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Y TEORIA DE LA
CONSTITUCION
Eduardo Andrade Sânchez
tirant
lobtanch
manuaues
DERECHO CONSTITUCIONAL Y TEORÍA
DE LA CONSTITUCIÓN
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT LO BLANCH
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DERECHO CONSTITUCIONAL
Y TEORÍA DE LA
CONSTITUCIÓN
tirant lo blanch
Ciudad de México, 2022
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ASF Auditoría Superior de la Federación
BM Banco de México
CNDH Comisión Nacional de Derechos Humanos
INEGI Instituto Nacional de Estadística y Geografía
FGR Fiscalía General de la República
10 Eduardo Andrade Sánchez
Semblanza ........................................................................................................... 7
Legislación .......................................................................................................... 9
Presentación ........................................................................................................ 21
6. El proceso electoral
6.1. Importancia de la elección en el sistema constitucional ....................................................... 205
6.2. Los principios que rigen la materia electoral ......................................................................... 205
6.2.1. Libertad, autenticidad y periodicidad de la elección ........................................ 206
6.2.2. Universalidad, libertad, secrecía e inmediatez del voto................................... 206
6.2.3. Certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, objetividad,
profesionalismo y máxima publicidad ..................................................................... 208
6.2.4. Paridad de género y equidad ........................................................................................ 209
6.3. La regulación constitucional de los partidos .................................................................................... 214
6.4. Financiamiento ................................................................................................................................................. 223
6.5. Uso de los medios de comunicación social ........................................................................................ 230
6.6. Campañas y precampañas.......................................................................................................................... 239
6.7. La autoridad electoral administrativa .................................................................................................. 240
6.7.1. El Consejo General del INE........................................................................................... 242
6.7.2. La Contraloría General del INE .................................................................................. 245
6.7.3. Las funciones del INE ....................................................................................................... 246
6.8. Sistema de impugnaciones en materia electoral..................................................................... 250
6.9. El régimen electoral local ............................................................................................................. 251
Puedo asegurar a quien inicie la lectura de esta obra que si la estudia con
cuidado, no habrá prácticamente expresión alguna contenida en nuestra
Constitución que no pueda comprender y explicar.
El plan general de la obra tiende a alcanzar este propósito. Ya mencioné
lo referente a los capítulos primero a quinto. De entre ellos, el segundo plan-
teó un problema especial ya que los programas exigen, con razón, el estudio
de la historia constitucional mexicana. Su ubicación presenta la dificultad
de que los contenidos de la misma suponen el conocimiento de conceptos
relacionados con instituciones y procesos constitucionales que se adquiere
a lo largo del curso. Llegué a considerar conveniente colocarlo al final del
texto, pero me convencí de que dado su carácter de antecedente, era mejor
dejarlo como segundo en el orden, a fin de que el estudioso conozca el hilo
conductor del constitucionalismo mexicano al paso de dos centurias, en el
entendido de que siempre podrá consultar otras partes posteriores del libro
para aclarar el contenido de los preceptos constitucionales de tiempos pasa-
dos, además de que en los sistemas escolarizados, podrá contar con la sabia
guía del profesor en turno.
A partir del capítulo sexto entramos de lleno al análisis de la forma-
ción, estructura y funcionamiento de las instituciones constitucionales que
corresponden al programa de Derecho Constitucional. En ese estudio, nos
remitimos a sus raíces políticas y sociológicas, revisando las dificultades
específicas de interpretación y aplicación. El capítulo 6 está destinado al
estudio del proceso electoral y los principios que lo rigen, su colocación
responde al hecho de que las elecciones populares son la fuente de todas
las instituciones públicas de modo directo o indirecto. En su redacción in-
corporé muchos conocimientos adquiridos a través del lapso en que, como
Senador de la República, fui miembro del Consejo General del entonces
Instituto Federal Electoral, actualmente INE, en calidad de Consejero del
Poder Legislativo.
Este tema, por tanto, tiene enormes repercusiones prácticas y muchas
veces se deja de lado por las dificultades que presentan las fórmulas elec-
torales aplicables a la distribución de lugares en las cámaras por el sistema
de representación proporcional, con la aparente justificación de que existe
como materia optativa el Derecho Electoral. Empero, la función de este
último es extender y profundizar en el estudio de la legislación aplicable
a los comicios, y no puede sustituir la comprensión básica de los textos
constitucionales que regulan la elección y la conformación de los cuerpos
legislativos.
24 Eduardo Andrade Sánchez
Esta larga cita sirve para resaltar la enorme extensión del concepto que
nos ocupa desde la dimensión de esencia, por virtud de la cual no hay na-
da que no tenga una constitución, esto es: una forma o manera de ser. Así,
puede describirse la constitución de una planta, de un animal, de un edificio,
de un planeta, de un cuerpo geométrico o de una colectividad humana. En
este sentido, incluso la más elemental de esas comunidades, como la familia,
tiene una constitución que podemos considerar en su configuración nuclear
(padre, madre e hijos) hasta la de la familia ampliada, que comprende a un
grupo de parientes vinculados por lazos sanguíneos o por aquellos consti-
tuidos en razón del matrimonio. El clan, la tribu y cualesquiera otras formas
preestatales tenían, pues, una constitución, una manera de ser en sentido
amplio.
Los Estados contemporáneos tienen también una constitución entendida
desde ese punto de vista, que abarca el modo de ser de cada Estado en su
integridad y lo distingue de otros, refiriéndose a la complejidad de sus rela-
ciones sociales, a las interacciones entre los grupos que lo conforman y a las
características sociológicas del conjunto: lenguas, religiones, concepciones
del mundo y de la vida, etnias, gastronomía, expresiones culturales, costum-
bres y, por supuesto, las normas que lo rigen y la manera como es goberna-
do. A esto último es a lo que aludimos en un ámbito más estricto cuando
hablamos de la constitución de un Estado en su carácter jurídico-político.
Hemos visto también en la lista de acepciones que constitución tiene
un sentido fundacional cuando se refiere a instituciones humanas. Este es
el acto fundador, creador por el que se erige una familia, una iglesia, una
sociedad anónima, un sindicato y, por supuesto, un Estado. La constitución
referida al Estado, en ese sentido, se identifica con el acto de un Poder Cons-
tituyente, como veremos más adelante.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 31
También se entiende por Constitución, desde los romanos, una ley del
más alto rango expedida por el emperador.1 De ese modo, del Imperio Ro-
mano deriva el concepto de Constitución apostólica como orden o mandato
papal.
1
Acepción en el aforismo latino: Constitucionis tempore posterioris potiores prioribus (Las
constituciones posteriores en el tiempo prevalecen sobre las anteriores). La palabra consti-
tución es casi sinónimo de ley y la expresión en la que se emplea equivale a decir: la ley pos-
terior deroga a la anterior. Véase Guillermo Floris Margadant, El Derecho privado romano,
2a. ed., Esfinge, México, 1965, pág. 70.
32 Eduardo Andrade Sánchez
2
Politeia. Aristóteles en la Política distingue la noción de ley (nomos) de la constitución (po-
liteia). En el Libro Segundo de esta obra dice: “Otros en cambio, han sido legisladores, ya en
su propia ciudad, ya en alguna ciudad extranjera cuyo régimen han organizado. Y de éstos
a su vez unos han sido sólo artífices de leyes particulares y otros también de la constitución,
como Licurgo y Solón, que instauraron tanto leyes como constituciones.” De lo anterior se
desprende que el concepto de politeia, traducido como constitución comprende una legis-
lación básica que da forma a la comunidad política regulada por ella. Aristóteles, Política,
versión española, notas y trad. de Antonio Gómez Robledo, UNAM, México, 1963, pág. 63.
3
Véase el apartado 12.1.
4
Néstor Pedro Sagüés, Elementos de Derecho constitucional, Alfredo de Astrea y Ricardo
Depalma, Buenos Aires, 1993, t. i, pág. 2.
5
La clasificación de las formas de gobierno aparecía ya en Platón, en su obra La República,
de una manera similar a la que posteriormente presentó Aristóteles, si bien ésta con nuevos
desarrollos teóricos y mayores observaciones prácticas. Véase George H. Sabine, Historia de
la teoría política, Fondo de Cultura Económica, México, 1975.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 33
6
Véase el apartado 3.3.
7
Diego Valadés, Rodrigo Gutiérrez Rivas, “Derechos humanos”, en Memoria del IV Con-
greso Nacional de Derecho Constitucional III, UNAM, 2001, pág. IX. (Las cursivas son
34 Eduardo Andrade Sánchez
Así se llega al punto en el que todas estas normas se redactan para al-
canzar los fines propuestos y se sistematizan en un código al que se da el ca-
rácter de norma fundamental, que servirá de sustento a toda la edificación
jurídica que se expida posteriormente.
Se considera como primer documento de este tipo a la Constitución
de Virginia, redactada en 1776, si bien se tiene noticia de que en
Connecticut existía un verdadero orden constitucional desde 1639.8
9
René Fédou, El Estado en la Edad Media, Edaf Ediciones, Madrid, 1977, pág. 226.
10
Enciclopedia Hispánica, Encyclopedia Británica Publishers Inc., t. III, pág. 399.
36 Eduardo Andrade Sánchez
11
Véase Néstor Pedro Sagüés, op. cit., t. I, pág. 3.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 37
12
Véase Robert Blackburn y Raymond Plant, Constitutional Reform, Addison Wesley Long-
man Limited, Reino Unido, 1999.
38 Eduardo Andrade Sánchez
13
Véase Felipe Tena Ramírez, Derecho constitucional mexicano, 24 ed., Porrúa, México,
1990, págs. 22 a 24.
14
Véanse los apartados 1.13 y 1.14.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 39
15
Si bien este es el desarrollo en el mundo occidental, Karl Loewenstein señala una curiosidad
que parecería otorgar el privilegio de la primera constitución escrita a los japoneses. Según
M. Anasaki, existió el texto de una constitución en 17 artículos, emitida por el príncipe Bo-
40 Eduardo Andrade Sánchez
toku en el año 604 a.C. Véase Karl Loewenstein, Teoría de la Constitución, Ariel, Barcelona,
1970, pág. 158. En relación con las Resoluciones Fundamentales de Connecticut y el Pacto
del Mayflower, estos pueden ser consultados en Ángel Moyano Pahissa y Jesús Velasco Már-
quez, EUA. Documentos de su historia política, Instituto de Investigaciones Dr. José María
Luis Mora, México, 1988.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 41
16
Al respecto consúltese mi libro Deficiencias del sistema electoral norteamericano, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 2001.
17
Véase “Estados Generales” en Eduardo Andrade, Teoría general del Estado, de esta misma
editorial.
42 Eduardo Andrade Sánchez
18
Véase la pág. web del parlamento neozelandés https://www.parliament.nz/resource/en-NZ
/00PLLawRP00011/502fa2135dd16543ca15974a028ad70161b80aba. (Consultada el
23/03/21)
44 Eduardo Andrade Sánchez
19
Felipe Tena Ramírez, op. cit., capítulo I.
20
Véase el apartado 12.7.
46 Eduardo Andrade Sánchez
21
En realidad, como veremos después, se dan casos en los que el Poder Judicial, por medio de
la interpretación, efectúa verdaderas reformas a la Constitución al modificar el sentido de las
palabras. Así ha ocurrido con frecuencia en Estados Unidos de América.
22
Para una extensión del tema de este apartado y el siguiente, remito al lector al Capítulo
denominado Defensa de la Constitución donde se aborda la reformabilidad de la misma.
48 Eduardo Andrade Sánchez
23
Por ejemplo, cuando en 1981 se modificó la expresión Consejo de Ministros, que existía en
el art. 29 para el caso de la suspensión de garantías y que estaba perfectamente regulado en
algunos artículos de la Ley Orgánica de la Administración Pública, la cual interpretaba el
sentido de dicha expresión y se refería a los funcionarios que deberían considerarse como
integrantes de dicho Consejo, y en un prurito de excesivo rigor jurídico, se incluyó toda esa
lista en el propio texto constitucional. Requerimiento que luego desapareció con otra refor-
ma, la de 2014.
24
Véase al respecto el capítulo 12.
52 Eduardo Andrade Sánchez
1.12. EL CONSTITUCIONALISMO
De lo que llevamos estudiado se desprende que a lo largo de varios siglos
se fue desarrollando la idea de expresar por escrito los derechos de grupos
o personas frente al poder absoluto, obligando a este a limitar su acción,
sometiéndola a un marco jurídico reconocido por toda la comunidad. Karl
Loewenstein lo expresa de esta manera: “La historia del constitucionalismo
no es sino la búsqueda por el hombre político de las limitaciones al poder
absoluto ejercido por los detentadores del poder, así como el esfuerzo de es-
25
Consúltese José Asensi Sabater, Constitucionalismo y Derecho constitucional, Tirant Lo
Blanch, Valencia, España, 1996, pág. 208.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 53
26
Karl Loewenstein, op. cit., pág. 150.
27
Néstor Pedro Sagüés, op. cit., pág. 1.
28
Justamente, esta es la expresión que aparece en el art. 1o de nuestra Constitución de 1857.
29
Barragán Barragán, José, Contreras Bustamante, Raúl et al., Teoría de la Constitución, Mé-
xico, Porrúa, 2014, pp. 16-17.
54 Eduardo Andrade Sánchez
30
Véase un desarrollo más amplio de estos principios en el capítulo 3.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 55
31
Sobre este y otros temas de la teoría constitucional contemporánea, recomiendo la lectura
de El Estado constitucional del mencionado autor, obra publicada por el Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas de la UNAM, México, 2001.
56 Eduardo Andrade Sánchez
32
Barragán Barragán, José, Contreras Bustamante, Raúl et al., Teoría de la Constitución, Mé-
xico, Porrúa, 2014, p. 55.
33
Ídem. p. 34
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 57
cipios en que se fundan las relaciones con los demás Estados, ampliación de
los derechos humanos, incluyendo los que derivan de la sola pertenencia a
la sociedad, como el derecho a la educación, a la salud o al medio ambiente
sano, en fin, todos los temas que actualmente forman parte de los textos cons-
titucionales y que veremos con detenimiento más adelante.
El razonamiento que nos ha traído hasta este punto se sustenta en la con-
sideración siguiente: si un asunto ha sido considerado por una comunidad
estatal como digno de ser regulado en el más alto nivel, es porque el Estado,
entendido en su dimensión que incluye a la comunidad humana y a quienes
la gobiernan, ha estimado que tal asunto es fundamental para dicho Estado.
Por eso reiteramos que el Derecho constitucional es el conjunto de normas
que regulan los asuntos fundamentales de un Estado.
1.12.1. El neoconstitucionalismo
Esta corriente de pensamiento jurídico que introduce en el análisis del
Derecho nociones valorativa imprecisamente definidas apareció a fines del
siglo pasado. Susana Pozzolo34 nos dice que el término neoconstitucionalis-
mo se empleó por primera vez en el Congreso Mundial de Filosofía Jurídica
y Social celebrado en Buenos Aires en 1997 y hay que admitir que corrió
con fortuna, especialmente entre los académicos de America Latina.
En un video35 en el que Miguel Carbonell aborda en forma sintética el
tema del neoconstitucionalismo sostiene que este es una ideología caracte-
rizada por tres niveles de análisis:
a) El primero resalta el hecho de que desde mediados del siglo pasado el
movimiento constitucionalista adquirió un nuevo impulso destinado
a incrementar el contenido de los textos constitucionales. Se redac-
taron gran cantidad de nuevas Constituciones para incluir, además
de los aspectos formales de la organización del gobierno, una diver-
sidad de propósitos gubernativos a manera de programas de acción;
introducir derechos de carácter social y regular diversas materias no
incluidas en las versiones anteriores de las respectivas Normas Su-
premas. Debo decir que la Constitución mexicana de 1917 ya era
pionera de este tipo de contenidos novedosos, sin embargo esto no
suelen reconocerlo los seguidores de la teoría neoconstitucional que
34
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3875/13.pdf consultada el 15 de
agosto de 2021.
35
Este autor nos presenta un interesante enfoque del tema en Apuntes sobre neoconstitucio-
nalismo https://youtu.be/l6XmEfzaFGI consultado el 15 de agosto de 2021.
58 Eduardo Andrade Sánchez
36
Véase la tercera acepción de la palabra dogma en el Diccionario de la lengua española de la
Real Academia Española.
37
Véase Fernández Segado, op. cit., pág. 71.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 61
38
Ibidem, págs. 71 y siguientes.
62 Eduardo Andrade Sánchez
39
Entendemos que el término técnico para referirnos al Titular del Poder Ejecutivo es el de
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos pero, para facilitar la lectura y en un sentido
teórico aceptable, emplearemos también la expresión Presidente de la República e incluso
sólo la de Presidente cuando sea evidente que nos referimos al Titular del Ejecutivo Federal.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 63
40
Una interesante referencia a los derechos sociales, también llamados de tercera generación,
la encontramos en María Elisa Carrió et al., Interpretando la Constitución, Ediciones Ciu-
dad Argentina, Buenos Aires, 1995.
1. Conceptos básicos de Teoría de la Constitución 65
41
Fernando Lasalle, ¿Qué es una Constitución?, traducción y preparación: Wenceslao Roces,
Ariel, México, 1984.
42
Un interesante estudio sobre actitudes, percepciones y valores que tiene que ver con el
cumplimiento efectivo de la Constitución mexicana, lo encontramos en Cultura de la Cons-
68 Eduardo Andrade Sánchez
titución en México, que registra los resultados de una encuesta al respecto efectuada por el
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, bajo la conducción de Hugo Concha,
Héctor Fix-Fierro, Julia Flores y Diego Valadés. La publicación patrocinada por el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Comisión Federal de Mejora Regulatoria y
el propio instituto, fue editada por este último en febrero de 2004.
43
Karl Loewenstein, op. cit., págs. 218 y siguientes.
2. Desarrollo constitucional mexicano
44
Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México 1808-1994, 18a. ed., Porrúa, México,
1994.
70 Eduardo Andrade Sánchez
45
Véase el capítulo 14, relativo al territorio nacional.
2. Desarrollo constitucional mexicano 71
46
Respecto de los sistemas para verificar los resultados de las elecciones, véase el capítulo 6,
sobre el proceso electoral.
47
Para la regulación de estas figuras actualmente, véase el capítulo 17.
72 Eduardo Andrade Sánchez
real impedía que el asunto se volviera a tratar durante el mismo año, pero
podía hacerse al año siguiente y el veto podía ejercerse nuevamente, pero
si por tres años consecutivos las Cortes remitían la legislación, se entendía
que el rey la aprobaba, con lo cual su veto quedaba superado. Se definía
también la manera solemne como el rey debía promulgar las leyes. En di-
cha fórmula había una expresión que decía: “las Cortes han decretado...”,
que parece ser el antecedente de la fórmula empleada todavía por nuestro
Congreso, en la que siempre se emplea el verbo decretar aunque se trate de
la expedición de una ley. La Constitución de Cádiz no distinguía entre ley
y decreto, por lo que la fórmula antigua no introducía ninguna confusión,
pero la Constitución mexicana sí establece dicha distinción y por ello resul-
ta confuso que al expedir una ley se emplee también el verbo decretar, que
debería ser sólo aplicable a los decretos.48
Durante los recesos de las Cortes se nombraba una Diputación Perma-
nente, precursora de lo que hoy es nuestra Comisión Permanente. La ins-
titución a la que primero hacía referencia la Constitución eran las Cortes
y sólo en el título siguiente se regulaba la figura del rey. Se establecían sus
facultades y restricciones, de ahí que el régimen se denominara monarquía
moderada. Los derechos fundamentales de los individuos quedaban expre-
sados como limitaciones al rey, y las Cortes tenían que dar su consenti-
miento para que contrajera matrimonio. Había un capítulo consagrado a
las reglas para la sucesión a la corona, a la cual podían tener acceso tanto
varones como mujeres, pero con preferencia de los primeros.
Se instituían los secretarios de Estado y del Despacho, terminología que
se sigue usando en nuestro constitucionalismo. Las órdenes del rey debían
ir firmadas por el secretario del Despacho del ramo al que correspondiera el
asunto. Este es el antecedente de nuestro refrendo, el cual debe ser dado por
los secretarios de Estado para que sean válidas las órdenes del Presidente
de la República.49
Se establecía la responsabilidad de los secretarios del Despacho ante las
Cortes por órdenes contrarias a la Constitución o a las leyes, sin que pudie-
ran excusarse diciendo que el rey se los había mandado.
El rey contaba con un Consejo, denominado Consejo de Estado, forma-
do por 40 individuos, 12 de los cuales por lo menos deberían haber nacido
en las provincias de ultramar.
48
Véase el capítulo 7.
49
Véase el capítulo 10.
2. Desarrollo constitucional mexicano 73
50
El contenido de este capítulo se basa en la reproducción de diferentes documentos constitu-
cionales que aparecen en la obra Leyes Fundamentales de México de Felipe Tena Ramírez,
op. cit.
76 Eduardo Andrade Sánchez
14. Que para dictar una ley se haga junta de sabios en el número posi-
ble, para que proceda con más acierto y exonere de algunos cargos
que pudieran resultarles.
15. Que la esclavitud se proscriba para siempre y lo mismo la distinción
de castas, quedando todos iguales y sólo distinguirá a un americano
de otro el vicio o la virtud.
16. Que nuestros puertos se franqueen a las naciones extranjeras ami-
gas, pero que estas no se internen al reino por más amigas que sean,
y sólo habrá puertos señalados para el efecto prohibiendo el desem-
barque en todos los demás, señalando el diez por ciento.
17. Que a cada uno se le guarden sus propiedades y se le respete en su
casa como a un asilo sagrado, señalando penas a los infractores.
18. Que en la nueva legislación no se admita la tortura.
19. Que en la misma se establezca por Ley Constitucional la celebración
del día 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la patrona
de nuestra libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando a
todos los pueblos, la devoción mensual.
20. Que las tropas extranjeras o de otro Reino no pisen nuestro suelo, y
si fuere en ayuda, no estarán donde la Suprema Junta.
21. Que no se hagan expediciones fuera de los límites del Reino, espe-
cialmente ultramarinas; pero se autorizan las que no son de esta
clase para propagar la fe a nuestros hermanos de Tierra dentro.
22. Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos
agobian y se señale a cada individuo un cinco por ciento de semillas
y demás efecto u otra carga igual, ligera, que no oprima tanto, co-
mo la Alcabala, el Estanco, el Tributo y otros; pues con esta ligera
contribución y la buena administración de los bienes confiscados al
enemigo, podrá llevarse el peso de la guerra y honorarios a los em-
pleados.
23. Que igualmente se solemnice al día 16 de septiembre todos los años
como el día aniversario en que se levantó la voz de independencia y
nuestra santa libertad comenzó, pues ese día fue en el que se desple-
garon los labios de la nación para reclamar sus derechos con espada
en mano para ser oída, recordando siempre el mérito del grande
héroe, el señor Don Miguel Hidalgo y su compañero Don Ignacio
Allende.
78 Eduardo Andrade Sánchez
51
Véase el capítulo 13.
80 Eduardo Andrade Sánchez
52
Véase el apartado 2.3.
82 Eduardo Andrade Sánchez
nar las reglas para dicha elección. Compromiso que fue ratificado en
los Tratados de Córdoba. Se aprecia aquí la influencia del constitucio-
nalismo de fines del siglo XVIII al adoptarse el método consistente en
formar un Congreso Constituyente que dictara la Constitución de la
nueva nación.
La Junta fijó las reglas para la elección de este Congreso,53 el cual quedó
instalado el 24 de febrero de 1822; pronto entró en conflicto con Iturbide,
quien se proclamó emperador en mayo del mismo año y terminó disolvien-
do el Congreso el 31 de octubre.
A la caída de Iturbide, diferentes provincias del antiguo territorio de la
Nueva España negaron al Congreso su carácter de Constituyente y con-
sideraron que sólo debería convocar a un nuevo Congreso que tuviera la
función de elaborar la norma suprema del país. Ello llevó a la configuración
de un nuevo Congreso, que se instaló solemnemente el 7 de noviembre de
1823. En este, predominaba la tendencia federalista y a fin de asegurar que
se adoptara este tipo de organización, para el cual servía de modelo el sis-
tema estadounidense, se expidió primero, el 31 de enero de 1824, el Acta
Constitutiva de la Federación Mexicana, en la que se sentaban las bases
para organizar el gobierno del país.
El Congreso Constituyente continuó su trabajo, cuyo resultado fue la
primera Constitución, propiamente dicha, de nuestro país, promulgada el 4
de octubre de 1824 con el nombre de Constitución Federal de los Estados
Unidos Mexicanos. En ella se declaraba a la nación mexicana para siempre
libre e independiente del gobierno español y de cualquiera otra potencia.
La delimitación precisa de su territorio se remitía a una ley constitucional
que debería expedirse posteriormente y sólo se mencionaba que dicho terri-
torio comprendía el llamado antes Nueva España, la Capitanía General de
Yucatán, las comandancias llamadas antes provincias internas de oriente y
occidente y el de la Baja y Alta California.
En cuanto a la forma de gobierno, se adoptó la de República Repre-
sentativa Popular Federal y se enumeraron los estados que componían
dicha federación; además existían los territorios de Alta California,
Baja California, Colima y Santa Fe de Nuevo México.
53
Véase Tena Ramírez, op. cit., págs. 120 y 121.
84 Eduardo Andrade Sánchez
representantes electos cada dos años. Por cada tres diputados propietarios,
se elegiría un suplente. El senado se compondría de dos senadores por cada
estado, electos por las legislaturas de cada uno de ellos, y se renovaría por
mitad cada dos años. Se seguía aquí el modelo de la Constitución estadou-
nidense. Los senadores no tenían suplentes, pues en caso de falta absoluta,
la legislatura correspondiente llenaría la vacante.
Se adoptaba el sistema de autocalificación en cada Cámara. Por primera
vez aparece la disposición relativa a que toda resolución del Congreso ten-
drá el carácter de ley o decreto. Entre las facultades del Congreso se daba
un lugar preeminente a la educación, así como a la apertura de caminos y
canales y al establecimiento de postas y correos. Se dictaba un amplio catá-
logo de facultades al Congreso, algunas de las cuales sobreviven casi como
fósiles jurídicos, como la “de declarar buenas o malas las presas de mar y
tierra”.54 Entre estas facultades se preveía la de elegir un lugar de residencia
de los supremos poderes de la nación.
Las reglas para la elaboración de las leyes constituyen la base de lo que,
con ligeras diferencias, es actualmente nuestro proceso legislativo.
Se establecía la asistencia del titular del Poder Ejecutivo a la apertura de
sesiones del Congreso y se indicaba que ahí debería pronunciar un discurso
relativo a dicho acto. Asimismo, se indicaba que el presidente del Congreso
debería contestar en términos generales. Este es el origen de la tradición que
privó hasta antes de la reforma de 2008, que consistía en que el Presidente
de República acudiera a leer su informe el día que se iniciaban las sesiones
del Congreso; si bien en la actualidad, de acuerdo con el texto vigente, basta
con que envíe su informe por escrito.
El Poder Ejecutivo quedaba depositado en un solo individuo denomi-
nado Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Esta disposición ha
permanecido intacta por casi dos siglos. Se establecía la institución de la
vicepresidencia para sustituir al Presidente en caso de imposibilidad física o
moral. Es interesante observar que el Presidente y Vicepresidente no surgían
de una elección popular, sino que eran nombrados por votación de las le-
gislaturas de los estados. En este punto la Constitución de 1824 se apartaba
del modelo estadounidense, en el que el Presidente surgía de una elección
indirecta, pero el pueblo intervenía en la primera fase al emitir su voto a
favor de electores intermedios representantes de cada estado, que luego ele-
gían al Presidente.
54
Véase el capítulo 9.
2. Desarrollo constitucional mexicano 85
55
Para un profundo conocimiento de lo ocurrido en este Congreso resulta muy interesante consultar la
obra de Francisco Zarco quien, además de ser diputado Constituyente, llevaba la crónica diaria en el
periódico El Siglo XIX.
2. Desarrollo constitucional mexicano 97
56
Tena Ramírez, op. cit., pág. 603.
98 Eduardo Andrade Sánchez
57
Para una amplia referencia de las Leyes de Reforma y una reproducción completa de las
mismas véase Everardo Moreno Cruz, Juárez jurista, 2a. ed., Porrúa, México, 2006.
2. Desarrollo constitucional mexicano 99
los trabajadores al más alto nivel jurídico y redactaron para ello el art. 123,
que por primera vez en una Carta Constitucional regulaba asuntos como la
jornada máxima de trabajo, el descanso semanal, la prohibición del trabajo
de los menores de 12 años, la existencia de un salario mínimo, el derecho de
huelga, las responsabilidades patronales por riesgos de trabajo y avanzados
derechos como el acceso a la vivienda y la participación de los trabajadores
en las utilidades de las empresas.
La modificación hacia un enfoque esencialmente social se aprecia desde
el art. 1º del cual se eliminó la referencia, contenida en la Constitución de
1857, de que el pueblo mexicano reconocía que los derechos del hombre
“son la base y el objeto de las instituciones sociales”, y se puso énfasis en
que el goce de las garantías individuales proviene de la circunstancia de que
las otorga la Constitución.
Este hecho, aunado a los radicales cambios sociales, muestra que el
Constituyente de 1916-1917 había producido una Constitución esencial-
mente distinta a la predecesora que se suponía reformaba y, por tanto, se
trataba de una nueva Norma Suprema, pese a conservar un buen número
de artículos de la de 1857.
En el tema religioso esta Constitución, promulgada el 5 de febrero de
1917, asumió una postura bastante drástica frente a la iglesia católi-
ca, de carácter abrumadoramente mayoritario en el país, y en el art.
130 privó de personalidad jurídica a todas las agrupaciones religiosas
denominadas iglesias, en tanto que el 27 les imposibilitaba de manera
absoluta la propiedad de bienes inmuebles, ya que todos los templos
serían de la nación. Igualmente se estableció en el art. 3º el carácter
laico de la educación y la prohibición a los religiosos de establecer o
dirigir escuelas primarias.
Sobre este tema, presento una reflexión más amplia en el punto Teoría de la
ponderación en el apartado relativo a los Conceptos interpretativos del control
de constitucionalidad aplicable a la posible violación de derechos humanos.
Francisco Fernández Segado sostiene que el carácter normativo de la
Constitución “quiere significar que no estamos en presencia de un mero
catálogo de principios, sino de una norma cuyo contenido material a todos
(ciudadanos y poderes públicos) vincula de modo inmediato, siendo por
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 111
lo demás sus preceptos, como regla general, alegables ante los tribunales y
debiendo considerarse su infracción antijurídica”.58
Es por esa razón que incluso disposiciones de naturaleza típicamente
programática en las que se reflejan meras aspiraciones, deben entenderse
como un marco para forzar a la obligatoriedad de ciertas conductas tanto
del Estado como, eventualmente, de los particulares. Veamos el caso de la
expresión “Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y deco-
rosa”, contenida en el art. 4o de nuestra Constitución. En primer lugar debe
considerarse como un mandato al legislador, puesto que la frase inmediata
siguiente indica que “La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesa-
rios a fin de alcanzar tal objetivo”. Es verdad que la omisión de legislar en
el sentido indicado no tiene posibilidad de exigirse jurídicamente de manera
directa, pero podría dar lugar a litigios aún inexplorados como el de una
acción de inconstitucionalidad promovida por una minoría legislativa en
contra de un Presupuesto de Egresos que no contuviese previsiones específi-
cas para crear esos apoyos de los que habla la Constitución.
Con respecto a las denominadas normas programáticas, Néstor Pedro
Sagüés señala que existen tres posturas teóricas en la doctrina constitucional:
1. La que les niega eficacia.
2. La que les otorga plena eficacia.
3. La que estima que están dotadas de eficacia parcial.59
58
Francisco Fernández Segado, op. cit., pág. 69.
59
Néstor Pedro Sagüés, op. cit., t. i, pág. 93.
60
Ibidem, pág. 94.
112 Eduardo Andrade Sánchez
61
Miguel Carbonell, La Constitución en serio, Porrúa, UNAM, México, 2001, pág. 47.
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 113
62
Véase Diego Valdés, La protección de los derechos fundamentales frente a particulares, pági-
na web del Instituto de Investigaciones Jurídicas–UNAM, México, 2005. http//info.juridicas.
unam.mx y en la misma página web la referencia al libro de Juan María Bilbao Ubillas, La
eficacia de los derechos fundamentales frente a particulares. Análisis de la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional, CEPC- BOE, Madrid, 1997.
114 Eduardo Andrade Sánchez
63
Se sugiere a los maestros y estudiantes, como ejercicio de clase, la elaboración de razo-
namientos semejantes para hacer efectivos derechos constitucionales abstractos en casos
concretos.
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 115
competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento. (art. 16).
De manera que el individuo no está obligado a acatar las disposiciones de
la autoridad salvo que estas tengan causa legal, esto es, que estén fundadas
en la ley. Dicha ley, por tanto, a todos obliga y su obligatoriedad proviene
de la Constitución. Si la Constitución es la fuente de tal obligatoriedad de
la ley, dado su carácter supremo que veremos enseguida, los términos cons-
titucionales son obligatorios para gobernantes y gobernados.
64
Véase Sagüés, op. cit., pág. 95.
116 Eduardo Andrade Sánchez
65
Ibidem, pág. 96. Para mayor información sobre este tema se recomienda consultar: Miguel
Carbonell (compilador), En busca de las normas ausentes. Ensayos sobre la inconstituciona-
lidad por omisión, Instituto de Investigaciones Jurídicas–UNAM, México, 2003, y Eduardo
Carpio Marcos y Gerardo Efo Cruz, El control de las omisiones inconstitucionales e ilegales
en el derecho comparado, Fundación Universitaria de Derecho, Administración y Política, S.
C., Constitucionalismo y Derecho Públicos, México, 2004. Un excelente trabajo al respecto
es el de León Javier Martínez Sánchez, “La inconstitucionalidad por omisión legislativa”,
Facultad de Derecho, UNAM, 2007.
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 117
66
Véase en la página web de la Suprema Corte de Justicia de la Nación la versión estenográfica
de la sesión del Pleno celebrada el 28 de junio de 2021.
67
Francisco Fernández Segado, op. cit., pág. 79. Véase la sentencia del Tribunal Constitucional
español 122/1983.
118 Eduardo Andrade Sánchez
titución son aquellos en que esa condición jurídica deriva del propio texto
constitucional. Ocurre, en especial en la Unión Europea, que las constitu-
ciones de algunos países permiten la transferencia de derechos de soberanía
a instituciones internacionales o la posibilidad de ceder a organismos su-
pranacionales ciertas facultades que originalmente la Constitución otorga a
poderes locales. Empero, en tales casos salta a la vista que el propio Poder
Constituyente ha creado las condiciones para que se produzca ese traslado
de soberanía o de atribuciones, de modo que es la Constitución la que otor-
ga fuerza constitucional a los tratados y, por ende, estos no se encuentran
por encima de aquélla.
Adicionalmente, debe considerarse que la Unión Europea es en realidad
un estado supranacional en formación, que está construyendo un Derecho
constitucional a partir de la suscripción de tratados y eventualmente puede
llegar a contar con su propia Constitución que, en su caso, tendrá el ca-
rácter de Norma Suprema,68 si bien esta opción parece haberse pospuesto
indefinidamente después que Francia y Holanda rechazaran el proyecto de
Constitución en sendos referendos.
En México la supremacía constitucional fue ratificada por la Supre-
ma Corte de Justicia de la Nación al resolver la contradicción de tesis
293/2011 (Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. libro 5,
abril de 2014, tomo i, página 96), (TMX54,356), según la cual: cuan-
do en la Constitución haya una restricción expresa al ejercicio de
los derechos humanos, se deberá atender a lo que indica la norma
constitucional.
68
Véase Sagüés, op. cit., págs. 121 a 130 y 217 a 226.
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 121
69
Para un análisis detallado de la conceptualización de los derechos humanos véase el capítulo
18.
122 Eduardo Andrade Sánchez
70
Fernández Segado, op. cit., pág. 79. Véase la sentencia del Tribunal Constitucional español
122/1983.
126 Eduardo Andrade Sánchez
tendría que ser resuelta por el Poder Judicial o por el órgano de control de
la Constitución, aplicando la mencionada interpretación sistemática.
Para efectos de coherencia interpretativa de las normas constitucionales
debe estarse a los principios materiales que las informan. Como hemos es-
tablecido, toda constitución se sustenta en un conjunto de principios que
soportan el resto de su estructura, por ejemplo, en la Constitución mexicana
el principio de que el beneficio popular debe orientar la acción de todos los
poderes públicos. El art. 39 de la Constitución prevé que “todo poder públi-
co dimana del pueblo y se instituye en beneficio de éste”. En consecuencia,
en caso de dos interpretaciones posibles, no sólo de una ley o tratado sino
de la propia Constitución, el juzgador deberá dar preferencia a aquella que
a su juicio genera un mayor beneficio popular y explicar sus motivaciones
en ese sentido en el texto de su resolución.
Otro ejemplo lo podemos encontrar en relación con la declaración con-
tenida en el art. 40, el cual señala como voluntad del pueblo mexicano
constituirse en una república “democrática”. A partir de esa consideración,
ante la existencia de dos interpretaciones de un texto, la autoridad que debe
efectuar su aplicación tendrá que acogerse a la que responda mejor al prin-
cipio democrático.
De la coherencia interpretativa deriva también el principio de presun-
ción de constitucionalidad de las leyes. Esto significa que tanto las
leyes como los tratados internacionales deben considerarse siempre
como adecuados a la Constitución en tanto no exista una declaración
de inconstitucionalidad por parte del órgano facultado para hacerla.
3.2.7. El garantismo
En cuanto a la interpretación constitucional, desde fines del siglo pasado
se han desarrollado tendencias teóricas que buscan justificar una expansión
del criterio del juzgador, de un modo que puede llegar incluso a rebasar el
texto mismo de la Constitución. La noción de garantismo implica una ac-
titud a la que se ha denominado activismo judicial, tendiente a garantizar
la plena realización de los principios constitucionales y la vigencia integral
de los derechos fundamentales de los justiciables. Así, el juzgador, una vez
establecida la solución más justa o conveniente desde su perspectiva, procu-
rará interpretar la ley a fin de adecuar su sentido, en el caso concreto, a la
satisfacción del sentido de justicia derivado de los principios constituciona-
les que, a su entender, deben prevalecer en dicho caso.
