Está en la página 1de 12

"El poder: Paradigmas en la teoría política”

María Teresa Piñero (UNC)

Sumario:

El poder le interesa a la ciencia política en tanto instrumento para la construcción de la


vida social y de sus instituciones. Desde esa noción interesa marcar dos maneras de
conceptualizar el poder- de entre los existentes- en los estudios de la ciencia política, y que
definen las maneras de enseñarlo:

1. Aquella corriente que estima que el poder es inherente a la política como conducción
desde un centro de dominación para encauzar voluntades dirigiéndolas hacia un proyecto
institucional. Esta versión es consustancial a la presentación del poder como la capacidad
de obtener obediencia de otros. Es el caso más tradicional en el derecho político- y la
forma más generalizada de enseñar el poder en las instituciones educativas-, presentado
por Caminal Badía (1996, 40) que al plantear a la política como “actividad de gobierno de las
situaciones, su dirección y control” define al poder como esa “capacidad de imponer a los demás
una definición de metas y un modelo de organización”. La abordaremos desde un autor
representativo como Max Weber y la denominaremos perspectiva institucionalista del
poder.

2. La que pone el acento en la construcción colectiva del orden social, posible gracias al
poder propio de los sujetos políticos; dando lugar a debates y confrontaciones sobre
distintos proyectos pero que pueden converger en un momento de implementación. Aquí
el poder de conducción de la cosa pública-o el poder político institucionalizado- será un
resultante necesario de dicho proceso. La trabajamos desde Enrique Dussel y la
definiremos como perspectiva comunitaria del poder

Puede pensarse que la primera concepción es más ligada a lo sociológico y la segunda a lo


político institucional, sin embargo entendemos que ambas nos abren distintas
problematizaciones que deben ser consideradas al momento de pensar el poder, por lo
tanto deben abordarse de manera conjunta. Ambas conllevan distintas concepciones
originarias sobre la política, el sujeto político, el ciudadano y un conjunto de cuestiones
vinculadas a lo social

Poder en la ciencia política

Para la ciencia política el poder interesa en tanto su dimensión política, esto es en su


capacidad de articularse a la discusión sobre el orden social. Esta ha sido la función de la
política desde los griegos: discutir y construir el orden de las sociedades. Aquello que debe
ser lo común, el espacio donde los intereses individuales entrarán en tensión con los de
“todos”. Pero también debe destacarse que en la historia política han existido y existen
(sucesiva y simultáneamente) opiniones diversas referentes a lo que debía ser incluido
dentro del concepto de «buen orden». Así se podría enunciar desde las ideas de la «polis
griega», pasando por las concepciones cristianas, el enfoque liberal moderno, el marxista y
muchos otros más.
Atento a que existen alternativas y a menudo contrarias propuestas de orden, la política
incluye también el conflicto, la lucha por distintos proyectos de convivencia.

El poder en general es intrínseco a la política pues es una herramienta central, sin esa
voluntad de construir con otros un proyecto político, de convencer, de encauzar las
voluntades en un sentido, la política será pura discusión y sin capacidad para las fases
agonal y arquitectónica de la política1.

Por ello, la política es tanto una fuente de conflicto como un modo de actividad que busca
resolverlos y promover ajustes en aquellas cuestiones comunes, compartidas por todos los
miembros del grupo social. Y aquí aparece el poder.

Ranciere (2010: 10) nos muestra claramente cómo la política pone en cuestión el orden
social que se construye y que tiene que vérselas con la vida diaria:

“…la política no se identifica con el curso ininterrumpido de los actos de los gobiernos y de las
luchas por el poder, existe cuando la gestión común de sus objetos se abre a la cuestión de lo que ella
misma es, del tipo de comunidad que ella concierne, de aquellos que están incluidos en esta
comunidad y bajo qué título lo están…” La política al definir una manera de tratar los asuntos
comunes dibuja un orden social.

“La política entra en juego cuando la cuestión del equilibrio de las cajas de jubilación sale de su
carácter contable y deja aparecer algunas preguntas: ¿a qué tipo de comunidad se encuentran
asociados los cálculos del futuro de cada uno?.¿Y quiénes están en condiciones de debatir sobre esta
comunidad?”

