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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

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Madison Hall es una chica liberal y de mente abierta que fue dejada por su novio cuando este le
pidió matrimonio, quedándose también sin trabajo.

Ella aun resentida va a su bar favorito y ahí conoce a un hombre que le hace suspirar con tan
solo mirarla. Su nombre es Baxter. Es un desconocido para ella pero con unas copas de más, ella
decide ir al departamento de él a pasar la noche, pero decide irse cuando él se distrae y escapa
hacia su casa.

Días después de lo ocurrido su hermana Megan le consigue trabajo en la misma editorial donde
ella trabaja. Cuando Madison se presenta no puede creer que su jefe sea el mismo hombre que
dejo que la follara, y luego escapara de el

Obviamente Bax la reconoce y se siente atraído por Madison, por lo que le hace un trato a
Madison que ella no puede rechazar.

Ser amigos con derecho en las noches y por el día mantener relación jefe-empleada.

Pero el tiene reglas:

No enamorarse.

No esperar un futuro.

No contarle a nadie.

No estar con nadie más.

¿Podrán ellos seguir las reglas dejándolo solo entre sabanas?

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La puerta del Bar de Rob siempre me confundía y me hacía quedar como una tonta. Era de esas
puertas que tú no sabes si se abren jalándolas o empujándolas, y te quedabas pensando qué
hacer mientras veías la puerta fijamente. Pues en este momento estaba jalando la puerta pero
sin resultado, los tacones altos que llevaba me hacían ver más alta, y también me casaban más.

Contra todo pronóstico, empujé la puerta, y esta se abrió haciendo que resbalara. Dentro, el
lugar estaba casi vacío. Solo había pocas personas conversando en los asientos de la barra. Con
las mejillas ardiendo por mi casi caída, me fijé en un asiento vacío allí y me acerqué,
sentándome en él. El dueño del bar al verme, se acercó.

—¿Qué deseas tomar? Rodé los ojos.

—Lo de siempre, Rob. Rio. —Enseguida.

Comenzó a preparar el trago frente a mí mientras yo sacaba mi celular. Tenía una llamada
perdida de mi hermana por lo que le envié un mensaje, en vez de llamarla de vuelta.

Meg, ¿vendrás, verdad? Ya estoy aquí. Al instante respondió.

No podré, Mad. Lo siento. Mi jefe me dejó un montón de trabajo, sigo aquí y soy la última. PD:
¡Odio a mi jefe!

Tecleé rápidamente una respuesta.

Yo también odio al estúpido de tu jefe. ¿Acaso te está explotando? Seguro se le metió algo en el
culo.

No lo sé, no pienso averiguarlo. Hoy llegaré tarde a casa. Disfruta por mí, y dile a Rob que me
debe.

Reí divertida.

—¿Qué es tan gracioso, Madison? —preguntó Rob poniendo mi bebida delante de mí.

—Megan —Me encogí de hombros sin dar más explicaciones—-. Dice que le debes. Rob negó.

—Esa arpía es la que me debe plata, no yo.

Se alejó murmurando maldiciones a mi hermana mientras iba a atender a alguien al otro lado de
donde estábamos. Agarré mi bebida y me la tomé de golpe. Necesitaba alcohol.

—Guau. Nunca vi a Rob maldecir así a alguien. Ni tampoco a una chica tomar como tú —dijo una
voz ronca a mi lado.

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Volteé a ver al individuo que había hablado.

Guau. Fue lo primero que se me vino a la mente al verlo. El hombre era guapo. Mucho.
Demasiado. Me quedé unos segundos admirándolo sin importarme que él me miraba. Su cabello
rubio ceniza hacía juego con sus ojos marrones resaltándolos, mientras su piel blanca hacía
contraste. Su sonrisa mostraba dos hoyuelos en sus mejillas. El hombre parecía estar en sus
veintitantos, vestido de traje y con la corbata desanudada. Se le veía inofensivo pero aun así no
quise responder por miedo a que sea de esos que les gusta coquetear con cualquier chica del
bar. No estaba de humor para eso.

Así que volteé mi mirada al frente hasta que el hombre soltó un suspiro.

—¿Qué? ¿Eres sorda? Ah olvida eso, no lo escucharías.

—Si lo fuera, tampoco escucharía eso último —rodé los ojos.

—Ah, no eres sorda —Sonrió mostrándome aquellos increíbles hoyuelos en sus mejillas. Me
encogí de hombros y volví mi vista al frente.

Cada vez que venía a este bar recordaba a mi ex novio. El hombre que me había dejado.
Estábamos en una relación de seis años y él quiso tirarlo todo a la borda sólo porque no quería
casarme.

Había pasado sólo un mes de nuestra ruptura pero aún me dolía. Especialmente cuando venía
aquí, al lugar que solíamos frecuentar.

Rob se acercó tomando mi vaso vacío.

—¿Qué desea tomar? —preguntó mi amigo Rob al hombre de mi lado.

—Ron con Coca-Cola —respondió el desconocido.

Miré a Rob, que asintió al de mi lado y luego procedió a preparar su trago. Un par de minutos
después el hombre tomó de su bebida y pidió más.

La televisión estaba prendida pero no tenía volumen. Miré las noticias sin sonido, sólo leyendo
los encabezados. No quería mirar al hombre de mi lado, y ya que el televisor estaba al otro lado,
tenía que darle la espalda y lo hice con tal de no enfrentarlo. No estaba de humor para una
charla, mi hermana me había dejado plantada gracias al estúpido de su jefe y yo sólo podía
mirar la pantalla sin sonido como una tonta.

Unos minutos después sentí un par de golpecitos en el hombro. —Oye.

Volteé para ver al desconocido mirarme con sus ojos vidriosos y una sonrisa dibujada en su
rostro. Hice una mueca.

—¿Qué?

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—Te me haces muy conocida.

—¿Así? —dije mirando a Rob, él negó y se alejó dejándome sola con el desconocido. ¡Rob
traidor!—. ¿Por qué crees eso?

El hombre se encogió de hombros.

—Te he visto en algún lugar.

Rob volvió cortando lo que le iba a responder al tipo. Levanté un dedo en su dirección. —Otro.

Rob me preparó otro trago y lo puso frente a mí. Lo tomé de golpe también. Odiaba este lugar y
al mismo tiempo me gustaba. Me traía recuerdos con mi ex que quería recordar y otros olvidar.
Pedí un par de tragos más antes de que Rob negara. —No más, Maddie.

Hice puchero pero no reclamé. Era cierto. Ya podía sentir los efectos del alcohol. Gracias a Dios
vivía cerca y podía tomar un taxi. Estaba escasa de dinero gracias a mi ex. No sólo había sido mi
novio, sino también mi jefe. Jesús. Ahora podía aprender la lección de nunca más volver a
involucrarme íntimamente con alguien del trabajo. Jamás.

El tipo a mi lado le pidió la cuenta a Rob y luego volteó a verme. — ¿Vives cerca? Enarqué una
ceja.

—Como si fuera a decírtelo, ni siquiera te conozco.

Él rodó los ojos. —Ya te dije que te he visto en algún lugar.

Rob le entregó su cuenta y también a mí. Iba a agarrar mi papel pero el hombre lo tomó y
enseguida le dio a Rob una tarjeta de crédito.

Lo miré mal. —Ni se te ocurra que por pagarme los tragos me acostaré contigo. El tipo sonrió.

—Solo quería un gracias.

Me encogí de hombros. No me importaba que el desconocido me pagara. Estaba segura que en la


cartera sólo me alcanzaba para el taxi ya que Megan iba a ser la que pagara esta noche las
bebidas. Si este hombre no hubiera pagado por mis tragos, yo también le debería dinero a Rob.

Gracias estúpido jefe de Megan por arruinarnos la noche. Y gracias desconocido por pagarme los
tragos.

Rob le entregó al desconocido su tarjeta de crédito junto a su voucher. Me despedí de Rob y


caminé hacia la salida. El desconocido venía detrás. Me abrió la puerta y salimos al exterior.

—Bueno, gracias por lo tragos —dije sonriéndole. Se encogió de hombros.

—No fue nada.

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El hombre era demasiado guapo para mi bien. Lo miré fijamente sin despegar mis ojos de los
suyos, sentí en ese momento un magnetismo entre nosotros, como si no pudiéramos alejar
nuestros ojos del otro. Lo miré, sonreí de lado y vi cómo su respiración cambiaba a
entrecortada, como si hubiera corrido una maratón. Solté un suspiro mirando sus electrizantes
ojos miel.

—¿Cómo te llamas? —preguntó con voz ronca.

—No estoy disponible.

—Es el nombre más feo que he escuchado —replicó arqueando una ceja.

—Lo siento, pero es la verdad. No estoy disponible.

—Caray, mujer. Sólo quiero saber cómo te llamas, no llevarte a la cama. Bueno, esto último es
totalmente una mentira. Quisiera hacerlo, y estaré aquí preguntándote todo de ti porque me
muero por conocerte y que me dejes besarte esos labios tan seductores que tienes.

Tragué, intentando respirar normal. Lo miré fijamente. El desconocido se pasó la lengua por sus
labios y ahí se fue mi cordura, a la mierda. Este chico me había calentado más de lo que lo había
hecho mi ex novio en años. Intenté alejar el pensamiento de mi ex al fondo de mi cabeza y le
sonreí al tipo.

—Soy Madison.

El hombre había ganado y eso lo sabíamos los dos.

—Mucho gusto, Madison.

Sentí escalofríos en todo mi cuerpo al escucharlo decir mi nombre con voz ronca. Me tomó de la
mano y me condujo hacia la avenida. Su mano firme en la mía. Paró un taxi y nos subimos en él.

—¿Tu casa o la mía? —preguntó para poder decirle al taxista la dirección.

—Tú casa —respondí son dudar.

Mi hermana en cualquier momento iría a casa y no quería que nos encontrara ahí.

El tipo asintió y le dijo al taxista la dirección de su casa. En diez minutos habíamos llegado. Bajé
del auto con su ayuda y subimos a su edificio en el ascensor. Casi nos caemos por lo que tuvimos
que parar para reírnos a carcajadas, esto de tomar muchos tragos de golpe era muy malo. Y aun
peor los tacones altos que llevaba.

Entre nosotros no había momentos incómodos, sino todo lo contrario. A demás, los dos
estábamos algo borrachos y las inhibiciones eran normales a este punto.

Subimos al ascensor y marcó el último botón, que era el último piso del edificio. El veinteavo.

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—Mierda, ¿vives en el Pent-house? —pregunté boquiabierta. Se encogió de hombros sin


responderme.

— ¿Cómo te llamas? —pregunté con seriedad. No había dicho su nombre en todo el trayecto y
ahora me moría por saberlo.

—Puedes llamarme Bax.

La puerta del ascensor se abrió revelando un inmenso departamento. Vaya, este edificio era de
esos modernos que el ascensor te llevaba directo a la sala. Miré asombrada el lugar, tratando de
absorber todo rápidamente. Estaba tan borracha que no me importaba nada. No había pensado
en si el hombre era un asesino en serie o en un violador de mujeres jóvenes sin trabajo.

Miré alrededor mientras salía del ascensor y caminaba por su sala, que era gigante. Bax me
tomó de la mano y me llevó por un pasillo por el lado izquierdo sin dejarme ver su inmenso
departamento. Yo lo seguía de atrás, nerviosa. Nunca había hecho esto. Lo de acostarme con
alguien que recién había conocido.

Las dudas me asaltaron cuando me di cuenta realmente de lo que estaba a punto de suceder.

—Bax, yo nunca... —dije resoplando—, nunca he hecho esto.

Bax paró en seco y me soltó la mano para voltear a mirarme a los ojos, alarmado.

—¿Eres virgen? —Sus ojos estaban casi desorbitados. Reí como loca.

—Dios, no —Intenté hablar en medio de mi risa descontrolada—. No soy virgen.

—¿Entonces? —preguntó frunciendo el ceño, luego de unos segundos se dio cuenta—. Ohh. No te
preocupes Madison, si no...

Me acerqué a él besándolo en los labios y cortando lo que estaba diciendo. Toda la noche me
moría por probar sus labios y por fin lo estaba haciendo.

Bax me tomó por la cintura sujetándome contra la pared detrás de mí. Rodeé sus caderas,
enrocas con mis piernas alrededor suyo haciéndolo gemir. Mi centro tocaba su entrepierna
haciéndome sentir caliente en todos los lugares.

Nuestro beso se fue haciendo más intenso, con un suave mordiscón en mi labio inferior, Bax
metió su lengua en mi boca y jadeé por la intensidad que me causó ese beso. Bajó una mano
entre nosotros y la llevó a mis senos, masajeándolos por encima de mi ropa, mandando olas de
electricidad por todo mi ser. Literalmente me sentía en llamas. Un jadeo entrecortado salió de
mi boca al sentirlo pellizcando mis pezones. Éstos estaban sensibles por la cantidad de
excitación que sentía en este momento.

Nos separamos unos segundos para respirar, yo aun rodeándole las piernas.

—Me traes loco, Madison.

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Sonreí, sintiendo cuan loco lo traía.

—¿Dónde está tu habitación?

Bax asintió y me cargó hasta el final del pasillo. Abrió una puerta y entramos cerrándola con
fuerza detrás de nosotros. Me cargó hasta la cama y prendió la luz de la mesita de noche para
alumbrar el oscuro lugar. Me depositó en su cama con sumo cuidado y se subió encima de mí. Se
quitó la camisa mostrando sus firmes abdominales.

¡Dios mío, en serio iba a hacerlo con este hombre!

Lo miré embelesada antes que Bax tomara el borde de mi blusa y la levantara para sacármela.
La lanzó al suelo y luego se paró quitándose los pantalones con torpeza. Yo también lo imité
quitándome el jean y las bragas, quedando desnuda frente a él.

No sentía un ápice de vergüenza.

Bax me miró con un brillo hambriento en sus ojos antes de bajarse el bóxer revelando su dura y
gran erección. Se acercó a mí poniéndome de nuevo en la cama con delicadeza. Presionó sus
labios con pasión contra los míos, metiendo su lengua en mi boca y haciéndome gemir por lo
desesperado que parecía por devorarme.

Se alejó de mí y se arrodilló entre mis piernas, sonriéndome desde su altura, me quejé de


aquello pero segundos después me quedé muda cuando bajó su cabeza a la altura de mis muslos
abiertos. Con una sonrisa ladeada, Bax comenzó una suave tortura besándome el interior de mis
muslos sin llegar a donde realmente yo quería.

Cuando lo hizo, no pude evitar gemir. Presionó el pulgar sobre mi centro sintiendo lo húmeda
que estaba.

—Dios, estás tan mojada... —susurró contra mí. Sin esperar más, metió un dedo dentro de mí.
Gemí contra la almohada mientras Bax metía otro dedo—. Te ves tan hermosa así, Madison.
Joder.

aco sus dedos de mí y no pude evitar levantarme sobre mis codos para lanzarle una dura
mirada. Pero él sólo extendió su brazo para llegar al primer cajón de su mesa de noche y sacó de
ahí un paquetito plateado. Lo abrió con sus dientes haciendo mi centro palpitar por lo sexy que
se veía al hacer aquello, se puso el condón y luego presionó su dureza contra mi centro.

—Mierda, Madison... —gimió restregando su miembro contra mí.

Lo miré mal para que de una vez lo metiera, Bax se rio y poco a poco se adentró en mí
mirándome a los ojos. Era un momento tan intenso que quise cerrar ojos para escapar de los
suyos tan abrasadores, pero me mantuve firme, mirándolo perder el control.

—Bax —jadeé sintiéndome llena. Llena de él.

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Segundos después comenzó a moverse llevándome al límite. Sus empujes eran rítmicos, me
enloquecía aquello. Coloqué mis pies alrededor de sus caderas haciéndonos gemir por la
intensidad de esta posición. Su cuerpo alineado al mío.

—Te sientes tan bien, Madison —gimió en mi oído. El vello de mi piel se erizó al oír aquello. Bax
me tomó del cabello y jaló haciéndome estremecer de excitación. Yo llevé mis manos a su
espalda y la arañaba cada vez que Bax se movía contra mí.Respiraba agitadamente tratando de
no gemir tan alto, no era de las que gritaban, pero la excitación era demasiada como para que
no gimiera.

Los minutos pasaron, los gemidos resonaban en la gran habitación y mi corazón palpitaba
demasiado rápido haciendo juego con los embistes de Bax. Sentí que estaba a punto de terminar.
Mi cuerpo empezó a temblar, sintiendo el placer tan profundo en mí. Bax también parecía a
punto, porque sus embiste fueron más fuertes, sentí que mis piernas temblaban cuando estaba a
punto. Gemí en voz alta sintiendo el orgasmo llegar. Segundos después Bax me siguió, gritando
mi nombre mientras metía la cabeza en mi cuello respirando con voz jadeante. Se separó de mí
para

recostarse a mi lado en la cama saliendo de mí. Me quedé echada mirando el techo. Había sido
tan intenso que aún temblaba.

Bax se levantó y me lanzó una mirada divertida.

—¿Satisfecha, Mad?

Le lancé una almohada haciendo una mueca. —Imbécil.

Se fue hacia una puerta abriéndola. Supuse que era el baño cuando entró y la cerró detrás de él.
Segundos después escuché el agua correr.

Si eso no era una forma de botarme, no sabía qué era.

Me levanté alarmada de ahí y empecé a vestirme sin importar que no me había limpiado. Me
puse mi ropa, totalmente incómoda, y salí pitando de ahí encontrando mis tacones en el pasillo.
Los llevé en mi mano y salí de su departamento cerrando la puerta con suavidad.

No quería enfrentarlo. En serio que no quería.

Corrí al ascensor y presioné el botón. Cuando las puertas se abrieron entré y presioné el botón
del primer piso. Cuando llegué no había nadie, solté el aliento que estaba conteniendo y me puse
los tacones apresuradamente.

Salí al vestíbulo, un chico con uniforme se acercó a mí. Parecía ser el conserje.

—Señorita, ¿desea un taxi? Asentí. —Por favor.

Cuando el taxi aparcó, me subí diciéndole mi dirección y en diez minutos ya me encontraba en


mi edificio. A salvo.

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Cuando entré a mi edificio, vi a John sentado detrás del mostrador del vestíbulo leyendo un
periódico. Saludé al conserje apresuradamente. Aún sentía los efectos del alcohol en mi cuerpo
pero luego de haber estado con Bax, algo de mi borrachera se había disipado.

—Hola John —saludé levantando una mano y ondeándola.

—Señorita Hall, buenas noches —sonrío alegre—. Su hermana ya llegó —me informó. Sonreí
forzadamente.

—Gracias John, saludos a tu esposa.

Corrí por las escaleras sin esperar al ascensor. Quería correr a mi departamento sin esperar al
estúpido ascensor. Mi cabeza estaba pesada por los tragos y por el recuerdo de Bax en mí. Al
pensar en él sentí mi corazón apretarse. Lo que había hecho estaba tan mal, y fue tan bueno que
mi cabeza iba a explotar de tantos pensamientos contradictorios que tenía.

Me sentía mal porque aún tenía sentimientos por mi ex novio y era como si lo hubiera
traicionado. Sólo había estado con una persona en mi vida, bueno, ahora dos. Pero me sentí tan
bien con Bax que parte de la culpa se disipaba. No era lo correcto pero ahí estaba, todas esas
emociones en mi cuerpo.

Abrí la puerta del departamento con mis llaves, y al instante el olor a pizza me inundó.

— ¡Mierda, Meg, eso huele bien!

Megan, mi hermana, se asomó por la cocina. Nuestro departamento era pequeño, pero perfecto
para las dos. Al verme sonrió.

—Hola, Mads.

Ella era mi única hermana y era menor que yo. La amaba y era prácticamente mi única mejor
amiga. Mi única confidente. Sus ojos verdes me miraron con perspicacia.

—¿Estás bien? ¿Por qué llegaste tarde?

La miré con cara de póquer. Seguro estaba hecha un desastre, con el cabello alborotado y la ropa
desaliñada.

—¿Tarde? —repetí con indignación—. Tú fuiste la que me dejó plantada en el bar de Rob. Megan
arqueó una ceja sin dejarse engañar.

—¿Qué pasó?

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Mierda, no podía mentirle a mi hermanita. Era solo un año menor pero mucho más sabia que yo.
Y más serena para hacer las cosas. No como yo, que era impulsiva y liberal, y muy loca.

—No pasó nad... Está bien, pasó algo pero te lo contaré si me das un pedazo de pizza. —Sonreí.

—Agarra —dijo ella señalando la caja de pizza. Corrí hasta ella y tomé un pedazo.

—¿Quieres la versión completa o la corta? Me miró sonriendo.

—Tu versión.

—Bien. Todo comenzó cuando tú me dijiste que no vendrías por culpa de tu estúpido jefe —Me
senté en la encimera mientras ella preparaba el refresco y yo le contaba la historia en mi
versión. Ella escuchó atentamente sin interrumpirme, excepto para los efectos dramáticos como
exclamaciones o gritos, y al finalizar el relato ella me miró boquiabierta.

—¡Madison folló! —gritó Megan levantando los brazos. La miré frunciendo el ceño.

—¿No dirás nada más?

Ella se encogió de hombros.

—¿Qué podría decir, Mads? Lo hiciste con otro, bien por ti, disfrutaste y él también. Era
guapísimo y pagó tus bebidas. Pasaron una increíble noche y tengo celos porque yo también
quiero —dijo ella haciendo pucheros, la miré divertida—. Que alguien pague mis bebidas, eh. ¡No
pienses otra cosa! —aclaró.

Reí divertida, ella me siguió con sus carcajadas.

Cuando las risas terminaron, la miré con el ceño fruncido.

—En serio, ¿no me dirás nada, Meg?

Ella pareció entender porque puso una mano sobre la mía.

—Soy tu hermana Maddie, y no soy nadie para juzgarte. Eres libre de hacer lo que quieras con
quien quieras sin miedo a que alguien diga cosas sobre ti. Que se jodan los que juzgan —dijo
repitiendo lo que yo una vez le había dicho hacía varios años. Sonreí encantada—. Solo que no
debiste salir corriendo así.

La miré con los ojos muy abiertos.

—Estaba aterrada de lo que pasaría luego. Ella me miró apenada.

—¿Qué tal si era el amor de tu vida y nunca más lo vuelves a ver?

—El amor de mi vida está encerrado en un jodido libro y no follándome borracho en su cama.
Megan me golpeó el brazo.

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—Idiota. Ya no te diré la buena noticia que tengo.

— ¿Cuál? —pregunté perspicaz. Sonrió.

—¡Mi jefe aceptó que trabajes con nosotros! Fruncí el ceño.

—¿Qué?

Megan hizo un gesto pensativo.

—Tengo dos jefes, porque son hermanos y llevan la empresa juntos. Uno de ellos leyó tu
currículo, gracias a mí, y aceptó que trabajaras con nosotros. Obviamente te recomendé y dije
que amas leer y...

— ¡Oh Dios mío! —grité saltando de la encimera y corriendo a abrazar a mi hermana—. ¡Eres la
mejor, gracias, gracias!

Nos separamos riendo.

—Empiezas el lunes.

Okay. Tenía que serenarme. Hoy era viernes. Tenía dos días para prepararme y dar mi primera
buena impresión.

Por dentro estaba saltando de alegría. Estaba desempleada casi un mes y mis ahorros iban a
terminar si yo no conseguía un trabajo rápido. Gracias a mi hermana ahora tenía un trabajo en
una editorial y no podía estar más feliz.

— ¿Y el otro jefe no cuenta? —pregunté recordando que ella tenía dos jefes y sólo uno aceptó.

—Bah —resopló—. El que aceptó no es el idiota que me deja mucho trabajo. Es su hermano, y
aceptó. Sólo por ser mí hermana. Dice que soy una excelente editora, y seguro también lo serás
tú.

Amaba a mis padres por habernos ayudado a pagarnos los estudios. Desde que éramos
adolescentes, la lectura capturó nuestras vidas y decidimos estudiar cursos que nos ayuden a
mejorar la redacción. Lo malo fue cuando yo me dejé engañar por —en ese entonces mi novio—,
y dejé los estudios para ser correctora de estilo, para tomar cursos de secretaría y poder
trabajar para él. ¡Tonta de mí! Lamentablemente nunca pude ejercerlo porque mi ex novio tenía
una empresa de ventas y me contrató, pagándome más de lo que ganaría como editora así que a
ojos cerrados acepté sin importarme trabajar como su secretaria. Ahora me arrepentía tanto de
esa decisión y de no haber ejercido lo que realmente me apasionaba. Y me arrepentía aún más
de haber aceptado ser

su novia, eso fue lo peor. Mi lección era no juntarme con jefes. Ya estaba curada de aquello.

—Ese jefe tuyo debe ser un amor —dije condenándola. Megan se sonrojó.

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—Oh, cállate señorita “yo no follo con desconocidos”.

Reímos como dos locas. Cuando la risa paró y pude respirar tranquilamente sin que me doliera
el estómago, me dirigí a Megan.

—Te toca lavar, yo me iré a bañar.

— ¡Rimaste! —Megan gritó divertida.

Me dirigí a mi habitación mientras levantaba el dedo medio y se lo mostraba a mi hermana sin


voltear.

El día lunes llegó rápido.

Estaba ligeramente nerviosa. Megan conducía el auto mientras yo estaba inusualmente callada
mirando por la ventana. En quince minutos llegamos a la Editorial Coleman que casualmente
estaba en la misma calle del Bar de Rob.

Cuando bajamos apenas podía caminar con los altísimos tacones que Megan me había obligado a
usar con la excusa de que yo era muy baja y nuestros jefes muy altos. Qué estupidez. Pero me
mantuve callada y le hice caso. Dar una buena impresión era lo esencial para mí.

Entramos al edificio y subimos al décimo piso, donde se encontraba la editorial Coleman.


Cuando las puertas del ascensor se abrieron, mis ojos se abrieron como platos. El lugar era
inmenso y muy moderno. Las personas ya se encontraban en sus lugares trabajando. Cuando
salimos del ascensor y caminamos en dirección a una puerta de vidrio, las personas voltearon a
vernos con curiosidad, bueno a mí, a Megan la saludaban con entusiasmo.

Megan tocó un par de veces la puerta. Me lanzó una mirada confiada y levantó sus dos pulgares
como si me estuviera dando ánimos.

—Pase —dijo una voz ronca del otro lado de la puerta. Megan empujó la puerta y entramos

Dos hombres estaban dentro, uno de pie sonriéndonos y el otro sentado en detrás de su escrit...

¡Oh Dios mío! El hombre del Bar estaba ahí, mirándome con absoluto horror. Me quedé muda
sin saber qué hacer.

Una película de imágenes apareció en mi mente cuando sus ojos mieles se fijaron en los míos.
Su rostro en un segundo pasó de estar sorprendido a estar sereno. Yo no podía creer mi tan
mala suerte.

—Ella es mi hermana —dijo Megan sacándome de mi estupefacción. La miré con horror pero ella
no me hizo caso y siguió hablando—. Este es su primer trabajo como editora. —Me codeó
disimuladamente para que hablara pero no podía, Bax me miraba intensamente y yo no sabía
dónde meterme.

¡Él no podía ser mi jefe! Yo no podía trabajar aquí, junto a él. Sentí como mis mejillas
calentarse. Seguro estaba roja como un tomate. Intenté hablar pero nada salió de mi boca.
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Bax se levantó y se acercó a nosotras. Con su traje negro y camisa blanca se le veía tan bien que
empecé a recordar cuando ayer se sacó la camisa y me mostró sus abdominales y lo increíble
que era cuando estaba dentro de mí.

¡Para de pensar en eso!

—¿Así que nunca ha trabajado como editora? —Se cruzó de brazos mirándome con una ceja
levantada—. ¿Entonces cómo espera que la contrate si no tiene experiencia?

El otro hombre al lado de su escritorio, resopló. —Bax... Bax lo cortó, lanzándole una mirada de
advertencia.

Estos dos hombres eran hermanos y no podían ser más diferentes.

En serio Bax se estaba pasando de idiota. No tenía ningún derecho a tratarme de forma
condescendiente. No después de anoche. Podía ver en sus ojos la complicidad de aquello pero
como pude, me armé de valor y me paré derecha, como si lo estuviera desafiando.

—¿Cómo espera que tenga experiencia si no me contrata?

El hombre desconocido al lado de Bax empezó a reírse. Megan me lanzó un codazo para nada
disimulado.

Bax descruzó sus brazos para nada impresionado y volvió a su sitio. Su hermano, muy parecido
a él, se sentó en los muebles y miró a Bax esperando su respuesta.

Bax sólo tenía ojos para mí.

—Te contrataré sólo por la recomendación de tu hermana, que es una excelente editora. Si haces
algo mal, te echaré de inmediato —dijo él y a continuación empezó a teclear algo en su
ordenador.

Lo miré con las cejas levantadas, sin saber cómo sentirme; ofendida o divertida.

—Bienvenida, Madison —dijo su hermano acercándose a nosotras—. Un placer tenerte aquí.


Megan te mostrará tu cubículo para que empieces ya mismo.

—Gracias... eh... —respondí tendiéndole la mano.

—Me puedes llamar Johann —sonrió estrechando mi mano.

—Pues gracias Johann, y a tu hermano... Hizo una mueca.

—A él si le debes llamar por su apellido —respondió Johann rodando los ojos, como si aquello
fuera algo tonto—. Ósea Cole.

—Bien. —Asentí. Me dirigí a Bax—. Gracias, señor Cole.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Bax hizo un movimiento con su mano sin levantar la mirada de su ordenador, supuse que era su
forma de despedirse y me alejé de ahí con Megan a mi lado.

—Uff, eso fue tan incómodo —dijo ella llevando una mano a su pecho—. Creí que te despedazaría,
pero no te preocupes, no es tan malo como parece. Bueno, si lo es. Sólo que no siempre.

Empecé a hiperventilar cuando me di cuenta que estaba metida en un buen lío. Megan siguió
parloteando mientras me arrastraba hasta un cubículo, al lado suyo.

— ¿Puedes creer que... ¡Madre mía! ¿Qué te pasa, Mads? Parece que hubieras visto un fantasma.

La miré horrorizada.

—Vi al tipo desconocido del Bar —dije susurrando, me senté lo que supuse era mi cubículo. Ella
se sentó en el suyo, a mi lado.

—¿Dónde? —exclamó mirando a todos lados. Negué.

—En la oficina.

Ella frunció el ceño.

—No te entiendo, Maddie. Rodé los ojos.

—El tipo de una noche es mi jefe.

Megan me miró abriendo los ojos como platos.

¿Johann? —dijo casi gritando.

¡No! —exclamé en voz baja y mirando a todos lados esperando que nadie la haya oído—. Su
hermano. Bax.

Megan abrió la boca de par en par.

—¡Oh Dios mío, te acostaste con él! —dijo en voz muy alta. La golpeé en el brazo para que bajara
la voz. Lo hizo mirándome mal—. Auch. No es mi culpa. ¡Tú fuiste la que se acostó con él, perra!
— Luego abrió los ojos como platos al darse cuenta, comenzó a reírse como si aquello fuera el
chiste más gracioso del mundo—. Ay, Mads. En lo que te metiste, hermana. ¿Cómo...? Uff, yo que
tú renunció y me mudo a otro estado. Cole te comerá viva, literalmente —frunció el ceño—, no
en plan sexual.

Me tape los ojos, mortificada.

—Quiero matarme. Frunció su boca.

—No cometeré asesinato —Megan abrió su ordenador—. No por el momento, tengo muchísimo
que corregir.

17
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Alcé una ceja.

—Gracias hermana, me salvas la vida.

—De nada —Sonrió Megan ignorando mi sarcasmo.

En serio, quería morirme. A veces la vida te daba muchas sorpresas, pero esta vez conmigo se
había pasado.

18
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Mi primer día en el trabajo no estaba yendo tan mal como al principio creí. Me había adaptado
bien y tenía mucho trabajo por delante, pero me encantaba. Megan me presentó a un par de
colegas con los que conversamos en la cafetería a la hora de nuestro almuerzo. Cuando
regresamos a nuestros cubículos, volví a prender el ordenador mientras hablaba con Megan,
pero por el rabillo del ojo vi a Johann y Bax caminar en nuestra dirección. Intenté no ponerme
nerviosa pero mi hermana me codeó, alertándome de ellos. Yo fingí estar hablando con ella para
no tener que cruzar miradas.

Aun así Megan levantó la mirada hacia nuestros jefes. Quise matarla pero sabía que era una
tontería. No podía escaparme de Bax, Dios mío, era mi jefe. Tenía que ponerme los pantalones
de chica grande y hacerle frente con madurez. Levanté la mirada a ellos. Vi que Johann le
sonreía abiertamente a mi hermana. ¡Vaya!

—Meg, ¿terminaste con el manuscrito que te envié? —preguntó con la atención fija en ella, ni
siquiera me dio una mirada.

Megan a mi lado, negó.

—No, te lo paso cuando termine —sonrió hacia Johann apenada. Él negó, desestimando aquello
sin perder su gran sonrisa.

Alcé una ceja a darme cuenta de lo que sucedía. Al parecer Johann sólo le vino a preguntar
aquello a mi hermana. ¿No podía escribirle por correo como hacía cuando enviaba los
manuscritos?

Johann volteó a mí. Intenté centrarme sólo en él pero su hermano estaba a su lado, y por el
rabillo del ojo podía ver su mirada en mí. No sólo sentirla.

—¿Qué tal te está yendo en tu primer día, Madison? Sonreí.

—Muy bien, gracias Johann.

Él asintió y se despidió de nosotras deseándonos un buen día, su hermano se alejó también sin
despedirse, y sin mirarnos.

—Imbécil —dije lo suficientemente bajo para que sólo Megan me escuchara. Ella negó.

—Cole siempre ha sido así.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

—Ugh, cuando lo llamas por su apellido, me estresa. Megan sonrió.

19
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Y si lo llamo por su nombre, pensarás en esa noche y te pondrás cachonda. La golpeé en el


brazo.

—¿Quieres callarte?

Al parecer me recordará lo de Bax toda mi vida.

Miré alrededor comprobando que nadie haya escuchado eso.

A las seis en punto de la tarde Megan me pasó la voz para irnos. Hora de salir. Sentía mis ojos
cansados por haber pasado varias horas leyendo en la pantalla. Apagué el ordenador, guardando
mi trabajo en un archivo y agarré mi bolso. Algunas personas ya se habían ido y solo quedaban
pocas personas en la oficina, así el lugar estaba más silencioso. Por lo que traté de caminar sin
hacer ruido pero era misión imposible con estos tacones.

Megan me adelantó yendo al ascensor y apretó el botón para bajar. Se escuchó el sonido de una
puerta siendo abierta pero me negué a voltear.

—Señorita Hall —dijo la voz ronca de Bax.

Me quedé quieta sintiendo los vellos de mi nuca erizarse. Miré a Megan sonreír antes de voltear
hacia Bax. Ella también volteó hacia él como si nos hubiera llamado a ambas, y prácticamente
era así porque las dos teníamos ese apellido.

Bax hizo una mueca mirando a Megan.

—Disculpa. Hablaba con su hermana.

Megan me miró y luego sonrió incómodamente hacia Bax. Él siguió hablándome, ignorando a mi
hermana.

—¿Ya terminó el manuscrito? Fruncí el ceño.

—No pero me falta muy poco.

Por la cara que Bax puso, supe que había respondido mal.

—¿Entonces por qué se va? Tiene que terminarlo —Su voz sonó dura aunque sus palabras no lo
eran. No entendía su dura actitud.

Estaba algo indignada.

—¿Perdón? Mi hora de salida es...

—Es cuando termina sus deberes —dijo Bax cortando lo que estaba diciendo. Miró a Megan justo
cuando las puertas del ascensor se abrieron—. Puede irse, señorita Hall. Su hermana aún tiene
trabajo que hacer.

20
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Pe-pero... —tartamudeé mirando al estúpido de Bax, muy sorprendida.

—Hasta mañana, señorita Hall.

Megan no tuvo más remedio que hacer un gesto de despedida con su mano y entrar al ascensor
con expresión neutra. Cuando las puertas se cerraron volteé para mirar a Bax, furiosa.

—¿Por qué...?

—Siga con su trabajo si no quiere ser despedida.

Y sin más Bax volvió a entrar en su oficina. Todos en la planta voltearon a verme con expresión
de compresión. Megan ya me había contado el nivel de idiotez de Bax, pero conmigo se estaba
pasando. Apreté mis manos en puños imaginando la cara de Bax. Quería golpearlo.

Volví a mi cubículo y prendí mi ordenador abriendo el archivo del manuscrito. Lo empecé desde
donde lo había dejado mientras en mi mente maldecía a Bax y el momento en el que nuestras
vidas se tuvieron que cruzar. No creía en las coincidencias. Sabía que si una persona se cruzaba
en tu vida, era por algo. Y Bax había entrado a mi vida para atormentarme. Era mi karma.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que el sonido de una puerta cerrarse bruscamente me hizo
saltar de mi asiento. Levanté la mirada y me encontré con los ojos marrones de Bax.

—Anda a casa —dijo él haciendo una mueca.

Suspiré. Me froté la mano en el rostro mientras observaba a mí alrededor. La única en su puesta


era yo, no había nadie más. Supongo que estaba muy concentrada en el manuscrito como para
darme cuenta que todos se iban.

—Me falta casi nada para terminar —anuncié con miedo de que me haga quedar hasta
finalizarlo. Sólo me quedaban unas veinte hojas.

Bax se acercó a mi cubículo. Su altura era imponente por lo que tuve que estirar mi cuello para
mirarlo desde donde estaba sentada.

—Mañana lo sigues —Se encogió de hombros.

Asentí sin responder y queriendo escapar de su escrutinio. Apagué el ordenador, tomé mis cosas
y caminé hacia el ascensor mientras murmuraba una seca despedida sin mirar a mi jefe. Ya no
tenía nada que hacer ahí ahora.

—Espera, Madison.

Escuchar mi nombre de sus labios, me transportó a la noche en que estuvimos juntos. Recordé
sus labios sobre los míos, y en mi cuello, haciéndome estremecer.

21
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Volteé a verlo, esperando que dijera algo, pero su intensa mirada estaba fija en mí y parecía que
no iba a hablar. Alcé una ceja. Caminó hacia mí lentamente. Esperé ahí en mi sitio, sin
moverme. Bax se acercó hasta estar a unos centímetros de distancia. Levanté la mirada. Sus ojos
estaban

vidriosos y su respiración era entrecortada. Estaba afectado de la misma manera que yo. Con la
diferencia que yo no lo demostré.

—Madison —susurró haciendo estremecerme. Soltó un suspiro y luego retrocedió—. ¿Quieres que
te lleve?

Lo miré sin entender.

—A tu casa —aclaró con una sonrisa ladeada. Lo de hace segundos ya olvidado. Asentí.

—Es lo menos que puede hacer ya que envió a mi hermana a casa y ella era mi único transporte.

Al instante de decirlo, me arrepentí el tono de voz que usé. Soné rencorosa y resentida. Por
Dios, seguía siendo mi jefe, sin importar que ya habíamos tenido sexo anteriormente.

Sin embargo no me disculpé por mi tono de voz, ni mi falta de respeto, sino que cuando apreté
el botón del ascensor y éste se abrió, entré rápidamente sin decir una sola palabra y con la
cabeza en alto. Estaba algo furiosa. Por no decir demasiado. Estaba dejando que Bax me
intimidara cuando no debía ser así. Por Dios, tenía que dejar de pensar en aquella noche de la
semana pasada cuando estuvimos juntos, y superarla, como al parecer él ya lo había hecho. No
estaba despechada ni nada. Lo que habíamos hecho era con sentimiento mutuo y a sabiendas de
que era sólo un rollo de una noche. No importaba que fuera mi jefe.

Entré al ascensor y esperé por Bax. Cuando las puertas se cerraron y el ascensor comenzó a
bajar en completo silencio, sentí un magnetismo que nos unía, mi corazón se volvió a acelerar y
sentí que estaba sudando. Esperé impacientemente a que el ascensor llegara al primer piso,
cuando las puertas se abrieron, salí rápidamente y caminé por el vestíbulo del edificio, Bax me
seguía a una distancia prudente.

Mis manos picaban para poder tocar su piel de nuevo y sentir sus labios sobre los míos pero me
supe controlar. Entramos en su camioneta último modelo.

Adentro ese magnetismo que sentí era aún peor pero me quedé muda todo el camino hacia mi
casa para no tener que mirarlo excepto cuando le di mi dirección. Me pasé el trayecto con los
ojos cerrados como si estuviera durmiendo.

Cuando llegamos a mi casa y Bax apagó el auto, el único sonido eran nuestras suaves
respiraciones.

—Gracias por el aventón —dije incómodamente. Bax asintió sin decir nada.

Tomé la manija de la puerta y la abrí. Cuando estaba por bajar, Bax me tomó el codo y me
acercó a él.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Adiós, Madison. —Depositó un beso en mi mano. Como tonta asentí y bajé lo más rápido que
pude, sintiendo mi corazón latir desbocado por cuarta vez en el día en presencia de él.

Definitivamente tenía algo por Bax. ¿Taquicardia tal vez?

23
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭
Mi primera semana de trabajo en la editorial Coleman había sido muy tranquila, exceptuando
mi primer día. Bax me había dejado en paz todo ese tiempo. Ni siquiera me tuve que preocupar
por él. Se mantenía alejado de mí, al igual que yo. Sólo hablábamos por correo cuando requería
de mi ayuda o en persona cuando era estrictamente necesario.

Lo que me tenía estresada era todos los manuscritos que tenía que evaluar. De los veinte que
Bax me había enviado, hasta el momento solo había evaluado siete de ellos y todos con
malísimas tramas. Al instante los descarté. Cuando abrí uno de ellos, el nombre me llamó la
atención. “El amor no está muerto, solo mi gran amor”. Fruncí el ceño y comencé a leerlo.

A los diez minutos supe que ese manuscrito sería publicado. Comencé a corregirlo pero antes se
lo envié a Bax, a su correo electrónico, para que lo revise también. A los pocos minutos escuché
la puerta de su oficina abrirse.

—Madison, ven aquí un momento —dijo Bax con voz firme. Miré a mí alrededor, todos en ese
piso me miraban curiosos. Me encontré con los ojos de Megan, ella me miraba con una sonrisa
burlona.

Como pude me levanté de mi asiento y caminé hacia su oficina, pasé y esperé a que cerrara la
puerta. Lo hizo, con fuerza, haciendo vibrar todo.

—¿Señor Cole? —pregunté tratando de sonar muy educada aunque lo que quería era correr de
ahí, lejos de él—. ¿Qué sucede?

Bax me indicó que tomara asiento, haciendo él lo mismo. Me acomodé en la silla y miré su
escritorio tratando de escapar de su mirada. En el escritorio vi varias fotos enmarcadas de él
junto

a su hermano. En un par había uno de él junto a una joven mujer. Miré con más detenimiento
pero su voz me sobresaltó.

—¿Qué clase de manuscrito me ha enviado? —preguntó con dureza y frunciendo el ceño. Lo miré
sin entender.

—¿A qué se refiere?

Bax señaló su ordenador abierto, lo volteó hacia mí y pude ver que estaba abierto en el
documento del manuscrito que hacía minutos le había enviado.

Sonreí sin poder evitarlo.

—Ohh. Ese manuscrito lo acabo de leer. Es muy prometedor y tiene buena trama. Le sugerí que
lo lea...

24
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Lo hice —Me cortó cruzando sus manos sobre el escritorio—. Y déjeme decirle que tiene un
pésimo gusto por la literatura.

Lo miré sin poder creer que lo que oía.

—¿Perdón?

Estaba comenzando a enfurecerme.

—Lo que escuchó —afirmó el muy idiota de Bax—. Cuando leí el primer párrafo no pude
continuar. Me dio sida a los ojos. Por lo que le pregunto: ¿qué le interesó a usted de ese
manuscrito?

No podía creer que estaba criticando mis gustos por los libros. Intenté respirar calmadamente.
Bax era más idiota de lo que parecía.

Abrí la boca y respondí sin ningún filtro. —Ese manuscrito me llegó al corazón, las palabras que
están escritas ahí hacen que pueda sentir lo mismo que el protagonista sintió. El escritor no solo
cuenta una historia, sino su historia —dije mirándolo fijamente. Bax enarcó las cejas
sorprendido—. Por eso me rompió el corazón leerlo, y me da mucha pena que usted no sienta lo
mismo. Así que yo creo que ese manuscrito se merece la oportunidad de publicarse, que llegue a
más personas para que sientan lo que el escritor pasó, y que les llegue al alma y sientan en el
corazón.

Me levanté y caminé hacia la puerta. Antes de salir, Bax habló pero no me volteé.

—Contactaré ahora mismo al escritor, tenemos un libro que publicar.

Sonreí abiertamente y salí cerrando la puerta sin decir nada. Me dirigí a mi cubículo donde
Megan me esperaba impaciente.

—¿Y? —preguntó abriendo los ojos—. ¿Te gritó? ¿Te manoseó? —Se acercó a mí susurrando—.

¿Te folló?

Le tiré un codazo con fuerza.

—No, tonta. —Negué—. Publicará el libro que estaba corrigiendo. Sólo me pidió mi opinión. Aún
estaba algo impactada.

Megan abrió los ojos.

—Eso es imposible. Normalmente cuando yo le paso algún manuscrito, pasan meses antes de
que llamen al escritor. ¿Cómo lo hiciste? —Megan abrió los ojos—. Ya sé, tuvieron sexo al
conocerse y bum, ahora acepta todo de ti.

Rodé los ojos.

25
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—El manuscrito era muy bueno. Es de un romance trágico, el escritor cuenta su vida en ese
libro. Casi se me salen las lágrimas.

Megan asintió.

—Me han tocado varias veces manuscritos así. ¿Cómo se llama el escritor? —preguntó con voz
ronca.

—Kayden Havort —respondí. Megan asintió.

—¿Ahora lo contactarás?

—Por supuesto. Bax publicará su libro. —Fruncí el ceño—. Mierda, no, la editorial publicará su
libro.

Mi hermana asintió.

—No te acostumbres a decir su nombre en voz alta por aquí —dijo señalando disimuladamente
detrás suyo—. Hay muchas chismosas por aquí y no querrás problemas.

Miré a donde me había señalado, un grupo de mujeres tomaban café al lado de la máquina
dispensadora en el pasillo. Todas ellas con sus trajes impecables y tacones altísimos. Se notaba
que eran mayores y algo creídas. Cuchucheaban entre ellas mirando alrededor y riéndose.

—Bien, no lo haré de nuevo —Asentí refiriéndome a llamar a mi jefe por su nombre. Un error
que no podía volver a cometer.

Luego del almuerzo, sentadas en nuestros cubículos lado a lado, Megan empezó a estornudar
varias veces.

—Salud —volví a repetir a a Megan automáticamente por décima vez en cinco minutos.

—Mierda —Megan tomó el pañuelo que alguien a su otro lado le tendía—. Gracias, Trev. Volteé a
verla, su nariz estaba roja y sus ojos brillaban.

—Ay, Meg, vas a enfermarte.

—Ay, Meg, vas a enfermarte. Ella cerró los ojos.

—Pero estaba tan bien en la mañana. Seguro es el estúpido aire acondicionado —Señaló el techo
donde claramente el aparto le daba a ella.

Hice una mueca.

—Ay, Meg —Negué con la cabeza—. Lo arreglaré ¿sí? Y cuando lleguemos a casa te prepararé un
té mientras descansas.

26
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Megan asintió y volvió su vista al ordenador para seguir trabajando mientras yo iba hacia la
caja de temperatura. Le subí un par de grados para que no fuera tan frío el ambiente y volví a
mi asiento con Megan levantando sus pulgares en

agradecimiento. Media hora después Johann salía por el ascensor mientras saludaba a todos. Se
detuvo al lado nuestro.

—Hola Madison. —Sonrió amablemente. Su cabello color castaño rubio algo despeinado.

—Buenas tardes, Johann.

Él asintió y luego miró a mi hermana. Sus ojos brillaron al verla.

—Hola Meg. ¿Cómo estás? Ella lo miró.

—Johann —dijo con voz ronca—. Algo resfriada. —Señaló su nariz roja—. Pero nada que no se
pueda curar.

Johann abrió los ojos, se acercó a ella y puso una mano en su frente.

—Dios mío, Megan, estás ardiendo de fiebre.

Al instante me acerqué a ella y también puse mi mano en su frente. Fruncí el ceño.

—No tiene fiebre.

Johann se encogió de hombros.

—En cualquier momento lo tendrá, ve a casa. Madison, llévala, Meg no puede conducir. Asentí
de acuerdo con él. Cerré mi ordenador luego de guardar mis archivos.

Megan hizo puchero.

—Yo quiero seguir corrigiendo.

Johann se acercó a ella y la ayudó a pararse. En ese momento Bax salió de su oficina y al ver a
su hermano con nosotras vino directamente.

—Madison necesito que llames a Recursos Humanos y... —Se detuvo al ver a Megan en ese
estado—. Mierda, estás echa un asco.

Fruncí el ceño. Megan sonrió débilmente.

—Gracias, señor Cole, y usted está fantástico —respondió con sarcasmo disfrazado de
amabilidad, volteó a Johann y le sonrió—. Pensándolo bien, ahora mismo necesito un tiempo con
mi cama, por favor.

27
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Johann sonrió a Megan y me hizo una seña para que la acompañe. Tomé mi bolso y el de ella y
caminamos al ascensor, no caminé ni dos pasos cuando Bax habló.

—Todavía no termina su hora de trabajo, señorita Hall.

Sabía que estaba hablando conmigo. Siempre parecía querer fregarme la vida. Me volteé
dejando a Megan apretando el botón del ascensor.

—Hermano, Megan está enferma —dijo Johann.

—Madison no, ella no se irá aún.

Me paré frente al insoportable de mi jefe. El hombre que aún deseaba por las noches... Frené
esos pensamientos y me centré.

—Señor Cole, mi hermana está enferma y necesita que alguien la lleve. ¿Me podría dar permiso
para irme temprano? El lunes me quedaré más tarde para no perder las horas de trabajo de hoy.

Lo dije con tanta amabilidad como pude reunir. Aun así quería matarlo. Bax empezaba a
cabrearme.

Él solo me miró unos largos segundos, luego miró a Johann y finalmente a Megan, el ascensor ya
se había detenido y ella estaba apoyando su mano para que las puertas no se cerraran. Todos en

el piso nos miraban atentamente pero no me importaba, había hablado profesionalmente y con
mucho respeto. El único problema era Bax, y todos lo sabíamos.

—Bien —respondió Bax luego de examinarme con su mirada—. Que así sea. Buen fin de semana,
señorita Hall.

Se volvió y caminó hacia su oficina, cerrando la puerta con fuerza. Miré a Johann, él negaba la
cabeza pero sonreía ligeramente divertido. Se despidió de Megan y juntas bajamos por el
ascensor.

—Ese jefe tuyo es un idiota —dijo ella haciendo una mueca—. Te ha declarado la guerra. Rodé los
ojos.

—Estaré esperando su siguiente movimiento, no le tengo miedo. Que sea mi jefe no significa que
puede mangonearme.

—Ehh, sí puede.

Las puertas del ascensor se abrieron.

—Megan, estás enferma. Hablas tonterías —dije sonriéndome.

—Ay, ya calla y lleva ésta enferma a casa —respondió dramáticamente.

28
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭
El sonido del timbre resonando en todo el lugar me hizo despertar de golpe. Abrí los ojos
sobresaltada cuando el sonido de la puerta siendo golpeada hizo eco en las paredes de mi
habitación. Me levanté como pude y me puse una bata sobre el vestido transparente que llevaba
de dormir. Un baby doll que amaba usar por la delicadeza de la tela. Entrecerré mis ojos
mientras salía de mi habitación y caminaba como zombie hacia la puerta de entrada donde aún
seguían tocando. La cabeza comenzó a latirme por la insistencia de quien sea que estuviera del
otro lado.

Abrí la puerta como pude y fruncí el ceño al ver a Johann Cole en mi puerta.

—¿Cómo...?

—Buenos días, Madison —Sonrió educadamente con sus ojos marrones brillando—. ¿Y Megan?
Enarqué mis cejas.

—En cama, descansando.

Hizo una mueca.

—¿Muy temprano, verdad? Suspiré.

—Sí. —Miré el reloj de pared de al lado en la sala y me sorprendí de la hora—. Mierda, ¿esa es la
hora? Ugh, ni siquiera sé cómo estoy parada.

Eran las seis de la mañana, y hoy era domingo.

—¿Puedo verla? —preguntó Johann impaciente.

Sabía que se refería a Megan. Me encogí de hombros y señalé su habitación en el pasillo.

—Te ofrecería algo de tomar pero ni idea de dónde estoy, iré a dormir, adiós. —Me alejé de ahí
en dirección a mi habitación dejando a Johann en la sala, me quité la bata y luego me tiré en la
cama. Al tocar mi almohada me quedé profundamente dormida.

El sonido de una puerta cerrándose me despertó de nuevo. Intenté abrir los ojos pero la cortina
estaba descorrida por lo que la luz de la mañana me impedía ver bien.

—¿Qué mierda? —me quejé, mi voz sonaba ronca por recién haber despertado. Yo no había
abierto la cortina de las ventanas.

Un momento, ¿quién...?

—Eh, no sabía que eras tan lisurienta —sonó una voz a mi lado.

29
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Grité por instinto volteándome hacia la voz. Me congelé de inmediato al ver al hombre frente a
mí.

