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La regulación prolongada de la
presión arterial depende sobre todo
de los riñones y su papel en el
control del volumen del líquido extracelular.
HIPERTENSIÓN
Hipertensión se refiere a un estado de elevación sostenida de la presión
arterial dentro del circuito arterial. Esta afección es un factor de riesgo primario
para las enfermedades cardiovasculares y una de las principales causas de
morbilidad y mortalidad en todo el mundo.
En la medición de la presión arterial, el número superior, el sistólico, refleja
la presión que la sangre ejerce contra las paredes arteriales cuando el corazón
late y el valor inferior, conocido como diastólico, es la presión debido al empuje
de la sangre contra las paredes de la arteria cuando el corazón está en reposo,
entre latidos.
Cuando cualquiera de los números está demasiado alto durante demasiado
tiempo, esto acarrea daño a órganos blanco como eventos cerebrovasculares,
infartos miocárdicos, fallas renales y otras enfermedades crónicas.
Según las estadísticas del National Center for Health Statistics de los
Estados Unidos, en el 2014, el 33% de los adultos con más de 20 años de edad de
ese país tenían hipertensión. Las estimaciones globales de la Organización
Mundial de la Salud en 2015 indican que, en los adultos con más de 18 años de
edad, la hipertensión afecta al 20% de las mujeres y al 24% de los hombres.
ETIOLOGÍA Y PATOGENIA
La hipertensión se clasifica en general según su etiología como:
Primaria (esencial).
Secundaria.
La hipertensión primaria (esencial) se refiere a la presencia clínica de
hipertensión sin evidencia de una alteración clínica causante específica.
Existen factores de riesgos no modificables, así como los relacionados con
el estilo de vida que han sido implicados, de manera individual o colectiva, como
factores que contribuyen al desarrollo de la hipertensión primaria.
FACTORES DE RIESGO NO MODIFICABLES.
Edad, sexo, etnia y antecedentes familiares y genéticos.
EDAD.
La hipertensión primaria es más frecuente en los adultos que en los niños.
Históricamente, era más probable que los niños presentaran hipertensión
secundaria, a menudo debido a afecciones cardíacas congénitas o enfermedad
renal.
La incidencia de hipertensión primaria en niños y adolescentes está
aumentando de manera concordante con el incremento en la obesidad y la
diabetes mellitus de tipo 2 infantil.
En la edad adulta, la probabilidad de tener hipertensión aumenta con el
envejecimiento, al igual que la probabilidad de morbilidad cardiovascular
asociada con la hipertensión.
Las revisiones sistemáticas de la bibliografía científica han demostrado un
patrón claro de evidencia que asocia las elevaciones de la presión arterial sistólica
o diastólica con un mayor riesgo de una variedad de alteraciones
cardiovasculares, a saber, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca, ictus
isquémico, arteriopatía periférica, aneurisma aórtico y vasculopatía renal.
El aumento de la presión arterial con el envejecimiento está relacionado
con un endurecimiento de las paredes arteriales; esta rigidez afecta
especialmente a la presión sistólica.
La evidencia más reciente también indica que la capacidad de los riñones
para excretar sodio disminuye con la edad, y la retención de sodio también
contribuye a la hipertensión.
SEXO Y RAZA.
En comparación con otros grupos étnicos en los Estados Unidos, la
hipertensión es más frecuente y grave en los afroamericanos. Los estudios de
comparación de poblaciones también indican que los afroamericanos tienden a
desarrollar hipertensión a una edad más temprana que otras poblaciones.
Antecedentes familiares y genéticos. La hipertensión se observa con mayor
frecuencia entre las personas con antecedentes familiares de hipertensión
arterial.
Se considera que la contribución genética a la hipertensión puede acercarse
al 50%.
Es posible que la influencia genética en la hipertensión sea mediada a
través de una vía común de patogenia para otras afecciones. Por ejemplo, la
hipertensión es un componente del síndrome metabólico asociado con la
diabetes mellitus de tipo 2 y algunas pruebas de investigación temprana han
identificado que genes seleccionados que regulan el metabolismo de los lípidos
pueden ser un vínculo genético común con el síndrome metabólico.
FACTORES DE RIESGO MODIFICABLES.
Se han identificado algunos factores de riesgo modificables para la
hipertensión primaria
Dieta.
Concentración de lípidos en la sangre.
El consumo de tabaco y alcohol.
El estado físico y el nivel de actividad.
El sobrepeso/obesidad.
El control de la glucosa en la sangre en la diabetes mellitus.
Las vías fisiopatológicas que pueden ser factores contribuyentes comunes
entre estas características del estilo de vida incluyen interrupciones en el sistema
renina-angiotensina-aldosterona, alteraciones de los mecanismos del péptido
natriurético, activación del SNS y alteración de la función de las células
endoteliales.
Dieta.
SODIO.
