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“Convergencias y Divergencias en las Filosofías de la

Historia de Kant y Hegel: Exploración del Uso y


Finalidad de la Historia"

Alumna: Felicidad Oviedo

Materia: Filosofía de la Historia

Profesores: Leonardo Ferrario; Mercedes Miralpeix

Facultad De Humanidades

Universidad Nacional de Salta

Año: 2023
“Convergencias y Divergencias en las Filosofías de la Historia de Kant y Hegel:
Exploración del Uso y Finalidad de la Historia"

Felicidad Oviedo

INTRODUCCION

Cuando nos referimos a la filosofía de la historia, Lowith sugiere que se trata de una
disciplina que ofrece una interpretación sistemática de la Historia Universal, basándose en
un principio que unifica los acontecimientos históricos en su sucesión y los dirige hacia un
significado fundamental. Simultáneamente, en su obra "Cuatro visiones de la historia
universal", Ferrater Mora aborda la problemática de esta disciplina, planteando "el
problema de la razón de ser de la historia y el de la finalidad de la historia" (Mora, 1958).
Este enfoque también puede ser observado a través de las contribuciones del filósofo Carlos
Pereyra, quien destaca el debate en las ciencias sociales, especialmente en la historia, sobre
la utilidad y la finalidad del discurso histórico. (Pereyra, 1993)

Desde esta perspectiva, tanto Kant como Hegel, en calidad de estudiosos de la


filosofía de la historia, señalan la existencia de una guía en los acontecimientos, una cierta
finalidad hacia la cual se encamina la humanidad, un sentido último que gobierna los actos
humanos desde lo particular hasta lo colectivo. A partir de esto, podemos afirmar que la
filosofía de la historia como disciplina ha sido modelada a lo largo del tiempo por las
aportaciones de numerosos pensadores.

Esta monografía tiene como objetivo explorar y comparar las concepciones de la


filosofía de la historia de Kant y Hegel, dos gigantes intelectuales cuyas obras han tenido
un impacto significativo en nuestra manera de concebir el progreso y la finalidad de la
historia. Analizaremos las ideas fundamentales de cada filósofo, desde los cimientos
filosóficos presentes en sus obras hasta las concepciones específicas sobre el progreso, la
libertad y la finalidad de la historia. Al poner de relieve estas perspectivas, buscamos
arrojar luz sobre cómo sus contribuciones individuales han influido en nuestra comprensión
e interpretación de la historia en la actualidad, contribuyendo así a una apreciación más
profunda de la evolución del pensamiento filosófico en relación con la naturaleza y el
significado de la historia humana.
KANT Y HEGEL: FILOSOFOS SUSTANTIVOS DE LA HISTORIA

A mediados del siglo XVIII en Alemania, se percibía al mundo histórico como un


objeto unitario de estudio filosófico. Influenciadas por la Ilustración las corrientes
filosóficas alemanas de esa época se dirigieron hacia la búsqueda de un hilo conductor que
articulara la historia; reemplazando la anterior visión naturalista-cosmológica y teológica al
engarzar los acontecimientos bajo un punto de vista histórico-universal. A estas corrientes
se las ha denominado filosofías “especulativas” o sustantivas” de la historia. Siguiendo a
Danto, podemos plantear que dentro de esta filosofía se busca el sentido de la historia con
el fin de comprender y poder proveer el devenir histórico. (Danto, 1989) y podemos decir
que los pensadores de esta corriente comparten una visión metafísica de la historia que
consiste en dotarla de un sentido o finalidad. Al proporcionarle este eje articulador, esta
visión filosófica se oponía a la del simple historiador historicista que estaba construyendo
la disciplina en la Alemania del siglo XIX, quien exponía los hechos de manera inconexa,
carentes por completo de un plan, sentido o fin (Walsh; 1983: 24). Para exponer los rasgos
característicos de estas filosofías de la historia nos concentraremos en las tesis de Kant y
Hegel.

