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INTRODUCCIÓN PERSONAS Y DERECHO DE FAMILIA

§ 1. NUEVOS ESCENARIOS, NUEVAS DISCUSIONES. La familia, en cuanto que objeto de una


cierta disciplina legal y de una incesante actividad de definición jurisprudencial, ha
experimentado una serie de cambios y alteraciones en su posición dentro del sistema
jurídico nacional. Han sido estos parte de un proceso que, en líneas generales, se ha
situado en el contexto de una más amplia tendencia, característica de los derechos
occidentales en los últimos decenios, pero también, como consecuencia de algunos
factores peculiares, propios de una cambiante sociedad chilena, que se debate en una
tardía crisis de modernidad, y de un escenario relativamente novedoso de discusión de
proyectos que cuestionan algunas de las bases sobre las que se ha levantado su estructura
jurídica.

Una de las claves más significativas que permiten acercarse a la anatomía de las nuevas
realidades sociales es la que toca a la relación entre las "personas" y la "familia". Esta, no
cabe duda, gira actualmente en torno a la definición de las personas centrada en su
"dignidad", que trasciende a la sociedad y al estado, y que se proyecta en su mayor
realización espiritual, que es lo que, en otras tradiciones, se denomina "libre desarrollo de
la personalidad1. El reconocimiento a las personas, sobre todo por la jurisprudencia
constitucional y de los tribunales ordinarios de justicia, de su autonomía para definir sus
proyectos personales y perseguir su mayor realización espiritual ha constituido el principal
factor de novedad y cambio en el derecho de las personas, y en la relación de éstas con la
familia, pero también de cara a la actuación de los poderes públicos.

Otra clave, sin duda, es la de los cambios y transformaciones que han afectado a la
sociedad chilena en los últimos años. Algunos con visos de generalidad, como los ligados
a los avances científicos y tecnológicos, y otros más novedosos para Chile, como los
vinculados al crecimiento de la inmigración, que ha enfrentado a una sociedad,
tradicionalmente dialogante consigo misma, al reto de reconocer al "otro" y de reconocerse
en él.

§ 2. PERSONAS Y FAMILIA. UNA TENSIÓN CONSTANTE DE "INTERESES". La familia,


constitucionalmente reconocida como núcleo fundamental de la sociedad, cuenta con una
especial disciplina y tutela constitucional. Los intereses que le tocan y competen tienen,
además de una singular connotación social, una marcada impronta comunitaria y de
solidaridad entre sus miembros, de guisa que sus intereses resultan comunes a todos y
cada uno de ellos y, por ende, no pueden agotarse en los intereses propios e individuales
de cada una de las personas que la forman. En ella confluyen, por una parte, ciertos
intereses sociales que se tienen como relevantes y dignos de especial tutela institucional,
por otra, unos intereses comunes de ella, que superan a los singulares de sus componentes
y, por otra, los intereses individuales y propios de cada una de las personas que la integran.

Los intereses de la referida trilogía no se encuentran desconectados los unos de los


otros, sino que están en una estrecha ligazón e interdependencia. Por ello, toda atribución
de poder de disposición conferida a alguno de sus miembros individuales para disponer de
sus intereses singulares es también, en última instancia, una cierta atribución de potestad
para disponer de intereses de la familia y de la sociedad, porque cada acto individual de
autorregulación de intereses propios y peculiares, necesariamente, se proyecta y afecta,
directa o indirectamente, a todos los otros2.

Durante buena parte del siglo XX algunas legislaciones civiles, en ese ámbito de
pluralidad de intereses coexistentes en la familia, reconocieron la existencia de un propio y
peculiar "interés de la familia", con amplio desarrollo dogmático, sobre todo, en la Italia
heredera del Codice Civile de 1942. Se generó, así, una sistematización del "derecho de
familia" anclada en unas bases más afines a las estructuras características del derecho
público que a las del derecho privado. Esto era posible, porque se fundaba en la existencia
de un tal "interés de la familia", entendido como superior y diverso de los restantes intereses
individuales de los miembros del grupo familiar identificándolo, en buena medida, con los
intereses generales tutelados por el derecho público. A éste parecía que se ligaba toda la
disciplina del derecho de familia en función de una cierta realización de la citada tutela. De
allí se derivaba el que la posición de libertad y autonomía característica de las personas en
el derecho privado adviniera ampliamente temperada y restringida en el campo familiar por
un extenso manto de restricciones y obligaciones dirigido a salvaguardar los intereses
públicos y generales que se identificaban con el "interés de la familia"3.

En una concepción tal, la confluencia de intereses conectados e interdependientes que


podían observarse en el grupo familiar, quedaba cubierta y dominada por el "interés de la
familia", concebido como un cierto valor superior frente a los intereses individuales de sus
miembros. De ello se seguía que, generalmente, las reglas del "derecho de familia", las más
de las veces, fueran concebidas como de orden público y, por ello, habitualmente
expresadas como "imperativas" o "prohibitivas", de guisa que los derechos de familia que
ellas disciplinaban resultaban substraídos a la libertad y autonomía privada o de
negociación de los particulares, y se constituían en derechos indisponibles, por lo demás,
excluidos de la prescripción.

El Código Civil chileno, en vigor desde 1857, en su originaria disciplina del derecho de
las personas asumía, en principio, una concepción de la familia en la que el interés de ella,
aunque no reconocido explícitamente, se vinculaba ordinariamente con un estatuto jurídico
indisponible para sus miembros y también con la atribución al marido de ciertas potestades
de regulación de los intereses familiares, de manera que los derechos de familia, en
general, quedaban excluidos de la autonomía privada de sus integrantes, individualmente
considerados o, incluso, de la autonomía de negociación de los cónyuges 4. Manifestaciones
concretas de esta concepción eran, entre otras, la indisponibilidad de todo lo tocante a los
efectos del matrimonio, no sólo por su carácter indisoluble (salvo por la muerte), sino
también por la imposibilidad de modificar sus efectos, como el de la convivencia, la
existencia de un régimen económico matrimonial legal y obligatorio, la inmutabilidad del
régimen económico matrimonial durante el matrimonio, y el limitado campo operativo de la
autonomía de negociación en las capitulaciones matrimoniales.

Esa situación general, heredera y continuadora del sistema jurídico vigente en el país
desde la época indiana, empezó a variar desde la tercera década del siglo XX. A partir de
ella, como consecuencia de una serie de transformaciones sociales y políticas, comenzaron
a introducirse reformas en el derecho de las personas referido a la familia que, en líneas
generales, significaron abrir cierto espacio a la libertad de negociación entre los cónyuges,
es decir, ciertos derechos de familia, hasta entonces indisponibles, se confiaron al juego
del consentimiento conyugal, como consecuencia de un progresivo reconocimiento del valor
de la libertad y de los intereses individuales de los miembros del grupo familiar. Ejemplos
de esta tendencia fueron la posibilidad de establecer un régimen económico matrimonial
diverso al legal de la sociedad conyugal y la consiguiente ampliación de espacios de
negociación en las capitulaciones matrimoniales, al igual que terminar con la inmutabilidad
del régimen económico matrimonial durante la vigencia del vínculo5.

En las dos décadas finales del siglo XX y en las primeras de este que vivimos se
introdujeron unas nuevas reformas en el derecho de las personas en sede familiar. Estas
novedades no pueden entenderse sino en un contexto constitucional de marcada impronta
liberal, en el que el Estado está al servicio de la persona humana y, en reconocimiento de
su libertad y autonomía, se sitúa en un papel subsidiario. Así, la centralidad que asume la
libertad de las personas se despliega en la autonomía para perseguir sus peculiares
proyectos de realización espiritual y material, y es esta una concepción de la libertad que
se funda en la propia dignidad inherente a las personas, y trascendente a la sociedad y el
estado. En tal marco, las reformas legales, por una parte, continuaron con la línea de
ampliar el espacio a la negociación al juego de las voluntades de ambos cónyuges en
diversos ámbitos familiares y, por otra, bajo la inspiración individualista del liberalismo
político, abrieron a la autonomía individual de los cónyuges unos nuevos campos de acción,
porque ahora ya no sólo se trata de una cierta "autonomía negocial" sino de una "autonomía
individual" para definir sus proyectos de mayor realización espiritual y material, que se
traduce en la disposición de sus propios y peculiares "intereses", mediante la atribución de
una potestad singular de autorregulación, aunque con la limitación derivada de la protección
de los intereses de sus miembros más débiles.

La citada orientación legislativa, característica de muchos derechos occidentales, ha


significado, curiosamente, una mayor intervención del estado en las dinámicas de poder al
interior de la familia al anteponer, en muchas situaciones, los proyectos personales de
realización, por la vía de preferir los intereses de sus miembros individualmente
considerados, frente a los intereses de la familia, lo que ha conducido a volver más tenue
la solidaridad familiar, de cara a los proyectos personales de vida individual, o en familia y
pareja6.

Así, pues, el antiguo paradigma de la indisponibilidad de los derechos de familia, fundado


en la primacía de su interés por sobre el de sus miembros individualmente considerados,
cede progresivamente su lugar al de la libertad para definir los proyectos de realización
personal. En este nuevo escenario, se presentan al jurista diversas cuestiones de interés,
entre ellas: a) la de precisar el papel que desempeña en ellos la libertad y "autonomía" de
los miembros de la familia para disponer de tales derechos, bien mediante actos que sean
el resultado del consentimiento, bien a través de actos que traduzcan una voluntad
unilateral; y b) la de reconstruir y explicar las relaciones que en este nuevo escenario se
generan entre estas autonomías privadas en juego y los intereses de la familia, entendida
ésta como un núcleo fundamental que, en principio, está llamado a superar las
individualidades de quienes la integran y que, en cuanto tal, está amparada por una especial
tutela constitucional.

En tal ejercicio ha de tenerse especialmente en cuenta la redefinición de la legalidad


constitucional del derecho de las personas y de la familia, operada por una incesante y
creciente jurisprudencia constitucional. La lectura o re-lectura en clave constitucional de las
reglas del derecho civil relativo a las personas y a la familia lo ha dotado de una singular
vitalidad y de unos perfiles y caracteres que se alejan de las visiones más estáticas,
características de las exposiciones que han sido habituales hasta hace poco en la doctrina
chilena.

§ 3. LA ESTRUCTURA DEL "SUBSISTEMA" DE FUENTES DEL DERECHO DE LAS PERSONAS: LA


LEGALIDAD CONSTITUCIONAL CLAVE PARA LA COMPRENSIÓN DE SUS REGLAS . Las personas y la
familia se sitúan actualmente en una posición que no se estrecha en los angostos límites
del espacio tradicionalmente asignado al derecho civil, sino que, como resultado de un
proceso a veces imperceptible a ojos poco atentos, ha permeado a muchos otros campos
del sistema jurídico. La manifestación más evidente de este fenómeno se aprecia en el cada
vez más complejo subsistema de fuentes que se ocupa de unas y otra, pues, precisamente,
esa pluralidad de fuentes es el más evidente reflejo de la proyección de las personas y de
la familia fuera de los dominios usuales del derecho civil. Una diversidad tal, que exige a
quienes se ocupan de ellas en su dimensión jurídica, un conocimiento mucho más amplio
y una comprensión mucho más fina de su disciplina jurídica.

En la redefinición del subsistema de fuentes del derecho relativo a las personas y la


familia ocupa un lugar central el papel que desempeña la Constitución, particularmente por
el despliegue de su fuerza normativa en relación con ellas.

Las personas y la familia, y ya con el paso de los años bien se puede decir, fueron objeto
de unas declaraciones constitucionales en 1980, que no tuvieron mayores proyecciones
sino hasta la reforma del Tribunal Constitucional en 2005. Particularmente en ejercicio de
la competencia que le fue atribuida en sede de inaplicabilidad, en los tres lustros que median
desde aquella reforma hasta el día, el Tribunal ha realizado y realiza permanentemente
una, aún no bien dimensionada, redefinición de la legalidad constitucional de amplios
sectores del derecho civil. Uno de ellos, y en los que más ha operado esta actuación de la
jurisprudencia constitucional, ha sido el de la disciplina de las personas y la familia que, por
esta vía, se ha vuelto en un objeto cada vez más relevante de preocupación constitucional
que, en muchos casos ha consolidado opiniones jurisprudenciales de los tribunales
ordinarios, pero en otros, se ha apartado de ellas.

La definición de la legalidad constitucional en sede de personas y familia por parte del


Tribunal Constitucional en los últimos años, en una primera aproximación, parece marcada
por un presupuesto radical: la familia se incardina en la más amplia sede del derecho de
las personas. De ahí que sólo pueda ser concebida a la luz de los derechos y garantías que
la propia Constitución establece. Es esta la línea directriz de sus sentencias que, por lo
demás, también comienza a ser asumida por los tribunales ordinarios.

Así, las reglas sobre las personas y sobre la familia, no pueden leerse sino en clave de
esa legalidad constitucional, que ha superado ampliamente las maneras más habituales de
aproximarse al derecho de las personas y de la familia, ancladas en muchos aspectos,
todavía, en visiones decimonónicas.

4. LAS PERSONAS CONCEBIDAS EN FUNCIÓN DE SU DIGNIDAD. Si en el Código Civil la noción


de persona se construía desde una mirada que la entendía preferentemente como centro
de atribución de derechos de marcada naturaleza patrimonial, la jurisprudencia
constitucional tiende ahora a configurarla en torno a la noción constitucional de "dignidad".

En una reciente sentencia ha avanzado el Tribunal Constitucional una serie de líneas


para definir una cierta noción de persona, que supera y resitúa la circunscrita al campo del
derecho civil y que, a no dudarlo, será causa de consecuencias de amplios efectos. En ella
se asume que hay una noción constitucional de persona que difiere de la del Código Civil,
en una diferencia que se destaca desde el propio comienzo de la existencia de las
personas7. Es esta una tendencia que ya había esbozado en sentencias anteriores, y que
permite aproximarse a la concepción constitucional de persona, centrada en su dignidad, y
que se proyecta en la tradicional esfera del derecho civil de las personas.

La concepción de las personas, enraizada en su dignidad, ha de presidir toda la


comprensión de las reglas del derecho civil que a ellas le tocan, y cuya primera
consecuencia es la superación de su visión estrechada en la noción de "sujeto de derechos"
en clave preferentemente patrimonial.

§ 4.1. La dignidad como inherente a las personas, anterior y superior al Estado, y


fundamento del orden político y social. La dignidad de las personas es inherente a su
naturaleza trascendente, anterior y superior a la sociedad y al estado, y se alza en carácter
que la diferencia de toda otra realidad 8. Esta dignidad, así entendida, implica la exigencia
de que se constituya en el fundamento del orden político y social de la nación9, y su
operatividad se irradia en todo el sistema jurídico en una doble dimensión: como principio y
como norma10.

Así, la igual dignidad de las personas se sitúa y reconoce no sólo como un "principio"
inspirador del ordenamiento jurídico chileno, sino como una norma jurídica, en cuanto que
despliegue de la fuerza normativa de la Constitución y, por ende, ha de ser aplicada como
tal en la solución de eventuales controversias sujetas a la decisión de los tribunales de
justicia.

§ 4.2. La dignidad de las personas y su universalidad. La dignidad de las personas se


caracteriza por su universalidad, y en cuanto que tal la Constitución la reconoce respecto
de todo ser humano, por el solo hecho de serlo11.

La universalidad de la dignidad de las personas implica que son acreedoras de una


consideración y trato de respeto12, que le son inherentes, sin que se admita distinción ni
exclusión alguna, y con independencia de sus atributos o capacidades 13. En esta
perspectiva se aprecia la íntima conexión que existe entre la dignidad de las personas y la
igualdad en la que nacen y han de desarrollarse, y que es característica básica del sistema
jurídico.

§ 4.3. La dignidad de las personas como fundamentación de sus derechos. Es esa


misma dignidad la que se vuelve "fuente" de los derechos esenciales de las personas y de
sus correspondientes garantías14. Se constituye, entonces, en "fundamento" de los
derechos inherentes a las personas y de sus garantías 15, de modo que es en la dignidad de
las personas donde se encuentra la raíz de sus derechos públicos subjetivos16, como
"piedra angular de todo el edificio de los derechos fundamentales" 17.

De la consideración anterior se sigue que es la misma dignidad de las personas el


fundamento de la obligación de reparar el daño inferido por la lesión de sus derechos
fundamentales18.

§ 4.4. La dignidad de las personas y su proyección en el libre desarrollo de la


personalidad. La dignidad de las personas se proyecta en el amplio campo operativo de la
mayor realización espiritual y material posible, cuya consecución está amparada en las
bases de la institucionalidad, y que la doctrina y jurisprudencia tienden a explicar bajo la
categoría del "derecho al libre desarrollo de la personalidad". Ella se despliega en sus
decisiones dirigidas a lograr la que estiman por su mayor realización espiritual, como
equivalente al libre desarrollo de su personalidad, y con el solo límite del pleno respeto a
los derechos y garantías que la Constitución establece19.

Ese libre desarrollo de la personalidad tiene una de sus más tempranas manifestaciones
en la posición que se reconoce en el sistema jurídico al "interés superior del niño", ligado
estrechamente a su autonomía progresiva, al concebirse el interés superior del niño como
referido "a posibilitar la mayor suma de ventajas en todos los aspectos de su vida, en
perspectiva de su autonomía y orientado a asegurar el libre desarrollo de su
personalidad"20.

El libre desarrollo de la personalidad exige, asimismo, en el curso de toda la vida el


respeto y protección de los derechos a la privacidad y la inviolabilidad de
las comunicaciones21, e implica el reconocimiento de la identidad comprensiva de la de
género22.

Es igualmente, la dignidad de las personas como predicamento suyo, la que origina,


fundamenta y justifica una amplia variedad de derechos que le son inherentes.

§ 4.5. La dignidad de las personas y el derecho a la identidad. El derecho a la identidad


no puede concebirse sino en su directa vinculación con la dignidad de las personas y, como
tal, se alza como un derecho implícito en el catálogo de derechos y garantías
constitucionales, porque este derecho forma parte de la propia dignidad23.

En el último tiempo, la jurisprudencia de los tribunales ordinarios entiende que el derecho


a la identidad se extiende a la identidad de género que, en cuanto tal, halla su fundamento
en la dignidad de las personas24.

§ 4.6. La dignidad de las personas y el respecto a su vida privada, inviolabilidad del hogar
y de toda forma de comunicación privada. La dignidad de las personas se proyecta en su
vida privada y en la de su familia, y ahí estriba una de las razones de su protección
constitucional25. Por lo mismo la inviolabilidad del hogar y de las comunicaciones privadas,
no es más que una extensión lógica de la proyección de su dignidad personal 26.

Singular interés adquiere, en sede de personas y de familia matrimonial, el que se haya


reconocido que esta garantía de la inviolabilidad de la privacidad pueda invocarse al interior
del matrimonio27. Con ello se advierte que el matrimonio no puede volverse factor de
disminución de las garantías constitucionales para los cónyuges. Así, por lo demás, ya lo
había reconocido la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia 28.

§ 4.7. La dignidad de las personas es el fundamento de su derecho a la honra. Este


derecho personalísimo, que forma parte del acervo espiritual de todas las personas, y que
no puede ser negado o desconocido por tratarse de un derecho esencial propio de la
naturaleza humana, se fundamenta en la dignidad que les es inherente 29, pues no puede
concebirse sino como una emanación directa de ella 30.
§ 4.8. La dignidad de las personas y su proyección en el campo penal. La dignidad de
las personas está en la raíz del principio de culpabilidad31 y, por ende, en el respeto a la
presunción de inocencia32, como también lo está en la imperiosa necesidad de mantener el
principio de la proporcionalidad de las penas33, y se desenvuelve, entre otros ámbitos
específicos, en la protección de la identidad de los menores vinculados a la comisión de un
delito34.

§ 5. LA FAMILIA EN CLAVE DE AUTONOMÍA Y SU PROTECCIÓN. Una serie de reformas legales,


entre ellas la ley de matrimonio civil de 2004, implicaron asumir de modo expreso la
desvinculación de la familia del matrimonio, en cuanto que este es la "principal" causa de
la familia, pero no la única. En esa línea, una serie de reformas o leyes posteriores han
asentado la visión de la existencia de una pluralidad de familias, en cuanto que muchas de
ellas no hacen más que dar cuenta del ejercicio personal de la búsqueda de la mayor
realización espiritual y material posible de las personas. Por lo demás, la jurisprudencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en relación con el Estado de Chile, ha
instado, igualmente, por el reconocimiento de esa pluralidad familiar, como lo declaró en
2012 en el caso Atala Riffo y niñas con el Estado de Chile: "[E]l Tribunal reitera que el
concepto de vida familiar no está reducido únicamente al matrimonio y debe abarcar otros
lazos familiares de hecho donde las partes tienen vida en común por fuera del
matrimonio"35. La jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia se ha hecho eco de
esta declaración, y la ha reproducido en alguna sentencia 36, pero, además, en el último
tiempo ha realizado algunas declaraciones en el sentido de asumir un concepto amplio de
familia en el derecho chileno, no ligado exclusivamente al matrimonio y al parentesco, sino
también a la afectividad37.

En ese contexto, de reconocimiento de la pluralidad, que en este caso es también


reconocimiento del libre desarrollo de la personalidad, la jurisprudencia constitucional se ha
ocupado en determinar el contenido y significado de los deberes del Estado de dar
protección y propender al fortalecimiento de la familia, directamente relacionados con la
integridad física y psíquica de las personas que la forman38.

Se ha esforzado progresivamente en darle aplicación concreta, por ejemplo, cuando se


trata de precisar el interés superior del niño en sede de adopción y de primacía de la familia
de origen39, del derecho a la reserva o secreto de documentos o antecedentes privados 40,
y de la firmeza del vínculo laboral de las trabajadoras embarazadas41.

En el último tiempo la protección de la familia se ha discutido especialmente en relación


con la situación de los inmigrantes, y aunque no se ha pronunciado de una manera directa
el Tribunal Constitucional42, sí lo ha hecho la Corte Suprema a propósito de la protección
de la unidad de la familia y los decretos de expulsión del territorio nacional, porque: "de
ejecutarse la medida ciertamente se transgrede lo dispuesto en el artículo 1º de la
Constitución Política de la República que establece que la familia es el núcleo fundamental
de la sociedad, siendo deber del Estado dar protección a la población y a la familia, así
como propender al fortalecimiento de ésta"43.

§ 6. LA FAMILIA MATRIMONIAL. En el último tiempo ha habido, igualmente, una destacada


redefinición de la legalidad constitucional de la familia matrimonial.

Como punto de partida la jurisprudencia constitucional ha reafirmado que la disciplina


jurídica del matrimonio y, en particular, la de sus efectos está reservada a la ley 44. De esta
visión deriva el que no esté herida de constitucionalidad la definición de matrimonio del
artículo 102 del Código Civil, en cuanto que lo define como un contrato "entre un hombre y
una mujer"45.

La posición asumida de hallarse la disciplina del matrimonio reservada a la ley, explica


que cuando el Tribunal Constitucional ha tenido ocasión de profundizar en este tema se ha
quedado simplemente en la noción legal del matrimonio46. En cambio, la Corte Suprema
parece asumir la centralidad de la "comunidad de vida" como clave de un intento por ofrecer
una definición jurisprudencial del matrimonio que, por otra parte, asume la tendencia a dar
importancia al criterio de la afectividad47.

La jurisprudencia constitucional, igualmente, se ha ocupado en precisar la posición en la


que se sitúa el matrimonio después de reformas legales recientes, en particular, la operada
en 2015 por la Ley Nº 20.830, que creó el "pacto de unión civil". Lo describe como una
institución con normativa propia y con fines específicos, pero advierte que no hay en ella
"un reconocimiento idéntico a la naturaleza jurídica del matrimonio", en cuanto que éste
tiene una, que le es singular y característica 48.

Las obligaciones de los cónyuges entre sí han tenido también una lectura constitucional,
especialmente la de guardarse fe, concebida ahora de modo más amplio que la
tradicionalmente ligada a la prohibición del adulterio, y que está estrechamente ligada a la
comunidad de vida que instaura el matrimonio49.

No ha escapado a la redefinición de la legalidad constitucional de la familia matrimonial


la declaración de bien familiar, en relación con el usufructo que puede constituirse sobre los
bienes declarados familiares50.

En sede de nulidad del matrimonio la jurisprudencia constitucional ha asumido algunas


líneas rectoras, que se ha consolidado en la jurisprudencia ordinaria en los últimos años.
Como punto de partida ha reconocido que cuenta con una disciplina propia, que excluye la
aplicación de las reglas referidas a la nulidad patrimonial y que, además, se concibe como
de derecho estricto, de lo que se sigue la taxatividad de sus causales, y la necesidad de su
interpretación restrictiva con la consiguiente exclusión de la interpretación analógica 51.

Tampoco le ha pasado inadvertido el divorcio, en relación con el cual ha destacado que


no es posible concebirlo como una sanción52, y se ha pronunciado sobre la prueba del cese
de la convivencia, respecto de la que ha declarado que no están heridas de
inconstitucionalidad las reglas que establecen una diferencia de regulación en cuanto a la
prueba de la fecha del cese de la convivencia establecida entre los matrimonios celebrados
con anterioridad a la Ley Nº 19.947 y los celebrados con posterioridad53. También lo ha
hecho sobre la causa del divorcio por falta imputable, que excluye un juicio sobre la
existencia de un ilícito y su castigo54, y sobre las causas específicas de transgresión grave
y reiterada del deber de fidelidad55, y la muy controvertida consistente en la conducta
homosexual56.

Del mismo modo, esa redefinición de la legalidad constitucional ha alcanzado a la


compensación económica, respecto de la cual se ha reafirmado que ni tiene carácter
punitivo57, ni finalidad de compensar o corregir un "desequilibrio" 58, sino que se trata de una
obligación causada en la ley, que opera sobre la base de un supuesto legalmente definido 59.
Es esta una concepción que ya había anticipado la Corte Suprema, que en el último tiempo
no vacila en reconocer que: "En definitiva, es un crédito que nace una vez verificada la
ruptura matrimonial, por nulidad o divorcio, a condición [de] que concurran ciertas
condiciones que el legislador ha establecido y que deberá calificar el juez" 60. Ha disipado,
igualmente, la jurisprudencia constitucional toda duda respecto de la posibilidad de la
aplicación de arresto por el no pago de las cuotas que se hubieran acordado o fijado para
el pago de la compensación económica61.

§ 7. LA FILIACIÓN Y LAS RELACIONES ENTRE PADRES E HIJOS. Las relaciones entre padres e
hijos han sido especial objeto de la actividad definitoria de la jurisprudencia constitucional,
y a ella hay que estar particularmente atentos, como consecuencia de las profundas
variaciones derivadas de las reformas legales en sede de cuidado personal y de relación
directa y regular. La generalidad de las sentencias se entiende a la luz del principio del
interés superior del niño, que el mismo Tribunal Constitucional se ha esforzado por
delimitar62.

En sede de cuidado personal de los hijos, el Tribunal Constitucional ha ofrecido una


noción de esta institución63 y precisado sus finalidades64, determinado con claridad el
campo operativo de las reglas del artículo 225 del Código Civil65, con singular atención a
los supuestos en que procede el cuidado compartido y a su evidente diferencia con el
principio de corresponsabilidad66. Ha entendido, igualmente, en la definición de la
operatividad de la regla tocante a la atribución legal del cuidado personal 67, y al supuesto
de la inhabilidad física para confiar el cuidado personal a un tercero68.

La disciplina de la filiación ha sido ampliamente tratada por la jurisprudencia


constitucional. Ha destacado el papel que desempeña el derecho a la identidad, ligado a la
dignidad de las personas69. En cuestiones concretas, se ha declarado la constitucionalidad
de la regla fijada en el artículo 188 del Código Civil70, de las que tocan a las pruebas
periciales biológicas desde la perspectiva del derecho a la honra 71, y en una jurisprudencia
no decisiva por falta de quorum la constitucionalidad de las reglas del artículo 20672, si bien
se ha declarado su inaplicabilidad en varios casos concretos, en algunos con declaración
de la inaplicabilidad íntegra del artículo 20673, y en otros de su sola frase 'dentro de los
ciento ochenta días siguientes al parto'74.

§ 8. LAS GUARDAS. La disciplina de las guardas, tan hirientemente desatendida por los
legisladores, ha comenzado, igualmente, a ser redefinida por la jurisprudencia
constitucional.

Desde unas concepciones y principios, las más de las veces, inspirados en ciertas ideas
de peligrosidad (locura, demencia), o de vicios (disipación), con una marcada connotación
patrimonial, comienza a abrirse paso una tendencia que las lee en clave de la dignidad de
las personas y de su igualdad, sin desatender a la influencia de la "enfermedad", y no de
los vicios o peligrosidad, en relación con ellas. Con todo, aún no se pone atajo a la
malintencionada utilización de las guardas para vulnerar, precisamente, la dignidad de las
personas mayores o enfermas, y para despojarlas de sus derechos, por la vía de la
declaración de interdicción.

Desde la perspectiva de la igualdad de las personas ha afirmado el Tribunal


Constitucional que, en principio, no puede entenderse que haya una discriminación
arbitraria cuando la distinción entre las personas sujetas a guarda de aquellas que no lo
están descansa en una "diferencia objetiva", y en esta línea ha declarado que no se lesiona
la garantía de la igualdad por la declaración de interdicción 75. Ha mantenido el criterio
habitual de ver en sus reglas un interés social comprometido76, sin que se le haya escapado
la diferencia entre tutelas y curatelas, pero sin olvidar que están sujetas a una serie de
reglas comunes77. En esta última sentencia ha declarado la inaplicabilidad de las reglas del
artículo 367 del Código Civil, que son las que establece quiénes son los llamados a la tutela
o curaduría legítima, y lo ha hecho desde la perspectiva del interés superior del niño 78.

§ 9. ALIMENTOS Y OTROS CAMPOS. Otra sede en la que se ha manifestado una importante


actividad de la jurisprudencia constitucional, ha sido la del régimen legal de los alimentos,
sobre todo para afirmar la constitucionalidad de la regla que permite el arresto en ciertos
casos de incumplimiento del pago de los alimentos decretados por resolución que causa
ejecutoria79.

Otra, en fin, la relativa al "procedimiento contravencional" ante los tribunales de familia,


respecto del cual ha declarado como contraria a la Constitución la utilización de las voz
'imputado' en el artículos 102 E de la ley de tribunales de familia80, la no vulneración del
artículo 102 F al principio de proporcionalidad 81, la contravención a la Constitución de los
artículos 102 H, I y K por afectar a la garantía del debido proceso82, y la lesión de la
exigencia de la proporcionalidad que afecta al artículo 102 J83.

§ 10. LA REALIDAD Y LA JURISPRUDENCIA EN SEDE DE PERSONAS Y FAMILIA . Con una


asombrosa celeridad todo parece que cambia día a día. Quizá a quienes fuimos criados, y
algunos aún lo son, bajo la castrante visión del derecho como un mero "sistema de normas",
nos genere desazón e incomodidad esta realidad de cambio, que a veces no se percibe si
no nos damos un instante para la reflexión.

La ciencia y la tecnología se nos imponen, pero también la crisis de una sociedad que,
aunque nunca fue del todo "moderna", sí que asumió algunos de los postulados del proyecto
de la modernidad.

La novedad y el cambio en la sociedad se proyectan en la situación y papel que


desempeñan en ella las personas y la familia. Es la jurisprudencia la que, las más de las
veces, se enfrenta a cuestiones hasta hace poco desconocidas y que son consecuencia del
proceso de redefinición que experimenta la sociedad en Chile.

§ 11. NUEVAS REALIDADES LIGADAS A LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA. Un factor de variados


cambios sociales es, y nada nuevo digo aquí, el ligado al desarrollo de la ciencia y de las
tecnologías.

En el primer caso se sitúan los avances en las técnicas de reproducción asistida, aunque
en Chile ellas aún no tienen un reflejo jurisprudencial, como tampoco tienen una disciplina
legal, pero sí que las pruebas periciales biológicas han dado lugar a unas nuevas maneras
de enfrentar el régimen de la filiación. Así, por ejemplo, si en 2004 la Corte Suprema negaba
la posibilidad de practicarlas a un cadáver84, seis años más tarde sí que las admitía la Corte
de Apelaciones de Temuco85.

No se puede desconocer, en este campo, la centralidad que ha cobrado el "derecho a la


identidad biológica", del que se ha ocupado detenidamente la jurisprudencia constitucional,
sobre todo a la luz de su relación con la dignidad de las personas86. También la Corte
Suprema en muchas de sus sentencias se ha esforzado por determinar sus caracteres y
perfiles, con especial cuidado en destacar que no sólo se refiere al conocimiento de los
orígenes de una persona, sino que se extiende en un aspecto dinámico, que concibe desde
una cierta visión de la "construcción" de la propia identidad 87. Igualmente, en el último
tiempo ha tocado el "derecho a la identidad" en sentencias de mucho interés en sede de
adopción88, y de identidad de género89.

De su lado, algunas de las consecuencias del desarrollo de tecnologías en sede familiar


se pueden apreciar en campos, que parecían casi fosilizados. Así, por ejemplo, en esa ya
antigua y temblorosa categoría de los "atributos de la personalidad", hay que tener en
cuenta que la Corte Suprema ha declarado que el nombre, el estado civil y el domicilio
caben en la categoría de "datos de carácter personal" y, por ende, bajo la disciplina de la
Ley Nº 19.62890, ahora fortalecidos por la reforma al artículo 19 número 4º de
la Constitución, para asegurar a todas las personas: "la protección de sus datos
personales". Se ha declarado que los correos electrónicos constituyen una forma de
comunicación privada, amparada por la inviolabilidad asegurada por la Constitución91, que
el envío de correos electrónicos por parte de un cónyuge a terceros, para dar a conocer
hechos que tocan al otro, configura un supuesto de violencia psíquica92, o que la publicación
en alguna red social, como Facebook, de datos personales como el nombre, edad, sexo,
estado civil, domicilio, o profesión violan el derecho a la privacidad y a la honra de las
personas, si no se hace al amparo de la Ley Nº 19.62893.

Por otra parte, el masificado recurso a tecnologías de comunicación por la vía de la red
de internet, ha permitido que la jurisprudencia asuma que ellas pueden constituirse en
dispositivos apropiados para la realización de ciertos derechos. Así, por ejemplo, es ya
frecuente que, para garantizar la adecuada indemnidad del derecho-deber de relación
directa y regular, se consideren los sistemas que permiten mantener videoconferencias o
comunicación por voz o imagen, sobre todo en aquellos casos en que el padre a quien se
ha atribuido el cuidado personal reside con su hijo en el extranjero94.

§ 12. NUEVAS REALIDADES: VÍAS DE COMUNICACIÓN Y MOVILIDAD DE LAS PERSONAS. Las


mayores facilidades materiales y de medios para el traslado de las personas, desde Chile
al exterior o a la inversa, han influido, igualmente, en algunas sedes familiares
especialmente significativas. El mismo efecto ha tenido el cada vez más frecuente
desplazamiento de las personas con fines de estudios y, sobre todo, de trabajo.

Una de las sedes en que se aprecia esa influencia, es la relativa a la defensa de los
regímenes de cuidado personal y de relación directa y regular fijados por otros estados,
cuando uno de los padres traslada o retiene ilícitamente a alguno de sus hijos, en cuyo caso
cobra aplicación la Convención sobre aspectos civiles del secuestro internacional de niños.
Para estas cuestiones, que se presentan cada vez con mayor frecuencia, la Corte Suprema
se ha ocupado en precisar la finalidad y el ámbito de aplicación de la Convención 95, y ha
tratado singularmente de la operatividad de las causas que justifican las excepciones al
principio de restitución inmediata del menor, y que es el que inspira a la Convención 96. Se
aprecia una tendencia ya consolidada a entender que la aplicación de la Convención no
puede hacerse con prescindencia de los derechos reconocidos a los niños en el sistema de
los derechos humanos y, en particular, a la primacía de su interés superior 97.

Ocasionada, también, por las mayores facilidades de desplazamiento, se ha vuelto


habitual la cuestión relativa a la variación del domicilio del menor, como consecuencia del
cambio de domicilio del padre que tiene atribuido su cuidado personal, cuando existe un
régimen de relación directa y regular fijado convencional o judicialmente. Se aprecia una
sana tendencia en las más recientes sentencias de la Corte Suprema, en las que se ha
declarado que el cambio de domicilio del menor ha de sujetarse a control judicial98, y que
este cambio no puede aceptarse si está fundado en el interés del padre o madre que tiene
su cuidado personal, pues la consideración primordial ha de ser el interés superior del
niño99.

Ligada a la cuestión anterior está, también, la de la autorización para la salida del menor
fuera del país. En cuanto a ella la Corte Suprema ha sentado que la facultad de autorizar o
negar la salida del país, es una prerrogativa que la ley confiere a los padres, en directa
vinculación con el derecho y deber de mantener una relación directa y regular con sus hijos,
y que no puede entenderse sino a la luz del interés superior del menor100.

§ 13. "EL OTRO": UNA SOCIEDAD PLURAL Y LOS PUEBLOS ORIGINARIOS. Esta rúbrica es,
deliberadamente, indicativa de una sociedad que fue construida desde el siglo XIX sólo por
un cierto sector de la población, en el contexto de una minoría rectora, que había asumido
algunas —sólo algunas— de las ideas de la modernidad.

Reflejo de la visibilidad de una realidad, que el derecho de las personas y de familia


tradicional en Chile había pasado en casi completo silencio, es la constatación evidente de
que la chilena es una sociedad plural, que tiene mucho menos de igualdad de lo que el
proyecto de la modernidad impuso como visión oficial desde el siglo XIX en adelante.

Una de esas diferencias, ocultadas por la modernidad, es la que nos muestra que hay
pueblos originarios y que ello ha de tener una serie de consecuencias en un estado de
derecho. La asunción de esta realidad se ha reflejado en una jurisprudencia, que ha
advertido sobre la especialidad de las reglas tocantes al estado civil respecto de los pueblos
originarios frente a las del derecho común, como tempranamente recordaba la Corte de
Apelaciones de Valdivia a propósito de la posesión notoria del estado civil 101, reiteraba años
más tarde la Corte de Apelaciones de Temuco102, y ha asumido últimamente la Corte
Suprema103, pero sin olvidar que la misma Corte Suprema ha advertido que carece de
efecto erga omnes la filiación establecida por la vía voluntaria reconocida en el artículo 4º
de la Ley Nº 19.253104. También, en esta sede, es de singular interés una sentencia de la
Corte de Apelaciones de Temuco que estima, que la prohibición de acuerdos reparatorios
en los procesos por delitos constitutivos de violencia intrafamiliar, no se extiende a personas
que pertenecen a un pueblo originario que soluciona sus conflictos mediante acuerdos
reparatorios, en atención al Convenio Nº 169 de la OIT105.

§ 14. "EL OTRO": UNA SOCIEDAD PLURAL Y LA IDENTIDAD SEXUAL. Reflejo de la visibilidad de
otra serie de realidades, de las que el derecho de las personas y de familia en Chile había
prescindido, comienzan a revelar su importancia una serie de sentencias para sedes
dogmáticas y prácticas, que parecían carecer de ella.

El régimen de las inscripciones de estado civil, en concreto, de nacimiento experimenta


un inusitado interés a la luz de la interpretación jurisprudencial de la facultad de su
rectificarlas, conferida al director general del Registro Civil, específicamente en relación con
el sexo, cuando se invoca como fundamento un diagnóstico de transexualismo o disforia de
género, cuestión sobre la que la Corte de Apelaciones de Santiago ha discurrido
profusamente106, y últimamente la Corte Suprema107.
En la misma línea la interpretación jurisprudencial de la causa de la letra a) del inciso 2º
del artículo 1º de la ley que autoriza a solicitar el cambio de nombre, estima que en ella
cabe el transexualismo diagnosticado, como lo ha declarado la Corte de Apelaciones de
Valparaíso108 y la Corte de Apelaciones de Santiago109. Muchas de estas sentencias, a su
vez, reflejan el ya enunciado cambio hacia una concepción de las personas ligada a la
noción constitucional de dignidad que, como entiende el Tribunal Constitucional, se expresa
en el libre desarrollo de la personalidad.

