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El franquismo fue el régimen político y social nacido durante la Guerra Civil debido a la necesidad de los
militares sublevados de dotarse de un mando único y de una estructura político-administrativa antidemocrática,
paralela a la republicana, apoyada en una ideología de partido único. El nuevo régimen político se caracteriza
por la concentración prácticamente absoluta del poder en la persona de Franco, que mantiene en sus manos
todas las fuentes de autoridad: Jefe del Estado, del Gobierno, de los ejércitos, y del partido único (el
Movimiento), y recibe además el título de caudillo personaje providencial cuya misión era salvar a la patria, por
lo que solo era responsable “ante Dios y ante la Historia”.
El Estado franquista se define como una democracia orgánica, donde la representación no se consigue a
través del sufragio universal y de los partidos políticos, sino mediante unos organismos naturales como son la
familia, el municipio y el sindicato. Aunque, los cambios internacionales, económicos, sociales y la presión popular
le obligan a evolucionar, el franquismo se mantiene siempre como un régimen autoritario y personal. Franco
conserva, hasta su muerte en 1975, el poder e iniciativa legislativa, se rodea de gobiernos formados por ministros
de su total confianza sin Cortes representativas ni Constitución que limite sus poderes.
2. El Anticomunismo. Este factor fue clave desde el inicio de la guerra civil. La guerra fría entre EEUU y la URSS
dese 1945 hizo que el régimen franquista reforzara aún más este aspecto para ser aceptado en el mundo
occidental. Este principio le llevó a perseguir con dureza a los activistas de izquierda, considerados responsables
de las conspiraciones contra el Estado
4. El centralismo o nacionalismo español, teniendo una concepción unitaria y centralista del estado. España sería
una nación unida, centralizada y uniforme (“Una, Grande y Libre”), según el modelo de Castilla, se rechazaron
los nacionalismos periféricos, considerados separatistas. En este sentido, se prohibió el uso en actos públicos,
escuelas e iglesias de los idiomas catalán, vasco y gallego. Abolió los estatutos de autonomía y fomentó la
españolización de la población de todos los territorios influidos por los nacionalistas.
5. El Nacionalcatolicismo. Expresión de la unión entre la Iglesia y el Estado. Para Franco, la defensa de la fe era
parte esencial de la historia de España. Por ello, los principios católicos impregnaron la vida del país y la jerarquía
eclesiástica se integró en las instituciones del Estado. Franco se veía a sí mismo como un hombre providencial
elegido por Dios para la salvación de España. La Iglesia, por su parte, contribuyó legitimar la dictadura.
2. El Movimiento Nacional. Con el decreto de unificación de 1937, Franco "se adueñó del partido" y la Falange
se diluyó en el llamado "Movimiento Nacional". Único partido permitido, se encargaba de controlar los medios
de comunicación y de dotar al régimen de sus bases ideológicas. Además aportaba al régimen los cuadros
políticos tanto a nivel nacional como provincial y local. Propugnaba una síntesis de patriotismo tradicional y
autoritarismo de corte fascista. De ahí tomó el régimen su principal arsenal ideológico en las décadas de 1940 y
1950.
3. La Iglesia Católica representó el elemento sancionador de la "legitimidad" del franquismo: la Guerra Civil fue
una "cruzada" contra el ateísmo marxista. La Iglesia declaró al régimen como un estado confesional católico –
Nacionalcatolicismo-, recibiendo a cambio financiación pública, el control casi total del sistema educativo –
Concordato de 1953-, el poder de la censura y la imposición de valores y de la moral católica al conjunto de la
sociedad española. Además tenía representación en las Cortes y en los Consejos del Reino.
EI modelo autoritario-tecnocrático.
Uno de los graves problemas que Franco tuvo que arrastrar durante su mandato fue el de su propia sucesión.
En 1947 las Cortes aprobaban el proyecto de Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (junio de 1947), por la que
Franco se inclinaba por la monarquía como forma política en su sucesión. Don Juan, que se opuso al proyecto,
acusó a Franco de encubrir con la ley una dictadura personal vitalicia, puesto que no se señalaba cuál sería el
sucesor. Bien pronto, sin embargo, optó por Juan Carlos de Barbón, quien se trasladó a España con el fin de
recibir la formación adecuada.
La Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional de 1958, era una mezcla de neo-falangismo y
de monarquía tradicional, católica, social y representativa, apoyada en la confesionalidad del Estado y en el
centralismo. El totalitarismo de corte fascista era sustituido por el llamado "modelo autoritario-tecnocrático".
La "democracia orgánica".
La España de los años sesenta experimentó profundos cambios económicos y sociales. De hecho, la filosofía
del desarrollo y del bienestar llegaron a ser el eje central de la legitimación del franquismo y de su imagen
exterior. En enero de 1966 se promulgaba la Ley Orgánica del Estado, especie de pseudo-constitución que
pretendía modernizar el régimen de cara al posible ingreso de España en la C.E.E y adecuar la legislación
española a los presupuestos del Concilio Vaticano II. Reforzaba el poder vitalicio de Franco e instauraba, como
sucesora a una monarquía continuadora, por tanto, de las instituciones creadas por el franquismo. El 22 de julio
de 1969, Juan Carlos de Barbón prestaba juramento ante las Cortes de su cargo de heredero de la Corona
española. Para Franco así todo quedaba "atado y bien atado". El Estado nacional-sindicalista era sustituido por
la "democracia orgánica", basada en los tres pilares fundamentales: los "sindicatos", los municipios y la familia.
Pero esta supuesta liberalización, -si exceptuamos la Ley de Prensa (Ley Fraga) de 1966, que suprimió la censura
previa y permitió una cierta libertad de expresión- no tuvo credibilidad.