HISTORIA, ESPERANZA, LIBERTAD Y PROGRESO: LA FILOSOFÍA DE


LA HISTORIA KANTIANA

Kant entiende que la historia comienza con la irrupción del sujeto histórico como
ser activo y moral, el hombre liberado de las cadenas naturales quien ejerce sus acciones
según su razón y voluntad. 1 Para dicho autor, la naturaleza da al hombre la razón, con la
cual puede desprenderse del curso causal de los fenómenos naturales; a la vez, dicha
facultad, le otorga la capacidad de producir las ideas de libertad y progreso, ejes del
movimiento por el cual la voluntad y la razón se encaminan hacia lo mejor. Kant sintetiza
bajo la noción de “intención”. (Kant, 2004); esta acción de la naturaleza que dota al hombre
de la razón como motor para la acción (Kant, 2004)

Es importante considerar que, si bien es cierto que Kant rechaza la existencia de


leyes naturales en la historia, no lo es menos decir que concibe que en ella opera una lógica

1
Dentro de ella se encuentra la disputa entre las pasiones, el anclaje al mundo natural y la razón (el uso
práctico-moral de la razón).
sustantiva bajo la forma de progreso y perfección, un “plan secreto de la naturaleza” (Kant,
2004). No obstante, este plan de la naturaleza se llevará adelante cuando el hombre se
establezca como sujeto autónomo, hecho que se da con la Ilustración. Ella consiste en la
salida del hombre de su estado de “minoría de edad” (Unmündigkeit). Es el momento
donde el individuo aprende a hacer uso de manera autónoma de su facultad de razonar y se
libera de toda tutela. Pero también existe otra condición para que se dé la Ilustración: la
distinción entre uso público y uso privado de la razón. Ésta, razón sumisa o limitada; la
otra, razón libre y docta. La posibilidad de hacer uso público de la razón, elemento
necesario de toda Ilustración, acarrea el problema político alrededor de la gestación de los
medios necesarios para que ella se produzca, y conduce a Kant al problema del Estado.

Así, la Ilustración no solo marca la salida del hombre de su de minoría de edad y la


posibilidad del uso público de la razón, también expresa la irrupción del “señorío de la
razón” en la “marcha regular” (conexión natural de fines a priori) del decurso histórico que
conduce al hombre hacia el Estado. El progreso es un deber moral, un principio teleológico
que lleva a la perfección en base al señorío de la razón (Kant, 2004). En el plano político,
este devenir histórico como progreso incesante de la razón se encamina hacia el desarrollo
de una Liga de Estados con el objeto de lograr un “estado cosmopolita”, único en el que es
posible la “paz perpetua”.

Kant ve la historia universal como la progresión gradual del género humano hacia
formas de vida más perfectas. A pesar de los contratiempos debido al egoísmo humano y la
"insociable sociabilidad", el progreso es un deber moral que conduce hacia un "estado
cosmopolita". La "insociable-sociabilidad" actúa como un motor positivo para la historia,
impulsando el desarrollo de talentos y cultura. La visión teleológica de Kant busca la paz
entre los Estados como fin último, y la "paz perpetua" sirve como una idea regulativa que
guía el progreso hacia una meta futura.

La teleología histórica es, entonces, un supuesto filosófico que le permite a Kant


varias cosas. En primer lugar, pensar a la historia como sistema, es decir, como una
totalidad ordenada y dirigida hacia un fin. En segundo lugar, formular un principio (la paz
perpetua) de carácter performativo, ya que su misma aceptación genera las condiciones de
aquello que postula. Y, en tercer lugar, fundar la creencia racional de que el progreso es
posible y justificar esa esperanza en la propia condición moral de los agentes humanos.

LA IMPORTANCIA DE LA RAZÓN EN LA FILOSOFÍA HEGELIANA DE


LA HISTORIA

Quizás el filósofo más representativo de la corriente “especulativa” o “sustantiva”


de la historia sea Hegel. Sin embargo, los textos conocidos como Filosofía de la historia o
Lecciones sobre la filosofía de la historia universal son recopilaciones póstumas de sus
clases y de los apuntes de sus alumnos (Sisto, 2009: 225). Esto dificulta comprender su
propuesta, sin embargo, existe una interpretación clásica de ella, la cual se presentará a
continuación.

Para Hegel la historia universal es la acción del espíritu en la búsqueda de su


autoconocimiento. La libertad es la determinación fundamental del espíritu, es su meta,
pero también parte de su movimiento: “la historia universal, como ya se ha dicho, es el
desarrollo de la conciencia, del espíritu de su libertad y de la efectivización de esa
conciencia” (Hegel, 2005: 54). El espíritu se realiza en la historia, pues requiere de
mediaciones para lograr su concreción. Una posible interpretación de esta compleja noción
hegeliana es pensar que el espíritu representa a la humanidad como transmisora de la
cultura (Sisto, 2009: 230). De esta manera, es posible pensar una formulación no metafísica
del concepto, si bien en las expresiones hegelianas según las cuales el espíritu es
“sustancia”, ese lastre metafísico resulta difícil de eludir.