La idea que domina en la ciencia política más tradicional en relación al poder, es la que lo
usa como “dominación” al estilo de Weber. Esto surge a partir de la modernidad con el
paso del teocentrismo al antropocentrismo, con la emergencia del Estado como instancia
central y unificadora y el reconocimiento de los gobernantes como conductores. El poder
en un sentido político pasó a estar vinculado más específicamente al gobierno como
conductor y legítimo autorizado para ejercer el poder, encauzando las conductas de los
ciudadanos en el sentido del proyecto político. A medida que la teoría y la vida política
iban dando lugar la complejidad de las sociedades, la teoría política iba desarrollando una
mayor sofisticación del concepto de poder como capacidad irresistible y coercitiva del
gobierno de las conductas humanas.

Este punto de vista más institucional del poder, tiene sus articulaciones más
antropológicas y sociales en cuanto el desarrollo de las dimensiones humanas que lo
político implica, es decir pensar lo político vinculado a proyectar cuál es el modelo de
orden social deseable. Así no estuvo desligado entonces el concepto del poder del propio
entendimiento de los humanos como seres políticos, de los orígenes de la acción política,
del objetivo político de orden y seguridad frente al miedo, a las ambiciones y a los deseos
de los seres humanos.

1
La faz agonal de la política tradicionalmente refiere a la búsqueda del poder para ejercer la conducción del
proyecto colectivo, su raíz está en “competencia”. En general se refiere tanto al momento pre electoral
como a la lucha diaria de competir por lugares institucionales de poder político. La arquitectónica refiere a
esa dimensión de construir el proyecto político, o de institucionalizarlo.
Por ello los autores clásicos como Maquiavelo, Locke, Rousseau y otros cuando pensaban
en la construcción del orden colectivo y el poder para implementarlo, entraban en la
dimensión del sujeto, así aparecen muchas concepciones sobre el hombre político
vinculadas a su “naturaleza” (hombre lobo del hombre, hombre bueno, etc). Esto ha
fundado toda una línea de pensamiento político, y bastante generalizado en un “sentido
común político” que presuponen una esencialista antropología negativa (Franzé, 2011) y la
justifican en la necesidad de que para afirmar lo político primero habrá que preguntarse en clave
normativa si el hombre es bueno o malo.

incluso en la actualidad Chantal Mouffe (2007) plantea también una dimensión


antropológica del sujeto político desde el psicoanálisis (lo piensa tensionado entre Eros y
Tánatos).

Desarrollamos primero el concepto de poder más vinculado al Estado

1.a Poder como dominación irresistible en cuanto es ínsito al Estado su poder coactivo.

El Estado, el poder, la política y los políticos en Max Weber

Tomamos lo expuesto a continuación de las ideas del texto de Weber “Política y Ciencia”
(ed. 1989, escritos los dos capítulos bajo la forma de conferencias independientes en 1917 y
publicadas en 1919), pero nos acompañaremos de otros para ampliar la cuestión. Esto
porque entendemos que la influencia de Weber en una concepción de la política nos obliga
a ir más allá de las breves trascripciones que se realizan sobre el Estado.

La conceptualización más aceptada y difundida como CLASICA del Estado fue la de este
autor, reconocido por definirlo no por la función ( armonizar las relaciones, distribuir
bienes y otros ejemplos) que cumple, sino por su recurso específico: la coerción. El autor, a
principios del siglo XX y observando en el proceso histórico de su constitución, las notas
distintivas de esta forma de organización frente a otras previas, conceptualizó al Estado
Moderno como “una agrupación que con éxito e institucionalmente organiza la dominación, y ha
conseguido monopolizar, en un territorio determinado, la violencia física legítima como medio de
dominio. El Estado, para este fin, ha concentrado todos los medios materiales de dominación en
manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes poseían
esos medios por derecho propio” (Weber, 1989: 18). “…la comunidad humana que en el ámbito de
determinado territorio requiere exitosamente como propio el monopolio de la violencia física
legítima” (1989, 9) así su capacidad de ser reconocido (de hecho y de derecho) como la
única instancia de imposición de las reglas coactivas (derecho positivo)- que obliga a
todos-, estableciendo la amenaza de la violencia legítima cuando no se cumpla, es lo que
define su carácter de dominación, y por consiguiente su poder.

Por ello los ciudadanos no pueden evitar su poder coactivo, es decir que es la única de las
instituciones dentro de una sociedad con capacidad de imponer las normas. Este rasgo
típico configuró el otro aspecto central del Estado, que Weber establece, y es el de la
burocracia institucionalizada, los funcionarios o cuadro administrativo que deben garantizar
la dominación efectiva y continuada asegurando la implementación de las normas y la
extracción de los recursos materiales de la sociedad para la administración del Estado.

