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Literarios
FICCIÓN:
Las acciones conforman un mundo que es siempre ficcional, fingido, sustentado en la
imaginación, aun cuando tenga acontecimientos similares a la realidad.
VEROSIMILITUD:
Los acontecimientos deben ser posibles dentro del mundo ficticio que se nos presenta, deben
ser creíbles. Así el autor establece una relación de complicidad con el lector, en la cual,
este
último acepta como “realidad” aquello que es ficción.
FUNCIÓN ESTÉTICA:
El lenguaje literario expone y explota todos sus recursos fónicos, sintácticos y semánticos
para
posicionarse a sí mismo en primer plano.
INTERTEXTUALIDAD:
El texto literario es consecuencia de otros textos que le antecedieron.
No literarios
A diferencia de los textos literarios, los no literarios carecen del objetivo estético. En su
mayoría tienen intencionalidad expositiva o informativa. Sus características son:
CLARIDAD EN EL LENGUAJE:
No ha de ser ambiguo.
AUSENCIA DE FICCIÓN:
Carecen de ficción en el sentido de que lo expuesto no es fruto de la imaginación del autor,
sino que obedece a la realidad que vivimos.
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La mirada de Célica
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La narración
Las narraciones se organizan alrededor de un conflicto. Primero existe una situación inicial de equilibrio
que se rompe porque sucede algo que desestabiliza el orden reinante. En ese momento se plantea el conflicto
narrativo. A partir de allí, la acción se desarrolla hasta que el conflicto se resuelve. De ese modo, se
llega al desenlace: se vuelve al equilibrio inicial o se desemboca en un nuevo estado de equilibrio.
El cuento
El cuento es una clase de narración cuyo origen es relativamente reciente (data de mediados del siglo XIX
Si bien pueden rastrearse textos similares en el antiguo Egipto, así como antecedentes en la Edad Media. Se
trata de una narración imaginaria o ficcional (de fingir, mentir y representar) que se caracteriza por la
brevedad de su extensión; desde unos pocos renglones hasta unas cuarenta páginas. Por su brevedad, un cuento
suele presentar un único conflicto, que protagonizan pocos personajes en un solo lugar y en el transcurso de
un tiempo breve. Los cuentos pueden abordar cualquier tema. Por tratarse de narraciones ficcionales
refieren tanto conflictos del mundo real como del mundos imaginarios. Precisamente, existen diversas
variedades de cuentos según el mayor o menor grado de aproximación al mundo real o ficcional.
Trama e intencionalidad
El cuento tiene trama narrativa; se cuentan hechos. Pero a diferencia de otros textos, como los
periodísticos o los históricos, los hechos que se narran en un cuento pertenecen al mundo de la ficción. Aun
cuando se cuente una historia real, lo que importa no es su veracidad, sino el modo en que es contada. La
intencionalidad del cuento no es informativa, sino estética. Si bien los cuentos pueden adoptar distintas
organizaciones textuales, la estructura clásica o típica responde al siguiente esquema:
Situación inicial: Plantea una situación de equilibrio. Suele presentar el lugar, el tiempo y los
participantes.
Conflicto: Introduce un desequilibrio, una ruptura del orden existente en la situación inicial. Suele
incluir un único conflicto, que se desarrolla hasta el final.
El narrador
Los hechos del cuento están relatados por un narrador. Éste puede hablar en primera persona o en tercera. El
narrador en primera persona puede ser un personaje protagonista o testigo de la historia. El narrador puede
tener diferentes grados de conocimiento de sus personajes: puede saber lo mismo que cualquier observador
(sus movimientos, lo que dicen, algunos estados de ánimo). Pero puede conocer cosas que sólo están en el
interior de los personajes. Es más, puede saber cosas que ni siquiera el personaje conoce de si mismo.
El narrador puede referir los hechos narrados en primera o en tercera persona gramatical. La persona
gramatical se reconoce por las terminaciones de los verbos y por el uso de pronombres. En el siguiente
ejemplo, el narrador está en primera persona: Soy Marcia, vivo en una vieja casona y tengo ocho años. Marcia
es mi amiga; ella vive en una vieja casona y tiene ocho años. Yo la veo todos los días.
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El narrador en primera persona puede ser protagonista de los hechos o un testigo que cuenta lo que sabe o
ve. En el siguiente ejemplo, en cambio, el narrador está en tercera persona gramatical: Había una vez una
niña que vivía en una vieja casona abandonada. Cuando está en tercera persona, el narrador es externo los
hechos que cuenta.
El narrador omnisciente
El narrador es omnisciente cuando conoce todo lo que sucede en un relato, desde lo más importante hasta los
mínimos detalles Así puede transmitir al lector lo que el personaje ve, pero también puede dar un panorama
más amplio ya que se introduce en la conciencia del, o los personajes pudiendo decir lo que ellos desean,
sienten y piensan. La palabra omnisciente viene del latín y quiere decir “que todo lo sabe”. En la
literatura realista, es muy frecuente la presencia de este tipo de narrador.
Indirectamente: no se mencionan fechas, pero por los objetos nombrados, las costumbres o los personajes
históricos se puede deducir en que época y lugar transcurren los hechos.
Los personajes
Se denomina protagonista al personaje principal y personajes secundarios a los de menor importancia.
Para componer a los personajes de un relato el autor les otorga ciertos rasgos de personalidad. La
caracterización del personaje puede ser directa o indirecta.
Es Directa cuando el narrador lo describe (“X es tranquilo”), o cuando lo describe otro personaje (“X es
nervioso-Dijo Ana-), o cuando el personaje se describe a sí mismo (“Soy torpe”).
Es Indirecta cuando es el lector quien debe sacar las conclusiones sobre el personaje; ya sea por acciones
que éste realiza o por la forma en que percibe a los demás.
Se denomina descripción estática a la que registra un objeto (personaje, espacio, escenario…) en estado de
quietud, o que pretende dar una imagen estable del objeto, como si fuese una fotografía, sin tener en cuenta
sus variaciones. Por el contrario, son dinámicas las descripciones que brindan una imagen del objeto en
movimiento, o que registran procesos y se detienen en cada etapa de su desarrollo.
Los verbos característicos de las descripciones refieren la existencia de algo o alguien y su ubicación en
el espacio. Generalmente, se utiliza el verbo haber en forma impersonal: En la habitación hay tres ventanas.
También sew utilizan otros verbos como, encontrarse, estar, presentar/se: Esa habitación estaba en el
extremo más alejado del jardín. Por otra parte, en las descripciones se utilizan verbos que caracterizan a
personajes, objetos o situaciones. Por ejemplo, los verbos ser, parecer, entre otros, indican rasgos propios
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del objeto o personaje que se describe, rasgos constitutivos de su esencia: Era alto y algo encorvado. El
verbo tener permite atribuirle rasgos al objeto o personaje: Tenía el cabello bien cortado.
El conflicto narrativo
En la narración, el conflicto se produce porque el protagonista desea algo que es muy valioso para sí o, por
ejemplo, para su pueblo. En el intento por lograr lo que desea, se encuentra con personajes que colaboran
con él y son sus ayudantes. Pero el protagonista también se encuentra con oponentes, que tienen sus propios
intereses y le ponen obstáculos. Ese choque de intereses genera el conflicto narrativo. El conflicto se
resuelve cuando este personaje logra o no lo que deseaba, y se llega al desenlace.
El esquema actancial
Los personajes pueden ser considerados como los sujetos que hacen las funciones. Son ACTANTES, que se
relacionan de la siguiente manera:
AYUDANTE AYUDANTE
Los actantes pueden ser personas, objetos, o fuerzas (la adversidad, la suerte, lo divino.) Por ejemplo, un
granjero (sujeto) que intenta cruzar el río para alimentar a sus animales (objeto) pero una fuerte tormenta
(oponente) se lo impide. No siempre están presentes todos los actantes en el relato.
La secuencia narrativa
Algunas acciones de un cuento pueden suprimirse sin que la historia pierda su sentido fundamental. Otras, en
cambio, no pueden suprimirse sin que se altere la trama. Las acciones se organizan en series llamadas
secuencias. En una secuencia una acción fundamental, llamada núcleo o acción primaria, desencadena otras que
conducen a la resolución de la acción. La identificación de los núcleos y su organización en secuencias
permite elaborar un esquema secuencial que muestra gráficamente la estructura narrativa del relato. Las
acciones así encadenadas forman “secuencias narrativas”.
Tipos de cuentos
Son muchas las clasificaciones que se han propuesto de los cuentos. Una primera división separa los cuentos
tradicionales, de autor anónimo y transmisión oral, de los literarios, de autor conocido y que circulan a
través de la lengua escrita. Otra división es entre aquellos que se basan en hechos que podrían llegar a
ocurrir, frente a los que, en cambio, cuentan acontecimientos que no pueden haber ocurrido, porque tratan de
hechos del futuro, o porque inventan hechos o personajes que no siguen las leyes del mundo que nosotros
conocemos.
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- Clasificación de cuentos:
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El cuento fantástico
El cuento fantástico utiliza como punto de partida los misterios que plantean el hombre y su
mundo y que no han tenido una explicación clara y certera: el tiempo, el espacio, los sueños,
las dimensiones, la muerte…
El autor del cuento fantástico elige uno de esos misterios como tema pero sin intención de
resolverlo, sino que, valiéndose de la ausencia de respuestas y de su imaginación, logra crear
la incertidumbre. Es por eso que, partiendo de elementos reales y cotidianos – a veces en forma
gradual y otras abruptamente – anula la realidad y nos traslada al ámbito de lo misterioso y de
lo inexplicable. Proviene de la vacilación entre una explicación natural o una sobrenatural. El
escritor busca que el lector se pregunte acerca de la factibilidad de los sucesos; por eso
elabora un relato verosímil, al que añade elementos extraños. Éste es el medio de producir la
perplejidad y el suspenso, fuente de curiosidad, desazón y, a veces, miedo para el lector.
Son prácticamente innumerables los medios de que se valen los autores de narraciones
fantásticas una vez que han entrado en el proceso mental por el cual liberan su imaginación.
Invaden tiempo, espacio, personajes o situaciones y en ocasiones, todo a la vez.
Cuando el personaje es presa de las fuerzas sobrenaturales, si es un ser humano puede sufrir,
entre otros, el fenómeno de la metamorfosis; si es cualquier elemento de la realidad –
animales, objetos, muerte, espíritu – se animiza y adquiere características propias del hombre.
Si la invasión de lo fantástico se produce por medio del tiempo y del espacio, se producen
traslados a otros tiempos – ya al pasado, como al futuro – anacronismos parciales, retroceso en
la propia historia, detención del tiempo, desajustes entre el tiempo cronológico y el tiempo
interior, multiplicación en el tiempo, ruptura de las leyes físicas, transmutación de mundos.
Otro tema predilecto de los autores de cuentos fantásticos es la interrelación entre el sueño y
la realidad; sueño dentro de otro sueño, conciencia de que se está soñando, sueños comunes a
varias personas; en todos los casos, con un elemento que, luego en la vigilia, deja un rastro:
por ejemplo, un objeto material presente en el sueño y presente en la vigilia.
Definición
El cuento fantástico es aquel que, por la suma de elementos reales y de elementos extraños e
inexplicables, hace vacilar entre una explicación natural o una sobrenatural y deja al lector
sumido en la incertidumbre.
Resumiendo:
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La galera
1803
¿Cuántos días, cuántos crueles, torturadores días hace que viajan así, sacudidos,
zangoloteados, golpeados sin piedad contra la caja de la galera, aprisionados en los asientos
duros? Catalina ha perdido la cuenta. Lo mismo pueden ser cinco que diez, que quince; lo mismo
puede haber transcurrido un mes desde que partieron de Córdoba, arrastrados por ocho mulas
dementes. Ciento cuarenta y dos leguas median entre Córdoba y Buenos Aires; y aunque Catalina
calcula que ya llevan recorridas más de trescientas, sólo ochenta separan, en verdad, a su
punto de origen y la Guardia de la Esquina, próxima parada de las postas.
Los otros viajeros vienen amodorrados, agitando las cabezas como títeres; pero Catalina no
logra dormir. Apenas si ha cerrado los ojos desde que abandonaron la sabia ciudad. El coche
chirría y cruje columpiándose en las sopandas de cuero estiradas a torniquete, sobres las
ruedas altísimas de madera de urunday. De nada sirve que ejes y mazas y balancines estén
revueltos en largas lonjas de cuero fresco para amortiguar los encontrones. La galera infernal
parece haber sido construida a propósito para martirizar a quienes la ocupan. ¡Ah, pero esto no
quedará así! En cuanto lleguen a Buenos Aires, la vieja señorita se quejará a don Antonio
Romero de Tejada, administrador principal de correos; y si es menester, irá hasta la propia
virreina Del Pino, la señora Rafaela de Vera y Pintado. ¡Ya verán quién es Catalina Vargas!
La señorita se arrebuja en su amplio manto gris y palpa una vez más, bajo la falda, las
bolsitas que cosió en el interior de su ropa y que contienen su tesoro. Mira hacia sus
acompañantes, temerosa de que sospechen de su actitud; más su desconfianza se deshace pronto.
Nadie se fija en ella. El conductor de la correspondencia ronca atrozmente en un rincón; al
pecho, el escudo de bronce con las armas reales; apoyados los pies en la bolsa del correo. Los
otros se acomodaron en posturas disparatadas, sobre las mantas con las cuales improvisan lechos
hostiles cuando el coche se detiene para el descanso. Debajo de los asientos, en cajones, canta
el abollado metal de las valijas al chocar contra las provisiones y las garrafas de vino.
Afuera el sol enloquece al paisaje. Una nube de polvo envuelve a la galera y a los cuatro
soldados que la escoltan al galope, listas las armas, porque en cualquier instante, puede
surgir un malón de indios y habrá que defender las vidas. La sangre de las mulas hostigadas por
los postigotes mancha los vidrios. Si abrieran las ventanas, la tierra sofocaría a los
viajeros; de modo que es fuerza andar en el agobio de la clausura que apesta el olor a comida
guardada y a gente y ropa sin lavar.
¡Dios mío! ¡Así ha sido todo el tiempo, todo el tiempo, cada minuto, lo mismo cuando cruzaron
los bosques de algarrobos, de chañares, de talas y de piquillines, que cuando vadearon el Río
Segundo y el Saladillo! Ampía, los Puestos de Ferreira, Tío Pugio, Colmán, Fraile Muerto, la
Esquina de Castillo, la Posta del Zanjón, Cabeza de Tigre… Se confunden los nombres en la mente
de Catalina Vargas, como se confunden los perfiles de las estancias que velan en el desierto,
coronadas por miradores iguales, y de las fugaces pulperías donde los paisanos suspendían las
partidas de naipes y de taba para acudir al encuentro de la diligencia enorme, único lazo de
noticias con la ciudad remota.
¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Y las tardes que pasan sin dormir, pues casi todo el viaje se cumple de
noche! ¡Las tardes durante las cuales se revolvió desesperada sobre el catre rebelde del
parador, atormentados los oídos por la risa cercana de los peones y los esclavos que desafiaban
la vihuela o asaban el costillar! Y luego, a galopar nuevamente…. Los negros se afirmaban en el
estribo, prendidos como sanguijuelas; y era milagro que la zarabanda no los despidiera por los
aires; las petacas, baúles y colchones se amontonaban sobre la cubierta. Sonaba el cuerno de
los postillones enancados en las mulas, y a galopar, a galopar.
Catalina tantea, bajo la saya que muestra tantos tonos de mugre como lamparones, las bestias
uncidas al vehículo, los bolsos cocidos, los bolsos grávidos de monedas de oro. Vale la pena el
despiadado ajetreo, por lo que aguarda después, cuando las piezas redondas que ostentan la
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soberana efigie enseñen a Buenos Aires su poderío. ¡Cómo la adularán! Hasta el señor virrey del
Pino visitará su estrado al enterarse de su fortuna.
¡Su fortuna! Y no sólo esas monedas que se esconden bajo su falda con delicioso balanceo: es la
estancia de Córdoba y la de Santiago, y la casa de la calle de las Torres… Su hermana viuda ha
muerto y, ahora a ella, le toca la fortuna esperada. Nunca hallarán el testamento que destruyó
cuidadosamente; nunca sabrán lo otro… lo otro… aquellas medicinas que ocultó… y aquello que
mezcló con las medicinas… Y ¿qué? ¿No estaba en su derecho al hacerlo? ¿Era justo que la locura
de su hermana la privara de lo que se le debía? ¿No procedió bien al protegerse, al proteger
sus últimos años? El mal que devoraba a Lucrecia era de los que no admiten cura…
El galope… el galope… el galope…. Junto a la portezuela traqueteante, baila la figura de uno de
los soldados de la escolta. El largo gemido del cuerno anuncia que se acercan a la Guardia de
la Esquina. Es una etapa más.
Y las siguientes se suceden: costean el Carcarañá, avizorando lejanas rancherías diseminadas
entre pobres lagunas donde bañan sus trenzas los sauces solitarios; alcanzan a India Muerta;
pasan el Arroyo del Medio. Días y noches, días y noches. He aquí Pergamino, con su fuerte
rodeado de ancho foso, con su puente levadizo de madera y cuatro cañoncitos que apuntan a la
llanura sin límites. Un teniente de dragones se aproxima, esponjándose, hinchado el buche como
un pájaro multicolor, a buscar los pliegos sellados con lacre rojo. Cambian las mulas que manan
sudor y sangre y fango. Y por la noche, reanudan la marcha.
El galope… el galope… el tamborileo de los cascos y el silbido veloz de las fustas… No cesa la
matraca de los vidrios. Aun bajo el cielo fulgente de astros, maravilloso como el manto de una
reina, el calor guerrea con los prisioneros de la caja estremecida. Las ruedas se hunden en las
huellas costrosas dejadas por los carretones tirados por bueyes. Pero ya falta poco. Arrecifes…
Areco… Luján… Ya falta poco.
Catalina Vargas va semidesvanecida. Sus dedos estrujan las escarcelas donde oscila el oro de su
hermana. ¡Su hermana! No hay que recordarla. Aquello fue una pesadilla soñada hace mucho.
El correo real fuma una pipa. La señorita se incorpora, furiosa. ¡Es el colmo! ¡Como si no
bastaran los sufrimientos que padecen! Pero cuando se apresta a increpar al funcionario,
Catalina advierte dentro del coche la presencia de una nueva pasajera. La ve detrás del cendal
de humo; brumosa, espectral. Lleva una capa gris semejante a la suya, y como ella, se cubre con
un capuchón. ¿Cuándo subió al carruaje? No fue en Pergamino. Podría jurar que no fue en
Pergamino, la parada postrera, ¿cómo es posible…?
