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Genealogía del Sujeto en la Antigüedad Clásica-Edad Media- Edad

Modernidad-Edad Contemporánea/Posmoderna
Prof. Titular Ps Adrián Campanaro

Antes de comenzar, es necesario entender al menos brevemente, que decimos cuando nos
referimos al Sujeto. Si bien es una palabra bastante usada en las ciencias sociales, el concepto de
“Sujeto” aun plantea ciertas controversias en su definición, dependiendo de qué disciplina lo
aborde.
Parte de la controversia proviene por un lado, porque este concepto puede referir al proceso
subjetivante por el cual un individuo, mediante a sus vínculos intersubjetivos con los miembros de
su familia en la primera infancia y más adelante con otros miembros de la sociedad, da lugar a una
identidad y personalidad particular distinta a otra, es decir, el sujeto como un individuo particular,
único e irrepetible dentro de una sociedad dada.
Por otro lado también puede ser referido al encorsetado, los limites, que tanto la historia, como la
cultura, la sociedad, la economía entre otras, impone sobre la construcción de las subjetividades
de su tiempo, es decir al “Sujeto de Época”. Esto significa que si bien cada sujeto en la sociedad es
por regla general, única e irrepetible, todos comparten ciertos rasgos propios de su época. Este
entrecruzamiento entre ambas concepciones de sujeto es clarificado por el planteo que hace la
psicoanalista Silvia Bleichmar.

“la constitución del psiquismo está dada por variables cuya permanencia
trascienden ciertos modelos sociales e históricos, y que pueden ser cercadas en el
campo específico conceptual de pertenencia. La producción de subjetividad, por su
parte, incluye todos aquellos aspectos que hacen a la construcción social del sujeto,
en términos de producción y reproducción ideológica y de articulación con las
variables sociales que lo inscriben en un tiempo y espacio particulares desde el punto
de vista de la historia política”

Siendo posible asociar constitución del psiquismo a la constitución del sujeto desde el punto de
vista de una identidad particular y a producción de subjetividad a procesos que operan de forma
general sobre toda población e imprimen en sobre la constitución psíquica de cada persona ciertos
modos de expresarse.
De aquí en adelante cuando nos refiramos a Sujeto lo haremos en función de esta construcción
social del sujeto y no desde su constitución psíquica.
Una vez aclarado este dilema, avanzaremos por concentrarnos en que características tenían los
diferentes sujetos en cada época.

El Sujeto es la cristalización de una época, sin embargo, éste, no es inmutable, sino que cambia con
el pasar del tiempo, tomando diversas característica en diferentes momentos históricos.
Tomaremos para ilustrar estos cambios, 4 puntos diferentes: la edad antigua, la edad media, la
modernidad y la contemporánea/posmodernidad. Si bien este recorte histórico esta enmarcados
en la corriente del historicismo alemán del siglo XIX, es decir que podría plantearse otros recortes
teniendo otro tipo de percepción de la historia, éste recorte (habitualmente usado en la educación
formal obligatoria) nos ayudara a ordenar cronológicamente y exponer dichos cambios en la
constitución del sujeto.
Edad Antigua

Con edad antigua nos referimos al período histórico, que abarca desde la aparición de la escritura
(En la civilización sumeria en el IV milenio a. C) hasta el fin del Imperio romano, hacia el siglo V d.C.
Es decir desde la aparición de las primeras civilizaciones hasta la caída del imperio romano
occidental. Sin embargo de este periodo tan extenso de tiempo en donde aparecieron y
desaparecieron grandes civilizaciones como la sumeria, fenicia, acadia, egipcia, las polis griegas y el
imperio romano entre otras, tomaremos la civilización de la antigua Grecia como punto de
análisis, ya que se considera a ésta la cuna de la civilización occidental.
La antigua Grecia se ubicó desde el 1200 a. C. con la invasión dórica, hasta el año 146 a. C. con la
conquista romana de Grecia tras la batalla de Corinto. Siendo la aparición de la Polis (ciudad estado
griega) quizás uno de los puntos más relevantes para analizar la concepción de Sujeto en la edad
antigua, ya que muchos filósofos de renombre universal, tal como Sócrates (470ac-399ac), Platón
(427ac-347ac) y Aristóteles (384ac-322ac) tomaron como uno de sus objetos de análisis filosófico
al Sujeto de su época.