¿Qué carajos hacía Bax Cole en mi habitación?

—Tranquila, Mad, soy yo —dijo él levantando las manos. Se acercó cautelosamente a mi cama, yo
intenté cubrirme el cuerpo pero Bax sonrió maliciosamente—. ¿Acaso te da vergüenza que te vea
cuando yo ya te vi completamente desnuda e incluso he estado dentro de ti?

Entrecerré los ojos hacia él.

—¿Qué hace usted aquí? —pregunté tapándome con las sábanas y lanzándole una mirada
mordaz.

Bax hizo una mueca.

—Háblame de tú. Estamos fuera del trabajo. Rodé los ojos.

—¿Acaso es bipolar?

—Eres —me corrigió sonriendo.

—¿Eres bipolar, Bax?

La sonrisa de él se esfumó.

—¿Qué? —Sonreí disfrutando la mueca en su rostro—. ¿Acaso no te gusta que te digan por tu
nombre?

—Mi nombre real es Baxter. Bax es un apodo —Se encogió de hombros—. Y no, no me molesta.
Pero si lo haces en la oficina, te meterás en líos. No conmigo, todos me llaman Señor Cole y si
sólo tú me llamas por mi apodo, todos pensarán mal y tendrías problemas.

—Oh —Alcé mis cejas sorprendida por su explicación. No parecía un hombre de dar
explicaciones, sino uno gruñón y muy testarudo. Ahora parecía otra persona. Asentí—. Bien.

Me levanté de la cama y rápidamente cogí la bata al pie de mi cama y me la puse


apresuradamente para que Baxter no me viera semidesnuda. Ya lo había hecho pero ahora era
una cosa muy distinta. Era mi jefe y había ciertos parámetros. Uno de ellos era que no podía
entrar a mi habitación sin permiso mientras yo dormía.

—¿Te puedes ir, por favor? Voy a cambiarme. Bax asintió.

—Johann me dijo que estaba aquí y que le trajera un par de cosas —Se encogió de hombros—.
Está atendiendo a Megan.

Sonreí.

30
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Owww, qué amable de su parte. Él es el hermano bueno. Bax alzó una ceja.

—Y tú la hermana que está buena.

Me crucé de brazos al sentirme ruborizarme.

—Adiós —Señalé la puerta.

Bax caminó sonriendo y salió de mi habitación sin decir nada más dejando la puerta abierta, me
acerqué a ella y la cerré suspirando de alivio. Sería tan incómodo tenerlo aquí en el
departamento. Su voz me hacía retorcer los dedos de mis pies por su intensidad, porque
recordaba nuestra noche juntos, y lo que más quería era olvidar. No estaba dispuesta a perder
mi trabajo por lo que había pasado. Necesitaba ser profesional. La editorial Coleman pagaba
buen sueldo, y en serio necesitaba ese dinero para subsistir.

Cuando estuve aseada y vestida, salí a la pequeña sala de nuestro departamento. Bax estaba en
el sillón con la tele prendida, recostado como si fuera su departamento, con un plato de cereal
en su regazo. Johann y Megan no estaba por ninguna parte.

—¿Qué haces comiendo mi cereal? —demandé remarcando el «mi» con énfasis.

Baxter quitó sus ojos de la pantalla del televisor y la posó en mí. Me recorrió con la mirada el
cuerpo antes de encogerse de hombros como si con él no fuera la cosa.

—Megan me dio permiso para comer tu cereal.

—No jodas —dije resoplando. Megan nunca haría eso. Bax arqueó una de sus cejas.

—Lo siento —me disculpé al ver su mirada desconcertante—. No tengo mucho filtro. —La verdad
es que no me molesta, más bien lo encuentro divertido.

Asentí y caminé a la cocina dejándolo ahí. Vi que había una olla sobre la estufa apagada, pero no
le tomé importancia. Me preparé café con leche en una taza y cereal en un plato. Me senté en la
pequeña mesa de la cocina y comencé a comer mi desayuno. Luego de terminar mi cereal y café,
lavé los platos y salí a la sala de nuevo. Bax ya había terminado su cereal también y seguía
viendo la televisión.

—¿Dónde están Megan y Johann? —pregunté con curiosidad.

—Están en la habitación de Megan. Johann le preparó sopa.

Asentí, recordando la pequeña olla sobre la estufa. Al parecer a Johann le gustaba mi hermana.
Sonreí por aquello. Me parecía tan tierno todo lo que hacía por ella que no pude evitar quererlo
para mi hermana.

Cogí mi ordenador de la mesa y me senté en el sillón alejada de Baxter. Tenía un manuscrito que
corregir.

31
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Madison? —preguntó Bax en medio del ruido de la televisión.

—¿Sí? —contesté sin voltear a verlo.

—El viernes que viene hay un evento de la empresa. Cumple tres años y haremos una gran
celebración.

Lo miré sorprendida.

—Oh, eso es genial —Sonreí. Bax asintió.

—Sí. Mañana lunes se les entregará la invitación, solo quería adelantártelo.

—Gracias.

Bax asintió y volteó a seguir mirando la televisión. Forcé a mi mente en concentrarse en el


trabajo pero no podía. De nuevo sentía esa atracción entre Bax y yo, como si se tratase de un
imán que nos atrajere. No podía describirlo exactamente pero así me sentía con él. Intenté leer
el manuscrito pero me di cuenta que ya había pasado la página y no había prestado atención.
Suspiré derrotada. Al levantar la mirada encontré a Bax mirándome.

—¿Pasa algo? —preguntó con curiosidad. Sus ojos marrones me miraban atentamente.

No podía decirle que su presencia me distraía y me hacía querer cosas que estaban prohibidas
entre nosotros. Por lo que me encogí de hombros y mentí.

—Nada, solo estoy un poco estresada.

Bax asintió pero respondió. Segundos después Johann apareció en el pasillo viniendo hacia
nosotros.

—Megan ya tomó su sopa —anunció. Al verme sonrió divertido—. Hola de nuevo, Madison.
Correspondí a su sonrisa.

—¿Por qué te preocupas tanto por mi hermana? —Mi curiosidad no tenía límites, ni filtro. Las
mejillas de Johann se colorearon de rojo.

—Es qu-que ell-a... —tartamudeó mientras se tocaba el cabello.

—¡Porque le gusta! —exclamó Bax partiéndose de la risa desde su sitio.

Johann se sonrojó a un más y se acercó a Bax, le tiró un puñetazo en el hombro y otro en las
piernas. Me reí por ello pero cuando Bax lo agarró del cuello y lo atrajo a él, me preocupé. Así
comenzaron su pelea entre ellos. Vi cómo forcejeaban intentado golpear al otro, no sabía si era
verdad o juguetonamente. —¡Un poco de decoro, por favor! —grité acercándome a ellos. No
quería separarlos por miedo a que me den un golpe de casualidad así que agarré la escoba de la
cocina y comencé a blandirla entre ellos, separándolos.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

¿Qué...? —dijo Bax tendido en el suelo con Johann a su lado, respirando entrecortadamente.

—¿Mads? —La voz ronca de Megan cortó a Bax. Volteé a verla—. ¿Qué está pasando?

Megan estaba vestida con su pijama de unicornios y tenía una manta alrededor de ella. Parecía
un lindo tamal. Su ceño fruncido era gracioso, ya que su nariz estaba roja y su cabello estaba
despeinado.

Miré a Johann, éste negaba con la cabeza. Se levantó inmediatamente acomodándose la ropa,
Bax también siguió su ejemplo bajo nuestra atenta mirada.

Me encogí de hombros casualmente hacia Megan.

—Estaba trapeando y se resbalaron.

El ceño fruncido de Megan se hizo más profundo.

—No veo el piso mojado.

—Ya se secó, Meg.

¿Pero por qué...?

—La próxima semana habrá una fiesta —dijo Johann sonriéndole a Megan. Sus mejillas estaban
rojas—. Ya sabes, por el aniversario de la editorial. Y quisiera invitarte.

Megan sonrió. Esta chica amaba las fiestas.

—Por supuesto, ya dije que estaría ahí.

Johann frunció su boca. Bax y yo lo mirábamos atentamente, Bax con una sonrisa burlona en su
rostro.

—Me refiero a que vayas conmigo. Como mi acompañante. Megan abrió mucho los ojos.

—Uh... ¿En serio? —Miró a Johann sorprendida—. Eh, bueno, claro. Johann sonrió aliviado.

—Bien.

El silencio que calló en la sala luego de eso, fue muy incómodo. Bax y yo nos miramos y luego
apartamos la mirada.

—Creo que es hora de irnos, Jo —dijo Bax a su hermano, codeándolo. Johann asintió—. Adiós
señoritas. Nos vemos mañana en la oficina.

33
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Sin más se alejó, abrió la puerta y se fue, sin esperar a su hermano quien sí tuvo los modales de
despedirse correctamente. Johann se acercó a Megan y depositó un beso en su mejilla, de mí se
despidió con la mano y se fue, cerrando la puerta.

Miré a Megan.

—¿Ya estás mejor?

—Do —respondió con la voz congestionada—. Me iré a dormir. Se fue de ahí arrastrando la
manta. Negué con la cabeza. Conocía a mi hermana y sabía que a ella no le gustaba Johann como
a él le gustaba Megan. Rogué al Señor que por favor, Megan no lastimara a Johann, él era muy
buena persona.

Al día siguiente partí sola a la Editorial ya que Megan había despertado muy enferma, al parecer
el vino que nos tomamos anoche no le cayó muy bien. Horas luego de que Johann se fuera, había
enviado un ramo de rosas a Megan con una nota pidiéndole que se recuperara muy pronto para
que vayan juntos a la fiesta de Aniversario. Megan lo vio como un gesto de amigos. Intenté no
golpearla en la cabeza con la botella de vino.

Internamente ya me sentía mal por Johann. Quería advertirle pero sentía que ya era un caso
perdido.

Cuando llegué a la Editorial Coleman, me sentí triste. Aún no había hecho amigos y no tenía con
quien hablar si no estaba mi hermana. Pasé mi día tranquilo, trabajando, hasta la hora de
almuerzo. Gracias a Dios, Bax no me había fastidiado de nuevo.

A la hora de almuerzo entré a la cafetería, todos levantaron la mirada cuando pasé por las
mesas llenas del personal de la editorial. Ya que era la nueva y sólo paraba con Megan, no había
hecho ningún amigo. Megan tenía amigos pero me los presentó sólo para saludarlos, aún no
tenía amigos y ya empezaba mi segunda semana de trabajo. La semana pasaba había firmado mi
contrato con la Editorial Coleman.

Caminé con paso seguro hacia la máquina dispensadora sin molestarme las miradas fijas en mí
de los demás, ni de los cuchicheos. No sabía qué elegir de todo lo que había en la máquina, miré
detenidamente lo que había dentro pero nada me llamaba la atención, o el apetito.

—Eh nueva, ¿podrías apurarte, por favor? —dijo una voz de chica detrás de mí.

Volteé lista para decirle unas cuantas cosas, pero detuve al verla al lado de un chico muy guapo.
Los dos me miraban con curiosidad.

—Sólo no sé qué escoger —Me encogí de hombros haciendo una mueca.

Los dos se me hacían conocidos, los había visto varias veces en la Editorial. Es más, el chico de
ojos verdes se sentaba al otro lado de mi hermana. Ella lo llamaba Trev.

—Soy Madison —me presenté sonriendo—. La hermana de Megan. Todo el mundo me conocía por
eso, y por ser la nueva, claro.

34
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Ellos asintieron.

—Sí te conocemos —respondió la chica sonriéndome—. Yo soy Susie.

—Trevor —dijo el chico extendiendo su mano. La tomé pero en vez de apretarla, bajó su rostro y
besó mi mano. Pero sin miradas coquetas o frases cursis.

Sonreí divertida. Ya me caían bien.

—¿Qué tal es ser la nueva, eh? —preguntó Susie sonriéndome. Me encogí de hombros.

—¿Qué tal es ser antiguo? —Miré a ambos. Ellos fruncieron el ceño pero luego asintieron,
entendiendo.

—Pues igual. —Sonrió Trevor.

Escuché el sonido de tacones atravesar la cafetería, volteé por curiosidad para ver quién era.
Una chica de cabello negro y ojos azules deslumbrantes caminaba dentro como si fuera la reina
del lugar. Baxter caminaba detrás de ella. Aparté mi mirada de nuevo a mis nuevos amigos.Al
parecer vieron mi rostro fruncido en confusión porque se apresuraron a explicarme.

—Esa es Heidi Owens —aclaró Trevor con disimulo sin levantar mucho la voz—. La jefa de
Recursos Humanos.

Fruncí el ceño.

—Pero cuando firmé el contrato la semana pasada, ella no...

—Estaba de vacaciones —Me cortó Susie—. Ya volvió. No es mala, un poco mandona pero es
buena gente. Aunque se cree la reina del lugar y es muy creída, su trato es muy amable.

Asentí. Trataba de no voltear a verlos. A Bax y la jefe de Recursos, Heidi. Pero me moría de
curiosidad.

—Disculpen, ¿están usando la máquina? —La voz de una chica nos interrumpió. Volteé mi
mirada y me encontré con Heidi Owens y sus increíbles ojos azules. A su lado estaba Bax,
mirándonos con expresión neutra.

Nos saludó con una inclinación de cabeza. Heidi, a su lado, me miró con curiosidad y
reconocimiento.

—Oh, tú eres nueva. Mucho gusto, Madison. Yo soy Heidi Owens, Jefa de Recursos Humanos,
espero que nos llevemos muy bien. Bienvenida a la editorial.

Sonreí. Extendiéndole la mano.

—Mucho gusto, soy Madison Hall. Ella asintió sonriéndome con dulzura.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Lo sé, hermana de Megan Hall. Qué lindo que trabajen juntas.

—Sí —acordé con una sonrisa incómoda. Bax me miraba fijamente y yo no tenía otro remedio
que devolverle la mirada.

Heidi se dirigió a Susie y Trevor y los saludó también. Nos hicimos a un lado para que ella
pudiera comprar en la máquina. Yo estaba sin comida y no sabía qué pedir por mi indecisión.
Trevor sacó de su bolsa de papel; un sándwich y me lo tendió.

—Toma, para que no te mueras de hambre.

—¿Tú no vas a comer? —lo miré, sorprendida. Trevor se encogió de hombros.

—Trevor ya comió —dijo Susie sonriendo—. Yo había traído para compartir.

Procedí a comer el sándwich mientras ellos entusiasmados hablaban sobre la fiesta de


Aniversario de la Editorial que estaba la vuelta de la esquina. El sándwich estaba delicioso por
lo que me enfoqué en devorarlo mientras los escuchaba.

En un momento sentí que me miraban, levanté mi cabeza y me encontré con los ojos marrones
de Bax. Heidi a su lado le hablaba de algo, luego de unos segundos, ella se levantó y se acercó a
él, le dio un largo beso en la mejilla y salió de la cafetería. Bax apartó rápidamente su mirada de
la mía y salió de ahí.

—Ah —dijo Susie mirándome—. No sé qué se trae entre manos Heidi pero le gusta el jefe. Trevor
asintió entusiasma mente.

—En cada oportunidad que tiene, lo besa y lo toca. Enarqué mis cejas.

—¿Y él no hace nada?

Trevor se encogió de hombros.

—Creo que son amigos con derechos.

—O amantes —dijo Susie divertida, como si no se lo creyera. Pero luego de la noche que tuve con
Baxter, lo creía todo de él. ¿Heidi y Baxter juntos? Era muy probable.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

El día viernes Megan ya estaba mucho mejor, ya no tenía fiebre y tampoco estaba
congestionada. Sólo con un poco de tos leve y la voz ronca pero ella reiteraba que estaba mucho
mejor que antes. Había ido a la editorial, y a la hora de almuerzo la pasamos con mis nuevos
amigos; Susie y Trevor en la cafetería conversando amenamente los cuatro. Al ver cómo Susie y
Trevor se trataban le pregunté a Megan si estaban juntos o algo así, pero ella afirmó que sólo
eran amigos y que Susie tenía otros gustos. Ni siquiera pregunté por eso.

Al terminar el día laboral, los chicos y yo decidimos salir a tomar algo. Ya que era viernes y
estábamos con las energías para divertirnos, Megan y yo los llevamos a nuestro bar favorito, sí,
el de Rob, que quedaba a tan sólo un par de cuadras de distancia de la editorial. Eso fue motivo
para ir caminando mientras conversábamos de nuestro día en el trabajo y cuchichear de los
demás.

Cuando entramos al bar, un recuerdo me vino a la memoria, del día en que conocí a Baxter. Mi
piel se puso de gallina recordándolo. Ya ni siquiera pensé en mi ex.

—¿Quieren ir a la barra o mesa? —preguntó Megan sacándome de mi ensoñación. La miré como


si fuera obvio.

—Mesa —respondimos al unísono Susie, Trevor y yo.

Nos dirigimos a una mesa en la parte trasera del bar que estaba completamente lleno por ser fin
de semana. Elegí sentarme al lado de Trev y Megan al lado de Susie. Una camarera se acercó a
nosotros para tomarnos los pedidos. Yo me decidí por algo suave; piña colada, ganándome los
abucheos de mis amigos.

—¡Eh! Mañana es la fiesta de Aniversario, tengo que estar compuesta para ir. —Me excusé
encogiéndome de hombros. Era cierta mi respuesta. Mañana tenía que estar bien y sabía que si
hoy tomaba algunos tragos de más no podría pararme mañana. Digamos que no era muy
tolerante al alcohol.

—Bueno —dijo Trev sonriendo—, tomaremos por ti.

Ellos sí eligieron bebidas fuertes, como ron y vodka. Cuando la camarera trajo nuestro pedidos,
todos alzamos nuestros vasos.

—¡Salud por esta nueva amistad! —exclamó Megan sonriendo.

—¿Nueva amistad? —repitió Susie mirándola—. Nos conocemos desde que entraste a trabajar
ahí.

Trev intervino indignado al igual que Susie.

—Me siento a tu lado en los cubículos todos los días. Megan se encogió de hombros.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Me refería por nosotros cuatro, ahora mi hermana se nos unió. Susie y Trev asintieron.

—Pues sí —estuvo de acuerdo Susie. Levantó su vaso y los chocó contra los nuestros, haciéndolos
sonar—. ¡Salud!

Todos chocamos nuestros vasos y tomamos de largo el trago. El mío era piña colada por lo que
no puse ninguna expresión extraña como mis amigos cuando probaron sus bebidas.

Conversamos de todo un poco y cuchicheamos cosas de la Editorial poniendo al día a Megan con
las cosas que pasaban mientras ella estuvo ausente por su gripe. Mis amigos y Megan se
pidieron más tragos, así que supuse que yo sería la conductora designada ya que Megan había
decido emborrachar, por lo que me pedí un vaso de agua. Me excusé con ellos un momento y fui
al baño, necesitaba urgentemente hacer pis. Cuando hice mis necesidades y me lavé las manos,
salí de ahí, caminando hacia la mesa de nuevo pero me detuve al fijarme en lo que ocurría
frente a mis ojos.

Megan y mis amigos estaban incómodos por la llegada de Bax y Johann, nuestros jefes. Ellos ya
no reían a carcajadas como lo hacían cuando yo me fui de ahí. Ahora conversaban seriamente
con nuestro jefes.

Eso no fue lo impactante, sino lo que ocurría a mi derecha, en la barra, vi el rostro de mi ex


novio, Devan, sentado al lado de su mejor amigo, tomando unas cervezas y charlando con
sonrisas en sus rostros.

En ese instante quise correr de vuelta al baño y esconderme debajo de los lavabos para no salir
nunca.

Mi corazón empezó a palpitar rápidamente dentro de mi pecho. No sabía qué hacer, las palmas
de mis manos comenzaron a sudar, sentí algo frío en la nuca.

Pensaba que en cualquier momento iba a morir.

Gracias a Dios la mesa donde nos habíamos sentado con mis amigos estaba al fondo del bar, lo
único malo es que estaba cerca al baño, así que si alguien iba hacia allí, nos vería. Rogaba al
cielo que a la vejiga de Devan no se le ocurriera llenarse.

Traté de calmar mi respiración mientras me acercaba a mi mesa. ¿Qué rayos hacía Bax y Johann
ahí?

Johann estaba al lado de Megan y Bax junto de Trev, reemplazando mi lugar. Me paré al lado de
Bax, mirando a los demás e ignorándolo.

—Eh, qué sorpresa —Sonreí a Johann genuinamente, él no era el problema o la molestia aquí—.
No sabía que vendrían aquí.

Johann señaló a Bax, pero no aun así no lo miré.

—Bax ama este lugar. Sugirió que viniéramos hoy y nos encontramos con ustedes. ¡Vaya
casualidad!

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Claaaro, casualidad. Yo creía que no era eso, sino Baxter. Mi intuición me lo decía. Asentí
incómodamente hacia Johann.

Nuestros amigos bebían de sus vasos mirándose entre ellos. Sip, era tan incómodo.

—¿Podría pasar, por favor? —Pregunté a Bax con educación. No quise mirarlo pero tenía que
hacerlo para que supiera que hablaba con él. Sus ojos marrones voltearon a mirarme fijamente.

Luego de unos segundos se levantó y Trevor

también por lo que pude pasar para sentarme al fondo, pero en vez de que Trevor pasara, lo
hizo Bax, sentándose a mi lado. Entre Trev y yo.

Miré a Megan, ella estaba incómoda sentada entre Susie y Johann. La mesa estuvo en silencio
por unos segundos hasta que Trev habló.

—¿Y cómo va los preparativos de mañana? —preguntó a Johann sacándonos a todos de la


incomodidad.

El menor de los Cole se encogió de hombros.

—Bien, solo faltan unas cosas y todo quedará. ¿Recibieron sus invitaciones, no?

Todos asentimos. Las tarjetas de invitación nos la había dado Johann exclusivamente. Se las dio
a Megan y ella me dio la mía. Toda la semana que había estado enferma, Johann había ido a
visitarla a casa, trayéndole regalos pequeños.

—Bueno, esto es incómodo —murmuró Susie tomando un trago de su bebida. Todos la miramos.

—¿Qué? Son nuestro jefes, ya no podemos cuchichear o hacer bromas. —Rodó los ojos.

—Pueden seguir haciéndolo —Respondió Bax. Todos volteamos a mirarlo. Enarcó una ceja pero
Susie se lo tomó enserio.

—Yo no aún no tengo vestido —se quejó ella a nadie en particular.

Esa fue mi oportunidad para hablar y dejar a un lado mis pensamientos que atormentaban con
fastidiarme la noche.

—Oh, yo tengo muchos, te puedo prestar uno —dije sonriéndole.

—Aww, ¿harías eso por mí? —Puso una mano en su pecho, a la altura de su corazón mirándome
con sus ojazos marrones.

—Claro, Susie.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Luego de eso la conversación fue fluyendo poco a poco en la mesa. Pero todo era en base a lo de
mañana y la celebración que se realizaría por el aniversario de la editorial. Incómodamente
comencé a mirar hacia la barra. Rob estaba atendiendo, intenté no mirarlo directamente a él ya
que me saludaría y eso atraería la mirada de Devon o de su amigo.

—¿Qué tanto miras allá? —La voz ronca de Bax en un susurró me sobresaltó. Miré hacia mis
amigos pero estaban teniendo una acalorada discusión sobre una serie conocida de Netflix.

—Nada —respondí tomando de mi vaso de agua. Mi garganta estaba seca. Por debajo de la mesa
sentí la pierna de Bax chocar contra la mía. Al instante la aparté mirando a Bax
interrogativamente.

Bax miraba hacia la barra. Irónicamente Devon estaba sentado en el mismo sitio que Bax y yo
nos habíamos sentado cuando nos conocimos. Intenté no mirar hacia mi ex novio pero mis ojos
no podían apartar la mirada de su cabello. Estaba más corto, como me gustaba. Internamente
mi corazón se apretó por los recuerdos con él.

—Bien, es hora de irnos —dijo Megan sacándome de mis pensamientos. La miré


interrogativamente, ella hizo una seña y asentí, entendiéndola.

—Sí, ya es tarde —afirmé, siguiéndole la corriente—. Mañana tenemos cosas que hacer
temprano.

—Miré a nuestros amigos y jefes—. Lo sentimos, es hora de partir.

Ellos asintieron. Tomé mi monedero y puse un billete en la mesa, suficiente para lo mío y de
Meg. Pero Bax lo puso de vuelta en mi mano.

—Pagaré por ustedes. Abrí los ojos como platos.

—Claro que no, ustedes no han tomado nada, y nosotros sí, y mucho. Déjame pagar lo mío y de
Megan.

Johann intervino.

—No te gastes, Madison. Cuando Bax dice algo, no hay nadie que lo pueda contrariar. Bax
asintió.

—Sólo quiero un gracias —dijo él repitiendo las mismas palabras que cuando nos conocimos.

—Gracias —respondí de malas. Le hice una seña y pareció entender por lo que Trev se paró y
luego Bax, salí de ahí rápidamente y me dirigí a mis amigos.

—Nos vemos mañana chicos. —Me despedí y me acerqué a Susie—. Mañana vienes a nuestro
departamento para prestarte el vestido. Tienes para escoger, eh.

—¡Yupi! —Exclamó emocionada abrazándome—. Me mandas un mensaje para ir, Megan tiene mi
número.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Bien —reí por su entusiasmo.

Caminé a Johann y Bax, borrando mi sonrisa al verlos.

—Gracias, hasta mañana —dije secamente asintiendo hacia ellos con mi cabeza. Luego seguí a
Megan a la salida, sin esperar respuesta de mis jefes. Intenté cubrir mi rostro para salir de ahí
sin ningún tipo de drama referente a mi ex. Gracias a Dios él estaba de espaldas a la puerta de
salida y no nos veía.

Agarré a Megan del brazo y la apuré para salir de ahí. Una vez que estuvimos en la acerca, solté
el aire que estaba conteniendo.

—Gracias a Dios —exhalé mirando el cielo. Megan me frunció el ceño.

—¿Qué pasó, Mads? Negué con la cabeza.

—Devon está adentro.

Megan se horrorizó.

—¿Adentro? ¿Te refieres adentro como adentro del bar? Rodé los ojos.

—Pues sí, ¿qué otro adentro existiría? —Sacudí la cabeza—. Eso no importa. Él estaba adentro,
en la barra tomando con su amigo.

—Oh, por eso te veías tan incómoda —Le pasé una brazo por el suyo y comenzamos a caminar en
dirección al estacionamiento del edificio de la editorial, a par de cuadras de aquí, para recoger
nuestro auto. Megan no estaba tan borracha porque no se tambaleaba al caminar.

—Sí —susurré.

Ver a Devon había traído a mi mente los recuerdos de nosotros juntos. Seis años no se borraban
tan fácilmente. Y menos cuando habíamos terminado por mí culpa. Si pudiera retroceder el

tiempo, hubiera aceptado casarme con él. No porque quisiera, sino porque no querría que lo
nuestro terminara.

El amor no era egoísta. Y yo lo había sido.

Cuando llega el amor y no lo sabes valorar, lo pierdes. Y es muy difícil volver a recuperarlo. Así
me sentía yo, sin esperanzas de volver a tener lo que ya había tenido.

41
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

El lugar donde se estaba celebrando el aniversario de la editorial abarrotado de gente. Mejor


dicho, el hotel. La celebración se estaba realizando en un prestigioso hotel de lujo, en la sala de
recepciones. Miré a mi alrededor sorprendida. Estaba decorado a detalle y las mesas de la sala
estaban cubiertas con manteles finos y colores elegantes. Mis amigos y yo nos quedamos a un
lado observando todo detalladamente.

Mi largo vestido color vino se amoldaba a mi figura, el escote que llevaba era moderado ya que
no quería parecer vulgar si mostraba más. Los tacones que llevaba se veían por la apertura del
vestido en mi pierna derecha. Sip, el diseño del vestido era así. Tenía una gran abertura en la
pierna y se veía bien. Me gustaba cómo me veía.

Susie a mi lado llevaba un vestido que yo le había prestado de color coral, largo y con encaje.
Trevor a mi otro lado, estaba impresionante con su terno color gris oscuro resaltando sus ojos
verdes.

Mi cabello estaba recogido en una cola en lo alto de mi cabeza, por lo que sentí frío en la parte
trasera de mi cabeza al sentir a alguien detrás de mí.

Volteé para encontrarme con Johann y mi hermana. Ella estaba absolutamente hermosa, y
también incómoda, del brazo de Johann. Él sonreía alegremente hacia nosotros sin enterarse de
nada.

—Hola chicos —Nos saludó a cada uno estrechando nuestras manos—. ¿Qué les parece? Sonreí.

—Increíble.

En verdad el lugar estaba increíble. El organizador de la decoración había hecho un gran


trabajo.

Un mozo se nos acercó con una bandeja llena de vino y champagne. Elegí vino y sostuve la copa
sin tomar nada. Mi hermana estaba muda, se le veía incómoda. Su vestido verde oscuro
resaltaba

sus ojos del mismo color. Le lancé una mirada interrogante pero no me hizo ni caso, sino que
tomó una copa de vino también y comenzó a beberlo apresuradamente.

El ambiente estaba un poco tenso entre nosotros. Pero por parte de Megan y Susie. No sabía que
pasaba ahí pero algo raro había.

Entre todos decidimos adentrarnos al lugar. Avanzamos hacia las mesas, gracias a Dios ninguna
de ellas tenían nombres por lo que podíamos elegir con quien sentarnos. Las mesas eran para
ocho personas pero sólo entre nosotros éramos cinco. Elegí sentarme entre Trevor y Susie. Mi
hermana se sentó al otro lado de Susie y Johann.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Éramos los únicos sentados. Literalmente todos los demás invitados estaban de pie, charlando
entre ellos haciendo eco en todo el lugar. Había mucha gente y no sabía de donde provenían
todos porque vi caras que nunca llegué a ver en la editorial.

Johann se levantó, disculpándose.

—Bueno chicos, tengo que ir a saludar —Se volteó a Megan—. ¿Te quedarás aquí, Meg? Ella
asintió.

—Estos tacones me están matando —hizo una mueca pero yo no le creí para nada. Johann sí,
porque asintió sonriéndole y se fue.

Ahora solo éramos cuatro.

—¿Por qué todo es más incómodo cuando están nuestro jefes? —Trev hizo la pregunta cuando
sentimos el ambiente relajarse al irse Johann.

Tomé de mi copa de vino unos sorbos sin querer responder a eso.

—Eso es porque son nuestros jefes —dijo Susie con obviedad, rodando los ojos.

Seguí tomando de mi copa de vino mientras mis amigos entraban en una conversación sobre
nuestros jefes en la que yo no quería, ni debía, opinar. En vez de eso, miré a mí alrededor con
curiosidad. Había muchas personas y no conocía ni a la mitad de ellas. Tampoco sabía si
trabajaban en la Editorial Coleman o si sólo eran invitados de Johann y Baxter.

Vi a una mujer despampanante caminar entre las personas en nuestra dirección. Resaltaba por
su vestido color dorado y su cabello negro suelto en ondas desordenadas que le daban un
aspecto sexi. Era Heidi Owens. Que estaba del brazo con Bax, caminando hacia nuestra mesa,
Johann estaba al lado de ello sonriendo y señalando hacia nosotros.

Mierda.

Se acercaron mientras yo apuraba mi vino hasta terminarlo.

—Hola chicos —dijo Heidi sonriéndonos con sus labios color rojo cereza. Su maquillaje perfecto
resaltaba sus ojos azules pero yo opinaba que se veía muy vulgar—. ¿Podemos sentarnos con
ustedes?

Mis amigos se miraron entre ellos y luego a mí. Me encogí de hombros como si no me
importase. Trev fue quien habló cuando se dio cuenta que nosotras no diríamos nada.

—Claro, por favor, siéntense.

Ugh. ¿Por qué se tenían que sentar con nosotros? ¿Acaso no tenían con quien más sentarse?

¿Entre jefes, tal vez?

43
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Yo preferí estar atenta a la puerta. El chico que había enviado el manuscrito que me había
atrapado tanto, y que estaba corrigiendo, venía a la fiesta. Bax lo había invitado y me lo había
asignado para que conversase con él sobre la posible publicación de su libro en los próximos
meses. No lo conocía, pero había visto su foto ya que pedimos su carta de presentación y en ella
había una foto de él.

—¿Y cómo la estás pasando Madison? —preguntó Heidi sacándome de mis pensamientos y mis
ojos de la puerta.

La miré, fingiendo una sonrisa.

—Bien.

Mi respuesta fue cortante pero estaba más atenta a la puerta que a ella y sus preguntas.

Seguí mirando en esa dirección, a la puerta, viendo a todos llegar, hasta que vi un chico de
cabello castaño entrar. Estaba algo perdido. Sabía que era Kayden Havort, así que me levanté
enseguida.

—Si me disculpan.

Salí de ahí casi corriendo hacia Kayden. Estaba emocionada por hablar con el chico que había
escrito ese increíble manuscrito que me había hecho llorar. Me acerqué a él con excitación
corriendo por mis venas.

—Kayden Havort —llamé su atención. El chico volteó hacia mí—. Soy Madison Hall, editora de tu
manuscrito, mucho gusto.

Levanté una mano para estrecharla con la suya pero antes de eso los ojos celestes de Kayden
corrieron por mi cuerpo de arriba abajo. Yo aproveché para hacer lo mismo. El tipo era guapo,
con sus ojos celestes, su rostro cincelado y su cabello castaño. Vestía un terno color negro y una
corbata azul que resaltaba sus ojos celestes. Cuando volvió a mirarme a los ojos, sonrió de oreja
a oreja, visiblemente satisfecho de haberme pillado mirándolo al igual que él a mí.

—El gusto es mío, Madison —respondió con voz ronca y sonriendo seductoramente mientras
llevaba mi mano a su boca y depositaba un beso en ella.

Ugh, el tipo era un completo baboso. Mis ilusiones decayeron.

—¿Madison? —preguntó una voz detrás de mí. Esa voz... Era Bax. Él se adelantó hasta ponerse a
mi lado. Me miró a mí, y luego a Kayden. Sus ojos se entrecerraron al verlo—. ¿Quién eres tú?

Kayden sonrió. —Soy Kayden Havort. Bax ni siquiera parpadeó.

—Y yo soy Baxter Cole.

Esta vez Kayden abrió mucho los ojos, con asombro.

44
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Guau, señor Cole, quisiera agradecerle por publicar mi libro en...

Bax lo cortó. —Eso ya lo veremos. —Me tomó del brazo sin mirarme, sus ojos estaban fijos en
Kayden—. Siéntase cómodo. Y bienvenido a la celebración.

Luego de eso, sin poder despedirme yo, caminó llevándome con él del brazo.

—¿Señor Cole? —dije tratando de detenerlo pero caminaba muy rápido y no sabía a dónde
íbamos—. Cole, suélteme. —Pero no me hizo ni caso. Salimos de la recepción y me llevó al
ascensor—. ¡Bax, detente!

Se detuvo, en medio del pasillo y al lado del ascensor, y volteó a verme pero sin soltarme del
brazo, sus ojos brillaron al conectar con los míos. Me quedé muda por la intensidad en su
mirada.

—Te necesito —dijo.

Abrí los ojos sorprendida por sus palabras, y por la urgencia en su voz. Lo miré con el ceño
fruncido.

—¿Qué se supone que significa eso? Bax entrecerró sus ojos.

—No aguanto esta agonía. Estar a tu lado y no poder tocarte, por Dios, te veo todos los días en el
trabajo y en lo único que pienso es en volver a besarte. Y justo ahora estás preciosa, y no puedo
tocarte ni besarte. Ya no puedo más.

Mi piel se puso de gallina. No me sentía cómoda con esta sensación.

—¿Qué es lo que quieres, Bax? Por Dios, lo que pasó entre nosotros cuando nos conocimos fue un
error —Abrí mucho mis ojos para hacerle entender—. Ahora eres mi jefe, hay códigos en el
trabajo y no podemos traspasar esa barrera entre nosotros.

Bax sonrió de lado.

—Ya la pasamos.

Retrocedí dos pasos soltándome de su agarre.

—Sí, cuando no trabajaba para ti. Además estábamos borrachos. Y por el momento no quiero ni
necesito una relación amorosa. Lo siento. —Me volteé para alejarme pero Bax me tomó del
brazo.

—No te estoy hablando de una relación de novios. Simplemente amigos. Enarqué una ceja.

—¿Con derechos? No gracias. Bax sonrió.

—¿Por qué no, Maddie? Suspiré.

45
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Había tantas razones.

—Porque nunca sale nada bien de eso, y no necesito drama en mi vida. —Me crucé de brazos—.
Además no me gustaría que estés conmigo y al mismo tiempo con otra.

Frunció el ceño, confundido.

—¿Con otra?

—Heidi —respondí como si fuera obvio. Él rio divertido.

—No estoy con ella.

—No es que me importe pero tampoco habría alguna diferencia. No quiero ser tu amiga con
derecho o eso, así que si me disculpas... —Pasé rozándole el hombro.

¿A quién engañaba? Me moría por tocarlo de nuevo pero no quería que nuestra relación fuera
simplemente para tener sexo. No me gustaría ser usada así, porque al final siempre la chica
terminaba enamorándose y con el corazón roto. Había leído demasiados libros.

Caminé de nuevo hacia la recepción de la fiesta. Dentro ya había más personas sentadas en las
mesas. Caminé hacia la mía pero vi de nuevo a alguien que nunca esperé encontrar aquí. A
Devan. Caminaba en mi dirección a varios metros de mí, no me veía porque conversaba con la
persona a su costado. Yo no me moví porque estaba demasiado impresionada de verlo aquí como
para hacer algún movimiento.

Él repentinamente dejó de caminar porque se fijó en mí, abrió los ojos, su expresión
horrorizada.

Quise hacer o decir algo pero me quedé muda y estática. La mujer con la que hablaba me miró
interrogante. Devan iba a decir algo pero alguien me tomó del hombro.

—Maddie —La voz de Bax me sacó de mi estupefacción. Miré el brazo de la mujer sujeto en el de
Devan. Sentí que mi corazón se aceleraba al darme cuenta de su conexión. Bax volvió a hablar
notando la tensión entre nosotros—. Soy Baxter Cole. —Estrechó su mano con la de Devan al
mismo tiempo que me tomaba de la cintura bajo la atenta mirada de mi ex y su nueva novia—.
El dueño de la editorial.

Devan miró a Bax, ligeramente sorprendido.

—Felicidades por el aniversario. Yo soy Devan Allen. Intenté decir algo, pero no sabía qué. Era
tan incómodo.

—Madison trabaja para mí. Es muy buena en su trabajo —informó Bax sonriéndole a Devan. Sus
manos en mi cintura bajaron a mis caderas poniendo mis pelos de punta. ¿Qué rayos estaba
haciendo? Intenté alejarme pero Bax me sujetó con fuerza sonriendo hacia Devan y su
acompañante—. Madison es la mejor editora que he tenido. ¿Cómo la conoces tú, Devan?

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Era el momento de intervenir antes de que todo se volviera realmente incómodo. Aunque ya lo
era, y peor aun cuando Bax habló de «ti» y no de «usted» con mi ex.

—Mira, Johann nos está llamando. —dije a Bax codeándolo, luego miré a la pareja frente a mí—.
Discúlpennos, debemos irnos.

Me alejé de ahí sin mirar a nadie con Bax agarrando mi cintura. Suspiré de alivio cuando
estuvimos a varios metros alejados de ellos.

—Ufff —dije cerrando los ojos—. Eso fue tan incómodo. Mierda. Bax frunció el ceño.

—¿Quién era ese, Madison?

—Mi ex novio —Me encogí de hombros restándole importancia. Bax me miró intensamente, sus
manos se formaron en puños.

—¿Y cómo diablos entró en esta fiesta?

—Él también trabaja en una editorial. Es el jefe de recursos humanos, por lo que también vino.

—¿Qué editorial? —prácticamente gruñó la pregunta.

—Caray, qué carácter. Cualquiera diría que estás celoso —respondí sonriendo sin contestar su
pregunta. Sólo estaba fastidiando a Bax pero cuando vi la furia en su mirada, le corté—. No
entiendo por qué te pones así. ¿Qué te pasa?

—Tú. Eso me pasa. Tú, maldita sea.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Me alejé rápidamente de Baxter sin responderle y caminé hacia nuestra mesa con Bax
siguiéndome. Allí ya todos estaban sentados, incluido Kayden Havort quien conversaba con
Trevor y Johann. Las chicas hablaban entre ellas; Megan y Susie. Mi lugar ya estaba ocupado,
quise pedirle a Kayden que se moviera para sentarme entre él y Trevor pero no quería llamar la
atención. Así que me senté al otro lado de él junto a un asiento vació, donde Bax se sentó, al
otro lado de él estaba Heidi pero intenté ignorarlos lo mejor posible.

La tensión en la mesa estaba de vuelta, y sabía que era por Bax y yo. Intenté concentrarme en la
conversación que Trevor, Johann y Kayden tenían pero no podía, porque de un momento a otro
Bax bajó la mano hasta su rodilla y rozó mi pierna desnuda. Abrí mucho los ojos, alarmada, y
me crucé de piernas. En un intento para que no pudiera hacerlo de nuevo, pegué mi silla más
cerca a la mesa.

Heidi quien estaba al otro lado de Bax se acercó a él y conversaron en susurros. Aparté la
mirada de ellos y me concentré en los chicos.

—La verdad es que me inspiré en mi propia vida —decía Kayden a Trevor y Johann—, obviamente
hay partes ficticias pero la esencia de la historia y la trama son reales. Incluso algunos diálogos
y escenas.

—Increíble —dije sorprendida mirándolo—. Cuando leí la historia me hizo derramar algunas
lágrimas.

Kayden sonrió de lado.

—Ese es el efecto que causo en las mujeres. Trevor y Johann rieron. Yo arqueé una ceja.

—Tu historia, no tú.

Kayden dijo algo más hacia los chicos pero yo me congelé al sentir algo en mi pierna
descubierta. Bajé la mirada y vi la mano de Bax sobre ella. Quise taparme pero el vestido era
con abertura en la pierna y no tenía como cubrirla. Le quité la mano de un sopetón, pero al
instante volvió a ponerla ahí.

Lo miré fulminándolo pero él seguía hablando con Heidi, ahora a una distancia prudente y no en
susurros como hacía ratito. Traté de llamar su atención pero él solo miraba a Heidi, con su
mano puesta en mi muslo desnudo.

Una idea cruzó por mi cabeza.

Coloqué deliberadamente mi mano en su rodilla, al estar a mi lado era fácil hacerlo sin que
alguien se diera cuenta, porque todo ocurría debajo de la mesa y los manteles cubrían aquello.
Sonreí cuando Bax saltó en su asiento al apretarle la rodilla.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Mientras seguía la conversación con los chicos a mi izquierda, Susie y Megan se unieron.

—El día de ayer tuve que revisar varios manuscritos. Me duele la vista de tanto leer. —Mi
hermana suspiró—. Es agotador pero al final del día vale la pena todo ese esfuerzo.

Susie asintió de acuerdo con Megan.

Iba a hablar pero sentí que la mano de Bax en mi pierna comenzaba a subir peligrosamente.
Quité mi pierna de ahí inmediatamente pero Bax la sujetó con fuerza y no pude moverla.

—Bax —susurré hacia él entre dientes—, ya basta.

Él me miró sonriendo de lado y mostrando sus hoyuelos.

—Eso es lo mismo que yo te digo, Mads. Basta. Fruncí el ceño sin entender.

Bax era un gran idiota bipolar. Heidi volvió a acaparar su atención por lo que me quedé mirando
la mesa tratando de no asesinarlo. Su mano aún se movía peligrosamente hacia el sur. Quería
pararme e irme pero también tenía curiosidad por saber hasta dónde podía llegar mi jefe en
medio de la celebración de su editorial, con cientos de personas a su alrededor.

—Me parece que estamos siendo descorteses —Johann habló a su hermano sin interrumpir la
conversación de los demás—. Madison es nueva y no le hemos presentado a nadie más de la
Editorial.

Bax negó.

—Yo ya le presenté a varias personas —mintió encogiéndose de hombros hacia su hermano. La


única razón por la que imaginada que lo hacía era para no mover su mano de mi muslo.

Los dos podíamos jugar a este juego.

Tomé la servilleta de tela de la mesa y la puse a la altura de mi codo, miré a todos y antes de
pensarlo más, tiré al piso la servilleta empujándola con mi codo.

—Mierda.

Me agaché sin prestarle atención a nadie. Bax estaba tranquilamente a mi lado sin observarme.
Cuando mi cara estaba casi cerca al suelo. Llevé mi mano hacia la pierna de Bax y fui subiendo,
hasta llegar a su miembro. Bax pegó otro pequeño salto, esta vez más alto. Bajó la cabeza hacia
su regazo, y al verme, abrió mucho los ojos.

Con una sonrisa feliz, volví a sentarme correctamente sin voltear a verlo, como si nada hubiera
ocurrido. Puse la servilleta sobre la mesa y me crucé de brazos, aun con una gran sonrisa de
victoria en el rostro. Pero no duró mucho, porque Bax no se quedó quieto, sino que metió la
mano bajo mi vestido y me tocó. En el centro. Sin importarle nada. Al instante me descrucé de
brazos y no moví ni un dedo.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Todo este jueguecito con Bax me había encendido y ahora él era consciente de aquello.

—Bax —susurré en voz muy baja. Los dedos de Bax se retorcieron en mí. Cerré las piernas con
fuerza para parar eta locura. Su manó quedó atrapada y sin poder movilizarla. Quise seguir con
el juego pero era consciente de dónde estaba y que no podía.

Descrucé mis piernas, quité la mano de Bax y me levanté. De pronto me sentía acalorada.

—Disculpen, iré al baño —dije a nadie en particular y me alejé de ahí.

Caminé hacia la barra donde se servían las bebidas y le pregunté al barman dónde se
encontraban los baños para luego ir hacia allá. Cuando entré no había gente en los servicios, por
lo que me eché agua a la cara mirándome al espejo para calmarme.

Por Dios, qué tonta había sido. ¿Toquetearme con mi jefe en medio del aniversario de su
editorial? Muy estúpido, Mads. Demasiado.

Mi jefe podía querer estar conmigo pero yo tenía códigos y no iba a romperlos. Mucho menos
cuando era sobre un trabajo que me gustaba mucho. Ya había pasado por eso y no quería
repetirlo. Sabía cómo terminada aquello.

No podía seguir con esos jueguitos con Bax. Eso tenía que terminar.

Cuando estuve más calmada, caminé fuera de los baños. Me sorprendí de ver en el escenario a
Bax junto a Johann frente a todos. Johann sostenía un micrófono en la mano mientras hablaba.
Todos en el lugar lo miraban atentamente desde sus asientos.

—Muchísimas gracias a todos por venir y acompañarnos en la celebración por el tercer


aniversario de la Editorial Coleman. Mi hermano y yo estamos agradecidos con cada uno de los
que trabajan con nosotros por hacer de esta editorial una de las mejores —dijo Johann—. Esta
empresa fue fundada por nuestros abuelos, pero cuando mi hermano y yo la heredamos,
decidimos cambiarle el nombre en honor a nuestro padre...

Caminé hacia mi mesa. Todos los que estaban cerca de mí mientras caminaba voltearon a
verme. Rayos, ¿tanto me había demorado en el baño? Cuando llegué a mi mesa, me senté al lado
de

Kayden, quien miraba al frente. Sentí la mirada de alguien en mí; alguien me miraba fijamente.
Volteé disimuladamente sin prestar atención a las palabras de Johann mientras mis ojos se
posaron en cada mesa hasta que choqué con los ojos verdes de Devan. Quise apartar la mirada
pero sus ojos verdes siempre fueron mi debilidad. Mantuve mis ojos en él, y él también en los
míos. A su lado, una mujer colocó una mano en su hombro y se acercó a su oído. Aun así, Devan
no apartó sus ojos de mí, escuchó atentamente a la mujer sin hacer ningún movimiento.

No quería seguir en esta confrontación de miradas con mi ex novio, así que sacudí la cabeza y
fijé mi vista al frente. Donde ahora Bax era quien hablaba. Me perdí en su voz ronca y profunda,
deleitándome con ella sin prestar atención a lo que decía realmente, mientras lo observaba
embocada. Hoy estaba absolutamente guapo, en su traje a la medida y su cabello peinado
ordenadamente.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Minutos después todos aplaudieron y tomaron su copa de champagne de la mesa. Johann tomó
el micro. —Un brindis por este tercer año, y que vengan muchos más. ¡Salud!

Tomó un sorbo de la copa y todos en el lugar lo siguieron. Yo tomé la copa que había en mi lugar
y la tomé de golpe. Trevor rio.

—Mujer, con calma, queda toda la noche para emborracharse. Rodé los ojos.

—Es una fiesta de celebración del trabajo, no puedes emborracharte frente a los jefes. Trev
negó.

—Luego iremos a un club.

Kayden se encogió de hombros. Susie y Megan hicieron muecas.

—No quisiera ir así —dijo Susie señalando su vestido—. Los vestidos largos no son para bailar
cómodamente en un club.

—Pueden cambiarse y luego ir. —Trevor se encogió de hombros—. Las esperamos, nosotros
iremos así. —Señaló su terno.

Fruncí el ceño.

—¿Quiénes irán?

Trev se vio culpable.

—Nosotros... y los jefes. Diablos, no. Suspiré.

—No cuenten conmigo.

Megan me miró.

—Oh vamos, Mads, no seas aguafiestas. Kayden me codeó.

—Sí, Mads, no seas aguafiestas. Entrecerré mis ojos.

—No quiero ir, no estoy de humor. Solo quiero dormir, ha sido un día agotador. Heidi quien
estaba atenta a Bax, volteó a verme e intervino.

—No te preocupes, nos divertiremos por ti.

Entrecerré mis ojos en su dirección. Miré a Susie y Megan pero ellas se encogieron de hombros
como si se estuvieran disculpando. Trev también las imitó. Eso significaba dos cosas; o que los
jefes la habían invitado o ella se había auto-invitado. Y ninguna de las cosas era buena.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Bien. Díganme eso mañana cuando tengan resaca —respondí a Heidi con una sonrisa falsa.
Odiaba a las personas que se entrometían y auto invitaban. ¿Acaso ella no tenía vida social o
algo así?

Cuando vi a Bax saludar a algunas personas, vi mi oportunidad. Me levanté rápidamente.

—Bien, es hora de irme.

—¡¿Qué?! —exclamó Megan mirándome suplicante—. No puedes irte aún.

No quería quedarme más tiempo, ya me estaba aburriendo, sólo quería acurrucarme en mi


camita y dormir.

—Lo siento, chicos. Les debo una salida, otro día tal vez.

—Perra —susurró Susie con una mueca. La miré mal pero luego sonreí.

—Ya ya, otro día me crucifican, hoy mi cama y yo tenemos una cita. Trev rio.

—¡Qué aburrida!

La verdad era que solo quería llegar a mi casa y cerrar los ojos. Lo había dicho tantas veces pero
no aguantaba más el sueño. Era más de media noche. Me sentía vieja por querer dormir
temprano aunque sólo tenía veinticuatro años. Me despedí de todos con un beso. A Heidi ni la
miré, cuando

salí de ahí. Caminé por el pasillo y salí a la calle, cuando estaba esperando que algún taxi
pasara, ya que el auto no lo habíamos traído, me acordé que no me había despedido de mis
jefes.

En parte mi escapada era por Bax así que no podía enfrentarme a él ahora. Esperaba que Johann
no me viera como una chica descortés maleducada.

Iba a levantar la mano para pedir taxi pero una voz me detuvo.

—Maddie.

Su voz me dio escalofríos. No volteé, no quería enfrentarlo aún. ¿Por qué me tenía que
encontrar justo cuando quería escaparme?

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Volteé encontrándome con los ojos verdes de mi ex. No podía creer que estuviera aquí. Lo
nuestro había terminado tan mal que verlo de nuevo, frente a frente, hacía mi corazón doler.
Nuestra relación había estado yendo tan bien hasta que él hizo esa pregunta. No lo rechacé
tajantemente, simplemente le dije que no era el momento, pero él pareció no entender porque
terminó conmigo y no quiso volver a verme. Hasta ahora.

Se acercó a mí. Su terno negro lo hacía ver impresionante. Lo que más me gustaba de él eran sus
ojos verdes, y esa corbata color verde los hacía resaltar.

—¿Qué haces aquí? —pregunté cuando estuvo a un metro de mí. Sonrió de lado.

—Era obligatorio que asistiera. Negué.

—Me refiero a qué haces aquí afuera.

Devan se encogió de hombros casualmente, con las manos dentro de sus bolsillos del pantalón
de vestir.

—Quería saber si estabas bien.

Su respuesta me dejó un poco corta.

—¿Bien de qué?

Sus ojos verdes me miraron como cuando lo presionaba y no quería que lo hiciera.

—¿Bien de qué? —repetí. Quería hablarlo con él. Quería tener un cierre porque nunca lo tuvimos,
y eso hacía que aún no pudiera olvidarlo. Hice de todo pero aún lo llevaba en mi corazón. Era
fácil enamorarte, ¿pero revertirlo? Era imposible.

—De lo nuestro —respondió Devan—. Quiero saber si lo estás llevando bien.

Intenté no fruncir el ceño o hacer una mueca, no quería que viera mi debilidad y mucho menos
el que no lo haya superado cuando parecía que él sí.

—Estoy bien —Sonreí—. Perfectamente. Ahora tengo el trabajo que me gusta y además trabajo
con mi hermana.