§ 15. "EL OTRO": UNA SOCIEDAD PLURAL Y LA INMIGRACIÓN. La centenaria situación


periférica de la sociedad chilena ha cambiado en pocas décadas. Esta variación ha
reforzado su pluralidad y diversidad por la vía de un creciente y mantenido proceso de
inmigración. Así como en la sociedad, prácticamente, por vez primera se ha experimentado
la necesidad de relacionarse con "el otro", la jurisprudencia ha tenido, también, que hacerse
cargo de esta realidad.

La jurisprudencia constitucional ha declarado con firmeza que las seguridades


constitucionales no diferencian entre nacionales y extranjeros 110, y la Corte Suprema, como
se ha anticipado, se ha ocupado en precisar que la familia de los inmigrantes queda cubierta
por la protección constitucional, y que es esta una perspectiva de la que no se puede
prescindir al juzgar las decisiones administrativas de expulsión de inmigrantes 111.

Este mismo tribunal ha mostrado una vacilante tendencia, que debería ser indudable, a
reconocer el derecho a contraer matrimonio (ius conubii) a los extranjeros que no residen
legalmente en el país. Ha declarado, así, en varias sentencias que el ius conubii, en cuanto
que libertad fundamental de las personas, no puede verse afectado por una exigencia
reglamentaria y, en consecuencia, no se ajusta a derecho que el Registro Civil exija a un
extranjero acreditar su residencia legal en el país para la celebración de su matrimonio 112.
En igual dirección, ha declarado que la cédula para extranjeros no es el único documento
que permite acreditar la identidad de una persona, para efectos de celebrar un matrimonio
y, por ende, ha de admitirse el pasaporte113.

§ 16. UNA CONCLUSIÓN. Esta nueva edición del Código de la familia, que ve la luz este
año 2020, está concebida al amparo de una preocupación que pretende ir más allá de la
simple finalidad de proveer un completo cuerpo normativo de la familia en Chile.

La inclusión de los textos constitucionales, legales, tratados internacionales, autos


acordados, reglamentos y jurisprudencia, descansa en el presupuesto de la complejidad
del sistema de fuentes del actual derecho de familia. Sus relaciones y su interdependencia
se pueden apreciar con claridad, por un parte, en el detenido aparato de concordancias que
acompaña a cada una de las disposiciones y, por otra, en la jurisprudencia que las explica.

La jurisprudencia, en fin, como clave que ilustra el entendimiento de las reglas, pero que
también las crea, ha sido objeto de una inicial reflexión dogmática, que se refleja, en
principio, en los enunciados que la organizan y explican, porque desde el origen se
abandonó cualquier tentación de caer en un mero trabajo de acumulación de sentencias,
de resúmenes de ellas, o de recopilación cronológica. Pero también, esas sentencias son
comentadas en su contexto, es decir, se las examina a la luz del propio desarrollo
jurisprudencial, de los nuevos contextos jurídicos y sociales y, en muchos casos, se la
comenta con algún detalle.
El Código de la familia puede, así, alzarse como un texto que admite una pluralidad de
lecturas y una variedad de intensidades en ella, sin olvidar tampoco su decidido propósito
de auxiliar de la mejor manera a la práctica profesional.

Zaragoza, a 20 de abril de este año de peste de 2020

JAVIER BARRIENTOS GRANDON

Individuo de número de la Academia Chilena de la Historia

Universidad Autónoma de Madrid


INDICE TEMÁTICO

I. DE LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL DERECHO DE LAS PERSONAS Y DE LA


FAMILIA

Constitución Política de la República de Chile

Capítulo I. Bases de la institucionalidad

Capítulo III. De los Derechos y Deberes Constitucionales

II. DE LAS PERSONAS EN GENERAL: DE SU EXISTENCIA, NACIONALIDAD, DOMICILIO,


ESTADO CIVIL, NOMBRE Y PARENTESCO

A. Tratados y Convenciones internacionales

1. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


adoptado por la Asamblea General de la ONU por Resolución Nº 2.200 el 16 de diciembre de 1966
y suscrito por Chile en la misma fecha

2. Convención Americana sobre Derechos Humanos: “Pacto de San José de Costa Rica”

3. Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer,


adoptada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 1979, suscrita por Chile el 17
de julio de 1980

4. Convención sobre los Derechos del Niño

5. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, adoptada por la Asamblea
General de la ONU el 13 de diciembre de 2006

B. Constitución Política de la República

Capítulo II. Nacionalidad y ciudadanía

Capítulo III. De los derechos y deberes constitucionales

Capítulo V. Congreso Nacional

C. Código Civil

a) Título preliminar

Efectos de la ley

Definición de varias palabras de uso frecuente en las leyes


b) Libro Primero. De las personas

De las personas en cuanto a su nacionalidad y domicilio

Del principio y fin de la existencia de las personas

De las pruebas del estado civil

D. Ley Nº 19.253 Establece normas sobre Protección, Fomento y Desarrollo de los Indígenas, y
crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena

E. Ley Nº 20.609. Establece medidas contra la discriminación

F. Ley Nº 20.120 Sobre la Investigación Científica en el Ser Humano, su Genoma, y prohíbe la


Clonación Humana

G. Decreto Nº 5.142 Fija el texto refundido de las disposiciones sobre Nacionalización de


Extranjeros

H. Ley Nº 17.344 Autoriza el cambio de nombres y apellidos en los casos que indica. Modifica Ley
Nº 4.808, sobre Registro Civil

I. Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes

J. Auto acordado que reglamenta la aplicación del recurso de reclamación en contra del decreto
que dispone la pérdida de la nacionalidad

III. DEL MATRIMONIO

A. Tratados y Convenciones Internacionales

1. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos

2. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales

3. Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer


4. Convención Americana sobre Derechos Humanos: “Pacto de San José de Costa Rica”

5. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

B. Código Civil

a) Libro I. De las personas

De los esponsales

Del matrimonio

De las segundas nupcias

Obligaciones y derechos entre los cónyuges

b) Libro III. De la sucesión por causa de muerte y las donaciones entre vivos

De las asignaciones testamentarias

De la partición de bienes

c) Libro IV. De las obligaciones en general y de los contratos

De las convenciones matrimoniales y de la sociedad conyugal

Régimen de la participación en los gananciales

C. Ley Nº 19.947 Establece nueva Ley de Matrimonio Civil

D. Decreto Nº 673 Aprueba normas reglamentarias sobre Matrimonio Civil y Registro de


Mediadores

E. Decreto Ley Nº 824 Aprueba texto que indica de la Ley sobre Impuesto a la Renta

F. Ley Nº 20.255 Establece Reforma Previsional

IV. DE LA FILIACIÓN Y DE LOS MENORES

A. Tratados y Convenciones Internacionales

1. Convención sobre los Derechos del Niño


2. Convención sobre protección del Niño y Cooperación en Materia de Adopción Internacional

3. Convención sobre los aspectos civiles del Secuestro Internacional de Niños

B. Código Civil

a) TÍtulo preliminar

b) Libro I. De las personas

De la filiación

De las acciones de filiación

De los derechos y obligaciones entre los padres y los hijos

De la patria potestad
I. DE LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL DERECHO DE
LAS PERSONAS Y DE LA FAMILIA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE CHILE

CAPÍTULO I
BASES DE LA INSTITUCIONALIDAD

Artículo 1º.- Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.

La familia es el núcleo fundamental de la sociedad.

El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y
estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines
específicos.

El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común,


para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno
de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible,
con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece.

Es deber del Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la


familia, propender al fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de todos los
sectores de la Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de
oportunidades en la vida nacional.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 10, 19 números 1, 2, 4 y 5. Código Civil:
artículos 54, 55 y 57. Código Tributario: artículo 8º número 7º. Ley Nº 18.838, crea el Consejo Nacional de Televisión,
D.O. 30.09.1989: artículo 1º inciso 4º. Ley Nº 19.023, crea el Servicio Nacional de la Mujer, D.O. 3.01.1993: artículo 2º
inciso 2º letra c). Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º y 3º. Ley Nº 20.066, de Violencia
Intrafamiliar, D.O. 7.10.2005: artículo 2º. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe
la clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículo 4º. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de oportunidades e
inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículos 1º, 4º, 6º. Ley Nº 20.430, establece disposiciones
sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículos 3º, 8º, 9º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23.1. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores,
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 10, 11.1 y 12. Decreto Nº 873,
Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º número 1º, 17. Decreto
Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 2º, 5º, 8º, 9º, 10.
Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad adoptada por
la Asamblea General de la ONU el 13 de diciembre de 2006, D.O. 17.09.2008: artículos 1º, 2º, 3º, 4º, 5º.

Jurisprudencia: I. LA POSICIÓN Y SENTIDO DE LAS "BASES DE LA INSTITUCIONALIDAD" RECONOCIDAS EN ESTE


ARTÍCULO. El Excmo.Tribunal Constitucional ha precisado la posición que ocupan y el papel que desempeñan
en el ordenamiento jurídico las bases de la institucionalidad reconocidas y declaradas en este artículo.
Por lo que toca con mayor cercanía a la disciplina jurídica de las personas y la familia en el derecho
chileno, son especialmente relevantes, por una parte, aquellas que inciden en las actuaciones de las
instituciones públicas que pueden relacionarse con las personas y la familia y, por otra, las que definen
su papel en la interpretación y aplicación de las reglas que configuran la disciplina de las personas y la
familia. Singular trascendencia tienen las que se mencionan y explican a continuación. 1. El
reconocimiento de los derechos de las personas como anteriores y superiores al Estado y la
Constitución. La jurisprudencia constitucional se ha afirmado en una opinión, que ya se tiene por
asentada y común, de acuerdo con la cual, en el sistema jurídico e institucional chileno los derechos
fundamentales de las personas son anteriores al Estado y a la propia Constitución Política de la República.
En este sentido el Excmo. Tribunal Constitucional en 2008 se refería a: "[L]os derechos esenciales del
hombre, que son superiores y anteriores al Estado y a la Constitución, que no los crea sino que reconoce
y asegura" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 16º, Rol Nº 943-07-INA), y en ese mismo
año advertía que era: "[M]enester poner de relieve que si la Carta Política asegura a todas las personas
los derechos fundamentales, lo hace en el entendido que preexisten a ella" (Tribunal Constitucional, 26
de junio de 2008, cons. 24º, Rol Nº 976-08). Esta consideración se ha consolidado en fallos posteriores,
que la han asumido como punto de partida para los razonamientos acerca de la entidad y naturaleza de
los derechos fundamentales, y en varios de ellos se la transcribe literalmente (Tribunal Constitucional, 7
de julio de 2009, cons. 18º, Rol Nº 1218-08-INA; Tribunal Constitucional, 8 de septiembre de 2009,
cons. 18º, Rol Nº 1287-08; Tribunal Constitucional, 6 de agosto de 2010, cons. 87º, Rol Nº 1710-10 INC).
En el mismo sentido ya se había pronunciado la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia y,
así, se ha precisado en relación con este artículo 1º de la Constitución que: "Esta disposición se estructura
sobre la base de ciertos valores o principios esenciales como la libertad del hombre, el que los derechos
fundamentales de las personas son anteriores y superiores al Estado y la Constitución y que el Estado,
en cumplimiento de su finalidad propia, consistente en promover el bien común, debe darles segura y
eficaz protección" (C. Suprema, 21 de agosto de 2006, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/5522/2006, Rol
Nº 5022-2014). 2. Normas rectoras para gobernantes y gobernados, a quienes obligan, y sobre
quienes pesa el deber de proteger y promover los derechos fundamentales. Desde época muy
temprana la jurisprudencia constitucional ha destacado el carácter normativo de las disposiciones
contenidas en el artículo 1º de la Constitución, y su consiguiente carácter imperativo respecto de todos
los órganos del Estado y de los particulares. En su primera formulación se destacaba en 1987 que: "Estos
preceptos no son meramente declarativos sino que constituyen disposiciones expresas que obligan a
gobernantes y gobernados tanto en sí mismas, como también, en cuanto normas rectoras y vitales, que
coadyuvan a desentrañar el verdadero sentido y espíritu del resto de las disposiciones de la Constitución"
(Tribunal Constitucional, 21 de diciembre de 1987, cons. 21º, Rol Nº 46), consideración que se asumía,
literalmente, dos decenios más tarde (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 16º, Rol Nº 943-
07-INA). En un segundo momento, la jurisprudencia constitucional desarrolló esta opinión sobre la base
de vincular las disposiciones del artículo 1º de la Constitución con la regla del inciso 2º de su artículo 5º,
de manera que en el mismo año de 2008 se declaraba que: "Si la Carta Política asegura a todas las
personas los derechos fundamentales, lo hace en el entendido [de] que preexisten a ella; y que, en
armonía con lo preceptuado en el artículo 5º, inciso segundo, los órganos públicos y privados, en ejercicio
de la competencia y facultades, respectivamente, que les han conferido la Constitución y la ley, no sólo
están obligados a respetar esos derechos, sino que, además, a protegerlos y promoverlos" (Tribunal
Constitucional, 26 de junio de 2008, cons. 24º, Rol Nº 976-08). Este considerando se ha consolidado en
fallos posteriores, que lo reproducen literalmente (Tribunal Constitucional, 7 de julio de 2009, cons. 18º,
Rol Nº 1218-08-INA; Tribunal Constitucional, 8 de septiembre de 2009, cons. 18º, Rol Nº 1287-08; Tribunal
Constitucional, 6 de agosto de 2010, cons. 87º, Rol Nº 1710-10 INC). Con el matiz de vincular este
razonamiento a la regla del inciso 2º del artículo 6º de la Constitución se reitera en sentencias recientes:
"Que estos principios y valores no configuran meras declaraciones programáticas sino que constituyen
mandatos expresos para gobernantes y gobernados, debiendo tenerse presente que el inciso segundo
del artículo 6º de la Constitución precisa que los preceptos de ésta obligan no sólo a los titulares o
integrantes de los órganos del Estado sino a toda persona, institución o grupo" (Tribunal Constitucional,
16 de abril de 2009, cons. 12º, Rol Nº 1185-08-INA; Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019,
cons. 13º, Rol Nº 7004-19-INA). 3. El artículo 1º de la Constitución y su función cardinal en la
interpretación constitucional. La jurisprudencia constitucional ha destacado, desde sus más antiguos
fallos, la posición central que ocupan las reglas del artículo 1º de la Constitución en el campo de la
interpretación del propio texto constitucional. 3.1. Reglas que, en cuanto que reflejan la filosofía del
texto constitucional, han de orientar la interpretación de sus disposiciones. La jurisprudencia
constitucional ha calificado a las disposiciones del artículo 1º de la Constitución como: "Normas rectoras
y vitales, que coadyuvan a desentrañar el verdadero sentido y espíritu del resto de las disposiciones de la
Constitución" (Tribunal Constitucional, 21 de diciembre de 1987, cons. 21º, Rol Nº 46), en una
consideración que se ha reproducido literalmente en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 10
de junio de 2008, cons. 16º, Rol Nº 943-07; Tribunal Constitucional, 8 de septiembre de 2009, cons. 33º,
Rol Nº 1287-08). El Tribunal Constitucional ha perfilado, progresivamente, el campo operativo de este
artículo 1º en sede de interpretación constitucional y ha remarcado su papel de orientar al intérprete
constitucional, de modo que ya en 1983 destacaba la posición que debía asumir el intérprete constitucional
de cara al artículo 1º de la Constitución, y lo hacía en los siguientes términos: "El artículo 1º de la Carta
Fundamental es de un profundo y rico contenido doctrinario, que refleja la filosofía que inspira nuestra
Constitución y orienta al intérprete en su misión de declarar y explicar el verdadero sentido y alcance del
resto de la preceptiva constitucional" (Tribunal Constitucional, 27 de octubre de 1983, cons. 9º, Rol Nº 19).
Este considerando, con leves variantes, era reiterado un lustro más tarde: "El artículo 1º de la Carta
Fundamental constituye uno de los preceptos más fundamentales en que se basa la institucionalidad, ya
que por su profundo y rico contenido doctrinario refleja la filosofía que inspira nuestra Constitución y
orienta al intérprete en su misión de declarar y explicar el verdadero sentido y alcance del resto de la
preceptiva constitucional" (Tribunal Constitucional, 5 de abril de 1988, cons. 12º, Rol Nº 53) y en alguna
sentencia posterior (Tribunal Constitucional, 18 de abril de 2008, cons. 45º, Rol Nº 740-07). También ha
sido aplicado como argumento en algún caso concreto de interpretación constitucional: "Es una norma de
lógica interpretación constitucional muy aconsejable de seguir en situaciones como la que enfrentamos,
aquella que nos previene que en los casos en que las palabras o las expresiones de un precepto puedan
tener un significado o un alcance distinto, siempre debe preferirse aquel que mejor se aviene con la
finalidad perseguida por la norma, obtenida del contexto de la Constitución o de los antecedentes que se
tuvieron en vista para establecerla, cuidando siempre que ella armonice con principios tan fundamentales
como los contenidos en los artículos 1º, 4º, 5º, 6º y 7º de nuestra Carta Fundamental que, como lo
expresara este Tribunal en sentencia de 5 de abril de 1988, Rol Nº 53, son preceptos normativos que
reflejan la filosofía que inspira nuestra Constitución" (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2001,
cons. 12º, Rol Nº 325). Este considerando, igualmente, ha sido reiterado literalmente en fallos posteriores
(Tribunal Constitucional, 11 de enero de 2007, cons. 5º, Rol Nº 591; Tribunal Constitucional, 14 de
septiembre de 2017, cons. 16º, Rol Nº 3364-17-INA). También ha sido asumido por la jurisprudencia de
los tribunales ordinarios de justicia y, así, por ejemplo, la Corte Suprema ha declarado que el artículo 1º
de la Constitución es: "Una norma rectora que no hace más que reflejar la filosofía de la Carta
Fundamental y orientar al intérprete acerca del sentido y alcance del resto de las disposiciones
constitucionales" (C. Suprema, 21 de agosto de 2006, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/5522/2006, Rol
Nº 5022-2014). 3.2. Reglas que constituyen un criterio para descartar aquellas interpretaciones que
contradicen sus principios y bases. Los principios reconocidos en el artículo 1º de la Constitución se
alzan como criterios decisivos para la admisión de posibles interpretaciones constitucionales. En
particular, desde la perspectiva de la finalidad de dar la mayor extensión y protección posibles a los
derechos y garantías constitucionales, de guisa que si una eventual interpretación se enfrenta con alguno
de los principios básicos del artículo 1º del texto constitucional, debe ser excluida y no ha de admitirse
como interpretación posible. En tal sentido se ha declarado: "[D]eben desecharse las interpretaciones
constitucionales que resulten contradictorias con estos principios y valores rectores, lo que lleva a concluir
que, frente a interpretaciones posibles del alcance de la protección constitucional de un derecho
fundamental, deba excluirse la que admita al legislador regular su ejercicio hasta extremos que, en la
práctica, imposibilitan la plenitud de su vigencia efectiva o comprimen su contenido a términos
inconciliables con su fisonomía. Como lo dispone el artículo 19, Nº 26, de la Constitución, el legislador
debe respetar siempre la esencia del derecho que se trata de regular, complementar o limitar, como
también evitar la imposición de condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio" (Tribunal
Constitucional, 16 de abril de 2009, cons. 13º, Rol Nº 1185-08-INA). 4. La jerarquía axiológica del
inciso 1º del artículo 1º de la Constitución. Entre las diversas normas que integran un sistema jurídico
pueden darse distintas relaciones de jerarquía y, las que con mayor frecuencia se suelen destacar son las
de: a) jerarquía estructural o formal; b) jerarquía material o sustancial; c) jerarquía lógica o lingüística, y
d) jerarquía axiológica. Esta última es la relación que se da entre las normas desde la perspectiva de los
valores y, por ende, siempre implica un juicio de valor, en ciertos casos explícito en alguna norma, pero
en la generalidad se presenta como un juicio de valor realizado por el intérprete. Así, por ejemplo, de las
normas del Capítulo I o III de la Constitución podría juzgarse su jerarquía axiológica, incluso respecto de
las restantes normas constitucionales, como derivadas de su singular rigidez para ser modificadas
(art. 127 inc. 2º CPR), pero también, tal ha sido el juicio de valor realizado por la judicatura constitucional
en su labor de interpretación del inciso 1º del artículo 1º de la Constitución, calificándoselo de "principio
matriz del sistema institucional vigente" (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2008, cons. 22º, Rol
Nº 976-08; Tribunal Constitucional, 8 de septiembre de 2009, cons. 16º, Rol Nº 1287-08; Tribunal
Constitucional, 27 de abril de 2010, cons. 27º, Rol Nº 1348-2009) y respecto del cual se ha declarado: "El
artículo primero de la Constitución señala: 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos'.
Se trata de una disposición que no sólo encabeza la Carta Fundamental, sino que se irradia en todo su
articulado. Consecuentemente, todos los preceptos de la Constitución deben subordinarse a su tenor
literal y a su significado" (Tribunal Constitucional, 6 de agosto de 2010, cons. 85º, Rol Nº 1710-10 INC).

II. LA NOCIÓN CONSTITUCIONAL DE "PERSONA". El Excmo. Tribunal Constitucional, con ocasión del examen de
constitucionalidad del proyecto de ley que regula la despenalización de la interrupción voluntaria del
embarazo en tres causales, ha tratado en su sentencia de 28 de agosto de 2017 de la cuestión tocante a
la noción constitucional de "persona". Lo ha hecho en un contexto en el cual se trataba, en definitiva, de
decidir si el nasciturus, a la luz del texto constitucional, es persona o no lo es. Su decisión, en voto de
mayoría, fue que: "La Constitución no le otorga al que está por nacer la categoría de persona. Ello no
obsta a que sea un bien jurídico de la mayor relevancia" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 40º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Esta concepción la reafirmó
en otro considerando: "Que el que está por nacer es un bien jurídico, de mucha importancia para la
Constitución. Por eso se refiere a él y le encarga al legislador su resguardo. El que está por nacer no
necesita del estatuto de persona y distorsionar todo el resto del sistema constitucional y legal, para recibir
protección. La Constitución lo relevó de aquello. No hay ninguna entidad que en nuestro sistema jurídico
tenga esta posibilidad" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 78º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 5. Las personas como únicas
entidades capaces de tener derecho. El Excmo. Tribunal Constitucional ha entendido que la determinación
de la categoría de persona importa, porque uno de sus principales efectos, es el que de tal categoría
depende la posibilidad de tener "derecho" [sic] (utiliza, como se verá, el singular y no el plural): "[U]no de
los efectos más importantes de atribuir a alguien su condición de persona para efectos constitucionales,
es que sólo éstas tienen derecho. Así lo dice la Constitución. Los derechos se aseguran "a todas las
personas" (encabezado artículo 19). Lo mismo indica el artículo 1º, inciso primero de la Constitución: "las
personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos". También varios numerales del artículo 19
emplean la voz "persona" para resaltar el titular del derecho que establece y regula" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 66º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-
17-CPT). Fuera de la persona no hay derechos. Si en contra de esta opinión alguien pretendiera el
"reconocimiento" de "derechos" a los animales, se alzaría esta lectura del texto constitucional, que exigiría
reconocer previamente el carácter de personas a los animales. 6. La noción constitucional de persona
y la noción de persona en el Código Civil. La lectura de la sentencia de 28 de agosto de 2017 del
Excmo. Tribunal Constitucional, parece sugerir que la mayoría asume que existe una noción de persona en
el Código Civil y otra noción en la Constitución: "IX. EL CONCEPTO DE PERSONA EN LA CONSTITUCIÓN [...] Que
lo primero que cabe señalar es que el Código Civil señala que la existencia legal de toda persona principia
al nacer [...] Tenemos que analizar cuál es la visión que tiene la Constitución en la materia" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 63º y 64º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729
(3751)-17-CPT). Es ésta una "sugerencia" de gran interés, pero muchísimo más seria de lo que en la
sentencia se refleja. La noción de personas en el Código Civil es una categoría que ha de entenderse en
su contexto. Aunque el Código Civil de Bello ocupó una posición constitucional en el ordenamiento jurídico
chileno durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, no se concibió, ni pudo serlo, en el contexto de
una cultura constitucional construida sobre el pilar de los "derechos de las personas", que es propia del
Occidente civilizado sobre todo después de la segunda gran guerra. Persona en el lenguaje del Código
Civil se entiende, ante todo, por su oposición a res (cosa-objeto), como único centro de titularidad de
derechos, con una clara influencia de la doctrina de Savigny sobre la "relación de derecho" (remito a mi El
Código Civil. Su jurisprudencia e Historia, 2016, I, pp. 225-234). Esa concepción y su contexto tenían un
campo operativo propio, históricamente anterior al de la construcción constitucional de la categoría de
persona fundada en su "dignidad", porque esta última se ha articulado en Occidente con posterioridad a
la época del Código. Hay, pues, culturalmente concepciones diversas entre el contexto del Código Civil y
el de la Constitución. Aquí el interés de la sugerencia del Tribunal Constitucional, aquí también la
decepción, porque perdió la ocasión de razonar sobre ello, y de referirse al papel que desempeña el texto
constitucional y su interpretación en la lectura de nuestro Código Civil. No se trata de una cuestión de
legalidad, sino de la posición de la Constitución en el actual estado del sistema de fuentes del sistema
jurídico chileno o, en otras palabras, de cómo se entiende la supremacía de la Constitución, porque en
muchas ocasiones, incluso en más de algún razonamiento de esta sentencia de 28 de agosto de 2017,
se mantiene la posición "constitucional" del Código Civil. 7. De la categoría de persona ligada al
nacimiento. Con ocasión del examen del citado proyecto de ley relativo a la despenalización de la
interrupción voluntaria del embarazo el Excmo. Tribunal Constitucional ha sentado en 2017 una doctrina
nueva en relación con la que los tribunales ordinarios de justicia habían mantenido hasta ahora, y que
descansaba en la lectura de las reglas del Código Civil, de las que se deducía la centralidad de la distinción
entre "existencia natural" de las personas y "existencia legal" de ellas. Sobre tal base, además de otros
fundamentos, la Excma. Corte Suprema había declarado que el nacimiento no era condición precisa para la
existencia natural de las personas, de guisa que no le cabía duda en cuanto a que el nasciturus quedaba
comprendido dentro de tal categoría. Así, por ejemplo, había explicado: "En efecto, de acuerdo con el
artículo 55 del Código, son personas todos los individuos de la especie humana debiendo entenderse por
individuo, conforme con su acepción natural y obvia, cada ser organizado sea animal o vegetal respecto
de la especie a que pertenece. De este punto de vista dado que la criatura concebida y no nacida
constituye un ser único e independiente, cuya entidad no se confunde con la de sus progenitores, cabe
por tanto entender que queda plenamente comprendido dentro del concepto que de la persona tiene
nuestro legislador civil. Por lo demás, según el propio tenor literal del art. 74, el nacimiento determina la
existencia legal de la persona, lo cual se explica en razón de la clase de derechos de que se ocupa nuestro
Código Civil, pero no implica que antes de él aquélla no exista para otros efectos tanto o más importantes.
Ello lo corrobora el artículo 80, el cual sí se refiere a la existencia natural de la persona al disponer que
aquélla termina con la muerte, evidenciando que ésta es diversa de su existencia legal. Asimismo, nos
parece qué exigir el nacimiento como supuesto necesario para adquirir la condición de persona no implica
que antes de su verificación no estemos ya frente a un sujeto humano y, por ende, titular de garantías tan
esenciales como el derecho a la vida. No considerarlo así implicaría que el status de persona dependería,
en definitiva, de la definición que de tal concepto tuviere el legislador o el propio constituyente y que si
hoy se asocia por algunos al hecho del parto, el día de mañana podría estar vinculado con la viabilidad
del recién nacido o cualquier otro criterio que se estableciere cumpliendo con los requisitos formales para
la dictación de la norma" (C. Suprema, 16 de abril de 2009, cons. 13º, LegalPublishing: CL/JUR/7939/2009,
Rol Nº 1882-2008). El Excmo. Tribunal Constitucional, en cambio, se ha desentendido de la distinción entre
"existencia natural" y "existencia legal" de las personas, y ha entendido que en el sistema jurídico chileno
la categoría de "persona" está condicionada por el "nacimiento", de guisa que bien podría decirse que sin
nacimiento no hay personas y, por ende, el nasciturus queda excluido de esa categoría. Esta opinión la
funda, tanto en su lectura de las reglas del Código Civil, como en la de las de la misma Constitución. En
relación con el Código Civil ha estimado que hay en él una clara distinción entre las "personas", que son
las que han nacido, y quienes aún no nacen, pero que pueden nacer (nasciturus): "Que lo primero que
cabe señalar es que el Código Civil señala que la existencia legal de toda persona principia al nacer
(artículo 74). Y termina con la muerte natural (artículo 78). El nacimiento, agrega, se produce al separarse
completamente de la madre (artículo 74). Asimismo, el Código define como persona a "todos los
individuos de la especie humana" (artículo 55). Finalmente, como la existencia legal principia al nacer, ello
en el Código Civil produce dos efectos. Por una parte, los derechos entregados al que está por nacer,
quedan diferidos hasta que nazca. Si nace entra en su goce (artículo 77). Por la otra, si no nace, se
reputa que no ha existido jamás (artículo 74). Ello ocurre tanto si muere en el vientre materno como si
perece antes de estar completamente separado de su madre o si no sobrevive a la separación un
momento siquiera (artículo 74). Como se observa, a los nacidos el Código les denomina personas. Y a
los que están por nacer, criatura. Y nunca a las personas los considera como si no hubiesen existido.
Sexagésimocuarto. Que como se observa, el Código Civil pone énfasis en el nacimiento para hacer una
separación" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 63º y 64º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Para el Excmo. Tribunal Constitucional,
ese mismo papel central lo desempeña el nacimiento en la Constitución: "Que la Constitución también
construye su concepto de persona a partir del nacimiento" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 68º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Esta afirmación la
fundamenta en tres razones: 1ª) El texto del inciso 1º del artículo 1º de la Constitución: como primer
fundamento para justificar que la categoría de persona se vincula en la Constitución necesariamente al
nacimiento ha señalado: "En primer lugar, porque así lo establece el artículo 1º inciso primero de la
Constitución. Éste establece que 'las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos'" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 68º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-
17-CPT); 2ª) El texto del artículo 19 número 1º de la Constitución: de este segundo fundamento ha
dicho: "Que un segundo argumento para sostener que el que está por nacer no es persona, la da el propio
artículo 19 Nº 1 de la Constitución. Éste parte por señalar que la Constitución asegura a todas 'las
personas'. Es a éstas a quienes les reconoce derechos. Luego, el inciso primero del artículo 19 Nº 1,
garantiza el derecho a la vida y a la integridad física y síquica a 'la persona'. Sin embargo, el inciso
segundo ya no emplea la expresión 'persona'. Habla 'del que está por nacer'. Tal como se dijo en estrados
por el abogado del Ejecutivo, si la Constitución hubiera querido asimilar el que está por nacer a persona,
no habría empleado la proposición 'del', sino que 'de la' que está por nacer" (Tribunal Constitucional, 28
de agosto de 2017, cons. 76º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT); 3ª) El
texto de otros números del artículo 19 de la Constitución: explicado este fundamento del modo siguiente:
"Que un tercer argumento, es que el resto de los numerales del artículo 19, razonan sobre la base de que
la persona está nacida o tiene una edad determinada. Por lo mismo, no es un mero error de redacción.
Por ejemplo, el no nacido no puede ser imputado de delito. Por eso el artículo 19 Nº 3 inciso cuarto, habla
de "toda persona imputada de delito". Asimismo, las personas tienen derecho a la honra y respeto y
protección a la vida privada (artículo 19 Nº 4). Del mismo modo, el artículo 7º reconoce el derecho de toda
persona de residir y permanecer en cualquier lugar de la República y de trasladarse a uno o a otro y a
entrar o salir de su territorio. Eso no puede realizar el no nacido. También, no puede ejercer el derecho a
elegir un sistema de salud (artículo 19 Nº 9), ni el derecho a la educación (artículo 19 Nº 10), ni a la libre
contratación en materia laboral (artículo 19 Nº 16), etc." (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 77º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 8. Del nacimiento,
entendido como hecho biológico al que se vincula la categoría de persona. El Excmo. Tribunal
Constitucional ha declarado que la voz "nacen" a que se refiere el texto constitucional en el inciso 1º de
su artículo 1º, ha de entenderse como referido al nacimiento, en cuanto que "hecho biológico", sin perjuicio
de que sea posible darle otras interpretaciones, también coherentes con el texto constitucional. 8.1. La
voz "nacen" entendida como contraria a "heredar". Ha admitido la jurisprudencia constitucional este
entendimiento para la palabra "nacen", pero no como único, sino como compatible con el nacimiento, en
cuanto que hecho biológico: "Que la Constitución también construye su concepto de persona a partir del
nacimiento [...] En la controversia desatada a raíz del presente requerimiento, se han dado una serie de
argumentos para rechazar lo anterior. El primero es que la expresión 'nace' que utiliza el señalado
artículo tiene un sentido distinto al hecho biológico del nacimiento. SEXAGÉSIMO NOVENO. Que,
efectivamente, esta expresión apunta a resaltar el hecho que esta condición no se hereda. Las personas
por ese solo hecho, y a partir de ahí, adquieren originaria y gratuitamente esa condición, sin que se
necesite más. Automáticamente, por el nacimiento, sin que se requiera acto, contrato, registro o
reconocimiento. También esta condición no se pierde. No es temporal, por un tiempo. Se tiene para
siempre. De ahí que no se suspenda ni se prive, ni se cancele, ni se pueda renunciar a ella. Pasa a ser
inherente. Además, esta condición la tienen todas las personas. No hay ser humano o grupo de éstos,
privilegiados que tengan esta condición, y otros no. La tienen los hombres y las mujeres, cualquiera sea
su orientación sexual o su identidad de género, los niños, los jóvenes, los adultos, los creyentes y no
creyentes, los casados y los solteros, los que pertenezcan o no a etnias originarias, los que tengan alguna
enfermedad o alguna discapacidad, los chilenos y los extranjeros. Al tenerla todos, es oponible también a
todos. SEPTUAGÉSIMO. Que, sin embargo, éste no es el único sentido que se pueda atribuir a esta
expresión. También, tiene el sentido de un hecho biológico" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de
2017, cons. 68º, 69º y 70º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 8.2. La voz
"nacen" entendida como referida al hecho biológico del nacimiento. Sobre esta lectura de la palabra
"nacen" ha declarado el Excmo. Tribunal Constitucional: "Que, sin embargo, éste no es el único sentido que
se pueda atribuir a esta expresión. También, tiene el sentido de un hecho biológico. Para la Constitución,
en efecto, el nacimiento no es un hecho jurídico menor. Desde luego, la Constitución la usa para definir la
nacionalidad, al distinguir entre los nacidos 'en el territorio de Chile' y los nacidos 'en territorio extranjero'
(artículo 10 Nºs. 1 y 2). Enseguida, la usa para establecer la ciudadanía. Conforme al artículo 13 de la
Constitución, para ser ciudadano, hay que ser chileno. Asimismo, la Constitución lo utiliza para establecer
el requisito de la edad. Éste lo establece la Constitución para dos efectos. De un lado, para la ciudadanía.
Se requiere 18 años de edad para ello (artículo 13). Del otro, para ocupar cargos públicos. Así, para ser
Presidente de la República se requiere tener 35 años (artículo 25); para ser diputado, 21 (artículo 48);
para ser senador, 35 (artículo 50); para ser Fiscal Nacional, 40 años (artículo 83); para ser contralor, se
requieren 40 años (artículo 98). Finalmente, la utiliza para establecer la condición de persona (artículo 1º
inciso primero)" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 70º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT).

