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y seguridad
multidimensional
FREDY RIVERA VÉLEZ
DANIEL SANSÓ-RUBERT PASCUAL
“E
tirant
lo blanch
INTeLIGencia
Y SEGURIDAD
CRIMEN ORGANIZADO Y SEGURIDAD
MULTIDIMENSIONAL
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT LO BLANCH
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CRIMEN ORGANIZADO
Y SEGURIDAD
MULTIDIMENSIONAL
Autores
tirant lo blanch
Valencia, 2021
Copyright * 2021
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otransmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia,
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Dedicatorias
Daniel
Fredy
A Cintia, por ser el sendero luminoso de nuestro común trayecto.
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS conooonnonononnnnnonononononnnnnnnnonononannnnno
nono nonnnnn cnn cnn nc ccannnno 13
PRÓLOGO conococononononnnnnnononnonnnnnnononononnnnnnnnnn
nono nrnnnnnnnn nn n ono rrnnnnnnn nr rn rnoncnnnnns 15
INTRODUCCIÓN cooooonnnnnnnnnnnonononononnnnnnnonononnonononannnnnn
nono nro nono nonononnanannnns 19
3. EL RECONOCIMIENTO MULTILATERAL DE
LA CRIMINALIDAD ORGANIZADA
6. INTELIGENCIA CRIMINAL
e interdisciplinaria. Así, demuestran una vez más que hoy día las ciencias
sociales avanzan, al haberse abandonado el autismo académico de épocas
pasadas. Los enfoques de la Criminología Crítica, la Sociología, la Ciencia
Política, las Relaciones Internacionales y cualquier elemento epistemológi-
co, conceptual o metodológico que pudiera ser útil ha sido usado de modo
instrumental por los autores.
De forma ideológicamente muy reveladora, parten de la concepción
genérica democrática de que la seguridad de una sociedad no es la au-
sencia (aparente en ocasiones) de conflictos, sino la salvaguardia de los
derechos y las libertades de los ciudadanos a escala local, regional, estatal
y mundial.
Para remarcar la extrema relevancia de su objeto de estudio, nos expo-
nen una cifra aterradora: según el estudio mundial sobre homicidios de
Naciones Unidas, de 2019, las organizaciones criminales han asesinado
a tanta gente como todos los conflictos armados combinados. El COT
supone una de las más graves amenazas a la libre convivencia democrática
mundial, por su enorme capacidad de infiltrarse en los aparatos del Estado,
la política, la economía y la sociedad en su conjunto. Esto multiplica de
manera exponencial la corrupción y daña mortalmente al estado de dere-
cho, en detrimento de la gobernanza democrática, los derechos humanos,
el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos. Es una metástasis
social; el camino inverso a lograr una sociedad democrática avanzada. De
ahí que la presente obra constituya un aviso para navegantes, un excelente
estado de la cuestión y una guía para posibles reformas y políticas públicas
desde una óptica democrática.
El crimen organizado transnacional es una poderosa amenaza mundial
y sistémica. Junto con las multinacionales, son los actores internacionales
que mejor están aprovechando las ventanas de oportunidad de la globaliza-
ción. Manifiesta además una gran capacidad de innovación, de resiliencia e
incluso de adopción de formas muy eficaces de inteligencia táctica y estra-
tégica. Incorpora constantemente las formas más avanzadas y sofisticadas
de las nuevas tecnologías y el conocimiento técnico de expertos. Al mezclar
de forma muy eficaz actividades lícitas e ilícitas (según una misma lógica
empresarial de maximización capitalista de beneficios), genera una gran
opacidad en sus actividades. Ello dificulta sobremanera la capacidad de
Prólogo 17
Por último, quisiera destacar unos cuantos logros que, a mi juicio, ex-
plicitan la calidad intelectual y la relevancia científica de la presente obra.
En primer lugar, destaco su claridad expositiva. Conjuga rigor, profun-
didad e incremento del conocimiento, sin caer en muestras gratuitas de
erudición. Va al grano de los problemas y tiene un hilo argumentativo tan
explícito como reflexionado. Son evidentes los años de estudio e investiga-
ción de ambos autores. Así lo atestiguan el amplio bagaje conceptual uti-
lizado (globalización asimétrica, seguridad multidimensional, escenarios
transnacionales, colonización legal e insurgencia criminal) y la solidez de
las conclusiones planteadas.
En segundo lugar, la obra llega al fondo de los problemas planteados.
Los autores abogan por una profunda reforma epistemológica de la Crimi-
nología clásica, denunciando la ceguera de sus pobres planteamientos indi-
18 Joan Antón-Mellón
JOAN ANTÓN-MELLÓN
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración
Universidad de Barcelona, mayo de 2020.
INTRODUCCIÓN
Para extender el estudio sobre el papel que desempeñan las comunidades epistémicas
en la investigación social, revisar Adler Emanuel (1992).