El enfoque garantista coloca al juez en un papel activo y principal por
encima del legislador, en el cual no se concibe como intérprete y aplicador
de la voluntad de este, sino como ejecutor efectivo de la justicia, de modo
que la ley se convierte en un referente maleable al servicio de la solución
que garantice mejor los derechos de quien demanda justicia a la luz de los
128 Eduardo Andrade Sánchez
71
Citado por Manuel Hallivis Pelayo, en Teoría general de la interpretación, Porrúa, México,
2007, pág. 276.
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 129
72
Ibidem.
73
Idem.
130 Eduardo Andrade Sánchez
74
Enrique Quiroz Acosta, Lecciones de derecho constitucional, Porrúa, México, 1999, pág.
121. Véanse también las referencias que hace Quiroz a la obra del maestro Ignacio Burgoa.
132 Eduardo Andrade Sánchez
3.3.1. Liberalismo
La adopción de la ideología individualista liberal que, como hemos visto,
tuvo su origen en el pensamiento inglés y francés de los siglos XVII y XVIII,
está presente como un primer principio de tipo histórico y los valores que
encierra se encuentran expresados en buena parte del capítulo primero re-
lativo a las garantías individuales en cuanto a derechos fundamentales de
la persona, tales como la libertad, la igualdad, la propiedad o la seguridad
jurídica. Todos ellos suponen, por regla general, una abstención del Estado
frente a la esfera de acción del individuo.
75
Para el concepto ideas-fuerza, véase Reinhold Zippelius, Teoría general del Estado, UNAM,
México, 1985.
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 133
Esta consideración sirvió a lo largo del siglo XIX y parte del XX, para
limitar, por distintos motivos, el acceso al sufragio.
Desde la Constitución de 1857 se adoptó el texto actualmente vigente,
el cual parece contener una fórmula ecléctica pero, a mi juicio, resulta muy
ilustrativa del doble aspecto de la soberanía: es popular en cuanto a su
origen, y su titular indiscutible es el pueblo; por otro lado es nacional en
134 Eduardo Andrade Sánchez
3.3.7. Representatividad
Este principio alude a la imposibilidad de que el pueblo ejerza su sobera-
nía de manera directa. En la democracia representativa “el pueblo es sobe-
rano, pero la voluntad general llega a perfilarse y constituirse con ayuda del
principio político de la representación”.77 Con base en esta noción el pueblo
se hace representar, como dice el art. 41, por medio de los poderes tanto de
la Unión como los de las entidades federativas. Los poderes se conceden a
representantes populares, algunos electos directamente como el presidente,
76
Salvador Valencia Carmona, Derecho, autonomía y educación superior, Instituto de Investi-
gaciones Jurídicas, serie Estudios Jurídicos, núm. 42, UNAM-IPN, México, 2003, pág. 11.
77
Gerhardt Leibholz, Conceptos fundamentales de la política y de teoría de la Constitución,
Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1964, pág. 142.
136 Eduardo Andrade Sánchez
senadores y diputados, y otros designados por los primeros, como los mi-
nistros de la Suprema Corte o los consejeros de la Judicatura que a su vez
designan a los jueces y magistrados. Al principio democrático indicado en el
punto anterior y al de representatividad se refiere el art. 40 al declarar que:
“Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República represen-
tativa, democrática, laica y federal.”
3.3.E. Federalismo
El carácter federal de la República constituye un principio básico de su
organización, la cual se funda en la idea de que el Estado mexicano se forma
por un conjunto de estados que disponen de su propia soberanía popular,
ejercida en el ámbito de las competencias correspondientes a dichos esta-
dos porque estos no las han transferido a la Federación. La consagración
de este principio la encontramos en la parte final del art. 40, en el cual se
explica el tipo federal de la República Mexicana al decir que está “com-
puesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen
interior, y por la Ciudad de México, unidos en una Federación establecida
según los principios de esta ley fundamental”. El principio federalista se
expresa también en el art. 41 cuando señala que la soberanía del pueblo se
ejerce por los poderes de los estados y la Ciudad de México, “en lo que to-
ca a sus regímenes interiores, en los términos respectivamente establecidos
[...] en las [constituciones] particulares de cada Estado y de la Ciudad de
México, las que en ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del
Pacto Federal”. Ya explicamos párrafos antes que esta disposición expone
formalmente el principio de supremacía constitucional, pero desde el punto
de vista material define la estructura material del Estado cuya soberanía se
ejerce en dos planos: el local, que compete a cada entidad federativa, y el
federal que abarca a toda la República en las materias que son reguladas
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 137
por los poderes federales para tener efecto en todo el país. El estatus de la
Ciudad de México como entidad federativa tiene características especiales
que abordaremos en el capítulo 15.
3.3.10. Pluralismo
Este principio no tiene una manifestación explícita en nuestro texto
constitucional a diferencia, por ejemplo, de la Constitución española que
en su art. 1º establece al pluralismo político como “un valor superior de su
ordenamiento jurídico”; no obstante, la consideración de la conformación
plural de la sociedad se encuentra plasmada como principio de nuestra or-
ganización política en varios preceptos como el 2º, el 41, el 54 y el 56. El
carácter del pluralismo mexicano abarca el aspecto cultural y el político. En
el art. 2º se sostiene que: “La Nación tiene una composición pluricultural
sustentada originalmente en sus pueblos indígenas”; en el 41 se rodea de
garantías a los partidos políticos a los que se considera “entidades de interés
público” cuyo fin es promover la participación del pueblo en la vida demo-
crática, creando así las condiciones para una participación política plural,
y en los numerales 54 y 56 se configura el marco jurídico para asegurar la
presencia de una diversidad de partidos políticos en las Cámaras de diputa-
dos y de senadores.
3.3.11. No reelección
Este es un principio que ha caracterizado al constitucionalismo mexica-
no y se aplica con distintos matices a las autoridades electas popularmente
e incluso también a los titulares del órgano Supremo del Poder Judicial de
la Federación. Tiene raíces históricas muy importantes derivadas de la pro-
pensión de los titulares del Ejecutivo a perpetuarse en el cargo casi desde el
inicio de la vida independiente de México en 1821, empezando por Agustín
de Iturbide quien se hizo proclamar emperador, independientemente de lo
fugaz de su intento. La Revolución Mexicana tuvo su origen en el hartaz-
go popular respecto del régimen de Porfirio Díaz y el lema bajo el cual
Francisco I. Madero convocó al pueblo a derrocarlo fue precisamente el de
Sufragio Efectivo, No Reelección. La pretensión reeleccionista de Álvaro
Obregón, que no llegó a consumarse por el asesinato del que fue víctima en
julio de 1928, condujo a una absoluta y total prohibición de la reelección
en el cargo de Presidente de la República, cualquiera que fuese el título por
el que se hubiese ocupado o el tiempo que se hubiera ejercido, según dispo-
sición del art. 83.
138 Eduardo Andrade Sánchez
ejercicio del monopolio de la acción penal por parte del Ministerio Público,
al abrir la posibilidad a los particulares para que, en los casos que determine
la ley, puedan ejercer la acción penal ante la autoridad judicial.
La función del Ministerio Público se asigna a un órgano constitucional
autónomo denominado Fiscalía General. La autonomía consiste en que no
depende de ninguno de los tres poderes ni recibe instrucciones de ellos.
Esto es muy importante porque la acusación penal debe basarse en consi-
deraciones exclusivamente técnicas de análisis imparcial de los hechos, sin
apreciaciones políticas o de intereses distintos a la estricta aplicación de la
ley. Con el propósito de garantizar su independencia se establece un periodo
largo de ejercicio de su titular, que es de nueve años, con lo cual trasciende a
los sexenios presidenciales. El nombramiento se realiza con la participación
del Ejecutivo y el Senado. Dado que el fiscal puede incurrir en fallas, se crea
un mecanismo de control de su actividad de manera que el Ejecutivo pueda
removerlo; sin embargo, para que la remoción no sea arbitraria, se prevé
que el Senado esté en condiciones de objetarla y restituirlo en su posición.
La autonomía de la Fiscalía quedó un tanto limitada, puesto que el Senado
puede objetar la designación que el fiscal general haga de los fiscales espe-
cializados en delitos electorales y combate a la corrupción.
3.3.1S. Laicismo
El carácter laico del Estado implica que este actúa desligado de cualquier
confesión religiosa. A partir de la reforma de 2016, se incorporó en el texto
3. Principios que rigen a la Constitución mexicana 141
78
Georg Jellinek, Teoría general del Estado, Albatros, Buenos Aires, 1978.
79
José Fernando Merino Merchán, María Pérez-Ugena Coromina y José Manuel Vera Santos,
Lecciones de Derecho constitucional, Tecnos, Madrid, 1995.
80
Para una tipología completa de las “formas de Estado” y sus características, véase mi Teoría
general del Estado, de esta misma editorial.
modo cómo se manifiestan específicamente los órganos que ejercen la función
pública de autoridad, cómo se integran tales órganos, bajo qué título ejercen
sus facultades y cuáles corresponden a cada uno, así como la manera en que
se interrelacionan y, en su caso, se controlan y equilibran entre sí.
81
Paolo Biscaretti di Rufia, Introducción al Derecho constitucional comparado, Fondo de
Cultura Económica, México, 1996, pág. 113.
82
Véase la nota de pie de página número 3 de este capítulo.
4. El Estado y sus formas de gobierno 147
Esta clasificación tiene que ver con la estructura del territorio y las potesta-
des de la población que habita en él o en las partes que lo componen, por eso se
habla de Estado federal o unitario y no de gobiernos de esas características. No
obstante, el lector habrá constatado que en el uso común sí escuchamos hablar
de gobierno federal, pero esto es para aludir al gobierno del Estado-nación de
tipo federal a fin de distinguirlo de los estados federados que integran una fe-
deración. De acuerdo con la distribución territorial del poder, el Estado puede
asumir las formas siguientes: Estado unitario o central, Estado federal, Estado
autonómico, Confederación o Estado confederado y Estado supranacional.
Por el mismo motivo existe un solo orden jurídico para todo el territo-
rio. En muchos casos, su Poder Legislativo es unicamaral ya que una sola
asamblea representa al pueblo. Existen excepciones en que dicho poder se
deposita en dos cámaras, pero la segunda de ellas no se considera una re-
presentación de la voluntad soberana de las partes en que administrativa-
mente puede estar dividido el territorio, estas partes con frecuencia tienen
el nombre de provincias (si bien en Canadá con este nombre se designa a
los estados federados), no tienen una especial forma de participación como
tales, en la toma de decisiones de carácter nacional.
Cada uno tiene su propia Constitución: el federal que rige para todo el
país en las materias que los estados participantes transfirieron a los poderes
federales y el de cada estado federado que cuenta con su propia Constitución
y emite los ordenamientos jurídicos de las materias que le quedan asignadas.
Las autoridades federales obtienen su competencia a partir de la volun-
tad de los estados integrantes, a diferencia de la delegación de facultades
hacia autoridades regionales inferiores que hacen los Estados unitarios o
centrales. Los estados de una federación no reciben un poder delegado en
aquellas atribuciones que se reservan, pues era de ellos originalmente. La
distribución de competencias puede hacerse de distintos modos: a) Señalar
expresamente en la Constitución federal las materias que se asignan a las
autoridades federales y dejar, por exclusión, que todo aquello que no se ha
atribuido a la federación se entienda reservado a los estados, como lo hacen
Estados Unidos de América y México (art. 124 constitucional). b) Indicar
en el texto constitucional un grupo de competencias expresas para la fede-
ración y otro para los estados, como lo hace Canadá.
83
Para una excelente descripción de los aspectos organizativos del Estado italiano en cuanto a
la distribución territorial del poder, véase la colección de artículos publicada bajo el nombre
Federalismo e Autonomia in Italia dall’unità a Oggi, bajo el cuidado de Claudia Petraccone,
Laterza Roma-Bari, 1995.
84
Véase Francisco Fernández Segado, op. cit., pág. 898.
150 Eduardo Andrade Sánchez
rectamente a los ciudadanos de dichos Estados, pues cada uno de ellos tiene
su propio orden jurídico. Pueden, en todo caso, constituirse órganos en que
estén representados los estados confederados para la toma de decisiones
comunes, pero estos no se entienden como depositarios de una soberanía
unificada, sino como espacios para decidir conjuntamente ciertas acciones
por tomar. Dichas determinaciones son tomadas por representantes de los
Estados miembros que actúan a nombre de sus gobiernos, por tanto, los
órganos de la Confederación nunca tienen un origen electoral propio.
85
Una guía interesante y completa de temas relacionados con la Unión Europea, la puede
encontrar el lector en Timothy Brainbridge, The Penguin Companion to European Union,
Penguin Books, Londres, 2002, y, por supuesto, la página web www.europa.eu.int
152 Eduardo Andrade Sánchez
86
Para una explicación más detallada véase mi libro Teoría general del Estado, de esta misma
editorial.
4. El Estado y sus formas de gobierno 153
87
George H. Sabine, Historia de la teoría política, Fondo de Cultura Económica, México,
1975, págs. 85 y siguientes.
154 Eduardo Andrade Sánchez
88
Jorge Carpizo, Concepto de democracia y sistema de gobierno en América Latina, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, Serie Doctrina Jurídica, núm. 388, UNAM, México, 2007, pág.
73.
4. El Estado y sus formas de gobierno 155
89
Scott Mainwaring y Matthew Soberg Shugart (eds.), “Introduction” y “Presidentialism and
Democracy in Latin America: Reithinking the Terms of the Debates”, en Presidentialism and
Democracy in Latin America, Cambridge University Press, Nueva York, 1997, págs. 3 y 4,
12 y 13.
90
Para quien desee profundizar en la historia del parlamentarismo inglés, les sugiero consul-
tar John Field, The Story of Parliament, in the Palace of Westminster, Politico’s Publishing
y James & James Ltd., Londres, 2002. En cuanto a la Cámara de los Lores, véase William
Wyndham, Peers in Parliament Reformed, Quiller Press, Londres, 1998.
156 Eduardo Andrade Sánchez
91
Las modificaciones frecuentes en la configuración de alianzas y coaliciones partidistas pue-
den generar constantes cambios de gobierno. Así ocurrió en Italia a lo largo de muchos años.
Al respecto, véase Guglielmo Negri, Istituzioni e Política, Felice Le Monnier, Florencia, 1999.
4. El Estado y sus formas de gobierno 157
que el parlamento elige a los miembros del gabinete, estos están sujetos al
escrutinio permanente de aquél y se dice que los ministros para gobernar
deben contar con la confianza del parlamento ya que este puede removerlos
a través de un procedimiento que se denomina voto de censura. Dicho voto
puede ser aplicado al primer ministro, cuya remoción produce la caída del
gobierno, lo cual obliga a la designación de un nuevo gabinete por parte del
parlamento. La propuesta de un posible voto de censura significa el plan-
teamiento de una cuestión de confianza que implica, precisamente, poner a
consideración de los parlamentarios si mantienen o retiran su confianza en
el gobierno.
Estas cuestiones de confianza significan un cambio en la correlación
de las fuerzas políticas, de manera que el conjunto de parlamentarios que
habían apoyado originalmente al gobierno se ha modificado a fin de que
la mayoría se conforme ahora en favor de otra persona para fungir como
primer ministro. Si finalmente el gobierno sometido a una cuestión de
confianza mantiene el voto mayoritario de los miembros del parlamento,
se dice que ha obtenido un voto de confianza y estará en posibilidad de
continuar su gestión gubernativa.
c) El gobierno puede disolver el parlamento. La disolución del parla-
mento es una figura del sistema parlamentario que no describe un golpe de
fuerza ni una acción arbitraria en contra de los parlamentarios para que
desalojen el recinto y dejen de fungir como tales, sino un procedimiento ju-
rídicamente establecido que tiene por objeto permitir al ejecutivo apelar al
electorado de manera directa para que le ratifique o retire el apoyo median-
te el sufragio. Ante la amenaza de destitución esgrimida por el parlamento
contra el gobierno, este puede defenderse convocando a elecciones anticipa-
das, de manera que sean los votantes quienes determinen si le otorgan una
mayoría al partido que se encuentra gobernando o a una coalición que lo
pueda sostener, o bien si votan a favor de otras agrupaciones políticas para
que elijan a un gobierno diferente.
De este modo el poder ejecutivo no se encuentra totalmente inerme fren-
te a las decisiones del parlamento, ya que puede hacer que se modifique su
configuración mediante un nuevo proceso electoral. Dicho fenómeno pro-
duce un particular efecto en los regímenes parlamentarios puesto que en la
práctica permite al gobierno, aun en el caso de que no se encuentre amena-
zado de destitución, decidir la fecha en la que habrán de realizarse nuevas
elecciones, las cuales no están programadas para un día fijo, como ocurre
normalmente en el sistema presidencial, sino que su realización es variable
y los gobiernos en turno pueden decidir, según las circunstancias políticas,
cuál es el mejor momento para buscar una reelección. Es verdad que en
158 Eduardo Andrade Sánchez
92
Véase Pegoraro y Volpi Morbidelli, Diritto Costituzionale Italiano e Comparato, Monduzzi,
Bolonia,1995, pág. 488.
93
Maurice Duverger, Instituciones políticas y Derecho constitucional, 5a. ed., Ariel, Barcelona,
1970, pág. 198.
4. El Estado y sus formas de gobierno 159
94
Ibidem, pág. 489.
95
Para una interesante descripción de algunos gobiernos parlamentarios en Europa, véase
Philip Norton, Parlamentos y gobiernos en Europa occidental, trad. Francisco Berlín Valen-
zuela, Porrúa y El Colegio de Veracruz, México, 2003.
160 Eduardo Andrade Sánchez
sistemas parlamentarios difieren tanto entre ellos que hacen que su nombre
común sea engañoso”.96
El sistema presidencial surge en Estados Unidos de América con motivo
de la independencia de este país que adopta desde su origen la forma repu-
blicana y por tanto rechaza la figura del monarca no sólo como titular de
la soberanía y depositario de todo el poder del Estado, sino incluso como
titular del poder ejecutivo. Empero, la nueva república requería asignar esa
función a alguien, fuese una persona o un cuerpo colegiado, y se conside-
ró como la solución más adecuada la del carácter unipersonal del jefe del
Estado quien, a diferencia del sistema parlamentario, sería también jefe de
gobierno. En consecuencia y en virtud de que el sistema presidencial es
posterior y tuvo como punto de referencia al sistema parlamentario, ya
operante en la metrópoli británica, puede estudiarse por contraste con los
caracteres del segundo.
a) El gobierno es producto de una elección popular y no surge de la vo-
luntad del legislativo. En efecto, puede decirse que el principio de división
de poderes adopta un rasgo más marcado en el sistema presidencial ya que
los dos poderes, legislativo y ejecutivo, provienen de una manifestación de
la voluntad del pueblo emitida por separado. Los electores eligen a sus di-
putados por una parte y por otra sufragan a favor de los candidatos a la
presidencia de la república. Puede ocurrir que el Presidente, como sucede
en la cuna del presidencialismo, Estados Unidos de América, sea electo de
manera indirecta, es decir, en pasos sucesivos, en el primero de los cuales
los ciudadanos eligen con su voto a un conjunto de electores que, en un
segundo momento, manifestarán su voluntad para decidir quién será el Pre-
sidente. En esta circunstancia podría decirse que el elector tampoco está
seguro de quién resultará electo Presidente, como ocurre en algunos casos
ya explicados con el jefe de gobierno de un sistema parlamentario, pero en
realidad el votante se pronuncia por una de las opciones propuestas para
Presidente aunque sea a través de los electores, y estos quedan comprome-
tidos a sufragar a favor del candidato seleccionado por el votante que en
primera instancia depositó su voto en la urna. De esa manera, existe una
vinculación bastante clara entre la voluntad del ciudadano y el titular del
ejecutivo que resulta electo.
El problema se simplifica en el caso de la elección directa del Presidente
de la República en los países que la emplean, como México y en general
96
Giovanni Sartori, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras,
incentivos y resultados, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, pág. 97.
4. El Estado y sus formas de gobierno 161
97
Sobre este tema véase mi libro, El desafuero en el sistema constitucional mexicano, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 2004.
162 Eduardo Andrade Sánchez
98
Jorge Carpizo, Concepto de democracia y sistema de gobierno en América Latina, op. cit.,
pág. 194.
99
Dimitri Georges Lavro, Le droit constitutionnel de la Ve République, Dalloz, París, 1995.
164 Eduardo Andrade Sánchez
5.1. LA SOBERANÍA
La soberanía es la capacidad decisoria suprema en una determinada
comunidad. Es el poder que decide sobre cómo se organiza la vida en
común.
100
Herman Heller, Teoría del Estado, 5a. ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1963,
pág. 263.
5. Forma de Estado y de gobierno en México 167
101
Véase Ignacio Carrillo Prieto, La ideología en la Constitución del Estado mexicano, 1812-
1824, UNAM, México, 1981, pág. 83.
102
Esta argumentación puede consultarse en Dennis C. Mueller, Constitutional Democracy,
Oxford University Press, Nueva York, 1996.
103
Ibidem, pág. 60.
168 Eduardo Andrade Sánchez
104
Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México, págs. 3 y 8.
105
Ibidem, pág. 21.
106
Ibidem, pág. 28.
170 Eduardo Andrade Sánchez
eligiendo las Provincias sus vocales, y éstos a los demás; que deben ser sujetos
sabios y de probidad”.107
El texto, como apreciará el lector es de la más pura inspiración rousse-
uniana y afirma inequívocamente la soberanía popular, que es ejercida por
los representantes a cuyo cargo se encontrarán los tres poderes.
107
Ibidem.
108
Un buen resumen de la posición de Emmanuel-Joseph Sièyes aparece en la página web de
Wikipedia: http://es.wikipedia.org
5. Forma de Estado y de gobierno en México 171
109
Véase mi Teoría general del Estado, de esta misma editorial.
5. Forma de Estado y de gobierno en México 173
110
Jorge Carpizo, Estudios constitucionales, UNAM, México, 1980, pág. 437.
174 Eduardo Andrade Sánchez
111
Francisco Zarco, Crónica del Congreso Extraordinario Constituyente 1856-1857, El Cole-
gio de México, México, 1957, págs. 574 y siguientes.
5. Forma de Estado y de gobierno en México 175
112
Peter Häberle, El Estado Constitucional, trad. Héctor Fix-Fierro y estudio introductorio de
Diego Valadés, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 2001.
113
Peter Häberle, Jürgen Habermas, Luigi Ferrajoli y Ermanno Vitale, La constitucionalización
de Europa, Miguel Carbonell y Pedro Salazar, editores, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
Serie Estudios Jurídicos, núm, 65, UNAM, México, 2004.
176 Eduardo Andrade Sánchez
gobierno. Por alterar entiendo adoptar otra forma de gobierno y por modi-
ficar, hacer cambios a la forma de gobierno que tiene. Aquí también habría
que analizar qué se quiere decir con “forma de gobierno”.
En este contexto, la expresión forma de gobierno significa también
forma de Estado. No solamente se refiere a un cambio de la estructura
gubernamental, sino también a posibles modificaciones o alteraciones de
la manera de ser del Estado. Esto implica que el pueblo puede cambiar,
si lo desea, su organización económica, puede variar su estructura social,
sus conceptos ideológicos orientadores y la configuración política de sus
autoridades. Un Estado que cambia su organización económica pasando,
por ejemplo, del capitalismo al comunismo, como ocurrió en muchos ca-
sos, o a la inversa, pasando del comunismo a la forma democrática occi-
dental, está cambiando realmente su forma de Estado y a eso se refiere el
art. 39 cuando dice que el pueblo puede alterar o modificar la forma de
su gobierno, no sólo la manera como se organiza el poder político, sino
también como se organiza toda la sociedad y ese derecho está implícito en
tal expresión. Lo mismo ocurre si se transforma la organización territorial
del poder, cambiaría la estructura del Estado mismo y estaría dentro de
este concepto de alteración o modificación de la forma de gobierno. Por
ejemplo, si un día el pueblo mexicano decidiera —y esto es meramente
hipotético y prácticamente imposible desde el punto de vista sociológico,
jurídico, histórico y político— convertirse en una república centralista,
estaría cambiando la estructura del Estado en cuanto a la organización te-
rritorial del poder, pero podría hacerlo, si así lo decidiera, al modificar su
Constitución. El mismo caso hipotético se referiría estrictamente a la for-
ma de gobierno: si quisiera pasar de un sistema presidencial a un sistema
parlamentario, le bastaría plasmarlo en el texto constitucional. Esto es lo
que quiere decir la expresión relacionada con la alteración o modificación
de la forma de gobierno, y es un derecho que le corresponde al pueblo.
Ahora bien, otra discusión es el método que puede emplear el pueblo
para lograr tal alteración o modificación. Aquí hay distintos puntos de vis-
ta. Algunos autores sostienen que las decisiones políticas fundamentales, y
el contenido del art. 39 es la más fundamental de todas esas decisiones, no
pueden ser cambiadas por una simple reforma constitucional; que un proce-
so jurídico de reforma no puede llegar a modificar esas decisiones políticas
fundamentales. Sin embargo, desde esta perspectiva parecería que cuando
el pueblo quiere modificar dichas decisiones básicas tendría que recurrir a
la revolución, de modo que esta línea de pensamiento da pie a decir que la
frase final del art. 39 consagra el derecho a la revolución.
5. Forma de Estado y de gobierno en México 177
114
En este tema he seguido puntualmente el desarrollo de las ideas que planteé en mi estudio
para comentar el art. 39 de la Constitución en la obra Los derechos del pueblo mexicano.
México a través de sus constituciones, t. VI, LVIII Legislatura de la Cámara de Diputados,
México, 2003.
5. Forma de Estado y de gobierno en México 183
ganos instaurados para ejercer este poder y las facultades y funciones que
corresponden a cada uno de ellos, siempre en el entendido de que su origen
es la voluntad popular y su propósito el beneficio de la sociedad civil.
La declaración contenida en esta norma constitucional es el soporte, ade-
más, de ideas como la de servidor público aplicada a quien realiza una tarea
gubernamental. Igualmente constituye la base del capítulo de responsabili-
dades, puesto que el servidor público tiene que actuar siempre en razón del
interés popular y si se desvía de ese propósito central de la Constitución,
debe responder por ello y ser sancionado.
Por eso este precepto constituye una guía para la actuación del servi-
dor público, en el entendido de que cuando interpreta y aplica normas
jurídicas, su misión fundamental, dado que ha protestado cumplir y hacer
cumplir la Constitución, es hacer que sus determinaciones beneficien al
pueblo. Si existen dos o más interpretaciones posibles de una norma jurí-
dica y una de ellas resulta atentatoria a los intereses populares, el servidor
público debe siempre orientarse hacia aquella interpretación que genere
un mayor beneficio colectivo y dentro de la motivación de su acto debe
razonar que está cumpliendo con el mandato central de la Constitución
General de la República, consistente en actuar, desde el poder público, en
beneficio del pueblo, pero sin llegar a trastocar o contradecir la disposi-
ción legal que interpreta. Este artículo tiene proyecciones no solamente
sobre la parte orgánica de la Constitución, sino también sobre la dogmá-
tica. Los pronunciamientos relativos a las derechos pretenden garantizar
que el poder público se ejerza en beneficio del pueblo y por eso ponen
límites, establecen taxativas que no pueden ser rebasados por la autoridad
en su actividad frente a los individuos.
115
Artículo 5o del mencionado decreto.
186 Eduardo Andrade Sánchez
116
Véanse los debates del art. 41 en el Congreso Constituyente de 1916-1917.
117
Véase el artículo “Representación política”, en Diccionario de política, Siglo XXI, México,
1982, t. 2, págs. 1425 y siguientes.
118
Véase Manuel García-Pelayo, Las transformaciones del Estado contemporáneo, 3a. ed.,
Alianza Editorial, Madrid, 1982, págs. 122 y siguientes.
188 Eduardo Andrade Sánchez
119
Véase Maurice Duvenger, Los partidos políticos, Fondo de Cultura Económica, México,
1980, págs. 15 y siguientes.
5. Forma de Estado y de gobierno en México 189
120
Contreras Bustamante, Raúl, 2018 <http://www.excelsior.com.mx/opinion/raul-contreras-
bustamante/2018/02/24/1222505>. Consultada el 29 de agosto de 2021.
121
Véase mi libro Democracia sin partidos de esta misma editorial.
190 Eduardo Andrade Sánchez
fin de abrir espacios democráticos a los que pudieran acudir los ciudadanos
de la capital para intervenir en medidas que les afectaran. Tal referéndum
jamás se aplicó y se desechó en la siguiente reforma electoral sin que se pu-
diera probar su eficacia.
La Constitución de la Ciudad de México, que entró en vigor en septiem-
bre de 2018, incluyó la posibilidad de realizar consultas populares pero, pa-
radójicamente, no previó el empleo del referéndum para que fuese ratificada
por los capitalinos, cuando en el constitucionalismo moderno se estima que
la plena legitimidad democrática de una norma constitucional pasa por su
aprobación otorgada a través de un referéndum.
La recurrencia a consultas públicas es, en principio, un signo de perfec-
cionamiento democrático en cuanto le permite a los ciudadanos involucrar-
se directamente en los asuntos que les atañen.
El carácter representativo de la República presenta ahora algunos mati-
ces en razón de la existencia de procedimientos de democracia semidirecta
en los cuales el ciudadano participa mediante la emisión de su voto o de su
firma en una decisión gubernativa. La Constitución establece en su art. 35
cuatro figuras de la llamada democracia semidirecta, estas son el referén-
dum y el plebiscito, ambas bajo el título genérico de consulta popular; así
como, la iniciativa popular y la revocación del mandato
Estas figuras se definen técnicamente del modo siguiente:
Referéndum. Es la consulta que se hace al pueblo para que por voto di-
recto y secreto apruebe o rechace un texto constitucional, legal o un tratado
internacional. Los legisladores, en ciertos casos con participación del ejecu-
tivo, presentan una legislación ya concluida para que la gente la ratifique o
la repudie.
Plebiscito. Es la consulta que se hace al pueblo para que por voto directo
y secreto apruebe o rechace la adopción de una medida gubernamental o
una política determinada. A diferencia del referéndum, en el plebiscito se so-
mete un plan de acción futuro que, de ser aprobado, pondrá en movimiento
a los legisladores para que generen el marco normativo correspondiente.
Iniciativa popular. Consiste en la posibilidad de que los ciudadanos, me-
diante la recolección de firmas, propongan de manera directa una deter-
minada regulación legal o reglamentaria. Esta puede referirse a leyes pro-
piamente dichas, federales o estatales, o bien a medidas gubernativas que
deben ser sometidas al ayuntamiento, cabildo o consejo de gobierno de una
ciudad. En México, la iniciativa popular está prevista en el art. 71, fracc. iv,
de la Constitución. El número mínimo de ciudadanos que se requiere para
192 Eduardo Andrade Sánchez
Las resoluciones que tome el INE con motivo de las consultas populares
pueden ser impugnadas ante el Tribunal Electoral del Poder judicial de la
Federación.
Las constituciones de las entidades federativas previamente a la incor-
poración de la consulta popular en la Constitución de la República, como
ya se indicó, habían regulado algunas de estas formas de democracia se-
midirecta. El texto vigente del artículo 41 constitucional federal hace un
reconocimiento a estas fórmulas que pueden ser introducidas en las legis-
laciones locales para resolver temas que atañen al régimen interior de las
entidades. No se trata de una obligación impuesta a dichas entidades para
realizar consultas populares, a diferencia de la obligación que existe para
que se instaure el mecanismo de revocación del mandato de los ejecutivos
en el ámbito local.
122
Véase el capítulo 15.
5. Forma de Estado y de gobierno en México 201
Forma de Estado:
• República, puesto que rechaza la monarquía y se acoge a la soberanía
popular.
• Democracia constitucional, por su diseño institucional y las formas
de participación popular.
• Federal, al constituirse por estados libres y soberanos.
Forma de gobierno:
• Democrático-representativo, por la renovación periódica de los pode-
res que ejercen la soberanía popular, mediante elecciones.
• Presidencial, por el mecanismo de relación entre los poderes Legisla-
tivo y Ejecutivo, y el origen electoral de los mismos.
Otra aclaración necesaria en este tema tiene que ver con la naturaleza
de las labores que se encomiendan a cada poder. Ninguno de los órganos
que ejercen los poderes se limita a la función que el nombre de cada uno
de ellos indica. Si bien por su naturaleza el Poder Legislativo elabora las
leyes, el Ejecutivo administra con base en ellas y el Judicial las aplica a
los casos concretos en que se le plantea un conflicto, todos ellos dentro de
sus actividades realizan funciones de los otros dos. Como veremos al ana-
lizarlos, el Legislativo efectúa actos administrativos como nombramiento
de determinados funcionarios, o aquellos que se requieren internamente
para su funcionamiento y, de modo excepcional, ejerce atribuciones esen-
cialmente jurisdiccionales como las que se prevén en el Título Cuarto de
la Constitución.
El Ejecutivo tiene una importante función legislativa en cuanto ejerce
su facultad reglamentaria que consiste, precisamente, en emitir reglamen-
tos, y también puede en determinados casos, intervenir en cuestiones que
tienen un contenido judicial, como el otorgamiento de indultos, además de
procedimientos administrativos que revisten formalidades judiciales, como
cuando se exigen responsabilidades a los servidores públicos.
Finalmente, el Poder Judicial también tiene a su cargo múltiples tareas
administrativas referidas a su organización interna, es más, cuenta con un
organismo especialmente facultado para ejercer las funciones de nombra-
miento, vigilancia y disciplina de sus miembros, que es el Consejo de la Ju-
dicatura.123 Asimismo, mediante los acuerdos generales que está facultado
para emitir, establece normas para su actividad y, por medio de la jurispru-
dencia, dicta criterios generales que deben ser acatados para la interpreta-
ción que los tribunales hagan de la ley, lo cual tiene un efecto prácticamente
equivalente al de la legislación.
Una última cuestión que no puede soslayarse en este tema es la relativa
a los llamados organismos autónomos,124 ya que, en principio, su exis-
tencia supone una actividad gubernativa que no está adscrita a ninguno
de los tres poderes clásicos y, por tanto, constituye una excepción más
al principio general de división de poderes. Los órganos constitucionales
autónomos efectúan fundamentalmente funciones de tipo ejecutivo pues
aplican las leyes que les sirven de marco para sus tareas, aun cuando tam-
bién emiten normas de carácter general debido a que dictan normas re-
glamentarias en su propio ámbito, las cuales dejan de estar comprendidas
123
Véase el capítulo 11.
124
Véase el capítulo 10.
204 Eduardo Andrade Sánchez
ciendo al mínimo las restricciones, sobre todo precisando que las mismas se
refieran a características intrínsecas del individuo y no a elementos externos
como la posesión de bienes o de conocimientos. La condición de ciudadano
debe adquirirse con un mínimo de requisitos. En México estos son: edad
mínima de 18 años y tener un modo honesto de vivir.125
Libertad del voto. Supone la ausencia de presiones o condicionamientos
a la expresión de la voluntad individual. Aun en un ambiente generalizado
de libertad electoral pueden darse situaciones en que se pretenda amenazar
a las personas si no votan en cierto sentido, con causarles algún tipo de daño
o perjuicio u ofrecerles dádivas o recompensas a cambio de su voto. Todas
estas prácticas que tienden a vulnerar la libertad de la expresión individual
de las preferencias electorales deben ser previstas, atacadas y sancionadas
por la ley electoral, a partir del principio de libertad para votar.
Secrecía del voto. Tiene por objeto garantizar la libertad mencionada
en el párrafo anterior. El sufragio secreto implica que no se conozca, sin
consentimiento del votante, el sentido en el que manifestó su voluntad. Para
asegurar este principio se establecen mecanismos que impidan identificar al
autor del voto, de modo que este se exprese por medio de una marca puesta
en la boleta de votación y efectuando la operación en una caseta cerrada y
apartada de la vista de los demás, así como que la boleta sea depositada de
manera directa y personal. Es necesario, no obstante, tener en cuenta que el
secreto del voto constituye una garantía en favor del votante pero no una
obligación que le impida manifestar en público cómo piensa votar o en qué
sentido ha votado, lo que hace posible la realización de encuestas previas
a las elecciones o las llamadas encuestas de salida en las que se pregunta
al votante por quién ha sufragado. Estas últimas muchas veces se realizan
también mediante un procedimiento en el que se solicita al ciudadano de-
positar en una urna un papel en el que expresa el sentido en que emitió su
voluntad, a fin de que tampoco tenga que revelarlo públicamente ante el
encuestador.
Inmediatez o carácter directo del sufragio. Significa que no exista nin-
gún elector intermedio entre el sufragante y la autoridad que debe surgir
de los comicios. Cuando se da esta intermediación estamos en presencia
del sufragio indirecto que se empleó de manera constante en el siglo XIX
y hasta principios del siglo XX. El voto indirecto tiene por objeto designar
en las urnas a un grupo de personas que después se reunirán para designar
125
Véase el capítulo 13.
208 Eduardo Andrade Sánchez
a los funcionarios que deban ser finalmente elegidos. Este es el sistema que
se sigue usando en Estados Unidos de América para elegir a su Presidente.
126
Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Tirant Lo Blanch, 5a edición,
pág. 196, México, 2021.
216 Eduardo Andrade Sánchez
127
ACUERDO del Consejo General del Instituto Nacional Electoral publicado en el Diario
Oficial de la Federación el 16 de marzo de 2021, por el que, en acatamiento a la sentencia
dictada por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en
el expediente SUP-RAP-21/2021 y acumulados, se modifican los criterios aplicables para el
registro de candidaturas a Diputaciones por ambos principios que presenten los partidos
políticos nacionales y, en su caso, las coaliciones ante los Consejos del Instituto, para el Pro-
ceso Electoral Federal 2020-2021, aprobados mediante acuerdos INE/CG572/2020 e INE/
CG18/2021.
