y solo tal vez hubiera hablado no me lo
hubiese terminado. Pero, se acabó, así que enciendo otro y le hago la misma pregunta que
al anterior, sorpresa, tampoco responde, nadie responde, nada responde.

Durante el tercero, si fuesen un poco perspicaces podrían decir polvos en vez de cigarrillos,
y si el cigarro es una metáfora del pene, y las preguntas que le hago en realidad es a
hombres con los cuales me acuesto, los calo y luego los boto porque no me dan respuesta a
mi única pregunta verdadera. Ups sobre interpretación de la lectura, tranquilos si son
cigarros, de hombres más bien estoy hastiada. Ahora sigamos, durante el tercero me di
cuenta de que tenía una falta, que mis cigarros no podían llenar (y venidos al caso los
hombres tampoco) era una falta de origen, del porque y por qué primordial de las cosas.
Conozco a mi padre, a mi madre y a mis abuelos, se la historia de mi familia, pero no sé de
dónde vengo, tampoco sé porque tengo que morir, o simplemente porque tengo que
alejarme tres cuadras de mi casa para poder fumar, supongo que solo la fe puede resolver
ciertos misterios.

Se acabó el tercero, debería contenerme de fumar más, así que me paro y empiezo a dar una
vuelta por el parque. Justo en ese momento lo vi, un ser extraño ni hombre ni mujer, más
bien un semi dios de la belleza, algo asi como si Afrodita hubiese tenido sexo con Narciso
antes de lo que le paso, si no se saben la historia, paren van a su buscador de confianza la
buscan y aquí los espero. Sigamos, lo vi a lo lejos, lo más hermoso que pudiera existir, la
idea de acercarme y hablarle quedaba totalmente descartada, lo mancharía, así que me
dedique a ver como simplemente caminaba.

Estaba absorta en la mirada de tan hermoso ser que no me di cuenta que se dirigía hacia mí,
posiblemente me quería preguntar algo, pero nunca lo sabré porque justo antes de que
pudiera hablarme lo llamaron de alguna parte, así que volteo y se fue, dedicándome una
última mirada, sin sentimientos solo llena de ¿belleza? Me quede sola en el parque, sin
ganas de fumar pero con ganas de hacerm(l)e el amor.

En mi cuerpo se había despertado una llama, que como el fuego podía destruir y abrazar al
objeto de que deseaba, así que decidí irme a mi casa (la cual estaba sola, mi mama se había
ido a la playa con sus amigas). Al llegar comí algo ligero y me desvestí, nuevamente como
ese acto seductorio, antes del polvo. La llama dentro de mí se hacía más intensa a medida
que me desvestía, la camisa, el pantalón, los lentes, el sostén, la panties y desnudez, tal
como vine al mundo pero quince años más tarde.

En ese momento recordé que una amiga me había dicho que si tomaba pastillas para dormir
mientras me masturbaba el efecto sería más duradero, y aprovechando que estaba sola me
tome un par, luego de esa pausa farmacológica empecé mi faena. El inconveniente es que a
mitad de acto cuando estaba llegando a la parte divertida mi cuerpo se durmió, pero algo
raro pasaba mientras sentía mi cuerpo dormir, mi mente estaba activa y la llama del deseo
seguía creciendo.

Y en ese momento me encontré perdida, la llama era incontrolable, la vi expandirse por mi


cuarto, la vi llegar al baño buscando apagarse, la vi impotente ante el agua, luego vi como
la llama de mi deseo buscaba la cocina y finalmente vi como todos los cigarros, todos los
recuerdos y todo se llenaba de fuego.

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