Introducción 23
Desde ese prisma, los grupos criminales son concebidos como redes
sociales o entramados de relaciones interpersonales, familiares, de amistad,
profesionales y comunitarias. Tal visión resulta de gran ayuda para lograr
comprender el funcionamiento real de la delincuencia organizada. No en
Como señala Durkheim (1997, pp. 93), “el delito es normal, ya que una sociedad
exenta de delitos es del todo imposible, y es parte integrante de toda sociedad sana”.
26 Fredy Rivera Vélez y Daniel Sansó-Rubert Pascual
naturaleza histórica que cambia con el tiempo. Es una construcción social que refleja
una serie de tipologías criminales que son percibidas por la sociedad como especial-
mente peligrosas en un momento determinado y cuya definición está influida por
diferentes intereses políticos e institucionales”.
Crimen organizado y seguridad multidimensional 29
Los libros blancos de la defensa nacional son documentos públicos que exponen los
criterios estratégicos y las concepciones de un determinado país frente a las amenazas
de seguridad y defensa. Por lo general, contienen programas y planes que incluyen
prácticas transparentes y metodologías compartidas en contextos multilaterales.
30 Fredy Rivera Vélez y Daniel Sansó-Rubert Pascual
Cnuien organizado
Comunidades de cre
' (narcotrafico, sicanato. trata
Internacional mteligencia
Macro , de personas, de patrimonio Nacional
ce Compleja Nacional Alto unpacto intemacional :
Criminalidad o culmtal y nanural. delitos Internacional
Local uestigación del e .
o j cibernéticos, tráficos de
delito “ prevención
hidrocarburos, etc.)
En ese sentido, destaca la idea recogida en el informe de 2005 del Consejo de Europa
sobre la delincuencia organizada. El documento sostiene que el crimen organizado es
“un concepto de naturaleza histórica que cambia con el tiempo. Es una construcción
social que refleja una serie de tipologías criminales que son percibidas por la socie-
Crimen organizado y seguridad multidimensional 39
los planteamientos teóricos que han sido adoptados por los investigado-
res, tanto desde la perspectiva criminológica como desde otras disciplinas
como Historia, Sociología, Psicología, Economía, Derecho Internacional,
Ciencia Política y Antropología. Mediante esos planteamientos, se ha in-
corporado el complejo concepto al acervo discursivo e investigador de las
correspondientes disciplinas. Este epígrafe presenta un breve repaso de las
principales contribuciones teóricas que han pretendido explicar el fenóme-
no de la delincuencia o crimen organizado.
El primer escollo a abordar deriva de la inexistencia de una noción aca-
démica consensuada del concepto de criminalidad organizada, más allá del
concepto recogido en la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra
la Delincuencia Organizada Transnacional (2000). Ello implica lidiar con
una doctrina en desacuerdo respecto de cuáles son las causas y los factores
explicativos del fenómeno criminal organizado. Pese a que existen algunos
rasgos y elementos comunes dentro de las diversas definiciones aporta-
das, su naturaleza, motivación, procedencia y características varían de un
planteamiento teórico a otro. En consecuencia, los intentos de explicar
la delincuencia organizada desde una perspectiva concreta presentan un
alcance limitado. Todas las teorías aportadas a la doctrina tienen, a la vez,
defensores y detractores.
A pesar del panorama de desacuerdos, un sector minoritario de la doc-
trina ha empezado a hacerse un hueco con fuerza, defendiendo la impor-
tancia de aglutinar todos los aportes teóricos bajo una única teoría de la
criminalidad organizada, que aún no termina por fructificar. Ese plantea-
miento teórico es eminentemente ecléctico: cualquier aproximación a su
estudio debe ser necesariamente transversal y holística, atendiendo a la
naturaleza multicausal y plurifactorial del objeto de estudio. Representa,
por tanto, uno de los mayores retos para la Criminología actual y futura.
Comenzando el repaso atemporal por el conjunto de las teorías clásicas,
con repercusiones explicativas aún en la actualidad, destaca la teoría de la
anomia, propuesta por Robert Merton (2002). A través de ella se identifica
el crimen organizado como una respuesta normal a las presiones que ejerce
la estructura social sobre ciertas personas. La persecución de objetivos so-
cialmente deseables, como el éxito profesional y la prosperidad económica,
favorece la fMexibilización e incluso la eliminación de los controles sobre
los medios empleados para alcanzarlos (inhibición de las normas). La ads-
cripción de los individuos a la delincuencia organizada o su conformidad
para constituir una organización y delinquir se explica al priorizar los fines
a conseguir, empleando medios socialmente rechazados para su acceso, por
ser ilegales (Abadinsky, 2007).
dios sobre carreras criminales es identificar las variables que suelen estimu-
lar la continuidad y progresión en la actividad delictiva (Requena, 2014).
minales. También mira cómo utilizan los recursos y medios de los que se
sirven para operar, incluidas las actividades ilegales y lícitas en las que se
implican, los escenarios en los que se desenvuelven, su nivel de expansión
geográfica y otras muchas circunstancias (De la Corte y Giménez-Salinas,
2010).
