Está en la página 1de 3

TEMA: LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA: FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y

APOYOS SOCIALES.

1. Introducción
2. Fundamentos ideológicos
3. Pilares del régimen y apoyos sociales
4. Evolución política
5. Conclusión
1. INTRODUCCIÓN

El resultado de la Guerra Civil española (1936-1939) fue la consolidación de un régimen dictatorial


implantado por Francisco Franco que se prolongaría hasta su muerte en 1975. El franquismo fue un régimen
antidemocrático, aunque sus instituciones fueron evolucionando para adaptarse a las diferentes coyunturas.

2. FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS
Ya durante los primeros años de la dictadura, el régimen fue consolidando sus bases ideológicas, sociales e
institucionales. Este primer período se caracterizó por el autoritarismo, el caudillismo, la configuración de un
Estado centralista y unitario, el integrismo religioso, la autarquía, la represión y el control de los medios de
comunicación.
En cuanto al autoritarismo, el franquismo incorporó una influencia clara de los totalitarismos alemán e
italiano en campos como las relaciones laborales, la política económica autárquica, la estética, el uso de los
símbolos o el unipartidismo. Así, el régimen de Franco intentó introducirse y dominar todos los aspectos de
la vida nacional y social. La Constitución de 1931 fue suprimida, los derechos individuales y colectivos y
abolidos, se clausuró el Parlamento y los partidos políticos y los sindicatos quedaron prohibidos. Franco,
investido con el título de Caudillo de España, era el Jefe del Estado, el presidente del gobierno, el
Generalísimo de todos los ejércitos y jefe nacional del partido.
Respecto a la concepción unitaria y centralista del Estado, el franquismo abolió los estatutos de autonomía
y fomentó la españolización de la población de los territorios influidos por los nacionalismos catalán, vasco y
gallego. Así, se prohibió el uso oficial de otras lenguas (catalán, gallego, euskera…), además de banderas y
demás símbolos nacionalistas. España sería una nación unida, centralizada y uniforme (“Una, Grande y
Libre”), según el modelo de Castilla. En este sentido, la nostalgia de un pasado glorioso llevó a proclamar
que la nación tenía un destino imperial, por lo que los modelos a imitar eran la España de los Reyes Católicos
y el viejo Imperio español del siglo XVI (Carlos V y Felipe II).
Otro de los fundamentos ideológicos del régimen franquista era el integrismo católico o
nacionalcatolicismo. El régimen identificó la Patria con el catolicismo, religión oficial del Estado, ya que se
consideró parte esencial del “alma española”, prohibiéndose cualquier otra religión o culto. La jerarquía
eclesiástica calificó la Guerra Civil como “cruzada” y apoyó el régimen, convirtiéndose en la gran
legitimadora de la dictadura franquista, a cambio de lo cual dominó la vida social y la educación. En el país se
impuso una estricta moral católica en lo público y en lo privado.
En economía, la autarquía (autosuficiencia) fue la política económica de esta primera etapa del régimen. Se
caracterizó por la intervención directa del Estado en la economía, imponiendo precios, comprando y
vendiendo mercancías, determinando qué se debía producir. Con estos métodos se produjo un
desabastecimiento y, para corregirlo, el Estado tuvo que imponer el racionamiento. Asimismo, se fundó el
Instituto Nacional de Industria (INI), que impulsó la creación de numerosas empresas públicas.
Hubo también una fuerte represión de la oposición. Se procedió a la institucionalización de la represión con
leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas, que afectaba a aquellos que habían colaborado con la
República, la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería y la Ley de vagos y maleantes, que afectaba
entre otros a vagabundos y homosexuales. Otra de las bases del régimen franquista fue el control de los
medios de comunicación, bien a través de la censura (al principio previa y luego posterior), o bien a través
del control de otros medios de comunicación como Radio Nacional de España y otros periódicos como El
Alcázar o el Diario Arriba.
3. PILARES DEL RÉGIMEN Y APOYOS SOCIALES