Este carácter de dominación del Estado que presupone entonces un poder supremo, no se
agota en la amenaza de la violencia, pues tal como afirma Weber “la violencia no es,
naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, pero sí su medio
específico” ( Weber, 1989: 8) sino que hay otra dimensión; la del dominio simbólico que Weber
introduce para explicar el poder del Estado y es el vinculado a los fundamentos de la
legitimidad de un ordenamiento político, a partir de ellos se pueden pensar diversas
modalidades de dominación, tales como la dominación legal racional, la tradicional y la
carismática.

En los Estados Modernos la dominación legal racional es la típica, pues refiere al proceso de
secularización del poder que se configura desde la Modernidad, en el que los sujetos
adherirán al poder dominante del Estado en virtud de ser una expresión racional que
permite ordenar las pautas de la dominación por medio de reglas que garantizan algún
grado de igualdad jurídica, que no dependen, entonces, de sujetos ni de lealtades
particularizadas. Dicho orden se materializa en instituciones de carácter burocrática
basado en el ejercicio continuado y regular de la gestión a través de su profesionalización,
lo que garantiza un ejercicio riguroso y legal de la administración del Estado.

Así en el Estado Moderno un derecho racional, unificado e impersonal, de carácter general


y uniforme guía el accionar del cuerpo administrativo, al cual se someten los mismos
funcionarios. Esto ordena las conductas de los ciudadanos favoreciendo que se obedezcan
dichas normas en tanto ordenaciones impersonales y objetivas que son legalmente
establecidas, permitiendo así la sistematización de los procesos hacia dentro del Estado y
evitando la utilización de criterios arbitrarios en base a las relaciones personales (Abal
Medina,2010: 96).

Entonces esta concepción del poder weberiana se vincula más específicamente a la


dominación en tanto gobierno que debe direccionar la vida de otros para la consecución de
un proyecto colectivo. En este sentido Weber articula la política al Estado como centro
direccionador: “Convenimos en entender por política la dirección, o la influencia sobre esa
dirección, de una agrupación política, o sea en la actualidad, de un Estado “ (Weber, 1989: 7).

En el autor LO POLITICO se define extensionalmente, así es toda clase de actividad


humana directiva autónoma y de allí va de suyo la aspiración a participar del poder o
influir en el reparto del mismo. Pero más aún, siguiendo a Gigli Box (2007) lo que define
su idea de la política es la lucha. En Economía y Sociedad-siguiendo a la autora-Weber
afirma que la lucha es cuando la acción se orienta por el propósito de imponer la propia
voluntad contra la resistencia de la otra u otras partes (Gigli Box, 2007: 3)

Weber establece que esta noción se vincula al significado corriente de la palabra, y así algo
recibe la adjetivación de político en relación a un espacio, relación, acción o decisión que
implique los intereses que giren alrededor del reparto, de la conservación o traspaso del
poder. Y entonces quienes son políticos “… ambicionan ese poder; como medio para el logro de
otros fines (ideales o egoístas) o el poder por el poder, para el goce del sentimiento de prestigio
proporcionado por el poder”(Weber, 1989: 9).
¿Es que un político de profesión es entonces un ser maléfico que solo ambiciona el poder?
Una lectura interesada o rápida de Weber puede llevar a adelantar esto.

Creemos que la posición es otra; Weber interpela a pensar una ética de la política, no a
negarla. Pero la cuestión del poder es lo que pone a esta ética en tensión con una ética
absoluta (que ejemplifica-para llevar al extremo- con la ética religiosa)2.

“Para Weber […] la especificidad de todos los problemas éticos de la política está determinada por
su medio peculiar, la violencia legítima en manos de agrupaciones humanas […]. Sin persignarse,
sin sonrojarse, sin contradecirse, Weber plantea que la ética de la política no es otra que…la de sí
misma. Esto no es tautología, y por ello queremos afirmar que la ética de la política es la de la lucha,
la de la polémica, la que no borra el conflicto, pero tampoco lleva a éste hasta que se vuelva en contra
de la política misma y haga desaparecer a los contendientes”(Gigli Box, 2007:

En el texto Política y Ciencia Weber dedica varias páginas a ejemplificar lo que significaría
aplicar una ética absoluta a la política, por ejemplo el deber de decir la verdad; deber
incondicional en la ética absoluta. Pero decir la verdad en política es medir las
consecuencias de las palabras, no someterse a la propia pasión.

Para Weber hay cuatro cualidades decisivamente significativas para el político: pasión,
sentido de la responsabilidad, sentido de las proporciones y la objetividad.