El crimen o delincuencia organizada ha sido asumido tradicionalmente
como un comportamiento o fenómeno masculino, que incorporaba a mu-
jeres con fines de explotación, o como un soporte secundario y silencioso
para la actividad de sus compañeros. En la actualidad, esa interpretación
ha dado paso al análisis del rol de las mujeres en la actividad criminal. En
la fenomenología del delito se ha encontrado a mujeres que lideran grupos
criminales organizados, ejecutan operativos de asistencia y apoyo logístico
y sirven de agentes de inteligencia informal para recabar valiosa informa-
ción estratégica. En algunas ocasiones, sus tareas incluyen el cuidado de las
finanzas del grupo. En situaciones como la trata de personas, realizan fun-
ciones de intermediación entre los perpetradores y las víctimas (Arsovska y
Allum, 2014; Pizzini-Gambetta, 2014).
Cabe destacar que, en toda organización, aunque los miembros estén interesados en
el objetivo común, tienen fines propios, que no siempre son coincidentes. Ello puede
llevar a la creación de subsistemas dentro de la organización, a la tensión entre esta y
algún miembro, o a los conflictos de grupos o intereses.
En la teoría de las organizaciones se concibe la estructura como el conjunto de reglas
generales y duraderas que sirven para ordenar la distribución de funciones y coordi-
nar las actividades comunes, encaminadas a la realización del objetivo final (Mayntz,
1990, p. 112).
La división del trabajo se subsume dentro del concepto de organización. No en vano
una organización implica per se una distribución de roles, funciones, derechos y debe-
res coordinados en un sistema organizacional y dirigidos al objetivo final o funcional.
La división del trabajo, a su vez, se realiza usualmente por la especialización de sus
miembros, la cual conduce sin más a la profesionalización. Por ello, al igual que la
profesionalización y la especialización, características propias e identificatorias de la
criminalidad organizada, dejaría de tener sentido como indicador independiente para
determinar la existencia de una organización criminal. Cuestión bien distinta sería
valorar su peligrosidad.
Crimen organizado y seguridad multidimensional 59
cia que les ha sido negada hasta la fecha por la vis atractiva ejercida sobre
la temática por parte de otras disciplinas conexas. Una aproximación a
la variopinta literatura permite vislumbrar la inexistencia de un consenso
doctrinal en torno al concepto y todo aquello que engloba la delincuencia
o criminalidad organizada!”?. A todo ello nos proponemos sumar los rele-
vantes aportes de las Relaciones Internacionales.
De ahí el interés por alcanzar una noción consensuada. Nombrar co-
rrectamente un objeto no es un capricho teórico, sino una etapa previa, ne-
cesaria e indispensable de toda acción eficaz sobre la realidad. Es un hecho
fundamental sin el cual sería imposible desarrollar cualquier pensamiento
o acción posterior. La denominación justa de las cosas posibilita compren-
der mejor la naturaleza del objeto (Gayraud, 2007, p. 69).
Sin lugar a duda, la controversia más beligerante y perniciosa gira en
torno a la inclusión o no del terrorismo como manifestación de criminali-
dad organizada. Esto porque la finalidad de uno y otro fenómeno consti-
tuye la clave sobre la que versa dicha discusión, ya que el resto de caracte-
rísticas definitorias prácticamente son compartidas (Zúñiga, 2009, p. 60).
Avanzar en el conocimiento de la naturaleza de la criminalidad organi-
zada y profundizar en sus repercusiones internacionales obliga a identificar
en primer término sus notas esenciales, y a articular un concepto lo más
aproximado a la realidad. Las instancias de persecución del delito, cuales-
quiera que sean, necesitan disponer de una definición, toda vez que con-
viene saber con precisión qué se está buscando, ante qué y cómo hay que
reaccionar, y qué es lo que se quiere y puede investigar. Un reto nada fácil
Para una mejor comprensión de las diferencias conceptuales entre la geopolítica clási-
ca y crítica, ver Cabrera (2017).
Crimen organizado y seguridad multidimensional 69
económico que va más allá de las víctimas individuales. Por ende, la hipó-
tesis de la ausencia de víctimas en este tipo de delincuencia ha sido refutada
(Giménez-Salinas, 2013). Existen herramientas de suma utilidad como la
realización de entrevistas de victimización y el desarrollo de índices de-
lictuales complejos en ciudades o zonas en las cuales existe una mayor
penetración de la delincuencia organizada transnacional, como ocurre en
los poblados fronterizos de los Estados latinoamericanos.
Ahora bien, el principal problema radica en determinar qué criterios se
adoptan para valorar el daño directo o indirecto que causa el crimen orga-
nizado, cómo identificar a sus víctimas y cómo catalogar sus necesidades,
para otorgarles la debida protección. Todo ello, en aras de plantear como
un objetivo prioritario la articulación de estrategias preventivas que eviten
y, en su caso, reduzcan los daños (Sparrow, 2008).