Devan asintió.

—Me alegra mucho, Maddie.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Era el momento más incómodo con él. Entre nosotros siempre hubo esa conexión que nos hacía
llevarnos tan bien. Cuando había momentos de silencio él siempre los llenaba contándome algo
gracioso y sus anécdotas. Pero ahora todo era tan diferente.

Hice una mueca. Tenía que decirlo.

—Devan... lo que pasó... Él negó con la cabeza.

—Aún no quiero hablar de eso, Maddie. Sólo quería saber cómo estabas. —Se encogió de
hombros—. Porque yo estoy mal. Pero me alegra saber que tu no.

Auch.

Dio la vuelta y caminó hacia el hotel. Quise seguirlo, y decirle la verdad, que aún no lo superaba.
Pero mantuve mi dignidad y orgullo y llamé a un taxi para regresar a casa. Yo era muy orgullosa
y era algo que odiaba.

***

El lunes en la mañana Megan y yo fuimos al trabajo en el auto. A la hora del almuerzo habíamos
quedado de reunirnos con nuestros amigos en la cafetería para hablar sobre la fiesta y lo que
hicieron después de la celebración del aniversario. Megan llegó el domingo al medio día con una
resaca de los dioses. Así que me imaginaba lo grandioso que se lo había pasado. Lo raro era que
mi hermana parecía no querer contarme cómo lo habían pasado, y por eso estaba ansiosa de que
mis amigos lo hicieran. ¡Quería detalles!

A la hora del almuerzo, caminé con Megan y Trevor hacia la cafetería en busca de Susie.

El día de hoy nuestros jefes habían ido de viaje por lo que ahora estaba a cargo Heidi, la jefa de
recursos humanos y la mujer que no me caía bien. Lo bueno es que era un corto viaje y ellos
llegarían más tarde. No soportaba el ambiente cuando ella estaba cerca. Era tenso, pero no
porque ella fuera mandona o algo así, sino era el aura que ella emanaba. No me pregunten qué
rayos significaba eso pero ni yo misma lo entendía. Sólo sabía que me sentía extraña cuando ella
estaba alrededor.

Susie ya estaba sentada en una mesa del comedor. Nos acercamos a ella. Megan a mi lado ni
siquiera la miró.

—¡Susie! —exclamé sonriente. Ella era diseñadora gráfica por lo que trabajaba en otro ambiente
y no con nosotros. Lo que era triste porque me caía muy bien y sólo podíamos verla a la hora del
almuerzo o de salida—. ¿Qué tal la fiesta del sábado?

Sus mejillas se colorearon de rojo. Llevó una mano a su cabello rubio y lo peinó hacia atrás.

—Bien —dijo haciendo una mueca. Trevor rodó los ojos.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¡Fue lo máximo, Mads! Fueron los jefes con Heidi. —Miró alrededor para ver que nadie
estuviera cerca y bajó la voz—. Heidi estaba muy melosa con el jefe Baxter pero él siempre se
apartaba. Parecía de mal humor, al final no aguantó y se fue, muy malhumorado. En cambio
Johann estaba muy amigable con Megan, bailaron toda la noche.

Arqueé las cejas. Esos detalles no me los había contado mi hermana, bueno, no me había
contado nada. Sonreí y le hice una seña con la mano para que continúe. Susie y Megan estaban
raramente calladas mientras comían sus respectivos sándwiches sin levantar la mirada.

Trevor continuó mientras comía su manzana.

—Y yo estaba ahí divirtiéndome hasta que Johann desapareció, luego Megan y ésta —dijo él
señalando a una sonrojada Susie—. Así que los busqué pero no hubo rastro. Llamé a sus
celulares y nada, me estaba desesperando, hasta que me encontré con Johann y me dijo que
había perdido de vista a Megan y yo le dije que Susie se me había perdido. Las buscamos como
locos hasta que ellas salieron del baño. Me llevé un susto de muerte —dijo Trev llevándose una
mano al pecho—. En serio creímos que las habían secuestrado o algo en esa disco.

Miré a Megan y Susie. Ellas se quedaron calladas sin decir nada. Trevor las miró con sospecha
pero no habló del tema, siguió contando lo que hizo hasta que llegó a su casa a dormir. Al
terminar su historia nos dimos cuenta que ya era hora de regresar a nuestros puestos.

Susie se despidió de nosotros rápidamente y sin haber hablado y corrió al piso de arriba. Yo la
miré con sospecha pero no dije nada. Algo estaba pasando y no entendía muy bien qué. Mi
hermana

también estaba rara desde ayer pero no había querido decirme nada, se había encerrado en su
habitación hasta hoy.

Caminamos hacia nuestros lugares en completo silencio. Me senté en mi lugar y abrí mi


ordenador para seguir con mi trabajo. El manuscrito de Kayden Havort. Tenía que continuar
editándolo.

Minutos después de estar enfrascada en mi trabajo, las puertas del ascensor se abrieron con un
fuerte sonido que resonó en todo el lugar. Yo levanté mi mirada por pura curiosidad. Estaba
algo cerca de él por lo que miré disimuladamente hacia allí. Baxter y Johann salieron de ahí
vestidos de traje. Nos saludaron con una breve inclinación de cabeza y caminaron hacia sus
respectivas oficinas. Bax me miró antes de fijar sus ojos al frente. Heidi apareció del pasillo de
al lado y caminó hacia él como si estuviera esperándolo, juntos entraron la oficina de Bax.
Minutos después, tres, para ser exactos –sí, estuve contando–, salió Heidi, con el semblante muy
serio y caminó hacia los ascensores. Bax salió de su oficina y se acercó a mi puesto. Intenté
mirar a otro lado pero ya me había pillado mirándolo fijamente.

—Madison, ¿puedes venir, por favor? —preguntó antes de volver a su oficina sin esperar alguna
respuesta.

Sin mirar a nadie me levanté rápidamente y caminé hacia allá. Dentro me esperaba sentado en
los sillones, me hizo un gesto para que cerrara la puerta. Las ventanas ya lo estaban. Caminé
lentamente hacia él. No entendía para qué me había llamado.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Se levantó y caminó hacia mí. Sus ojos marrones me miraban con intensidad.

—¿Qué...?

Sin previo aviso chocó sus labios contra los míos tomándome por sorpresa. Intenté alejarlo pero
sus manos sujetaron con firmeza mis brazos, deteniéndome. Sus dientes tiraron de mi labio
inferior con suavidad, haciéndome gemir de gusto. Esto no era correcto. Presioné mis manos en
su pecho para alejarlo pero su agarre en mí me lo impedía.

Cerré los ojos dejándome llevar por él. Moví mi boca al par de la suya disfrutando de ese
contacto. Estaba mal pero se sentía muy bien. Sin pensar más, levanté mis brazos y rodeé su
cuello atrayéndolo a mí. Bax aceleró el ritmo de los besos metiendo su lengua en mi boca, lo
seguí hasta que nos detuvimos tratando de respirar. Mi corazón latía locamente en mi pecho.

—Madison —susurró chocando su frente contra la mía con suavidad. No supe qué decir por lo
que me quedé callada.

—¿Lo pensaste? —preguntó mirándome con una chispa de lujuria en sus ojos.

—¿Pensar qué? —Fruncí el ceño, desconcertada.

—Acerca de nosotros.

Entrecerré mis ojos.

—Te dije que no quiero ser tu amiga con derecho. O lo que sea. —Me solté de su agarre
retrocediendo algunos pasos. Controlé mi respiración antes de volver a hablar—. Lo siento por
seguirte el beso. Eres mi jefe y lo nuestro no...

Baxter rodó los ojos.

—Esto quedará entre nosotros obviamente. —Sus ojos marrones parecían suplicarme—. Yo sé
que tú me deseas tanto como yo te deseo a ti, ¿por qué no lo aceptas de una vez?

—Sí, lo hago —dije sin darle importancia con un encogimiento de hombros—. Y no por eso
aceptaré lo que me dices. Tengo más dignidad de lo que crees.

Bax negó.

—No se trata de dignidad. —Sonrió con burla—. ¿No crees que yo he perdido la mía pidiéndolo y
rogándote? Soy la persona más orgullosa, pero por ti, he dejado un lado mi orgullo.

Arqueé mis cejas para nada impresionada.

—¿Para qué me pidas coger como conejos cuando se te antoje? ¿Por qué no te buscas a una puta
y ya?

Soltó un suspiro pasándose una mano por el cabello, visiblemente exasperado.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Maldita sea, Madison, quiero que sea contigo. ¿Puedes entenderlo? —Me miró unos segundos
en silencio, estudiándome—. Sería la primera vez que lo haces, ¿no? Por eso tienes miedo.

—Claro que sería la primera vez, imbécil —dije sin importarme que estuviera insultando a mi
jefe, al fin y al cabo él no me trataba como si fuera su trabajadora—. ¿Para ti no?

Se encogió de hombros sin responderme pero ese gesto que indicó que no era la primera vez
para él.

—¿Funcionaría para ti su hubiera algunas reglas? —preguntó acercándose de nuevo a mí.

Yo estaba entre la espada y la pared. Sí, me moría por sentirlo de nuevo contra mí y estar con él
pero tenía miedo. No era de las que se enamoraba rápidamente pero yo aún pensaba y
extrañaba a Devan. ¿Eso me hacía una perra?

Quité esos pensamientos de mi cabeza y decidí seguir mi corazón, o mi instinto.

—Bien. Con reglas —acepté. Esperaba no arrepentirme de esto. Bax asintió. Él no parecía
sorprendido con mi respuesta. Engreído.

—Tengo algunas reglas en mente —dijo él acercándose peligrosamente a mí. No podía creer que
estuviera discutiendo de esto en su oficina como si fuera algo sobre el trabajo—. En primer
lugar: no enamorarse.

Asentí firmemente. No quería que él se ilusionara, sabía lo horrible que era romper el corazón
de alguien, no quería hacerle lo mismo a Bax. A mi jefe.

Bax continuó. —En segundo lugar, no esperes un futuro conmigo. Rodé los ojos.

—Eso está dentro de la primera, Bax. Él sonrió encogiéndose de hombros.

—Yo sólo aclaro. En tercer lugar, no debes decirle a nadie sobre esto, sobre nosotros, es secreto.
Lo miré asombrada.

—Mierda, por supuesto —dije asintiendo. No quería que la gente se enterara de que me acostaba
con el jefe. Ni siquiera mi hermana.

—Y en cuarto y último lugar esto es exclusivo. Tú no estarás con nadie más y yo tampoco.

Asentí, tampoco me gustaría que él estuviera con otra mientras lo hacía conmigo. El silencio
luego de eso fue un poco incómodo, de parte mía, no sabía qué hace a continuación. Bax sonrió
de lado.

—Ahora que ya pusimos las reglas.

—Pusiste —corregí sonriéndole.

—Puse. —Rodó los ojos repitiendo—. Ahora podemos empezar. Lo miré sobresaltada.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Aquí? —Miré alrededor de su oficina—. ¿Ahora?

Bax asintió mirándome intensamente. Me acerqué a él, inclinando mi cabeza hacia atrás, a pesar
de usar tacones altos, él me llevaba una cabeza de altura. Me tomó de la cintura y presionó un
beso en mi boca. Por puro instinto, abría la boca y metí mi lengua en la suya, saboreando en él
la menta. Nos besamos hasta que el sonido de la puerta sonó. Alguien estaba tocándola. Me
separé al instante. Me acomodé la blusa y el cabello antes de alejarme rápidamente en dirección
a la puerta. Bax sonrió y se dirigió a su escritorio sentándose. Me guiñó el ojo antes de que yo
abriera la puerta.

Heidi Owens estaba en el lumbral y nos miraba alternativamente. Tenía un folder en su mano
derecho, al chocar sus ojos con los míos, apretó con fuerza el folder.

—Hola Madison —me saludó ella y luego miró a Bax—. Baxter, aquí están los manuscritos. Alcé
mis cejas al darme cuenta la forma en cómo llamaba a mi nuevo... amigo con derecho. Heidi me
lanzó una dura mirada, al instante me di cuenta.

—Ah, lo siento, ya me iba —Sacudí mi cabello hacía atrás y alcé mi cabeza para irme, sin
despedirme de Heidi o darle una segunda mirada.

Bax rio.

—Adiós, Madison.

Asentí y salí de ahí sin decir nada más. Ugh, esto iba a ser demasiado incómodo, ¿en qué rayos
me había metido?

58
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Cuando dieron las seis de la tarde, Megan comenzó a guardar sus cosas en la cartera y a
acomodar su mesa, la miré con el ceño fruncido. Aún quedaban algunos minutos para que
nuestra hora terminara. Ella sin hacerme caso se levantó no sin antes inclinarse a mí.

—Te espero en el auto, Mads. Yo ya terminé mi trabajo.

Caminó al ascensor y bajó. Me quedé mirando en esa dirección sin saber qué bicho le había
picado. Minutos después Johann salió de su despacho, se acercó a nuestro cubículo y cuando vio
que Megan no estaba, su rostro se descompuso.

—Ella acaba de irse —le informé encogiéndome de hombros—. Tenía algunas cosas que hacer.

No sabía por qué estaba mintiendo por mi hermana pero mi instinto me decía que hacía lo
correcto. Johann me miró asintiendo.

—Cuando te comuniques con ella dile que me llame, por favor Madison —dijo antes de volver a
su oficina, cerrando la puerta de un portazo. Me quedé quieta en mi lugar.

¿Qué es lo que pasaba entre ellos dos? ¿Habrían peleado? Saqué mi celular y le envié un
mensaje a mi hermana.

Johann acaba de salir de su oficina para verte, me dijo que lo llames, ¿puedo saber qué está
pasando?

Me contesto al instante.

No.

Fruncí el ceño al ver su rotunda respuesta. Me preparé para enviarle un mensaje largo lleno de
sermones pero alguien abrió su puerta bruscamente y la cerró con la misma intensidad. Pegué
un salto. Al levantar la mirada me encontré con unos ojos marrones preciosos, Bax me miraba
divertido.

—Tu turno ya terminó, Madison.

Me crucé de piernas dejando mi celular en mi escritorio.

—Lo sé, sólo me quedan algunas cosas pendientes —Me encogí de hombros, miré a ambos lados
para ver que las personas siguieran en los suyo, y efectivamente así era. Bax parecía alterado,
sus ojos brillaron divertidos.

—¿Ah sí, eso es más importante... de lo que hablamos más temprano? Su voz ronca me hizo
estremecer, apreté mis piernas más.

59
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—No —Fue mi única repuesta. Baxter asintió satisfecho, me hizo una seña para que lo siguiera y
caminó hacia el ascensor.

Apagué mi ordenador y me despedí de Trevor. Caminé hacia el ascensor casualmente, sin apuro.
El ascensor se abrió y entré, seguida de Bax. Al bajar, la tensión era fuerte en esta caja metálica
pero con nosotros había colegas, por lo que no hicimos nada, ni siquiera nos miramos. Cuando
las puertas se abrieron fui la primera en salir.

Caminé a paso apresurado hacia el estacionamiento del edificio, nuestro auto estaba ahí, Megan
me vio y tocó la bocina.

Rayos, no podría librarme de ella. Volteé hacia Bax.

—Bueno... nos vemos mañana —dije sonriendo de lado. Baxter me frunció el ceño negando con la
cabeza.

—De ninguna manera. —Miró detrás de mí, al auto, donde Megan esperaba detrás del volante—.
Dile que iremos a comer. —Sonrió—. No es una mentira del todo.

Reprimí las ganas de tirarle un puñetazo en el brazo, no porque no quisiera golpearlo, sino
porque no quería que alguien viera.

—Serás imbécil. Mi hermana va a sospechar. Bax se encogió de hombros.

En verdad ella sospecharía mucho, ella sabía que Bax era el tipo con el que me había acostado
sin conocerlo, y desde entonces me fastidiaba cada bendito día. En cualquier momento lo
descubriría y la regla número tres se romperían. Aunque él nunca lo sabría porque mi hermana
no era chismosa, eso me gustaba de ella. Era tan reservada que justamente ahora algo le pasaba
y se negaba a decírmelo.

—Dile que te tomarás algo conmigo y ya. —Se encogió de hombros—. No es como si te controlara,

¿no?

Rodé los ojos, pero asentí. Yo quería tanto esto como él. Quería a Baxter de nuevo.

Caminé a nuestro auto, toqué la ventanilla del lado de Megan, no quería subirme al carro para
que me hiciera miles de preguntas. Bax estaba a unos metros mirándonos con atención.

Meg bajó la ventana mirándome con el ceño fruncido.

—¿Qué, no vas a subir? Negué.

—Iré a tomar algo con Baxter. Megan asintió.

—Me hubieras dicho antes, mierda —suspiró arrancando el auto—. Nos vemos en casa, usa
condón. —Subió la ventanilla dejándome con la palabra en la boca.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Retrocedí unos pasos para que no me pisara el pie cuando salió disparada. Miré el auto yéndose,
con la mirada estupefacta. Bax se acercó a mí.

—¿Qué le pasa a tu hermana? —preguntó mirando también en la misma dirección que se había
ido Meg.

Me encogí de hombros.

—No lo sé, está así desde el sábado. No me ha querido decir nada pero hoy cuando llegue a casa
me va a escuchar —dije decidida. No me gustaba cuando pasaba por momentos como éstos. Ya
intuía qué le pasaba pero no quería hacerme suposiciones hasta que hablara con ella.

***

Cuando Bax y yo entramos en su gran departamento la química entre nosotros no pudo más. Era
tan palpable que de un momento a otro, me acerqué a él al mismo tiempo que él se acercaba a
mí. Sin más miramientos, Bax pegó su boca a la mía y yo enredé mis dedos en su cabello. Podía
decir que le gustaba aquello. Su beso era lleno de fuego, y amaba la forma en cómo me hacía
sentir.

A empujones mientras nos quitábamos los zapatos, desesperados por sentir al otro. Me tomó del
cabello tirándome contra él. Nunca me había gustado que me agarraran así del cabello pero con
Bax todo era tan intenso que lo dejé hacer. Pegó su boca a la mía devorándome por completo,
sus labios fueron bajando hasta mi cuello, dejando un rastro de besos en el camino y mordiendo
algunas partes.

—Bax —gemí cuando su lengua hizo contacto en mi cuello. No pude más.

Tomé su saco y lo tiré al piso. Bax me ayudó a quitarme la blusa con cuidado. Lo hacía con
lentitud y con una sonrisa ladina que mostraba sus hoyuelos, yo sólo quería que la rompiera
pero quitó botón por botón haciendo que los dedos de mis pies se retorcieran de la impaciencia.
Ya estaba excitada pero él solo lo atrasaba todo.

—Eh, Maddie, con lentitud —dijo él en mi oído cuando intenté bajar el cierre de su cremallera—.
La última vez fue algo torpe porque habíamos tomado, ahora sólo quiero saborearte, y que
disfrutes.

Sus palabras me hicieron estremecer, pero asentí de acuerdo con él.

Me sacó la blusa y luego el sostén con una destreza increíble. Los tiró al piso y me hizo rodearle
las caderas llevándome así hasta su habitación. Entramos y me tiró en el colchón.

Lo miré desde mi posición mientras él me contemplaba desde su altura. Suspiró mirándome


embelesado. Estaba con los pechos al aire y él completamente vestido, pero no me corté ni un
poco.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—A la mierda la lentitud —murmuró quitándose el pantalón y el bóxer en ese instante. Cuando


abrió su camisa y se la sacó, me quedé mirándolo abiertamente. Sus músculos ondulados me
invitaban a tocarlo. Bajé la mirada poco a poco hasta mirar su miembro duro, con una sonrisa
feliz. Subí la mirada hasta sus ojos marrones, divertida con su autocontrol. Me sonrió de vuelta
y me tomó del tobillo arrastrándome hacia él, al borde de la cama. Grité divertida—. ¿De qué te
ríes, bonita? Mi autocontrol se fue al tacho al verte así. —Me bajó la falda y la tiró detrás de él a
algún lugar de su gran habitación junto a mis bragas.

Al escuchar la palabra bonita, mi corazón empezó a latir desbocadamente, por eso, y por la
anticipación de lo que pasaría. Bax buscó algo en su mesita de noche antes de aparecer de nuevo
con un condón en su mano. Lo abrió y se lo puso en tiempo récord.

—Maddie —gimió Bax enterrándose en mí. Me penetró con una sola estocada haciéndome soltar
un suspiro seguido de varios gemidos que él calló con besos.

Me besó mientras entraba y salía de mí. Una de sus manos viajó a las mías tomándome así de
las manos para llevarlas sobre mi cabeza y sujetarlas ahí. Su otra mano bajó hacia donde
nuestros cuerpos se unían para tocarme, con una suave caricia arrancándome gemidos cargados
de placer.

Me sacudí gimiendo por la intensidad de sus embestidas y por las caricias que sentía. Cuando
sentí que iba a explotar, mis ojos rodaron hacia atrás al mismo tiempo que me venía. Bax entró
en mí varias veces más antes de seguirme y soltar un suspiro y caer contra mí sin aplastarme.

En el cuarto sólo se podía oír nuestras respiraciones agitadas. Me reí como loca.

—¿De qué te ríes? —preguntó Bax levantando la cabeza de mi pecho, donde estaba recostado
recuperando la respiración.

—Sólo que fue muy rápido, e intenso —respondí mirándolo divertida.

—Oh, ¿eso quiere decir que quieres un segundo round? Me encogí de hombros.

—¿Puedes?

Bax se levantó, saliendo de mí, y fue al baño. Cuando regresó, fue hacia su mesa de noche, abrió
su cajón de nuevo y sacó un par de condones, regándolos en la cama a mi lado.

—Por supuesto que sí, bonita.

La risa aun no moría en mí. La sonrisa que me dedicó me hizo detenerme. Sus ojos brillosos y
sus hoyuelos en las mejillas provocaron deseos lujuriosos en mí.

Y así iniciamos el segundo round.

Cuando terminamos, Bax entró al baño y volvió a salir varios segundos después con una toalla
húmeda, se acercó a mí y me abrió las piernas con cuidado limpiándome entre ellas. Sonreí por
su tierno gesto pero no dije nada. Cuando regresó del baño, él ya tenía puesto su bóxer. Volvió a
la cama y se recostó a mi lado.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Sin perder más tiempo me levanté rápidamente y busqué mi ropa en el piso. Hallé mi ropa
interior y mi falda, y me las puse rápidamente. Salí a la sala para tomar mi blusa y mis tacones,
cuando me los calcé, Bax salió de su habitación mirándome con el ceño fruncido.

—¿Madison?

Sonreí.

—Ya me voy, Bax.

Su mirada era de pura confusión.

—¿Tan rápido?

Hice una mueca.

—¿A qué te refieres? —Fruncí el ceño con una sonrisa irónica. Cuando no respondió, mi sonrisa
se extendió—. Baxter, sabes que esto es sólo sexo. Tú mismo pusiste las reglas, yo sólo las estoy
cumpliendo.

Bax asintió poniendo mala cara. No me dijo nada pero su mirada lo decía todo. No estaba
contento con esto. Pues qué pena, porque era lo que me habíamos acordado.

Me acomodé el cabello frente al espejo de su sala y deposité un beso en su mejilla como


despedida. Bajo su atenta mirada caminé dentro del ascensor y al bajar, tomé un taxi de regreso
a mi casa con mi mente dándole vueltas a lo que había pasado.

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↭ ↭

Cuando llegué a casa Megan no estaba a la vista, por lo que me di una ducha y luego me cambié
por ropa para estar en casa. Salí de mi cuarto y fui al de Megan, abrí la puerta sin tocar porque
sabría que si lo hacía no iba a dejarme pasar. Gracias a Dios la puerta estaba sin seguro.

Dentro, la luz estaba prendida, Megan estaba en su cama echada, mirando el techo como si su
vida dependiese de ello. Ni siquiera parpadeó cuando la llamé.

—Meg —repetí. Me acerqué a ella y me senté al borde de su cama—. ¿Qué pasa, Meg? Pasaron
unos segundos antes de que suspirara con fuerza. Me miró con lágrimas en los ojos.

—Creo que la fregué, Mads —dijo ella levantándose para estar a mi altura. Cerró los ojos antes
de abrirlos de nuevo y mirarme con pesar—. Yo... no sé...

—¿Es acerca de Johann? —pregunté. Si ella no sabía cómo decírmelo entonces le haría preguntas
para que fuera más fácil para ella.

Megan asintió con tristeza.

—¿Se besaron?

Megan volvió a asentir con la cabeza, esta vez se veía culpable.

—¿Qué es lo que está mal, Meg? —pregunté tomándola de la mano.

—Susie —susurró en voz tan baja que apenas la escuché. La miré frunciendo el ceño, ¿qué tenía
que ver Susie en todo esto?

—¿Qué pasa con ella? —pregunté haciéndome mil ideas en la cabeza—. ¿A Susie le gusta Johann y
por eso está molesta contigo?

Me sentía una tonta sin saber qué pasaba entre mi hermana y ellos. Negó ella suspirando
exasperada.

—Eres pésima para adivinar, Mads —dijo cerrando los ojos y tapándose la cara.

—¡Entonces dime! —exclamé instándola a contarme, me moría de la curiosidad por lo que


pasaba entre esos tres.

—Me gusta Susie —respondió mirándome a los ojos—, pero también Johann.

Abrí los ojos sorprendida. Yo sabía que ella era bisexual pero nunca me imaginé que podrían
gustarle dos personas al mismo tiempo.

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—Lo peor es que Johann fue el primero en gustarme, y ahora que le he dado alas, me invita a
todas partes y es muy atento conmigo. Sé que le gusto, pero el día del aniversario Susie y yo nos
enrollamos, estábamos muy borrachas, pero me confesó que le gustaba y yo me dejé llevar. Y
ahora cada vez que estoy con Johann me siento culpable, y cuando estoy con Susie me siento mal
por Johann, ¿puedes ver que me metí en mierda?

Oh, mierda y doble mierda. Mi hermana estaba metida en un buen lío.

—Oh, mierda, Meg.

Ella me miró derrotada.

—Sí, mierda, Mads. La cagué.

La abracé fuerte, estos momentos no eran para juzgar, sino para apoyarla porque cuando una
persona comete errores por más garrafales que sean, tienes que ayudarlos y no juzgarlos. Y
mucho más cuando es tu hermana menor.

***

Al día siguiente al llegar a la Editorial con mi hermana, Trev se acercó a nosotras sonriendo
abiertamente.

—¡Ya salieron las fotos del Aniversario! Estuve esperándolas para verlas juntos. Fruncí el ceño.
Megan se quedó callada.

—¿Qué fotos? —pregunté.

Trev rodó los ojos pero nos hizo una seña para que lo siguiéramos hacia su lugar. Cuando abrió
su ordenador, abrió una página web y dio clic un par de veces antes de que una foto apareciera
en grande en la pantalla.

Era Baxter al lado de Johann. Los dos sonreían mirando a la cámara, se les veía tan guapos que
me quedé embobada. A mi lado, Meg me codeó.

—Deja de babear —dijo ella divertida. Trev sonrió.

Le dio clic al mouse y pasó a la siguiente foto. Era una de Heidi con los jefes, al instante Trev la
pasó, las siguientes fotos eran de los jefes con varias personas que no reconocí. Un par de ellas
era de nosotros en la mesa. Las que seguían eran de Bax junto a su hermano cuando dieron su
discurso. Sonreí orgullosa.

—¡Oh Dios mío! —exclamó Megan mirando la pantalla cuando Trev volvió a darle clic. Era una
foto de mí. Junto a Bax conversando, en el pasillo del hotel. Parecía una foto muy íntima ya que
estábamos muy cerca y él tenía una mano rodeada en mi brazo.

—Oh Dios —dijo Trev mirando la pantalla boquiabierto—. ¿Qué rayos, Mads? Parpadeé.

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—El señor Cole me llamó para hablar sobre Kayden Havort y el manuscrito —dije con mi voz
controlada y encogiéndome de hombros para demostrar indiferencia. Esperaba que el
nerviosismo en mi voz no se notara—. Hablamos sobre el acuerdo, más bien discutimos. Ya
sabes cómo es el señor Cole.

Trev miraba la foto con asombro.

—Pues sí, parecen dos novios discutiendo —Su mirada no se despegaba de la pantalla—. Viendo
bien... hacen linda pareja.

Ignoré el comentario de Trev. Me incliné hacia el ordenador y pasé a la siguiente imagen.


Rogaba a Dios que nadie se escandalizara por esa foto. Maldije al que tomó la foto y la subió a la
página web, ni siquiera me había dado cuenta de que teníamos público, y menos un fotógrafo.
Ahora iba a ser la comidilla de la Editorial si se esparcía algún rumor referente a la foto.

Rogaba para que no fuera así.

Seguimos viendo las fotos mientras Trevor y Megan comentaban, yo me quedé callada pensando
en la dichosa foto. Cuando no hubo más fotos que ver, me alejé de ahí rápidamente y me senté
en mi escritorio y abrí el ordenador. Guardé esa foto y me la envié al correo para guardarla en
casa. Luego empecé con mi trabajo. Habíamos llegado un poco tarde por lo que Johann y Baxter
ya estaban en sus respectivas oficinas, sus puertas estaban cerradas.

Abrí el manuscrito que tenía que leer y comencé. Los minutos fueron pasando hasta convertirse
en horas. La hora del almuerzo llegó y yo estaba más hambrienta que nunca cuando cerré el
ordenador. Caminamos con Trev y Megan a la cafetería. Susie ya se encontraba ahí, ella siempre
salía antes, Megan me tomó del codo.

—Creo que no comeré nada —dijo con nerviosismo mirando a Susie y luego volteando a mí—. No
tengo hambre.

Arqueé mis cejas.

—¿O no quieres encontrarte con ella? —pregunté retóricamente señalando con disimulo a Susie—

. Está bien, Meg.

Ella asintió y salió de la cafetería volviendo a su lugar. Yo me acerqué a la mesa donde mis
amigos estaban sentados. Saludé a Susie con una sonrisa, ella me la devolvió pero siguió
comiendo su sándwich en silencio. Miré a Trev pero éste se encogió de hombros. El silencio no
era incómodo pero me ponía de los nervios que Susie estuviera así.

—¿Cómo va el trabajo, Su? —pregunté sonriéndole.

Ella me caía muy bien. En el corto tiempo que la conocía me había demostrado ser una chica
carismática y muy divertida. Me gustaba ella para Megan, pero por otro lado, Johann se moría
por Megan. Desde que los vi interactuar me di cuenta que en serio le gustaba mi hermana, y me
daba muchísima pena que Meg esté en esta situación complicada.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Bien —respondió Susie sonriéndome—, tengo muchísimo trabajo pero me gusta lo que hago.

—Entiendo eso —Sonreí de vuelta. Trev se inclinó en la mesa hacia Susie.

—¿Viste las fotos del Aniversario? Susie asintió.

—Por supuesto —me miró—. Tú sales en una con el jefe. Hice una mueca.

—Sí. Es un mal entendido —mentí—. Pareciera que me está agarrando del brazo pero sólo
discutíamos sobre un manuscrito que estoy leyendo y pues... se molestó y...

Susie se encogió de hombros.

—No importa lo que haya pasado Maddie —dijo haciendo una mueca—. No tienes que darle
explicaciones a nadie.

Me quedé muda sin saber qué decir. Asentí.

—Bueno —Susie se levantó de su asiento mirándonos con pesar—. Tengo que seguir con el
trabajo. Nos vemos luego.

Se fue de ahí bajo nuestra atenta mirada. Cuando se perdió de nuestras vistas, miré a Trev con
el ceño fruncido.

—Susie está muy rara —dijo él haciendo una mueca—. Está así desde ese día en la disco. No iba a
delatar a mi hermana por lo que me encogí de hombros.

—Bueno... —Trev también se levantó y me tendió su mano—. Nosotros también deberíamos ir a


seguir con el trabajo, tengo demasiado que editar.

Caminamos de vuelta a nuestros lugares. Megan no se encontraba por ningún lado. Me senté en
mi cubículo y me sumergí de lleno en mi trabajo.

Un par de horas luego, Megan ya había vuelto, dijo que había ido a almorzar con Johann, él
también entró a su oficina con una gran sonrisa en el rostro. Mi hermana lo hacía feliz pero ella
no lo estaba del todo. Eso era una mierda, y yo quería ayudarla pero no sabía cómo.

Mientras estaba sumergida en mi trabajo, el sonido del ascensor y las puertas abriéndose
resonó en el silencioso piso. Levanté la mirada de mi ordenador, por pura curiosidad, y me
encontré con una mujer joven y muy hermosa. Su cabello negro hacía resaltar su piel blanca
junto a unos ojazos verdes. Todos cerca del ascensor se quedaron mirándola. Ella salió del
ascensor sin mirar a nadie y caminó directo hacia la oficina de Baxter. Sin tocar la puerta, la
abrió y pasó cerrándola suavemente detrás de ella.

Miré a mi hermana pero ella se encogió de hombros y siguió con lo suyo. Trev a su lado me miró
con el ceño fruncido.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Esa es su ex novia —dijo mirando la oficina de Bax, las cortinas cubrían las ventanas por lo
que no se podía ver nada.

Mi corazón empezó a latir rápidamente. No estoy celosa. Me repetí a mí misma como si fuera un
mantra. Pero fue en vano, sentí una pizca de celos en mi interior. De sólo pensar qué pasaba en
esa oficina me hizo retorcerme. Traté de ignorar ese sentimiento mientras seguía leyendo el
manuscrito en la pantalla de mi ordenador pero no podía. Crucé mis piernas y comencé a
balancearlas, mi hermana me lanzó una mirada puesto ese era mi tic cuando estaba nerviosa, y
muy ansiosa.

Los minutos pasaron y yo tuve que ir al baño porque no podía seguir en mi asiento sin hacer
nada. Gracias a Dios estaba vacío. Cuando terminé de hacer mis necesidades, me acerqué al
lavabo y abrí el caño para lavarme las manos. El baño estaba vacío pero la puerta se abrió y
alguien más entró.

Mi corazón se detuvo al ver que era Baxter. Lo miré como si estuviera loco.

—¿Qué haces aquí? —siseé exaltada. Bax cerró la puerta detrás de él y le echó seguro. Mi
corazón comenzó a palpitar rápidamente, aún recordaba que la última vez que lo había visto
había sido en su departamento, ayer. Y también recordaba que hacía pocos minutos una mujer
muy bonita había entrado a su oficina, que según Trevor: era su ex novia.

Bax se acercó peligrosamente a mí.

—Te estaba buscando —me tomó del brazo y me acercó a él.

Intenté alejarme. —Bax, estamos en el trabajo —Lo miré con los ojos abiertos—. Alguien va a
querer entrar al baño y...

—Shhh —dijo él cortándome al poner un dedo sobre mis labios—. Hablas mucho. —Me tomó del
rostro y me besó. Sentí mi interior derretirse. No pude poner resistencia, así que coloqué mis
manos en su nuca y disfruté de su beso. Baxter movía sus labios lentamente contra los míos.

Repentinamente un golpeteo en la puerta nos hizo separarnos. Miré a Bax con los ojos muy
abiertos. Bax me hizo una seña para que hiciera silencio pero yo ni siquiera había hablado. Rodé
los ojos al mismo tiempo que otro golpe en la puerta sonó.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó una voz muy conocida. Era Heidi Owens.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Miré a Bax con los ojos abiertos como platos. ¿Y ahora cómo rayos nos íbamos a librar de ella?
Mi mente empezó a buscar soluciones acerca de cómo salir de aquí pero se quedó en blanco al
volver a escuchar su voz.

—¿Hay alguien ahí? Necesito usar el baño urgente, por favor.

Bax me codeó instándome a hablar. Lo fulminé con la mirada. Él me había metido en esto y
ahora quería que yo lo solucionara. Le tiré un puñete en el brazo pero hablé con voz queda.

—Heidi. Ya salgo, tuve un pequeño... percance —me encogí de hombros como si pudiera verme—.
Salgo en un minuto.

Miré a Bax y lo insté a que se metiera en un cubículo para esconderse pero me ignoró
totalmente acercándose a la puerta. Lo miré frenética, porque él estaba a punto de ponerme una
soga en el cuello.

Iba a delatarnos.

Corrí hacia él pero ya era demasiado tarde. Abrió la puerta y me quedé inmóvil, mirando a Heidi
quien se quedó muda cuando vio a Bax con la mano en la manija y sonriendo de lado.

—Eh, Baxter —dijo ella mirándonos con asombro—. ¿Qué...? —Meneó la cabeza—. Está bien, yo
no vi nada —levantó las manos sonriéndonos con picardía y a la vez sorpresa.

Sentí mis mejillas calientes, sabía que me estaba sonrojando. Yo no era de las que se
avergonzaban, pero justo ahora, pillada en una situación así con mi jefe... y frente a Heidi
Owens.

¡Me quería morir!

Le lancé una mueca incómoda a Heidi. Ella sabía perfectamente lo que había hecho aquí.
Nuestros labios sonrojados y la ropa un poco desordenada nos delataban. Ah, y el que nos
hubiéramos encerrado en el baño más alejado de todos.

Caminé fuera del baño con Bax siguiéndome los pasos. Traté de ignorarlo lo más posible
mientras volvíamos a nuestro piso pero era en vano. Antes de que llegara al pasillo, me sujetó
del brazo y me acercó a él. Bajó su cabeza a la mía pegando su boca en mi oreja y haciéndome
estremecer.

—¿Hoy nos vemos luego? Sonreí de lado.

—Sí.

Bax asintió.
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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Jodidamente sí. —Me dio un beso breve en la boca y luego me hizo una seña para seguir
caminando hacia nuestro lugar. Sonreí emocionada siguiéndole el paso. Ni siquiera volteé para
verlo, sólo me senté en mi lugar y seguí con mi trabajo ante las curiosas miradas de Trev y
Megan, los ignoré deliberadamente. No iba a explicar algo sobre mi larga ausencia.

***

Cuando Baxter se acomodó a mi lado con la respiración agitada y jadeando entrecortadamente,


yo estaba igual de agitada que él. Me quedé en esa posición, echada en la cama, tratando de
ralentizar mi respiración. Varios minutos después, cuando estuve más calmada quise ir al baño
para alistarme e irme, pero cuando intenté levantarme, Bax me sujetó del brazo.

—¿Por qué no te quedas un poco más? —me miró suplicante.

No quería parecer una perra que sólo lo usaba para sexo por lo que me encogí de hombros y me
acomodé a su lado, sin mirarlo. Nuestras cabezas estaban pegadas, sentí que ponía su pierna
desnuda sobre la mía entrelazándola. Intenté moverla pero era inútil, no podía con su fuerza. Lo

malo era que no quería que lo nuestro pareciera una relación, y acurrucarnos era una señal de
eso.

El silencio era agradable. Por primera vez en mi vida no sentía la necesidad de llenar el silencio
con mi parloteo incensario. Por el rabillo del ojo vi a Bax con la mirada fija en el techo. Quise
decir algo gracioso para atraerlo a mí porque parecía sumido en sus pensamientos, pero lo dejé
pasar.

Hoy en la tarde, en la oficina, él había recibido una visita de su ex novia, según Trev, y me
moría por preguntarle. Pero no quería sonar celosa ni mucho menos entrometida, así que hice a
un lado mi curiosidad aunque me muriera de ganas.

Sentí que por debajo de las sábanas, Bax desenroscaba su pierna para ponerse de lado, su brazo
ahora estaba detrás de su nuca y me miraba fijamente. Lo miré con curiosidad.

—Hoy vino alguien a verme —dijo escogiendo con cuidado sus palabras—. Y resulta que lo único
que quiere es arruinarme la vida.

Mi corazón dio un vuelco. Baxter estaba contándome lo de su ex novia, no explícitamente lo que


había sucedido, pero el resumen, y eso era justo lo que quería escuchar.

Hice una mueca fingiendo extrañarme.

—¿Quién te quiere arruinar la vida? —pregunté.

Bax se quedó un momento en silencio pero luego de unos segundos respondió.

—Mi ex novia.

Me quedé muda por la respuesta sincera. Lo miré con pesar.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Alguna ex novia loca? Baxter rio.

—No tienes ni puta idea. Alcé mis cejas.

—Pues sí, no tengo ni puta idea —respondí repitiendo sus palabras—. ¿Qué sucedió? Él negó con
la cabeza.

—No quiero hablar sobre eso.

Hice una mueca. Ya había dicho algo, me moría por saber más pero respeté su silencio. No es
como si yo amara contar sobre mi ex novio a todo el mundo.

Me quedé callada recordando a su ex novia. Era hermosa. Demasiado. Con su cabello negro y
ojos azules preciosos parecía una muñeca. Estaba celosa de su belleza, no de ella.

—¿Y tú, algún novio loco? —Me miró esperando una respuesta. Sonreí divertida.

—Sólo yo —rodé los ojos—. En la relación yo era la loca, no él.

Bax sonrío como si fuera una broma. Pero la verdad era esa. Devan era un pan de Dios en
comparación a mí. Yo era la loca de la relación. Mientras que él quería ir al cine, yo quería
quedarme en casa viendo Netflix. El odiaba quedarse en casa los fines de semana, pero yo le
insistía tanto que al final claudicaba. Nunca me decía que no, y yo amaba que me soportara
tanto. A veces pensaba que en algún momento se aburriría pero nunca lo hizo. Hasta que
terminamos. O más bien, yo no quisiera casarme con él. Pero soy joven, y no quería casarme a
los veinticuatro años.

Baxter sonrió e iba a decir algo pero el sonido de una puerta en la distancia sonó. Me miró
alarmado al mismo tiempo que yo lo miraba igual, se levantó con rapidez de la cama y corrió al
baño. Me quedé en la cama sin saber qué hacer sólo con las sábanas tapándome. Unos pasos se
iban acercando por el pasillo. Baxter salió del baño con un bóxer puesto y se acercó a mí.

—Maddie, es hora de que te vayas. No es que te quiera botar, pero mi...

—¿Baxter? —La voz de un hombre sonó al otro lado de la puerta de su habitación. Reconocí esa
voz de inmediato; era su hermano, Johann. Intentó abrir la puerta pero tenía seguro—. ¿Qué
mierda, hombre, por qué echaste seguro a la puerta? Tú nunca pones seguro. ¿Qué está
pasando?

Me cubrí la cara con las manos. Estaba internamente agradecida de que Baxter me sacara la
ropa aquí en su dormitorio y no en la sala como las dos veces que lo hicimos antes.

Baxter comenzó a reír en voz baja. Le tiré un puñetazo pero ni se inmutó.

—¿De qué te ríes, idiota? —pregunté medio susurrando y medio siseando. No era momento de
reírse.

—Johann va a pensar que me estoy masturbando. Rodé los ojos.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Me levanté de la cama y recogí mi ropa del piso. De prisa me puse mi ropa interior y cuando
estaba por ponerme la blusa, la puerta de la habitación se abrió de pronto. Grité por instinto
tapándome. Johann se sobresaltó al verme ahí, en la habitación de su hermano en ropa interior.

Nos miró estupefacto.

¿Regla número tres? Tacha eso.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

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Me quedé estática sin saber qué hacer. Cuando Johann abrió la boca para decir algo, reaccioné
vistiéndome rápidamente sin importarme que ellos estuvieran ahí. Más o menos Baxter me
tapaba de su hermano. Johann se quedó helado al escuchar la voz de una mujer en el
departamento diciendo algo que no lograba entender. Me congelé sin saber qué hacer a
continuación. Bax se tapó la cara con las manos y negó con la cabeza.

—Dijo que vendría la próxima semana —dijo Bax mirando a Johann y cruzándose de brazos.
Johann lo miró estupefacto.

—Yo tampoco sabía. ¡Quería darnos una sorpresa! Anda y salúdala, no la hemos visto en varios
meses.

Bax suspiró entre divertido y molesto a la vez. Fruncí el ceño sin saber qué estaba pasando.
Quería entrar al baño para limpiarme pero más importante para mí era irme, pero estaba
atrapada si alguien había venido.

—¡Baxter! —La voz de la mujer resonó en el pasillo. Johann salió de la habitación dejando la
puerta abierta.

—Para de gritar, está aquí.

Baxter sin importarle estar en bóxer caminó hacia la puerta pero la mujer fue más rápido y
entró a la habitación, miró a Baxter con horror y luego a mí. La mujer era hermosa, y muy
joven, con cabello rubio ceniza al igual que Baxter y sus ojos marrones. Me parecía muy familiar
pero no pude reconocerla. Llevé las manos a mi cabello e intenté acomodarlo.

La chica corrió a Baxter y lo abrazó. Él la levantó en el aire y le dio un par de vueltas haciendo
reírla. Hice una mueca sin saber qué más hacer aparte de quedarme como una estatua frente a
ellos. Lo único en lo que pensaba era en irme a casa. Ya. Pero el momento entre ellos no cesaba.

Carraspeé interrumpiéndolos. Baxter la dejó en el suelo. La chica tenía lágrimas en sus ojos.
Miré a Johann, él miraba a la chica con ternura.

—¡Tonto! —dijo ella riéndose al mirar a Baxter semidesnudo—. Creí que ibas a estar solo. ¿No
vas a presentármela?

La chica me miró sonriente. Se secó las lágrimas acercándose a mí. Miré a Baxter interrogante,
él sonrió divertido como si compartieran una broma privada.

—Maddie, te presento a Tracy Cole, mi hermana.

—Nuestra hermana, idiota —dijo Johann refunfuñando.

—Nuestra hermana —repitió Bax rodando los ojos.

73
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Miré sorprendida a la chica. No tendría más de veinte años, pero era alta, más que yo por ende
me sentí un poco intimidada pero su sonrisa genuina me tranquilizó. Sería muy raro encontrar a
tu hermano in fraganti con alguien, ¿verdad? Mejor dicho, debe ser algo traumatizado. Pobre
Johann, y pobre Tracy. Extendí la mano hacia Tracy pero ella la tomó y me jaló envolviéndome
en un abrazo.

—¡Oh Dios mío! —gritó ella en mi oído—. Mucho gusto, Maddie. Baxter me ha hablado tanto de ti
que ya siento que te conozco como si fueras mi propia hermana. —Se alejó un poco de mí para
mirarme de cerca—. Aunque eso sería raro porque estás con mi hermano mayor. Mejor dicho, es
como si fueras mi hermana lejana. De otra madre, o padre.

—Sí, yo nunca he dicho eso —Baxter intervino mirando mal a Tracy—. Solo le comenté de ti que
trabajas en la empresa.

Hice una mueca sin decir nada. ¿No podía ser esto más incómodo? Ahora Tracy sabía que aparte
de ser amigos con derecho con Baxter, trabajaba para él. Seguro pensaba que era una perra caza
fortunas o algo así.

—Mucho gusto, Tracy —sonreí por educación—. Yo nunca he escuchado de ti —dije fulminando
con la mirada a Baxter. Él jamás me contó que tenía una hermana.

—Jamás me lo preguntaste —respondió.

Alcé las cejas. Iba a replicar pero Tracy le tiró un puñetazo en el brazo, Bax ni se inmutó pero
ella siguió hablando a la par que lo fulminaba con la mirada.

—Lo que pasa es que se olvidó que tiene una hermana. —Tracy se encogió de hombros—. Estaba
de viaje pero ya volví —me miró sonriendo—. Y mañana sigo con el trabajo.

Me quedé en blanco.

—Ella es nuestra secretaria —dijo Johann sonriendo al ver mi expresión. Tracy asintió.

—Amo mi trabajo como su secretaria. Puedo controlar a mis hermanos sin que lo sepan —sonrió
con maldad—. Y a veces puedo arruinarles algunas citas...

Johann maldijo.

—Ah mierda, pequeña bruja...

—¡Eras tú! —dijo Baxter acercándose a ella peligrosamente. Miré entretenida cómo él y Johann
maldecían a su hermana mientras ella se reía.

—Yo hice eso una vez —intervine a nadie en particular. Los tres voltearon a verme. Yo me encogí
de hombros recordando esa vez en la que intervine una cita de Megan con un imbécil.

Tracy rio.

74
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Tú eres de las mías —se acercó a abrazarme—. Seremos grandes amigas. Como hermanas, de
otra madre.

—O padre —dije sonriendo. Sólo había conocido a Tracy unos minutos y ya me caía muy bien,
como si la conociera de años.

***

Al día siguiente, miércoles en el trabajo, todos enloquecieron al ver de nuevo a Tracy Cole.
Cuando salió del ascensor seguida de sus hermanos algunos corrieron a abrazarla. Trevor y
Susie fueron los primeros en ir a abrazarla. Megan se quedó a mi lado. Cuando le pregunté por
qué no fue a saludarla me respondió que sólo la vio una vez porque cuando ella empezó a
trabajar cuando Tracy ya iba a salir de vacaciones.

Luego de que todos hayan saludado a Tracy, sus hermanos fueron a sus oficinas sin decirnos
nada, pero Tracy se quedó y caminó hacia mí. La miré sonriente.

—Bienvenida de nuevo —dije sonriéndole. Ella se acercó a mí y me abrazó fuerte. Creo que Tracy
no sabía el significado de espacio personal, aunque no me molestara, solo que me parecía un
poco incorrecto traspasar eso en el trabajo cuando todo era tan formal. Pero a ella no pareció
importarle las etiquetas de trabajo.

—¡Ay, me emociona tanto trabajar contigo! —exclamó sin importarle que ahora todo el lugar
estaba silencioso—. Ayer que te conocí me pareciste súper divertida. Ya te dije, hermana, mejor
dicho media hermana.

Hice una mueca cuando mencionó lo de ayer. Sólo lo sabía mi hermana y no quería que la gente
se preguntara cómo es que conocí a la hermana de los jefes ayer. Intenté no darle importancia a
eso y me decidí en centrarme en su entusiasmo. Yo también estaba emocionada de trabajar con
ella. Parecía ser una buena chica y además era muy divertida y cálida. Parecía estar más de mi
lado que el de su hermano, Baxter.

—Quiero presentarte a mi hermana, Megan —dije sonriendo a Tracy, ella miró a la chica sentada
a mi lado a quien yo señalaba. Megan levantó la mirada y se levantó, estrechándole la mano a
Tracy. Pero Tracy la agarró para abrazarla como hizo conmigo. Megan se quedó estática sin
saber qué hacer hasta que poco a poco le rodeó el cuerpo con sus brazos, impresionada por el
entusiasmo de Tracy.

—Mucho gusto, Megan, no sabía que eres hermana de Madison, ¡oh Dios mío! —gritó Tracy
mirando a Megan impresionada—. Eres hermosa y... —se acercó a ella diciéndole en voz muy
baja—... Johann me ha hablado mucho de ti. Y como eres hermana de Madison, ahora eres
también la mía. No literalmente, claro. Eso sería rarísimo. Lo mismo le dije a...

Reí, cortando lo que iba a decir Tracy antes de que todos escucharan. Trev al otro lado se reía
mientras veía interactuar a Tracy.

—No has cambiado nada, nena —dijo él. Tracy se alejó de Megan para ver a Trev.

—Y tú tampoco, imbécil.

75
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Uhhh. Sonreí por su intercambio verbal. Volví a mi lugar para encender mi computadora pero
Tracy vino a mí.

—Iré a mi lugar. Cualquier cosa, me lo dices, Maddie. Y también Megan —nos guiñó el ojo antes
de caminar hacia un cubículo cerca a los despachos de Johann y Baxter, y un poco lejos de
nosotras.

—Sigue siendo la misma Tracy habladora de siempre —dijo Trev suspirando y mirándola
fijamente, parecía embobado.

Arqueé una ceja mirándolo un poco sorprendida.

—¿Estás enamorado de ella? —pregunté en voz baja. Mi hermana que estaba entre nosotros nos
miraba interesada. Miramos a Trev esperando su respuesta, él se encogió de hombros
sonrojándose.

—¿La ha visto bien, joder? Es hermosa. Y amo su personalidad. Es una de las cosas que más me
gustan de ella.

Ah, mierda. A Trevor de verdad le gustaba Tracy. Me quedé un poco sorprendida que le gustara
la hermana de nuestros jefes, que bien podría ser nuestra jefa al ser parentesco de ellos. Me
quedé muda sin saber qué decir. Trevor negó con la cabeza y volvió a su trabajo. Megan también
hizo lo mismo y yo no tuve más remedio que imitarlos. Aunque aún mi mente seguía pensando
en lo mismo. Trevor y Tracy. Hasta sus nombres empezaban con la misma letra.

Con T, T de Trevor es un tonto por no declararse

***

Al medio día, y antes de que fuera la hora de almuerzo, el sonido de la campana del ascensor
sonó. En serio ya me tenía harta ese estúpido sonido que todo el día sonaba. Sin hacerle caso
intenté concentrarme en el manuscrito que estaba leyendo pero la voz de Tracy me sobresaltó.

Estaba gritando. Levanté la mirada y me fijé en la ex de Baxter, estaba delante del escritorio de
Tracy y no la dejaba pasar.

—No permitiré que entres ahí —dijo Tracy en voz alta, mirando a la mujer con repulsión—. Por
favor, retírate antes de que llame a los de seguridad.

La mujer se cruzó de brazos sin inmutarse ante las palabras de Tracy.

—Esto es entre Baxter y yo, niña, así que hazte a un lado por favor. Tracy entrecerró sus ojos.

—Ahora te jodes, perra. —La tomó del brazo y la arrastró por el pasillo hasta el ascensor. Al ser
alta podía hacerlo. Todo el lugar estaba en silencio viendo el altercado sin inmiscuirse. Miré a
Megan quien sólo tenía ojos para el problema adelante. Trevor también las miraba
impresionado.

