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Sin embargo, antes de definir y exponer los diversos conceptos que existen acerca de
autoridad, cabe advertir que presenta distintos sentidos, acepciones, ambigüedades y
polivalencias cuando se aplica y utiliza en la diversidad de ciencias sociales, por citar
entre ellas al derecho, la ciencia política y la sociología, por lo cual nos basaremos en
la excelente clasificación que hace Luciano Gallino al respecto:
a) Facultad de un individuo o de un grupo, atribuida con base en ciertas características
propias o en la posición que ocupan y reconocida por consenso por parte de la
colectividad en las que ejercen, de emanar órdenes que obligan, vinculan o inducen a
uno o más sujetos pertenecientes a la misma colectividad a actuar de una determinada
manera.
b) Históricamente presenta numerosos significados: 1) como sanción y confirmación,
por parte de un grupo que goza de especial competencia y prestigio en una comunidad,
de la decisión autónomamente tomada por un miembro o por un órgano de ésta, en vista
de objetivos que tienen importancia colectiva; 2) como deferencia o actitud reverente
sentida por los súbditos en relación con quien detenta oficialmente un poder, o bien es
investido de una dignidad o conocimiento superiores por razones di- vinas; 3) como
derecho a actuar de manera obligatoria para la comunidad; 4) la autoridad está
constituida por una entidad apta para imponer sin condiciones a los individuos lo que
lleva al bien común; 5) como poder legítimo o dominio legítimo, en el sentido de que sus
atribuciones y ejercicio están sancionados por valores condivididos por la colectividad
de referencia, o bien, como se entiende a menudo, por la mayoría de ésta; 6) la autoridad
como la propiedad, más que de un sujeto, de una combi- nación imperativa, o sea de
una orden cuya racionalidad o correspondencia a valores similares es compartida por el
sujeto y por el objeto de la orden; 7) el término se ha utilizado a menudo como sinónimo
de poder; 8) como capacidad de obtener el consenso de los otros, a fin de erigir,
consolidar y mantener en vida los agrupamientos humanos.
c) El sujeto de la autoridad puede ser abstracto, como una posición o una institución, o
bien concreto, como una persona o un grupo de personas.
Por su parte, para Murrillo F., la autoridad implica una serie de supuestos que son muy
parecidos al anterior, aunque agrega algunos más:
a) Una relación de supra-subordinación entre dos individuos o grupos.
b) La expectativa del grupo supraordinado de controlar el comporta- miento del
subordinado. c) La vinculación de tal expectativa a posiciones sociales relativamente
independientes del carácter de sus ocupantes.
d) La posibilidad de obtener obediencia se limita a un contenido específico y no supone
un control absoluto sobre el obediente (piénsese en un guardia de tráfico que
pretendiera ordenarnos cómo debemos pagar nuestros impuestos o si debemos vestir
con corbata o que nos ordena llevarle un café).
e) La obediencia es sancionada según un sistema de reglas vinculado con un sistema
jurídico o a un sistema de control social extrajurídico.
A su vez, el argentino Carlos Strasser dice cuáles son las relaciones que existen entre
autoridad y poder del Estado, pues todo orden político se mantiene con base en
autoridad y/o poder, o legitimidad y/o coacción:
Está claro, sin embargo, que poder y autoridad se necesitan mutuamente y se
complementan mutuamente. Tampoco la autoridad se bastaría sin el respaldo eventual
del poder. Una autoridad sin poder podría ser desafiada con éxito por grupos o sectores
violentos: derribada. En consecuencia, poder y autoridad pueden y suelen combinarse
en cantidades y proporciones variables; pero, al efecto del orden, deben cubrir entre
ambos un mínimo suficiente. Este mínimo suficiente, con todo, tampoco puede ser
provisto por uno cualquiera de los elementos en demasía. De tal manera, si el orden
persiste, es porque tiene una combinación viable de sus componentes necesarios.
Cuando la combinación está en falta, el orden se cae: poco después, de una manera u
otra.
Finalmente es muy interesante la consideración final que hace Mario Stoppino al
señalar lo que pasaría cuando la autoridad pierde esa característica esencial
denominada legitimidad del poder frente a los súbditos respecto a los mandatos que
emiten:
Esa desaparición de la creencia en la legitimidad puede producirse ya sea porque los
súbditos dejan de creer que la fuente del poder tenga la cualidad que le atribuían antes
(por ejemplo, no se “prueba” la legitimidad, o bien, se le considera “ideológica”), ya sea
porque los subordinados han abandonado el viejo principio de legitimidad para abrazar
uno nuevo. En ambos casos la situación es de ordinario altamente conflictiva: tanto los
superiores como los subordinados tienden a considerarse traicionados en sus
expectativas y en sus valores. La relación de autoridad desaparece entonces y, si
permanece la pretensión de mandar, se establece una situación de autoritarismo. En
uno de sus posibles significados, el término autoritarismo de- signa, en efecto, una
situación en que las decisiones se toman desde lo alto, sin la participación o el
consentimiento de los subordinados.