La viajera gira el rostro hacia Catalina Vargas; y Catalina reconoce, en la penumbra del
atavío, en la neblina que todo lo invade, la fisonomía angulosa de su hermana, de su hermana
muerta. Los demás parecen no haberse percatado de su aparición. El correo sigue fumando. Más
acá, el fraile reza con las palmas juntas; y el matrimonio que viene del Alto Perú dormita y
cabecea. La negrita habla por lo bajo con el oficial.
Catalina se encoge, transpirando de miedo. Su hermana la observa con los ojos desencajados. Y
el humo, el humo crece en bocanadas nauseabundas. La vieja señorita quisiera gritar, pero ha
perdido la voz. Manotea en el aire espeso; más sus compañeros no tienen tiempo de ocuparse de
ella, porque en ese instante, con gran estrépito, algo cede en la base del vehículo y la galera
se tuerce y se tumba entre los gruñidos y corcovos de las mulas sofrenadas bruscamente. Uno de
los ejes se ha roto.
Postillones y soldados ayudan a los maltrechos viajeros a salir de la casilla. Multiplican las
explicaciones para calmarlos. No es nada. Dentro de media hora, estará arreglado el desperfecto
y podrán continuar su andanza hacia Arrecifes, de donde los separan cuatro leguas.
Catalina vuelve en sí de su desmayo y se halla tendida sobre las raíces del ombú. El resto
rodea al coche, cuya caja ha recobrado la posición normal sobre las sopandas. Suena el cuerno,
y los soldados montan en sus cabalgaduras. Uno permanece junto a la abierta portezuela del
carruaje para cerciorarse de que no falta ninguno de los pasajeros a medida que trepan al
interior.
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La señorita se alza, mas un peso terrible le impide levantarse. ¿Tendrá quebrados los huesos, o
serán las monedas de oro las que tironean de su falda como si fueran de mármol, como si todo su
vestido se hubiera transformado en un bloque de mármol que la clava en tierra? La voz se le
anuda en la garganta.
A pocos pasos, la galera vibra, lista para salir. Ya se acomodaron el correo y el fraile
franciscano y el matrimonio y la negra y el oficial. Ahora, idéntico a ella, con la capa color
de ceniza y el capuchón bajo, el fantasma de su hermana Lucrecia se suma al grupo de pasajeros.
Y ahora lo ven. Rehúsa la diestra galante que le ofrece el postillón. Están todos. Ya recogen
el estribo. Ya chasquean los látigos. La galera galopa, galopa hacia Arrecifes, trepidante,
bamboleante, zigzagueante, como un ciego animal desbocado, en medio de una nube de polvo.
Y Catalina Vargas queda sola, inmóvil, muda, en la soledad de la pampa y de la noche, donde en
breve no se oirá más que el grito de los caranchos.
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Guía de estudio de “La galera” de Manuel Mujica Láinez
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El gato
¿Cuánto tiempo llevaba encerrado?
La mañana de mayo, velada por la neblina en que había ocurrido aquello, le resultaba
tan irreal como el día de su nacimiento, ese hecho acaso más cierto que ninguno, pero que
sólo atinamos a recordar como una increíble idea. Cuando descubrió, de improviso, el dominio
secreto e impresionante que el otro ejercía sobre ella, se decidió a hacerlo. Se dijo que
quizás iba a obrar en nombre de ella, para librarla de una seducción inútil y envilecedora.
Sin embargo, pensaba en sí mismo, seguía un camino iniciado mucho antes. Y aquella mañana, al
salir de esa casa, después que todo hubo ocurrido, vio que el viento había expulsado la
neblina, y, al levantar la vista ante la claridad enceguecedora, observó en el cielo una nube
negra que parecía una enorme araña huyendo por un campo de nieve. Pero lo que nunca olvidaría
era que a partir de ese momento el gato del otro, ese gato del que su dueño se había jactado
de que jamás lo abandonaría, empezó a seguirlo, con cierta indiferencia, con paciencia casi
ante sus intentos iniciales por ahuyentarlo, hasta que se convirtió en su sombra.
Encontró esa pensionsucha, no demasiado sucia ni incómoda, pues aún se preocupaba por
ello. El gato era grande y musculoso, de pelaje gris, en partes de un blanco sucio. Causaba
la sensación de un dios viejo y degradado, pero que no ha perdido toda la fuerza para hacer
daño a los hombres; no les gustó, lo miraron con repugnancia y temor, y, con la autorización
de su accidental amo, lo echaron. Al día siguiente, cuando regresó a su habitación, encontró
al gato instalado allí; sentado en el sillón; levantó apenas la cabeza, lo miró y siguió
dormitando. Lo echaron por segunda vez, y volvió a meterse en la casa, en la pieza, sin que
nadie supiera cómo. Así ganó la partida, porque desde entonces la dueña de la pensión y sus
acólitos renunciaron a la lucha.
¿Se concibe que un gato influya sobre la vida de un hombre, que consiga modificarla?
Al principio él salía mucho; los largos hábitos de una vida regalada hacían que
aquella habitación, con su lamparita de luz amarillenta y débil, que dejaba en la sombra
muchos rincones, con sus muebles sorprendentemente feos y desvencijados si se los miraba
bien, con las paredes cubiertas por un papel listeado de colores chillones le resultaba poco
tolerable. Salía y volvía más inquieto; andaba por las calles, andaba, esperando que el mundo
le devolviera una paz ya prohibida. El gato no salía nunca. Una tarde que él estaba apurado
por cambiarse y presenció desde la puerta cómo limpiaba la habitación la sirvienta, comprobó
que ni siquiera en ese momento dejaba la pieza: a medida que la mujer avanzaba con su trapo y
su plumero, se iba desplazando hasta que se instalaba en un lugar definitivamente limpio;
raras veces había descuidos, y entonces la sirvienta soltaba un chistido suave, de
advertencia, no de amenaza, y el animal se movía. ¿Se resistía a salir por miedo de que
aprovecharan la ocasión para echarlo de nuevo o era un simple reflejo de su instinto de
comodidad? Fuera lo que fuese, él decidió imitarlo, aunque para forjarse una especie de
sabiduría con lo que en el animal era miedo o molicie.
En su plan figuraba privarse primero de las salidas matutinas y luego también de las
de la tarde; y, pese a que al principio le costó ciertos accesos de sorda nerviosidad
habituarse a los encierros, logró cumplirlo. Leía un librito de tapas negras que había
llevado en el bolsillo; pero también se paseaba durante horas por la pieza, esperando la
noche, la salida. El gato apenas si lo miraba; al parecer tenía suficiente con dormir, comer
y lamerse con su rápida lengua. Una noche muy fría, sin embargo, le dio pereza vestirse y no
salió; se durmió enseguida. Y a partir de ese momento todo le resultó sumamente fácil, como
si hubiese llegado a una cumbre desde la que no tenía más que descender. Las persianas de su
cuarto sólo se abrieron para recibir la comida; su boca, casi únicamente para comer. La barba
le creció, y al cabo puso también fin a las caminatas por la habitación.
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Tirado por lo común en la cama, mucho más gordo, entró en un período de singular
beatitud. Tenía la vista casi siempre fija en las polvorientas rosetas de yeso que ornaban el
cielo raso, pero no las distinguía, porque su necesidad de ver quedaba satisfecha con los
cotidianos diez minutos de observación de las tapas del libro. Como si se hubieran despertado
en él nuevas facultades, los reflejos de la luz amarillenta de la bombita sobre esas tapas
negras le hacían ver sombras tan complejas, matices tan sutiles que ese solo objeto real
bastaba para saturarlo, para sumirlo en una especie de hipnotismo. También su olfato debía
haber crecido, pues los más leves olores se levantaban como grandes fantasmas y lo envolvían,
lo hacían imaginar vastos bosques violáceos, el sonido de las olas contra las rocas. Sin
saber por qué comenzó a poder contemplar agradables imágenes: la luz de la lamparita —
eternamente encendida— menguaba hasta desvanecerse, y, flotando en los aires, aparecían
mujeres cubiertas por largas vestimentas, de rostro color sangre o verde pálido, caballos de
piel intensamente celeste...
El gato, entretanto, seguía tranquilo en su sillón.
Un día oyó frente a su puerta voces de mujeres. Aunque se esforzó, no pudo entender
qué decían, pero los tonos le bastaron. Fue como si tuviera una enorme barriga fofa y le
clavaran en ella un palo, y sintiera el estímulo, pero tan remoto, pese a ser sumamente
intenso, que comprendiese que iba a tardar muchas horas antes de poder reaccionar. Porque una
de las voces correspondía a la dueña de la pensión, pero la otra era la de ella, que
finalmente debía haberlo descubierto.
Se sentó en la cama. Deseaba hacer algo, y no podía.
Observó al gato: también él se había incorporado y miraba hacia la persiana, pero
estaba muy sereno. Eso aumentó su sensación de impotencia.
Le latía el cuerpo entero, y las voces no paraban. Quería hacer algo. De pronto sintió
en la cabeza una tensión tal que parecía que cuando cesara él iba a deshacerse, a disolverse.
Entonces abrió la boca, permaneció un instante sin saber qué buscaba con ese movimiento,
y al fin maulló, agudamente, con infinita desesperación, maulló.
Héctor Murena
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Guía de estudio de “El gato” de Héctor Murena
4) Compará esta visión del poeta Pablo Neruda, en su “Oda al gato”, con la que
se presenta en el cuento de Murena acerca de este animal.
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El retrato oval
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Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla. Mas era
humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas semanas, en la sombría y alta
habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente por el cielo
raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día. Y
era un hombre vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veía
que la luz que penetraba tan lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los encantos
de su mujer, que se consumía para todos excepto para él. Ella, no obstante, sonreía más y más,
porque veía que el pintor, que disfrutaba de gran fama, experimentaba un vivo y ardiente placer
en su tarea, y trabajaba noche y día para trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba,
la cual de día en día tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban el
retrato, comentaban en voz baja su semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor,
y del profundo amor que su modelo le inspiraba. Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su
término, no se permitió a nadie entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer
por el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para
mirar el rostro de su esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo
borrábanse de las mejillas de la que tenía sentada a su lado. Y cuando muchas semanas hubieron
transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la
boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que
está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en
éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció
intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: “¡En verdad, esta es la vida
misma!” Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!“
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El almohadón de plumas
Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su
marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un
ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada
a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba
profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial.
Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e
incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso
-frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado.
Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba
aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en
toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar
un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en
nada hasta que llegaba su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente
días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el
brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó
la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello.
Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia.
Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin
moverse ni decir una palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El
médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.
-No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran
debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme
enseguida.
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima,
completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte.
Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas
sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz
encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra
ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la
cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que
descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía
sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente
mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de
sudor.
-¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.
-¡Soy yo, Alicia, soy yo!
Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de
estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido,
acariciándola temblando.
Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los
dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa,
desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta
Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte.
La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
-Pst... -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio... poco hay que
hacer...
-¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre
en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía
lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de
18
sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de
kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la
cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores
crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban
dificultosamente por la colcha.
Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces
continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la
casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los
eternos pasos de Jordán.
Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un
rato extrañada el almohadón.
-¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados
del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
-Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
-Levántelo a la luz -le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y
temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
-¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.
-Pesa mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor
Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un
grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el
fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso,
una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su
trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi
imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero
desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches,
había vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas
condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y
no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.
Horacio Quiroga
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Guía de estudio de “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga
1) ¿Cómo era Alicia?
a- Malhumorada.
b- Soñadora.
c- Alegre.
20
La boda
Que una muchacha de la edad de Roberta se fijara en mí, saliera a pasear conmigo, me hiciera
confidencias, era una dicha que ninguna de mis amigas tenía. Me dominaba y yo la quería no
porque me comprara bombones o bolitas de vidrio o lápices de colores, sino porque me hablaba a
veces como si yo fuera grande y a veces como si ella y yo fuéramos chicas de siete años.
Es misterioso el dominio que Roberta ejercía sobre mí: ella decía que yo adivinaba sus
pensamientos, sus deseos. Tenía sed: yo le alcanzaba un vaso de agua, sin que me lo pidiera.
Estaba acalorada: la abanicaba o le traía un pañuelo humedecido en agua de Colonia. Tenía dolor
de cabeza: le ofrecía una aspirina o una taza de café. Quería una flor: yo se la daba. Si me
hubiera ordenado "Gabriela, tírate por la ventana" o "pon tu mano en las brasas" o "corre a las
vías
del tren para que el tren te aplaste", lo hubiera hecho en el acto.
Vivíamos todos en los arrabales de la ciudad de Córdoba. Arminda López era vecina mía y Roberta
Carma vivía en la casa de enfrente. Arminda López y Roberta Carma se querían como primas que
eran, pero a veces se hablaban con acritud: todo surgía por las conversaciones de vestidos o de
ropa interior o de peinados o de novios que tenían. Nunca pensaban en su trabajo. A la media
cuadra de nuestras casas se encontraba la peluquería LAS ONDAS BONITAS. Ahí, Roberta me llevaba
una vez por mes. Mientras que le teñían el pelo de rubio con agua oxigenada y amoníaco, yo
jugaba con los guantes del peluquero, con el vaporizador, con las peinetas, con las horquillas,
con el secador que parecía el yelmo de un guerrero y con una peluca vieja, que el peluquero me
cedía con mucha amabilidad. Me agradaba aquella peluca, más que nada en el mundo, más que los
paseos a Ongamira o al Pan de Azúcar, más que los alfajores de arrope o que aquel caballo
azulejo que montaba en el terreno baldío para dar la vuelta a la manzana, sin riendas y sin
montura y que me distraía de mis estudios.
El compromiso de Arminda López me distrajo más que la peluquería y que los paseos. Tuve malas
notas, las peores de mi vida, en aquellos días.
Roberta me llevaba a pasear en tranvía hasta la confitería Oriental. Ahí tomábamos chocolate
con vainillas y algún muchacho se acercaba para conversar con ella. De vuelta en el tranvía me
decía que Arminda tenía más suerte que ella, porque a los veinte años las mujeres tenían que
enamorarse o tirarse al río.
–¿Qué río? –preguntaba yo, perturbada por las confidencias.
–No entiendes. Qué le vas a hacer. Eres muy pequeña.
–Cuando me case, me mandaré hacer un hermoso rodete –había dicho Arminda–, mi peinado llamará
la atención.
Roberta reía y protestaba:
–Qué anticuada. Ya no se usan los rodetes.
–Estás equivocada. Se usan de nuevo –respondía Arminda–. Verás, si no llamo la atención.
Los preparativos para la boda fueron largos y minuciosos. El traje de novia era suntuoso. Una
puntilla de la abuela materna adornaba la bata, un encaje de la abuela paterna (para que no se
resintiera) adornaba el tocado. La modista probó el vestido a Arminda cinco veces. Arrodillada
y con la boca llena de alfileres la modista redondeaba el ruedo de la falda o agregaba pinzas
al nacimiento de la bata. Cinco veces del brazo de su padre, Arminda cruzó el patio de la casa,
entró en su dormitorio y se detuvo frente a un espejo para ver el
efecto que hacían los pliegues de la falda con el movimiento de su paso. El peinado era tal vez
lo que más preocupaba a Arminda. Había soñado con él toda su vida. Se mandó hacer un rodete muy
grande, aprovechando una trenza de pelo que le habían cortado a los quince años. Una redecilla
dorada y muy fina, con perlitas, sostenía el rodete, que el peluquero exhibía ya en la
peluquería. El peinado, según su padre, parecía una peluca.
La víspera del casamiento, el 2 de enero, el termómetro marcaba cuarenta grados. Hacía tanto
calor que no necesitábamos mojarnos el pelo para peinarlo ni lavarnos la cara con agua para
quitarnos la suciedad. Exhaustas Roberta y yo estábamos en el patio. Anochecía. El cielo, de un
color gris de plomo, nos asustó. La tormenta se resolvió sólo en relámpagos y avalanchas de
insectos. Una enorme araña se detuvo en la enredadera del patio: me pareció que nos miraba.
Tomé el palo de una escoba para matarla, pero me detuve no sé por qué. Roberta exclamó:
–Es la esperanza. Una señora francesa me contó una vez que La araña por la noche es esperanza.
–Entonces, si es esperanza, vamos a guardarla en una cajita –le dije.
Como una sonámbula porque estaba cansada y es muy buena, Roberta fue a su cuarto para buscar
una cajita.
–Ten cuidado. Son ponzoñosas –me dijo.
21
–¿Y si me pica?
–Las arañas son como las personas: pican para defenderse. Si no les
haces daño, no te harán a ti.
Puse la cajita abierta frente a la araña, que de un salto se metió adentro.
Después cerré la tapa, que perforé con un alfiler.
–¿Qué vas a hacer con ella? –interrogó Roberta.
–Guardarla.
–No la pierdas –me respondió Roberta.
Desde ese minuto, anduve con la caja en el bolsillo. A la mañana siguiente fuimos a la
peluquería. Era domingo. Vendían matras y flores en la calle. Esos colores alegres parecían
festejar la proximidad de la boda. Tuvimos que esperar al peluquero, que fue a misa, mientras
Roberta tenía la cabeza bajo el secador.
–Pareces un guerrero –le grité.
Ella no me oyó y siguió leyendo su libro de misa. Entonces se me ocurrió jugar con el rodete de
Arminda, que estaba a mi alcance. Retiré las horquillas que sostenían el rodete compacto dentro
de la preciosa redecilla. Se me antojó que Roberta me miraba, pero era tan distraída que veía
sólo el vacío, mirando fijamente a alguien.
–¿Pongo la araña adentro? –interrogué mostrándole el rodete.
El ruido del secador eléctrico seguramente no dejaba oír mi voz. No me respondió, pero inclinó
la cabeza como si asintiera. Abrí la caja, la volqué en el interior del rodete, donde cayó la
araña. Rápidamente volví a enroscar el pelo y a colocar la fina redecilla que lo envolvía y las
horquillas para que no me sorprendieran. Sin duda lo hice con habilidad, pues el peluquero no
advirtió ninguna anomalía en aquella obra de arte, como él mismo denominaba el rodete de la
novia.
–Todo esto será un secreto entre nosotras –dijo Roberta, al salir de la
peluquería, torciendo mi brazo hasta que grité. Yo no recordaba qué secretos me había dicho
aquel día y le respondí, como había oído hacerlo a las personas mayores.
–Seré una tumba.