III. LA IGUAL DIGNIDAD DE LAS PERSONAS. En la novena sesión de la Comisión de estudios para una
nueva Constitución, celebrada a 23 de octubre de 1973, por primera vez se mencionó a la "dignidad de
las personas" en la discusión constitucional. A partir de ahí, siempre se consintió en que ella constituía
una base indiscutible de la nueva institucionalidad que se planteaba establecer. Esa convicción se
concretó, finalmente, en el texto del inciso 2º de este artículo 1º de la Constitución Política de la República.
Con todo, no se registra ninguna discusión específica acerca de qué era lo que se entendía por ella, ni
tampoco sobre las consecuencias que se seguían de su reconocimiento. Sin embargo, de una serie de
referencias incidentales resulta que, en principio, se la concebía: a) como anterior al propio ordenamiento
jurídico, según se declaraba en el documento de "Metas u objetivos fundamentales para la nueva
Constitución de la República", en cuyo primer punto se declaraba que: "La estructura constitucional
descansará en la concepción humanista cristiana del hombre y de la sociedad, que es la que responde al
íntimo sentir e idiosincrasia de nuestro pueblo, y según la cual la dignidad del ser humano, su libertad y
derechos fundamentales son anteriores al ordenamiento jurídico, el que debe prestarles segura y eficaz
protección"; b) como un objeto respecto del cual el Estado debía desarrollar una especial protección;
c) como un cierto límite a la actuación del Estado; y d) como el principio y fundamento de los derechos
inherentes a las personas. En ese contexto, la jurisprudencia, sobre todo del Excmo. Tribunal Constitucional,
por una parte, ha dotado de un cierto contenido a la "dignidad de las personas" y, por otra, ha derivado
una serie de consecuencias de su reconocimiento y posición como base de la institucionalidad. 9. La
dignidad de las personas, ligada a la naturaleza humana trascendente, anterior y superior a la
sociedad y al Estado. El Excmo. Tribunal Constitucional ha precisado la íntima conexión que existe entre la
concepción de la persona humana y su dignidad, que la diferencia de toda otra realidad: "[L]a dignidad de
la persona dice relación con la naturaleza del ser humano, que la Constitución entiende como un ser
corpóreo espiritual con un sentido trascendente, que lo hace superior y anterior al Estado y a toda
sociedad, constituyéndose así en el principio rector de todo el ordenamiento jurídico. Dicha dignidad lo
diferencia de las demás realidades existentes" (Tribunal Constitucional, 14 de septiembre de 2017,
cons. 17º, Rol Nº 3364-17-INA). 10. La dignidad de las personas y sus derechos como fundamento
del orden político y social de la nación. El Excmo. Tribunal Constitucional ha destacado en el último tiempo
que se reconoce: "[L]a exigencia de que la dignidad de la persona humana y los derechos que le son
inherentes constituyan el fundamento del orden político y social de la nación" (Tribunal Constitucional, 29
de mayo de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4384-18-INA). Esta declaración se ha reproducido literalmente en
sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4490-18-INA;
Tribunal Constitucional, 2 de octubre de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4610-17-INA). 11. La dignidad de la
persona humana como principio y como norma. En el último tiempo el Excmo. Tribunal Constitucional ha
precisado que: "La dignidad de las personas se irradia en las disposiciones de la Constitución en una
doble dimensión: como principio y como norma positiva" (Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010,
cons. 31º, Rol Nº 1348-2009). Esta interpretación se ha reiterado en sentencia posterior (Tribunal
Constitucional, 6 de agosto de 2010, cons. 88º, Rol Nº 1710-10 INC). Esta opinión no significa más que
reconocer la fuerza normativa de la Constitución, en este caso concreto, en cuanto que la igual dignidad
de las personas no es sólo un "principio" inspirador del ordenamiento jurídico chileno, sino que una norma
jurídica que, por ende, ha de ser aplicada como tal en la solución de eventuales controversias sujetas a
la decisión de los tribunales de justicia. 12. La universalidad de la igual dignidad de las personas. La
igual dignidad reconocida por la Constitución lo es respecto de todo ser humano y por el solo hecho de
serlo: "[E]l sistema institucional vigente en Chile se articula en torno de la dignidad que singulariza a todo
sujeto de la especie humana, siendo menester poner de relieve que si la Carta Política asegura a todas
las personas los derechos fundamentales, lo hace en el entendido de que preexisten a ella" (Tribunal
Constitucional, 8 de septiembre de 2009, cons. 18º, Rol Nº 1287-08), considerando que ha sido reiterado
en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 6 de agosto de 2010, cons. 87º, Rol Nº 1710-
10 INC). 13. La dignidad de la persona humana implica, necesariamente, un trato de respeto sin
distinción alguna. La jurisprudencia constitucional ha identificado como consecuencia esencial de la
dignidad de las personas una obligación de universal de respeto: "[C]abe recordar, primeramente, por ser
base del sistema institucional imperante en Chile, el artículo 1º inciso primero de la Constitución, el cual
dispone que 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos'. Pues bien, la dignidad a la cual
se alude en aquel principio capital de nuestro Código Supremo es la cualidad del ser humano que lo hace
acreedor siempre a un trato de respeto" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 17º, Rol
Nº 389). Y, como consecuencia de la universalidad de la igual dignidad de las personas, ese respeto que
les es inherente no admite diferenciación basada en ningún carácter o condición: "Que, en su inciso
primero, dicho precepto dispone: 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos' realzando
así, como principio fundamental de nuestro orden constitucional, la dignidad del ser humano, la cual
implica que éste ha ser respetado en sí mismo por el solo hecho de serlo, con total independencia de sus
atributos o capacidades personales" (Tribunal Constitucional, 25 de enero de 2005, cons. 24º, Rol Nº 433-
005). En la misma línea se ha reconocido que: "El artículo 1º de la Ley Suprema afirma que 'las personas
nacen libres e iguales en dignidad y derechos', de lo que se sigue que el ser humano, independientemente
de su edad, sexo o condición particular, es acreedor siempre a un trato de respeto" (Tribunal
Constitucional, 18 de abril de 2008, cons. 46º, Rol Nº 740-07). 14. La dignidad de la persona humana
como fundamento de sus derechos. La jurisprudencia constitucional, en un primer momento, destacó
en un lenguaje tradicional que la dignidad de las personas era la "fuente" de sus derechos esenciales y
de sus correspondientes garantías: "[L]a dignidad a la cual se alude en aquel principio capital de nuestro
Código Supremo es la cualidad del ser humano que lo hace acreedor siempre a un trato de respeto,
porque ella es la fuente de los derechos esenciales y de las garantías destinadas a obtener que sean
resguardados" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 17º, Rol Nº 389). Este considerando
fue recordado en sentencias posteriores: "[E]ste Tribunal declaró que la dignidad a la cual se alude en el
inciso primero del artículo 1º de la Constitución Política, que señala que 'las personas nacen libres e
iguales en dignidad y derechos', es la fuente de los derechos esenciales y de las garantías destinadas a
obtener que sean resguardados" (Tribunal Constitucional, 1 de agosto de 2006, cons. 18º, Rol Nº 521).
En una línea similar se declaraba poco tiempo después que: "El artículo 1º, inciso primero, de la
Constitución, proclama que: 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos', principio matriz
del sistema institucional vigente del cual se infiere, con claridad inequívoca, que todo ser humano, sin
distinción ni exclusión, está dotado de esa cualidad, fuente de los derechos fundamentales que se
aseguran en su artículo 19" (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2008, cons. 22º, Rol Nº 976-07),
considerando este que se ha reiterado en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 8 de septiembre
de 2009, cons. 16º, Rol Nº 1287-08; Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010, cons. 27º, Rol Nº 1348-
2009). En un segundo momento situó este carácter de la dignidad de las personas en la perspectiva de la
"fundamentación" de los derechos. Así, genéricamente se declaraba que ella era el "fundamento" de los
derechos inherentes a las personas: "Que, esta cualidad, propia de toda persona, constituye así el
fundamento de todos los derechos que le son inherentes y de las garantías necesarias para resguardarlos"
(Tribunal Constitucional, 25 de enero de 2005, cons. 25º, Rol Nº 433-005). Con mayor claridad en el último
tiempo la jurisprudencia constitucional ha reconocido que es en la dignidad de la persona humana donde
se sitúa la raíz y fundamento de los derechos que le son inherentes y que han sido reconocidos por la
Constitución, pues "la dignidad de la persona corresponde a lo que la doctrina denomina 'fundamentación
de los derechos'" (Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010, cons. 29º, Rol Nº 1348-2009). De ahí que
se haya explicado que es en la dignidad de las personas donde se encuentra la raíz de sus derechos
públicos subjetivos: "De la dignidad que singulariza a toda persona humana se deriva un cúmulo de
atributos, con los que nace y que conserva durante toda su vida. Entre tales atributos se hallan los
derechos públicos subjetivos o facultades que el ordenamiento jurídico le asegura con carácter de
inalienables, imprescriptibles e inviolables en todo momento, lugar y circunstancia. De esos atributos se
nombran aquí, por su vínculo directo con la causa a ser decidida, el derecho a la vida, a la integridad física
y psíquica y a la protección de la salud cuyo ejercicio legítimo la Constitución exige respetar siempre
incluyendo la esencia inafectable de lo garantizado en ellos" (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2008,
cons. 23, Rol Nº 976-07). Este considerando se ha asumido en fallos posteriores (Tribunal Constitucional,
8 de septiembre de 2009, cons. 17º, Rol Nº 1287-08; Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010,
cons. 28º, Rol Nº 1348-2009). En igual línea se ha destacado que es de esa misma dignidad de las
personas de la que nacen sus derechos personalísimos: "[L]os derechos personalísimos o del patrimonio
moral de cada individuo, los cuales emanan de la dignidad personal, como se ha dicho, y son, por su
cualidad de íntimos de cada sujeto, los más cercanos o próximos a esta característica, única y distintiva,
del ser humano. Por tal razón, ellos merecen reconocimiento y protección excepcionalmente categóricos
tanto por la ley, como por los actos de autoridad y las conductas de particulares o las estipulaciones
celebradas entre éstos" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 18º, Rol Nº 389). 15. La
dignidad de las personas como fundamento de la obligación de reparar el daño inferido por la
lesión de derechos fundamentales. No sólo se ha reconocido el papel de la dignidad de las personas
como fundamento de sus derechos inherentes y esenciales sino, también, uno de sus corolarios lógicos:
la obligación de reparar el daño que se le cause por la lesión de tales derechos. En este sentido el
Excmo. Tribunal Constitucional ha declarado: "Que, como es sabido, la responsabilidad civil como deber de
indemnizar el daño inferido a otro es también procedente tratándose de la lesión de un derecho
constitucional. Ello no es sino la aplicación de las bases fundamentales de nuestro ordenamiento
constitucional, configurada por ciertos principios y valores básicos, entre otros, el reconocimiento de la
dignidad intrínseca de la persona humana" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 16º, Rol
Nº 943-07-INA). 16. La dignidad de las personas se expresa singularmente en el "libre desarrollo de
la personalidad". La doctrina y la jurisprudencia constitucional en el último tiempo han asumido la noción
de "libre desarrollo de la personalidad", que es característica entre otros de los ordenamientos español y
colombiano, y que en las bases de la institucionalidad y en el lenguaje constitucional chileno se asemeja
a la "mayor realización espiritual [y material] posible", que todas las personas pueden perseguir. En este
contexto es la dignidad de las personas la que se proyecta en sus decisiones dirigidas a lograr la que
entienden como su mayor realización espiritual, con el solo límite del "pleno respeto a los derechos y
garantías que esta Constitución establece". Así se ha declarado por el Excmo. Tribunal Constitucional: "[Q]ue
el libre desarrollo de la personalidad constituye una expresión de la dignidad de toda persona, que se
encuentra afirmada enfáticamente en el inciso primero del artículo 1º de la Carta Fundamental. Sin
embargo, de lo anterior no puede colegirse que el libre desarrollo de la personalidad constituya
fundamento legítimo para atropellar los derechos de otros seres humanos igualmente dignos. Éste es,
precisamente, el basamento constitucional del derecho penal. Lo que éste trata de resguardar son bienes
jurídicos asociados a derechos de las personas que pueden verse atropellados por la libre expresión de
la personalidad de quien decide actuar en contra del estándar socialmente deseable para una convivencia
pacífica y civilizada. El reproche social se manifiesta, precisamente, en la imposición de una pena a quien
no ejerce su libertad en forma adecuada" (Tribunal Constitucional, 4 de enero de 2011, cons. 51º, Rol
Nº 1683-2010-INA). En esta misma sentencia se recordó por el Excmo. Tribunal Constitucional: "Que esta
Magistratura ha señalado que: '[E]l respeto y protección de la dignidad y de los derechos a la privacidad
de la vida y de las comunicaciones, son base esencial del desarrollo libre de la personalidad de cada
sujeto, así como de su manifestación en la comunidad a través de los grupos intermedios autónomos con
que se estructura la sociedad' (considerando 21º, Rol Nº 389)" (Tribunal Constitucional, 4 de enero de
2011, cons. 36º, Rol Nº 1683-2010-INA). 17. La dignidad de las personas comprende el derecho a la
identidad. La jurisprudencia constitucional, en un primer momento, de manera genérica estableció la
vinculación entre el derecho a la identidad y la dignidad de la persona humana, sin perjuicio de que no
estuviera reconocido expresamente en la Constitución. Así, en 2008 el Excmo. Tribunal Constitucional se
refería incidentalmente a: "[U]n derecho ligado estrechamente al valor de la dignidad humana, cual es el
derecho a la identidad personal. Sobre el particular, ha de tenerse presente que aun cuando la
Constitución chilena no lo reconozca expresamente en su texto, ello no puede constituir un obstáculo para
que el juez constitucional le brinde adecuada protección. Lo anterior, precisamente, por su estrecha
vinculación con la dignidad humana y porque tampoco puede desconocerse que él sí se encuentra
protegido expresamente en diversos tratados internacionales ratificados por Chile y vigentes en nuestro
país, como la Convención sobre los Derechos del Niño (artículo 7º), el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (artículo 24.2) y la Convención Americana de Derechos Humanos (artículo 18)"
(Tribunal Constitucional, 13 de mayo de 2008, cons. 22º, Rol Nº 834-07). En esa misma sentencia
agregaba: "El derecho a la identidad personal comprende —en un sentido amplio— la posibilidad de que
todo ser humano sea uno mismo y no otro y, en un sentido restringido, el derecho de la persona a ser
inscrita inmediatamente después de su nacimiento, a tener un nombre desde que nace y, en la medida
de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos. Desde este punto de vista existe una
estrecha vinculación entre el derecho a la identidad personal y la dignidad humana —piedra angular de
todo el edificio de los derechos fundamentales— pues ésta sólo se afirma cuando la persona goza de la
seguridad de conocer su origen y, sobre esa base, puede aspirar a ser reconocida como tal dentro de la
sociedad" (Tribunal Constitucional, 13 de mayo de 2008, cons. 15º, Rol Nº 834-07). En la misma línea, y
con mayor claridad, ha sostenido en el último tiempo: "Que, forma parte de la dignidad de la persona
humana el derecho a la identidad que, aunque la Constitución no la consagra como derecho, se debe
tener incorporada al concepto de dignidad personal. Por eso, es que todo ser humano desde que nace
tiene derecho al nombre patronímico que, en lo posible responda a su origen biológico, para que todo niño
sepa la familia a la que pertenece y conocer la historia de sus antepasados" (Tribunal Constitucional, 14
de septiembre de 2017, cons. 18º, Rol Nº 3364-17-INA). Esta vinculación establecida por la jurisprudencia
constitucional la ha asumido la Excma. Corte Suprema. "[E]l Tribunal Constitucional, al relacionar el derecho
a la identidad con la dignidad humana, noción esta última que considera como la "piedra angular de todo
el edificio de los derechos fundamentales", concluye que aunque nuestra Carta Fundamental carece de
una referencia o reconocimiento expreso de la identidad como prerrogativa humana básica, ello no
obstaculiza su protección constitucional, debido justamente a la estrecha vinculación entre ambos
conceptos, y, además, por la expresa protección con que cuenta en diversos tratados internacionales
vigentes, en nuestro país (sentencia de 13 de mayo de 2008, antecedentes Rol Nº 834-07) [...] como el
artículo 1 de la Constitución Política de la República establece que las personas nacen libres e iguales en
dignidad y derechos, y el de identidad es uno personalísimo, inherente a toda persona, independiente de
su edad, sexo o condición social, por lo tanto, está íntimamente vinculado a la dignidad humana, la
inferencia lógica es que debe ser considerado entre aquellos derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana a que se refiere el inciso 2º del artículo 5 de la misma, que, conforme a su tenor, se
erigen como límite al ejercicio de la soberanía, imponiendo a los órganos del Estado respetarlos y
promoverlos" (C. Suprema, 19 de diciembre de 2017, cons. 2º y 3º, LegalPublishing: CL/JUR/8084/2017,
Rol Nº 38238-2016). En igual línea ha reiterado que: "[E]l Tribunal Constitucional chileno ha señalado
expresamente la vinculación existente entre el derecho a la identidad y la dignidad de las personas "el
criterio sostenido por esta Magistratura en el sentido de que el derecho a la identidad personal está
estrechamente ligado a la dignidad humana, en cuanto valor que, a partir de su consagración en el
artículo 1º, inciso primero, de la Ley Suprema, constituye la piedra angular de todos los derechos
fundamentales que la Ley Suprema consagra. Asimismo, que aun cuando la Constitución chilena no
reconozca, en su texto, el derecho a la identidad, ello no puede constituir un obstáculo para que el juez
constitucional le brinde adecuada protección, precisamente por su estrecha vinculación con la dignidad
humana y porque se encuentra protegido expresamente en diversos tratados internacionales ratificados
por Chile y vigentes en nuestro país. La estrecha vinculación entre el derecho a la identidad personal y la
dignidad humana es innegable, pues la dignidad sólo se afirma cuando la persona goza de la seguridad
de conocer su origen y, sobre esa base, puede aspirar al reconocimiento social que merece. Desde este
punto de vista, el derecho a la identidad personal goza de un status similar al del derecho a la nacionalidad
del que una persona no puede carecer. Las consideraciones que preceden justifican, precisamente, incluir
el derecho a la identidad personal entre aquellos derechos esenciales a la naturaleza humana a que alude
el artículo 5º, inciso segundo, de la Constitución, y que se erigen como límite de la soberanía, debiendo
los órganos del Estado respetarlos y promoverlos, ya sea que estén asegurados en la propia Carta
Fundamental o en tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes" (T.C. Rol
Nº 1611-10)" (C. Suprema, 29 de mayo de 2018, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/2501/2018, Rol
Nº 70584-2016). Del mismo modo ha reiterado que: "El Tribunal Constitucional, por su parte, ha
relacionado el derecho a la identidad con la dignidad humana, noción esta última que considera como la
"piedra angular de todo el edificio de los derechos fundamentales", concluyendo que no obstante que la
Carta Fundamental carece de una referencia o reconocimiento expreso de la identidad como prerrogativa
humana básica, ello no obstaculiza su protección constitucional, debido justamente a la estrecha
vinculación entre ambos conceptos. Del mismo modo, que goza de un estatuto similar al derecho a la
nacionalidad del que no puede carecer una persona y que se justifica incluir el derecho a la identidad
personal entre aquellos esenciales a la naturaleza humana a que alude al artículo 5, inciso segundo, de
la Carta Fundamental. (sentencias de 13 de mayo de 2008 y 29 de septiembre de 2009, dictadas en
antecedentes Roles Nºs. 834-07 y 1340-09, respectivamente). Con todo, se debe tener presente que el
artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce como elementos de la identidad a la
nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares, y en el artículo 8 impone a los Estados Partes el
compromiso de respetar el derecho del niño a preservar su identidad; que el artículo 19 de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre reconoce a toda persona el derecho a la nacionalidad,
y el artículo 16 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos a todo ser humano, en todas partes,
el derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica. Dicho contexto autoriza colegir que, si bien la
normativa interna no eleva a la categoría de fundamental el derecho a la identidad, en la medida que el
artículo 1º de la Constitución Política de la República establece que las personas nacen libres e iguales
en dignidad y derechos, y el de identidad es uno personalísimo, inherente a toda persona, independiente
de su edad, sexo o condición social, por lo tanto, está íntimamente vinculado a la dignidad humana, debe
ser considerado entre aquellos derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana a que se refiere
el inciso 2º del artículo 5 de la misma, que, conforme a su tenor, se erigen como límite al ejercicio de la
soberanía, imponiendo a los órganos del Estado respetarlos y promoverlos" (C. Suprema, 26 de agosto
de 2019, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/4913/2019, Rol Nº 18707-2018). La Excma. Corte Suprema ha
acudido a estos mismos razonamientos para explicar que ese derecho a la identidad, fundado en la
dignidad de las personas, se extiende a la identidad de género: "[E]specíficamente, en identidad de
género, la Ley Nº 20.609 que establece medidas contra la discriminación, reconoce expresamente la
valoración y protección jurídica de la "identidad de género", prohibiendo discriminaciones sobre tal base,
de conformidad a su artículo 2º inciso primero, y en su artículo 17, que modifica en la línea expresada el
artículo 12 del Código Penal. El derecho a la identidad de género importa que toda persona tiene derecho
al libre desarrollo de su personalidad conforme a éste, con independencia de cuál sea su sexo biológico,
genético, anatómico, morfológico, hormonal, de asignación u otro. Así, este derecho incluye el de ser
identificado de forma que se reconozca plenamente la identidad de género propia y la consonancia entre
esta identidad y el nombre y sexo señalado en los documentos identificatorios de la persona, sean las
actas del Registro de Estado Civil, los documentos de identidad, electorales, de viaje u otros. Undécimo:
Que es en estas situaciones, donde los principios constitucionales y legales entran en juego en un Estado
de Derecho, en cumplimiento del mandato del inciso cuarto del artículo 1º de la Constitución, de
encontrarse el Estado al servicio de la persona humana, contribuyendo a crear las condiciones sociales
para el mayor desarrollo personal de tipo material y espiritual posible. En este tipo de situaciones
especiales es donde habrá de primar la faz de la identidad de género, precisamente como eje esencial en
el autorreconocimiento como persona singular y frente a la sociedad. En definitiva, si actualmente la ley
permite el cambio de nombre y, a la vez, prescribe que el nombre debe ajustarse al sexo, entonces se
concluye que todo cambio de nombre debe respetar la realidad que le sirve de parámetro y, si tal realidad
se encuentra consignada equivocadamente, debe ser corregido el instrumento respectivo, junto a la
modificación del nombre. Por lo expuesto es que, sin perjuicio de no existir norma legal expresa que
faculte el cambio de sexo registral, como sí ocurre respecto del cambio de nombre, no proceder de la
forma señalada importaría, como la jurisprudencia ha reiterado, una afectación de las obligaciones
contenidas en los tratados internacionales y de los principios constitucionales y legales antes señalados
en perjuicio de la solicitante" (C. Suprema, 29 de mayo de 2018, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/2501/2018, Rol Nº 70584-2016). 18. La dignidad de las personas ligada al
respeto de la vida privada de las personas. Como corolario de hallarse en la dignidad de las personas
el fundamento de sus derechos, se ha declarado que: "[L]a Carta Fundamental asegura a todas las
personas, sin distinción ni exclusión alguna, en su artículo 19 Nº 4 inciso primero, 'El respeto y protección
a la vida privada y pública y a la honra de la persona y de su familia'. En tal sentido considera esta
Magistratura necesario realzar la relación sustancial, clara y directa, que existe entre la dignidad de la
persona, por una parte, y su proyección inmediata en la vida privada de ella y de su familia, por otra,
circunstancia que vuelve indispensable cautelar, mediante el respeto y la protección debidas, ese ámbito
reservado de la vida, en el cual no es lícito penetrar sin el consentimiento del afectado, de un lado, o por
decisión de la autoridad fundada en la ley que hubiere sido dictada con sujeción a la Constitución, de otro"
(Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 18º, Rol Nº 389). Este considerando ha sido
recordado en sentencias posteriores: "[E]ste Tribunal realzó, en esa misma sentencia, la relación
sustancial, clara y directa, que existe entre la dignidad de la persona, por una parte, y su proyección
inmediata en la vida privada de ella y de su familia, aseguradas en el artículo 19 Nº 4 de la Carta
Fundamental, como en lo que respecta a la inviolabilidad de las comunicaciones, garantizada en el Nº 5
de esa misma norma, por la otra" (Tribunal Constitucional, 1 de agosto de 2006, cons. 19º, Rol
Nº 521). 19. La dignidad de las personas y el derecho a la honra. La jurisprudencia constitucional ha
vinculado directamente el derecho a la honra con la dignidad de las personas, y de su conexión ha extraído
varias conclusiones de interés. 19.1. El derecho a la honra es una emanación directa de la dignidad
de las personas. En este sentido se ha pronunciado de manera reiterada y constante el Excmo. Tribunal
Constitucional. En sentencia de 2008 ha afirmado que: "Como se aprecia del contexto del debate habido
en la Comisión de Estudio, el derecho a la honra, cuyo respeto y protección la Constitución asegura a
todas las personas, alude a la 'reputación', al 'prestigio' o el 'buen nombre' de todas las personas, como
ordinariamente se entienden estos términos, más que al sentimiento íntimo del propio valer o a la dignidad
especial o gloria alcanzada por algunos. Por su naturaleza es, así, un derecho que emana directamente
de la dignidad con que nace la persona humana" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 25º,
Rol Nº 943-07-INA). Este razonamiento se ha reiterado en sentencias posteriores del mismo tribunal
(Tribunal Constitucional, 16 de abril de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1185-08-INA; Tribunal Constitucional, 22 de
octubre de 2019, cons. 7º, Rol Nº 7004-19-INA). En igual orientación, la citada sentencia de 2008 insistió
en que el derecho a la honra había de verse como una expresión de la dignidad humana, ligada, también,
a su derecho a la integridad psíquica: "[Q]ue el respeto y protección del derecho a la honra, que asegura
la Constitución, es sinónimo de derecho al respeto y protección del 'buen nombre' de una persona,
derecho de carácter personalísimo que es expresión de la dignidad humana consagrada en su artículo 1º,
que se vincula, también, con el derecho a la integridad psíquica de la persona, asegurado por el Nº 1 de
su artículo 19 [...]" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 27º, Rol Nº 943-07-INA), ideas
reiteradas en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 16 de abril de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1185-
08-INA; Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol Nº 7004-19-INA). 19.2. El derecho a
la honra es un derecho personalísimo, esencial a la propia naturaleza humana, que no puede ser
negado o desconocido. En esta perspectiva se ha declarado que el derecho a la honra es: "[U]n derecho
personalísimo que forma parte del acervo moral o espiritual de todo hombre y mujer, que no puede ser
negado o desconocido por tratarse de un derecho esencial propio de la naturaleza humana" (Tribunal
Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 25º, Rol Nº 943-07-INA). Este considerando se ha recibido
literalmente en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol
Nº 7004-19-INA). 19.3. La dignidad de las personas, en las que se funda el derecho a la honra, lo
constituye en un derecho que, por sí mismo, carece de valor económico, pero ello no obsta a la
indemnización cuando ha sido lesionado. El derecho a la honra, en el sentido en el que se ha
desenvuelto en la jurisprudencia constitucional, se concibe como algo "inestimable", en la misma
orientación con la que en Occidente desde antiguo se ha considerado a la persona y su libertad
(inaestimabilis res). No es sólo que carezca, por sí mismo, de un contenido económico, sino que mucho
más que eso, se trata de algo "inestimable", pues la propia dignidad de las personas, es imposible de ser
estimada económicamente. El Excmo. Tribunal Constitucional se ha pronunciado en esta línea cuando ha
sostenido: "Que el derecho a la honra, por su esencia espiritual y moral como emanación de la dignidad
de la persona humana, carente de materialidad, no posee en sí mismo valor económico o patrimonial, por
lo que el resultado dañino de los atentados en su contra se traducirá, ordinariamente, en sufrimientos o
mortificaciones de igual carácter, esto es, en daño moral, aunque eventualmente, en ciertos casos, pueda
adquirir alguna significación económica susceptible de ser calificada de daño patrimonial" (Tribunal
Constitucional, 6 de junio de 2017, cons. 14º, Rol Nº 3194-16-INA; (Tribunal Constitucional, 22 de octubre
de 2019, cons. 15º, Rol Nº 7004-19-INA). Situado en la cuestión tocante a la indemnización por la lesión
al derecho a la honra, el mismo Tribunal se ha esforzado por justificarla, a pesar de su entidad inestimable.
Lo ha hecho con mayores matices en sentencias posteriores a la ya citada de 2008, si bien en todas ellas
se asumen las consideraciones básicas realizadas en ella: "[S]e concluyó que se trata de un derecho de
carácter personalísimo que es expresión de la dignidad humana consagrada en el artículo 1º de la
Constitución, que se vincula, también, con el derecho a la integridad psíquica de la persona asegurado
por el Nº 1º de su artículo 19, pues las consecuencias de su desconocimiento, atropello o violación, si bien
pueden significar, en ocasiones, una pérdida o menoscabo de carácter patrimonial más o menos concreto
(si se pone en duda o desconoce la honradez de un comerciante o de un banquero, por ejemplo), la
generalidad de las veces acarrea más que nada una mortificación de carácter psíquico, un dolor espiritual,
un menoscabo moral carente de significación económica mensurable objetivamente, que, en concepto del
que lo padece, no podría ser reemplazado o compensado con una suma de dinero, tratándose en
definitiva, de un bien espiritual, no obstante tener en ocasiones un valor económico" (Tribunal
Constitucional, 16 de abril de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1185-08-INA). Esta consideración se ha reproducido
literalmente en sentencias más recientes (Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol
Nº 7004-19-INA). 20. La dignidad de las personas ligada a la inviolabilidad del hogar y toda forma
de comunicación privada. Del mismo modo se ha declarado: "Que se asegura, asimismo y con idéntica
amplitud, en el numeral 5 de aquel artículo 19, 'La inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación
privada', puntualizándose que las comunicaciones y documentos privados pueden interceptarse, abrirse
o registrarse en los casos y formas determinados por la ley. Nuevamente, estima esta Magistratura
oportuno destacar el ligamen que existe entre la dignidad de la persona y el ejercicio de este derecho
esencial, pues la inviolabilidad de las comunicaciones privadas debe ser considerada una extensión,
lógica e inevitable, sobre todo en la vida moderna, del carácter personalísimo o reservado que tienen ellas
como base de la libertad individual y su proyección en los más diversos aspectos de la convivencia"
(Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 19º, Rol Nº 389). 21. Dignidad de las personas y
presunción de inocencia. Es este un corolario concreto de la ya citada concepción de la dignidad de las
personas como fundamento de sus derechos: "Que la prohibición de presumir de derecho la
responsabilidad penal constituye 'un principio que es concreción de la dignidad de la persona humana,
consagrada como valor supremo en el artículo 1º de la Constitución Política, y del derecho a la defensa
en el marco de un debido proceso, en los términos que reconoce y ampara el artículo 19 Nº 3 de la Ley
Fundamental', como esta Magistratura sentenció en fallo recaído sobre la causa Rol Nº 519-2006"
(Tribunal Constitucional, 18 de diciembre de 2007, cons. 21º, Rol Nº 787-07-INA). Este considerando ha
sido reiterado en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 24 de enero de 2008, cons. 21, Rol
Nº 797-07-INA; Tribunal Constitucional, 6 de marzo de 2008, cons. 24, Rol Nº 829-07-INA). En la misma
línea se ha sostenido que en la dignidad de las personas descansa el principio de culpabilidad: "El principio
de dignidad humana (artículo 1º, inciso 1º, de la Constitución), que está en la base del principio de
culpabilidad" (Tribunal Constitucional, 21 de enero de 2020, cons. 10º, Rol Nº 7814-19-INA). 22. Dignidad
de las personas y principio de proporcionalidad de las penas. Se ha reconocido por la jurisprudencia
constitucional la estrecha relación que existe entre la dignidad de las personas y el principio de
proporcionalidad que informa el sistema penal: "[B]ajo un prisma de los principios informadores del
sistema de penas en nuestro ordenamiento jurídico, cuatro principios lo reglan: legalidad,
proporcionalidad, resocialización y humanización. Desde luego el de proporcionalidad, que se vincula con
la exigencia de que la dignidad de la persona humana y los derechos que le son inherentes constituyan
el fundamento del orden político y social de la nación, nos lleva a sostener que la pena que se imponga
deba ser la más idónea para cumplir con los fines de la prevención del delito" (Tribunal Constitucional, 2
de octubre de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4610-17-INA). 23. Dignidad de las personas y correcto
funcionamiento de los servicios de televisión. Por la vía de la protección constitucional se ha
declarado: "Que el respeto por la "dignidad humana" forma parte del "correcto funcionamiento" de los
servicios de televisión sin que se precise de una definición normativa por el organismo fiscalizador ni por
la ley para que resulte exigible dicho respeto, pues la "dignidad humana" constituye un valor cuyos
contornos son fácil y claramente discernibles por diferentes cuerpos normativos, partiendo por la propia
Carta Fundamental, mediante el desarrollo de derechos fundamentales que garantiza y los instrumentos
internacionales atingentes, hasta diversos cuerpos legales entre los que cabe destacar la propia Ley
Nº 19.733" (C. Apelaciones de Santiago, 14 de julio de 2014, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/4475/2014, Rol Nº 1225-2014). 24. Dignidad de las personas y protección de
la identidad de los menores vinculados a la comisión de un delito. Como corolario de lo señalado en
el número anterior, la jurisprudencia ha destacado el papel que desempeña la dignidad de las personas,
en particular cuando se trata de menores, pues en ella se enraíza la protección que se les ha de dispensar.
Se ha declarado así: "Que la expresión dignidad relativa a la persona humana, es de tal importancia en
nuestro sistema jurídico que se haya en el primer artículo de la Constitución Política de la República que
dispone: "Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos", ubicándose además éste dentro
del Capítulo I que sintetiza las normas, valores y principios trascendentales sobre los que se asienta la
estructura jurídica del Estado de Chile, las que por su carácter de norma jurídica y relevancia, no es posible
negar su conocimiento ni su alcance. Cuarto: Que la dignidad no está definida por el constituyente ni por
el legislador chileno. Siguiendo al Profesor Humberto Nogueira Alcalá (Derechos Fundamentales y
Garantías Constitucionales, Tomo I, editorial Librotecnia, 2007, páginas 13 a 20) la dignidad de las
personas es "un rasgo distintivo de los seres humanos respecto de los demás seres vivos", siendo una
"calidad integrante e irrenunciable de la condición humana", la que "constituye a una persona como un fin
en sí misma, impidiendo que sea considerada un instrumento o medio para otro fin", dotándola de la
posibilidad del pleno desarrollo de la personalidad humana. Quinto: La dignidad humana implica el
necesario reconocimiento de que todos los seres humanos, en su calidad de tal, son iguales entre sí,
principio al que se integran todos los derechos fundamentales reconocidos constitucionalmente, por lo
que la "negación o el desconocimiento de uno, de algunos o de todos estos derechos significa la negación
y el desconocimiento de la dignidad humana en su ineludible e integral generalidad". (La Dignidad Humana
en los Instrumentos Internacionales sobre Derechos Humanos, Héctor Gros Espiell, Anuario de Derechos
Humanos. Nueva Época. Universidad Complutense, Madrid, Vol. 4. 2003, página 198). Sexto: Que en
consecuencia, por su importancia en nuestro ordenamiento jurídico, no es posible sostener que los
contornos jurídicos de la dignidad de la persona son vagos, toda vez que su respeto se encuentra en la
observancia de los Derechos Humanos. En este sentido, el artículo 33 de la Ley Nº 19.733 que prohíbe
la divulgación de la identidad de los menores de edad que se encuentran vinculados a un delito,
únicamente es un ejemplo de consagración legal de la forma como se debe actuar en general para
resguardar sus derechos a la vida privada, honra y reputación conforme a las disposiciones de la
Convención de los Derechos del Niño (Tratado Internacional ratificado por Chile y promulgada el 27 de
septiembre de 1990) y que los órganos administrativos del Estado están llamados a proteger"
(C. Apelaciones de Santiago, 5 de julio de 2013, cons. 3º a 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1473/2013, Rol
Nº 1352-2013).

IV. LA IGUALDAD JURÍDICA DE LAS PERSONAS. La jurisprudencia constitucional ha forjado una interpretación
de la igualdad jurídica de las personas, en estrecha relación con la cuestión relativa a la "no
discriminación". 25. Igualdad de las personas y no discriminación. Por lo que aquí importa ha de
tenerse en cuenta que esa doctrina se compendia, entre otros, en el siguiente considerando: "Que, como
ha señalado reiteradamente esta Magistratura, 'la garantía jurídica de la igualdad supone, entonces, la
diferenciación razonable entre quienes no se encuentren en la misma condición; pues no se impide que
la legislación contemple en forma distinta situaciones diferentes, siempre que la discriminación no sea
arbitraria ni responda a un propósito de hostilidad contra determinada persona o grupo de personas, o
importe indebido favor o privilegio personal o de grupo, debiendo quedar suficientemente claro que el
legislador, en ejercicio de sus potestades, puede establecer regímenes especiales, diferenciados y
desiguales, siempre que ello no revista el carácter de arbitrario' (Roles Nºs. 986 y 1414)" (Tribunal
Constitucional, 4 de enero de 2011, voto de minoría cons. 34º, Rol Nº 1683-2010-INA). 26. La igual
dignidad y derechos en la que nacen las personas funda el principio de igualdad ante la ley. El
principio de la igualdad ante la ley tiene por causa la base de la institucionalidad que reconoce que las
personas nacen libres e iguales en dignidad y derecho. En este sentido se ha afincado en la jurisprudencia
sentada por el Excmo. Tribunal Constitucional: "[Q]ue el principio de igualdad ante la ley impide que las
normas jurídicas traten en forma distinta a personas que se encuentran en las mismas circunstancias. Se
debe tener las mismas consideraciones con todos aquellos que son iguales, y en forma desigual a quienes
no lo sean (STC Rol Nº 811 c. 18), principio que arranca del aserto de que las personas nacen libres e
iguales en dignidad y derechos" (Tribunal Constitucional, 2 de enero de 2020, cons. 28º, Rol Nº 7203-
2019). 27. Ninguna diferencia de trato por parte de la ley puede fundarse en el desconocimiento de
su igual dignidad y derechos. Esta idea ha sido defendida por el Excmo. Tribunal Constitucional, aunque
con una redacción poco feliz. En efecto, ha declarado que: "Se debe tener las mismas consideraciones
con todos aquellos que son iguales, y en forma desigual a quienes no lo sean (STC Rol Nº 811 c. 18),
principio que arranca del aserto de que las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos. De
tal manera que, la única desigualdad aceptable es aquella que no proviene de la naturaleza del ser
humano" (Tribunal Constitucional, 2 de enero de 2020, cons. 28º, Rol Nº 7203-2019). Lo que ha querido
afirmar es que, si el ordenamiento jurídico tolera diferencias de trato, éstas no pueden implicar el
desconocimiento de su igual dignidad y derechos, pues esta igualdad es inherente a la naturaleza de las
personas. 28. Igualdad de las personas y personas vulnerables. En el último tiempo la jurisprudencia
de los tribunales ordinarios ha comenzado a hacerse cargo de la cuestión tocante a cómo ha de
entenderse la igualdad jurídica de las personas en relación con las personas vulnerables y con el principio
de subsidiariedad del Estado. Sobre esto se ha afirmado que el principio de subsidiariedad del Estado no
implica que éste no haya de desarrollar una especial actuación de cara a las personas vulnerables. Así
se ha declarado por la Excma. Corte Suprema que: "El artículo primero inciso primero de la Carta Política
dispone: 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos', de esta forma libertad, igualdad y
dignidad, además de la vida misma, son las principales garantías y derechos, consustanciales a todo
individuo para desarrollarse en sociedad, conforme a la mayor realización espiritual y material posible,
propendiendo siempre al bien común, para lo cual la autoridad respetará el principio de subsidiariedad,
sin dejar de atender a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad" (C. Suprema, 30 de
septiembre de 2013, cons. 16º, LegalPublishing: CL/JUR/2145/2013, Rol Nº 346-2013; C. Suprema, 7 de
septiembre de 2012, cons. 74º, LegalPublishing: CL/JUR/2002/2012, Rol Nº 2578-2012).

V. LA FAMILIA COMO NÚCLEO FUNDAMENTAL DE LA SOCIEDAD. El inciso 2º de este artículo 1º de


la Constitución tiene su origen más próximo en el artículo 2º inciso 3º del Acta Constitucional número 2 de
1976, que rezaba: "La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. El Estado la protegerá y
propenderá a su fortalecimiento". La citada concepción hallaba su fuente mediata en la parte inicial del
artículo 16.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que señala que: "La familia
es el elemento natural y fundamental de la sociedad". En efecto, el constituyente, a propósito de esta
disposición, dejó constancia de haber tenido presentes como fuentes a las siguientes: Declaración de
Principios de la Honorable Junta de Gobierno, de 11 de marzo de 1974; el Acta Constitucional número 2,
de 13 de septiembre de 1976; la Sesión 191 de la Comisión Constituyente celebrada el 18 de marzo de
1976; el Informe de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución Política, contenida en Sesión 416
de 5 de octubre de 1978; y la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. El contenido del
inciso 2º de este artículo es, en términos generales, coincidente no sólo con la citada Declaración
Universal de los Derechos Humanos, sino también con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, cuyo artículo 23.1 en su paso inicial reitera sin variación alguna el texto de la referida Declaración
universal; con la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, que en su artículo VI
entiende a la familia como "elemento fundamental de la sociedad"; y con la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que en el primer período de su artículo 17.1 reitera a la letra el texto de la Declaración
universal. La jurisprudencia constitucional y la de los tribunales ordinarios de justicia, no sin vacilaciones,
en las escasas ocasiones en las que ha abordado directamente la cuestión de la posición de la familia
como núcleo fundamental de la sociedad, ha sostenido algunas opiniones que interesan, de cara al
régimen jurídico de las personas y de la familia. 29. La sociabilidad como inherente a las personas y
su expresión en la familia. La jurisprudencia constitucional ha precisado que: "Sin perjuicio de las
características de seres dignos, libres e iguales, que fluyen del contenido del primero de los preceptos de
la Carta Fundamental, y que singularizan a toda persona, debe considerarse la sociabilidad que le es
inherente y que constitucionalmente se expresa en que 'la familia es el núcleo fundamental de la sociedad'
(inciso segundo del artículo 1º) y que 'el Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de
los cuales se organiza y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus
propios fines específicos' (inciso tercero del artículo 1º)" (Tribunal Constitucional, 18 de abril de 2008,
cons. 46º, Rol Nº 740-07). 30. La interpretación de lo que ha de entenderse por familia ligada a la
consecución de la mayor efectividad de los derechos fundamentales. En el contexto de la declaración
constitucional de constituir la familia el núcleo fundamental de la sociedad, una reciente opinión de los
tribunales ordinarios de justicia ha destacado que la noción de "familia" debe recibir una interpretación
amplia, de manera que se logre la mayor efectividad posible de los derechos y garantías constitucionales.
De este modo, ella no ha de entenderse como únicamente vinculada al matrimonio: "Uno de los derechos
humanos fundamentales, establecidos en el ámbito nacional e internacional, es el derecho de fundar una
familia. De acuerdo con el artículo 16, párrafo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de
1948, los hombres y mujeres tienen derecho a casarse y fundar una familia, sin restricción alguna por
motivos de raza, nacionalidad o religión. Esta disposición ha sido ampliada por el artículo 17, párrafo 1 de
la Convención Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos de 1966, estableciéndose que "nadie será
objeto de interferencias arbitrarias o ilegales en su... familia" y que "la familia es el elemento natural y
fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado" (artículo 23,
párrafo 1), precisándose en su artículo 2º que tales derechos deben ser respetados y garantizados por
los Estados Partes a todas las personas que se encuentren en su territorio "sin distinción alguna". Sigue
a ello indicar que la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, de 1989, en su
artículo 8º, párrafo 1, estipula la obligación de los Estados Partes de respetar el derecho del niño a
preservar, entre otras cosas, sus "relaciones familiares, en conformidad con la ley sin injerencias ilícitas";
su artículo 9º, párrafo 1, consagra un derecho de importancia capital para estos efectos, en los términos
siguientes: "Los Estados Partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad
de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de
conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en interés superior
del niño...". A su vez, la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los
Trabajadores Migrantes y Miembros de su Familia, de 1990, prescribe en su artículo 4º que "el término
'familiares' se refiere a las personas casadas con trabajadores migratorios o que mantengan con ellos una
relación que, de conformidad con el derecho aplicable, produzca efectos equivalentes al matrimonio, así
como a los hijos a su cargo y a otras personas a su cargo reconocidas como familiares por la legislación
aplicable o por acuerdos bilaterales o multilaterales aplicables entre los Estados de que se trate". En lo
que interesa especialmente, al estar involucrados derechos fundamentales, el concepto de "familia" debe
recibir siempre una interpretación amplia, porque sólo de esa manera pueden asegurarse efectivamente
los derechos fundamentales. Así, la expresión "familia" no alude únicamente a la existencia de matrimonio,
ni siquiera de la cohabitación. Comprende, en general, las relaciones entre dos personas, entre padres e
hijos, con exigencias mínimas de lazos de vida, vinculaciones de dependencia económica, relación directa
y regular, etcétera" (C. Apelaciones de Santiago, 21 de enero de 2013,
cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/145/2013, Rol Nº 19-2013). 31. Una jurisprudencia que tiende a un
concepto amplio de familia, que incorpora la noción de afectividad. La Excma. Corte Suprema, sobre la
base de las reformas legales recientes, como la que introdujo el acuerdo de unión civil, ha declarado en
alguna sentencia, que estima que la noción que de la familia existe en el actual derecho chileno no se
restringe al matrimonio y al parentesco, sino que se extiende a los lazos de afectividad, sin que, en todo
caso, haya hasta el día realizado mayor esfuerzo por precisar los caracteres de esa afectividad, que son
capaces de dotar del carácter de familiar a una cierta pluralidad de personas. Ha declarado, así: "[P]ara
esta Corte la concepción que de familia debe asumirse en la actualidad, dada las diversas formas en que
las personas se relacionan para la concreción de las metas propias de la convivencia, no es la tradicional
restringida que se funda únicamente en el vínculo de parentesco, comprendiendo a las personas unidas
por matrimonio y a sus hijos, sino aquella que incluye o considera también a las personas unidas por lazos
de afecto, esto es, una noción extendida o amplia" (C. Suprema, 21 de noviembre de 2018, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/6511/2018, Rol Nº 3613-2018). 32. La adopción en el contexto de la familia
como núcleo fundamental de la sociedad. La Excma. Corte Suprema ha interpretado la disciplina legal de
la adopción, como necesariamente ligada a las bases constitucionales de la familia reconocidas en el
artículo 1º de la Constitución Política de la República: "El artículo 1º de la Carta Fundamental, proclama
que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y que el Estado está al servicio de la persona
humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones
sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor
realización espiritual y material posible, con pleno respeto de los derechos y garantías que la Constitución
establece. Las aspiraciones del constituyente, en relación a los más desvalidos como son los menores,
se manifiesta entre otras formas en la consagración del estatuto legal de la adopción, fuente de filiación
y, por ende, del conjunto de deberes funciones que de esta se derivan, cuyo sustento en último término
se encuentra en el instituto de la familia" (C. Suprema, 16 de septiembre de 2010, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/16842/2010, Rol Nº 2556-2010).