Al igual que otras disciplinas sociales, la teoría política ha tenido un desarrollo histórico
y como disciplina tiene su origen en el mundo antiguo clásico y un amplio desarrollo
durante el siglo XIX, en el que el pensamiento y la reflexión teórica se caracterizaban
por el descubrimiento de conceptos éticos y su aplicación en las relaciones sociales y
prácticas políticas. La teoría política se identifica, desde los comienzos de su
elaboración sistemática, con un tipo de reflexión sobre lo político, marcada
predominantemente por las teorías empíricas, históricas y normativas.
Para concluir este apartado cabe concluir que la filosofía, la ciencia y la teoría políticas
no son lo mismo, ni mucho menos son sinónimos, que desembocan en puntos
convergentes, con diferentes ámbitos de estudio y aplicación, que tienen métodos,
objetivos y lenguajes propios, aunque también se separan en relación con los
planteamientos acerca de los fenómenos políticos en términos de lo deseable, lo real y
lo posible, respectivamente. La ciencia ha tenido, tiene y tendrá numerosas teorías,
algunas verdaderas y otras falsas y, como se ha visto, la mayor parte de ellas no son
filosóficas ni están basadas en un sistema filosófico; además, ambas se hallan en
constante cambio y evolución.
1.3.4 Unidad de la ciencia política y multiplicidad de las ciencias políticas
En líneas anteriores se definió lo que es la ciencia política, pero es interesante señalar
la conceptualización que hace Maurice Duverger—muchos otros estudiosos de la
materia se ubican en esta posición— al decir: “Para unos, la ciencia política es la ciencia
del poder; para otros es la ciencia del Estado; otros aun defienden concepciones
intermedias entre ambos extremos. De hecho, todas las definiciones de la ciencia
política tienen un punto común: todas alrededor de la noción de poder. Para unos, todo
lo que concierne al poder pertenece a la ciencia política; otros sólo recogen una parte,
definida de manera más o menos amplia”.
Es importante hacer estos señalamientos, porque como se vio, la ciencia política,
además de estudiar el poder y el Estado, estudia otros fenómenos políticos, como
elecciones, poder político, democracia, movimientos sociales, formas de gobierno,
partidos políticos, gobierno, etcétera.
Cabe recordar que la ciencia política es una de las últimas ciencias sociales en aparecer
como disciplinas universitarias en el siglo XIX (en realidad hasta 1945). A este respecto
Immanuel Wallerstein afirma: “La ciencia política surgió como disciplina aún más tarde
no porque su tema, el Estado contemporáneo y su política, fuera menos propicio para
el análisis nomotético, sino principalmente debido a la resistencia de las facultades de
derecho a renunciar a su monopolio en ese campo. La resistencia de las facultades de
derecho ante este tema podría explicar la importancia atribuida por los científicos
políticos al estudio de la filosofía política, a veces llamada teoría política, por lo menos
hasta la llamada revolución conductista del periodo posterior a 1945”.
Aunado a lo anterior y al crecer y desarrollarse otras ciencias sociales como la
economía, la sociología, la historia, el derecho, la geografía, lo hicieron en perjuicio de
la ciencia política, a la que despojaron de su con- tenido y se formaron ramas que
estudiaban a la política en varios de sus aspectos, como economía política, sociología
política, historia política, derecho político, geografía política, etc; por ello se denominaron
ciencias políticas.
Debido a esa problemática que se suscitaba en la ciencia política, Arturo Pellet Lastra
dice que a partir de 1948 en París, sede de la Unesco, un grupo de expertos en la
investigación y enseñanza de la ciencia política de Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia, etc, se abocaron a su estudio. Al año siguiente se realizó el primer congreso de
la International Political Science Association (IPSA), que definía a la ciencia política
como una ciencia autónoma, singular, perteneciente a las ciencias sociales, que admite
en su contenido toda la problemática derivada de la historia de las ideas políticas,
sociología política, geografía política, economía política, teoría social, derecho político,
derecho constitucional, derecho electoral y parlamentario, etcétera.
De lo anterior se concluye que la ciencia política es una sola, pero eso no implica que
se divida en múltiples ramas y subramas de disciplinas para el análisis y reflexión de los
fenómenos políticos, como filosofía política, teoría política, teoría del Estado, historia de
las ideas políticas, teoría de la Constitución, etc, de acuerdo con las ideas expuestas.