En esta época el Sujeto estaba fuertemente determinado por múltiples factores, ya sea el
aristocratismo, los mitos y la política. La sociedad antigua estaba dividida en estratos sociales
piramidales inalterable, se nacía y se moría en una posición social a decir, siendo el estrato más
alto el de noble, le seguían los sacerdotes/sabios/filósofos, guerreros, comerciantes, granjeros,
artesanos y esclavos y mujeres siendo éste último el nivel más bajo en la escala social. Desde el
punto de vista mítico, el hombre era un elemento más de la creación de los dioses, al igual que las
plantas, los animales, la tierra y el agua, y sus acciones estaban controladas por estos mismos
dioses siendo el destino asignado por las deidades como inalterable. En la antigua Grecia con la
aparición de la Polis (ciudad estado) y con ella el nacimiento de la democracia aparecen tres
categorías, los hombres libres o ciudadanos, los metecos (extranjeros que se les permitía vivir en la
Polis) y los hombres no libres (esclavos). Los ciudadanos libres eran aquellos que podían votar,
asistir a las escuelas, realizar una carreta política, etc, los cuales en Atenas apenas alcanzaban las
2/5 partes de la población. Los hombres que no eran libres y los metecos por tanto no eran
ciudadanos (gran parte de comerciantes, agricultores, mujeres, esclavos, etc) no eran tenidos en
cuenta en la vida política de la ciudad ni en las tomas de decisiones y se les pensaban como seres
inferiores. Los filósofos de la época, impregnados de este pensamiento, plasmaron en su filosofía
esta postura.
Para Platon, filósofo ateniense el hombre era la unión accidental de un cuerpo (mortal y por ende
despreciable) y un alma (inmortal y divina). Éste mismo percibía al alma como aquello que anima
el cuerpo de los seres vivos, que le da vida y movimiento. En el hombre, su alma a su vez se
distinguía tres particiones, para explicar mejor esta tripartición Platón desarrollo “el mito del carro
alado”, un carro tirado por dos caballos. El auriga o conductor del carro era el alma racional, parte
superior del alma humana, inmortal y divina, gracias a ella alcanzamos el conocimiento y la vida
buena, ubicaba esta alma en la cabeza (cerebro) era la encargada de controlar y dirigir a los dos
caballos que tiraban del carro. Uno de esos caballos era la representación del alma irascible (parte
del alma humana en donde se sitúan la voluntad y el valor, era según el mito el caballo bueno y
dócil a las instrucciones del auriga y ubicaba esta alma en el corazón). El otro caballo era la
encarnación del alma concupiscible, parte mortal del alma humana responsable de las pasiones y
placeres, era el caballo malo, poco dócil, y dirigía al carro al mundo sensible, la ubicación de esta
alma era el abdomen (el hígado). De ellas la racional era la más cercana a los dioses y aquella que
se debía cultivar, puesto que a través de ella el hombre podía atravesar la ilusión del mundo
sensible (mundo que habitamos y en donde percibimos los objeto, pero que estos no son otra cosa
que una copia de la auténtica realidad que se encuentra en el mundo de las ideas) para alcanzar el
mundo inteligible (mundo de las ideas, lugar donde habitan las cosas verdaderas, hogar también
de los dioses) el único modo de acceso era a través de la filosofía, esta cosmovisión la desarrolla en
el “mito de la caverna” , siendo la caverna el lugar donde habitan los hombres y lo que percibimos
dentro de ella no son más que simples sombras de los cosas reales, y solo mediante la filosofía se
podía abandonar la caverna para salir al exterior en donde a la luz del sol se podía apreciar el
mundo de las ideas, hogar de las objetos reales y perfectos.
Platón determinaba que el alma racional era propia de los filósofos y gobernantes, el alma irascible
de los guerreros y el alma concupiscible con la de los artesanos y los trabajadores. Esto se puede
traducir que solo los ciudadanos y de entre ellos solo los que se abocaban a la filosofía (la elite de
la sociedad) eran capaces de llevar una buena vida y atravesar la ilusiones de este mundo, siendo
tanto los guerreros como los comerciantes, artesanos, trabajadores y esclavos, presos de sus
pasiones y deseos sensibles atrapados en el mundo sensible sin poder llevar una vida buena. En
este sentido los filósofos serían considerados Sujetos, en cuanto que a través del pensamiento
podían escapar al reinado de las paciones, de las necesidades sensible, del mundo de ilusiones en
donde se habitaba para alcanzar la virtud.
Por otro lado Aristóteles discípulo de Platón, la unión del cuerpo y el alma es necesario puesto
que esta es sustancial, siendo imposible la existencia de formas separadas. El hombre, pues, ha de
ser una sustancia compuesta de materia y forma: la materia del hombre es el cuerpo y su forma el
alma. Por tanto define en su libro “De anima” (Sobre el alma) al alma como "La entelequia primera
de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia", y establece la existencia de tres tipos de alma:
la vegetativa, la sensitiva y la intelectiva o racional. El alma vegetativa es la propia de las plantas;
asume funciones para el mantenimiento de la vida, la nutrición, siendo común a todos los seres
vivos. El alma sensitiva es la propia de los animales, ésta controla la percepción sensible, el deseo
y el movimiento, lo que da a los animales más posibilidades de sobrevivir, están dentro de sus
facultades la imaginación y la memoria. Por último el alma intelectiva o racional la cual es propia
del hombre. Las almas vegetativa y sensitiva realizan las funciones "irracionales". Las funciones
racionales consisten en el conocimiento de la verdad en sí misma (la capacidad del conocimiento
científico), y el conocimiento de la verdad con fines prácticos (la capacidad deliberativa). El hombre
por tanto poseería las tres almas, siendo la intelectiva la que le da su impronta única, de esta
manera define al hombre como un animal racional.
Por otro lado en su libro “La Política” Aristóteles establece que no cualquiera es un ciudadano,
pues la persona no-ciudadano (esclavos, extranjeros…) puede contar con un domicilio o el sujeto
de derechos, pero sólo la persona-ciudadano tiene derechos y libertades políticas. Pero también
hay una división entre los ciudadanos. Los ciudadanos que aún no llegan a la edad requerida
“Ciudadanos incompletos” y los ancianos que han sido eliminados de la inscripción cívica
“ciudadanos jubilados”. De esta forma, si el Hombre, como primera naturaleza es un ser racional,
como segunda naturaleza es un ser o animal político.

Como se puede apreciar en ambos filósofos hay una tensión natural e indisoluble entre la
concepción política, filosófica y mitológica del Sujeto en la antigua Grecia, que pasaremos a
analizar.