6. El proceso electoral 221
Esa solución estaría vinculada con las funciones que la Constitución asig-
na a los partidos cuando señala que la manera de hacer posible el acceso de
la ciudadanía al poder público es “de acuerdo con los programas, principios
e ideas que postulan”. De ahí se desprenden serias consecuencias. Pensemos
en un partido como el denominado Partido Encuentro Solidario que com-
pitió en la elección de 2021 sosteniendo una postura abiertamente opuesta
a la adopción de niños por parejas homosexuales. Evidentemente tenía el
derecho de defender esta postura en ejercicio de la libertad de convicciones
éticas garantizada por el artículo 24 constitucional y en cumplimiento del
deber de difundir sus principios e ideas. En consecuencia, se podría conside-
rar que miembros de la diversidad sexual no se sentirían identificados con
ese posicionamiento y difícilmente se afiliarían a él. Resulta contradictorio
que una disposición reglamentaria obligue al partido a postular a miembros
de una comunidad cuyas ideas no comparte o, en un total contrasentido
antidemocrático, lo fuerce a incorporar a personas que están en contra de
sus principios, o incluso a presentar candidatos que no militan en él para
cumplir una cuota tendiente a llevar a las cámaras a legisladores que esta-
rían enfrentadas con las ideas del partido que posibilitó su elección.
Podríamos también pensar en el caso de un partido que estuviera alta-
mente comprometido con las causas de los discapacitados —recuerdo la
figura de Gilberto Rincón Gallardo que justamente levantaba esa bande-
ra— y por ese motivo tuviere una alta proporción de miembros en esas con-
diciones. En tal caso, sería lógico que presentara una proporción mayor de
postulaciones que otros partidos con menos miembros discapacitados así,
podría resultar que en razón de la causa que defiende, tal partido decidiera
ocupar los 10 primeros lugares de su lista con personas discapacitadas y
la acción afirmativa en favor de otros grupos obligaría a desplazar algu-
nos de estos miembros discapacitados para dar lugar a los pertenecientes a
los otros, o bien a generar artificialmente una multiplicidad de condiciones
beneficiadas por las acciones afirmativas para concentrarlas en una candi-
datura.
También cabría preguntarse si es justo que se incluyan en la categoría de
discapacitados a personas que enfrentan distintos problemas y que reque-
rirían representaciones específicas de los mismos. Tendría que hacerse una
diferenciación en cuanto a la proporción de población de quienes tienen
dificultades para la movilidad, cuyas causas a defender pueden diferir de las
necesidades de los que carecen de la vista, del oído, o son de pequeña estatu-
ra. Por cierto, en la lista de discapacidades se discrimina a personas de talla
muy elevada que también sufren problemas de marginación y requerirían
ser incluidas en las categorías de discapacidad.
222 Eduardo Andrade Sánchez
6.4. FINANCIAMIENTO
Desde la reforma de 1977 se planteó el financiamiento público como
una garantía que el Estado debía otorgar a los partidos, así como su acceso
a los medios de comunicación social. Estos dos aspectos de la regulación
partidista se desarrollaron en la entonces Ley de Organizaciones Políticas
y Procesos Electorales (LOPPE) de diciembre de 1977 y la manera como se
dio origen al financiamiento público se apoyaba en el texto constitucional
224 Eduardo Andrade Sánchez
Padrón Electoral Valor diario de la 65% UMA Financiamiento público anual para
(31 de julio 2020) UMA en 2020 el sostenimiento de Actividades
Ordinarias Permanentes para
2021(1)
A B C A*C
92,983,286 $86.88 $56.47 $5,250,952,127
todos los partidos. En las elecciones federales de 2021 participaron siete Parti-
dos Políticos Nacionales con registro previo. Al dividir dicha cifra entre siete,
el resultado es: $211,538,357. Esta cantidad se entregará en ministraciones
mensuales a cada partido, es decir: la doceava parte de la misma cada mes.
El reparto del 70% restante se realiza con base en el porcentaje de la
Votación Nacional Emitida alcanzado por cada partido en la elección de
diputados de mayoría relativa inmediata anterior. En la siguiente tabla se
reproduce la información correspondiente, publicada en el Acuerdo que ve-
nimos citando.
Cálculo del financiamiento para 2021 basado en el porcentaje de la votación nacional por parti-
do en la elección de diputados de mayoría en 2018.
Porcentaje de Financiamiento
Partido Político Nacional Votación Nacional Proporcional para
Emitida Actividades Ordinarias
PARTIDO ACCIÓN NACIONAL 19.90 $687,603,169
PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL 18.39 $635,435,307
A la cifra contenida en esta tabla para cada partido deben sumarse los
$211,538,357 que les correspondieron por el reparto igualitario.
f) El monto de recursos públicos asignables a las campañas se determina
en el inciso b) de la base II del art. 41, el año que haya elecciones de Presi-
dente, diputados y senadores se entregará a cada partido 50% adicional a la
cantidad que le corresponde para actividades ordinarias. Cuando solamente
se celebren elecciones de diputados, en el proceso que se efectúa a la mitad
del sexenio presidencial, la cifra en la que se aumente el financiamiento or-
dinario será de 30% del mismo.
g) Financiamiento para actividades específicas, en el inciso c) de la refe-
rida base II se establece que para las actividades específicas se calculará 3%
del monto del financiamiento que corresponde anualmente a los partidos
por sus actividades ordinarias. La cifra resultante se distribuye entre los
partidos con el mismo criterio de 30% por repartir igualitariamente y 70%
6. El proceso electoral 229
La base III del art. 41 constitucional establece una serie de reglas aplica-
bles al uso de la radio y televisión por los partidos políticos, y a partir de
6. El proceso electoral 233
Haber usado los verbos contratar o adquirir tiene por objeto que aun
en el caso de que no exista contrato propiamente dicho se entiende que el
partido adquiere un tiempo de radio y televisión si disfruta del mismo a su
favor. Ello implica que deba considerarse prohibido incluso el otorgamiento
gratuito de tiempo por parte de una estación de radio o de televisión para
promover algún partido político o a sus candidatos. Un punto de particular
interés es el alcance de la expresión “en cualquier modalidad de radio y te-
levisión” ya que dentro de la misma quedan comprendidas formas como la
televisión por cable y las transmisiones que se hacen por medio de internet,
consideradas como de radio o de televisión aunque no viajen a través de
ondas hertzianas. También debe considerarse prohibida la adquisición de
mensajes de texto asociadas a las emisiones radiofónicas que aparecen en
algunos receptores dotados de dispositivos para desplegar tales mensajes.
Con el propósito de evitar la intromisión de terceros ajenos al proceso
electoral
La Norma Suprema prohíbe que cualquier persona física o moral, a
título propio o por cuenta de terceros, contrate “la difusión de men-
sajes en radio y televisión dirigidos a influir en las preferencias electo-
rales de los ciudadanos, ni a favor o en contra de partidos políticos o
de candidatos a cargos de elección popular”.
128
Véase Cárdenas, Pérez y Carbonell, “Presente y futuro de la autonomía del Instituto Fede-
ral Electoral”, en J. Orozco (coord.) Administración y Financiamiento de las elecciones en
el umbral del siglo XXI. Memoria del III Congreso internacional de Derecho electoral. II,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 1999, págs. 467 a 513.
242 Eduardo Andrade Sánchez
Para los procesos electorales federales el INE realizará las siguientes ac-
tividades:
1. Las relativas a los derechos y las prerrogativas de los candidatos y
partidos políticos, esto implica la asignación de financiamiento, de
tiempos en radio y televisión, uso de franquicias postales y demás
aspectos que se contienen al respecto en la legislación electoral, en la
cual también se desarrolla la regulación de las agrupaciones políticas
que son formas de asociación para fines políticos que tienden a la
formación de partidos.
2. La preparación de la jornada electoral, que supone una serie de tareas
logísticas previas para que se instalen las casillas y se puedan recibir
los sufragios el día de la elección.
3. La impresión de documentos y la producción de materiales electora-
les, que abarca las boletas, las actas, las mamparas e incluso materia-
les que no se imprimen propiamente como los crayones empleados
para marcar las boletas o la tinta indeleble que se pone en el dedo
pulgar de los electores.
4. Efectuar los escrutinios y cómputos en los términos que señale la ley,
es decir, el conteo de los votos emitidos desde las casillas y en los dis-
tritos o en los consejos estatales existentes en cada entidad federativa
para la elección de senadores.
5. Declarar la validez y otorgar las constancias en las elecciones de di-
putados y senadores, esta función le otorga al INE la posibilidad de
declarar que han sido válidas las elecciones de diputados y senadores,
más no la de Presidente de la República, ya que esto solamente co-
rresponde al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En cada distrito se declara la validez de la elección de los diputados
uninominales a través del Consejo Distrital correspondiente. Cada
uno de estos consejos es un órgano del propio INE. En los consejos
estatales se hace el cómputo y se declara la validez de la elección de
los senadores de mayoría y de primera minoría. El Consejo General
hace el cómputo nacional y declara la validez de la elección de di-
putados y senadores de representación proporcional. Precisamente
por esa razón la Constitución habla aquí de constancias en general,
248 Eduardo Andrade Sánchez
129
Respecto del tema jurisdiccional recomiendo al lector consultar María Macarita Elizondo
Gasperín, Causales de Nulidad Electoral. Doctrina jurisprudencial, estudio de las pruebas,
Porrúa, UNAM, México, 2007.
6. El proceso electoral 251
Estas cámaras son parte integrante del Congreso, no algo distinto a él,
son las partes de un todo. Generalmente actúan como órganos separados,
aunque en constante correlación, en ocasiones ejercen ciertas facultades que
les están atribuidas de manera exclusiva pero son parte del Congreso.
Existe un tercer órgano del Congreso General que se denomina Comi-
sión Permanente prevista en el art. 78. Esta comisión ejerce determinadas
atribuciones originalmente conferidas al Congreso o a alguna de sus cáma-
ras durante el tiempo en que este se encuentra en receso, pero tampoco se
trata de una entidad distinta a dicho Congreso, puesto que también forma
parte de él.
254 Eduardo Andrade Sánchez
130
Véase el capítulo 10.
131
Manuel Barquín, Comentario al artículo 50 en la Constitución Política de los Estados Uni-
dos Mexicanos comentada, 7a. ed., Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM y Porrúa,
México, 1995, t. I.
7. La estructura del Poder Legislativo 255
132
El Parlamento italiano es bicamaral. La Cámara de Diputados está compuesta por 630
miembros, elegidos por sufragio universal y directo, mientras que el Senado de la Repú-
blica está compuesto por 315 miembros, elegidos sobre base regional, añadiéndose a estos
senadores electos los senadores vitalicios, nombrados, en número no superior a cinco, por
el Presidente de la República, así como los ex presidentes de la República. La duración del
mandato de diputados y senadores es de cinco años. En el ejercicio de la función legislativa,
la Cámara de Diputados y el Senado tienen idénticos poderes, de modo que las leyes deben
ser aprobadas con un texto idéntico por ambas cámaras. En septiembre de 2020 se aprobó
la reducción del número de integrantes del parlamento, mediante un referéndum, para cons-
tituirse por 400 diputados y 200 senadores.
7. La estructura del Poder Legislativo 257
133
Jean Mastias y Jean Grangé, Les secondes chambres du parlement en Europe Occidental,
Económica, París, 1987.
258 Eduardo Andrade Sánchez
134
Ibidem, pág. 272.
7. La estructura del Poder Legislativo 259
135
Héctor Fix Zamudio y Salvador Valencia Carmona, Derecho constitucional mexicano y
comparado, Porrúa e Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 1993, págs.
638 y siguientes.
260 Eduardo Andrade Sánchez
136
En cuanto a la representación gremial, un caso interesante es el Senado irlandés que no
es elegido directamente por los ciudadanos, sino desde ámbitos profesionales. Se compone
de 60 miembros, 11 senadores designados libremente por el Presidente del Gobierno y 49
elegidos, seis por ciertas universidades y el resto de entre personas con conocimientos y ex-
periencia en cinco sectores profesionales (cultura, agricultura, trabajo, industria y comercio
y administración pública). La elección la realizan miembros de la Cámara de Representantes
nueva, los del Senado saliente y los representantes de los entes locales. “Sin embargo, es
opinión unánime en la literatura irlandesa que este intento de representación vocacional del
Senado ha fracasado rotundamente. No sólo porque la estructura de la sociedad no respon-
de a este esquema sino, sobre todo, porque el protagonismo de los partidos políticos en la
representación política lo disuelve por completo. En efecto, la mayoría de los Senadores son
hombres de partido, con lo que la composición efectiva del Senado no difiere mucho de la del
Dáil; más aún, un escaño en el Senado suele ser un premio de consolación o una recompensa
para quienes no han podido obtener su escaño en la Cámara de Representantes y, en el caso
de muchos de ellos, tan sólo mantienen tenues conexiones con los intereses profesionales que
dicen representar”. Véase El peculiar Senado irlandés, de D. Fernando Rey Martínez, profe-
7. La estructura del Poder Legislativo 261
137
Véase también en el capítulo 10 lo relativo a este procedimiento.
7. La estructura del Poder Legislativo 263
138
Véase en el apartado 8.1 el concepto quórum y algunas particularidades para su determina-
ción en las cámaras.
264 Eduardo Andrade Sánchez
139
Véase el capítulo 13.
140
La exigencia de la ciudadanía por nacimiento antes de la Constitución de 1917, solo existió
en la de 1836 y según afirmaba en la tribuna del Congreso Constituyente posrevolucionario
el diputado Martí —que por cierto era mexicano naturalizado, de origen cubano— tal requi-
sito fue derogado en 1842 por presiones diplomáticas de España y Estados Unidos de Améri-
ca. El Proyecto de Carranza sólo exigía la ciudadanía mexicana, la adición de que fuera por
nacimiento la introdujo la Comisión correspondiente, con un argumento un tanto extraño:
dado que al Congreso correspondía designar Presidente de la República en casos de falta
absoluta de este, en un momento dado todos los diputados podrían ser presidenciables, ra-
zonamiento que caía por su base puesto que entonces también hubiera sido necesario igualar
las edades para aspirar a ambos cargos, cosa que no se hacía. El asunto originó un extenso
y singular debate que en realidad nunca se centró en la sustentación que daba la comisión a
su propuesta y se deslizó, por una parte, hacia la falta de solidaridad de los extranjeros con
México, lo cual no era el punto por discutir pues la ciudadanía por naturalización elimina
la condición de extranjero, y por otro, a disputar acerca de si debía o no concederse a los
latinoamericanos nacionalizados el derecho a ser diputados. En todo caso, el argumento más
sólido a favor de mantener la redacción presentada por la comisión, lo adujo el diputado
266 Eduardo Andrade Sánchez
2021.
143
Véase la página web_http://pdba.georgetown.edu
268 Eduardo Andrade Sánchez
144
Al respecto véase Juicio de Revisión Constitucional Electoral. Expediente: SUP-JRC-013/98
TMX354,440.
145
Tesis Residencia efectiva. El cómputo del plazo para acreditarla debe realizarse a partir
del periodo inmediato anterior a la elección (legislación de Sonora), que aunque referida a
la elección de este estado nos da una orientación importante en relación con el criterio del
TEPJF. Jurisprudencia y Tesis relevantes 1997-2005, Compilación Oficial, 2a. ed., Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, 2005, pág. 907. (TMX1,433,241).
146
Consúltese sobre este tema mi libro Derecho municipal, de esta misma editorial.
147
Véanse los apartados 7.6.3 y 7.6.4.
7. La estructura del Poder Legislativo 269
148
Véase el capítulo 10.
7. La estructura del Poder Legislativo 271
149
Véase el capítulo 17.
7. La estructura del Poder Legislativo 273
indicar el tiempo previo de separación del sacerdocio para poder ser elec-
to diputado o senador, a diferencia de los cargos públicos cuyo limitante
temporal se establece en la norma constitucional. La Ley de Asociaciones
Religiosas y Culto Público (TMX257,685), que es reglamentaria del art.
130, determina el tiempo previo de separación en cinco años.
g) La fracc. VII del art. 59, prohibía la reelección inmediata de diputados
y senadores, pero a partir de la reforma de 2014 la regula de modo que los
diputados federales pueden reelegirse hasta por tres periodos adicionales
al primero; los senadores hasta por un periodo adicional de seis años. En
ambos casos la reelección está condicionada a que la postulación sea hecha
por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la
coalición que lo hubieren postulado originalmente, salvo que hayan renun-
ciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato. La misma
reforma constitucional de 2014 estableció la posibilidad de reelección para
los diputados locales y los miembros de los ayuntamientos como se verá
más adelante.
La no reelección inmediata de los legisladores, incluida en la Constitu-
ción en 1933, fue un tema muy debatido entre los grupos dirigentes de Mé-
xico, y predominó la idea de que debería removerse este impedimento para
hacer más profesional la tarea legislativa. Un argumento a su favor fue que
ello permitiría al elector premiar o castigar a los representantes populares
y que la práctica internacional casi absoluta es en el sentido de permitir la
reelección inmediata, pues hasta ese momento sólo Costa Rica y México
tenían una disposición similar. En contra se dijo que favorecería el enquis-
tamiento de grupos de poder, especialmente mediante la práctica de poner
condiciones al financiamiento de las campañas; cerrando las vías de acceso
a la permeabilidad política y que sería un principio para abrir el camino a
la reelección presidencial, que está absolutamente prohibida. Esta polémica
se resolvió con la reforma de 2014. Como ya dijimos en el apartado 3.3.11
en la práctica no se han demostrado las supuestas ventajas de la reelección
Finalmente, debemos indicar que todos los requisitos analizados en los
párrafos anteriores son aplicables a quienes pretenden postularse como
candidatos al Senado, excepto el de la edad, que el art. 58 fija en 25 años.
Originalmente, la Constitución de 1917 solicitaba por lo menos 35 años
para ser senador. Esta edad se redujo a 30 años en 1972, tomando en cuenta
la proporción de población joven en el país, y en la reforma publicada el 29
de julio de 1999 se bajó a 25 años, con motivo de un arreglo político entre
partidos, como una concesión a favor de un diputado hijo del entonces pre-
sidente del Partido Verde Ecologista, que se alió en una decisión coyuntural
274 Eduardo Andrade Sánchez
150
Debemos recordar que cada partido propone dos fórmulas, compuestas cada una de un pro-
pietario y un suplente; si gana la elección entran los dos propietarios, si queda en segundo
lugar entra el propietario de la fórmula ubicada en el primer lugar de la lista.
7. La estructura del Poder Legislativo 275
151
La redacción de este artículo es un tanto confusa en cuanto al momento exacto en que debe
hacerse el llamado a los suplentes. Nos ocuparemos de este tema en el capítulo siguiente al
revisar el funcionamiento de las cámaras y la integración del quórum.
276 Eduardo Andrade Sánchez
152
Véase el capítulo dedicado a la democracia en mi Introducción a la ciencia política, 5a.
ed.,Tirant Lo Blanch, México, 2021.
7. La estructura del Poder Legislativo 277
relación con cada una de sus adversarias obtuvo más votos, logró la mayo-
ría relativa.
2. La mayoría absoluta consiste en conseguir más de la mitad de los
votos posibles.
Representación proporcional
La representación proporcional es un método de elección aplicable a los
cuerpos colegiados que tiende a atemperar los efectos del criterio mayo-
ritario. En el ejemplo de la mayoría relativa vimos que los representantes
válidamente electos obtuvieron una cantidad de votos inferior incluso a una
tercera parte y sin embargo ocuparán todos los puestos, dejando sin repre-
sentación a 71 miembros que no votaron por ellos. La representación pro-
porcional surgió en Europa en el siglo XIX153 con la idea de que los puestos
en los congresos se repartieran en proporción a los porcentajes de votos
recibidos por cada corriente. Un esquema que se asemejara a la proporcio-
nalidad en nuestro ejemplo podría asignar cada lugar de la directiva a la
planilla que más se acercara a una tercera parte de los votos. Cuando se tra-
ta de elegir asambleas conformadas por un número elevado de miembros,
como suelen ser los congresos nacionales, la proporcionalidad puede acer-
car en mayor medida las cantidades de votos obtenidas por cada partido al
número de lugares, curules, escaños o bancas, como se llama a los sitiales
que ocupan los legisladores, aunque es prácticamente imposible llegar a una
153
Idem.
7. La estructura del Poder Legislativo 279
154
Para una interesante reflexión acerca de la importancia de las minorías en las democracias
modernas véase Fleury Cynthia. Les pathologies de la démocratie. Librairié Arthemé Fayard.
Francia, 2005.
280 Eduardo Andrade Sánchez
7.S.1. Antecedentes
Originalmente, la Constitución de 1917 preveía que se eligiera un dipu-
tado por cada 60 mil habitantes o fracción que excediera de 20 mil. Así, la
Cámara de Diputados se constituía a partir de un determinado número de
habitantes previsto en el texto constitucional, para ser la base electoral de
la elección de cada uno de los miembros de dicha Cámara, compuesta por
representantes de la Nación. Con el correr del tiempo y el aumento de la
población, se hizo necesario ampliar la base poblacional que servía de refe-
rencia para la elección de cada diputado, hasta que en 1977 se adoptó un
sistema de número fijo.
La Cámara de Diputados tenía cerca de 237 miembros en la L Legisla-
tura, que fue la última electa bajo el principio de una determinada cifra de
habitantes por diputado, para elevarse hasta 400 diputados, 300 electos por
el principio de mayoría relativa, en distritos uninominales, y hasta 100 de
representación proporcional.
Los 300 diputados electos por el principio de mayoría relativa deberían
serlo en distritos que contendrían una población resultante de dividir el
total de los pobladores del país entre 300, considerando que:
El territorio de un distrito no puede exceder el límite de una entidad
federativa. Cada entidad debe quedar dividida en un número exacto
de distritos y ninguna tendrá menos de dos diputados.
ció un tope de 350 diputados como máximo que podría tener cualquier
partido político. Con ello, aunque se permitía el acceso del partido que
lograse el mayor número de triunfos distritales al sistema de representación
proporcional, se fijaba un límite para el número de diputados que pudiera
obtener por esta vía, de modo que sumando los adquiridos por ambos prin-
cipios no podría rebasar los 350. En la reforma de 1993 se disminuyó este
número hasta 315.
Nuevamente en la reforma de 1996 se redujo la cantidad máxima de
diputados con los que puede contar un solo partido político en esta cá-
mara. Ya hemos indicado que de acuerdo con la legislación anterior, dicho
tope era de 315. En atención a las demandas de los partidos minoritarios,
se recortó aún más esta cantidad para dejarla en 300. Este rasgo resul-
ta interesante porque, en rigor, introduce un elemento partidocrático en
la Constitución, pues impone un límite a la capacidad del electorado para
hacerse representar; esto es así porque aun en el caso de que algún partido,
por un fenómeno excepcional de atracción de masas, llegase a concitar una
voluntad abrumadoramente mayoritaria que pudiera llegar a 80% o más
de la votación atraída por la oferta a los electores de una o varias reformas
constitucionales como parte de su plataforma electoral, la capacidad de ese
partido, independientemente de la voluntad del electorado, estaría restrin-
gida a ocupar 60% de las curules de la Cámara de Diputados y, por tanto,
no podría llegar al 66% necesario para lograr una reforma constitucional
por sí solo.
De esta manera, la Constitución para ser reformada en la práctica y por
esta disposición constitucional, no sólo exige una mayoría calificada de los
miembros de cada una de las cámaras, sino también la concurrencia indis-
pensable de la voluntad de más de un partido político, con lo que de alguna
manera se traslada a los partidos la capacidad decisoria que, en principio,
debería estar depositada solamente en la ciudadanía. Esta hipótesis supone
la presencia de los diputados de todos los partidos, pero si faltare un deter-
minado número de diputados de los partidos opositores, sí podría lograrse
la cifra de dos tercios por un solo partido político.
Ello significa que si un partido tiene, por ejemplo, 40% de los votos emi-
tidos en el país para diputados, al sumar las curules que les corresponda por
mayoría y por representación proporcional no podrá ocupar más de 48%
de la cámara, es decir, no podrá tener más de 240 diputados.
A fin de facilitar la comprensión de este requisito, en la tabla siguiente
se hace una correlación del porcentaje de votación obtenida nacionalmente
entre 30 y 52%; el porcentaje máximo de la cámara que puede ocupar en
cada caso el partido del que se trate, y el número de diputados que co-
rresponden a dicho porcentaje en la cámara. Debe tenerse presente que el
mencionado porcentaje se calcula para este efecto sobre el número total de
miembros de la cámara que es de 500.
286 Eduardo Andrade Sánchez
155
Para una amplia explicación del fenómeno de la sobrerrepresentación y las características
de los sistemas electorales de mayoría y de representación proporcional consúltese mi libro
Introducción a la ciencia política, capítulo “Elecciones”, de esta editorial.
7. La estructura del Poder Legislativo 287
dispuesto que esta no pueda ser mayor de 8%. No obstante, existe un caso
en el cual la sobrerrepresentación puede ser más amplia: cuando deriva de
los triunfos en los distritos uninominales, es decir, de las constancias de ma-
yoría obtenidas. En la fracc. V del mencionado artículo se prevé que:
La limitante de 8% a la sobrerrepresentación “no se aplicará al par-
tido político que, por sus triunfos en distritos uninominales, obtenga
un porcentaje de curules del total de la cámara, superior a la suma del
porcentaje de su votación nacional emitida más el 8%”.
156
Ibidem.
290 Eduardo Andrade Sánchez
La suma de los diputados asignados es de 198, por lo que faltan dos por
asignar. Entonces se recurre al resto mayor referido en el párrafo 2º del art.
16 de la LGIPE y de acuerdo con el inciso b) del párrafo 1º del art. 17; los
partidos con los restos mayores tendrían derecho a los dos diputados aún
no distribuidos, de la manera siguiente:
292 Eduardo Andrade Sánchez
Se asignan así 186 de los 188 diputados de rp disponibles. Los dos que
faltan se adjudican uno al partido D y otro al partido C, cuyas fracciones
restantes más altas significa que tienen los restos mayores de votos.
Una vez determinado el número de diputados a que tiene derecho cada
partido se plantea el problema de cómo se distribuyen en cada una de las
cinco circunscripciones plurinominales; para ello se procede así:
Se determina cómo se distribuyó el total de la votación del partido en
cada circunscripción. Supongamos que vamos a repartir las curules del par-
tido B y que éste obtuvo las votaciones por circunscripción siguientes:
294 Eduardo Andrade Sánchez
Circunscripción Votos
Primera 3 170 000
Segunda 1 850 000
Tercera 2 620 000
Cuarta 1 630 000
Quinta 1 130 000
Los votos obtenidos por ese partido se dividen entre las 91 curules a
que tiene derecho, a fin de determinar cuántos votos debe aportar en cada
circunscripción para acreditar cada curul:
10 400 000 ÷ 91 = 114 285 votos.
Para resolver cuántos diputados obtiene en cada circunscripción, se divi-
den los votos logrados en cada una de ellas entre el nuevo cociente anterior-
mente obtenido, como lo muestra el resultado de la tabla siguiente:
Circunscripción Votación Cociente Diputados Resto
Primera 3 170 000 ÷ 114 285 27 0.73
Segunda 1 850 000 ÷ 114 285 16 0.18
Tercera 2 620 000 ÷ 114 285 22 0.92
Cuarta 1 630 000 ÷ 114 285 14 0.26
Quinta 1 130 000 ÷ 114 285 9 0.88
Totales 10 400 000 88
Total 88 3 91
Para estos efectos, los partidos políticos deberán registrar una lista con
dos fórmulas de candidatos. La senaduría de primera minoría le será asig-
nada a la fórmula de candidatos que encabece la lista del partido político
que, por sí mismo, haya ocupado el segundo lugar en número de votos en
la entidad de que se trate.
Los treinta y dos senadores restantes serán elegidos según el principio
de representación proporcional, mediante el sistema de listas votadas
en una sola circunscripción plurinominal nacional.
asignarán en el orden decreciente de los restos de los votos que les queden
aún a los partidos políticos.
Por resto mayor se entiende, de acuerdo al mismo art. 21 de la LGIPE, el
remanente más alto entre los restos de las votaciones de cada partido polí-
tico después de haber participado en la distribución de senadores mediante
el cociente natural. El resto mayor deberá utilizarse cuando aún hubiese
senadores por distribuir.
Veamos cómo opera este sistema de CN y resto mayor para un ejem-
plo similar al que indicamos renglones atrás. En el ejemplo usaremos
cifras muy cerradas para facilitar la comprensión. Supongamos que se
emiten 32 millones de votos, con lo cual el cociente natural sería de un
millón de votos.
Ejemplo
Total de votación emitida para:
Senadores 32 000 000
Cociente natural total de votación entre escaños disponibles
Cociente natural 32 000 000 ÷ 32 = 1 000 000
Porcentajes de votación obtenidos por los partidos
Vemos que así quedan asignados 31 senadores y, por tanto, falta uno
todavía para concluir el reparto de los 32. Este último se atribuirá al partido
con el resto mayor, que es el partido B, quien contaría finalmente con 10
senadores.
7. La estructura del Poder Legislativo 299
se resistió a esta idea señalando que en efecto el carácter del Senado como
cámara representativa del pacto federal, obligaba a que la mayoría en cada
entidad determinase el tipo de representación estatal sin que se incorpora-
ran fórmulas que dieran ocasión a ningún tipo de representación proporcio-
nal. No obstante, la presión válidamente ejercida por los partidos oposito-
res a fin de lograr nuevos espacios y la percepción de la sociedad en cuanto
a lo necesario que resultaba para un efectivo desarrollo y maduración de
los partidos políticos de la oposición contar con miembros de la Cámara de
Senadores, así como lo positivo que podía ser para esta cámara convertirse
en un real escenario de debate político nacional con la participación de los
distintos partidos, fueron creando condiciones para generar un sistema que
garantizase a los partidos minoritarios un espacio en el mencionado cuerpo
legislativo.
Las discusiones de la reforma política que precedió a las elecciones de
1994 llevaron al resultado de que la obtención del consenso en torno a
algunos puntos pasaba por la apertura de la Cámara de Senadores. Esta
apertura, sin embargo, no admitía aún de manera explícita la aplicación del
sistema de representación proporcional para la Cámara de Senadores, esti-
mando que en todo caso la idea de proporcionalidad debería tener un sus-
tento en la votación concreta de cada entidad federativa y, eventualmente,
un reflejo en la composición final de la cámara. Así, se adoptó el mecanismo
de cuatro senadores por entidad: tres atribuibles al partido mayoritario y
uno al ocupante del segundo lugar. De este modo los partidos opositores
tenían la posibilidad de ganar la mayoría en alguna entidad federativa, lo
cual ya había ocurrido en 1988 y en 1991, u obtener el escaño correspon-
diente a la primera minoría. La diferente fuerza electoral de los partidos
en las disímbolas regiones del país llevaría naturalmente a que en algunas
entidades fuera un partido el ocupante del segundo lugar, y en otras fuese
uno distinto. Así ocurrió en la elección de 1994, en la que, independiente-
mente de que el PRI logró la mayoría en todas las entidades federativas, los
segundos lugares se distribuyeron de manera tal que el PAN obtuvo 24 de
ellos y el PRD ocho.
Una vez dado este paso, en el proceso de elaboración de la reforma po-
lítico-electoral de 1996 se apreció que había un interés de los partidos mi-
noritarios, particularmente del PRD, por ampliar sus espacios en el Senado
y con ello permitir un mejor flujo de sus propias fuerzas dirigentes hacia
cargos de elección popular de mayor jerarquía. Esta necesidad política real
tendía a que el gobierno, en la búsqueda del consenso, propiciara que su
propio partido estuviese anuente a ceder algunos espacios, por lo menos
desde el punto de vista teórico, en la configuración de ambas cámaras. En
7. La estructura del Poder Legislativo 301
Es necesario aclarar esto desde ahora porque las principales críticas que
se han hecho a la adopción del sistema de representación proporcional en
la Cámara de Senadores no van dirigidas a objetar la proporcionalidad
misma, sino el efecto que produce la aplicación de la lista nacional en una
posible alteración del equilibrio representativo de las entidades federativas.
Esto obedece a que, al no estar vinculados los senadores de lista a una de-
terminada entidad, ocurren dos fenómenos:
1. Que en las listas de los distintos partidos se acrediten senadores pro-
venientes de una misma entidad federativa.
2. Que un mismo partido proponga entre los posibles senadores acredi-
tables a varios, provenientes de una misma entidad federativa.
poderes, derivan justamente del carácter garante del pacto federal que tiene
la Cámara de Senadores y se requiere, por tanto, para mantener el equilibrio
representativo de las entidades, que unas no dispongan de más senadores
que otras.
En contra de esta postura han argüido teóricos y legisladores que existen
argumentos tanto doctrinarios como pragmáticos, para demostrar que el
Senado no está indisolublemente vinculado ni siquiera al sistema federal
y mucho menos que su razón de existencia sea la permanencia de una re-
presentación igualitaria de los estados. En un plano doctrinario acuden al
Derecho comparado para demostrar que senados como el canadiense o el
alemán no recogen una representación paritaria de los estados e incluso el
caso canadiense no responde a una elección popular, de manera que no pue-
de vincularse la figura de la Cámara de Senadores, como tal, a una repre-
sentación paritaria de las entidades que configuran a los distintos estados
federales en el mundo. Por otro lado, en nuestro país la República federal
existió entre 1857 y 1874 sin que hubiese una Cámara de Senadores.
En el plano teórico se acude al voto particular de Mariano Otero relativo
al Acta Constitutiva y de Reformas de 1847, en el cual pugnaba por la es-
tructuración de un Senado con dos representantes provenientes de cada uno
de los estados, pero agregando un tercio más de senadores nombrados con
la intervención de diferentes autoridades, entre las cuales participarían el
Ejecutivo, el Senado mismo y la Cámara de Diputados. Así se garantizaría,
decía Otero, una selección de personas de muy alto nivel y preparación, que
además concitaran la voluntad de distintos órganos del Estado, elevando la
calidad del cuerpo senatorial.
Estas ideas fueron recogidas en los arts. 6o, 8o, 9o y 18 del Acta Cons-
titutiva y de Reformas que sancionó el Congreso Extraordinario Constitu-
yente el 18 de mayo de 1847.
Contradicción con la tendencia al fortalecimiento del federalismo. Se ha
censurado la aparición de los senadores de lista porque es resultado de
la voluntad de las dirigencias de los partidos políticos, con el consecuente
alejamiento de la consulta a las voluntades concretas de los ciudadanos de
los estados. Se afirma que con ello, se da un paso que tiende a incorporar
en la institución senatorial un aditamento de tipo centralista, tanto por el
hecho de que no se identifica la vinculación de los senadores con sus enti-
dades de origen, cuanto porque la naturaleza de la configuración política
del país tiende a darle mayor peso a las decisiones centrales, no sólo de las
instituciones del Estado, sino también de los órganos directivos de los par-
tidos políticos. De esta manera, las decisiones que permitirán acreditar a los
304 Eduardo Andrade Sánchez
senadores de lista serán más centrales y tendrán una carga que favorezca
al centro del país y eventualmente a algunas entidades de mayor peso espe-
cífico político en detrimento de un concepto federalista de equilibrio entre
todos los estados.
Desequilibrio en la representación de las clases políticas de las diferen-
tes entidades federativas. Este argumento crítico atiende ya no a cuestiona-
mientos de tipo teórico sino al efecto práctico que puede producir la elabo-
ración de las listas presentadas por los partidos políticos en las que, como
se señalaba en el punto anterior, suelen predominar personas originarias
de la Ciudad de México, que hacen política en la capital de la República y
tienen mayor influencia en los cuerpos directivos de los partidos políticos y
ello afectaría a la clase política, es decir, a los grupos de dirigentes de otros
estados.
Desvinculación de las campañas respecto de las figuras locales que po-
drían atraer votos. Este es otro argumento práctico según el cual la pre-
sentación de una lista con 32 nombres, cuyo procedimiento de elección
proporcional no es fácilmente comprendido por el electorado, lleva a este
a no sentir motivación respecto de los candidatos que antes entendía como
aspirantes al Senado por la entidad correspondiente. Al estar colocado en
una lista sin que se pueda clarificar al elector por quién está votando para
senador y sin que exista una campaña específica para ese cargo realizada en
cada entidad federativa, es probable que el ciudadano se sienta menos mo-
tivado a participar. Incluso, dicen algunos, podría ocurrir que aun cuando
comprendiera la naturaleza de la lista, el elector de las entidades que están
“representadas” por candidatos colocados en los últimos lugares, los cuales
seguramente no tendrían acceso al Senado, podría desmotivarse todavía
más al sentir que la persona originaria de su estado ha sido colocada en la
lista en un lugar que no le permitirá acceder a ese cuerpo colegiado.
Este sistema tiene la ventaja de que los partidos políticos pueden alentar
la participación de sus candidatos en las campañas y valorar los resultados
de las mismas, para luego premiarlos con una posible designación al seleccio-
narlos con preferencia a otros en el momento en que les corresponda elegir.
8.1. EL QUÓRUM
El primer requisito para que opere el Congreso y sus respectivas cámaras
es que en estas exista quórum.
Se entiende por quórum el número mínimo de miembros de un
cuerpo colegiado que deben estar presentes para que dicho cuerpo
pueda tomar decisiones válidas.
Esta noción es útil para cualquier asamblea, ya sea que se trate de miem-
bros de una sociedad de alumnos, de los integrantes de un sindicato o de
una sociedad mercantil.
Al fundarse cada agrupación, el grupo fundador determina en las reglas
que regirán al conjunto, cuál será el quórum. Evidentemente, en el acto
fundacional se presume que quienes participan en él tienen la atribución de
fijar esta norma, cualquiera que sea el número de voluntades que participen.
