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EL TEATRO DESDE 1940 HASTA NUESTROS DÍAS

Principalmente, la evolución del teatro desde los años 40 está marcada por la Guerra Civil y sus
consecuencias, que supusieron una ruptura con el pasado cultural y literario anterior. Además, se
sucedió el exilio de autores muy importantes, como Alberti o Max Aub, y la muerte de otros como
Lorca. Fue también un periodo gravemente marcado por la censura.

Tras el fin del conflicto, surgió el teatro de la posguerra. Tenía dos funciones principalmente:
entretener al público y transmitir ideología. En él se distinguen varias tendencias. En primer lugar
encontramos el teatro burgués, que es la continuación de la tendencia desarrollada por Jacinto
Benavente, donde lo importante es entretener y evadir al espectador de la realidad que lo rodea.
Principalmente intenta ser un teatro divertido aunque posee una gran preocupación formal. Trata
temas de la burguesía con personajes de clase media o alta y en unos ambientes de lujo.

Por otro lado encontramos el teatro poético o de ensueño. Sus obras se caracterizan por poseer una
buena construcción y presentan una visión amable de la vida, con personajes fantasiosos y felices. Los
temas que predominan son el conflicto entre la realidad y la fantasía; la defensa del amor, la
compresión y de la libertad como formas de superar el conflicto y la importancia de los sueños. El
autor más representativo es Alejandro Casona (La sirena varada).

La última de las tendencias es el teatro de humor, de carácter renovador, que está basado en
situaciones de fantasía e inverosímil y cuya finalidad es hacer sentir al espectador lo absurdo de la
existencia. Los autores más destacables de este tipo de teatro son Enrique Jardiel Poncela que rompe
con las formas tradicionales de lo cómico y juega con la originalidad (Cuatro corazones con freno y
marcha atrás) y Miguel Mihura, perteneciente a la etapa de renovación del teatro español de
preguerra, que manifiesta su concepción de la vida fundamentalmente (Tres sombreros de copa)

En los 50 y los 60, dos obras supusieron un punto de inflexión en la dramática: Historia de una
escalera de Buero Vallejo en 1949 y Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre. Ambas inician una
tendencia existencial que alcanza su plenitud en el realismo social. La tendencia principal es el
realismo, más concretamente el realismo crítico. Se habla en esta etapa de un teatro soterrado, ya que
la acción de la censura obligaba a los autores a esconder sus intenciones bajo un profundo
simbolismo. En los sesenta se continúa esta tendencia y se publican obras donde predominan los
temas sociales junto con un tono de amargura y desesperanza. Algunos de los autores más destacados
son Lauro Olmo (La camisa) o Carlos Muñiz (El tintero), aunque Buero Vallejo es el más importante.

Antonio Buero Vallejo es un autor cuyo tema principal es la condición humana. En un primer
momento predomina en su obra el enfoque existencial (Historia de una escalera), aunque más tarde se
dedicaría al realismo social (Las meninas) que se intensifica hacia el final de su carrera literaria (La
fundación).

A mediados de los 60 comienza una lenta apertura cultural y hacia 1970 se produce un movimiento de
renovación teatral, influenciado por la vanguardia. Este movimiento buscaba nuevas técnicas basadas
en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales. Los autores más destacables son
Francisco Nieva (Coronada y el toro) y Fernando Arrabal (crea el “teatro pánico”, El triciclo). Surgen
además grupos de teatro independiente que aumentaron en los últimos años de la dictadura, formados
por jóvenes universitarios que la criticaban.
La muerte de Franco en 1975 supuso el fin de la dictadura y el fin de la censura, lo que supuso a su
vez la recuperación de la libertad en el teatro para representar las obras de cuyos autores habían sido
vetados durante muchos años. En 1978 se crea el Centro Dramático Nacional, cuya finalidad es la
difusión y consolidación de todas las corrientes y tendencias de la dramaturgia contemporánea. Sin
embargo, la popularización del cine y de la televisión disminuirá el público del teatro.

Debemos destacar, además de un teatro renovador con Arrabal y Nieva, dos tendencias
predominantes. Por un lado, encontramos un teatro más convencional y accesible al público, cuyos
temas son contemporáneos. Destacan Jose Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro) y Fermín Cabal
(Castillo en el aire) . En los últimos años ha cobrado importancia el “teatro de calle”, que da menos
importancia a la palabra y potencia la actuación. Destaca La Fura dels Baus y Els Comediants.

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