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HORMONAL DE LA VOLEMIA
FISIOLOGÍA ESPECIAL
YECID ACHAVAL
Las influencias del sistema nervioso y de las hormonas sobre el apa- rato cardiovascular se
denominan, en conjunto, mecanismos neuro- humorales o mecanismos de control
extrínsecos, ya que actúan sobre los órganos enviando las órdenes desde fuera. Como se
describió en el capítulo 23, los mecanismos de control cardiovascular local sobre tejidos
individuales se denominan mecanismos de control intrínseco. Estos predominan sobre los
mecanismos extrínsecos en el control del flujo sanguíneo de los órganos «críticos o vitales»,
que son el corazón (p. ej., la circulación coronaria), el cerebro y el músculo esquelético
activo. Por otro lado, los extrínsecos o neurohumorales predominan sobre los intrínsecos
cuando se trata del control del riego de los órganos «no vitales», entre los que se incluyen los
riñones, los órganos esplénicos y el resto de la musculatura esquelética. Los órganos no
críticos son aquellos que pueden resistir reducciones temporales de flujo sanguíneo (y
metabólico) para que los órganos críticos puedan disponer en cualquier momento de flujo
extra, necesario para la supervivencia (p. ej. en una situación en que peligra la vida y que
hace necesario decidir entre «luchar y huir»).
2. El SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO ACTÚA SOBRE EL APARATO
CARDIOVASCULAR MEDIANTE LA LIBERACIÓN DE ADRENALINA,
NORADR4ENALINA Y ACETILCOLINA.
El reflejo del receptor auricular de volumen se inicia en las terminaciones nerviosas sensoriales especializadas
localizadas principalmente en las paredes de las aurículas izquierda y derecha. Estas terminaciones se activan por
dilatación, pero se denominan receptores de volumen porque es el volumen de sangre que se encuentra en cada
aurícula el que determina cuánto se dilata la pared auricular. Por ejemplo, un descenso en la volemia total del
animal (p. ej., una hemorragia) produce un descenso en la cantidad de sangre que se encuentra en las venas mayores
y en las aurículas. Cuando el volumen desciende en estas últimas, la presión en su interior disminuye, al igual que la
distensión, lo que origina un enlentecimiento de la frecuencia con que se forman los potenciales de acción en los
receptores de dilatación. Por el contrario, un aumento del volumen hace que aumente la dilatación auricular y la
frecuencia de los potenciales de acción generados por esos receptores. Por tanto, son unos detectores muy sensibles
a las variaciones de volumen de sangre auricular, e indirectamente, de la volemia total. Unos terminales nerviosos
adicionales, sensibles al estiramiento, que actúan en concierto con los receptores auriculares de volumen, están
localizados en las paredes de las venas pulmonares.
5. EL ESTADO CARDIOVASCULAR DE UN INDIVIDUO CONSCIENTE ESTA DETERMINADO
POR UNA MEZCLA EN CONSTANTE EVOLUCIÓN DE EFECTOS REFLEJOS Y RESPUESTAS
PSICÓGENAS.
HEMORRAGIA INTRAOPERATORIA
Historia. Cuatro horas después de una cirugía abdominal de un sarcoma esplénico, un Labrador Retriever de 9 años y 30
kilos se encuentra muy letárgico y recostado. Durante la extirpación del bazo se produjo una gran hemorragia, porque el
animal tiene un defecto hereditario de la coagulación (enfermedad de von Willebrand).
Exploración clínica. Las encías del animal están pálidas, y su tiempo de relleno capilar es anormalmente largo (3 seg).
Sus extremidades están frías al contacto. El pulso femoral es rápido y débil. El elec- trocardiograma indica la existencia
de una taquicardia sinusal con una frecuencia de 185 latidos por minuto. El hematócrito (el volumen celular) es del
38%, y la concentración de proteínas del plasma es de 5,6 g/dl; ambos valores están por debajo de lo normal. Se inserta
un catéter en la yugular, y se mide la presión venosa central, que es −1 mmHg (lo normal es de 0 a +3 mmHg). Después
de la adminis- tración intravenosa de 600 ml de solución de Ringer-lactato durante la cirugía, el perro no ha orinado aún.
Mediante abdominocentesis, se retiran 100 ml de líquidos corporales del abdomen del animal.
Comentario. Este caso muestra los signos clínicos típicos de una hemorragia. La mayor parte de la sangre en un perro se
encuentra en las venas sistémicas, por ello la mayoría de la sangre perdida en una hemorragia procede de esas venas. El
resultado es una disminución de la presión venosa central, como se observa en este perro, que produce una reducción de
la precarga ventricular y del volumen telediastólico también en el ventrículo. Todo ello conlleva a un menor volumen
sis- tólico (ley de Starling del corazón), del gasto cardíaco y de la presión arterial. Un gasto cardíaco y una presión
arterial poco adecuados conllevan una depresión de la actividad del animal.
Tratamiento. En este caso las acciones terapéuticas implican aplicar unas medidas para parar la
pérdida de sangre y restaurar el volumen perdido. En este perro, la hemorragia procede sobre todo
de los vasos intraabdominales pequeños como resultado de un defecto en la coagulación. La
transfusión de sangre fresca o plasma, o de concentrados de proteínas de la coagulación, pueden
favorecer la coagulación e impedir una nueva hemorragia. También se pueden administrar
soluciones cristaloides, como solución de Ringer-lactato, ya que ni el hematócrito ni la
concentración de proteínas están demasiado bajos. En este caso deben controlarse ambos
parámetros cuidadosamente para evitar la hipoxia como resultado de una dilución de los glóbulos
rojos o la aparición de edema por la dilución exagerada de las proteínas plasmáticas. La función
renal debe controlarse porque la combinación de hipoxia y reflejo vasoconstrictor puede causar
isquemia de los tejidos renales y fallo renal.