Política: por el anudamiento del Sujeto al de ciudadano, (los cuales eran una pequeña fracción de
la sociedad griega) desde el punto de vista político, el Sujeto era concebido desde su carácter
individual, un sujeto con derechos y libertades.
Filosófica: por el conflicto inherente entre las diferentes almas que habitan de forma accidental o
necesaria en el cuerpo de cada individuo, había quienes eran dominado por sus paciones y por
ende se alejaban de la virtud. El Sujeto per se, era solo aquel que podía ejercer una libertad de
pensamiento y acción, por fuera de los apetitos mundanos, orientado hacia la virtud y la ciencia,
siendo entonces solo los que se orientaban a la verdad, Filósofos, los únicos Sujetos de pleno
derecho.
Mitológica: Los hombres utilizaban el mito para darle explicación al mundo que les rodeaba, en
donde le atribuían a los dioses su creación, desgracia y destino. Desde ésta perspectiva Sujeto no
era un ser libre, pues los hombres no eran más que meros juguetes de los dioses. Las tragedias
Griegas (obras teatrales populares dentro de la Polis-ciudades griegas-) como “Edipo rey” plasma
la impotencia humana, en cuanto que los dioses prefiguran el destino de los hombres, y cada
acción aun de desafío ante este destino está contemplada por las divinidades y son parte de las
maquinaciones de estos dioses para el cumplimiento del destino que le habían asignado. Por lo
que la responsabilidad del hombre con respecto a sus propias acciones podemos pensar era más
bien pequeña. La popularidad e influencia en la sociedad griega del oráculo de Delfos (por el cual
los ciudadanos griegos podían recibir los designios de los dioses) era tan grande que podía decidir
si una ciudad entraba en guerra o no (la batalla de Termopilas es un ejemplo claro de su
influencia). Por otro lado el nacimiento del hombre en una clases social particular era designio de
los dioses y por tanto inalterable.

Por lo tanto se puede concebir al Sujeto de la Edad Antigua como un Sujeto que solo en
los estratos más elevados de la sociedad y contando con un intelecto superior, podría ejercer
plenamente todas sus potencialidades: tanto políticas como las inherentes a ser un sujeto de
derecho y libertades, como intelectuales, pudiendo guiarse por la ética y la búsqueda de la verdad
mediante el abandono de lo mundano a través de la ciencia, solo accesible a través de la
educación. Siendo los otros miembros de la sociedad, subjetividades mucho más empobrecidas, ya
sea porque al no ser ciudadanos no tenían acceso a la vida política de la ciudad y por tanto no eran
sujetos de derecho, o por la ausencia de educación y por una concepción religiosa del mismo, no
pudiendo pensarse por fuera de los designios de los dioses.

Lo que queda claro, que en la edad antigua aparece el Sujeto como Potencialidad. ¿Qué
quiere decir esto? Significa que no hay Sujeto de la Edad Antigua. Parece una afirmación radical,
pero esta se sostiene en cuanto que no existía de forma general, solo aparece la potencialidad de
la existencia de un Sujeto, y no de la existencia de un Sujetos en sí. El hecho que incluso en su
concepción filosófica los sujetos sean realidades de segundo orden, un evento de su especie (ya
sea este un animal racional o político) un ejemplar sustituible de la misma, dan prueba de ello.

Edad Media

La edad media fue el período histórico, posterior a la Edad Antigua, que comprende desde la caída
del Imperio romano, hacia el siglo V, hasta el descubrimiento de América en el siglo XV.

Sin embargo la configuración de las características sociales que determinarían esa época se puede
rastrear siglos antes. Por una parte la división del imperio romano en dos Imperios. Por un lado el
Imperio Romano de Occidente y por otro el Imperio Romano de Oriente, dispuesto por emperador
Diocleciano (284dc-305dc). Esta fragmentación marco en parte el declive del imperio romano, el
cual a tener dos sedes administrativas trajo aparejado diversos conflictos de poder entre dichas
facciones. Los intentos de unificar al imperio fueron varios, pero fue con la asunción del
emperador Romano, Constantino I, que se dieron los primeros pasos para establecer al
Cristianismo como religión de estado, en un intento de unificar al imperio y así restablecer su
antigua gloria. Hasta entonces, dicha religión era proscripta dentro del imperio y sus fieles
perseguidos y asesinados. La decisión de Constantino I de unir al imperio bajo la religión Cristiana,
obedecía entre otros factores, al intento de brindar unidad a un imperio que se encontraba
fuertemente dividido, no solo por la divisiones políticas sino también por las divisiones dentro de
la población de ambos imperios ya que la mitad de la población romana, a pesar de ser el
cristianismo un culto prohibido, profesaba dicha religión. Por ello, dicho emperador proclamo en
el año 313 dc, el edicto de Milán o de Tolerancia hacia los cristianos, que significo la posibilidad de
la expansión de la Iglesia Cristiana dentro de los márgenes del imperio, aunando la unidad del
imperio. Sin embargo el Cristianismo estaba fuertemente dividido, ya que no existía un consenso
general acerca de que texto era sagrado y cuáles no, y a que dogma adscribirse. Por tanto no fue
hasta el Concilio de Nisea (325 dc), el primer concilio general de la historia de la Iglesia cristiana,
en donde participaron 300 representantes eclesiásticos, en donde se estableció un canon único de
interpretación de la religión Cristiana pudiendo alcanzar una paz religiosa que estabilizo el Imperio.
Desde el punto de vista político militar no fue hasta que en el 326 dc Constantino I venciera a
Licino, su par de Oriente, y unificara al imperio, refundando Bizancio bajo el nombre de
Constantinopla y mudara la capital del imperio de Roma a dicha ciudad que el imperio romano no
fue unificado. Con el imperio romano bajo un mismo emperador y con una religión única, el
Cristianismo, que perfilaba como centro de la unidad romana, es que el imperio comenzó a tomar
forma nuevamente. Sin embargo esta unificación era débil, años de conflictos habían
resquebrajado al imperio. Por lo que para el 27 febrero del año 380, el cristianismo se convirtió en
la religión exclusiva del Imperio Romano por un decreto del emperador Teodosio y posteriormente
en el Sínodo de Roma del año 382 dc, se eligieron los textos oficiales, de entre la decena de
evangelios, que se configuro lo que hoy llamamos la Biblia como la conocemos. Esta compilación
de textos oficiales, dejo por fuero muchos otros, pero la necesidad de consolidar el dogma y crear
una serie de textos de fácil acceso e interpretación para todos los habitantes del imperio, servía
para solidificar la unidad del imperio romano.