El espíritu es el resultado de su acción. Si en el comienzo es una unidad inmediata


consigo mismo, debe exteriorizarse para lograr su autoconocimiento pues esa primera
unidad es todavía imperfecta. En su realización el espíritu asume formas cada vez más
universales y, a la vez, concretas, ya que lo abstracto es también imperfecto. Para Hegel, la
historia consiste en el desarrollo del espíritu según el cual es “en sí” que se hace consciente
a partir de su trabajo, la salida “fuera de sí” para “ser-en-sí-mismo” (Hegel, 2005: 22). La
filosofía hegeliana conduce finalmente a interpretar a la historia como una construcción de
la autoconciencia del espíritu a partir de sus etapas recorridas. En ese devenir el espíritu,
que es universal, asume formas históricas, los distintos “espíritus de los pueblos”; “este
principio es en la historia la determinación del espíritu: un específico espíritu del pueblo”
(Hegel; 2005: 54), que luego durante el siglo de la Historia- XIX- el propio idealismo
alemán va a estar presente en la construcción del discurso histórico de los intelectuales
románticos de Francia, como Jules Michelet.

En la filosofía de Hegel, el Volkgeist (espíritu del pueblo) es un momento particular


en el desarrollo de la historia mundial, representando la manifestación divina y el proceso
absoluto del espíritu hacia su autoconciencia. Hegel destaca que el Volkgeist es un espíritu
concreto, aprehensible solo mediante el pensamiento, y que constituye el sujeto de la
historia al ser su objetivación. La libertad, esencial para el espíritu, se manifiesta
políticamente como la condición fundamental de la vida social, alcanzando su plenitud en
un marco jurídico que reconozca la igualdad ciudadana. La historia universal, según Hegel,
se concibe como una progresión desde una libertad restringida hasta una etapa en la que la
libertad de uno depende de la libertad de los demás, lograda, según él, en el mundo
germánico.

En la filosofía de la historia hegeliana, el individuo histórico sirve como medio para


la realización del espíritu a través de la "astucia de la razón", donde las acciones egoístas
generan resultados no previstos conscientemente, expresando el plan del espíritu en la
historia. A diferencia de Kant, Hegel no se preocupa por la amenaza a la autonomía moral
humana, ya que todos los hombres, especialmente los "grandes hombres", sirven a la razón
y la historia universal.

Aunque Hegel sugiere que el mundo germánico podría representar el estadio final
del desarrollo del espíritu, hay un debate sobre el supuesto "fin" de la historia en su
filosofía. Mientras Hegel insinúa una posible conclusión de la historia, algunos argumentan
que, debido a la infinitud del espíritu y su constante búsqueda de autoconocimiento, la
historia misma podría no tener un fin definitivo. Este debate posiblemente se relaciona con
la dualidad en la filosofía hegeliana sobre el tiempo: como condición para la autoconciencia
del espíritu (dimensión metafísica) y como el tiempo del espíritu objetivo, es decir, el
tiempo histórico en el mundo humano, social y político.

DIVERGENCIAS ENTRE KANT Y HEGEL: METODOLOGIA Y


CONCEPCION DEL PROCESO HISTORICO
Kant y Hegel presentan enfoques contrastantes respecto a la razón y la
interpretación histórica. Mientras Kant, cauteloso ante los límites de la razón, propone
metas especulativas a largo plazo para la humanidad, Hegel, optimista sobre la razón
ilimitada, realiza un recuento histórico para verificar su sistematización filosófica en el
presente. Se explorarán las discrepancias en sus procesos para revelar el sentido de la
historia, la metodología interpretativa y los propósitos subyacentes, permitiendo entender
cómo ambos filósofos abordan el análisis histórico desde sus perspectivas únicas.

La primera discrepancia que se abordará en las filosofías de la historia de Kant y


Hegel se relaciona con la consideración metodológica de sus propuestas. Hegel, tras
examinar y criticar los distintos métodos contemporáneos utilizados en el estudio histórico,
establece su concepción de la historia universal filosófica como la última, universal,
concreta y absolutamente presente en términos de técnicas para el análisis histórico. Esta
formulación demuestra la profunda erudición de Hegel en la materia. En contraste, Kant
ofrece comentarios mínimos sobre elementos metodológicos propios de la historia durante
su exposición, limitándose a mencionar la posible controversia que podría surgir y
justificando su evasión de dicha polémica. Esta sección revelará estas diferencias en ambos
autores.