Este es un caso que permite ejemplificar el concepto teórico de norma
hipotética fundamental acuñado por Hans Kelsen.157 El esquema lógico
formal kelseniano no puede referir la validez y obligatoriedad de la Consti-
tución a fenómenos del mundo real y por eso la pregunta de ¿por qué debe-
mos obedecer la Constitución?, sólo puede ser respondida por la expresión
de un “deber ser” que trasciende al orden jurídico mismo, de modo que si
todo el edificio constitucional descansa en la Norma Suprema, esta a su vez
deriva su validez de una norma hipotética fundamental que podría expre-
sarse de la manera siguiente:
Toda sociedad debe contar con un orden jurídico que respete los
valores básicos de convivencia contenidos en una Norma Suprema
denominada Constitución.
157
Consúltese Hans Kelsen, Teoría general del Derecho y del Estado, UNAM, México, 1988.
310 Eduardo Andrade Sánchez
158
Véase el apartado 6.5, Conceptos de mayoría y representación proporcional, donde se expli-
can los distintos tipos de mayorías, cuyas apreciaciones resultan válidas también en relación
con el quórum.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 311
159
Por eso es muy importante no despreciar nunca algún tema de investigación académica y
quienes tienen vocación por la investigación teórica deben avocarse a resolver estos asun-
tos. Por otra parte, aquellos estudiosos del Derecho que tienen ocasión de aplicarlo en la
práctica deben estar atentos a los resultados de esta investigación y quienes desde la política
se enfrentan a estas dificultades tienen el deber de acudir a la ciencia jurídica con espíritu
abierto y altura de miras, no para encontrar soluciones que les favorezcan en la coyuntura,
sino las más sensatas y acordes con el sistema constitucional, pues es frecuente que quienes
manipulan el Derecho para obtener un beneficio inmediato se vean después afectados por su
propia manipulación.
160
Véase el capítulo 17 en el que se analiza el proceso de desafuero.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 313
161
Sobre aspectos relacionados con el obstruccionismo parlamentario, consúltese Andrea
Manzanella, El Parlamento, Serie estudios parlamentarios, México, 1987, pág. 177.
314 Eduardo Andrade Sánchez
162
Véase el capítulo 7.
163
Véase capítulo 7.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 315
incentivo para que ambos acudan. Si quedaren sitios por ocupar después de
esa convocatoria y a fin de abrir espacios políticos o si aun así no hubiere
sido posible instalar una cámara, podría abrirse un segundo espacio hasta
concluir los 30 días para conseguir la presencia de propietarios o suplentes
que permitan hacer funcionar la cámara.
Aquí nos encontramos con el segundo caso de decisión con quórum re-
ducido, que es el de la convocatoria a elecciones extraordinarias para cubrir
las vacantes de la cámara que no se ha podido instalar. Es evidente que di-
cha convocatoria será válida con cualquier número de miembros presentes
en la cámara de que se trate.
8.2.2. Antecedentes
Por los motivos antes expuestos, el Constituyente de 1917 estableció un
solo periodo de sesiones ordinarias que abarcaba del 1º de septiembre hasta
el 31 de diciembre como máximo.164 Obsérvese que la filosofía del precepto
se basaba en poner una fecha límite para los trabajos —como aún se conser-
va— precisamente con la idea de que era más importante agotar las tareas
precisas de su encargo, que cubrir un tiempo determinado.
En 1986 se introdujo un segundo periodo de sesiones ordinarias en el
año, de manera que el primero empezaría el 1º de noviembre para concluir
a más tardar el 31 de diciembre y el segundo iniciaría el 15 de abril para
terminar cuando mucho el 15 de julio. Esta reforma, de hecho, añadía un
mes de sesiones ordinarias. En 1993 una nueva reforma mantuvo dos perio-
dos, pero el primero volvería a iniciarse el 1º de septiembre para terminar
a más tardar el 15 de diciembre, excepto el año de toma de posesión de un
nuevo Presidente en que podría extenderse hasta el 31 del mismo mes, y el
segundo periodo iniciaba el 15 de marzo para acabar cuando más el 30 de
abril. Se llegó así a una actividad máxima de cinco meses y medio en perio-
dos ordinarios.
164
La Constitución de 1857, que dio gran poder al Legislativo, contemplaba dos periodos que
sumaban cinco meses.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 317
165
Véanse los arts. 74 y 76 constitucionales en cuanto a las competencias exclusivas de cada
cámara.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 319
166
Véase el capítulo 12.
167
Para el concepto de veto, véase el capítulo 10.
320 Eduardo Andrade Sánchez
Así, los diputados electos en 2021, cuyo periodo concluye en 2024, for-
man parte de la LXV Legislatura y los senadores electos en 2018 ejercen
durante dos Legislaturas, la LXIV y la LXV. Deliberadamente he empleado
de modo indistinto el término, tanto en su sentido técnico concreto de pe-
riodo de ejercicio como en el conjunto de legisladores que ejercen durante
tales periodos, pues en la práctica se usa en ambos.
La numeración sucesiva que identifica a las legislaturas inicia su conteo
a partir del que se denominó Primer Congreso Constitucional, electo en
1857 bajo la vigencia de la Constitución promulgada en ese año, la cual fue
interrumpida por la Guerra de Reforma. La cuenta se reinició después de la
elección de 1861, año en que se instaló el Segundo Congreso Constitucio-
nal. Como se aprecia, entonces se numeraba cada congreso, término que se
empleó originalmente y cambió a legislatura a partir del triunfo de la etapa
maderista de la Revolución Mexicana, con la XXVI Legislatura instalada
el 16 de septiembre de 1912. Después de una nueva interrupción con moti-
vo del golpe de Estado de Victoriano Huerta y la lucha para restablecer el
orden constitucional, a partir de la entrada en vigor de la Constitución de
1917, se reanudó la contabilidad con la XXVII Legislatura que fungió del
15 de abril de 1917 al 31 de agosto de 1918. La sucesión de legislaturas
ha continuado ininterrumpidamente hasta nuestros días en los que actúa la
LXV Legislatura electa para el periodo 2021-2024.168
168
Véase Jorge Moreno Collado (coordinador general fundador), Historia Sumaria del Poder
Legislativo en México, Serie I, Historia y desarrollo del Poder Legislativo, vol. I, Historia
del Poder Legislativo, t. I, Instituto de Investigaciones Legislativas, Cámara de Diputados,
México, 1997.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 321
169
Sería aconsejable que en todas las facultades de Derecho se procurara que por lo menos
una vez durante su carrera los estudiantes visitaran la sede de las Cámaras como parte de su
formación como abogados.
322 Eduardo Andrade Sánchez
170
Véanse los capítulos 14 y 16.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 323
171
Véase Hugo Alfonso Muñoz Quesada, Las Comisiones Legislativas Plenas, Investigaciones
Jurídicas, S. A., San José, Costa Rica, 2000.
326 Eduardo Andrade Sánchez
172
Véase veto en los capítulos 9 y 10
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 329
173
Para los interesados en los fascinantes temas de la regulación parlamentaria, les recomiendo
tomar como optativa la materia de Derecho parlamentario, el cual constituye, además, un
campo de trabajo muy promisorio dada la expansión en número e importancia de las tareas
de Congreso.
330 Eduardo Andrade Sánchez
que se retiraran para proceder al inicio de una sesión secreta, lo cual rayaba
en el ridículo.
Ya hemos tratado la distinción entre sesiones ordinarias y extraordina-
rias174, falta referirnos a las sesiones permanentes, que son las que conti-
núan indefinidamente para tratar algún asunto determinado, el cual debe
especificarse en el acuerdo que se tome para constituirse en tal tipo de se-
sión. Para este efecto, el acuerdo deberá aprobarse por la mayoría de los
presentes. La sesión permanente puede ser interrumpida por recesos y tiene
la particularidad de que al reiniciar las tareas no es necesario que se pase
lista nuevamente. Esta sesión permite forzar a los legisladores a concentrar-
se en un asunto concreto hasta terminarlo y hace posible que una misma
sesión se prolongue incluso por más de un día, pero de ninguna manera
puede hacer que un día dure más de 24 horas, y así burlar una fecha fatal
del calendario.
Un asunto de particular trascendencia es que dichas sesiones permanen-
tes no pueden, en estricto rigor constitucional, extenderse por encima del
final del periodo ordinario de sesiones previsto en la Constitución, pues
constituye una forma de burlar la disposición que señala de manera clara
el final de los periodos ordinarios. Ha ocurrido que se emplee la sesión
permanente para excederse del término constitucional, como sucedió en la
LVIII Legislatura, con el pretexto de concluir los asuntos pendientes, si bien
era también una forma de evitar el cumplimiento de un acuerdo político
en virtud del cual la presidencia debería haber sido ejercida por otro grupo
parlamentario. En ese punto se debe ser particularmente exigente pues los
arreglos políticos no deben llevar a violentar la Constitución, además de
que ponen en riesgo la validez de los acuerdos tomados fuera del periodo
constitucional, lo cual podría dar lugar a amparos o a la interposición de
controversias constitucionales o acciones de inconstitucionalidad por haber
legislado fuera del periodo señalado constitucionalmente para ello, aun ba-
jo la ficción de la sesión permanente.
Las sesiones solemnes se realizan para una conmemoración especial, co-
mo el otorgamiento de la Medalla Belisario Domínguez en el Senado o la
Medalla Eduardo J. Neri en la Cámara de Diputados o bien para recibir a
un dignatario extranjero.
174
Véase el apartado 8.2.4.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 331
8.4.8. Discusiones
El Reglamento de cada Cámara regula también la forma como se efec-
túan las discusiones, el número de oradores en pro y en contra, el tiempo
de las intervenciones y la decisión de cuándo se considera un asunto sufi-
cientemente discutido para pasar a votación. Las discusiones no pueden
suspenderse salvo que la cámara apruebe una moción suspensiva.
8.4.E. Votaciones
Las disposiciones al respecto difieren en cada cámara, como se ve ense-
guida:
Artículo 136. REGLAMENTO DIPUTADOS
1. Por regla general, las votaciones se verifican por mayoría sim-
ple de votos, salvo los casos en que la Constitución, la Ley, los
reglamentos u otras disposiciones aplicables en la Cámara esta-
blezcan una votación diferente.
175
Véase el comentario sobre el art. 63 constitucional en Derechos del Pueblo Mexicano. Mé-
xico a Través de sus Constituciones, t. 18, 7a. ed., LIX Legislatura, Cámara de Diputados del
H. Congreso de la Unión, México, 200
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 333
176
Véase el comentario del art. 78 constitucional en la obra Derechos del pueblo mexicano.
México a través de sus constituciones, t. 8, 7a. ed., LIX Legislatura, Cámara de Diputados
del H. Congreso de la Unión, México, 2006.
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 335
177
Véase el capítulo 10.
336 Eduardo Andrade Sánchez
Asimismo, se alternan como sedes para sus sesiones los recintos de una y
otra cámara.
8.S.1. La dieta
Desde la época de la democracia ateniense en la Antigüedad, se pagaba
una cantidad a los ciudadanos que asistían a las reuniones de la Asamblea o
Eclesia. Dado el carácter temporal y periódico de las reuniones de los par-
lamentos en sus orígenes, se entendía que la compensación que, en su caso,
recibieran los asistentes se fijaría por día de estancia. La palabra dieta está
vinculada al término latino dies, esto es, día. El lector debe tener presente
que la palabra dieta puede ser aplicada tanto a la asamblea en sí, como
ocurre en algunos países —así, se habla de la Dieta japonesa—, como a la
remuneración diaria que se otorga a los legisladores. En rigor, pese a ese
origen de cálculo diario de los emolumentos, ahora se asignan cantidades
mensuales como retribución a la función del diputado o senador. En el caso
mexicano, a la dieta propiamente dicha se añaden pagos como compensa-
ción de gastos por los desplazamientos que debe hacer el congresista para
atender a sus electores y por apoyos a sus funciones de gestoría a favor de
sus representados. Además, tienen derecho a boletos de avión o el medio
adecuado de transporte para acudir semanalmente a sus lugares de origen
durante los periodos de sesiones.
El concepto dieta lo recoge la Constitución en su art. 64, al indicar que
“Los diputados o senadores que no concurran a una sesión, sin causa justi-
ficada o sin permiso de la Cámara respectiva, no tendrán derecho a la dieta
correspondiente al día en que falten.”
8. Condiciones de funcionamiento del Poder Legislativo 337
8.S.2. El fuero
La institución del fuero alude a un conjunto de inmunidades que se
otorgan al legislador con el propósito de garantizar su independencia, es-
pecialmente frente al Ejecutivo. Su nacimiento se remonta a los primeros
tiempos de los parlamentos, en los cuales el monarca tenía la tentación
frecuente de detener a los parlamentarios acusados de alguna falta real o
imaginaria, sobre todo a aquellos que representaban una oposición mayor
a sus pretensiones. La tendencia del Ejecutivo de sacudirse a los adversarios
políticos más activos y exigentes en sus tareas de control y supervisión o
a los que representan mayor peligro electoral, sigue estando presente en
nuestros tiempos y ella justifica la permanencia de las protecciones que el
fuero constitucional conlleva. Algunos autores rechazan el uso de la palabra
fuero porque estiman que provoca una reacción negativa en el ciudadano
común, al extremo que las reformas de 1982 al Título Cuarto constitucio-
nal trataron de eliminar el concepto; sin embargo, permanece claramente en
el texto del art. 61 en el que se impone como obligación a los presidentes de
las cámaras “velar por el respeto al fuero constitucional de los miembros de
las mismas”; de modo que se equivoca quien sostenga que el término fuero
carece de sustento en la Norma Suprema.178
El fuero de los legisladores abarca dos aspectos diferentes:
a) La inviolabilidad o inmunidad absoluta que se establece en el
art. 61 donde se indica que “Los diputados y senadores son
inviolables por las opiniones que manifiestan en el desempe-
ño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas.”
178
Para un detallado estudio del fuero, véase mi libro El desafuero en el sistema constitucional
mexicano, op. cit.
338 Eduardo Andrade Sánchez
prevé la circunstancia de una especie de licencia ficta, esto es, una licencia
por ministerio de la Constitución, partiendo de la presunción de que está
otorgada con motivo de la conducta asumida por el diputado. Esta consiste
en faltar 10 días consecutivos sin causa justificada o sin previa licencia del
presidente de su respectiva cámara (nótese que aquí hay un caso de una fa-
cultad conferida al presidente de cámara directamente por la Constitución)
pero de la cual debe dar conocimiento oportunamente a la asamblea para
que no pretenda justificar después al diputado faltista. En ese supuesto, “se
entiende que los diputados o senadores [...] renuncian a concurrir hasta
el periodo inmediato, llamándose desde luego a los suplentes”. La LOCG
también debería aclarar de qué periodo inmediato se trata, si del ordinario
o de algún extraordinario al que pueda convocarse antes del siguiente or-
dinario. Probablemente, con el propósito de favorecer la representación de-
mocrática originaria del propietario y aplicando el principio de que “donde
la ley no distingue, no es dable al intérprete distinguir”, la solución más
correcta sea considerar que el diputado con esta especie de licencia ficta
puede incorporarse en el periodo siguiente, sea ordinario o extraordinario.
8.S.4. Sanciones
Además de los casos ya indicados en párrafos anteriores que prevén al-
gunas sanciones por determinadas conductas de los legisladores, debe men-
cionarse la responsabilidad expresa que se les atribuye en el párrafo último
del art. 63 cuando “habiendo sido electos Diputados o Senadores, no se pre-
senten, sin causa justificada a juicio de la Cámara respectiva, a desempeñar
el cargo dentro del plazo señalado en el primer párrafo de este artículo”.
Se pretende evitar así que los partidos presionen políticamente mediante el
retiro en masa de sus legisladores electos. Por eso, la segunda parte de este
párrafo prevé que los partidos también sean sancionados cuando acuerden
que “sus miembros que resultaren electos no se presenten a desempeñar
sus funciones”. Para hacer exigible esta responsabilidad el Código Penal
Federal dispone en su art. 408: “Se impondrá sanción de suspensión de
sus derechos políticos hasta por seis años a quienes, habiendo sido electos
diputados o senadores no se presenten, sin causa justificada a juicio de la
Cámara respectiva, a desempeñar el cargo dentro del plazo señalado en el
primer párrafo del artículo 63 de la Constitución.”
9. El proceso legislativo y facultades del
Congreso
ser ejercidos por los distintos poderes y órganos autónomos. Pero también
se contienen en él disposiciones normativas que comparten la naturaleza de
la ley y que no carecen de obligatoriedad por el hecho de que su fuente sea
solamente una de las cámaras, dado que en esta circunstancia se trata de
una facultad del Poder Legislativo que la Constitución atribuye únicamente
a la Cámara de Diputados. La naturaleza jurídica del presupuesto es la de
una verdadera ley, a tal extremo que su ejercicio por parte de los servido-
res públicos que ejercen el gasto, debe considerarse obligatorio. El gasto
público asignado a un fin no es potestativo, ni puede el funcionario decidir
discrecionalmente si gasta o no. Por otra parte, del texto del Presupuesto de
Egresos derivan en algunos casos, obligaciones para los particulares como
ocurre con la aplicación del tiempo que corresponde al Estado en los me-
dios electrónicos de comunicación que se ha venido distribuyendo de acuer-
do a lo dispuesto en un artículo de dicho presupuesto.179 En suma podemos
decir que en el referido presupuesto se contienen disposiciones concretas
que esencialmente tienen naturaleza de decreto y otras de carácter general
que asumen la condición de ley.180
9.2. LA INICIATIVA
El proceso legislativo se inicia a partir de un acto denominado iniciativa.
La iniciativa es el acto de proponer al órgano legislativo la emisión de
una ley o un decreto, o su reforma, adición, derogación o abrogación.
179
En los considerandos de la controversia constitucional 109/2004 se alude ampliamente a
esta norma presupuestaria contenida en el art. 29 del presupuesto para 2005 objeto de dicha
controversia. El texto completo de esta célebre resolución en la que la Suprema Corte resol-
vió que el Presidente de la República sí tiene atribuciones para vetar el Presupuesto puede
consultarse en el Semanario Judicial de la Federación. Novena Época, t. XXII, septiembre
de 2005, pág. 895, o en la pág. web de la Suprema Corte de Justicia de la Nación www.scjn.
gob.mx con el registro 19061 y bajo el tema “Controversia constitucional. No es causa de
improcedencia que se impugnen actos consumados”. (TMX53,453) .
180
En la misma página web indicada en la nota anterior puede consultarse en la versión este-
nográfica (pág. 40) del 9 de mayo de 2005 la discusión correspondiente a la controversia
constitucional 109/2004, en la cual el ministro Genaro Góngora Pimentel hace una minu-
ciosa exposición con argumentos que se remontan a las discusiones de la Constitución de
1857, en la que demuestra que “el Presupuesto de Egresos no puede ser estimado como un
acto administrativo ni únicamente como una ley en el aspecto formal, sino como una ley
completa, con características y singularidades que la identifican. Lo anterior, porque para
su aprobación la Cámara de Diputados ejerce su función legislativa plena, que si bien tiene
características especiales, éstas no limitan su valor o rango de ley.”
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 345
181
Véase el apartado 8.4.10
350 Eduardo Andrade Sánchez
182
Véase mi artículo “El veto y la reconducción presupuestal”, en Relaciones entre Gobierno y
Congreso. Memoria del VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 2002, págs. 3 y siguientes.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 351
a comisión dictaminadora sin que ésta rinda dictamen, pues en tal caso el
mismo proyecto de ley o decreto puede presentarse y discutirse en la otra
cámara”. La condición de cámara de origen, de acuerdo con la Constitu-
ción, supone que haya una resolución de esta acerca de la iniciativa, ya sea
aprobándola o desechándola. Ello se desprende de la redacción del aparta-
do G. del propio artículo que dispone: “Todo proyecto de ley o decreto que
fuere desechado en la Cámara de su origen, no podrá volver a presentarse
en las sesiones del año.” Aquí debe entenderse, de acuerdo con lo explicado,
que se trata del mismo año legislativo, que inicia el primero de septiembre
y concluye el 31 de agosto según dispone la LOCG en su art. 2o, y no el
mismo año calendario, que va de enero a diciembre. En términos generales,
cualquiera de las cámaras puede ser “de origen”, pero debemos recordar
que, con base en el apartado H. del art. 72 constitucional, en materia de
empréstitos, contribuciones o impuestos y reclutamiento de tropas forzosa-
mente debe ser cámara de origen la de diputados.
183
Véase el apartado 9.1.
352 Eduardo Andrade Sánchez
dos tercios se hiciera sobre dicho total. El número total de votos únicamente
puede ser el de los emitidos por los que están presentes pues los ausentes,
por definición, no podrían haber votado; además, no sería lógico pensar
que la superación del veto presidencial requiriese una mayoría calificada
superior a la que aprueba una reforma constitucional.
a) Las resoluciones por las que se designa a los miembros del Consejo
General del Instituto Nacional Electoral (INE) y a los magistra-
dos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, los
primeros por la Cámara de Diputados y los segundos por la de
Senadores (arts. 41 y 99). Es verdad que estas designaciones se
hacen por las dos terceras partes de los individuos presentes y ello
supondría una mayoría calificada de origen que superaría el veto,
pero de todos modos podría existir la posibilidad de que el Presi-
dente tuviera la tentación de vetarlas para que fueran confirmadas
por la misma mayoría.
b) Las decisiones del Congreso respecto a la designación de un Presi-
dente Interino o Sustituto, siendo de carácter electoral no podrían
ser vetadas por el Presidente en funciones en los casos de falta
absoluta del electo popularmente previstas en los Arts 84 y 85. 184
c) El decreto por el cual el Senado declare desaparecidos los poderes
de un estado porque abre la posibilidad de un nuevo proceso elec-
toral (art. 76).
184
Véase el capítulo 10.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 355
185
Véase la nota 5 anterior.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 357
186
Acción de inconstitucionalidad 109/2004, consultable en el Semanario Judicial de la Fede-
ración, Novena Época, t. XXII, septiembre de 2005.
187
Véase el apartado 8.4.9.
360 Eduardo Andrade Sánchez
La conferencia
Para efectos de la composición de puntos de vista que permita acercar las
posiciones de ambas cámaras, cuando estos difieren, en el Derecho compa-
rado existe la figura denominada conferencia, como ocurre en el parlamen-
tarismo alemán. Esta fórmula se ha incorporado al derecho parlamentario
de nuestro país. Así, el reglamento del Senado de la República establece en
su art. 153:
Las comisiones, en consulta con los órganos directivos del Senado,
pueden trabajar en conferencia con las correspondientes de la Cámara
de Diputados para deliberar sobre iniciativas y proyectos de ley o de-
creto u otros asuntos, cuya tramitación se considera necesario agilizar.
De manera que puede existir una iniciativa que tenga por objeto simple-
mente la derogación de algunos artículos o la terminación de la vigencia de
una ley, y una vez seguidos los pasos del proceso legislativo, se emite el de-
362 Eduardo Andrade Sánchez
tivas, lo cual sucede en la salud, por ejemplo, la propia ley federal puede
señalar de qué asuntos se ocupen las entidades federativas
XXII. “Para conceder amnistías por delitos cuyo conocimiento pertenez-
ca a los tribunales de la federación.” La amnistía es una figura jurídica que
consiste en disponer la extinción de la acción penal o de la pena misma res-
pecto de personas que hubieren cometido delitos en ciertas condiciones por
las cuales se considera socialmente útil propiciar el perdón de las mismas
y buscar la reconciliación social. Se suele dar en casos de delitos efectua-
dos con motivo de movimientos políticos o sociales y se pone en práctica
mediante una ley, pues debe basarse en criterios generales y abstractos que
beneficien a todos los que se encuentren en las hipótesis normativas con-
tenidas en sus disposiciones. Es por eso que, aunque supone una facultad
de naturaleza política o de soberanía, la incluimos dentro de las facultades
legislativas genéricas. En esta materia encontramos un caso de concurren-
cia propiamente dicha, pues la amnistía es un acto que puede ser ejercido
por los poderes legislativos de los estados en relación con delitos del fuero
común.
XXIII. “Para expedir leyes que, con respeto a los derechos humanos,
establezcan las bases de coordinación entre la Federación, las entidades fe-
derativas y los Municipios; organicen la Guardia Nacional y las demás ins-
tituciones de seguridad pública en materia federal, de conformidad con lo
establecido en el artículo 21 de esta Constitución; así como la Ley Nacional
sobre el Uso de la Fuerza, y la Ley Nacional del Registro de Detenciones.
Se faculta al Congreso para distribuir la función de la seguridad pública
entre los tres ámbitos de gobierno. La reforma realizada en 2019 creó la
Guardia Nacional como institución de carácter civil lo cual significa que no
se trata de una fuerza de tipo militar. Se integró por miembros del ejército
y la marina, así como policías federales, pero su organización no se sujeta
al mismo régimen jurídico de las Fuerzas Armadas. Esta Guardia Nacional
funge como policía encargada de la seguridad pública en toda la Nación.
Su estructura se establece en la Ley de la Guardia Nacional. Se centraliza la
legislación reguladora del uso de la fuerza pública para el mantenimiento
del orden y la paz pública, así como la que permita contar con un registro
de personas detenidas de modo que las reglas de ambas materias sean apli-
cables en todo el país por medio de leyes nacionales.
XXIII Bis. “Para expedir la ley general en materia de seguridad privada,
que establezca:
a) Las reglas y la autoridad facultada para autorizar y regular a los pres-
tadores de servicios de seguridad privada en todo el territorio nacional;
368 Eduardo Andrade Sánchez
• Art. 121. Para prescribir la manera de probar los actos públicos, regis-
tros y procedimientos judiciales de los estados, de acuerdo a las bases
establecidas en el propio art. 121.
• Art. 130. Para legislar en materia de culto público y de iglesias y agru-
paciones religiosas. Al aludir a esta facultad, el mencionado artículo
la atribuye exclusivamente al Congreso de la Unión, con lo que se
eliminó la intervención que se daba a las legislaturas estatales para
determinar el número máximo de ministros de cultos.
188
Jorge Carpizo y Miguel Carbonell, Derecho constitucional, Porrúa, UNAM, México, 2006,
pág. 63.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 375
fracción da reglas sobre cuáles son los fines que justifican la contratación de
tales créditos al señalar: “Ningún empréstito podrá celebrarse sino para la
ejecución de obras que directamente produzcan un incremento en los ingre-
sos públicos o, en términos de la ley de la materia, los que se realicen con
propósitos de regulación monetaria, las operaciones de refinanciamiento o
reestructura de deuda que deberán realizarse bajo las mejores condiciones
de mercado; así como los que se contraten durante alguna emergencia de-
clarada por el Presidente de la República en los términos del artículo 29.”
XVIII. “Para establecer casas de moneda, fijar las condiciones que ésta
deba tener, dictar reglas para determinar el valor relativo de la moneda
extranjera y adoptar un sistema general de pesas y medidas.” Un atributo
de la soberanía es la capacidad de emitir moneda como medio generalizado
de cambio, el establecimiento de “casas de moneda” tiene precisamente esa
función y el congreso tiene la facultad de fijar las condiciones que la mone-
da deba tener. En ese concepto quedan incluidos, por ejemplo, los billetes
y quizá debería considerarse seriamente la opción de incluir a las tarjetas
de crédito, que cumplen el mismo papel, como sujetas a la fijación de sus
características y condiciones de uso por parte del Congreso, de acuerdo con
la atribución aquí comentada. Igualmente el Congreso tiene el poder de
dictar las reglas para determinar el valor relativo de la moneda extranjera,
esto quiere decir la fijación del tipo de cambio o precio al que se adquieran
monedas de otros países o divisas, como el dólar, el euro, el yen, etcétera.
En la práctica el Congreso ha declinado hacer uso de esta facultad en razón
de la tendencia mundial a mantener una libre explotación de las divisas en
beneficio de los flujos del capital financiero.
En esta misma fracción se dan al Congreso facultades para adoptar un
sistema de pesas y medidas las cuales no corresponden necesariamente a
la idea de cuestiones económico-financieras pero tienen incidencia en ese
ámbito. A partir de esta facultad se establece el sistema de pesas y medidas
que usamos basado en el sistema métrico decimal, e incluso esta facultad
sirve de sustento para la determinación del horario que se aplica en distintas
zonas del país y su variación con motivo de la aplicación del denominado
“horario de verano”.
XXVIII. “Para expedir leyes en materia de contabilidad gubernamen-
tal que regirán la contabilidad pública y la presentación homogénea de
información financiera, de ingresos y egresos, así como patrimonial, para
la Federación, las entidades federativas, los Municipios y las demarcaciones
territoriales de la Ciudad de México, a fin de garantizar su armonización a
nivel nacional.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 379
La fracción que nos ocupa agrega que: “Las entidades federativas partici-
parán en el rendimiento de estas contribuciones especiales, en la proporción
que la ley secundaria federal determine. Las legislaturas locales fijarán el
porcentaje correspondiente a los municipios, en sus ingresos por concepto
del impuesto sobre energía eléctrica.”
380 Eduardo Andrade Sánchez
189
La Constitución y su interpretación por el Poder Judicial de la Federación, Suprema Corte
de Justicia de la Nación y Fondo de Cultura Económica, México, 1993, vol. III (F-L), pág.
2062. Véase en el mismo volumen los criterios jurisprudenciales contenidos en las págs. 2087
y 2088.
190
Véase el capítulo 16 sobre estas materias económicas.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 381
191
Véase al respecto el excelente análisis de Lucía Corona Arias en https://archivos.juridicas.
unam.mx/www/bjv/libros/8/3984/18.pdf consultable en la Biblioteca Jurídica Virtual del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Consulta realizada el 22 de junio de
2021.
382 Eduardo Andrade Sánchez
192
Un interesante análisis de los antecedentes históricos de la fiscalización en México se en-
cuentra en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/3/1399/5.pdf consultada el
22 de junio de 2021. Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la UNAM
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 385
la ley general que establezca las bases de coordinación del Sistema Nacional
Anticorrupción a que se refiere el artículo 113 de esta Constitución.
Artículo 88. El Senado o la Comisión Permanente disponen de la facul-
tad de conceder o negar permiso al Presidente de la República para ausen-
tarse del territorio nacional cuando la ausencia rebase los siete días. Si el
Presidente sale hasta por siete días, puede hacerlo sin requerir dicho permi-
so, informando previamente de los motivos de la ausencia a la Cámara de
Senadores o a la Comisión Permanente en su caso, así como de los resulta-
dos de las gestiones realizadas.
La redacción original de este artículo exigía que el Congreso autorizara
al presidente de la República para salir del país, como un control sobre sus
actividades en el extranjero. Debido a la reforma de agosto de 2008, esta
exigencia se redujo solo a casos en que el Ejecutivo pretenda ausentarse por
más de siete días, en cuyo caso requerirá permiso únicamente de la Cámara
de Senadores, o de la Comisión Permanente si no está en sesiones ordinarias
el Congreso.
Debe entenderse que la información previa a su salida es requisito in-
dispensable para considerar que el presidente está autorizado a salir y que
la Cámara de Senadores o la Comisión Permanente podrían requerirle que
permanezca en territorio nacional si saben del propósito de viajar al extran-
jero sin haberles informado. Se le impone aquí al Presidente una obligación
imperfecta, pues carece de sanción jurídica efectiva, si bien un desafío a la
Cámara de Senadores en este asunto podría acarrearle consecuencias políti-
cas en cuanto a la no aprobación de sus propuestas legislativas.
Artículo 93. Cualquiera de las Cámaras podrá convocar a los Secretarios
de Estado, a los directores y administradores de las entidades paraestatales,
así como a los titulares de los órganos autónomos, para que informen bajo
protesta de decir verdad, cuando se discuta una ley o se estudie un negocio
concerniente a sus respectivos ramos o actividades o para que respondan a
interpelaciones o preguntas.
Este constituye también un matiz parlamentario dado que los congre-
sistas pueden entablar un intercambio de posiciones con los miembros de
diversas áreas de la administración pública dependientes del Presidente. De
ello puede derivarse algún tipo de responsabilidad política que podría exi-
gírseles a través del juicio político previsto en el art. 110.
Cuando acuden a esos citatorios, se les requiere para que rindan una
protesta formal de decir la verdad. Aunque esa exigencia se encuentra en el
párrafo relativo a las comparecencias, debería entenderse que la obligación
388 Eduardo Andrade Sánchez
de conducirse con verdad se aplica a cualquier informe que rindan los fun-
cionarios ahí mencionados.
El art. 93 también prevé que las Cámaras creen comisiones de investiga-
ción del funcionamiento de la administración pública paraestatal. Así, cada
una de ellas a pedido de una cuarta parte de sus miembros, tratándose de
los diputados, y de la mitad, si se trata de los senadores, tienen la facultad de
integrar comisiones para investigar el funcionamiento de dichos organismos
descentralizados y empresas de participación estatal mayoritaria. Los resul-
tados de las investigaciones se harán del conocimiento del Ejecutivo federal.
Esta facultad de investigación del Congreso, es bastante limitada, pues
solo opera respecto de la administración pública paraestatal; por eso, la
creación de comisiones que pretenden investigar otro tipo de situaciones
carece de sustento, ya que no llegan a ningún resultado jurídicamente exigi-
ble. Incluso la facultad investigadora que ya poseen las cámaras es limitada,
pues el producto de la investigación solo es puesto en conocimiento del
Presidente de la República.
Las Cámaras también pueden requerir información o documentación a
los titulares de las dependencias y entidades del gobierno federal, mediante
pregunta por escrito, la cual deberá ser respondida en un término no mayor
a 15 días naturales a partir de su recepción.
El último párrafo de este artículo es muy importante, porque permite
que el Congreso regule en su propia ley las obligaciones que ante él tienen
los funcionarios del Ejecutivo y este no puede vetar dicha ley.
Facultad exclusiva de la Cámara de Diputados en materia de control.
La fracc. II del art. 74 constitucional contiene la atribución de esta Cámara
de coordinar y evaluar, sin perjuicio de su autonomía técnica y de gestión,
el desempeño de las funciones de la entidad de fiscalización superior de la
federación, en los términos que disponga la ley”. Por medio de esta función,
la Cámara que ostenta la representación popular, puede evaluar las tareas
del organismo autónomo de control que es la Auditoría Superior de la Fe-
deración.193 Para ese efecto podrá requerir que le informe sobre la evolución
de sus trabajos de fiscalización.
193
Véase el capítulo 10.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 389
dos en el ámbito del ejercicio de la soberanía nacional. Tienen que ver con la
organización y salvaguarda del territorio o con la solución de conflictos in-
ternos o internacionales, o con el hecho de enfrentar alguna crisis que afecta
el ejercicio de poderes constitucionales. Entre las de mayor trascendencia se
encuentran las previstas en los artículos siguientes:
Artículo 29. Establece las facultades del Congreso en el caso de suspen-
sión de derechos humanos.194
Artículo 73, fracciones siguientes:
I. Alude a la admisión de nuevos estados en la unión federal. Este es
un caso excepcional de reforma constitucional flexible pues no requiere la
aprobación de las legislaturas estatales pese a que incidiría en una adición
al art. 43, relativo a las partes de la Federación, por medio de un decreto
del Congreso.
III. Esta fracción del precepto citado dispone:
Para formar nuevos estados dentro de los límites de los existentes,
siendo necesario al efecto:
1o Que la fracción o fracciones que pidan erigirse en estados, cuenten
con una población de ciento veinte mil habitantes, por lo menos.
2o Que se compruebe ante el Congreso que tienen los elementos bas-
tantes para proveer a su existencia política.
3o Que sean oídas las legislaturas de las entidades federativas de cuyo
territorio se trate, sobre la conveniencia o inconveniencia de la erec-
ción del nuevo estado, quedando obligadas a dar su informe dentro
de seis meses, contados desde el día en que se les remita la comunica-
ción respectiva.
4o Que igualmente se oiga al Ejecutivo de la Federación, el cual en-
viará su informe dentro de siete días contados desde la fecha en que
le sea pedido.
5o Que sea votada la erección del nuevo estado por dos terceras par-
tes de los diputados y senadores presentes en sus respectivas Cámaras.
6o Que la resolución del Congreso sea ratificada por la mayoría de las
legislaturas de las entidades federativas , previo examen de la copia
del expediente, siempre que hayan dado su consentimiento las legisla-
turas de las entidades federativas de cuyo territorio se trate.
194
Véase el capítulo 12.
390 Eduardo Andrade Sánchez
sendas iniciativas con proyecto de Ley por el que se declara que existe
un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania,
Italia y Japón, y con proyecto de Decreto por el que se suspenden
algunas garantías constitucionales y se faculta al Ejecutivo para im-
poner las modificaciones que fueran indispensables en los distintos
ramos de la administración pública.
“Con base en el proceso legislativo correspondiente, la Cámara de
Diputados otorgó su aprobación a las propuestas referidas el 29 de
mayo de 1942, mismas que habían sido presentadas personalmente el
día anterior por el titular del Ejecutivo Federal ante el H. Congreso
de la Unión en la apertura misma de dicho periodo extraordinario, al
tiempo que el Senado de la República otorgó su acuerdo favorable a
los términos planteados por el Ejecutivo y aprobados por la Cámara
de Diputados en su sesión del 30 de mayo de 1942.
“En tal virtud, en el Diario Oficial de la Federación del 2 de junio de
1942 se publicaron los siguientes instrumentos legales:
Decreto que autoriza al Ejecutivo Federal para declarar el estado de
guerra entre México y Alemania, Italia y Japón.
El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, decreta:
ARTÍCULO PRIMERO.- Se declara que a partir del día veintidós de
mayo de mil novecientos cuarenta y dos, existe un estado de guerra
entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón.
ARTÍCULO SEGUNDO.- El Presidente de la República hará la de-
claración correspondiente y las notificaciones internacionales que
procedan.
TRANSITORIOS:
ARTÍCULO PRIMERO.- Esta Ley entrará en vigor a partir de su
publicación en el Diario Oficial”.
ARTÍCULO SEGUNDO.- La presente Ley será dada a conocer en la
República por medio de bando solemne.”195
195
Fragmentos de la Iniciativa con proyecto de Decreto por el que se abroga la Ley para
Conservar la Neutralidad del País, publicada en el Diario Oficial de la Federación del 10 de
noviembre de 1939, presentada por el Senador Enrique Burgos García. Gaceta del Senado
de la República de. 3 de marzo de 2015.