Sin embargo esta unidad duro poco tiempo ya que, pues tiempo después en el año año 476 el
imperio termino por caer, siendo la caída de la ciudad de Roma y la deposición del emperador
Rómulo Augústulo, por parte de los hérulos del rey Odoacro, el punto de quiebre en donde se da
por finalizada la edad antigua y el comienzo de la Edad Media.
De las cenizas del imperio, tras el paso de los barbaros por su territorio, renace un tipo de
organización social que definirá a dicha época. Esta se llamó Feudalismo, los antiguos generales
romanos que controlaban algunas provincias, establecieron fortalezas y los antiguos pobladores se
reunieron alrededor de ellas en busca de protección. A cambio de una fracción de la producción de
estos aldeanos, el señor feudal (señor del castillo) les brindaba protección contra los barbaros.
Aquí la iglesia, institución que sobrevivió a la caída del imperio romano, tomo un papel
protagónico en la organización social pues, era la Iglesia la que legitimaba el poder de los Señores
Feudales y las posteriores monarquías que surgieron de dichos Feudos. La sociedad por tanto se
organizó en función del Cristianismo, ya que era éste quien establecía el lugar social que debía
ocupar los miembros de la sociedad.
La construcción del sujeto de la época Medieval fue entonces moldeada por la religión Cristiana y
sin ella el Sujeto, como hoy lo entendemos, no podría haber nacido. En primer lugar porque el
encorsetamiento social ya no distinguía diferencias de clase sociales, ya sea noble o plebeyo,
campesino o señor feudal, todos eran atravesados por la noción de que había un Dios al cual todos
respondían por igual, esto quiere decir que cada hombre y mujer respondía a ese Dios,
independientemente si quisiera o no, a partir de ese momento, no se podía pensar por fuera de la
concepción Judeo-Cristiana, de dicha cosmovisión (manera de ver el mundo). Aun los detractores
que se ponían en marcada oposición a la Iglesia, se concebían como herejes, palabra que en su
etimología (origen) era quien no seguía el dogmas de la fe cristiana o se oponía a él, esto quiere
decir que eran también enmarcados dentro de la cosmovisión cristiana y no podían pensarse por
fuera de dichos cánones.
Esta mirada pone al Sujeto en el centro de la escena social, en donde aparece como artífice de su
destino, quiere decir con la posibilidad de tomar decisiones y por tanto responsable individual de
las consecuencias de dichas acciones. La paradoja que primaba en la edad antigua, en cuanto que
el hombre como títere de los dioses en última instancia no era responsable de sus acciones pero
que a su vez en el ejercicio de la Filosofía y el derecho legal (una fracción mínima de la sociedad)
tenía libertad, se supera en la edad media. En la edad antigua el encorsetamiento social por tanto
dependía tanto de la escala social en donde se nacía (hombre libre o esclavo, varón o mujer) como
en el ejercicio de cierta práctica (si se orientaba a las ciencias o no), es decir que esas
determinaciones sociales variaban de individuo en individuo, y en cada situación particular, no
eran por tanto el Sujeto ni universal, ni atemporal. En la edad media el Sujeto de época, en cuanto
conjunto de determinantes universales y atemporales se plasma en toda la sociedad. Ya no es en el
ejercicio de una acción lo que te determina como Sujeto sino por el mismo hecho de haber nacido
en la sociedad, independientemente de en que lugar uno haya nacido, ya sea en la acción o la
inacción, uno es Sujeto, tanto de derecho como de responsabilidades.
Sin embargo este Sujeto de libertad tiene una autonomía limitada, ya que si bien la noción de libre
albedrio (libertad de acción y pensamiento) se instaura socialmente independientemente del lugar
en la escala social, esta libertad está enmarcada en seguir o no el plan divino. La consumación del
Sujeto no será como en la edad antigua, en la búsqueda de la areté (excelencia) a través de la
filosofía, sino que será tomar en posesión de dios a través del amor y el conocimiento. El Sujeto de
la Edad Media es libre, pero solo de seguir el plan divino o no, es responsable de sus pecados, pero
no de cuestionar que es o no pecado.
En el marco político económico, esta concepción del Sujeto Cristiano, permitió bajo la base de
todos los humanos en igual condiciones ante Dios y la noción de libre albedrio, la instalación de un
pacto entre las dos clases sociales de su época, el plebeyo y la monarquía, en donde cada parte
tenía ciertos derechos y obligaciones con respecto a su otra contraparte. El monarca tenía la
obligación de ofrecer tierras para que trabajen y protección a sus súbditos, externa a través de sus
soldados e interna a través de hacer que se cumpliera la ley, y el derecho a recaudar impuestos en
forma de una porción, pactada, de lo que el súbdito producía, y el campesino tenía derecho a ser
protegido ya sea de amenazas externas al feudo o internas y cultivar o producir lo que quisiese en
esa tierra, quedándose con parte de lo que producía, libertad de acción siempre que se enmarcara
en las leyes establecidas y enmarcada en la cosmovisión cristiana y el deber de brindarle una parte
de dicha producción al señor feudal o noble, y jurarle lealtad. Este pacto alcanza a todos los
hombres se sostenía en un mutuo acuerdo, por tanto la condición social de esclavo desaparece.