Herramientas Ventajas
Esto por no hablar del peligro físico que corren los investigadores o la
eventual responsabilidad penal en la que pueden incurrir.
Un instrumento importante que ayuda al análisis es el autoinforme.
De manera sucinta, consiste en una encuesta anónima o sondeo de libre
participación orientado a autores o potenciales autores, sobre la comisión
de conductas ilegales. La utilidad potencial de este tipo de instrumentos
para medir el crimen organizado es muy prometedora. No obstante, su de-
bilidad estriba tanto en la colaboración de los participantes como en la fia-
bilidad de sus respuestas. Realidades como la coacción y las amenazas que
una organización ejerce sobre sus miembros para preservar su seguridad a
través de la violencia intragrupal, sumadas a la alta probabilidad de que los
delitos susceptibles de reflejarse en el autoinforme no hayan prescrito en
función de su gravedad, dificultarían seriamente la participación en este
tipo de encuestas (Kleemans y De Poot, 2008).
Llegados a este punto, la realidad del análisis y la observación de la
delincuencia organizada pasa por el reconocimiento, por parte de la co-
munidad académica, de las limitaciones que presenta cada una de las
metodologías empleadas para medir el fenómeno de la criminalidad. En
consecuencia, la complementariedad metodológica es posiblemente la for-
ma más acertada y exitosa de aproximación al estudio de la delincuencia
organizada (Fernández Villazala, 2008).
Varias medidas inicialmente insatisfactorias, combinadas entre sí, cons-
tituyen una medida más fuerte y, a menudo, más válida del fenómeno que
se investiga (Aromaa y Heiskanen, 2008). En la actualidad se considera
que la integración de distintas fuentes de datos, tanto institucionales como
procedentes de estudios y de variables contextuales que no se relacionan
de manera directa con el delito, representa una de las opciones más pro-
metedoras de las investigaciones en materia criminológica y de seguridad
multidimensional.
El investigador Jan Van Dijk ha desarrollado interesantes instrumen-
tos alternativos, al proponer la medición a través de un índice compuesto
sobre crimen organizado, que junta varios índices individuales: índice de
percepción de crimen organizado; índice de economía informal (que pue-
de obtenerse de las encuestas anuales o periódicas de los organismos encar-
gados de tal propósito); evaluaciones de riesgo de inversión del Merchant
Crimen organizado y seguridad multidimensional 81
Herramientas Ventajas
3.3. Los datos: ¿dónde buscar y cómo gestionar los obstáculos me-
todológicos?
Las investigaciones sobre delincuencia organizada generalmente co-
mienzan con una introducción, en muchos casos autojustificatoria de los
resultados y problemas de acceso a fuentes fiables (Resa, 1993). Esto suce-
de porque existe el factor clandestinidad de la subcultura criminal, que ha
limitado históricamente el tratamiento de las fuentes directas, es decir, las
personas integradas en organizaciones involucradas en actividades ilícitas.
Si bien la inteligencia policial o criminal tiene sus propias herramientas de
análisis y procesamiento de información, estas asumen formas tácticas, que
brindan datos empríricos para un análisis mayor en el plano estratégico.
Establecer formas viables de obtener información acerca de la crimina-
lidad organizada constituye, sin duda, un desafío adicional que enfrenta la
investigación criminológica y de seguridad. Bajo el paraguas conceptual de
la delincuencia transnacional organizada o crimen organizado es factible
analizar los grupos u organizaciones, las principales actividades o mercados
legales e ilegales, y el conjunto de acciones necesarias para la supervivencia
de las organizaciones.
La obtención de datos a través de fuentes “comprometidas” o clan-
destinas trasluce toda una variedad de inconvenientes que deben ser su-
perados para construir indicadores útiles en los ejercicios de medición,
intervención y posterior recomendación de política pública, si fuese el caso
necesario. En primer lugar, el número de fuentes accesibles es limitado.
Mucha de la información se halla en manos de diversos organismos, ser-
vicios, cuerpos e instituciones pertenecientes a los aparatos de seguridad
de los Estados. Mucha de la información está catalogada bajo normativa
que protege y preserva la confidencialidad y el secreto. La documentación
policial representa una referencia muy útil, pero la investigación académica
generalmente solo puede acceder a versiones restringidas. La reserva es aún
mayor en el caso de información obtenida y generada por los servicios de
inteligencia, por obvias razones de seguridad nacional o estratégica. Buena
parte de la inteligencia generada por la Policía proviene de la compra de
fuentes o de informantes poco verificados, lo cual obvia el proceso de eva-
luación y dificulta la veracidad del nivel de riesgo y amenaza.
84 Fredy Rivera Vélez y Daniel Sansó-Rubert Pascual
26 En este campo, son importantes los aportes y avances del Instituto Europeo de Pre-
vención del Delito y Lucha contra la Delincuencia de Helsinki (HEUND, afiliado
a las Naciones Unidas, sobre el desarrollo de índices de criminalidad organizada.