Roberta se puso un vestido amarillo con volantes y yo un vestido blanco de plumetís,
almidonado, con un entredós de broderie. En la iglesia no miré al novio porque Roberta me dijo
que no había que mirarlo. La novia estaba muy bonita con un velo blanco lleno de flores de
azahar. De pálida que estaba parecía un ángel. Luego cayó al suelo inanimada. De lejos parecía
una cortina que se hubiera soltado. Muchas personas la socorrieron, la abanicaron, buscaron
agua en el presbiterio, le palmotearon la cara. Durante un rato creyeron que había muerto;
durante otro rato creyeron que estaba viva. La llevaron a la casa, helada como el mármol. No
quisieron desvestirla ni quitarle el rodete para ponerla muerta en el ataúd. Tímidamente,
turbada, avergonzada, durante el velorio que duró dos días, me acusé de haber sido la causante
de su muerte.
–¿Con qué la mataste, mocosa? –me preguntaba un pariente lejano de Arminda, que bebía café sin
cesar.
–Con una araña –yo respondía.
Mis padres sostuvieron un conciliábulo para decidir si tenían que llamar a un médico. Nadie
jamás me creyó. Roberta me tomó antipatía, creo que le inspiré repulsión y jamás volvió a salir
conmigo.
Silvina Ocampo
22
Guía de estudio de “La boda” de Silvina Ocampo
6) ¿Cómo interpretás el final del relato? ¿Por qué este cuento tiene un final
que puede entenderse de varias maneras? ¿Es un relato fantástico? ¿Por qué?
a- Gabriela y el médico.
23
Yzur
24
certidumbre por estas dos condiciones cuya comunidad es verdaderamente reveladora; la facilidad
para los ejercicios de equilibrio y la resistencia al marco.
Decidí, entonces, empezar mi obra con una verdadera gimnasia de los labios y de la lengua de mi
mono, tratándolo en esto como a un sordomudo. En lo restante, me favorecería el oído para
establecer comunicaciones directas de palabra, sin necesidad de apelar al tacto. El lector verá
que en esta parte prejuzgaba con demasiado optimismo.
Felizmente, el chimpancé es de todos los grandes monos el que tiene labios más movibles; y en
el caso particular, habiendo padecido Yzur de anginas, sabía abrir la boca para que se la
examinaran.
La primera inspección confirmó en parte mis sospechas. La lengua permanecía en el fondo de su
boca, como una masa inerte, sin otros movimientos que los de la deglución. La gimnasia produjo
luego su efecto, pues a los dos meses ya sabía sacar la lengua para burlar. Ésta fue la primera
relación que conoció entre el movimiento de su lengua y una idea; una relación perfectamente
acorde con su naturaleza, por otra parte.
Los labios dieron más trabajo, pues hasta hubo que estirárselos con pinzas; pero apreciaba -
quizá por mi expresión- la importancia de aquella tarea anómala y la acometía con viveza.
Mientras yo practicaba los movimientos labiales que debía imitar, permanecía sentado,
rascándose la grupa con su brazo vuelto hacia atrás y guiñando en una concentración dubitativa,
o alisándose las patillas con todo el aire de un hombre que armoniza sus ideas por medio de
ademanes rítmicos. Al fin aprendió a mover los labios.
Pero el ejercicio del lenguaje es un arte difícil, como lo prueban los largos balbuceos del
niño, que lo llevan, paralelamente con su desarrollo intelectual, a la adquisición del hábito.
Está demostrado, en efecto, que el centro propio de las inervaciones vocales, se halla asociado
con el de la palabra en forma tal, que el desarrollo normal de ambos depende de su ejercicio
armónico; y esto ya lo había presentido en 1785 Heinicke, el inventor del método oral para la
enseñanza de los sordomudos, como una consecuencia filosófica. Hablaba de una “concatenación
dinámica de las ideas”, frase cuya profunda claridad honraría a más de un psicólogo
contemporáneo.
Yzur se encontraba, respecto al lenguaje, en la misma situación del niño que antes de hablar
entiende ya muchas palabras; pero era mucho más apto para asociar los juicios que debía poseer
sobre las cosas, por su mayor experiencia de la vida.
Estos juicios, que no debían ser sólo de impresión, sino también inquisitivos y disquisitivos,
a juzgar por el carácter diferencial que asumían, lo cual supone un raciocinio abstracto, le
daban un grado superior de inteligencia muy favorable por cierto a mi propósito.
Si mis teorías parecen demasiado audaces, basta con reflexionar que el silogismo, o sea el
argumento lógico fundamental, no es extraño a la mente de muchos animales. Como que el
silogismo es originariamente una comparación entre dos sensaciones. Si no, ¿por qué los
animales que conocen al hombre huyen de él, y no los que nunca le conocieron?…
Comencé, entonces, la educación fonética de Yzur.
Tratábase de enseñarle primero la palabra mecánica, para llevarlo progresivamente a la palabra
sensata.
Poseyendo el mono la voz, es decir, llevando esto de ventaja al sordomudo, con más ciertas
articulaciones rudimentarias, tratábase de enseñarle las modificaciones de aquella, que
constituyen los fonemas y su articulación, llamada por los maestros estática o dinámica, según
que se refiera a las vocales o a las consonantes.
Dada la glotonería del mono, y siguiendo en esto un método empleado por Heinicke con los
sordomudos, decidí asociar cada vocal con una golosina: a con papa; e con leche; i con vino; o
con coco; u con azúcar, haciendo de modo que la vocal estuviese contenida en el nombre de la
golosina, ora con dominio único y repetido como en papa, coco, leche, ora reuniendo los dos
acentos, tónico y prosódico, es decir, como fundamental: vino, azúcar.
Todo anduvo bien, mientras se trató de las vocales, o sea los sonidos que se forman con la boca
abierta. Yzur los aprendió en quince días. Sólo que a veces, el aire contenido en sus abazones
les daba una rotundidad de trueno. La u fue lo que más le costó pronunciar.
Las consonantes me dieron un trabajo endemoniado, y a poco hube de comprender que nunca
llegaría a pronunciar aquellas en cuya formación entran los dientes y las encías. Sus largos
colmillos y sus abazones, lo estorbaban enteramente.
El vocabulario quedaba reducido, entonces a las cinco vocales, la b, la k, la m, la g, la f y
la c, es decir todas aquellas consonantes en cuya formación no intervienen sino el paladar y la
lengua.
25
Aun para esto no me bastó el oído. Hube de recurrir al tacto como un sordomudo, apoyando su
mano en mi pecho y luego en el suyo para que sintiera las vibraciones del sonido.
Y pasaron tres años, sin conseguir que formara palabra alguna. Tendía a dar a las cosas, como
nombre propio, el de la letra cuyo sonido predominaba en ellas. Esto era todo.
En el circo había aprendido a ladrar como los perros, sus compañeros de tarea; y cuando me veía
desesperar ante las vanas tentativas para arrancarle la palabra, ladraba fuertemente como
dándome todo lo que sabía. Pronunciaba aisladamente las vocales y consonantes, pero no podía
asociarlas. Cuando más, acertaba con una repetición de pes y emes.
Por despacio que fuera, se había operado un gran cambio en su carácter. Tenía menos movilidad
en las facciones, la mirada más profunda, y adoptaba posturas meditativas. Había adquirido, por
ejemplo, la costumbre de contemplar las estrellas. Su sensibilidad se desarrollaba igualmente;
íbasele notando una gran facilidad de lágrimas. Las lecciones continuaban con inquebrantable
tesón, aunque sin mayor éxito. Aquello había llegado a convertirse en una obsesión dolorosa, y
poco a poco sentíame inclinado a emplear la fuerza. Mi carácter iba agriándose con el fracaso,
hasta asumir una sorda animosidad contra Yzur. Éste se intelectualizaba más, en el fondo de su
mutismo rebelde, y empezaba a convencerme de que nunca lo sacaría de allí, cuando supe de golpe
que no hablaba porque no quería. El cocinero, horrorizado, vino a decirme una noche que había
sorprendido al mono “hablando verdaderas palabras”. Estaba, según su narración, acurrucado
junto a una higuera de la huerta; pero el terror le impedía recordar lo esencial de esto, es
decir, las palabras. Sólo creía retener dos: cama y pipa. Casi le doy de puntapiés por su
imbecilidad.
No necesito decir que pasé la noche poseído de una gran emoción; y lo que en tres años no había
cometido, el error que todo lo echó a perder, provino del enervamiento de aquel desvelo, tanto
como de mi excesiva curiosidad.
En vez de dejar que el mono llegara naturalmente a la manifestación del lenguaje, llaméle al
día siguiente y procuré imponérsela por obediencia.
No conseguí sino las pes y las emes con que me tenía harto, las guiñadas hipócritas y -Dios me
perdone- una cierta vislumbre de ironía en la azogada ubicuidad de sus muecas.
Me encolericé, y sin consideración alguna, le di de azotes. Lo único que logré fue su llanto y
un silencio absoluto que excluía hasta los gemidos.
A los tres días cayó enfermo, en una especie de sombría demencia complicada con síntomas de
meningitis. Sanguijuelas, afusiones frías, purgantes, revulsivos cutáneos, alcoholaturo de
brionia, bromuro -toda la terapéutica del espantoso mal le fue aplicada. Luché con desesperado
brío, a impulsos de un remordimiento y de un temor. Aquél por creer a la bestia una víctima de
mi crueldad; éste por la suerte del secreto que quizá se llevaba a la tumba.
Mejoró al cabo de mucho tiempo, quedando, no obstante, tan débil, que no podía moverse de su
cama. La proximidad de la muerte habíalo ennoblecido y humanizado. Sus ojos llenos de gratitud,
no se separaban de mí, siguiéndome por toda la habitación como dos bolas giratorias, aunque
estuviese detrás de él; su mano buscaba las mías en una intimidad de convalecencia. En mi gran
soledad, iba adquiriendo rápidamente la importancia de una persona.
El demonio del análisis, que no es sino una forma del espíritu de perversidad, impulsábame, sin
embargo, a renovar mis experiencias. En realidad el mono había hablado. Aquello no podía quedar
así.
Comencé muy despacio, pidiéndole las letras que sabía pronunciar. ¡Nada! Dejelo solo durante
horas, espiándolo por un agujerillo del tabique. ¡Nada! Hablele con oraciones breves,
procurando tocar su fidelidad o su glotonería. ¡Nada! Cuando aquéllas eran patéticas, los ojos
se le hinchaban de llanto. Cuando le decía una frase habitual, como el “yo soy tu amo” con que
empezaba todas mis lecciones, o el “tú eres mi mono” con que completaba mi anterior afirmación,
para llevar a un espíritu la certidumbre de una verdad total, él asentía cerrando los párpados;
pero no producía sonido, ni siquiera llegaba a mover los labios.
Había vuelto a la gesticulación como único medio de comunicarse conmigo; y este detalle, unido
a sus analogías con los sordomudos, hacía redoblar mis preocupaciones, pues nadie ignora la
gran predisposición de estos últimos a las enfermedades mentales. Por momentos deseaba que se
volviera loco, a ver si el delirio rompía al fin su silencio. Su convalecencia seguía
estacionaria. La misma flacura, la misma tristeza. Era evidente que estaba enfermo de
inteligencia y de dolor. Su unidad orgánica habíase roto al impulso de una cerebración anormal,
y día más, día menos, aquél era caso perdido. Más, a pesar de la mansedumbre que el progreso de
la enfermedad aumentaba en él, su silencio, aquel desesperante silencio provocado por mi
exasperación, no cedía. Desde un oscuro fondo de tradición petrificada en instinto, la raza
imponía su milenario mutismo al animal, fortaleciéndose de voluntad atávica en las raíces
26
mismas de su ser. Los antiguos hombres de la selva, que forzó al silencio, es decir, al
suicidio intelectual, quién sabe qué bárbara injusticia, mantenían su secreto formado por
misterios de bosque y abismos de prehistoria, en aquella decisión ya inconsciente, pero
formidable con la inmensidad de su tiempo. Infortunios del antropoide retrasado en la evolución
cuya delantera tomaba el humano con un despotismo de sombría barbarie, habían, sin duda,
destronado a las grandes familias cuadrumanas del dominio arbóreo de sus primitivos edenes,
raleando sus filas, cautivando sus hembras para organizar la esclavitud desde el propio vientre
materno, hasta infundir a su impotencia de vencidas el acto de dignidad mortal que las llevaba
a romper con el enemigo el vínculo superior también, pero infausto, de la palabra, refugiándose
como salvación suprema en la noche de la animalidad.
Y qué horrores, qué estupendas sevicias no habrían cometido los vencedores con la semibestia en
trance de evolución, para que ésta, después de haber gustado el encanto intelectual que es el
fruto paradisíaco de las biblias, se resignara a aquella claudicación de su extirpe en la
degradante igualdad de los inferiores; a aquel retroceso que cristalizaba por siempre su
inteligencia en los gestos de un automatismo de acróbata; a aquella gran cobardía de la vida
que encorvaría eternamente, como en distintivo bestial, sus espaldas de dominado, imprimiéndole
ese melancólico azoramiento que permanece en el fondo de su caricatura.
He aquí lo que, al borde mismo del éxito, había despertado mi malhumor en el fondo del limbo
atávico. A través del millón de años, la palabra, con su conjuro, removía la antigua alma
simiana; pero contra esa tentación que iba a violar las tinieblas de la animalidad protectora,
la memoria ancestral, difundida en la especie bajo un instintivo horror, oponía también edad
sobre edad como una muralla.
Yzur entró en agonía sin perder el conocimiento. Una dulce agonía a ojos cerrados, con
respiración débil, pulso vago, quietud absoluta, que sólo interrumpía para volver de cuando en
cuando hacia mí, con una desgarradora expresión de eternidad, su cara de viejo mulato triste. Y
la última noche, la tarde de su muerte, fue cuando ocurrió la cosa extraordinaria que me ha
decidido a emprender esta narración.
Habíame dormitado a su cabecera, vencido por el calor y la quietud del crepúsculo que empezaba,
cuando sentí de pronto que me asían por la muñeca.
Desperté sobresaltado. El mono, con los ojos muy abiertos, se moría definitivamente aquella
vez, y su expresión era tan humana, que me infundió horror; pero su mano, sus ojos, me atraían
con tanta elocuencia hacia él, que hube de inclinarme de inmediato a su rostro; y entonces, con
su último suspiro, el último suspiro que coronaba y desvanecía a la vez mi esperanza, brotaron
-estoy seguro-, brotaron en un murmullo (¿cómo explicar el tono de una voz que ha permanecido
sin hablar diez mil siglos?) estas palabras cuya humanidad reconciliaba las especies:
-AMO, AGUA, AMO, MI AMO…
Leopoldo Lugones
27
El cuento maravilloso
Las comunidades primitivas preparaban a cada uno de sus miembros para enfrentar las etapas
nuevas que se dan en la vida. Sus enseñanzas se dirigían principalmente a la juventud, en
vísperas de su alejamiento del hogar y en su enfrentamiento con problemas como el amor, la
fidelidad, la justicia, las fuerzas desconocidas. Uno de los recursos, junto a la magia y la
hechicería, eran los relatos que les enseñaban las posibles soluciones. Luego, estas
narraciones perdieron su condición de rito secreto y comenzaron a transmitirse oralmente a modo
de enseñanza práctica.
En la actualidad, entendemos por cuento maravilloso el relato que recurre a la magia y a la
hechicería para explicar hechos de la vida que son de difícil comprensión. A veces se llega
inclusive a personificar fuerzas de la naturaleza.
Características
El espacio del cuento maravilloso es genérico, indeterminado, absoluto: una comarca, la aldea,
un pueblo muy lejano. Los hechos están colocados fuera del tiempo: Había una vez… y siguen una
lógica especial que no es cuestionada por el lector aunque no mantenga la relación causa-
efecto.
Los personajes
Definición
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El país donde nunca se muere
Hace mucho tiempo en un lejano país vivía un joven llamado Aqueronte que tenía mucho miedo a
morir. Por eso, decidió ir a buscar el país donde nunca se muere. Saludo a su familia y, a
continuación partió.
El joven camino durante días y meses, preguntando a todo el mundo si conocían donde quedaba ese
país, pero nadie sabía. Un día, se cruzo con un viejo que tenía una barba larga hasta el pecho
y que empujaba una carreta llena de piedras. A la pregunta del joven, el viejo respondió: ¿No
queréis morir?
- Quédate conmigo: vivirás mientras yo transporte en mi carretilla toda esta montaña piedra por
piedra.-
- ¿Podría decirme cuando terminara esa tarea?
- Dentro de unos cien años. El joven insistió:
-¿Y luego debo morir?
- Por supuesto.
- Le agradezco pero no, este no es el lugar que busco.
El muchacho saludo y siguió adelante.
Después de mucho caminar, llego a un inmenso bosque. Un viejo con la barba hasta el ombligo
estaba cortando árboles con un honcejo.
- Discúlpeme que lo moleste. Dijo el joven.
- Seria tan amable, ¿Dónde queda el país donde nunca se muere?
- Quédate conmigo y no morirás hasta que no haya podado todo el bosque.
Lo invito el viejo.
- ¿Sabría decirme cuanto tardara?
- Y….unos doscientos años más o menos.
Pero el joven insistió:
- ¿Y después tengo que morir?
- Seguro, respondió el otro.
- No, no quiero vivir solo doscientos años. Le agradezco mucho su invitación, pero el lugar que
busco es otro. Y el joven siguió adelante.
Meses después llego a la orilla del mar, donde un pato bebía y bebía agua, un viejo con barba
hasta las rodillas lo miraba plácidamente. El obstinado muchacho hizo la misma pregunta y
recibió una nueva invitación.
- Si tienes miedo a morir, quédate conmigo. Mira, hasta que este pato no termine de secar el
mar con el pico, no morirás.
- Diría que será dentro de unos….trescientos años.
El joven hizo un gesto de negativa con la cabeza, por lo que el anciano frunció el ceño y
continuó
- ¿Y qué más quieres? ¿Cuántos años quieres librarte de la muerte?
- Es usted muy amable, pero yo debo ir allá donde nunca se muere.
Saludo y reanudo el viaje. Un atardecer el joven llego a un magnifico palacio. Lo recibió un
viejo con la barba hasta los pies. Ante la misma pregunta, esta vez la respuesta fue diferente.
- Bien has llegado, el lugar donde nuca se muere es aquí. Mientras estés aquí, no morirás.
- ¡Al fin llegue!!Aquí me quedo!, exclamo el joven entusiasmado.
De modo que se instalo con el viejo en el palacio, donde el tiempo pasaba sin que uno se diera
cuenta. Pasaban los años, las décadas….
Hasta que un día el joven dijo:
- La verdad es que vivo muy bien con usted, pero extraño a mis parientes y tengo ganas de
visitarlos.