A modo de resumen en la Edad Media se da nacimiento al Sujeto de Época, en cuanto a un


conjunto de determinantes que alcanza a toda la sociedad por igual, más allá de las
particularidades propias de cada clase social. Este sujeto era por tanto un Sujeto Libre, pero con
una autonomía reducida, pues este Sujeto estaba concebido dentro de la cosmovisión cristiana y
por tanto su libertad se reducía en seguir o no el plan divino. Por tanto y para caracterizar mejor
esta influencia de la Iglesia Cristiana, a este sujeto lo llamaremos Sujeto de Libre Albedrio, para
marcar mejor y entender que esa libertad era entendida solo en los marcos del pensamiento
cristiano.
Edad Moderna

Se considera a la Edad Moderna al periodo histórico que comprende desde el siglo XV, que tiene
como puntos clave la caída de Constantinopla a manos del imperio Otomano y con ello el fin del
imperio romano de oriente en el 1453 y la llegada de Cristóbal Colon a América en el año 1492)
hasta fines del siglo XVII como comienzo de la decadencia de dicho modelo hasta finalmente sufrir
una transformación que le dará fin ya a finales del siglo XIX con el establecimiento de las naciones
estados, para caer definitivamente dicha cosmovisión a mediados del Siglo XX con la caída del
muro de Berlín 1989 y el fin de la Guerra fría. Si bien muchos aseguran que entre el siglo XVII a la
actualidad podría definirse la edad contemporánea, esta última se puede interpretar como la
profundización de los procesos sociales, políticos, culturales y religiosos, etc, que comenzaron en el
siglo XV y que se agotan a finales del siglo XX produciendo un cambio en la cosmovisión de la
época.
Antes de comenzar al Sujeto de época, hay que hacer algunas puntualizaciones que llevaron de la
edad media a la edad moderna. Habíamos marcado que la edad media había estado definida por
una fuerte cosmovisión Cristiana, su Sujeto de Época, fuertemente delimitado en su autonomía
por las posibilidades subjetivas que le brindaba el mundo que describía la biblia y algunos textos
de algunos Santos que terminaban por dar forma al mundo cristiano como ser San Agustín, quien
cristianizo los textos filosóficos de Platón, o Santo Tomas de Aquino, quien hizo también su parte
con Aristóteles. Este Cosmos definido por la Iglesia era un cosmos finito, geocéntrico (el sol, los
planetas y las estrellas giran alrededor de la tierra), antropocéntrico (el hombre como figura
privilegiada y centro de la Creación). Con Dios como medio necesario para alcanzar el
conocimiento verdadero. Era una sociedad en donde ya se había dicho todo, ya sea por la biblia o
por los santos.
Con la caída de la capital del imperio romano de oriente “Constantinopla” (actual
Estambul-Turquía) por parte de los Otomanos, el mundo cristiano se ve conmocionado, otro golpe
duro a las cosmovisión cristiana fue el encuentro entre los nativos americanos y el pueblo
europeo. Pero procedamos con cautela, pues son un grupo de eventos y procesos que se dieron en
un lapso de dos siglos que termina por hacer caer la cosmovisión cristiana y por tanto la
transformación del Sujeto de Libre Albedrio que dominaba la Edad Media.
Algunos de los puntos más relevantes en el resquebrajamiento de la cosmovisión cristiana y el
advenimiento de la Edad Moderna fueron los siguientes:

● El hallazgo por parte de los Europeos de nuevos territorios en las Américas, y el contacto
con las poblaciones nativas pusieron en cuestión la visión de Sujeto Cristiano, ya que los
nativos tenían otra manera de interpretar su mundo y lo que sucedía en él. Pero quizás el
hecho más relevante fue el descubrimiento empírico (a través de la experiencia) de que la
tierra era redonda. Esto tira por tierra la noción que se tenía dentro de la cosmovisión
cristiana de una tierra plana. Si la tierra era redonda y no como aseguraba la Iglesia desde
hace siglos, la sociedad europea comenzó a preguntarse ¿En qué más estaba errada la
cosmovisión Cristiana?
● El auge económico de las ciudades estados italianas durante el 1400 y el 1500, que dio
lugar al movimiento cultural llamado Renacimiento. Las ciudades estados italianas,
comenzaron a comerciar más fluidamente con medio oriente. Y junto a los objetos de
valor comerciados también llegaron a Italia, las obras de los filósofos griegos de la edad
antigua. Tratados de filosofía que habían sido conservado por el pueblo musulmán y que
habían por tanto escapado a la purga ideológica (quema de libros) o la conversión al
cristianismo de dicho material. El acercamiento de estos textos a la sociedad europea
revitalizo el deseo de conocer. El arte, antes dedicado pura y exclusivamente a los temas
cristianos comenzó, gracias a la opulencia de las familias adineradas de las ciudades
estado a italianas a centrarse en los hombres, aparecen por tanto los retratos y esculturas
dedicadas a los señores de dicha familias, y la temática en el arte se diversifica
enormemente, comienza por tanto el humanismo. La relevancia del cambio de la
temática en el arte es sumamente importante, pues era una manera de por un lado hacer
propaganda, también el arte estaba ligado estrechamente a la ciencia y en particular a la
ingeniería (no es casual que el pintor Leonardo da Vinci allá realizado su producción
artística en esta época y en las ciudades estado italianas y que a la vez además de pintor y
escultor haya sido también anatomista e ingeniero) y por el otro, las obras de artes era
una forma de legitimar poder.
● El descubrimiento del astrónomo Galileo Galilei a través de la utilización del telescopio en
el 1610 de que la tierra giraba alrededor del sol y no viceversa tiraba por tierra la
cosmovisión geocéntrica de la Iglesia, este golpe duro a la noción concebida dentro del
antiguo testamento de la tierra como centro del cosmos es destruida. Se pasa entonces
de un geocentrismo (la tierra como centro) a un heliocentrismo (el sol como centro). Y la
osadía de hacer pública este descubrimiento casi le valió al astrónomo terminar en la
hoguera como el monje y astrónomo Copérnico (quien había demostrado mediante
cálculos matemáticos un siglo antes que Galileo, que los planetas al igual que la tierra
giraban alrededor del sol, que era no otra cosa que una estrella más de un universo
infinito). La demostración empírica de sus afirmaciones mediante el telescopio, sumado a
ser un miembro acomodado de la sociedad y una carta retractándose de sus
descubrimientos, evito que sufriera el mismo destino que Copérnico. Sin embargo y pese
a esto, el daño estaba hecho, las ideas de Galileo calaron hondo en la sociedad europea
que ahora se cuestionaba también su lugar privilegiado en el cosmos.
● El paso de un cosmos finito a un universo infinito. La cosmovisión cristiana pasa mediante
a los descubrimiento de que la tierra es redonda, que esta gira alrededor del sol, al igual
que los demás planetas y que el sol es una estrella mas de infinitas estrellas, de un
cosmos finito ( a decir las estrellas son las que se ven y todos los planetas y el sol giran
alrededor de la tierra) a un universo infinito (la tierra siendo un planeta mas del sistema
solar, y el sol una estrella en un universo infinito)
● El nacimiento de la imprenta en 1410-1478 en Estrasburgo y en Italia 1410-1478 hace
que los libros (antes de muy difícil acceso para alguien que no tuviese dinero, ya que se
hacía mediante copistas) sean de fácil acceso a la población, liberando el conocimiento
ante encerrado en los monasterios y poniéndolo en manos de la sociedad en su totalidad.
● Por otro lado habiendo perdido poder la Iglesia a la hora de dar forma a la cosmovisión de
la época. Las instituciones que sostenían pierden legitimidad y significado, teniendo como
resultado la crisis del feudalismo. Si la Iglesia se equivocaba acerca de cómo era el mundo,
quizás también se equivocaba en los privilegios de nacimiento de la nobleza.

Con la sumatoria de estos descubrimientos que tiraban por tierra la cosmovisión Cristiana del
mundo, los hombres comenzaron a descreer de la infalibilidad del conocimiento preexistente, la
razón y la experiencia comienzan por tanto a avanzar sobre todos los campos de conocimientos,
antes prohibidos y por tanto inalterados.
Es el filósofo y matemático Rene Descartes, es su afamado libro Meditaciones Metafísicas
publicado en el 1641 quien expresa el advenimiento del Sujeto Moderno. Sujeto que va a poner su
eje no en Dios, sino en la Razón, razón que va a ser patrimonio, ya no de Dios, sino de todos los
hombres. Razón con la cual va a tratar de explorar, interpretar y predecir el mundo que lo rodea.
Dios por tanto es desplazado y en su lugar adviene en su centro el hombre racional. Todo el arte de
la época va a expresar este cambio de cosmovisión, el arte se va a dirigir hacia los hombres y la
naturaleza. Y la razón en su estado más puro va a dar a luz a partir de la Filosofía a una manera
única de interpelar y entender al mundo. Nace entonces, hija de la Filosofía, La Ciencia.
Con el nacimiento de la ciencia empieza “el siglo de las luces” periodo histórico con lo que se
definió al siglo XVIII. Este movimiento cultural e intelectual europeo, también llamado Ilustración,
tenía como fin disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del
conocimiento y la razón.
Hay por tanto un nuevo Renacimiento, siendo ahora Francia y no Italia el centro de la escena. Se
acentúa por un lado el antropocentrismo (el hombre como el centro del universo) y comienza a
tomar fuerza y poder las corrientes laicas (aquellos que son independiente de toda religión), toma
fuerza también el Racionalismo, reduciendo todo el conocimiento a la razón y la experiencia
sensible (lo que se puede observar y medir) despreciando a cualquier superchería, magia o
religión. Acompañado de un hipercriticismo y un ideal reformado de toda la sociedad en su
totalidad. Este ideal reformador lleva al pueblo francés a deponer a sus monarcas mediante la
Revolución Francesa de 1789, bajo los principios de Libertad, Fraternidad e Igualdad se dirigieron a
conformar posteriormente un estado nacional, aboliendo así la monarquía. Esta revolución no
hubiese sido posible sin el auge de una clase social, “la burguesa” nacida siglos atrás, quienes
habían alcanzado un gran poder económico, y fueron quienes foguearon al pueblo francés a
deponer la monarquía con el fin de alcanzar el poder político, poder que antes solo estaba
reservado a la nobleza.
Esta nueva clase social (la burguesía) lleva adelante un cambio profundo en el tipo de organización
económica y social en el siglo XVIII. El descubrimiento de la maquina a vapor y la introducción de
las maquinas en la producción de mercancía, da nacimiento por un lado a lo que se denomina la
revolución industrial. La aparición de las industrias tiene como consecuencia el traslado de las
poblaciones de los campos hacia las urbes, creciendo así demográficamente las ciudades. Y el
campesinado, antes motor de la economía feudal da lugar a una nueva clase social, el proletariado
u hombre asalariado.
Aparejado a estos cambios, comienza dentro de la sociedad moderna, un creciente idealismo,
fundado en el ideal de un hombre educado y guiado por la razón, sin el obstáculo que imponen los
sentimientos. Este ideal civilizador lleva a la creación de instituciones educativas como ser la
escuela pública, en donde se va a depositar la responsabilidad de transformar esta sociedad en ese
ideal moderno, educación forjada bajo los preceptos de la ciencia.
Podemos entonces apreciar como el Sujeto Moderno va a depositar su Fe, ya no en la Religión,
sino en la Ciencia, como aquella que va a terminar por solucionar todos los males de los hombres y
va a llevar a un ideal de sociedad perfecta ausente de conflicto y sufrimiento.