También, las variadas iniciativas de la Secretaría de las Naciones Unidas en relación
con las nuevas formas de delincuencia.
Crimen organizado y seguridad multidimensional 87
País Año
2012 2019
Rusia 28 28
México 34 29
Italia 43 52
Colombia 36 37
Yemen 23 15
7 Bunker, Campbell y Bunker (2010, pp. 145-178) definen “la modificación del ámbi-
to social” como un elemento de guerra no estatal. Sostiene que “esta guerrilla —que
se manifiesta como insurgencias criminales derivadas de grupos de bandas, cárteles
y redes mercenarias— promueve nuevas formas de organización estatal derivadas de
comportamientos y normas políticas y sociales basadas en la criminalidad”. Los ele-
mentos clave de la modificación social y del medio incluyen veneración de narcosan-
tos, violencia simbólica (por ejemplo, decapitaciones y cadáveres con mensajes), uso
de narcomúsica (por ejemplo, narcocorridos) y empleo del medio social para difundir
mensajes y otorgar legitimidad al cártel.
Crimen organizado y seguridad multidimensional 99
28
Desertores de los Grupos Aeromóvil y Anfibio de las Fuerzas Especiales (GAFE) y
de la Brigada de Fusileros Paracaidistas del Ejército mexicano fueron contratados
inicialmente como ejecutores por el cártel del Golfo, liderado por Osiel Cárdenas, en
la década de 1990 (Moloeznik, 2008, p. 167).
29
A modo de ejemplo, entre 2000 y 2006, el número de desertores de las Fuerzas Arma-
das mexicanas ascendió a 123 218, incluidos 1388 oficiales y un coronel (Moloeznik,
2008, pp. 156-169).
100 Fredy Rivera Vélez y Daniel Sansó-Rubert Pascual
ya que han sido las características particulares de este las que han favo-
recido la eclosión y el fortalecimiento de la estructura criminal, hasta el
extremo de que esta se haya expandido lo suficiente como para mono-
polizar el control del territorio y promover sus progresivas actividades.
Podemos citar algunos ejemplos históricos, como la región de Nápoles
y la Camorra; Calabria, si hablamos de la N “drangheta; Medellín y Cali
en Colombia, y determinadas áreas geográficas de México, si hablamos
de los principales grupos criminales articulados por el tráfico y la pro-
ducción de drogas. Son territorios que se consolidan como baluarte de la
organización criminal dominante y que, a su vez, le sirven de plataforma
para su expansión sucesiva, atendiendo a una diversidad de elementos
económicos y sociales.
La movilización de las organizaciones criminales obedecería a una es-
trategia de mercado y de acción expansionista, planificada y diseñada con
antelación, que se apoya en el correspondiente análisis de riesgo (Morselli,
2005). El objetivo primordial es aprovechar una serie de circunstancias
identificadas como oportunidades para el lucro, ubicadas en diversos lu-
gares por todo el mundo. Los riesgos incluyen la confrontación con otras
organizaciones por el control del territorio y de las actividades lícitas e
ilícitas desarrolladas en él, cuando el pacto no es posible, o no interesa.
El uso de la violencia es residual porque no favorece los negocios y podría
interpretarse como síntoma de inestabilidad territorial. Claro que existen
situaciones como la mexicana, en la que el comportamiento criminal suele
darse en relación con un territorio controvertido y en disputa entre varias
organizaciones, para establecer el dominio de la plaza.
A pesar de su relevancia, el arraigo territorial no supone una limitación.
No implica inmovilidad. Por ello, resulta igualmente factible identificar
contextos emergentes que originan el desplazamiento no intencional de las
organizaciones criminales, motivado por factores de empuje (pull factors).
En ese supuesto, se trata de una adaptación forzada a las circunstancias
ambientales.
Dentro del conjunto de posibles factores (Williams, 2003; Gayraud,
2007; Morselli, 2009; Varese, 2013; Garzón, Rico, Olinger y Santama-
ría, 2013) válidos para explicar tanto desplazamientos dentro del territorio
nacional de un país como de carácter transnacional, cabría destacar por
Crimen organizado y seguridad multidimensional 105
policiales solo se exige un mínimo nivel educacional para ingresar a sus fi-
las, yy una estatura mínima. Los Pp procesos de selección del p personal también
pueden ser poco transparentes (López-Portillo, 2003).
A la crisis institucional de la Policía se añade el auge exacerbado de la
violencia por parte de la delincuencia común y organizada. El acceso a una
amplia gama de armamento —desde revólveres y pistolas hasta armas de
alto poder de fuego— confluye con lo que los expertos han bautizado como
“el ascenso de la paramilitarización criminal” (Sansó-Rubert, 2012a).
La cooptación de miembros de las Fuerzas Armadas por organizaciones
criminales representa un problema cuyo alcance resulta difícil de preci-
sar, por la carencia de datos empíricos fidedignos. El modus operandi que
describíamos en los ejemplos de Los Zetas en México y los desertores de
Los Kaibiles en Guatemala perfectamente puede estar reproduciéndose por
toda América Latina sin que, hasta la fecha, se tenga evidencia al respec-
to. El problema se complejiza por la falta de transparencia de las Fuerzas
Armadas en proporcionar información sobre el número de deserciones y
abandonos vinculados al crimen organizado.