Weber interpela a construir y vigilar la edificación de una ética particular para la política
partiendo del hecho central de que debe vérselas con el poder como dominación, ínsito a
la política. Esta es la parte maléfica de la política, pero puede controlarse a través del
sopesamiento entre una ética de la convicción y una ética de la responsabilidad. Las cuatro
cualidades que requiere un político se juegan en el equilibrio de ambas éticas.

No son necesariamente opuestas, es más deben estar juntas en toda evaluación de la


propia acción política. Pero cada una tiene reglas distintas; la de la convicción se guiará
sólo por sus propias convicciones morales en términos de una ética absoluta, la de la
responsabilidad se guiará por la medición de las consecuencias de los propios actos sobre
la vida social también desde un punto de vista moral. La primera no acepta grises, la
segunda actúa en base a ellos. En la ética de la responsabilidad a veces el fin puede
justificar los medios, en la de la convicción no. El equilibrio entre ambas constituirá una
ética de la política, sujeta a normas y eventualmente susceptible de control.

“Ninguna ética en el mundo puede rehuir el hecho de que en muchos casos el logro de fines
“buenos” requiere el uso de medios moralmente dudosos, o al menos peligrosos, así como la
probabilidad de derivaciones moralmente malas. Ninguna ética del mundo puede tampoco
determinar cuándo y en qué medida el fin “justifica “moralmente los medios y las derivaciones
moralmente peligrosas” (Weber, 1989: 84)

En el mismo orden esta ética política realista lleva a otra diferenciación que Weber
establece: “existen dos maneras de hacer de la política una profesión: o bien se vive “para “la
política o bien se vive “de” la política” (1989; 21). Estas no son excluyentes ni hay una
moralmente superior y la otra corrupta. La diferencia entre una y otra es económica y en

2
Weber se pregunta, “..¿pero es que hay acaso una ética que pueda establecer normas de contenido
idéntico para las relaciones amorosas, comerciales, familiares…y otras? ( 1989, 80)
ambos casos lo que se garantiza es la libertad. Quien vive para la política ha de tener
recursos económicos propios, quien vive de la política ha de tener garantizado un sueldo.
Se trata de que la política como profesión requiere una dedicación y ser libre de las
ataduras económicas, ni estar ocupado en obtener recursos económicos.

Porque más bien de lo que se trata en una ética política es comenzar por que el propio
político se haga cargo del poder que ostenta y maneje adecuadamente-con reglas-la
inevitabilidad de someter a otros a la obediencia.

Así dice el autor:

“….Ante todo da un sentimiento de poder. Saber que se influye sobre otras personas, que se
participa en el poder que las somete y, sobre todo, que se puede sentir efectivamente que se manejan
los hilos de acontecimientos históricos importantes, hacen que el político profesional se remonte por
encima de lo cotidiano, aún cuando ocupe posiciones formalmente modestas. El problema que
entonces se le plantea es determinar cuáles son las cualidades requeridas para cumplir con ese poder
por muy limitado que sea en el caso concreto) y qué responsabilidades le reporta. Esto nos lleva al
terreno ético, pues es aquí donde hay que determinar qué clase de hombre hay que ser para poder
intervenir en el proceso histórico” (Weber, 1989: 74)

A modo de cierre

Esta concepción del poder como gobierno de los ciudadanos se ha generalizado en los
discursos de la disciplina derecho político, anclándola en ciertas concepciones de la
política (como “gobierno de los otros”) y en dimensiones de la naturaleza humana
(“instinto de dominación de unos sobre otros”).3 La política así pensada es casi una
relación de mando-obediencia donde determinados grupos tienen la capacidad de
imponer a otros su voluntad, de doblegarlos4.

Entendemos que esta primera concepción sobre el poder nace en una época en la que el
Estado era el centro organizador de la vida política y social. La capacidad del Estado
Nación de ser el centro unitario de acción y decisión política, como sostenía Heller (1934),
dependía del despliegue del poder como instancia de dominación coactiva y también
simbólica. Desde esta explicación puede entenderse la fijación y reiteración del poder
como dominación irresistible. De hecho Weber fue parte de los que llamaron los
“realistas políticos” de principios del siglo XX junto a Schmitt, Freund y otros ( Gigli Box,
13) en la que la política se define por la posesión de poder ( y no en función de criterios
teleológicos).