- Pero a esa altura ya estarán todos muertos.
Razono el viejo.
- ¡Es posible sin embargo quiero visitar mi aldea….! ¡Quizás me encuentre con los hijos de los
hijo de mis parientes!
29
El anciano entonces le enseñó lo que tenía que hacer:
- Ve al establo y toma mi caballo blanco. Es un animal muy especial, sus patas son muy fuertes
y ágiles y corre como el viento, pero ten presente que nunca por ningún motivo debes bajarte de
la silla, porque si no, morirás en el acto.
- No desmontare por nada del mundo, quédese tranquilo. ¡Tengo mucho miedo a morir!
El muchacho monto el caballo blanco y corrió como el viento. Primero paso con la comarca del
viejo con el pato, donde había rugido el mar, ahora solo quedaba una gran pradera.
Siguió y donde antes había conocido el gran bosque que el viejo podaba encontró un desierto
desnudo.
Luego paso por donde se había erigido la gran montaña ahora allí se extendía la llanura más
plana que nunca hubiera imaginado, finalmente llego a su aldea.
La encontró tan cambiada que no pudo reconocerla, no estaba su casa, ni siquiera existía su
calle.
Pregunto por su familia, pero nadie había escuchado jamás su apellido.
Decepcionado, emprendió el regreso.
Al volver se cruzo con un Carrero que conducía un carro lleno de zapatos viejos.
- ¡Señor por favor!
Suplico el hombre.
- Baje un momento y ayúdeme a arreglar esta rueda, que se me salió del eje.
Recordando el consejo de su protector, el joven respondió:
- Estoy apurado no puedo bajar de mi montura.
- Por favor solo no puedo y ya anochece……..Insistió el otro.
El joven sintió piedad y desmonto. Un segundo el Carrero lo tomo del brazo y le dijo.
- ¡Al fin te agarre! ¡Soy la muerte! Y todos estos zapatos rotos son los que gaste de tanto
perseguirte.
- ¡Todos deben terminar en mis manos! ¡No hay salida!
Y si así fue a pesar de tantos esfuerzos también al joven le llego la hora de morir.
Anónimo.
30
El cuento de ciencia ficción
La ciencia ficción no sólo es tratada en cuentos sino también en novelas, historietas y guiones
de cine en los cuales el conflicto tiene que ver con el uso que se les da a los avances
científicos y tecnológicos y su influencia sobre el mundo y la vida de las personas. Las
historias suelen estar ambientadas en el futuro.
Caracterización
El primer problema que se presenta cuando se intenta explicar qué es la ciencia ficción tiene
que ver con el nombre mismo. Algunos la llaman de este modo, pero otros prefieren hablar de
ficción especulativa o de ficción científica. En cualquiera de los tres nombres, lo que aparece
siempre es el carácter ficcional de estas narraciones.
Como toda literatura, la ficción presenta un mundo con leyes propias, distintas del mundo real.
Y los objetos, los personajes, las acciones que realizan encuentran sentido y referencia en ese
mundo. A veces el mundo real es criticado y se muestra un mundo paralelo con diferentes
posibilidades alternativas de sociedad, de individuos y de relaciones humanas. Sin embargo, los
textos de ciencia ficción tienen una alta cuota de realismo, porque una de sus reglas es
presentar como real nuestro propio futuro, siempre se procurará persuadirnos de que todo lo que
ocurre tiene alguna explicación racional. Los seres que pueblan sus páginas proponen sociedades
y habitantes en los que prima más un orden social y subjetivo diferente del real, que
pronósticos sobre un estado de ciencia y tecnología.
Los acontecimientos pueden suceder en el planeta Tierra y entonces el conflicto tiene que ver
con la vida del ser humano en la sociedad. También galaxias ajenas, otro planeta -donde puede
haber descubrimientos, invasiones, etc.-,
cohetes o estaciones espaciales, laboratorios y centros de investigación tecnológica.
Suelen desarrollarse en el futuro, porque en muchos de ellos se especula sobre cuál será el
impacto de la ciencia y de la tecnología sobre la vida humana si continúan evolucionando como
en la actualidad. Pero también se cuentan los viajes en el tiempo hacia el pasado o los
conflictos que tienen ligar en el presente.
Los personajes
31
Los temas de la ciencia ficción
Algunos de los relatos que hoy se consideran como indicadores de la ciencia ficción fueron
escritos en el siglo XIX.
Hacia 1940, el género tuvo un gran desarrollo en los Estados Unidos. Varios autores escribieron
cuentos y novelas en los que se expresaba el temor y la incertidumbre de la época frente a
temas como la guerra nuclear y el avance de la tecnología sobre la vida del ser humano, entre
otros. Algunos relatos están impregnados de nostalgia por un pasado en el que la vida era más
sencilla, sin el ajetreo de la modernidad. Muchos contienen una visión negativa sobre el futuro
de la humanidad. Los siguientes son algunos de los temas del género:
La extinción de la raza humana: Hay muchos relatos de tipo apocalíptico, en los que se describe
el fin de la raza humana, generalmente causado por el propio ser humano y sus avances
tecnológicos.
Los viajes por el espacio: Se narra el descubrimiento de nuevos mundos, la existencia de seres
extraterrestres y su relación con los habitantes de la Tierra, las guerras interplanetarias,
etc.
La relación del hombre con las máquinas: Las computadoras y los robots, creados para ayudar al
ser humano, son cada vez más refinados, lo reemplazan, lo anulan. A la vez, empiezan a tener
pensamientos y sentimientos propios de las personas: deseo de poder, ambición.
Los experimentos científicos: Son frecuentes los científicos inescrupulosos que experimentan y
producen efectos indeseables y a veces imposibles de controlar.
32
Contrautopías
En algunos textos del género, más que una utopía positiva se presenta una contrautopía: un
futuro terrible y aniquilador en el que se ha perdido, fundamentalmente, el carácter humano de
sus habitantes: relaciones de violencia, poderes más sofisticados y con mayores pretensiones
de dominación, artefactos destructores del cuerpo y de la conciencia, pero especialmente
indoloros; uso de la naturaleza como recurso agotable; la imposibilidad de desear un futuro, ni
siquiera la posibilidad de pensarlo.
33
El Peatón
Entrar en aquel silencio que era la ciudad a las ocho de una brumosa noche de noviembre, pisar
la acera de cemento y las grietas alquitranadas, y caminar, con las manos en los bolsillos, a
través de los silencios, nada le gustaba más al señor Leonard Mead. Se detenía en una bocacalle,
y miraba a lo largo de las avenidas iluminadas por la Luna, en las cuatro direcciones,
decidiendo qué camino tomar. Pero realmente no importaba, pues estaba solo en aquel mundo del
año 2052, o era como si estuviese solo. Y una vez que se decidía, caminaba otra vez, lanzando
ante él formas de aire frío, como humo de cigarro.
A veces caminaba durante horas y kilómetros y volvía a su casa a medianoche. Y pasaba ante casas
de ventanas oscuras y parecía como si pasease por un cementerio; sólo unos débiles resplandores
de luz de luciérnaga brillaban a veces tras las ventanas. Unos repentinos fantasmas grises
parecían manifestarse en las paredes interiores de un cuarto, donde aún no habían cerrado las
cortinas a la noche. O se oían unos murmullos y susurros en un edificio sepulcral donde aún no
habían cerrado una ventana.
El señor Leonard Mead se detenía, estiraba la cabeza, escuchaba, miraba, y seguía caminando, sin
que sus pisadas resonaran en la acera. Durante un tiempo había pensado ponerse unos botines para
pasear de noche, pues entonces los perros, en intermitentes jaurías, acompañarían su paseo con
ladridos al oír el ruido de los tacos, y se encenderían luces y aparecerían caras, y toda una
calle se sobresaltaría ante el paso de la solitaria figura, él mismo, en las primeras horas de
una noche de noviembre.
En esta noche particular, el señor Mead inició su paseo caminando hacia el oeste, hacia el mar
oculto. Había una agradable escarcha cristalina en el aire, que le lastimaba la nariz, y sus
pulmones eran como un árbol de Navidad. Podía sentir la luz fría que entraba y salía, y todas
las ramas cubiertas de nieve invisible. El señor Mead escuchaba satisfecho el débil susurro de
sus zapatos blandos en las hojas otoñales, y silbaba quedamente una fría canción entre dientes,
recogiendo ocasionalmente una hoja al pasar, examinando el esqueleto de su estructura en los
raros faroles, oliendo su herrumbrado olor.
-Hola, los de adentro -les murmuraba a todas las casas, de todas las aceras-. ¿Qué hay esta
noche en el canal cuatro, el canal siete, el canal nueve? ¿Por dónde corren los cowboys? ¿No
viene ya la caballería de los Estados Unidos por aquella loma?
La calle era silenciosa y larga y desierta, y sólo su sombra se movía, como la sombra de un
halcón en el campo. Si cerraba los ojos y se quedaba muy quieto, inmóvil, podía imaginarse en el
centro de una llanura, un desierto de Arizona, invernal y sin vientos, sin ninguna casa en mil
kilómetros a la redonda, sin otra compañía que los cauces secos de los ríos, las calles.
-¿Qué pasa ahora? -les preguntó a las casas, mirando su reloj de pulsera-. Las ocho y media.
¿Hora de una docena de variados crímenes? ¿Un programa de adivinanzas? ¿Una revista política?
¿Un comediante que se cae del escenario?
¿Era un murmullo de risas el que venía desde aquella casa a la luz de la luna? El señor Mead
titubeó, y siguió su camino. No se oía nada más. Trastabilló en un saliente de la acera. El
cemento desaparecía ya bajo las hierbas y las flores. Luego de diez años de caminatas, de noche
y de día, en miles de kilómetros, nunca había encontrado a otra persona que se paseara como él.
Llegó a una parte cubierta de tréboles donde dos carreteras cruzaban la ciudad. Durante el día
se sucedían allí tronadoras oleadas de autos, con un gran susurro de insectos. Los coches
escarabajos corrían hacia lejanas metas tratando de pasarse unos a otros, exhalando un incienso
débil. Pero ahora estas carreteras eran como arroyos en una seca estación, sólo piedras y luz de
luna.
Leonard Mead dobló por una calle lateral hacia su casa. Estaba a una manzana de su destino
cuando un coche solitario apareció de pronto en una esquina y lanzó sobre él un brillante cono
de luz blanca. Leonard Mead se quedó paralizado, casi como una polilla nocturna, atontado por la
luz.
Una voz metálica llamó:
-Quieto. ¡Quédese ahí! ¡No se mueva!
Mead se detuvo.
-¡Arriba las manos!
-Pero... -dijo Mead.
-¡Arriba las manos, o dispararemos!
La policía, por supuesto, pero qué cosa rara e increíble; en una ciudad de tres millones de
habitantes sólo había un coche de policía. ¿No era así? Un año antes, en 2052, el año de la
elección, las fuerzas policiales habían sido reducidas de tres coches a uno. El crimen disminuía
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cada vez más; no había necesidad de policía, salvo este coche solitario que iba y venía por las
calles desiertas.
-¿Su nombre? -dijo el coche de policía con un susurro metálico.
Mead, con la luz del reflector en sus ojos, no podía ver a los hombres.
-Leonard Mead -dijo.
-¡Más alto!
-¡Leonard Mead!
-¿Ocupación o profesión?
-Imagino que ustedes me llamarían un escritor.
-Sin profesión -dijo el coche de policía como si se hablara a sí mismo.
La luz inmovilizaba al señor Mead, como una pieza de museo atravesada por una aguja.
-Sí, puede ser así -dijo.
No escribía desde hacía años. Ya no vendían libros ni revistas. Todo ocurría ahora en casa como
tumbas, pensó, continuando sus fantasías. Las tumbas, mal iluminadas por la luz de la
televisión, donde la gente estaba como muerta, con una luz multicolor que les rozaba la cara,
pero que nunca los tocaba realmente.
-Sin profesión -dijo la voz de fonógrafo, siseando-. ¿Qué estaba haciendo afuera?
-Caminando -dijo Leonard Mead.
-¡Caminando!
-Sólo caminando -dijo Mead simplemente, pero sintiendo un frío en la cara.
-¿Caminando, sólo caminando, caminando?
-Sí, señor.
-¿Caminando hacia dónde? ¿Para qué?
-Caminando para tomar aire. Caminando para ver.
-¡Su dirección!
-Calle Saint James, once, sur.
-¿Hay aire en su casa, tiene usted acondicionador de aire, señor Mead?
-Sí.
-¿Y tiene usted televisor?
-No.
-¿No?
Se oyó un suave crujido que era en sí mismo una acusación.
-¿Es usted casado, señor Mead?
-No.
-No es casado -dijo la voz de la policía detrás del rayo brillante.
La luna estaba alta y brillaba entre las estrellas, y las casas eran grises y silenciosas.
-Nadie me quiere -dijo Leonard Mead con una sonrisa.
-¡No hable si no le preguntan!
Leonard Mead esperó en la noche fría.
-¿Sólo caminando, señor Mead?
-Sí.
-Pero no ha dicho para qué.
-Lo he dicho; para tomar aire, y ver, y caminar simplemente.
-¿Ha hecho esto a menudo?
-Todas las noches durante años.
El coche de policía estaba en el centro de la calle, con su garganta de radio que zumbaba
débilmente.
-Bueno, señor Mead -dijo el coche.
-¿Eso es todo? -preguntó Mead cortésmente.
-Sí -dijo la voz-. Acérquese. -Se oyó un suspiro, un chasquido. La portezuela trasera del coche
se abrió de par en par-. Entre.
-Un minuto. ¡No he hecho nada!
-Entre.
-¡Protesto!
-Señor Mead...
Mead entró como un hombre que de pronto se sintiera borracho. Cuando pasó junto a la ventanilla
delantera del coche, miró adentro. Tal como esperaba, no había nadie en el asiento delantero,
nadie en el coche.
-Entre.
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Mead se apoyó en la portezuela y miró el asiento trasero, que era un pequeño calabozo, una
cárcel en miniatura con barrotes. Olía a antiséptico; olía a demasiado limpio y duro y metálico.
No había allí nada blando.
-Si tuviera una esposa que le sirviera de coartada... -dijo la voz de hierro-. Pero...
-¿Hacia dónde me llevan?
El coche titubeó, dejó oir un débil y chirriante zumbido, como si en alguna parte algo estuviese
informando, dejando caer tarjetas perforadas bajo ojos eléctricos.
-Al Centro Psiquiátrico de Investigación de Tendencias Regresivas.
Mead entró. La puerta se cerró con un golpe blando. El coche policía rodó por las avenidas
nocturnas, lanzando adelante sus débiles luces.
Pasaron ante una casa en una calle un momento después. Una casa más en una ciudad de casas
oscuras. Pero en todas las ventanas de esta casa había una resplandeciente claridad amarilla,
rectangular y cálida en la fría oscuridad.
-Mi casa -dijo Leonard Mead.
Nadie le respondió.
El coche corrió por los cauces secos de las calles, alejándose, dejando atrás las calles
desiertas con las aceras desiertas, sin escucharse ningún otro sonido, ni hubo ningún otro
movimiento en todo el resto de la helada noche de noviembre.
Ray Bradbury
36
Guía de estudio de “El peatón” de Ray Bradbury
CEMENTERIO
silencio
3) ¿Por qué todos los habitantes de la ciudad están como muertos? ¿Cómo es su
vida?
5) Hacé una lista en la que diferencies qué está bien y qué está mal para el
policía.
6) Escribí un texto en el que manifiestes qué está bien y qué está mal desde tu
punto de vista. Aportá ejemplos, contá alguna anécdota, anotá lo que piensan
otras personas para fundamentar y fortalecer tu propia idea.
37
El hombre que mira
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A la mañana siguiente las cosas no empezaron bien. Por algún motivo increíble las vías de
acceso a la oficina estaban bloqueadas y sólo quedaban dos caminos; esperar o un desvío. Sabía
que alejarse de los caminos previstos era otra de las prohibiciones a los miembros del CFT,
pero si llegaba otra vez tarde perdería el premio a la puntualidad y su tarjeta de gastos no
andaba en la abundancia últimamente. Así que puso su nave en manual y se alejó del embrollo
hacia los suburbios de la ciudad. Allá abajo, un mar de Pidientes se preparaba para ir a buscar
comida al centro. Y de pronto una visión casi le hace perder el control del vehículo y caer a
la tierra. Allí, en medio de un enjambre de gente, desorientado, como sin entender lo que
estaba pasando, Magio descubrió un rostro conocido. Trastabillando, llevándose todo por
delante, Alexus intentaba llegar a la salida del sector.
Magio llegó pálido a su oficina, se sentó ante el monitor y vio, como en un sueño, el mensaje
en la pantalla. “CAMBIO EN LOS PARÁMETROS DE CONTROL PERSONALIZADO. CIUDADANO ALEXUS HA SIDO
DECODIFICADO. NUEVO PARÁMETRO, CIUDADANO YAREO. DIRECCIÓN VERIFICADA. COMIENZA CONTROL”.
No necesitó saber nada más para entender. De golpe todo fue enormemente claro para el
Controlador Personalizado Magio. Supo como si leyera en un libro que la vigilancia era el
primer paso para la transformación en Pidientes de las personas que él seguía en las pantallas
y comprendió por fin qué el CFT era tan severo con la exigencia de soledad para sus empleados.
Cuando esa tarde llegó a su casa ya no le sorprendió ver, en un extremo olvidado de la
heladera, oculta como una mancha de tierra, la microcámara que tan bien conocía.
Esteban Valentino
39
Guía de estudio de “El hombre que mira” de Esteban Valentino
4) ¿Quiénes son los Pidientes? ¿Qué lugar que ocupan en esa disposición
espacial? ¿Podría haber alguna relación entre posición espacial y distribución
social? Fundamentá.
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Primera ley
Mike Donovan contempló su vacía jarra de cerveza, se sintió aburrido, y decidió que ya había
escuchado lo suficiente. Dijo en voz alta:
-Si tenemos que hablar acerca de robots poco habituales, yo conocí una vez a uno que
desobedeció la Primera Ley.
Y, puesto que aquello era algo completamente imposible, todo el mundo dejó de hablar y se
volvió para mirar a Donovan.
Donovan maldijo inmediatamente su bocaza y cambió de tema.
-Ayer me contaron uno muy bueno -dijo en tono conversacional- acerca de…
MacFarlane, en la silla contigua a la de Donovan, dijo:
-¿Quieres decir que sabes de un robot que causó daño a un ser humano?
Eso era lo que significaba la desobediencia a la Primera Ley, por supuesto.