392 Eduardo Andrade Sánchez
196
Véase el capítulo 10.
197
Véase el capítulo 12.
198
Véase el capítulo 15.
199
Véase el capítulo 14.
9. El proceso legislativo y facultades del Congreso 393
Artículo 98. Faculta al Senado para aprobar las renuncias de los minis-
tros de la Suprema Corte de Justicia, previa aceptación de las mismas por
parte del Ejecutivo.
Artículo 99. Designar a los Magistrados del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación.
Artículo 100. Designar a dos Consejeros del Consejo de la Judicatura
Federal.
Artículo 102, apartado B. Designar al Presidente de la Comisión Nacio-
nal de los Derechos Humanos y a los miembros de su Consejo Consultivo.
De la Cámara de Diputados
Artículo 26. Designar al presidente y a los seis consejeros del Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. (CONEVAL).
Artículo 41. Designar por el voto de las dos terceras partes de sus miem-
bros presentes al Consejero Presidente del Consejo General del INE y a los
consejeros del mismo.
Artículo 79. Designar por el voto de las dos terceras partes de sus miem-
bros presentes al Auditor Superior de la Federación, quien durará en su
cargo ocho años.
200
Véase el capítulo 17 en el que se retoma el tema, en particular lo señalado en los arts. 110 y
111.
398 Eduardo Andrade Sánchez
201
Véase Enrique Quiroz Acosta, Lecciones de Derecho Constitucional. Segundo curso, Porrúa,
México, 2000, pág. 280.
202
Amparo administrativo en revisión 6213/43, 11 de julio de 1945. Véase Derechos del Pueblo
Mexicano, México a Través de sus Constituciones, op. cit., lix Legislatura, sección tercera, t.
XXII, pág. 925. TMX117,063
203
Véase 3. Registro núm. 921215, ORGANISMOS PÚBLICOS DESCENTRALIZADOS FEDERA-
LES. El Congreso de la Unión tiene facultades implícitas para dotarlos de atribuciones que
400 Eduardo Andrade Sánchez
les permitan emitir actos de autoridad. Localización: Novena Época; segunda sala; ap. act.
2002; t. i, Const., P.R. SCJN; pág. 367; [T.A.]; en la página web de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación de México.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos
autónomos
204
Véase el apartado 10.10.
205
Jorge Sayeg Helú, Instituciones de Derecho constitucional mexicano, Porrúa, México, 1987,
pág. 331.
402 Eduardo Andrade Sánchez
206
Véase Manuel González Oropeza, “Comentario al artículo 80 constitucional”, en Derechos
del pueblo mexicano. México a través de sus constituciones, op. cit., t. XVIII, págs. 854 y
siguientes.
207
Véase el apartado 10.3
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 403
208
Felipe Tena Ramírez, Derecho constitucional mexicano, op. cit., pág. 465.
209
Véase Dimitri Georges Lavro, Le droit constitutionnel de la Ve. République, Éditions Dalloz,
París, 1995, pág. 608 y ss. Un breve resumen de estos poderes también se puede consultar
en español en la página web www.assemblee-nationale.fr/espanol/gobierno.asp En Perú la
Constitución de 1979 permitía al presidente la emisión de decretos legislativos y decretos
de necesidad y urgencia según explica Domingo García Belaúnde, en La Constitución en
el Péndulo, UNSA, Arequipa, Perú, 1996, págs. 94 y ss. La constitución vigente en ese país
conserva esta posibilidad al facultar al presidente para “Dictar medidas extraordinarias,
mediante decretos de urgencia con fuerza de ley, en materia económica y financiera, cuando
así lo requiere el interés nacional y con cargo de dar cuenta al Congreso. El Congreso puede
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 405
modificar o derogar los referidos decretos de urgencia”, de acuerdo con el párrafo 19 del
art. 118.
210
María Amparo Casar, “El presidencialismo mexicano y la estructura de acceso y distribu-
ción del poder político”, en Presidencialismo, Espinoza Toledo, Ricardo (coord.), Colegio
Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública, A.C., UAM, Instituto Federal Elec-
toral, México, 1996, pág. 66.
211
Respecto de la fortaleza del Ejecutivo como preocupación de distintos regímenes y el aná-
lisis de la relación entre poderes, para el caso de Estados Unidos, consúltese Terry Eastland,
Energy in the Executive. e case for the strong presidency, e Free Press a Division of Macmi-
llan, Inc., Nueva York, 1993.
406 Eduardo Andrade Sánchez
212
Véase el capítulo 17.
213
Elisur Arteaga considera que el Presidente “asume el cargo en virtud de la protesta” (véa-
se Elisur Arteaga Nava, Derecho constitucional, 2a. ed., Oxford University Press, México,
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 407
Por otra parte, puede ocurrir, como en la toma de posesión de Felipe Cal-
derón el primero de diciembre de 2006, que la confrontación política entre
partidos cree la circunstancia de que un grupo de diputados se proponga
impedir físicamente que el Presidente rinda su protesta. No parecería jurídi-
camente justificado que si se impide de facto al titular del Ejecutivo cumplir
con esta obligación se pretenda de ahí derivar consecuencias jurídicas en su
perjuicio, para evitar esto, en 2012 se adicionaron los siguientes párrafos
al art. 87:
“Si por cualquier circunstancia el Presidente no pudiere rendir la pro-
testa en los términos del párrafo anterior, lo hará de inmediato ante
las Mesas Directivas de las Cámaras del Congreso de la Unión.
“En caso de que el Presidente no pudiere rendir la protesta ante el
Congreso de la Unión, ante la Comisión Permanente o ante las Me-
sas Directivas de las Cámaras del Congreso de la Unión lo hará de
inmediato ante el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.”
1999, pág. 301), en cambio Víctor Manuel Martínez Bullé Goyri sostiene que no se trata de
un acto constitutivo, (véase “Comentario al artículo 87 constitucional”, en Jaime Cárdenas
Gracia et al., Para entender la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Nos-
tra Ediciones, México, 2007, pág. 324).
408 Eduardo Andrade Sánchez
214
Véase mi Introducción a la ciencia política, op. cit., capítulo correspondiente a “Elecciones”,
y para una explicación aún más amplia, la obra de mi autoría Deficiencias del sistema elec-
toral norteamericano, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 2000.
215
Para la explicación de este concepto consúltese el capítulo 7.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 409
Esto es, que tenga la nacionalidad mexicana por razón del nacimiento
y no por naturalización; además, el art. 82 constitucional señala que debe
estar en pleno goce de sus derechos, es decir, no debe estar privado de estos
por alguna de las razones que implican la pérdida o suspensión de los dere-
chos ciudadanos.217 Así, por ejemplo, la persona que se encuentre purgando
una pena de cárcel no puede ser postulada a la presidencia.
El requerimiento de ser mexicano por nacimiento debe leerse, de acuerdo
con el art. 32 de la Constitución, con el añadido de que no adquiera otra
nacionalidad. Esto significa que no debe tener simultáneamente otra nacio-
216
Ver capítulo 3.
217
Véase el capítulo 13.
410 Eduardo Andrade Sánchez
218
Para mayor detalle, véase el capítulo 13.
219
Véase apartado 7.3
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 411
220
Véase el capítulo 7.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 413
221
En ese país había existido una norma consuetudinaria que evitaba la prolongación por más
de dos periodos, pero Franklin D. Roosevelt, electo por primera vez en 1932, dejó de lado
esa costumbre y fue electo para un cuarto periodo consecutivo en 1944, el cual no concluyó
debido a su muerte. En 1951 se reformó la Constitución para señalar un máximo de dos
periodos.
222
Margaret Tatcher en la Gran Bretaña, ejerció el cargo de Primera Ministra del 4 de mayo de
1979 al 28 de noviembre de 1990; Tony Blair, en el mismo país, del 2 de mayo de 1997 al 27
de junio de 2007, Felipe González en España, del 1º de diciembre de 1982 al 5 de mayo de
1996; Angela Merkel asumió el cargo de Canciller de Alemania el 22 de noviembre de 2005
debiendo concluir después de la elección de septiembre de 2021, en la cual ya no participó.
414 Eduardo Andrade Sánchez
y luego Porfirio Díaz que había proclamado la “No Reelección” como ban-
dera, acabó quedándose en la Presidencia más de 30 años. Por ese motivo
la consigna revolucionaria de Francisco I. Madero fue “Sufragio Efectivo.
No Reelección”, la cual permanece oficialmente como lema del gobierno
de México. A pesar de que la Constitución de 1917 recogió esta aspiración
que había sido uno de los motivos básicos del levantamiento en armas de
1910, no pasó mucho tiempo antes de que Álvaro Obregón lograra la mo-
dificación del texto constitucional por reforma del 22 de enero de 1927
que permitiría la reelección por una sola ocasión y siempre que no fuera
para el periodo inmediato, siguiendo el mismo camino que había empleado
Díaz para perpetuarse en el poder. La reforma mencionada precisaba que
después de terminado el segundo mandato, quien lo ejerciera quedaba defi-
nitivamente incapacitado para volver a ser Presidente.
Antes de reelegirse sobre esa base, se promovió una nueva modificación
al art. 83 publicada el 24 de enero de 1928 que eliminaba esa limitación re-
ferente a que la reelección solo podría ser por un periodo, si bien se mante-
nía la prohibición para que operase en el inmediato siguiente. En esa misma
reforma de 1928 se amplió el término del ejercicio presidencial a seis años
pues hasta entonces se había fijado en cuatro. Obregón se hizo reelegir en
1928, después de un primer periodo presidencial concluido en 1924, pero
fue asesinado en julio de 1928, lo que evitó que tomara nuevamente pose-
sión. A partir de este episodio se consagró de manera tajante en el art. 83,
mediante la reforma del 29 de abril de 1933, el principio de la No Reelec-
ción absoluta:
El ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de la Re-
pública, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto,
o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo Federal, en nin-
gún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto.
Esto significa que quien ocupe una vez la titularidad del Ejecutivo, así sea
por unos cuantos minutos —como ocurrió con Pedro Lascuráin en su des-
afortunado papel de legitimador de la dictadura de Victoriano Huerta—,
no podrá volver jamás a ocupar dicho puesto. Esta disposición genera un
efecto muy interesante en relación con la regla por la cual el Secretario de
Gobernación asume automáticamente la Presidencia en caso de falta abso-
luta de quien la ocupe. En el supuesto de que esto ocurra, dicho Secretario
habría asumido provisionalmente el cargo de Presidente y por lo mismo “en
ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto.”
Siendo esto así, tal persona tampoco podría volver a asumir la Secretaría
de Gobernación pues de hacerlo quedaría en la posición de llegar a ocupar
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 415
223
Al respecto consúltense los antecedentes constitucionales del art. 84 en Derechos del pueblo
mexicano. México a través de sus Constituciones , t. IX., 5a. ed., Cámara de Diputados,
México, 2000.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 417
224
Véase el capítulo 7 acerca de cómo opera el Congreso como asamblea única.
418 Eduardo Andrade Sánchez
que pueda identificarse a quien emitió el sufragio. El texto del art. 84 cons-
titucional indica que la elección del Presidente Interino que surja de este
proceso deberá hacerse por mayoría absoluta de votos, esto es más de la
mitad. La Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexi-
canos (LOCG) prevé en su art. 9º que el cálculo debe hacerse respecto de los
miembros presentes en la sesión, aunque indebidamente omitió la referencia
a que la mayoría debe ser absoluta. Independientemente de esa omisión, es
claro que priva lo indicado en el texto constitucional.
Debido a que el procedimiento a seguir no se encuentra regulado ni en la
LOCG, ni en una ley reglamentaria, en tal eventualidad el Congreso tendría
que ponerse de acuerdo sobre las reglas por aplicar, lo cual resulta particu-
larmente difícil en un ambiente de alta pluralidad y tensión política. Así, por
ejemplo, parece conveniente poner alguna regla acerca de cómo se pueden
proponer candidatos y si estos tienen necesariamente que dejar los cargos
de los cuales se exige separarse cierto tiempo antes de la elección.225
Asimismo, es necesario prever un mecanismo de segunda vuelta de vota-
ción si ninguno de los propuestos obtiene la mayoría absoluta de votos en
una primera ronda. Los dos precedentes más cercanos que se remontan a
1928 y 1932 cuando el Congreso nombró respectivamente a Emilio Portes
Gil como interino y a Abelardo L. Rodríguez como sustituto, no son orien-
tadores porque tales elecciones estuvieron políticamente controladas por
“el hombre fuerte de la Revolución”, Plutarco Elías Calles, durante la época
del llamado Maximato y no se dio una competencia plural entre diversas
fuerzas políticas.
El Presidente designado por el Congreso de acuerdo con esta hipótesis
se denomina Interino puesto que durará en el cargo el tiempo que medie
entre su nombramiento y la toma de posesión del Presidente que resulte de
la elección extraordinaria a la que debe convocar el Congreso. Quien triun-
fe en dicha elección extraordinaria cubrirá el periodo que reste del sexenio
que esté transcurriendo.
La convocatoria para la referida elección extraordinaria deberá ser ex-
pedida por el Congreso, dentro de los 10 días siguientes a la designación del
Presidente Interino. Debe entenderse, por el contexto de la regulación que
comentamos, que la aprobación de dicha convocatoria debe hacerse con el
Congreso reunido también como Asamblea Única.
Probablemente en razón del ambiente de inquietud e inestabilidad po-
lítica que puede imperar en el caso de una elección de esta índole la Cons-
225
Véase supra, apartado 10.5.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 419
226
La LOCG prevé en su art. 9o que esta convocatoria no podrá ser vetada por el Presidente
Interino.
420 Eduardo Andrade Sánchez
que estos influyeran en los legisladores a fin de bloquear la elección del pre-
sidente sustituto o interino, en su caso.
Una situación similar a la falta absoluta a la que alude el artículo 84,
es la prevista en el art. 85, que contiene tres hipótesis: a) que no estuviere
hecha o declarada válida la elección antes de iniciarse un periodo constitu-
cional; b) la falta absoluta del presidente electo; y c) la falta temporal del
presidente.
La Norma Suprema trata de evitar una indebida prolongación del pe-
riodo del Presidente en funciones por la vía de impedir la realización de las
elecciones, o bien que habiéndose efectuado estas, no se realice la califica-
ción del proceso electoral y la declaración de Presidente Electo por el Tribu-
nal Electoral del Poder Judicial de la Federación, eso es lo que significa que
la elección no esté declarada válida. En esa hipótesis el titular del Ejecutivo
debe separarse de su función al concluir su período, y si permanece, sus
actos serán ilegales y, por tanto, nulos.
En el primer supuesto, el Congreso debe nombrar un presidente interino
antes de que se inicie el sexenio correspondiente. A partir de la vigencia de
la Constitución de 1917, solo ha sucedido una vez que el presidente electo
no pudo asumir el cargo: esto ocurrió con motivo del asesinato de Álvaro
Obregón.
En el caso de que no exista un presidente electo para iniciar el nue-
vo periodo debe entenderse que el Congreso que sea producto del proceso
electoral efectuado en junio del mismo año que debería elegirse presidente,
y que inicia sus funciones el 1º de agosto, sea el que designe un presidente
interino para el inicio del siguiente sexenio. Esta designación no puede ser
hecha por el Congreso que está a punto de terminar su función puesto que
puede haber una nueva configuración de la legislatura que refleje la vo-
luntad electoral y esta debe servir de base para la referida designación de
presidente interino.
Como se dijo, la condición ineludible de las hipótesis previstas en el art.
85, es la no prolongación del periodo del presidente en funciones, esto es,
una vez concluido el término para el cual fue elegido, este deberá cesar en el
cargo. Aunque el presidente electo hubiese muerto, el presidente en funciones
por ningún motivo puede permanecer en él, por lo que, en la segunda de las
hipótesis señaladas, se prevé que asuma provisionalmente la Presidencia de la
República el presidente de la Cámara de Senadores. En ese caso, el Congreso
deberá nombrar un presidente interino siguiendo las reglas del art. 84. Esta
hipótesis de falta absoluta puede provenir de que el presidente interino electo
por el congreso antes de la fecha de toma de posesión no pueda acceder a la
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 421
misma en razón de alguna de las causas que dan lugar a dicha falta absoluta,
o bien, que no se haya efectuado la designación de dicho presidente interino.
En tal circunstancia, al inicio del nuevo periodo, asume la Presidencia de la
República el presidente del Senado. La eventual razón de que sea éste último
el que asuma la presidencia puede derivar de una previsión en el sentido
de que el presidente de la Cámara de Diputados, que preside el Congreso,
intentara impedir la designación del presidente interino, con el propósito de
ocupar el cargo al llegar la fecha de toma de posesión.
Las razones que pueden dar lugar a la falta absoluta del Presidente de la
República son: la muerte, la renuncia, la revocación del mandato y la des-
titución por condena penal impuesta por el Senado en los términos de los
arts. 108, 110 y 111 constitucionales.227
La muerte no se menciona expresamente en la Constitución pero es, con
toda evidencia, una causa de falta absoluta. La renuncia está prevista en el
art. 86 en el que se indica que “el cargo de Presidente de la República sólo es
renunciable por causa grave que calificará el Congreso de la Unión, ante el
que se presentará la renuncia”. La gravedad de la causa no está prevista en
ninguna regulación secundaria y queda a juicio del Congreso determinarla,
lo cual es una solución constitucional correcta pues se trata de un asunto
esencialmente político que escapa a precisiones jurídicas previsibles.
La sola presentación de la renuncia implica la existencia de una grave
situación política, sea por una causa natural como una enfermedad incapa-
citante o por un serio conflicto que genera tal conducta presidencial. Por
eso queda a juicio del Congreso la apreciación de la gravedad de la causa.
La fracc. xvii del art. 73 faculta al Congreso de la Unión para aceptar la
renuncia al cargo de presidente de la República. el art. 86 constitucional no
prevé expresamente si al conocer de la mencionada renuncia el Congreso
de la Unión debe actuar como una asamblea única o resolver cada cámara
por separado; sin embargo, la Ley Orgánica del Congreso indica que las
dos cámaras deben actuar de manera conjunta. Así se actuó en la práctica
con motivo del único caso de renuncia a la Presidencia de la República que
se ha producido desde que entró en vigor la Constitución de 1917, el del
ingeniero Pascual Ortiz Rubio, quien dimitió en 1932.
A diferencia de lo que ocurre para la designación del presidente interino
o sustituto hecha por el Congreso de la Unión, la cual requiere un quórum
calificado de dos terceras partes del total de los miembros de cada cámara,
la aceptación de la renuncia del presidente de la República puede ser resuel-
227
Véase el capítulo 17.
422 Eduardo Andrade Sánchez
228
En 1996 llegó a la Presidencia de ese país un excéntrico personaje llamado Abdalá Bucaram
quien en febrero de 1997 fue destituido por el congreso en virtud de considerar que sufría
“incapacidad mental”, sin examen médico alguno.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 423
funciones que abarcan, entre otras muy importantes, las obras y los servi-
cios públicos.
De acuerdo con el art. 90, la administración pública se divide en cen-
tralizada y paraestatal. La centralizada está constituida por las depen-
dencias que sirven directamente a la Presidencia de la República en las
distintas ramas de su actividad y se conocen como Secretarías de Estado.
La administración pública paraestatal se conforma por organismos que
cuentan con personalidad jurídica y patrimonio propio para el desempeño
de determinadas funciones específicas, de carácter económico, de tipo pro-
ductivo, de servicios, de carácter educativo o bien para hacerse cargo de una
función estatal que requiere un cierto margen de autonomía.
La Ley Orgánica a la que alude el art. 90 es la Ley Orgánica de la Admi-
nistración Pública Federal (LOAPF) (TMX259,905), su misión es organizar las
tareas asignadas al Poder Ejecutivo. No deben confundirse estos dos con-
ceptos, el Ejecutivo es un poder del Estado depositado en una sola persona;
la Administración Pública es el aparato burocrático que sirve al Ejecutivo
para el desempeño de sus funciones. El Presidente de la República es el jefe
de la Administración Pública Federal, compuesta por multitud de funciona-
rios que no comparten el Poder Ejecutivo sino que simplemente están a su
servicio.
Es necesario tener en cuenta que las Secretarías de Estado se denominan
también Secretarías del Despacho y sus titulares se conocen indistintamente
como secretarios de Estado o secretarios del Despacho, ya que de las dos
formas se refiere a ellos la Constitución.
El propio texto constitucional remite a la legislación ordinaria, ya sea a
la propia LOAPF o a las leyes específicas que crean entidades paraestatales,
que determinen las relaciones entre estas y el Ejecutivo Federal o con las
Secretarías de Estado. Ello tiene por objeto posibilitar lo que se llama la
sectorización, consistente en asignar a determinadas Secretarías de Estado
la responsabilidad de coordinar y supervisar los trabajos de diferentes enti-
dades paraestatales.
En la estructura del Poder Ejecutivo se encuentran también órganos que
desempeñan funciones de procuración e impartición de justicia. Así, entre
los primeros están la Procuraduría Federal del Consumidor, la Procuraduría
de la Defensa del Trabajo, la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente
y la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de
Servicios Financieros (Condusef). Entre los segundos, que constituyen órga-
nos con capacidad decisoria no sujeta a la conducción del Ejecutivo, está el
Tribunal Agrario y el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 425
libremente por éste. Para ser Consejero Jurídico se deben cumplir los mismos
requisitos que para ser Fiscal General de la República.”
Con este vago sustento legal han proliferado funcionarios que ejercen un
poder real a nombre del Presidente, sin tener que comprometer su respon-
sabilidad mediante el refrendo. Curiosamente existe un jefe de la Oficina de
la Presidencia que uno pensaría que por definición no puede ser otro que el
propio Presidente. Existen bajo esta cobertura legal multitud de cargos de
“coordinación” como la de Asesores, la de Comunicación Social y otras.229
10.10. EL REFRENDO
Esta institución es considerada también como un rasgo parlamentario en
el sistema presidencial mexicano. En realidad se trata de una reminiscencia
monárquica tendiente a eximir de cualquier responsabilidad jurídica al mo-
narca por sus actos de gobierno, los cuales, si bien emanan de la voluntad
del rey, son responsabilidad de sus ministros.230
Esta teoría subyace en la figura del refrendo y de ahí deriva que al Pre-
sidente de la República no se le pueda exigir ninguna responsabilidad ad-
ministrativa o política y sólo pueda ser juzgado penalmente por delitos que
hubiere cometido.231 El refrendo consiste en lo dispuesto por el art. 92 cons-
titucional que dice: Todos los reglamentos, decretos, acuerdos y órdenes del
Presidente deberán estar firmados por el Secretario de Estado a que el asun-
to corresponda, y sin este requisito no serán obedecidos. Además, existe
229
Sobre la Oficina de la Presidencia, véase Salvador Nava Gomar, “Disfunción y deficiencias
en las relaciones del Ejecutivo con el Legislativo en México”, en Relaciones entre gobierno y
Congreso. Memoria del VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 2002, pág. 463.
230
Consultar Jorge Carpizo, El presidencialismo mexicano, Siglo XXI, México, 2002, pág. 33.
231
Véase el capítulo 17.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 429
232
Véase el apartado 8.2.4.
233
Consúltese la Tesis de jurisprudencia P./J. 62/2007 Comisión Federal de Telecomunicacio-
nes. La objeción por el senado a los nombramientos de sus comisionados, prevista en el
artículo 9o-C, último párrafo, de la Ley Federal de Telecomunicaciones, viola los artículos
49 y 89, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Novena
Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, t. XXVI, diciembre de 2007,
pág. 965. Hoy en día la referida Comisión es un organismo constitucionalmente autónomo.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 431
está actuando como una autoridad frente a los destinatarios de sus actos,
por tanto, solo puede exigirse que el nombramiento o la remoción estén
fundados, es decir, que exista una norma que le faculte para hacerlo y, de
hecho, esa norma es el art. 89, salvo que exista otra en la Constitución o
las leyes que indique otra forma de designación o remoción. Empero, el
nombramiento o la remoción son libres en cuanto son actos que no re-
quieren de motivación, esto es, el Presidente no tiene obligación de expli-
car motivos o razones de su determinación para nombrar a alguien en un
puesto o para removerlo. Es claro que la libertad de nombramiento está
sujeta a que el nombrado cumpla con los requisitos de ley para desempe-
ñar el cargo. La expresión libremente también significa: sin intervención
de ninguna otra autoridad.
Con base en el art. 89, el Presidente puede nombrar y remover libremen-
te a los secretarios del Despacho. En otros casos la remoción es libre pero
no el nombramiento, que debe ser aprobado o ratificado por la Cámara de
Diputados o por el Senado; en el caso de éste se trata de los nombramientos
del Secretario de Relaciones Exteriores, los embajadores y cónsules genera-
les; los Coroneles y demás oficiales superiores del Ejército, Armada y Fuerza
Aérea Nacionales (incluye a los generales de diverso rango). La fracc. IX del
art. 89 señala: “Intervenir en la designación del Fiscal General de la Repú-
blica y removerlo, en términos de lo dispuesto en el artículo 102, Apartado
A, de esta Constitución;”
La designación del secretario de hacienda debe ser ratificada por la
Cámara de Diputados, y con base en el Acuerdo publicado en el DOF
el 16 de noviembre de 2018, los Empleados superiores de Hacienda que
requieren ratificación de la Cámara de Diputados son: los Subsecretarios
de Hacienda y Crédito Público; de Egresos y de Ingresos; el Procurador
Fiscal de la Federación; el Tesorero de la Federación; los Administradores
Generales de Recaudación; de Auditoria Fiscal Federal; de Aduanas; del
Jurídico y de Grandes Contribuyentes; el Jefe del Servicio de Administra-
ción Tributaria; los Jefes de Unidad de Crédito Público y de la Unidad
de Coordinación con Entidades Federativas; y el Titular de la Unidad de
Inteligencia Financiera.
No debe confundirse la aprobación con la ratificación; la primera su-
pone que mientras el Senado no apruebe el nombramiento el designado no
puede tomar posesión, en tanto que la ratificación implica que el nombra-
miento surte sus efectos de inmediato, pero queda sujeto a que el Senado lo
ratifique o no. Si se da el segundo caso, el nombrado debe retirarse del car-
go, pero sus actos son válidos, y debe hacerse una nueva designación. Esta
situación la aclara el propio art. 89 al decir: Los Secretarios de Estado y los
432 Eduardo Andrade Sánchez
234
Véase el capítulo 11.
434 Eduardo Andrade Sánchez
leyes que rigen tales organismos, aunque, como ya se ha dicho, si la ley nada
dijera, la propia Constitución sería la base de tal designación.
235
Para quien se interese en este tema y sus características en Estados Unidos, donde se ha desa-
rrollado ampliamente el concepto, puede consultar Barry M. Blechman, Política y seguridad
nacional, Gernika, México, 1990.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 435
236
Sobre este tema recomiendo la lectura de Sergio García Ramírez, La Corte Penal Internacio-
nal, Instituto Nacional de Ciencias Penales, México, 2002.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 437
237
Véase el capítulo 9.
238
Ignacio Burgoa, Derecho constitucional mexicano, Porrúa, México, 1973, pág. 846.
438 Eduardo Andrade Sánchez
tos federales. Esta figura “no modifica los términos de la sentencia que con
autoridad de cosa juzgada impuso al reo una determinada pena [...] sólo
afecta a la ejecución de la pena... [y] tiene su justificación, como medio de
evitar la imposición de penas por errores judiciales, o bien atenuar una pe-
na excesiva o simplemente conmutarla o eliminarla por consideraciones de
conveniencia social o política”.239
En este mismo apartado cabe reiterar la mención ya hecha en el pun-
to relativo a la política exterior, acerca de la Corte Penal Internacional.
Corresponden asimismo a esta área las atribuciones en materia de con-
venios con los estados para el traslado de reos a penales federales o el
intercambio de sentenciados por medio de tratados internacionales, pre-
vistos en el art. 18, así como la tramitación de las extradiciones regulada
por los arts. 15 y 119.
10.11.E.Facultades de excepción
En este rubro caben los casos en que el Ejecutivo actúa en circunstancias
excepcionales en las que se deja de aplicar el régimen jurídico general de
protección a los derechos humanos. La más trascendente es la contenida en
el art. 29, en virtud de la cual el Ejecutivo puede proponer la suspensión o
restricción del ejercito de los derechos y de las garantías, en forma total o
parcial, en todo o en parte del territorio nacional. Por su naturaleza igual-
mente excepcional debe incorporarse en esta clasificación la atribución de
expulsar a extranjeros contenida en el art. 33.240
239
Enrique Pérez de León, Notas de Derecho constitucional administrativo, Porrúa, México,
1993, pág. 154.
240
Véase el capítulo 13.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 439
241
Jorge Carpizo, op. cit.
242
Véase mi Introducción a la ciencia política, op. cit., en lo referente a los partidos políticos en
México.
440 Eduardo Andrade Sánchez
nes, señalando que dicha alocución tendría por objeto manifestar “el estado
que guarda el país”. En el propio artículo se mantenía la disposición de que
el Presidente del Congreso contestara en términos generales.
El proyecto de Constitución enviado por Venustiano Carranza al Con-
greso Constituyente de 1916-1917, introdujo la modificación consistente en
suprimir como obligación expresa la de pronunciar un discurso, colocando
en su lugar la de presentar un informe por escrito “sobre el estado general
que guarde la administración pública del país”. Según el proyecto, el Pre-
sidente también estaba obligado a asistir a la apertura de los periodos ex-
traordinarios de sesiones y explicar ante las Cámaras “las razones o causas
que hicieron necesaria su convocación y el asunto o asuntos que ameriten
una resolución perentoria”. El Congreso Constituyente aprobó el art. 69 en
los términos que lo presentaba el proyecto de Venustiano Carranza, pero en
1923 se introdujo una reforma constitucional a fin de eliminar la obligación
que tenía el Presidente de asistir a la apertura de un periodo extraordinario.
La Constitución de 1917 desapareció la referencia al discurso pero man-
tuvo la obligación de que el presidente se presentara a la apertura de sesio-
nes, la cual fue suprimida por la mencionada reforma de 2008, debido a que
las pugnas entre los distintos partidos produjeron situaciones muy tensas,
en las que el titular del Ejecutivo no tenía condiciones propicias para estar
presente en el inicio de trabajos del Congreso. En 2006 a Vicente Fox ni si-
quiera le permitieron entrar al salón de sesiones, y en 2007, Felipe Calderón
apenas pudo decir unas cuantas palabras desde su lugar en el presidium pa-
ra hacer entrega del informe. Los legisladores, en lugar de avanzar hacia un
formato en el que el Presidente pudiera contestar preguntas formuladas por
aquellos, prefirieron suprimir la obligación de que estuviera presente, aun-
que la manera como quedó redactado el texto deja abierta la posibilidad de
que en el futuro vuelva a acudir para hacer entrega del informe.
Aunque la Constitución no establece que el Presidente deba dar un men-
saje hablado, el art. 7º de la LOCG da margen para interpretar que existe
esa posibilidad, al señalar que “no procederán intervenciones o interrupcio-
nes por parte de los legisladores”.
Se ha planteado la posibilidad de que se modifique este formato para
que exista un intercambio de impresiones del Presidente con los legislado-
res. Pero se debe tomar en cuenta la naturaleza del régimen presidencial
adoptado por México,243 en el que el Presidente como Jefe de Estado y de
Gobierno actúa con independencia del Poder Legislativo, de modo que no
243
Véanse capítulos 4 y 5.
10. El Poder Ejecutivo y los organismos autónomos 441
financiera, así como la tarea de prestar otros servicios financieros por los
que generalmente se cobran comisiones exageradas.
El banco es conducido por una Junta de Gobierno de cinco miembros,
encabezada por un gobernador. La renovación escalonada significa que ca-
da dos años se sustituye a un integrante, de modo que los que permanecen
le den continuidad al órgano.
La conducción autónoma del banco, según lo dispuesto por el art. 28
constitucional
... estará a cargo de personas cuya designación será hecha por el Presi-
dente de la República con la aprobación de la Cámara de Senadores o
de la Comisión Permanente, en su caso; desempeñarán su encargo por
periodos cuya duración y escalonamiento provean al ejercicio autóno-
mo de sus funciones; solo podrán ser removidas por causa grave y no
podrán tener ningún otro empleo, cargo o comisión, con excepción de
aquellos en que actúen en representación del banco y de los no remune-
rados en asociaciones docentes, científicas, culturales o de beneficencia.
244
Véase el apartado 11.5.1
245
Para una amplia exposición de la historia de esta figura consúltese la obra coordinada por
mí: Apuntes y documentos para la historia de la Procuraduría General de la República, PGR,
México, 1987.
458 Eduardo Andrade Sánchez
246
Consúltese el excelente trabajo de Jorge Fernández Ruíz sobre este tema: La Autonomía de
la Auditoría Superior de la Federación y de la Procuraduría General de la República, en la
Biblioteca Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2739/11.pdf Consultada el 30 de
agosto de 2021.
460 Eduardo Andrade Sánchez
ministrativos del Poder Ejecutivo ni para duplicar las funciones. Sin embar-
go, absurdamente se da por sentado que los funcionarios que elegimos no
merecen nuestra confianza. Entonces, cabría preguntarse si conviene seguir
desconfiando del sistema democrático para establecer métodos de selección
aristocrática que se supone ya están históricamente superados ¿o no?
11. La función jurisdiccional del Estado
Cuando dos o más sujetos alegan derechos a su favor que resultan con-
tradictorios es preciso determinar, con base en la ley, cuál es el interés que
debe prevalecer y en qué proporción. También la función judicial implica la
determinación de una sanción por parte de un órgano del Estado aplicable
a una persona física o moral que ha infringido la ley. En nuestro Derecho
constitucional esta función se encarga a distintos órganos, algunos de ellos
constituyen formalmente el Poder Judicial que se desdobla en los dos ám-
bitos de gobierno, así hay un conjunto de órganos que ejercen el Poder
Judicial de la Federación y otro que en cada entidad federativa desempeña
el Poder Judicial.
La función judicial del Estado no se encuentra totalmente concentrada
en la estructura formal del Poder Judicial de la Federación y de las entidades
federativas, ya que existen instituciones de administración de justicia fuera
del Poder Judicial, como el Tribunal Agrario y el Tribunal Federal de Con-
ciliación y Arbitraje.
La administración de justicia abarca, por una parte, la procuración de
justicia y por otra la impartición de la misma.
La procuración de justicia implica la acción tendiente a movilizar a otra
institución del Estado para que aplique la ley a fin de sancionar a alguien
o para que resuelva un conflicto en el que un determinado interés puede
encontrarse en desventaja. La procuración de justicia forma parte de la fun-
ción judicial, al grado de que constitucionalmente se regula en el capítulo
del Poder Judicial. No obstante, la institución del Ministerio Público tiene
el carácter de organismo constitucional autónomo. Esta situación muestra
la vinculación de esta tarea con la función judicial, aunque se ha conside-
rado que la procuración de justicia debe estar separada de la impartición,
para que los jueces no sean a la vez persecutores. De cualquier modo, es
necesario, en esa relación conceptual, estudiar la procuración de justicia en
este capítulo.
466 Eduardo Andrade Sánchez
247
Véase el apartado 10.9.
11. La función jurisdiccional del Estado 467
248
Véase el capítulo 17.
468 Eduardo Andrade Sánchez
249
Véase Legislative History of the United States Circuit Courts of Appeals, and the judges
who served during the period 1801 through March 1958, United States Congress, Senate
Committee on the Judiciary, U. S., Govt. Print. O ., Washington, 1958.
11. La función jurisdiccional del Estado 469
250
Véase más adelante en este mismo capítulo lo relativo a esta facultad en relación con dicho
órgano.
11. La función jurisdiccional del Estado 473
251
El texto original de la Constitución de 1917 preveía la elección de los ministros por el Con-
greso de la Unión a propuesta de las Legislaturas de los estados. Véase Felipe Tena Ramírez,
Leyes Fundamentales de México, op. cit., pág. 916. Respecto de los supuestos constituciona-
les del diseño de la Suprema Corte de Justicia en el Congreso Constituyente de Querétaro,
véase José Ramón Cossío, La teoría constitucional de la Suprema Corte de Justicia, Doctrina
Jurídica Contemporánea, Distribuciones Fontamara, S. A., México, 2002, pág. 22.
11. La función jurisdiccional del Estado 475
Esto significa que el Presidente nombra tres candidatos que deben reunir
los requisitos que se analizarán en el siguiente apartado, y de entre ellos el
Senado elegirá a quien deba cubrir la vacante.
Las personas propuestas deberán comparecer previamente, lo cual supo-
ne que se presenten ante los senadores, para que estos puedan constatar la
idoneidad de los aspirantes. Esta presentación debe comprender una expo-
sición de la idea que el propuesto tiene sobre su misión como ministro y la
respuesta a distintas preguntas formuladas por los legisladores. La compa-
recencia prevista en la Constitución, aunque no se diga expresamente, fue
concebida como una intervención efectuada ante el Pleno, frente al cual
puede valorarse, en su mayor expresión, la capacidad de cada integrante
de la terna propuesta por el Presidente, tan es así que en el primer ejercicio
de designación de 1995 todos los propuestos comparecieron ante el Pleno,
pero esa práctica se abandonó más adelante y en subsecuentes nombra-
mientos los integrantes de las ternas solo comparecieron ante comisiones
del Senado. El procedimiento para estas designaciones se encuentra en los
artículos 255 y sigs. del Reglamento del Senado de la República en el cual
no se especifica ante quién debe efectuarse la comparecencia. Sería conve-
niente que las comparecencias recuperaran su sentido original, a fin de que
se efectúen ante el Pleno, lo que además de representar una jerarquía supe-
rior y significar una prueba de mayor nivel, implica la posibilidad de una
mayor difusión en los medios, con lo cual cada candidato está sujeto a un
más sano escrutinio público.
Si no se alcanza la votación requerida o el Senado no está conforme
con la integración de la terna, esta puede ser rechazada por dicho cuerpo
colegiado.
