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MECA
NISMO
S DE
REGUL
ACIÓN
ARTER
IAL.
Mecanismos nerviosos.
Reflejo barorreceptor.
Reflejo quimiorreceptores.
Cada cuerpo carotídeo o aórtico esta irrigado por un flujo sanguíneo abundante a
través de una arteria nutricia pequeña, por lo que los quimiorreceptores siempre
están en estrecho contacto con la sangre arterial. Siempre que la presión arterial
cae por debajo de un nivel crítico los quimiorreceptores se estimulan porque el
descenso del flujo sanguíneo provoca la disminución del oxígeno y también la
acumulación excesiva de dióxido de carbono e iones hidrógeno que no se eliminan
por una sangre que fluye lentamente.
También puede oscilar para dar el mismo tipo de ondas. Este reflejo oscila
simultáneamente con el reflejo de barorreceptores. Probablemente tenga un
papel importante como causa de las ondas vasomotoras cuando la presión
arterial se sitúa en el intervalo de 40-80 mmHg porque, en este intervalo
bajo, el control de la circulación por los quimiorreceptores es mucho más
potente, mientras que el control por los barorreceptores se vuelve más
débil.
Tanto la aurícula como las arterias pulmonares tienen en sus paredes receptores
de estiramiento denominados receptores de baja presión. Son similares a los
receptores de estiramiento de los barorreceptores que hay en las arterias
sistémicas grandes. Estos receptores de baja presión desempeñan un papel
importante, en especial al minimizar los cambios de presión arterial en respuesta a
los cambios en el volumen de sangre.
Es decir, puede verse que aunque los receptores de baja presión en la arteria
pulmonar y en la aurícula no puedan detectar la presión arterial sistémica, sí
detectan los incrementos simultáneos de la presión en las zonas de baja presión
de la circulación provocados por el aumento de volumen, provocando reflejos
paralelos a los de los barorreceptores para conseguir que el sistema reflejo
controle con mayor potencia la presión arterial.
La mayor parte del control nervioso de la presión sanguínea se logra por los
reflejos que se originan en los barorreceptores, los quimiorreceptores y los
receptores de presión baja, todos ellos situados en la circulación periférica fuera
del cerebro. No obstante, cuando el flujo sanguíneo que se dirige hacia el centro
vasomotor en la parte inferior del tronco del encéfalo disminuye lo suficiente para
provocar un defecto nutricional, es decir, para provocar la isquemia cerebral, las
neuronas vasoconstrictoras y cardioaceleradoras del centro vasomotor responden
directamente a la isquemia y se excitan con fuerza. Cuando esto sucede, la
presión arterial sistémica aumenta hasta los niveles máximos que pueda bombear
el corazón. Se cree que este efecto se debe al fracaso de la sangre que fluye
lentamente y no puede llevarse el dióxido de carbono del centro vasomotor del
tronco del encéfalo: con niveles bajos de flujo sanguíneo hacia el centro
vasomotor, la concentración local de dióxido de carbono aumenta mucho y tiene
un efecto muy potente para estimular las zonas de control vasomotor nervioso
simpático en el bulbo raquídeo. Es posible que haya otros factores, como la
acumulación de ácido láctico y de otras sustancias ácidas en el centro vasomotor,
que también contribuyen a la importante estimulación y elevación de la presión
arterial. Esta elevación en respuesta a una isquemia cerebral se conoce como la
respuesta isquémica del sistema nervioso central (SNC).
Mecanismo humaral:
Sistema renina-angiotensina.
Mecanismos intrínsecos.
Cuando la presión arterial cae, también suele caer la presión en la mayor parte de
almacenamiento de sangre como las venas, el bazo, hígado, pulmones, etc.
Por tanto un cambio de presión hace que los vasos gradualmente se adapten al
nuevo valor, con lo cual acomodan el volumen de sangre “alarma-relajación”. Un
aumento de la presión arterial se acompaña de un aumento de presión en las
mismas zonas de almacenamiento.