Al parecer, existe un rasgo fisiológico de sensibilidad a la sal relacionado
con la regulación de la presión arterial que tiene una distribución normal en toda
la población humana, demostrándose en algunos sujetos cierto control de la
presión arterial sensible a la sal, mientras que en otros el control de la presión
arterial es resistente a ella.
Las investigaciones indican que las personas que son sensibles a la sal
pueden tener una alteración de varios mecanismos fisiológicos de la regulación de
la presión arterial, incluido el sistema renina-angiotensina-aldosterona,
reguladores del SNS y diversos mecanismos químicos que afectan al endotelio.
Para mantener una adecuada eliminación renal de la sal, el sistema de
natriuresis por presión se adapta y la presión arterial aumenta para mantener
valores adecuados de eliminación renal de sal.
Las recomendaciones actuales son que las personas con hipertensión
restrinjan su consumo de sodio en la dieta.
Dislipidemia.
La dislipidemia contribuye a un mayor riesgo de hipertensión.
Se cree que este efecto está mediado en gran medida a través de la
asociación descrita anteriormente entre los lípidos sanguíneos y la
ateroesclerosis.
La placa ateroesclerótica dentro de las arterias aumenta la resistencia al
flujo sanguíneo a través de las arterias, lo que contribuye a un alza de la presión
arterial para superar el incremento de la resistencia.
El mayor riesgo de hipertensión se asocia cuando los lípidos en la sangre
muestran concentraciones más altas de colesterol, triglicéridos y lipoproteínas
LDL.
Sin embargo, las concentraciones bajas de HDL se asocian con un mayor
riesgo de hipertensión.
HÁBITO TABÁQUICO.
Durante mucho tiempo se ha observado que fumar cigarrillos está asociado
con el desarrollo de hipertensión.
Aun no se han identificado claramente las conexiones causales entre
tabaco e hipertensión.
La teoría actual propone que el mecanismo causal puede involucrar
cambios inflamatorios relacionados con las toxinas químicas del tabaco que
contribuyen al desarrollo de una ateroesclerosis subclínica.
FUMAR ES UN FACTOR DE RIESGO INDEPENDIENTE PARA EL DESARROLLO
DE ARTERIOPATÍA CORONARIA Y DEBE EVITARSE, PERO NO SE HA IDENTIFICADO
COMO UNA CAUSA DIRECTA DE HIPERTENSIÓN.
CONSUMO DE ALCOHOL.
Se ha demostrado que el consumo de alcohol tiene un efecto de relación
directa con la hipertensión, con las cantidades más altas de alcohol asociadas con
el desarrollo de hipertensión. La evidencia indica que el consumo excesivo de
alcohol puede representar hasta el 10% de la hipertensión en la población; este
tipo de hipertensión es más frecuente en el hombre que en la mujer. En
contraste, la evidencia muestra que los niveles moderados de consumo de alcohol
se relacionan con un efecto protector frente a la cardiopatía.
ACONDICIONAMIENTO FÍSICO.
La evidencia científica indica que los niveles más altos de condición física y
ejercicio se relacionan con una presión arterial más baja y concentraciones más
favorables de lípidos en la sangre. El riesgo cardiovascular general disminuye con
el aumento de la condición física y el ejercicio regular.
OBESIDAD.
El exceso de peso a menudo se relaciona con hipertensión. La pérdida de
tan solo 4.5 kg puede acompañarse de un descenso en la presión arterial en un
alto porcentaje de personas con sobrepeso e hipertensión. Se ha sugerido que la
distribución de la grasa podría ser un indicador más preciso del riesgo de
hipertensión que el sobrepeso como tal. Con frecuencia, se utiliza el índice
cintura/cadera para diferenciar la obesidad central o de la parte superior del
cuerpo (con adipocitos situados en el abdomen y vísceras) de la obesidad
periférica o corporal inferior (con depósitos adiposos en las nalgas y piernas). Los
estudios han identificado una relación entre la hipertensión y el aumento en el
índice cintura/cadera (obesidad central), incluso cuando se toman en cuenta el
índice de masa corporal y el grosor del pliegue cutáneo.
Parece que la grasa abdominal o visceral causa mayor resistencia a la
insulina, intolerancia a la glucosa, dislipidemia. hipertensión y enfermedad renal
crónica que la grasa subcutánea.
También empiezan a comprenderse los efectos neuroendocrinos del tejido
adiposo excesivo en la presión arterial.
La evidencia reciente indica que la leptina, una hormona proveniente de los
adipocitos, puede ser un vínculo entre la adiposidad y el aumento en la actividad
simpática cardiovascular. Aparte de su efecto en el apetito y el metabolismo, la
leptina actúa en el hipotálamo, donde aumenta la presión arterial mediante la
activación del SNS. Las altas concentraciones de ácidos grasos libres en las
personas con obesidad también parecen participar en la activación del SNS.
Además, existen investigaciones que apoyan la activación del sistema renina-
angiotensina-aldosterona mediante el angiotensinógeno derivado de los
adipocitos y la capacidad del tejido adiposo para aumentar la concentración de
aldosterona mediante la síntesis de factores que inducen la generación de
aldosterona.