La reforma del sector policial es una tarea en ciernes, que tendría la
capacidad de intervenir en dos ejes fundamentales: la capacidad operativa,
asumida como eficiencia y eficacia y la responsabilidad institucional de-
mocrática, entendida como sus respuestas al control político y su respeto
por los derechos humanos. Con ello se aumentarían los mecanismos de
fiscalización y control institucionales, no solo en cuanto a la actuación en
el marco de la ley, sino también respecto de la eficacia y eficiencia de las
iniciativas desarrolladas. Únicamente con esas medidas básicas y con la
dotación de medios materiales y recursos tecnológicos, las instituciones
policiales estarán en condiciones reales de enfrentar, con garantías mínimas
de éxito, el control y la neutralización de la criminalidad organizada.
En suma, el proceso de adaptación policial requiere abordar la profesio-
nalización y dignificación de la institución. Esto, en última instancia, haría
innecesario el recurso a las Fuerzas Armadas para proveer a la sociedad de
seguridad en lo cotidiano. Por el momento, ante la falta de confianza en la
Policía, las políticas de defensa nacional y las Fuerzas Armadas han acudido
al rescate de la seguridad multidimensional.
5. ESTADO, DEMOCRACIAY
CRIMEN ORGANIZADO
cho, no por una “conspiración criminal” contra las instituciones, sino por
la descomposición política del aparato gubernamental, consumido por la
corrupción, la baja credibilidad pública de las autoridades constituidas, la
inexistencia o la falta de aplicación de normas regulativas actualizadas de la
vida común, la rampante ilegalidad, extendida a las más diversas activida-
des sociales y el creciente clima de inseguridad y violencia que enmarca la
vida cotidiana de la sociedad.
llado por Peter Lupsha (1996), que presenta una tipología de las relaciones
entre criminales y el mundo político a partir de una concepción evolutiva
de la organización criminal. En sus principios, esta se encontraría en una
etapa identificada como predatoria. Sería una organización asentada en un
área determinada y podría estar integrada indistintamente por un reducido
número de individuos, o por una gran cantidad de ellos. En todo caso, su
rasgo distintivo es la creciente capacidad para monopolizar el uso ilícito de
la fuerza en las zonas donde se asienta.
En una segunda etapa, denominada parasitaria, el grupo ha desarrolla-
do diversas capacidades logísticas e interacciones de cooptación o corrup-
ción con los sectores de poder legítimos y la administración pública. A
su control sobre las actividades delictivas realizadas en un área delimitada
se añade su capacidad de intermediar y satisfacer distintas necesidades de
grupos sociales que esperan recibir bienes y servicios ilícitos. La corrup-
ción política permite que las actividades del grupo criminal se consoliden
y este se barniza de legitimidad, al interactuar con los grupos privilegia-
dos. Incursiona en los sectores económicos legales, se fortalece con nue-
vos recursos a través de capital, información y habilidades organizativas,
y extiende su influencia hacia nuevas áreas geográficas. Según establece
Lupsha (1996), en ese momento, la organización criminal se encuentra en
una situación de igualdad frente a los funcionarios públicos y deja de ser
dependiente de ellos.
La tercera etapa, denominada simbiótica, se caracteriza por la trans-
formación de las relaciones parasitarias de los grupos criminales frente al
mundo lícito, en vínculos mutualistas. Los sectores económicos y políticos
legítimos dependen ahora de los grupos criminales. Según el autor, las
herramientas tradicionales para hacer valer la ley y combatir la criminali-
dad han dejado de operar, pues el crimen organizado se ha convertido en
una parte fundamental de la estructura de decisiones del Estado en que se
asienta (Lupsha, 1996).
concepto, que incluía las facilidades y las estructuras que daban soporte y
facilitaban el terrorismo internacional.
La amplificación abarcaba los procesos fracasados de gobernanza, la
persistencia de guerras internas, la existencia de redes de crimen organiza-
do y la represión doméstica en países con renta baja, que paulatinamente se
convirtieron en preocupaciones centrales de la estrategia de seguridad in-
ternacional de los Estados Unidos (Santos, 2009, p. 5). El agrandamiento
conceptual asume que el Estado fallido es el espacio propicio o “rampa de
lanzamiento” que usa el terrorismo internacional para preparar, organizar
y entrenar operaciones que atentan contra la seguridad nacional e interna-
cional de los Estados Unidos (Kraxberger, 2007).
Entre las definiciones de Estado fallido, la que más se acerca a una vi-
sión tradicional es proporcionada por Robert Rotberg (2002), para quien
los Estados fallidos son “meras expresiones geográficas” convulsionadas por
violencias internas, provocadas por enfrentamientos armados de facciones
en conflicto, tales como grupos armados antiestatales, bandas criminales y
milicias. La provisión de bienes públicos a los habitantes es escasa o nula,
y los gobiernos han perdido legitimidad en una creciente pluralidad de
ciudadanos.