Estas transformaciones sociales, económicas y culturales van a dar a luz en la Edad Moderna a un
Sujeto de Época, particular que no podemos dejar de definir como Sujeto Racional, un sujeto
fundado en la razón, y por tanto, en su pura conciencia, con la libertad de avanzar con su razón,
tanto sobre la naturaleza, como sobre sí mismo y la sociedad que le dio origen, intentando
ordenarla bajo principios racionales y por tanto consientes, para a través de ella alcanzar los
ideales modernos.

Edad Contemporánea o Posmodernidad


Como podemos percibir, los cambios de un paradigma (cosmovisión, manera de pensar al mundo,
las prácticas y a nosotros mismos) y con ello del Sujeto de Época, se pueden rastrear en la crisis o
agotamiento de aquello elementos o procesos que dieron su origen y lo fundamentaron.
Ese es el caso del nacimiento de la edad contemporánea o posmodernidad. Que comprenden los
principios del XIX hasta la actualidad, siendo definida la posmodernidad a partir del final de la
guerra fría (llamado así por la carrera armamentística que llevaron adelante tanto EE.UU. como la
Unión Soviética por casi medio siglo).
Los elementos y procesos que ayudaron al agotamiento del viejo modelo se pueden apreciar en los
siguientes puntos:
● Por un lado la publicación de Charles Darwin en 1859 de su afamado libro “El origen
de las especies” trajo aparejada una herida narcisista al sujeto moderno, ya que el
hombre paso de ser el centro del universo a una especie más que habitaba el planeta.
● Por otro lado la creación por parte de Sigmund Freud del psicoanálisis en el año 1896,
y con él, el descubrimiento del inconsciente (procesos psíquicos que son inaccesibles
a la conciencia y que dominan nuestros pensamientos y sentimientos) fue una herida
mortal al Sujeto Racional de la modernidad, sujeto pura conciencia, ya que nuestras
acciones y pasiones están dirigidas por procesos que no podemos controlar y que
naturalmente no son accesibles al escrutinio de la razón. Este sujeto racional cerrado
sobre sí mismo, aparece entonces comprendido como un sujeto escindido (dividido)
entre una conciencia y un inconsciente, siendo este último realmente por el cual
pensamos y sentimos de formas particulares, siendo la razón un instrumento más de
éste inconsciente que como una herramienta, la utilizara para fines que en la mayor
de los casos no corresponden a la racionalidad.
● Esta irracionalidad inconsciente fundante en el hombre, hace uso de la racionalidad
para llevar a cabo dos hechos que han marcado a la humanidad con fuego y sangre,
resquebrajaran el ideal moderno de una Razón al servicio de la humanidad. Por un
lado la Primera Guerra Mundial 1914-1918, y por el otro lado la Segunda Guerra
Mundial 1939 y 1945, dos conflictos bélicos que enfrentaron a numerosas naciones a
lo largo del globo, llevando al borde de la aniquilación a la humanidad misma.
● Por el otro lado el surgimiento en el siglo XX de los regímenes fascistas y del nazismo,
mostro con descarada crueldad como la ciencia y la ingeniería social podía llevar al
hombre a utilizar su razón en función de los ideales más oscuros e irracionales.
● Desde el plano económico, debido a las reiteradas crisis del sistema capitalista y su
creciente explotación de la naturaleza y del hombre, da como resultado una creciente
desconfianza en dicho modelo, desconfianza que se acentúa en una desesperanza de
un futuro en donde los medios de subsistencia estén asegurados para todos los
hombres.
● La caída del comunismo como alternativa social y económica a nivel mundial fue otro
hecho que marco la sociedad moderna y la trasformo para siempre. La caída del muro
de Berlín 1989 y la disolución de la unión soviética, termino por echar por tierra
cualquier ideal de una alternativa a los ideales modernos encuadrados en el
capitalismo, echo que algunos catalogan como el fin de las ideologías y por tanto, de
la percepción de la posibilidad de un mundo diferente.

