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Sesión N° 14

La Axiología. Fundamentos filosóficos. Los valores éticos


fundamentales

Teorías Axiológicas
La valoración hacía los objetos es inherente al ser humano como el querer y el
conocer. Debido a esto han surgido distintas teorías axiológicas que se
cuestionan sobre ¿qué es el valor? Estas teorías suscitadas en torno al origen
y el fundamento de los valores. Se dividen en objetivismo y subjetivismo. Que a
su vez presentan distintas posturas, de acuerdo a cómo conciben la
experiencia valorativa.

1. Objetivismo
Estas teorías afirman la existencia de los valores independiente del hecho de
que sean o no reconocidos o estimados. Si bien el hombre es quien valora,
para esta teoría el valor ya poseía existencia propia como cualidad inherente o
como idea. De esa manera, el valor no es determinado por el sujeto, sino que
es independiente y anterior a su valoración. Existen dos posturas dentro del
objetivismo: el naturalismo y el idealismo objetivo.
1.1 Naturalismo:
Esta postura afirma que el valor es independiente al sujeto, pero no al objeto,
ya que, sostiene que los valores son una propiedad constituyente de las
personas, las cosas y los hechos. De esa manera, el valor es percibido en el
objeto al estimarlo y cambia de acuerdo a él. Para aprehender los valores es
necesario captarlos en los entes materiales, primero, con los sentidos y, luego,
con la razón. Su representante más conocido es Aristóteles.
1.2 Idealismo objetivo:
Esta postura afirma que el valor se encuentra al margen de cualquier sujeto
que lo juzgue o del objeto valorado. Los valores tienen la forma de ideas
platónicas o esencias: son ideas absolutas, que tienen una existencia a priori.
De esta forma, los valores son aprehendidos no por los sentidos, sino como
dice Scheler por una captación emocional o intuición emocional. Sus partidarios
son Platón y Hartmann.
2. Subjetivismo
Estas teorías afirman que el valor y los juicios de valor son determinados
por el sujeto. Para el subjetivismo, el valor es una creación del sujeto o
corresponde fundamentalmente a su situación de agrado o desagrado,
placer o dolor. El valor, según estas corrientes, es un estado subjetivo, de
naturaleza sentimental, aunque mantiene una referencia a un objeto a
través de un juicio valorativo. Así entonces, el valor es posterior a la
valoración del sujeto.
2.1. Hedonismo:
Sostiene que la percepción de los valores es guiada por el placer. Es decir,
el valor de un objeto, consiste en una cualidad conmovedora de ese objeto.
De esa manera, un valor positivo es atracción, deseo o encanto, y uno
negativo es repulsión, odio y desagrado. Su representante en la historia de
la filosofía es Aristipo de Cirene, quién consideraba a los placeres
corporales como guías para llegar a la felicidad. Esta postura fue criticada
por Epicuro de Samos, quién consideró como máximos placeres a los que
satisfacen al intelecto.
2.2. Utilitarismo:
Esta teoría valorativa sostiene que la valoración de los objetos está
orientada por el beneficio o utilidad que estos producen a un sujeto o
sujetos. Fue defendida por J. Bentham y J. Mill, para quienes el valor
placentero o de estima es sinónimo de “utilidad”. Sin embargo, esta utilidad
debe estar referida a la mayor cantidad de personas. Ejemplo: Firmar un
tratado de libre comercio entre países es bueno, si este beneficia a ambos y
no solo a una de las partes.

3. Valores éticos
Los valores éticos son estructuras de nuestro pensamiento que
mantenemos preconfiguradas en nuestro cerebro como especie humana de
cara a nuestra supervivencia. Los valores éticos son medios adecuados
para conseguir nuestra finalidad. Lo que tienen más propio los valores
éticos (o, si queremos, los valores morales) es el imperativo de acción que
comportan, es decir, son unos valores que se nos imponen como pautas de
nuestra acción. Los valores éticos, pueden no coincidir con nuestros
deseos, pero sentimos que debemos intentar realizarlos si no queremos
perder categoría como personas que somos.

Los valores éticos, pueden no coincidir con nuestros deseos, pero sentimos
que debemos intentar realizarlos si no queremos perder categoría como
personas que somos. Nadie está obligado a ser una persona bella, ágil o
simpática, pero toda persona está moralmente obligada a ser justa. Los
valores éticos, a diferencia de los que no lo son, dependen de la libertad
humana: una persona puede no ser justa, negando la exigencia universal de
justicia. Y porque dependen de la libertad, los valores éticos sólo pueden
atribuirse a las personas, no a las cosas: un paisaje puede ser bello, pero
no justo, unas deportivas pueden ser cómodos, pero no buenas en sentido
moral.