-En cierto sentido -dijo Donovan-. Digo que me contaron uno acerca de…
-Cuéntanos eso del robot -ordenó MacFarlane.
Algunos de los otros hicieron resonar sus jarras sobre la mesa. Donovan intentó sacarle el
mejor partido al asunto.
-Ocurrió en Titán, hará unos diez años -dijo, pensando rápidamente-. Sí, fue en el veinticinco.
Acabábamos de recibir cargamento de tres nuevos modelos de robots, diseñados especialmente para
Titán. Eran los primeros de los modelos MA. Los llamados Emma Uno, Dos y Tres -hizo chasquear
los dedos pidiendo otra cerveza, y miró intensamente al camarero-. Veamos, ¿qué viene a
continuación?
-He estado metido en robótica toda mi vida, Mike -dijo MacFarlane-. Nunca he oído hablar de
ninguna serie MA.
-Eso se debe a que retiraron todos los MA de las cadenas de montaje inmediatamente después…
inmediatamente después de lo que voy a contarles. ¿No lo recuerdan?
-No.
Apresuradamente, Donovan continuó:
-Pusimos inmediatamente a los robots a trabajar. Entiéndanlo, hasta entonces, la base era
completamente inutilizable durante la estación de las tormentas, que dura el ochenta por ciento
del período de revolución de Titán en torno a Saturno. Durante las terribles nevadas, no puedes
encontrar la base ni siquiera aunque estés tan solo a cien metros de ella. Las brújulas no
sirven para nada, puesto que Titán no posee campo magnético.
“La virtud de esos robots MA, sin embargo, era que estaban equipados con vibrodetectores de un
nuevo diseño, de modo que podían trazar una línea recta hasta la base a través de cualquier
cosa, y eso significaba que los trabajos de minería podían proseguir durante todo el período de
revolución. Y no digas una palabra, Mac. Los vibrodetectores fueron retirados también del
mercado, y es por eso por lo que ninguno de ustedes ha oído hablar de ellos -Donovan tosió-.
Secreto militar, ya saben.”
Hizo una breve pausa y prosiguió:
-Los robots trabajaron estupendamente durante la primera estación de las tormentas. Luego, al
inicio de la estación de las calmas, Emma Dos empezó a comportarse mal. No dejaba de huronear
por los rincones y bajo los fardos, y tenía que ser sacada constantemente de allí. Finalmente,
salió de la base y no regresó. Decidimos que debía de haber algún fallo de fabricación en ella,
y seguimos con los otros dos. Sin embargo, eso significaba que andábamos constantemente cortos
de manos, o cortos de robots al menos, de modo que cuando a finales de la estación de las
calmas alguien tuvo que ir a Kornsk, yo me presenté voluntario para efectuar el viaje sin
ningún robot. Parecía bastante seguro; no esperábamos ninguna tormenta en dos días, y en el
término de veinte horas estaría de vuelta.
“Estaba ya en mi camino de vuelta, a unos buenos quince kilómetros de distancia de la base,
cuando el viento empezó a soplar y el aire a espesarse. Hice aterrizar inmediatamente mi
vehículo aéreo antes de que el viento pudiera destrozarlo, me orienté hacia la base y eché a
correr. Podía correr una buena distancia sin dificultad en aquella baja gravedad, pero ¿cómo
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correr en línea recta? Esa era la cuestión. Mi reserva de aire era amplia y los calefactores de
mi traje satisfactorios, pero quince kilómetros en medio de una tormenta titaniana son el
infinito.
“Entonces, mientras las cortinas de nieve lo oscurecían todo, convirtiendo el paisaje en un
lóbrego atardecer, haciendo que desapareciera incluso Saturno y el sol se convirtiera apenas en
una mota pálida, me detuve en seco, inclinándome contra el viento. Había un pequeño objeto
oscuro directamente frente a mí. Apenas podía verlo, pero sabía lo que era. Era un cachorro de
las tormentas, la única cosa viva capaz de resistir una tormenta titaniana, y la cosa viva más
maligna con la que puedas encontrarte en ningún lado. Sabía que mi traje espacial no iba a
protegerme una vez viniera por mí, y con aquella mala luz tenía que esperar a asegurarme un
blanco perfecto o no atreverme a disparar. Un solo fallo, y saltaría sobre mí.
“Retrocedí lentamente, y la sombra me siguió. Se iba acercando, y yo empecé a sacar mi
lanzarrayos con una plegaria, cuando una sombra mayor gravitó de pronto sobre mí, y lancé una
exclamación de alivio. Era Emma Dos, el robot MA desaparecido. No me detuve ni un momento en
preguntarme qué podía haberle pasado o preocuparme por sus dificultades. Simplemente aullé:
“-¡Emma, muchacha, encárgate de ese cachorro de las tormentas, y luego llévame a la base!
“Ella se me quedó mirando como si no me hubiera oído y dijo:
“-Amo no dispare. No dispare.
“Echó a correr a toda velocidad hacia aquel cachorro de las tormentas.
“-¡Encárgate de ese maldito cachorro, Emma! -grité.
“Y, efectivamente, se encargó de él. Lo cogió en sus brazos y siguió caminando. Le grité hasta
que me quedé afónico, pero no regresó. Me dejó para que muriera en medio de la tormenta.”
Donovan hizo una dramática pausa.
-Naturalmente, todos ustedes conocen la Primera Ley: Un robot no puede dañar a un ser humano o,
por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. Bien, pues Emma Dos simplemente se marchó
con aquel cachorro de las tormentas, dejándome atrás para que muriera. Quebrantó la Primera
Ley.
“Afortunadamente, conseguí ponerme a salvo. Media hora más tarde, la tormenta amainó. Había
sido una racha prematura y temporal. Es algo que ocurre a veces.
Corrí apresuradamente a la base, donde llegué con los pies hechos polvo, y las tormentas
empezaron realmente al día siguiente. Emma Dos regresó dos horas más tarde que yo, y el
misterio se aclaró entonces finalmente, y los modelos MA fueron retirados inmediatamente del
mercado.”
-¿Y cuál era exactamente la explicación? -quiso saber MacFarlane.
Donovan lo miró seriamente.
-Es cierto que yo era un ser humano en peligro de muerte, Mac, pero para ese robot había algo
más que pasaba por delante de eso, que pasaba por delante de mí, que pasaba por delante de la
Primera Ley. No olvides que esos robots pertenecían a la serie MA, y que ese robot MA en
particular había estado buscando escondites durante algún tiempo antes de desaparecer. Es como
si estuviera esperando que algo especial y muy íntimo le ocurriera. Aparentemente, ese algo
había ocurrido.
Donovan alzó reverentemente los ojos y su voz tembló.
-Ese cachorro de las tormentas no era ningún cachorro de las tormentas. Lo llamamos Emma júnior
cuando Emma Dos lo trajo consigo al volver. Emma Dos tenía que protegerlo de mi arma. ¿Qué es
la Primera Ley, comparada con los sagrados lazos del amor materno?
Isaac Asimov
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El género lírico
Los griegos designaban con el nombre poiesis a toda producción o creación artística configurada
por la imaginación a través del lenguaje. Para los griegos todo lo que implicara un ritmo y un
esquema métrico era poesía. El origen de la poesía está muy relacionado con la música ya que
los poetas acompañaban sus creaciones con un instrumento de cuerdas llamado lira.
Verso: Cada una de las líneas de un poema. Hay versos de arte menor y arte mayor.
a- Versificación regular: cuando los versos de una serie forman unidades rítmicas y silábicas
iguales.
a- Sinalefa: Es la unión en una sílaba de la vocal final de una palabra con la vocal inicial de
la siguiente. La “h” inicial no impide la sinalefa:
b- Hiato: El hiato consiste en la separación fónica de dos vocales en palabras contíguas que
podrían unirse en la sinalefa.
Según la acentuación de la última palabra el verso puede ser grave, agudo o esdrújulo:
La rima:
a- Rima consonante: Cuando coinciden tanto las vocales como las consonantes a partir de la
última vocal acentuada.
b- Rima asonante: Cuando coinciden solamente las vocales a partir de la última vocal
acentuada.
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Recursos expresivos:
- COMPARACIÓN: consiste en establecer una relación de comparación entre dos términos. El nexo
comparativo más frecuente es como aunque también pueden aparecer el TAL y el CUAL.
-ENCABALGAMIENTO: se produce en una estrofa cuando la pausa final de un verso no coincide con
la pausa gramatical o semántica o cuando una palabra se parte en dos, quedando la primera parte
en un verso y la segunda en el siguiente.
-HIPÉRBATON: consiste en la alteración del orden sintáctico que se considera habitual y lógico
de las palabras de una oración (sujeto+ verbo+ modificadores del verbo).
- METÁFORA: consiste en trasladar el sentido recto de una palabra a otro imaginado por la
semejanza que tiene con él. Es la sustitución de palabras o conceptos por una semejanza de
significación. Para llegar a la metáfora se puede partir de la comparación de dos términos, uno
de los cuales va a estar ausente.
- PERSONIFICACIÓN: Consiste en animar o atribuir conductas humanas a cosas que no las tienen.
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Un soneto me manda hacer Violante Te quiero
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Romance del Conde Olinos no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
Madrugaba el conde Olinos, juntos nos han de enterrar!
mañanita de San Juan, -¡Que lo maten a lanzadas
a dar agua a su caballo y su cuerpo echen al mar!
a las orillas del mar. Él murió a la media noche;
Mientras el caballo bebe Ella, a los gallos cantar.
canta un hermoso cantar: A ella, como hija de reyes,
las aves que iban volando la entierran en el altar,
se paraban a escuchar; y a él, como hijo de condes,
caminante que camina unos pasos más atrás.
detiene su caminar, De ella nace un rosal blanco;
navegante que navega de él, un espino albar.
la nave vuelve hacia allá. Crece uno, crece el otro,
Desde la torre más alta los dos se van a juntar.
la reina le oyó cantar: La reina, llena de envidia,
-Mira, hija, cómo canta ambos los mandó cortar;
la sirenita del mar. el galán que los cortaba
-No es la sirenita, madre, no cesaba de llorar.
que esa no tiene cantar; De ella nacería una garza;
es la voz del conde Olinos, de él, un fuerte gavilán.
que por mí penando está. Juntos vuelan por el cielo,
-Si por tus amores pena Juntos vuelan par a par.
yo le mandaré matar,
que para casar contigo Anónimo
le falta sangre real.
-¡No le mande matar, madre;
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Romance del conde Olinos
1) Transcribí 3 palabras del romance relacionadas con el amor y 3 relacionadas con la muerte.
2) ¿Qué elementos de la naturaleza aparecen en el romance?
3) ¿Qué palabras y construcciones se repiten en el romance del conde Olinos? ¿Qué relación
podés establecer entre esas repeticiones y el hecho de que los juglares debieron recitarlos de
memoria?
4) ¿Qué características tiene el romance? Enuncialas en una definición.
5) Transformá este romance en un texto narrativo:
a) Recordá que tiene aparecer claramente una introducción, el nudo y el desenlace. Cuenta lo
que sucede siguiendo un orden.
b) Introducí el espacio y el tiempo: Imaginá dónde suceden los hechos. Por ejemplo, la
conversación inicial puede suceder en la habitación de la princesa. En cuanto al tiempo, tené
en cuenta que la mayoría de los cuentos tradicionales utilizan un tiempo indeterminado: Erase
una vez, había una vez; hace muchos, muchísimos años.
c) Utilizá los tiempos verbales típicos de un texto narrativo.
Elegí el narrador. En los cuentos tradicionales es habitual la presencia de un narrador
externo, en 3ª persona. Aunque también puedes utilizar la primera persona: imagina que es la
princesa la que cuenta lo que sucede. Cuéntanos cómo se siente, la desesperación que dibuja su
rostro, ante ese amor imposible. La princesa se muestra triste, desconsolada, afligida,
entristecida, acongojada, melancólica, angustiada, acongojada, deprimida.
No te olvides de los personajes. Describí brevemente a la princesa o al conde Olinos.
Finalmente, recordá la importancia de utilizar los conectores (expresiones que sirven para
relacionar las ideas: en este caso, lo que se está narrando, los acontecimientos que se están
produciendo. a) Conectores para indicar espacio: aquí, ahí, más allá, fuera, en medio, a ambos
lados, enfrente, junto a, cerca, lejos. b) Conectores para indicar tiempo: cuando, antes,
ahora, después, al mismo tiempo, más tarde, mientras tanto, simultáneamente, luego, durante c)
Conectores para ordenar las ideas: primeramente, en primer lugar, por una parte, por otra,
seguidamente, a continuación. d) Conectores para concluir: finalmente, para acabar, por último,
en definitiva.
Te quiero
Expresión escrita: ¡A escribir! Ahora debés cambiar las palabras que te parezcan más
importantes del poema, y poner otras distintas de tu elección intentando mantener las rimas.
Compará con tu compañero. ¿Cuál es mejor? Cuando todos hayan terminado, en grupos, pueden
decidir cuál es la mejor de todas. (Otro truco: fijate en el ejemplo.)
Tus la bio s s on mi ri sa ,
mis am igo s r uti na rio s ;
te e nv idi o p orq ue to do s lo s día s
trab aj as con un a son ri sa.
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La poesía de vanguardia
Se llama vanguardia a las tendencias en las artes plásticas y en la literatura que, originadas
en Europa durante las primeras décadas del siglo XX, se extendieron hacia los Estados Unidos y
América Latina.
La idea común de estas tendencias es la lucha contra lo establecido, en el arte y en la
sociedad, y la reivindicación de la libertad.
Algunas características de las escuelas de vanguardia:
Feísmo:
como el arte de vanguardia quiere generar una reacción en el destinatario, en este caso busca
hacerlo por medio de lo desagradable.
• Ausencia de figuración:
no interesa nada externo a las palabras, lo importante es crear, dentro de la obra de arte, un
mundo autosuficiente.
• Transgresiones gramaticales:
se crean palabras nuevas, la sintaxis no se respeta, no se usan conectores.
• Transgresiones notacionales:
intencionalmente, se juega con la ortografía ("poecía susia"), no se usan mayúsculas ni signos
de puntuación.
• Temas variados:
los temas de los poemas se apartan de los tradicionales (el amor, la muerte, la belleza) para
tratar cuestiones relacionadas con lo feo, lo desagradable e, incluso, lo asqueroso.
Los caligramas son poemas que complementan su significación con el dibujo. No son poemas
ilustrados, porque es el texto mismo el que adquiere rasgos gráficos. Es decir, son
combinaciones icónico-lingüísticas, en donde la imagen y el texto se entremezclan para reforzar
una idea, o introducir otra no dicha, sugerida.
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Arte poética
Que el verso sea como una llave que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos, creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.
Vicente Huidobro
Espantapájaros 18
Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las
puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las
veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no
dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el
ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar
improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo
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José Juan Tablada
Anónimo
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Ejercitación
2) Vicente Huidobro afirma que El poeta es un pequeño Dios. Buscá en el poema palabras que se
relacionen con la idea de creación.
3) ¿Qué relación advierten, en el poema de José Juan Tablada, entre la disposición gráfica de
los versos y lo que se expresa en ellos?
5) En “Espantapájaros 18” hay varias aliteraciones. ¿Qué efecto producen? ¿Generan relaciones
de significado o son puro juego con los sonidos?
6) ¿Por qué José Juan Tablada habrá elegido esa distribución particular de los versos sobre el
espacio? ¿Sería lo mismo si los hubiera escrito a la manera tradicional?
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El género dramático
La palabra drama proviene del griego y significa representación. Por lo tanto, la
característica fundamental del género dramático es que las obras están escritas en forma de
diálogo y pensadas para ser representadas en un espacio físico, llamado espacio teatral, y ante
un público.
Entonces, debemos tener en cuenta que el texto solo no reúne todas las condiciones del hecho
teatral, ya que falta su representación en el escenario. Sin embargo, de su lectura depende la
representación. El texto plantea el conflicto dramático en el cual las fuerzas del protagonista
y del antagonista entran en choque. El conflicto se plantea a través de los diálogos.
El texto dramático
La forma expresiva característica del teatro es el diálogo. No hay un narrador que relata los
hechos sino que los personajes, a través de sus parlamentos, desarrollan la acción dramática.
En el texto teatral, el autor o dramaturgo realiza una serie de indicaciones escritas o
acotaciones para ayudar al lector de la obra a imaginar y comprender mejor el contenido.
Por lo tanto podemos reconocer dos partes fundamentales del texto teatral:
Texto principal: es el diálogo entre los personajes que será escuchado por el público de la
sala. El planteo de un conflicto es la base de la acción dramática. El conflicto se
desarrollará y resolverá a través del parlamento de los personajes intervinientes.
Texto complementario: son las acotaciones, que aparecen como oraciones entre paréntesis. En
ellas se encuentran los elementos básicos de la puesta en escena. Este texto no tiene como
destinatario el público de la sala sino el director con sus colaboradores y los actores.
Podemos deducir que el texto teatral tiene intencionalidad estética, ya que forma parte de la
actividad artística y el escritor pone especial énfasis en la construcción de ese mensaje.
El texto espectacular
Producción: es la encargada de proveer el dinero para que la puesta sea posible y es la que
abona los salarios de todos los involucrados en la representación teatral. La producción
también se encarga de los mecanismos de publicidad de la obra.
Dirección: los movimientos y los desplazamientos de los actores por el escenario, el tono con
el que dicen sus parlamentos, sus gestos y actitudes están señalados por el director. Estas
indicaciones se denominan marcaciones. El director coordina, además, el trabajo de los actores
con cada uno de los elementos que constituyen el hecho teatral.
Actuación: los actores son los encargados de interpretar a los personajes creados por el autor
de la obra. El actor es el punto de contacto entre el autor y el espectador.
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Escenografía: consiste en la ambientación y adecuación del escenario a las necesidades del
texto. E escenógrafo diseña previamente una maqueta o dibujo en escala, para facilitar el
armado definitivo.
Utilería: los utileros se ocupan de que los muebles, los adornos y los elementos necesarios,
(cubiertos, platos espejos, cuadros) estén dispuestos para la representación. El asistente de
dirección es la persona encargada de que algunos elementos u objetos estén listos para ser
utilizados por los actores. A veces puede suceder que un actor realice un mutis para buscar,
por ejemplo, una bandeja, un vaso con agua, un rollo de fotos, etc. Estos elementos estarán
dispuestos gracias al asistente de dirección.
Iluminación: por medio de las luces se consiguen efectos especiales, como un relámpago o la
sensación de que está anocheciendo. También las luces pueden sugerir el estado de ánimo de los
personajes, por eso, el iluminador también es el encargado de crear climas que acompañen ese
estado de ánimo.