No obstante en la actualidad entendemos que la emergencia de cada vez más actores


sociales unidos por la necesidad de reconocimiento de nuevas y otras postergadas

3
Tal como enseña el autor: “La política es la actividad de gobierno de las situaciones sociales, su dirección y
control” (Caminal Badia, M. , 1996: 40)

4
El manual de Mario Justo López (1996)-muy usado en las cátedras de Derecho Político- presenta
numerosas definiciones de autores sobre el poder, que en general reconocen esta vertiente en las que el
poder político termina siendo una imposición y la política una actividad de sometimiento de unos sobre
otros.
demandas, impelen a pensar otras formas de construcciones políticas, por lo pronto más
inclusivas, democráticas, no patriarcales y además post colonialistas.

1. b. Poder “como poder hacer” en tanto la política es construcción colectiva5

El pensamiento de Dussel6 sobre este tema lo analizamos centralmente desde el texto “20
tesis de política”(2006). Es un autor latinoamericano (nacido en Argentina) que parte de
una mirada crítica sobre la situación de vida de los pueblos y el desconocimiento de sus
derechos y la necesidad de construir una teoría con posibilidades emancipadores para los
sujetos. Su perspectiva sobre la política como construcción colectiva nos ofrece otras
maneras de pensar al poder. Dussel plantea su concepción de una “Filosofía de la
Liberación” que es el centro de su obra, desde una perspectiva de teoría critica,
decolonizadora, así cada argumento es la contracara de las perspectivas liberales,
modernas, y eurocéntricas.

Las 20 tesis tienen tres ejes transversales: 1. el principio ético material (la vida humana), 2.
supuestos distintos a los de la modernidad colonial-capitalista (pero también a los del
socialismo real7) y, c) desarrollar una nueva concepción de poder que el autor elabora a
partir del postulado zapatista de “ mandar obedeciendo (Retamozo, 2007:28).

Y como dice el propio Dussel, las 10 primeras tesis tratan sobre los principios abstractos y
las otras 10 sobre la construcción efectiva del orden social bajo esos supuestos. Aquí nos
referimos a los principios abstractos que nos permiten establecer diferencias en el concepto
de poder

El autor plantea otra concepción antropológica sobre el poder basándose en la necesidad


de vivir en comunidad de los seres humanos. Entiende que hay un querer-vivir en
comunidad proveniente de una voluntad de vida de los sujetos, tendencia originaria de
todos los seres humanos. Entonces la voluntad de vida es un impulso vital, que además es
gregario, se realiza en comunidad.

Este el núcleo del poder de las comunidades, un poder positivo a diferencia de aquel ya
presente en Maquiavelo, Hobbes Lenin o Weber, que aunque con diferencias conceptuales
diferentes, estima Dussel son herederos de una concepción del poder de la modernidad
eurocéntrica y ligada a la conquista de América. Esto ha hecho que el pensamiento
político, la ciencia política, el derecho político, o como se llame todo intento de
cientificidad, definiera al poder como dominación ante obedientes, subordinados.

5
En este libro-de los tantos del autor-dialoga con las ideas de muchos pensadores, pero al mismo tiempo
“va más allá de ellos “ (2006, 30) En cada concepto Dussel refiere a su fundador o al que opone en su
sentido: Spinoza, Bartolomé de las Casas, Marx, Deleuze, Arendt, Negri.
Lo escrito aquí sigue las tesis 1, 2,3,4 y 5. Recomiendo la lectura de las 20 tesis.
6
Para adentrarse en el pensamiento del autor, en su fenomenal y extraordinaria teoría recomiendo iniciarse
con este breve artículo de Alejandro Moreno Lax. http://www.elcorreo.eu.org/La-Politica-de-la-liberacion-
de-Enrique-Dussel?lang=fr
7
Dussel tiene amplias controversias con lo que denomina “marxismo leninismo”, que inspira ese socialismo
real, y apela a distinguirlo de la obra de Marx-con quien plantea otras disidencias.
8
Retamozo (2007) hace una muy buena síntesis de todas las tesis que puede consultarse
Por eso el poder no debe ser entendido como dominación sino como la fuerza, la
voluntad colectiva de los pueblos capaces de convertirse en sujetos políticos de los
cambios y darse los liderazgos y las instituciones necesarias para llevarlos a la práctica.

Denomina corrupción política al fetichismo del poder, que sucede cuando el gobernante o
quien ejerza poder se estima sede o fuente del mismo, entendiendo que en su
subjetividad anida el poder. Esto implica que la idea de poder como dominación hizo
carne y los gobernantes fetichizan9 el poder (lo endiosan) y se consideran verdaderos
representantes del mismo. Se estiman “representantes del pueblo”, lo que no obsta a
pensar que su mandato les ha conferido el dominio sobre los otros, y se tiene la visión
tranquilizadora que el “poder en su esencia reside en el pueblo”.