La destrucción de los ideales que sostenían a la modernidad, tanto en sus ideales humanistas como
en la percepción de una ciencia al servicio del hombre, hizo que la economía, en su versión
neoliberalista, ocupara el lugar vacío que habían dejado estos dos elementos y tomase un papel
hegemónico en la constitución de la cosmovisión del sujeto posmoderno. Aparece entonces la
sociedad de consumo y el hombre en su carácter de mercancía. En ésta, la publicidad a través de
sus diferentes medios (la radio, la televisión, internet, etc) aparece como constructora de
subjetividades, que bajo el modelo de oferta y demanda, ofrece las mercancías como dadoras de
sentido para la vida. La realización del hombre va a ser por tanto poseer el último celular, vestir de
cierta forma, ir de vacaciones a lugares idílicos, poseer un auto lujoso, asistir a los ambientes
recreativos de moda, etc.
Aparece entonces un caleidoscopio de subjetividades que se ajustan a cada individuo de la
sociedad de acuerdo a la mercancía que estos consuman. El lugar social que ocupara cada persona
va a estar dando entonces, de acuerdo a las mercancías que posea y éstas le definirán. Esto
recrudece el conflicto social, sobre todo en aquellos quienes no pueden acceder por razones
económicas a esos bienes materiales o culturales, dando lugar a nuevas formas de segregación
social que se suman a las preexistentes.
Esto va aparejado al fenómeno de la Globalización en donde las marcas culturales de cada pueblo
se desdibujan en función de una única manera de ser en el mundo.
Por otro lado la aparición de la computadora y el internet, modifica profundamente la relación del
hombre con sus pares, pues a pesar de facilitar comunicación, esta queda reducida al encuentro de
la no diferencia, sino de lo idéntico, ya que el hombre de época va evitar bajo todos los medios de
encontrarse con aquello que lo frustra o angustia, tratando de solo prestar atención y creer aquello
que corrobore aquello que cree o sienta. Esta evasión va servir como abono para la aparición de un
nuevo tipo de fenómeno de dominación denominado “posverdad”, que no es otro cosa que la
distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en
las actitudes sociales, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a
las emociones y a las creencias personales. Posverdad que se va a servir las clases hegemónicas
para legitimar y sostener sus privilegios.
Anudado a este fenómeno va a estar el predominio de lo visual. La imagen va a tener un lugar
protagónico, ya que al ser perforadas las subjetividades por las mercancías, y siendo el hombre una
mercancía más de la sociedad de consumo, la imagen en su modalidad de publicidad, va tomar un
rol significativo. De esta manera el hombre va a poner a la vista de la sociedad su vida privada a
través de las redes sociales para venderse como mercancía, siendo los “me gusta” o “seguidores”
quienes le asignen su valor ontológico.

Esta sumatoria de características que definen la Edad Contemporánea/Posmodernidad y al sujeto


de época que va a dar a luz, se encuentran como se puede apreciar más cercana al Sujeto de la
Edad Antigua, a ese Sujeto como Potencialidad. Pero ya no potencialidad en cuanto al ejercicio de
una praxis destinada a la excelencia, un sujeto que solo aparece en un determinado momento en
el ejercicio de esa praxis, sino un sujeto que existe siempre que no hayan caducado las mercancías
que le dan sentido y forma a dicho Sujeto. La temporalidad está en juego en cuanto que las
mercancías tienen un ritmo acelerado de caducidad, y el Sujeto posmoderno solo lo es en la
medida que este en posesión de un conjunto de mercancías particulares socialmente
determinadas. El Sujeto de la posmodernidad deja de ser sujeto si se deja de tener esas
mercancías, y se trasforma y muta en virtud de conseguir otras nuevas.
Este Sujeto de Época es la sumatoria de mercancías intercambiables, que van a venir a obturar la
grieta que existe entre ese consiente e inconsciente, bajo la promesa de un Yo cerrado, un yo puro
placer. Un sujeto de época individualista por un lado en cuanto a su narcisismo, pero homogéneo
en cuanto a la limitada oferta del mercado que un individuo puede optar por elegir en una
sociedad globalizada.
Ya entonces no habrá un Sujeto concreto, sino un Sujeto Fragmentado, siendo los fragmentos,
mercancías que se pueden acomodar de diferentes formas sin guardar una coherencia interna,
siempre que estos fragmentos unidos reflejen para la persona individual una imagen idealizada
que pueda ofrecer como mercancía ante la mirada de quienes en su recorte social (nicho de
mercado, grupo social, tribu urbana, etc) busquen su valor como ser, que en definitiva es el fin
último de este Sujeto de Época.
De esta forma, se puede entender una de las características más desconcertantes de este Sujeto
Fragmentado, que es la posibilidad de la convivencia de diferentes fragmentos de antiguas
cosmovisiones en un solo Sujeto.

La exposición de la genealogía de los diferentes sujetos a lo largo de la historia deja entrever que
las transformaciones de los Sujetos de Época no obedecen a una lógica evolucionista, ni por el
contrario se trata del ideal de un Sujeto pasado mejor que se fue degenerando. Sino que la
constitución del Sujeto de Época va a estar constituido por un interjuego, una dialéctica entre los
determinantes socioculturales y económicos de un momento dado por un lado y la influencia que
los individuos en cuanto puesta en juego de sus propios intereses y subjetividades van a tener
sobre la sociedad, la cultura y la economía de esa época.

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