La decisión respecto a la designación debe ser tomada por el Senado,
según indica el párrafo primero del art. 96, dentro del “improrrogable plazo
de treinta días” que deben entenderse como hábiles y computarse a partir
del siguiente a aquel en que reciba la terna propuesta por el Presidente de la
República, para tomar una determinación, sea la de nombrar al ministro de
entre los propuestos, o bien la de rechazar la totalidad de la terna. Si dentro
de dicho plazo el Senado no resuelve, entonces el Presidente designa a quien
deba ocupar el cargo, de entre la misma terna que sometió a consideración
del Senado.
476 Eduardo Andrade Sánchez
252
Véase el capítulo 13.
253
Véase el apartado 10.5 en relación con los requisitos para ser Presidente de la República.
11. La función jurisdiccional del Estado 477
254
Véase Stephen L. Carter, The Confirmation Mess, Basic Books, EUA, 1994.
11. La función jurisdiccional del Estado 479
255
Véase el capítulo 17.
480 Eduardo Andrade Sánchez
Con esta composición se pretende que intervengan los tres poderes a efec-
to de garantizar un equilibrio y la posibilidad de seleccionar a los miembros
de entre diversos medios jurídicos y no sólo del gremio judicial. Es importan-
256
Véase Juan José González Rivas, Derecho constitucional, J. M. Bosch Editor, Barcelona,
1997, págs. 257 y siguientes.
482 Eduardo Andrade Sánchez
257
Véase el capítulo 17.
258
Véase el apartado 11.4.2.
11. La función jurisdiccional del Estado 483
259
Sobre cómo operaba este método y sus deficiencias, véase Melgar Adalid, El Consejo de la
Judicatura Federal, Porrúa, México, 1997, pág. 103.
484 Eduardo Andrade Sánchez
260
Sobre la primera expansión de esta figura en las entidades federativas, consúltese Los Con-
sejos Mexicanos de la Judicatura. Régimen jurídico, Consejo de la Judicatura Federal, The-
mis, México, 1996.
11. La función jurisdiccional del Estado 487
261
Regulado en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y en la Ley General de
Medios de Impugnación en Materia Electoral.
488 Eduardo Andrade Sánchez
262
Para profundizar en materia de nulidades, consúltese Ma. Macarita Elizondo Gasperín,
Causales de Nulidad Electoral. Doctrina Jurisprudencial, Tribunal Estatal Electoral de Chi-
huahua, México, 2006.
263
Véase el capítulo 7.
494 Eduardo Andrade Sánchez
Este cómputo tiene lugar una vez resueltas, en su caso, las impugnacio-
nes que se hubieren interpuesto. Esto quiere decir que se faculta al Tribunal
Electoral a realizar una labor de índole administrativa electoral, que es la
realización de dicho cómputo, atribución que antes correspondía a la Cá-
mara de Diputados erigida en Colegio Electoral. De acuerdo con el texto
constitucional, se plantean dos hipótesis:
a) Que no existiere ninguna impugnación a la elección presidencial, en cuyo
caso no habría ningún conflicto que resolver, sino simplemente sumar las canti-
dades de votos obtenidos en todos los distritos del país por los candidatos parti-
cipantes y declarar a aquel que hubiese resultado triunfador.
Deben deslindarse dos tareas de cómputo relativas a la elección pre-
sidencial: una primera que adjudica la propia Constitución en el art. 41
al Instituto Nacional Electoral (INE), cuando señala que este realizará el
cómputo de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos en
cada uno de los distritos electorales uninominales a través de los consejos
distritales de dicho Instituto. De tal suerte, este órgano tiene la función de
efectuar el cómputo de los votos emitidos para Presidente de la República
en cada distrito, pero a partir de ese momento entra en operación una se-
gunda tarea computacional puesto que los resultados tienen que ser remiti-
dos al Tribunal Electoral para que este efectúe el denominado cómputo final
y declare triunfador al que tenga la mayoría de votos.
11. La función jurisdiccional del Estado 497
264
El dictamen y la Declaratoria de Presidente Electo de Andrés Manuel López Obrador puede
consultarse en: https://www.te.gob.mx/Informacion_juridiccional/sesion_publica/ejecutoria/
sentencias/SUP-EEP-0001-2018.pdf Consuktada el 30 de agosto de 2021.
498 Eduardo Andrade Sánchez
11.7. LA JURISPRUDENCIA
La jurisprudencia en términos generales es la fuente de derecho derivada
de las sentencias emitidas por los juzgadores, pero en sentido estricto es
aquella a la que alude el art. 94 del modo siguiente: “La ley fijará los térmi-
nos en que sea obligatoria la jurisprudencia que establezcan los Tribunales
del Poder Judicial de la Federación sobre la interpretación de la Constitu-
ción y normas generales, así como los requisitos para su interrupción.” Las
normas generales aquí mencionadas abarcan a leyes y reglamentos federales
o locales y tratados internacionales celebrados por el Estado mexicano
Así entendida, la jurisprudencia se refiere a las resoluciones de los órga-
nos judiciales de mayor rango cuyo sentido se vuelve obligatorio para los
de nivel inferior. La Ley de Amparo (arts. 215 y s.s.) establece tres tipos de
jurisprudencia:
500 Eduardo Andrade Sánchez
a) Por precedentes obligatorios. Estos son los casos resueltos por el Pleno
de la Corte con por lo menos ocho votos a favor, o por las Salas con
por lo menos cuatro.
b) Por reiteración, que es la establecida por los Tribunales Colegiados
de Circuito cuando sustentan por unanimidad un mismo criterio en
cinco sentencias no interrumpidas por otra en contrario. Se le llama
por reiteración, debido a que se produce por la repetición de un crite-
rio en casos similares que se resuelvan del mismo modo cinco veces
consecutivas.
c) Por contradicción de criterios, esta se crea mediante las resoluciones
que resuelvan las contradicciones de criterios emitidos por diversos
órganos jurisdiccionales. El Pleno de la Suprema Corte resuelve las
que ocurran entre las Salas. El propio Pleno o las Salas, las que se
produzcan entre Plenos Regionales o entre Tribunales Colegiados de
Circuito pertenecientes a distintas regiones. Los Plenos Regionales
dilucidan las ocurridas entre Tribunales Colegiados de Circuito de
su propia región. Cuando los órganos judiciales sostienen criterios
diferentes, de acuerdo a la competencia de quienes son sus superiores
jerárquicos, como se ha indicado previamente, estos determinan en
una sola ocasión cuál es el criterio que debe prevalecer. En la jurispru-
dencia por contradicción lo que resuelva el órgano correspondiente
no afecta las sentencias contradictorias que le dieron lugar, incluso
aquella que contenga el criterio rechazado queda firme.
De ahí que sea muy importante para los abogados verificar el día en que
se ha publicado una jurisprudencia en el Semanario Judicial de la Federación,
ya que a partir de ahí será obligatorio su acatamiento por los órganos ju-
risdiccionales que deban respetarla, pero no deberán aplicarla a situaciones
acontecidas antes de dicha publicación; lo cual tampoco significa que me-
diante razonamientos aplicables al asunto del que conocen, llegue a una so-
lución igual o similar a la que se estableció en la jurisprudencia. Tratándose
de la materia electoral se publicará en el órgano de difusión del Tribunal, de
acuerdo con el art. 214 de la LOPJF in fine.
El Tribunal Electoral previsto en el artículo 99 también tiene capacidad
de establecer jurisprudencia en los términos de los artículos 214 a 217 de
11. La función jurisdiccional del Estado 501
Órganos facultados:
- Pleno de la Suprema Corte;
- Salas de la Suprema Corte;
- Plenos de Circuito;
- Tribunales Colegiados de Circuito,
- Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federa-
ción y sus Salas Regionales.
Órganos obligados:
- Salas de la Suprema Corte
- Tribunales Colegiados de Circuito
502 Eduardo Andrade Sánchez
estará vinculada por sus precedentes en los términos antes descritos, incluso
cuando éstos se hayan emitido con una integración de Ministras y Minis-
tros distinta.” Para salvar esta antinomia debe interpretarse que mientras no
se modifiquen los criterios, el pleno y las salas de la corte deben mantener su
apego a los precedentes establecidos sin que se pueda justificar una modifi-
cación solamente porque cambió la integración en cuanto a los miembros
que integran la salas y el pleno. No obstante, evidentemente mediante la
argumentación necesaria los precedentes pueden ser abandonados y esta-
blecerse nueva jurisprudencia.
265
Véase la tesis P./J. 14/2002, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, t. xv, febrero
2002, pág. 588.
506 Eduardo Andrade Sánchez
266
Véase la página web de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en donde puede con-
sultar la versión estenográfica de esta discusión sobre la naturaleza y los alcances de estos
razonamientos, si bien en relación con un caso de contradicción de tesis vinculado al cues-
tionamiento de la constitucionalidad de leyes electorales, pero que es muy ilustrativo de los
problemas que se producen a partir de la votación de estos criterios generalizados a manera
de normas abstractas desvinculadas del caso concreto.
11. La función jurisdiccional del Estado 507
12.1. CONCEPTO
El concepto defensa de la Constitución “hace referencia a una norma o
a un conjunto de normas —sean constitucionales o no— que tienen como
función responder frente a la infracción de la Constitución, tratando de ga-
rantizar su eficacia como norma suprema del ordenamiento”.267 Dentro de
esta noción deben comprenderse todas las normas que pretenden mantener
dicha eficacia y asegurar la supremacía y permanencia de la Constitución.
Por tanto, artículos que comprenden situaciones de excepción, como el 29
relativo a la suspensión de derechos humanos y el 136, que prevé el resta-
blecimiento del orden constitucional que hubiese sido interrumpido, deben
estudiarse en este tema. También integran el conjunto de normas defensoras
de la Constitución las que se refieren a las responsabilidades de los servido-
res públicos (que abordaremos en el capítulo 17) y la normatividad relativa
a las comisiones de derechos humanos (que abordamos en el capítulo 10).
La defensa de la Constitución surge de la necesidad de hacer efectivo el
principio de supremacía constitucional que ya hemos estudiado,268 pues si la
Constitución es la Norma Suprema a la cual no se puede oponer ninguna
otra del sistema jurídico construido a partir de ella, deben existir mecanis-
mos y procedimientos que aseguren la sujeción de todas las normas jurídi-
cas y los actos de las autoridades a la Constitución. De manera que:
la defensa de la Constitución está formada por el conjunto de nor-
mas, instituciones, medidas y procedimientos que tienen por objeto
garantizar la permanencia y vigencia efectiva de la Constitución, su
operatividad para alcanzar los fines que se propone y la sujeción de
todas las normas jurídicas y los actos de las autoridades, a la letra y
al espíritu de la Constitución.
267
Leonardo Álvarez, “La defensa de la Constitución durante el periodo de entreguerras”, en
Historia Constitucional (revista electrónica), núm. 7, septiembre 2006, Universidad de Ovie-
do. España.
268
Véanse los capítulos 1 y 3.
510 Eduardo Andrade Sánchez
rar una institución como la suspensión de derechos humanos que implica una
modificación temporal del orden constitucional para mantener la unidad y
viabilidad del Estado a través de la preservación de sus elementos, y tam-
bién es necesario incluir en la definición la idea de que las normas jurídicas
y la actuación de los gobernantes deben ser objeto de un control que los
someta a la letra pero también al espíritu de la Constitución, interpretando
esta en su integridad y de acuerdo con los principios y fines que la inspiran.
He destacado la palabra control porque dentro del conjunto de normas,
instituciones (como el amparo), medidas (como la suspensión de derechos
humanos) y procedimientos (como las controversias constitucionales o el
juicio político) existe un subconjunto específico que opera no en los casos
excepcionales o con objeto de sancionar a funcionarios que han incurrido
en desviaciones constitucionales, sino que regularmente busca asegurar el
cumplimiento de la Constitución verificando de manera constante que to-
das las normas secundarias se apeguen a ella y que los gobernantes man-
tengan su conducta de acuerdo con sus normas, principios y fines. Dicho
subconjunto configura lo que denominamos control constitucional o control
de constitucionalidad.
El control de constitucionalidad tiene por objeto verificar que todas
las normas generales como leyes o reglamentos y todos los actos de
autoridad se ajusten a lo dispuesto por la Constitución.
van por tercios cada tres años, a los que se suman los ex presidentes
de la República como miembros de pleno derecho. El Presidente de la
República nombra a tres miembros, incluido el presidente del Conse-
jo; el presidente del Senado a tres más, y el de la Asamblea Nacional
a los otros tres. El mandato de los miembros nombrados es de nueve
años no renovable, su función es incompatible con la de miembro del
gobierno, del Consejo Económico y Social o de responsable de par-
tido político. Además son incompatibles con el ejercicio de cualquier
mandato electoral. La configuración de este cuerpo deriva de la parti-
cipación de los distintos órganos políticos representativos. El carácter
específico de su función controladora de la Constitución y su origen
histórico basado en la idea de que el sistema judicial ordinario no sea
el encargado de esta tarea, le han dado la connotación de órgano polí-
tico, si bien en la práctica se ha ido acercando a la conceptualización
de un tribunal constitucional como los que existen en otras partes de
Europa, con la peculiaridad de que su acción es preventiva. Se some-
ten al control del Consejo de modo obligatorio las leyes orgánicas y
los reglamentos, en tanto que de manera opcional pueden serles remi-
tidas las leyes ordinarias y los tratados internacionales. La solicitud
de control puede ser hecha por el Presidente de la República, el primer
ministro, el presidente del Senado o el presidente de la Asamblea Na-
cional equivalente a nuestra Cámara de Diputados. También puede
pedir la verificación un grupo de 60 diputados o de 60 senadores. El
control se produce después del voto pero antes de la promulgación de
los textos. El Consejo cuenta con un plazo de un mes (que puede ser
de ocho días a petición del gobierno) para juzgar sobre la conformi-
dad de los textos con la Constitución e incluso con su preámbulo, en
particular con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciuda-
dano de 1789.269
• Control por órgano jurisdiccional o control judicial. Consiste en que sea
el Poder Judicial el que resuelva la conformidad de de un acto de
autoridad o de una norma general (ley o reglamento) con la Constitu-
ción. Este método tiene dos expresiones distintas según el número y la
competencia de los órganos que lo ejercen, la del control concentrado
encargado a un órgano único o a un conjunto específico de órganos,
y el control difuso que se encomienda en general a todos los jueces.270
269
Véase la pág. web http://www.conseil-constitutionnel.fr. Consultada el 3 de agosto de 2021.
270
Sobre la dificultad que representa la ineludible carga política de las decisiones del órgano de
control jurisdiccional, véase Pablo Lucas Verdú, Curso de Derecho Político, vol. IV, Tecnos,
512 Eduardo Andrade Sánchez
principios del siglo XIX. Con base en el art. 6º, antes transcrito, John Mar-
shall en 1803 impulsó la resolución del célebre caso Marbury vs. Madison
en el que sobrepuso la decisión de la Corte que presidía, por encima de los
demás órganos constitucionales. La idea no era realmente nueva, ya había
sido enunciada en Inglaterra desde el siglo XVII, pero al final fue dejada de
lado ante la proclamación de la supremacía del Parlamento con motivo de
la Glorious Revolution.273 La resolución del caso Marbury vs. Madison fue la
piedra angular del sistema estadounidense de control constitucional a partir
de la idea de que una norma contraria a la Constitución debe ser nula y por
tanto no debe ser aplicada ni por los jueces ni por las autoridades adminis-
trativas.
Si bien se observa, pese al principio básico de control difuso expuesto
en la redacción de la Constitución de EE.UU., el sistema se comporta final-
mente de modo similar a los de control concentrado, pues la Suprema Corte
estadounidense actúa como órgano de máxima instancia; la diferencia es
que no se trata de un órgano especializado en la justicia constitucional,
sino que a partir de la revisión de diversos casos concretos en ejercicio de
la facultad jurisdiccional general, ejerce una forma concentrada de control
constitucional.
e) Control mixto. En la doctrina se encuentran referencias a este tipo,
en alusión al sistema suizo en el que existe un Tribunal Federal que puede
ejercer el control de constitucionalidad de la legislación cuando surjan con-
flictos de competencia entre autoridades cantonales (locales) y federales o
se controviertan facultades de los cantones en materia de Derecho Público
reclamadas por particulares que estiman se violan sus derechos constitucio-
nales. Este método representa el control judicial, empero el control político se
ejerce directamente por el pueblo en virtud de que dicho tribunal no tiene
competencia para invalidar leyes federales pues la propia Constitución esta-
blece que expresan la voluntad popular, que elige a la Legislatura Federal la
cual se presume que siempre legisla constitucionalmente, es decir, ejerciendo
un control constitucional intrínseco y en última instancia el mismo pueblo
a través del referéndum tiene la atribución de derogar las normas federales.
Otra perspectiva desde la cual se puede considerar el control mixto re-
sultaría aplicable al sistema mexicano, según lo planteó el Ministro Javier
Laynez en la sesión del 28 de septiembre de 2021 a la que aludiremos en-
seguida. Debe indicarse que el propio ministro lo expresó más como una
duda que como una afirmación, al hacer notar que parecería darse una
273
Véase Francisco Fernández Segado, op. cit., pág. 1039.
514 Eduardo Andrade Sánchez
274
Véase Bloque de Constitucionalidad-Concepto en https://www.corteconstitucional.gov.co/
relatoria/2003/C-067-03.htm. Consultada el 3 de agosto de 2021.
275
Véase el capítulo 14.
276
Consultar Luis Favoreu y Francisco Rubio Llorente, El bloque de la constitucionalidad, Uni-
versidad de Sevilla, Cuadernos Civitas, Civitas, 1991; Juan-Sebastian Piniella Sorli, Sistema
de fuentes y bloque de constitucionalidad. Encrucijada de competencias, Bosch, Barcelona,
1994.
518 Eduardo Andrade Sánchez
277
Véase Fajardo Morales, Zamir Andrés: EL CONTROL DIFUSO DE CONVENCIONA-
LIDAD EN MÉXICO: ELEMENTOS DOGMÁTICOS PARA UNA APLICACIÓN PRÁC-
TICA. En https://www.sitios.scjn.gob.mx/reformasconstitucionales/sites/default/files/mate-
rial_lectura/Fajardo%20Control%20Convencionalidad.pdf Consultada el 31 de agosto de
2021.
12. Defensa de la Constitución 519
12.3.1. El amparo
El amparo es un medio de control que tiene por objeto original salvaguar-
dar los derechos humanos consagrados en la Constitución, no obstante, su
protección se extiende a la verificación de todo acto o norma que resulten
contrarios a la Constitución, en virtud de que dentro de dichos derechos se
encuentran el de la exacta aplicación de la ley, así como el del debido proceso
legal en cuanto al cumplimiento en los juicios de las formalidades esenciales
del procedimiento y la obligación por parte de la autoridad de que todos sus
actos estén debidamente fundados, esto es, tengan una base legal explícita, y
278
Véase al respecto el interesante artículo de Federico Ponce Rojas, ex Sub Procurador General
de la República y Presidente de la Academia Mexicana de Derecho Internacional, publicado
en el periódico Excélsior el 31 de mayo de 2013 y consultable en: https://www.excelsior.com.
mx/opinion/federico-ponce-rojas/2013/08/31/916358 Consultada el 30 de agosto de 2021.
También aporta elementos en este sentido Álvaro Paúl Díaz en ANÁLISIS SISTEMÁTICO
DE LA EVALUACIÓN DE LA PRUEBA QUE EFECTÚA LA CORTE INTERAMERICANA
DE DERECHOS HUMANOS en la Revista Chilena de Derecho, vol. 42 No 1, pp. 297–327
[2015].
279
Paúl Diaz, Álvaro; LA CORTE INTERAMERICANA IN VITRO: COMENTARIOS SO-
BRE SU PROCESO DE TOMA DE DECISIONES A PROPÓSITO DEL CASO ARTAVIA.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5639003.pdf Consultada el 31 de agosto de
2021.
520 Eduardo Andrade Sánchez
280
Héctor Fix-Zamudio, voz Amparo en el Diccionario Jurídico Mexicano, Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas, Porrúa–UNAM, México, 1994.
522 Eduardo Andrade Sánchez
281
Véase el capítulo 17.
526 Eduardo Andrade Sánchez
a nuestro sistema jurídico; de manera que eso explica el uso de una termi-
nología tan ajena a lo que efectivamente significa tal concepto.
Se trata en realidad de posibles motivos de discriminación o simplemente
motivos de discriminación que son formas mucho más adecuadas de deno-
minar a las circunstancias de carácter personal que en la práctica se ha de-
mostrado que dan lugar a tratamientos discriminatorios. Las denominadas
en inglés suspect classifications provenían de la clasificación adoptada por
la Suprema Corte estadounidense para atender la posible vulneración de la
garantía de igualdad o Equality Clause.
En ese ámbito se consideraron como posibles motivos de discriminación:
la raza, la religión, el origen nacional y la extranjería. La teoría partía del
hecho de que estas condiciones personales solían dar lugar a diferenciacio-
nes que resultaban discriminatorias por afectar derechos de grupos mino-
ritarios.
De este origen surgió la noción de las mal llamadas “categorías sospe-
chosas” que se extendió doctrinariamente al mundo de habla hispana y dio
lugar a listas de posibles motivos de discriminación que se recogen, tanto
en los tratados internacionales como en nuestro texto constitucional. Al
respecto por ejemplo, el Pacto de San José y el Pacto de Derechos Civiles y
Políticos contienen la siguiente lista de posibles motivos de discriminación:
raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cual-
quier otra condición social. En el Derecho mexicano se indica una relación
de estos posibles motivos de discriminación en el párrafo quinto del artí-
culo primero constitucional, a saber: origen étnico o nacional, género, edad,
discapacidades, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones, pre-
ferencias sexuales, estado civil, cualquier otra que atente contra la dignidad hu-
mana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas. Algunos académicos con mucho juicio han optado por denominar
a estos motivos “categorías protegidas”.282
La última parte del párrafo ha dejado abierta la posibilidad para que las
decisiones jurisprudenciales incrementen la lista de estas categorías que dan
lugar a una rigurosa revisión de las normas legislativas en las que apare-
ce la posibilidad de que constituyan restricciones a los derechos humanos,
282
Véase el libro “DISCRIMINACIÓN. Piezas para armar. Publicado por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación. Capítulo 5. La prueba de la discriminacio n. Ana María Ibarra Olguín.
h
ttps://www.sitios.scjn.gob.mx/cec/sites/default/files/publication/documents/2021-04/Libro_DIS-
CRIMINACION-PIEZAS-PARA-ARMAR_19_ABRIL.pdf. Consultada el 4 de agosto de
2021
530 Eduardo Andrade Sánchez
283
Véase El Test de Escrutinio Estricto en https://www.centroeticajudicial.org/
uploads/8/0/7/5/80750632/el_test_de_escrutinio_estricto.pdf. Consultada el 22 de julio de
2021
12. Defensa de la Constitución 531
recho humano de que se trate, con los costos sociales que ello puede
implicar. Si la disposición pasa las tres pruebas se considerará consti-
tucionalmente válida y si no, se declarará su inconstitucionalidad.
284
Posner, Richard. A, How Judges Think, Harvard University Press, 1a edición, 2010, Cambrid-
ge, Massachusetts.
534 Eduardo Andrade Sánchez
sión llegó a decirse que esta destruía por la tarde lo que la escuela construía
por la mañana. Ello demuestra que no puede desconocerse la incidencia
de los medios de comunicación sobre los procesos educativos y que si una
finalidad imperativa de la Constitución es lograr los fines de la educación,
la participación de los medios de comunicación mediante el cuidado de
lenguaje que emplean para evitar su corrupción, ya sea en función de una
consideración de carácter social sobre los tipos de expresiones y palabras
aceptables o incluso respecto de la corrección gramatical del mismo.
La obligación de propiciar el uso correcto de lenguaje, cuenta con varios
asideros constitucionales, puesto que hay límites a la libertad de expresión,
entre los cuales se encuentra la moral, la cual implica un conocimiento ge-
neralizado de las condiciones impuestas a la conducta pública de modo que
se ciña a las costumbres generalmente reconocidas. Además, la propia ley de
telecomunicaciones vincula expresamente el servicio de radiodifusión a las
previsiones de los artículos tercero y sexto constitucionales. El primero de
ellos establece como esencia del sistema democrático el constante “mejora-
miento cultural del pueblo” y que la educación se oriente al “acrecentamiento
de nuestra cultura”. Así, es indudable el importante papel del lenguaje en la
elevación o deterioro de la cultura y la incidencia que tiene en relación con las
percepciones sociales acerca de la moral o los derechos de terceros. El artículo
sexto constitucional faculta claramente al Estado para establecer las condi-
ciones que deben regir los contenidos de la radiodifusión la cual debe brindar
“los beneficios de la cultura a toda la población”. El impacto social de estos
medios, tanto en la posible corrupción del lenguaje por su vulgaridad o pro-
cacidad, así como por el hecho de que no responda a las reglas gramaticales
que aprendemos en la escuela, justifica la vigilancia estatal sobre el contenido
de lo que sin ser objeto de censura, se emita a través de ellos.
Curiosamente la propia Corte ha analizado los efectos negativos del len-
guaje al proscribir, en otro caso, las palabras puñal o maricón por su con-
tenido discriminatorio u ofensivo. La patente contradicción entre los dos
criterios empleados por nuestro Máximo Tribunal conduciría a la extraña
conclusión de que si la libertad de expresión protege cualquier tipo de inco-
rrección en el uso de lenguaje por radio o televisión, tendría que validarse el
empleo de las palabras proscritas.
Por otra parte, en relación con la corrección gramatical podría sostener-
se, contra el criterio que sostuvo la Corte, que las reglas de la gramática,
si bien no tienen una naturaleza jurídica directa porque no son normas
emitidas por ningún legislador, sí constituyen una base de referencia con-
suetudinaria de la cual proviene un efecto jurídico. Tan es así, que la noción
de interpretación gramatical se incluye en leyes como la electoral, y la pro-
536 Eduardo Andrade Sánchez
pia Constitución dice que las sentencias en materia civil deberán atenerse
a la letra de la ley. De manera que el sentido gramatical de las palabras
claramente tiene un efecto jurídico y, por lo mismo, valdría inferir que la
corrección de lenguaje es un fin legítimamente válido desde el punto de vista
constitucional.
Se constata así que la preconcepción que un juzgador tenga sobre la
legitimidad constitucional de un fin, influye en forma determinante en las
fases subsecuentes de las metodologías a las que se ha dado una exagerada
importancia, como si se tratara de fórmulas infalibles, al modo de recetas de
cocina, que necesariamente conduzcan a un único resultado justo o consti-
tucionalmente reconocido. Otra prueba irrefutable de lo hasta aquí expues-
to lo constituyen las posiciones minoritarias frecuentemente expresadas en
votos particulares de los ministros que difieren del análisis efectuado por
la mayoría; incluso a veces dentro del grupo que aprobó una resolución se
manifiestan diversos criterios de análisis que aun llegando a la misma con-
clusión, partieron de consideraciones ideológicas diferentes.
Como ha quedado demostrado puede haber por lo menos dos visiones
distintas respecto de la legitimidad constitucional de un objetivo a alcanzar
por medio de una norma que eventualmente restringe derechos humanos.
A ello se añade lo que explico en el capítulo 18, toda disposición jurídica
regulatoria de la conducta de los seres humanos en sociedad implica una
limitación de derechos. Cada disposición legislativa se propone, por su pro-
pia naturaleza, desarrollar o alcanzar un fin constitucionalmente legítimo,
puesto que busca la ordenación de la vida en comunidad.
La sacralización de metodologías académicas que tienen que ver con
las categorías protegidas (expresión mucho más propia que la de categorías
sospechosas), como los distintos niveles de escrutinio y el test de propor-
cionalidad, han generado un alejamiento de la certeza jurídica, ya que no
existen normas que determinen cómo deben aplicarse dichas metodologías.
El desconcierto aumenta al verificar que llega a ocurrir que en el mismo
caso unos ministros se inclinan por una, en tanto que otros defienden una
diferente. Es frecuente que se observe una discusión sobre procesos meto-
dológicos, en lugar de contrastar los argumentos de fondo que sostienen las
diferentes posiciones.
No se pretende desdeñar totalmente el empleo de métodos derivados de
la doctrina para la realización de los análisis jurídicos aplicables a la reso-
lución de casos conflictivos, pero no es necesario que se pretenda justificar
cada determinación jurisdiccional a partir de la aplicación de dichas meto-
dologías, cuando el propio razonamiento lógico empleado desde la antigüe-
12. Defensa de la Constitución 537
manos puesto que habrá muchos casos en los que se enfrente la pretensión
de hacer prevalecer un derecho humano sobre otro y alguno deberá resultar
triunfante.
Así, cuando se tiene que resolver, por ejemplo entre el empleo de la liber-
tad de expresión dirigido afectar el honor de una persona, estamos en pre-
sencia de dos principios en pugna: el de libertad de expresión y el del dere-
cho al honor. En cada caso concreto el juzgador deberá decidir si protege la
libertad de expresión frente al derecho al honor de la persona ofendida o si,
por el contrario, debe sancionar a quien se ha excedido en el empleo de su
libertad para lesionar el derecho de un tercero. De ninguna manera puede
establecerse en forma genérica y absoluta la preeminencia de ninguno de los
dos principios ya que corresponderá a la circunstancia específica que deba
resolverse y a las normas aplicables a ella, la solución que resulte más justa.
Si se analiza cuidadosamente esta aparente antinomia se verá que en
realidad no se trata de un problema de ponderación, puesto que siempre
estamos en la necesidad de subsumir el hecho concreto al supuesto esta-
blecido en la norma. Ello es así porque en el caso expuesto, las propias
disposiciones jurídicas a nivel constitucional y convencional establecen los
límites a los que puede sujetarse la libertad de expresión. De modo que
cuando alguien alega que su honor ha sido afectado por quien ha empleado
la libertad de expresión en su contra, en realidad alega que la mencionada
libertad ha excedido la limitación que le imponen las propias normas, entre
ellas el respeto a la vida privada.
De manera que el juzgador tendrá que subsumir el hecho acontecido, es
decir, la expresión proferida, y verificar si esta va más allá del límite impues-
to por las normas a la libertad de expresión en cuanto al respeto al honor
de un tercero. Hecha esta apreciación, comparará la circunstancia concreta
con el supuesto establecido en la norma; el juez no estará ponderando o
sopesando qué principio supera al otro. Solamente analizará si la expresión
proferida rebasó los límites legales y, de no ser así, fallará a favor de quien
ejerció su libertad de expresión o, por el contrario, si la expresión empleada
violó los límites legalmente establecidos, sancionará a quien la emitió por
haber violado el derecho al honor, a la vida privada y a la intimidad de
quien resultó ofendido por dicha expresión.
Debe tenerse presente que ningún derecho humano es ilimitado. Todos
ellos están sujetos a limitaciones derivadas del respeto a los derechos de los
demás. Teniendo esto en cuenta, el juez no pondera entre principios, sino
verifica, en caso de confrontación entre dos derechos, cuál de ellos significó
540 Eduardo Andrade Sánchez
285
Tomado de El principio de interpretación conforme en el derecho constitucional mexicano. De
Adrián Joaquín Miranda Camarena y Pedro Navarro Rodríguez. http://www.scielo.org.co/
pdf/ojum/v13n26/v13n26a05.pdf Consultada el 3 de agosto de 2021.
286
Sobre este concepto véase el apartado 12.2
542 Eduardo Andrade Sánchez
287
Décima Época. Tesis aislada Registro digital: 2003974. Primera Sala. Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta. Libro XXII, julio de 2013, Tomo 1. Tesis 1a. CCXIV/2013 (10a.).
Página 556.
12. Defensa de la Constitución 545
288
Décima Época. Tesis aislada Registro digital: 2005135. Primera Sala. Fuente: Gaceta del
Semanario Judicial de la Federación «y Semanario Judicial de la Federación del viernes 15
de diciembre de 2013 a las 13:20 horas». Tesis 1a. CCCXL/2013 (10a.). Página 530.
12. Defensa de la Constitución 547
289
Décima Época. Tesis aislada. Pleno. Registro digital: 160525. Fuente: Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta. Libro III, diciembre de 2011, Tomo 1. Tesis P. LXIX/2011(9a.).
Página 552.
12. Defensa de la Constitución 549
290
Véase el capítulo 11.
12. Defensa de la Constitución 553
Por eso se prevé su procedencia entre distintos órganos del Estado, tanto
en el ámbito federal como en el local y entre distintos ámbitos de competen-
cia llamados incorrecta pero gráficamente niveles de gobierno, ya que aluden
a posibles invasiones de las esferas federal, local o municipal. De este modo,
si, por ejemplo, el Poder Ejecutivo estima que una disposición legal interfie-
re con sus atribuciones constitucionales, puede entablar una controversia de
este tipo; de igual forma si el Congreso o alguna de sus cámaras considera
que una acción del Ejecutivo afecta sus facultades, puede recurrir a este
instrumento. Así, en 2004, con motivo del veto que el Presidente de la Re-
pública aplicó contra el Presupuesto de Egresos aprobado por la Cámara de
Diputados, se planteó una controversia entre esta y aquél, en la que la Su-
prema Corte determinó la facultad del Presidente para vetar el Presupuesto
y fijó —a mi manera de ver, de modo excesivo— límites a las decisiones de
la Cámara en materia de asignación de partidas.
La controversia constitucional se emplea también con considerable fre-
cuencia para resolver disputas entre las autoridades estatales y las munici-
pales o entre la Federación y las entidades federativas.
El procedimiento para tramitar una controversia constitucional se en-
cuentra establecido en la Ley Reglamentaria de las Fracciones I y II del Artí-
culo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (LR105).
Con base en esta ley es posible identificar a las partes que intervienen en una
controversia constitucional y son:
a) Actor o demandante. La entidad, poder u órgano que promueva la con-
troversia, es decir, la autoridad municipal, local, o poder de la República
que se siente afectado por un acto o norma general que invade sus atribu-
ciones. Es importante destacar que entre poderes sólo pueden enfrentarse
el Legislativo y el Ejecutivo, puesto que el Judicial es el árbitro que habrá
de resolver.
Ante la Suprema Corte se ha planteado la posibilidad de que algún ór-
gano distinto a los expresamente enlistados en la fracc. I del art. 105 cons-
titucional inicie una controversia. En 2007, lo intentaron dos organismos
constitucionales autónomos, la Comisión Nacional de los Derechos Huma-
nos (CNDH) y el entonces Instituto Federal Electoral, alegando invasión
de facultades, pero la Corte resolvió, con acierto, que la legitimación activa
para interponer este juicio debe constreñirse a aquellos órganos a los que el
Constituyente facultó para tal efecto, entre los cuales no se encontraban los
554 Eduardo Andrade Sánchez
se interpone, por ejemplo, una controversia respecto de una ley federal por
parte de una entidad federativa, aparecen como demandados tanto el Con-
greso de la Unión que aprueba la ley, como el Ejecutivo que la promulga y
ordena su publicación.291
c) Tercero o terceros interesados. Las entidades, poderes u órganos a que se
refiere la fracc. I del artículo 105 constitucional, que sin tener el carácter de
actores o demandados, pudieran ser afectados por la sentencia que llegare a
dictarse. Por ejemplo, si un estado controvierte una ley federal por conside-
rar que afecta sus atribuciones sobre los municipios, los ayuntamientos de
la entidad pueden participar como terceros interesados.
d) Fiscal General de la República. Su intervención deriva de lo dispuesto
en el art. 102 de la Constitución que le confiere la función de intervenir en
estos procedimientos como institución que tiene a su cargo la vigilancia de
la preservación del orden constitucional de la Nación.
Para interponer una demanda, el art. 21 de la LR105 establece que el
afectado dispone de 30 días “contados a partir del día siguiente al en que
conforme a la ley del propio acto surta efectos la notificación de la resolución
o acuerdo que se reclame; al en que se haya tenido conocimiento de ellos o de
su ejecución; o al en que el actor se ostente sabedor de los mismos”.
Cuando lo que se impugne sean normas generales, es decir, leyes, tra-
tados o reglamentos, se conceden también 30 días “contados a partir del
día siguiente a la fecha de su publicación, o del día siguiente al en que se
produzca el primer acto de aplicación de la norma que dé lugar a la con-
troversia.”
Tratándose de los conflictos de límites, el plazo previsto en el la fracc.
III del art. 21 antes mencionado, es de “sesenta días contados a partir de
la entrada en vigor de la norma general o de la realización del acto que los
origine.”
La ley, en el art. 40 prevé que si la demanda presenta alguna deficiencia,
la Corte prevenga al actor para que la subsane e incluso faculta al Máximo
Tribunal para que supla la deficiencia de la queja, pues se entiende que con
independencia del interés concreto de las partes, existe uno superior que
es la prevalencia del orden constitucional, de manera que si los juzgadores
se percatan de algún argumento que debe hacerse valer en favor de alguna
291
Véase el folleto ¿Qué son las controversias constitucionales? editado por la Coordinación
General de Compilación y Sistematización de Tesis, Suprema Corte de Justicia de la Nación,
México, julio de 2001.
556 Eduardo Andrade Sánchez
292
Véase Controversia Constitucional 203/2020
558 Eduardo Andrade Sánchez
http://diariooficial.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5403802&fec
ha=13/08/2015
La facultad otorgada a los partidos políticos es congruente con el tra-
tamiento que les otorga la Constitución en el art. 41 como entidades de
interés público, por eso también los faculta para demandar la anulación
de una ley electoral que pueda infringir aquélla. Aquí se trata de una atri-
bución restringida al ámbito estrictamente electoral, además el propio art.
105 prevé que “La única vía para plantear la no conformidad de las leyes
electorales a la Constitución es la prevista en este artículo.” Dado que en
su fracc. I excluye expresamente la materia electoral de las controversias
constitucionales, es claro que sólo puede cuestionarse la constitucionalidad
de una ley electoral mediante la acción de inconstitucionalidad, de manera
que tampoco puede emplearse el amparo para cuestionar tal inconstitu-
cionalidad. El hecho de que los partidos políticos estén legitimados para
ejercer la acción no significa que las otras partes mencionadas en la fracc. II
no puedan hacerlo cuando se trate de este tipo de leyes.