VI. LOS DEBERES DEL ESTADO Y LA PROTECCIÓN DE LA FAMILIA Y SU FORTALECIMIENTO . La jurisprudencia


constitucional ha advertido que en las bases de la institucionalidad no sólo se presta reconocimiento a la
familia (inciso 2º de este artículo 1º), sino que, además, se la sitúa como objeto de protección y de
promoción: "[D]entro de nuestro ordenamiento, existe una consideración especial por la familia y la debida
protección que ésta debe tener. Así, dentro de las Bases de la Institucionalidad, el constituyente reconoció
a la familia como núcleo fundamental de la sociedad (artículo 1º, inciso segundo). Sin embargo, no sólo
le brinda reconocimiento sino además protección, ya que el artículo 1º, inciso quinto, de la Constitución
establece que dentro de los deberes del Estado figura la protección de la población y de la familia,
debiendo además propender al fortalecimiento de esta última. Con ello, el mandato para el legislador es
claro: no sólo se reconoce la existencia de la familia como objeto de protección, sino que los esfuerzos
deben encauzarse también hacia su fortalecimiento. Por cierto, la protección y fortalecimiento de la familia
están directamente relacionados con la integridad de las personas, tanto en su ámbito físico como
psíquico, garantía consagrada en el artículo 19, Nº 1º, de la Constitución" (Tribunal Constitucional, 12 de
abril de 2016, cons. 15º, Rol Nº 2867-15-INA). 33. La Constitución establece para todos los poderes
del Estado un mandato de protección y de fortalecimiento de la familia. Así se ha señalado por el
Excmo. Tribunal Constitucional: "En cuanto deber estatal, la protección de la familia alcanza a la función
legislativa, ejecutiva y, especialmente, judicial. En todos estos ámbitos, se debe velar no sólo por la
protección actual de la familia sino por su permanencia hacia el futuro (Vivanco, Ángela, Curso de Derecho
Constitucional, Tomo II, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2006, pág. 74). Además, al
tratarse de una institución fundamental dentro de la sociedad, permanente y no efímera (Cea Egaña, José
Luis, Derecho Constitucional Chileno, Tomo I, págs. 173 y 174), su protección debe gozar de las mismas
características. Finalmente, cabe añadir que la protección y el fortalecimiento de la familia, como deberes
del Estado, son consecuencia de haberla declarado, en el inciso segundo del artículo 1º, núcleo
fundamental de la sociedad" (Tribunal Constitucional, 12 de abril de 2016, cons. 15º, Rol Nº 2867-15-INA).
En una serie de materias ha concretado la jurisprudencia el deber del Estado de dar protección a la familia
y de propender a su fortalecimiento. Por lo que más interesa a su régimen jurídico y al de las personas
aquí se tratará de algunas de ellas. 34. De la protección de la familia y el mantenimiento de la familia
de origen en la adopción. La jurisprudencia constitucional ha recalcado que el deber estatal de dar
protección a la familia y de propender a su fortalecimiento se alza como un criterio rector para
contextualizar el interés superior del menor, en cuanto que en la adopción se trata de ponderar una
situación en la que ha de ponderarse la eventual substitución de la familia de origen del adoptado por un
nuevo núcleo familiar: "La protección y fortalecimiento de la familia, como mandato para el legislador,
resulta un criterio de absoluta trascendencia en el requerimiento materia de autos. Permite una
interpretación contextualizada del principio del interés superior del niño en aquellos casos en que está en
juego la separación de menores de su actual núcleo familiar y la sustitución de éste por uno nuevo, con
las consecuencias que ello podría significar en su crianza y desarrollo personal" (Tribunal Constitucional,
12 de abril de 2016, cons. 15º, Rol Nº 2867-15-INA). En esta misma orientación ya se habían inclinado los
tribunales ordinarios. Así, se había hecho presente que: "[L]a propia obligación de velar por el interés
superior del menor, se centra en que se haga todo lo posible para desarrollar una vinculación sana con
su padre, sin prescindir de su filiación de origen, pues ello significa privarlo de su propia historia e identidad
personal [...] Que cabe considerar, además, que el Estado tiene la obligación de adoptar las medidas
necesarias para la protección de la familia, a la cual reconoce como núcleo fundamental de la sociedad,
conforme lo dispone el artículo 1º de la Constitución Política de la República, lo que implica realizar todas
las acciones tendientes a procurar que ella se mantenga" (C. Apelaciones de Valparaíso, 9 de octubre de
2012, cons. 7º y 8º. LegalPublishing: CL/JUR/2257/2012, Rol Nº 470-2012). Igualmente se había precisado
que: "[S]i bien es efectivo que las destrezas parentales no están debidamente desarrolladas para
satisfacer las necesidades de estímulo y afecto que necesita [el menor] para su desarrollo físico, social,
afectivo y espiritual, se debe tener presente que es el Estado, a través de los organismos pertinentes, el
que debe adoptar las medidas destinadas a fortalecerlas mediante la incorporación de los padres a
programas específicos, pues, de acuerdo a lo que dispone el artículo 1º inciso 2º de la Constitución
Política de la República, la familia es el núcleo fundamental de la sociedad; porque así lo aconseja el
'interés superior del niño, niña o adolescente', principio rector que debe inspirar las decisiones judiciales
y administrativas; y, por último, porque la adopción, según lo dispone el artículo 1º inciso 2º de la Ley
Nº 19.260, sólo procede cuando la familia de origen del menor que se pretende someter a un proceso de
adopción, se encuentra incapacitada para brindarle lo necesario para su desarrollo pleno en todos los
ámbitos de la vida" (C. Apelaciones de Santiago, 2 de octubre de 2012, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/2168/2012, Rol Nº 932-2012). 35. De la protección de la unidad de la familia
y los decretos de expulsión de inmigrantes. La jurisprudencia de la Excma. Corte Suprema ha tendido a
consolidar en el último tiempo una opinión conforme a la cual, el deber del Estado de dar protección a la
familia es una especial consideración que ha de tenerse en cuenta en el momento de juzgar la legalidad
o arbitrariedad de los decretos de expulsión de inmigrantes del territorio nacional, especialmente si el
afectado por la medida es padre o madre de niños, todo ello en el contexto de los deberes que la
Convención de los Derechos del Niño impone al Estado. En tal sentido se ha declarado que el decreto de
expulsión del territorio nacional dictado en contra de una mujer, residente legalmente en el país, por haber
sido condenada por el delito de tráfico de estupefacientes, la que se encontraba casada con un chileno y
era madre de una hija, también chilena, se torna ilegal por el hecho de afectar lo dispuesto en el artículo 1º
de la Constitución Política de la República que establece que la familia es el núcleo fundamental de la
sociedad, siendo deber del Estado dar protección a la población y a la familia, así como propender al
fortalecimiento de ésta, derechos estos que también están consagrados en diversos tratados
internacionales relativos a la protección de la familia, motivo por el que, en caso de llevarse a efecto la
medida de expulsión del país, se producirá la disgregación del núcleo familiar de la afectada (C. Suprema,
28 de agosto de 2006, LegalPublishing: CL/JUR/5535/2006, Rol Nº 3793-2006). En la misma línea se ha
declarado que: "[N]o es posible desatender las circunstancias personales y familiares de la reclamante,
persona que tiene una pareja estable y dos hijos menores de edad, uno de ellos de nacionalidad chilena
con problemas de salud que han requerido de hospitalización, de manera que de ejecutarse la medida
ciertamente se transgrede el interés superior de tales menores, al dictaminarse una medida que implicará
la separación de su madre y perturbará su identidad familiar y nacional, infringiendo los deberes que se
imponen para los Estados en los artículos 3.1, 7.1, 8.1 y 9.1 de la Convención de los Derechos del Niño;
y se afecta lo dispuesto en el artículo 1º de la Constitución Política de la República que establece que la
familia es el núcleo fundamental de la sociedad, siendo deber del Estado dar protección a la población y
a la familia, así como propender al fortalecimiento de ésta" (C. Suprema, 23 de enero de 2013, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/162/2013, Rol Nº 400-2013). Se ha seguido el mismo razonamiento para acoger
un recurso de amparo presentado por un extranjero, respecto de quien se había decretado su expulsión
del país por hallarse vencida la visa de trabajo que se le había concedido y por haber sido condenado por
el delito de usurpación de identidad: "[N]o es posible desatender las circunstancias personales y familiares
del amparado, quien tiene una pareja estable y un hijo menor de edad de nacionalidad chilena, de manera
que de ejecutarse la medida ciertamente transgrede el interés superior del menor, pues implicará la
separación de su padre y perturbará su identidad familiar y nacional, infringiendo los deberes que se
imponen para los Estados en los artículos 3.1, 7.1, 8.1 y 9.1 de la Convención de los Derechos del Niño;
y se afecta lo dispuesto en el artículo 1º de la Constitución Política de la República que establece que la
familia es el núcleo fundamental de la sociedad, siendo deber del Estado dar protección a la población y
a la familia, así como propender al fortalecimiento de ésta [...] Que, en consecuencia, los fundamentos
que se han invocado por la autoridad carecen de proporcionalidad en relación con la naturaleza, gravedad
y ámbito de las infracciones sancionadas, y considerando la afectación que de manera irremediable
producirá en su medio familiar, son motivos suficientes para revocar el fallo apelado" (C. Suprema, 23 de
marzo de 2015, cons. 6º y 7º, LegalPublishing: CL/JUR/1576/2015, Rol Nº 3694-2015). En igual
orientación, se ha declarado que la posición constitucional de la familia y los deberes estatales en relación
con ella, constituyen uno de los límites que restringen la facultad del Estado de expulsar a las personas
de su territorio: "Existen ciertos derechos particularmente atinentes en el contexto de la migración. Entre
ellos, por ejemplo, el derecho a la libertad de movimiento, el derecho a buscar asilo, el derecho a la
nacionalidad, el derecho a la unidad familiar y el interés superior de los menores. Nuestra Carta
Fundamental —en el primero de sus artículos— proclama que "la familia es el núcleo fundamental de la
sociedad". Se precisa en su artículo 5º que el ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto
de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, asumiéndose la obligación de respetar
y promover aquellos que la misma Constitución Política de la República asegura —como se dijo— "a todas
las personas", sin distingos de ningún tipo y también los que garantizan tratados internacionales ratificados
por Chile. Los instrumentos de derechos humanos —integrados de ese modo al ordenamiento
fundamental— protegen la unidad familiar, reconociéndola como núcleo fundamental de la sociedad. Por
lo tanto, todos esos derechos se erigen en limitaciones a la facultad que tiene el Estado de remover a un
extranjero de su territorio" (C. Apelaciones de Santiago, 21 de enero de 2013, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/145/2013, Rol Nº 19-2013). La Excma. Corte Suprema ha reiterado esta concepción
al declarar, por vía de amparo, que: "[N]o es posible desatender las circunstancias personales y familiares
de la amparada, quien cuenta con más de 12 años de residencia ininterrumpida en Chile, quien se
encuentra casada con un ciudadano chileno, con quien tiene tres hijos, de manera que de ejecutarse la
medida ciertamente se transgrede el interés superior de los menores, pues se perturbará su identidad
familiar y nacional, infringiendo los deberes que se imponen para los Estados en los artículos 3.1, 7.1, 8.1
y 9.1 de la Convención de los Derechos del Niño, y se afecta lo dispuesto en el artículo 1º de la
Constitución Política de la República que establece que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad,
siendo deber del Estado dar protección a la población y a la familia, así como propender al fortalecimiento
de ésta" (C. Suprema, 23 de enero de 2018, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1246/2018, Rol Nº 1152-
2018). En término similares ha insistido en: "Que, no es posible desatender las circunstancias personales
y familiares de la amparada, quien, según se encuentra demostrado, el diecisiete de enero de dos mil
seis, contrajo matrimonio con un ciudadano chileno, con el cual tiene tres hijos, un hombre y dos mujeres,
una de las cuales se encuentra cursando una carrera universitaria y la otra estudiando en el Liceo
Profesional Abdón Cifuentes. Por otra parte, la amparada, mediante Resolución Exenta Nº 933, de ocho
de marzo del año dos mil seis, obtuvo el permiso de residencia definitiva en el país, todo lo cual da cuenta
de su arraigo en el territorio nacional, por más de veinte años, de manera que de ejecutarse la medida
ciertamente se transgrede lo dispuesto en el artículo 1º de la Constitución Política de la República que
establece que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, siendo deber del Estado dar protección
a la población y a la familia, así como propender al fortalecimiento de ésta" (C. Suprema, 20 de marzo de
2018, cons. 2º, CL/JUR/1355/2018, Rol Nº 4293-2018). 36. De la protección de la familia y la reserva o
secreto. La jurisprudencia constitucional ha entendido que: "Un interés legítimo es un interés posible de
concretar y relevante para el derecho en la medida que la motivación que lo explica resulta acorde con
los valores y los principios de la Constitución. Este es el del interés de mantener documentos o
antecedentes privados en secreto si se temiera que su divulgación va a afectar, por ejemplo, a una
determinada familia, en circunstancias que el Estado tiene el deber de protegerla, de acuerdo a lo previsto
en el inciso final del artículo 1º de la Carta Fundamental" (Tribunal Constitucional, 9 de agosto de 2007,
cons. 19º, Rol Nº 634-2006). 37. De la protección de la familia y la relación laboral de trabajadora
embarazada. En sede laboral se ha suscitado una interesante cuestión tocante a la protección de la
familia y la firmeza del vínculo laboral de una trabajadora embarazada, en relación con la cual se han
sostenido las siguientes dos opiniones: a) Voto de mayoría: los incisos 2º y 4º de este artículo no obligan
"al Estado a convertir el vínculo laboral temporal de una mujer embarazada en permanente, el que, de
establecerse, significaría la imposición de una carga al empleador, pues existen otras fórmulas a través
de las cuales el Estado puede cumplir su misión servicial a favor de las personas" (Tribunal Constitucional,
14 de septiembre de 2007, Rol Nº 698-06; C. Suprema, 15 de julio de 2008, LegalPublishing: 39720; Corte
de Apelaciones de La Serena, 30 de marzo de 2009, LegalPublishing: CL/JUR/8206/2009, Rol Nº 16-
2009); b) Voto de minoría: "La situación de maternidad de la requirente se superpone a las normas del
Código del Trabajo que regulan su situación laboral si se respeta en su cabalidad lo prescrito en el
segundo inciso del artículo 1º de la Constitución: 'La familia es el núcleo fundamental de la sociedad'. Su
condición de madre soltera no hace sino acentuar el carácter protector que el precepto constitucional
señalado adquiere respecto de sus reclamaciones" (Tribunal Constitucional, 14 de septiembre de 2007,
Rol Nº 698-06; C. Suprema, 15 de julio de 2008, Nº LegalPublishing: 39720; C. de Apelaciones de La
Serena, 30 de marzo de 2009, LegalPublishing: CL/JUR/8206/2009, Rol Nº 16-2009). 38. De la protección
de la familia y la compensación económica por declaración de nulidad o divorcio. Se ha sostenido
que, sin perjuicio de las diferentes opiniones acerca de la naturaleza de la compensación económica: "Hay
un elemento común, cual es el detrimento, menoscabo económico que se produce a uno de los cónyuges
con motivo del divorcio, por haber privilegiado el cuidado de la familia, institución que el constituyente
protege y declara ser base de la sociedad, estableciendo para ello un remedio que impide su
empobrecimiento al término del contrato de matrimonio, cual es corregir la situación de menoscabo
producida a propósito del rol desempeñado, que no tiene la naturaleza jurídica de una pensión alimenticia,
sino de una indemnización por la pérdida legítima de derechos u opciones sufridos en comparación con
el otro cónyuge" (C. de Apelaciones de Valparaíso, 10 de abril de 2008,
LegalPublishing: CL/JUR/5435/2008, Rol Nº 2856-2007). En la misma línea se ha declarado que: "El
motivo que tuvo en vista el legislador, al establecer este derecho a compensación de tipo económico, dice
relación con la compensación a que tiene derecho aquél de los cónyuges que se ha sacrificado,
renunciando a mejores expectativas económicas, por haber privilegiado el cuidado de los hijos comunes
y la realización de las labores propias del hogar común, a fin de fortalecer a la familia, que es el núcleo
fundamental de la sociedad, conforme lo declara el artículo 1º de la Constitución Política de la República
de Chile" (C. de Apelaciones de Valparaíso, 22 de febrero de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/7406/2008,
Rol Nº 1293-2007). 39. De la protección de la familia y la prohibición de acuerdos reparatorios en
los delitos por violencia intrafamiliar de acuerdo con el artículo 19 de la Ley Nº 20.066. Se ha
sostenido que: "No está de más indicar, por repetido que sea, que dicha norma prohibitiva [art. 19 Ley
Nº 20.066] tiene su razón de ser, entre otras consideraciones, como se desprende de las actas legislativas
de discusión, en el cuestionamiento que se hizo del eventual 'consentimiento que en los acuerdos
reparatorios podría verse forzada la víctima a otorgar, dada su condición de tal', situación que se une a la
relevante circunstancia de ser la familia el núcleo fundamental de la sociedad, de manera que siempre
existirá un interés público prevalente en la continuación de la persecución penal en los actos ilícitos que
horaden de cualquier forma su integridad. Por lo demás, se debe también tener presente que el objeto de
la ley en estudio es el de prevenir, sancionar y erradicar la violencia intrafamiliar y otorgar protección a las
víctimas de la misma" (C. de Apelaciones de La Serena, 27 de marzo de 2009,
LegalPublishing: CL/JUR/8525/2009, Rol Nº 60-2009).

CAPÍTULO III
DE LOS DERECHOS Y DEBERES CONSTITUCIONALES

Artículo 19.- La Constitución asegura a todas las personas:

1º.- El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona.

La ley protege la vida del que está por nacer.

La pena de muerte sólo podrá establecerse por delito contemplado en ley aprobada con
quórum calificado.

Se prohíbe la aplicación de todo apremio ilegítimo;

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 1º. Código Civil: artículos 54, 55, 57, 74, 75, 77, 243 inciso 2º,
343, 485, 486, 487, 962. Código Orgánico de Tribunales: artículo 10 inciso 1º. Código Sanitario: artículos 16 y 119. Ley
Nº 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, D.O. 5.10.1962, texto refundido fijado por D.F.L.
Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 2º, inciso 3º. Ley Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967: artículos 26 Nº 7 y 40. Ley
Nº 19.070, aprueba Estatuto de los profesionales de la Educación, D.O. 1.07.1991: artículo 8º bis. Ley Nº 20.418, Fija normas
sobre información, orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad, D.O. 28.01.2010: artículo 4º inciso final.
Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 6º.
Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
D.O. 28.04.1989: artículos 11 y 12. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 4º Nº 1, 5º Nº 1. Decreto Nº 84, Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la
Protección de los derechos de los trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículo 9º. Ley Nº 20.120,
Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, art. 1º.

Jurisprudencia: I. LOS DERECHOS CONSTITUCIONALMENTE ASEGURADOS COMO INHERENTES A LAS PERSONAS Y


ANTERIORES A LA CONSTITUCIÓN. La jurisprudencia, en íntima relación con la dignidad de las personas (vide
Jurisprudencia, art. 1º, II), ha consolidado la doctrina conforme a la cual los derechos asegurados
constitucionalmente son propios de la naturaleza humana y anteriores a la Constitución. 40. Las
personas como sujetos de derecho. Se ha reconocido por la jurisprudencia constitucional que: "El
estatuto constitucional chileno se construye sobre la base del reconocimiento de la persona como sujeto
de derecho y, en particular, como titular de los derechos que se aseguran en el artículo 19 de la Carta
Fundamental cuanto de aquellos derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana reconocidos
por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentran vigentes. De la misma manera,
debe afirmarse que la propia Constitución se ha encargado de caracterizar a la persona —entendida en
la forma que se ha venido explicando— en una visión humanista que, precisamente, enfatiza que ella es
sujeto y no objeto del derecho" (Tribunal Constitucional, 18 de abril de 2008, cons. 45º, Rol Nº 740-
07). 41. Los derechos de las personas como propios de su naturaleza y no creados por la
Constitución. En este sentido se ha afirmado que: "Cuando la Carta Fundamental 'asegura' determinados
derechos a las 'personas', sólo está reconociendo atributos propios de su naturaleza. En otros términos,
no es la Constitución la que ha creado esos derechos sino que, simplemente, se ha limitado a
reconocerlos, a regular su ejercicio y a garantizarlos a través de mecanismos jurídicos adecuados para
no tornar ilusoria su protección. De allí que el propio ejercicio del Poder Constituyente, en cuanto expresión
de la soberanía de la nación, reconoce como límite el 'respeto a los derechos esenciales que emanan de
la naturaleza humana', tal y como ordena el inciso segundo del artículo 5º de la Carta Fundamental"
(Tribunal Constitucional, 18 de abril de 2008, cons. 47º, Rol Nº 740-07). 42. Las dimensiones subjetiva
y objetiva de los derechos fundamentales asegurados a las personas. La jurisprudencia
constitucional ha destacado que: "Para el constitucionalismo contemporáneo, los derechos fundamentales
—que se aseguran a todas las personas— poseen una doble naturaleza que justifica su rol central en las
Cartas Fundamentales y en los instrumentos internacionales de derechos humanos. Por un lado,
constituyen facultades que se reconocen a su titular, dando lugar a su dimensión 'subjetiva', mientras que,
por otro, dan unidad y sentido a todo el ordenamiento jurídico, lo que se conoce como su dimensión
'objetiva'" (Tribunal Constitucional, 18 de abril de 2008, cons. 47º, Rol Nº 740-07). 43. Consecuencias
del imperativo constitucional de "asegurar" los derechos de las personas. Se ha precisado que: "El
mandato imperativo de 'asegurar' tales derechos, que se contiene en el enunciado del artículo 19 de la
Constitución, importa: a) que sólo puede asegurarse lo que existe previamente; b) que la condición de
seguridad que el Constituyente desea brindar a los derechos que reconoce importa hacer cesar cualquier
transgresión o vulneración que, más allá de los propios límites previstos por la Carta, puedan experimentar
tales derechos, como también impedir la amenaza o peligro inminente que pueda afectarlos; y c) que
deben diseñarse e implementarse todos los mecanismos necesarios para brindar efectiva protección tanto
a la titularidad de tales derechos cuanto a su ejercicio" (Tribunal Constitucional, 18 de abril de 2008,
cons. 47º, Rol Nº 740-07).

II. LAS
SEGURIDADES CONSTITUCIONALES SE DESENVUELVEN EN EL CONTEXTO DE LA IGUALDAD DE LAS
PERSONAS. Como consecuencia de la igual dignidad de las personas y de su igualdad jurídica, las
seguridades constitucionales lo son respecto de todas las personas, sin que sea posible, por ejemplo,
diferenciar entre nacionales y extranjeros. 44. Las seguridades constitucionales no diferencian entre
nacionales y extranjeros. El Excmo. Tribunal Constitucional ha recordado que el epígrafe de este
artículo 19, en cuanto al uso de la voz 'persona', se explica, precisamente, porque se pretendió superar el
carácter restrictivo de la palabra 'habitante', que empleaba la Constitución de 1925: "Que de los
antecedentes constitucionales que originaron la norma del epígrafe del artículo 19 se pueden extraer las
siguientes conclusiones. Primero, la superación de la ambigüedad terminológica que atribuía la titularidad
de derechos fundamentales o constitucionales únicamente a los "habitantes de la Nación" desde la
Constitución de 1833. En segundo lugar, estos estudios iniciales avalan la ampliación expresa de la
titularidad a las personas jurídicas —con una deliberación basada profusamente en ese tema— y también
a la realidad de los extranjeros y las personas jurídicas extranjeras. En tercer término, que se trata de una
ampliación condensada en la voz "personas" con un reconocimiento creciente a toda situación que
enfrente un derecho en función de la naturaleza de los mismos. En cuarto lugar, que este mayor alcance
y proyección normativa de la titularidad protegida tienen un límite natural, puesto que se trata de reconocer
los derechos propios al interior del ordenamiento jurídico nacional y no tienen una concepción
extraterritorial. Este criterio viene a fortalecer el caso de los derechos de ingreso de un extranjero al país,
los cuales se encuentran sometidos plenamente a la legislación nacional bajo los criterios del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. En síntesis, esta titularidad genérica no sólo no discrimina contra
los extranjeros sino que les reconoce tal título de derechos plenamente" (Tribunal Constitucional, 4 de
julio de 2013, cons. 29º, LegalPublishing: CL/JUR/1612/2013, Rol Nº 2273-2012). En el mismo sentido se
ha pronunciado la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia: "En materia de migraciones es
factible que llegue producirse algún grado de tensión entre las facultades pertinentes de un Estado y los
deberes que ese mismo Estado contrae —en cuanto inserto en un orden internacional— para respetar los
derechos esenciales de los no nacionales, particularmente cuando ellos se encuentran en su territorio. En
el caso de Chile, esos derechos están asegurados en la Constitución Política de la República "a todas las
personas", sin distinción. Lo que se quiere significar es que todo Estado puede controlar sus fronteras,
definiendo a quienes admite, las hipótesis de expulsión y las medidas de resguardo para proteger su
seguridad. Sin embargo, en un mundo "globalizado", con grandes consensos sobre principios y reglas de
convivencia, la realidad impone que el fenómeno de la migración ha alcanzado a estas alturas grados de
intensidad y de universalidad tales, que llega a ser cierto que no existe país en el mundo que no
experimente el ingreso de personas extranjeras. Así, el poder estatal para gestionar la migración no puede
prescindir de la consideración de derechos fundamentales e inalienables, que derivan de la condición de
ser humano, protegidos tanto por los ordenamientos internos como por los diversos instrumentos de
derecho internacional. Por lo tanto, la mirada debe propender al necesario equilibrio o ponderación entre
esas facultades soberanas y los derechos esenciales que puedan verse afectados con el respectivo
ejercicio del poder" (C. Apelaciones de Santiago, 21 de enero de 2013, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/145/2013, Rol Nº 19-2013).

III. DE LAS PERSONAS COMO TITULARES DE LOS DERECHOS QUE ASEGURA LA CONSTITUCIÓN. La jurisprudencia
constitucional ha hecho hincapié en que sólo son las personas los titulares de los derechos que asegura
la Constitución Política de la República, de acuerdo con el encabezado de este artículo 19, en relación
con el inciso 1º de su artículo 1º: "Que uno de los efectos más importantes de atribuir a alguien su
condición de persona para efectos constitucionales, es que sólo éstas tienen derecho. Así lo dice la
Constitución. Los derechos se aseguran 'a todas las personas' (encabezado artículo 19). Lo mismo indica
el artículo 1º, inciso primero de la Constitución: 'las personas nacen libres e iguales en dignidad y
derechos'. También varios numerales del artículo 19 emplean la voz 'persona' para resaltar el titular del
derecho que establece y regula" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 66º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). De esta lectura se siguen una serie de
consecuencias, que la jurisprudencia, habitualmente de los tribunales ordinarios, se ha ocupado en
precisar. 45. De la titularidad de las personas, sin que se admita distinción alguna. Este aspecto
universal de la titularidad de las personas, en relación con los derechos que la Constitución les asegura,
se ha recordado por la Iltma. Corte de Apelaciones de Coihaique: "Que, el artículo 19 de la Constitución
Política del Estado, en su encabezado, contempla una delimitación del sujeto activo del listado de
derechos que se exponen a continuación, al señalar que 'la Constitución asegura a todas las personas...'
limitando de esta manera el catálogo de derechos fundamentales a las personas tanto naturales como
jurídicas, e incluso a las que están fuera del territorio de la República, comprendiendo los derechos de la
personalidad en sí misma y en su proyección cultural, social y cívica, y también en el orden espiritual,
intelectual y familiar, derechos que el constituyente asegura entonces a todas las personas"
(C. Apelaciones de Coihaique, 7 de abril de 2014, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/1002/2014, Rol
Nº 16-2014). 46. Del fallecimiento de una persona, y del cese de la titularidad de los derechos
asegurados por la Constitución. En relación con la muerte natural, concebida en el Código Civil como
el término de la existencia legal de las personas naturales, la jurisprudencia constitucional ha declarado
que con ella cesa la protección de las garantías constitucionales: "Que la Constitución Política está
construida para organizar jurídicamente al Estado y para garantizar los derechos individuales. En relación
a estos últimos, a partir del artículo 1º reconoce el hecho jurídico del nacimiento al disponer 'Los hombres
nacen libres e iguales en dignidad y derechos' y que 'El Estado está al servicio de la persona humana'.
Por su parte, el Capítulo Tercero, que se refiere a los derechos y deberes constitucionales, asegura en el
artículo 19, Nº 1º, 'El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona'. A falta de
disposición que regule el instante en que dicha protección cesa, debe entenderse que lo es hasta su
muerte, hecho en virtud del cual deja de ser persona y como tal no le son aplicables las garantías
inherentes a ella. Lo anterior se desprende del enunciado del artículo 19 que expresa: 'La Constitución
asegura a todas las personas...'. El resto de sus derechos constitucionales se refiere a la protección de
los atributos que las personas tienen, amparándose, por ejemplo, su igualdad ante la ley, la igual
protección en el ejercicio de sus derechos, el respeto de su vida privada y pública, su libertad y seguridad
personal, su propiedad, entre muchos otros. Puede concluirse que la Constitución regula la vida desde
antes del nacimiento y durante la existencia de la persona, la que termina con su muerte natural" (Tribunal
Constitucional, 13 de agosto de 1995, cons. 6º, Rol Nº 220-1995). En la misma línea y, a propósito de la
cuestión planteada en relación con la eventual titularidad de quien ha fallecido para que en su nombre se
interponga un recurso de protección de garantías constitucionales, se ha declarado que no es titular de la
acción o recurso de protección, en cuanto que la muerte ha puesto término a la existencia legal de su
persona: "[E]l artículo 54 del Código Civil, señala que las personas son naturales o jurídicas, en tanto que
el artículo 55 del mismo texto legal expresa que son personas todos los individuos de la especie humana,
cualquiera que sea su edad, sexo, estirpe o condición. En cuanto al principio y fin de la existencia de las
personas, dice el artículo 74 del Código Civil, que la existencia legal de toda persona principia al nacer,
esto es, al separarse completamente de su madre, en tanto que el artículo 78 del mismo Código, refiere
que la persona termina en la muerte natural. Que, de lo dicho precedentemente, y al tenor del documento
agregado a fojas 20, se constata con la copia del certificado de defunción, que en la circunscripción de
Coyhaique, inscripción [...], aparece inscrita la defunción de doña [...], comprobándose asimismo por esta
Corte que el abogado [...] en su presentación de fojas 8 a 10, dice que interpone el recurso de protección
actuando a favor de doña [...], en circunstancias que esta última se encuentra fallecida desde el [...], según
aparece del referido certificado de defunción. OCTAVO. Que, en consecuencia, la recurrente,
evidentemente, carece de legitimación activa, pues el artículo 20 de la Constitución Política del Estado
señala como exigencia en este sentido, la persona, sea natural o jurídica, que por causas de actos u
omisiones arbitrarias o ilegales sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los
derechos y garantías establecidos por la Constitución, y evidentemente dona [...], quien se encuentra
fallecida desde el año 2008 no puede actualmente tener el carácter de afectada y titular de derechos, y
en consecuencia, no es posible que un tercero comparezca a su nombre, si su existencia como persona
finalizó con su muerte natural. No existiendo, por las razones ya dichas legitimación activa, el recurso no
puede prosperar y deberá ser desestimado sin más" (C. Apelaciones de Coyhaique, 7 de abril de 2014,
cons. 7º y 8º, LegalPublishing: CL/JUR/1002/2014, Rol Nº 16-2014).

