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2.2. La sensación
La sensación (o acto de sentir) es la recepción intencional de una forma
sensible y particular. Es decir, a través de la sensación el ser vivo capta
cualidades sensibles de los cuerpos, que son los aspectos de esos cuerpos
que impresionan nuestros sentidos externos; por ejemplo, el ruido de un motor,
el azul del cielo, etc. En el lenguaje ordinario decimos que «veo un hermoso
cuadro» o que «disfruto escuchando una pieza musical». Sin embargo, en
sentido estricto, esto no es así, porque con los sentidos externos no captamos
las cosas mismas, sino tan sólo algunos aspectos parciales de ellas, es decir,
los accidentes sensibles de las cosas. Los ojos ven («sienten la luz y los
colores») el azul de un cuadro; el oído capta los sonidos graves y agudos de
una música, etc. Las cualidades sensibles captadas en la sensación se llaman
en la psicología experimental cualidades secundarias y en la tradición clásica
sensibles propios. Estas cualidades sensibles sólo pueden ser percibidas por
un único sentido externo (por ejemplo, el color es el sensible propio de la vista;
y el sonido lo es del oído, etc.).
Para conocer sensiblemente la realidad se precisa la alteración de los
órganos receptivos correspondientes; pero el sentir no se reduce a un proceso
fisiológico neuronal. La inmutación fisiológica es una acción transitiva de la
realidad material sobre el órgano de la sensibilidad, mientras que conocer
(incluso ya en este nivel sensible) es una acción inmanente del sujeto por la
cual posee inmaterialmente la realidad material. Como se puede observar,
existen diversos grados de inmanencia e inmaterialidad: en el conocimiento
sensible la inmanencia no es completa porque depende de la alteración
orgánica previa, es decir, parte de un principio extrínseco; en el conocimiento
intelectual esa inmanencia es mayor (em donde caben también grados).
Por último, hay que recordar que el que realiza la sensación es el sujeto,
es decir, el individuo entero. Los órganos corpóreos son sólo instrumentos con
los cuales el sujeto siente la realidad exterior. Por eso se dice que «Yo veo un
paisaje», más que «mis ojos ven un paisaje». (...) en el sujeto humano los
sentidos externos no son meramente pasivos, sino que se encuentran desde el
principio penetrados de libertad que dirige activamente la actividad sensorial.
«Ver, oír, escuchar, oler no son operaciones pasivas, sino exploraciones
activas para extraer la información que nos interesa. El lenguaje ha reconocido
este dinamismo dirigido, y ha creado, junto a los términos anteriores,
eminentemente pasivos, otros em los que subraya la acción: vemos, pero a
través del mirar, observar, escrutar, escudriñar. Olemos y olfateamos. Oímos y
escuchamos. Gustamos y paladeamos. Tocamos y palpamos
3.4. La memoria
De modo similar a lo que sucede con el sentido común que necesita del
«archivo» de la imaginación, así también la estimativa precisa otro sentido
interno que conserve las estimaciones efectuadas anteriormente. A ese sentido
lo denominamos memoria, cuyo objeto propio es recordar. Mediante la
conservación de las valoraciones de la estimativa el ser vivo adquiere
experiencia sobre las cosas singulares externas y sobre cómo comportarse
frente a ellas: sabemos si nos gustan o no, o si nos convienen o no, y las
preferimos o rechazamos conforme a esa experiencia. La experiencia se suma
al instinto y lo refuerza: por ejemplo, el león adquiere mayor habilidad para
cazar después de diversas experiencias exitosas.
La adquisición de experiencia se hace posible gracias a la memoria.
Pero la memoria no sólo conserva las valoraciones de la estimativa sino
también los actos del viviente, es decir, retiene la sucesión temporal del propio
vivir, de las propias percepciones, pensamientos, etc. En otras palabras,
conserva el tiempo interior, esto es, la actividad interior vivida. De esta manera,
la memoria da continuidad a la intimidad subjetiva porque hace posible la
conexión de los actos cognoscitivos. En cierto sentido, es la condición de
posibilidad del descubrimiento y conservación de la propia identidad y el modo
de enlazar con el pasado, conservándolo: sin ella no sabríamos qué hicimos
ayer, quiénes son nuestros padres, quiénes somos nosotros, con qué recursos
contamos y cómo debemos usarlos, etc.
(...) la memoria es selectiva, porque su capacidad de retención es
limitada. Aunque no se encuentra totalmente sometida a la libertad:
«Recordamos cosas que preferiríamos olvidar y olvidamos otras que nos
interesa recordar. Pero dentro de ciertos límites podemos construir nuestra
propia memoria y éste es el fundamento de todo aprendizaje intencional».
3.5. La percepción
En la psicología experimental se suele distinguir entre sensación (acto
de una facultad orgánica por el que se capta un determinado aspecto sensible)
y percepción (acto de conciencia en el que intervienen dos o más funciones de
la sensibilidad, y en el hombre también la inteligencia). Así pues, la sensación y
percepción se relacionan como lo simple y lo complejo.
(...) se podría decir que la percepción se encuentra a medio camino
entre la sensación de los sentidos externos y la conceptualización abstracta
propia de la inteligencia.
a) El asociacionismo. Se trata de la tesis empirista según la
cual en la base de todo conocer (intelectual) se encuentran las
sensaciones, de tal manera que el pensamiento se reduce a un nombre
común ligado a una imagen particular o a una imagen compuesta
resultante de la unificación de múltiples elementos. En definitiva, la
percepción es la resultante de la suma de imágenes, sensaciones e
impresiones afectivas y la fuerza asociativa que las mantiene unidas
aquí y ahora. Las leyes fundamentales de la asociación son la
semejanza, la continuidad espacial y la conexión temporal.
b) Psicología de la forma (Gestalttheorie). Como reacción
crítica al empirismo, la corriente neoaristotélica de Brentano (aplicada a
la psicología por Köhler y Koffka) propuso la teoría de la forma. Para la
psicología de la forma no basta la mera suma de las sensaciones, sino
la captación de la forma: la forma es algo más que la suma de sus
partes (por ejemplo: una melodía no es el conjunto de sonidos, sino el
conjunto armónicamente organizado). La forma perceptiva, aunque
supone la presencia de los elementos sensoriales, se funda en la
aprensión inmediata de las relaciones entre ellas.