76
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Mierda —dijo él sin dejar de ver a la ex de Baxter peleando con Tracy para que la soltase—.
Nunca hubo tanto drama en este lugar desde que Johann...

—¿Qué está pasando acá? —preguntó Johann caminando hacia las chicas. Miré cómo Baxter salía
de su despacho en dirección a su hermana y su ex. Nos lanzó a todos una mirada de «métanse
en sus asuntos y póngase a trabajar, mierda» y luego tomó a su ex novia del codo metiéndose
con ella en el ascensor.

Johann y Tracy se quedaron mirándose con una mueca en el rostro. Me preguntaba por qué
tenían esa expresión en su rostro. ¿Odiaban a la ex novia de Baxter? Secretamente esperaba que
sí, pero luego me sentí mal por tener esos malos pensamientos y volví a mi trabajo con una
sensación rara en el estómago.

77
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Cuando las horas pasaron y Baxter no volvió al trabajo decidí regresarme a casa con mi
hermana. Antes de irme Tracy se acercó a mí y me dijo que no me preocupara de Bax. No quería
parecer desesperada por saber si aún estaba con su ex novia por lo que me encogí de hombros y
le cambié de tema. Baxter tenía mi número, y si quería llamarme, lo haría. Yo no.

Cuando llegamos a casa, empecé a sacar algunas cosas para empezar a cocinar porque me moría
de hambre. Quería hacer la cena pero el sonido de mi celular me sobresaltó. Cuando lo saqué de
mi bolsillo, vi que era un mensaje. De Baxter.

¿Vienes a mi casa?

Sus cortas palabras me dejaron fría.

No puedo, estoy haciendo la cena. Respondió al instante.

Bien.

Ignoré su corta respuesta y empecé a cortar las verduras mientras mi hermana se cambiaba. Esa
respuesta me había dejado pensando, pero no quería hacerme ideas equivocadas. Así que
cuando Megan salió con su ropa de estar en casa la puse a cortar las verduras mientras yo
lavaba el arroz. Conversamos mientras hacíamos la cena, y cada vez que yo mencionaba a Susie
o a Johann, mi hermana hacía una mueca. No aguanté más la duda y la encaré.

—¿Qué vas a hacer con ellos, Megan? —pregunté mirándola directamente y haciendo una pausa
con mi comida. Estábamos sentadas y con la cena lista, sólo faltaba el refresco. Megan abrió la
refrigeradora ignorando olímpicamente mi pregunta—. Es algo que no puedes dejar pasar, Meg,
tienes que hacer algo.

Ella sacó dos botellas de Coca-Cola y me pasó una sin mirarme.

—No sé, Mads. No quiero perder a Johann de esa manera. Y tampoco a Susie. —Pasó las manos
por su cara y revolviendo su cabello en señal de frustración—. ¿Tengo que elegir? Porque no
puedo, Mads. El corazón no elige a quien amar, así que, ¿quién soy yo para mandarlo ahora?

Negué.

—No elegirías algo que tu corazón ya lo hizo. No te das cuenta pero ya has hecho una elección y
eso es lo que te está carcomiendo, dejar a la otra persona de lado. —Hice una mueca—. Sólo no
comentas mi error y elijas no amar por los miedos que tengas.

Megan sonrió burlona.

—Igual nunca me cayó bien Devan. Entrecerré los ojos.

78
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—No era tan malo.

—No, sólo era posesivo y muy renegón —dijo ella con ironía—. Eso no es tan malo.

—Por eso no quise casarme con él. Megan alzó las manos.

—Gracias a Dios, porque si te casabas con ese imbécil, yo dejaba de ser tu hermana. Entrecerré
mis ojos hacia ella mientras me cruzaba de brazos.

—Nunca hablaste mal de él hasta ahora.

—Ah, porque ya no están juntos. Ahora sí podemos decir cosas malas de Devan, y hasta hacer un
muñeco vudú de él —dijo Megan aplaudiendo.

Rodé los ojos.

—Termina de comer, loca.

Pero fuimos interrumpidas por el sonido del timbre de nuestro departamento. Fruncí el ceño a
Megan.

—¿Esperabas a alguien?

Megan negó.

—Abre, pues —dije con pereza—. Yo cociné. Ahora te toca abrir.

—¡Yo te ayudé a cocinar! —exclamó ella. Pero me hizo caso y caminó hacia la puerta mientras
soltaba maldiciones dirigidas a mí. Abrió la puerta sin ver por la mirilla de la puerta. Cuando lo
hizo frente ella estaba Baxter, Johann y Tracy, su hermana.

Me quedé con el tenedor sujetado a centímetros de mi boca. Estaba paralizada. ¿Qué rayos
hacían ellos aquí? No es que no fueran bienvenidos, pero vamos... si iban a venir ¿por qué
mierda no llamaron antes?

—¡Sorpresa! —dijeron los tres hermanos sonriéndonos y mostrando una caja que se leía
Pastelería Sweetness. Ni aún con todos los sobornos –o tortas– del mundo iba a estar feliz con
tal sorpresa. Odiaba las sorpresas. En especial sorpresas como éstas; cuando la gente se
aparecía sin avisar en mi casa. Aunque ahora que lo pensaba, el estúpido mensaje que recibí de
Bax era una especie de aviso, ¿no?

Megan los saludó y dejó pasar a los tres, Johann y Baxter entraron inseguros pero Tracy se
acercó a Megan y la abrazó, luego corrió a mí e hizo lo mismo. Me abrazó con fuerza. Me levanté
para recibirla.

—Perdón por venir sin avisar —dijo Baxter mirándome con culpabilidad—. Pero Tracy quería...

79
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Eh, no mientas —lo interrumpió ella soltándose de mí para fulminar a su hermano—. Ustedes
querían venir. Yo les dije que primero debían llamar...

Johann se acercó a Tracy por detrás y le tapó la boca.

—Cuando abre la boca no hay quien la pare —sonrió él mirando a Megan.

Tracy se soltó de su agarre mordiéndole la mano. —Imbécil —susurró en voz no tan baja—.
Bueno, les trajimos torta.

Señaló a Baxter y él se acercó dejando la caja de torta en la mesa. Me acerqué también a la mesa
y tomé mi plato de comida para dejarlo en la encimera junto al lavadero. Megan se quedó con
ellos mientras yo lavaba mi plato haciendo tiempo, no quería ir allá; donde ahora estaban los
cuatro acomodados en la sala, pero luego de varios minutos me armé de valor y entré a la sala
viendo a los cuatro sentados en el piso encima de la alfombra.

—Eh, ven aquí Maddie —dijo Tracy señalando al lado de ella, donde estaba Baxter—. Estábamos
por partir la torta.

Alcé las cejas.

—¿A qué se debe eso? —pregunté con curiosidad el motivo por el cual habían comprado torta.
Baxter se encogió de hombros.

—Simplemente se nos antojó —dijo sin hacer caso de las miradas que sus dos hermanos le
lanzaron—. Haznos el honor, Madison.

Sonreí. Entré a la cocina y saqué varios platos, cucharas y un cuchillo para cortar la torta,
regresé a la sala y cuando partí la torta elegí un pedazo grande para ellos. Yo y mi hermana ya
habíamos cenado y me encontraba muy llena para el postre. Aunque quedaba espacio para el
postre.

Cuando les llevé el plato a cada uno se hizo un cómodo silencio que solo rompimos mi hermana
y yo para decir lo deliciosa que estaba la torta. Era de chocolate, mi favorita, y estaba
buenísima. Terminé de comer rápidamente arrepintiéndome al instante de acabarlo en corto
tiempo mientras todos aún seguían disfrutando su torta.

—¿A dónde te fuiste de viaje, Tracy? —Megan preguntó llevándose un bocado de torta a la boca y
rompiendo el silencio de los hermanos.

Tracy terminó de masticar antes de responder.

—Al Caribe —respondió con voz ronca. Megan soltó un gritito.

—¡Qué hermoso!

Asentí de acuerdo con mi hermana.

80
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Por cuánto tiempo te fuiste? —pregunté con curiosidad.

Baxter y Johann dejaron de comer para mirar a su hermana. Tracy se encogió de hombros.

—Por ocho meses.

Megan asintió. —Solo te vi una vez y ya nunca más. Ni siquiera sabía que eras la hermana de los
jefes. —Se sonrojó al decir la palabra jefes.

—Pues sí, mis hermanos me dieron días libres. Baxter tosió. —Meses.

—Pues eso —Tracy rodó los ojos—. Necesitaba un tiempo.

Luego de eso la conversación se basó acerca del trabajo y la editorial. Gracias a Dios no fue nada
incómodo para mí estar mis jefes y su hermana en nuestra casa. Ahora que Johann sabía lo de
Baxter y yo, me daba un poco de vergüenza mirarlo directamente a los ojos pensando que me
juzgaría. Pero sabía que él era muy buena persona y nunca lo haría. Me gustaba él para mi
hermana pero ella parecía tan confundida que ya no quería intervenir más en el tema. Sólo
podía apoyarla en sus decisiones.

Al terminar nuestras porciones de torta, algunos quisieron repetir; como todos -menos yo- y
seguimos conversando. La conversación era amena y aunque al principio quería estar de mal
humor no pude, ellos eran tan divertidos que pasé una noche increíble en su compañía.

Cuando ya era hora de que se vayan, Tracy se levantó y vino a mí para abrazarme.

—Gracias por hoy, Maddie, me divertí bastante —dijo abrazándome con fuerza. Bajó su cabeza
hacia mi oído—. Y no seas tan dura con él.

Fruncí el ceño sin saber a qué se refería. Luego se alejó de mí e hizo lo mismo con Megan
diciéndole algo al oído y luego tomó las llaves que Baxter le entregó, salió por la puerta
cerrándola detrás de ella.

Los cuatro nos quedamos en un incómodo silencio. Megan habló rompiendo el tenso silencio.

—Johann, ¿podemos hablar?

Él asintió y camino detrás de Megan perdiéndose en el pasillo, suponía hacia la habitación de


ella. Baxter y yo nos quedamos en nuestros sitios sin saber qué hacer.

—También deberíamos hablar —dijo él acercándose a mí. Me quedé en mi lugar en silencio


esperando a que siguiera. Lo hizo cuando estaba a centímetros de mí. Su voz hacía latir mi
corazón rápidamente. O tal vez era su cercanía—. Hoy... fue un día difícil. Perdón por no
avisarte pero...

Lo interrumpí, frunciendo el ceño. —¿Avisarme qué? Baxter hizo una mueca.

—El que no te haya enviado un mensaje para que vengas a mi casa...

81
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—No te preocupes por eso, Bax —sonreí encogiéndome de hombros—. No es necesario que... pase
eso todos los días.

Baxter bajó su cabeza susurrándome coquetamente. —Para mí sí. Tragué.

—Todos tenemos cosas que hacer —dije tratando de que no me afectara su cercanía. Miré sus
labios carnosos a centímetros de los míos, estábamos así de cerca, podía mover mi rostro un par
de centímetros y ya lo estaría besando, pero me resistí.

—Tú eres más importante.

Sus palabras me hicieron derretir pero traté de que no se me notara. No quería que supiera
cuanto me afectaba, ni cuanto me moría por hacerlo con él. Odiaba depender de un hombre.
Nunca lo hice y nunca lo haría. Mi abuelita decía que si muestras interés en un hombre, él te
trataría como a cualquiera, pero si te resistías, lo tendrías comiendo de la mano. Y creo que eso
se me quedó grabado en mi mente toda mi vida.

Me alejé de él un par de pasos rompiendo el contacto de visual. Su intensa mirada era


demasiado para resistir. Miré la puerta detrás de él.

—Mañana nos vemos, Baxter.

Sé que sonaba como una novia celosa o una perra consentida pero estaba secretamente molesta
con él. Quería saber lo de su ex novia y porque se había ido con ella y no volvió en horas a la
oficina. No tenía ningún derecho a preguntarle por lo que me mordí la lengua para no soltarle la
pregunta y ponerme en evidencia. En vez de eso, lo había botado de mi casa, sutilmente claro.

Subí la mirada cuando Baxter no respondió, me estaba mirando con inmensidad. Sus ojos
evaluaban realmente mis palabras.

—¿Por qué te resistes tanto? Hice una mueca.

—No sé de qué hablas.

Baxter negó sin decir nada y desapareció por la puerta cerrándola con fuerza haciéndome
sobresaltar. Segundos después Johann salió al pasillo y caminó hacia la puerta sin decir nada y a
paso veloz, y también cerrándola de un portazo. Megan corrió fuera de su habitación. Miró la
puerta cerrada y suspiró.

—¿Le dijiste? —pregunté con curiosidad. Megan asintió.

—¿No se lo tomó muy bien, no? —adiviné. Mi hermana volvió a asentir.

—Estamos jodidas —afirmé mirándola con una mueca. Megan asintió de acuerdo conmigo.

82
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Al día siguiente en la editorial Coleman, Megan y yo llegamos inusualmente temprano. Como


muy temprano. Y como aun no llegaban los jefes ni Tracy, nos sentamos en nuestros respectivos
cubículos y conversamos de las cosas. Ayer cuando los hermanos se habían ido molestos,
nosotras nos quedamos en la mesa del comedor a seguir comiendo la torta que había sobrado
mientras nos contábamos lo que había sucedido. Se veía tan cliché que las dos siendo hermanas
estemos interesadas en hermanos.

Megan me contó que le dijo la verdad a Johann, le contó que es bisexual, y él se molestó, pero no
por eso, sino porque Meg le había contado que se enrolló con Susie cuando estaban borrachas
ese día del aniversario. Eso fue lo que le enfureció, por eso se fue de la casa de esa manera, tan
furioso.

Yo le conté a mi hermana acerca de lo que Baxter me había dicho. Lo de resistirme a él. No


estaba segura por qué se ponía así si habíamos acordado ser amigos con derecho. Así que le dije
a Megan que no le daba mucha importancia al arrebato de Baxter.

Diez minutos luego de estar hablando de las cosas de la vida, y que varios empleados llegaran a
la editorial, los jefes junto a Tracy llegaron, el sonido de la campana del ascensor los delató. Eso
y el entusiasmo de Tracy al vernos a Megan y a mí en nuestros puestos.

—¡Chicas! —exclamó acercándose a abrazarnos—. Ayer mis hermanos estuvieron de mal humor
todo el camino de regreso al departamento de Baxter. —Se encogió de hombros restándole
importancia—. Yo no les hice caso. Ellos son peores que chicas, cuando andaban de novios...

Se quedó muda al decir la última palabra. Negó con la cabeza mirándonos con una mueca en el
rostro.

—Perdón por decir eso —Cubrió su cara con las manos como si hubiera dicho al malo—. Amo a
mis hermanos pero sé cómo son y por eso...

—Tracy —la voz profunda de Baxter la llamó interrumpiendo lo que ella estaba diciendo—. Ven
aquí.

Tracy rodó sus ojos exageradamente. Miró a Baxter desde mi lugar, él estaba parado a unos
metros de nosotras, su camisa le quedaba pegada por lo que podía observar con detenimiento
sus músculos tensarse cuando metió sus manos en sus bolsillos del pantalón. Mi mente me
preguntó

por qué mierda me hacía la dura con él. Y mi corazón le respondió que no quería enamorarse,
no quería sufrir como ya lo hizo una vez.

Tracy nos lanzó miradas divertidas a Megan y a mí antes de voltearse y pasar a Baxter para
sentarse en su escritorio delante de los despachos de sus hermanos. Johann cerró la puerta de
su despacho con un golpe fuerte haciendo vibrar las lunas. Todo el lugar quedó en silencio unos
segundos antes de que la gente empezara a murmurar. Volteé hacia Megan mirándola con pesar.

83
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Está bien Meg, le dijiste la verdad —dije poniendo mi mano sobre la suya a través del pequeño
cubículo que nos separaba—. Eso era lo más importante.

Ella hizo una mueca sin responderme. Para ella debía ser difícil la situación en donde estaba. La
mía no era ni de cerca tan complicada como la suya.

Horas después de intenso trabajo, mi vista me dolía por tener mis ojos fijos en la pantalla de mi
ordenador por horas luego de estar leyendo los manuscritos. Me tomé un descanso de unos
minutos. Cuando miré la hora lancé una maldición.

—Mierda —susurré.

En cinco minutos Kayden Havort, el escritor que envió el manuscrito que me hizo llorar, vendría
para tener una reunión con Baxter y algunos jefes más.

¿Cómo podía ser tan estúpida como para olvidarlo?

Corrí a la sala de conferencias con mi ordenador y USB. Cuando llegué solo se encontraba Heidi
Owens y Susie. Las saludé con educación y dejé mi ordenador sobre la mesa mientras tomaba un
lugar lo más lejos posible de Heidi.

—En un momento regreso —dije a nadie en particular y salí corriendo, dejando mi ordenador,
hacia mi cubículo de nuevo. Tomé mi celular y llamé al número que Kayden Havort había dado
para comunicarnos con él acerca del manuscrito. No respondió y tampoco volví a insistir. Tenía
el tiempo medido y justo ahora que Baxter caminaba en dirección a las escaleras para ir a la sala
de conferencias.

Maldije mil veces a Kayden Havort en mi mente. Le debían arder las orejas de tantas mal...

—Hola linda —dijo una voz a mis espaldas.

Volteé al instante llevándome una mano al pecho.

—¡Por fin! —exclamé con las manos levantadas y fulminándolo con la mirada—. Estaba a punto
de matarte.

Kayden sonrió de lado.

—¿Cómo ibas a matarme si aún no estaba aquí? —dijo cruzándose de brazos.

Quise golpearlo por ser un listillo pero no teníamos tiempo para aquello. Le tomé del brazo y
prácticamente lo arrastré hacia la sala de conferencias. Cuando entramos, todos nos quedaron
mirando por la cercanía entre nosotros. Solté de golpe su brazo y me dirigí a mi asiento. Para mi
mala suerte, Baxter se había sentado a mi lado derecho. Hice una seña a Kayden para que se
sentara a mi izquierda mientras saludaba a todos. Sólo éramos Baxter, Heidi Owens, Susie y el
editor en jefe; el señor Richards, un hombre mayor que Baxter parecía conocer muchísimo
tiempo.

84
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

La reunión pasó sin ningún imprevisto. El señor Richards y Kayden conversaron acerca de la
publicación del libro, el contrato que debía firmar y las cláusulas de éste. Yo sólo hablé para
decir lo magnífico que era el manuscrito y que había estado editándolo con sumo cuidado. La
conversación fluyó entre todos. Yo me quedé muda al darme cuenta que cada vez que hablaba,
Baxter me interrumpía. En una de esas, por debajo de la mesa, bajé la mano hasta su muslo y lo
pellizqué, él con disimulo, alejó mi mano de ahí y corrió su silla alejándose unos centímetros de
mí.

Me quedé sorprendida por su brusca reacción por lo que no volví a tocarlo ni a hablar. Cuando
la reunión terminó con éxito, todos nos dimos la mano estrechándolas antes de que se fueran
yendo uno por uno, Heidi en primer lugar.

Kayden estaba sonriente y muy feliz por saber que íbamos a publicar su libro en muy poco
tiempo. El sueño de cualquier escritor.

Cerré mi ordenador y caminé a la puerta para ir a mi cubículo ya que la reunión había


terminado, pero la voz de Baxter me detuvo.

—Señorita Hall, quédese un momento por favor.

Kayden me miró divertido antes de hacerme una señal de burla e irse de ahí silbando.

Suspiré, tratando de calmarme, y caminé adentro dejando la puerta abierta. Baxter seguía
sentado mirándome con los brazos cruzados, sentado sobre la mesa, casi al borde. Lo miré
interrogante esperando a que hablara.

Me miró intensamente sin pronunciar palabra. No me amedrenté por la mirada que me daba,
sino que lo miré con la misma intensidad, desafiándolo a apartarla alzando una ceja. Luego de
unos segundos, habló.

—Sé lo que haces, Madison —dijo pasándose un dedo por la comisura de sus labios.

—¿Así? —pregunté con el ceño fruncido haciéndome la desentendida—. ¿Qué rayos hago?

—Sí —Bax se levantó acercándose a mí. La puerta de la sala de conferencia seguía abierta por lo
que lo detuve a un metro de mí—. Piensas huir cuando las cosas vayan mal. Le tienes fobia al
compromiso y por eso no quieres estar apegada a mí. ¿Pues sabes algo? Para eso hice las reglas,
para que sepas que entre nosotros no hay nada más que sexo. ¿Qué más quieres probar?

Cerré los ojos unos segundos. Cuando los volví a abrir, había levantado una muralla entre mis
sentimientos y Baxter, porque eso necesitaba justo ahora.

—No necesito probar nada, Baxter. —Me encogí de hombros con frialdad—. Entre nosotros ni
siquiera hay una amistad, así que no te gastes pidiéndome explicaciones, o en este caso;
dándomelas. —Me alejé de ahí sin mirarlo—. Nos vemos luego, señor Cole.

85
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Mi día en la editorial pasó muy lento. Especialmente porque estaba de mal humor por la
conversación con Baxter. Me acusaba de algo que no hacía y ni si quiera entendía.

Antes de que nuestra hora terminara Tracy se acercó a Megan y a mí sonriéndonos con alegría.

—¡Hagamos noche de chicas! —exclamó sonriendo.

Yo hice una mueca. Lo único que quería hacer al llegar a casa era dormir, y comer. Como
siempre. Pero tampoco quería dejar a Tracy de lado. Ella era tan buena y parecía que se había
encariñado a nosotras en muy poco tiempo.

—Claro —respondió Megan—. Es hora de salir a divertirnos. —Sonrió emocionada.

Últimamente mi hermana estaba decaída, sabía que necesitábamos salir para levantarle el
ánimo, por lo que accedí a que esta noche fuera de chicas, como había dicho Tracy.

—Bien —dije sonriendo—, pero solo hasta cierta hora porque mañana hay que venir a trabajar.

—Buuuh —me abucheó Tracy riendo—. Debemos invitar a Susie.

Ante eso mi hermana se tensó. Okay, aún no era bueno momento de unirlas pero tampoco
podíamos decir a Tracy que no la invite, eso solo lo haría más incómodo porque no sabía nada, y
esperaba que así se quedara.

—Uh, claro. Avísale —respondí al ver que mi hermana no iba a responder. Me encogí de
hombros—. Luego del trabajo.

Tracy asintió férvidamente.

***

Luego del trabajo Tracy decidió ir a su casa para cambiarse, lo cual nos pareció raro a Megan a
mí porque ya estaba con vestido y tacones pero aceptamos encontrarnos con ella en el bar
dentro de una hora. Nosotras también decidimos ir a casa para cambiarnos y dejar nuestros
bolsos para ponernos ropa cómoda para esta noche. Cuando fuimos al bar de Rob, Tracy ya
estaba ahí con

Susie esperándonos. Megan la saludó torpemente y se sentó al lado mío y frente a Susie. El
silencio luego de sentarnos fue algo tenso pero rápidamente Tracy habló no notando la
incomodidad entre Susie y Megan.

—Es fantástico volver aquí —dijo ella suspirando—. Extrañaba mi hogar. Susie le frunció el ceño.

86
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Entonces por qué te fuiste?

Tracy hizo una mueca y se encogió de hombros.

—¿Qué van a pedir? —preguntó cambiando de tema súbitamente—. Por favor algo muy
alcoholizado para todas, eh. Quiero verlas intoxicadas esta noche.

Me reí.

Gracias a Dios habíamos venido en taxi y no en nuestro auto porque si no, no podríamos tomar
alcohol.

—Pediré una copa de vino —dije cuando una camarera vino a tomarnos la orden. La chica anotó
en su pequeña libreta.

Tracy me miró como si estuviere loca.

—¿Copa de vino? —repitió con burla. Miró a la camarera negando con la cabeza—. Tráiganos dos
botellas de Ron, por favor.

Ahora las chicas y yo la mirábamos como si se hubiera vuelto loca.

—¿Quieres matarnos? —preguntó Megan riendo.

—En serio, ¿qué problemas tienes con intoxicarnos? —pregunté yo. Tracy rio.

—¿Yo nada? —Se encogió de hombros—. Pero hoy es nuestra noche de chicas y debemos de
celebrarlo como se debe.

—Ni siquiera es viernes —apuntó Susie con el ceño fruncido.

Asentí de acuerdo. Mañana viernes teníamos que ir al trabajo y no quería tener una reseca de
los mil demonios. Además, cuando tomaba de más me volvió un poco... loca.

Minutos después la camarera trajo las dos botellas de Ron y cuatro vasos. Tracy aplaudió
mientras nos servían el ron. Cuando tomamos nuestros vasos Tracy levantó su vaso. —¡Salud,
mis pequeñas!

Reí divertida.

—¡Salud! —dijimos y tomamos nuestro vaso de ron. Cuando probé un sorbo, sentí que algo
quemaba mi garganta y luego mi estómago. Por eso odiaba el ron, era demasiado fuerte y
quemaba nuestro organismo.

—¡Puaj! —exclamé al terminar mi vaso de ron. Las chicas se rieron pero Susie y Megan estaba
igual de yo, con expresiones de disgusto en sus rostros. En cambio Tracy sonreía como si su
garganta no estuviera en llamas como la mía. Definitivamente esta chica tenía demasiada
tolerancia al alcohol.

87
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

***

Cinco horas después y demasiados tragos como para poder contarlos, yo estaba demasiado
calurosa. Las chicas detrás de mí bailaban como si sus vidas dependieran de ellas. Miré como
Susie y Megan por poco lo hacían en medio de la pista de baile mientras Tracy las animaba.

Sí. Esto era de locos. Luego de habernos terminado las dos botellas de ron entre las cuatro,
decidimos seguir con la noche de chicas en una discoteca. No estaba tan llena porque era jueves
pero por lo menos había gente.

Gracias a Dios tenía un estómago fuerte porque no sentí ganas de vomitar. No como Megan que
al llegar aquí corrió al baño. Ahora estaba bailando con Susie y parecía que en cualquier
momento iba a subir de intensidad, solo para mayores.

Tracy las animaba riéndose de los pasos de baile de ellas. Estaban muy borrachas pero aún se
podían mantener en pie. Yo sentía que todo daba vueltas pero no porque quería vomitar sino
que estaba demasiado borracha. Y cuando lo estaba solo tenía ganas de una cosa, me ponía
cachonda en este estado pero no quería hacer nada. Nada que mañana me arrepintiera.

Saqué mi celular de mi sostén y vi varios mensajes de Baxter. Había dejado mi celular en


silencio por lo que no me había percatado de ellos. Los revisé con una sonrisa babilónica en mi
cara.

Baxter: ¿Dónde estás?

Baxter: Creí que hoy nos veríamos. Lo que dije en la oficina estuvo mal. De verdad lo siento,
bonita.

Baxter: ¿No vas a venir, no?

Baxter: Mierda, respóndeme, por favor.

Reí como loca pero le hice caso. Le respondí los mensajes como pude porque no podía ver con
claridad.

Madison: Nop voy a ir. Estot ocupads divirtiendom. Bessos.

Guardé el celular en mi sostén y fui con las chicas.

Gritaron cuando me vieron llegar, se acercaron a mí e hicieron un sándwich para bailar como
locas. Empecé a reírme, nunca me pareció tan divertido algo y ni siquiera sabía qué me reía
tanto. Luego de varios minutos bailando la gente empezó a llegar. Era medianoche y nosotras
aún no nos íbamos, mañana teníamos que ir a trabajar. No sabía si iba a levantarme, lo más
probable es que llamara para decir que estaba enferma o alguna mierda así.

Sentí unas manos tocarme firmemente las caderas, volteé para ver a un chico alto y guapo
sonriéndome. Le fruncí el ceño.

—No me toques —dije alzando la voz por encima de la música alta.


88
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

El chico alzó las manos pero no se fue, se quedó frente a mí bailando. A mi lado Susie y Megan
estaban en otra al igual que Tracy que mensajeaba furiosamente en su celular. Me preguntaba
qué tanto escribía.

No me importó bailar con el desconocido. La música era algo movido por lo que me pegué un
poco a él y bailamos. Minutos después ya estaba cansada y muy sudorosa, quería irme a casa a
dormir. Me alejé del chico despidiéndome. Había sido respetuoso no volviendo a tocarme. Di la
vuelta pero no encontré a las chicas. No estaba ni Megan, ni Susie ni Tracy.

Saqué mi celular del bolsillo y marqué en contactos. Una voz me contestó.

—Mierda, Maddie, ¿dónde estás? —la voz no le pertenecía a Megan, sino a Baxter. Miré
confundida el teléfono sin responder. ¿Por qué Bax tenía el número de mi hermana?

—¿Por qué estas con el teléfono de mi hermana? —pregunté con voz de borracha y alargando las
“a”. De fondo se escuchaba mucha bulla, especialmente de autos.

—¿El teléfono de tu hermana? —repitió confundido, de fondo escuché una bulla, parecía estar en
una fiesta. Uh—. Nena, me has llamado a mí, no a tu hermana.

—Ah, carajo —solté y luego colgué la llamada. Miré el registro de llamadas y efectivamente. Ahí
aparecía el número de Baxter y no el de mi hermana. Estaba demasiado borracha como para
marcarle a mi hermana y por error había terminado marcando el de Baxter. Ugh, odiaba estar
tan borracha.

Ahora sí busqué el nombre de Megan y marqué su número. No me lo sabía de memoria. Su


teléfono sonaba pero no respondía. Me di por vencida colgando la llamada. ¿Dónde rayos se
habían metido todas?

Sentí un fuerte tirón en mi brazo y a los segundos alguien me cargaba por su hombro. Mi cabeza
estaba mareada pero aun así pataleé tratando de soltarme del agarre del individuo.

—¡Suélteme! —grité retorciéndome con fiereza. La gente nos miraba pasar, les pedí a gritos
ayuda pero nadie se acercó. El tipo me dio una nalgada. Me ruboricé al instante—. ¡Imbécil,
suéltame, desgraciado!

—Soy yo, Maddie —dijo Baxter divertido. Miré su culo a centímetros de mí y sonreí.
Efectivamente era él.

Mi nalga empezó a picar pero no me molestó. Dios, estaba taaan borracha.

—¿Por qué me estás llevando así? Como si fuera un saco de papas.

Baxter salió de la discoteca sin responderme y me llevó a un auto. Me sentó en el asiento de


copiloto y rodeó el auto para subirse.

Cuando se sentó, levanté las manos asustada.

89
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Espera, faltan las chicas. Megan, Susie, y tu hermana. No sé dónde diablos se han metido.
Baxter sonrió.

—Johann las está llevando a sus casas. Hice una mueca.

—¿Y por qué me dejaron?

—Tú eres mi asunto. Yo te llevaré sana y salva. Me crucé de brazos disgustada.

—Quiero irme a casa, ya.

Eso era una total mentira. Estaba tan borracha que sólo tenía una cosa en mente. E incluía a
Baxter y yo muy sudorosos. Pero mi orgullo era más grande que mi deseo por él así que sólo
quería ir a casa y terminar el trabajo por mí misma. No lo necesitaba para eso.

Baxter no dijo nada y arrancó el auto. En el camino me recosté en al siento y cerré los ojos.
Empecé a sentir calor y abrí la ventana. Al instante se volvió a cerrar. Miré a Baxter furiosa.

—Voy a prender el aire acondicionado —dijo.

Lo prendió pero aun así tenía demasiado calor. Me levanté la blusa sin mangas que estaba
llevando y me la quité por la cabeza. Ahora sí me sentía más fresca. Cerré los ojos pero el
movimiento brusco y repentino del auto me hizo abrirlos de nuevo.

—Mierda, Madison, no puedes quitarte así como así la ropa. ¿Quieres que tengamos un
accidente? —Su voz sonó ronca—. Hazme el maldito favor de ponerte tu blusa de nuevo.

Hice un puchero.

—No. Tengo mucho calor.

Baxter asintió mirando al frente, parecía muy afectado.

—Sí, ahora yo también, por tu culpa.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Cerré los ojos de nuevo sin importarme estar sin blusa frente a Bax. No tenía sueño pero quería
descansar mis ojos; me dolía la cabeza y me sentía mareada. Baxter se mantuvo en silencio y no
dijo más. Luego de varios minutos nos detuvimos. Abrí los ojos, desorientada.

—Mm, ¿dónde estamos? —pregunté mirando por la ventana. Estábamos en un estacionamiento.


Miré a Baxter dubitativa.

—Estamos en el estacionamiento de mi edificio —dijo apagando el auto—. Hoy dormirás en mi


departamento.

Abrí los ojos, exaltada.

—¡No me puedo quedar! —exclamé, haciendo una mueca por el dolor de cabeza que me vino al
alzar la voz. Intenté calmarme antes de hablar—. Tengo que ir a mi casa. Mañana hay trabajo y
sólo quiero descansar.

Baxter hizo una mueca.

—Necesitas descansar y reponerte.

Negué. Abrí la puerta para bajarme pero Bax me detuvo por el brazo, me jaló hacia él cerrando
con su otra mano la puerta. Sin previo aviso se acercó a mí y me besó. Jadeé sorprendida.
Intenté alejarme pero me rendí al darme cuenta de lo mucho que deseaba esto. Lo tomé por el
cuello y lo atraje a mí, metí mi lengua en su boca, besándonos con desesperación. Mis
movimientos eran torpes pero Bax lo compensaba.

Segundos después se alejó, rompiendo el beso. Lo miré confundida.

—¿Qué...?

—Necesitamos parar, Maddie. Estás borracha, no me aprovecharía de ti así.

Entrecerré mis ojos.

—No estoy tan borracha. Baxter rodó los ojos.

—Oh claro, porque hablar y que no te entienda significa que no lo estás. Fruncí el ceño cuando
dijo esas palabras rápidamente.

—¿Qué se supone que significa eso? —pregunté confundida. Al ver su rostro sonriente me
enfurecí. No veía nada gracioso—. No entendí, habla claro.

Baxter sonrió.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—A eso me refiero.

Se bajó del auto cerrando la puerta de su lado tras él, y luego rodeó el auto para abrir mi puerta
de un tirón.

—Ven, Maddie. Negué.

Baxter se acercó a mí y me sacó en volandas del asiento. Chillé como loca por la posición en que
estaba. De cabeza. Sentía que en cualquier momento iba a vomitar, pero me contuve. La sangre
corrió hacia allí por estar como estaba. Bax me llevó sobre su hombro hasta el ascensor y
subimos hasta la última planta. Cuando las puertas se abrieron, todo el departamento estaba a
oscuras.

Baxter se acercó al interruptor y prendió las luces, el lugar de iluminó al instante. Escuché
ruidos y algunos chillidos pero cuando Baxter caminó por el pasillo, pararon de inmediato.

En mi cabeza borracha me imaginaba que alguien estaba viendo porno y comencé a reírme como
loca.

Al instante sentí que me daban un golpe en el trasero. Me sacudí como loca pero sentí otro.

—¡Detente, imbécil! —grité furiosa.

Baxter se detuvo y al instante me tiró. Grité justo cundo caía en un montón de almohadas.
Estaba en su cama. Sonreí divertida.

—Amo tu cama —dije estirando mis brazos y piernas—. Es gigante y entran por lo menos cinco
Madison.

Baxter rio.

—Me gusta que te guste mi cama. Puedes dormir en ella cuando quieras, nena.

Reí.

—Cuando estaba con mi ex novio, tenía una cama horrible, así que él siempre venía a mi
departamento. Él amaba mi cama, pero yo la odio, es muy pequeña y no podíamos hacerlo.

Miré cómo el rostro de Baxter se ensombrecía.

—Él es un imbécil —respondió cortante. Su mirada fija en mí. Se acercó lentamente y me tomó
de los tobillos para me acercarme a él. Pegué un gritito por la impresión pero luego reí.

Definitivamente estaba borracha ese pequeño movimiento me mareó más—. Tranquila, Maddie,
sólo te quitaré la ropa para que estés más cómoda.

92
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Asentí sin importarme. Lo que había dicho sonaba divertido por lo que empecé a reírme
mientras Baxter me quitaba el jean. Me quedé en ropa interior pero no sentí una pizca de
vergüenza. Él me había visto desnuda varias veces.

—¿Te gusto? —pregunté mirando a Baxter detenidamente. Él rebuscaba en sus cajones una
camiseta. Cuando cogió una y se acercó a mí, frunció el ceño, confundido. Repetí la pregunta,
con seriedad—. ¿Te gusto, Baxter?

Él sonrió de lado.

—Claro que sí.

Negué. Me cabeza dio vueltas por lo que me detuve. Miré a Baxter con un puchero.

—¿Realmente te gusto o sólo me utilizas para tener sexo?

Baxter dejó la camiseta a un lado y se acercó tanto a mí que su nariz rozaba la mía. Me miró a
los ojos antes de responder, sus palabras hicieron mi corazón palpitar con fuerza. —Me gustas
Madison. Mucho. También tu cuerpo, todo de ti, maldita sea. ¿Aún no lo entiendes, nena?

Asentí mirándolo fijamente. Baxter sonrió y depositó un beso en mi frente con delicadeza. Tomó
la camiseta que había dejado a mi lado en la cama y se alejó para ponerla en mí. Me dejé hacer
por él hasta que me depositó en su cama y juntó varias almohadas a mí alrededor.

—Listo. —Sonrió contemplándome de cerca—. Ahora puedes descansar.

—¿No vendrás? —pregunté bostezando. Moría de sueño y aún seguía muy borracha.

—En un momento, bonita. Debo comprobar a mi hermana. —Se detuvo un momento—. Johann se
está haciendo cargo de la tuya.

—Seguro están follando. Escuché algunos gemidos cuando entramos —dije riéndome de eso.
Parecía que mi hermana se había decidido, ya era hora, mierda. Aunque no sabía cómo sentirme
al respecto.

—Sí, no quiero ni imaginarme eso —respondió Baxter haciendo una mueca—. Ahora descansa,
Maddie.

Hice una mueca, mi cabeza dolía horrible y mañana debía ir a trabajar. Sabía que no lo logaría
ni aunque durmiera todo el día.

—Hazme un favor, Baxter —pedí antes de que saliera de la habitación. Lo miré suplicante—.
Llama a mis jefes y diles que voy a faltar, no me encuentro bien.

Baxter rodó los ojos.

—Cuenta con ello, Maddie.

93
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Cerró la puerta tras él y yo me quedé profundamente dormida al instante.

El sonido de platos cayéndose al suelo me despertó. Sobresaltada abrí los ojos y miré a mi
alrededor. Ésta no era mi habitación, era la de Baxter, ¿qué rayos hacía yo aqu...?

¡Oh Dios mío!

Mi mente empezó a recordar al instante, imágenes destellaron en mi mente recordando todo lo


de anoche. Las chicas y yo en el bar, luego en la disco. Mi hermana y Susie bailando en la pista
de baile mientras Tracy las animaba. Yo hablando con un tipo lindo y luego ellas
desapareciendo.

Baxter cargándome en su hombro. Yo sacándome la blusa en su auto.

Me tapé los ojos tratando de borrar esos recuerdos de mi memoria. Era tan humillante todo
aquello. Ayer había hecho el ridículo frente a él, y aún más cuando le pregunté si yo le gustaba.

¿Cuántos años tenía: diez?

Oh no. Me levanté de la cama con cuidado. El lado izquierdo estaba arrugado y supe al instante
que Baxter había dormido conmigo. Visualicé mi ropa en el mueble delante de su cama, la tomé
y prácticamente corrí al baño. Me entraron arcadas pero no vomité. Quise ponerme esa ropa
pero al olerla sabía que sería imposible. Estaba impregnada de olores feos como cigarro y licor.
Aunque no había fumado, eso se impregnaba de la discoteca.

Decidí lavarme los dientes –sin cepillo, sólo con mi dedo–, y mi rostro antes de salir de nuevo a
la habitación. Me había visto al espejo y mi cabello estaba hecho un desastre. No quería abusar
de la confianza de Baxter y bañarme en su ducha por lo que me quedé con la camiseta de él, que
me quedaba hasta la mitad de mis muslos, y así salí en busca de él. Caminé a la cocina y me
quedé corta al verlos a todos ahí.

Johann, Baxter, Tracy y mi hermana. Milagrosamente mi hermana estaba despierta. Todos me


miraron cuando entré. Sonreí incómodamente.

—Hola, chicos —saludé levantando una mano. Todos respondieron mi saludo con una gran
sonrisa. Fruncí el ceño cuando me di cuenta de algo—. Esperen, ¿no deberían estar en el
trabajo?

Tracy levantó sus manos al aire.

—¡Día libre para nosotros! —chilló feliz. Luego hizo una mueca y se llevó las manos a su sien—.
Ah mierda, mi cabeza. Sí, celebren ustedes, yo no puedo.

Megan me ofreció una sonrisa, avergonzada.

—Maddie —dijo mi nombre con sus mejillas sonrojadas, parecía estar avergonzada por algo y ya
me imaginaba por qué. Simplemente asentí, sabiendo lo que quería decirme.
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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Johann pasó una mano por mi cabeza y sacudió mi cabello. —Hola, Madison.

Sonreí. Miré a Baxter batiendo algo en un plato. El me devolvió la mirada y me sonrió. Alguien
carraspeó llamando mi atención.

—No desconcentres a Baxter, hace ratito rompió un plato —dijo Tracy rodando sus ojos—. Tiene
manos de mantequilla.

Baxter la miró con burla.

—Eso no dicen las chicas —movió sus cejas dando a entender un doble significado de sus
palabras. Yo reí, para nada molesta por su declaración.

Tracy levantó las manos.

—Madison está aquí, muestra respeto imbécil.

—Tú empezaste —replicó Baxter riendo.

—Puaj, qué puerco —Tracy negó. Johann, Megan y yo mirábamos el intercambio con una sonrisa
divertida en nuestros rostros—. Ya, sigue cocinando que me muero de hambre.

Megan le frunció el ceño.

—¿Cómo puedes tener hambre? Yo tengo muchas náuseas.

Tracy sonrió. Abrió la boca para replicar pero Johann intervino, mirándola borde.

—Bueno, yo debo ir a la Editorial. Si no hay nadie controlando, no creo que haya orden.

—Deja que Heidi se ocupe, hermano —dijo Baxter echando algo en la sartén. Parecía que freía
huevos para hacer tortilla—. Ella se va a encargar de todo.

—Que la hayas follado no significa que hará bien el trabajo —escupió Johann cortante. Luego se
quedó quieto al darse cuenta de lo que había soltado.

95
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Johann me miró apenado

—Madison, lo siento...

Tracy fulminó a su hermano, se acercó a su hermano y le propinó un golpe en la nuca.

—¡Auch! —gritó Johann sobándose la zona golpeada.

Tracy aún lo miraba como si quisiera asesinarlo. Luego de eso la cocina se quedó en un
incómodo silencio donde todos tenían la mirada entre Bax y yo.

Él me miró aterrado.

—Maddie... —dijo son saber cómo continuar la oración. Lo miré fijamente sin saber qué hacer.

La verdad es que no estaba molesta. El comentario de Johann sólo reafirmó lo que ya suponía.
Mis instintos de mujer me decían que ellos tenían algo y me equivoqué. Al parecer mi sexto
sentido no fallaba.

Todos me miraban aterrados, pensando que en cualquier momento explotaría. Pero no podía
hacerlo, no quería. Esto era algo entre Baxter y yo, y no entre nuestra familia. La regla número
tres que él había impuesto estaba rota. Lo sabían nuestros hermanos. Y parecía que la regla
número cuatro también estaba rota.

Me giré sobre mis talones, esperando que Baxter captara la indirecta y viniera tras de mí para
hablar. Lo hizo. Me tomó del brazo y me volteó. Estábamos en el pasillo pero yo no quería
hablar aquí, pero al parecer Baxter tenía otros planes.

—Maddie, te juro que eso pasó antes. Ahora yo estoy contigo, no con ella. Lo de ella y yo terminó
antes de que te conociera.

Levanté mis cejas.

—Entonces ¿por qué nunca me dijiste nada? —pregunté cruzándome de brazos. Tenía celos, sí,
pero me sentía más traicionada que celosa. Eso era algo de lo que se debía hablar.

Él sabía que yo nunca tuve un amigo con derechos y él parecía tener una lista, y encima de la
oficina. No me parecía correcto no saber, sí era algo sobre ellos pero me sentía patética. Veía a

Heidi entrar a la oficina de Baxter y cerrar la puerta por varios minutos... Sí, no quería ni
imaginar lo que hacían.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Porque es pasado, ella es pasado —respondió tomándome el rostro con sus dos manos—. No
quería que te sintieras incómoda con Heidi alrededor.

Definitivamente odiaba cuando él pronunciaba su nombre. Mi mente empezó a reproducir


imágenes de ellos, por lo que al instante cerré los ojos. Me estaba torturando por cosas que ya
habían pasado. Además, Baxter y yo no éramos novios. Sí, teníamos exclusividad, pero no
éramos nada.

—Está bien —dije suspirando—. Te creo. Al final, no tengo ni voz ni voto con lo que haces en tu
vida. Pero quiero que seas sincero conmigo, por favor. Si en algún momento quieres terminar
con esto o estar con alguien más, dímelo. Yo haré lo mismo

Bax hizo una mueca, mirándome con culpa en sus ojos.

—Quiero estar con alguien.

Mi corazón se paró. Lo miré con los ojos abiertos.

—¿Quieres estar con otra persona? Baxter rodó los ojos.

—Mierda, Maddie, eres más ingenua de lo que creí. Quiero estar contigo, demonios. Fruncí el
ceño. Eso no era lo que esperaba oír. Lo miré como si estuviera loco.

—Ya estamos juntos Baxter, y funciona. Lo nuestro así como está funciona de maravilla.

Volteé y me alejé de ahí. Entré a la habitación de Baxter y cerré la puerta. Ahora no quería que
me siguiera. Lo había dejado claro ahí en el pasillo; entre nosotros no habría nada más que lo
que ya había. Amaba mi soltería y no quería meterme en otra relación. Aún no superaba a mí ex
del todo y no me parecía correcto empezar una relación sentimental con Baxter si aún no
superaba a Devan. Sí, mi situación amorosa era una jodida mierda y no me sentía bien con ello.

***

El fin de semana Baxter no me escribió para nada, ni yo a él. En vez de estar pendiente de sus
mensajes decidí hablar con mi hermana. Era hora de que me contara las cosas que sucedían
entre Johann y ella, o Susie ella, lo que fuera que estuviere pasando.

Entré al cuarto de Megan sin tocar la puerta. Ella estaba acostada en su cama leyendo algo en su
laptop. Levantó la mirada hacia mí, ella al ver mi rostro supo lo que venía a preguntarle. Era
algo de hermanas. Dejó su laptop a un lado y me hizo espacio junto a ella palmeando su cama.

—No podía atrasar esto mucho tiempo, ¿eh? —dijo ella mirándome con sus grandes ojos verdes,
iguales a los de nuestro padre.

Le sonreí.

—Nop, tienes que contarme todo —respondí.

97
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Me acomodé junto a ella. Estábamos recostadas frente a frente, como cuando éramos niñas y
hablábamos de nuestros secretos en nuestra habitación para que nuestros padres no nos
escucharan.

Ella se quedó en silencio varios segundos antes de hablar. Su voz estaba ronca.

—¿Te acuerdas cuando nuestros padres querían hablarnos de algo y nos llevaban a ese
restaurante que tanto nos gustaba?

Asentí recordando esos momentos de niña. A veces recordaba eso y los extrañaba. Aún deseaba
ser niña y volver a vivir todo lo que había vivido con nuestros padres. Esos recuerdos nunca
saldrían de mi memoria.

—A ti te gustaba pedir ese helado de yogurt que mamá tanto odiaba —dije haciendo una mueca
por mencionar a nuestra madre.

Megan se quedó en silencio.

—Sabes que le conté a Johann sobre mí —habló luego de unos segundos—. No me juzgó, ni nada.
Pero cuando le conté sobre Susie se molestó conmigo, pero días después me buscó. Él aun quiere
estar conmigo. Pero lo que pasó el jueves fue algo loco, en la discoteca Susie y yo coqueteamos
porque estábamos muy borrachas. Luego en el carro con Johann, Tracy nos fastidiaba, ella lo
sabe y hacía eso para molestar a su hermano, en verdad ella nos quiere con sus hermanos —dijo
tapándose los ojos con su brazo—. Así que cuando dejamos a Susie en su casa y llegamos al
departamento de Baxter, Johann me llevó a un cuarto y casi lo hicimos.

Mi mente se quedó en blanco.

—Mierda, Megan.

—Sí —respondió mi hermana bajando su brazo—. Eso mismo. Mierda.

—¿Pero no lo hicieron, no? —pregunté, con curiosidad.

—No lo hicimos —respondió con las mejillas sonrojadas—, pero tuvimos otras cosas. Negué con
la cabeza.

—No quiero saber.

—Bien, porque no me gusta dar detalles —respondió riéndose.

—Ya, tonta, en serio. ¿Solucionaste algo o no? ¿Susie o Johann? Yo veo claramente que quieres
estar con él pero te refrenas.

Mi hermana hizo una mueca.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Lo sé, pero es que me siento muy a gusto cuando estoy con él. El jueves le hablé sobre la pelea
con Mery a Johann y me escuchó. Estuvo ahí consolándome mientras lloraba como una borracha
loca.

Hice una mueca.

Mary era nuestra madre. Y el que Megan le haya contado a Johann sobre su pelea era algo épico,
a ella no le gustaba hablar de eso, y mucho peor estando borracha, porque recordaba todo y se
ponía toda sentimental y llorosa.

—Te gusta como es él contigo —dije sonriéndole con ternura. No era una pregunta, pero igual
respondió.

—Sí —asintió—. Pero ¿y Susie? No quiero romperle el corazón y luego tener que verla todos los
días en el trabajo.

—Tienes que ser sincera, Meg.

Tal vez no era el mejor consejo viniendo de mí pero tenía razón. La sinceridad era lo mejor.
Había sido sincera con Baxter, y también lo fui con mi ex novio Devan. Aunque eso me trajera
problemas.

Megan necesitaba ser sincera. Eso fue lo que la llevó a una pelea épica con mamá pero al final
no había nada mejor que la sinceridad.

Mamá, Megan y yo teníamos una buena relación de madre e hijas. Salíamos siempre a comer a
la calle y llevábamos a papá con nosotras, él se volvía loco cuando entrábamos a una tienda y
tardábamos en salir. Pero nos amaba, y amaba a mamá por lo que nunca se quejaba.

Hasta que un día, al llegar a casa luego del instituto, encontré a Megan besándose con una de
mis amigas. Hablé con ella y me dijo la verdad; que no sólo le gustaban los hombres sino
también le gustaban las mujeres, pero que no dijera nada a papá ni mucho menos a mamá. Yo
como buena hermana acepté, porque era mi mejor amiga y no quería ventilar un secreto que no
era mío para contar. Cuando ella finalizó sus estudios, decidió contarles a nuestros padres su
orientación sexual. Así que cuando Megan les contó, se armó la tercera guerra mundial.
Literalmente. Papá lo aceptó, sin más. Megan lo había dicho con lágrimas en los ojos y papá sólo
la abrazó. En cambio mamá, ella se levantó del sillón donde estaba sentada y le tiró una fuerte
cachetada, luego empezó a hablar cosas tontas e insultarla con lágrimas en los ojos como si
Megan hubiera hecho algo muy malo. Papá pudo tranquilizarla pero al final del día Mery, mamá,
había tomado una decisión; que

si Megan era así no quería que viviera más en casa.

Así que... aquí estamos. Sin comunicación con mamá y viviendo en un departamento pagado por
nosotras dos -porque no iba a dejar sola a mi hermana pequeña-. Como que yo también me
revelé con ella. No había forma que dejara sola a mi hermanita. Hice mis maletas ese día junto a
Megan y salimos lo más rápido de esa casa. Mamá nunca volvió a comunicarse con nosotras, y
tampoco queríamos eso. Papá sí se comunicaba con nosotras en pocas ocasiones, y hasta nos
visitaba en vez en cuando.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Crees que algún día me perdonará? —preguntó Megan con voz ronca, la miré, sus ojos
derramaban lágrimas haciendo su recorridos por sus mejillas sonrojadas. Hice una mueca
porque me dolía verla así.

—¿Susie? Por supuesto, Meg. Negó.

—Mamá —susurró ella con el rostro lleno de lágrimas.

—Ella no tiene nada que perdonarte, Meg. Porque tú no has hecho nada malo. ¿Me entiendes? —
dije mirándola mientras secaba sus lágrimas con mi mano—. Tú no le has hecho nada.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

El día lunes en el trabajo, Megan y yo nos apresuramos para llegar temprano, no queríamos
encontrarnos con Johann y Baxter ni mucho menos Megan quería ver a Susie. Pero cuando el
ascensor dio a nuestro piso, lo primero que vimos al salir fue a ellos dos conversando con Heidi
en el pasillo, al lado de la cafetería. Sentí algo en mi estómago pero lo ignoré, y traté de no
mirar mucho en esa dirección al ir hacia mi lugar. Megan me seguía de cerca con la cabeza
gacha.

—Esto es como una pesadilla —murmuré entre dientes. Mi hermana a mi lado escuchó.

—Lo siento, Mads. Ahora nuestro lugar de trabajo ya no es tan divertido como antes —suspiró.
Fruncí el ceño.

—No me digas que quieres renunciar —dije con incredulidad. Mi hermana amaba este trabajo y
no podía irse sólo porque había problemas.

