FICHAMENTO: J.A. G. CUADRADO – ANTROPOLOGIA FILOSÓFICA
CAP. 2 LAS OPERACIONES VITALES BÁSICAS LA JERARQUÍA DEL ORDEN NATURAL La realidad se muestra a la mirada humana como una articulación ordenada en niveles naturales de menor a mayor complejidad. En esos niveles se descubren diversas leyes que manifiestan unas tendencias naturales propias, observándose además una cooperatividad e interacción mutua entre los diferentes niveles naturales. La pregunta sobre el ser del hombre comienza a responderse al tomar conciencia de la semejanza con otras estructurales naturales: el hombre parece, antes que nada, un ser más en el mundo. Mitsein – ser-com, o ato de existir é compartilhado com as coisas existentes. Então, o homem existe junto com as outras coisas. Ele compartilha.
(...) la pregunta por lo esencial del ser humano parece partir de la
conciencia de que el hombre comparte una serie de propiedades con los seres vivos por las que se diferencia de los seres inertes. Por lo tanto, la mejor manera de comenzar nuestra andadura puede ser la consideración del hombre como ser animado.
2 SER VIVO Y MATERIA INERTE
Para delimitar la frontera entre lo animado y lo inanimado se suele acudir a la descripción de una serie de características: unas son constitutivas (unidad, organicidad) y otras son operativas (automovimiento, capacidad de adaptación ambiente). 1) Unidad. La unidad, es decir, la cohesión interna entre las partes, es uma propiedad que poseen todos los seres. (...) La cohesión interna de las diversas partes del viviente es tan fuerte que si se pierde esa unidad el ser vivo desaparece como tal. Las piedras son «unas» en mucha menor medida que los animales, porque no se cuentan por su número, sino por su peso. En cambio, los seres vivos, las cabezas de ganado por ejemplo, se cuentan por su número, es decir, por individuos, porque el individuo es todo él. En otras palabras, los seres vivos no pueden dividirse o partirse sin que mueran. Incluso los organismos que se reproducen por bipartición originan dos individuos nuevos, diferentes al original. 2) Organicidad. La unidad de los seres vivos no significa uniformidad, por que las partes que componen el ser vivo no son homogéneas, a diferencia de lo que ocurre en los seres inertes. Espontáneamente se capta que los seres inertes poseen escasa diferenciación interna, de tal modo que cada parte que integra la substancia material posee características semejantes. (...) los seres vivos son organismos, es decir, poseen una organización interna no homogénea: cada parte cumple una función en el todo. Los seres vivos «son sujetos claramente diferenciados de otros, que poseen partes organizadas de modo cooperativo en un organismo que tiene sus propias necesidades, metas y tendencias. 3) Automovimiento. El movimiento es un hecho que afecta a todo ser material; pero ese movimiento puede proceder de otro ser (un agente que mueve a la «cosa» movida) o bien puede proceder de un principio intrínseco (automovimiento). Podemos decir que vivir es, en primer lugar, moverse a uno mismo: lo vivo es aquello que tiene dentro de sí mismo el principio de su movimiento, lo que se mueve «solo», es decir, sin necesidad de un agente externo que lo impulse. 4) Inmanencia. Esta palabra procede del latín in-manere, que significa «permanecer en», es decir, «quedar dentro», «quedar guardado». Aristóteles distingue dos tipos de operaciones: a. Las operaciones transeúntes son aquéllas cuyo término y efectos permanecen fuera del sujeto que realiza la acción. La acción perfecciona a un objeto exterior y no al sujeto que la realiza, al menos de modo inmediato. Por ejemplo, el arquitecto que construye una casa perfecciona algo exterior a sí mismo, al igual que el zapatero que fabrica zapatos. El objeto de su acción permanece fuera del sujeto (la casa ya construida). b. Las operaciones inmanentes, por el contrario, son las operaciones cuya causa y efectos permanecen en el sujeto. En este tipo de acción se perfecciona el sujeto y no la cosa exterior. Por ejemplo, en el conocer se perfecciona el sujeto que conoce y no la cosa conocida.
Cada una de estas características no se realiza del mismo modo
en todos los seres vivos. Aunque todos ellos compartan las características antes enunciadas, no todos viven de la misma manera. Hay en ellos una gradación, una escala sucesiva de perfección en sus formas de vida, cuyos detalles estudia la zoología. Tradicionalmente esta escala se realiza según los grados de inmanencia. Cuanta mayor es la capacidad de un ser vivo de guardar dentro de sí una operación, mayor es su nivel de inmanencia y de vida. Comerse una manzana, refunfuñar y pensar en alguien son tres grados diferentes de inmanencia; manifiestan una perfección cada vez mayor. Sin embargo, no sólo la inmanencia, sino también las restantes características de la vida se dan en los seres vivos superiores en grado más perfecto que en los inferiores. En los superiores hay más automovimiento, más unidad y más inmanencia que en los inferiores. Se puede añadir a esto que vivir es un modo de ser, porque «para los vivientes, vivir es ser».