El poder fetichizado espera recompensas siempre, pues estima que su función es la de


mandar representando a alguien, haciendo algo por quienes le confieren mandato. Esa
voluntad de dominio considerada casi “legítima” por el representante es capaz de
producir dominaciones en todos los campos:

“Se trata de una confusión subjetiva inconsciente en la que se entrecruzan la líbido o placer del
ejercicio despótico del poder sobre el otro, con la avaricia en la acumulación de sus bienes, y en el
dominio erótico de sus cuerpos” (Dussel, 2006: 46)

La concepción que Dussel propone no es la de “mandar por mandato de representación”


como en la idea liberal representativa, sino “mandar obedeciendo” que es bien distinto.

Mandar obedeciendo es reconocer que quien ejerce el poder no es su sede, ni su dueño, ni


tampoco el representante del poder de otros. La noción de poder en Dussel es que está
sólo en la comunidad en tanto tiene la potentia; que es la voluntad de vivir anudada al otro
en comunidad.

Esta voluntad de vivir anida en toda singularidad; “los seres vivientes tienden a evitar la
muerte, postergarla, permanecer en la vida” (Dussel. 1989: 23) y además el ser humano es
gregario, es decir originariamente comunitario.

Así Dussel se aleja de otras concepciones más trágicas sobre el tema como la “denominada
tendencia de la “voluntad de poder” de Nietzsche o de Heidegger (2006, 23). Y
explícitamente de las versiones contractualistas modernas de la construcción del orden
social representada en múltiples autores que desde la Modernidad tratan de explicar el
paso del individuo a lo colectivo. Dussel plantea su oposición ideológica a tal concepción
individualista del ser humano y el necesario forzamiento y renuncia individual que, según
esas versiones, debe hacer el sujeto para construir lo social. “No existe la idea de una
naturaleza presocial, aún en el paleolítico no hay individuos sino siempre singularidades en
comunidad”10 (Dussel: lecciones en la UNSAM)

9
Fetichismo según la inversión formulada por Marx en la economía; como inversión espectral: lo fundado
aparece como fundamento y el fundamento como fundado. Así en la idea de Dussel la inversión es que la
potesta aparezca como fundamento de la potentia y no al revés.
10
Conferencia 2015 “20 tesis de política. Clase 1” Lecciones en la UNSAM
https://www.youtube.com/watch?v=cqLvkvGSUTY
Los seres en comunidad construyen sus formas de vidas y configuran el poder, de un
poder comunicativo que le imprime sentidos a sus actos comunes y confiere actualización
a la acción política, se despliega en todo el campo11 político siendo cada actor político un
nodo. “En cada una de las instituciones, desde las más pequeñas a las que atendía Foucault, hasta
las macro instituciones del Estado, fluye un determinado ejercicio del poder dentro de sistemas
específicos, de manera que en todas y cada una de ellas se puede cumplir ese carácter obediencial. El
campo político, en sentido estricto, no es un espacio vacío, sino que es como un campo minado, lleno
de redes, nodos prestos a explotar a partir de conflictos por reivindicaciones incumplidas (sabiendo
que de manera perfecta nunca se puede cumplir con todas)” (2006, 37).

Potentia (en su doble sentido de fuerza y de ser una posibilidad futura) se actualiza e
institucionaliza (y se aliena, se desprende de si) en la potesta que son los espacios,
momentos, lo que entendemos por instituciones 12

El poder sería voluntad consensuada de la comunidad o el pueblo13, que exige obediencia


de la autoridad (en primer lugar). “…Weber ha invertido la cuestión. Es la institución la sede
del poder como dominación que exige la obediencia de la sociedad”(2006, 50)

“El anarquista sueña con el paraíso perdido del poder indiferenciado en-si de la potentia (donde no
hay posible injusticia); el conservador adora el poder fijado y dominado como potestas (y en tanto se
ejerce el poder institucionalizado como dominación). La política será la larga aventura del uso
debido (o corrompido) de la potestas” (2006, 30)

Entonces, a diferencia de las posiciones institucionalistas liberales, el poder político en


Dussel es el poder de la voluntad del pueblo emergido de sus múltiples consensos (no
entendidos como acuerdos racionales comunicativos) sino de los que van lográndose en
todas las instancias en que se ejerce el poder comunicativo (“como lo describe Arendt”
(Dussel, 2006: 25). La convergencia de los acuerdos hacia un bien común debe asegurarse
por todas las maneras de interacción entre los sujetos a fin de permitir la expresión de sus
necesidades y anhelos de las maneras más simétricas posibles14.