—No lo sé —respondió sentándose en su silla giratoria. Me miró con una mueca en el rostro—. A
veces me dan ganas de retirarme y buscar trabajo en otro lugar, pero... no sé, no siento que sea
lo correcto.

—Porque no lo es —dije abriendo el ordenador del trabajo y prendiéndolo—. Aunque, si tú te vas,


yo también, ¿de acuerdo? No soportaría estar aquí sola.

Megan sonrió y no dijo nada más. Levanté la mirada para observar a Johann, Baxter y Heidi.
Hablaban tranquilamente mientras cada uno sostenía un refresco en la mano, Baxter dejó de
hablar para levantar la mirada y encontrarse con la mía, al instante sentí un escalofrío en el
todo el cuerpo, rápidamente bajé la mirada a la pantalla del ordenador con el corazón
latiéndome de prisa.

Lo nuestro –lo que sea que teníamos ahora– era más que complicado. Baxter parecía querer algo
más conmigo. Y yo sólo quería mi libertad y los beneficios de estar soltera. Yo no acepté
casarme con Devan por la misma razón; no me gustan los compromisos a largo plazo. No me
veía casada con un hombre para toda la vida, y nunca querría hacerlo. Me gustaba mi libertad
de salir a donde quisiese sin que nadie me esté controlando o esperando en casa.

Él parecía querer una relación seria conmigo aunque él mismo había puesto la regla de: nada
más.

¿Quién podría entenderlo? Hacía varios días que no teníamos sexo pero sí peleas que parecían
envolvernos en una relación sentimental, algo que yo no quería, y era mejor cortarlo de raíz a
continuar con esta mentira. Sí, me dolería porque le tenía mucho aprecio a Baxter pero no podía
seguir así.

101
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Me levanté de mi asiento con mi decisión tomada. Megan me miró interrogante pero yo solo
negué, no quería que supiera aún. Caminé hacia Baxter, quien estaba junto a su hermano y a
Heidi, los tres al lado de la entrada a la cafetería. Interrumpí su charla carraspeando. Heidi me
miró sonriente.

—Hola Madison —saludó ella.

La miré atentamente. ¿Habría conseguido este empleo por estar con Baxter? ¿Yo también?
Negué, ahuyentando esas preguntas en mi mente.

—Hola Maddie —dijo Johann con las mejillas rojas. Ya sabía de qué estaba sonrojado: Baxter y
Heidi, y lo que había soltado en la cocina del departamento de su hermano la semana pasada.

No me importaba, con tal de que fuera algo del pasado.

—Hola Johann —respondí sonriendo con educación. Luego miré a Baxter quien me recorría la
mirada por todo el cuerpo. Centré mi mirada en la suya cuando su recorrido visual terminó—.
Señor Cole, quisiera hablar con usted, por favor.

Baxter alzó las cejas pero pareció entenderme.

—Claro, sígame —dijo alejándose de ahí sin despedirse de Heidi o su hermano. Levanté la mano
despidiéndome de ellos y caminé detrás de Bax hacia su oficina, donde él me guiaba caminando
delante de mí. Al abrirme la puerta, pasé y me quedé parada frente a su escritorio mientras
Baxter cerraba la puerta, con seguro, y cerraba las cortinas.

—¿Qué pasó, Maddie? —preguntó él con cierta preocupación en sus ojos.

Sonreí de lado.

—No te preocupes, no es nada malo. Es sobre nosotros. Baxter se me acercó a mí, con una ceja
alzada.

—¿Nosotros? ¿Por fin te diste cuenta sobre...?

—No —le corté alejándome un par de pasos de él. No quería que me tocara cuando acabara con
lo que sea que pasaba entre nosotros—. Al contrario, Baxter, no habrá un nosotros. Ni si quiera
lo hay, lo que había entre los dos era sexo y creo que ya es hora de terminarlo.

Baxter se quedó quieto mirándome con incredulidad.

—¿Qué?

Hice una mueca viendo su rostro.

—Es hora de romper eso, el acuerdo que teníamos ya se acabó. Tú mismo rompiste tus propias
reglas, Baxter.

102
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Y una mierda —respondió mirándome con intensidad—. Esas reglas eran para que tú te
sintieras más segura con el acuerdo, no eran para mí.

Fruncí el entrecejo.

—¿Estás diciéndome que esas reglas no aplicaban para ti, imbécil? —pregunté con furia—. ¿Qué
se supone que significa eso?

—Que tal vez sí, yo haya roto todas esas reglas. Cada. Una. Malditamente rompí cada regla y por
eso te quiero conmigo. ¿A qué le tienes miedo, Maddie, eh, por Dios? —dijo acercándose a mí y
tomando mi rostro entre sus manos, intenté alejarme pero me mantuvo sujeta. Mis ojos a la
altura de los suyos gracias a los tacones altos que llevaba—. Sólo quiero estar contigo. Sin
reglas, sin limitaciones. Únicamente tú y yo.

Rompí su agarre sobre mí, retrocediendo un par de pasos.

—Vine aquí para hablar contigo y romper lo que tenemos, no para empezar algo nuevo, mucho
menos una relación. Yo no quiero una.

Baxter suspiró.

—Madison... Negué.

—No hay nada que pueda cambiar eso. Quiero estar sola, por eso acepté lo nuestro, porque no
era una relación sentimental de pareja, sino sólo sexo, pero ahora que cruzaste esa línea es hora

de terminar todo. Entre los dos a partir de ahora sólo habrá una relación de trabajo entre un
jefe y su empleada, ¿estamos de acuerdo?

Baxter se me quedó mirando unos segundos sin decir nada. Me quedé torpemente frente a él.
Sus ojos me evaluaron antes de asentir.

—Bien. Como tú quieras. Pero a partir de ahora yo seré «señor Cole» para ti,

¿está bien? No seremos ni siquiera amigos.

Mi pecho se apretó al oír aquello, pero me repetí en mi mente que eso era lo correcto.

—Bien —respondí. Si él quería eso, lo tendría. Me alejé de él y abrí la puerta de su oficina para
salir, mi espalda hacia él. No quería mirarlo—. Hasta luego, señor Cole. —Y cerré la puerta
detrás de mí. Observé a Heidi que venía hacia mí.

—Eh, Madison, ¿está Baxter dentro? —preguntó sonriéndome.

La miré con el ceño fruncido. ¿Qué clase de pregunta era esa? Pues por supuesto que estaba
dentro, ¿sino con quién más estaría yo hablando dentro en la oficina de él?

103
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Claro que sí —respondí con obviedad sin importarme mi tono de voz. Heidi me sonrió con
complicidad antes de abrir la puerta del despacho de Baxter, y sin despedirse cerró la puerta en
mis narices.

Con toda la dignidad que pude reunir, me alejé de ahí bajo la atenta mirada de algunos
trabajadores que se encontraban cerca.

Megan me esperaba atenta desde su lugar.

—¿Qué rayos pasó? —preguntó con los ojos abiertos. Suspiré.

—Terminé con Baxter —respondí en un susurro encogiéndome de hombros. No me dolía tanto


como pensé que lo haría. Tal vez era porque no había durado ni un mes.

—Oh, mierda —dijo mi hermana tapándose la boca—. ¿Cómo reaccionó Baxter?

—Pues muy bien. Sólo que ahora debemos tratarnos como antes, y no seremos amigos, sólo será
mi jefe y punto.

Megan alzó las cejas.

—¿Y estás bien con eso?

—Pues sí. No me importa.

Megan miró en dirección a la oficina de Baxter.

—Heidi entró luego de que salieras, ¿qué será todo eso? Esa perra empieza a caerme muy mal.
Todo empezó cuando Johann dijo eso el viernes en el departamento de Baxter. ¿Y qué si están
juntos de nuevo? ¿No te molestaría?

Me quedé unos segundos pensando en eso.

—La verdad es que no —respondí con sinceridad—. Si él quiere puede estar con quien quiera.

—Pero a Baxter le gustas.

Rodé los ojos, empezaba a cansarme de hablar del tema. Lo nuestro había terminado y punto, no
había que darle más vuelta al asunto. Sonaba como una perra pero era la verdad. Lo nuestro ni
siquiera era una relación, estaba profundamente agradecida porque me había dado trabajo pero
hasta ahí llegaba mi aprecio.

—A todo esto, ¿dónde diablos está Trevor? —pregunté mirando el cubículo vació al lado de mi
hermana. Ella se encogió de hombros haciendo una mueca.

—Con Tracy y Susie, los tres salieron a comprar algo a la cafetería de al lado. Asentí.

104
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Minutos después cuando trabajaba en un manuscrito, el sonido del ascensor sonó, alertando a
alguien. Levanté mi mirada esperando encontrar a Tracy, Susie y Trevor pero me sorprendió ver
a la mujer que días atrás buscó a Baxter; su ex novia.

Megan susurró en mi dirección.

—Mierda, ¿qué hace ella aquí?

La gente a nuestro alrededor empezó a cuchichear. La mujer sin hacer caso a nadie caminó
hacia la oficina de Baxter, su cabello negro y largo rebotando en cada paso. Tocó la puerta de su
oficina, segundos después Baxter la abrió y cuando vio a su ex la hizo pasar, con una sonrisa
hacia ella y cerrando la puerta detrás de él. Me quedé mirando ese punto varios segundos.

105
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Mi mente corría escenarios diferentes sobre lo que podría estar haciendo la ex de Baxter con él
en su oficina. Realmente no tenía por qué molestarme –ya que minutos antes le había dicho que
no quería nada con él– pero aun así me sentía incómoda y celosa. Sí, por fin lo había admitido.
Tenía

celos, y era totalmente normal porque su ex novia se encontraba con él ahora haciendo Dios
sabe qué.

Traté de concentrarme en el manuscrito que tenía frente a mí pero no podía. Mi mente seguía
imaginando cosas.

El sonido del ascensor volvió a sonar. Esta vez levanté la mirada y me encontré con Susie, Tracy
y Trevor quienes conversaban amenamente. Salieron del ascensor y Susie se despidió de ellos
yéndose a su oficina, en el siguiente piso al otro lado de nuestro lugar. Trevor y Tracy
caminaron hacia nosotras. Tracy corrió a mí.

—¡Maddie! —exclamó abrazándome—. Baxter estuvo preguntando por ti cuando llegamos y no


estaban, pero no te preocupes no te descontará nada por llegar tarde —dijo ella guiñándome el
ojo.

Me tensé. El que Baxter y yo ya no estemos significaba que ya no tenía ese privilegio de llegar
tarde.

—¿Qué? —preguntó ella al ver la mueca en mi rostro.

Megan a mi lado que conversaba con Trevor, volteó hacia Tracy.

—La ex novia de Baxter ha venido, está en su oficina.

La expresión en el rostro de Tracy cambió totalmente, frunció el ceño y cerró sus manos en
puños a cada lado. Sin decirnos nada caminó con paso rápido hacia la oficina de Baxter, tocó la
puerta y segundos después alguien la abrió. Tracy sin miramientos, tomó el brazo de la persona
y la jaló, llevándola a rastras hacia el ascensor. Era la ex novia. Miré atentamente cómo Tracy la
empujaba mientras la mujer intentaba soltarse pero Tracy parecía tener un agarre fuerte sobre
ella. Baxter salió de su oficina y vio el altercado, sorprendido. Corrió hacia su hermana y soltó el
brazo de su ex novia del de su hermana.

La oficina estaba en un silencio ensordecedor viendo lo que pasaba con ellos, todos atentos a la
escena frente a nosotros.

Tracy le gritó varias cosas a Baxter, a lo que él hizo una mueca y caminó con su ex hacia el
ascensor, presionó el botón y cuando las puertas se abrieron, entró con ella. Tracy negó con la
cabeza, parecía resignada. Regresó hacia nosotros con una mueca en el rostro. Todo esto había
pasado mientras yo tenía la boca abierta por la escena dramática.

106
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Lo siento, Mads —dijo soltando un suspiro. La miré sin entender, ella sonrió con tristeza—. No
pude detener a Bax de que se vaya con esa.

Hice una mueca.

—No importa —respondí mirando la pantalla del ordenador. Me pregunté a qué se refería Tracy
cuando dijo que Baxter se había ido con ella. ¿A dónde diablos se habían ido? ¿La vez pasada que
ella vino, también fueron a algún lado? ¿Qué hicieron?

Todo el día me quedé pensando en eso. No quería darle mucha importancia al asunto,
principalmente porque ya no estábamos juntos y no tenía ningún derecho, pero me moría de la
curiosidad. Era algo que no podía detener.

Algunos minutos antes de que terminara mi jornada, el sonido del ascensor sonó indicando la
llegada de alguien. Baxter Cole salió caminando de ahí tranquilamente sin importarle las
miradas de todos en la editorial. Caminó hacia su oficina y entró, sin cerrar la puerta. Vi mi
oportunidad y no la desaproveché. Me levanté de mi asiento y caminé hacia la oficina de Baxter,
al entrar cerré la puerta detrás de mí.

Baxter estaba dentro, sonriendo como un tonto al mirarme.

—¿Qué? —pregunté al ver su sonrisa comemierda. Me enfurecí—. Señor Cole... Baxter llevó las
manos a su nuca y las entrelazó por detrás, mirándome casi divertido.

—¿Qué se le ofrece, señorita Hall? —preguntó él con toda la paciencia del mundo. Entrecerré los
ojos en su dirección. Estaba jugando conmigo y lo sabía. Así que decidí ir directa al grano, sin
importarme lo que Baxter pensara.

—¿Esa mujer con la que te fuiste, es tu ex novia, no? Baxter hizo una mueca.

—No es que sea de su incumbencia, señorita Hall, pero sí, es mi ex novia. Asentí.

—Entonces, ese día que desapareciste de aquí con ella, como hoy, ¿pasó algo entre ustedes? —
pregunté cuidadosamente. El rostro de Baxter no se inmutó, me miró con frialdad al responder.

—Eso no le incumbe —enfatizó, mirándome sin una piza de gracia y con el ceño fruncido. Alcé
las cejas ante la respuesta de él, me sorprendía lo cortante que estaba conmigo pero no me
amilané. Nunca le mentí acerca de nosotros por lo que no sentía que le debía algo—. Pero se lo
diré para que se retire de aquí; no pasó nada.

Asentí, pero aun así no me sentí satisfecha. Me acerqué a él, fijándome en su camisa, de cerca
podía apreciar manchas de colorete. Alcé las cejas al ver eso. Me incliné hacia Baxter, quiso
alejarse pero lo tomé por los hombros, me acerqué a su rostro e inhalé. Sí, parecía una demente
pero quería asegurarme.

—Hueles a perfume de mujer —respondí al sentir el aroma de alguien más en él. Me alejé
asintiendo, sin mirarlo al rostro—. Bien. Hasta luego, señor Cole.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Salí de su oficina sin importarme cerrar la puerta y caminé hacia mi lugar. Me sentía rara.
Estaba molesta por haber tenido que hacer eso para comprobar lo de él y su ex novia pero
necesitaba hacerlo, necesitaba saber si a él aún le gustaba esa mujer y si tenían algo. No tenía
derecho a molestarme, pero lo estaba, y era una mierda.

***

Ese día al llegar a casa con Megan, sólo tenía ganas de dormir. Aún no le había contado a Megan
sobre la última conversación con Baxter y no planeaba hacerlo. Aún. Quería un tiempo para
pensar y preguntarme si realmente lo había hecho con su ex novia. Es decir, habíamos
terminado hacía unos minutos y luego su ex novia aparecía y lo hacía con ella. Eso sonaba muy
bizarro y para nada como él. Pero las pruebas estaban ahí. El olor del perfume en su cuello no
era en vano.

Mi intento de ir a dormir al llegar a casa se truncó cuando vi el conocido auto de Devan en el


estacionamiento de mi edificio. ¿Es que acaso hoy era el día del ex?

Me bajé de nuestro auto al mismo tiempo que mi hermana me miró interrogante.

—¿Vas a ir?

Me encogí de hombros. No podía ignorar a Devan cuando ya me había visto.

—Sólo serán unos minutos, anda subiendo al departamento, Meg.

Mi hermana me miró como si estuviera loca pero aceptó. Subió por el ascensor mientras yo
caminaba hacia Devan. Cuando estuve a unos metros de él, hablé, sin saludarlo.

—¿Cómo entraste aquí? —hice una seña hacia el estacionamiento. Devan me miró con timidez.

—John me dejó pasar —respondió.

John era nuestro conserje y conocía a Devan desde que me mudé aquí. Se habían hecho amigos
porque siempre me veía con él, Devan paraba más en mi casa que en la suya. Ahora tenía que
alertar a John y decirle que no dejara pasar a Devan nunca más. No querría encontrármelo de
nuevo por aquí. Nuestra historia había llegado a su fin y no podíamos hacer nada para
continuarla. Era cosa del pasado. Aun lo quería pero no siempre ganaba el amor.

Miré a Devan, esperando a que dijera lo que sea que lo hizo venir hasta aquí, pero él solo me
miró derrotado.

—Aún no puedo olvidarte, Mads —dijo pasándose una mano por su cabello y despeinándolo,
amaba cuando hacía eso. La palabra clave aquí es amaba. En tiempo pasado. Ahora que había
terminado con Baxter, sentía que mi relación con Devan era algo lejano y no tan importante
como en un principio pensaba.

—No sé qué quieres que te diga, Devan —respondí.

108
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Era la verdad. No sabía qué esperaba Devan de mí. Regresar era un hecho que jamás
consideraría. Había sido una bonita relación, Devan tenía muchos defectos –como todo el
mundo– pero lo amaba y eso no cambiaría, sólo que ya lo había superado y no pensaba regresar
con él nunca más.

Devan se acercó a mí y sin previo aviso estampó sus labios contra los míos. Me quedé
sorprendida por esa reacción, pero al instante reaccioné, intenté alejarme de él pero su fuerza
me lo impedía. Me tenía tomada por la cintura y la otra mano subió por detrás, hacia mi nuca,
sujetándome por ahí. Desde lejos seguro se veía como si fuera una pareja normal besándose,
pero no era así. Todo lo contrario. Levanté la rodilla y lo golpeé. Devan se dobló, soltándome y
por fin pude respirar tranquila.

—¡Serás imbécil! —grité furiosa viéndolo tocar sus partes sensibles con una mueca de dolor—.
Nunca más vuelvas a hacer eso. ¿Qué mierda te pasa, Devan? Lo nuestro ya terminó, ¿es que
aún no lo entiendes? Desaparece de aquí ahora y nunca más vuelvas a buscarme.

Me giré sobre mis talones y caminé hacia el ascensor. Pero me detuve abruptamente al ver a
Baxter parado, al lado de su auto, mirándome fijamente. Su mirada fue hacia alguien detrás de
mí y luego volvió hacia mis ojos.

109
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Me obligué a dar un paso en dirección a Baxter. Si él estaba por aquí, era para algo, ¿no? Pero
mis pies se quedaron estáticos, inmovilizándome en el lugar, no podía avanzar. La mirada de
Baxter me tenía atrapada, era como un hilo invisible que nos unía. Baxter sonrió de lado como si
sintiera esa electrizada que yo sentía cada vez que lo miraba a los ojos, y caminó en mi
dirección. Me quedé parada esperando por él.

No me importaba si Devan seguía atrás o ya se había ido, sólo podía ver a Baxter caminar hacia
mí en todo su esplendor, me quedé como boba mirándolo. ¿Cómo podía ser tan ingenua y dejarlo
ir, a semejante hombre? Mi corazón empezó a palpitar rápidamente. Cuando Baxter se detuvo
frente a mí, sonrió mostrando sus hermosos hoyuelos.

—Hola —saludó como si nada. Como si hoy no hubiera pasado nada hoy día. Elegí seguir su
juego.

—Hola —sonreí dulcemente. Volteé para ver si Devan seguía por ahí pero no vi nada. Una mano
me tomo del mentón, volteándome hacia él.

—Que no te importe él, estás conmigo ahora —dijo con seriedad. Miré sus hermosos ojos
marrones—. Ven conmigo, Maddie.

Negué.

Lo nuestro había terminado y por mucho que quisiera ir con él, no podía, mi mente pensaba una
y otra vez lo que él y su ex novia podrían haber hecho, y no tiraría mi dignidad y orgullo a la
basura por él, ni por nadie.

—Ya no hay un nosotros, Baxter —dije soltándome de su agarre—. Es así. Baxter suspiró.

—No pasó nada entre Sarah y yo.

—¿Sarah? —pregunté confundida.

—Mi ex novia.

—Creí que...

—No pasó nada hoy —recalcó Baxter—. Ella intentó besarme pero yo la alejé. Las manchas en mi
camisa son de cuando ella me abrazó pero nada más, Maddie.

—No sé por qué me das explicaciones, Bax.

110
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Estupendo. Hoy definitivamente nuestros ex novios se habían puesto de acuerdo para visitarnos
y tratar de besarnos. Y encima Baxter venía a explicarme algo que no tenía por qué. Aunque en
el fondo de mi corazón, le agradecí por eso. Las imágenes que mi mente había formado sobre
ellos hoy, no eran reales. Estaba feliz por eso. Y porque se notaba que a Baxter ya no le
interesaba su ex novia.

—Sólo quería decirte eso, Maddie. Y el que tu novio haya estado aquí me sorprendió al principio,
pero cuando le tiraste ese rodillazo en la entrepierna, supe que podías defenderte sola. Iba a ir a
tirarle un par de puñetes para que la próximas vez no te toque ni un pelo, pero cuando te
volteaste a mí y perdí mi concentración —los ojos de Baxter recorrieron mi rostro—. Dios, eres
una distracción, Madison. Una muy hermosa distracción.

Sonreí torpemente sonrojándome como una adolescente. Normalmente no lo hacía, pero cada
vez que Baxter me decía cumplidos como esos, mi corazón comenzaba a latir rápidamente
haciendo que mis piernas se sintieran temblorosas. Como ahora. Podría derretirme en cualquier
momento.

—Oh para —dije sintiendo mis mejillas calientes—. Es hora de que te vayas. —No quería que se
fuera pero tampoco quería confundir las cosas.

Baxter asintió.

—Bien. Nos vemos mañana, Madison.

—Hasta mañana, Baxter.

Caminó hacia su auto y se subió. Decidí irme antes de que él lo hiciera, no quería verlo partir
por lo que rápidamente abrí la puerta de emergencias y subí por las escaleras, no esperaría al
ascensor.

***

Los días de esta semana fueron pasando rápidamente. Me di cuenta porque estaba mi hermana
me había hecho recordar que el viernes cumplía un mes de conocer a Baxter, y el lunes un mes
de empezar a trabajar en la editorial Coleman. Estaba feliz y Tracy al enterarse decidió hacer
otra noche de chicas, pero con Trevor incluido. Megan y yo nos negamos pero Tracy era una
persona a la que no podías decir que no. Así que le pasó la voz a Trevor y Susie para salir el
viernes. Todavía era jueves así que mañana podría inventarme una excusa para no ir.

Las reuniones que Tracy organizaba estaba incluido el consumo de alcohol y las locuras que
hacíamos cuando estábamos borrachas. No una buena combinación cuando me sentía débil y sin
ánimos de celebrar. Estos días empezaba a sentirme cansada por cualquier cosa y sólo quería
llegar a casa para dormir. Así planeaba pasar mi fin de semana, durmiendo y no yendo a la
reunión de Tracy.

Lo sentía por mi hermana, ella iba a matarme al enterarse que no planeaba ir a esa dichosa
reunión de amigos. La última vez había salido mal y no planeaba repetir eso. Además estos días
estaba con síndrome menstrual y quería mi helado de chocolate y sentarme a ver series o
películas románticas.

111
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Baxter y yo habíamos mantenido una relación profesional en el trabajo sin discusiones o


enfrentamientos.

Milagrosamente, Baxter se había mostrado educado y no me dirigía la palabra a menos que


fuera algo importante. Por fuera estaba tranquila, como si no me importara, pero por dentro me
estresaba. Era una loca bipolar pero me preguntaba por qué estaba así conmigo. ¿Acaso ya
habría encontrado a otra amiga con derechos o es que había vuelto con Heidi? Ella últimamente
paraba mucho en la oficina de Baxter. No quería malpensar pero no había muchas opciones de
lo que podrían estar haciendo adentro. Por mi salud mental, dejé de mirar su puerta el tercer
día de la semana. O sea ayer. Hoy, ni siquiera levanté la mirada al escuchar los tacones de Heidi
bajar de su oficina a la de Baxter.

El jueves al llegar a casa con Megan, me tiré al mueble, sin fuerzas para seguir y llegar a mi
habitación.

—¿Qué pasa? —preguntó mi hermana al verme así. La miré con el ceño fruncido.

—No puedo más, estoy cansadísima.

Megan frunció el ceño.

—Pero si has estado sentada en el auto desde que subiste hasta aquí. Yo manejé. Y subimos por
ascensor, no lo entiendo —dijo ella con burla impregnada en su voz.

Normalmente yo no era una persona floja. Me encogí de hombros.

—Me vuelvo más ociosa cuando está por venirme la regla. Literal es un reloj mi ciclo.

—Ah, a mí me da antojo de chocolate —sonrió—. Si quieres hay en la cocina. Pero no te lo comas


todo porque te mataré. En serio. Con el chocolate no se juega.

Dicho eso, mi hermana se alejó en dirección a su habitación. Yo me quedé ahí, tirada en el sillón
como si fuera un muerto. Me dolían los pies y estos tacones no ayudaban para nada, me los
quité reuniendo toda la fuerza del mundo y caí rendida, sin importarme que no estuviera en mi
cama.

El olor a comida me despertó al instante. Fruncí el ceño cuando sentí el olor penetrar mis
sentidos. Me levanté de un salto al sentir náuseas, corrí al baño bajo la atenta mirada de mi
hermana desde la cocina y vacié mi estómago en el retrete. Luego de unos minutos, salí del baño
con la boca enjuagada, odiaba vomitar, era la peor cosa en el mundo.

—Oh Dios mío —dijo mi hermana al verme—. Estás tan pálida. Creo que te vas a morir. Rodé los
ojos como pude, me sentí muy débil como para hacer eso.

—No jodas. Creo que he pegado un resfrío o alguna bacteria, me duele a horrores la panza.
Megan hizo una mueca.

—Oh no.

112
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Mis ojos se abrieron mucho.

—Estuve deseando estar enferma para no ir mañana a la reunión y parece que mis deseos se
cumplieron —sonreí—. ¡Bien!

El rostro de Megan se contrajo de cólera.

—¡Maldita! Ibas a dejarme sola sin decírmelo. ¿Y ahora con qué cara voy a ir mañana? Va a ser
muy vergonzoso porque Susie estará ahí —Se tapó la cara con sus manos, luego pareció pensar—
.

¡Ya sé! Diré que tengo que cuidarte y así no iré. Ay, soy una genio. Negué.

—De ninguna manera. Mañana será una tarde para mí y mis hormonas, déjanos en paz. Vete a
esa fiesta y diviértete. Invita a Johann para distraerte si quieres, pero ni te atrevas a quedarte —
aclaré

tajante y mirando fijamente a mi hermana para que sepa que hablaba en serio. No quería
compañía mañana. A veces uno necesitaba su privacidad.

Megan refunfuñó pero no dijo más. Bien, tenía casa sola el viernes en la noche.

***

El viernes en la noche llegó.

Y no era nada divertido tener casa sola cuando estabas enferma. Ese día había vomitado un par
de veces en la mañana por lo que no había ido a trabajar. Megan luego del trabajo iría con
nuestros amigos, por lo que ahora me encontraba sola y sin saber qué hacer.

Entré a internet desde mi ordenador para buscar lo que sea que tenía. La farmacia más cercana
estaba a una cuadra pero mi cuerpo estaba tan cansado que ni eso podría caminar.

Googleé mis síntomas y esperé nerviosa. Miles de resultados al segundo aparecieron en la


pantalla. Todos ellos apuntaban una sola cosa, y ni siquiera era una enfermedad.

Embarazo.

¡Mierda!

Abrí los ojos alarmada viendo esa maldita palabra por todos lados. Mi corazón empezó a latir
rápidamente al notar algo. Corrí a traer mi celular y busqué mi calendario menstrual. Decía que
me tenía que venir el 11 de enero pero estábamos 29 y aún no me llegaba. Yo era regular, como
un reloj siempre me venía los 10 de cada mes, pero este no era el caso.

Elegí pensar que sólo era un atraso por estrés y para estar más segura decidí ir a la farmacia,
por las dudas.

113
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Estaba confiada en que era mentira, me había retrasado una semana; eso no significaba que
estaba embarazada. Baxter había usado condón cada maldita vez, bueno, creo. Yo ya no me
cuidaba desde que había terminado con Devan pero eso no importaba porque usábamos condón,
y eso era seguro ¿no?

Ugh, mi mente no paraba de hacer cálculos en el camino a la farmacia. Compré tres distintas
pruebas de embarazo y corrí a mi departamento. Ya era casi de noche y había mucha gente en la
calle por ser viernes.

Me metí al baño y abrí el test de embarazo. Era la primera vez que usaba uno, nunca había
tenido que comprarme uno porque siempre era muy meticulosa con eso cuando estaba con
Devan, pero ahora con Baxter, ¿en qué demonios pensaba yo para no cuidarme?

Quise darme cabezazos por eso pero no era el momento. Abrí las cajas y leí las instrucciones.
Las seguí al pie de la letra y use las tres de porrazo, necesitaba estar muy segura. Tomé mi
celular y puse el cronómetro de cinco minutos.

Miré la hora en mi celular, observando los minutos pasar hasta que llegó a su fin.

Con la mano temblorosa y el corazón latiéndome desbocadamente, tomé una prueba y la miré,
sintiendo mi mundo girar.

114
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Mis manos soltaron la prueba, cayéndose al piso con un fuerte sonido rompiendo el silencio. Las
lágrimas se acumularon en mis ojos. No podía estar embarazada, no debía.

Oh Dios mío.

Tomé las dos pruebas restantes y las revisé, esperando un resultado diferente tal vez, pero
también daban positivo. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, empañando mi vista.
Corrí a la sala y tomé mi teléfono con las manos temblorosas. No sabía a quién llamar, ni qué
hacer. Me sentía desesperada.

Decidí enviarle un mensaje a mi hermana. La necesitaba aquí, conmigo. Mis dedos tecleaban la
pantalla moviéndose con nerviosismo.

Yo: Meg, te necesito urg!!!!!

Esperé una respuesta instantánea pero no llegó. Marqué su número pero tampoco contestaba así
que marqué el número de Tracy, que me había dado unos días antes, pero ella tampoco
respondía. ¿Es que acaso no podían ver sus teléfonos en el maldito bar o donde sea que
estuvieran?

Imaginé que estaban en la disco por lo que no contestaban, así que fui a mi habitación y me
recosté en mi cama, con los ojos abiertos mirando el techo y con las lágrimas cayendo. No
quería tener un hijo, no ahora. Y mucho menos uno no planeado con alguien quien ni siquiera
era mi novio.

Intenté cerrar los ojos y dormir pero no podía. Mi mente seguía dando vueltas sin poder creer lo
de mi embarazo. Llevaba un bebé dentro mío, de Baxter. Mierda, nunca creí que estaría en una
situación como esta.

Escuché el timbre del departamento sonar. Quería creer que era Megan alertándome de que
estaba llegando pero sabía que eso era imposible. Ella nunca tocaba el timbre porque
obviamente tenía llave. Por lo que me levanté de la cama y me miré en el espejo de mi tocador.
Mis ojos

estaban rojos y mi rostro algo demacrado. Esperaba que fuera sólo John, nuestro conserje,
entregándome un sobre que habría llegado para mí, pero lo dudaba. A esta hora era más seguro
que estuviera en su casa.

Fui hacia la puerta justo en el momento de que volvieron a tocar el timbre. Salté, llevándome
una mano al pecho por el intenso sonido.

Abría la puerta encontrándome con los ojos marrones de Baxter. Mi corazón empezó a latir
rápidamente ante su presencia. Intenté cerrarle la puerta pero metió su pie, trabándola para
que no la cierre.

115
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Suspiré.

—Maddie, soy yo —dijo él con voz ronca—. Se por tu hermana que estás mal y cuando mi
hermana me dijo que saldrían a tomar algo y tu ibas a quedarte sola, decidí venir atenderte. —
Levantó una bolsa donde se leía «Farmacia» en ella.

Abrí la puerta del todo sintiéndome derrotada. Quería llorar, quería abrazarlo fuerte por ser tan
atento conmigo y al mismo tiempo quería ahorcarlo porque llevaba su bebé dentro y era parte
de su culpa.

—Gracias —fue lo único que dije. Baxter entró y al cerrar la puerta del departamento se acercó a
mí. Me tomo por el mentón, haciendo que fijara mis ojos en los suyos.

—Te ves enferma, Maddie —hizo una mueca—. Pero aun así te ves hermosa.

Hice un puchero. No sabía si cuando se enterara que estaba embarazada diría lo mismo. No
quería decirle la verdad ahora. Quería guardarme ese secreto por lo menos unos días más.
Quería asimilarlo primero antes de decírselo. Pero estaba aterrada.

—Te traje pastillas para que te mejores. Megan me dijo que algo te cayó mal al estómago,

¿verdad?

Sentí que las lágrimas inundaban mis ojos. Abrí la boca pero Baxter se alejó en dirección a la
cocina.

—Te prepararé un té —añadió sin esperar una respuesta.

Lo seguí de cerca. Yo no había dicho casi nada desde que llegó, estaba asustada de que se diera
cuenta que algo me pasaba, cualquier cosa le echaría la culpa a lo mal que me sentía. No quería
lidiar con él ahora. Sólo quería hacerme bolita y llorar. Mis sentimientos estaban a flor de piel y
cambiaba de humor rápidamente. No necesitaba otra prueba más para saber que estaba
embarazada.

No sabía nada acerca de esto, necesitaba ir al hospital y ver a un doctor. No quería tener a este
bebé, pero el aborto jamás sería una opción para mí. Tenía que hacer frente a los hechos y
asumir mi responsabilidad. Necesitaba ponerme lo pantalones de chica grande y afrontar la
realidad.

—No quiero nada —dije dirigiéndome a Baxter que se movía por mi cocina buscando algo. Se
detuvo un momento y volteó a verme atentamente, esperando a que terminara de hablar—.
Estoy bien así.

Baxter hizo una mueca.

—Entonces necesitas descansar. Recuéstate —murmuró acercándose y tomando mi rostro con


sus dos manos acunando mis mejillas—. Estaré aquí para ti.

116
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Cerré los ojos. Por un momento, quería creer que esas serían sus palabras al enterarse de la
verdad. No esperaba otra reacción de él, pero tampoco sabía si la noticia lo enfurecería o no.
Esperaba que no se lo tomara tan mal.

Asentí, abriendo los ojos y encontrándome con los suyos. Baxter me miraba fijamente con un
brillo en sus ojos que no supe reconocer. Me alejé unos centímetros, demasiado abrumada por
su cercanía.

—Iré a recostarme. Si Megan vuelve, dile que vaya a mi habitación.

Me alejé en dirección a mi habitación y me recosté en la cama, tapándome con mi manta


esperando a que Megan llegara pronto. No podía estar más desesperada a que mi hermanita
llegara. Normalmente a Tracy le gustaba salir de fiesta hasta las últimas consecuencias pero
esperaba que hayan revisado sus teléfonos y Megan estuviera de camino.

Cerré los ojos, diciéndome a mí misma que sólo serán unos minutos pero me quedé
profundamente dormida.

Los sonidos de voces me despertaron. Me levanté asustada.

Miré la semi-oscura habitación, iluminada por el pasillo de donde prevenía la luz. Me levanté
desorientada mirando la hora en mi celular. Eran más de las tres de la madrugada.

Me envolví con mi manta y salí hacia la sala, de donde provenían las voces. Me sorprendió
encontrar a todo el mundo en nuestro departamento. Entrecerré los ojos por la luz tan intensa
de ahí.

Nuestros amigos, Susie y Trevor estaban sentados en el sillón al lado de Tracy y Baxter. Mi
hermana y Johann estaban sentados en otro sillón. Miré a todos sorprendida.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté bostezando. Megan corrió a mí, tambaleándose en sus tacones.

—Dios mío, te ves tan mal —murmuró tocándome la frente—. Definitivamente tienes algo de
fiebre. Gracias a Dios acabamos de llegar, justo a tiempo.

Su voz estaba algo ronca, sus ojos brillaban y su aliento olía a alcohol. Estaba borracha. Genial.
Miré a todos en la sala y todos tenían el mismo aspecto. Menos Baxter, ni Johann.

Hice una mueca sin saber cómo botar a todos de aquí. No quería compañía en este momentos,
quería estar a solas, con mi hermana, a pesar de que estaba borracha podía hablar y no se caía
por el piso. Así que deduje que no habían tomado demasiado.

—Diablos, mujer, te ves mal —dijo Trevor mirándome con detenimiento. Baxter hizo una mueca.
Se levantó y se acercó a mí.

—Debiste seguir descansando.

Tracy se levantó y caminó hacia mí para abrazarme con fuerza. Justo necesitaba uno de sus
abrazos.
117
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Lo sentimos, Maddie —dijo soltándome y sonriéndome con tristeza—. Si hubiéramos sabido
que estabas así de mal, no hubiéramos salido. Estuviéramos ateniéndote.

Susie asintió.

Yo negué con la cabeza. Si ellos tan solo supieran...

Viendo la preocupación de todos mis amigos, sólo me daban ganas de llorar. No quería sentirme
así. Odiaba que las emociones se arremolinaran en mi interior sin poder hacer nada para
detenerlas.

Era una sensación hormonal, lo que lo hacía peor. Megan a mi lado, me miraba atentamente.

—Creo que necesitas un termómetro y muchas mantas —dijo ella. Miró a Baxter y a Tracy,
dictándoles órdenes—. Baxter, trae el botiquín que está en el baño. Tracy, prepara una taza de té
para Maddie, por favor.

Vi a Baxter y a Tracy moverse, obedeciendo a Megan. Supuse que Megan no hacía ninguna de
esas cosas porque estaba borracha y tambaleándose, a diferencia de Tracy, quien se le veía muy
sobria, y obviamente Baxter.

Johann se levantó.

—¿Yo en qué puedo ayudar, nena? —preguntó mirando a Megan. Los miré sorprendida.

Que llamara nena a mi hermana sólo significaba una cosa. Habían formalizado su relación. Miré
disimuladamente a Susie, quien no prestaba atención porque conversaba con Trevor sentados en
el sillón.

—Nada, sólo era eso —respondió Meg sonriéndole a Johann.

En ese instante se escuchó un fuerte sonido proviniendo del baño. Todos nos quedamos mudos
mirando en la dirección del ruido. Tracy salió de la cocino corriendo hacia nosotros, para luego
mirar hacia el pasillo, donde quedaba el baño. Segundos después, salió Baxter de ahí. Sus ojos
abiertos trayendo algo en la mano.

Mis pruebas de embarazo. Mierda, mierda, mierda.

¿Cómo pude ser tan idiota como para dejarlas en el baño?

Sentí que mi corazón empezaba a latir rápidamente sabiendo lo que estaba a punto de pasar.
Estaba tan jodida ahora.

118
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

—¿Qué diablos es esto? —bramó Bax mirándome directamente y levantando las pruebas
mostrándolas a todo el mundo. Todos en la sala ahogaron un grito. Intenté hablar para las
palabras no salían—. ¡Responde, demonios!

Nunca había visto a Bax en ese estado. Miré a todos con los ojos llenos de lágrimas. Mis amigos
me miraban con la boca abierta. Megan ya no parecía borracha, parecía que su estado
embriaguez se le había pasado por el shock de ver esas pruebas en las manos de Baxter.

—Madison —masculló Baxter en un tono para nada amistoso. Estaba enfadado, su rostro
arrugado conteniendo la ira que se podía ver en su mirada—. No tengo todo el maldito día, ¿qué
mierda es esto, es tuyo, no?

—Sí —respondí con la voz ronca. Carraspeé, intentando que mi voz no delatara lo nerviosa que
estaba. Esta no era conversación que quería mantener frente a mis amigos. Las lágrimas
picaban mis ojos pero no iba a llorar frente a ellos. Ese era mi mantra en mi cabeza mientras
miraba a todos en la sala con expresiones anonadadas.

Baxter suspiró. Tiró las pruebas a un mueble más cercano y se pasó las manos por el cabello.
Todos en la sala nos miraban con atención. El lugar estaba demasiado silencioso. Rogaba en
silencio que se vayan, porque si no lo hacían, lloraría frente a ellos y no quería hacerlo.

—¿Te das cuenta que me cuidé? Cada vez que pasó —indicó Bax, como si yo no lo supiera y
necesitara recordármelo.

Susie y Trevor explotaron.

—Mierda —susurró Susie en el silencioso lugar.

—Ah, carajo —silbó Trevor secundando a Susie.

Yo no tenía ojos para nadie más que para Baxter, quien caminaba de un lugar a otro
despeinando su cabello.

Megan se acercó a mí y me abrazó de lado. Tracy la siguió envolviéndome en un abrazo. Eso fue
lo que necesité para echarme a llorar, frente a todos, sollozando con fuerza resonando en las
paredes del silencioso departamento.

—¡Mierda! —la voz de Baxter resonó por encima de mi llanto. En un momento estaba yo
abrazando a Megan y a Tracy, y al siguiente Baxter las había empujado para abrazarme, con
fuerza. Se acercó a mi oído susurrándome palabras para que me calmara—. Shh, nena. Vamos a
salir adelante. Tú y yo, juntos.

Levanté la mirada pero me fijé que ya no había nadie, al parecer todos se habían retirado del
departamento mientras yo estaba en los brazos de Bax llorando como una bebé.

119
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Las pruebas de embarazo aún estaban en el mueble, burlándose de mí.

—¿Estás molesto? —pregunté en un susurro separándome de Bax pero bajando la cabeza. No


quería ver la decepción en sus ojos, ni mucho menos el desprecio.

—No lo estoy —respondió tomándome de las mejillas y levantando mi rostro para mirarlo a los
ojos—. Lo hubiera estado si no me lo hubieras dicho.

Rodé los ojos.

—Técnicamente no te lo dije. Tú lo descubriste. Bax me soltó, cruzándose de brazos.

—¿Quieres que me moleste contigo, Madison? Hice una mueca.

—No. Sólo... no sé qué hacer. Es muy temprano para tener un hijo, por Dios, ni siquiera estamos
juntos. Tú tienes una editorial que manejar y yo tengo mi trabajo. En mi vida no hay sitio para
niños justo ahora.

El rostro de Baxter se endureció.

—¿Quieres abortar? —preguntó casi ahogándose con esa palabra—. Jodidamente no, Madison,
como la mierda si abortaras, ¿me oyes? No vas a abortar.

Fruncí el ceño.

—Nunca pensé en esa opción, imbécil —repliqué molesta—. Sólo te estoy diciendo la situación en
la que estamos.

Baxter asintió, creyendo en mis palabras, su rostro se relajó. Caímos en un silencio para nada
incómodo, miré la puerta del departamento con curiosidad.

—¿A dónde fueron todos?

—Nos dieron un poco de privacidad —dijo Baxter encogiéndose de hombros. Se acercó a mí y se


agachó, a la altura de mis caderas. Lo miré como si estuviera loco, él sólo me ignoró levantando
mi camiseta y revelando mi estómago plano—. Vamos a tener un bebé. Oh, mierda. ¡Voy a ser
padre!

Me reí por su entusiasmo.

Aunque no era un bebé planeado, Baxter se lo había tomado demasiado bien. Las lágrimas
vinieron de nuevo a mí, mojando mis mejillas. Ese simple acto de Baxter era suficiente para
ponerme así de llorona y sentimental.

—¿De cuánto tiempo estás? —preguntó él sin mirarme. Acariciaba mi abdomen con delicadeza.
Sentí escalofríos en todo el cuerpo, poniendo mi piel de gallina con su tacto en mi piel. Mi
corazón latía rápidamente.

120
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—No lo sé —respondí como si me faltara el aire. El simple toque de Baxter me tenía así. Hacía
mucho tiempo que no lo tocaba como realmente quería, por lo que un simple toque de él me
hacía reaccionar como si hubiera corrido varios kilómetros.

Baxter me miró desde abajo, como si supiera que su toque en mi piel me afectara. Su sonrisa
ladeada me lo confirmaba.

—Debemos ir al doctor —luego frunció el ceño—. Mejor a la doctora, de mujer a mujer.

Rodé los ojos. Baxter presionó sus labios sobre mi abdomen, haciéndome estremecer. Soltó mi
camiseta y ésta cayó, tapándome. Se levantó sonriéndome con mucha felicidad, sus ojos
brillaban.

—Madison...

La puerta del departamento sonó, indicándonos que alguien tocaba. Me alejé de Bax para abrir
la puerta pero ésta se abrió sola, mostrando a todos mis amigos parados. Tracy entró sin darnos
una segunda mirada y corrió al baño.

—De verdad, ella necesitaba urgente ir al baño —musitó Trevor. Luego se encogió de hombros
levantando las manos en nuestra dirección—. Pero no dejen que eso los detenga, sigan con lo
suyo.

Mi hermana le tiró un codazo.

Esto era más incómodo de lo que pensé. Todos nos miraban asombrados pero Susie y Trevor
estaban realmente en shock. No podían creer nada de lo que había pasado. Aunque lo mío con
Baxter no parecía tan secreto. Sus hermanos y la mía lo sabían, eso era suficiente para nosotros,
eran nuestros amigos más cercanos y a los únicos que le contaríamos.

No sería bonito, pero era nuestra única familia. No sabía nada sobre los padres de Baxter,
aunque había escuchado varios rumores sobre ellos en la oficina.

Intenté relajarme peor no podía. Mi hermana a sabiendas que la necesitaba, se acercó a mí y me


abrazó. Recargué mi cabeza en su hombro, quedando la sala en un silencio que nadie se atrevió
a romperlo. Todos entraron al departamento y se sentaron en los sillones. Miré a Megan
pidiéndole una explicación. ¿Acaso todos se quedarían a dormir aquí? Era un departamento
pequeño, así que eso sería imposible.

Tracy salió del balo minutos después, sonriendo relajada.

—Oh, Maddie —se acercó a mí y me abrazó envolviéndome con sus brazos. Empezaba a
acostumbrarme a sus abrazos de oso, al estilo Tracy que tanto me encantaban—. Seré tu cuñada.

¡Oh Dios mío, voy a ser tía! —exclamó aplaudiendo—. No saben lo feliz que eso me hace. Habrá
una mini-Maddie o un mini-Baxter. Aunque sinceramente prefiero una mini-Maddie. Sería
peligroso tener un mini-Baxter, conociendo a mi hermano... ¡Auch!

Baxter le había pellizcado, deteniendo la perorata de su hermana.

121
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Es hora de irnos, hermanita —musitó mirándola fijamente—. Maddie debe descansar.

Johann asintió de acuerdo, se acercó a mi hermana y se besaron frente a todos. Los miré
sorprendida por la muestra de afecto. Baxter se acercó a mí.

—Nos vemos mañana, Maddie. Vendré a verte, cuídate —miró mi abdomen cubierto con ilusión—

. Cuídense. Asentí.

Depositó un beso en mi frente, tocó mi panza mi plana y luego salió del departamento, con
Johann siguiéndole el paso. Tracy me abrazó fuerte por última vez, y se despidió así de los
demás antes de salir, cerrando la puerta del departamento.

—Mierda —maldijo Trevor levantándose—. Aun no me lo creo.

Él y Susie se acercaron a mí, presionaron sus manos sobre mi estómago sonriendo como tontos.

—Vas a tener un bebé —murmuró Susie sonriéndome. Trevor rodó los ojos.

—Ya tiene un bebé, sólo que aún es demasiado pequeño —rectificó, mirando a Susie como si lo
que él hubiera dicho fuera obvio.

Megan negó.

—Tonto, es demasiado pequeño para que sea un bebé.

—Ya las quiero ver cuando el bebé haya nacido... Susie rodó los ojos.

Hice una mueca, sintiéndome rara con todo eso.

—Quiero descansar, hoy fue un día muy... —suspiré—. Sólo quiero dormir —me despedí de ellos y
de mi hermana para luego caminar hacia mi habitación.

Estaba desbordada de emociones y no sabía qué hacer con ellas. Quería llorar y reír, y también
renegar. Pero me contuve. Solo quería dormir, y al despertar que todo haya sido un sueño. Me
parecía demasiado para digerir. Sé que contaba con el apoyo de Baxter. Pero quería otras cosas,
y tenía metas por cumplir, de las cuales no entraba tener un hijo.

Me recosté en mi cama, esperando quedarme dormida al instante, pero di vueltas por horas si..

122
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

En el camino hacia el hospital intenté no ponerme ansiosa o nerviosa, pero lo estaba. Baxter no
paraba de hablar emocionado mientras la música en la radio del auto sonaba de fondo.

Normalmente la música calmaba mis nervios pero en ese momento no lo hacía. Las cosas
estaban demasiado intensas como para poder calmarme. Baxter parecía no notar mi
nerviosismo porque sólo hablaba mientras manejaba hacia el hospital donde me llevaría para
una cita con la doctora.

Luego de quince minutos de estar callada mientras Baxter hablaba, llegamos al hospital. Era
sábado por lo que el lugar estaba lleno, parecía que toda la ciudad se había puesto de acuerdo
para venir a chequearse.

Abrí la puerta del auto y saqué mi pierna para bajarme, pero Baxter al instante estuvo a mi lado
ayudándome a bajar.

Lo miré con el ceño fruncido.

—Aún puedo caminar, ¿sabes? Baxter sonrió.

—Me gusta ayudar —respondió pasando sus manos por mi trasero. Lo golpeé en el brazo—.

¡Auch! Sólo intento ayudarte. Negué con la cabeza.

—Vamos a la dichosa cita con la doctora —dije caminando hacia el hospital. Baxter me siguió de
cerca hasta alcanzarme, entrando juntos al lugar.

Él parecía conocer a varios doctores de aquí, no sabía por qué, suponía que era porque venía
siempre a chequearse pero mi instinto me decía que era algo más. Es que fue muy instantáneo,
antes de que Baxter me recogiera, había llamado a la doctora –conocida suya– y me había
agendado una cita con ella. Normalmente yo tenía que hacer cita varios días antes para
conseguir una, pero al parecer Baxter no.

Baxter dirigió el camino hasta llegar al tercer piso, donde se encontraba el área de obstetricia.
Me senté en los asientos fuera del consultorio de la doctora mientras Bax hablaba con la
señorita de recepción. A mí alrededor sólo veía mujeres embarazadas con varios meses de
gestación mostrando sus panzas muy redondeadas bajo sus ropas.

Muy pronto estaría así, pensé. Con una emoción en mi pecho.

Todas las mujeres en la sala, a pesar de estar embarazadas y acompañadas de sus parejas, se
quedaron mirando fijamente a Baxter mientras él –ajeno a la atención– hablaba con la
enfermera. Sonreí divertida, viendo cómo Bax se robaba la atención de todas.

Pero no era para menos.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Volteó y caminó hacia mí, atrapando mi mirada en su trasero, sonreí correspondiendo su


sonrisa divertida, sus ojos fijos en los míos brillando de diversión.

—¿Estabas mirando mi trasero, Maddie? —preguntó con lentitud, alzando la voz más de lo
debido, porque varias mujeres voltearon a vernos fijamente, y riendo con disimulo.

Miré a Baxter desafiante.

—Sí, ¿tienes algún problema con ello?

—No, me gusta que mires mi trasero. Puedes hacerlo, mientras me dejes tocar el tuyo. Alcé una
ceja.

—Eso ya lo hiciste, sino, ¿cómo crees que quedé embarazada? Baxter rio.

—Ven, la doctora nos espera —dijo tomándome de la mano. Lo miré confundida.

—Pero nuestro turno...

Me callé al ver a la gente mirarnos fijamente mientras caminábamos por el pasillo, hacia la
puerta del consultorio de la doctora. Baxter tocó antes de abrir la puerta, como si fuera su casa.
Entramos cogidos de la mano, la doctora –una señora mayor– se levantó de su asiento,
sonriendo al ver a Baxter.

—Hola, Bax —dijo sonrió y salió detrás de su escritorio para abrazarlo. La mire sonriente. El
cabello de la doctora era en su totalidad blanco, por lo que deduje era mucho mayor. Su rostro
un poco arrugado, pero viendo como trataba a Baxter me hacía pensar que se conocían años y
que la doctora le tenía mucho cariño.

Baxter se alejó de ella, sonriendo.

—Diane, te quiero presentar a alguien muy importante para mí —dijo él haciéndome sonrojar.
Dios mío, esto era igual a conocer a los padres de tu novio. Intenté sonreír genuinamente y no
por nerviosismo—. Diane, ella es Maddie. Maddie, te presento a Diane, ella es como una madre
para mí y mis hermanos.

Extendí mi mano para que la estrechara, pero la doctora la tomó jalándome hacia ella y
envolviendo sus brazos a mí alrededor en un abrazo fuerte.

—Veo que haces muy feliz a mi Baxter —susurró en mi oído. Luego de unos segundos me soltó,
mirándome fijamente como si me estudiara—. Eres muy hermosa, Maddie. Mucho gusto, Baxter
me habló de ti pero no podía creerlo hasta que te viera.

—Muchas gracias uh... —respondí mirando a Baxter interrogativamente.

—Puedes decirme Diane, cariño. Asentí.

—Gracias, Diane.

124
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Ella asintió, sonriendo con felicidad. Abrazó una vez más a Baxter y se sentó en su silla
giratoria, detrás del escritorio, ahora sí entrando en modo doctora.