En cuanto a los pilares del régimen, fueron tres los grandes pilares institucionales de la dictadura: el
ejército, el partido único y la Iglesia Católica. El ejército fue el más firme defensor del régimen y participó
activamente en el poder, mientras que el partido único, FET y de las JONS, se encargó de dotar al régimen
de sus bases ideológicas, de controlar los medios de comunicación y de suministrar buena parte de los cargos
públicos. Asimismo, el partido constituyó cuatro organizaciones de masas para procurar el apoyo social al
régimen: el Frente de Juventudes, para adoctrinar a la juventud; la Sección Femenina, dirigida por Pilar
Primo de Rivera y dedicada a la formación de las mujeres; el Sindicato Español Universitario, que pretendía
controlar políticamente a los universitarios; y la Central Nacional Sindicalista (CNS), que integraba a
patrones y trabajadores.
Por otra parte, la Iglesia Católica apoyó desde el principio el levantamiento y Franco le dio un enorme
poder. Los obispos participaban de instituciones como el Consejo del Reino y las Cortes y el Jefe del Estado
presentaba una terna al Papa para la elección dentro de ella del obispo de cada diócesis. A pesar de estos
privilegios, la Iglesia española -o una parte de ella- se fue alejando del régimen a raíz del Concilio Vaticano
II (1962-1965).
En cuanto a los apoyos sociales, la dictadura contó desde sus inicios con el apoyo de las élites económicas y
sociales (terratenientes, empresarios, financieros, comerciantes…) y de los propietarios agrícolas pequeños y
medianos del norte de España. Las clases medias, que veían en el régimen una garantía para mantenerlos, se
mostraron pasivas y apolíticas. Los sectores populares, por su parte, mostraron pasividad política ante el
miedo y la represión.
Todos estos apoyos sociales se integraron en las llamadas familias políticas, el modelo de grupos
ideológicos que apoyaron la dictadura, ya que estaban prohibidos los partidos políticos. Dentro de estas
“familias” políticas no institucionalizadas encontramos en primer lugar a los monárquicos, que estaban
divididos entre carlistas y donjuanistas. Los primeros recibieron algunos cargos en el seno del régimen,
mientras que los partidarios de don Juan, hijo de Alfonso XIII, apoyaron al régimen y luego se apartaron de
él al no restaurar la monarquía constitucional. Algunos de estos monárquicos defendieron la solución de una
"monarquía franquista" que encarnaría el joven Juan Carlos. Otro de estas familias estaba constituida por los
tecnócratas, que hicieron su aparición en la década de 1960. Muchos de ellos eran monárquicos
"franquistas" o miembros del Opus Dei. Asimismo, estaban los franquistas puros o integrales, cuya seña de
identidad era la adhesión incondicional al Caudillo. El representante más claro de este grupo fue el almirante
Carrero Blanco. Por último, dentro de estas familias políticas encontramos a los militares, falangistas y
católicos, que estuvieron representados por dos grandes asociaciones, además de la CEDA: la Asociación
Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) y el Opus Dei.
Frente a estos grupos sociales que apoyaron el régimen, nos encontramos con una oposición política al
franquismo, que tuvo que manifestarse desde la clandestinidad y estuvo sometida a una fuerte represión
policial y judicial. Durante la posguerra, la oposición democrática de los partidos obreros se manifestó
mediante la lucha armada de los guerrilleros, los “maquis”. En los años cuarenta, Franco también tuvo que
enfrentarse con la oposición monárquica: aristócratas y generales que defendían la vuelta a la monarquía, a la
que se sumó D. Juan de Borbón en 1945. En los años cincuenta aparece un movimiento de oposición al
franquismo dentro de la Universidad, con gente de clase media de tendencia liberal o democristiana, y surgen
también las primeras protestas importantes del movimiento obrero en las zonas mineras (Asturias) e
industrializadas (País Vasco). Ya en los años 60 y 70, los cambios sociales facilitaron la generalización de la
oposición: el llamado “contubernio de Munich” (reunión organizada por la oposición al franquismo, con
Madariaga y hombres destacados de todas las tendencias políticas, excepto comunistas); el movimiento obrero,
en torno a CC.OO. y el PCE (el PSOE estaba débil y dividido); los movimientos nacionalistas catalán y vasco
(disidentes del PNV crearon ETA en 1959 para reaccionar contra la pérdida de identidad del pueblo vasco); el
movimiento estudiantil y de los católicos de base.
4. EVOLUCIÓN POLÍTICA
En cuanto a la evolución política del régimen franquista, éste pasó por varias etapas bien diferenciadas. La
primera de ellas, que duró desde 1939 hasta 1959 aproximadamente, se caracterizó por la consolidación de
las bases ideológicas del régimen, la autarquía, el aislamiento internacional y la dureza de la represión.
Asimismo, durante este período se promulgaron las Leyes Fundamentales del Reino, que sirvieron para
institucionalizar el régimen y para asegurar la continuidad del franquismo. Algunas de estas leyes fueron el
Fuero del Trabajo, que contenía la legislación social supeditada al interés de la nación: convenios
colectivos, seguridad social, sindicatos verticales; la Ley constitutiva de Cortes (1942), que establecía una
asamblea deliberante poco representativa, pues Franco designaba la mitad de los procuradores, y no
controlaba la acción del Gobierno; el Fuero de los Españoles, que cubría la falta de una declaración de
derechos, aunque eran muy limitados; y la Ley de Referéndum Nacional, para dar a entender que en España
funcionaba el sufragio universal, pero era fácilmente manipulado desde el poder, al no existir libertad política
ni de prensa. Otras de estas leyes fueron la Ley de Sucesión, la Ley de Principios del Movimiento y la Ley
Orgánica del Estado.
En la década de los 50, la guerra fría benefició al franquismo, régimen muy anticomunista, para romper el
aislamiento: en 1953 España firmó un Concordato con la Santa Sede, en 1953 un acuerdo con los EEUU y
fue admitida en la ONU en 1955. Esto permitió consolidar el régimen, que promulgó la Ley de Principios
del Movimiento (1958), en la que pervive el ideario falangista y del nacional catolicismo, y define España
como una “monarquía tradicional, católica (Estado confesional), social y representativa.