Poder en si :potentia-poder como mediación: potesta

11
Usa el concepto de campo en un sentido aproximado al de Bourdieu (2006, 15) como espacio de
interacciones. El campo político en Dussel estaría en principio sostenido por las posiciones de sujeto en lo
público, que no implica una estructura sino posiciones o modos de ejercicio de la intersubjetividad. Véase las
págs. 17 a 20 del texto citado.
12
La idea de que la potentia se objetiva o aliena en el sistema de instituciones políticas producidas
históricamente durante milenios para el ejercicio de dicho poder (potestas) , es análogo (siguiendo Dussel a
Marx) a lo que ocurre en el campo económico al momento en que el trabajo vivo del trabajador se objetiva.
como valor en el producto. Dicha objetivación al transformarse en otra cosa se “aliena” (Dussel, 2006: 32-
33)
13
El pueblo es ya una categoría política que se trabaja desde la tesis 10 en adelante cuando el autor se
pregunta sobre las maneras en que la comunidad ejerce el poder para la emancipación de la opresión y la
injusticia. Para ello recupera, al decir de Retamazo (2007, 5) una categoría de pueblo, entendido “
gramscianamente como bloque social de los oprimidos en un sistema dado, que puede admitir
contradicciones en su seno, y que se constituye como central para las luchas por la emancipación, en
particular cuando desarrollan un bloque hegemónico de poder”
14
En sus lecciones (que puede verse en you tube como indiqué) el autor ejemplifica cómo piensa la
actualización de la potentia, en todos los espacios donde los sujetos toman decisiones sobre el orden social
que desean construir de manera consensuada
Poder obedencial vs. poder fetichizado

El poder obedencial surge de la máxima “escuchar al que se tiene delante”. Dussel explica
que “en latín ob significa el tener algo o alguien “delante”; audire oir, escuchar, prestar
atención. “Ob. ediencia” tiene como contenido el acto de “saber escuchar al otro” (2006,
36). “El que quiera ser autoridad hágase servidor”15

Dussel (2017, 6) advierte que “hay que tener cuidado, porque la única sede del ejercicio del poder
es un pueblo. La soberanía tiene al pueblo como sujeto actor y no al Estado. El Estado es un aparato
obediencial del pueblo y representante del pueblo, elegido por él, y que debe crearse además una
participación institucional que el Estado moderno no ha creado. Nunca hemos creado instituciones
de participación que propongan a la representación los fines que controlen esa representación y que
la destituyan en el ejercicio del poder si es necesario. Una democracia participativa no debe ser
contradictoria a la representativa, pero hay que saberla articular. Esa es la revolución del siglo XXI.
La izquierda soviética no sabía lo que era representación y tampoco participación. Desde la
Revolución Francesa no se sabe lo que es un Estado participativo y por eso hay que inventarlo”

A modo de conclusión

Se presentaron formas de concebir al poder en relación a la política y lo político (para tal


distinción veáse a Mouffe, 2007). La primera forma es la tradicional, la vinculada al
Estado, espacio considerado legítimo desde la Modernidad para la realización de la
política, y lo hacemos desde Max Weber. Esta concepción sigue siendo la más utilizada en
la ciencia política y en el derecho político por estimarse consustancial a estas disciplinas.

De tanto ser enseñada se ha naturalizado como la única forma LEGÍTIMA de concebir al


poder. No obstante estimamos que esta concepción no es la única que debe abordarse
pues el poder entendido exclusivamente a la manera weberiana puede reproducir una
noción de dominación que limite las posibilidades de activación política para la
transformación de las sociedades. Pero sobre todo porque esta concepción clásica por
pertenecer a otro momento histórico adolece de cierto emparentamiento con formas
colonialistas, eurocéntrica y homocéntricas, quizás comprensible en un momento, más no
hoy. Weber pertenecería a la ciencia política clásica, moderna, del siglo XX.

Por otra parte planteamos otra manera de concebir el poder desde la ciencia política a la
que estimamos tan legítima como la primera. Es la que estima que el poder es propositivo,
ínsito a la naturaleza de los humanos, no como dominación, sino como poder hacer. Y lo
hacemos desde un autor latinoamericano; Enrique Dussel. Es una perspectiva de ciencia
política CRITICA (que concibe al poder en tanto instrumento para la emancipación de los
sujetos).