Vestuario: los trajes y accesorios de los actores deben adecuarse, en primer lugar, a la época
de la obra. Sin embargo, el encargado del vestuario tendrá en cuenta el conjunto del decorado.
Sonido: el técnico de sonido también crea efectos especiales de acuerdo con el texto dramático:
un trueno, el ruido de un tren, el sonido de un teléfono o el disparo de un revólver. Todos
estos sonidos deben aparecer en el momento exacto exigido por la obra. Según el tipo de obra
que se ponga en escena y la importancia de su producción, pueden surgir otros elementos para
tener en cuenta, como el maquillaje, la presencia de estilistas y la coreografía.
Una obra teatral se divide en actos. Esta división no es indispensable y a veces el teatro
moderno no la emplea.
Los actos indican los momentos de la acción teatral y tradicionalmente se vinculan con el
planteo, desarrollo y desenlace de la obra dramática.
Los cuadros se dividen según los cambios del lugar donde transcurre la acción, es decir, la
necesidad de un cambio escenográfico es el elemento necesario para un cambio de cuadro.
La representación teatral
En el texto dramático, el autor emite un mensaje a tres destinatarios; los actores, el director
de la puesta (con sus colaboradores) y el público de la sala. El mensaje exclusivo para los
actores y el director se encuentra en las acotaciones, que el público jamás leerá sino que las
verá materializadas en la escena. El mensaje para los espectadores es el parlamento de los
personajes.
En la puesta en escena, cuando un personaje habla tiene destinatarios múltiples porque por un
lado hay otro personaje que lo escucha (o pueden ser varios), pero también es escuchado por el
espectador.
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El teatro según su temática
Podemos clasificar las obras teatrales según el contenido que desarrollen y la manera como lo
traten. Entre las formas más conocidas encontramos:
Tragedia: obra de tema serio con personajes de la nobleza que en el desenlace mueren
desdichadamente.
Sainete: obra breve que muestra las costumbres y las características del inmigrante europeo a
principios de siglo. La escenografía representa un espacio abierto, por ej : un patio de un
conventillo.
Grotesco: obra breve de intención crítica y cuyos temas son las desdichas cotidianas
presentadas a través de situaciones cómicas.
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La isla desierta
(Burlería en un solo acto)
Roberto Arlt
PERSONAJES
El jefe
Empleada 1ª
Manuel
Empleada 2ª
María
Empleada 3ª
Empleado 1º
Cipriano (mulato)
Empleado 2º
Director
Tenedor de libros
ACTO ÚNICO
ESCENA
Oficina rectangular blanquísima, con ventanal a todo lo ancho del salón, enmarcando un cielo
infinito caldeado en azul. Frente a las mesas escritorios, dispuestos en hilera como reclutas,
trabajan, inclinados sobre las máquinas de escribir, los empleados. En el centro y en el fondo
del salón, la mesa del Jefe, emboscado tras unas gafas negras y con el pelo cortado como la
pelambre de un cepillo. Son las dos de la tarde, y una extrema luminosidad pesa sobre estos
desdichados simultáneamente encorvados y recortados en el espacio por la desolada simetría de
este salón en un décimo piso.
MANUEL. -¿Señor?
EL JEFE. -María.
MARÍA. -¿Señor?
EL JEFE. -También yo lo voy a sentir cuando tenga que hacerlos echar. Corrija.
Nuevamente hay otro minuto de silencio. Durante este intervalo pasan chimeneas de buques y se
oyen las pitadas de un remolcador y el bronco pito de un buque. Automáticamente todos los
EMPLEADOS enderezan las espaldas y se quedan mirando por la ventana.
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EMPLEADO 1º. (con un apagado grito de angustia) -¡Oh! No; no es posible. (Todos se vuelven
hacia él).
EL JEFE. -¿No es posible trabajar aquí? ¿Y por qué no es posible trabajar aquí? (Con lentitud)
¿Hay pulgas en las sillas? ¿Cucarachas en la tinta?
MANUEL. (Poniéndose de pie y gritando) -¡Cómo no equivocarse! ¿Es posible no equivocarse aquí?
Contésteme. ¿Es posible trabajar sin equivocarse aquí?
EL JEFE. -No me falte, Manuel. Su antigüedad en la casa no lo autoriza a tanto. ¿Por qué se
arrebata?
MANUEL. -Yo no me arrebato, señor. (Señalando la ventana.) Los culpables de que nos
equivoquemos son esos malditos buques.
MANUEL. -Si, los buques. Los buques que entran y salen, chillándonos en las orejas,
metiéndosenos por los ojos, pasándonos las chimeneas por las narices. (Se deja caer en la
silla.) No puedo más.
TENEDOR DE LIBROS. -Don Manuel tiene razón. Cuando trabajábamos en el subsuelo no nos
equivocábamos nunca.
TENEDOR DE LIBROS. -Yo creo, jefe, que estos buques, yendo y viniendo, son perjudiciales para
la contabilidad.
MARÍA. -¿Se dan cuenta? Ninguno de los que trabajan aquí ha subido a un buque.
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EMPLEADO 2º. -¿Y por qué no ha viajado usted?
MANUEL. -Cómo nos equivocamos. Estamos aquí suma que te suma, y por la ventana no hacen nada
más que pasar barcos que van a otras tierras. (Pausa) A otras tierras que no vimos nunca. Y que
cuando fuimos jóvenes pensamos visitar.
EL JEFE. -Le produce melancolía. (Sardónico) Así que le produce melancolía. (Conteniendo su
furor.) Siga, siga su trabajo.
MANUEL. -¡Qué me importa! Cuarenta años de Debe y Haber. De Caja y Mayor. De Pérdidas y
Ganancias.
MANUEL. -Gracias, señorita. Esto no se arregla con aspirina. Cuando yo era joven creía que no
podría soportar esta vida. Me llamaban las aventuras ... los bosques. Me hubiera gustado ser
guardabosque. O cuidar un faro ...
TENEDOR DE LIBROS. -Sin embargo, hay que reconocer que estábamos mejor abajo. Lo malo es que en
el subsuelo hay que trabajar con luz eléctrica.
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EMPLEADO 1º. -Uno estaba allí tan tranquilo como en el fondo de una tumba.
TENEDOR DE LIBROS. -Cierto, se parece a una tumba. Yo muchas veces me decía: “Si se apaga el
sol, aquí no nos enteramos” ...
MANUEL. -Y de pronto, sin decir agua va, nos sacan del sótano y nos meten aquí. En plena luz.
¿Para qué queremos tanta luz? ¿Podés decirme para qué queremos tanta luz?
EMPLEADA 2ª. -El jefe tiene que usar lentes negros ...
EMPLEADO 1º. -Sí, pero estábamos tan tranquilos como en el fondo del mar.
Entra el ordenanza CIPRIANO, con un uniforme color de canela y un vaso de agua helada. Es
MULATO, simple y complicado, exquisito y brutal, y su voz por momentos persuasiva.
MULATO. -Y pensar que yo he subido a casi todos los buques que dan vuelta por los puertos del
mundo...
MULATO. -Sé los pies que calan. En qué astilleros se construyeron. El día que los botaron. Yo,
cuando menos merecía ser ingeniero naval.
EMPLEADO 2º. -¿Por dónde viajaste? ¿Por la línea del Tigre o por la de Constitución?
MULATO. (Sin mirar al que lo interrumpe) -Desde los siete años que doy vueltas por el mundo y
juro que jamás en la vida me he visto entre chusma tan insignificante como la que tengo que
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tratar a veces ...
MULATO. -Conozco el mar de las Indias. El Caribe, el Báltico... hasta el océano Ártico conozco.
Las focas recostadas en los hielos lo miran a uno como mujeres aburridas sin moverse ...
MULATO. (sin volverse) -Aviada estaría la luna si tuviera que hacer caso de los perros que
ladran. En un sampán me he recorrido el Ganges. Y había que ver los cocodrilos que nos seguían
...
MULATO. -Vean, estos tatuajes. Digan si éstos son tatuajes hechos entre la línea del Tigre o
Constitución. Vean ...
MULATO. -Vean esta rosa que tengo sobre el ombligo. Observen qué delicadeza de pétalos. Un
trabajo de indígenas australianos.
MULATO. -Le aseguro, señorita, que si me viera sin pantalones se asombraría ...
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MULATO. -¿Por qué no?
MULATO. -No voy a quedar desnudo por eso. Y verán que tatuajes tengo labrados en las piernas.
MULATO. -(Quitándose los pantalones y quedando con un calzoncillo corto y rojo con lunares
blancos) -Miren estos dibujos. Son del más puro estilo malasio. ¿Qué les parece esta guarda de
monos pelando bananas? (Murmullo de “Oh... ah...”) Lo menos que merezco es ser capitán de una
isla. (Toma un pliego de papel madera y rasgándolo en tiras se lo coloca alrededor de la
cintura.) Así van vestidos los salvajes de las islas.
MULATO. -No mucho ... Lo primero que hace el brujo tatuador es ponerlo a uno bajo un árbol ...
MULATO. -Ningún miedo. El brujo acaricia la piel hasta dormirla. Y uno acaba por no sentir
nada.
MULATO. -Siempre bajo los árboles hay hombres y mujeres haciéndose tatuar. Y uno termina por no
saber si es un hombre, un tigre, una nube o un dragón.
MULATO. (Fabricándose una corona con papel y poniéndosela.) -Los brujos llevan una corona así
y nadie los mortifica.
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TODOS. -No.
MULATO. -Sí.
MULATO. -Digo que sí. Y además los árboles están siempre cargados de toda clase de fruta.
MULATO. -Allá no. Cuelgan libremente de las ramas y quien quiere, come y quien no quiere, no
come... y por la noche, entre los grandes árboles, se encienden fogatas y ocurre lo que es
natural que ocurra entre hombres y mujeres.
MULATO. -Y digo que es muy saludable vivir así libremente. Al otro día la gente trabaja con más
ánimo en los arrozales y si uno tiene sed (toma el vaso de agua y bebe) parte un coco y bebe su
deliciosa agua fresca.
MANUEL. -A correr mundo. A vivir la vida. Basta de oficina. Basta de malacate. Basta de
números. Basta de reloj. Basta de aguantarlo a este otro canalla. (Señala la mesa del jefe.
Pausa. Perplejidad.)
MANUEL. -Sí, yo; que desde hace veinte años le llevo los chismes al jefe. Mucho tiempo hacía
que me amargaba este secreto. Pero trabajábamos en el subsuelo y en el subsuelo las cosas no se
sienten.
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MANUEL. -No sé. La vida no se siente. Uno es como una lombriz solitaria en un intestino de
cemento. Pasan los días y no se sabe cuándo es de día, cuándo es de noche. Misterio. (Con
desesperación) Pero un día nos traen a este décimo piso. Y en el cielo, las nubes, las
chimeneas de los transatlánticos se nos entran en los ojos. Pero entonces, ¿existía el cielo?
Pero entonces, ¿existían los buques? ¿Y las nubes existían? ¿Y uno, por qué no viajó? Por
miedo. Por cobardía. Mírenme. Viejo. Achacoso. ¿Para qué sirven mis cuarenta años de
contabilidad y de chismerío?
MULATO. (Enfático) -Ved cuán noble es su corazón. Ved cuán responsables son sus palabras. Ved
cuán inocentes son sus intenciones. Ruborizaos, amanuenses. Llorad lágrimas de tinta. Todo
vosotros os pudrireis como asquerosas ratas entre estos malditos libros. Un día os encontrareis
con el sacerdote que vendrá a suministraros la extremaunción. Y mientras os unten con aceite la
planta de los pies, os direis: “¿Qué he hecho de mi vida? Consagrarla a la teneduría de libros.
Bestias.
MANUEL. -Quiero vivir los pocos años que me quedan de vida en una isla desierta. Tener mi
cabaña a la sombra de una palmera. No pensar en horarios.
MARÍA. -Yo iría, pero para cumplir este deseo tendría que cobrar los meses de sueldo que me
acuerda la ley 11.729.
EMPLEADO 2º. -Para que nos amparase la ley 11.729, tendrían que echarnos.
MULATO. -Aprovechen ahora que son jóvenes. Piensen que cuando les estén untando con aceite la
planta de los pies no podrán hacerlo.
MULATO. -Señores, procedamos con corrección. Cuando don Manuel declaró que él era el chismoso,
una nueva aurora pareció cernirse sobre la humanidad. Todos le miramos y nos dijimos: “He aquí
un hombre honesto; he aquí un hombre probo; he aquí la estatua misma de la virtud cívica y
ciudadana”. (Grave.) Don Manuel. Usted ha dejado de ser don Manuel. Usted se ha convertido en
Simbad el Marino.
MULATO. -Sí, las hay. Vaya si las hay. Grandes islas. Y con árboles de pan. Y con plátanos. Y
con pájaros de colores. Y con sol desde la mañana a la noche.
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EMPLEADA 2ª. -¿Claro? ¿Y a nosotros nos van a largar aquí?
MULATO. -Y los arroyuelos cantan entre las breñas. Y también hay negros. Negros que por la
noche baten el tambor. Así.
El MULATO toma la tapa de la máquina de escribir y comienza a batir el tam tam ancestral, al
mismo tiempo que oscila simiesco sobre sí mismo. Sugestionados por el ritmo, van entrando todos
en la danza.
MULATO. (A tiempo que bate el tambor) -Y también hay hermosas mujeres desnudas. Desnudas de los
pies a la cabeza. Con collares de flores. Que se alimentan de ensaladas de magnolias. Y
hermosos hombres desnudos. Que bailan bajo los árboles, como ahora nosotros bailamos aquí ...
De aromas ...
Histéricamente todos los hombres se van quitando los sacos, los chalecos, las corbatas; las
muchachas se recogen las faldas y arrojan los zapatos. El MULATO bate frenéticamente la tapa de
la máquina de escribir. Y canta un ritmo de rumba.
La hoja de la bananera
De verde ya se madura
Quien toma prenda de joven
Tiene la vida segura.
La danza se ha ido generalizando a medida que habla el MULATO, y los viejos, los empleados y
las empleadas giran en torno de la mesa, donde como un demonio gesticula, toca el tambor y
habla el condenado negro.
EL JEFE. -(entrando bruscamente con el DIRECTOR, con voz de trueno) -¿Qué pasa aquí?
MARÍA. -(después de alguna vacilación) -Señor ... esta ventana maldita y el puerto ... Y los
buques ... esos buques malditos ...
DIRECTOR. -Oh ... comprendo ... comprendo. (Al JEFE) Despida a todo el personal. Haga poner
vidrios opacos en la ventana.
TELÓN
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El texto argumentativo
En primer lugar ¿cuál es la INTENCIÓN de un texto argumentativo?
Ejemplo:
La persona que produce un texto argumentativo no sólo debe ser firme en sus convicciones sino
que debe presentar sus opiniones de forma razonable a los demás. Por tal motivo, según el
destinatario, el argumentador utilizará distintas estrategias argumentativas o procedimientos
para garantizar la validez de su posición frente al tema, cómo desmentir, definir, explicitar
causas, derivar consecuencias, entre otros.
Analogía (comparación): intenta convencer mediante la asociación de una idea o un hecho con
otro que resulte más cercano, conocido o evidente. Si un tema se parece al otro se supone
que la conclusión será la misma también.
Ejemplo: El hombre que está a favor de la “pena de muerte” es como si fuera “Dios”, capaz de
juzgar la vida de los demás.
Cita de autoridad: apela a la palabra de una persona, grupo de personas, texto, encuesta
estadística, etc., cuyo valor es indiscutible. Se jerarquiza el argumento haciendo
referencia a opiniones respetables. A veces se citan opiniones contrarias para criticarlas:
Ejemplo: Según el Gral. San Martín: "Más vale un hombre que grita que cien que están
callados".
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Definición: es el enunciado breve en el que se delimita el significado de una palabra.
Ejemplo: El moscote es una mosca blanca de dimensiones destempladas, de unas seis pulgadas
de largo (unos quince centímetros) y un peso aproximado de una libra y media (unos
seiscientos setenta gramos).
Desmentida: debatir o negar la opinión impuesta por muchos. Se usa para descalificar lo
dicho por alguien y reforzar el punto de vista propio. Se descarta así, la validez de los
argumentos contrarios.
Ejemplo: El terremoto de Chile dejó como saldo pueblos totalmente destruidos. Por ejemplo,
reconstruir solamente la zona de Bio Bio, demandará al gobierno unos tres años, y unos
cuantos millones de dólares.
Ejemplo: En los más variados deportes, nuestros representantes exhiben sus características
distintivas: talento, perseverancia, orgullo y amor por la camiseta.
Planteo de causas y consecuencias: presenta las causas que determinan o explican un hecho, o
bien el efecto que resulta de un acontecimiento. Es decir, parte del principio de que todo
hecho tiene una causa y que todo acontecimiento provoca ciertas consecuencias. Además, no
sólo muestra la correlación A causa B o B es consecuencia de A, sino también puede explicar
por qué.
Ejemplo: Los fumadores viven en promedio diez años menos; y el gasto por patologías
relacionadas al tabaco ronda el 16% del presupuesto nacional en salud.
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Trabajo práctico grupal
La argumentación
d) La violencia en el fútbol.
Legibilidad
Coherencia y cohesión
Puntuación, acentuación y ortografía.
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Los verbos irregulares
Recordemos:
Las conjugaciones verbales son tres:
AM / ABAS AM / AR
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Los verbos regulares:
yo lleg /aré
La raíz permanece invariable
respecto de su infinitivo. lleg / ar am / aré
La desinencia es igual
A la de su verbo modelo él com /ió
en el mismo modo, tiempo,
persona y número. com / er tem / ió
Yo estoy
Irregular en la desinencia Est / ar
am / o
Yo deshice
Irregular en ambas Deshac / er
tem / í
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Principales irregularidades
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Los verbos irregulares
1) Escribí el infinitivo de los siguientes verbos, indicá a qué conjugación
pertenecen y luego, separá la raíz y la desinencia.
llevan:…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
escribiste:………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
venderíamos:……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
bebieras:……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
decidía:………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
explicaré:…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
resuman:………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
escuchá:………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
3) Respondé:
a- Teniendo en cuenta los verbos conjugados en la primera actividad, ¿la raíz
del infinitivo se conserva igual en el verbo o sufrió alguna modificación?
b- Las desinencias de los verbos conjugados en la primera actividad, ¿son
iguales o cambian en relación con las desinencias de los verbos paradigma?
c- Los verbos de la actividad 1), ¿son regulares o irregulares? ¿Por qué?