IV. EL DERECHO A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD FÍSICA Y PSÍQUICA DE LAS PERSONAS. En relación con estos
derechos, interesa destacar, en lo que más toca al régimen jurídico de las personas y de la familia, algunas
opiniones sostenidas por la jurisprudencia. 47. El derecho a la vida como un derecho "fundante". En
relación con este aspecto se ha declarado por el Excmo. Tribunal Constitucional: "Que, previo a consignar
los alcances constitucionales de la protección de la vida y de la integridad física y psíquica a que tiene
derecho la persona desde su concepción, es menester ubicar la posición que tiene este derecho en la
estructura de los derechos fundamentales reconocidos y asegurados por la Constitución. En este sentido,
cabe observar que el derecho a la vida es, sin duda alguna, el derecho fundante de todos los demás, pues
sin vida, difícilmente tiene sentido referirse a otros derechos fundamentales" (Tribunal Constitucional, 18
de abril de 2008, cons. 55º, Rol Nº 740-07). 48. Extensión del derecho a la vida y a la integridad física
y psíquica de las personas. La jurisprudencia constitucional ha precisado: "Que el derecho a la vida
asegurado por el artículo 19 Nº 1 de la Constitución, en consonancia con el artículo 3º de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos; el artículo 6.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; el artículo 1º de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y el artículo 4º
de la Convención Americana de Derechos Humanos, asegura a toda persona —incluyendo
al nasciturus— el derecho a mantener la vida y a conservarla frente a los demás hombres [...] Resulta
necesario advertir que el Constituyente chileno aseguró el derecho a la vida y a la integridad física y
psíquica de la persona, pues el derecho a conservar la vida como un todo incluye la posibilidad de exigir
que ella no sea menoscabada, física o psíquicamente. De esta manera se trata de dos derechos que,
aunque diferentes, se relacionan y complementan de manera inescindible" (Tribunal Constitucional, 18 de
abril de 2008, cons. 56º, Rol Nº 740-07). 49. Derecho a la vida y convicciones religiosas de los padres
de menor que requiere cierto tratamiento médico, al que éstos se oponen. Con cierta frecuencia se
ha planteado la cuestión tocante a la negativa, por convicciones religiosas, a consentir en transfusiones
de sangre, que son consideradas imprescindibles por los médicos, para el mantenimiento con vida del
paciente. La Excma. Corte Suprema ha asumido que en estos supuestos ha de primar el derecho a la vida,
sin perjuicio de velar por la dignidad del paciente. Así, en un temprano fallo de 1992 se declaraba: "Que
si bien es cierto, nuestra Constitución, en el artículo 19 Nº 6 asegura a todos los habitantes la libertad de
conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se
opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público, en este caso, habiendo conducido doña
[...] a su hijo al Hospital Regional para ser atendido por el grave estado en que se encontraba, lo que se
puede deducir de los antecedentes, el cotejo de los intereses en conflicto, el derecho a la vida y la libertad
de conciencia, debe prevalecer el primero de los nombrados, porque la recurrida solicitó la atención
médica para su hijo, a fin de preservar su salud y conservar su vida, disponiendo el hospital de los
elementos humanos y materiales para que el paciente recuperara la salud y mantuviera la vida,
proporcionándosele al enfermo los auxilios médicos necesarios, entre ellos la transfusión de sangre, que
lo han llevado a su recuperación. Que, por otra parte, el juramento y rol profesional del médico lo obligan
a preservar la vida [...] Que el mal que sufre don [...] es necesariamente fatal si no se le administra el
preciso y adecuado tratamiento de recibir transfusión de glóbulos rojos, lo que evidentemente tendrá
influencia en la salud del enfermo, disponiendo el establecimiento hospitalario de los elementos para
practicarlo. Que la vida se garantiza por la Constitución en la medida que pueda privarse de ella al
individuo por agentes extraños a él, por un atentado de terceros, resultando evidente que se encontraba
el paciente seriamente amenazado, por la actitud de la recurrida, en el derecho a la vida e integridad física
y síquica, puesto que de persistirse en su planteamiento, se puede inferir el progresivo deterioro en la
salud y un posible desenlace fatal de no otorgarse el tratamiento aconsejado por su médico, arriesgándose
innecesariamente la vida del enfermo" (C. Suprema, cons. 6º y 7º, LegalPublishing: CL/JUR/431/1992, Rol
Nº 18640). Diez años más tarde, se afirmaba el tribunal en la misma opinión: "Que el derecho a la vida
encuentra su centro primordial en el hecho de preservar la vida en todas sus etapas y dimensiones
constituyendo dicho derecho, además, el fundamento de fondo u objetivo de nuestro ordenamiento jurídico
el cual impone como deber, a todos los poderes u órganos públicos, de proteger dicho bien jurídico frente
a cualquier ataque o amenaza de que pueda ser objeto, considerando que toda la vida en sociedad se
realiza en el entendido de que el fin de la actividad humana es la sobrevivencia y desarrollo integral de la
persona humana [...] Que en el caso que se conoce se puede constatar que se produce una colisión de
derechos y de deberes entre el derecho a la vida y el derecho a la libertad religiosa y, por otro lado, la
colisión de deberes del médico que se traduce en el deber de respetar la voluntad de su paciente y el
deber de velar y resguardar la vida y salud de éste, que lo obliga a hacer todo aquello que esté a su
alcance para salvarle la vida por estar a su cuidado. Que, en este orden de cosas y si bien puede señalarse
que no existe ordenamiento jurídico que otorgue una protección de un derecho de manera absoluta,
puesto que siempre pueden existir derechos que entran en tensión o contradicción y considerando el
fundamento indicado en el motivo anterior, estos sentenciadores entienden que el derecho a la vida debe
primar o prevalecer sobre el derecho a la libertad religiosa, considerando que el derecho a la vida
constituye un derecho natural y fundamental que el hombre posee en cuanto individuo y persona y por
ello debe ser protegido y salvaguardado con preeminencia de cualquier otro [...] Que, por otra parte,
constituye una obligación de los médicos tratantes, cuyo rol profesional lo obliga a preservar la vida, el
procurar por todos los medios y técnicas que integran la lex artis médica el mantener la vida de sus
pacientes utilizando la transfusión de sangre cuando ello fuere estricta y absolutamente necesario, aun
contra la voluntad del paciente y de sus familiares que, por motivos religiosos, se niegan a aceptar tal
tratamiento, en razón de que debe primar, como ya se dijo, la preservación de la salud y la vida de las
personas sobre cualquiera otra consideración que ponga en riesgo inminente la vida del enfermo [...] Que
nuestro ordenamiento jurídico nacional consagra en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la
República, el derecho a la vida y la integridad física y psíquica de la persona, garantía protegida
especialmente por el recurso de protección establecido en el artículo 20 de la Carta Fundamental de modo
que ninguna persona pueda sufrir por causa de actos u omisiones arbitrarios e ilegales privación,
perturbación o amenaza en el ejercicio del referido derecho, siendo deber imperativo, especialmente de
las autoridades públicas, velar por la salud y la vida de las personas que conforman la sociedad [...] Que
atendidas las circunstancias establecidas en este recurso y la necesidad imperiosa de no poner en peligro
la vida del enfermo en cuyo favor se ha recurrido, el recurso de protección deducido en estos autos debe
ser acogido, sin perjuicio, en todo caso, en aras de la dignidad y libertad religiosa del paciente Carrillo
Sáez, agotar los recursos y medios existentes, como así también adoptar los procedimientos necesarios
para suministrar a éste los medicamentos alternativos que sean precisos y previos, de modo tal que la
hemotransfusión que deba ser efectuada a éste sólo se haga efectiva en situación de existir un riesgo vital
para la vida del enfermo indicado" (C. Suprema, 8 de octubre de 2002, cons. 3º a 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/3774/2002, Rol Nº 3716-2002). La misma opinión han mantenido los tribunales
de alzada. La Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago ha declarado: "Que, más allá de lo que la literatura
médica pueda considerar para países de alto desarrollo y que consecuentemente cuentan con todos los
medios técnicos, profesionales y de infraestructura —cuyo no es el caso de Chile— es indispensable
recordar que la vida es un derecho inherente a la persona humana, es decir, un derecho de la personalidad
que la doctrina ha reconocido existir por su propio valor moral, con independencia de que el legislador lo
haya proclamado, (José Puig Brutau, Compendio de Derecho Civil, Tomo 1, pág. 169); de manera tal que
dicho derecho debe ser respetado por todos [...] Por lo expuesto resulta moral y jurídicamente
indispensable disponer —ante la inminencia de la muerte de una criatura que lucha por su vida— de todos
los métodos con que se cuenta y que la ciencia médica ha desarrollado en beneficio de los hombres a fin
de resguardar su existencia [...] Que, de esta manera el proceder de los progenitores, oponiéndose a un
procedimiento médico que los profesionales del ramo aconsejan, constituye un acto arbitrario que atenta
derechamente contra el más valioso de los bienes de su hija, la vida, motivo por el cual no cabe si no
acoger el recurso deducido" (C. Apelaciones de Santiago, 7 de agosto de 2008, cons. 5º y 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/3130/2008, Rol Nº 2336-2008). La Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción:
"Que el ordenamiento jurídico nacional consagra en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la
República, el derecho a la vida y la integridad física y psíquica de la persona, garantía protegida
especialmente por el recurso de protección establecido en el artículo 20 de la Carta Fundamental, de
modo que es imperativo, especialmente para los servicios públicos de salud, velar por la salud y la vida
de las personas, aun contrariando su voluntad y la de su entorno familiar de no permitir una transfusión
sanguínea por motivos de profesar una determinada fe o religión, cuyas directrices o dogmas no acepten
estos procedimientos médicos" (C. Apelaciones de Concepción, 5 de diciembre de 2012, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/8873/2011, Rol Nº 1156-2011). La Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso, en
relación con un menor al que sus padres no consentían que se le realizara una transfusión de sangre,
acogió la protección solicitada por el médico tratante y autorizó la citada transfusión: "Que para dilucidar
la controversia es preciso verificar la solución que ha dado el legislador en esta materia, la cual se
encuentra regulada en la Ley Nº 20.584 que Regula los Derechos y Deberes que tienen las Personas en
relación con Acciones Vinculadas a su Atención en Salud, que en su artículo 15 letra b) ha previsto esta
situación al disponer "No obstante lo establecido en el artículo anterior, no se requerirá la manifestación
de voluntad en las siguientes situaciones: b) En aquellos casos en que la condición de salud o cuadro
clínico de la persona implique riesgo vital o secuela funcional grave de no mediar atención médica
inmediata e impostergable y el paciente no se encuentre en condiciones de expresar su voluntad ni sea
posible obtener el consentimiento de su representante legal, de su apoderado o de la persona a cuyo
cuidado se encuentre, según corresponda" [...] Que de esta manera se concluye que en aquellos casos
en que el paciente no pueda expresar su voluntad ni sea posible obtener el consentimiento de sus
representantes legales, la manifestación de voluntad no será requerida, siempre y cuando su condición
de salud implique riesgo vital. Que del mérito de los antecedentes, consta que ésta ha sido precisamente
la situación que se ha presentado respecto de la recién nacida sujeto de protección, la que habiéndose
encontrado en riesgo vital y con indicación de transfusión sanguínea para tratar su severa anemia,
impedida de expresar su voluntad en dicho sentido tampoco fue posible obtenerla de sus representantes
legales, por negativa de éstos, y ante el inminente peligro de su vida, la médico tratante solicitó a la
judicatura su intervención, a fin de obtener una medida cautelar de la vida de la menor [...] Que así las
cosas, se advierte que la recurrente ha actuado dentro de la hipótesis prevista por el legislador al efecto,
y por su parte, los recurridos han manifestado un interés que contraviene las indicaciones médicas para
el tratamiento de la dolencia de su hija, amenazando de esta manera el derecho a la vida de la misma,
configurándose de esta manera los requisitos establecidos para hacer procedente esta acción cautelar
urgente de rango constitucional. Que no obsta a lo anterior la existencia y elección de tratamientos
alternativos que hasta ahora han sido efectivos, toda vez que el cuadro de salud de su hija podría
encontrarse en una situación de riesgo vital que hiciera indispensable la aplicación de una medida in
extremis, como es la transfusión sanguínea [...] Que por lo razonado y siendo el derecho a la vida y a la
integridad física y psíquica de la persona humana una de las garantías fundamentales que la Constitución
Política de la República asegura a todas las personas, no cabe sino acoger el recurso deducido"
(C. Apelaciones de Valparaíso, 13 de noviembre de 2013, cons. 4º a 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/2620/2013, Rol Nº 6773-2013). 50. Derecho a la vida y negativa de los padres
a que su hijo sea vacunado, de acuerdo con las reglas de vacunación del Ministerio de Salud. La
jurisprudencia ha seguido, en este punto, una opinión similar a la explicada en el número anterior. Ha
entendido, así, que el derecho a la vida consagrado constitucionalmente, en relación con una serie de
normas de tratados internacionales, dan pie para que, aún en contra de la voluntad de los padres, se
proceda a la vacunación de los menores, de acuerdo con las reglas de vacunación previstas por el
Ministerio de Salud. En este sentido se ha declarado: "Que el ordenamiento jurídico nacional consagra en
el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República, el derecho a la vida y la integridad física y
síquica de la persona, garantía protegida especialmente por el recurso de protección establecido en el
artículo 20 del mismo cuerpo legal, de modo que es imperativo, especialmente para los servicios públicos
de salud, velar, precisamente, por la salud y la vida de las personas que conforman la sociedad, aun
contrariando la voluntad de éstas y/o la de su entorno familiar [...] Que al resolver el presente recurso,
debe tenerse presente que: a) Según el Diccionario de la Lengua Española, la palabra "vacuna" se define
como "sustancia orgánica o virus convenientemente preparado que, aplicado al organismo, hace que éste
reaccione contra él preservándolo de sucesivos contagios". b) Se está recurriendo de protección a favor
de una lactante de 5 meses de edad, por una negativa (omisión) de su madre, con quien vive y se
encuentra bajo su cuidado. c) La Convención de Derechos del Niño, dispone en su artículo 3º, número 2,
que "Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean
necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras
personas responsables de él ante la ley y, con ese fin tomarán todas las medidas legislativas y
administrativas adecuadas". d) El artículo 24 Nº 1 de la misma Convención, expresa que "los Estados
Partes reconocen el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a los servicios para
el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud". En el Nº 2 de este mismo
artículo señala que se "adoptarán medidas apropiadas para: a) Reducir la mortalidad infantil y en la niñez";
c) "Combatir las enfermedades y la malnutrición en el marco de la atención primaria de la salud" [...] Que
de lo expuesto en los fundamentos que preceden, queda de manifiesto que la negativa de la recurrida,
madre de la menor, en vacunarla conforme al calendario de vacunas que ha establecido el Ministerio de
Salud, a través de la Subsecretaría de Salud Pública, ha sido ilegal, esto es contrario al ordenamiento
jurídico, en el caso, al Decreto Exento Nº 6 de 29 publicado el 19 de abril de 2010 en el Diario Oficial, y
arbitrario, por cuanto dicha negativa ha sido sólo por la voluntad o capricho de la recurrida. Además ha
amenazado el legítimo derecho a la vida de la menor de autos, ya que al no ser vacunada, se encuentra
expuesta a contraer enfermedades inmunoprevenibles que podrían acarrearle discapacidades, e incluso
la muerte" (C. Apelaciones de Concepción, 3 de septiembre de 2012, cons. 2º, 9º, 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/1989/2012, Rol Nº 1608-2012). En igual sentido se ha declarado: "Que nuestra
Constitución Política en el numeral 1 del artículo 19, asegura a todas las personas el derecho a la vida y
la integridad física y síquica. Por su parte la Convención de Derechos del Niño, ratificada y promulgada
por nuestro país el 14 de agosto de 1990, dispone en su artículo 3, número 2, que "Los Estados Partes
se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar,
teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él
ante la ley y, con ese fin tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas". El
artículo 24 Nº 1 de la misma Convención, expresa que "Los Estados Partes reconocen el derecho del niño
al disfrute del más alto nivel posible de salud y a los servicios para el tratamiento de las enfermedades y
la rehabilitación de la salud". En el Nº 2 de este mismo artículo señala que se "adoptarán medidas
apropiadas para: a) Reducir la mortalidad infantil y en la niñez..."; c) "Combatir las enfermedades y la
malnutrición en el marco de la atención primaria de la salud..." [...] En el caso de autos, la justificación que
otorgó el adulto responsable del lactante para negarse a que se le administrara la vacuna contra la
tuberculosis se funda exclusivamente en la inexistencia de mayor información de los riesgos asociados a
la vacuna, sin haberse aportado mayores antecedentes para sostener su negativa. Esta negativa deberá
entonces ser analizada desde la perspectiva del derecho preferente que tienen los padres y las familias
de velar por la crianza de los niños a su cargo, y que también garantiza la Convención sobre los derechos
de los niños, niñas y adolescentes que dispone que "incumbirá a los padres, o en su caso, a los
representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación
fundamental será el interés superior del niño". Que frente a la colisión de los derechos del niño y los de
su madre y adulto responsable, aplicando el principio de interés superior del niño, que debe ser el principio
rector para interpretar y decidir los casos en que los derechos de los niños se vean involucrados, debe
preferirse aquel camino que asegure la adecuada protección de la integridad física y la vida del niño de
autos, protección que no es posible alcanzar si se permite a los padres decidir a su arbitrio rechazar las
prestaciones de salud declaradas obligatorias por la autoridad sanitaria. Se debe tener en consideración
que los planes nacionales de vacunación obedecen a una política pública que busca minimizar los riesgos
potenciales de enfermedades prevenibles y que tienen como fundamento último amparar el derecho a la
vida y la integridad física de las personas como sujetos de derecho insertos en una sociedad, hipótesis
en la que por cierto se encuentran incluidos los niños [...] Que es necesario dejar asentado que en ninguna
acción de salud es posible asegurar la inocuidad o eliminación de todo riesgo en la prestación preventiva
o curativa, ni siquiera en enfermedades menores como una gripe, sin embargo no es la inocuidad el
principio que guía las políticas públicas de sanidad, sino que descansa en la minimización de los riesgos
de contraer enfermedades prevenibles que incluso podrían ser mortales, como en el caso de la
tuberculosis. En efecto, en el caso de la vacuna BCG, "un meta análisis de la literatura disponible muestra
que su utilización reduce la incidencia de tuberculosis en un promedio de 50%; por otra parte, estudios
acerca de los riesgos inherentes a estas vacunas muestran que tan solo un 1% de las personas inoculadas
llegan a requerir atención médica por complicaciones tales como abscesos en el área de la inyección o
reacciones alérgicas" (citado a partir de Colditz et al. (1994) y Turnbull et al. (2002) en publicación
de Revista Chilena de Derecho "Oposición a las vacunas en Chile. Análisis de un caso reciente" (vol. 44
Nº 2 Santiago ago. 2017) [...] Que, por otro lado, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 15 del Código
Sanitario el derecho de las personas a otorgar o denegar su voluntad para someterse a cualquier
procedimiento o tratamiento vinculado a su atención de salud se ve limitado en aquellos casos en que,
entre otros supuestos, la falta de aplicación de los procedimientos, tratamientos o intervenciones
supongan un riesgo para la salud pública, de conformidad con lo dispuesto en la ley, cuestión que ocurre
en el caso de autos, por cuanto la Tuberculosis es una enfermedad de fácil contagio por vía aérea, por lo
que la infección de un individuo pone en riesgo a toda la sociedad, convirtiéndose de esta manera en un
asunto de interés público y no meramente particular [...] Que, en consecuencia, existiendo por parte de
los recurridos una actuación que contraviene la legislación y que pone en riesgo a un sujeto de derecho,
de forma arbitraria y sin un fundamento jurídicamente procedente ni razonable, no cabe sino acoger la
acción constitucional, debiendo los recurridos proceder a la vacunación del lactante" (C. Apelaciones de
Iquique, 28 de diciembre de 2018, cons. 3º a 8º, LegalPublishing: CL/JUR/7143/2018, Rol Nº 428-
2018). 51. El derecho a la integridad psíquica de las personas, se vincula con la protección de la
honra de ellas. En este sentido el Excmo. Tribunal Constitucional ha declarado: "[Q]ue el respeto y protección
del derecho a la honra, que asegura la Constitución, es sinónimo de derecho al respeto y protección del
'buen nombre' de una persona, derecho de carácter personalísimo que es expresión de la dignidad
humana consagrada en su artículo 1º, que se vincula, también, con el derecho a la integridad psíquica de
la persona, asegurado por el Nº 1 de su artículo 19, pues las consecuencias de su desconocimiento,
atropello o violación, si bien pueden significar, en ocasiones, una pérdida o menoscabo de carácter
patrimonial más o menos concreto (si se pone en duda o desconoce la honradez de un comerciante o de
un banquero, por ejemplo), la generalidad de las veces generan más que nada una mortificación de
carácter psíquico, un dolor espiritual, un menoscabo moral carente de significación económica mensurable
objetivamente, que, en concepto del que lo padece, no podría ser reemplazada o compensada con una
suma de dinero. Se trata, en definitiva, de un bien espiritual que, no obstante tener en ocasiones también
un valor económico, el sentido común señala que lo es todo para el que lo pierde y nada para el que se
lo quita. Como poéticamente lo recoge la literatura universal cuando, en el Acto III de 'Otelo, el Moro de
Venecia', Shakespeare pone en boca del pérfido Yago las siguientes palabras, dirigidas a su general,
víctima de sus intrigas: 'Mi querido señor, en el hombre y en la mujer, el buen nombre es la joya más
inmediata a sus almas. Quien me roba la bolsa, me roba una porquería, una insignificancia, nada; fue mía,
es de él y había sido esclava de otros mil; pero el que me hurta mi buen nombre, me arrebata una cosa
que no le enriquece y me deja pobre en verdad'. (Aguilar, 13ª edición, 1965, p. 1491)" (Tribunal
Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 27º, Rol Nº 943-07-INA). 52. El derecho a la integridad
psíquica, ligado a la dignidad de las personas y al respeto a su honra, como límite de la libertad de
emitir opinión. Por vía de protección constitucional se ha declarado: "Que la libertad de emitir opinión e
informar presenta como límite el que su ejercicio no puede vulnerar "los derechos y la reputación de los
demás" (Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 13 inciso 2º letra a)) y debe entenderse
además en forma consistente con el derecho de las personas a la integridad síquica (art. 19 Nº 1 de la
Constitución Política) así como con el derecho a la protección de la honra y dignidad de las
personas (art. 19 Nº 4 de la Carta Fundamental). En el caso apelado, la libertad de informar habría podido
ejercerse de muchas formas igualmente efectivas, sin menoscabar los derechos antes señalados y de
este modo sin afectación de la dignidad de las menores aludidas. Debe consignarse, además, que en el
ejercicio del derecho a emitir opinión e informar, se ha de ser especialmente cuidadoso cuando están de
por medio menores de edad pues éstos, a causa de su particular vulnerabilidad, merecen de una especial
protección de parte de las autoridades encargadas de velar por su bienestar en función del interés superior
del menor que, instrumentos internacionales que se han incorporado a nuestro derecho conforme al
artículo 5º de la Constitución Política, consideran como valor orientador" (C. Apelaciones de Santiago, 14
de julio de 2014, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/4475/2014, Rol Nº 1225-2014).

V. LA PROTECCIÓN DEL QUE ESTÁ POR NACER. En las ocasiones en las que el Excmo. Tribunal Constitucional se
ha pronunciado sobre esta cuestión lo ha hecho para afirmar que el nasciturus es persona desde el
momento de la concepción y que, en cuanto tal, queda plenamente cubierto por la seguridad constitucional
del derecho a la vida y su integridad física y psíquica. 53. Del nasciturus y de la cuestión tocante a su
consideración como persona, o al desconocimiento de esa condición. En relación con esta cuestión,
la jurisprudencia constitucional ha mantenido, en dos sentencias separadas temporalmente por casi una
década, dos criterios diversos. 53.1. Del nasciturus como persona, en cuanto que ésta principia con
la concepción. Esta opinión la defendió el Excmo. Tribunal Constitucional en su sentencia de 18 de abril de
2008, pronunciada en relación con la regulación por decreto supremo de la llamada "píldora del día
después". En aquella sentencia se sostuvo que: "Queda claro que, para el Constituyente —y a diferencia
de lo que pueda desprenderse del examen de normas legales determinadas—, el embrión o
el nasciturus es persona desde el momento de la concepción" (Tribunal Constitucional, 18 de abril de
2008, cons. 54º, Rol Nº 740-07). En la misma línea, la Excma. Corte Suprema había declarado que el
nacimiento no era condición precisa para la existencia natural de las personas, de guisa que no le cabía
duda en cuanto a que el nasciturus quedaba comprendido dentro de tal categoría. Así, por ejemplo, había
explicado: "En efecto, de acuerdo con el artículo 55 del Código, son personas todos los individuos de la
especie humana debiendo entenderse por individuo, conforme con su acepción natural y obvia, cada ser
organizado sea animal o vegetal respecto de la especie a que pertenece. De este punto de vista dado que
la criatura concebida y no nacida constituye un ser único e independiente, cuya entidad no se confunde
con la de sus progenitores, cabe por tanto entender que queda plenamente comprendido dentro del
concepto que de la persona tiene nuestro legislador civil. Por lo demás, según el propio tenor literal del
artículo 74, el nacimiento determina la existencia legal de la persona, lo cual se explica en razón de la
clase de derechos de que se ocupa nuestro Código Civil, pero no implica que antes de él aquélla no exista
para otros efectos tanto o más importantes. Ello lo corrobora el artículo 80, el cual sí se refiere a la
existencia natural de la persona al disponer que aquélla termina con la muerte, evidenciando que ésta es
diversa de su existencia legal. Asimismo, nos parece que exigir el nacimiento como supuesto necesario
para adquirir la condición de persona no implica que antes de su verificación no estemos ya frente a un
sujeto humano y, por ende, titular de garantías tan esenciales como el derecho a la vida. No considerarlo
así implicaría que el status de persona dependería, en definitiva, de la definición que de tal concepto
tuviere el legislador o el propio constituyente y que si hoy se asocia por algunos al hecho del parto, el día
de mañana podría estar vinculado con la viabilidad del recién nacido o cualquier otro criterio que se
estableciere cumpliendo con los requisitos formales para la dictación de la norma" (C. Suprema, 16 de
abril de 2009, cons. 13º, LegalPublishing: CL/JUR/7939/2009, Rol Nº 1882-2008). En su reciente sentencia
de 28 de agosto de 2017 ha recordado su opinión anterior, para apartarse de ella: "[L]a otra sentencia
importante es la STC 740/2007. En esta, se discutió la regulación vía decreto supremo de la denominada
píldora del día después. El Tribunal resolvió a raíz de un requerimiento que le presentaron un grupo de
parlamentarios. El Tribunal acogió el requerimiento. En lo que aquí interesa, sostuvo que el que está por
nacer es una persona. En cuanto a sujeto de derecho, por una parte, cuenta con toda la información
genética necesaria para su desarrollo. Por la otra, es un ser distinto y distinguible completamente de su
padre y de su madre. Es un ser único e irrepetible. El que está por nacer, agregó el Tribunal, tiene dignidad,
no puede ser subsumido en otra entidad y no puede ser manipulado. Y que la protección constitucional
de la persona se inicia desde el momento mismo de la concepción" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto
de 2017, cons. 21º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 53.2. Del nasciturus como objeto jurídico de especial
protección, pero no como persona. El Excmo. Tribunal Constitucional en su sentencia de 28 de agosto de
2017 se apartó de la opinión anterior, sobre la base de estimar que no le cabe pronunciarse en relación
al momento en que principia la vida del que está por nacer: "[E]stá claro el límite temporal de esa condición:
el nacimiento. Con el parto, y la separación total de la madre, cesa esta condición. Sin embargo, la
Constitución guarda silencio respecto del comienzo de esa condición. En la STC 740/2007, el Tribunal
sostuvo que ello ocurría desde la concepción. Nosotros consideramos que dado el silencio de la
Constitución en la materia, no le corresponde a este organismo establecer algo en este sentido. Más
todavía si hay controversia científica en la materia. Y posiciones morales encontradas sobre este aspecto.
Por eso, en algunos casos ha sido el legislador el que ha avanzado en fijar un criterio en esta materia. Así
lo hizo en la Ley Nº 20.120, a propósito de la investigación científica en el ser humano, su genoma y la
clonación. Ahí la ley definió que la protección iba a comenzar 'desde el momento de la concepción'. Lo
mismo hizo la Convención Interamericana de Derechos Humanos, que estableció que el derecho a la vida
está protegido por la ley, y en general, a partir del momento de la concepción. Todos conocemos la
interpretación que la Corte Interamericana de Derechos Humanos hizo sobre esta disposición, en el
caso Artavia Murillo versus Costa Rica. En lo que aquí interesa, ésta sostuvo dos cosas. Por una parte,
que la protección del que está por nacer no es absoluta, sino que gradual e incremental según su
desarrollo, debido a que no constituye un deber absoluto e incondicional. Por la otra, dicha protección
implica proteger a la mujer, porque la concepción ocurre dentro de su cuerpo. Tratándose de los límites
temporales de la vida de las personas, el legislador definió cuándo una persona se encuentra con muerte
cerebral (Ley Nº 19.451). Ahí definió cuándo una persona está muerta. Por lo mismo, el Congreso
Nacional se encuentra mucho más capacitado y legitimado para resolver una controversia de cuándo
comienza la vida del que está por nacer, que esta Magistratura, dado la falta de una regla explícita en la
Constitución" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 21º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT).
Sobre la base de este razonamiento, en la dicha sentencia se declaró: "Que el que está por nacer es un
bien jurídico, de mucha importancia para la Constitución. Por eso se refiere a él y le encarga al legislador
su resguardo. El que está por nacer no necesita del estatuto de persona y distorsionar todo el resto del
sistema constitucional y legal, para recibir protección. La Constitución lo relevó de aquello. No hay ninguna
entidad que en nuestro sistema jurídico tenga esta posibilidad" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de
2017, cons. 78º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54. De la protección del que está por nacer confiada a
la ley. La ya citada sentencia del Excmo. Tribunal Constitucional de 28 de agosto de 2017 se ha pronunciado
expresamente sobre el entendimiento que, a su juicio, ha de darse al inciso 2º del número 1º del
artículo 19 de la Constitución. Su interpretación, por una parte, ha precisado aspectos sobre los que la
jurisprudencia no se había pronunciado y, por otra, se ha apartado de lecturas previas sostenidas,
principalmente por la Excma. Corte Suprema. 54.1. La protección del que está por nacer la confía la
Constitución directamente a la ley, que puede ser de cualquier naturaleza, lo que excluye que sea
la propia Constitución la encargada directamente de dicha protección. Así se ha declarado: "Que la
fórmula verbal que emplea la Constitución, está compuesta de los siguientes elementos. En primer lugar,
utiliza la expresión 'ley'. Con ello, excluye que sea la Constitución la que se encargue directamente de
aquello. La Constitución quiere que una norma general y obligatoria, sometida al debate democrático,
pueda cumplir este rol protector. Como consecuencia de ello, excluye que sean, originariamente, los
particulares, la autoridad administrativa o los tribunales los que se encarguen de esta tarea.
Indudablemente, la ley puede perfectamente convocar el esfuerzo de todas estas entidades. Pero en un
rol derivado, no original. No quiso la Constitución cerrar ella misma la protección. La entregó a la
apreciación del legislador; en qué casos sí, en cuáles no, de qué modo. También es necesario puntualizar
que la Constitución no se refiere a una norma legal particular. Puede ser esta penal, civil, laboral, de
seguridad social, etc." (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 45º, Rol Nº 3729 (3751)-17-
CPT). 54.2. De la protección y como ha de entenderse en relación con otros derechos o bienes
jurídicos protegidos. El Excmo. Tribunal Constitucional ha precisado que el deber de protección, que la
Constitución confía a la ley, ha de entenderse como compatible con otros mandatos constitucionales de
protección, sin que de tal mandato de protección pueda concebirse como una protección a todo evento o
que permita el sacrificio de otros bienes jurídicos: "[L]a Constitución manda a la ley proteger. Lo primero
que cabe señalar es que la Constitución marca una diferencia en su regulación con lo establecido en el
inciso primero. Mientras ahí establece 'el derecho a la vida y a la integridad psíquica y física de la persona',
utilizó aquí un lenguaje distinto. Desde luego, porque no habló de derechos; encarga a la ley proteger. No
es que la Constitución no establezca la protección; es que le encarga al legislador hacerlo. Introduce, por
tanto, una mediación. Entregó a la ley un rol, sin asumirlo directamente. También porque habló 'del que
está por nacer', en circunstancias que en el inciso primero habla de 'la persona'. Por otra parte, no es la
única norma constitucional que habla de protección. Varias disposiciones constitucionales utilizan la
misma expresión. Así, el Estado debe dar 'protección' a la población y a la familia (artículo 1º, inciso
quinto). En el derecho a la salud se establece que éste consiste en el 'derecho a la protección de la salud'.
Y que el Estado debe proteger el libre o igualitario ejercicio a las acciones de promoción, protección y
recuperación de la salud y recuperación del individuo (artículo 19 Nº 9). Asimismo, corresponde al Estado
la 'protección e incremento del patrimonio cultural de la nación' (artículo 19 Nº 10). Además, la
Constitución asegura 'la libertad de trabajo y su protección' (artículo 19 Nº 16). También, la Corte de
Apelaciones debe asegurar en el recurso de protección 'la debida protección del afectado' (artículo 20).
Finalmente, le corresponde al Ministerio Público 'proteger a las víctimas y a los testigos' (artículo 83).
Como se observa, estas disposiciones tienen distintos sujetos responsables. En unos casos, el Estado;
en otros, todas las personas; y en otros, órganos específicos (Corte de Apelaciones, Ministerio Público, el
legislador). Nunca estas disposiciones han sido interpretadas aisladamente de otras que la propia
Constitución establece. Tampoco se han interpretado como equivalentes a tipos penales. Asimismo, no
han sido consideradas mandatos máximos y a todo evento. Tampoco han sido considerados títulos para
sacrificar otros bienes jurídicos. Finalmente, tampoco ha impedido el desarrollo de nuevos derechos. Por
ejemplo, la protección de la familia no ha impedido la ley de divorcio, la ley de filiación, la ley de unión
civil" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 46º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.3. De la
protección limitada a lo razonable y al no sacrificio de derechos de otros, en particular de la mujer.
Este entendimiento del deber de protección confiado a la ley se ha explicado del modo siguiente: "Que
proteger es, sin duda, un deber activo, pues implica cuidar, favorecer, defender. Implica una interferencia
no perjudicial cotidiana; y medidas positivas de potenciamiento. Esta protección no puede significar ni
desprotección, en el sentido que no existen medidas de todo tipo e indispensables en resguardo del no
nacido; ni sobreprotección, en el sentido de medidas que vayan más allá de lo razonable y sacrifiquen
derechos de otros. Por eso, no puede significar un mandato para descuidar a la mujer. Del texto de la
Constitución no se desprende ni se infiere que la protección del que está por nacer sea un título que
perjudique a la progenitora. Desde luego, porque las medidas de protección en algunos casos pasan
inevitablemente por ella. El primer sujeto obligado por la protección y sin cuyas acciones u omisiones este
deber no puede cumplirse, es la mujer. El legislador no puede no contar con esas acciones u omisiones.
También, porque la madre no puede ser considerada como un instrumento utilitario de protección del no
nacido. El legislador, precisamente y por ese deber primario, no puede ir contra la mujer imponiendo su
voluntad e incluso poniendo en peligro su vida o imponiéndole deberes más allá de lo que a cualquier
persona se le exige. La maternidad es un acto voluntario, que exige el compromiso vibrante de la mujer
embarazada. No puede ser una imposición del Estado a cualquier costo de la mujer. Ella no es un medio.
Además, cuando la Constitución ha querido hacer primar un derecho sobre otro o privilegiar intereses
superiores, lo ha dicho expresamente. Así sucede con la función social de la propiedad (artículo 19 Nº 24);
con la libertad en aras de la seguridad pública (artículo 19 Nº 7); con la privacidad respecto de la publicidad
(artículo 19 Nº 12) o con la transparencia (artículo 8º); o con los derechos durante los estados de
excepción (artículos 39 y siguientes); o el mismo derecho a la vida, con la pena de muerte (artículo 19
Nº 1). Por lo demás, este Tribunal ha considerado que es una carga intolerable la regla del turno para los
abogados, que los obliga a asumir defensas gratuitas (STC 755/2008). Dichas cargas no guardan relación
alguna de proporcionalidad con las que debe soportar la mujer en las tres causales del proyecto" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 47º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.4. De la protección de
la vida del que está por nacer y no del derecho a la vida. El Excmo. Tribunal Constitucional, en sentencia
de 18 de abril de 2008, había declarado que el mandato constitucional del inciso 2º del número 1º del
artículo 19 de la Constitución no sólo importaba la protección del bien jurídico de la vida del nasciturus,
sino también de un derecho: "[L]a intención del Constituyente fue confiar al legislador las modalidades
concretas de protección de la vida del que está por nacer en el entendido que se trata de un ser existente
e inserto en la concepción de persona, en cuanto sujeto de derecho, a que alude el encabezado del
artículo 19. Este mandato al legislador importa la protección de un derecho y no sólo del bien jurídico de
la vida, distinción que no es menor para estos sentenciadores. En efecto, si sólo se hubiese protegido la
vida, en cuanto bien jurídico, bastaría que el legislador hubiese consagrado mecanismos que aseguraran
al nasciturus la viabilidad de la vida intrauterina hasta el nacimiento" (Tribunal Constitucional, 18 de abril
de 2008, cons. 58º, Rol Nº 740-07). Ahora, en su sentencia de 28 de agosto de 2017, se ha apartado de
aquella opinión, y estima que el mandato de protección no se refiere a la protección del derecho a la vida:
"Que, el tercer elemento de la fórmula constitucional, es que la Constitución manda proteger la vida del
que está por nacer. Como ya indicamos, no habla de proteger el derecho a la vida. Éste, es decir, el
derecho a la vida, está reconocido y definido en convenciones internacionales. Así, tanto el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 6), como la Convención Interamericana de Derechos
Humanos (artículo 4), señalan que 'nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente'. Tal definición
explica instituciones como la legítima defensa, o algunos casos de estado de necesidad, en que una
persona mata a otra, o sea, la priva de su vida. Pero no lo hace 'arbitrariamente'. Lo mismo puede decirse
de un acto médico riesgoso, que trae como consecuencia la muerte. Pero el derecho a la vida es distinto
de la vida. Ésta es la plataforma biológica y síquica de sustentación. No cabe confundir ambos conceptos"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 48º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.5. El mandato
de protección impuesto por la Constitución no prohíbe la despenalización de ciertas conductas,
en concreto, el aborto en determinados supuestos. Es ésta la opinión que ha asumido el Excmo. Tribunal
Constitucional en su sentencia de 18 de abril de 2008: "[Queremos profundizar sobre si el mandato de
protección que establece la Constitución del que está por nacer, prohíbe la despenalización de ciertas
conductas. QUINQUAGESIMOQUINTO [sic]. Que, por de pronto, la Constitución tiene un lenguaje para
expresar las prohibiciones. En el mismo artículo 19 Nº 1, hay un ejemplo claro, pues 'prohíbe la aplicación
de todo apremio ilegítimo'. Es cierto que en otros casos usa otras fórmulas verbales. Por ejemplo, 'nadie
puede' (artículo 19 Nºs. 7, 15 y 24), 'en ningún caso' (artículos 69, 76), 'no podrán' (artículos 92, 94 bis,
95, 100, 19 Nºs. 15, 16 y 19), 'nadie' (artículo 19 Nº 3, 7, 15, 24), 'ninguno' o 'ninguna' (artículos 7º, 19
Nºs. 3, 7 y 15, 103). Pero 'proteger' no puede interpretarse como una prohibición. En el lenguaje
constitucional es asimétrica una interpretación en ese sentido; QUINQUAGESIMOSEXTO [sic]. Que,
enseguida, la Constitución se refiere muy pocas veces a los delitos. Así, se refiere al terrorismo
(artículo 9º), a los delitos producto de la libertad de expresión (artículo 19 Nº 12), a los delitos que
constituyen causales de acusación constitucional (traición, concusión, malversación, soborno) (artículo 52
Nº 2) y la responsabilidad de los jueces (cohecho, denegación y torcida administración de justicia,
prevaricación) (artículo 79). La Constitución no trata ni se refiere al aborto. La razón es que la Constitución
le encarga al legislador la prerrogativa de punición (artículos 19 Nº 3 y 63 Nº 3). La ley puede crear delitos,
establecer la conducta reprochada y fijar la pena" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 54º, 55º y 56º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Para reafirmar esta opinión, ha agregado: "Que la
Constitución asume que el legislador puede cambiar los tipos penales. Por lo mismo, puede crear,
modificar, o derogar delitos. Para el conflicto que esto produce, establece dos reglas. Por una parte, que
no se puede sancionar una persona si la ley no se promulgó antes de la perpetración del delito. Y por la
otra, que la ley penal no puede tener efecto retroactivo, 'a menos que una nueva ley favorezca al afectado'
(artículo 19 Nº 3); QUINCUAGESIMOCTAVO [sic]. Que por lo mismo, no se ve impedimento para el 'retroceso
penal'. Desde luego, porque es una garantía que la ley pueda ser más favorable. También, porque el
derecho penal es siempre última ratio. En la norma que analizamos, no se prohíbe el principio pro reo ni
se le impide. Además, dicha norma remite a la ley. Ésta puede tipificar o destipificar" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 57º y 58º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). En fin, ha añadido:
"Que la Constitución asegura el derecho a la vida. El Código Penal castiga el homicidio. Pero no son
sinónimos. Proteger el derecho a la vida no es equivalente a tipificar el homicidio. De hecho, el legislador
ha podido crear nuevas figuras de homicidio (por ejemplo, el parricidio entre convivientes); ha configurado
nuevas agravantes; ha establecido nuevas eximentes o ha cambiado las existentes; ha creado distintos
niveles de homicidio (homicidio simple o calificado; parricidio; infanticidio); SEXAGÉSIMO. Que ese margen
de apreciación que se le encarga al legislador, le ha permitido establecer el aborto, como un delito distinto
al de homicidio y al infanticidio. También tratarlo como un delito distinto a aquellos delitos contra las
personas en el Código Penal. Este delito se encuentra ubicado dentro del Título VII del Código, que trata
los crímenes y delitos contra el orden de las familias, la moralidad pública y la integridad sexual. Asimismo,
el legislador ha establecido una pena considerablemente menor al aborto que aquellas que establece
respecto del homicidio. Y es el mismo legislador el que ha omitido el delito de lesiones del feto. Y al que
ha restringido el aborto culposo, porque con dificultades cabe en el artículo 343 del Código Penal"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 59º y 60º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.6. La
protección confiada por la Constitución a la ley, no puede reducirse al solo ámbito penal. En este
sentido se ha declarado: "la protección que establece la norma constitucional que se analiza, no puede
reducirse al ámbito penal, toda vez que hay una serie de normativas, que no tiene este carácter y que se
enmarcan dentro del mismo propósito. En efecto, nuestro ordenamiento jurídico contempla normas que
protegen la maternidad y otras normas que protegen al que está por nacer. Entre las normas que protegen
la maternidad, se encuentra, por vía ejemplar, la protección y vigilancia del Estado durante el embarazo y
hasta seis meses de nacido el hijo (Código Sanitario, artículo 16). Enseguida, toda la normativa laboral.
Así, el embarazo no puede ser un factor para contratar, para permanecer en el trabajo o para renovar el
contrato (artículo 194); el pre y post natal (artículos 195 y 197 bis); el permiso especial por enfermedad
grave del niño menor de un año (artículo 199); el permiso especial por enfermedad gravísima del menor
de 12 años (artículo 199 bis); el fuero maternal (artículo 201); el derecho a sala cuna (artículo 203); el
derecho a dar alimentos (artículo 206). Después, se encuentra la normativa de seguridad social, como el
bono por hijo en caso de jubilación (Ley Nº 20.255). Por su parte, entre las normas que protegen la vida
del que está por nacer, también hay normas de distinto tipo. Desde luego, normas laborales. Por ejemplo,
el prenatal (artículo 195); el descanso prenatal complementario por enfermedad (artículo 196); el derecho
a pedir cambio de funciones durante el embarazo (artículo 202); el permiso de hasta tres días para el
trabajador que sufra la muerte de un hijo en período de gestación (artículo 66, Código del Trabajo).
También existen normas de reconocimiento. Así, se encuentra la Ley Nº 20.558, que estableció el Día del
Niño y Niña Prematuros; la Ley Nº 20.699, que estableció el Día de la Adopción y del que está por nacer.
Asimismo se encuentran las normas del Código Civil, que permiten diferir el castigo a la madre hasta
después del nacimiento o que faculten al juez para adoptar medidas en caso que existiere peligro del no
nacido (artículo 75); la que permite suceder y recibir donaciones (artículos 962 y 1390). También existen
normas que protegen al embrión en la investigación científica (Ley Nº 20.120). Asimismo, normas que
impiden aquellos métodos de regulación de la fertilidad cuyo objetivo o efecto directo sea provocar un
aborto (Ley Nº 20.418). Del mismo modo, existen normas de seguridad social. Por ejemplo, el Programa
Chile Crece Contigo, que permite acompañar el proceso de desarrollo de los niños y niñas que se atienden
en el sistema público de salud, desde su primer control de gestación (Ley Nº 20.379). Todas estas normas
apuntan a destacar que la protección del que está por nacer es heterogénea y no comprende solamente
aspectos penales. Además, son diseñadas por el legislador. Se enmarcan, por tanto, dentro del diseño
del artículo 19 Nº 1 inciso segundo. Es decir, proteger al que aún no nace, en los términos que el legislador
vaya estructurando" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 61º, Rol Nº 3729 (3751)-17-
CPT). 55. Protección de la vida del que está por nacer y prácticas religiosas de la madre. Se ha
entendido que: "Tratándose del nonato, existiendo protección constitucional que debe valorarse, como se
vio, a la luz de los derechos de la madre, conforme a lo señalado, debe convenirse que, la práctica de
convicciones religiosas, de igual modo que en el caso anterior, no autorizan para poner en riesgo la vida
del que está por nacer" (C. de Apelaciones de Copiapó, 9 de agosto de 2008,
LegalPublishing: CL/JUR/5405/2008, Rol Nº 230-2008).