—Entonces, Maddie, ¿te hiciste una prueba de embarazo? —preguntó mirando su computador.

—Me hice tres —respondí. Baxter volteó la mirada hacia mí—. ¿Qué? Necesitaba estar muy
segura.

Diane asintió.

—Perfecto. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones sexuales?

Los siguientes minutos fueron las preguntas más incómodas posibles, pero las respondí sin
sonrojarme. Gracias a Dios. Diane parecía ser una doctora muy buena y atenta. Luego de las
preguntas dijo que debía ponerme una bata y desnudarme de la cintura para abajo, porque iba a
ver de cuántas semanas estaba. Cuando me metieron algo por abajo sí quise morirme de
vergüenza, porque Baxter estaba sentado en el mismo sitio mirando atentamente lo que Diane
hacía.

Cuando me puse la ropa y me senté de nuevo, sentía mi rostro caliente de la vergüenza.

—Bien, Maddie —dijo la doctora sonriéndonos—. Estás aproximadamente de cuatro semanas. No


podemos hacerte una ecografía hasta la semana doce, aproximadamente, o más. Así que
agendaré una cita conmigo hasta dentro de tres meses, para poder ver bien al bebé en la
ecografía.

Minutos después Baxter y yo salimos del consultorio de Diane, con las manos tomadas. Él
parecía estar rebosando de emoción, su sonrisa no se la quitaba nadie, era muy lindo verlo así.

—¿Por qué nunca me hablaste de Diane? —pregunté mientras bajábamos por el ascensor. Baxter
tenía en su mano izquierda la lista de cosas que la doctora me había recomendado, incluyendo
una dieta de alimentos balanceados para mí y el bebé, vitaminas, y varias cosas más.

—Quería que la conocieras en el momento correcto —me miró fijamente.

El sonido del ascensor llegando al primer piso nos interrumpió. Salimos de él pero nos
quedamos a un lado. Baxter esperaba una respuesta mía.

—¿Y cuál era ese momento correcto? —pregunté al ver sus ojos mirándome con intensidad. Llevó
una mano a mi mejilla, y acercó su rostro al mío.

—Cuando fueras mi novia —respondió colocando besos sobre mi frente. Abrí la boca para
responder pero una voz me interrumpió.

—¿Baxter? —preguntó alguien, la voz de una mujer.

Volteé la cabeza para mirar quién había interrumpido este momento. Abrí los ojos sorprendida
al ver a la famosa ex novia de Baxter, frente a nosotros y con una bata blanca encima de su
elegante vestido corto.
125
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Uh, por supuesto, la ex novia de Baxter tenía que doctora. Y también tenía que estar aquí en
este momento.

Retrocedí un paso, alejándome del toque de Baxter. Él estaba atento a la mujer frente a
nosotros, pero me tomó de la mano y me acercó a él, mirando a su ex con aburrimiento y sin
decirle nada. Parecía esperar a que ella hablara.

La mujer miró nuestras manos unidas con una mueca fea en su rostro. Parecía entre asqueada y
molesta. Apreté la mano de Bax, para que volteara a verme.

—¿Bax? —pregunté con el ceño fruncido. Él negó con la cabeza.

—No ahora, nena. Alcé las cejas.

La ex de Baxter caminó hacia nosotros, con la mirada aún fija en nuestras manos juntas. Cuando
alzó la vista, ni siquiera miró en mi dirección. Sus ojos fijos en los de Baxter.

—Una colega mía me pasó la voz diciendo que estabas aquí. Pensé que venías a verme. Rodé los
ojos sin importarme su mirada filosa.

—No estoy aquí para verte —respondió Bax con voz cortante—. Vine para que chequeen a
Maddie, mi novia.

Mi pecho se hinchó al escuchar esa palabra. Esperaba el momento en que la culpa o el rechazo
me inundaran por escuchar a Baxter decir que era su novia, pero lo único que sentí fueron
mariposas en el estómago, como si fuera una adolescente enamorada.

—Bax... —comenzó su ex ignorando por completo lo que Bax había dicho. Yo aún estaba con las
emociones en mi cuerpo, sintiendo mi corazón palpitar rápidamente.

—Ya nada, Sarah —dijo Bax alzando la voz, ocasionando que las personas que pasaban por allí,
voltearan a vernos. Pero a él parecía no importarle—. Lo nuestro terminó hace mucho, no me
busques nunca más.

Baxter volteó sin darle una segunda mirada a su ex novia Sarah, y caminó llevándome con él. Su
mano apretaba la mía mientras caminábamos por el estacionamiento. Cuando llegamos a su
auto, abrió mi puerta y me ayudó a subir, poniéndome el cinturón de seguridad con cuidado.
Todo en un tenso silencio. Cuando se subió a su asiento y encendió el auto, no aguanté más.

—Así que vinimos al hospital donde trabaja tu ex —dije rompiendo el silencio. Baxter me miró,
alzando una de sus cejas interrogativamente—. ¿No te imaginabas que nos cruzaríamos con ella?

Se encogió de hombros, maniobrando el timón del auto para salir del estacionamiento.

—No me importa ella. Sólo tengo una persona en mi mente a quien quisiera llamar mi novia.

Hice una mueca, incómoda por el rumbo de la conversación. Baxter negó con la cabeza al ver
que no diría nada, prendió la radio para aligerar el ambiente tenso.

126
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Al llegar a mi casa, Baxter bajó conmigo y me acompañó hasta la puerta de mi departamento.


Despidiéndose de mí con un beso en la frente. El día lunes seguiría con el trabajo, a pesar de las
quejas de él que yo siguiera trabajando. No quería estar en mi departamento todo el día, estaba
embarazada, no discapacitada. Casi nos peleamos en el camino desde el ascensor hasta aquí,
pero sabiamente Baxter supo ceder y aceptó a que siga trabajando.

Aún no había hablado acerca de nuestro futuro como padres del bebé que llevaba adentro, pero
sabía que ese tema iba a reaparecer en cualquier momento. Aún no era momento de definirnos
como pareja o alguna etiqueta, íbamos a dejarlo fluir hasta que el bebé nazca. O eso es lo que yo
pensaba por el momento.

Secretamente estaba feliz por cómo Baxter le había hablado a su ex novia. Ese trato de él hacia
ella solo significaba una cosa: ya la había superado. Mi mente retorcida y mi corazón estaban
alegres por ese hecho.

Y por el hecho de que iba a ser madre.

127
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

La siguiente semana pasó sin ningún problema. Iba al trabajo todos los días con mi hermana
Megan en nuestro auto.

Las cosas en la editorial iban muy bien. Johann y Tracy se habían tomado la noticia sobre
nuestro bebé perfectamente, todos estaban muy ilusionados por eso. Siempre querían tocar mi
pancita – aunque no se me notara nada– y no querían que levantara nada pesado.

Pero el último día, viernes, empecé a sentirme muy fatigada. Cuando quise levantarme para ir al
baño, sentí que iba a desmayarme. Intenté recobrar el equilibrio aferrándome a mi mesa.
Gracias a Dios, nadie lo notó, por lo que me volví a sentar para descansar un momento.

Cuando terminó mi jornada, me fui con Megan a casa. Baxter más temprano me había enviado
un correo diciendo que iría más tarde a mi casa porque ahora tenía una reunión con Kayden
Havort,

el escritor al que dentro de poco su libro sería publicado por la editorial. Estaba feliz, porque
sería mi primer manuscrito en físico lanzado a todo el país.

Al llegar al departamento, Megan corrió a su habitación para alistarse. Tenía una cita con
Johann y estaba muy emocionada por ello. Yo me dirigí a mi habitación para tirarme en mi
cama, estaba demasiado cansada por hoy, a pesar que no había hecho mucho esfuerzo. Al
parecer estar embarazada era algo muy bueno para las flojas. Me hacía querer estar todo el día
en mi cama.

Antes de quedarme dormida, sentí una angustia muy grande en mi pecho y mucha tristeza, pero
al cerrar los ojos me quedé profundamente dormida.

***

Un fuerte dolor en me despertó de mi sueño. Abrí los ojos asustada. Miré alrededor pero no se
podía ver casi nada, sólo la luz de la luna iluminaba parte del lado de mi ventana. Con esa poca
luz, caminé hacia el interruptor y pendí la luz. Al instante entrecerré los ojos, mi cabeza me
dolió por el esfuerzo.

De nuevo sentí dolor en mi espalda baja. Fruncí el ceño. Sólo me venía ese dolor cuando la regla
estaba por venirme. Salí de mi habitación buscando a Megan, pero al ver su habitación abierta y
desordenada, y con el olor a su perfume, supe que ya se había ido a su cita con Johann.

Mi cartera aún estaba en el mueble de la sala. Dentro estaba mi celular sin ninguna llamada
perdida o mensajes sin leer. Me parecía raro eso, pero no le tomé mucha importancia. En vez de
eso, me fijé en la hora. Me parecía haber dormido varias horas cuando sólo fueron dos.

128
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Entré a la cocina para hacerme un té, pero me detuve cuando sentí un dolor fuerte en la espalda
baja de nuevo. Corrí al baño sintiendo muchas ganas de orinar. Me senté en el váter, orinando.
Cuando cogí papel y me limpié, me horroricé al ver sangre en él. Mi angustia fue tal que sentí
un calambre en mi abdomen, seguido de otros más. Como pude me levanté, subiendo mi
pantalón, y corrí lo más rápido a la sala donde había dejado mi celular. Con las manos
temblorosas marqué el número de Baxter, pero no respondía. Insistí varias veces pero nada.
Cuando volví a sentir el dolor corrí al baño. Vi que mis bragas se habían manchado de sangre, y
el dolor en mi abdomen continuaba haciéndome retorcer.

Aún tenía el celular en la mano por lo que marqué el número de Tracy, mis manos temblorosas
apenas podían sostener el teléfono. Luego de tres timbrazos, respondió con su voz llena de
felicidad como ella suele ser.

—¡Maddie! —exclamó ella—. Justo ahora estoy con mi hermano, con Bax. Dice que en unos
minutos irá a verte...

—Tracy —dije con la voz rota—, dile a Baxter que venga ahora, no sé qué pasa, me duele horrible
el abdomen y...

—Oh Dios mío, Maddie —dijo ella interrumpiéndome con la voz asustada—. Ahorita vamos para
allá.

Escuché varios pasos en el fondo y segundos después un auto en movimiento.

—¿Sigues ahí, Mads? —preguntó la voz ronca de Baxter. Parecía que estaba en altavoz—. Estoy
en camino, nena. No te preocupes, pero necesito que hagas algo. Llama a una ambulancia, si el
dolor es demasiado fuerte, llama a una ambulancia.

Hice una mueca. El dolor era igual a cuando me iba a venir la regla, estaba ya acostumbrada a
esos calambres, pero ahora esto era diferente. Estaba embarazada y no había modo de que me
bajare la regla, esto era algo más sucediendo.

Pero no quería dejar el teléfono. Su voz me calmaba y era justo lo que necesitaba ahora.

—¿Sigues ahí, Maddie? —preguntó Bax a través del teléfono.

No pude responderle. Un fuerte dolor me vino haciéndome soltar el teléfono para sostener mi
abdomen. Sentía como si me desgarraran por dentro. Intenté tomar el teléfono, escuchando de
fondo la voz de Baxter y sus maldiciones, pero el dolor fue tan fuerte que me caí al piso,
poniendo mi vista borrosa sin sentir nada más.

***

Una mano cálida sobre la mía me hizo abrir los ojos. Lo primero que vi fue la luz intensa de la
habitación. Parpadeé por la intensidad, volteé mi mirada buscando algo. Mis ojos se detuvieron
en Baxter, y al lado de él estaban Tracy y Megan en la habitación. Fruncí el ceño, confundida de
cómo había llegado aquí.

Intenté levantarme pero Megan se acercó a mí.

129
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Eh, cuidado Maddie —dijo con la voz ronca. Noté que sus ojos estaban rojos, como si hubiera
llorado. Miré a Baxter y a Tracy, quienes tenían la misma expresión en sus caras.

—¿Qué pasa? —pregunté con la voz ronca. Mi garganta estaba seca. Cuando volteé mi mirada a
la derecha, me di cuenta que no era mi habitación, sino una del hospital. Tenía puesta una bata
de hospital y algo conectado en mi brazo. Al instante me levanté, mareándome por el esfuerzo—.
Oh Dios mío, ¿cómo rayos llegué aquí?

Megan hizo una mueca.

—Te desmayaste, Mads.

Asentí, tocándome la cabeza, donde me había golpeado al caer.

—Sí, recuerdo claramente esa parte.

—Mierda, sólo dile y ya —murmuró Tracy, secándose las lágrimas. La miré horrorizada.

—¿Qué pasa, por qué lloras? —fue mi pregunta al ver a Tracy soltando lágrimas. Megan negó.
Pero pareció decidirse porque carraspeó antes de hablar.

—Cuando llegamos a casa, Johann y yo, Baxter te estaba trayendo aquí, al hospital —Habló ella,
sin mirarme a los ojos—. Y Cuando te trajimos a Emergencias, nos dijeron que estabas teniendo
un aborto involuntario...

No.

Oh Dios mío, no.

Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Coloqué mis brazos alrededor de mi
estómago. Esto no podía estar pasando.

Megan continuó.

—El médico hizo todo lo posible pero no pudo hacer mucho. Cuando te desmayaste perdiste
demasiada sangre, incluso el auto de Baxter se manchó, era demasiado tarde. El médico tuvo
que intervenir quirúrgicamente y extirpar el tejido fetal o algo así.

Intenté decir algo, pero nada salió de mis labios. Sólo sentí que las lágrimas corrían por mis
mejillas. Me volteé, mirando a la pared y dándoles la espalda a ellos, y dejé que las lágrimas
salieran. Mi corazón estaba hecho añicos. Al principio no quería tener un hijo, pero ahora, luego
de un par de semanas y sabiendo que un bebé de Baxter y mío crecía dentro de mí; me era
imposible no sufrir por la pérdida de mi bebé. Ya no había nada dentro de mí.

Había perdido al bebé.

130
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Grité, sollozando mientras las lágrimas corrían furiosas por mis mejillas. Enterré mi cara en la
almohada y grité con todas mis fuerzas. Sentí unas manos en mi espalda, al instante supe que
era Baxter. Pero justo ahora no quería hacerle frente, había perdido a su hijo y jamás me lo
perdonaría. Jamás.

—Eh Maddie —susurró él rodeando mi cuerpo con sus fuertes brazos. Me removí de ellos, no
quería su consuelo. Quería estar sola, para poder derrumbarme como realmente quería.

Escuché la puerta cerrarse pero aun así Baxter seguía abrazándome.

—Vete —susurré sin voltearme—. Vete, por favor.

Baxter me sujetó con más fuerza.

—No me iré, Maddie. Estaré aquí contigo, sosteniéndote.

Me removí, tratando de soltarme de su fuerte agarre. No quería su consuelo, ya me sentía lo


suficiente mal por perder a nuestro hijo como para que sienta pena por mí. Pero sus palabras
me llegaron al corazón, por lo que le permití sostenerme, mientras lloraba con fuerza y me caía
a pedazos.

131
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

El dolor en mi pecho aún no se iba. Presioné mi mano sobre mi corazón intentando detener los
rápidos latidos que retumbaban contra mi pecho. Había pasado sólo una semana pero sentía
como si hubiese sido ayer lo que había sucedido.

El doctor me había dado de alta al día siguiente de lo ocurrido, por consecuencia estaba en casa,
sin poder salir ni hacer esfuerzos. Mi salud era delicada por el momento. Mi hermana junto a
Tracy me cuidaban todos los días, turnándose entre ellas.

De Baxter no sabía mucho. Sólo vino un día, para comprobar cómo estaba. Mi hermana dijo que
tenía que estar en su puesto, como jefe en la Editorial, pero yo sabía que no era por eso que no
paraba aquí. Él estaba igual de triste que yo, lo había visto tan ilusionado cuando se enteró que
iba a ser padre que ahora sus ilusiones se habían ido por la basura.

Diane habló conmigo el día que salí, me dijo que era muy normal los abortos involuntarios en
las mujeres, ya que muchas veces el embrión no se ha formado donde debería o que mis ovarios
eran muy débiles, por lo que debían hacerme un tratamiento para que pueda quedar
embarazada de nuevo. La verdad es que nunca traté de quedar embarazada, y después de lo que
había pasado, era una señal de que no estaba hecha para ser madre. O que tal vez lo mío con
Baxter nunca podría ser.

Cambié de lado en la cama cuando escuché pasos acercándose. La puerta de mi habitación se


abrió, alguien había entrado y ya que la única que estaba en mi departamento era Tracy, sabía
que era ella la que había entrado. No me volteé para confrontarla, aún no tenía las fuerzas
suficientes para hablar de esto con alguien.

—Eh, Maddie —susurró ella cerca de mí. Me sacudió el brazo con cuidado—. Está lista tu sopa.

Me removí, haciendo como si recién me despertara. Miré a Tracy, haciendo una mueca.

—Bien.

Me levanté de la cama y la seguí por el pasillo hacia la cocina. En la encimera había un plato de
sopa, me acerqué a la silla y me senté. Tomé la cuchara de al lado y empecé a tomar la sopa sin
mirar a Tracy. Podía sentir su mirada sobre mí pero intenté ignorarla lo mejor que pude.
Cuando terminé, salté al piso y caminé de vuelta a mi habitación no sin antes darle las gracias
por la sopa que me había preparado.

Me eché en la cama de nuevo y me tapé, envolviéndome bien a pesar del calor que hacía.

Varios minutos después escuché la puerta del departamento abrirse. La voz de Megan me avisó
que ya estaba en casa, luego de un día más de trabajo. La voz de mi hermana y Maddie se
escuchaban hasta aquí pero no podía entender lo que hablaban. Hasta que escuché el nombre de
Baxter.

132
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Me levanté rápidamente de la cama y me acerqué sigilosamente al pasillo, a una distancia


prudente para no alertarlas de mi presencia. No quería que sepan que estaba ahí, escuchando
atentamente.

—... su ex novia perra —dijo Tracy, enojada—. Por eso odio a esa maldita.

La voz de Megan sonó horrorizada. —¿Cómo pudo hacerle eso? ¿Estaba embarazada y abortó?

Mi corazón empezó a latir rápidamente.

—Sí, mierda. Esa perra estaba embarazada de tres meses cuando se hizo el aborto. Obviamente
le dijo a Bax cuando estaba de un mes y estuvieron felices un tiempo, hasta meses después; un
día tuvieron una pelea fuerte y la muy perra de Sarah decidió abortar.

Oí la inspiración fuerte de mi hermana, imaginé que se encontraba muy sorprendida por eso. Yo
sentía que iba a desmayarme allí mismo.

—¿Pero... por qué?

—No lo sé, Meg. Esa mujer está loca, lo hizo sin que nadie lo sepa, luego buscó a Baxter y se lo
dijo, sin remordimiento. Baxter quedó destrozado. Por eso está de nuevo así. Él aún...

No pude aguantar más. Caminé de regreso a mi habitación, esta vez cerrándola con seguro.

No podía creer que su ex novia le haya hecho semejante cosa. Sentí las lágrimas caer por mis
mejillas, no era justo. No era para nada justo que alguien que podía tener un hijo, lo abortara, y
que alguien que quería realmente tener uno, no podía. Lloré de impotencia, lloré por el
sufrimiento que había pasado Baxter en ese tiempo, y el que seguramente estaba pasando ahora.
Me tumbé en mi cama llorando por todo lo que había pasado, y lo que me había ocurrido hacía
poco. La herida aún no había sanado, y ahora que me enteraba del pasado de Bax, se había
abierto mucho más.

Tomé mi celular que estaba sobre la cómoda al lado de mi cama, y marqué el número de Baxter.
Saltó al buzón de voz, por lo que dejé un mensaje en su buzón de voz, rogando para que lo
escuchara luego. Quería decirle tantas cosas pero me obligué a no hablar mucho, lo que tenía
para decirle era para decírselo cara a cara y no por teléfono.

Me eché en la cama, esperando que cuando despertara Bax haya oído mi mensaje.

Luego de varios minutos en que mi mente no se callaba con posibles formas de hablar con él,
decidí ir a su departamento. Me cambié con algo siempre, poniéndome mis zapatillas para estar
más cómoda, y salí hacia la sala, mi hermana y Tracy ya no estaban en la sala pero al escuchar
voces de la habitación de Megan, supe que estaban ahí. Tomé un lapicero y un papel, y escribí
en el: Salí un momento al parque. Quería un tiempo para mí, regresaré pronto. –Maddie

La dejé en la encimera, tomé las llaves del auto y abrí la puerta del departamento cerrándola
tras de mí lo más silencioso posible. Corrí rápidamente al ascensor y presioné el botón para
bajar esperando que mi hermana o Tracy no aparecieran para impedir que saliera. Pero nada
pasó, la puerta del ascensor se abrió así que entré y esperé a que llegara al primer piso.

133
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Al llegar a la planta baja, corrí hacia mi auto, sin importarme que el doctor me dijera que no
hiciera ejercicio estos días. Necesitaba hablar con Baxter. No que podía quedar en casa de
brazos cruzados, y ya que él no respondía tenía que ir donde Bax estaba.

Encendí el auto y salí rápidamente del estacionamiento. Minutos después ya estaba en las calles,
dirigiéndome al departamento de Baxter. Cuando llegué, me bajé del auto y vi a una mujer en la
recepción. Me acerqué a ella con paso apresurado.

—Disculpe, señorita, ¿se encuentra el señor Baxter Cole? —pregunté ansiosamente.

La mujer me sonrió con educación.

—Un momento —respondió cogiendo el teléfono. Marcó algo y escuchó atentamente, segundos
después colgó—. Dice que nadie lo espera.

Suspiré.

—Verá... soy una amiga de él, necesito verlo, ¿me puede dejar subir?

La mujer negó.

—El señor Cole acaba de decirme que hoy no recibe visitas.

Negué.

—¿No puede volver a llamarlo y decirle que lo estoy esperando?

Caray, qué complicada era esta mujer. Sabía que era su trabajo pero yo no era ninguna ratera o
algo así.

—¿Quién la busca? —me preguntó tomando el teléfono.

Pensé un momento antes de responder.

—Su ex novia —respondí.

Cuando marcó un número, me abalancé sobre ella y tomé el teléfono, pero nadie no respondió a
la otra línea por lo que colgué y corrí hacia el ascensor, justo cuando una pareja subía. Las
puertas se cerraron en la cara de la mujer de la recepción, quien gritaba cosas. Sonreí
victoriosa, pero al ver que las personas en el ascensor me miraban fijamente, quité mi sonrisa.

Esperé a que todo el ascensor se vaciara, mientras subía al último piso, donde vivía Baxter. Las
puertas se abrieron, revelando su gran sala. Salí del ascensor mirando todo con curiosidad.
Nada había cambiado desde la última vez que estuve aquí, parecía tan lejano ese momento pero
solo habían sido semanas.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Escuché voces desde el pasillo y me apresuré a ir allí, provenían de otra habitación. La puerta
de la habitación de Bax estaba cerrada, así que caminé y me paré frente a la habitación sobrante
de

dónde venían las voces. La puerta se encontraba junta, sólo por una rendija se podía ver
adentro, asomé mi rostro ahí y me quedé helada al ver lo que pasaba ahí dentro.

Baxter y Heidi estaban en la habitación –que parecía más un despacho que otra cosa–,
discutiendo. Ella intentaba tocarlo, pero Bax se alejaba, hasta que en un momento de descuido
Heidi presionó su boca en la de Baxter mientras ponía sus manos en su pecho.

Una furia increíble me alcanzó, abrí la puerta de golpe alertándolos con mi presencia.

Enarqué una ceja al ver que Heidi no se despegaba, pero cuando Baxter alzó los ojos y los clavó
en los míos, empujó a Heidi sin delicadeza y se acercó a mí.

—Maddie —dijo con voz ronca, su aliento olía a alcohol.

Cuando estuvo frente a mí, intentó tocarme pero lo esquivé.

—No me toques —respondí con voz gélida.

En vez de seguir prestándole atención, volteé mi mirada a Heidi quien ya se había levantado.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella con el ceño fruncido hacia mí—. ¿Quién te dejó entrar?

Mi mente hizo clic. Al parecer Heidi era la que había hablado con la mujer de la recepción para
que nadie subiera, diciéndole que era órdenes del mismísimo Baxter Cole. La tomé del codo y la
alejé, sacándola del despacho de Bax.

—¡Ay! —exclamó cuando la tironeé soltándola en medio de la sala.

—¿Qué rayos haces aquí? —la enfrenté cruzándome de brazos.

Heidi rodó los ojos.

—Baxter y yo...

—No me interesa, te largas —la corté sin importarme lo que diría. Fui hacia el ascensor y
presioné el botón para que suba. Volví hacia Heidi y la tomé del codo, cuando el ascensor estuvo
abierto, la metí ahí a empujones. El ascensor se cerró cortando sus gritos.

Ahora sí me tocaba enfrentar a Baxter. ¿Qué demonios le había pasado para que venga con Heidi
a su departamento? Sabía que él no era así, jamás me haría algo así, pero al entender que era yo
quien había terminado con él y ya nada nos unía, no tenía ningún derecho a impedir que se
divierta con otras mujeres.

135
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Regresé al despacho, escuchando llantos desde el pasillo, corrí a esa habitación encontrando a
Baxter sentado en el sillón llorando, sus codos sobre sus rodillas tapando con sus manos su
rostro, pero sus sollozos eran fuertes y aun así se escuchaban fuertes. Al instante me sentí mal,
no sólo yo estaba sufriendo por lo que me había pasado, sino también él, pero como yo era tan
egoísta no me daba cuenta. Pero era terrible para Bax porque era la segunda vez que una mujer
abortaba a su hijo, ya sea un accidente o no.

Me acerqué a él, y lo tomé del brazo para que me dejara ver su rostro. Levantó su mirada a la
mía, con sus mejillas inundadas de lágrimas. Se me partió el alma verlo tan destrozado.

—Bax... —susurré abrazándolo con fuerza—. Shh, ya no llores.

Bax negó.

—Quiero que deje de doler, Madison —pronunció con voz ronca por el llanto y llevándose una
mano al pecho.

Hice una mueca, sintiendo las lágrimas deslizarse por mis mejillas.

—No dejará de doler tan fácilmente, pero podemos superarlo juntos. Bax... te prometo que lo
superaremos, juntos. Nos necesitamos ahora más que nunca.

—¿Cómo puedes decir eso? ¿Acaso no me odias?

—¿Por qué te odiaría? —pregunté confundida, mirándolo.

—Porque esta semana cuando más me necesitabas, no estuve —respondió con voz ronca,
mirándome a los ojos. Levantó una mano y acarició mi mejilla—. Perdóname, Maddie, estaba
aterrado, me hizo acordar a algo... y no quiero volver ahí. Hazme olvidar, Maddie.

Asentí, viendo su dolor consumiéndolo poco a poco. Me senté en su regazo y tomé su mentón.

—No estás solo, Bax —dije a centímetros de su boca, me incliné unos centímetros más hacia él
para acortar la distancia, y presioné mis labios con los suyos.

Sus labios se movieron contra los míos con desesperación. Podía sentir su dolor y anhelo en ese
beso.

Gemí cuando mordió mi labio inferior. Moví mis manos por su cuerpo, tocando su abdomen por
encima de su camisa, rompí el beso al sentir demasiada ropa entre nosotros. Tomé su camisa y
la abrí por la mitad, con la intención de romper los botones, pero no tuve buena suerte, los
botones no salieron en todas las direcciones ni se rompieron, quedando yo como idiota.

Bax rio, divertido.

—Te extrañé, Mads —sonrió, mirándome con adoración en sus ojos. Asentí. Porque yo también lo
había extrañado. Era cierto que no estuvo a mi lado estos días como hubiese querido, pero ahora
que sabía la verdad sobre él y su ex novia, podía entenderlo.

136
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Yo también te extrañé, Bax.

Bax sonrió satisfecho, y tomó su camisa, abriéndola por la mitad con éxito. Todos los botones
salieron disparados por todos lados. Pero no me importó, mi mirada sólo podía ver sus
abdominales como tableta de chocolate. Sonreí por la referencia. No es que tuviera hambre, y si
lo estaba, era sólo hambre de alguien: Baxter Cole.

Me acerqué a sus abdominales y por puro antojo, los lamí. Bax ahogó un gemido.

—Maddie...

—Shh, estoy haciéndote olvidar.

Me levanté de su regazo y me quité la camiseta junto a mis jean y zapatillas. Le había prometido
a Baxter hacerlo olvidar de todo, y planeaba cumplir con esa promesa.

137
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Los sonidos de pasos me despertaron sobresaltada. Moví mi mano a mi lado esperando


encontrar a Bax en la cama, pero estaba vacío. Fruncí el ceño, confundida, debía ser de
madrugada porque aún todo estaba oscuro. Me levanté, y cogí una chompa del armario de Bax
por el viento fresco que entraba por la ventada y caminé por el pasillo, al ver luz que provenía
del despacho de Bax, me acerqué y abrí la puerta sin tocar.

—Bax —dije llamándolo. Se encontraba frente a su ordenador, muy concentrado tecleando algo.
Al escuchar su nombre levantó la cabeza y me sonrió con dulzura.

—Maddie.

Me acerqué e inesperadamente me jaló sobre él, sentándome en su regazo. Presionó un beso


sobre mi frente y me abrazó con fuerza.

—¿No puedes dormir?

Negué con la cabeza. —No si tú no estás. Bax hizo una mueca.

—Lo siento, nena. Ahorita estaba haciendo una suma sobre los gastos y nada cuadra —respondió
mirando la pantalla de su ordenador—. No entiendo, la encargada de revisar esto es Heidi pero
ni siquiera...

Escuchar el nombre de esa bruja me puso los pelos de punta. Decidí ignorar su nombre y
concentrarme en lo que Bax estaba haciendo.

—Tal vez pueda ayudarte —dije inclinándome hacia la pantalla. Me removí en su regazo
buscando la posición perfecta para que no me doliera la espalda al estar inclinada—. No soy muy
buena en matemáticas pero no soy tonta, sé lo básico.

—Y muchas cosas más —replicó en voz baja.

Agarré el ordenador y empecé a revisar las cuentas que Bax decía que no cuadraban. Eran los
gastos de la editorial con las ganancias de libros que publicaban y el dinero hacia los escritores.
Pero él tenía razón, no cuadraba. Me removí un poco, algo inquieta por todo esto. No eran
grandes cantidades de dinero pero aun así era dinero.

—¿Estás seguro que Heidi lo revisó? —pregunté con el ceño fruncido. Volteé mi mirada
esperando la respuesta de Bax pero sus ojos estaban en mi trasero, el lugar que se apoyaba
contra su entrepierna. Entrecerré mis ojos—. ¿Baxter?

—Ah, perdón nena, estoy demasiado concentrado en tu trasero como para responder a tu
pregunta.

Negué con la cabeza.

138
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Bax, creo que Heidi no lo ha revisado.

Decir su nombre me hacía querer beber lejía directamente de la botella; su nombre me dejaba
mal sabor en la boca, pero no tanto como imaginé que sería la lejía. No quería desconfiar de ella
pero estos cálculos no cuadraban, las cuentas estaban mal hechas y parecía que había más
gastos que

ganancias. Heidi no podría haber pasado esto por alto, ¿no? Era demasiado como para no darse
cuenta.

Miré a Baxter esperando una respuesta pero sus ojos brillaban mirando atentamente mis
piernas desnudas. Intenté alejarme de él para no provocarlo más pero me sujetó de la cadera
inmovilizándome.

—Ah no, nena, muy tarde para que te vayas.

Se levantó conmigo en el regazo y colocó mis piernas alrededor de sus caderas, rodeándolo.
Grité cuando mi espalda chocó contra la pared, me había presionado contra ésta. Bax levantó la
chompa que me cubría parcialmente, deleitándose con mi desnudez. Sonrió al verme así.

—Mierda —silbó mirando mi cuerpo—. Jamás podría cansarme de ti, Maddie. Eres lo más
cercano a la perdición, nena, y muero por perderme en ti.

Alcé una ceja, sonriendo.

—Wow, ahora resulta que eres poeta. Bax sonrió.

—Es otro de mis muchos talentos. Reí.

—¿Qué otros talentos?

—Hacerte olvidar, Maddie.

—¿Qué...?

No pude ni formular mi pregunta porque chocó su boca contra la mía, fusionándonos en un


ardiente beso. Lo tomé de la nuca para pegarlo más a mí. Me moría por probarlo de nuevo. No
podíamos tener sexo pero había otras maneras para disfrutar.

***

—¿Al final hablarás con Heidi? —pregunté a Baxter, con mi espalda pegada a su pecho.
Estábamos en el sillón de su oficina, agotados luego de una intensa sesión de caricias. Estaba
vestida solamente con ropa interior, por lo que Bax acariciaba mi vientre desnudo.

139
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Aún no habíamos hablado de lo ocurrido días atrás. Era un tema muy delicado y sentía que
debíamos ir a paso a paso sobre eso. Cada vez que intentaba decir algo sobre el tema, Bax me
cortaba. Así que comprendí que debía darle su espacio y esperara a que él quiera hablar. Yo me
sentía mal, pero era una persona fuerte. Tal vez se me había roto el corazón al enterarme, pero
era joven y tenía un futuro adelante y muchos años más para volver a poder ser madre.

O eso es lo que me decía ahora que sabía del sufrimiento de Bax.

En estos momentos sólo debía en enfocarme en algo que no cuadraba; las cuentas que le tocaba
a Heidi revisar. Ella estaba a cargo de eso, era la que supervisaba al contador –entre otras
funciones más–, y no parecía haber hecho bien su trabajo.

—Sí, hablaré con ella. Eso temí.

—¿Crees que puedas manejarlo? —pregunté levantándome y mirándolo a los ojos—. Ayer estaba
toda amistosa contigo, ni siquiera supe cómo llegó aquí.

Baxter sonrió.

—¿Celosa? —Negué con la cabeza. Baxter sonrió como si lo que hubiera dicho le causara mucha
gracia—. En fin, vino conmigo para chequear las cuentas, pero antes de que tuviera la
oportunidad de mostrarle, intentó besarme pero tú llegaste.

—¡Qué conveniente!

—¿Estás celosa? —preguntó Bax con sorna. Me encogí de hombros.

—Claro que no, sólo que no me cuadra el por qué no quiso ver las cuentas. Tal vez ese beso solo
era una distracción.

—No lo sé, Mads. El lunes hablaré con ella. Es algo que debí revisar yo hace mucho tiempo, pero
cierta mujer castaña y de ojos miel se apoderó de mi mente impidiéndome pensar con claridad.

Hice una mueca.

—¿Esa es una distracción?

Bax frunció el ceño, confundido.

—¿Distracción de qué? Negué.

—De lo que pasó, Baxter. De lo que nos pasó.

Bax se removió y apartó la mirada de mí, fijando su atención en otro lado.

—No quiero hablar de eso, Madison.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Sé que ha pasado sólo una semana pero... ¿no crees que es momento de hablar? Habla
conmigo, Bax, soy la única que puede entenderte, nos ha pasado a los dos... es lógico que
queramos desahogarnos. Hazlo conmigo, Bax.

Bax negaba la cabeza frenéticamente. Cuando lo llamé por su nombre buscando su atención, él
se apartó de mi lado y se levantó, caminando de un lado a otro en su oficina.

—¿Qué quieres que te diga, Madison? ¿Qué me duele horrible pensar que nuestro hijo ya no
está?

¿Qué tal vez esto es una señal de que no estoy hecho para ser padre? Mierda. ¿Qué quieres que
haga? Mi ex novia psicópata abortó a nuestro hijo sólo por una puta pelea entre los dos. —
Respiró agitando—. ¿Qué es lo que pasa conmigo? ¿Dios no quiere darme la oportunidad de ser
padre?

Me ha arrebatado a dos de mis hijos y no podría soportar perder uno de nuevo.

Me levanté del sofá y fui hacia él, rodeándolo con mis brazos en un fuerte abrazo. Bax me
abrazó de vuelta, aferrándose a mí mientras lloraba con fuerza. Sentí mi hombro desnudo
mojarse por las lágrimas que derramaba, pero no me importó, lo abracé con más ímpetu,
demostrándole que estábamos juntos en esto.

Luego de unos minutos decidí romper el silencio de la mejor forma posible.

—Bax.

—Dime, nena —respondió, mostrándome sus hoyuelos en las mejillas. Pasó una mano por su
cabello medio rizado, apartando los mechones cortos de su frente.

—Quiero regresar a la Editorial. No me gusta estar todo el día en la casa, es aburrido. Baxter
frunció el ceño.

—No, Mads. El médico dijo que debes estar en reposo, recién ha pasado una semana, aguanta un
poco más ¿sí? ¿O quieres que vaya y esté contigo?

Me reí, divertida.

—Mierda, no. Quiero salir a trabajar, no quedarme en casa todo el día.

—Maddie, tienes que guardar reposo. Si quieres podemos ir al médico para que te chequeen, tu
cita es en cuatro días pero podemos ir ahora si deseas. Quiero que un especialista te dé el visto
bueno para hacer tus cosas con normalidad... y poder tener sexo.

Entrecerré mis ojos.

—Ya sabía que había un trasfondo en todo eso de la cita médica. ¿Sabes? Puedes llamar a Diane
y ella nos lo dirá en seguida, si tan necesitado estás...

141
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Baxter sonrió.

El sonido de una puerta abrirse nos sobresaltó. Miré a Bax extrañada. Eran como las seis de la
mañana, ¿Quién podría llegar a esta hora a la casa de Bax? Me tapé enseguida el cuerpo, lo cual
no era mucho con la chompa que sólo me llagaba a los muslos, y seguí a Baxter por el pasillo. Al
llegar a la sala vimos a nuestras hermanas paradas luciendo como si no hubieran dormido y algo
despeinadas.

Megan y Tracy lucían como si hubieran pasado sus manos por sus cabellos, estaban tan
despeinadas y con ojeras en los ojos que me hicieron asustar de lo que podría haber pasado.

Mi hermana puso los ojos en mí y pareció tranquilizarse, pero a los segundos me miró frenética.

—¿Se puede saber por qué mierda no nos dijiste que estabas en la casa de Baxter?

142
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

El fin de semana fui un día de locos. Mi hermana y Tracy estaban molestas conmigo por no
avisarles que iría a la casa de Baxter. Tenían razón, sólo había dejado una nota diciendo que iría
al parque y no regresé en todo el día, obviamente ellas estaban desesperadas y con miedo que
me haya tenido un accidente o haber muerto. Pero se les pasó muy rápido al saber que estaba
bien, y con Baxter.

Ese mismo día Bax y yo fuimos de nuevo al hospital y hablamos con Diane. Dijo que podíamos
tener relaciones sexuales ya que al ser operada, me habían retirado todo lo que quedaba del
aborto involuntario. También me recomendó que cuando intentara embarazarme fuera con ella
para que tuviera un control inmediato sobre aquello. Le respondí que no se preocupara, que no
planeaba tener un hijo pronto, a lo que Baxter hizo una mueca y no habló en toda la cita médica.

Sabía que él quería tener un hijo, pero yo creía que no era el momento. Acabábamos de perder
un bebé y no planeaba embarazarme hasta que llegara el momento indicando, ni siquiera sabía
qué éramos Baxter y yo. De lo que estaba segura era que quería estar embarazada de mi esposo,
no de un hombre que ni siquiera era mi novio.

El día lunes llegué a la editorial Coleman con mi hermana rebosando de emoción. Ahora que
estaba con Johann parecía muy feliz. Había tomado la decisión correcta. Nuestros amigos;
Trevor, Susie y Tracy nos esperaban en la cafetería como cada día. Me saludaron con
entusiasmo y felices de que haya regresado, no era incómodo ahora que ellos sabían sobre
Baxter y yo, al contrario, todo parecía mejor.

—Te ves genial, Maddie —dijo Trevor abrazándome con fuerza. Susie lo apartó, abrazándome
ella en su lugar.

—Eres fuerte, Madison —susurró en mi oído.

Sonreí pero no respondí nada. No quería pensar mucho en ello. Quería hacer lo que me gustaba:
leer y editar. Quería seguir con las cosas que siempre hacía, me gustaba mi vida, mi trabajo, y
quería continuar con ello.

Tracy me abrazó fuerte, como siempre lo hacía, y me dirigió a mi cubículo, me senté en la silla
giratoria mientras ella se sentaba en la mesa frente a mí.

—Baxter me contó sobre Heidi. Fruncí el ceño.

—¿Qué cosa con Heidi? —pregunté.

Empezaba a odiar ese nombre, no tanto como a la ex novia de Baxter pero iba por ese camino.

—Pues sobre las cuentas, Mads. Baxter me contó que no cuadran, ahorita está con ella en su
oficina. El contador, Max, no ha venido hoy pero planea hablar con él también.

143
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Asentí.

—Pues es necesario. Muchas cosas de ahí no cuadran.

Prendí la laptop y abrí el correo del trabajo. Cientos de mensajes aparecieron en mi pantalla,
miré sorprendida los mensajes de cierta persona, Kayden Havort me había escrito más de diez.
Abrí uno de ellos, bajo la atenta mirada de Tracy. En el correo, Kayden me pedía que nos
reuniéramos para hablar sobre la publicación del libro, ya que Heidi le estaba dando muchas
largas acerca de ello.

—Tracy, si me disculpas... debo atender esto. Ella sonrió.

—Está bien, Mads, disfruta de tu lunes, nena.

Se alejó en dirección a la cafetería donde aún seguían mis amigos y Megan. Los demás correos
de Kayden eran similares al que abrí. Decidí responderle para que nos reunamos hoy en el bar
de Rob, cerca de la Editorial, luego de mi jornada de trabajo. Me respondió minutos después
aceptando y confirmándome la hora.

Revisé los demás correos y comencé con mi trabajo. Sentía que hoy sería un día lleno de
sucesos, me lo decía mi instinto que parecía no fallar.

***

A la hora del refrigerio Baxter salió de su oficina airado, junto a Johann y Heidi. Ella caminó por
el pasillo hacia la planta superior, mientras que Johann y Baxter caminaron hacia nosotras,
Megan y

yo. Johann se dirigió a mi hermana y la besó, en frente de todos. Miré sorprendida a los novios,
nadie más les prestaba atención, todos parecían acostumbrados a sus demostraciones públicas.

Cuánto cambiaban las cosas en unos días que estaba ausente. Alcé las cejas mirando a Baxter.

—Están en la época de enamorados —sonrió divertido.

—Creí que había un código sobre las relaciones amorosas entre trabajadores y jefes —dije
desconcertada.

Baxter negó.

—No la hay, nena. Y si lo hubiera, tú ya la habrías roto de mil maneras.

—¿Yo? —pregunté entre indignada y divertida. No era cierto—. Tú la hubieras roto, eres el jefe.

—Y lo seguiría siendo, nadie me puede despedir porque soy el jefe. Johann intervino.

—Tiene razón —rio.

144
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Volteé a verlo. Estaba sonriendo como si fuera un niño en Navidad. Mi hermana lo hacía muy
feliz, y viceversa, estaba agradecida que ella hubiera hallado el amor con alguien que parecía
amarla de verdad.

Johann me sonrió y se agachó para abrazarme.

—Maddie —susurró en mi oído—. Lo siento, chica.

Asentí sin responderle. No había palabras que ello, tal vez un simple gracias por el apoyo, pero
me mantuve callada.

Baxter interrumpió el momento.

—Vi que en tu agenda que tienes una cita con Kayden Havort —dijo él cruzándose de brazos—. ¿A
qué se debe? —Alzó las cejas, intrigado—. Heidi y yo nos encargamos sobre él y el libro que está
a punto de ser lanzado.

Escuchar el nombre de ella y él de esa manera me ponía los nervios de punta. Más aun sabiendo
que allí había historia, una que Heidi parecía no entender que ya había acabado.

—Me invitó a tomar algo, no hay problema. Hicimos una especie de alianza en la fiesta de
aniversario de la editorial. Kayden es divertido, puede ser un imbécil pero me encanta su libro y
estoy feliz de saber que yo lo ayudé en eso —respondí mirando a Bax directamente a los ojos, lo

desafiaba a contradecirme. Él era un tipo celoso pero tenía que ver que entre Kayden y yo nunca
habría nada, por Dios.

Baxter se encogió de hombros. Me tomó de la mano y depositó un beso sobre ella. Miré
nerviosamente a los demás pero a Bax no parecía importarle, se inclinó sobre mí y besó la
coronilla de mi cabeza, demorándose allí.

—Nos vemos luego, Maddie.

Mi corazón empezó a latir furiosamente, miré rápidamente alrededor pero nadie nos prestaba
atención, muchos de ellos no estaban, era la hora de almuerzo por lo que la mayoría iba a la
cafetería o salía a almorzar. Mi hermana Megan estaba junto a Johann conversando sobre algo,
miré por donde había ido Bax. La puerta de su oficina estaba cerrada, así que caminé a la
cafetería

–con las piernas temblorosas de los nervios–, para reunirme con mis amigos.

***

A las cinco en punto de la tarde, entré al bar de Rob sonriendo. Ya que era el primer día de la
semana, el lugar estaba casi vacío excepto por un grupo de chicos, algunas personas en la barra
y alguien sentado en una de la mesas de al fondo. Era Kayden. Por lo que saludé a Rob desde la
barra y caminé en dirección a Kayden.

—¡Oye! —grité cerca de su oído. Kayden quien miraba a su celular, saltó de su asiento, asustado.
145
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Caray, mujer —dijo con los ojos abiertos, mirándome mal—. ¿Quieres me muera antes de que
publiquen mi libro?

Rodé los ojos. Me senté frente a él y acomodé mi bolsa a mi lado. Lo miré, esperando a que
hablara. Él había contactado conmigo por lo que se suponía que quería decirme algo.

—¿Por qué estuviste desaparecida? —preguntó mirándome con intensidad. Dejó su celular a un
lado y se cruzó de brazos, expectante.

No tenía por qué decirle nada, era mi vida, y el asunto era algo personal, pero quería hablar de
esto con alguien y quien más alguien que no me conocía en absoluto. Kayden era escritor, podía
entenderme más que nunca, sus palabras escritas en papel eran la muestra de que él podía
hacerte sentir con solo leer su historia.

—Yo... tuve un problema. Estuve hospitalizada y tuvieron que operarme. Estaba con descanso
médico pero ya pude volver.

No era una mentira del todo.

—Oh, lo siento Madison. ¿De qué te operaron?

—De los ovarios —respondí sin avergonzarme. Kayden me miró con los ojos como platos.

En ese momento se acercó una mesera para pedir nuestras órdenes.

—Quisiera un ron con coca cola, por favor —dijo Kayden.

La chica anotó el pedido, luego me miró esperando mi orden.

Pensé en pedir algo que tuviera alcohol pero me detuve cuando un pensamiento cruzó mi
cabeza. Si yo ya estaba embarazada el día que salí tomar con las chicas, entonces...

Oh Dios mío.

Cuando uno está embarazada no puedo tomar alcohol, y sin embargo yo lo había hecho. En
grandes cantidades y sin medirme en lo absoluto.

146
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Me sentí miserable cuando me di cuenta de lo que estaba frente a mí desde hacía varios días. Yo
era la única culpable del aborto espontáneo que tuve. Había ingerido licor varias veces, en
especial el día que salí con Tracy y las chicas al bar de Rob y luego a una discoteca, en ese
entonces ya estaba embarazada, de muy poco tiempo, pero lo estaba. Ese hecho me hizo
derramar lágrimas, de odio a mí misma.

—¿Madison? —Kayden me llamó con voz de pánico—. Ehh, ¿Por qué lloras?

Sentí sus brazos rodearme, lo abracé con fuerza necesitando consuelo. Que idiota había sido. No
sabía que estaba en gestación, pero eso no era excusa para la situación. Había matado a mi
bebé, inconsciente o no, jamás podría perdonarme por eso. Baxter estaba sufriendo de nuevo y
era mi culpa.

—Yo maté a mi bebé, Kayden —susurré en medio de mi llanto, mi corazón rompiéndose de


nuevo, por milésima vez.

Rompí en sollozos. Él me sujetaba con fuerza sin decir nada. No me importaba si alguien me
veía así, estaba demasiado rota como para que me importa la opinión de los demás.

—Madison —dijo él alejándose de mí y sujetándome del mentón—. ¿Qué quieres decir con eso?

Hice una mueca, aún sentía las lágrimas correrme por la cara. Kayden tomó una servilleta de la
mesa y me ayudó a limpiarlas.

—Eso, Kayden, estaba embarazada y no lo sabía. Tomé mucho licor y luego tuve un aborto
involuntario.

Kayden hizo una mueca.

—Lo siento, Maddie. —Frunció el ceño, pensativo—. Espera, el aborto involuntario no es sólo por
ingerir alcohol, también puede ser cuando el útero es muy débil.

Lo miré, algo atónita. Kayden alzó una ceja. —¿Qué? ¿Acaso un hombre no puede saber eso?

—¿Cómo lo sabes? —pregunté ignorando su ironía. Kayden se encogió de hombros.

—Sólo lo sé, y punto. —Sacudió la cabeza—. Deberías hablar con tu doctor y contarle esto. Él te
puede ayudar.

Negué.

147
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

No podía ir con Diane, ella era casi una madre para Baxter, no podía contarle la verdadera razón
de mi aborto. Y sabía que era yo la culpable porque cuando leí sobre los síntomas del embarazo
había muchas indicaciones que pedían a las gestantes que no ingirieran alcohol durante el
embarazo.

—Oye, no te sientas mal por algo que aún no estás segura, Maddie. Tranquila, verás que no es
por eso. Anda al médico y asegúrate, sé que tengo razón.

Intenté confiar en sus palabras, aunque sabía que no eran ciertas. Me quité el cabello de la cara
y me peiné con los dedos. Seguro lucía hecha un desastre. Kayden estaba sentado a mi lado
sobándome la espalda. Saqué de mi bolso un espejo y me miré. Gracias Dios no parecía haber
llorado, volví a guardar mi espejo pequeño en la cartera. Fruncí el ceño cuando sentí un
movimiento a mi lado. Volteé para ver a Kayden levantándose y a Baxter hecho una furia.

—¿Qué mierda haces tocándola? —exigió Bax con la cara roja. Miró la mano de Kayden con la
que me había estado sobando la espalda. ¿En serio tenía que ser tan celoso para venir a esta
reunión?

Me levanté, interponiéndome entre Baxter y Kayden.

—Baxter, déjate de celos, simplemente me abrazó porque le conté acerca de mi... operación —
miré a Kayden significativamente, haciéndole saber que estaba pidiendo que mienta acerca de
no saber nada sobre el aborto. No quería que Baxter supiera que le había contado a Kayden.

Baxter hizo una mueca, su ira desinflándose. Lo miré divertida.

Él simplemente se acercó a mí, y sin avergonzarse de nada, me tomó de la nuca y me planto un


beso, con lengua. Abrí los ojos sorprendida por su arrebato, pero él me tomó de la cintura hasta
pegarme a él. Me tambaleé por la fuerza, llevé mis manos a su espalda para estabilizarme y
cerré los ojos para disfrutar de este momento.

—Joder, menudo beso —murmuró Kayden.

Baxter depositó un último beso en la comisura de mis labios y se alejó a regañadientes, mirando
mal a Kayden.

—No la vuelvas a tocar así. Kayden levantó las manos.

—Sólo es una amiga.

Rodé los ojos por los celos absurdos de Baxter.

—¿Por qué estás aquí Bax? —pregunté viéndolo sonreír de lado.

—Pues tenía una reunión contigo y el señor Havort. Fruncí el ceño.

—No, yo tengo una reunión con él. No tú. Kayden sonrió avergonzado.

148
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—También le dije al señor Cole que venga —dijo mirándome apenado—. Es algo urgente que les
quiero comentar.

Miré a Baxter intrigada. ¿Qué querría decirnos Kayden a Baxter y a mí?

Baxter y yo nos sentamos frente a Kayden, esperando a que continúe hablando.

—Verán... la última reunión acerca del libro fue con Heidi presente y cuando firmé el contrato
me dijeron la posible fecha de publicación. Han pasado más días de aquello y cuando hablé con
Heidi me dijo que no sabía. ¿Ustedes tienen idea de cuándo será?

Alcé una ceja. ¿En serio ésta era su duda? ¿Nos había hecho venir hasta acá sólo para
preguntarnos eso?

Abrí la boca para discutirle pero Bax me interrumpió.

—Heidi está concentrada en otras cosas, así que no está muy al tanto de eso. Habla con Susie,
ella te puede decir —respondió Bax tranquilamente.

Lo miré extrañada, en un segundo él quería golpear a Kayden por tocarme y ahora estaba
actuando lo más relajado posible y con una sonrisa.

Kayden asintió, viéndose satisfecho.

—Quisiera hablarte de otra cosa, Baxter —dijo Kayden, llamando a Baxter por su nombre y no
por su apellido. Baxter asintió, señalando que siguiera—. No sé si es posible, pero me gustaría
sacar otro libro por su editorial.

Baxter sonrió.

—Eh, tranquilo, hermano. Ni siquiera hemos sacado tu primer libro. Si lo tienes escrito,
mándaselo a Maddie por correo y ella lo revisará.

Asentí.

—Me impresiona tu capacidad para escribir tan rápido —dije admirada. Kayden negó.