Las comisiones de derechos humanos u órganos equivalentes también
pueden impugnar, de acuerdo con lo señalado en el inciso g), las leyes y los
tratados de cualquier materia, pero con las limitaciones siguientes: que la
impugnación verse sobre la inconstitucionalidad por violación de derechos
humanos, y que si lo hacen los organismos de las entidades federativas, la
acción se refiera a leyes de su respectiva entidad.
Asimismo, los órganos garantes en materia de acceso a la información
tienen acotada su posibilidad de ejercer la acción solo en cuanto asuntos de
su competencia. Lo mismo ocurre en relación con la Fiscalía General pero
llama la atención que el constituyente no otorgó directamente a las fiscalías
locales el derecho de impugnar la constitucionalidad de las leyes penales de
su entidad federativa.
En las acciones de inconstitucionalidad también opera la suplencia de la
deficiencia de la queja, tanto en los conceptos de invalidez o los argumentos
planteados por las partes, como respecto de posibles errores u omisiones
en los preceptos jurídicos citados. Empero, en materia electoral no puede
ejercer esta suplencia, como se explica en el apartado correspondiente a la
justicia electoral.293
En la acción de inconstitucionalidad no opera la suspensión de las nor-
mas generales o los tratados impugnados y la sentencia no puede tener
efectos retroactivos. Dicha sentencia puede ser de sobreseimiento si ocurre
293
Véase el capítulo 11.
560 Eduardo Andrade Sánchez
Tanto las normas que dicte el Congreso como las decisiones del Ejecutivo
deberán tener carácter general y no referirse a una persona determinada, ade-
más deberá indicarse el tiempo durante el cual estará vigente la suspensión.
Debe entenderse que contra la suspensión de garantías y la legislación
de emergencia que se dicta en esas condiciones no procede el amparo, la
controversia constitucional o la acción de inconstitucionalidad, dado que se
preve que la constitucionalidad de los decretos que se emitan habrá de ser
revisada de oficio por la Suprema Corte de Justicia de la Nación294
El art. 29 tiene tal alcance, que en la práctica ni siquiera se usa cuando se
hace necesario y muchas veces se ha optado por suspensiones de garantías
de facto para combatir el crimen organizado o para atender circunstancias
derivadas de fenómenos naturales que causan graves daños. No se utilizó la
suspensión de garantías ni siquiera con motivo de la pandemia de Covid-19
iniciada en 2020, si bien debe apuntarse que el art. 73 permite aplicar cier-
294
Una reflexión interesante sobre este tema lo encontramos en Rubén Hernández Valle, El
Derecho de la Constitución, Juricentro, San José, Costa Rica, 1993, vol. II, págs. 355 y si-
guientes.
568 Eduardo Andrade Sánchez
295
En diciembre 2016 la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados aprobó
un dictamen que recayó a una iniciativa de Ley Reglamentaria del art. 29 constitucional, el
cual no pasó al pleno para su aprobación. Véase el Boletín Número 2783 en la página web
de la Cámara de Diputados.
12. Defensa de la Constitución 569
296
Véase el capítulo 3.
570 Eduardo Andrade Sánchez
297
Para una interesante reflexión acerca de los motivos para el cambio constitucional véase
José Ramón Cossío, Los supuestos de la constitucionalidad, Documentos de Trabajo del
Departamento Académico de Derecho, Instituto Tecnológico Autónomo de México, núm. 8,
México, 15 de febrero de 1999.
298
Véase el capítulo 1.
299
Sobre el procedimiento de reforma constitucional véase Miguel Carbonell, Constitución, re-
forma constitucional y fuentes del Derecho en México, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
UNAM, México, 1998, págs. 233 y siguientes.
12. Defensa de la Constitución 571
general de esta Constitución, sólo podrá hacerse por una Asamblea Cons-
tituyente convocada al efecto. La ley que haga esa convocatoria, deberá ser
aprobada por votación no menor de dos tercios del total de los miembros
de la Asamblea Legislativa y no requiere sanción del Poder Ejecutivo.”
En Veracruz encontramos un caso en el que se prevé la reforma total, si
bien se sigue el procedimiento normal de modificación, y también encontra-
mos la rigidez basada en la aprobación de la enmienda por la mayoría de
los ayuntamientos. El art. 84 dispone: “Esta Constitución podrá ser refor-
mada en todo o en parte por el Congreso del Estado. Las reformas deberán
ser aprobadas por el voto de las dos terceras partes de los miembros del
Congreso.” Tratándose de la reforma total o la abrogación de las normas
contenidas en la Constitución, el referendo es obligatorio, según se establece
en el art. 17.
Existen casos en el Derecho comparado en los que no solo se plantea
la referencia a una reforma total, sino que también se fijan límites a una
posible modificación constitucional, de modo que ciertos artículos o prin-
cipios quedan excluidos de la posibilidad de reformarse. Esta limitante no
se encuentra establecida en la Constitución mexicana, pero, por ejemplo,
la de Brasil señala expresamente que no se discutirá ninguna propuesta de
enmienda tendiente a abolir la forma federativa del Estado, el voto directo,
secreto, universal y periódico, la separación de poderes y los derechos y
garantías individuales. En el mismo sentido la Constitución de El Salvador
dispone que: “No podrán reformarse en ningún caso los artículos de esta
Constitución que se refieren a la forma y sistema de Gobierno, al territorio
de la República y a la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la
República.”300
Otro aspecto regulable en los sistemas de reforma constitucional se refie-
re a quienes tienen la atribución de iniciar dicha reforma. Así, por ejemplo,
la Constitución de la República Popular de China otorga a la Asamblea Po-
pular Nacional como primera función reformar la Constitución y en su art.
64 establece que “La reforma de la Constitución debe hacerse a propuesta
del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional o a propuesta de
más de un quinto de los diputados a la Asamblea Popular Nacional y, ade-
más, con la aprobación por más de dos tercios de estos últimos.”
300
Para una ilustrativa enumeración de cláusulas inmodificables o “pétreas” véase Jorge Rei-
naldo A. Vanossi, Estudios de teoría constitucional, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
UNAM, México, 2002, págs. 275 y siguientes.
574 Eduardo Andrade Sánchez
contenido de los tratados, dado que es posible ejercer una acción de incons-
titucionalidad contra lo dispuesto en esos instrumentos internacionales. Por
cierto, la sola existencia de dicha acción comprueba que la Constitución
sostiene coherentemente su supremacía y la sujeción jerárquica de los trata-
dos a lo preceptuado por ella, de otro modo no ratificaría lo dispuesto en el
artículo 133 mediante el establecimiento del control de constitucionalidad
de los tratados. El efecto de una declaración de inconstitucionalidad por la
Corte necesariamente debería implicar la denuncia del tratado inconstitu-
cional o bien un proceso de renegociación para modificarlo de resultar esto
posible o conseguir la aceptación por parte de los demás participantes de
una reserva o una declaración interpretativa.
Ciertamente, nuestra Ley Sobre la Celebración de Tratados
(TMX260,486) contiene una disposición que busca preservar la suprema-
cía constitucional. Su artículo 9º establece la siguiente salvedad: “El Go-
bierno de los Estados Unidos Mexicanos no reconocerá cualquier resolución de
los órganos de decisión de los mecanismos internacionales para la solución de
controversias a que se refiere el artículo 8o. cuando esté de por medio la seguri-
dad del Estado, el orden público o cualquier otro interés esencial de la Nación.”
La eventual eficacia de esta norma es muy discutible en razón del artículo
27 de la Convención de Viena. La única posibilidad jurídica de hacerlo
prevalecer consistiría en introducir en cada tratando una reserva relativa
a dicho artículo. Por otra parte su aplicación quedaría sujeta a demostrar
en un litigio internacional la existencia de alguna de las causas previstas en
él, una de las cuales debería entenderse que comprende la observancia de
la Constitución, misma que debe quedar incluida en el concepto “interés
esencial de la nación.”
De cualquier modo el resultado de una correcta decisión de nuestro
Máximo Tribunal puede acarrear una sanción para el Estado mexicano en
razón de la citada previsión de la Convención de Viena según la cual no
puede alegarse el Derecho interno de un Estado parte para dejar de cumplir
lo pactado. Nos encontramos entonces con la paradoja de que el cumpli-
miento de la Constitución nos produce un daño, tanto por lo que toca a
la sanción impuesta que, por definición, sería injusta a la luz de nuestro
sistema jurídico, como también por la afectación que sufre la imagen y el
prestigio de México ante la comunidad internacional, independientemente
de que para cumplir con la decisión de la Suprema Corte el Ejecutivo deba
realizar las acciones ya indicadas en el ámbito diplomático para que preva-
lezca lo resuelto por aquella.
En este punto debe concluirse que la resolución que declare inconstitu-
cional lo dispuesto en un tratado no puede limitarse a decretar la inaplica-
12. Defensa de la Constitución 577
301
Basterra Díaz, Aurora, Control previo de instrumentos internacionales como proceso constitu-
cional, página web de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (https://www.scjn.gob.mx ›
Becarios_029)
578 Eduardo Andrade Sánchez
los tratados pese a los argumentos que podrían operar en su favor. De cual-
quier modo, el Congreso en su conjunto tiene facultad de legislar, y lo ha
hecho, en materia de regulación de los procedimientos para la suscripción
y aprobación de tratados. Esta facultad permite a la Cámara de Diputados
intervenir en la fijación de condiciones para la negociación y firma de pac-
tos internacionales. Dicha posibilidad tiene aún escaso desarrollo en la Ley
Sobre la Celebración de Tratados, la cual podría también prever lineamien-
tos para la ejecución por parte del Ejecutivo de una sentencia de la Suprema
Corte que declarase la inconstitucionalidad de lo dispuesto por un tratado.
Lo que parecería un déficit democrático en la suscripción de tratados, al
crearse obligaciones que inciden en las relaciones entre particulares sin la
participación de la representación popular asignada a la Cámara de Dipu-
tados, podría compensarse ventajosamente con la intervención de la Corte
en el proceso de aprobación de los tratados.
En el ambiente que rodea la elaboración de los tratados se presentan
intervenciones que, si bien ocurren dentro del marco jurídico para hacer
valer determinados intereses, pueden orillar a una solución que, siendo po-
líticamente conveniente u oportuna, tenga defectos jurídicos graves. Estos
defectos pueden ser advertidos a tiempo por la Corte, la cual, al declarar la
inconstitucionalidad del instrumento en proceso de creación podría evitar
que el Estado mexicano asumiera alguna obligaciones incompatibles con la
Constitución.
2a. Evita someter a la Corte a una resolución que contradiga el criterio
que estableció al resolver una cuestión interna. Es muy importante tener en
cuenta que la suscripción de un tratado internacional que permite la suje-
ción a resoluciones de instancias jurisdiccionales supranacionales supone
que dichas resoluciones no solamente obligarían al Poder Ejecutivo a reali-
zar alguna acción administrativa o al Legislativo legislar en cierto sentido,
sino también cabría la posibilidad de que se dejara de aplicar o cumplir una
sentencia de la última instancia judicial del país, que es la Suprema Corte
de Justicia.
Resulta, en consecuencia, que las obligaciones adquiridas por el Estado
mexicano, las cuales pueden afectar situaciones concretas de sus habitantes,
podrían conducir a una circunstancia en la que un derecho ya concedido a
un justiciable por el máximo tribunal nacional, fuera anulado por la deter-
minación de un órgano jurisdiccional internacional.
Los tratados y convenciones internacionales en la actualidad ya no sola-
mente implican deberes a cumplir por los poderes de origen electoral sino
que también involucran al Poder Judicial. Así, la adopción de obligaciones
580 Eduardo Andrade Sánchez
jurídicas que pueden tener efecto sobre las máximas decisiones jurisdic-
cionales de la Nación, debería pasar por el filtro de la revisión del Poder
Judicial que previniera la posibilidad de una aplicación o interpretación del
tratado a suscribir, contrarias al criterio establecido por la Suprema Corte
en la materia.302
302
Ver al respecto mi artículo publicado en la Revista de la Facultad de Derecho de México.
Tomo LXVII. Septiembre-diciembre 2017. Número 269. Volumen 2. La necesidad de control
previo de constitucionalidad de los tratados internacionales.
13. Nacionalidad, naturalización y
extranjería
303
Véase el capítulo 3.
582 Eduardo Andrade Sánchez
304
Raúl Olmedo, El antimétodo, Joaquín Mortiz, México, 1980.
13. Nacionalidad, naturalización y extranjería 583
305
Véase el capítulo 14.
13. Nacionalidad, naturalización y extranjería 585
a) Fotografía digitalizada;
b) Banda magnética,
c) Identificación holográfica.
306
Véase el concepto de interpretación conforme en el capítulo 12.
588 Eduardo Andrade Sánchez
307
Véase el capítulo 10.
13. Nacionalidad, naturalización y extranjería 591
13.5. LA NATURALIZACIÓN
La naturalización es el acto jurídico en virtud del cual un Estado concede
su nacionalidad a una persona que le solicita tal condición y que original-
mente tenía otra. Se trata de un acto complejo en el que participa en primer
término la voluntad del extranjero que solicita y obtiene la nacionalidad,
y después la del Estado que la confiere. El apartado B del art. 30 establece
que son mexicanos por naturalización: “I. Los extranjeros que obtengan de
la Secretaría de Relaciones carta de naturalización. II. La mujer o el varón
extranjeros que contraigan matrimonio con varón o con mujer mexicanos,
que tengan o establezcan su domicilio dentro del territorio nacional y cum-
plan con los demás requisitos que al efecto señale la ley.”
De la primera fracción se derivan dos cuestiones:
1. El documento en que consta el acto jurídico por el cual el Estado
mexicano otorga su nacionalidad a quien no la tenía, se denomina
Carta de Naturalización y mediante ella se prueba la nacionalidad
mexicana.
2. La autoridad facultada constitucionalmente para expedirla es la Se-
cretaría de Relaciones Exteriores.
308
Véase “La doble nacionalidad”, en Memoria del coloquio sobre la doble nacionalidad, Cá-
mara de Diputados, Instituto de Investigaciones Legislativas, México, 1995.
309
Véase “La no pérdida de la nacionalidad mexicana”, en Memoria de los foros de análisis en
materia de nacionalidad, 2a. ed., Cámara de Diputados, México, 1997.
594 Eduardo Andrade Sánchez
310
Véase el capítulo 6.
13. Nacionalidad, naturalización y extranjería 595
II. Asistir en los días y las horas designados por el ayuntamiento del
lugar en que residan para recibir instrucción cívica y militar que los
mantenga aptos en el ejercicio de los derechos de ciudadano, diestros
en el manejo de las armas y conocedores de la disciplina militar.
III. Alistarse y servir en los cuerpos de reserva, conforme a la ley, para
asegurar y defender la independencia, el territorio, el honor, los dere-
chos e intereses de la Patria, y
IV. Contribuir para los gastos públicos, así de la Federación como de
los Estados, de la Ciudad de México y del Municipio en que residan,
de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes.
311
Véase el capítulo 9.
13. Nacionalidad, naturalización y extranjería 597
312
Consúltese el Código Fiscal de la Federación, arts. 1o a 4o. El estudiante desarrollará estos
conceptos derivados del precepto constitucional en cuestión en la materia de Derecho Fiscal.
598 Eduardo Andrade Sánchez
sidades e incluso lujos, que las que pueden ser satisfechas por quien gana
menos. En términos generales, la progresividad de los impuestos resulta
más proporcional y equitativa, que el trato absolutamente igualitario a los
contribuyentes.
313
Véase mi Teoría General del Estado, op. cit., capítulo segundo en lo relativo a las institucio-
nes políticas atenienses.
600 Eduardo Andrade Sánchez
314
Consúltese Francisco Ibarra Palafox y Aline Rivera Maldonado, “Comentario al artículo 34
constitucional” en Derechos del pueblo mexicano. México a través de sus Constituciones,
secc. segunda, t. XVII, 7a. ed., Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, México,
2006.
13. Nacionalidad, naturalización y extranjería 601
315
Véase la Compilación Oficial de Jurisprudencia y Tesis Relevantes 1997-2002 publicada por
el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, págs. 133 y 134.
13. Nacionalidad, naturalización y extranjería 603
316
SUP-REC-531/2018 TMX1,445,629.
604 Eduardo Andrade Sánchez
317
Véase mi Derecho Municipal, op. cit.
14. El Territorio nacional
La eficacia del poder del Estado que se da en el mundo de los hechos po-
líticos determina la extensión de su territorio. Así, un Estado que expande
su acción y logra el control efectivo de determinadas áreas geográficas pue-
de crecer a costa de otro que no tenga esa capacidad real, como ocurrió con
Estados Unidos de América respecto de México en el siglo XIX. Igualmente,
la imposibilidad efectiva de mantener la vigencia de su poder por parte de
un Estado puede llevar a la desmembración de su territorio y a la formación
de nuevos estados en el área que antes dominaba uno solo; tal es el caso de
la disolución de la URSS en 1992.
El poder estatal contemporáneo se ejerce de acuerdo con normas jurídi-
cas, por eso Kelsen estima que el territorio, jurídicamente hablando, es el
ámbito espacial de validez del orden jurídico llamado Estado.
608 Eduardo Andrade Sánchez
318
Véase el capítulo 15 sobre la naturaleza teórica de la Federación como forma de Estado.
14. El Territorio nacional 611
Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Ta-
maulipas, Tlaxcala, Veracruz de Ignacio de la Llave, Yucatán, Zacatecas; así
como la Ciudad de México.”
Entidad federativa es equivalente a parte integrante de la Federación, de
modo que actualmente el género entidad federativa comprende dos espe-
cies: los estados, que son 31, y la Ciudad de México, que es también parte
de la Federación pero no es estado, se trata de una entidad federativa de
naturaleza diferente.319
Existen pues 32 entidades federativas, 31 de ellas son estados y una dis-
tinta es la Ciudad de México. Hasta antes de 1974 existía otro tipo de
entidades federativas que eran los territorios, los cuales eran partes de la
Federación que dependían directamente de los poderes federales, pues care-
cían de soberanía y no tenían, por ello, poderes propios. El Presidente de la
República les designaba un gobernador ya que eran áreas que no contaban
ni con la población suficiente ni con los recursos económicos para sostener-
se por sí mismas. Entre 1917 y 1952 existieron tres de estos territorios: el
de Baja California, el de Baja California Sur y el de Quintana Roo. En 1952
Baja California adquirió la categoría de estado y los dos últimos territorios,
Baja California Sur y Quintana Roo, se transformaron igualmente en esta-
dos en 1974.
319
Véase el capítulo 15.
612 Eduardo Andrade Sánchez
14.4.3. El subsuelo
Hemos distinguido la superficie del territorio, del subsuelo que se en-
cuentra bajo ella porque el régimen constitucional de este tiene caracterís-
ticas peculiares según se desprende de los párrafos cuarto y quinto del art.
27. En estricto rigor, la regulación establecida en el párrafo cuarto tiene
que ver con la naturaleza de los recursos que en él se mencionan, aunque se
encuentren en la superficie o puedan ser explotados a cielo abierto, pero es
válido aludir a la concepción teórica del subsuelo en el entendido de que el
derecho de propiedad privada no se entiende atribuido a la manera del De-
recho romano, en el que el propietario de la tierra lo era también de lo que
se encontraba abajo y encima de ella sin limitación alguna. Por el contrario,
el modelo mexicano supone, en principio, la propiedad nacional sobre los
elementos que “constituyen depósitos cuya naturaleza sea distinta de los
componentes de los terrenos”.
Es claro que el propietario de un terreno puede actuar más allá de la
superficie, para la realización de las actividades que deriven del uso de suelo
para su explotación agrícola, o para establecer una industria, un servicio o
construir una vivienda, pero la explotación de determinados materiales, co-
mo antes se mencionó, no queda comprendida en el derecho de propiedad
privada que la Nación le transmite, de acuerdo con el art. 27, en donde se
describen tales materiales del modo siguiente:
“Corresponde a la Nación el dominio directo [...] de todos los mine-
rales o sustancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, consti-
tuyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de
los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan meta-
les y metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras
preciosas, de sal de gema y las salinas formadas directamente por las
aguas marinas; los productos derivados de la descomposición de las
rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los yaci-
mientos minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser utiliza-
das como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo
y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos;…”
320
Existe jurisprudencia de la Suprema Corte acerca de las características de las corrientes de
agua que forman parte de las aguas nacionales. Véase al respecto Thalía, Dentón Navarrete,
op. cit., pág. 51.
321
Obsérvese lo señalado previamente en la nota al final del apartado 14.4.3 sobre el subsuelo.
618 Eduardo Andrade Sánchez
322
Un modelo de las concesiones de CONAGUA se puede consultar en
h
ttp://www.conagua.gob.mx/CONAGUA07/Contenido/Documentos/SOLICITUD%20DE%20
CONCESIÓN%20DE%20AGUAS%20SUBTERRANEAS.pdf Consuktada el 13 de sep-
tiembre de 2021.
323
Enrique Quiroz Acosta, op. cit., pág. 92.
324
Véase José Trinidad Lanz Cárdenas, Legislación de aguas en México, Ángel Editor, México,
1982.
14. El Territorio nacional 619
325
Catálogo de Territorio Insular Mexicano, Instituto Nacional de Estadística Geografía e
Informática, México. Véase https://datos.abiertos.inecc.gob.mx/Datos_abiertos_INECC/
CGACC/DocumentosRIslasMarias/Eje2_InstrumentosDelTerritorioInsularMexicano/Cata-
logoInsularDelTerritorioMexicano.pdf Consultada el 11 de septiembre de 2021.
326
Véase Miguel González Avelar, Clipperton, Isla Mexicana, Fondo de Cultura Económica,
México, 1992.
620 Eduardo Andrade Sánchez
327
Felipe Tena Ramírez, Derecho constitucional mexicano, op. cit., págs. 188 y siguientes.
14. El Territorio nacional 623
328
Idem, pág. 190.
329
Eduardo Andrade Sánchez (coord.), Historia de la Procuraduría General de la República,
Procuraduría General de la República, México, 1987.
624 Eduardo Andrade Sánchez
330
Véase el apartado 12.2.
331
Véase la página web https://aplicaciones.sre.gob.mx/tratados/introduccion.php
626 Eduardo Andrade Sánchez
332
Véase el capítulo 2.
333
Manuel Barquín Álvarez, voz “Confederación” en Diccionario Jurídico Mexicano, 7a. ed.,
Porrúa e Instituto de Investigaciones Jurídica, UNAM, México, 1994, t. I, pág. 592.
630 Eduardo Andrade Sánchez
334
Una interesante visión del federalismo mexicano en su etapa de formación, la encontramos
en Tadeo Ortiz, De la inviolabilidad de las instituciones políticas y leyes fundamentales,
Cuadernos Causa, núm. 5, Ediciones del Centro de Documentación Política, A. C., México,
1977.
335
Para una visión más profunda del surgimiento del federalismo mexicano, véase Nettie Lee
Benson, La Diputación Provincial y el Federalismo Mexicano, 2a. ed., II Legislatura, Cámara
de Diputados y el Colegio de México, México, 1980.
15. El sistema federal y el municipio 631
336
Sobre los fundamentos del sistema federal mexicano, recomiendo la lectura de José Barra-
gán Barragán, Introducción al Federalismo, Universidad de Guadalajara, México, 1994.
337
Véase el capítulo 14.
338
Véase el capítulo 9.
632 Eduardo Andrade Sánchez
339
Sobre distintas formas de distribución de facultades y distribución territorial del poder en
América Latina, véase Domingo García Belaúnde, La Constitución y su dinámica, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 2004, págs. 65 y siguientes.
15. El sistema federal y el municipio 633
340
Véase cap. 13
640 Eduardo Andrade Sánchez
341
Véase cap. 6
15. El sistema federal y el municipio 643
realizada por el pueblo que la habita. Así, ninguna parte del territorio puede
tener a la vez la condición de capital y de estado federado: ambos caracteres
son excluyentes. De ahí que pese a la alusión a un ejercicio de soberanía
por parte de los poderes locales de la ciudad capital, debe entenderse en
términos de los arts. 2o, 40, 43, 116 y 122 que la Ciudad de México dispo-
ne de “autonomía” en cuanto a la posibilidad de darse su propio régimen
jurídico, mas no de “soberanía”, como la de los estados, cuya cesión parcial
a los poderes federales constituye la esencia del “pacto federal” al que alude
este precepto.
Considerar al concepto soberanía de los estados de la República como
inútil, ilusorio o anticuado, obedece al desconocimiento teórico e histórico
de la esencia de un sistema federal. Este surge por la unión de varios entes
políticos que tienen previamente la condición de estados independientes;
incluso suponiendo que en la práctica no tuviesen tal condición, su carácter
de estados unidos en un “pacto federal” implica que la Constitución es el
convenio del que cada estado forma parte por voluntad de su pueblo, y
por tanto un cambio de la naturaleza de esta unión federal, por ejemplo
su conversión en un Estado unitario no integrado por estados soberanos,
facultaría a estos a reasumir su soberanía, ya que la misma se cede a una
instancia superior con la condición implícita de que esa instancia mantenga
su estructura de república federal y reconozca la soberanía original de ca-
da estado integrante. La adopción no consentida de un régimen centralista
que desconozca la soberanía de un estado constituye la ruptura de dicho
pacto federal y abre la posibilidad de que el estado reasuma su soberanía.
Esto ocurrió en el caso de Texas, que usó como motivo para separarse de
la República mexicana la aplicación de un sistema centralista en 1836, y de
Yucatán en 1841, por la misma razón.
Las normas supremas en el ámbito estatal son rígidas, como lo es la
federal. Para reformar esta se requiere el voto de las dos terceras partes
de los miembros presentes en cada una de las dos cámaras federales y la
aprobación de la mayoría de las legislaturas estatales. De manera semejan-
te, las constituciones estatales para ser modificadas requieren una mayoría
calificada en el respectivo Congreso local y en la mayor parte de ellas, un
mecanismo de participación de los municipios.
Las constituciones estatales señalan la forma en que deben intervenir
los municipios para aceptar las reformas aprobadas por los congresos
locales a dichas Normas Supremas. En Aguascalientes, por ejemplo, las
modificaciones que han merecido aprobación por las dos terceras partes
del número total de diputados, deben ser también aprobadas por la ma-
yoría de los ayuntamientos. Se prevé que si después de recibir el proyecto,
644 Eduardo Andrade Sánchez
342
Al respecto véase Máximo N. Gámiz Parral, Derecho constitucional y administrativo de las
entidades federativas, UNAM, México, 1990.
15. El sistema federal y el municipio 645
343
Véase cap. 11
652 Eduardo Andrade Sánchez
cierta analogía con los ayuntamientos, que son los órganos gubernativos de
aquellos.
Al frente de cada alcaldía estará el alcalde y habrá un Concejo integrado
por lo menos por 10 concejales, pero no por más de 15, de acuerdo con la
población de la demarcación de que se trate. Estos concejales se eligen por
planillas que son listas de candidatos presentadas por los partidos políticos,
según se entiende de la parte final del inciso a) de la fracc. VI, si bien la
Constitución local tendrá que regular la postulación de candidatos indepen-
dientes, por lo menos para los puestos que se elijan por mayoría de votos,
pues se prevé también que deben mezclarse los principios de mayoría y de
representación proporcional. El 60% de los cargos se elegirán por mayoría
y el 40% por representación proporcional. Esto quiere decir que si una al-
caldía está compuesta por 15 concejales, nueve de ellos serán elegidos por
mayoría y los otros seis se distribuirán de acuerdo con la proporción de
votos obtenida por las planillas.
La Constitución federal deja al Constituyente local la definición de las
atribuciones de estas alcaldías, pero sí les otorga la de aprobar el proyecto
de presupuesto de egresos, el cual quedará sujeto a la aprobación final del
Congreso local. Las alcaldías manejarán con autonomía los recursos que les
sean asignados, una vez que la recaudación se ha hecho centralmente, como
ya indicamos.
También se les concede la atribución de supervisar y evaluar las acciones
de gobierno y controlar el ejercicio de los gastos.
los cuales adquieren su existencia en relación con una zona urbana que se
conoce como cabecera. La referencia a un territorio específico es esencial al
municipio, ya que constituye la medida del alcance de las actividades polí-
ticas y administrativas que se registran sobre esa base física la cual sirve de
unidad organizativa del Estado. Esta característica hace posible establecer
la división territorial de cada estado federado en nuestro sistema federal y
organizar las tareas políticas y administrativas que en él se desenvuelven,
como lo ordena nuestra Constitución.
En cuanto a su capacidad de decisión autónoma de carácter derivado,
puede parecer contradictoria. La autonomía es la capacidad que tiene un
ente para darse sus propias normas, pero esto puede ocurrir en el marco de
una normatividad de mayor dimensión. La autonomía universitaria o la de
la autoridad electoral están sujetas a un marco legal; lo mismo ocurre con
la autonomía o libertad municipal.
La Constitución mexicana considera al municipio la base de la división
territorial y de la organización política y administrativa de los estados de
la Federación.
Existen tres dimensiones de la naturaleza jurídica del territorio muni-
cipal: a) ámbito espacial de validez de las normas municipales; b) espacio
en el que se desarrollan las funciones administrativas del municipio y la
prestación de los servicios públicos a su cargo, y c) patrimonio inmobiliario
municipal.
a) Ámbito espacial: ya hemos aludido a este concepto teórico que da
cuenta de la extensión físico-geográfica del poder del Estado, gené-
ricamente hablando y sobre el cual se ejerce el poder de los órganos
constitucionales, sean del estado federado o del propio municipio que
tienen competencia sobre dicha demarcación.
b) Funciones administrativas y servicios públicos: en el territorio muni-
cipal se prestan los servicios públicos que corresponden a este ámbito
de gobierno, con algunas excepciones que veremos más adelante y
que constituyen fenómenos de extraterritorialidad previstos en la ley.
De igual forma, se ejercen sobre dicho territorio diversas funciones
administrativas; una de las principales, regulada en la fracc. I del art.
36 constitucional, es la elaboración del catastro municipal. También
es de particular relevancia la función de prestar seguridad pública a
los habitantes, la cual se encuentra establecida en el art. 21 consti-
tucional, además de la alusión específica que a ella se hace en el art.
115. Las funciones públicas encargadas al municipio, pueden también
desempeñarse sobre una extensión que abarque el territorio de dos o
15. El sistema federal y el municipio 655
mó, con razón, que esta interferencia sí constituía la creación de una auto-
ridad intermedia que afectaba atribuciones reservadas al ayuntamiento.344
344
Controversia constitucional 12/2004. Ayuntamiento de Mérida, Estado de Yucatán. 23 de
noviembre de 2004. Mayoría de 10 votos; votó en contra José Ramón Cossío Díaz. Encar-
gado del engrose: Genaro David Góngora Pimentel. Secretario: Marat Paredes Montiel. El
Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy catorce de marzo en curso, aprobó, con
el número 13/2005, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a catorce
de marzo de dos mil cinco.
345
Para un mayor detalle sobre este procedimiento invito al lector a consultar mi obra Derecho
Municipal publicada por esta misma editorial.
15. El sistema federal y el municipio 661
de las dos terceras partes del total de los miembros de un Congreso estatal,
previo procedimiento en el cual, el funcionario destituido haya tenido la
oportunidad de defenderse debidamente.
346
Véase Jorge Fernández Ruiz (coord.), Régimen Jurídico Municipal en México, Porrúa y
Facultad de Derecho, UNAM, México, 2003, y particularmente para el problema de la per-
sonalidad del municipio, del mismo autor, el comentario al art. 115 en Derechos del Pueblo
Mexicano. México a través de sus Constituciones, 6a ed., Cámara de Diputados, México,
2003.
347
Salvador Valencia Carmona, Derecho municipal, Porrúa e Instituto de Investigaciones Jurí-
dicas, UNAM, México, 2003, pág. 229.
668 Eduardo Andrade Sánchez
348
Para una amplia explicación de este concepto, véase mi Derecho Municipal de esta misma
editorial.
670 Eduardo Andrade Sánchez
349
Para profundizar sobre el régimen de estos servicios públicos remito al lector a mi Derecho
Municipal, op. cit., capítulo 10.
15. El sistema federal y el municipio 673
por colaboración con los propios usuarios mediante la creación de una em-
presa de participación estatal o ser concesionado a particulares.
Calles, parques, jardines y su equipamiento. Estos conceptos quedan eng-
lobados entre los servicios públicos, cuya atención se asigna al municipio
en la fracc. III del art. 115 constitucional. Como hemos visto en los casos
anteriores, existen reglamentos municipales para su regulación. Una clara
definición de estos servicios aparece en el Reglamento de Calles, Parques y
Jardines del Municipio de Navolato, Sinaloa, cuyo art. 3º indica: “El servi-
cio público de calles, parques y jardines comprende el alineamiento, trazo,
construcción, ampliación y mantenimiento de las vías públicas, así como
el establecimiento, ampliación y mantenimiento de áreas verdes, espacio
recreativos, plazas, fuentes y la ornamentación de las áreas y vías públicas.”
Otros servicios públicos municipales. Además de los expresamente men-
cionados en la Constitución, existen otros servicios públicos que se prestan
en los municipios y que estos pueden tener a su cargo por virtud de las
respectivas legislaciones de los estados, los cuales son materia de reglamen-
taciones expedidas por los ayuntamientos. Algunos de estos servicios son el
de estacionamiento de vehículos, transporte colectivo urbano, taxis, biblio-
tecas, educación o salud.
Formas de prestación de los servicios públicos municipales. La presta-
ción de los servicios públicos en los municipios puede hacerse de distintas
maneras, como ya lo hemos adelantado al referirnos a cada uno de ellos.
Las principales son: por la administración pública centralizada municipal,
por organismos desconcentrados, por organismos descentralizados del mu-
nicipio, por empresas de participación municipal, por fideicomiso público
municipal, por asociación intermunicipal, por medio de convenio celebrado
con el estado o mediante concesión a particulares.
16. El modelo económico constitucional
16.1. CONCEPTO
En términos generales, un modelo es “un sistema de conceptos relaciona-
dos que permiten representar abstractamente los hechos que se pretende co-
nocer y explicar”.350 A su vez, el modelo económico se define como la “con-
ceptualización mediante la cual se pretende representar matemáticamente
y de forma simplificada la realidad, para, de esta forma, poder establecer y
cuantificar las relaciones entre las variables económicas que se analizan”.351
En el ámbito del Derecho constitucional, el modelo económico supone la
vinculación de conceptos y principios de naturaleza económica, pero enfo-
cados al marco normativo que rige la organización del Estado y el ejercicio
de su poder, de manera que podemos adoptar la siguiente definición:
El modelo económico constitucional es el conjunto de conceptos y
principios económicos básicos relacionados entre sí, que orientan la
regulación normativa aplicable a las relaciones entre los factores de la
producción y entre las distintas funciones económicas.
350
Véase https://www.eco-finanzas.com. Consultada el 19 de julio de 2021.
351
Véase https://sites.google.com/site/economicaecci/. Consultada el 19 de julio de 2021.
680 Eduardo Andrade Sánchez
352
Para una explicación detallada de los modelos estatales y en particular del Estado Socialista
véase mi Teoría General del Estado, op. cit., de esta misma editorial.
16. El modelo económico constitucional 681
de la Nación sobre las tierras y las aguas. El art. 27 dice desde su redacción
original en 1917:
“La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los lími-
tes del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación,
la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a
los particulares, constituyendo la propiedad privada.”353
353
Para conocer los orígenes de este texto, véase el capítulo 14.
16. El modelo económico constitucional 683
sos naturales, según lo indica el párrafo tercero del art. 27 al prever que la
Nación tiene el derecho: “de regular, en beneficio social, el aprovechamiento
de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer
una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación,
lograr el desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condicio-
nes de vida de la población rural y urbana.”
Desgraciadamente la legislación derivada de la reforma energética de
2013, en contra del espíritu constitucional, empleó la facultad de la Nación
para imponer modalidades a la propiedad privada, en contra del interés de
los propietarios privados, ejidatarios y comuneros, obligándolos a someter-
se a una negociación con las empresas privadas que disfrutan de contratos
de exploración y explotación petrolera.
La Ley de Hidrocarburos establece que si los titulares de terrenos en los
que puedan realizarse esas actividades, no llegan a acuerdos para el uso de
sus tierras o se negasen a negociar, pueden ser obligados por una resolu-
ción judicial o por la vía de la imposición de una servidumbre legal, a que
sus terrenos sean objeto de ocupación en beneficio de empresas petroleras
particulares nacionales o extranjeras. Estas medidas constituyen una grave
contradicción a la filosofía que informa a nuestra Constitución e implican
un retroceso en cuanto a la protección constitucional de la propiedad agra-
ria en favor de la actividad de empresas privadas, al estilo de lo que ocurría
antes de la expropiación de la industria petrolera en 1938 por el presiden-
te Lázaro Cárdenas. Los detalles de cómo se aplican estos procedimientos
pueden revisarse en la Ley de Hidrocarburos en el capítulo IV denominado
“Del uso y ocupación superficial”; del artículo 100 en adelante.
354
Véase la página web de la Cámara de Comercio de España: https://www.camara.es/innova-
cion-y-competitividad/como-ser-competitivo. Consultada el 19 de julio de 2021.
16. El modelo económico constitucional 687
que no hay claridad en ese punto debemos insistir en que el Estado no tiene
necesariamente que propiciar la rivalidad, puesto que su finalidad superior
no consiste en arrebatar a otros una ganancia, sino en conseguir que la eco-
nomía genere mejores condiciones de vida para el conjunto de la población
y asegure la permanencia y estabilidad de la organización política.
Esos propósitos no se consiguen en un juego de suma cero en el que
forzosamente compitamos con otros Estados, si bien se entiende que en de-
terminadas situaciones un Estado trate de obtener mejores condiciones para
desarrollarse económicamente, pero esas condiciones deben ser compatibles
con el bienestar de su población y no sacrificar el nivel de vida de una parte
de la misma para obtener beneficios económicos que pueden ir destinados
solamente a una minoría.