2º.- La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupo privilegiados. En Chile no hay
esclavos y el que pise su territorio queda libre. Hombres y mujeres son iguales ante la ley.
Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias;

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 10, 19 número 2. Código Civil: artículos 14, 20, 25, 33,
55, 57, 74, 982, 997. Código del Trabajo: artículo 62 bis. Código Tributario: artículo 8º número 7. Ley Nº 18.838, crea el
Consejo Nacional de Televisión, D.O. 30.09.1989: artículo 1º inciso 4º. Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y desarrollo
de los indígenas, D.O. 5.10.1993: artículo 8º. Ley Nº 20.120, Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y
prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículo 4º. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de oportunidades
e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículos 1º, 4º, 6º, 7º, 8º. Ley Nº 20.430, establece
disposiciones sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 8º. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la
discriminación, D.O. 24.07.2012. Tratado celebrado entre Chile y Gran Bretaña sobre abolir el tráfico de esclavos, Boletín de
Leyes y Decretos del Gobierno 1.09.1842. Decreto Nº 530, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos
Políticos de la Mujer, D.O. 30.09.1967, artículos 1º, 2º y 3º. Decreto Nº 747, Min. Relaciones Exteriores, Convención
Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, D.O. 12.11.1971: artículos 1º, 2º, 3º, 5º.
Decreto Nº 764, Min. Relaciones Exteriores, Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en materia de
enseñanza, D.O. 30.11.1971. Decreto Ley Nº 871, aprueba Convención Interamericana sobre concesión de Derechos
Políticos a la Mujer, D.O. 28.01.1975. Decreto Ley Nº 872, aprueba Convención Interamericana sobre concesión de Derechos
Civiles a la Mujer, D.O. 28.01.1975. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 2º, 3º, 7º y 26. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores,
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 2º, 3º, 8º, 14, y 16. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989.
Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º Nº 1, 24.
Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 2º. Decreto
Nº 1.097, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la Esclavitud, D.O. 7.11.1995. Decreto Nº 99, Min. Relaciones
Exteriores, Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con
discapacidad, D.O. 20.06.2002. Decreto Nº 84, Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de
los derechos de los trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículos 7º y 11. Decreto Nº 201, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad adoptada por la Asamblea General
de la ONU el 13 de diciembre de 2006, D.O. 17.09.2008.

Jurisprudencia: 56. Contenido y significado de la "igualdad ante la ley". El Tribunal Constitucional, de


una manera sostenida en el tiempo, en diversos pronunciamientos ha entendido que la igualdad ante la
ley: "[C]onsiste en que las normas jurídicas deben ser iguales para todas las personas que se encuentren
en las mismas circunstancias y, consecuencialmente, diversas para aquellas que se encuentren en
situaciones diferentes. No se trata, por consiguiente, de una igualdad absoluta sino que ha de aplicarse
la ley en cada caso conforme a las diferencias constitutivas del mismo. La igualdad supone, por lo tanto,
la distinción razonable entre quienes no se encuentren en la misma condición". Así, se ha concluido que
"la razonabilidad es el cartabón o standard de acuerdo con el cual debe apreciarse la medida de igualdad
o la desigualdad" (Tribunal Constitucional, 11 de diciembre de 2007, Rol Nº 790-07; Tribunal
Constitucional, 31 de marzo de 2008, Rol Nº 755-07; Tribunal Constitucional, 8 de septiembre de 2008,
Rol Nº 1138-08; Tribunal Constitucional, 14 de enero de 2009, Rol Nº 1140-08; Tribunal Constitucional, 2
de octubre de 2018, cons. 3º, Rol Nº 4653-18-INA). 57. Igualdad y examen de fundamentación o
razonabilidad. Sobre la base del concepto de igualdad asumido en la jurisprudencia constitucional, se ha
asentado la opinión conforme a la cual el primer examen que debe superar una norma jurídica, cuando se
juzga su ajuste con el principio de igualdad ante la ley, es el de su fundamentación o razonabilidad: "[U]n
primer test para determinar si un enunciado normativo es o no arbitrario consiste en analizar su
fundamentación o razonabilidad y la circunstancia de que se aplique a todas las personas que se
encuentren en la misma situación prevista por el legislador" (Tribunal Constitucional, 2 de octubre de 2018,
cons. 3º, Rol Nº 4653-18-INA). 58. Protección de la igualdad "en" la ley. Se ha sentado que: "En el
marco protector de la garantía normativa de la igualdad se garantiza la protección constitucional de la
igualdad 'en la ley', prohibiendo que el legislador, en uso de sus potestades normativas, o cualquier
otro órgano del Estado, establezca diferencias entre las personas y respecto de situaciones o finalidades
que tengan una motivación, utilicen medios o bien produzcan un resultado de carácter arbitrario, pues el
constituyente no prohibió toda desigualdad ante la ley, sino que, optando por una fórmula de otro tipo, se
inclinó por establecer como límite a la arbitrariedad, prohibiendo toda discriminación arbitraria" (Tribunal
Constitucional, 30 de enero de 2008, Rol Nº 986-07; Tribunal Constitucional, 13 de mayo de 2008, Rol
Nº 834-07). Este considerando se ha reproducido, con un agregado final, en sentencias posteriores: "[T]al
como ha señalado este Tribunal, este derecho, contenido en el artículo 19 Nº 2 de la Carta Fundamental,
garantiza la protección de la igualdad "en la ley", prohibiendo que el legislador, en uso de sus potestades
normativas, o cualquier otro órgano del Estado, establezca diferencias entre las personas y respecto de
situaciones o finalidades que tengan una motivación, utilicen medios o bien produzcan un resultado
arbitrario, pues el constituyente no prohibió toda desigualdad ante la ley, sino que se inclinó por establecer
como límite, a la arbitrariedad, prohibiendo toda discriminación arbitraria, por lo que deben tomarse en
cuenta las diferencias constitutivas de cada caso (STC Rol 2955, c. quinto)" (Tribunal Constitucional, 25
de septiembre de 2018, cons. 28º, Rol Nº 3597-17-INA).

4º.- El respeto y protección a la vida privada y a la honra de la persona y su familia, y


asimismo, la protección de sus datos personales. El tratamiento y protección de estos datos se
efectuará en la forma y condiciones que determine la ley; 114

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 8º inciso 2º, 20. Código Civil: artículo 2331. Código Penal:
Párrafos 6, 7, 8 del Título VIII del Libro II. Ley Nº 19.733, sobre Libertades de Opinión e Información y Ejercicio del Periodismo,
D.O. 4.06.2001: artículo 30 inciso final. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012:
artículo 2º inciso 3º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
D.O. 29.04.1989: artículo 17. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículo 11. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990:
artículo 16. Decreto Nº 84, Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de los derechos de los
trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículo 14. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 22.

Jurisprudencia: 59. Protección de la vida privada y dignidad de las personas. La jurisprudencia


constitucional ha destacado que: "La Carta Fundamental asegura a todas las personas, sin distinción ni
exclusión alguna, en su artículo 19 Nº 4 inciso primero, 'El respeto y protección a la vida privada y pública
y a la honra de la persona y de su familia'. En tal sentido considera esta Magistratura necesario realzar la
relación sustancial, clara y directa, que existe entre la dignidad de la persona, por una parte, y su
proyección inmediata en la vida privada de ella y de su familia, por otra, circunstancia que vuelve
indispensable cautelar, mediante el respeto y la protección debidas, ese ámbito reservado de la vida, en
el cual no es lícito penetrar sin el consentimiento del afectado, de un lado, o por decisión de la autoridad
fundada en la ley que hubiere sido dictada con sujeción a la Constitución, de otro" (Tribunal Constitucional,
28 de octubre de 2003, Rol Nº 389; Tribunal Constitucional, 1 de agosto de 2006, Rol
Nº 521). 60. Privacidad y su vinculación con la dignidad de las personas. Ha estimado el Tribunal
Constitucional que: "La privacidad, en los variados rubros descritos, integra los derechos personalísimos
o del patrimonio moral de cada individuo, los cuales emanan de la dignidad personal, como se ha dicho,
y son, por su cualidad de íntimos de cada sujeto, los más cercanos o próximos a esta característica, única
y distintiva, del ser humano. Por tal razón, ellos merecen reconocimiento y protección excepcionalmente
categóricos tanto por la ley, como por los actos de autoridad y las conductas de particulares o las
estipulaciones celebradas entre éstos" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, Rol Nº 389). 61. El
derecho a la privacidad no puede concebirse como un derecho respecto del cual no puedan existir
ciertos límites legales. En este sentido se ha pronunciado el Excmo. Tribunal Constitucional cuando ha
declarado: "Que el derecho a la privacidad, entendido por nuestro Constituyente como 'la posición de una
persona o entidad colectiva personal en virtud de la cual se encuentra libre de intromisiones o difusiones
cognoscitivas de hechos que pertenecen a su interioridad corporal y psicológica o a las relaciones que
ella mantiene o ha mantenido con otros, por parte de agentes externos que, sobre la base de una
valoración media razonable, son ajenos al contenido y finalidad de dicha interioridad o relaciones' (Corral
Talciani, Hernán, citado por Vivanco M., Ángela. Curso de Derecho Constitucional, Tomo II. Santiago,
Ediciones Universidad Católica de Chile, 2006, p. 345), no puede ser concebido como un derecho
absoluto, protegido contra cualquier tipo de limitación legal" (Tribunal Constitucional, 4 de enero de 2011,
cons. 38º, Rol Nº 1683-2010). En el mismo sentido se ha declarado: "Que tanto la libertad de expresión y
de información cuanto el respeto y protección a la vida privada y a la honra de la persona y su familia —
resguardados constitucionalmente en los artículos 19.12º y 19.4º, respectivamente de nuestra Ley
Fundamental— admiten limitaciones que puede imponer el legislador, si bien sujetándose a los términos
que le impone el numeral 26º del artículo 19 constitucional" (Tribunal Constitucional, 23 de agosto de
2018, cons. 38º, Rol Nº 3329-17-INA). 62. El derecho a la honra de las personas como emanado de su
dignidad. La jurisprudencia constitucional ha precisado: "Que el derecho a la honra, por su esencia
espiritual y moral como emanación de la dignidad de la persona humana, carente de materialidad, no
posee en sí mismo valor económico o patrimonial, por lo que el resultado dañino de los atentados en su
contra se traducirá, ordinariamente, en sufrimientos o mortificaciones de igual carácter, esto es, en daño
moral, aunque eventualmente, en ciertos casos, pueda adquirir alguna significación económica
susceptible de ser calificada de daño patrimonial" (Tribunal Constitucional, 6 de junio de 2017, cons. 14º,
Rol Nº 3194-16-INA). En la misma línea se ha declarado, reiteradamente, que: "[S]e trata de un derecho
de carácter personalísimo que es expresión de la dignidad humana consagrada en el artículo 1º de la
Constitución, que se vincula, también, con el derecho a la integridad psíquica de la persona, asegurado
por el Nº 1º de su artículo 19" (Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol Nº 7004-
2019-INA). 63. Contenido y caracteres del derecho a la honra protegido constitucionalmente. "Como
se aprecia del contexto del debate habido en la Comisión de Estudio, el derecho a la honra, cuyo respeto
y protección la Constitución asegura a todas las personas, alude a la 'reputación', al 'prestigio' o el 'buen
nombre' de todas las personas, como ordinariamente se entienden estos términos, más que al sentimiento
íntimo del propio valer o a la dignidad especial o gloria alcanzada por algunos. Por su naturaleza es, así,
un derecho que emana directamente de la dignidad con que nace la persona humana, un derecho
personalísimo que forma parte del acervo moral o espiritual de todo hombre y mujer, que no puede ser
negado o desconocido por tratarse de un derecho esencial propio de la naturaleza humana" (Tribunal
Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 25º, Rol Nº 943-07-INA). Este considerando se ha reproducido
literalmente en sentencias posteriores del mismo tribunal (Tribunal Constitucional, 16 de octubre de 2019,
cons. 7º, Rol Nº 6383-2019-INA; Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol Nº 7004-
2019-INA). 64. Contenido de la protección constitucional de la honra de la persona y su familia y
límites del derecho a su respeto. "La protección constitucional de la honra no se refiere a la valoración
que cada persona tiene de sí misma, sino que a la valoración que, objetivamente, ella merece dentro del
conglomerado social en que se desenvuelve. De esta manera, el derecho al respeto y protección de la
honra de la persona y de su familia debe ejercerse con arreglo a límites extrínsecos que derivan de la
necesidad de respetar las reglas que la sociedad se ha dado para su pleno desenvolvimiento" (Tribunal
Constitucional, 13 de mayo de 2008, Rol Nº 834-07). 65. Respeto y protección a la honra e integridad
psíquica. "El respeto y protección del derecho a la honra, que asegura la Constitución, es sinónimo de
derecho al respeto y protección del 'buen nombre' de una persona, derecho de carácter personalísimo
que es expresión de la dignidad humana consagrada en su artículo 1º, que se vincula, también, con el
derecho a la integridad psíquica de la persona, asegurado por el Nº 1 de su artículo 19, pues las
consecuencias de su desconocimiento, atropello o violación, si bien pueden significar, en ocasiones, una
pérdida o menoscabo de carácter patrimonial más o menos concreto (si se pone en duda o desconoce la
honradez de un comerciante o de un banquero, por ejemplo), la generalidad de las veces generan más
que nada una mortificación de carácter psíquico, un dolor espiritual, un menoscabo moral carente de
significación económica mensurable objetivamente, que, en concepto del que lo padece, no podría ser
reemplazada o compensada con una suma de dinero" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008,
cons. 27º, Rol Nº 943-08). 66. Garantía constitucional de la privacidad entre cónyuges. Ante la
situación del marido que sustrajo el diario de vida de su mujer utilizándolo, luego, como prueba en un
proceso de divorcio, se ha declarado que: "Toda persona posee como derecho básico fundamental el
respeto de un ámbito íntimo, el cual no es posible traspasar por terceros, ya que está vedada toda
injerencia, sin la autorización de su titular; derecho humano y libertad fundamental que emerge de la
dignidad de las personas y en este caso de la cónyuge recurrente, que puede preservar de su marido
aspectos que considere constituyen sus vivencias personales y que estima de carácter privado. Esta
protección dada por el constituyente en el artículo 19 Nº 4 de la Carta Fundamental, que no hace
distinciones, impide que otra persona, cualquiera sea su condición contractual o de familia, posea
antecedentes que importen transgredir este derecho. En todo caso, a la luz de lo dispuesto en el inciso
segundo del artículo 5º de la Carta Fundamental de igual forma se encuentra amparado por el
ordenamiento jurídico constitucional [...] la conducta del recurrido es ilegal, excede de sus facultades pues
no le corresponde divulgar los pensamientos y vivencias íntimas de la recurrente y, por ende, el recurso
de protección intentado deberá ser acogido" (C. Suprema, 4 de enero de 2006, cons. 3º y 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/8563/2006, Rol Nº 6491-2005). 67. Protección constitucional de la honra y
las pruebas periciales biológicas. El Tribunal Constitucional ha declarado que: "No puede estimarse
lesivo al derecho garantizado por el artículo 19 Nº 4 de la Constitución, la existencia de un procedimiento
judicial que, conformado por reglas como las introducidas por los artículos 188, 199 y 199 bis del Código
Civil, propende, precisamente, a la obtención de la verdad en un tema tan ligado al respeto de la dignidad
humana como es la necesidad de determinar fehacientemente la identidad de una persona" (Tribunal
Constitucional, 13 de mayo de 2008, cons. 31º, Rol Nº 834-07). 68. Protección constitucional de la
privacidad y publicación de datos personales en redes sociales. La Excma. Corte Suprema ha declarado
que la publicación de datos personales, como la dirección de una persona, en una red social (facebook),
sin su consentimiento o sin que la ley lo autorice, constituye una violación del derecho a la privación y a
la honra garantizado por el número 4º del artículo 19 de la Constitución: "Que no resulta discutido que
dentro de los datos de carácter personal encontramos, entre otros, el nombre, edad, sexo, estado civil,
profesión, RUT, cuenta corriente, domicilio y teléfono; por lo que sin duda la dirección de una persona es
un aspecto que claramente se encuentra dentro del marco establecido por la referida ley y constituye un
dato de carácter personal. En razón de esto su divulgación y tratamiento únicamente puede ser efectuada
cuando el titular consienta en ello o la ley lo autorice, lo que sin duda no ha ocurrido en este caso. Noveno:
Que al haber la recurrida publicado en su página de Facebook en la que se pone a disposición de terceros
información personal de la recurrente sin su consentimiento, ha realizado una actuación ilegal y arbitraria
que contraviene la Ley Nº 19.628 y, en consecuencia, conculca el derecho constitucional de la recurrente
previsto en el artículo 19 numeral 4º de la Constitución Política de la República, al afectar la protección
que se le debe a su vida privada y su honra" (C. Suprema, 11 de abril de 2017, cons. 8º y 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/1658/2017, Rol Nº 95.019-2016).

5º.- La inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada. El hogar sólo puede
allanarse y las comunicaciones y documentos privados interceptarse, abrirse o registrarse en
los casos y formas determinados por la ley;

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 8º inciso 2º, 20. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 17. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 11.2. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 1º.

Jurisprudencia: 69. Derechos a la privacidad e inviolabilidad de las comunicaciones privadas y libre


desarrollo de la personalidad. Se ha declarado que: "El respeto y protección de la dignidad y de los
derechos a la privacidad de la vida y de las comunicaciones, son base esencial del desarrollo libre de la
personalidad de cada sujeto, así como de su manifestación en la comunidad a través de los grupos
intermedios autónomos con que se estructura la sociedad" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de
2003, Rol Nº 389; Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, Rol Nº 943-08). 70. Carácter no absoluto
del respeto a la vida privada y de la protección de las comunicaciones. En este sentido la
jurisprudencia constitucional ha afirmado que: "El derecho al respeto a la vida privada y a la protección de
las comunicaciones de la misma naturaleza no tienen, como es evidente, carácter absoluto,
encontrándose el legislador habilitado para regular su ejercicio, sujetándose, eso sí, a lo que dispone la
propia Carta Fundamental que le impide, al hacer uso de sus atribuciones, afectar el derecho en su
esencia, imponerle condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio o privarlo de la tutela
jurídica que le es debida" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, Rol Nº 389; Tribunal
Constitucional, 10 de junio de 2008, Rol Nº 943-08). 71. De la garantía de la inviolabilidad de "todas
las formas" de comunicación privada. La jurisprudencia constitucional ha advertido que el precepto
constitucional cubre cualquier forma de comunicación, de guisa que su interpretación ha de adecuarse los
avances técnicos y a las posibles formas que se desarrollen en el presente y futuro: "[M]ientras las
constituciones que precedieron a la actual hablaban de "papeles" (1812, 1818) o de "correspondencia"
(1833, 1925), la de 1980 habla de "toda forma de comunicación privada". Con la expresión "toda" no se
quiso excluir ninguna; las comprende, justamente, a todas. El vocablo "forma" subraya el hecho de que
da lo mismo su formato. El cambio no fue casual, pues se buscó cubrir toda forma de comunicación
intelectual y espiritual entre dos individuos, por cualquier medio que se hiciera (Silva Bascuñán,
Alejandro; Tratado de Derecho Constitucional, tomo XI, Santiago, 2006, p. 204). Los autores están
contestes en que la Constitución hizo bien en utilizar esta expresión, pues las comunicaciones no están
sólo restringidas a la epistolar, telegráfica o telefónica. Éstas eran las que mencionaba la Constitución del
25. El vocablo "comunicación" cubre las de todo tipo. Con esta expresión se evitó que la evolución de los
procesos dejara obsoleto el derecho, como hubiera sido reiterar la expresión "correspondencia". Entre
esas comunicaciones, se menciona a las escritas, a las audiovisuales, a las telefónicas, al correo
electrónico (Cea, José Luis; Derecho constitucional chileno, tomo 2, 2a edición, Santiago, 2012, p. 217;
Nogueira, Humberto; Derechos fundamentales y garantías constitucionales; tomo 1, Editorial Librotecnia,
Santiago, 2007, p. 538; Verdugo, Pfeffer y Nogueira; Derecho constitucional, tomo 1, Editorial Jurídica,
Santiago, 1994, p. 250). Entonces, por la evolución de la norma, por su sentido y por su texto, el precepto
comprende las formas actuales y las futuras de comunicaciones, incluido, por cierto, el correo electrónico"
(Tribunal Constitucional, 11 de septiembre de 2012, cons. 30º, Rol Nº 2153-11-INA). Este considerando
ha sido asumido en sentencias posteriores del mismo Tribunal (Tribunal Constitucional 31 de enero de
2013, cons. 46º, Rol Nº 2246-2012-INA). 72. De los bienes jurídicos protegidos por esta garantía
constitucional: la libertad de las comunicaciones y el secreto de las comunicaciones. Ha precisado
la jurisprudencia constitucional: "Con esta expresión ("inviolabilidad") se apunta a proteger dos bienes
jurídicos simultáneamente. Por una parte, el de la libertad de las comunicaciones. El solo hecho de que
las personas sepan que lo que transmitan a otros será grabado, interceptado o registrado, genera una
inhibición de comunicarse. No hay libertad allá "donde no hay expectativa de cierta inmunidad frente a
indagaciones ajenas. Protegiendo el secreto de las comunicaciones, se defiende la libertad para
entablarlas" (Jiménez Campos, Javier; La garantía constitucional del secreto de las comunicaciones;
en Revista Española de Derecho Constitucional, año 7, Nº 20, mayo-agosto 1987, p. 51). Además, la
comunicación debe circular libremente. De ahí que este derecho permita el desarrollo de varias libertades,
como la de empresa, la ideológica y política, etc. Por la otra, se protege el secreto de las comunicaciones.
Esto es, se precave que terceros a quienes no va dirigida la comunicación, accedan a ella. De ahí que la
inviolabilidad es una presunción iuris et de iure de que lo que se transmite es parte de la privacidad de las
personas, por lo que la revelación de ello, independientemente de su contenido, vulnera el derecho de la
privacidad (Nogueira, H.; ob. cit., p. 540). Lo que esta garantía protege es la comunicación, cualquiera
sea su contenido y pertenezca o no éste al ámbito de la privacidad o intimidad. El secreto se predica
respecto de la comunicación. Por lo mismo, abarca el mensaje y los datos de tráfico (ruta, hora, fecha,
sujetos, etc.). Y es indiferente la titularidad pública o privada del canal que se utilice" (Tribunal
Constitucional, 11 de septiembre de 2012, cons. 31º, Rol Nº 2153-11-INA). Este considerando ha sido
asumido en sentencias posteriores del mismo Tribunal (Tribunal Constitucional 31 de enero de 2013,
cons. 47º, Rol Nº 2246-2012-INA). 73. De qué sean las comunicaciones privadas amparadas por esta
garantía constitucional. La jurisprudencia constitucional ha definido lo que ha de entenderse por
"comunicaciones privadas" y, en una opinión que se ha desarrollado y consolidado en el tiempo, las
caracteriza por: a) la determinación de sus receptores; b) el propósito de que sólo ellos la reciban; y c) el
realizarlas por canales cerrados. En este sentido, en una primera sentencia el Excmo. Tribunal Constitucional
declaró que para que se quede cubierto por la garantía constitucional: "Debe tratarse de comunicaciones
privadas. Éstas son aquellas en que el emitente singulariza al o a los destinatarios de su comunicación
con el evidente propósito de que sólo él o ellos la reciban (Silva Bascuñán, A.; ob. cit., p. 205). El precepto
protege aquella forma de comunicación que dirige el emisor al receptor con el propósito de que
únicamente él la reciba y ambos sepan su contenido; por tanto, se prohíbe a otras personas imponerse
de éste. Las comunicaciones privadas son aquellas que no están abiertas al público (Cea, José Luis; ob.
cit., p. 205). Las comunicaciones privadas son comunicaciones restringidas entre dos o más personas; no
están destinadas al dominio público (Vivanco, Ángela; Curso de derecho constitucional; tomo 2, Editorial
PUC, Santiago, 2006, p. 364) ... es condición esencial que se trate de comunicaciones que se lleven a
cabo por canales cerrados (Fernández Rodríguez, José; Secreto e intervención de las comunicaciones
en internet; Editorial Thompson Civitas, Madrid, 2004, p. 98 y siguientes). No es relevante el número de
los destinatarios. Pueden ser uno o muchos. En uno y otro caso, existe inviolabilidad" (Tribunal
Constitucional, 11 de septiembre de 2012, cons. 35º, Rol Nº 2153-11-INA). Este considerando ha sido
asumido en sentencia posterior del mismo Tribunal (Tribunal Constitucional 31 de enero de 2013,
cons. 51º, Rol Nº 2246-2012-INA), y desarrollado en otra dictada al cabo de un año: "[L]as comunicaciones
privadas a que se refiere el artículo 19 Nº 5 de la Constitución, son aquellas en que el emitente singulariza
al o a los destinatarios de su comunicación con el evidente propósito de que sólo él o ellos la reciban. El
precepto protege aquella forma de comunicación que dirige el emisor al receptor con el propósito de que
únicamente él la reciba y ambos sepan su contenido; por tanto, se prohíbe a otras personas imponerse
de éste. Las comunicaciones privadas son aquellas que no están abiertas al público. Las comunicaciones
privadas son comunicaciones restringidas entre dos o más personas; no están destinadas al dominio
público. En este sentido, son comunicaciones no privadas las que se llevan a efecto por la radio o la
televisión. Estas tienen por objeto obtener la máxima difusión; por lo mismo, no tienen expectativa de
secreto. El concepto apunta a que se trate de comunicaciones que permitan mantener al margen a
terceros, sean éstos un órgano del Estado o un particular. Por lo tanto, es condición esencial que se trate
de comunicaciones que se lleven a cabo por canales cerrados. No es relevante el número de los
destinatarios. Pueden ser uno o muchos. En uno y otro caso, existe inviolabilidad (STC 2246/2012,
2153/2013)" (Tribunal Constitucional, 29 de enero de 2014, cons. 29º, Rol Nº 2379-13-INA). Este
considerando se ha reproducido en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 27 de diciembre de
2016, cons. 32º, Rol Nº 2982-16-INA; Tribunal Constitucional, 21 de noviembre de 2019, cons. 19º, Rol
Nº 6136-19-INA). 74. La inviolabilidad de las comunicaciones privadas no está condicionada por su
contenido. En este sentido el Excmo. Tribunal Constitucional declaró que: "El carácter inviolable de la
comunicación no tiene que ver tampoco con el contenido de la misma. Se protege el mensaje, sea que
tenga que ver con aspectos públicos o privados, sea que se refieran a aspectos trascendentes o
intrascendentes, afecten o no la vida privada. Este derecho no se entrega en virtud del contenido de la
comunicación; no tiene que ver con el carácter confidencial o privado de lo que se transmite (Martín
Morales, Ricardo; El régimen constitucional del secreto de las comunicaciones; Editorial Civitas, Madrid,
1995, p. 33)" (Tribunal Constitucional, 11 de septiembre de 2012, cons. 35º, Rol Nº 2153-11-INA). Este
considerando ha sido asumido en sentencias posteriores del mismo Tribunal (Tribunal Constitucional 31
de enero de 2013, cons. 51º, Rol Nº 2246-2012-INA; Tribunal Constitucional, 29 de enero de 2014,
cons. 29º, Rol Nº 2379-13-INA; Tribunal Constitucional, 27 de diciembre de 2016, cons. 32º, Rol Nº 2982-
16-INA; Tribunal Constitucional, 21 de noviembre de 2019, cons. 19º, Rol Nº 6136-19-INA). 75. La
inviolabilidad de las comunicaciones privadas no está condicionada por que sean realizadas por
funcionarios públicos. En este sentido la jurisprudencia constitucional se ha inclinado por sostener que:
"Nada tiene que ver en este concepto el que las comunicaciones las realicen o no funcionarios públicos.
Las comunicaciones de éstos también están protegidas por la garantía que se analiza. El concepto apunta
a que se trate de comunicaciones que permitan mantener al margen a terceros, sean éstos un órgano del
Estado o un particular" (Tribunal Constitucional, 11 de septiembre de 2012, cons. 35º, Rol Nº 2153-11-
INA). Este considerando ha sido asumido en sentencias posteriores del mismo Tribunal (Tribunal
Constitucional 31 de enero de 2013, cons. 46º, Rol Nº 2246-2012-INA). 76. La garantía de la
inviolabilidad de las comunicaciones puede invocarse en el ámbito matrimonial. El Excmo. Tribunal
Constitucional ha entendido que esta garantía constitucional tiene un amplio campo operativo, que implica
que pueda invocarse en los más variados campos, como el laboral y el propio del matrimonio: "El concepto
apunta a que se trate de comunicaciones que permitan mantener al margen a terceros, sean éstos un
órgano del Estado o un particular. Por ello, este derecho puede invocarse en distintos ámbitos, como el
laboral, en el matrimonio, la cárcel. El derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones no se extiende a
los propios sujetos que intervienen en ellas. La impenetrabilidad, el secreto, la opacidad, es respecto de
terceros ajenos a la misma, de aquellos que no son ni emisores ni receptores. Así, por ejemplo, si un
tercero se entera de una comunicación privada y hace uso indebido de ella, se afecta el artículo 19 Nº 5º
(SCS Rol 2502/2012, 11.05.2012)" (Tribunal Constitucional, 11 de septiembre de 2012, cons. 35º, Rol
Nº 2153-11-INA). Este considerando ha sido asumido en sentencias posteriores del mismo Tribunal
(Tribunal Constitucional 31 de enero de 2013, cons. 51º, Rol Nº 2246-2012-INA). 77. De la inviolabilidad
de las comunicaciones privadas y las prohibiciones que implica: interceptar, abrir, registrar. Se ha
destacado por la jurisprudencia constitucional que: "[L]a Constitución establece que la inviolabilidad impide
interceptar, abrir o registrar comunicaciones y documentos privados. De ahí que aquella comunicación
que no necesita interceptarse o abrirse porque es pública o abierta, no es comunicación privada, que esté
protegida por esta garantía. La Constitución utiliza tres expresiones. Con la primera ("interceptar") se
garantiza que no se suspenda o impida que las comunicaciones emitidas por alguien lleguen a destino.
Con la expresión "abrir" se protege que los documentos o las comunicaciones privadas puedan ser
abiertas por terceros. Finalmente, "registrar" es examinar minuciosamente la comunicación o los
documentos para encontrar algo que pueda estar oculto. A través de estos tres mecanismos, un tercero,
distinto a los involucrados en la comunicación, se impone de su contenido, atropellando el carácter privado
de la misma (Silva Bascuñán, A.; ob. cit., p. 207) [...]En todo caso, estas tres formas de vulnerar la
inviolabilidad deben ser entendidas en forma amplia, abarcando cualquier acción que implique acceder a
comunicaciones privadas. Así como la Constitución no quiso acotar el tipo de comunicaciones que
protegía, designándolas genéricamente como "toda forma de comunicación privada", para evitar la
obsolescencia ante estos nuevos mecanismos, tampoco quiso explicitar estas fórmulas de vulneración.
Por eso su enumeración abierta. Consecuente con ello, la interceptación, la apertura o el registro se
pueden hacer por cualquier medio tecnológico idóneo para el medio de comunicación empleado" (Tribunal
Constitucional, 11 de septiembre de 2012, cons. 36º, Rol Nº 2153-11-INA). Este considerando ha sido
asumido en sentencias posteriores del mismo Tribunal (Tribunal Constitucional 31 de enero de 2013,
cons. 52º, Rol Nº 2246-2012-INA). 78. No es exigencia la divulgación del contenido de la
comunicación privada para que vulnera la garantía constitucional. En este sentido se ha advertido
por Excmo. Tribunal Constitucional que: "La norma no exige que después de interceptar, abrir o registrar,
se revele o difunda aquello a lo cual se accedió ilícitamente" (Tribunal Constitucional, 11 de septiembre
de 2012, cons. 36º, Rol Nº 2153-11-INA). Este considerando ha sido asumido en sentencias posteriores
del mismo Tribunal (Tribunal Constitucional 31 de enero de 2013, cons. 52º, Rol Nº 2246-2012-
INA). 79. Los correos electrónicos caben en la categoría de "comunicaciones privadas" y su
inviolabilidad está amparada por la garantía constitucional. La jurisprudencia constitucional ha
entendido que del texto del número 5º del artículo 19 de la Constitución, y de su historia, se desprende
indubitablemente que: "Por la evolución de la norma, por su sentido y por su texto, el precepto comprende
las formas actuales y las futuras de comunicaciones, incluido, por cierto, el correo electrónico" (Tribunal
Constitucional 31 de enero de 2013, cons. 46º, Rol Nº 2246-2012-INA). En confirmación de esa
jurisprudencia el Excmo. Tribunal Constitucional ha reiterado: "Que los correos electrónicos se enmarcan
perfectamente dentro de la expresión "comunicaciones y documentos privados" que utiliza el artículo 19
Nº 5º de la Constitución. Estos son comunicaciones, que se transmiten por canales cerrados, no por
canales abiertos, y tienen emisores y destinatarios acotados. Por lo mismo, hay una expectativa razonable
de que están a cubierto de injerencias y del conocimiento de terceros. En nada obsta a lo anterior el que
no sea muy dificultoso interceptarlos o abrirlos. Nada más simple que abrir una carta. Pero desde hace
doscientos años, nuestras constituciones han procurado precaver esa invasión. El correo no necesita ir
encriptado o con técnicas de cifrado para recibir la protección del artículo 19 Nº 5º. El amparo está dado
por el hecho de llevarse a efecto por un mecanismo técnico cerrado (STC 2246/2012, 2153/2013)"
(Tribunal Constitucional, 29 de enero de 2014, cons. 29º, Rol Nº 2379-13-INA). Este considerando se ha
reiterado en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 27 de diciembre de 2016, cons. 33º, Rol
Nº 2982-16-INA; Tribunal Constitucional, 21 de noviembre de 2019, cons. 20º, Rol Nº 6136-19-
INA). 80. Los correos electrónicos, aunque procedan de funcionarios públicos, están amparados
por la inviolabilidad de las comunicaciones privadas. En este sentido el Excmo. Tribunal Constitucional
ha precisado: "Que no cambia la naturaleza de comunicación privada, el que los correos emanen de
funcionarios públicos. En primer lugar, porque, como ya se indicó, lo que se protege con esta garantía es
la comunicación, no si el mensaje es público o privado, o si se hace por canales o aparatos financiados
por el Estado. En segundo lugar, no hay ninguna norma ni en la Constitución ni en la ley que pueda
interpretarse para dejarlos al margen de esta garantía. Si aceptáramos que las comunicaciones de los
funcionarios, por el hecho de ser tales, no están protegidas por el artículo 19 Nº 5º, cualquiera podría
interceptar, abrir o registrar esas comunicaciones. Eso sería peligroso para los derechos de los
ciudadanos, para el interés nacional y la seguridad de la nación, dada la información que por ahí circula;
y contrario al sentido común. En tercer lugar, nada cambia por el hecho de que el funcionario utilice un
computador proporcionado por la repartición, una red que paga el Estado y una casilla que le asigna el
organismo respectivo. Desde luego, porque nadie diría que las conversaciones telefónicas, por el hecho
de realizarse por un teléfono que proporciona el servicio, cuya interconexión cancela el mismo, pueden
escucharse, grabarse y/o difundirse. Enseguida, el Estado pone a disposición de los funcionarios una
serie de bienes que pueden usarse con distintos propósitos. Una serie de bienes de la modernidad que
se ponen a disposición de los funcionarios no pueden ser interpretados con los criterios de antaño,
definidos para otros bienes. Lo que se debe prevenir siempre es el mal uso, porque eso afecta la probidad.
El cumplimiento de la finalidad de la Administración ("promover el bien común, atendiendo las necesidades
públicas en forma continua y permanente y fomentando el desarrollo del país") así lo exige. Además, hay
que considerar que cabe un uso legítimo de mensajes personales ineludibles. También hay que considerar
que el correo electrónico no es solamente un flujo de ida, donde el emisor es el funcionario, pues también
hay correos donde el funcionario es destinatario. Y eso él no lo controla. Tampoco el emisor de estos
correos puede verse expuesto a eventuales obligaciones propias del destinatario. La regla general,
entonces, es que, salvo prohibición expresa, las casillas institucionales pueden usarse para
comunicaciones personales o privadas (STC 2246/2012, 2153/2013)" (Tribunal Constitucional, 29 de
enero de 2014, cons. 31º, Rol Nº 2379-13-INA). Con leves variantes de redacción, este considerando se
ha reiterado en sentencia posterior (Tribunal Constitucional, 27 de diciembre de 2016, cons. 34º, Rol
Nº 2982-16-INA; Tribunal Constitucional, 21 de noviembre de 2019, cons. 21º, Rol Nº 6136-19-
INA). 81. Comunicaciones privadas y límites al legislador para determinar los casos y formas en
que pueden interceptarse. Se ha estimado que: "Las comunicaciones privadas, puesto que si bien es
cierto pueden 'interceptarse, abrirse o registrarse en los casos y formas determinados por la ley', ello no
permite al legislador dictar normas que impliquen afectar el núcleo esencial del derecho asegurado o
despojarlo de la protección que le corresponde" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, Rol Nº 943-
08). 82. El procedimiento de acceso a la información pública, previsto en la Ley Nº 20.285, no tiene
por finalidad levantar la inviolabilidad de las comunicaciones privadas. En este sentido el
Excmo. Tribunal Constitucional ha declarado que: "La Ley Nº 20.285 no constituye uno de los 'casos y formas
determinados por la ley' que permiten interceptar, abrir o registrar comunicaciones y documentos privados
asociados a ellas. Así se razonó, entre otras, en las STC Roles Nºs. 2246-2012 y 2153-2013)" (Tribunal
Constitucional, 21 de noviembre de 2019, cons. 22º, Rol Nº 6136-19-INA). El Tribunal ofreció tres razones
en esta sentencia para justificar su opinión. La primera de ellas: "[Q]ue nada apunta a que la intención del
legislador con la Ley Nº 20.285 fuera levantar la inviolabilidad de las comunicaciones. El procedimiento
que diseña esta ley está construido para acceder a actos administrativos, resoluciones, informes,
documentos, que pueden hacerse públicos. Es un procedimiento genérico, susceptible de utilizarse en
situaciones distintas. Ello choca con que la Constitución exige "casos y formas determinados". También,
con que el Consejo para la Transparencia es un órgano público, regido por el principio de legalidad, con
potestades expresas y acotadas (STC 1892/2011)" (Tribunal Constitucional, 21 de noviembre de 2019,
cons. 23º, Rol Nº 6136-19-INA). La segunda, que: "[N]o tendría sentido que nuestro legislador se hubiera
preocupado de establecer estrictas condiciones para acceder a comunicaciones y documentos privados
cuando investiga un delito o una conducta antimonopólica, que contempla incluso la autorización judicial,
si cualquier ciudadano, sin invocar interés alguno, pudiera acceder a esos mismos antecedentes si
estuvieran en manos de un funcionario, por la vía de la Ley Nº 20.285. Si permitiéramos el uso de esta
ley para tal efecto, estaríamos perforando un sistema que da garantías a todos en su funcionamiento"
(Tribunal Constitucional, 21 de noviembre de 2019, cons. 23º, Rol Nº 6136-19-INA). La tercera, que: "[E]l
legislador, de manera paciente, coherente y consistentemente, ha ido diseñando un sistema para levantar
la inviolabilidad a que se refiere el artículo 19 Nº 5 de la Constitución. La invocación del artículo 8º de la
Constitución no nos parece un argumento suficiente para retroceder en ese diseño, pues la publicidad
que establece tiene como límites los derechos de las personas, entre los cuales se encuentra el artículo 19
Nº 5º" (Tribunal Constitucional, 21 de noviembre de 2019, cons. 23º, Rol Nº 6136-19-INA).

7º.- El derecho a la libertad personal y a la seguridad individual.

En consecuencia:

...................

f) En las causas criminales no se podrá obligar al imputado o acusado a que declare bajo
juramento sobre hecho propio; tampoco podrán ser obligados a declarar en contra de éste sus
ascendientes, descendientes, cónyuge y demás personas que, según los casos y
circunstancias, señale la ley;

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 21. Código Procesal Penal: artículos 93, 302, 305. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 14.3
letra g). Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 8.2 letra g).
Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 37.