—No está listo aún. Ni si quiera lo he empezado, pero ya sé de qué va a tratar, sólo que quiero
algo diferente con este libro. Que sea basado en hechos reales, pero con testimonio de alguien.
— Al ver nuestras expresiones de no entender lo último, negó con la cabeza sonriendo—. Yo me
entiendo.

Me parecía increíble ese hecho. Sinceramente Kayden tenía un talento increíble para crear
historias, no me imaginaba lo absolutamente hermoso que sería su nuevo libro si fuera basado
en hechos reales y con testimonios de personas.

¿De qué trataría ese libro?

149
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Cuando terminamos la reunión con Kayden, salimos los tres del bar de Rob sonriendo como si
fuéramos amigos de toda la vida. Parecía que a Baxter ya le caía bien Kayden, aunque era algo
raro ya que hacía rato quería golpearlo.

No entendía el afecto que ahora tenía Baxter con él. Se lo pregunté cuando Kayden ya se había
ido y nosotros caminábamos de vuelta a la Editorial.

—No lo sé —respondió Baxter sonriéndome—. Nunca me cayó mal el tipo, sólo que me daban
celos pero ya no más.

***

Miré nerviosamente detrás de mí, esperando a que alguien saltara o gritara con fuerzas mi
nombre, pero nada pasó. Llevé mi mano a la boca, mordiéndome las uñas y sintiendo la
adrenalina correr por mi ser. Megan a mi lado me quitó la mano de la boca y me reprendió con
la mirada.

—Tranquila, Mads. Si te ven así, pensarán que tienes una pistola o que te quieres matar, caray.

Sonreí, esperando que realmente sea una sonrisa y no una mueca fea. Estaba sentada en la sala
de espera junto a mi hermana en el hospital la cita que había hecho con un doctor. Le rogaba a
Dios y

todo el mundo que por favor no me encontrara con Diane, no quería responderle el por qué
estaba aquí.

Minutos después una enferma salió del consultorio de ginecología.

—¿Madison Hall? —llamó.

Al instante me levanté como un resorte. Caminé hacia ella seguida de mi hermana y juntas
entramos al consultorio. Un doctor joven nos esperaba. Hice una mueca.

Joder.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles? —preguntó mirándonos con una sonrisa sincera—.

¿Son pareja?

Abrí mucho los ojos.

—Mierda, no, ella es mi hermanita —respondí señalando a Megan. ¿Cómo podría confundirnos
como pareja si ni siquiera nos habíamos tomado de la mano? Este doctor era algo curioso, y
metiche.

El doctor se sonrojó.

150
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Uh... lo siento. Creí que ustedes... —dijo tartamudeando mientas mirando los papeles frente a
él sin levantar la mirada—. ¿En qué puedo ayudar?

—Verá doctor... uhm... —No sabía cómo comenzar, por lo que decidí ser sincera—. Yo estaba
embarazada, de cuatro semanas aproximadamente, pero la semana pasada tuve un aborto
involuntario. Fue de la nada, tuve fuertes dolores en el abdomen y luego cuando fui al baño
había mucha sangre —dije con la voz cargada de dolor, recordando esos momentos—. Ahora ya
estoy mejor pero me gustaría saber la razón sobre eso. Mi doctora dijo que es porque a veces no
se desarrolla bien el feto en mis ovarios pero en las primeras semanas de gestación, yo no sabía
sobre eso y tomé bastante alcohol. ¿Tal vez esa sea la razón de mi aborto? —pregunté con voz
ronca.

El doctor me miró con el ceño fruncido presente en su rostro. Parecía realmente confundido con
todo lo que había dicho. Tomó el folder al lado de él sobre la mesa y lo abrió. Leyó por unos
segundos crispándome los nervios.

El apuesto doctor levantó la mirada.

—No creo que ese haya sido el problema. Sí, tomar bebidas alcohólicas aumenta el riesgo de
abortos involuntarios pero también el mal desarrollo de feto, y parece ser ese el problema. Si
quieres volver a quedar embarazada te recomiendo esperar un tiempo y luego intentarlo, tienes
que venir para que te hagan chequeos constantes para que no suceda de nuevo un aborto
involuntario —Se cruzó de brazos mirándome atentamente—. Debes entender que el alcohol en
el

organismo de una embarazada puede traer problemas, así que la próxima vez que estés en
gestación, debes abstenerte.

Hice una mueca. Lo que me había dicho el doctor no me había tranquilizado tanto como había
pensado que lo haría. Tener la opinión de un doctor siempre era lo mejor pero justo ahora no
estaba funcionando.

Me levanté, sonriendo forzadamente.

—Bueno, eso es todo. Muchas gracias, doctor.

Sin importarme parecer maleducada, salí de consultorio rápidamente. Megan corrió detrás de
mí, me tomó del brazo deteniéndome.

—Maddie, ¿qué pasa? —preguntó con el rostro lleno de preocupación. Miré alrededor de la sala,
el lugar estaba abarrotado de mujeres embarazadas, muchas de ellas junto a sus parejas. Las
miré con cierta envidia.

—Solo quiero ir a casa, Meg.

Mi hermana asintió y me tomó del brazo, llevándome a fuera del hospital para irnos.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Cuando llegamos a casa decidí irme a dormir. El día de hoy había sido muy agotador y
necesitaba descansar de todo lo que había pasado. Cuando abrí la puerta de mi habitación todo
se fue al tacho de basura. Baxter estaba sentado en mi cama, con las luces prendidas y
mirándome atentamente.

Le fruncí el ceño.

—¿Qué haces aquí? —pregunte. Estaba cansada y lo único que quería era dormir. Era casi las
ocho de la noche y yo moría por descansar—. Espera, ¿cómo entraste al departamento?

Baxter se levantó de mi cama, caminó hasta donde yo estaba, me tomó del mentón y sin decirme
nada, acercó su boca a la mía y me besó. Sentí mariposas en el estómago por ese beso, abrí la
boca, dándole permiso a su lengua de invadir mi boca.

Lo tomé del cuello para intensificar nuestro beso, cerré la puerta de una patada y avancé con
Bax hasta mi cama. Caímos en el colchón con seco sonido, lo miré divertida.

—Vaya bienvenida la tuya, eh.

—Siempre lo mejor para mi chica.

Mi corazón se derritió al escuchar que era su chica. Por mucho tiempo lo había estado
esquivando y dando largas diciéndole que entre lo nuestro no podía pasar nada, que sólo éramos
amigos con derecho. Pero por fin podía darme cuenta que todo eso eran mentiras, estaba mejor
con él que

sola, sentía que estaba enamorándome de él y no había vuelta atrás. Quería estar con Baxter
más que nunca, y estaba lista para dar ese paso. Juntos.

—Repítelo —dije emocionada. Baxter me miró raro.

—Eh... siempre lo mejor para mi chica —respondió dudoso. Le pegué un manotazo en el brazo
que ni sintió, en vez de eso sonrió—. Siempre lo mejor para mi chica.

Lo abracé con fuerza, dejándole saber que aceptaba ser su chica. No sólo eso, todo este tiempo
siempre había sido suya. Sólo fui demasiado tonta para aceptarlo.

—¿Dónde estuviste? —preguntó Bax devolviéndome el abrazo. Hice una mueca al escuchar esa
pregunta. No quería mentirle pero tampoco contarle lo que todo el día me ha estado
carcomiendo la cabeza.

—En el hospital, Megan me acompañó —respondí separándome de él para mirarlo a los ojos—.
¿Y tú, cómo entraste aquí?

—Johann tiene una copia de las llaves, tal vez le haya robado y ahora yo tengo una...

—¡Baxter! —reí divertida. Él se encogió de hombros.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Quería darte una sorpresa entrando a tu cuarto o algo así, pero no estabas. Aunque igual
funcionó.

—Pues sí.

Estábamos frente a frente echados en mi cama. Levanté mi mano para acariciar su rostro y
tocar su cabello. Baxter me miraba atentamente, su rostro estaba relajado, para nada como
cuando lo había visitado en su departamento.

—Entonces Maddie, ¿estás lista para ser la novia de Baxter Cole? —preguntó él con una pícara
sonrisa en su rostro.

Detuve mi recorrido con la mano para mirarlo a los ojos.

—Sí —respondí sonriéndole de vuelta. Baxter asintió y me levantó colocándome sobre él—. ¡¿Qué
haces?!

—Sólo estoy cumpliendo mi rol de novio —respondió tirando mi blusa y rompiendo los botones.
Miré sorprendida mi ahora arruinada blusa. Baxter sin mucho miramiento me la quitó junto al
sostén dejándome desnuda de cintura para arriba—. Ahora voy disfrutar de ti.

153
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Las manos de Baxter recorrieron mi cuerpo desnudo, una mano bajó hacia mis piernas,
abriéndolas. Sentí un cosquilleo en mi centro. Miré hacia abajo y pude ver la cabeza de Baxter
entre mis piernas, sus manos sujetaban mis rodillas para que las mantuviera abiertas para él. El
cosquilleo que sentía era por su corta barba que rozaba suavemente por donde él tocaba, me
haciéndome estremecer. Sentí escalofríos recorrerme el cuerpo al sentir sus manos tocándome
por todos lados.

Eché la cabeza hacia atrás en la almohada sintiendo el placer llenar mi cuerpo. Gemí,
ganándome una carcajada de Baxter.

—¿Estás lista nena?

—Sí —resoplé como repuesta.

Estaba ansiosa de sentir a Baxter dentro de mí, hacía varias semanas que no teníamos sexo y no
aguantaba más las ganas. El deseo dentro de mí estaba desatándose. Sin lugar a dudas mis
hormonas estaban revolucionadas.

Tomó un condón de su pantalón tirado en el suelo, y lo abrió con los dientes. Ver eso me excitó
aún más. Se lo puso ante mis ojos, deleitándome con esa imagen de él.

Se acercó a mí de nuevo, recostándose encima. Sentí a Baxter adentrándose a mí poco a poco,


gemí en voz alta si poder reprimirlo. Baxter me penetró con delicadeza como si fuera a
romperme. Lo rodeé con las piernas las caderas y lo empujé, sintiéndolo entrar con fuerza
dentro de mí.

Jadeé.

—Mierda —balbuceó Bax. Se quedó unos minutos quieto, cuando estuvo recuperado lo insté a
moverse.

Empezó con empujes suaves, llenándome de un placer increíble. Los gemidos en la habitación
eran suaves, no quería que mi hermana me escuchara, y parecía que Bax tampoco quería ser
escuchado.

Acompasé sus movimientos con mis piernas alrededor de él. Eso sólo lo hacía más intenso. Llevé
mis manos a su espalda y clavé mis uñas en ella. Con cada empuje dentro de mí, raspaba su
espalda por el inmenso placer que sentía. Sus penetraciones empezaron a tomar velocidad con
forme pasaban los minutos, mi orgasmo estaba cerca, podía sentir como si un remolino de
emociones me abarcaba. Esto no era sólo sexo, era hacer el amor. Con mi novio.

Segundos después sentí como todo explotaba dentro de mí, me corrí con un grito amortiguado
por la mano de Baxter, él me siguió empujando un par de veces dentro de mí hasta gemir en mi
cuello. Cayó sobre mí sin hacerme daño besándome todo el rostro. Sonreí contra él.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Salió de mí y se levantó, se quitó el condón y lo envolvió. Tomó el bóxer que estaba en el piso y
se lo puso. Lo mire con el ceño fruncido irse de la habitación, segundos después escuché un
gritito, luego Baxter apareció cerrando la puerta detrás de él.

—¿Quién gritó? Esa no era mi hermana. Baxter sonrió.

—Era la mía. Parece que acaba de llegar, vino con Johann así que supongo habrá reunión
familiar.

—Rodó los ojos, divertido—. Pero yo me quedaré contigo, novia.

—Pues ven aquí, novio. Ah, y quítate eso —señalé el bóxer que se había puesto para salir a botar
el condón al tacho de basura del baño, supuse.

—Por supuesto que sí, novia —dijo quitándose el bóxer en tiempo record. Aprecié su desnudez
mientras caminaba lentamente hacia mí. Me tomó de las piernas y me jaló, para quedar frente a
frente. Yo echada sobre la cama y él parado frente a mí, al borde—. ¿Tal vez otra ronda?

—¿Por qué no? —respondí divertida.

***

Me desperté al sentir algo cosquilleando en mi abdomen. Parpadeé por la intensa luz que se
colaba por las ventanas de mi habitación. Sentí a Baxter antes de mirarlo. Tenía un mechón de
mi cabello en su mano con el que me hacía cosquillas en el abdomen. Mi cabello está largo, era
tiempo de un nuevo corte.

—Buenos días, novia —dijo él soltando mi cabello y tomándome de la cintura para ponerme
sobre él. Solté un gritito cuando sentí su erección presionar mi centro.

—Buenos días a ti —respondí mirándolo de lejos. Intentó depositar un beso en mi boca pero no
se lo permití, me alejé unos centímetros de él poniendo una mano en mi boca—. Aun no me lavo
los dientes.

Bax rodó los ojos. Aprovecho su distracción para soltarme de su agarre y correr lejos de él. Salí
de la habitación, con una camiseta puesta, y entré al baño del pasillo. Me lavé los dientes en
tiempo record y corrí de nuevo a mi habitación. Baxter me esperaba con los brazos cruzados
detrás de su cabeza y recostado en el respaldar de mi cama. Se veía tan relajado. Tomé mi
teléfono para ver la hora. Bien. Nos quedaba una hora para ir al trabajo.

Fui a mi armario y saqué una blusa limpia, la de ayer Baxter me la arruinó, debía coser los
botones de nuevo para poder usarla. Era una de mis favoritas.

—¿Qué haces, Maddie? —preguntó Bax detrás de mí.

—Me voy a vestir para ir a trabajar —respondí mirando algunas blusas. Elegí una de color blanco
y un sostén del mismo color para que no se trasluciera. Cogí una falda tubo gris y mis tacones y
me vestí en pocos minutos. Corrí a mi tocador bajo la atenta mirada de Baxter—. ¿Por qué te me
quedas viendo en vez de vestirte para ir a trabajar?

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Porque nena, eres preciosa —dijo Bax recorriéndome el cuerpo con la mirada. Cada vez que
Bax decía algo como eso, sentía mi corazón desbordarse de emoción. Sin duda estaba
enamorándome locamente de este hombre. Y estaba feliz de ello.

—¿No piensas ir a trabajar?

—Tal vez nos merezcamos unas vacaciones, ¿no crees?

Alcé una ceja, deteniendo mi búsqueda de maquillaje. Lo miré sin entender.

—¿Vacaciones de qué?

—Como una luna de miel, pero de novios. De nosotros, a solas.

Me acerqué a Bax mirándolo con expresión aturdida. Me senté en el borde de la cama y lo miré
atentamente.

—¿Por qué tendríamos vacaciones? Bax...

—Escucha, Maddie, hemos pasado por varias cosas este mes. No comenzamos de una buena
manera pero quiero arreglar eso, ahora que estamos juntos quiero compensar el tiempo perdido
y estar junto a ti. Sin ex novios, sin amigos alrededor y sin drama —enfatizó él, tomando mi
mano y entrelazándola con la suya—. Nos merecemos unas vacaciones, hace poco pasamos por
una situación muy delicada para mí y siento que es momento de darnos una escapada como
adolescente viviendo el momento y disfrutando de nosotros mismos. Así que, ¿qué me dices,
nena?

Me quedé muda sopesando su propuesta. Me encantaba la idea de sólo nosotros dos de


vacaciones y disfrutando el uno del otro pero había tantas cosas que nos impedía hacerlo.

—Pero... acaba de pasar un mes en el trabajo y no tengo mucho dinero ahorrado... Baxter negó.

—El dinero no es un impedimento. Puedo costearlo. Solo acepta, nena.

Mordí mi labio. No quería parecer una interesada ni nada por el estilo pero me gustaba la idea
de ir con él de vacaciones. Y si no iba a pagarlo yo, ¿quién era para rechazarlo?

—Está bien —acepté sonriendo. La emoción en los ojos de Bax no se pudo ocultar. Me abrazó con
fuerza, no sin antes besarme los labios con fuerza.

***

—Mierda, mierda, mierda —exclamó Tracy con emoción—. ¡Ustedes dos! —rio divertida—.

¡Diviértanse!

La gente alrededor del aeropuerto nos miraba atentamente por la escena que Tracy estaba
haciendo.

156
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Hacía sólo un día Baxter me había dicho para ir de vacaciones y hoy ya estábamos viajando. Él
no quería decir a dónde íbamos a ir, quería que fuera una sorpresa para mí. Lo que no sabía es
que iba a estar preguntando a la gente a mi lado a dónde iríamos.

Lo sé, no iba a poder aguantar tanto misterio.

Johann y Megan estaban abrazados y nos miraban con dulzura.

—Diviértanse, chicos —dijo Johann soltándose de Megan para poder abrazarnos. Ya todos sabían
que Baxter y yo estábamos de novios, oficialmente. Y estaban felices de aquello.

Luego del abrazo grupal con Johann, Megan se acercó abrazándome con una sonrisa divertida en
el rostro.

—¿Qué? —pregunté soltándome de su abrazo y mirándola con curiosidad. Esa sonrisa


comemierda de ella me ponía de los nervios, como si supiera algo que yo no.

—Nada, sólo me alegra que estés enamorada —susurró. Me quedé estática ante las palabras de
mi hermana.

—Yo n... —el fuerte abrazo de Tracy me interrumpió. Inhalé intentado respirar un poco, los
abrazos de Tracy eran fuertes, pero éste era aún más, abrazándome como si no me iba a ver
nunca más.

—Los voy a extrañar demasiado, chicos. Diviértanse mucho —me soltó un poco para mirarme a
los ojos—. Trata de no sacarte mucho de quicio por culpa de Baxter, debes entender que es un
poco especial, en el mal sentido. Llamaremos todos los días para escuchar...

—Ah no —intervino Bax colándose a mi lado. Me agarró de la mano mirando a su hermana—. No


estamos llevando celulares, sólo nuestros ordenadores por si acaso, pero nada de celulares.

Queremos concentrarnos sólo en nosotros. Tracy lo miró horrorizada.

—¿Y si ocurre algo? —preguntó llevándose las manos a la cadera y mirándonos alternadamente a
Bax y a mí—. ¿Qué hago si hay una emergencia?

Johann nos frunció el ceño.

—¿Por qué hacen semejante locura? —Secundó a su hermana—. Lleven sus celulares por si hay
alguna emergencia, no pido que estén todo el día con ellos pero por lo menos para que lo
revisen en la noche, o qué se yo.

Baxter negó.

—Lo siento, chicos, no creo que en una semana la editorial se vaya a pique. Si quieren
contactarnos, envíennos un correo.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Hice una mueca asintiendo. Era algo que había hablado luego de aceptar ir de vacaciones, algo
así como reglas para disfrutar de nosotros solos.

Luego de otro abrazo grupal entre todos, Baxter y yo caminamos en dirección a la sala de
embarque. Creí que esperaríamos sentados pero Bax me llevó hacia otro lado, entramos a una
cabina ancha, y ahí mi corazón empezó a latir rápidamente. Estábamos entrando ya al avión.
Sonreí emocionada. Al entrar Bax le tendió los boletos a la azafata, nos ayudó a buscar nuestros
asientos. Mis ojos se abrieron como platos al darme cuenta que este era primera clase.

Caminé hasta llegar a mi asiento, donde la azafata nos dejó acomodarnos. Miré a Baxter
consternada, no esperaba viajar en primera clase. ¡Dios mío! ¿Si quiera era posible estos lujos?

—¿Qué? —preguntó Baxter dejando su maleta de mano en su lugar. Estábamos un poco lejos, las
cabinas en primera clase eran para sólo una persona con toda clase de lujo. Me senté intentando
asimilar todo esto, dejé mi bolso en el suelo a mis pies.

—¿No crees que esto es demasiado? —miré alrededor indicando mi punto. Baxter no parecía
afectado, sonrió de lado sin entender mi actitud.

—No —negó. Sus ojos marrones brillaron de emoción—. Hace años que no voy de vacaciones y
las necesito realmente contigo a mi lado. Que no te importe el lujo, es sólo un extra de salir
conmigo.

Lo golpeé en el brazo.

—Oye, si no quieres que deslice esto, no me golpees —indicó Bax mientras una pequeña ventana
nos separaba, de un momento a otro bajó, dejándome verlo.

—¿Cómo rayos hiciste eso? —pregunté frunciendo el entrecejo.

Bax me indicó que al lado mío había un botón para que pudiera subir eso, lo presioné viendo
encantada cómo nos separaba. Las personas comenzaron a llegar, llenándose así la primera
clase. Bax a mi lado, tocó la ventana.

—¿Sí? —pregunté como si no lo conociera. Mi sonrisa indicaba que sólo bromeaba.

—Señorita, no vuelva a levantar eso, por favor. Sólo deseo ver su rostro y besarla, sin ningún
impedimento —señaló. Hice una mueca al sentir varios pares de ojos en nosotros. Me encogí de
hombros, Baxter sonrió maliciosamente acercándose a mí, me tomó de la nuca y depositó un
suave beso en mis labios, deleitándome con su sabor—. Presiento que será un buen viaje —
susurró.

Asentí de acuerdo. En todo el viaje, ninguno de los dos volvió a subir esa pequeña ventana.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Mierda. Estábamos en Hawái.

Abrí las puertas del balcón en nuestra lujosa habitación. Gracias Dios la suite estaba ocupada
porque si no Baxter la querría, y ya había gastado suficiente dinero en los pasajes en primera
clase.

El sonido de las olas del mar y el olor del agua salada me llenó los sentidos. Miré sorprendida la
maravillosa vista que teníamos. Salí al balcón y me apoyé en la varanda admirando a mi
alrededor. Era tan precioso, me lamenté no tener mi teléfono a mano para capturar este
hermoso panorama.

Sentí pasos y luego los brazos de alguien rodearon mi cuerpo. El aliento de Baxter chocó en mi
cuello, poniendo mi piel de gallina. Solté un suspiro entrecortado.

—¿Disfrutando la vista, nena? —preguntó en mi oído—. Porque estoy listo para disfrutar algo
contigo.

Me giré sobre mis pies mirando a Baxter con los ojos entrecerrados.

—Solo piensas en sexo —me crucé de brazos, ligeramente divertida pero manteniendo mi rostro
serio.

Baxter alzó las manos, soltándome.

—Me refería a disfrutar de playa contigo —indicó, con una sonrisa astuta en su rostro—. Pero si
deseas otro tipo de diversión podemos hacerlo, aquí y ahora.

Me alejé antes de que pudiera tocarme, no sabía qué pasaría si sucumbiera a sus encantos justo
ahora, era de día y estaba muy cansada gracias al viaje. Habíamos viajado casi más de cuatro
horas. Al llegar a hotel lo único que pude hacer fue llegar a la cama y dormir, sin importarme
ponerme el pijama o lavarme los dientes, estaba demasiado cansada como para hacer esas
cosas. Cuando desperté hoy por la mañana, quería seguir durmiendo pero Baxter no me dejó
volver a

dormir insistiéndome en ir a la playa. Juro que quise golpearlo tanto en ese momento por no
dejarme dormir, pero viendo el balcón y las vistas... no dudé ni un segundo en ir.

Entré a la habitación con Baxter pisándome los talones. Las maletas estaban abiertas luego de
haber estado buscando mis bikinis. Tomé el que estaba encima de la cama junto a mi ropa y
entré al baño, cerrando la puerta con pestillo. Sip, iba a hacer mis necesidades primero.

159
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Luego de lavarme las manos y tener puesta mi bikini debajo de la ropa que tenía, abrí la puerta
del baño. Baxter estaba en la cama tamaño King, con los ojos cerrados. Avancé despacio hacia él,
me impulsé sobre mis pies y salté, aterrizando en sobre él, en un golpe seco. Mi pecho estaba
sobre el suyo, mi cuerpo presionaba con el de Baxter en los lugares correctos. Sonrió divertido,
sin una mueca de dolor en su rostro.

—Lo vas a pagar, Maddie.

Quince minutos después cruzábamos la salida del hotel en dirección a la playa. Estaba en el
hombro de Baxter, cargada como un saco de patatas sin hacer nada. Todo el camino hasta el
vestíbulo lo pateé, golpeé y grité, pero ni una de esas cosas lo persuadió de bajarme, sino que
sufrí la humillación frente a muchas personas que nos veían al pasar, así que cerré la boca.

Sentí que la sangre se acumulaba en mi cabeza, grité una vez más pero Bax me tiró un suave
golpe en el trasero callándome de inmediato. De un momento a otro me bajó de golpe,
sosteniéndome por la cintura.

Al instante me volteé hacia él para darle unos buenos golpes pero la vista del mar tras él me
dejó estática. El sol reflejaba sus rayos solares sobre nosotros, miré el mar turquesa haciendo
contraste con el cielo azul, sintiéndome extrañamente feliz de todo esto. La arena era casi
blanca, miré mis sandalias y me las quité rápidamente, queriendo sentir la fina arena de este
mágico lugar. Caminé sobre ella dejando a Baxter detrás y siguiendo por la playa, no estaba
abarrotado de gente pero sí había varias personas echadas en hamacas o sobre sus toallas sobre
la arena. Me quité el short junto a mi polo y los dejé ahí, caminé como embobada hasta tocar el
mar acristalado. Sonreí al sentir la calidez del agua.

Una mano me tomó de la cintura deteniéndome. Volteé a ver a Baxter, sin camiseta y pegado a
mi cuerpo. Sus ojos bajaron por toda mi anatomía.

—Dios, no debí haberte dejado quitar la ropa allí —dijo señalando detrás de él—. Pero fue un
gran espectáculo.

Sonreí.

—Este lugar es increíble —musité mirando alrededor e ignorando lo que acababa de decir—.
Gracias.

Baxter encontró mi mirada.

—Es increíble porque estamos juntos aquí. Me empiné para estar a su altura.

—Es perfecto —susurré antes de pegar mis labios a los suyos. Disfruté de ese beso como nunca lo
había hecho. Puse mis brazos alrededor de su cuello, Bax llevó sus manos a mis muslos,
levantándolos y haciendo que le rodeara la cadera con mis piernas. Me apreté contra él, aun con
sus labios sobre los míos. Era perfecto porque estábamos juntos, aquí y ahora. No importaba
todo lo que habíamos hecho para llegar a estar juntos, por fin lo estábamos. Sin impedimentos
ni inseguridades, y esperaba a que así fuera por más tiempo.

Pero el destino siempre tiene que intervenir en el mejor momento.

160
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

***

Rompí el silencio en carcajadas suaves. Baxter me miró divertido pero con una gran sonrisa en
el rostro.

—¿Qué, no me crees? —preguntó con los ojos brillando de risa contenida—. Lo juro, eso hizo
Johann en la oficina. Frente a todos.

Abrí los ojos.

—Dios mío —llevé una mano a mi pecho, tratando de controlar la risa. Se me escaparon algunas
lágrimas a causa de las carcajadas. La gente a mi alrededor conversaba mientras yo trataba de
no estallar en sonoras carcajadas.

Llevé la copa de vino a mis labios y tomé un sorbo. Cualquier cosa para no pensar en ello, pero
mientras más lo hacía, más ganas de reírme me daban.

—Yo me reí durante días por eso. Johann aún odia que se lo repitan, así que no lo hagas —
advirtió Bax con el rostro relajado, sin seriedad. Por lo que asentí sin saber si eso era broma o
no—.

¿Quieres bailar? Sonreí.

—Estoy media borracha, no creo que pueda balancearme en la pista de baile con delicadeza. Bax
sonrió embobado.

—Lo que sea que hagas será bueno. Ven, yo te guiaré.

Tomé su mano extendida ayudándome a levantarme. Mi vestido era largo, de verano y con una
abertura en la pierna, por lo que rogaba no enredarme y caerme en frente de toda esta gente.
Estábamos en el restaurante lujoso del hotel cenando en un cita, bueno, ya habíamos terminado
la cena y Baxter había ordenado dos botellas de vino por lo que yo estaba algo mareada y con
ganas de reírme por todo.

Caminé detrás de Baxter hacia el frente. Muchas parejas ya estaban en la pista de baile, la
banda de música tocaba una canción lenta por lo que Bax me tomó por la cintura y por instinto
llevé mis manos a su cuello. Él bajó su rostro dejándolo a centímetros de mi oído.

—Hueles tan bien —susurró.

Me reí sin poder controlarme. Bax alzó las cejas.

—Lo siento —hablé con voz ronca—. El vino se me subió a la cabeza.

—Entonces aprovechemos.

161
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Bajó su mano hasta mis caderas y me pegó más a él. Nos balanceamos al ritmo de la suave
música. El chico del escenario cantaba el cover de una canción de Robbie Williams titulada
“Angels”. Sonreí al escuchar la letra, Bax y yo nos movíamos al ritmo de la canción. Él
guiándome mientras yo me balanceaba junto a él. Mi pecho se encogió cuando Baxter empezó a
cantarla en mi oído.

»And through it all she offers me protection

(Y pasando por todo ello, ella me ofrece protección)

»A lot of love and affection (Un montón de amor y afecto)

»Whether I'm right or wrong

(Da igual que tenga razón o esté equivocado)

Y así mi corazón me avisa que no hay vuelta atrás. Estoy perdidamente enamorada de este
hombre. Lo amo, y esta vez no huiré de mis sentimientos.

Luego de que la música termine, Baxter y yo decidimos ir a nuestra habitación. Me lleva cargada
por el lugar sin importarle las miradas sorprendidas de las personas, llevó mis manos a su
cuello y me recuesto en su pecho, sintiendo los leves latidos de su corazón a través de su suave
camisa. Al pasar por la recepción del hotel un hombre nos detiene.

—¿Señor Cole, señorita Hall? —pregunta mirándonos. Baxter frunce el entrecejo.

—Sí, somos nosotros —respondió, sin soltarme.

—Tenemos una llamada en espera para la señorita Hall —dijo hombre haciendo una mueca—. Me
temo que ha sido muy específica y desea hablar con usted de inmediato —Me miró apenado.

—¿Quién? —pregunté, sintiendo mi lengua algo pesada por la cantidad de alcohol en mi cuerpo.

—Megan Hall —respondió el hombre. Miré a Baxter en seguida, él se encogió de hombros.

—Bueno, ¿qué espera? —pregunté torpemente. El hombre asintió y nos llevó a por un pasillo
detrás de la recepción. Abrió la primera puerta y entró, Bax miró inseguro el lugar antes de
entrar. El hombre señaló un teléfono y yo corrí hacia él como pude, con los tacones
impidiéndome la agilidad en mis pasos.

—¿Aló? —pregunté ansiosa. Si Megan me llamaba a la recepción del hotel por el cual nos
estábamos hospedando Baxter y yo, es que realmente había una emergencia en casa—. ¿Megan?

Escuché sollozos al otro lado de la línea. Mi corazón empezó a acelerarse.

—Maddie... soy Meg, Mery, mamá ha llamado... y papá, él... Oh Dios mío... Mis ojos empezaron a
aguarse al escuchar la voz roto de mi hermana.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Qué pasa Megan? No te entiendo.

Escuché ruido al otro lado hasta que alguien habló.

—Maddie, soy Tracy. Mary, su mamá, ha llamado para avisarles que su padre acaba de fallecer.

Sentí como mi corazón se partía. Las lágrimas ya caían por mis mejillas. Intenté sentarme pero
no había silla por lo que caí al piso. Baxter corrió a hacia mí preguntando que me pasaba pero
yo no podía hablar. Mi mente repetía esas palabras de nuevo. Mi padre acaba de fallecer. Mi
padre acaba de fallecer. Rompí a llorar en sollozos fuertes y abrazándome el cuerpo.

163
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Con el corazón latiendo desbocado y las palmas de mis manos sudorosas, me aferré a Megan
mientras juntas caminábamos hacia la casa de nuestros padres. Había llegado hacía un par de
horas del viaje y sólo quería llegar e imaginarme que papá aún vivía, pero al ver a Megan mi
ilusión se desvaneció. Esto era real. Papá había fallecido y no habíamos hablado con él en
semanas.

La casa de nuestros padres estaba a rebosar de gente, muchas personas del vecindario estaban
ahí, reconocí a varios que se acercaron para darnos el pésame. Cada vez que escuchaba esa
misma oración saliendo de sus labios hacía que me diera ganas de romper a llorar. Megan
estaba cerca de ello, era más pegada a papá que a mamá. Siempre lo fue, incluso antes de su
pelea con mamá, eso solo intensificó su relación con papá. Yo era pegada a mamá, pero desde
que trató a Megan como si fuera nada y no como su hija, decidí que no quería tener nada que
ver con ella.

Baxter, Johann y Tracy nos seguían desde atrás. La puerta de la casa de nuestra infancia estaba
abierta de par en par. Vacilé antes de entrar. Esta casa estaba llena de recuerdos de papá y
nosotras juntos y felices, ver el interior sería recordar todo eso. No aguantaba más esta agonía.

—Nena, si deseas podemos quedarnos aquí. Llamaré a tu mamá... —dijo Bax en mi oído. No me
había dado cuenta que sea había movido para estar junto a mí.

—No —respondí cortándole—. Debo hacerlo.

Tomadas de la mano, Meg y yo entramos a la casa, con nuestros amigos detrás. Inhalé sintiendo
el aroma de papá impregnado en cada lugar. Él olía a la colonia que mamá le regalaba siempre,
y a Whiskey. Megan apretó mi mano.

Divisé a Mary en la sala, sentada en los sillones rodeada de sus amigas del vecindario. Mi
hermana se quedó parada en el lugar, y yo me quedé junto a ella sin saber qué hacer. No éramos
muy fans de nuestra madre, y no sabíamos cómo iba a reaccionar ahora que papá no estaba y
Megan había venido. Esperaba que no armara alboroto. No creía que lo haría, todos los amigos
de ella y de papá estaban aquí.

—Mi niña —dijo ella mirándome. Se levantó de un salto y corrió a mí. Su cabello estaba sujeto en
lo alto de su cabeza en un moño. Su rostro carente de maquillaje mostraba unas grandes ojeras,
su ropa negra la hacía ver más delgada. Sonrió con tristeza antes de abrazarme fuerte—. Oh,
gracias a Dios viniste rápido.

Hice una mueca sin saber qué hacer. Hacía meses que no hablaba con ella.

—Mamá —habló Megan a mi lado con voz ronca. Me soltó la mano y se acercó a ella, con un
brillo de tristeza en su rostro.

Mary alrededor mío se tensó. Me soltó despacio para voltearse a Megan.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—No sé qué haces aquí —dijo Mary alto y claro, con voz fría, sin importarle que muchas
personas nos escuchan y miraban atentamente—. Te dije que nunca regresaras.

Abrí los ojos impactada con la rudeza en su tono. Rápidamente me alejé de ella y la miré con el
ceño fruncido.

—¿Qué rayos te pasa? Es tu hija, al igual que yo, por Dios, mamá.

Los ojos de Megan se volvieron aguados. Una mano se posó sobre su hombro. Johann estaba tras
ella.

—Señora Hall, con el debido respeto, Megan es si hija, al igual que Maddie. Trátela con respeto
como se merece.

Mary lo miró sorprendida, pero al darse cuenta de la relación entre ellos, más amor que
amistad, se cruzó de brazos.

—Mi única hija es Madison —señaló hacia mí—, y Megan es una extraña. Yo no tengo hijas
lesbianas, o la mierda que sea esta.

No aguanté más. Las lágrimas se acumularon en mis ojos por la rabia e impotencia contenidas.

—¡Basta ya! —exploté, con las lágrimas cayendo por mi rostro—. Deja hablar de Megan así, ella
es tu hija, por Dios. ¿Qué habría hecho papá si te escuchar hablar así de su bebé, eh? ¿Sabes
algo?

Me avergüenza ser tu hija. Ojalá hubieras muerto tú en vez de papá.

Me di la vuelta sin importarme la mirada en el rostro de mi madre. Tal vez había sido muy
fuerte lo que había dicho, y peor en frente de todos, pero no podía soportar cómo trataba a
Megan. No se merecía el desprecio de una madre con prejuicios.

Caminé con la cabeza en alto de regreso al patio exterior. La gente me quedó mirando pero sin
darle importancia me abrí paso entre ellos, con mis amigos siguiéndome. Volteé para ver a
Johann de la mano con Megan y caminando hacia nosotros. Baxter y Tracy estaban a cada lado
mío.

—Bueno... —habló Tracy rompiendo el tenso silencio que se había formado.

—Meg —llamé su atención. Johann la abrazaba con fuerza. Estaba agradecida con ello, ahora
mismo lo que Megan necesitaba era alguien fuerte junto a ella para consolarla, y yo solo tenía
cabeza para pensar en mi padre y en la mierda que era mi madre—. ¿Quieres irte, verdad?

Megan asintió sin decir nada. Las lágrimas en su rostro ya me decían lo suficiente. Estaba
herida, rota, y quería irse lo más lejos de aquí.

Hice una seña a Bax, quien asintió y corrió al carro para abrir las puertas. Antes de dar un paso
más, un chico muy conocido para mí bajó de su auto estacionado junto a la acera y caminó hacia
mí. Era Devan, mi ex.
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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Sus ojos me miraron con tristeza. El conocía a mi padre desde hacía varios años. Al estar a
centímetros de mí me abrazó, con fuerza. Me quedé estática en mi lugar sin devolverle el
abrazo. Sentía que estaba haciendo algo incorrecto, mi corazón ya no le pertenecía. Ahora me
daba cuenta que nunca lo hizo. Jamás había sentido lo que ahora siento por Baxter. Y abrazar a
mi ex novio me producía nervios y cero emoción. Me alejé un poco de él. El rostro de Devan
mostraba confusión.

—Eh, Maddie —dijo mirando detrás de mí—. Siento mucho lo de tu papá. Sus palabras debían
producir cierto agradecimiento en mí pero no sentí nada.

—Gracias —respondí asintiendo—. Mary está adentro.

Devan asintió con cierta tristeza en su rostro. Me alejé de él sin mirar atrás y caminé hacia la
camioneta de Bax, todos ya se encontraban en sus lugares mirándome. Subí al asiento del
copiloto y cerré la puerta detrás de mí.

Ya no sentía nada cuando veía a Devan. Nada.

Baxter me lanzó una mirada cuando me ponía el cinturón de seguridad pero no le hice caso. Si
estaba celoso, no le había dado motivos. Lo amaba, y por eso estaba con él. Bax encendió el auto
y partimos de ahí. El camino a casa es silencio, nadie se atrevió a hablar ni mucho menos a
poner música. Veinte minutos después Baxter estacionó frente a mi edificio. Le di una sonrisa
de lado y me acerqué a él, mientras Megan bajaba junto a Johann.

—Gracias Bax —dije besando su mejilla—. Por todo.

Abro la puerta antes de que tenga oportunidad de responderme. Una mano se enrosca alrededor
de mi muñeca son suavidad.

—No tan rápido, nena. No te separarás de mí —se inclina sobre mí para cerrar la puerta. Su
colonia me invade, dejándome quieta en el asiento—. Quiero que vengas conmigo, no es bueno
que estés sola, además, quiero cuidar de ti. Por favor.

Sus ojos marrones me derriten. Asiento, aceptando lo que dijo. No tengo fuerzas para nada, y
sinceramente sólo quiero dormir y olvidarme de todo. Alguien toca la ventanilla de mi lado, me
sobresalto asustada. Bax baja la luna con el botón que hay a su lado izquierdo. Johann nos mira
desde afuera.

—Me quedaré con Megan. Ella me necesita —declaró haciendo una mueca—. Nos vemos luego.

Asentí, se despidió de nosotros y caminó hacia Megan. Levanté mi mano para despedirme de
ella, no era la mejor forma pero quería que ella pasara su tiempo con Johann, ese chico
realmente la amaba.

—Chicos, para que tengan más privacidad, iré donde un amigo —Tracy habló, rompiendo el
silencio.

Negué.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Puedes quedarte donde Bax, Tracy. No te preocupes por mí.

—No, Mads. Necesitas eso. —Hizo una pausa—. Bax, llévame por favor.

Baxter apretó las manos sobre el volante pero le hizo caso, encendió el auto y arrancó. Cuando
llegamos a una serie de casas alineadas y pintorescas, sonrío, recordando mi hogar antes de que
todo se fuera a la mierda. Extrañaría tanto a mi padre ahora, aún no podía asimilarlo.

Sentía que estaba entumecida, mi mente no lo quería asimilar aún.

Al llegar al departamento, mecánicamente me dirigí al baño para lavarme el rostro, sentía las
lágrimas secas en mis mejillas por lo que tomé un trozo de papel higiénico y procedí a
limpiarme para luego lavarme el rostro. Al salir del baño, vi que Bax estaba en la cocina, sin
decir nada me dirigí a su habitación. Rebusqué en sus cajones buscando una camiseta, cogí la
primera que vi y me la puse. Oler el aroma de Bax y el detergente que usaba en su camiseta, me
hizo sentir mucho

mejor. Me eché en su cama, recordando los momentos que vivimos como familia: Megan, mamá,
papá y yo.

La puerta de la habitación sonó en un chirrido bajo, volteé la cabeza encontrándome con los ojos
tristes de Bax.

—Eh, nena —dijo sentándose en el borde de la cama a mi lado. Se inclinó hacia mí rosando su
nariz con la mía—. Creí que habías desaparecido.

Negué con la cabeza mas no dije nada.

—¿Quieres algo? —preguntó pasando una mano por mi cabeza. Me acurré contra él necesitando
su contacto.

—A ti.

Baxter sonrió satisfecho.

—Ya me tienes, Maddie. Soy tuyo.

167
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Había pasado sólo dos días y el dolor en mi pecho aún no cesaba. Quería creer que este dolor se
iría pero al recordar a mi padre, las lágrimas se acumulaban en mis ojos. No aguantaba estar un
segundo más en el departamento. Al día siguiente de quedarme en el de Baxter, volví al mío, mi
hermana también me necesitaba y quería estar con ella. En el trabajo, Baxter y Johann nos
habían dado el tiempo que queramos para quedarnos en casa, pero al segundo día ya quería
arrancarme el cabello de la cabeza.

No podía estar un segundo más encerrada aquí, necesitaba despejar mi mente y para eso decidí
ir a trabajar.

Al día siguiente desperté temprano para llegar a tiempo y me alisté. Dejé una nota escrita a mi
hermana avisándole que iría a trabajar y cogí las llaves del auto. Cuando llegué al
estacionamiento, me monté en el auto y conduje. El camino a la editorial fue en quince minutos,
dejé el auto en el estacionamiento y subí por el ascensor.

Nadie sabía que regresaba, ni siquiera le había avisado a Baxter.

Impacientemente esperé a que el ascensor llegara al piso que le correspondía a la editorial


Coleman. Nunca había ido a los demás pisos y me moría de curiosidad por conocer. Las puertas
del ascensor se abrieron y el famoso sonido anunció mi llegada. Varios pares de ojos me
miraron fijamente, caminé con la cabeza en alto hacia mi lugar. No veía a mis amigos ni mucho
menos a

Baxter por ahí, por lo que dejé mis cosas en mi cubículo y me dirigí a la cafetería. Necesitaba un
buen café para relajarme. Lo sé, era raro pero el café me calmaba.

Al caminar hacia la cafetería, varias personas de la editorial me quedaron mirando, fruncí el


ceño.

¿Acaso se habían enterado de lo de mi padre? Lo dudaba, los cuchicheos a mí alrededor los


delataban. Era algo más. Varias mujeres me miraban con ojos acusadores. Intenté ignorar todo
eso.

Dentro de la cafetería me dirigí a la máquina de café. Cogí una taza de la encimera y me serví
café y leche, eché cuatro cucharadas de azúcar y lo moví con la cuchara de plástico. Con la taza
caliente en la mano caminé hacia mi cubículo, en el camino, al salir de la cafetería choqué con
alguien derramando café caliente en mi blusa. Reprimí un grito al sentir el líquido caliente en
mi piel, bajé la mirada y vi una mancha en mi blusa, trasluciendo mi sostén negro. Solté un
suspiro, exasperada.

Unas risitas me hicieron levantar la mirada rápidamente, quien había chocado conmigo ya no
estaba, sólo podía ver varias chicas cerca de mí riendo tontamente. Me rasqué la cabeza con el
dedo medio frente a esas esas mujeres mientras me alejaba de ahí. Fui al baño y vi que estaba
vació. Cogí papel higiénico pero no funcionó, solo hizo que la mancha mojada se extendiera.
Esto de venir a trabajar iba de mal en peor. Pero decidí no desanimarme por ello.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Lamentablemente no llevaba una chaqueta ni nada, por lo que tenía que andar por la editorial
con una parte de mi sostén visible. Si ahora las personas me miraban de esa manera no
imaginaba como lo harían cuando saliera con esta pinta. Me alejé del baño y fui a mi lugar. Me
senté y abrí mi ordenador. Varios mensajes de correo aparecieron en la pantalla, no abrí
ninguno al ver que todos eran spam.

Un segundo estaba desplazando mi dedo por el mouse y al siguiente tenía a dos personas
abrazadas a mí. Me quedé quieta recibiendo esos abrazos. Miré sus cabezas y me di cuenta que
eran Susie y Trevor.

—Lo sentimos, nena —dijo Susie en mi oído izquierdo—. Nos enteramos ayer pero queríamos
decírtelo en persona.

Trevor asintió en mi hombro derecho.

—Lo que dijo Susie. Lo sentimos mucho, Maddie.

Sonreí de lado aunque ellos no podían verme. Los había extrañado, ellos no sabían nada sobre
mi viaje de vacaciones con Baxter porque me fui de improvisto.

Se alejaron de mí con una mueca en sus rostros.

—Creí que no vendrías en dos semanas más —comentó Susie.

—Decidimos ir hoy a su casa luego del trabajo, queremos pasar tiempo con ustedes. ¿Cómo
estás, como está Meg? —preguntó Trevor, preocupado.

—Ella se quedó en casa, prefiere quedarse allí. Yo sí necesitaba urgentemente una distracción,
no podía quedarme en casa viendo la pared todo el día, eso no es vida para mí.

Ellos asintieron de acuerdo conmigo.

—¿Dónde está Baxter, Johann y Tracy? —pregunté mirando alrededor. No estaban por ninguna
parte y las puertas de sus oficinas permanecían cerradas.

—Están en una reunión —respondió Susie.

—Oh —asentí, pensativa.

—¿Qué le pasó a tu blusa? —señaló Trevor tratando de no mirar mi pecho.

—Ah eso. Choqué con alguien en la cafetería y derramé café sobre mí —señalé la taza vacía de
café sobre mi escritorio—. Eso me tiene que pasar a mí —Rodé los ojos.

Susie rió.

—Te prestaría algo si hubiera traído.

169
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Gracias Susie, en un momento se secará —me encogí de hombros—. No te preocupes.

Mis amigos se fueron a sus puestos luego de eso, prometiéndome que irían al departamento
para visitarnos a Megan y a mí luego del trabajo.

Decidí seguir con mi trabajo, había acumulado varios manuscritos y necesitaba revisarlos
cuanto antes, odiaba acumular trabajo y hacerlo a última hora. Estos los había dejado desde la
semana pasada y ahora tenía mucho trabajo por hacer.

Miré la pantalla de mi ordenador pero mi instinto me hizo voltear la mirada a un lado, como si
fuera un campo magnético que me estuviera atrayendo. Con disimulo volteé la cabeza y por el
rabillo de mi ojo vi a Baxter saliendo de la oficina de Heidi junto a Johann y Tracy. Mi corazón
latió emocionado, ver a Baxter con camisa y pantalones de vestir era siempre una delicia.

Centré mi mirada en él, su mirada estaba hacia el frente pero pareció sentir una mirada
específica sobre él porque volteó la cabeza haciendo que nuestros ojos chocaran. Su rostro
estaba sorprendido al principio pero luego pasó a estar feliz. Caminó hacia mí a pasos rápidos y
decididos. Me quedé en mi lugar esperando a que llegara, sin previo aviso rodeó mi cuerpo
abrazándome con fuerza. Cerré los ojos, sintiendo una inmensa paz al estar rodeada por él.

Baxter era mi ancla y mi paz, cuando estaba con él sentía que todo era correcto. Parecía una
adolescente enamorada porque las malditas mariposas en mi estómago eran cada vez más en mi
estómago.

—Te extrañé —dijo contra mi cuello. Su respiración haciéndome cosquillas—. Te dije que
descansaras, Madison. ¿Por qué estás aquí?

Me alejé un poco para poder mirarlo a la cara. Sus ojos marrones brillaron.

—Trabajar mantiene mi mente ocupada y es justo lo que necesito, eso y ver al guapísimo de mi
novio.

Baxter sonrió engreídamente.

—No le subas el ego, Mads —la voz de Tracy interrumpiéndonos. Levanté mi cabeza para verla al
lado de Johann. Nos miraban entretenidos.

Les sonreí a modo de saludo.

—Eso es imposible, Tracy —respondí—. Él ya lo tiene lo suficientemente elevado.

Todos rieron menos Baxter. Me fulminó con la mirada pero aun así me tomó de la mano y
depositó un beso sobre ella. Lo miré enternecida.

—Aw, los tortolitos —bromeó Johann con voz aguda. Baxter entrecerró los ojos en su dirección.

—Yo no te digo nada cuando estás con Megan. Johann levantó las manos.

170
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Pero lo piensas.

Luego de eso, se formó un silencio entre nosotros permitiendo escuchar los murmullos a mí
alrededor elevarse de tono. Volteé la cabeza sintiendo las miradas sobre mí. Muchas personas
tenían sus ojos puestos sobre Baxter y yo, él no se daba cuanta –o los ignoraba– pero sentía
claramente los ojos de todos en la editorial sobre nosotros. El silencio espeso era demasiado
para mí. Bajé la mirada y solté la mano de Baxter sonriéndole.

—Debo trabajar. Tengo muchos manuscritos acumulados —señalé la pantalla de mi ordenador


mostrándole los correos llenos de manuscritos que aún me faltaban revisar.

Baxter besó la cima de mi cabeza.

—Bien. Nos vemos en la hora de refrigerio, nena —se despidió con una sonrisa ladeada hacia mí.
Tracy se acercó para abrazarme y Johann despeinó mi cabello.

Solté un suspiro.

No sabía si era mi paranoia pero sentía que la gente me estaba juzgando. Intenté no hacer caso
a la sensación que sentía. Mi cuello descubierto quemaba por las miradas que recibía. Mis orejas
estaban rojas. Eso me hizo recordar a papá, cada vez que le decía aquello, él me contaba que era
porque la gente alrededor hablaba mal de mí. Bastó ese pensamiento sobre mi papá para
empezar a llorar. Mis ojos empezaron a derramar lágrimas pensando en mi padre. El dolor de
perderlo era

demasiado para soportar. Me limpié las lágrimas con el dorso de mi mano pero estas seguían
cayendo.

Me levanté y caminé a paso apresurado hacia el baño. Dentro tomé papel higiénico y me limpié.
Entré a un cubículo y cerré la puerta apoyándome en ella. Las lágrimas siguieron cayendo
mientras el dolor en mi pecho crecía. Me dolía haberme ido y no estar con mi padre todo este
tiempo. Era algo que nunca me perdonaría. Todo había sido tan repentino, la última vez que
habíamos hablado con él fue una semana antes de conocer a Baxter. Lo recordaba claramente.

Mi padre fue un hombre bueno y encantador. Nos amaba demasiado y siempre nos apoyó en
todo. Defendió a Megan de mamá pero lamentablemente no pudo evitar que la botara de casa.
Megan y él eran muy pegados, así como yo con mamá. Mi hermana era la que más sufría por
haber compartido con él su verdadera identidad sin juzgar.

Escuché que la puerta del baño se abrió. Varios pares de zapatos sonaron contra el piso. Calculé
que habían entrado tres chicas. Llevé una mano a mi boca calmando los sollozos. Sus voces se
alzaron.

—Yo tampoco entiendo cómo pasó eso. Baxter ha caído muy bajo al meterse con esa editora—
dijo una chica, sonando déspota.

—Creí que se metería con alguien mejor —dijo otra chica respondiendo a su amiga.

—¿La han visto? —preguntó una tercera—. No sé qué vio Baxter en ella.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Obviamente solo la está usando —respondió la segunda chica.

Me quedé quieta escuchando cómo me atacaban. Porque claramente hablaban de mí. Apreté mis
puños, estaba realmente enfadada. Era obvio que hablaban de mí todo el día había escuchado
estúpidos murmullos y recibido fulminantes miradas.

—¿Será verdad todo eso?

—Por supuesto, Kelly. Todos hablan de eso. Qué puta.

Entrecerré mis ojos escuchando ese degradante insulto hacia mí. Me sequé las lágrimas de mi
mejilla y agarré el seguro de la puerta para abrirlo, pero las siguientes palabras me dejaron
paralizada.

—Qué perra fue al meterse en la relación de Baxter con Heidi.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Solté el aliento que estaba conteniendo. Las tres chicas salieron del baño dejándome sola de
nuevo. Esta vez abrí la puerta del baño con fuerza haciendo que se estrelle contra la pared.
Caminé hacia el lavamanos y me limpié la cara quitando restos de maquillaje. Sin prisa, me
sequé el rostro y caminé afuera. No me dirigí a mi lugar. No. Fui hacia la oficina de Baxter, en el
camino Tracy me detuvo.

—Bax no está en su oficina, nena, tuvo una reunión de último minuto. Hice una mueca.

—Entonces hablaré con Johann —respondí sin mirarla y caminé hacia la oficina de él. Sin tocar,
abrí la puerta. Johann se encontraba recostado contra su escritorio y hablando por teléfono,
levantó la mirada sorprendido, pero al ver que era yo sonrió y se despidió de quien quiera que
estuviera al otro lado de la línea.