RESISTENCIA A LA INSULINA Y ALTERACIONES METABÓLICAS.
La hipertensión es uno de los componentes del síndrome metabólico y la
resistencia a la insulina vinculados con la diabetes mellitus de tipo 2.
APNEA OBSTRUCTIVA DEL SUEÑO.
Existe una relación entre la apnea obstructiva del sueño (AOS) y la
hipertensión. Se piensa que el mecanismo causal se debe en parte a que el sueño
interrumpido interfiere con la "caída" nocturna circadiana normal de la presión
arterial. Esta caída nocturna se relaciona con cifras más bajas de presión arterial.
La interrupción repetitiva del sueño y la menor duración o calidad del
sueño se relacionan con una menor caída de la presión arterial.
HIPERTENSIÓN SECUNDARIA.
La hipertensión secundaria es el aumento de la presión arterial a causa de
otra enfermedad.
A diferencia de la hipertensión primaria, muchas de las alteraciones que
causan la hipertensión secundaria pueden corregirse o curarse con tratamiento
quirúrgico o médico específico.
La hipertensión secundaria tiende a encontrarse en personas menores de
30 o mayores de 50 años.
La cocaína, las anfetaminas y otras drogas pueden causar hipertensión
sustancial, al igual que los fármacos simpaticomiméticos (descongestionantes,
anorexígenos), la eritropoyetina y el regaliz (incluidos algunos tabacos para
mascar que lo contienen).
Entre las causas más frecuentes de hipertensión secundaria están:
La enfermedad renal (hipertensión renovascular),
Afecciones corticosuprarrenales (Aldosteronoma),
Feocromocitoma,
Coartación aórtica,
Uso de anticonceptivos orales.
Hipertensión renal.
Esla causa individual principal de la hipertensión secundaria sea la
enfermedad renal.
La mayoría de las alteraciones renales agudas reducen la producción de
orina, causan retención de sal y agua, y generan hipertensión.
Estas afecciones incluyen glomerulonefritis, insuficiencia renal aguda y
obstrucción urinaria aguda. La hipertensión también es frecuente en los
individuos con pielonefritis crónica y las nefropatías poliquísticas, diabética y en
etapa terminal. En los adultos de edad avanzada, el inicio repentino de la
hipertensión secundaria suele relacionarse con ateroesclerosis de los vasos
sanguíneos renales.
La hipertensión renovascular se refiere a aquella causada por la
disminución en el flujo sanguíneo renal y la activación del mecanismo renina-
angiotensina-aldosterona. Es la causa más frecuente de hipertensión secundaria;
representa del 1-2% de todos los casos de esta alteración.
El flujo sanguíneo renal disminuido provocado por la enfermedad
renovascular hace que el riñón afectado libere cantidades excesivas de renina, lo
que aumenta las concentraciones circulantes de angiotensina II. A su vez, la
angiotensina II actúa como un vasoconstrictor que eleva la RVP y es un estímulo
para incrementar la concentración de aldosterona y la retención renal de sodio.
ALTERACIONES DE LAS HORMONAS CORTICOSUPRARRENALES.
El aumento en la concentración de las hormonas corticosuprarrenales
también puede causar hipertensión. Estas hormonas facilitan la retención renal
de sal y agua. El hiperaldosteronismo primario (producción excesiva de
aldosterona por hiperplasia o adenoma corticosuprarrenal) y el exceso de
glucocorticoides (enfermedad o síndrome de Cushing) tienden a elevar la presión
arterial.
FEOCROMOCITOMA.
Un feocromocitoma es un tumor de tejido cromafín que contiene células
nerviosas simpáticas que se tiñen con sales de cromo y liberan catecolaminas. El
tumor casi siempre se localiza en la médula suprarrenal, pero puede originarse en
otros sitios, como los ganglios simpáticos, en los que hay tejido cromafín.
ANTICONCEPTIVOS ORALES. El uso de anticonceptivos orales es quizá la
causa más frecuente de hipertensión secundaria en las mujeres jóvenes. La causa
del aumento en la presión arterial se desconoce, aunque se ha sugerido que la
razón probable es la expansión del volumen porque los estrógenos y
progesteronas sintéticas empleados en estos medicamentos causan retención de
sodio.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
La hipertensión se diagnostica mediante mediciones secuenciales de la
presión arterial que indican una elevación constante de la presión dentro del
circuito arterial sistémico.
Los criterios de umbral para el diagnóstico y el tratamiento de la
hipertensión continúan cambiando a medida que surgen nuevas evidencias
científicas.
El tratamiento clínico de la hipertensión primaria se centra en reducir los
efectos de los factores modificables a través de cambios en el estilo de vida y el
comportamiento, así como con fármacos. El tratamiento clínico de la hipertensión
secundaria se dirige a la enfermedad primaria.