15
Lema del comandante Marcos de Chiapas. Y Dussel trabaja esa noción con citas de Marcos 10 en la Biblia
y muchos otros autores que incluso se remontan a los padres jesuitas en nuestra región.
Son distintas nociones que no se contraponen necesariamente ni pertenecen a ámbitos
disciplinares particulares y excluyentes. El poder es complejo para reducirlo a una
pertinencia disciplinar y más complejo aún es que los estudiantes lo lean sólo en una
dimensión; aquella que sólo reproduce la dominación.

Por otra parte estimamos que el argumento de que la primera concepción pertenece al
derecho político-por su carácter institucional, la segunda a la sociología-por referirse a los
sujetos y a los grupos, no es válido. Más bien diríamos que pertenecen a tradiciones
distintas que miran de diversas formas cómo se construye el orden colectivo y cómo puede
utilizarse el poder para ello. Estamos entonces en el corazón de la ciencia política y del
derecho político.

La comunitaria habilita pensar cómo el poder emerge de los pueblos, la institucionalista


del Estado y sus instituciones. En la comunitaria las mediaciones institucionales son el
resultante de procesos de poder preexistentes, en la institucionalista esas mediaciones
expresan el poder y lo vehiculizan. En la comunitaria prevalece una idea de democracia
más participativa y en la segunda más representativa. La comunitaria abre más espacios
de emancipación de los pueblos de la opresión en sus distintas formas. La institucionalista
sostiene al Estado como centro unificado de decisiones.

La una no niega la versión más pura de la otra. Así la comunitaria, representada en Dussel
se afirma en las instituciones, y la institucionalista estima que el poder deviene del pueblo.
Sin embargo para la comunitaria las instituciones nacerán de las que el pueblo reunido en
asambleas, espacios y lugares de acuerdos ofrezca como tales al Estado. En la
institucionalista el Estado y sus líderes y representantes de un poder delegado definirán
las mismas.

Ambas tienen una concepción positiva de la política.

La corrupción de la misma la ligan ambas concepciones a la cuestión del poder y la


reflexión que hace el sujeto que lo ejerce. No reducen su corrupción a los delitos que
pudieran cometer los políticos sino que invocan a la reflexión sobre los principios que
deben ligarla: en la institucionalista se trata de principios políticos entendidos desde un
realismo de prudencia, objetividad e imparcialidad. Apartarse de ello es desviarse del
camino de la política como profesión que eligió un sujeto, tal como dice Weber.

En la comunitaria se trata de una ética normativa ligada a principios políticos de justicia


social, y aquí el sujeto político manda obedeciendo lo que el pueblo requiere para no ser
oprimido, ni vivir en una sociedad injusta. En la institucionalista se busca la obediencia a
las instituciones y los hombres que las representan en representación de la ciudadanía. En
la comunitaria las instituciones y los gobernantes son mandados por el pueblo a obedecer.

Podemos así pensar varias diferencias y consecuencias que los invitamos a problematizar.

BIBLIOGRAFIA CITADA
Abal Medina, JM (2010) Manual de Ciencia Política, Eudeba, Universidad de Bs. As.
Caminal Badia M. (1996) Manual de Ciencia Política, Tecnos, Madrid
Dussel, E. ((2006) 20 tesis de política. Siglo XXI ed. México
Dussel, E. (2017) “La única sede del ejercicio del poder es el pueblo”. Entrevista a Dussel
en Revista Palabra Pública, N° 7. Universidad de Chile.
http://www.libros.uchile.cl/files/revistas/DIRCOM/PalabraPublica/07-
octubre2017/7/#zoom=z
Franzé, J ( 2011): “Política y violencia en Rancière: ¿un vínculo implícito o discontinuo?”
en revista Res Pública n° 26. De la UCM. España
Gigli Box, M C. (2007) “Política y Estado en Max Weber” IV Jornadas de Jóvenes
Investigadores. Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
Heller, H. (1934) Teoría del Estado.
Justo Lopez, M. ( 1996) Introducción a los estudios políticos Vol. I. Depalma, Bs. As.
Mouffe, C. (2007) En torno a lo político. Ed. Siglo XXI
Ranciere, J. ( 2010) Momentos políticos, Capital Intelectual, Bs. As
Weber, M. ( ed. 1989) Política y Ciencia. Ed. Leviatán. Bs. As.
Retamozo, M. (2015) Enrique Dussel: Hacia una Filosofía política de la Liberación. Notas
en torno a “ 20 tesis de política” *. Utopìa y Praxis Latinoamericana [online]. 2007, vol.12,
n.36 [citado 2020-03-22], pp. 107-123. Disponible en:
<http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-
52162007000100007&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1315-5216.
Weber,M. (1989) Política y Ciencia. Ed. Leviatán. Bs. As.

También podría gustarte