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Transporte pasivo: Algunas moléculas en las células son capaces de moverse de un gradiente
de concentración a otro atravesando directamente la parte lipídica de la membrana. El
transporte pasivo es el que no requiere que la célula haga algún gasto energético, y consiste en
la difusión de una sustancia a través de una membrana a favor de su gradiente de
concentración. En el proceso de difusión, una sustancia tiende a moverse de una zona de alta
concentración a un área de baja concentración hasta que esta sea igual a lo largo de un
espacio. El transporte pasivo incluye a:
La difusión simple: Las moléculas atraviesan la membrana dirigiéndose al sitio donde existe
menor concentración, esto es gracias a que son de tamaño pequeño y además tienen la misma
propiedad de la membrana, es decir, son apolares, no les gusta el agua. Recordemos que los
fosfolípidos de las membranas plasmáticas son anfipáticos, tienen regiones hidrofílicas
(amantes del agua) e hidrofóbicas (temerosas del agua). El núcleo hidrofóbico de la membrana
plasmática ayuda a que algunos materiales la atraviesen, mientras que bloquea el paso de
otros. Por ejemplo, el oxígeno tiene un paso constante a través de la membrana.
Transporte activo: A diferencia del pasivo, la célula gasta energía en forma de ATP (Adenosín
Trifosfato) para mover una sustancia contra su gradiente de concentración o electroquímico.
Los átomos y moléculas pueden formar iones y tener cargas eléctricas positivas o negativas por
ende existe un gradiente eléctrico o diferencia de cargas a través de una membrana
plasmática. Se divide en:
Transporte activo primario: Implica el uso directo de ATP para el transporte de sustancias. Un
ejemplo clave de esto es la bomba de sodio-potasio (Na+/K+-ATPasa), que usa una molécula
de ATP para transportar tres iones de sodio fuera de la célula y dos iones de potasio hacia el
interior de la célula.