Kant, al desarrollar su propuesta, busca identificar un hilo conductor en los eventos


históricos. Una vez completada esta tarea, plantea la posibilidad de que la humanidad pueda
perseguir conscientemente el sentido de la historia. Sobre este punto, Kant declara:
"Significaría una falsa interpretación de mi propósito creer que con esta idea de una
historia universal, que implica en cierto sentido un hilo conductor a priori, pretendo
rechazar la elaboración de la historia propiamente dicha, la que se concibe de un modo
puramente empírico" (Kant, 2004). El elemento a priori, el hilo conductor de los eventos,
es objeto de críticas por parte de los historiadores que adoptan un enfoque "puramente
empírico". Este enfoque empírico aborda la historia desde hechos comprobables del pasado
basados en evidencias, en contraste con la especulación intelectual inherente a la filosofía.

Kant menciona sobre el método empírico: “Hay que pensar asimismo que la manera
tan circunstanciada y, por lo demás, famosa, como se elabora la historia de nuestros días,
por modo natural” (Kant, 2004). El autor se apoya a la filosofía como herramienta para
explorar la complejidad de los eventos históricos, generando un conflicto entre el método
empírico tradicional en la historia y el a priori filosófico. En su estudio, Kant no se
preocupa por conciliar esta discrepancia ni por proporcionar bases metodológicas que
justifiquen su enfoque. En este sentido, Hegel fundamenta el sistema que propone para
tratar con la historia, mientras que Kant se limita a mencionar el desacuerdo potencial
debido al conflicto entre la filosofía y el a priori, y el método empírico en la historia.

La estrategia que emplea Kant para eludir este desacuerdo es la siguiente: "Sin duda
alguna, los periodos más antiguos, cuyos documentos habrán desaparecido hace tiempo, los
considerará desde el punto de vista de su interés, es decir, estimará tan solo lo que pueblos
y gobiernos han hecho en pro o en contra del sentido cosmopolita". (Kant, 2004) Aquí, el
autor sugiere que en el futuro la humanidad comprenderá la visión y finalidad cosmopolita
de la historia. En ese momento, la historia será percibida como la recopilación de elementos
del pasado que contribuyeron a favor o en contra de la ciudadanía mundial.

Hegel analiza las distintas formas de abordar la historia en su tiempo: la historia


inmediata, reflexiva y filosófica. La historia inmediata, representada por Heródoto y
Tucidides, se centra en describir breves periodos y acontecimientos sin reflexionar sobre
ellos. Hegel destaca que, en esta modalidad, el historiador vive los sucesos y no trasciende
más allá de ellos. En la antigüedad, los grandes militares y hombres de Estado eran los
protagonistas, mientras que en la Edad Media lo eran los frailes, destacando la necesidad de
ocupar posiciones sociales elevadas para una visión integral.

En contraste, la historia reflexiva, ejemplificada por Livio y Diodoro, busca


trascender el presente al exponer eventos a lo largo de largos periodos. Aquí, la cultura del
historiador difiere de la de los acontecimientos, y se enfocan en los principios que guían las
acciones y su significado. La historia reflexiva renuncia a la exposición individual y se
reduce a abstracciones, ya que abarca periodos no vividos por una sola persona.

Dentro de la historia reflexiva, Hegel identifica tres ramas: la pragmática, la crítica


y la especial. La rama pragmática busca extraer enseñanzas morales de la historia, pero
Hegel considera que este enfoque carece de utilidad práctica, siendo relevante solo en la
enseñanza moral de verdades universales a niños. Además, destaca que los mandamientos
morales no abordan las complejidades de la historia universal.
En la rama pragmática, se sugiere que gobernantes y pueblos acudan a la historia
para evitar errores pasados, aunque Hegel señala que la experiencia demuestra que rara vez
se aprende de la historia; la rama crítica, exclusiva de Alemania en la época de Hegel, se
centra en juzgar y verificar narraciones históricas. Para Hegel, este método implica poner
ocurrencias subjetivas en lugar de datos históricos, a menudo contradiciendo hechos
seguros. La tercera rama, la historia especial, ofrece una perspectiva general sobre la vida
de un pueblo en conexión con la universalidad. Esta rama, al perseguir puntos de vista
universales, puede ser interna o externa al nexo total con la historia del pueblo. Cuando es
interna, se convierte en el "alma directora de los acontecimientos y actos", dando forma a la
historia universal filosófica.

La propuesta de Hegel es la historia filosófica, que se basa en elementos de la


historia reflexiva. A diferencia de Kant, Hegel adopta nociones metodológicas para
desarrollar su enfoque. La historia filosófica busca una visión universal y se considera
como el alma que dirige los acontecimientos y actos. Hegel destaca que su metodología
parte de lo concreto y presente, constituyendo el elemento metodológico que respalda sus
estudios históricos.