A partir de 1959 se inicia una nueva etapa dominada por el Plan de Estabilización y por el desarrollismo de
los años 60, en los que España experimenta un rápido y desequilibrado crecimiento económico, que
transforma la sociedad española y contribuye al aumento de la oposición al régimen franquista. Este
crecimiento económico fue debido en parte a los tecnócratas (profesionales bien preparados) del Opus Dei
que Franco nombró como ministros y que ocuparon los cargos de mayor responsabilidad económica. Hubo
asimismo una tímida apertura política con la Ley de Prensa (Ley Fraga, 1966), y la Ley Orgánica del
Estado (1967), que sustituía el Estado nacional-sindicalista por la “democracia orgánica”, basada en la
familia, el municipio y el sindicato, unidades naturales representativas de la sociedad, consideradas
superiores a los partidos políticos. En 1969, Franco designó como su sucesor, a título de rey, al príncipe Juan
Carlos.

Finalmente, a partir de 1969 se inicia una fase de descomposición del régimen. Franco, deteriorado
físicamente, delegó la Jefatura del Gobierno en su hombre de confianza, el almirante Carrero Blanco, y van
apareciendo signos de descomposición del régimen: el distanciamiento de la Iglesia, la capacidad
movilizadora de la oposición, y, sobre todo, las tensiones dentro del régimen entre inmovilistas y aperturistas.
El 20 de diciembre de 1973 ETA asesinó a Carrero Blanco, y se endureció la represión: la ejecución en
septiembre de 1975 de cinco militantes de ETA y del FRAP, ocasionó la protesta internacional. Al mismo
tiempo, los marroquíes iniciaron la “Marcha Verde”. En este contexto de desmembramiento del régimen,
Franco moría el 20-11-1975.
5. CONCLUSIÓN
En conclusión, el franquismo evolucionó desde un régimen próximo al fascismo a una dictadura que se
institucionalizó para obtener respaldo internacional, aunque sin evolucionar en lo sustancial (la represión
política y social, el poder de Franco, los valores católicos). A pesar de todo, el Estado franquista no
sobrevivió a la muerte del dictador, pues no pudo hacer frente a los cambios sociales que exigían libertad.

También podría gustarte