—Eh, cuñadita —dijo sonriendo. Lo miré sin diversión, no estaba de humor para nada.

—Tenemos que hablar. Johann levantó las cejas.

—Ah caray, esas son las palabras que todo hombre teme —se cruzó de brazos. Su rostro
adoptando una expresión seria al notar mi rostro carente de una sonrisa—. ¿Qué pasó, Maddie?

—Quiero renunciar.

Johann abrió mucho los ojos, sorprendido.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, Johann. Ya no quiero trabajar más para esta empresa. No me
malinterpretes, les agradezco bastante por todo pero no deseo trabajar más aquí.

El hermano de Baxter me miraba sin poder creerlo.

—¿No es una especie de broma, no?

—¿Crees que bromeo? —pregunté señalándome.

—Bueno... —habló desconcertado—, tendría que hablar con Heidi, ella es la encargada de todo
esto. ¿Quieres que la llame?

Entrecerré mis ojos al escuchar ese nombre.

—Para nada, te lo estoy diciendo a ti que eres uno de los jefes. Deseo renunciar y punto. No me
importa si me pagan mi sueldo o no —Caminé hacia la puerta y la abrí, pero antes de salir me
detuve y volteé para enfrentar a Johann—. Gracias por todo, Johann.

173
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Salí de ahí y cerré la puerta. Pasé a Tracy quien continuaba en su escritorio tipiando en la
computadora. Sin decirle nada me dirigí a mi cubículo y tomé mis cosas. La gente seguía
mirándome con atención. Lamentablemente Trevor no se encontraba en su lugar por lo que me
alejé de ahí sin decirle nada a nadie y subí en el ascensor.

Había renunciado no solo por lo que había pasado hoy acerca de los rumores y las miradas
prejuiciosas, sino que sentía que mi cabeza iba a explotar. En este último mes había pasado más
cosas que cuando había estado sola. Y la muerte de mi padre junto a los estúpidos rumores en el
trabajo había derramado la última gota del vaso. Justamente venía a trabajar porque amaba
hacerlo y era mi lugar seguro porque estaba junto a Baxter y gente que me quería, además era
una distracción para mí de todo lo que había pasado, pero ya no más, ahora sólo era un lugar
donde sería recordada como la rompedora de la relación entre Baxter y Heidi. Y no quería
trabajar en un ambiente como ese.

Había tocado fondo con la acumulación de cosas que me habían pasado empezando con mi
aborto involuntario y terminando con los estúpidos rumores del trabajo.

Lo mejor de tocar fondo es que ya no puedes caer más, a partir de entonces solo queda subir.

Salí del estacionamiento manejando mi auto. Al llegar a casa Megan seguía en su habitación y la
nota que le había dejado seguía en el mismo lugar. Toqué su puerta y esperé. Se escucharon
unos pasos y segundos después la puerta se abrió. Mi hermana apareció con el rostro
demacrado, las ojeras en su rostro eran muy pronunciadas y sus ojos estaban rojos de tanto
llorar.

La abracé sin decir nada, compartíamos el mismo dolor, no necesitábamos palabras, sólo la una
a la otra. Sentí mi hombro mojarse, por la forma en cómo la espalda de Megan se movía, sabía
que estaba sollozando acurrucada a mí. Mi corazón se apretó al ver a mi hermanita de esa
forma. No podía consolarla porque yo también estaba dolida y no sabía qué decir, por lo que la
sostuve y dejé que llorara sobre mí.

***

Entré por las puertas del vestíbulo y caminé hacia el ascensor. La mujer que la última vez que
vine aquí ya no estaba, en su lugar un chico amable se acercó a mí y presionó el botón para
llamar al ascensor. Le sonreí en agradecimiento mientras entraba. Esperé pacientemente hasta
llegar al último piso.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron miré alrededor atentamente. Baxter parecía no
haber llegado aún a su departamento. Todo el lugar estaba impecable, Tracy era la única en
mantener este lugar ordenado.

Fui a la habitación de Bax y dejé ahí mi bolso. Esperaba que no se demorara en venir,
necesitábamos hablar acerca de hoy en la oficina y de lo que había escuchado. Sabía que era
mentira, Baxter y Heidi nunca tuvieron una relación, pero ese rumor lo había creado alguien y
apostaba que era Heidi.

Mi teléfono lo había dejado en casa, no quería lidiar con Bax por teléfono, sino cara a cara. Esto
era algo para hablarlo en persona. Me recosté en su cama, que olía como él, y esperé. La hora de
su salida ya había pasado, y al estar su casa cerca al trabajo sabía que no se demoraría en venir.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Diez minutos después la puerta se abrió. Sonreí emocionada. Parecía una esposa esperando a
que su esposo llegara a casa luego de un largo día de trabajo.

Fruncí el ceño al notar que las pisadas parecían de alguien que usaba tacones y no zapatos. Me
levanté de la cama y fui a ver. Mis ojos casi se salen de sus órbitas al ver a la ex novia de Bax;
Sarah, en la sala como si fuera su casa. Carraspeé llamando su atención. Ella volteó a mirarme,
cuando vi que era yo, me miró furiosa.

—¿Qué diablos haces aquí? —preguntó cruzada de brazos. Sus tacones la hacían mucho más alta,
por lo que tenía que levantar mi cabeza para mirarla a los ojos, pero aun así, ella no me
intimidaba.

—La pregunta sería qué rayos haces tú aquí —bramé—. ¡Ésta no es tu casa! Una sonrisa
comemierda atravesó su rostro.

—Pero lo era.

Sentí como si me faltara el aire. Mierda. ¿Acaso Baxter y ella habían vivido juntos? Unos celos
irrefrenables me invadieron. Pero luego lo pensé mejor. Por supuesto que habían vivido juntos,
apostaba que también en la cama donde Baxter, ahí también lo había hecho con su ex novia.

Apreté mis puños pero traté de controlar las ganas de golpearla.

—Será mejor que te vayas —dije respirando controladamente. Sarah me miró molesta pero me
hizo caso, caminó hacia la puerta y la abrió.

—Dile que quiero hablar con él.

Le saqué el dedo medio sin responderle. Ella rodó los ojos.

—Por Dios, se consiguió la chica más inmadura —murmuró para sí misma pero lo
suficientemente alto para que la escuchara.

Le saqué el otro dedo medio, y le mostré los dos.

—Vete a la mierda —dije sonriéndole—. Y no vuelvas.

Ella negó con la cabeza pero cerró la puerta con fuerza. Parecía no tener ganas de pelear porque
se fue sin mostrar las garras como pensé que haría. Saber que ella había vivido con Bax en este
departamento me puso de mal humor. Pisoteé hasta la habitación de Baxter y me senté en el
borde de la cama mirando el piso, pensando en cuando ella vivía aquí. Esa imagen de ellos dos
en la cama donde estaba sentada nunca se irían de mi mente. Estaba siendo una infantil, pero
no podía evitarlo. Había pasado hacía varios meses pero aun así me torturé imaginándolos
juntos.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Al estar en esta posición me fijé en la maleta que reposaba junto a armario. Era la maleta que
Baxter había llevado a Hawái y que nunca me dejó tocar. El día que llegamos quise sacar todo y
guardarlo en los cajones para mayor comodidad y no estar buscando en la maleta la ropa
haciendo de ésta un desastre al desordenar todo. Pero él no me dejó abrir esa maleta, por lo que
me dio curiosidad pero me enteré lo de mi papá y tuvimos que regresar. Ahora la maleta estaba
ahí, tan cerca de mí que la curiosidad aun latía en mí.

Hice una mueca dándome cuenta que sería una pésima novia si la revisaba y violaba su
privacidad. Pero entonces me di cuenta que estaba sola y... ojos que no ven, corazón que no
siente. Ese refrán también lo decía mi padre siempre.

Con cuidado me acerqué a la maleta y la levanté para dejar sobre la cama. Abrí el primer
compartimiento y vi que estaba vacía, no había nada ahí. Fruncí el ceño pero seguí con mi
búsqueda, algo tenía que tener para que Baxter la deje ahí, ¿no? Fui al siguiente compartimiento
y lo abrí, tampoco había nada. Llevé mi mano al compartimiento más pequeño y lo abrí con el
corazón latiéndome rápidamente, con miedo a que Baxter llegara y me encontrara con las
manos en la masa.

Mis manos tocaron algo, lo saqué en el segundo en que la puerta principal se abrió. Sin perder
tiempo vi que había cogido una cajita pequeña de terciopelo negro. Con las manos temblando, la
abrí. Llevé una mano a mi boca sorprendida al ver un hermoso anillo de compromiso en él.

Los pasos se acercaron rápidamente a la habitación pero yo no hice nada para guardar la cajita,
estaba demasiado sorprendida como para moverme. Mis ojos se empañaron de lágrimas y el
corazón me latía como loca. Mis manos sudaban de los nervios, Bax entró a la habitación y al
verme allí, en su habitación y con esa cajita abierta en la mano, abrió los ojos como platos y me
quedó mirando sorprendido. No dije nada, él tampoco. No hacía falta.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

—Maddie... —dijo Bax pronunciando mi nombre con delicadeza. Sus ojos brillaron al verme
sostener esa cajita de terciopelo. Estaba realmente sorprendida. Jamás había imaginado que Bax
querría casarse conmigo. Yo siempre decía que casarme no era para mí, que quería mi libertad y
no estaría lista para tal compromiso hasta años más tarde pero viendo a Baxter ahora, haría

cualquier cosa para estar con este hombre. Pensar en casarme con él no sonaba para nada
descabello, sino todo lo contrario. Sentía que hacía algo bien.

No quería comprar mi relación con Baxter con la de mi ex novio Devan, pero lo hacía. Justo en
este crucial momento lo hacía. Porque ahora podía ver que había amado a Devan, pero no estaba
enamorada de él. Nunca lo estuve.

—Esto estaba en tu maleta. —Levanté la pequeña caja de terciopelo hablando con voz ronca por
las emociones que me albergaban—. La que llevaste a Hawái.

Esperé una explicación. ¿Planeaba proponerse allá? Mi corazón se partió sabiendo que sus
planes se habían arruinado. Yo creí que ese viaje era algo inocente sin un real motivo pero
ahora podía ver que tal vez esto estaba planeado desde el principio.

Baxter se acercó a mí, pero no llegó a tocarme, se detuvo a centímetro de mí, obligándome a
levantar mi cabeza para verlo a los ojos. Esos ojos marrones que amaba tanto.

—Sí —contestó con voz ronca—. Mi plan fue pedirte que te casaras conmigo allá, pero tuvimos
que volver y no vi una oportunidad para dártelo.

Me quitó la pequeña caja de la mano y la guardó en su cajón con un fuerte golpe. Soltó un
suspiro despeinando su cabello sin voltearme a ver.

Hice una mueca.

Baxter estaba molesto conmigo. Mierda.

—Baxter...

—Baxter nada, Madison —bramó con los ojos encendidos. Sí, estaba realmente furioso. Pocas
veces se molestaba y no me gustaba recibir esa mirada cuando estaba de ese humor. Como
ahora—. Cuando salí de la reunión mi hermano me dijo que habías renunciado. Sin
justificaciones, sin motivos. Nada. Te estuve llamando pero no respondías el celular, fui a tu
casa pero no estabas y Megan no sabía nada de tu huida. ¿Qué pasa, Madison?

Mis ojos se empañaron de lágrimas. No quería llorar pero las emociones que estaba intentando
contener salieron a flote. Baxter al verme así arrugó su cara.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Oh no, nena, no llores. Mierda —dijo jalándome a sus brazos—. Lo siento pero estoy muy
confundido con tu renuncia. Explícame por qué rayos renunciaste.

No quería contarle acerca de lo que había oído, pero confiaba en él, y tenía que hacerlo porque
no quería esconderle nada. Ya suficiente con haberle escondidos mis verdaderos sentimientos
hacia él desde el principio.

—Hoy en la oficina me enteré de los rumores que han estado circulando por ahí —empecé a
contar limpiándome las lágrimas—, cuando entré al baño, unas chicas entraron y dijeron, en
resumen, que soy una perra por haberme metido entre tú y Heidi.

Baxter escuchó con atención, pero su ceño se hizo presente al terminar mi pequeño resumen.
Me miraba confundido.

—Nena, yo nunca estuve en una relación con...

—Lo sé —le corté. No soportaba escuchar el nombre de esa perra salir de los labios de mi novio.
Con solo imaginarlos juntos me provocaba náuseas. Oh. Eso me hizo recordar algo—. Oh Dios
mío, tu ex novia loca vino buscándote. Entro aquí como si fuera la dueña de este lugar
preguntando dónde estabas.

Baxter soltó un suspiro.

—Voy a tener que hablar con el conserje —dijo, parecía disgustado de saber que su ex novia
estuvo aquí. Me regocijé por eso—. Deja subir a cualquiera por el ascensor.

Estuve de acuerdo con eso. El chico ni siquiera sabía quién era yo y me dejó subir.

El ambiente se puso tenso de nuevo. No necesitaba ser un genio para saber que Baxter aún
seguía molesto conmigo. No entendía el por qué. ¿Por renunciar? ¿Por rebuscar sus cosas? ¿Por
haber encontrado ese anillo de compromiso? Pensar en ello me puso melancólica. Si las
circunstancias hubieran sido diferentes ahorita estaría con un anillo en la mano, siendo la
prometida de Baxter.

—Acerca del anillo... —empecé pero la fría mirada que me dio Baxter me dejo muda.

—¿Qué hay con eso? Hice una mueca.

Quería pensar que en algún momento cercano se iba animar a dármelo. Realmente lo deseaba.
Yo, la chica tonta e ingenua que no quería enamorarse de Baxter y mucho menos tener una
relación, rogaba que me pidiese matrimonio.

—Nada —respondí—. Quiero hablarte sobre mi renuncia. Sé que fue imprevisible pero ni yo
misma lo supe hasta ese momento. —Lo miré a los ojos para demostrarle la sinceridad de mis
palabras—. Amo corregir manuscritos y ser editora. Pero siento que trabajando ahí ahora no es
lo correcto. Me gustaría trabajar por mi cuenta, tal vez... ¿podría encargarme de algunos desde
casa?

Esperé ansiosa su respuesta. Baxter alzó las cejas, sorprendido.

178
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Aún quieres trabajar para la Editorial?

—No, sólo quiero encargarme de una persona en específico.

Bax se cruzó de brazos, esperando.

—De Kayden Havort. Amo su trabajo, sé que va a llegar muy lejos siendo escritor y deseo ser su
editora. Trabajaría desde casa, él me enviaría su manuscrito y listo.

—No creo que sea lo correcto, Madison.

Puse cara. En serio deseaba ser editorial de ese hombre, sus palabras eran mágicas y quería
ayudarlo a mejorar su trabajo. Mis ilusiones cayeron.

Baxter levantó un dedo.

—Pero... aceptaré. Eres la única a quien puedo confiarle eso. No importa que no se pueda, haré
lo imposible para sea así.

Sonreí feliz de haberlo conseguido. Corrí a abrazarlo saltando sobre él. No lo moví ni un poco,
me atrapó entre sus brazos, rodeándome.

—Gracias, gracias, gracias —repetí dándole besos por toda la cara—. Eres el mejor novio.

—Lo sé nena. Ya era hora que lo admitieras.

Sin hacer caso a su comentario me solté de él, sonriendo. El rostro de Baxter me hizo borrar la
sonrisa.

—¿De verdad ya no quieres trabajar ahí, nena? Negué.

Baxter soltó un suspiro.

—Eras mi única motivación para ir. Ahora seré un pobre desgraciado levantándome cada
mañana para ir a su trabajo y supervisar todo de forma monótona.

—Oh vamos, trabajas con tus hermanos y eres el jefe. No hay nada de aburrido en eso. Me miró
con intensidad. Llevó una mano a mi cabello jugando con los mechones.

—Es aburrido si no estás.

***

179
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Mis amigos y todo el mundo estaban en nuestro departamento. Baxter, Johann, Tracy, Susie,
Trevor, mi hermana y yo nos encontrábamos en la sala sentados en los sillones conversando. Mi
hermana tenía ojeras muy marcadas pero ahora que se encontraba sentada al lado de Johann
podía verla más tranquila, no sonreía como antes pero por lo menos lo intentaba. Susie estaba
incómodamente al lado de Trevor viendo como interactuaba Johann con mi hermana. Me daba
mucha pena verla así, parecía que le gustaba mucho mi hermana, y le dolía verla con alguien
más.

Trevor era otro embobado, miraba a Tracy hablar con una expresión para nada disimulada.
Temía que Baxter y Johann se le lanzaran por mirar de esa forma a su hermanita pero ni cuenta
se daban. O estaban muy entretenidos, Johann con Megan y Baxter conmigo. Yo estaba sentada
sobre las piernas de Baxter y con los brazos rodeados a su cuello.

Tracy nos contaba detalladamente de sus anteriores viajes y la diversión que había tenido en
ellos. Aun no entendía nada de lo que pasaba. Según mis fuentes los padres de ellos habían
muerto cuando ellos eran muy pequeños y sus abuelos los habían criado, junto a Diane que era
amiga de ellos. Pero sus abuelos también habían fallecido. Jamás Baxter me había hablado de
ellos, pero recopilaba información de Trevor y Susie quienes estaban al tanto de todo lo que
ocurría en la Editorial.

Mi teléfono sonó interrumpiendo la historia de Tracy. Recargué mi cabeza en la de Baxter.

—Lo siento —dije parándome para poderlo sacar de mi bolsillo. Hice una mueca hacia Tracy. Me
alejé de ahí para contestar la llamada de un número desconocido.

—¿Aló?

—Madison. Soy yo

Reconocí la voz de mi madre. Fruncí el ceño molesta porque había conseguido mi número.

—¿Quién te dio este número?

—Devan me lo dio.

Pfff. Él ni siquiera sabía este número. Ignoré su mentira sin querer escucharla más. Suficiente
con lo que había dicho el día del velorio.

—No me cuelgues, hija. Quiero decirte algo, mejor dicho; dos cosas. Lo pensé muy bien antes de
aceptar. No perdía nada escabuchándola.

—Habla, Mery.

Mi madre odiaba que le dijera por su nombre, no soportaba que su hija la llamara así y no
mamá. Era su culpa por no comportarse como una, no para Megan.

—Ayer cremé a tu padre —dijo con la voz ronca—. Fui a la funeraria y a último minuto lo decidí.
Quería tener a tu papá cerca. Me dieron las cenizas en una cajita de mármol, la he puesto en la
sala, en su lugar favorito.

180
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Cerré los ojos al escuchar eso. Sentí las lágrimas correr por mis mejillas. Caminé de un lado a
otro tratando de calmar el dolor en mi pecho.

—¿Por qué no dijiste nada? —susurré con las emociones a flor de piel.

—Ya te dije, hija. Lo decidí a último momento, me pareció lo más correcto —hizo una pausa—.
Hay otra cosa más, bebé. Tu padre dejó una gran cantidad de dinero en el banco, era su ahorro
para vivir estos años pero ahora que ya no está, voy a repartirlo entre las dos.

—¿Qué? —pregunté mientras secaba mis lágrimas. Mi pregunta fue tan fuerte que mis amigos se
quedaron callados haciendo la sala y el comedor quedaran en un silencio tenso.

—Era lo que tu padre hubiera querido.

—También para Megan —dije como si fuera obvio. De ninguna manera mi hermana estaría
aislada de esto.

—Madison, por favor...

—No. Madison nada, mi hermana también va a recibir y me importa una mierda lo que pienses
— declaré tajante en voz baja. Volteé para mirar a Megan. Por como estaba hablando ella ya
sabía quién era al otro lado de la línea. Hice una mueca mostrándole mi impaciencia.

—Yo no le daré ni un centavo a esa mocosa —afirmó con voz fría—. Esa plata era tu padre pero
ahora que ya no está me pertenece, y he decidido darte una parte a ti, no a esa. Si quiere que mi
respeto o amor, dile que se deje de estupideces y sea una chica normal, mientras tanto no
recibirá nada mío. —Respiró rápidamente al otro lado de la línea—. Espero que se lo digas
realmente Madison. Adiós, me iré a descansar, te llamo cuando el abogado me de permiso de
sacar el dinero. Te amo. Y por favor...

Le colgué el teléfono y lo tiré encima de la encimera. El aparato rebotó antes de estrellarse


contra el suelo, pero no me importaba. Estaba muy furiosa, furiosa con esa mujer por ser tan
mala.

Quería gritarle tantas cosas pero sabía que era en vano, siempre me trataría como si fuera un
ángel y a Megan como si fuera el diablo. Y lo odiaba, ella era mi hermanita. No quería que le
hicieran daño, por eso me dolía que nuestra propia madre la rechazara.

—¿Madison? —la voz de Megan me hizo saltar. Volteé despacio secándome las lágrimas. Estaba
llorando de impotencia y rabia por esa mujer que se hacía llamar madre—. ¿Era Mery, verdad?

Asentí. Ella se acercó a mí y me abrazó con fuerza, poniendo mi cabeza en su hombro. Eso hizo
que las lágrimas corrieran con más fuerza. En vez de consolarla yo, ella lo hacía. Megan era el
ser más maravilloso del mundo. Jamás me cabría en la cabeza por qué diablos Mery la
rechazaba.

181
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¿Qué te dijo? —susurró en mi oído. Suspiré tratando de controlarme. Todos nuestros amigos
estaban aquí y no quería portarme de esta manera. Levanté mi cabeza y vi que todos nos
observaban atentos. Baxter tenía una expresión de cólera en su rostro, parecía que había
adivinado quien era la causante de mi llanto.

Negué la cabeza a Megan. No quería contarle la verdad. No quería decirle la mierda que era
nuestra madre.

—Dijo que papá dejó dinero para nosotras.

Al escuchar eso, los ojos de Megan se pusieron vidriosos. Extrañaríamos tanto a nuestro padre.

—¿Y? —preguntó ansiosa.

—Mery nos va repartir en cuando el abogado le dé el permiso para sacarlo del banco. Megan
asintió.

Ahora yo era una mierda por mentirle, pero no podía decirle la verdad. Si lo supiera, mi
hermana iba a ponerse peor, y no quería eso. Ya luego lidiaría con Mery, por sí o sí mi hermana
iba a recibir como yo. No permitiría que mi madre la excluyera de eso.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

Bajé del auto sin esperar a Baxter y fui al lado de mi hermana. Nos encontrábamos de nuevo
frente a la casa de nuestros padres. El abogado de ellos nos había citado aquí porque tenía una
noticia que darnos. Mi mamá se mostró renuente a invitar a Megan pero le corté, diciéndole que
iría con ella. En este estado ya era demasiado el rechazo de Mery con Megan. No me cabía en la
cabeza como una madre podría ser así de prejuiciosa.

Mi hermana me apretó la mano. Parecía que estaba tratando de calmarme a mí cuando yo debía
hacerlo con ella. Megan avanzó dejando atrás a los chicos. Baxter y Johann decidieron
acompañarnos y yo estaba más que agradecida. No podríamos salir de aquí sin la ayuda de ellos.
Eran nuestro soporte y ayuda. Si mi mamá hacía un comentario más a Mega, iba a lamentarlo.

—¿Estás lista? —pregunté frente a la puerta. No quería tocarla sin haberle preguntado a Megan
si estaba lista para afrontar a Mery. Sin presiones. Y si no estaba lista para ello, daríamos media
vuelta sin mirar atrás de nuevo. Ella tenía la última palabra.

Megan rodó los ojos ante mi pregunta.

—Por supuesto, Madison —respondió sonriendo segura. Sin estar asustada o nerviosa—.
Hagamos esto.

La miré divertida. Le hice caso y toqué el timbre. Sentí que mis manos se ponían sudorosas. La
puerta se abrió revelando a una sonriente Mery. Estaba vestida elegantemente y con joyas en el
cuello y manos. Miré detrás de mí, suponía que les echaba una ojeada a nuestros novios. Su
rostro se arrugó al posar la mirada sobre Megan pero no dijo nada. Entró dejándonos la puerta
abierta.

Miré a Baxter antes de entrar agarrada de mi hermana. Bax me guiñó el ojo, fundándome
tranquilidad. Le sonreí agradecidamente.

El abogado de la familia estaba sentado en el comedor con un vaso de juego al lado. Su maletín
reposaba junto él. El doctor Johnson nos sonrió al entrar.

—¡Cuánto tiempo sin verlas, pequeñas! —exclamó levantándose para abrazarnos al mismo
tiempo. Le respondimos sonriendo. Conocíamos al abogado desde hacía años. Lo veíamos muy
pocas veces pero él nos vio crecer a lo largo de los pocos años que coincidíamos.

—Gracias por citarnos —dijo Megan realmente agradecida.

—Sí. Mery dijo que tenía algo que decirnos —lo miré esperando a que hablara.

—Así es —miró a mamá. Ella se acercó y se sentó al lado del abogado. Megan y yo nos miramos
pero repetimos sus acciones. Nos sentamos lado a lado en la mesa del comedor. Miré atrás de
mí y señalé a Baxter el asiento a mi lado izquierdo, él negó, prefiriendo estar de pie al igual que
Johann. Ellos se acercaron para estar de pie tras nuestro.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Bueno... —empezó a hablar el abogado—. Esto no lo sabía nadie, pero Michael estuvo desde
hace varios meses escribiendo su testamento de herencia.

Alcé las cejas.

—¿Qué? —interrumpí.

—Sí, pequeña. Tu papá estaba empezando a hacer sus papeleos anticipadamente. Me contactó un
día y me pidió ayuda para ello. Por supuesto lo hice. Trabajamos juntos en el testamento para
que todo quedara en orden. Y me dijo que si en algún momento algo le ocurría debía leérselo a
ustedes —contó el doctor Johnson mientras abría su maletín y sacaba una carpeta. La abrió
buscando entre los papeles uno en específico. Miré a mi hermana quien tenía la misma
expresión de sorpresa en su rostro. Apreté su mano infundiéndole confianza—. Aquí está. —El
abogado nos mostró una hoja. La puso delante de él y comenzó a leerla.

Con voz fuerte y clara habló: —Yo, Michael Hall, por la presente manifiesto mi voluntad expresa
de hacer mis testamento, nombrado herederas de todos mis bienes a mis dos hijas; Madison
Hall y Megan Hall.

Johnson levantó la mirada esperando nuestras reacciones. Miré del abogado a mi mamá y luego
a mi hermana. ¿Ya? ¿Eso era todo? ¿El testamento era así de corto?

—¿Qué? —mamá saltó de su asiento, levantándose se acercó al abogado y le arrebato la hoja, la


miró frenéticamente, sus ojos abiertos de par en par—. No. Esto no puede ser cierto. Michael no
me dejaría sin nada.

El abogado hizo una mueca.

—Me temo que Michael esperaba que entre las tres hagan un acuerdo. Esta casa está dentro de
los bienes, sus hijas decidirán qué hacer con ella.

Megan soltó mi mano. Miré a Mery quien tenía lágrimas en los ojos. Me daba pena verla así.
Esta casa era lo que ellos compraron cuando se casaron. Tenía muchos años y muchísimos
recuerdos de ellos juntos. Y papá no le había dejado nada. Absolutamente nada. Todo era para
nosotras, oh Dios mío.

—No —bramó Mery. Sus ojos puestos en Megan, la furia en ellos era demasiado evidente. Me
levanté esperando a que alguna cosa hiriente saliera de su boca para detenerla. Baxter puso una
mano en mi hombro.

—Nena...

No le hice caso. Mery parecía que estaba entrando en una crisis nerviosa.

—No dejaré que ésta tenga algo —señaló a Megan con su dedo—. Sobre mi cadáver. Esa mocosa
no recibirá ni un centavo de su padre. Lo único que ha hecho ha sido mancha nuestro honor.

Éramos una familia normal, hasta que ella decidió convertirse en no sé qué.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—¡Mery! —grité enojada. No me importaba armar una escena frente al abogado de mi padre. Él
nos miraba incómodamente.

Quise acercarme a Mery pero Megan me detuvo, puso una mano sobre mi hombro negando con
la cabeza.

—No Maddie —susurró. Se acercó a la mujer de sus pesadillas y se plató frente a ella, dándole la
cara—. Jamás creí que tú serías capaz de juzgarme —empezó Megan con lágrimas en los ojos—.
Soy tu hija, mamá. ¿Por qué me odias tanto? ¿Por qué no puedes aceptarme como soy? Creía que
las madres hacían eso. Amaban a sus hijos sin importarles sus defectos, creencias o
preferencias.

¿Crees que por tener otros gustos, tú debas humillarme? Porque eso has hecho desde que se los
dije. Mi padre me aceptó como soy, porque realmente me amaba. Pero tú no pareces mi madre.
Siento que eres una extraña. Siempre quise tu amor y apoyo en el trascurso de los años, pero
recibí odio de tu parte. ¿Pero sabes qué? Cuando envejezcas, no tendrás a nadie. Serás una vieja
amargada que alejó a sus dos hijas por ser demasiado estúpida. A partir de ahora estás muerta
para mí, y me importa un carajo que suceda contigo cuando esta casa se venda. Te diré lo mismo
que mi hermana; ojalá hubiera muerto tú en vez de mi padre. No mereces el amor de nadie.

Megan se alejó de ella y me sonrió con las lágrimas cayendo por su mejilla. Le sonreí
abiertamente, feliz de que por fin se haya defendido del monstruo de nuestra madre. Tomó la
mano de Johann y juntos caminaron afuera. Yo me despedí del abogado con un gesto y pasé de
largo a Mery sin dedicarle una segunda mirada. Tenía muy bien merecido las palabras de megan
hacia ella

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

La semana estaba pasando rápidamente. Mi hermana estaba realmente sorprendida de que yo


haya renunciado a mi trabajo soñado, pero respetó mi decisión. Ahora ya tenía cómo subsistir,
gracias a lo que nuestro padre nos había dejado podría vivir unos meses hasta poder encontrar
un trabajo, o tal vez sería suficiente con mi trabajo de ser editora de Kayden. A él la noticia mi
renuncia le cayó mal, pero cuando le conté que quería ser su editora personal, accedió de
inmediato. Podríamos decir que ahora éramos amigos, aunque a eso fastidiaba a Baxter.

Un acontecimiento importante sucedió a mitad de la semana. Baxter me informó que habían


despedido a Heidi. Parecía que todo este tiempo había estado robando de la Editorial. No me
sorprendió mucho luego de haber visto la cuenta que ella debía supervisar. A nadie se le podía
escapar esos detalles, las cantidades de dinero que se perdieron era demasiado como para
pasarlas por alto. Por fin Baxter junto a Johann decidieron que ya no trabajaría ahí nunca más.
Estaba feliz de que la hayan sacado, así ya no podría acercarse a Baxter. Él me había insistido
ahora que Heidi no estaba, volver a trabajar ahí. Me estaba planteando esa idea pero luego de
pensarlo bastante, la decliné. Quería algo tranquilo y desde casa, e ir a la editorial no era
precisamente algo tranquilo.

Por eso ahora estaba algo. intranquila. Había pasado una semana en donde todas las noches
las

había pasado con Baxter en su cama, durmiendo con él. Y ninguno de esos días habíamos vuelto
a hablar del anillo que había encontrado. Quería preguntarle pero me daba pavor de que haya
cambiado de opinión. Sí, me quería y lo notaba, ¿pero qué si ya no quería casarse conmigo? Me
daba mucho miedo su respuesta por lo que no le preguntaba. Lo que sí hacía, era revisar el
cajón de su mesita de noche, donde había guardado la cajita del anillo, todos los días. Luego que
se cambiara y fuera a trabajar, veía que la cajita seguía en dónde él la había guardado. Siempre
en la misma posición, como si no la hubiera vuelto a tocar. Estaba desesperada por saber si aún
quería casarse conmigo pero no quería preguntarle directamente. Tenía miedo a su rechazo.

Ahora me arrepentía de estar en casa. Mi hermana Megan había decidido ir a trabajar. Estaba
sola en casa viendo la pantalla de mi ordenador como estúpida sin leer nada en realidad. El
manuscrito de Kayden estaba frente a mí, esperando la última revisión para luego enviárselo a
Baxter. Pero mi mente no dejaba de dar vueltas. Pensaba en lo mucho que mi vida había
cambiado en dos meses. Ni siquiera me reconocía. Los pensamientos acerca de Baxter y yo
casados no eran aterradores como siempre pensé que el matrimonio era. Ahora me daba cuenta
que si no es con la persona indicada, no funciona. No trataba de comparar pero era inevitable.
Estaba feliz de haber conocido a Baxter en el bar de Rob y haber coqueteado con él. Tal vez no
fue la mejor manera de

conocernos pero estaba feliz de haberlo hecho. El destino nos había unido y ahora teníamos que
poner de nuestra parte para no separarnos.

Mi celular sonó, sacándome de mis pensamientos. Era un mensaje de texto. Miré la pequeña
pantalla.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Baxter: Nena, te necesito urgente. Ahora estoy por entrar a una reunión pero olvidé los papeles
en el maletín en mi casa. Por favor, tráemelos. No alcanzaré a la reunión si yo los recojo.

Rodé los ojos, pero respondí.

Yo: Por supuesto. Te los llevaré en este instante ya que no tengo nada que hacer... Baxter: Tu
sarcasmo no pasó desapercibido.

Baxter: Por favor. Los necesito ahora.

Me levanté rápidamente de mi lugar y cerré mi computadora. Caminé hasta mi cuarto y me


calcé en unas sandalias altas. Corrí como pude al primer piso para llamar un taxi. Mi hermana
se había llevado el auto y estaba sin transporte. En el camino al departamento de Baxter me
miré en la pantalla de mi celular. Mi aspecto no era precisamente bonito. Llevaba una falda
corta jean y una blusa con tirantes y sin mangas. Ahora el calor era insoportable, por lo que mi
cara ya estaba grasosa. Estúpido verano. Al llegar al edificio donde vivía Baxter, le pedí al
taxista que me esperara y caminé hacia el vestíbulo. Tomé el ascensor y esperé para llegar a su
planta. Su departamento estaba tranquilo. No sabía cuál era ese maletín que él buscaba por lo
que llamé. No me respondió, en vez de eso cortó la llamada y envió un mensaje.

Baxter: No puedo responder ahora, nena. Mi maletín está en el sillón, cógela y tráela. Cuando
llegues a la editorial, déjala sobre mi escritorio.

Hice una mueca. Ahora debía ir hacia allá. Cogí la maleta y bajé por el ascensor. No aguantaría
más el trajín que estaba haciendo. Abajo el conductor aún me esperaba. Le dicté la dirección de
la editorial y nos dirigimos ahí. Le mandé un mensaje a mi hermana avisándole que estaba
yendo para allá.

Cuando me bajé del taxi, pagándole al conductor, corrí hacia el vestíbulo del gran edificio y
esperé al ascensor. Me monté en el junto con varias personas, todas ellas ajetreadas y con
maletines similares al que yo llevaba, no pesaba nada y eso hacía fácil las cosas. Al detenerse en
la décima planta, salí del ascensor y me detuve, al ver que había más personas que de
costumbre en la editorial Coleman. Parecía un día muy pesado para todos. Cogí aire y levanté la
cabeza al pasar por todos ellos. Mucha gente me miraba, los mismos con los que trabajaba día a
día y habían esparcido rumores de mí. Sin hacerles caso me planté frente a la oficina de Baxter.
No veía a mi hermana por ningún lado y tampoco a mis amigos, ni siquiera a Tracy. Suponía que
todos estaban en la dichosa reunión o en la cafetería. Era casi medio día y no tenía hambre.
Tenía pensado esperar a Baxter para almorzar con él pero no sabía cuánto tiempo dudaría su
reunión.

Sin tocar la puerta, tomé el pestillo y lo abrí. La imagen frente a mí me dejó quieta.

Baxter estaba sentado en su escritorio, con miles de papeles por toda la mesa y el suelo. Abrí los
ojos sorprendida.

—Oh Dios mío, ¿y tu reunión? —pregunté mirándolo fijamente. Baxter sonrió aliviado.

—Oh nena, esa reunión no era para mí. Solo necesitaban los papeles pero ya los encontré. Los
que están en el maletín son copias —respondió con los ojos fijos en mis piernas. Cuando alzó la
vista para mirarme a la cara, lacé una ceja, divertida.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Veo que no se te nada bien el ordenar. ¿Quieres que te ayude? Cerré la puerta tras de mí y me
acerqué a él.

—No —negó aun sentado en su silla. Me senté sobre él y lo besé—. Ah, bueno, hola a ti también,
nena.

Dejé el maletín a nuestros pies.

—Me hiciste traer el maletín por las puras. Baxter me sonrió pícaramente.

—Podemos aprovechar el momento.

—¿Qué? —me reí.

Su sonrisa pícara se mantuvo.

—Saquémosle provecho al viaje que te hecho hacer —dijo en un voz baja y haciendo que me
sentara en su regazo—. Será como una recompensa para ti.

Sin previo aviso, estrelló sus labios contra los míos. Le devolví el beso hambrienta de él. Por
instinto mis manos se pegaron a su pecho, tocándolo por todos lados. Nos detuvimos intentando
recuperar el aliento, el beso había sido demasiado frenético. Sus ojos marrones brillaban de
lujuria.

—Te deseo, Madison. Aquí y ahora. Miré alrededor.

—Estamos en tu oficina, Bax —miré hacia la puerta—. Cualquiera puede entrar.

Baxter se levantó conmigo sobre él, rodeé sus piernas para no caerme. Se acercó a la puerta y
echó llave, el sonido del pestillo haciendo eco. Las cortinas de las ventanas que daban hacia toda
la editorial estaban cerradas.

Me dejó sobre su escritorio, sentada encima de todas las hojas.

—¡Voy a arrugar los papeles! —exclamé tratando de bajarme. Baxter frente me detuvo,
volviéndome a mi lugar.

—No interesa —susurró en mi oído, poniendo mi piel de gallina—. Desde que te conocí te he
imaginado conmigo sobre esta mesa. Y hoy ese deseo se cumplirá.

Su boca atacó la mía. Sin miramientos, metió su lengua en mi boca. Sentí corrientes de
electricidad en todo el cuerpo. Intenté quitarle la camisa pero era imposible. Me quejé
ganándome una carcajada de Baxter.

—Espera, nena —se separó de mí para quitarse la camisa. Su cuerpo esculpido hizo mi boca
agua. Lo miré embobada—. Tú también debes quitarte alguna prende.

188
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Sonreí juguetona. Me quité con lentitud mi blusa sin tirantes y luego el sostén quedando
desnuda para arriba. Los ojos de Baxter se posaron sobre mis senos desnudos, mis pezones de
endurecieron por el anticipado deseo.

Las manos de Baxter fueron hacia mis senos, masajeándolos con precisión. Un torrente de
placer me recorrió haciéndome gemir.

—Baxter...

Él siguió tocando mis senos. Llevé una mano a su pantalón, Baxter se dio cuenta de mis
intenciones y él mismo del bajó el pantalón y el bóxer. Quedando gloriosamente desnudo ante
mí.

—Ven aquí —intenté sonar sexi pero mi voz tenía un dejo de desesperación. Tomé su miembro
entre mis manos masajeándolo. Gimió echándola la cabeza para atrás. Antes de que pueda hacer
otro movimiento, Baxter alzó mi corta falda hasta mi cintura y apartó mis bragas—. El condón —
susurré, pero Baxter negó.

—No. Sin barreras —dijo con la voz ronca por el placer. En ese momento no me importó, con o
sin condón, sólo quería tenerlo dentro de mí. Mis súplicas fueron escuchadas porque tanteó con
sus dedos mi centro mojado, gimiendo al sentirlo listo—. Joder —inhaló adentrándose en mí.

El placer era demasiado para soportarlo. Se quedó unos segundos dentro de mí intentado
calmarse, pero se lo negué restregándome contra él en un vaivén de ida y vuelta. Los ojos de
Baxter se oscurecieron. Sin previo aviso salió de mí y volvió a estrellarse con fuerza. Gemí de
placer.

Sus embestidas eran rápidas. Intenté detener el orgasmo que se estaba formando en mí pero fue
imposible. La espiral de placer me recorrió y grité al llegar al orgasmo. Baxter aún seguía
moviéndose contra mí hasta que se vino, sentí un líquido caliente en mi interior. Bax se quedó
quieto, aun dentro de mí. Nuestros pechos subían y bajaban rápidamente por el esfuerzo. Sonreí
al ver mis manos en su espalda. Al parecer lo había arañado mientras me corría.

—Increíble —solté un suspiro sonriendo. Miré debajo de mí hacia los papeles arrugados—. Oops.
Baxter salió de mí sonriéndome.

—Siempre quise tenerte así sobre este escritorio —recorrió sus manos por mi cuerpo—. Ahora
cada vez que me siente en esa silla, te imaginaré corriéndote en este lugar.

Rodé los ojos.

—Qué romántico.

Baxter alzó las cejas.

—¿Quieres romance?

—Tal vez —me reí, divertida por todo esto.

189
ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

Los ojos de Baxter no dejaron los míos mientras pronunciaba las siguientes palabras: —Te amo,
Maddie.

—¿Qué? —mi corazón empezó a latir con fuerza contra mi pecho, temí que se me saliera por el
impacto de los latidos. El rostro de Baxter estaba lleno de emociones. Amor, alegría y pasión
podía distinguir en sus ojos.

—Te amo, joder. Te amo, ¿es eso tan difícil de entender? —su voz era profunda—. Desde que te
conocí supe que ibas a volverme loco. Y no estaba equivocado. Me cautivaste con esa chipa tuya
tan especial. Ahora no puedo hacer nada. Estoy totalmente enamorado de ti, quiero un futuro
contigo, que mi vida sea la tuya y la tuya mía. Quiero que seas mía, nena. ¿Te casarías conmigo?

Mi cuerpo estaba paralizado. Lo miré fijamente pensando que era una broma, pero cuando se
agachó hacia el maletín y sacó una cajita negra y la abrió, revelando el hermoso anillo, supe que
era verdad. Baxter sí quería casarse conmigo. Me amaba, y yo a él.

—Sí —chillé abrazándolo—. Quiero casarme contigo. Te amo, Baxter. —Su pecho desnudo se pegó
al mío. Estábamos sudorosos y con los fluidos aún sin limpiarnos, pero no nos importaba.

Así fue como nos conocimos. Dos extraños teniendo sexo.

¿Quién imaginaría que llegaría hasta aquí? Comprometida con él, siendo el amor de su vida –y
él el mío–. A veces la vida te daba las mejores sorpresas. Y había que agradecerlas. Baxter era
mi mejor regalo. Era todo mío, mi amigo, mi novio, mi prometido, y algún día mi esposo. ¿Qué
más podía pedir? Estaba loca por este hombre. De eso no había ninguna duda.

Continúara... Autor Marie Jenn

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

↭ ↭

3 años después.

—Creo que deberías ir allá —Megan a mi lado señaló al otro lado del patio, donde Kayden y
Baxter se lanzaban miradas furiosas. Bueno, más bien Baxter, Kayden sólo lo miraba divertido
burlándose de él.

Negué con la cabeza. Caminé atravesando el césped hacia ellos. Zoé colgaba de los brazos de
Kayden como si fuera un monito. Kayden reía divertido, pero Baxter lo mirada furioso sin
decirle nada.

—Kayden, viniste —lo saludé abrazándolo. Al instante Baxter me tomó de la cintura alejándome
de Kayden.

—No sólo te robas a mi hija, ahora te quieres robar a mi esposa —gruñó. Por la mirada que le
lanzaba era obvio que estaba bromeando. Mi esposo amaba meterse con Kayden.

—Zoé me ama —respondió mirándola con ternura. Mi hija alzó sus pequeñas manos y las rodeó
en el cuello de Kayden. Su risa infantil hizo hinchar mi corazón.

Zoé había sido un milagro en nuestras visas. Un año luego de nuestra boda, ella vino al mundo.
Baxter estaba maravillado con la noticia, aunque en los últimos meses de mi embrazo no me
dejó ni subir las escaleras. Diane supervisó mi embarazo y gracias a seguir sus consejos, todo
salió perfecto.

—¿Quién es la mujer que ha venido contigo? —pregunté interesada. Kayden no era mujeriego
pero le gustaba divertirse con mujeres. Verlo con sólo una era algo digno de recalcar—. ¿Es tu
novia?

Kayden sonrió.

—Hemos estado saliendo por un mes pero es perfecta —miró a la mujer a unos metros de
nosotros embobado—. Les voy a presentarla.

Con Zoé pegada a él fue donde la mujer, vinieron caminando de la mano. Ella era alta y
estilizada. Parecía tener dinero por como estaba vestida. Kayden la tomó de la cintura mientras
que con el otro brazo cargaba a mi bebé, ella no parecía querer soltar a Kayden.

—Les presento a Keyla —sonrió—. Keyla, ella es mi buena amiga Maddie y su estúpido esposo;
Baxter. Los padres de Zoé.

Keyla nos sonrió alegremente. Se acercó a mí levantando su mano, se la estreché con una gran
sonrisa.

—No le hagas caso a Kayden. Ama fastidiar a mi esposo —rodé los ojos, divertida. Baxter gruñó.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Tu novio es un imbécil —dijo mirando a Keyla. Estrechó su mano—. Mucho gusto, Keyla.
Espero que lo aguantes —Señaló a Kayden.

Ella se encogió de hombros.

—Aun así le quiero.

Sonreí enternecida con su comentario. Kayden le sonrió a Keyla. Una sonrisa embobada en su
rostro. Mi hija se frunció el ceño al no ser el centro de atención de Kayden, por lo que intentó
bajarse y corrió a los brazos Baxter. Él la cargó, sosteniéndola. Los miré con ternura. Amaba
cuando Baxter sostenía a nuestra hija. Me hacía recordar el mal momento que pasamos hacía
algunos años, cuando había quedado embarazada. Yo sabía que Baxter había sufrido en silencio.
Era la segunda vez que le ocurría algo así. No podía imaginarme pasar por una segunda vez ese
lamentable hecho. Por lo que Baxter era más unido a Zoé que a mí. Y ella adoraba a su padre.

Había sacado el color de mi cabello y la forma de mis labios, de su padre sólo había sacado el
color marrón de sus ojos. Era una perfecta combinación de ambos.

Nuestra hija se acurrucó en el hombro de Bax, sus pequeños bracitos rodeaban su cuello.

—Papi, tengo sueño —dijo ella haciendo puchero. Baxter me miró sonriendo.

—¿Quieres ir a dormir princesa? —le preguntó.

A veces Zoé tenía estas mañas porque no le gustaba la gente. Tal vez lo había sacado de su
padre, pero ella prefería jugar sola en su habitación y no rodeada de varias personas.

—Shi —dijo cerrando sus ojitos. Rodé los ojos. Baxter engría a nuestra hija, y ella amaba eso de
él: que la engriera. Cuando Zoé se quedaba conmigo mientras Baxter iba a trabajar, la cuidaba a
mi manera. Eso significaba sin engreimientos. Pero cuando veía a su papi se le pegaba como una
lapa y no le dejaba hacer nada. Eso a Baxter lo tenía encantado.

Asentí hacia él dejándole saber que yo me ocuparía de los invitados mientras él se llevaba a Zoé
a la casa. El patio no estaba tan lleno, solo la familia más unida y algunos vecinos nuestros.
Kayden y Keyla estaban tomados de la mano dándose cariñitos, y de vez en cuando se besaban.
Me alejé de ahí sabiendo que era la tercera rueda. Mi hermana estaba sentada en la silla de
descanso junto a Susie y Tracy. Mi hermana y Susie parecían haber superado lo que sea que
hayan tenido. Con el paso de los meses fueron tratándose entre ellas como amigas. Sólo así
supinos que lo suyo era

algo pasajero y no un gusto real. Mi hermana estaba feliz así. Bueno... no exactamente feliz.
Pero estaba contenta con su relación a distancia. Johann había viajado hacía unos seis meses a
otro estado, pensando en abrir una sede de la editorial allí. Lamentablemente Megan no podía
irse con él por su trabajo. Él insistió en que trabajara para él, pero Megan se mostró firme
diciendo que su trabajo era aquí, y no quería mudarse aún. Su relación aun funcionaba, no sabía
cómo pero ella parecía tranquila y no triste y con el corazón roto cuando Johann recién se había
marchado.

Mis amigas y mi hermana me hicieron espacio al verme acercándome.

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ENTRE LAS SÁBANAS MARIE JENN

—Eh, tú, la mamá sexi —gritó Tracy levantando una botella de cerveza—. Ven aquí.

—¿Cómo rayos tienes alcohol? ¡Esta es una fiesta infantil, por Dios! Tracy rodó los ojos.

—Mi pequeña ya se fue a dormir, y por lo visto los demás niños están lejos. ¿Por qué rayos no
tomaría? —Negó con la cabeza—. Caray, hace años eras más divertida.

Alcé las cejas.

—Porque no tenía una hija. Además sigo siendo divertida.

Susie y Megan rieron. Eso me ofendió. Yo seguía siendo igual que siempre. Sólo más
responsable y autoritaria. El tener un hijo lo requería. Sólo las personas que tenían hijos me
entendían. Ellas por supuesto que no.

Hablando de padres, eso me recordó a los míos. Donde quiera que mi padre estaba, siempre lo
recordaba. Cuando miraba el cielo de noche, lleno de estrellas, me ponía a pensar en lo corta
que era la vida. En un momento estamos y al siguiente no. Sólo estábamos de paso en este
mundo. Y por eso debíamos de disfrutar cada segundo de nuestras vidas. Lamentablemente mi
madre no dio su brazo a torcer. Intentó hacer un juicio para que Megan no recibiera su parte,
pero las leyes eran las leyes y no pudo hacer nada. Megan era heredera de los bienes tanto como
yo. Eso enfureció aún más a mi madre, el no poder cambiar eso. Por lo que trató de ponerse en
contacto con mi hermana diciéndola cosas horribles, la peor parte es que dijo que nunca la
perdonaría por ser lo que era. La cuestión es que Megan no tenía nada de lo que pedir perdón.
Mery, nuestra madre, nunca más volvió a comunicarse con nosotras. Dejó la casa, tomando sus
cosas, y se fue sin decir algo.

Mi hermana, quien debía odiar a Mery, no lo hacía. Me confesó que había perdonado a mi
madre, aunque ella nunca le pidió perdón. Ahora que tenía una hija, me daba cuanta de o
horrible que Mery había sido. No podía imaginarme tratando así a Zoé. Jamás le haría daño
deliberadamente, eso era algo horrible. Uno debía cuidar a sus hijos y protegerlos.

—Eh, Maddie —la voz de Susie me sacó de mi ensimismamiento. La miré, consciente de que
todas me miraban esperando una respuesta.

—¿Qué? —pregunté. Tracy me lanzó una mirada, su teléfono en la mano izquierda. Cerró su ojo
izquierdo en un guiño, dos veces. Salté como un resorte de mi asiento. Corrí como loca dentro
de la casa buscando a Baxter. Se encontraba en la habitación de nuestra pequeña Zoé.

—¿La cumpleañera ya se durmió? —pregunté sonriendo al verla en su pequeña cama.

Hoy cumplía un año y seis meses, y era la primera en irse de su propia fiesta –y de paso
dormirse–.

—Sí. En serio tenía sueño —comentó Bax acercándose a mí. Rodeó mi cintura con su brazo.
Vimos a nuestra pequeña dormir con tranquilidad en su pequeña cama.

—Tracy recibió el mensaje —sonreí.

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Baxter me devolvió la sonrisa, su rostro emocionado. Salimos de la casa hacia el patio. Le lancé
a Tracy un guiño, ella asintió y tomó a mi hermana del brazo jalándola detrás de ella mientras
caminaban hacia la entrada del patio. Vi como Johann en todo su esplendor caminaba hacia
ellas, su rostro lleno de ansiedad y felicidad. Detrás de él, caminaba Trevor con las maletas de
Johann trayéndolas. Johann miró a mi hermana, quien parecía estar estática. Me recosté en el
hombro de Baxter. Kayden y su novia, Keyla, se acercaron a nosotros contemplando la escena.
Mi hermana corrió hacia Johann y le lanzó encima, él como pudo la sostuvo para que no se
cayera. Se abrazaron por largos segundos haciendo que mis ojos se llenaran de lágrimas.

—¿Por qué lloras, amor? —preguntó mi esposo. Su rostro en una mueca de preocupación.

—Lo siento, es muy emotivo —respondí abrazándome a mí misma.

Ver a Johann con mi hermana me estaba haciendo llorar como María Magdalena. Fruncí el ceño,
disgustada con estás lágrimas que no dejaban de salir.

Kayden me miró burlón.

—Si no te conociera, diría que estás con la regla —Rio, ganándose un golpe de Keyla, y la mirada
fulminante que le dedicó Baxter. Yo me quedé helada al escuchar eso. Me tapé la boca, en estado
de shock.

—¿Maddie? —preguntó Bax, preocupado por mi reacción. Lo miré, con los ojos abiertos como
platos. Él pareció entender cuando bajó sus ojos a mi vientre y luego volvió a mirarme a la cara.
— Mierda.

Era la manera más loca de darme cuenta. Estaba otra vez malditamente embarazada. No sabía si
reír o llorar. Así que con lágrimas en los ojos comencé a reírme desquiciadamente. No pude
evitarlo. Ganándome las miradas aturdidas de Kayden y Keyla. Mientras Bax me miraba
embobadamente. Parecía ser el único ilusionado en esto. Bueno... él y yo.

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