Hegel justifica su método, la historia universal filosófica, mediante el análisis de


enfoques históricos a lo largo del tiempo. Su propuesta fusiona filosofía e historia reflexiva,
estableciendo una conexión metodológica para interpretar la historia con una base en una
universalidad concreta. A diferencia de Kant, quien ofrece comentarios filosóficos sin
justificación metodológica, centrando su enfoque en pronósticos para la humanidad en
lugar de analizar el pasado. Hegel, al respetar límites metodológicos y evitar predicciones
discordantes con la historia, brinda mayor sustento y credibilidad a su propuesta.

Kant y Hegel ofrecen perspectivas contrastantes sobre la interpretación del


proceso histórico. Kant, en "Idea de una historia universal en sentido cosmopolita" (Kant,
2004), busca un hilo conductor en la historia mediante nueve principios, derivando su
coherencia de la observación de la naturaleza y la naturaleza humana. Propone que la razón,
atributo exclusivo del ser humano, guía los eventos históricos, revelando un propósito en la
evolución de la humanidad hacia un Estado Cosmopolita.
Por otro lado, Hegel, en "Lecciones sobre la filosofía de la historia universal",
sostiene que la historia es un proceso racional sin necesidad de un principio conductor
explícito. Afirma que la razón gobierna el mundo y la historia universal. Contrario a Kant,
Hegel argumenta que las pasiones individuales, impulsadas por intereses egoístas, son
utilizadas por la razón como medios de realización de la idea. Esta estrategia, denominada
"ardid de la razón", sugiere que la coherencia en la historia se manifiesta a través de la
realización de la idea, incluso si los individuos son inconscientes de este proceso.

En resumen, Kant busca fundamentar la coherencia histórica en la observación de la


naturaleza y la razón humana, estableciendo un propósito teleológico, mientras que Hegel
sostiene que la razón misma guía la historia mediante la realización de la idea, utilizando
las pasiones individuales como medios para alcanzar fines más elevados. Mientras Kant
progresa gradualmente desde la naturaleza hasta la convivencia social humana para deducir
una finalidad, Hegel parte de la afirmación de que la razón gobierna el mundo y busca
demostrar cómo este gobierno se manifiesta a través de la historia.

CONVERGENCIAS EN LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA DE KANT Y


HEGEL: la libertad y la relación entre pasión y razón.

En las distintas argumentaciones de Kant y Hegel la libertad es un factor muy


importante en la filosofía de la historia. Para Kant es parte fundamental de como arribar al
Estado Cosmopolita, siendo la libertad y seguridad en los ciudadanos lo que permitirá
mejorar las condiciones de vida de los sujetos y las relaciones entre los demás países. En
tanto Hegel considera a la libertad, y su despliegue en el tiempo, como la trama central del
devenir histórico, siendo la historia universal la epopeya de la libertad en sus distintas fases
en los diversos pueblos alrededor del mundo.

Kant, en el primer principio en la obra "Idea para una Historia Universal en Sentido
Cosmopolita" (Kant, 2004), destaca que las disposiciones naturales del ser humano, como
la razón y la libertad de la voluntad, están destinadas a desarrollarse completamente en la
historia. Para Kant, la libertad es una capacidad propulsora y creativa otorgada por la
naturaleza, que, aunque desorganizada al principio, necesita ser educada. El filósofo
sostiene que la naturaleza ha facultado al ser humano para buscar su felicidad y perfección
a través de la razón y la autodeterminación, rompiendo con la tutela del instinto animal. El
abandono de los impulsos automáticos implica asumir la responsabilidad de decisiones
conscientes y auto dirigidas, permitiendo al ser humano liberarse de una existencia limitada
y singular.

La libertad, según Kant, es esencialmente una disposición relacionada con la razón,


y su ejercicio posibilita al ser humano trascender su animalidad, distinguiéndose y
adquiriendo un estatus moral único en la naturaleza. (Kant, 2004) en su tercer principio,
expone que la naturaleza ha dispuesto que el ser humano logre por sí mismo todo lo que va
más allá del orden mecánico animal. Para que exista una adecuada expresión de las
disposiciones que la naturaleza colocó en el hombre, razón, conciencia y libertad, implica
una vida en sociedad que armonice la mayor libertad posible, una suerte de satisfacción del
impulso antagónico de sus miembros, emparejada con una limitación adecuada de este
impulso para que se tenga un equilibrio y compatibilidad con la libertad de cada uno de los
integrantes del tejido social.