3. PRINCIPIO VITAL, OPERACIONES VITALES Y FACULTADES
Vivir es el ser de los vivientes, pero vivir no es idéntico a obrar, sino que es su condición de posibilidad. (...) El viviente no está siempre en acto de las operaciones de que es capaz, y, sin embargo, siempre posee esa capacidad merced a su alma. Aristóteles y Santo Tomás distinguen cuatro operaciones vitales (alimentarse, sentir, traslación de lugar y entender). La vida no es ninguna de esas operaciones, pero es el principio que hace posible esas operaciones (...) las operaciones vitales son predicados accidentales puesto que el ser vivo continúa siendo tal a pesar de no estar actualmente realizando estas operaciones. Por ejemplo, el hombre sigue siendo hombre aunque no esté pensando actualmente (como sucede durante el sueño); pero un hombre muerto ya no es hombre pues carece de algo esencial para él: la vida. La distinción entre «estar vivo» y «estar nutriéndose» o «estar conociendo» nos lleva a distinguir entre el alma (principio vital o acto primero del ser vivo) y las facultades o potencias operativas (principios del obrar y de sus operaciones o actos segundos). El alma es el principio remoto de operaciones, mientras que las distintas facultades son el principio próximo de las mismas Esto significa que propiamente el que obra es la sustancia completa y no sus potencias. Por ejemplo, el ojo en cierto sentido no ve, sino más bien es el hombre completo el que ve a través de la facultad visiva. Por otro lado, cuando se trata de potencias orgánicas, la sustancia opera por médio de la parte del cuerpo en la cual se localiza la potencia orgánica. Por esta razón, la lesión del órgano correspondiente puede llegar a impedir la operación. Esto quiere decir que la forma de los seres vivos, o alma, está siempre informando al cuerpo. Sin embargo, el alma posee una pluralidad de capacidades, funciones u operaciones, que no siempre se están ejerciendo en acto. A esas capacidades las llamamos potencias, facultades o capacidades operativas. Esas potencias pueden ser orgánicas (cuando dependen intrínsecamente de algún órgano corporal, como el tacto o la vista) o espirituales (cuando no hay una dependencia intrínseca del cuerpo, como la inteligencia o la voluntad). Estas últimas se sirven de órganos corpóreos como instrumentos suyos: por ejemplo, para pensar necessitamos el cerebro (órgano utilizado por la inteligencia); pero pensar no se reduce a la actividad neuronal que tiene lugar en nuestro cerebro.
A) Funciones orgánicas o corporales:
1) Funciones vegetativas: nutrición, crecimiento y generación. 2) Funciones sensitivas: sentidos externos e internos. 3) Funciones apetitivas o instintivas: deseos e impulsos. 4) Funciones motoras (movimientos de traslación).
B) Funciones no orgánicas o intelectuales. Esta diversidad de facultades
proviene de la diversidad de fines. Hay orden y subordinación de los fines (y facultades entre sí). Por eso «señalaban los medievales no sólo que las potencias inferiores nacen de las superiores, sino también que las superiores son el fin de las inferiores». En efecto, la nutrición está al servicio del crecimiento y ambas se ordenan a la generación del individuo. A su vez, las vegetativas se ordenan a las sensitivas (dentro de éstas los sentidos externos se subordinan a los internos); las funciones orgánicas se ordenan a las intelectuales, como tendremos oportunidad de exponer a lo largo de estas páginas. Estudiaremos a continuación las funciones vegetativas, comunes a todos los vivientes. En los temas posteriores desarrollaremos el resto de funciones vitales y cómo la persona humana las integra armónicamente.
LAS OPERACIONES VITALES BÁSICAS
Las operaciones vitales básicas se denominan así porque son las comunes a todos los vivientes. También se denominan vegetativas porque son las únicas operaciones que manifiestan los vegetales. Todos los demás seres vivos, también el hombre, poseen estas funciones. Sin embargo, en el hombre el modo de realizar las operaciones vegetativas viene modulado por la razón y por la libertad. De esta manera, la satisfacción de esas necesidades básicas es de orden cultural. Lo que caracteriza propiamente la vida vegetativa es que se desarrollan tres tipos de operaciones bien diferenciadas: la nutrición, el crecimiento y la generación. a) La nutrición. Es la operación vital por la que el ser vivo se mantiene en la vida, y consiste en la capacidad de mantener la integridad sustancial a través del cambio y sustitución de los materiales que constituyen el ser vivo. En los animales esta función viene mediada por el conocimiento sensitivo: el alimento debe ser captado previamente por el animal através de los sentidos externos, y valorado por los sentidos internos como algo conveniente. Sólo entonces se desencadena el aparato locomotor en busca del alimento. En el hombre también hay una mediación cognoscitiva, pero a diferencia del animal hay libertad porque el estímulo del alimento sobre el sujeto no desencadena automaticamente una respuesta. b) El crecimiento o desarrollo. Se trata de una función distinta de la nutritiva porque su operación y su objeto son diferentes. El crecimiento o desarrollo tiene por objeto el aumento cuantitativo del ser vivo, mientras que la nutrición tiene por objeto permanecer en el ser mediante la sustitución de los elementos que la integran. Es cierto que la nutrición se ordena naturalmente al crecimiento del ser vivo. c) La generación. La facultad generativa tiene por finalidad la transmisión de las características típicas de cada especie a través de la producción de uno o varios individuos. (...) . En cierto sentido, a la generación se dirigen las otras dos operaciones y funciones, porque es más perfecta la operación según la cual el viviente es capaz de «replicarse» a sí mismo. De esta manera se mantiene en el ser la especie aunque el individuo concreto desaparezca. Todas las operaciones y funciones vegetativas se encuentran presentes también en la persona humana, pero vividas de modo personal, es decir, de modo consciente y libre. Por esta razón el modo «humano» de vivir estas funciones vitales es diverso al de los demás seres vivos.