Los valores éticos fundamentales considerados como apoyo y principios


básicos expandiendo límites geográficos, culturales, económicos, legales y
políticos son:

3.1. La Verdad.

El significado empírico de la verdad: puesto de manifiesto por el amplio y


rápido desarrollo de las ciencias positivas. Aquí la verdad coincide con la
verificabilidad; es verdad lo qu e es comprobable y cuantificable, pero en la
superación de todo monismo positivista. La veracidad es /virtud moral.
Como tal es actitud de toda la persona: disposición de la libertad, que yo
soy, a la verdad. Y es virtud social, que abre a los demás, cualificando y
promoviendo las relaciones. La veracidad es virtud de fidelidad: fidelidad a
la verdad y en la verdad.

El hombre y la verdad El hombre se mide por la verdad y es medido por


ella. Este ser, que es centro y señor del universo, no está por encima de
todo, no es dueño y árbitro de una existencia carente de significado. Él está
por debajo de la verdad, de la cual todo el ser y el existir recibe sentido y
valor. La verdad hace la vida: la funda, la dirige, la finaliza. El hombre la
busca y la acoge como promesa de libertad y creatividad.
3.2. La Justicia.
El valor Justicia, históricamente ha recibido muchas formulaciones, siendo la
más clásica la de Ulpiano, al decir que la justicia consiste en "dar a cada uno lo
suyo". Las tradiciones liberal y social que confluyen en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos acabarán reconociendo que la justicia consiste en
"dar a cada uno las condiciones para vivir en libertad y en igualdad". En
realidad, la justicia es un valor que articula los restantes: respeto y libertad.
3.3. Responsabilidad.
La humanidad ha realizado enormes avances tecnológicos, pero la propia
tecnología ha generado nuevos problemas y desafíos. La responsabilidad hace
referencia al hecho de que se le pidan cuentas a una persona por las
consecuencias negativas de algo que ha realizado o dejado de realizar, o se le
reconozcan las consecuencias positivas. La responsabilidad, como valor ético,
tiene que ver con las consecuencias justas o injustas. Cuando atribuimos a una
persona responsabilidad ética pensamos que la persona puede controlar su
comportamiento a través de cuatro capacidades: a. Libertad de elección, es
decir, capacidad de preferir una acción frente a otras posibles. b. Reflexión, que
consiste en la capacidad de valorar racionalmente los motivos de su acción. c.
Anticipación, que es la capacidad de considerar las consecuencias previsibles
de la acción. d. Sentido de la justicia, esto es, la capacidad para distinguir lo
justo de lo injusto. Cuanto mayor es el poder que una persona tiene, mayor es
también su responsabilidad.
3.4. La libertad.
Es un derecho natural de la persona, sin importar la edad, sexo o cualquier otra
diferencia de cualquier índole. Gracias a la libertad podemos realizar
aspiraciones: un mejor nivel de vida, formar a los hijos para que aprendan a
tomar mejores decisiones, buscar un lugar adecuado para vivir, participar de
manera activa en beneficio de la sociedad, llevar una vida congruente con la
moral y la ética en todo el quehacer profesional, buscar una educación de
calidad, pero estos son los efectos de la libertad, no la libertad misma. La
libertad puede entenderse como la capacidad de elegir entre el bien y el mal
responsablemente. Esta responsabilidad implica conocer lo bueno o malo de
las cosas y proceder de acuerdo con nuestra conciencia, de otra manera, se
reduce el concepto a una mera expresión de un impulso o del instinto La
libertad y la ética Desde un punto de vista ético la libertad humana se puede
definir como la "autodeterminación axiológica". Esto significa que una persona
libre se convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su conducta,
pues él mismo la determina en función de los valores que previamente ha
asimilado. Cuando no se da la libertad o se da en forma disminuida entonces el
sujeto actúa impedido por otros factores, circunstancias y personas, de modo
que ya no puede decirse que es el verdadero autor de su propia conducta.
3.5 Respeto por las personas.
Se refiere al respeto de la autonomía y la autodeterminación de los seres
humanos por medio del reconocimiento de su dignidad y libertad.
4. El Decálogo como fundamento de los valores éticos: Éxodo 20: 1-17
Los Diez Mandamientos expresan no sólo el plan de Dios acerca de cómo ha
de conducirse el ser humano, sino que le ofrece la certeza de que esos
preceptos protegen y valoran su libertad. Consecuentemente, no representan
un peso que le resta autonomía, sino que responden al ser mismo del hombre y
de la mujer. Por ello, su cumplimiento es la garantía de que la persona humana
alcanzará su propia perfección y con ella la felicidad a la que aspira.

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