Kant destaca la importancia de la libertad, pero aboga por su regulación mediante


un marco social para evitar abusos. Considera que la "salvaje libertad" humana debe ser
limitada por restricciones civiles para avanzar hacia un Estado Cosmopolita. Además,
reconoce la sociable insociabilidad como un componente contradictorio de la naturaleza
humana y aboga por un equilibrio para evitar conflictos destructivos.

Hegel concebía la historia universal como la manifestación progresiva de la libertad


a lo largo de diferentes etapas en la conciencia de sí mismo. Analizaba estas fases en áreas
como la vida moral, el arte, la constitución política, la religión y la ciencia de los pueblos.
Para ilustrar su perspectiva, establecía una analogía entre el desarrollo histórico y las etapas
de desarrollo de un individuo. La cultura oriental representaba la infancia en este
desarrollo, caracterizada por una estrecha conexión con la naturaleza en relación con la
libertad. En esta fase, los orientales reconocían la libertad únicamente en un individuo,
como ejemplificado por el emperador de la antigua China, quien era la única autoridad
libre, mientras que el resto de la sociedad se veía como subordinada, aún sin comprenderse
como sujetos libres.

Siguiendo la analogía, la juventud estaba simbolizada por los griegos, donde surgía
la reflexión y el pensamiento, pero la libertad estaba limitada y persistía la esclavitud. La
madurez se encarnaba en el pueblo romano, destacando el servicio al Estado como esencial,
aunque la esclavitud continuaba. La senectud, reflejada en la cultura germánica cristiana,
representaba la conciencia de una libertad sustancial, donde los ciudadanos buscaban fines
universales y la libertad se reconocía plenamente. Estas etapas ilustraban el proceso de
maduración del individuo universal hacia la autoconciencia de la libertad a lo largo de la
historia.

El concepto de libertad relacionado con el Estado, tal como sucede con Kant, en la
organización social en base a la legalidad para regular la convivencia. Para Hegel el Estado
es: “La realidad, en la cual el individuo tiene y goza su libertad; pero por cuanto sabe, cree
y quiere lo universal.” (Hegel, 1999), afirma que el hombre es libre por naturaleza, pero
esta libertad subjetiva, en el estado de naturaleza, lleva a la injusticia, la violencia y la
inhumanidad. La formación de una sociedad organizada implica establecer límites a los
impulsos naturales mediante estructuras artificiales y universales creadas por el
pensamiento. La libertad, como idealidad, requiere ser adquirida a través de una disciplina
infinita del saber y del querer, y la historia universal es vista como la creación humana de
estructuras que superan la violencia natural. La libertad, según Hegel, solo se realiza
plenamente cuando la sociedad está lo suficientemente organizada y la ley establecida, y la
aceptación y búsqueda de hacer valer los derechos bajo la ley son fundamentales para una
libertad auténtica y racional.

Ambos autores, Kant y Hegel, resaltan la importancia de la libertad inherente a la


naturaleza humana, pero subrayan la necesidad de regularla a través de la educación y la
ley. Destacan que la libertad subjetiva debe transformarse en libertad objetiva, que solo
puede surgir bajo el respaldo de la sociedad organizada y el Estado. Ambos argumentan
que, sin una limitación adecuada de la conducta humana, la sociedad está destinada al
fracaso si se rige por impulsos naturales y caprichos. La verdadera libertad, según ellos,
emana cuando se establece un marco legal y cultural, encarnado en el Estado. A lo largo de
las diversas fases históricas y principios de los pueblos, se crean condiciones propicias para
el progreso de la libertad, culminando en la idea de que "el hombre es libre como hombre".
Este desarrollo histórico alcanza su punto máximo en el Estado Cosmopolita, según Kant,
donde la paz y la libertad prevalecen entre los Estados.
Kant y Hegel abordan la relación entre la pasión y la razón en el contexto del
devenir histórico. Aunque las pasiones parecen impulsar a individuos y pueblos por deseos
egoístas, ambos filósofos sostienen que detrás de estas pasiones hay una razón que guía las
acciones de la especie humana.

Kant destaca que las acciones humanas están determinadas por las leyes generales
de la naturaleza, y aunque los individuos persigan objetivos personales, siguen la intención
de la naturaleza sin ser conscientes de ello. La ignorancia sobre el fundamento más amplio
de los motivos humanos lleva a una visión caótica de la historia. Sin embargo, el también
busca un hilo conductor que dé sentido a los acontecimientos y revele una conexión más
profunda. Desde la perspectiva de la filosofía de la historia, incluso los actos más simples
pueden adquirir significado bajo un enfoque que trasciende las pasiones aparentes y revela
una coherencia subyacente.