Jurisprudencia: 83. Esta garantía se extiende a las personas, no sólo en cuanto que imputadas o
acusadas, sino también en tanto que testigos. En este sentido se ha declarado que: "El artículo 93
[Código Procesal Penal] señala expresamente, que el imputado tiene los derechos y garantías que le
confieren las leyes, no sólo los que allí se enumeran, por lo que la advertencia de tener derecho a no
declarar en contra de sus parientes también le asiste, no sólo como acusado sino también como imputado,
y aún más si también como testigo, conforme lo señala el artículo 305 del indicado Código. En otro sentido,
esta última norma admite una interpretación en dos direcciones, ya que no sólo dice relación con el
derecho a no declarar en determinadas circunstancias, sino también se relaciona con el derecho de aquél
en contra de quien se declara, esto es, que la imputación que se formula en su contra lo sea por una
persona que pudo libremente expresar su voluntad de declarar, y esa libertad se funda en la información
íntegra que debe tener para tomar una decisión, en la especie que un pariente no declare en su contra, a
sabiendas que le asiste ese derecho. Tal circunstancia se encuentra establecida expresamente en el
artículo 19 Nº 7 letra f) de la Constitución Política de la República" (TOP. Valdivia, 18 de abril de 2006,
conf. C. Suprema, 31 de mayo de 2006, LegalPublishing: CL/JUR/7686/2006, Rol Nº 2138-
2006). 84. Obtenida legalmente la declaración de una persona o de su cónyuge, pueden negarse,
luego a declarar en el juicio, pero no puede impedirse que declaren aquellos que oyeron sus
declaraciones iniciales. Así se ha entendido que: "Si el imputado, o alguna de las personas que pueden
abstenerse de declarar, en pleno conocimiento de sus derechos, de manera libre e informada accede a
prestar declaración, dicho saber de quienes escuchan su declaración no puede estimarse adquirido
contraviniendo las garantías fundamentales. Por lo mismo se produce una separación entre el imputado
o ese testigo como fuente de prueba y aquellos que lo escucharon en etapas previas. No podrá obligarse
a aquellos a que declaren en el juicio pues en el mismo podrán ejercer su derecho a no hacerlo, pero no
puede impedirse a éstos que relaten lo que escucharon y que, consiguientemente, sus expresiones sean
valoradas conforme a las circunstancias concurrentes. Eso es precisamente lo que sucedió en este caso.
Los funcionarios policiales fueron categóricos en indicar que las declaraciones del acusado y su cónyuge
fueron prestadas previa información correspondiente, en conocimiento de sus derechos y de modo libre y
voluntario. Nada existe en la causa que permita discutir tal aserto" (Tribunal Oral en lo Penal de
Antofagasta, 6 de septiembre de 2003, LegalPublishing: CL/JUR/5880/2003, Rol Nº 80-2003). Así: "Si el
saber de los policías respecto de los hechos como testigos de oídas o referencia tiene un origen lícito en
la medida que lo escucharon del imputado y su cónyuge en declaraciones obtenidas legalmente, no puede
posteriormente, en el juicio, devenir en ilícito porque éstos hagan uso de su derecho a no declarar cuanto
más desde que el fundamento inmediato de la exclusión es que las pruebas, conforme al artículo 276
inciso tercero del Código: 'hubieren sido obtenidas con inobservancia de garantías fundamentales'"
(Tribunal Oral en lo Penal de Antofagasta, 6 de septiembre de 2003, LegalPublishing: CL/JUR/5880/2003,
Rol Nº 80-2003).
10º.- El derecho a la educación.

La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su
vida.

Los padres tienen el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos. Corresponderá al
Estado otorgar especial protección al ejercicio de este derecho.

Para el Estado es obligatorio promover la educación parvularia, para lo que financiará un


sistema gratuito a partir del nivel medio menor, destinado a asegurar el acceso a éste y sus
niveles superiores. El segundo nivel de transición es obligatorio, siendo requisito para el ingreso
a la educación básica.115

La educación básica y la educación media son obligatorias, debiendo el Estado financiar un


sistema gratuito con tal objeto, destinado a asegurar el acceso a ellas de toda la población. En
el caso de la educación media este sistema, en conformidad a la ley, se extenderá hasta cumplir
los 21 años de edad.116

Corresponderá al Estado, asimismo, fomentar el desarrollo de la educación en todos sus


niveles; estimular la investigación científica y tecnológica, la creación artística y la protección e
incremento del patrimonio cultural de la Nación.

Es deber de la comunidad contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la educación;

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º inciso 2º, 19 número 11 inciso 4º. Código Civil:
artículos 222 inciso 2º, 224 inciso 1º, 230, 231, 233, 234, 235, 236, 237, 238, 2321. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículos 3º inciso 1º, 27 inciso 2º. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículos 16,
22 inciso 1º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
D.O. 29.04.1989: artículo 18.4. Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Decreto Nº 236, Min.
Relaciones Exteriores, D.O. 27.05.1989: artículos 13 y 14. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de
Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 12.4. Convención sobre los Derechos del Niño, Decreto Nº 830, Min. Relaciones
Exteriores, D.O. 27.09.1990: artículos 3º, 9º, 12, 14 y 18. Ley Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967: artículo 43. Ley
Nº 19.620, sobre Adopción de Menores, D.O. 5.08.1999: artículos 3º inciso 2º, 24 inciso final, 30 inciso final. Decreto Nº 84,
Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de los derechos de los trabajadores migratorios y
de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículo 30.

Jurisprudencia: 85. La educación vinculada íntimamente a la mayor realización espiritual posible de


las personas. La Excma. Corte Suprema ha estimado: "Que el artículo 19 Nº 10 de la Ley Primera concibe
la educación en íntima relación con el crecimiento o progreso de las personas que, en lo que directamente
atañe a lo aquí pendiente, apunta a lo que su artículo 1º denomina "realización espiritual posible", que
alcanza "a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional", por cuanto "nacen iguales en
dignidad"; es por ello que en su inciso segundo el numeral 10º presenta como objeto de la educación "el
pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su vida", al punto que en sus párrafos siguientes
establece la progresión de niveles de la enseñanza" (C. Suprema, 21 de junio de 2018, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/3142/2018, Rol Nº 38521-2017). 86. Principios y valores constitucionales del
artículo 1º y derecho preferente y deber de los padres de educar a sus hijos. La jurisprudencia
constitucional ha precisado que: "El artículo 1º de la Carta Fundamental, proclama que la familia es el
núcleo fundamental de la sociedad y que el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad
es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a
todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material
posible, con pleno respeto de los derechos y garantías que la Constitución establece. Las aspiraciones
del constituyente, en relación a los más desvalidos como son los menores, se manifiestan de manera más
concreta en artículo 19 Nº 10, que en lo pertinente dispone: 'los padres tienen el derecho preferente y el
deber de educar a sus hijos'" (C. Suprema, 14 de abril de 2008, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/7338/2008, Rol Nº 1384-2008). 87. Papel subsidiario del Estado frente al de
los padres. Se ha destacado que: "Son los padres quienes tienen la primera y fundamental
responsabilidad de dar las condiciones de protección y cuidado hacia sus hijos, asumiendo la sociedad y
el Estado un rol subsidiario" (C. Suprema, 26 de junio de 2002, LegalPublishing: CL/JUR/1316/2002, Rol
Nº 1624-2002). 88. La educación de los hijos como derecho preferente de los padres. En este sentido
se ha declarado que: "En cuanto derecho de los padres, es una facultad de obrar frente a órganos del
Estado, instituciones, grupos y personas que pretendieran dirigir, orientar o llevar a cabo la educación de
sus hijos, que se traduce en la elección del establecimiento de enseñanza en que tendrá lugar la
enseñanza formal y en las acciones educativas que realice el núcleo familiar en la enseñanza informal de
niños y adolescentes" (Tribunal Constitucional, 18 de abril de 2008, cons. 15º, Rol Nº 740-07). El
Excmo. Tribunal Constitucional ha reiterado este considerando en sentencia posterior: "Que la Constitución
dispone que "los padres tienen el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos. Corresponderá al
Estado otorgar especial protección al ejercicio de este derecho" (artículo 19, numeral 10º, inciso tercero,
de la Constitución). En general, este derecho-deber funda la posición preeminente y decisiva de los padres
en los procesos educativos formales, informales y no formales de enseñanza. Como lo ha sostenido este
Tribunal, "en cuanto derecho de los padres, es una facultad de obrar frente a órganos del Estado,
instituciones, grupos y personas que pretendieran dirigir, orientar o llevar a cabo la educación de sus hijos,
que se traduce en la elección del establecimiento de enseñanza en que tendrá lugar la enseñanza formal
y en las acciones educativas que realice el núcleo familiar en la enseñanza informal de niños y
adolescentes. Y en cuanto deber constitucional se traduce en obligaciones de hacer, las que existen tanto
en la enseñanza formal en que los padres han de colaborar con la acción educativa del establecimiento
que eligieron para sus hijos, como en la enseñanza informal en que no pueden eludir la responsabilidad
educativa que les incumbe" (STC Rol Nº 740, considerando 15º)" (T. Constitucional, 1 de abril de 2015,
Voto por rechazar, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1920/2015, Rol Nº 2787-2015). 89. La educación
de los hijos como deber de los padres. Así se ha explicado que: "En cuanto deber constitucional se
traduce en obligaciones de hacer, las que existen tanto en la enseñanza formal en que los padres han de
colaborar con la acción educativa del establecimiento que eligieron para sus hijos, como en la enseñanza
informal en que no pueden eludir la responsabilidad educativa que les incumbe" (Tribunal Constitucional,
18 de abril de 2008, cons. 15º, Rol Nº 740-07). 90. Deber de educar a los hijos y responsabilidad civil
de los padres. La jurisprudencia ha entendido que: "La razón por la cual el artículo 2321 del mismo
Código hace siempre responsables a los padres de los delitos o cuasidelitos cometidos por sus hijos
menores, y que conocidamente provengan de mala educación, o de los hábitos viciosos que les han
dejado adquirir; es, porque ellos tuvieron la opción real de formarlos apropiadamente y no la aprovecharon,
que se les hace responsables de tal descuido" (C. Suprema, 5 de enero de 2005, cons. 49º,
LegalPublishing: CL/JUR/2532/2005, Rol Nº 3640-2004).

11º.- La libertad de enseñanza incluye el derecho de abrir, organizar y mantener


establecimientos educacionales.

La libertad de enseñanza no tiene otras limitaciones que las impuestas por la moral, las
buenas costumbres, el orden público y la seguridad nacional.

La enseñanza reconocida oficialmente no podrá orientarse a propagar tendencia político


partidista alguna.

Los padres tienen el derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos.

Una ley orgánica constitucional establecerá los requisitos mínimos que deberán exigirse en
cada uno de los niveles de la enseñanza básica y media y señalará las normas objetivas, de
general aplicación, que permitan al Estado velar por su cumplimiento. Dicha ley, del mismo
modo, establecerá los requisitos para el reconocimiento oficial de los establecimientos
educacionales de todo nivel;

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 10 inciso 3º, 20. Ley Nº 20.609, establece medidas contra
la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 2º inciso 3º. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los
Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 28 y 29.

Jurisprudencia: 91. Derecho de escoger el establecimiento de enseñanza y causa legal que impide
la elección. Se ha destacado que: "El artículo 19 de la Constitución Política de la República en su numeral
11, al asegurar a todas las personas la libertad de enseñanza, dispone en su inciso 4º que los padres
tienen derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos y debe entenderse que este
derecho le pertenece mientras no exista una causal legal debidamente justificada que le impida hacer esa
elección" (C. de Apelaciones de Punta Arenas, 16 de noviembre de 2007, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/7087/2007, Rol Nº 77-2007). 92. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y libertad de enseñanza. Se ha entendido que: "El artículo 19 de la Constitución Política de
la República en su numeral 11, al asegurar a todas las personas la libertad de enseñanza, dispone en su
inciso 4º que los padres tienen derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos y debe
entenderse que este derecho le pertenece mientras no exista una causal legal debidamente justificada
que le impida hacer esa elección. Que de esta manera sólo cabe concluir que la resolución de la recurrida
en cuanto a no permitir a los hijos de la recurrente matricularse para el año escolar próximo resulta
arbitraria y vulnera la garantía constitucional precedentemente anotada, por lo que procede tomar la
medida que a continuación se indica, a fin de restablecer el imperio del derecho y otorgar la debida
protección al ofendido" (C. de Apelaciones de Punta Arenas, 16 de noviembre de 2007,
LegalPublishing: CL/JUR/7087/2007, Rol Nº 77-2007). 93. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y no renovación de matrícula. Sobre esta cuestión se ha declarado: "Que por medio de la
presente acción (Protección) se pretende proteger, entre otros, el derecho de los padres de escoger el
establecimiento de enseñanza para sus hijos. En estos autos resulta evidente que la recurrente —madre
del afectado— se ha visto privada del ejercicio de la referida garantía constitucional, por cuanto se le ha
negado la renovación de la matrícula para su hijo. Tal renovación forma parte del proceso educativo del
menor, el que comprende, además, la elección del establecimiento educacional realizada por los padres
y que supone continuidad y permanencia en el tiempo" (C. Suprema, 21 de marzo de 2002, cons. 1º,
LegalPublishing: CL/JUR/2329/2002, Rol Nº 763-2002). 94. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y expulsión de alumnos. Se ha precisado que esta "garantía está referida a las
circunstancias de que los padres pueden escoger el lugar donde sus hijos estudien, pero esto no puede
obligar a una institución educacional el admitir alumnos que no respeten la estructura y reglamentación
del colegio, de modo que la medida de expulsión debe ser fundada" (C. Suprema, 6 de agosto de 2008,
LegalPublishing: CL/JUR/7952/2008, Rol Nº 3044-2008). 95. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y límites a la cancelación de matrícula. Se ha declarado en esta materia que: "Estima esta
Corte, el actuar de la recurrida se ha constituido en arbitrario, y ha afectado la señalada garantía
constitucional de la recurrente, dado que es un hecho evidente que la incorporación de un alumno a un
establecimiento educacional, cualquiera que este sea, privado, subvencionado o fiscal, requiere de la
existencia de cupos y de la participación en un proceso de admisión, que a la fecha señalada, han casi
todos finalizado. Así, no sólo se ha privado a la recurrente de escoger el establecimiento de enseñanza
para su hija, sino que prácticamente se le priva de la posibilidad de asistir durante el año académico 2007
a algún colegio a cumplir con su deber legal. En definitiva, la recurrida debió informar a la recurrente en
forma expresa y oportuna de la cancelación de la matrícula de la alumna, a fin de darle la oportunidad de
ingresar en un nuevo establecimiento educacional, y al no hacerlo, la ha privado de su derecho
constitucional, por lo que en este aspecto el recurso intentado debe prosperar y, en consecuencia, será
acogido" (C. de Apelaciones de Rancagua, 6 de marzo de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6849/2007, Rol Nº 76-2007).
II. DE LAS PERSONAS EN GENERAL: DE SU EXISTENCIA, NACIONALIDAD,
DOMICILIO, ESTADO CIVIL, NOMBRE Y PARENTESCO

A. TRATADOS Y CONVENCIONES INTERNACIONALES

1. PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS ADOPTADO POR


LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU POR RESOLUCIÓN Nº 2.200 EL 16 DE
DICIEMBRE DE 1966 Y SUSCRITO POR CHILE EN LA MISMA FECHA

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 778, D.O. 29.04.1989

[...]

Artículo 12

1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tendrá derecho a


circular libremente por él y a escoger libremente en él su residencia.

Concordancias: Código Civil: artículo 59. Constitución Política de la República: artículo 19


número 7, inciso 2º, letra a. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989,
artículo 15.4. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa
Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 22.

[...]

Artículo 13

El extranjero que se halle legalmente en el territorio de un Estado Parte en el presente


Pacto sólo podrá ser expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada conforme
a la ley; y, a menos que razones imperiosas de seguridad nacional se opongan a ello, se
permitirá a tal extranjero exponer las razones que lo asistan en contra de su expulsión, así
como someter su caso a revisión ante la autoridad competente o bien ante la persona o
personas designadas especialmente por dicha autoridad competente, y hacerse
representar con tal fin ante ellas.

Concordancias: Código Civil: artículos 14, 5, 56, 57. Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior,
establece normas sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975: artículos: 1º, 17, 39, 51
inciso 3º, 67 inciso 4º, 68 inciso 1º, 69 inciso 4º, 71, 72, 74 inciso 2º, 75 inciso 1º, 80
inciso 2º, 82 inciso 3º, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91 inciso 2º número 8. Decreto Nº 873,
Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 22.

Jurisprudencia: 96. De la prohibición de expulsiones colectivas de extranjeros. La


Excma. Corte Suprema ha advertido que, de las reglas previstas en este artículo 13 del Pacto,
no es posible que se decreten expulsiones colectivas de extranjeros. En este sentido ha
estimado: "Que, el artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala
que: "El extranjero [...]", de lo que se colige que el Derecho Internacional prohíbe las
expulsiones colectivas, es decir, la salida obligatoria de grupos de extranjeros sin que exista
un examen individual, respecto de cada miembro del grupo" (C. Suprema, 21 de marzo de
2018, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1621/2018, Rol Nº 4292-2018).

[...]

Artículo 16

Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad


jurídica.

Concordancias: Código Civil: artículo 55. Constitución Política de la República: artículo 1º.
Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 15.2. Decreto Nº 201,
Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 12.

[...]

Artículo 24

1. Todo niño tiene derecho, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, origen nacional o social, posición económica o nacimiento, a las medidas
de protección que su condición de menor requiere, tanto por parte de su familia como de la
sociedad y del Estado.

2. Todo niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y deberá tener un


nombre.

3. Todo niño tiene derecho a adquirir una nacionalidad.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 19 número 2º. Ley


Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1,
D.O. 30.05.2000: artículo 31. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención
sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989,
artículo 9.2. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículos 18, 19, 20. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 7º. Decreto Nº 201, Min.
Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículos 15, 18.

[...]

Artículo 26

Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual
protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá toda discriminación y garantizará a
todas las personas protección igual y efectiva contra cualquier discriminación por motivos
de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
Concordancias: Código Civil: artículos 55, 57. Constitución Política de la República:
artículos 1º, 19 número 2º y 3º. Ley Nº 20.430, establece disposiciones sobre protección de
refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 8º. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 15. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José
de Costa Rica, D.O. 5.01.1991: artículo 1º. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 15.

Artículo 27

En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a


las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en común
con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar
su propia religión y a emplear su propio idioma.

Concordancias: Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y desarrollo de los indígenas,


D.O. 5.10.1993.

[...]

2. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS: "PACTO DE SAN JOSÉ


DE COSTA RICA"

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 873, D.O. 5.01.1991

[...]

Artículo 1º. Obligación de Respetar los Derechos

1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y


libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

2. Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 19. Código Civil:


artículos 55, 57. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de
derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 26. Decreto Nº 201, Min. Relaciones
Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 15.

[...]

Artículo 18. Derecho al Nombre


Toda persona tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos de sus padres o al de
uno de ellos. La ley reglamentará la forma de asegurar este derecho para todos, mediante
nombres supuestos, si fuere necesario.

Concordancias: Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado
por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 31. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores,
Pacto internacional de derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 24.2. Decreto
Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño,
D.O. 27.09.1990: artículos 7º y 8º. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 18.

Artículo 19. Derechos del Niño

Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor
requieren por parte de su familia, de la sociedad y del Estado.

Concordancias: Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de


derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 24.1.

Artículo 20. Derecho a la Nacionalidad

1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.

2. Toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació si no
tiene derecho a otra.

3. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiarla.

Concordancias: Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de


derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 24.3. Decreto Nº 830, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990:
artículos 7º y 8º. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008,
artículo 18.

Jurisprudencia: 97. De la nacionalidad como un derecho esencial de las personas. La


Excma. Corte Suprema, ha declarado: "Que resulta también pertinente invocar la legislación
internacional de Derechos Humanos sobre la materia. Al efecto, el artículo 20 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, 'Pacto de San José de Costa Rica',
señala que toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació
si no tiene derecho a otra y que a nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del
derecho a cambiarla. Como puede apreciarse, la nacionalidad es un derecho esencial a la
persona humana, un atributo de la personalidad, que no puede ser desconocido sin causa
justificada" (C. Suprema, 19 de mayo de 2014, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/2521/2014, Rol Nº 4727-2014; C. Suprema, 7 de abril de 2014,
cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/980/2014, Rol Nº 14948-2013; C. Suprema, 1 de abril de
2014, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/726/214, Rol Nº 14657-2013; C. Suprema, 14 de
enero de 2014, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/78/2014, Rol Nº 10897-2013).
[...]

Artículo 22. Derecho de Circulación y de Residencia

1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tiene derecho a


circular por el mismo y, a residir en él con sujeción a las disposiciones legales.

2. Toda persona tiene derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio.

3. El ejercicio de los derechos anteriores no puede ser restringido sino en virtud de una
ley, en la medida indispensable en una sociedad democrática, para prevenir infracciones
penales o para proteger la seguridad nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral o
la salud públicas o los derechos y libertades de los demás.

4. El ejercicio de los derechos reconocidos en el inciso 1 puede asimismo ser restringido


por la ley, en zonas determinadas, por razones de interés público.

5. Nadie puede ser expulsado del territorio del Estado del cual es nacional, ni ser privado
del derecho a ingresar en el mismo.

6. El extranjero que se halle legalmente en el territorio de un Estado parte en la presente


Convención, sólo podrá ser expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada
conforme a la ley.

7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso
de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo con
la legislación de cada Estado y los convenios internacionales.

8. En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de
origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación a
causa de raza, nacionalidad, religión, condición social o de sus opiniones políticas.

9. Es prohibida la expulsión colectiva de extranjeros.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 19 número 7, inciso 2º, letra


a. Ley Nº 20.430, establece disposiciones sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010.
Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior, establece normas sobre extranjeros en Chile,
D.O. 19.07.1975: artículos: 1º, 17, 39, 51 inciso 3º, 67 inciso 4º, 68 inciso 1º, 69 inciso 4º,
71, 72, 74 inciso 2º, 75 inciso 1º, 80 inciso 2º, 82 inciso 3º, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91
inciso 2º número 8. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de
derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 12, 13. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 15.4.

[...]

3. CONVENCIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE TODAS LAS FORMAS DE


DISCRIMINACIÓN CONTRA LA MUJER, ADOPTADA POR LA ASAMBLEA GENERAL DE
LA ONU EL 18 DE DICIEMBRE DE 1979, SUSCRITA POR CHILE EL 17 DE JULIO DE
1980

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 789, D.O. 9.12.1989

[...]

Artículo 9º

1. Los Estados Partes otorgarán a las mujeres iguales derechos que a los hombres para
adquirir, cambiar o conservar su nacionalidad. Garantizarán en particular, que ni el
matrimonio con un extranjero ni el cambio de nacionalidad del marido durante el matrimonio
cambien automáticamente la nacionalidad de la esposa, la conviertan en apátrida o la
obliguen a adoptar la nacionalidad del cónyuge.

2. Los Estados Partes otorgarán a la mujer los mismos derechos que al hombre con
respecto a la nacionalidad de sus hijos.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 10 número 2º. Decreto


Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículos 18, 20. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los
Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 7º.

[...]

Artículo 15

1. Los Estados Partes reconocerán a la mujer la igualdad con el hombre ante la ley.

2. Los Estados Partes reconocerán a la mujer, en materias civiles, una capacidad jurídica
idéntica a la del hombre y las mismas oportunidades para el ejercicio de esa capacidad. En
particular, le reconocerán a la mujer iguales derechos para firmar contratos y administrar
bienes y le dispensarán un trato igual en todas las etapas del procedimiento en las cortes
de justicia y los tribunales.

3. Los Estados Partes convienen en que todo contrato o cualquier otro instrumento
privado con efecto jurídico que tienda a limitar la capacidad jurídica de la mujer se
considerará nulo.

4. Los Estados Partes reconocerán al hombre y a la mujer los mismos derechos con
respecto a la legislación relativa al derecho de las personas a circular libremente y a la
libertad para elegir su residencia y domicilio.

Concordancias: Código Civil: artículo 133. Constitución Política de las República:


artículos 1º inciso 1º, 19 número 2º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
internacional de derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 12, 16, 26. Decreto
Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículos 1º, 22. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008,
artículo 15.
[...]

4. CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 830, D.O. 27.09.1990

[...]

Artículo 7º

1. El niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho


desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a
conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos.

2. Los Estados Partes velarán por la aplicación de estos derechos de conformidad con
su legislación nacional y las obligaciones que hayan contraído en virtud de los instrumentos
internacionales pertinentes en esta esfera, sobre todo cuando el niño resultara de otro modo
apátrida.

Concordancias: Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado
por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 28, 31. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto internacional de derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989:
artículos 18, 24. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa
Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 18, 20. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 18.

Artículo 8º

1. Los Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su


identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad
con la ley sin injerencias ilícitas.

2. Cuando un niño sea privado ilegalmente de algunos de los elementos de su identidad


o de todos ellos, los Estados Partes deberán prestar la asistencia y protección apropiadas
con miras a restablecer rápidamente su identidad.

Concordancias: Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de


derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 24. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 18, 20.

5. CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD,


ADOPTADA POR LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU EL 13 DE DICIEMBRE DE 2006

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 201, D.O. 17.09.2008


[...]

Artículo 5º
Igualdad y no discriminación

1. Los Estados Partes reconocen que todas las personas son iguales ante la ley y en
virtud de ella y que tienen derecho a igual protección legal y a beneficiarse de la ley en igual
medida sin discriminación alguna.

2. Los Estados Partes prohibirán toda discriminación por motivos de discapacidad y


garantizarán a todas las personas con discapacidad protección legal igual y efectiva contra
la discriminación por cualquier motivo.

3. A fin de promover la igualdad y eliminar la discriminación, los Estados Partes


adoptarán todas las medidas pertinentes para asegurar la realización de ajustes
razonables.

4. No se considerarán discriminatorias, en virtud de la presente Convención, las medidas


específicas que sean necesarias para acelerar o lograr la igualdad de hecho de las
personas con discapacidad.

Concordancias: Código Civil: artículos 55, 57. Constitución Política de la República:


artículos 1º, 19 número 2º y 3º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
internacional de derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 26. Decreto Nº 789,
Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 15. Decreto Nº 873, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 1º.

Jurisprudencia: 98. De los "ajustes razonables" como inherentes al cumplimiento de


la obligación de no discriminación. La Excma. Corte Suprema ha recordado que: "[S]e ha
sostenido por el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las
Naciones Unidas que el derecho a obtener ajustes razonables en el ejercicio de la
capacidad jurídica "...es independiente y complementario del derecho a recibir apoyo en el
ejercicio de la capacidad jurídica...siendo una obligación ex nunc, lo que significa que estos
son exigibles desde el momento en que una persona con una deficiencia los necesita en
una determinada situación particular, teniendo en cuenta la dignidad, autonomía y las
elecciones de las personas" (Observaciones Generales Nºs. 1, 2, 4 y 6 (2014, 2016 y
2018)). En definitiva, los ajustes razonables son una parte intrínseca de la obligación, de
cumplimiento inmediato, de no discriminación en el contexto de la discapacidad, los que
deben realizarse desde el momento en que una persona con discapacidad requiera acceder
a situaciones o entornos no accesibles, o quiera ejercer sus derechos, constituyéndose en
una obligación que debe atenderse desde el momento en que se recibe una solicitud de
ajustes, exigiendo que el garante de los derechos entable un diálogo con la persona con
discapacidad" (C. Suprema, 10 de octubre de 2019, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/5958/2019, Rol Nº 8034-2018).

[...]

Artículo 12
Igual reconocimiento como persona ante la ley
1. Los Estados Partes reafirman que las personas con discapacidad tienen derecho en
todas partes al reconocimiento de su personalidad jurídica.

2. Los Estados Partes reconocerán que las personas con discapacidad tienen capacidad
jurídica en igualdad de condiciones con las demás en todos los aspectos de la vida.

3. Los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para proporcionar acceso a las
personas con discapacidad al apoyo que puedan necesitar en el ejercicio de su capacidad
jurídica.

4. Los Estados Partes asegurarán que en todas las medidas relativas al ejercicio de la
capacidad jurídica se proporcionen salvaguardias adecuadas y efectivas para impedir los
abusos de conformidad con el derecho internacional en materia de derechos humanos.
Esas salvaguardias asegurarán que las medidas relativas al ejercicio de la capacidad
jurídica respeten los derechos, la voluntad y las preferencias de la persona, que no haya
conflicto de intereses ni influencia indebida, que sean proporcionales y adaptadas a las
circunstancias de la persona, que se apliquen en el plazo más corto posible y que estén
sujetas a exámenes periódicos por parte de una autoridad o un órgano judicial competente,
independiente e imparcial. Las salvaguardias serán proporcionales al grado en que dichas
medidas afecten a los derechos e intereses de las personas.

5. Sin perjuicio de lo dispuesto en el presente artículo, los Estados Partes tomarán todas
las medidas que sean pertinentes y efectivas para garantizar el derecho de las personas
con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, a ser propietarias y heredar
bienes, controlar sus propios asuntos económicos y tener acceso en igualdad de
condiciones a préstamos bancarios, hipotecas y otras modalidades de crédito financiero, y
velarán por que las personas con discapacidad no sean privadas de sus bienes de manera
arbitraria.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 19 número 1º, 2º, 3º.
Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 92 número 8º. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de derechos civiles y políticos,
D.O. 29.04.1989: artículos 16, 26.

[...]

Artículo 18
Libertad de desplazamiento y nacionalidad

1. Los Estados Partes reconocerán el derecho de las personas con discapacidad a la


libertad de desplazamiento, a la libertad para elegir su residencia y a una nacionalidad, en
igualdad de condiciones con las demás, incluso asegurando que las personas con
discapacidad:

a) Tengan derecho a adquirir y cambiar una nacionalidad y a no ser privadas de la suya


de manera arbitraria o por motivos de discapacidad;

b) No sean privadas, por motivos de discapacidad, de su capacidad para obtener, poseer


y utilizar documentación relativa a su nacionalidad u otra documentación de identificación,
o para utilizar procedimientos pertinentes, como el procedimiento de inmigración, que
puedan ser necesarios para facilitar el ejercicio del derecho a la libertad de desplazamiento;

c) Tengan libertad para salir de cualquier país, incluido el propio;

d) No se vean privadas, arbitrariamente o por motivos de discapacidad, del derecho a


entrar en su propio país.

2. Los niños y las niñas con discapacidad serán inscritos inmediatamente después de su
nacimiento y tendrán desde el nacimiento derecho a un nombre, a adquirir una nacionalidad
y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y ser atendidos por ellos.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 19 número 7, inciso 2º, letra


a. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de derechos civiles y
políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 12, 13, 24.3. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 20, 22. Decreto
Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño,
D.O. 27.09.1990: artículos 7º, 8º.

Artículo 19
Derecho a vivir de forma independiente y
a ser incluido en la comunidad

Los Estados Partes en la presente Convención reconocen el derecho en igualdad de


condiciones de todas las personas con discapacidad a vivir en la comunidad, con opciones
iguales a las de las demás, y adoptarán medidas efectivas y pertinentes para facilitar el
pleno goce de este derecho por las personas con discapacidad y su plena inclusión y
participación en la comunidad, asegurando en especial que:

a) Las personas con discapacidad tengan la oportunidad de elegir su lugar de residencia


y dónde y con quién vivir, en igualdad de condiciones con las demás, y no se vean obligadas
a vivir con arreglo a un sistema de vida específico;

b) Las personas con discapacidad tengan acceso a una variedad de servicios de


asistencia domiciliaria, residencial y otros servicios de apoyo de la comunidad, incluida la
asistencia personal que sea necesaria para facilitar su existencia y su inclusión en la
comunidad y para evitar su aislamiento o separación de ésta;

c) Las instalaciones y los servicios comunitarios para la población en general estén a


disposición, en igualdad de condiciones, de las personas con discapacidad y tengan en
cuenta sus necesidades.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 1º. Ley Nº 20.584, regula


los derechos y deberes de las personas en relación con acciones vinculadas a su atención
de salud, D.O. 24.04.2012: artículo 29.

[...]
B. CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA

CAPÍTULO II
NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA

Artículo 10. Son chilenos:

1º. Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de extranjeros que se
encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes,
todos los que, sin embargo, podrán optar por la nacionalidad chilena;

2º. Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero. Con todo, se
requerirá que alguno de sus ascendientes en línea recta de primer o segundo grado, haya
adquirido la nacionalidad chilena en virtud de lo establecido en los números 1º, 3º ó 4º;

3º. Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización en conformidad a la ley;

4º. Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por ley.

La ley reglamentará los procedimientos de opción por la nacionalidad chilena; de


otorgamiento, negativa y cancelación de las cartas de nacionalización, y la formación de un
registro de todos estos actos.

Concordancias: Código Civil: artículos 27, 28, 55, 56. Constitución Política de la
República: artículos 13 inciso 2º y 14 inciso 2º. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 9.2.

Jurisprudencia: 99. De qué sea la nacionalidad. La jurisprudencia ha asumido los


criterios habituales para caracterizar a la nacionalidad, en cuanto que un atributo de la
personalidad, cuya consistencia estriba en la vinculación jurídica de una persona con un
cierto Estado. En tal sentido se ha declarado que: "[L]a nacionalidad ha de entenderse como
la pertenencia de una persona a un Estado; de su carácter de atributo de la personalidad
integrado por la relación jurídica que une a un individuo con un Estado determinado, de la
que emergen deberes y obligaciones [...] la doctrina ha expresado que 'la nacionalidad
puede ser definida como el vínculo jurídico, fundado en la naturaleza o en el Derecho
positivo, que existe entre una persona y un Estado determinado, en virtud del cual se
declaran y establecen derechos y deberes recíprocos.' (José Luis Cea Egaña, Derecho
constitucional chileno. Ediciones Universidad Católica de Chile. Oct. 2008, pág. 297)"
(C. Suprema, 29 de enero de 2020, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/9377/2020, Rol
Nº 14889-2018). 100. De las fuentes de la nacionalidad. La jurisprudencia, igualmente,
se ha limitado a admitir la concepción habitual en lo tocante a las causas de adquisición de
la nacionalidad: "Sus fuentes pueden ser naturales, originarias o biológicas que, en términos
generales, dependen del nacimiento según la ascendencia y lugar o bien, pueden ser
fuentes legales o adquiridas, cuya característica básica reside en que la persona tiene una
nacionalidad prístina y adquiere otra, una nueva, que podrá, o no, llevarle a perder el
vínculo anterior. Entre estas últimas se encuentra la carta de nacionalización" (C. Suprema,
29 de enero de 2020, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/9377/2020, Rol Nº 14889-
2018). 101. Del criterio del ius soli, consagrado en el número 1º de este artículo, como
regla general para la adquisición de la nacionalidad. Esta ha sido la opinión mantenida
permanentemente por la Excma. Corte Suprema, y así suele recordarlo en algunas ocasiones:
"Que este tribunal ha sostenido que la regla general de adquisición de la nacionalidad
chilena es el ius soli, consagrado en el artículo 10 Nº 1 de la Constitución Política de la
República, en conformidad al cual, son chilenos los nacidos en el territorio de Chile, con
excepción de los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su
Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán
optar por la nacionalidad chilena" (C. Suprema, 19 de mayo de 2014, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/2521/2014, Rol Nº 4727-2014; C. Suprema, 7 de abril de 2014,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/980/2014, Rol Nº 14948-2013; C. Suprema, 1 de abril de
2014, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/726/214, Rol Nº 14657-2013; C. Suprema, 14 de
enero de 2014, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/78/2014, Rol Nº 10897-2013).

Artículo 11. La nacionalidad chilena se pierde:

1º. Por renuncia voluntaria manifestada ante autoridad chilena competente. Esta
renuncia sólo producirá efectos si la persona, previamente, se ha nacionalizado en país
extranjero;

2º. Por decreto supremo, en caso de prestación de servicios durante una guerra exterior
a enemigos de Chile o de sus aliados;

3º. Por cancelación de la carta de nacionalización;

4º. Por ley que revoque la nacionalización concedida por gracia.

Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena por cualquiera de las causales
establecidas en este artículo, sólo podrán ser rehabilitados por ley.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 10. Código Civil: artículo 12.

Artículo 12. La persona afectada por acto o resolución de autoridad administrativa que
la prive de su nacionalidad chilena o se la desconozca, podrá recurrir, por sí o por cualquiera
a su nombre, dentro del plazo de treinta días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como
jurado y en tribunal pleno. La interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o
resolución recurridos.

Jurisprudencia: 102. La aplicación de esta regla exige que el recurrente sea chileno.
Esta conclusión, de toda lógica, ha sido expresada por la jurisprudencia en los siguientes
términos: "Como se advierte del claro tenor de la referida disposición, para que pueda
impetrarse dicha acción, es menester que exista por parte de la autoridad administrativa
una conducta positiva o negativa que importe despojar, desposeer, quitar, negar o ignorar
que una determinada persona tiene la nacionalidad chilena, razón por la cual es
imprescindible que en esta clase de asuntos el peticionario sea chileno, sin lugar a dudas"
(C. Suprema, 16 de julio de 2002, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/327/2002, Rol
Nº 2680-2001). 103. De los actos cuya existencia habilita para interponer este recurso.
Se ha destacado por la Excma. Corte Suprema que: "Como se advierte del tenor literal, para
que pueda impetrarse dicho recurso, es menester que exista por parte de la autoridad
administrativa una conducta positiva o negativa que importe despojar, desposeer, quitar,
negar o ignorar que una determinada persona tiene la nacionalidad chilena" (C. Suprema,
1 de abril de 1999, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/633/1999, Rol Nº 2217-1998).
Artículo 13. Son ciudadanos los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y
que no hayan sido condenados a pena aflictiva.

La calidad de ciudadano otorga los derechos de sufragio, de optar a cargos de elección


popular y los demás que la Constitución o la ley confieran.

Los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren fuera del país podrán sufragar
desde el extranjero en las elecciones primarias presidenciales, en las elecciones de
Presidente de la República y en los plebiscitos nacionales. Una ley orgánica constitucional
establecerá el procedimiento para materializar la inscripción en el registro electoral y
regulará la manera en que se realizarán los procesos electorales y plebiscitarios en el
extranjero, en conformidad con lo dispuesto en los incisos primero y segundo del
artículo 18.117

Tratándose de los chilenos a que se refieren los números 2º y 4º del artículo 10, el
ejercicio de los derechos que les confiere la ciudadanía estará sujeto a que hubieren estado
avecindados en Chile por más de un año.

Concordancias: Código Civil: artículo 26. Constitución Política de la República:


artículos 10 número 2º y 4º, 14 inciso 1º.

Artículo 14. Los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años, y que cumplan
con los requisitos señalados en el inciso primero del artículo 13, podrán ejercer el derecho
de sufragio en los casos y formas que determine la ley.

Los nacionalizados en conformidad al Nº 3º del artículo 10, opción a cargos públicos de


elección popular sólo después de cinco años de estar en posesión de sus cartas de
nacionalización.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 13 inciso 1º.

Artículo 15. En las votaciones populares, el sufragio será personal, igualitario, secreto y
voluntario.118

Sólo podrá convocarse a votación popular para las elecciones y plebiscitos


expresamente previstos en esta Constitución.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 1º inciso 5º.

Artículo 16. El derecho de sufragio se suspende:

1º. Por interdicción en caso de demencia;

2º. Por hallarse la persona acusada por delito que merezca pena aflictiva o por delito que
la ley califique como conducta terrorista, y

3º. Por haber sido sancionado por el Tribunal Constitucional en conformidad al inciso
séptimo del número 15º del artículo 19 de esta Constitución. Los que por esta causa se
hallaren privados del ejercicio del derecho de sufragio lo recuperarán al término de cinco
años, contado desde la declaración del Tribunal. Esta suspensión no producirá otro efecto
legal, sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso séptimo del número 15º del artículo 19.

Artículo 17. La calidad de ciudadano se pierde:

1º. Por pérdida de la nacionalidad chilena;

2º. Por condena a pena aflictiva, y

3º. Por condena por delitos que la ley califique como conducta terrorista y los relativos al
tráfico de estupefacientes y que hubieren merecido, además, pena aflictiva.

Los que hubieren perdido la ciudadanía por la causal indicada en el número 2º, la
recuperarán en conformidad a la ley, una vez extinguida su responsabilidad penal.

Los que la hubieren perdido por las causales previstas en el número 3º podrán solicitar
su rehabilitación al Senado una vez cumplida la condena.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 53 número 4º.

[...]

CAPÍTULO III
DE LOS DERECHOS Y DEBERES CONSTITUCIONALES

Artículo 19. La Constitución asegura a todas las personas:

[...]

7º El derecho a la libertad personal y a la seguridad individual.