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almuerzan: …………………………………………. comiencen: ………………………………………….
persigo: …………………………………………. mintió: ……………………………………….
durmieron: …………………………………………. saldría: ………………………………………….
dijeron: ……………………………………………. podré: ………………………………………….
9) ¿En qué tiempos son irregulares los siguientes verbos? Realizá las
comprobaciones pertinentes y uní con flechas:
resolver
traer
querer
sentir
pensar grupo de presentes
decir grupo de pasados
tener grupo de futuros
pedir
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LOS PRONOMBRES
Los pronombres son palabras de significación ocasional. Esto quiere decir que cambian su
significado según la situación comunicativa o el contexto discursivo.
¿A quién designa la palabra yo? En un caso, a Lucas; en el otro, a Javier. Tiene significados
diferentes en las dos oraciones, porque adquiere significación en la situación comunicativa. En
ambos casos, yo designa al emisor, por lo tanto su significado se modifica con cada cambio de
emisor en una conversación. La palabra yo es un pronombre.
Desde el punto de vista semántico, los pronombres se clasifican en dos grandes grupos: los que
se cargan de significado en la situación comunicativa y los que dependen del discurso.
■ Pronombres personales
Designan a las personas que participan en la comunicación: la primera persona (yo, nosotros)
corresponde al emisor; la segunda (vos, ustedes, etcétera), al receptor y la tercera (él,
ellas, etcétera), a la persona de la cual se habla, pero que no participa de la conversación.
Singular Plural
2ª persona tú, vos, usted, te, ti, le, vosotros, vosotras, ustedes, os, los, las,
contigo les
3ª persona él, ella, lo, la, le, se ellos, ellas, los, las, les, se
Los pronombres personales suelen usarse en una posición enclítica, es decir, adheridos al final
de formas verbales. Se los denomina pronombres enclíticos. Por ejemplo:
Voy a peinarla bien. Estaba mirándose en el espejo. Traeme el diario.
■ Pronombres posesivos
Señalan una relación de pertenencia. Algunos tienen una forma plena y otra apocopada
(abreviada), que se utiliza delante de los sustantivos. Por ejemplo: La decisión fue mía. / Fue
mi decisión. “Mía” es la forma completa; “mi” es la forma apocopada.
Estos pronombres concuerdan en número con la palabra a la que modifican y en persona con el
“poseedor”.
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Singular Plural
■ Pronombres demostrativos
Los pronombres demostrativos indican una relación de distancia entre el objeto o ser señalado y
el hablante.
aquí, acá
ahí
allá
Se refieren a un sustantivo. Son los pronombres interrogativos y Señalan personas o cosas pero sin
exclamativos. identificarlas, es decir, de manera
que, quien/es, cual/es, general, vaga o imprecisa.
cuanto/a/os/as, cuyo/a/os/as, qué, quién/es, cuál/es, dónde,
donde, cuando, como cuándo, cuánto, cómo algún/a/o/os/as, ningún/a/o, todo/s,
nada, nadie, algo, mucho/a/os/as,
otro/a/os/as poco/a/os/as,
cierto/a/os/as
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La oración compuesta
Coordinación y yuxtaposición
Oración y proposición
El hablante persigue siempre la eficacia comunicativa y para conseguirla construye sus mensajes
de una u otra forma, según le parezca más apropiado. Utilizará oraciones más largas o más
cortas, en voz activa o en voz pasiva, unimembres o bimembres, según el efecto que quiera
causar y según la cantidad de información que desee transmitir.
Leé y observá los catorce mensajes siguientes. Básicamente todos comunican lo mismo, pero lo
hacen de distinta manera. Cada uno de ellos constituye una oración, pero todos varían en cuanto
a su forma de construcción.
(El caballo fue espantado por una vívora) y (el jinete cayó al agua).
PRIMERA PROPOSICIÓN SEGUNDA PROPOSICIÓN
ORACIÓN
Cada una de estas cuatro oraciones contiene dos ideas, dos sujetos y dos predicados verbales y
cada una de esas dos ideas, sintácticamente es dependiente de la otra, ya que sólo el punto da
autonomía sintáctica. Cada propuesta de estas oraciones recibe el nombre de proposición.
La proposición forma parte de una estructura lingüística más compleja que llamamos oración. La
proposición posee unidad de sentido, pero carece de independencia sintáctica.
Como habrás visto en los ejemplos anteriores, las proposiciones pueden enlazarse por:
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COORDINACIÓN: están unidas por nexos coordinantes. Tipos de coordinadas:
YUXTAPOSICIÓN: separadas por marcas gráficas: coma, punto y coma, dos puntos y puntos
suspensivos. Sin embargo, sabemos que entre ellas hay una relación que viene dada por el
contexto.
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Ejercitación
1) Indicá cuáles de las siguientes oraciones son compuestas. Especifica el tipo de relación
que se da entre sus proposiciones (coordinación o yuxtaposición).
b- Hemos estado en España este año y los lugares nos han encantado.
b- He regado bastante los geranios pero con este calor no han aguantado.
Oración compuesta
Han anunciado que va a haber lluvias.
yuxtapuesta
Hemos llamado al hotel pero todas las habitaciones están Oración compuesta coordinada
ocupadas. adversativa
Oración compuesta coordinada
El cantante está enfermo: no habrá concierto.
disyuntiva
O bien nos prestan los libros o bien los compramos de
segunda mano. Oración compleja
4) Inventá las oraciones que se piden, teniendo en cuenta las siguientes características.
b- Oración compuesta yuxtapuesta formada por dos proposiciones: la primera debe ser una oración
simple unimembre; la segunda debe ser simple con objeto directo e indirecto.
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5) Analiza sintácticamente las siguientes oraciones.
b- El dueño de la finca denunció a su vecino; sin embargo, éste fue declarado inocente.
c- Ya presentaron el proyecto de ley: en breve será publicado por los medios de comunicación.
d- Este verano ha hecho un calor excesivo y las medusas se han instalado en las playas.
i- Se volvió muy prepotente tras su ascenso laboral y sus viejos amigos no le hablan más.
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La proposición subordinada adjetiva
La proposición subordinada adjetiva es aquella que va introducida por un pronombre relativo y
que desempeña las funciones propias de un adjetivo.
Ejemplos:
Los alumnos estudiosos suelen aprobar. Los alumnos <que estudian mucho> suelen aprobar.
Adjetivo Prop. Sub. Adjetiva
Las proposiciones subordinadas pueden sustituirse por un adjetivo. Sin embargo, no siempre
existe un adjetivo sinónimo de la proposición subordinada.
Ejemplos:
Ejemplo:
Las proposiciones subordinadas adjetivas pueden ir encabezadas por los siguientes nexos: que,
cual/es, quien/es, cuyo/a/s, donde, cuando y como.
Ejemplos:
Los nexos que introducen las proposiciones subordinadas adjetivas desempeñan dos funciones
sintácticas:
79
Clasificación de las proposiciones subordinadas adjetivas
Ejemplo:
Ejemplo:
Los chicos, <que viven lejos del instituto>, llegarán más tarde.
80
Ejercitación
2) Construí, a partir de cada par de oraciones simples, oraciones compuestas que incluyan una
subordinada adjetiva.
5) Analizá sintácticamente:
81
La proposición subordinada sustantiva
La proposición subordinada sustantiva es aquella que equivale a un elemento nominal: un
pronombre, un sustantivo o un sintagma nominal, y por lo tanto, desempeña sus mismas funciones.
Ejemplo:
* Me disgusta tu impuntualidad.
* Me disgusta eso.
Nexos subordinantes:
Nexos relacionantes:
Funcionan como nexos y, además, desempeñan una función sintáctica dentro de la proposición
subordinada a la que pertenecen. (EL QUE, LA QUE, LO QUE, LOS QUE, LAS QUE, QUIEN, QUIENES,
CUANTO, CUANTA, CUANTOS, CUANTAS, QUÉ, QUIÉN, CUÁNDO, DÓNDE, CÓMO, CUÁNTO, etc.)
Función de sujeto:
Me gusta mucho <que la gente sea puntual>. Me gusta mucho eso. Me gustan mucho esas cosas.
Función de aposición:
Leonel Messi, <el que maravilla con sus goles>, se consagró otra vez.
82
Función de objeto directo:
* en el modificador indirecto:
* en el objeto indirecto:
* en el circunstancial:
* en el complemento agente:
83
Ejercitación
3) Redactá tres oraciones que contengan proposiciones subordinadas sustantivas con función de
objeto directo encabezadas por QUE y SI y tres oraciones encabezadas por pronombres enfáticos.
5) Analizá sintácticamente:
84
Estilo directo y Estilo indirecto
Cuando queremos transmitir la información que han dicho otras personas podemos hacerlo de dos
formas:
A) Repitiendo las mismas palabras empleadas por la otra persona.
Estructura: verbo introductor (decir) + "información"
* Ejemplo: Pedro dice: "estoy aburrido"
La primera manera de hacerlo (A) es el estilo directo, la segunda (B) es lo que conocemos como
estilo indirecto.
NORMAS
a) Cuando el verbo introductor está en presente (dice), en pretérito perfecto (ha dicho) o en
futuro (dirá) en estilo indirecto se conserva el mismo tiempo verbal que en el estilo directo.
En este caso, los cambios que se producen al pasar del estilo directo al indirecto afectan a:
- Los pronombres personales
* dice: "yo..."/ dice que él
- Los posesivos:
* dice: "es mi coche"/ dice que es su coche
- Los demostrativos:
* dice: "quiero este coche"/ dice que quiere ese coche
- Las personas de los verbos:
* dice: "estoy enfermo"/ dice que está enfermo
- Todos los elementos que hacen relación al espacio:
* dice: "vivo aquí"/ dice que vive allí
85
Nota: Los condicionales simple y compuesto, los imperfectos de indicativo y de
subjuntivo, y los pluscuamperfectos de indicativo y subjuntivo no se modifican en el
estilo indirecto.
Al igual que las oraciones interrogativas, las exclamaciones no precisan sus signos (¡!) en el
estilo indirecto.
Por otro lado, una exclamación puede aparecer frecuentemente sin un verbo, porque su
significado queda plenamente determinado por las admiraciones:
¡Qué bonito! (= ¡Qué bonito es!)
¡Qué película! (= ¡Qué película tan buena!)
En el estilo indirecto el sentido exclamativo lo marca el verbo introductor, que no debe ser un
verbo neutro (como decir, explicar,...), sino un verbo que implique la carga emotiva necesaria
para que la oración cobre sentido pleno (verbos como exclamar, gritar, quejarse, sorprenderse,
extrañarse, maravillarse, asombrarse, conmoverse, lamentarse,...).
Cuando la vio llegar, le dijo: ¡Has tardado demasiado tiempo en llegar!
Se quejó porque había tardado demasiado tiempo en llegar.
USOS
Mediante el estilo directo podemos introducir textualmente las palabras de alguien e incluirlas
en nuestro discurso
De pequeña me acordaba mucho de mi ciudad natal.
Mediante al estilo indirecto reproducimos o interpretamos lo que alguien ha dicho.
María dijo que de pequeña se acordaba mucho de su ciudad natal.
86
La proposición subordinada adverbial
El criterio que se utiliza para la clasificación de los adverbios se utiliza también para las
proposiciones subordinadas adverbiales, algunas de las cuales admiten la sustitución por un
adverbio o por sintagmas nominales o preposicionales con su mismo significado; son las llamadas
subordinadas adverbiales del 1er. grupo. Las subordinadas adverbiales del 2do. grupo no pueden
ser sustituidas por ningún adverbio.
* De lugar: (DONDE)
* De cantidad: (CUANTO)
Expresan una condición que ha de cumplirse para que pueda cumplirse lo designado por él.
Manifiestan un hecho que, aunque se opone a lo expresado por el verbo, no impide que se cumpla.
Guardan con la principal una relación de causa – efecto; es decir, la subordinada expresa la
consecuencia (efecto) de lo expresado por el verbo principal (causa).
87
Ejercitación
1) Relacioná las subordinadas adverbiales encerradas entre < > con el adverbio correspondiente,
subrayá el nexo e indicá si son subordinadas de lugar, de tiempo o de modo:
Colócate donde lo puedas tener todo a mano. Al comenzar, diluye la levadura en la leche
tibia. Antes de continuar con la levadura, expande la harina por donde no se pueda
derramar. A medida que hagas esto, añade los huevos, la sal y la vainilla. Antes de que se
endurezca, trabaja la mezcla. En cuanto veas que está amasada de forma consistente,
déjala reposar unos treinta minutos en donde nadie la toque. Pasado este tiempo, vuelve a
amasar. Mientras haces esto, añade la mantequilla y el azúcar. Cuando termines, separa la
masa en trozo. Haz bolas pequeñas repartiendo la masa. Apenas caliente la gofrera,
introduce las bolas. La masa se puede guardar donde esté fresca o congelada. Los gofres
se pueden recalentar donde prefieras: en el horno o en el microondas.
3) Leé los siguientes pares de oraciones. Marcá con una cruz las que contienen una proposición
incluida adverbial con función de circunstancial.
4) Completen las siguientes oraciones con una proposición incluída adverbial que desempeñe la
función pedida entre paréntesis.
88
Las condiciones
* Reales
* Posibles
Designan una condición que (todavía) podría cumplirse aunque con menos probabilidades que una
condición real.
* Imposibles
89
Ejercitación
3) Completá los textos que siguen con los verbos que figuran entre paréntesis en los modos y
tiempos correctos.
a- Si la entrada al cine ............... (ser) más barata, yo ............... (ir) dos o tres
veces por semana, te juro. Pero al precio que está, ¿qué querés? Si ............... (asociarse)
a un video club, ............... (poder) ver estrenos a precios accesibles muy seguido.
............... (ser) un sueño para mí.
c- El director se equivocó: ese protagónico no era para esa chica. Se lo ............... (dar)
a Marilena Mercier; la película ............... (estar) ocho meses en cartel y el disco
............... (vender) a lo loco. Pero con esa antipática, no duró ni tres días, aparte canta
mal.
90
Coherencia y cohesión
COHERENCIA
La coherencia es la propiedad textual por la cual los enunciados que forman un texto se
refieren a la misma realidad. Para que un texto presente coherencia, sus enunciados han de
centrarse en un tema y debe responder a nuestro conocimiento del mundo. Los textos se
construyen aportando nueva información en cada enunciado, pero una sucesión de enunciados
dejará de ser coherente si en ellos no se hace referencia a un tema común.
Por ejemplo, los siguientes enunciados no forman un texto porque no podemos extraer de él, un
tema:
Este artículo es muy interesante, aunque mi mamá diga que la tortilla con cebolla es más rica.
Además, cuando EEUU llegó a la luna, los rusos habían ido antes.
COHESIÓN
Además de resultar coherentes, los enunciados de un texto deben estar conectados o cohesionados
entre sí. Así, dos enunciados coherentes pueden no constituir un texto si su relación
gramatical es incorrecta. Por ejemplo, los siguientes enunciados tampoco son coherentes:
Mis tíos tienen un auto. Ésta funciona bien, pero cuando al auto le falta aceite, el auto suele
detenerse.
La referencia establece una relación entre un elemento del texto y otro u otros. La
identificación de los referentes es un aspecto muy importante en la comprensión de los textos,
ya que incide en forma directa en el procesamiento de la información. La referencia suele
establecerse mediante el uso de pronombres demostrativos (este, ese, aquel y sus variantes);
personales (yo, vos, él, me, te, mí, nos, etc.); numerales (primera, uno, dos, tres, cuarto,
etc.); y principalmente relativos (la/s, lo/s, que, cual, cuyo, donde, quien)
Ejemplo:
Queridos amigos: los invito a la próxima reunión de la asociación. Esta se llevará a
cabo donde se hizo la última vez. Quienes hayan venido y quieran repetir la experiencia son
bienvenidos. ¡Nos encantará recibirlos!
91
Los conectores justamente relacionan enunciados de formas diferentes. Estos se clasifican en:
1) Aditivos: Son aquellos que sirven para sumar información. Son por ejemplo: y, ni (e), que,
además, incluso, en segundo lugar, por otra parte, asimismo, también.
2) De contraste o adversativos: Oponen ideas o conceptos. Son por ejemplo: pero, no obstante,
en cambio, al contrario, por el contrario, sin embargo.
3) Disyuntivos: Establecen una opción. Son: o (u).
4) Causales: Indican causa, la introducen. Son: porque, pues, ya que, dado que, a causa de, por
este motivo, por esta razón, debido a que.
5) Concesivos: Conceden algo parcialmente. Por ejemplo: aunque, por más que, si bien, pese a
(que), de todas maneras.
6) Temporales: Indican un momento en el tiempo. Hay tres clases.
a. De anterioridad: antes, hace tiempo, había una vez, al principio, al comienzo,
anteriormente, previamente.
b. De simultaneidad: al mismo tiempo, mientras tanto, mientras, simultáneamente.
c. De posterioridad: más tarde, luego, después, con el paso del tiempo, posteriormente,
finalmente.
7) Locativos: Hacen referencia a lugares. Son: aquí, ahí, allí, delante de, encima de, en este/
ese/ aquel lugar, donde, al lado de, en medio de, por arriba de, por debajo de.
8) Repetitivos o aclaratorios. Son: es decir, en otras palabras, mejor dicho, más precisamente,
dicho de otro modo/ otra manera, en pocas palabras, resumiendo, etcétera.
9) Para resumir o concluir: Finalmente, en resumen, en síntesis, en definitiva, en conclusión,
por último.
El campo semántico es un grupo de palabras que están vinculadas por su significado. Los
términos hipernonimia e hiponimia aluden a una relación de jerarquía que puede establecerse
entre ellas.
Algunos hipónimos pueden ser hiperónimos de otras palabras. Por ejemplo, fruta es hipónimo de
alimento, pero hiperónimo de manzana, plátano, pera...
La sustitución (o sinonimia) consiste en sustituir una palabra por otra diferente pero que se
refiere al mismo objeto, acción o estado.
Ejemplo:
Mafalda es una niña. La jovencita odia la sopa. ("La jovencita" funciona como sinónimo de
Mafalda)
La repetición es propia de la oralidad ya que hay menos tiempo para pensar lo que se dice.
Dentro de los textos escritos, es más habitual encontrarla en la poesía para crear un efecto o
en los textos técnicos donde es más difícil hallar sinónimos (por ejemplo, la palabra ‘átomo’
es difícilmente reemplazable). También puede emplearse para reforzar una opinión o para llamar
la atención del receptor.