Kant argumenta que la Naturaleza utiliza el conflicto entre las disposiciones


humanas en sociedad, denominado como la "insociable sociabilidad de los hombres," como
un medio para desarrollar esas disposiciones y establecer un orden legal. A pesar de la
esencial convivencia social para el progreso humano, Kant destaca la inclinación inherente
a romper esos lazos sociales para imponer la voluntad individual. Este conflicto entre la
necesidad de sociedad y el impulso de oposición constituye el sentido de las acciones
humanas, especialmente evidente en situaciones de violencia e insociabilidad.

Podemos ilustrar esta dinámica en el contexto histórico del proceso de la


Revolución Francesa, destacando cómo la "insociable sociabilidad" emerge incluso en
momentos cruciales de la historia, cuando se busca establecer instituciones para regular la
convivencia social. Las luchas y resistencias entre grupos revelan la paradoja de buscar la
sociabilidad a través de la confrontación y la discordia política. Según Kant, esta
competitividad, el impulso de lucha y el deseo de control y poder son fundamentales para el
desarrollo de la especie humana, permitiendo el florecimiento de las habilidades de
pensamiento y cultura.

Hegel sostiene que las acciones humanas se originan en las pasiones, actuando
como el "resorte" que impulsa a los pueblos hacia la progresión histórica y la
autoconciencia de la libertad. Los individuos, según Hegel, son instrumentos del Individuo
Universal Absoluto, llevados por la pasión y sin tener plena conciencia de la tutela de la
razón, para alcanzar la finalidad de la historia. (Hegel, 1999). Aunque el filósofo reconoce
la racionalidad y libertad de la voluntad en el ser humano, también destaca la influencia de
las pasiones, enraizadas en la violencia natural de los impulsos animales. Aunque la razón y
la libertad pueden aplazar, pero no eliminar por completo, estos impulsos, que surgen de
necesidades fundamentales como el hambre, la reproducción y la protección. La pasión está
estrechamente ligada a la voluntad humana, determinándola completamente y dando
motivo a las acciones. Para Hegel, la satisfacción de los intereses individuales se logra a
través de la acción impulsada por la pasión, donde el sujeto se define a sí mismo y cumple
su fin en la acción.

Un pueblo es una multitud de personas, un hervidero de pasiones que buscan


satisfacerse: “Esta inmensa masa de voluntades, intereses y actividades son los
instrumentos y medios del espíritu universal, para cumplir su fin, elevarlo a la conciencia y
realizarlo”. (Hegel, 1999)Según Hegel los sujetos y los pueblos son el instrumento de algo
que es más grande que ellos, mientras luchan penosamente para cumplir sus propios fines
egoístas no saben que sus acciones sustentan un principio superior. “Los hombres
satisfacen su interés; pero, al hacerlo, producen algo más, algo que está en lo que hacen,
pero que no estaba en su conciencia ni en su intención” (Hegel, 1999)

En el enfrentamiento de pasiones entre individuos y naciones, según Hegel, se


generan conflictos y rivalidades donde una parte inevitablemente sucumbe. Hegel sostiene
que este conflicto constituye el material de la historia, siendo las luchas y sus
consecuencias la manifestación de la confrontación de fines individuales, con la caída de
uno de ellos mientras el otro prevalece, lo cual representa el ingenio de la razón. En esta
intensa lucha, la idea universal permanece inmutable, enviando a lo particular de la pasión a
enfrentar las adversidades. Hegel describe este proceso como el ingenio de la razón, donde
individuos y culturas son sacrificados en la historia, y los fines particulares, aunque
efímeros, contribuyen inconscientemente al fin universal. En este juego de confrontaciones,
la idea universal prevalece indemne, mientras que las pasiones individuales pagan el tributo
de la existencia y la caducidad. (Hegel, 1999)
La razón rige el mundo y, por lo tanto, ha regido y rige también la historia
universal. (Hegel, 1999) Por esta sentencia de Hegel se comprende el ardid de la razón ya
que cualquier evento en la historia, por más ruines que parezcan los actos humanos, son
producto de la razón. Aunque las pasiones conducen a los hombres por derroteros que
recuerdan a los impulsos animales: “Esta razón es inmanente en la existencia histórica y se
realiza en ella y mediante ella”. (Hegel, 1999). Toda esta conmoción que acontece en el
tiempo, las disputas entre personas, las guerras atroces, cambios políticos, etc. ocurren bajo
la tutela y amparo de la razón, sin que los sujetos tengan alguna sospecha de qué es lo que
gobierna al entramado de la historia.