Para Santos (2009), el fracaso del Estado se refiere a la incapacidad de
proveer bienes políticos fundamentales, asociados con la estabilidad, la se-
guridad física, el funcionamiento de las instituciones políticas legítimas, la
administración de la economía y el bienestar social. Las deficiencias en esas
áreas son signos de fracaso, y hacen que el Estado sea incapaz de establecer
el monopolio legítimo de la fuerza para proteger a sus habitantes, porque
ocasionan además la pérdida del control soberano sobre su territorio.
Se trata de una nueva visión geoestratégica, que justifica la intervención
internacional en países que, por su incapacidad de autocontrol y de gobier-
no sobre el territorio, generarían alteraciones a la paz mundial. No obstan-
te, el concepto tiene pocas dimensiones analíticas para ser aplicado, por
no definir una metodología clara de intervención para el control y la pre-
vención del conflicto por parte de los países interesados en su aplicación.
Mucho más, cuando se presentan situaciones extremas como las sucedidas
en Afganistán, Iraq, Haití, Somalia, Yemen, Timor Oriental, Paquistán y
las Islas Salomón (Santos, 2009, p. 10).
Crimen organizado y seguridad multidimensional 133
que categoriza a los países entre buenos y malos Estados, y que no admite
causalidades del crimen organizado, porque lo concibe como el producto
de la amenaza externa que es ajena a la realidad interna de los países re-
ceptores. Esa concepción daría lugar a la justificación de política exterior
para la intervención de los países o potencias hegemónicas en los “Estados
emisores”.
En segundo lugar, la mirada centrada en el concepto de Estados na-
cionales fallidos sitúa las causas del crimen organizado según la variable
identidad, nacionalidad, grupo ético o regional. Ese criterio carece de fun-
damento teórico y empírico porque, además de constituir una clasificación
o tipología arbitraria, de origen unilateral, no existe evidencia de que los
Estados fallidos se constituyan en emisores de criminalidad específica en
función de la procedencia nacional de los criminales.
En tercer lugar, se desconocen las asimetrías del proceso de globaliza-
ción e interpendencia, pues los principales grupos o redes de criminales no
se expanden como creación absoluta de los Estados fallidos. Los múltiples
formatos de operación del crimen organizado conectan distintos espacios
locales y mundiales, independientemente de si existen o no Estados fuertes
o débiles. Ese tipo de criminalidad requiere logística y estrategias en red
transnacional, para perpetrar actividades delincuenciales.
En cuarto lugar, se desconoce el carácter analítico de la Economía Polí-
tica Internacional porque se reduce o encubre la participación de los países
o Estados fuertes y ricos en la corresponsabilidad del crimen organizado.
En un mercado criminal de oferta y demanda, no pueden existir Estados
emisores autocentrados sin que haya de por medio países receptores, que
demanden bienes criminales. Esa realidad no implica negar que existen
Estados vulnerables, con presencia de lógicas criminales transnacionales en
sus territorios, que infiltran la administración pública y la sociedad.