92
Ejercitación
a- El antiguo arte de papel hecho a mano, conocido como washi, aún perdura en Japón. Los
calígrafos se inclinan sobre hojas de washi color marfil. Por las calles las geishas protegen
su piel del sol con parasoles hechos de washi. Los niños remontan coloridos papalotes de washi
y usan hojas de washi para dar vida a intrincadas figuras de origami (papel doblado)
b- Él se casó con su novia. Él se casó joven. Él tuvo una alegría. La alegría que él tuvo fue
que la esposa de él compartía con él las preferencias de él. La esposa de él había observado el
gusto de él por los animales domésticos. La esposa de él no perdía oportunidad de procurarle
los más agradables animales domésticos. Él y la esposa de él tenían pájaros, tenían peces de
colores, tenían un hermoso perro, tenían conejos, tenían un gato. El gato que él y la esposa de
él tenían era un animal que tenía un notable tamaño. El gato que él y la esposa de él tenían
era un animal completamente negro. La esposa de él, en el fondo, no era poco supersticiosa. La
esposa de él aludía con frecuencia a una antigua creencia popular. La antigua creencia popular
a la que aludía la esposa de él dice que todos los gatos negros son brujas metamorfoseadas.
c- El empleado no le dejó entrar. El empleado de la discoteca ya les había mirado mal antes y
por eso Juan estaba seguro de que no les dejaría entrar. Y efectivamente no les dejó
entrar. Juan iba con su grupo de amigos y algunos habían bebido más de la cuenta. Habían estado
antes en un bar, en el bar había una promoción y regalaban una copa por cada copa que
pedías. Acabaron bebiendo demasiado. Por eso tenían sus amigos tenían mal aspecto y el empleado
de la discoteca no les dejaba entrar. Juan no había bebido nada aunque había una promoción en
el bar de la esquina porque tenía que conducir y llevar a sus amigos a casa. Juan había dicho a
sus amigos que no bebieran tanto o el empleado no les dejaría entrar en la discoteca. Juan
pensó que como mínimo sus amigos podían dejar de cantar a gritos, así quizá no fuese tan
evidente que iban un poco borrachos y el empleado no les miraría tan mal. Se volvieron a casa
antes de la hora planeada porque no les dejaron entrar en la discoteca y no sabían qué más
hacer. Por el camino de vuelta a casa, en el coche de Juan, Juan y sus amigos estuvieron
insultando al empleado aunque Juan pensaba que el empleado tenía razón porque sus amigos habían
bebido mucho.
93
2) Convertí todas estas secuencias en un texto cohesionado (Realizá todas las transformaciones
que consideres oportunas)
Por otro lado, siempre me han parecido fastidiosos esos padres empeñados en
ser «el mejor amigo de sus hijos». Los chicos debéis tener amigos de vuestra edad:
amigos y amigas, claro. Con padres, profesores y demás adultos es posible en el
mejor de los casos llevarse razonablemente bien, lo cual es ya bastante. Pero
llevarse razonablemente bien con un adulto incluye, a veces, tener ganas de
ahogarle. De otro modo no vale. Si yo tuviera quince años, lo que ya no es probable
que vuelva a pasarme, desconfiaría de todos los mayores demasiado «simpáticos», de todos los
que parece como si quisieran ser más jóvenes que yo y de todos los que
me diesen por sistema la razón. Ya sabes, los que siempre están con que «los
jóvenes sois cojonudos», «me siento tan joven como vosotros» y chorradas por el
estilo. ¡Ojo con ellos! Algo querrán con tanta zalamería. Un padre o un profesor
como es debido tienen que ser algo cargantes o no sirven para nada. Para joven ya
estás tú.
94
Los signos de puntuación
La coma ( , )
El punto ( . )
El punto marca una pausa al final de un enunciado. Después de un punto siempre se escribe
mayúscula. Hay tres tipos de puntos:
El punto y coma ( ; )
Para separar los elementos de una enumeración cuando se trata de expresiones que
incluyen comas.
Ej.: Había que estar en contacto con la naturaleza; dejar entrar el cielo, el mar y el
viento; dormir sobre tablones, sobre el suelo; sentarse en sillas medio rotas.
Delante de las conjunciones o locuciones como pero, mas, aunque, sin embargo, por
tanto por consiguiente, cuando los periodos tienen cierta longitud.
Ej.: Trabajamos como locos en ese proyecto porque teníamos confianza; sin embargo, los
resultados no fueron los que esperábamos.
Nunca se deja un espacio antes de los dos puntos. Se usan los dos puntos en los siguientes
casos:
95
Delante de una enumeración anunciada con un verbo.
Ej.: Los puntos cardinales son: norte, sur, este y oeste.
En citas textuales.
Ej.: Se tiró en la cama y gritó: “¡No puedo!”
Después de las fórmulas de saludo en las cartas y documentos.
Ej.:
Querido amigo:
Siento mucho no haberte escrito antes pero…
Suponen una interrupción en la oración o un final impreciso. Se usan en los casos siguientes:
Al final de una enumeración cuando tiene el mismo valor que la palabra etcétera.
Ej.: Todo lo malo estaba por venir: la anexión de Checoslovaquia, el asalto por
sorpresa a Polonia, el ataque a Rusia, el Holocausto…
Para expresar un momento de duda.
Ej.: Tuve un asunto con el profesor de violín y con la niñera, con un oficial y con un
actor, y yo no tenía ni 16 años…¿No les estaré aburriendo?
Para dejar un enunciado incompleto y en suspenso.
Ej.: En cuanto a lo del otro día fue algo inesperado, muy violento, muy desagradable…
Cuando se omite una parte de una cita textual.
Ej.: Las primeras líneas del Quijote las aprendí en la escuela: “ En un lugar de la
Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”
Delimita enunciados exclamativos o interjecciones. Nunca se deja un espacio después del signo
de exclamación de apertura o antes del de cierre.
Los paréntesis ( ( ) )
Cuando se interrumpe el sentido de un discurso con una aclaración, sobre todo si ésta
no tiene mucha relación con lo anterior.
Ej.: Marta Tocino (la novia del futbolista) se presenta a las próximas elecciones.
96
Ej.: “En Alicante fui y conocí esa terrible masa humana que había en la playa. (…)
Miles y miles de gentes que buscaban y creían que les enviaban barcos. (…) Yo creo que
para sobrevivir nos metieron en la cabeza que nos daba todo igual”.
Las comillas ( “ ” )
Se utilizan para:
La raya ( — )
El guión ( - )
Se utiliza :
Para separar (en determinados casos) los dos elementos que integran una palabra
compuesta.
Ej.: Es una lección teórico-práctica
Para dividir una palabra al final del renglón cuando no cabe en el completa. Ej.:
No dejes las cosas en cualquier sitio, te lo digo siempre y ya empiezo a es-tar harta
de repetir siempre lo mismo.
La diéresis o crema ( ¨ )
Se utiliza:
El asterisco ( * )
Sirve para:
Señalar una nota al margen o a pie de página dentro de un texto. A veces, estos
asteriscos se encierran entre paréntesis. (*)
Señalar la forma incorrecta de una palabra.
Ej.: Pienso * de que vendrá mañana (forma correcta: pienso que vendrá mañana)
97
Las reglas de acentuación
El acento es la mayor intensidad de la voz para destacar una sílaba respecto a las demás.
Algunas palabras llevan un tilde identificando el acento ortográfico. Todas las palabras llevan
acento pero no todas llevan tilde.
Las palabras agudas son las que llevan acento en la última sílaba. Importante destacar que no
todas las palabras agudas llevan tilde.
Hay palabras agudas que tienen tilde a pesar de NO terminar en vocal, N o S. Esto es por la
ruptura del diptongo:
baúl, raíz…
caracol, general…
Las palabras graves son la que llevan la intensidad de la voz en la penúltima sílaba. Cabe
recalcar que no todas las palabras graves llevan tilde.
Hay palabras graves que se acentúan a pesar de terminar en vocal, rompiendo de esta forma el
diptongo (ia).
María - biología
Las palabras esdrújulas son las que llevan la intensidad de la voz en la antepenúltima sílaba.
Importantísimo destacar que en este caso todas las palabras llevan tilde siempre.
Las palabras sobresdrújulas son las que llevan la intensidad de la voz en la sílaba anterior a
la antepenúltima sílaba. Todas llevan tilde.
Estas palabras sobresdrújulas que llevan tilde generalmente son verbos que van unidos a los
objetos indirecto y directo o son adverbios.
De acuerdo a lo que dice la RAE, si el adjetivo lleva tilde, el adverbio conserva la tilde.
Pero en caso contrario, si el adjetivo no lleva tilde el adverbio tampoco.
Difícil - Difícilmente
Constante - Constantemente
LA TILDE DIACRÍTICA
Sé: forma del verbo “saber” (Yo lo sé porque nos lo dijo el profesor)
Sé: forma imperativa del verbo “ser” (Sé honesto y di siempre la verdad)
Se: pronombre personal (Mi vecino se cayó por la escalera)
Los pronombres enfáticos son los que aparecen en oraciones interrogativas o exclamativas. Estos
siempre llevan tilde diacrítica.
Son pronombres enfáticos: qué, quién, cuál, cómo, dónde, cuándo, cuánto.
- PRONOMBRES INTERROGATIVOS:
•Son aquellos que indican pregunta.
- PRONOMBRES EXCLAMATIVOS:
• Son aquellos que indican admiración o emotividad.
100
Ejercitación
Un joven visitaba a tres hermanas pero nunca les había declarado su amor. Éstas le exigieron
que se decidiese por una de ellas pues las tres querían saber con quién se casaría. El muchacho
les respondió a través de una poesía y les pidió que cada una colocara en la segunda estrofa
los signos de puntuación. Descubrirían así cuál era su verdadero amor. Las chicas leyeron
ansiosas la poesía que decía así:
Si obedecer es razón
Sin perder tiempo, las hermanas colocaron los signos de puntuación y descubrieron con sorpresa
que cada una de ellas era la elegida. Por lo tanto, cuando llegó el joven le exigieron que
fuese él mismo quien dijera cuál es era la puntuación correcta. Sin embargo, el muchacho se las
ingenió para colocar los signos y no comprometerse con ninguna de ellas.
Todo el mundo quiere saber sobre las drogas sustancias psicoactivas tener información sobre sus
características los riesgos consecuentes al consumirlas y las alternativas para
contrarrestarlos A la par elementos como la desinformación la simplificación del fenómeno y el
miedo caracterizan la divulgación con que los medios de comunicación han decidido abordar el
conocimiento social de la problemática generada a raíz de la inserción de la droga en nuestra
sociedad El afán por la chiva periodística se constituye en noticia lo que alimenta el miedo
colectivo haciendo que la droga se asimile únicamente a conceptos como delincuencia e
inseguridad pero ignorando los aspectos psicológicos sociales económicos y culturales que
inciden en el fenómeno
Esta situación de desinformación pública que iguala a todos los consumidores con delincuentes
desechables o liberados en el mejor de los casos no permite ampliar conocimientos sobre el tema
tomar decisiones sociales libres y responsables Tampoco apoyar de alguna manera a quienes
consumen drogas en situaciones sociales de alto riesgo frecuentemente con consecuencias
101
mortales las que a su vez son propiciadas por deficientes condiciones correspondientes a
calidades de vida marginales
El doctor Sergio Forero Psicólogo de la Universidad Nacional dice El mensaje captado por la
ciudadanía se expresa en un conjunto de creencias rígidas Solamente es aceptada aquella
información que refuerza los prejuicios y estereotipos preexistentes en contra o a favor de las
drogas Además los medios de comunicación al ocultar el origen social y cultural del consumo
tienden a reforzar una actitud represiva frente a la cual el ciudadano decide permanecer pasivo
o en actitud expectante
En consecuencia se debe ir más allá de la información que alerte sobre los efectos y
consecuencias en el consumo de drogas pero considerando diversos aspectos culturales sociales y
grupales que entre otros hacen parte de una visión alternativa del fenómeno También se deben
dar elementos para el diseño y desarrollo de acciones que demuestren eficacia en el quehacer
preventivo como las presentadas hace poco finalizando 1998 por la Unidad Coordinadora de
Prevención Integral de la Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá
3) La contaminación.
Colocá en el siguiente texto los signos de puntuación (punto y seguido, punto y aparte, coma,
dos puntos, paréntesis o rayas, comillas) y las mayúsculas que correspondan. Organizá los
párrafos y señalá el uso del punto y aparte con //.
el agua dulce uno de los recursos vitales más valiosos del planeta es también uno de los más
maltratados lamentablemente no sorprende enterarse de que la cuenca del río de la plata junto
con sus principales tributarios el paraná y el uruguay figura entre los diez cursos de agua en
mayor situación de riesgo del mundo la organización no gubernamental vida silvestre elaboró un
informe que analiza la situación y el mayor nivel de riesgo según este análisis los factores
variados que afectan seriamente a los ríos son los siguientes el desvío indiscriminado de aguas
por la construcción de represas y canales de riego la contaminación con productos y desechos
que ensucian y envenenan las aguas el abuso en la pesca y explotación de recursos que reducen
de manera drástica su biodiversidad y finalmente los efectos provocados por el cambio climático
que alteran la fisonomía y las características de los ríos y lagos muchas veces con
consecuencias desfavorables el informe que está en inglés y puede descargarse en Internet
demuestra que los principales ríos del mundo están muriendo aumentando así la amenaza global de
la escasez de agua la protección insuficiente y la mala planificación del uso de los recursos
naturales son señales de que los grandes ríos del mundo no podrán fluir para siempre en estas
condiciones el estudio hace un llamado a los gobiernos para proteger en forma más eficiente el
flujo natural de los ríos y la distribución y uso del agua con el fin de salvaguardar los
hábitats así como los medios de vida de millones de personas jamie pittock director del
programa mundial de agua dulce de vida silvestre expresa su preocupación con estas palabras la
crisis del agua dulce va más allá de los diez ríos mencionados en este informe y refleja hasta
qué grado el desarrollo desmedido pone en peligro la habilidad de la naturaleza para satisfacer
nuestras necesidades por lo tanto debemos modificar nuestra manera de pensar ahora o pagaremos
el precio en un futuro no muy lejano
102
4) Colocá la tilde, según sea necesario, en las siguientes oraciones:
d- A la fiesta de fin de curso fui con el y me diverti mas que el año anterior.
103
5) ¿Quién fue?
En el crudo invierno de 1969, un 30 de enero, para ser más exactos, falleció el empresario
Régulo Cattanzaro, principal accionista de la firma “Tómate-lo”, en circunstancias sospechosas:
fue muerto con un abrelatas. Nada en la próspera carrera del exitoso hombre de empresa hacía
sospechar un suicidio. La investigación policial condujo las pistas, en primer lugar, hacia su
viuda y principal heredera, Raquel Sforza, quien según versiones de su suegra en más de una
oportunidad había amenazado con deshacerse del occiso “triturándolo”. Esta versión fue
desmentida calurosamente por el mayordomo, Gastón, quien, según la servidumbre de la casa,
estaría secretamente enamorado de Raquel Sforza y, ni bien fue hallado el cadáver de su señor,
había murmurado: “Yo le advertí que no siguiera insultando”. Ante estas declaraciones del
personal de servicio, se procedió a interrogar al mayordomo, quien derivó la investigación
hacia los socios de Cattanzaro en “Tómate-lo”, quienes, de ser cierta la versión del criado,
tenían serias diferencias con el difunto por su forma autoritaria de conducir la empresa
de jugo de tomate en lata. Veinticinco años después, el juez a cargo de la causa dejó sobre el
escritorio de su secretario la siguiente nota, para que éste redactara el fallo:
Si declarare culpable a la viuda de Cattanzaro Raquel Sforza no sería una decisión acertada
responsabilizar al mayordomo de la casa en el crimen no estarían implicados los socios del
occiso en el negocio si estoy en lo cierto.
Tratando de poner los signos de puntuación en el texto, ¿cuántas versiones encontrás y cuáles
son?
El pobre secretario está desesperado: ¡faltan todos los signos de puntuación y las tildes!
Resignado, toma un lápiz dispuesto a agregarlos. Pero no están sencillo; según qué signos y
dónde los ponga, el fallo del juez declarará culpables a unos u otros. El secretario puntuó de
siete maneras distintas la nota del juez y no está seguro de que no haya más. Según por cuál de
las versiones opte, unos u otros de los sospechosos dormirán largo tiempo entre rejas.
104
ÍNDICE
105
Guía de estudio “El hombre que mira”………………………………………………………………………………………………………………………………………… 40
“Primera ley”, Isaac Asimov………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 41
El género lírico……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 43
“Un soneto me manda hacer Violante”, Lope de Vega……………………………………………………………………………………………………… 46
“Laberinto endecasílabo”, Sor Juana Inés de la Cruz………………………………………………………………………………………………… 46
“Te quiero”, Mario Benedetti……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 46
“Romance del Conde Olinos”, Anónimo…………………………………………………………………………………………………………………………………………… 47
Ejercitación “El género lírico”……………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 48
La poesía de vanguardia…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 49
“Arte poética”, Vicente Huidobro…………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 50
“Espantapájaros 18”, Oliverio Girondo……………………………………………………………………………………………………………………………………… 50
“El puñal”, José Juan Tablada…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 51
“El molino”, Vicente Huidobro…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 51
“El delfín”, Anónimo…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 51
Ejercitación “Poesía de vanguardia”…………………………………………………………………………………………………………………………………………… 52
El género dramático……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 53
“La isla desierta”, Roberto Arlt…………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 56
El texto argumentativo……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 65
Ejercitación “El texto argumentativo”……………………………………………………………………………………………………………………………………… 67
Los verbos irregulares……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 68
Ejercitación “Los verbos irregulares”……………………………………………………………………………………………………………………………………… 71
Los pronombres…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 73
La oración compuesta…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 75
Ejercitación “La oración compuesta”…………………………………………………………………………………………………………………………………………… 77
La proposición subordinada adjetiva…………………………………………………………………………………………………………………………………………… 79
Ejercitación “La proposición subordinada adjetiva”…………………………………………………………………………………………………… 81
La proposición subordinada sustantiva……………………………………………………………………………………………………………………………………… 82
Ejercitación “La proposición subordinada sustantiva………………………………………………………………………………………………… 84
Estilo directo y estilo indirecto………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 85
106
La proposición subordinada adverbial………………………………………………………………………………………………………………………………………… 87
Ejercitación “La proposición subordinada adverbial”………………………………………………………………………………………………… 88
Las condiciones………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 89
Ejercitación “Las condiciones”………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 90
Coherencia y cohesión………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 91
Ejercitación “Coherencia y cohesión”………………………………………………………………………………………………………………………………………… 93
Los signos de puntuación………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 95
Las reglas de acentuación……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 98
Ejercitación “Puntuación y acentuación”………………………………………………………………………………………………………………………………… 101
107