Tanto Kant como Hegel conciben las pasiones no como algo negativo, sino como
motores fundamentales de la historia. Estas pasiones, arraigadas en el impulso animal, no
solo impulsan la consecución de fines individuales y colectivos, sino que también son
guiadas por la razón, actuando como detonantes del movimiento histórico. Aunque generan
conflictos y guerras, las pasiones también son fuerzas que llevan a negociaciones, tratados
y leyes que promueven la paz y el desarrollo cultural. Ambos filósofos sostienen que las
acciones humanas, incluso las más atroces, tienen un propósito guiado por la razón, que,
aunque no siempre evidente, dirige a la humanidad hacia metas como la Ciudadanía
Mundial en el caso de Kant o la autoconciencia de la libertad según Hegel. En resumen, los
seres humanos actúan como instrumentos de la razón, sin necesariamente ser conscientes de
ello, impregnando de sentido sus acciones y la marcha de la historia.

CONCLUSION

En conclusión, la reflexión sobre las perspectivas de Kant y Hegel respecto al


sentido de la historia revela su intento de descifrar un plan subyacente que guía los
acontecimientos a lo largo del tiempo. Ambos filósofos, influidos por la tradición
judeocristiana, buscan atribuirle un propósito más allá de lo meramente universal,
explorando la posibilidad de fundamentar las acciones humanas a lo largo de la historia.

El debate sobre el sentido de la historia se entrelaza con la innata necesidad humana


de buscar propósito, como señala (Collingwood; 1965) al abordar la pregunta sobre la
fuerza impulsora de los seres humanos en la historia. La influencia judeo-cristiana, con su
visión escatológica, permea las concepciones de Kant y Hegel, quienes proponen
explicaciones divergentes basadas en la maldad humana y en elementos teológicos,
respectivamente. (Mora, 1958) destaca que la filosofía de la historia, al emprender la
búsqueda de sentido, se ve compelida a recurrir a la imaginación. Kant y Hegel utilizan la
imaginación para construir mitos que justifiquen y den significado a la historia,
trascendiendo las limitaciones de la realidad lógica y racional.

La crítica de (Collingwood; 1965) a la visión teleológica de la naturaleza propuesta


por Kant pone de relieve la necesidad de emplear metáforas para abordar tanto la naturaleza
como la historia. Las metáforas, convertidas en herramientas de la filosofía, buscan hacer
comprensibles elementos en apariencia ininteligibles. Sin embargo, Ferrater Mora y
Collingwood advierten sobre el peligro de utilizar metáforas sin conciencia, ya que los
mitos pueden volverse peligrosos cuando se toman como verdades en lugar de reconocer su
naturaleza instrumental.

La filosofía de la historia de Kant y Hegel se presenta, en última instancia, como


consoladora, ofreciendo explicaciones que, según las críticas, pueden carecer de
fundamento empírico y dirección clara. La historia, vista desde una perspectiva
especulativa, parece no tener un resultado inmanente ni un propósito definido, y tratarla
como racional puede conducir a la conclusión de que consiste solo en hechos brutos,
desprovistos de orden y razón. Este análisis invita a cuestionar la búsqueda de un sentido
último y propósito absoluto en la historia, reconociendo la complejidad y la riqueza
inherentes a la diversidad de experiencias humanas a lo largo del tiempo.

BIBLIOGRAFIA

 Collingwood. R.G (1965) Idea de la historia, México, Fondo de Cultura


Económica.
 Danto, A. (1989). Historia y narración, Barcelona, Paidós.
 Ferrater Mora (1984) Cuatro visiones de la historia universal, Madrid,
Alianza Editorial, 1984.
 Hegel, G.W. (1999) Lecciones sobre la filosofía de la historia universal,
Madrid, ed. Alianza.
 Kant, I. (2004). Filosofía de la historia: qué es la ilustración (1a. ed.).
Terranar Ediciones
 Löwith, K. (1956) El sentido de la historia, Implicaciones teológicas de la
filosofía de la historia, Madrid, Aguilar.
 Ross, S. R., & Pereyra, C. (1981). ¿Historia, para qué? The Hispanic
American Historical Review, 61(4), 781-. https://doi.org/10.2307/2514658
 SISTO, M (2009) “Kant, y el punto de vista filosófico sobre la historia” En
BRAUER, Daniel (Ed.) La historia desde la teoría. Buenos Aires.
 SISTO, M (2009) “Plan humano y plan divino” En BRAUER, Daniel (Ed.)
La historia desde la teoría, Buenos Aires, prometeo libros.

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