La rectoría del Estado significa que la forma de organización social que
el Estado representa, debe disponer de una supremacía de decisión en cuan-
to a los asuntos que se refieren al desarrollo nacional. En este sentido, la
Constitución de 1917 había creado, sin que tal nombre estuviere aún teóri-
camente acuñado, un Estado Social de Derecho, pues tal fue el esquema plan-
teado desde entonces por los constituyentes, que rechazaron expresamente
el individualismo liberal del siglo anterior, para poner en primer plano a la
sociedad como cuerpo capaz de expresar su voluntad a través del Estado y
plantear sus fines como superiores a los de cualquiera de sus partes.
En este precepto nuestra Constitución mantiene su tendencia original
de 1917 y se apega a la corriente ideológica defensora del Estado Social de
Derecho, reiterando su rechazo al individualismo liberal del siglo XIX. Se
plantea así una tensión entre el jusnaturalismo adoptado en el art. 1º con
motivo de la reforma de 2011 y el criterio social que sigue informando el
capítulo económico. La solución a esta aparente contradicción debe ir en el
sentido de considerar que en las decisiones económicas prevalece el interés
colectivo sobre el interés puramente individual y que la expresión relativa
a la interpretación que favorezca la más amplia protección a las personas,
contenida en el art. 1º, se entiende en este contexto como una protección
que abarque a los grupos y clases sociales como tales, y no solo a los titula-
res de un derecho individualizado.
Las finalidades que expresamente consagra el párrafo primero del art.
25 a la acción rectora del Estado, con respecto al desarrollo nacional, son:
a) Garantizar que el desarrollo nacional sea integral y sustentable. Esto
quiere decir, que el Estado deberá velar porque el progreso y mejoramiento
que el pueblo se propone realizar mediante su organización, abarque al con-
junto de la población y a toda la extensión del territorio nacional, así como
688 Eduardo Andrade Sánchez
355
Sobre este concepto, véase Marcos Kaplan et al, Estudios de Derecho Económico, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 1986.
696 Eduardo Andrade Sánchez
Para los efectos de esta ley se entiende por Planeación Nacional del
Desarrollo la ordenación racional y sistemática de acciones que, con
base con el ejercicio de las atribuciones del Ejecutivo Federal en mate-
ria de regulación y promoción de la actividad económica, social, polí-
tica y cultural, tiene como propósito la transformación de la realidad
del país, de conformidad con las normas, principios y objetivos que la
propia Constitución y la ley establecen.
Mediante la planeación se fijarán objetivos, estrategias y prioridades;
se asignarán recursos, responsabilidades y tiempos de ejecución, se
coordinarán acciones y se evaluarán resultados.
356
Véase David Easton, Esquema para el análisis político, 2a. ed, Amorrortu Editores, Buenos
Aires, 1973.
16. El modelo económico constitucional 697
357
Consúltese una interesante reflexión sobre soberanía y globalización en Jorge Carpizo, Al-
gunas reflexiones constitucionales, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México,
2004, págs. 144 y siguientes.
702 Eduardo Andrade Sánchez
358
Para verificar estas nuevas tendencias véase Lester C. Thurow, El futuro del capitalismo,
Paris Arnopoulos, Sociopolitics. Political Development in Postmodern Societies, Michel Al-
bert, Capitalisme contre Capitalisme, Charles Hampden-Turner y Alfonse Trompenaars, Las
siete culturas del capitalismo, Bill Gates, Camino al futuro, y Charles A. Reich, Opposing the
System.
704 Eduardo Andrade Sánchez
359
El estanco consiste en el “embargo o prohibición del curso y venta libre de algunas cosas o
asiento que se hace para reservar exclusivamente las ventas de mercancías o géneros fijando
los precios a que se hayan de vender”, según definición del Diccionario de la Real Academia
Española.
16. El modelo económico constitucional 705
Por otra parte, debe tenerse presente el profundo sentido social de las
disposiciones antimonopólicas del art. 28, que no entiende la libre con-
currencia como un valor absoluto en sí mismo, sino como una forma de
proteger la economía popular y los intereses del consumidor. Basta leer el
párrafo segundo de este precepto que dice:
En consecuencia, la ley castigará severamente, y las autoridades per-
seguirán con eficacia, toda concentración o acaparamiento en una o
pocas manos de artículos de consumo necesario y que tenga por ob-
jeto obtener el alza de los precios; todo acuerdo, procedimiento o
combinación de los productores, industriales, comerciantes o empre-
sarios de servicios que de cualquier manera hagan, para evitar la libre
concurrencia o la competencia entre sí y obligar a los consumidores
a pagar precios exagerados y, en general, todo lo que constituya una
ventaja exclusiva indebida a favor de una o varias personas determi-
nadas y con perjuicio del público en general o de alguna clase social.
360
Véanse los capítulos 13 y 14.
708 Eduardo Andrade Sánchez
ejercite y proceda la acción civil; esta puede provenir de asuntos del orden
estrictamente privado, como una demanda de divorcio, pero no hay impedi-
mento de índole alguna para que en caso de negligencia o con motivo de la
realización de una conducta antijurídica, los particulares pudieran reclamar
por la vía civil algún daño derivado de la mala actuación de un servidor pú-
blico, y correspondería al Poder Judicial del ámbito de que se trate resolver
al respecto. Eventualmente, la acción irregular de un servidor público puede
abrir paso a una reclamación por la responsabilidad objetiva del Estado que
se decreta en el último párrafo del art. 109 de la Constitución.
Cada tipo de responsabilidad da lugar a sanciones distintas y es posible
que la misma conducta produzca varias de ellas, ya que se señala que no
podrán imponerse dos veces por una sola conducta sanciones “de la misma
naturaleza”. De ello se sigue que sí podrán aplicarse sanciones de natura-
leza diversa, es decir, una infracción administrativa que puede conllevar la
realización de un delito, podría dar lugar a una multa por la primera y a una
pena de cárcel por la segunda, simultáneamente, e inclusive pudiera dar pie
a la realización de un juicio político.
Aunque teóricamente la consideración de que se trata de ámbitos dife-
rentes, haga parecer razonable esta disposición, en la práctica puede dar
lugar a verdaderas injusticias pues pudiese ocurrir que alguien que ha sido
condenado por la comisión de un delito y con ese motivo, además de ser pri-
vado de la libertad, ha cubierto una cantidad por concepto de multa y otra
por reparación del daño, pudiese ser nuevamente multado por su respon-
sabilidad administrativa. También puede ocurrir, que juzgada la conducta
a la luz de la legislación penal, no se hubieran encontrado elementos que
probaran su realización y por tanto se hubiese absuelto al servidor público
por parte del Poder Judicial y, sin embargo, la autoridad ejecutiva en el ám-
bito administrativo impusiera un castigo por una conducta que la autoridad
judicial consideró inexistente. Esto demuestra que es necesario replantear
las consideraciones teóricas que están en la base de las sanciones múltiples,
por la injusticia de los efectos que pueden generar.
361
Véase el apartado 17.7.
17. El Régimen de Responsabilidades 713
362
Véase el capítulo 10 en relación con el organismo autónomo a cuyo cargo debe estar este
sistema.
17. El Régimen de Responsabilidades 715
363
Véase el apartado 17.10.
17. El Régimen de Responsabilidades 717
17.5. ANTECEDENTES
364
Diccionario Jurídico Mexicano, 7a. ed., Porrúa e Instituto de Investigaciones Jurídicas,
UNAM, México, 1984.
718 Eduardo Andrade Sánchez
365
Véase John, Field, The Story of Parliament, Politico’s & James Publishers, 2002.
17. El Régimen de Responsabilidades 719
366
Sobre este tema consúltese Raoul Berger, Impeachment. en Constitutional Problems, Har-
vard University Press, Cambridge, 1974.
17. El Régimen de Responsabilidades 721
nes que autorizaran contra la Constitución o las leyes, sin que les sirviera de
excusa decir que lo había mandado el rey.
La primera Constitución del México independiente, del 4 de octubre
de 1824, establecía que ambas cámaras, la de Diputados o la de Senado-
res, que tenían idénticas facultades como legisladoras, estaban capacitadas
para conocer en calidad de “gran jurado” sobre determinadas acusaciones
contra funcionarios, incluido el Presidente de la Federación quien podía ser
acusado por delitos de traición contra la independencia nacional o la forma
establecida de gobierno, y por cohecho o soborno cometidos durante el
tiempo de su empleo.
Podemos percatarnos en este texto tanto de la influencia que tuvo el
contenido de la Constitución estadounidense, de la cual se dice circulaba
una mala traducción entre los miembros de aquel constituyente, como de la
permanencia de algunas expresiones hasta nuestros días.
La Constitución centralista de 1836, famosa por el establecimiento de
un Supremo Poder Conservador, era tajante en cuanto a que este no era
responsable de sus operaciones “más que a Dios y a la opinión pública, y
sus individuos en ningún caso podrán ser juzgados ni reconvenidos por sus
opiniones”. De aquí resalta, por una parte, que por lo menos había señas
de un respeto a la “opinión pública” aunque su juicio adverso no pudiese
hacerse valer jurídicamente y, por otra, la constatación de fórmulas sintác-
ticas que han permanecido en la letra constitucional desde esa época y que
ahora se aplican a la inviolabilidad de los legisladores consagrada en el art.
61 en vigor.
La diferenciación entre delitos “comunes” y “oficiales” parece haber si-
do producto de modificaciones graduales que no obedecían a un esquema
teórico integral. En los antecedentes constitucionales la referencia explícita
a los delitos “oficiales” aparece por vez primera en el Proyecto de Reformas
a las Leyes Constitucionales de 1836 elaborado en junio de 1840.
Esta concepción se va afirmando en subsecuentes documentos constitu-
cionales. Don Mariano Otero, en su voto particular relativo al Acta Consti-
tutiva y de Reformas de 1847, emplea la diferenciación entre delitos “comu-
nes” y “de oficio”, en el entendido de que estos últimos eran aquellos que
se encontraban directamente vinculados con el ejercicio del cargo público.
La Constitución de 1857 incorporó este mismo esquema siguiendo, ade-
más, muy de cerca el texto de la constitución de Estados Unidos de América.
El texto original de la Constitución de 1917 basaba el régimen de res-
ponsabilidades de los funcionarios públicos en la mencionada distinción
entre dos tipos de delitos: comunes y oficiales. Esta concepción partía de la
722 Eduardo Andrade Sánchez
17.S.2. El procedimiento
El procedimiento del juicio político abarca dos fases, una ante la Cámara
de Diputados que valora la procedencia de la acusación. Para realizar esta
se necesita la aprobación de la mayoría absoluta, es decir, más de la mitad
de los miembros presentes en la sesión que deba resolver. El papel de la Cá-
mara de Diputados es el de un fiscal, pero su investigación para determinar
si procede o no incoar el juicio adquiere también un carácter controversial,
ya que el funcionario inculpado debe ser oído.
Si la Cámara de Diputados resuelve acusar al servidor público, debe lle-
var el caso ante el Senado de la República para que este cuerpo colegiado
se erija en jurado de sentencia y resuelva sobre la aplicación de la sanción
correspondiente, lo que constituye la segunda fase del juicio político. A dife-
rencia de la mayoría exigida en la Cámara de Diputados para que proceda
la acusación, la de Senadores requiere una mayoría calificada de dos tercios
de los miembros presentes para condenar al acusado, quien tendrá el dere-
17. El Régimen de Responsabilidades 729
367
Véase el apartado 17.9.
730 Eduardo Andrade Sánchez
368
Enrique Quiroz Acosta, op. cit., Segundo curso, Porrúa, México, 2002, pág. 584.
369
Sobre estas nuevas formas de limitación a la libertad de expresión recomiendo el artículo
The threat from the illiberal left publicado en la revista The Economist del 4 de septiembre
de 2021.
732 Eduardo Andrade Sánchez
370
Véase Elisur Arteaga Nava, Derecho constitucional, 2a. ed., Oxford University Press, Méxi-
co, 1999, pág. 739.
17. El Régimen de Responsabilidades 735
vez más aquí se usa de manera incorrecta la referencia a los delitos come-
tidos “durante el ejercicio de su encargo”. Esta es una reminiscencia de las
alusiones a los antiguos delitos oficiales. Como quedó redactado, parecería
que el Presidente de la República sí puede conceder un indulto, cuando el
delito no se hubiese cometido durante el ejercicio de la función dotada de
fuero. Esa interpretación es inaceptable porque de lo que se trata, es de que
el servidor público que ha delinquido, no reciba un favor de naturaleza
política que evite la aplicación de la sanción correspondiente. Podría pre-
tenderse traer a colación el principio de que en caso de duda debe estarse a
favor del reo, pero este principio opera para el juez en el momento de dictar
la sentencia, no para crear condiciones que permitan otorgar un beneficio
político indebido. Por otra parte, se entiende que la prohibición de indultar
no rige para el caso del indulto necesario, que se concede cuando se demues-
tra la inocencia del individuo condenado.
La LFRSP rige el procedimiento de desafuero al cual se aplican “en lo
pertinente” las disposiciones procesales previstas para el juicio político. No
obstante que este juicio puede ser promovido por cualquier persona, la Cá-
mara ha adoptado el criterio de que la legitimación para iniciar una decla-
ración de procedencia corresponde al Ministerio Público. En el proyecto de
la futura LFJPDP se precisa que el procedimiento debe ser necesariamente
iniciado a promoción del Ministerio Público federal.
Aunque en teoría la Cámara no prejuzga sobre los fundamentos de la
imputación, la ley exige que se verifiquen elementos jurídicos sustanciales
que corresponden a la averiguación previa. Tanto en la legislación en vigor
como en la que eventualmente la sustituiría, se establece que la Sección
Instructora deberá verificar la existencia del delito y la presunta respon-
sabilidad del inculpado, además de constatar que este en efecto está pro-
tegido por el fuero constitucional. En ambas se determina un conjunto de
garantías procedimentales a favor del imputado que abarcan el derecho a
ser informado de la materia de la denuncia; que se le haga saber su garantía
de defensa para que designe a un defensor; se le da opción de comparecer
o informar por escrito respecto del contenido de la denuncia; tiene derecho
a que se ponga el expediente a su disposición y la de sus defensores para
poder formular alegatos, y tiene derecho de presentarse, asistido por su de-
fensor, ante el pleno de la Cámara el día que se erija en Gran Jurado y alegar
frente al pleno lo que a su derecho convenga.
Además de la LFRSP resulta aplicable para este procedimiento la LOCG
que regula la creación del órgano de la Cámara investido con facultades de
autoridad para instruir el procedimiento, que es la Sección Instructora.
736 Eduardo Andrade Sánchez
17.9. LA INATACABILIDAD
Tanto el art. 110 como el 111 establecen que “las declaraciones y resolu-
ciones de las Cámaras de Diputados o Senadores son inatacables” refirién-
dose respectivamente al juicio político y a la declaración de procedencia.
Por inatacabilidad se entiende la imposibilidad de impugnar la resolu-
ción de la Cámara por cualquiera de las partes que intervienen en el proce-
dimiento o por el denunciante original, mediante la interposición de algún
juicio o recurso; por supuesto, contra tales resoluciones no procede el am-
paro. Respecto a la responsabilidad penal prevista en el segundo de estos
artículos, cabe apuntar que lo que pareciera ser un defecto técnico al men-
cionarse a la Cámara de Senadores, la cual no interviene en la declaración
de procedencia, se justifica porque en su mismo texto hay una referencia al
juicio penal del Presidente de la República en el que sí participa el Senado.
La ley reglamentaria que se encuentra aún en estudio en la Cámara de
Diputados dejaría en claro que: En términos de lo dispuesto por los artí-
culos 110 y 111 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexica-
nos, son inatacables todas las resoluciones emitidas en los procedimientos
dispuestos en esta Ley, tanto las dictadas por las Cámaras de Diputados y
de Senadores, por sí o erigidas en Jurado de Procedencia o de Sentencia, así
como las formuladas por la Sección Instructora de la Cámara de Diputados
y por la Sección de Enjuiciamiento de la Cámara de Senadores.
Esta redacción obedece a que en la Ley Federal de Responsabilidades de
los Servidores Públicos, se establece que las resoluciones definitivas de las
Cámaras son inatacables. Eso supone la posibilidad de interponer el ampa-
ro contra resoluciones dictadas durante el proceso. De hecho, diversos pro-
cesados han recurrido al amparo para combatir este tipo de resoluciones.
En el procedimiento seguido contra el senador Ricardo Aldana, durante la
LVIII Legislatura, el juez cuarto de Distrito concedió la suspensión defini-
tiva de la resolución de la Cámara hasta en tanto se resolviera el amparo
interpuesto con base en presuntos vicios procedimentales. En 1989 en la
revisión promovida en el juicio de amparo 684/89 por Cuauhtémoc Cár-
denas Solórzano, el Cuarto Tribunal Colegiado en materia administrativa
del Primer Circuito, estableció que una resolución expedida por acuerdo
del presidente de la Cámara que declara improcedente la tramitación de
una denuncia de hechos en materia de juicio político, no tiene el carácter
de definitiva y, por tanto, admitió la posibilidad de impugnarla por vía de
amparo, pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció la total
improcedencia del amparo en mayo de 2004 contra cualquier resolución de
la Cámara en el procedimiento de desafuero.
17. El Régimen de Responsabilidades 737
para desempeñar otro cargo distinto, pero de los enumerados por el art.
111, se procederá de acuerdo con lo dispuesto en dicho precepto”.
Desde el punto de vista interpretativo, el principal problema que susci-
ta este texto es si el otorgamiento de una licencia al servidor público con
fuero lo despoja automáticamente del mismo. En apariencia, su lectura no
debería dejar lugar a dudas, pero en el pasado, a la luz de las disposiciones
constitucionales originalmente plasmadas en el título relativo a las respon-
sabilidades de los funcionarios, la Suprema Corte de Justicia de la Nación
sostuvo un criterio basado en una concepción teórica opuesta por comple-
to. En una célebre resolución emitida en 1946 expuso de manera un tanto
confusa, que el otorgamiento de una licencia a diputados que la habían
solicitado justamente para someterse a un proceso penal, en virtud de las
imputaciones que se les formulaban, no les privaba del fuero adscrito a su
función representativa.
Esta interpretación fue enmendada por la reforma constitucional de
1982 en cuya exposición de motivos se lee que el propósito de la modifica-
ción era establecer “con claridad que los servidores públicos con esa pro-
tección constitucional debida para el adecuado desempeño de su encargo,
no disfrutarán de ella cuando estén separados de su empleo, cargo o comi-
sión”. Ese era prácticamente el objetivo central del cambio de redacción de
este precepto. José de Jesús Orozco Enríquez al referirse a este tema afirma:
De este modo, ha quedado superado el criterio sustentado en alguna
ocasión por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el sentido
de que el “fuero” no era renunciable por tratarse de “una prerroga-
tiva parlamentaria de orden público”, conforme al cual se llegó a
considerar que el disfrute de una licencia no suspendía la vigencia de
la prerrogativa al “fuero” [véase, por ejemplo, las ejecutorias relati-
vas a Carlos A. Madrazo, y Joffre Sacramento, Semanario Judicial de
la Federación, quinta época, respectivamente, t. LXXXVII, pp.1877-
1884, y t. LXXXVIII pp. 325-329]. En relación con este último cri-
terio judicial, se estima que no puede ser alegado en la actualidad, ya
que el texto constitucional en que la ejecutoria respectiva se basó se
encuentra derogado, en tanto que existe disposición constitucional
expresa que prescribe lo contrario.371
371
José de Jesús Orozco Enríquez, “Régimen constitucional de responsabilidades de los servi-
dores públicos”, en Las responsabilidades de los servidores públicos, UNAM–Manuel Po-
rrúa, México, 1984, págs. 109 a 129.
740 Eduardo Andrade Sánchez
Es verdad que la redacción del párrafo primero del art. 112 no es su-
ficientemente precisa, pues parece que se alude a delitos cometidos solo
durante el tiempo en que el servidor público esté separado del empleo y no
antes, pero ello, es absurdo a la luz del contenido de la exposición de moti-
vos, ya que equivaldría a decir que el ex funcionario tiene fuero, aunque ya
no desempeñe el cargo, por cualquier delito cometido como funcionario o
aun antes de serlo y que solamente queda desprotegido respecto de conduc-
tas delictivas cometidas después de su separación del cargo.
La interpretación correcta consiste en captar el sentido de lo que busca-
ba la reforma: sustituir la interpretación previa de la Suprema Corte a fin de
que la separación “temporal” del cargo —pues dice “durante el tiempo”—
produzca el retiro de la inmunidad relativa que el fuero otorga.
Ese criterio fue seguido en 1994 por la Cámara de Diputados en el céle-
bre caso de la supuesta licencia solicitada mediante el envío de un documen-
to vía fax, por el entonces diputado Manuel Muñoz Rocha, presuntamente
implicado en un homicidio. Empero, en una incomprensible decisión, la
Cámara varió su interpretación recuperando el antiguo criterio jurispru-
dencial de 1946, ya superado por el vigente texto del art. 112, y en 2004
en el caso del desafuero de René Bejarano, entonces diputado con licencia
a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, decidió seguirle un juicio de
desafuero a pesar de encontrarse separado de su encargo.
He sostenido que este asunto debe considerarse definitivamente resuelto
por la reforma de 1982, puesto que el propósito de esta disposición fue bo-
rrar cualquier duda acerca de que la separación del cargo, así sea temporal,
priva del fuero. Para interpretarla debemos percatarnos de que no alude a
la cesación en el empleo público, cuando este se deja de desempeñar por
completo como cuando concluye el plazo de la función correspondiente por
haber terminado los periodos para los que son electos los legisladores, o el
tiempo para el que es designado un ministro de la Suprema Corte de Justicia
o con motivo de la remoción o la renuncia a un cargo. De manera que esta
separación supone el tiempo en el que por una licencia o por algún otro
motivo, el funcionario que tiene el cargo se separa de él temporalmente.372
La interpretación según la cual la licencia o cualquier otra forma de
separación temporal priva del fuero, se refuerza con la lectura del párrafo
segundo del art. 112 en el que se indica cómo proceder cuando el funciona-
rio regresa al cargo del cual se había separado de forma temporal o asume
otro provisto de fuero. Al decir que en tales circunstancias se procederá
372
Eduardo Andrade Sánchez, El desafuero en el sistema constitucional mexicano, op. cit.
17. El Régimen de Responsabilidades 741
373
Véase Álvaro Castro Estrada en Derechos del pueblo mexicano. México a través de sus
constituciones, t. XIX, 7a. ed., Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, México,
2006, comentario al art. 113.
374
Para una visión amplia de este tema consúltese Álvaro Castro Estrada, Responsabilidad
patrimonial del Estado, Porrúa, México, 1997.
17. El Régimen de Responsabilidades 747
18.1. PREÁMBULO
El Derecho Constitucional mexicano ha estado comprometido intensa-
mente con los derechos humanos desde sus orígenes.375 En los Sentimientos
de la Nación de José María Morelos, documento fundador de nuestra esen-
cia constitucional, se proclama la igualdad de todos ante la ley, proscribe
para siempre la esclavitud y la distinción de castas “quedando todos iguales
y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio o la virtud”; protege el
derecho de propiedad y la inviolabilidad el domicilio; en su punto 18 dice
textualmente: “Que en la nueva legislación no se admita la tortura”. En el
Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana de 22 de
octubre de 1814 se garantizan explícitamente la igualdad, la seguridad, la
propiedad y la libertad. También se establecía la presunción de inocencia
respecto de los inculpados y la garantía de audiencia y se consagraba el
derecho de petición y la libertad de opinión.
La Constitución de 1824 no tenía un catálogo específico de derechos
individuales. Algunas garantías de libertad, seguridad jurídica y protección
de la propiedad se establecían en un capítulo referente a las reglas aplicables
a la administración de justicia en todos los estados y territorios. Se prohibía
la confiscación de bienes, la retroactividad de la ley, la aplicación de tor-
mentos, la detención sin elementos de prueba o indicios, y la declaración
autoincriminatoria. Se imponía como obligación al Congreso General y a
los estados proteger la libertad de imprenta.376
Incluso la Constitución centralista conservadora de 1836 incluía algu-
nas garantías a partir de la prohibición al Congreso de proscribir a ningún
mexicano, privar de su propiedad a nadie, dar efecto retroactivo a las leyes
375
Empleo aquí el concepto de derechos humanos como derechos consagrados en favor de la
persona en nuestros textos constitucionales a reserva de analizar más adelante las caracterís-
ticas teóricas de tales derechos.
376
Para un muy interesante análisis del desarrollo en las constituciones estatales de las garan-
tías individuales véase La protección de las garantías individuales en las primeras constitu-
ciones de los Estados Unidos Mexicanos, por Óscar Castañeda Batres en la obra Colección
de Constituciones de los Estados Unidos Mexicanos. Régimen constitucional 1824; editado
por Mariano Galván Rivera en 1828. Reimpresión publicada por Miguel Angel Porrúa.
México, 1988.
752 Eduardo Andrade Sánchez
377
Véase https://vlex.com.mx/vid/derechos-fundamentales-676642297. Consultada el 20 de
julio de 2021.
756 Eduardo Andrade Sánchez
La única “ley natural” es la ley del más fuerte, y precisamente contra ella
se levanta el Derecho. Este es una creación de la cultura que, por supuesto,
tiene bases naturales. Entre estas bases, cabría admitir la existencia de una
tendencia o si se quiere, de una segunda “ley natural” que es la de coopera-
ción. La realidad natural de nuestra condición de animales sociales produce
un condicionamiento que nos obliga a cooperar para subsistir. La brutal ley
del más fuerte cumple un papel importante para esa cooperación pues en
cierta medida sirve para la conducción, la unidad y la seguridad del grupo.
Pero la cohesión del grupo es una fuerza superior, al grado que este puede
llegar a imponerse al individuo más fuerte.
La cohesión cooperativa surge de la necesidad de sobrevivencia que solo
la vida comunitaria hace viable y la cooperación exige organización; esta
a su vez requiere reglas prácticas: cómo y dónde ubicarse para cazar una
presa; quién hace qué y cómo. Las reglas técnicas de comportamiento para
la consecución de un fin compartido son el sustento “natural” sobre el que
se levanta la creación cultural de norma en su sentido de “deber ser”. La
ruptura de reglas de cooperación conduce a la noción de lo justo y lo injus-
to. Toda norma en ese sentido es un producto de la cultura.
Las múltiples definiciones de derechos humanos sostienen su indefec-
tible carácter normativo, a partir del cual procede revisar su contenido
filosófico.
18. Los Derechos Humanos 759
378
Véase CONTRERAS NIETO Miguel Ángel, “El derecho al desarrollo como derecho hu-
mano”, Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM-Comisión de Derechos Humanos del
Estado de México, México, Segunda edición, 2001, págs. 4y ss.
379
Diccionario Jurídico Mexicano. T. III. Instituto de investigaciones jurídicas. UNAM. 1983,
p. 223.
380
Diccionario de la lengua española. Real Academia Española, 22ª edición, Madrid, 2001.
760 Eduardo Andrade Sánchez
381
TAMAYO Y SALMORÁN Rolando, Voz: Derecho subjetivo en “Diccionario Jurídico
Mexicano”, Tomo D-H, Editorial Porrúa e Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM,
México, 1994.
382
Diccionario de la Lengua Española. Op. Cit.
18. Los Derechos Humanos 761
En el mismo ensayo, este autor reitera que “los derechos humanos impli-
can obligaciones a cargo del gobierno. Él es el responsable de respetarlos,
383
Ídem
384
NIKKEN Pedro, El Concepto de Derechos Humanos en “Estudios básicos de derechos
humanos I”, CERDAS CRUZ Rodolfo y NIETO LOAIZA Rafael (Compiladores), Instituto
Iberoamericano de Derechos Humanos y Comisión de la Unión Europea, Primera Edición,
San José, 1994. Pág. 15
762 Eduardo Andrade Sánchez
385
Ídem pág. 27
386
Contreras Nieto, Miguel Ángel, Op. Cit.
18. Los Derechos Humanos 763
que se les impone como parte de sus tareas efectuar esa especie de entrete-
nimiento para los comensales. ¿Atenta contra su dignidad que se les obligue
a realizar esa función no adscrita normalmente al puesto de mesero? La
respuesta es complicada, quizá algunos se sientan incómodos al realizar
tal show, pero para otros puede representar la oportunidad de exhibir sus
habilidades histriónicas, lo cual me lleva a pensar que la relatividad puede
operar hasta niveles estrictamente individuales.
En términos actuales, la dignidad es un concepto que combina lo que
denominamos autoestima y la noción de respeto a los demás. No tengo
duda de que la filosofía cristiana ha sido determinante para transferir al
Derecho la máxima que ordena no hacer a otros lo que no deseas para ti, a
partir del reconocimiento de su total validez moral. El respeto al prójimo,
considerado en plano de igualdad, se encuentra en el vértice de la dignidad
del ser humano, la cual se lastima cuando se falta a ese respeto provocando
en el ofendido la sensación de disminución de su valor como persona.
387
Véase sobre el tema el ilustrativo artículo: Instrumentos Internacionales firmados por
México en materia de Extradición. Continente Americano. Cámara de Diputados del
Congreso de la Unión LXI LEGISLATURA. Lic. Gabriel Mario Santos Villarreal; Lic.
Cándida Bustos Cervantes Consultado en: http://www.diputados.gob.mx/sedia/sia/spe/
SPE-ISS-18-09.pdf el 15 de julio de 2021.
18. Los Derechos Humanos 765
388
FERRAJOLI Luigi, “Los fundamentos de los derechos fundamentales”, Editorial Trotta,
Cuarta edición, Madrid. 2009, pág. 19
389
Ídem
768 Eduardo Andrade Sánchez
390
En esta terminología seguramente influyó la manera de denominar a la Constitución ale-
mana en la época de la división entre la República Federal de Alemania y Alemania De-
mocrática o del Este. Sobre la primera pesaba todavía la carga de la derrota en la Segunda
Guerra Mundial y la vigilancia ejercida sobre ella por las potencias occidentales, de modo
que denominar constitución a la norma suprema, equivalía a reconocer una soberanía que
en rigor no se había aceptado plenamente como atribución del pueblo alemán en los años
de la posguerra. Así, el documento constitutivo se denominó solamente Ley Fundamental:
Grundgesetz.
770 Eduardo Andrade Sánchez
391
Aguilar Cavallo, Gonzalo, Derechos fundamentales-derechos humanos. ¿Una distinción vá-
lida en el siglo XXI? Boletín Mexicano de Derecho Comparado. Instituto de Investigaciones
Jurídicas UNAM. Nueva serie. Año XLIII. No. 127. Ene-abril, 2010, p.p. 15-71.
392
Garrido Gómez, María Isabel, Derechos fundamentales y estado social y democrático de
derecho, Madrid, Diles, 2007, p.p.18-25. Tomado de Aguilar Cavallo, Gonzalo. Op. Cit. En
el trabajo de Aguliar Cavallo se citan varias opiniones de otros autores que mantienen la
misma posición.
18. Los Derechos Humanos 771
393
Durán Ribera, William Ruperto, La protección de los derechos fundamentales en la doctri-
na y jurisprudencia constitucional, Ius et Praxis, vol. 8, núm. 2, 2002, p.p. 177-194, especial-
mente 178. Tomado del artículo de Gonzalo Aguilar Cavallo, Op. Cit.
772 Eduardo Andrade Sánchez
Un punto muy delicado de esta apreciación es que los derechos de las ge-
neraciones posteriores a la primera resultan de una categoría inferior pues-
to que una mínima parte de ellos queda en el catálogo de los derechos fun-
damentales, como son los derechos de la niñez y la protección de la familia,
pese a la declaración del artículo primero en cuanto a la interdependencia e
indivisibilidad de los derechos humanos. Llama la atención que ningún de-
recho laboral queda comprendido entre los que no pueden ser suspendidos.
a una jornada máxima de trabajo de ocho horas. Así, los derechos de las
clases desfavorecidas quedan excluidos de la prohibición de su suspensión
y por ello podría decirse que no son fundamentales.
El derecho a las garantías judiciales establecidas para la protección de
los derechos humanos está considerado como no susceptible de suspenderse
y de acuerdo a la premisa que hemos establecido se trataría de un derecho
fundamental que no puede afectarse ni con motivo de la suspensión de de-
rechos humanos prevista en el artículo 29. De este planteamiento surge la
duda sobre si el acceso al juicio de amparo puede quedar o no suspendido
con motivo del estado de excepción. El punto fino del examen de esta cues-
tión sería determinar si el acceso a dicho juicio resulta indispensable para la
protección de los derechos humanos o en una circunstancia extrema podría
suspenderse. Para resolver esta duda debe tomarse en cuenta que el propio
artículo 29 previene que los decretos expedidos por el Ejecutivo, de los cua-
les resultarán las restricciones a los derechos humanos en la circunstancia
de suspensión de los mismos, deben ser revisados de oficio por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, en consecuencia si esta ha efectuado dicha
revisión y determinado que un decreto de los expedidos por el Ejecutivo es
constitucional, debería entenderse que no procede el juicio de amparo en su
contra. En consecuencia, la prohibición de suspender el acceso a la justicia
por la vía del amparo para combatir la eventual violación de los derechos
no susceptibles de suspenderse es inútil e inaplicable en la práctica, pues se-
rá imposible argumentar la inconstitucionalidad de un decreto que la Corte
hubiera declarado constitucional.
sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser
determinados por la ley.”
De entre distintas consideraciones jurídicas y específicamente judiciales,
sobre la conceptualización del libre desarrollo de la personalidad, me pare-
ce particularmente ilustrativo el contenido del artículo 16 de la Constitu-
ción colombiana que dispone: “Todas las personas tienen derecho al libre
desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que imponen los
derechos de los demás y el orden jurídico”.
En el estudio realizado por Manuel Enrique López Betancourt, asesor
de derechos de niñez y adolescencia de la Personería de Medellín, sobre
la sentencia T 542/92 de la Corte Constitucional de Colombia, se recogen
expresiones doctrinarias sobre el libre desarrollo de la personalidad que re-
fuerzan el planteamiento relativo a la equivalencia con la noción general de
libertad. Refiere este ensayista, a partir de la referida sentencia, que el libre
desarrollo de la personalidad consiste en:
“la libertad de hacer o no hacer lo que se considere ‘conveniente’ y
por tanto es un complemento a la autonomía personal integrando
tanto los derechos especiales relacionados con el ejercicio de las liber-
tades fundamentales como los derechos subjetivos de poder conducir
la propia vida de la manera como se considere más conveniente, sin
tener más limitaciones que los derechos de los demás y las considera-
ciones jurídicas.
394
López Betancourt, Manuel. Concepto Libre Desarrollo dela Personalidad en: https://docs.
google.com/document/d/1hCxRiCPG5qL9UfXpaVhAaDhGb1ySkH73sqPk-SVLDW8/
mobilebasic?hl=en_US. Consultada el 24 de julio de 2021.
18. Los Derechos Humanos 783
395
Véase http://www.definicionabc.com/social/personalidad.php. Consultada el 24 de julio de
2021.
396
Véase http://es.m.wikipedia.org/wiki/Personalidad. Consultada el 24 de julio de 2021.
18. Los Derechos Humanos 787
397
El estado de necesidad es una causa de justificación en el Derecho Penal por virtud de la cual
se exime de sanción a quien actúa en condiciones de extrema necesidad, para cuya satisfac-
ción recurre a afectar bienes jurídicos de otra persona.
788 Eduardo Andrade Sánchez
Las disposiciones del art. 31, por las cuales se establece que los impues-
tos sean proporcionales y equitativos, también responden al derecho funda-
mental de igualdad.
398
Véase apartado 12.5
796 Eduardo Andrade Sánchez
399
Consúltese la resolución del AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 249/2007.
18. Los Derechos Humanos 797
400
Al respecto véase el extraordinario artículo del doctor Sergio García Ramirez denominado
Estado democrático y social de Derecho, publicado en el Boletín de Derecho Comparado,
No. 98 del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en la siguiente liga: https://
revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3634 consultada el
27 de julio de 2021.
18. Los Derechos Humanos 799
401
Conferencia dictada en la Barra Mexicana Colegio de Abogados, el 26 de junio de 2015 so-
bre Control de Convencionalidad y principio pro homine en la teoría y en la práctica. www.
youtube.com/watch?v=nvDLiO_Z8pU
800 Eduardo Andrade Sánchez
derecho de una parte, se lesiona aquel que corresponde a la otra, sobre todo
si incurre en la inaplicación o inexacta aplicación de la ley en afectación al
derecho a la justicia.
Dada la condición de obligado que tiene el Estado, es este el que debe
responder por la existencia de una norma que viola la Constitución o un
tratado, o que es discriminatoria. El perjudicado por la norma tiene, con
independencia de que esté o no expresamente prevista, una acción contra
el Estado. En el ejemplo que nos ha servido de base para estas considera-
ciones, la concubina (o el concubinario) que pudiera resultar afectada en la
participación de la herencia, podría ejercer acción contra el Estado por el
monto del perjuicio que hubiese sufrido, dado que la norma discriminatoria
le produjo dicha afectación.
Resulta posible llevar todavía más adelante esta tesis, en el entendido
de que si una decisión jurisdiccional, inclusive de última instancia, produ-
jera una afectación a los derechos de las personas, por ejemplo dejando
de aplicar la norma en perjuicio de los hijos que ya tenían derecho a una
determinada porción de la herencia, aquellos a quienes se hubiese privado
de un derecho para favorecer el de otro que alegó violación a derechos hu-
manos, también tendrían acción contra el Estado por una resolución que ha
lesionado derechos que la ley les daba, para que les resarza de lo que se les
hubiere privado por la resolución judicial en cuestión.
Se trata por supuesto de un territorio novedoso que habría que explorar
a partir de las propias previsiones constitucionales señaladas en el artículo
109 sobre responsabilidad objetiva del Estado, el cual dispone:
La responsabilidad del Estado por los daños que, con motivo de su
actividad administrativa irregular, cause en los bienes o derechos de
los particulares, será objetiva y directa. Los particulares tendrán dere-
cho a una indemnización conforme a las bases, límites y procedimien-
tos que establezcan las leyes.
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