Por último, la dificultad metodológica se acrecienta al asumir que la
delincuencia organizada no es una realidad empírica que puede ser medi-
da mediante criterios positivistas (Fernández Steinko, 2013). Como cons-
tructo social, cambia y evoluciona a tenor de los intereses y percepciones
de la sociedad, en un momento determinado de su coyuntura social y po-
lítica (Christie, 2004; Aas, 2007; Bauman, 2002). Esa cuestión, además de
dificultar las posibles comparaciones en un período temporal prolongado
Crimen organizado y seguridad multidimensional 137
N". País 2012 | 2013 | 2014 | 2015 | 2016 | 2017 | 2018 | 2019 | Promedio
1 Barbados 16 75 74 68 68 62 69.14
¿jsjsljajsa|a
2 | Chile 72 71 73 70 67 67 67 69.13
3 | Bahamas 71 71 71 6S 65$ 64 67,57
4 Santa Lucia | 71 71 71 S$ SS 35 62.5?
$ San Vicente | 62 62 62 58 $8 59 60.14
6 | Dominica $8 $8 $8 $7 Ss 55 $7.43
? | Granada 42 43 43 S6 $2 $2 53 48.71
8 | Cuba 48 46 46 47 47 41 41 48 47 00
9 Jamaica 38 33 38 41 39 4 M4 43 40.63
10 | Suriname 37 36 36 36 45 41 43 Y 39,75
12 | Brasil 43 42 43 38 40 37 35 35 39.13
12 Trinidad
Tobago * 39 38 38 39 35 41 41 30 38.88
13 | Panamá 38 37 35 39 38 37 37 36 37,13
14 | Argentina 35 34 4 32 36 39 40 45 36.838
N". País 2012 | 2013 | 2014 | 2015 | 2016 | 2017 | 2018 | 2019 | Promedio
15 | Colombia 36 36 37 37 37 37 36 37 36,63
16 | Perú 38 38 38 36 35 37 35 36 36,63
17 | ElSalvador | 38 38 39 39 36 33 35 34 36,5
18 ¡| Ecuador 32 35 33 32 31 32 34 38 33,38
19 | Guyana 28 27 30 29 34 38 37 40 32,88
20 | Bolivia 34 Y 35 34 33 33 29 31 32,88
21 | México 34 34 35 31 30 29 28 29 31.25
2 Rep.
orroicana | 32 | 29 | 32 | 33 | 31 | 29 | 30 | 28 | 30,50
23 | Guatemala 33 29 32 28 28 28 27 26 28,88
24 | Honduras 28 26 29 31 30 29 29 26 28.50
25 | Paraguay 25 24 24 27 30 29 29 28 27,00
26 | Nicaragua 29 28 28 27 26 26 25 22 26,38
27 | Haití 19 19 19 17 20 22 18 20 19,25
28 | Vemezuela 19 20 19 17 17 18 18 16 18,00
. | INVESTIGACIÓN
INTELIGENCTA CRIMINAL CRIMINAL / POLICIAL
Redes y fuemes
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27 Traducción del original en inglés. “But the biggest difference —important in all the
current controversies— is that intelligence agencies have to deal with opponents who
take countermeasures. Indeed, usually the longer one collects information against a
target, the better the target becomes at evasion. So do other potential targets, who are
free to watch” (Berkowitz, 2003).
164 Fredy Rivera Vélez y Daniel Sansó-Rubert Pascual
Fuerzas
Armadas
Servicios Admén
Inteligencia Público
dl
d A
E w
ae
Cuerpos Unidades
inteligencia
Policia Financiera / Banqueo
Seguridad
Privada
Desde esa perspectiva, no hay que perder de vista que existen diferentes
tipos de acciones encubiertas y una gradación entre ellas, en función de si
comprenden un ilícito penal o no. En caso afirmativo, entra en juego su
gravedad y el objetivo a conseguir con su práctica. Por ello, cabe hacer una
defensa razonable de estas, circunscribiendo su empleo al enfrentamiento
con las redes de delincuencia organizada y ciñendo el alcance de sus activi-
dades al marco de los condicionamientos impuestos por el ordenamiento
constitucional, por lo que podrían desarrollarse con eficacia en el seno de
los regímenes democráticos.
Una cuestión clave es cómo se articula la figura del agente encubierto,
diferenciando la visión policial de los servicios de inteligencia y la capaci-
dad operativa que se le confiera. Si este solo se limita a realizar tareas de
información legalmente reguladas, sobre la actividad de la organización
criminal, facilitando el descubrimiento y la prueba de las actividades delic-
tivas, es decir, la perspectiva policial, poca utilidad práctica podrá aportar
al producto global.
La reflexión circula en torno a la capacidad de maniobra que se le con-
fiere a este agente, con mayores o menores limitaciones y prerrogativas, en
Crimen organizado y seguridad multidimensional 181
la economía mundial, llevan a pensar que las respuestas generadas por los
estamentos jurídicos y policiales están lejos de responder a la velocidad de
la problemática. Ergo, adoptar la noción multidimensional como ingre-
diente de método y análisis implica pensar que se ha promovido un cam-
bio de paradigma, que articula los ámbitos locales, regionales, nacionales e
internacionales. Este nos conduce a admitir que los factores de inseguridad
son de naturaleza transfronteriza y que la única forma de actuar para elimi-
narlos o mitigarlos viene de la mano con la necesidad de la cooperación en
todos sus frentes: interagencial, regional e internacional.
Sobre este último tema, es importante mencionar que los primeros de-
bates de las teorías de las Relaciones Internacionales han dedicado espe-
cial atención a entender el rol del Estado como proveedor de seguridad,
mientras que, al mismo tiempo, protege la soberanía y las finanzas nacio-
nales. Es aquí donde las doctrinas tradicionales de seguridad nacional han
mostrado definiciones insuficientes para explicar las transformaciones de
un mundo globalizado, en el cual las amenazas interestatales pasan a un
segundo plano y las provenientes del crimen organizado y las híbridas ocu-
pan mayor relevancia en las agendas de seguridad de los Estados. Resultan
notorias las restricciones conceptuales y metodológicas del concepto de
seguridad nacional para explicar situaciones emergentes, complejas y con-
tingentes, que provienen de escenarios interdependientes, donde opera el
crimen organizado transnacional.
La seguridad multidimensional, si bien fue construida inicialmente
como un campo multidisciplinario, que aportaría elementos para enten-
der escenarios complejos, al pasar el tiempo sufrió el acoso de intereses
políticos y de gobiernos que presionaron para que sus agendas de seguri-
dad nacional se extendieran en los distintos organismos multilaterales y
regionales”, Es por ese motivo que la nueva faceta teórica de la seguridad
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