En consecuencia:

a) Toda persona tiene derecho de residir y permanecer en cualquier lugar de la


República, trasladarse de uno a otro y entrar y salir de su territorio, a condición de que se
guarden las normas establecidas en la ley y salvo siempre el perjuicio de terceros;

Concordancias: Ley Nº 20.430, establece disposiciones sobre protección de refugiados,


D.O. 15.04.2010. Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior, establece normas sobre extranjeros
en Chile, D.O. 19.07.1975: artículos: 1º, 17, 39, 51 inciso 3º, 67 inciso 4º, 68 inciso 1º, 69
inciso 4º, 71, 72, 74 inciso 2º, 75 inciso 1º, 80 inciso 2º, 82 inciso 3º, 84, 85, 86, 87, 88, 89,
90, 91 inciso 2º número 8. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional
de derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 12, 13. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 15.4. Decreto Nº 873, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 22.

[...]
16º. La libertad de trabajo y su protección.

Toda persona tiene derecho a la libre contratación y a la libre elección del trabajo con
una justa retribución.

Se prohíbe cualquiera discriminación que no se base en la capacidad o idoneidad


personal, sin perjuicio de que la ley pueda exigir la nacionalidad chilena o límites de edad
para determinados casos.

Concordancias: Código Civil: artículo 57.

Jurisprudencia: 104. La garantía del inciso 2º es general y, en consecuencia, no


diferencia en atención al criterio de la nacionalidad. En este sentido se ha pronunciado
la Excma. Corte Suprema, y lo ha hecho para efectos de interpretar el artículo 12 del "Estatuto
administrativo", en aquella parte en la que prescribe que: "Para ingresar a la Administración
del Estado será necesario cumplir los siguientes requisitos: a) Ser ciudadano [...]". Se ha
declarado, así, que para: "[E]fectos de interpretar lo dispuesto por el artículo 12 del Estatuto
Administrativo, que señala: 'Para ingresar a la Administración del Estado será necesario
cumplir los siguientes requisitos: a) Ser ciudadano', resulta insoslayable tener en
consideración lo dispuesto por el artículo 19 Nº 16 de la Constitución Política que en
relación a la libertad de trabajo y su protección dispone: 'Toda persona tiene derecho a la
libre contratación y a la libre elección del trabajo con una justa retribución', garantía
constitucional que no distingue para efectos de su vigencia la nacionalidad del sujeto de
derecho. En consecuencia, es dable establecer que la norma legal en análisis alude a quien,
cumpliendo con los requisitos legales dispuestos al efecto, goza de derechos individuales
y sociales, como asimismo cumple con deberes establecidos por el ordenamiento vigente.
En este orden de ideas, siendo un hecho indiscutido que la actora y su familia gozan de
residencia permanente en nuestro país, contando incluso con el derecho a sufragio,
herramienta palmaria de participación ciudadana, solo cabe concluir que la recurrente es
ciudadana aun cuando no ostente la nacionalidad chilena" (C. Suprema, 18 de abril de
2018, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/1746/2018, Rol Nº 43005-2017).

[...]

CAPÍTULO V
CONGRESO NACIONAL

[...]

Artículo 53. Son atribuciones exclusivas del Senado:

[...]

4) Otorgar la rehabilitación de la ciudadanía en el caso del artículo 17, número 3º de esta


Constitución;

[...]
Artículo 64. El Presidente de la República podrá solicitar autorización al Congreso
Nacional para dictar disposiciones con fuerza de ley durante un plazo no superior a un año
sobre materias que correspondan al dominio de la ley.

Esta autorización no podrá extenderse a la nacionalidad, la ciudadanía, las elecciones ni


al plebiscito, como tampoco a materias comprendidas en las garantías constitucionales o
que deban ser objeto de leyes orgánicas constitucionales o de quórum calificado.

[...]

C. CÓDIGO CIVIL

A) TÍTULO PRELIMINAR

3. Efectos de la ley

[...]

Artículo 14. La ley es obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos los
extranjeros.

Concordancias: Código Civil: artículos 6º, 16, 56, 57. Constitución Política de la República:
artículo 19 número 22 inciso 1º, 22 inciso 1º. Código Penal: artículo 5º. Código de Derecho
Internacional Privado: artículo 3º. Código Orgánico de Tribunales: artículo 5º inciso 1º. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 81. Ley Nº 20.430, establece
disposiciones sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 14.

Jurisprudencia: 105. Consagración del principio de territorialidad de la ley. La


jurisprudencia suele limitarse a destacar que el principio de la territorialidad de la ley chilena
se reconoce en este artículo 14 y en el 16 del mismo Código Civil y, así, es frecuente leer
la siguiente frase en diversas sentencias: "Resulta adecuado recordar el principio general
de territorialidad de la ley chilena, consagrado en los artículos 14 y 16 del Código Civil"
(C. Suprema, 3 de julio de 2007, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/1272/2007, Rol
Nº 4394-2005; C. Suprema, 26 de agosto de 2009, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/468/2009, Rol Nº 1501-2008; C. Suprema, 6 de abril de 2011,
cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/2982/2011, Rol Nº 3890-2009; C. Suprema, 20 de abril
de 2011, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/3419/2011, Rol Nº 6237-2009; C. Suprema, 11
de agosto de 2011, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6493/2011, Rol Nº 200-2010). En
otras ocasiones simplemente se consigna que "El principio de la territorialidad de la ley está
contenido en el artículo 14 del Código Civil" (C. Suprema, 17 de enero de 2008, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/7244/2008, Rol Nº 6496-2007). 106. Del contenido del principio
de territorialidad de la ley. En una antigua sentencia de la Corte de Apelaciones de
Santiago se explicaba: "Que por regla general, todas las personas que residen dentro de
los límites de un país, sean nacionales o extranjeros, están sometidos a las leyes que éste
dicta salvo las excepciones reconocidas por el Derecho Internacional, y por ende, a los
tribunales, de cada nación corresponde conocer y juzgar de todos los actos que le están
sometidos por su Constitución o sus leyes y suministrar la fuerza de la autoridad pública
para la defensa y vindicación de todos los derechos creados por sus leyes, que sean
burlados" (C. Apelaciones de Santiago, 24 de septiembre de 1926, cons. 1º,
LegalPublishing: CL/JUR/56/1926). Una jurisprudencia reciente reitera, refiriéndose al
principio de territorialidad de la ley, que de él: "Se colige que las leyes se dictan en principio
para ser observadas y cumplidas en nuestro territorio, reconociendo un límite espacial
marcado por las fronteras del país" (C. Suprema, 3 de julio de 2007, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/1272/2007, Rol Nº 4394-2005; C. Suprema, 26 de agosto de 2009,
cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/468/2009, Rol Nº 1501-2008; C. Suprema, 6 de abril de
2011, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/2982/2011, Rol Nº 3890-2009; C. Suprema, 20 de
abril de 2011, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/3419/2011, Rol Nº 6237-2009;
C. Suprema, 11 de agosto de 2011, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6493/2011, Rol
Nº 200-2010). 107. De las excepciones al principio de territorialidad de la ley. La
jurisprudencia ha reconocido, desde antiguo, la existencia de limitaciones al principio de
territorialidad de la ley, fundadas, básicamente, en el derecho internacional, y en tal sentido
se ha declarado: "Que las excepciones reconocidas por el Derecho Internacional,
aceptadas por todos los países civilizados, son: 1º. La persona de un Soberano, cuando
entra en las tierras de una potencia amiga; 2º. Los agentes diplomáticos, entendiéndose
como tales a los Embajadores, Ministros Diplomáticos y Encargados de Negocios, que son
los que representan al Soberano o al Gobierno de las naciones amigas; 3º. Las naves de
guerra que navegan o anclan en las aguas territoriales; 4º. Los ejércitos o tropas de otras
naciones que visitan o pasan en tránsito por el territorio nacional" (C. Apelaciones de
Santiago, 24 de septiembre de 1926, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/56/1926), y en esta
misma sentencia, que recibía una doctrina tradicional imperante en las primeras décadas
del siglo XX, se asumía: "Que las excepciones anteriores se deben a la ficción de estimar
que los soberanos, los diplomáticos, las naves de guerra y los ejércitos, forman parte de
cada nación y, en consecuencia, se produce lo que en Derecho se llama la
extraterritorialidad, o sea, considerar que el territorio de cada país se extiende a los lugares
que ocupan las personas o corporaciones indicadas" (C. Apelaciones de Santiago, 24 de
septiembre de 1926, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/56/1926). 108. Del cuerpo
consular y de los secretarios de embajadas y legaciones en cuanto que no están
exceptuados del principio de territorialidad de la ley. Durante la tercera década del
siglo XX se asumió por la jurisprudencia una opinión tradicional en los autores más clásicos
del derecho internacional: "Que el cuerpo consular y los secretarios y empleados de las
Embajadas y Legaciones no se encuentran comprendidos dentro de las excepciones
reconocidas en las leyes y tratados de todos los países y están, en consecuencia,
sometidos a todas las obligaciones establecidas por las leyes de los países en que residen
y prestan sus servicios (Grocio, Bynkershoeck, Wheaton Vatel, Achmaz, "Droit de Gents")"
(C. Apelaciones de Santiago, 24 de septiembre de 1926, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/56/1926). Sobre la base de tal opinión, se estimó: "Que el caso de
que se trata en estos autos, el secretario de la Embajada del Brasil, don Antonio Barroso
Fernández, al girar el cheque de fojas 1, ha ejercitado un acto ajeno en absoluto a sus
funciones diplomáticas, y como no tenía fondos en el Banco contra el cual giraba el cheque,
cometía el delito de estafa, sancionado por los artículos 467 y 468 del Código Penal y 22 y
34 de la Ley Nº 3.845, de 21 de febrero de 1922" (C. Apelaciones de Santiago, 24 de
septiembre de 1926, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/56/1926).

Artículo 15. A las leyes patrias que reglan las obligaciones y derechos civiles,
permanecerán sujetos los chilenos, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero.

1º. En lo relativo al estado de las personas y a su capacidad para ejecutar ciertos actos,
que hayan de tener efecto en Chile;
2º. En las obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de familia; pero sólo
respecto de sus cónyuges y parientes chilenos.

Concordancias: Código Civil: artículos 28, 31, 56, 59, 955 inciso final. Código de
Comercio: artículo 113. Código Orgánico de Tribunales: artículo 5º. Código de Derecho
Internacional Privado: artículos 3º, 36, 181, 182. Ley. Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículos 81, 82. Decreto Nº 23, Min. de Relaciones Exteriores,
Convención sobre la obtención de alimentos en el extranjero, D.O. 23.01.1961: artículo 6.3.

Jurisprudencia: 109. Si un cónyuge reside en Chile puede demandar en Chile la


declaración de divorcio de su cónyuge que reside en el extranjero. Sobre la base de
las reglas contenidas en este artículo y en el 81 de la Ley de Matrimonio Civil, se ha
declarado: "Que tratándose como sucede en el caso sub lite de un matrimonio celebrado
en Chile, éste debe disolverse con arreglo a la ley chilena, no pudiendo, impedirse o
limitarse el derecho, del cónyuge con residencia en el territorio nacional, a impetrar la
correspondiente acción de nulidad o divorcio ante los tribunales de familia, por la
circunstancia que el otro no tenga domicilio en el país, debiendo procederse, tal como se
solicita en el libelo, a la notificación de la demanda mediante exhorto internacional".
(C. Suprema, 7 de junio de 2010, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/16797/2010, Rol
Nº 1967-2010). En el mismo sentido ya se habían pronunciado algunos tribunales de alzada
(C. de Apelaciones de Santiago, 18 de marzo de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/1854/2008,
Rol Nº 363-2008; C. Apelaciones de Valparaíso, 29 de marzo de 2010, CL/JUR/1968/2010,
Rol Nº 101-2010). La opinión defendida por la Excma. Corte Suprema en su sentencia de 7
de junio de 2010 se ha consolidado en la jurisprudencia posterior y, así, ha sido asumida
por diferentes cortes de alzada que, en más de una ocasión, se remiten expresamente a
ella (C. Apelaciones de San Miguel, 25 de agosto de 2017, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/5627/2017, Rol Nº 589-2017; C. Apelaciones de Santiago, 17 de
julio de 2019, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/411/2019, Rol Nº 3971-
2018). 110. Corresponde a los tribunales de familia chilenos, conocer de la demanda
de divorcio respecto de un matrimonio celebrado en Chile, por una chilena y un
extranjero que actualmente están domiciliados fuera del país. En ese sentido se ha
declarado que: "[E]l artículo 15 del Código Civil prescribe: 'A las leyes patrias que reglan las
obligaciones y derechos civiles permanecerán sujetos los chilenos, no obstante su
residencia o domicilio en país extranjero'. De lo expuesto se desprende que los chilenos
están sujetos a la ley personal chilena cuando residen o se domicilian en el extranjero en
cuanto a la constitución y término del estado de las personas [...] Que, en consecuencia,
doña [...] aún cuando resida o esté domiciliada en Gran Bretaña sí que queda afecta a la
ley chilena en todo lo relativo a su estado civil y a las obligaciones y derechos que nacen
de las relaciones de familia, respecto de su cónyuge y parientes chilenos [...] Que, por lo
expuesto, no cabe duda que son los Tribunales Chilenos, y especialmente los Juzgados de
Familia de Chile los llamados a conocer de las acciones tendientes a poner término a este
matrimonio [...] Que, en estas condiciones, versando la demanda presentada en autos
sobre aquellas materias que están asignadas a los tribunales de Familia, la norma
contenida en el artículo 87 de la Ley Nº 19.947 en cuanto dispone que es competente el
tribunal del domicilio del demandado, es una regla de competencia relativa, que pretende
precisar a cual tribunal de familia le corresponde conocer la acción" (C. Apelaciones de La
Serena, 10 de septiembre de 2010, cons. 5º a 8º, LegalPublishing: CL/JUR/7029/2010, Rol
Nº 179-2010).

[...]
5. Definición de varias palabras
de uso frecuente en las leyes

Artículo 25. Las palabras hombre, persona, niño, adulto y otras semejantes que en su
sentido general se aplican a individuos de la especie humana, sin distinción de sexo, se
entenderán comprender ambos sexos en las disposiciones de las leyes, a menos que por
la naturaleza de la disposición o el contexto se limiten manifiestamente a uno solo.

Por el contrario, las palabras mujer, niña, viuda y otras semejantes, que designan el sexo
femenino, no se aplicarán al otro sexo, a menos que expresamente las extienda la ley a él.

Concordancias: Código Civil: artículos 20 y 55. Constitución Política de la República:


artículo 19 Nº 2 inciso 1º. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004:
artículo 16 inciso 3º.

Jurisprudencia: 111. Significación de la expresión "ninguna persona". Sobre esta


expresión, utilizada en ciertos preceptos legales, se ha declarado que: "La expresión
ninguna persona exige una clarificación de tipo semántico. Para el Diccionario de la Real
Academia, el adjetivo ninguna equivale a ni una sola. Más precisamente, la expresión
ninguna persona significa nadie. A su vez, define persona como individuo de la especie
humana; definición que corresponde exactamente con la que a esa voz asigna el art. 25
inciso primero del Código Civil. Por consiguiente ninguna persona quiere decir ni uno solo
entre la especie humana. Más simple: nadie" (C. Apelaciones de Santiago, 10 de diciembre
de 1991, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/634/1991, Rol Nº 6833-1990).

Artículo 26. Llámase infante o niño todo el que no ha cumplido siete años; impúber, el
varón que no ha cumplido catorce años y la mujer que no ha cumplido doce; adulto, el que
ha dejado de ser impúber; mayor de edad, o simplemente mayor, el que ha cumplido
dieciocho años; y menor de edad, o simplemente menor, el que no ha llegado a
cumplirlos.119

Concordancias: Código Civil: artículos 20, 500, 723 inciso 2º, 1447, 2319. Ley Nº 19.221,
sobre mayoría de edad, D.O. 1.06.1993: artículo 1º. Ley Nº 19.828, crea el Servicio
Nacional del Adulto Mayor, D.O. 27.09.2002: artículo 1º inciso 1º. Ley Nº 19.968, crea
Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 16 inciso 3º. Ley Nº 20.084, Establece un
sistema de responsabilidad de los adolescentes por infracción a la ley penal,
D.O. 7.12.2005: artículo 3º. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre
los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 1º.

Artículo 27. Los grados de consanguinidad entre dos personas se cuentan por el
número de generaciones. Así el nieto está en segundo grado de consanguinidad con el
abuelo, y dos primos hermanos en cuarto grado de consanguinidad entre sí.

Cuando una de las dos personas es ascendiente de la otra, la consanguinidad es en


línea recta; y cuando las dos personas proceden de un ascendiente común, y una de ellas
no es ascendiente de la otra, la consanguinidad es en línea colateral o transversal.

Concordancias: Código Civil: artículo 107.


Artículo 28. Parentesco por consanguinidad es aquel que existe entre dos personas que
descienden una de la otra o de un mismo progenitor, en cualquiera de sus grados.120

Concordancias: Código Civil: artículo 20. Código Penal: artículo 13.

Jurisprudencia: 112. Del concepto de parentesco. Al no hallarse definida legalmente la


noción de parentesco, la jurisprudencia se ha limitado a asumir alguna de las definiciones
de la doctrina. Así se ha dicho: "Que el Código Civil, no ha definido lo que se entiende por
parentesco [...] don Luis Claro Solar, quien manifiesta que parentesco es relación de familia
que existe entre dos personas: se divide en natural y legal. (Explicaciones de Derecho Civil
Chileno y Comparado. Volumen I, página 138). Don Victorio Pescio dice que se entiende
por tal el vínculo o relación de familia que existe entre dos personas. (Manual de Derecho
Civil. Tomo I, página 395), y Meza Barros sostiene que: Parentesco es la relación de familia
que existe entre dos personas. (Manual de Derecho de Familia. Tomo 1, página 14)"
(C. Suprema, 15 de abril de 1987, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/262/1987, Rol
Nº 3409).

[...]

Artículo 31. Parentesco por afinidad es el que existe entre una persona que está o ha
estado casada y los consanguíneos de su marido o mujer.

La línea y el grado de afinidad de una persona con un consanguíneo de su marido o


mujer, se califican por la línea y grado de consanguinidad de dicho marido o mujer con el
dicho consanguíneo. Así, un varón está en primer grado de afinidad, en la línea recta, con
los hijos habidos por su mujer en anterior matrimonio; y en segundo grado de afinidad, en
la línea transversal, con los hermanos de su mujer.121

Concordancias: Código Civil: artículos 20, 102. Código Penal: artículo 13. Ley Nº 20.830,
crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 4º.

[...]

Artículo 41. Los hermanos pueden serlo por parte de padre y de madre, y se llaman
entonces hermanos carnales; o sólo por parte de padre, y se llaman entonces hermanos
paternos; o sólo por parte de madre, y se llaman entonces hermanos maternos.

Concordancias: Código Civil: artículos 20, 321 número 4, 448 número 2, 990.

Artículo 42. En los casos en que la ley dispone que se oiga a los parientes de una
persona, se entenderán comprendidos en esa denominación el cónyuge de ésta y sus
consanguíneos de uno y otro sexo, mayores de edad. A falta de consanguíneos en
suficiente número serán oídos los afines.

Serán preferidos los descendientes y ascendientes a los colaterales, y entre éstos los de
más cercano parentesco.

Los parientes serán citados, y comparecerán a ser oídos, verbalmente, en la forma


prescrita por el Código de Enjuiciamiento.
Concordancias: Código Civil: artículos 27, 28, 227 inciso 1º, 363. Código de
Procedimiento Civil: artículos 689 y 839. Código Sanitario: artículo 148. Ley Nº 19.620,
sobre Adopción de Menores, D.O. 5.08.1999: artículos 7º inciso 2º, y 14. Ley Nº 20.584,
regula los derechos y deberes de las personas en relación con acciones vinculadas a su
atención de salud, D.O. 24.04.2012: artículo 16 inciso 5º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo
de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 1º inciso 1º. Decreto Nº 31, Min. Salud, Aprueba
Reglamento sobre entrega de información y expresión de consentimiento informado en las
atenciones de salud, D.O. 26.11.2012: artículo 13 inciso 3º.

B) LIBRO PRIMERO
DE LAS PERSONAS

TÍTULO I
DE LAS PERSONAS EN CUANTO A SU NACIONALIDAD Y DOMICILIO

1. División de las personas

Artículo 54. Las personas son naturales o jurídicas.

De la personalidad jurídica y de las reglas especiales relativas a ella se trata en el título


final de este Libro.

Concordancias: Código Civil: artículos 545 a 564. Código del Trabajo: artículo 4º.

Artículo 55. Son personas todos los individuos de la especie humana, cualquiera que
sea su edad, sexo, estirpe o condición. Divídense en chilenos y extranjeros.

Concordancias: Código Civil: artículos 20, 25, 57, 74, 982, 997, 1387, 1389, 1446, 1795.
Constitución Política de la República: artículos 1º, 10, 19 Nº 2. Código Tributario: artículo 8º
Nº 7. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe
la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 4º Ley Nº 20.609, Establece medidas contra
la discriminación, D.O. 24.07.2012. Ley Nº 21.091, sobre educación superior,
D.O. 29.05.2018: artículo 1 inciso 1º. Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior, Establece normas
sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975. Tratado celebrado entre Chile y Gran Bretaña
sobre abolir el tráfico de esclavos, Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno 1.09.1842.
Decreto Nº 530, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos Políticos de la
Mujer, D.O. 30.09.1967, artículos 1º, 2º y 3º. Decreto Nº 747, Min. Relaciones Exteriores,
Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial,
D.O. 12.11.1971: artículos 1º, 2º, 3º, 5º. Decreto Nº 764, Min. Relaciones Exteriores,
Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en materia de enseñanza,
D.O. 30.11.1971. Decreto Ley Nº 871, aprueba Convención Interamericana sobre
concesión de Derechos Políticos a la Mujer, D.O. 28.01.1975. Decreto Ley Nº 872, aprueba
Convención Interamericana sobre concesión de Derechos Civiles a la Mujer,
D.O. 28.01.1975. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 2º, 3º, 7º y 26.
Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 2º, 3º, 8º, 14, y 16. Decreto Nº 789, Min. Relaciones
Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra
la mujer, D.O. 9.12.1989. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 2º, 3º, 8º y 16. Decreto Nº 873,
Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º,
3º, 6º Nº 1. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos
del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 2º. Decreto Nº 1.097, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la Esclavitud, D.O. 7.11.1995. Decreto Nº 99, Min. Relaciones
Exteriores, Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de
discriminación contra las personas con discapacidad, D.O. 20.06.2002. Decreto Nº 84, Min.
Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de los derechos de los
trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículos 7º y 11. Decreto
Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008.

Jurisprudencia: 113. Del nasciturus y de la cuestión tocante a su consideración como


persona, o al desconocimiento de esa condición. En relación con esta cuestión, la
jurisprudencia constitucional ha mantenido, en dos sentencias separadas temporalmente
por casi una década, dos criterios diversos. 113.1. Del nasciturus como persona, en
cuanto que ésta principia con la concepción y que se distingue entre "existencia
natural" y "existencia legal" de las personas. Esta opinión la defendió el Excmo. Tribunal
Constitucional en su sentencia de 18 de abril de 2008, pronunciada en relación con la
regulación por decreto supremo de la llamada "píldora del día después". En aquella
sentencia se sostuvo que: "Queda claro que, para el Constituyente —y a diferencia de lo
que pueda desprenderse del examen de normas legales determinadas—, el embrión o
el nasciturus es persona desde el momento de la concepción" (Tribunal Constitucional, 18
de abril de 2008, cons. 54º, Rol Nº 740-07). En este mismo sentido la Excma. Corte Suprema
había declarado que: "Si entendemos que la fertilización es, como es, un proceso continuo
que no resulta separable en etapas o momentos, debemos concluir que el óvulo fecundado
o embrión es ya un individuo de la especie humana y como tal, digno de protección
constitucional y legal para alcanzar su pleno desarrollo hasta que el nacimiento se
produzca, conforme a lo que dispone el artículo 74 del mismo cuerpo legal" (C. Suprema,
30 de agosto de 2001, cons. 18º, LegalPublishing: CL/JUR/4304/2001, Rol Nº 2186-2001).
Esta opinión, que mantuvo la Excma. Corte Suprema en sentencias posteriores, descansaba
también en la lectura de las reglas del Código Civil, de las que se deducía la centralidad de
la distinción entre "existencia natural" de las personas y "existencia legal" de ellas. Sobre
tal base, además de otros fundamentos, la E xcma. Corte Suprema había declarado que el
nacimiento no era condición precisa para la existencia natural de las personas, de guisa
que no le cabía duda en cuanto a que el nasciturus quedaba comprendido dentro de tal
categoría. Había explicado: "En efecto, de acuerdo con el artículo 55 del Código, son
personas todos los individuos de la especie humana debiendo entenderse por individuo,
conforme con su acepción natural y obvia, cada ser organizado sea animal o vegetal
respecto de la especie a que pertenece. De este punto de vista dado que la criatura
concebida y no nacida constituye un ser único e independiente, cuya entidad no se
confunde con la de sus progenitores, cabe por tanto entender que queda plenamente
comprendido dentro del concepto que de la persona tiene nuestro legislador civil. Por lo
demás, según el propio tenor literal del artículo 74, el nacimiento determina la existencia
legal de la persona, lo cual se explica en razón de la clase de derechos de que se ocupa
nuestro Código Civil, pero no implica que antes de él aquélla no exista para otros efectos
tanto o más importantes. Ello lo corrobora el artículo 80, el cual sí se refiere a la existencia
natural de la persona al disponer que aquélla termina con la muerte, evidenciando que ésta
es diversa de su existencia legal. Asimismo, nos parece que exigir el nacimiento como
supuesto necesario para adquirir la condición de persona no implica que antes de su
verificación no estemos ya frente a un sujeto humano y, por ende, titular de garantías tan
esenciales como el derecho a la vida. No considerarlo así implicaría que el status de
persona dependería, en definitiva, de la definición que de tal concepto tuviere el legislador
o el propio constituyente y que si hoy se asocia por algunos al hecho del parto, el día de
mañana podría estar vinculado con la viabilidad del recién nacido o cualquier otro criterio
que se estableciere cumpliendo con los requisitos formales para la dictación de la norma"
(C. Suprema, 16 de abril de 2009, cons. 13º, LegalPublishing: CL/JUR/7939/2009, Rol
Nº 1882-2008). En su reciente sentencia de 28 de agosto de 2017 el E xcmo. Tribunal
Constitucional ha recordado su opinión anterior, para apartarse de ella: "[L]a otra sentencia
importante es la STC 740/2007. En ésta, se discutió la regulación vía decreto supremo de
la denominada píldora del día después. El Tribunal resolvió a raíz de un requerimiento que
le presentaron un grupo de parlamentarios. El Tribunal acogió el requerimiento. En lo que
aquí interesa, sostuvo que el que está por nacer es una persona. En cuanto a sujeto de
derecho, por una parte, cuenta con toda la información genética necesaria para su
desarrollo. Por la otra, es un ser distinto y distinguible completamente de su padre y de su
madre. Es un ser único e irrepetible. El que está por nacer, agregó el Tribunal, tiene
dignidad, no puede ser subsumido en otra entidad y no puede ser manipulado. Y que la
protección constitucional de la persona se inicia desde el momento mismo de la concepción"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 21º, Rol Nº 3729 (3751)-17-
CPT). 113.2. Del nasciturus como objeto jurídico de especial protección, pero no
como persona. El Excmo. Tribunal Constitucional en su sentencia de 28 de agosto de 2017
se apartó de la opinión anterior, sobre la base de estimar que no le cabe pronunciarse en
relación al momento en que principia la vida del que está por nacer: "[E]stá claro el límite
temporal de esa condición: el nacimiento. Con el parto, y la separación total de la madre,
cesa esta condición. Sin embargo, la Constitución guarda silencio respecto del comienzo
de esa condición. En la STC 740/2007, el Tribunal sostuvo que ello ocurría desde la
concepción. Nosotros consideramos que dado el silencio de la Constitución en la materia,
no le corresponde a este organismo establecer algo en este sentido. Más todavía si hay
controversia científica en la materia. Y posiciones morales encontradas sobre este aspecto.
Por eso, en algunos casos ha sido el legislador el que ha avanzado en fijar un criterio en
esta materia. Así lo hizo en la Ley Nº 20.120, a propósito de la investigación científica en el
ser humano, su genoma y la clonación. Ahí la ley definió que la protección iba a comenzar
"desde el momento de la concepción". Lo mismo hizo la Convención Interamericana de
Derechos Humanos, que estableció que el derecho a la vida está protegido por la ley, y en
general, a partir del momento de la concepción. Todos conocemos la interpretación que la
Corte Interamericana de Derechos Humanos hizo sobre esta disposición, en el caso Artavia
Murillo versus Costa Rica. En lo que aquí interesa, ésta sostuvo dos cosas. Por una parte,
que la protección del que está por nacer no es absoluta sino que gradual e incremental
según su desarrollo, debido a que no constituye un deber absoluto e incondicional. Por la
otra, dicha protección implica proteger a la mujer, porque la concepción ocurre dentro de su
cuerpo. Tratándose de los límites temporales de la vida de las personas, el legislador definió
cuándo una persona se encuentra con muerte cerebral (Ley Nº 19.451). Ahí definió cuándo
una persona está muerta. Por lo mismo, el Congreso Nacional se encuentra mucho más
capacitado y legitimado para resolver una controversia de cuándo comienza la vida del que
está por nacer, que esta Magistratura, dado la falta de una regla explícita en la Constitución"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 21º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT).
Sobre la base de este razonamiento, en la dicha sentencia se declaró: "Que el que está por
nacer es un bien jurídico, de mucha importancia para la Constitución. Por eso se refiere a
él y le encarga al legislador su resguardo. El que está por nacer no necesita del estatuto de
persona y distorsionar todo el resto del sistema constitucional y legal, para recibir
protección. La Constitución lo relevó de aquello. No hay ninguna entidad que en nuestro
sistema jurídico tenga esta posibilidad" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 78º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 114. De la admisión de la división entre chilenos
y extranjeros. En una realidad novedosa para la que fue habitual en la sociedad chilena,
en los últimos años se ha experimentado un incremento de los procesos de inmigración y,
junto con ellos, el planteamiento de una serie de cuestiones en relación con los extranjeros.
El Excmo. Tribunal Constitucional, al conocer del requerimiento de inconstitucionalidad
respecto del Decreto Supremo Nº 776, del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, que
Establece Visto Consular de Turismo a Nacionales de Haití, publicado en el Diario Oficial de
17 de abril de 2018, ha reconocido que, a pesar de que pueda apreciarse, en ciertas
referencias del ordenamiento jurídico, a la nacionalidad como una "categoría sospechosa",
lo cierto es que se mantiene la división entre chilenos y extranjeros, y que de ella pueden
derivarse consecuencias lícitas: "[I]ndependientemente de que se perciban las alusiones a
la nacionalidad como una "categoría sospechosa", en el ordenamiento positivo no ha
desaparecido el estrato jurídico de los "extranjeros" ni las consecuencias lícitas que se
derivan de ello. Las personas, dice el Código Civil, "divídense en chilenos y extranjeros"
(artículo 55)" (Tribunal constitucional, 19-VII-2018, cons. 15º, Rol Nº 4757-18-
CDS). 115. De la división entre chilenos y extranjeros es posible derivar
consecuencias lícitas, entre ellas, las de fijar un estatuto para su ingreso al país. En
este sentido se ha pronunciado el E xcmo. Tribunal Constitucional: "en el ordenamiento
positivo no ha desaparecido el estrato jurídico de los "extranjeros" ni las consecuencias
lícitas que se derivan de ello. Las personas, dice el Código Civil, "divídense en chilenos y
extranjeros" (artículo 55). Es natural que tal diferencia se manifieste —entre otras
materias— en la necesidad de un estatuto legal que module el ingreso de los extranjeros al
país, cuyo es el caso del D.L. Nº 1.094. Contemplando a este efecto las categorías de
turistas, residentes e inmigrantes, nítidamente diferenciadas entre sí por factores objetivos
e impersonales, que nada tienen que ver con el odio, la xenofobia ni con ningún otro
sentimiento espurio o ánimo de hostilidad. Esto es complementado por el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos que, primeramente, no reconoce un derecho de
los extranjeros para entrar al territorio de un Estado, lo que queda entregado a la legislación
interna de cada país, y que, en segundo término, les asegura cierta libertad de circulación
y de residencia a aquellos extranjeros que ya se encuentran legalmente en el territorio de
un Estado" (Tribunal constitucional, 19-VII-2018, cons. 15º, Rol Nº 4757-18-CDS). 116. De
la prohibición de la arbitrariedad respecto de los extranjeros en el ejercicio de las
potestades legislativas y reglamentarias. El Excmo. Tribunal Constitucional ha precisado
que, del hecho de que sea posible al estado fijar estatutos en relación con el ingreso de
extranjeros al país y su permanencia en él, ello en ningún caso puede entenderse como la
permisión del ejercicio de sus potestades arbitrariamente: "[L]o dicho, no puede
interpretarse en el sentido de que el Estado chileno —al dictar sus leyes o decretos— pueda
comportarse "arbitrariamente" con los extranjeros. El que se le conceda un espacio de
discrecionalidad para regular el ingreso, estadía y permanencia de los extranjeros en el
país, en ejercicio de la soberanía, tal como apuntan acá los diputados requirentes, no
significa que las autoridades de caso queden investidas de un poder que, por libérrimo,
pueda llegar al extremo de abolir principios tan caros al orden institucional como son los de
racionalidad e imparcialidad, antes explicados. Nada más consecuente con el Derecho
Público chileno que entender la proscripción de la arbitrariedad —formulada además en la
prohibición de que "Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias"—
como parte integrante de las Bases de la Institucionalidad" (Tribunal constitucional, 19-VII-
2018, cons. 16º, Rol Nº 4757-18-CDS). En este sentido, la jurisprudencia constitucional se
sitúa en la línea del pensamiento que Bello había defendido tempranamente en
sus Principios de derecho de gentes (Primera parte, cap. 5, § 7), en los que había sostenido
que razones económicas y políticas mostraban la inconveniencia de la distinción entre
nacionales y extranjeros. Pero, admitía que el reconocimiento de la autonomía y libertad de
los estados justificaba que pudieran fijar reglas particulares respecto de los extranjeros. Sin
embargo, esta era una potestad que debía ejercerse en términos de justicia, y sin que
implicara desconocer la protección que les era debida, incluso frente a los naturales: "Pero
estas reglas deben ser conocidas de todos y no es lícito alterarlas caprichosamente; o en
caso de hacerse en ellas alguna novedad que empeore la condicion de los estranjeros,
dicta la justicia que se conceda un plazo razonable a los que no quieran conformarse con
el nuevo orden, para que se trasladen con sus bienes a otra parte. La salida de los
estranjeros debe ser enteramente libre, si no es que momentáneamente la impida alguna
importante razon de estado, v. gr. en el caso de temerse que fuesen a dar a los enemigos
noticias de que resultase peligroso. En fin, es obligacion del soberano que les da acojida
atender a su seguridad, haciéndoles justicia en sus pleitos, y protejiéndolos aun en contra
de los naturales, demasiado dispuestos a maltratarlos y vejarlos, particularmente en países
de atrasada civilización y cultura".

Artículo 56. Son chilenos los que la Constitución del Estado declara tales. Los demás
son extranjeros.

Concordancias: Código Civil: artículos 14 y 57. Constitución Política de la República:


artículo 10. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 9º y 10. Decreto Ley
Nº 1.094, Min. Interior, Establece normas sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975.

Artículo 57. La ley no reconoce diferencias entre el chileno y el extranjero en cuanto a


la adquisición y goce de los derechos civiles que regla este Código.

Concordancias: Código Civil: artículos 14, 55, 56, 997, 998. Código de Derecho
Internacional Privado: artículo 1º. Ley Nº 5.922, prohíbe adquirir el dominio u otros derechos
reales de bienes raíces en departamentos que determine el Presidente de la República, a
los nacionales de países en que rija una prohibición análoga respecto de los chilenos,
D.O. 10.10.1936: artículos 1º, 2º y 3º. Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior, establece normas
sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975. Decreto Ley Nº 1.939, sobre Adquisición,
administración y disposición de bienes del Estado, D.O. 10.11.1977: artículos 7º y
siguientes. Decreto Nº 5.142, Fija el texto refundido de las disposiciones sobre
nacionalización de extranjeros, D.O. 30.05.2000: artículo 11, inciso 2º. Ley Nº 20.430,
establece disposiciones sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 13. Ley
Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 2º
incisos 1º y 2º.

Jurisprudencia: 117. Si un extranjero sufre un accidente en Chile, tiene plena


aplicación la regla de este artículo y, en consecuencia, puede demandar
indemnización de los perjuicios sufridos. La Corte Suprema ha declarado que,
constando como hecho de la causa que: "Vigente la relación laboral, y mientras la nave
Almourol se encontraba atracada en el puerto de esta ciudad, al lado de otra denominada
Pardelhas, don [...] sufrió un accidente consistente en la pérdida de parte de uno de los
dedos de su mano izquierda; accidente que tuvo lugar en el territorio nacional, con lo que,
por sobre las alegaciones hechas por la demandada, lo cierto es que cobra plena aplicación
en la especie, el artículo 14 del Código Civil, que hace aplicable las leyes chilenas a todos
los habitantes de la república, incluso los extranjeros, y asimismo, el artículo 57 del mismo
cuerpo de leyes, que confiere a chilenos y extranjeros, los mismos derechos civiles" (JL.
Punta Arenas, 17 de abril de 2002, cons. 9º, confirmada C. Suprema, 25 de marzo de 2003,
LegalPublishing: CL/JUR/756/2003, Rol Nº 4826-2002).
Artículo 58. Las personas se dividen, además, en domiciliadas y transeúntes.

Concordancias: Código Civil: artículos 55 y 59.

Jurisprudencia: 118. De la noción de "extranjero transeúnte". Se ha estimado que, en


cuanto que la ley no define quien sea "extranjero transeúnte", tal expresión debe ser
interpretada según el sentido natural y obvio de sus palabras, que los tribunales han
identificado con la significación que le atribuye el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua, y por esta vía ha hecho descansar el quicio de su significación en el ánimo de
permanecer en el país. En la línea que queda esbozada, la E xcma. Corte Suprema ha
declarado: "Que, atendido a que la ley no ha definido lo que debe entenderse por extranjero
transeúnte, el intérprete debe recurrir a la regla de hermenéutica legal contenida en el
artículo 20 del Código Civil; conforme a la cual, las palabras de la ley se deben entender en
su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas. Al respecto, el Diccionario
de la Real Academia da a la palabra transeúnte, el significado de quien transita o pasa por
un lugar, que está de paso, que no reside sino transitoriamente en un sitio, que es de
duración limitada, transitorio. En consecuencia, como correctamente lo sostiene el señor
Fiscal en su informe de fojas 13, tienen dicha calidad los turistas y quienes deben venir a
Chile a cumplir una breve misión para retornar inmediatamente y, por lo mismo, la calidad
de transeúnte la da el ánimo o intención de no permanecer en Chile, de no fijar aquí un
domicilio, sino de tener una breve residencia" (C. Suprema, 27 de noviembre de 2000,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/2471/2000, Rol Nº 3354-2000). En la misma dirección se
ha declarado, en relación con la calidad de extranjero transeúnte, que se trata de una
calificación: "[Q]ue por no estar definida en la ley obliga a entenderla, con arreglo a lo
dispuesto por el artículo 20 del Código Civil, en su sentido natural y obvio. Sobre el
particular, el Diccionario de la Real Academia atribuye al término transeúnte el significado
de "el que transita o pasa por un lugar, que está de paso, que no reside sino transitoriamente
en un sitio" (C. Suprema, 28 de diciembre de 2009, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/5343/2009, Rol Nº 6073-2009). Este considerando se ha reiterado
literalmente en sentencias posteriores (C. Suprema, 19 de mayo de 2014, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/2521/2014, Rol Nº 4727-2014). Sobre la base de este
entendimiento de la expresión 'extranjero transeúnte', la E xcma. Corte Suprema ha concluido:
"Que de lo consignado fluye que la idea medular de la voz "transeúnte" radica en la
transitoriedad de la estadía en un lugar determinado, es decir, descartando la residencia.
Esto resulta concordante con el criterio administrativo vigente que ha dejado de distinguir
al extranjero transeúnte en razón de su permanencia continuada igual o superior a un año,
prefiriéndose, en cambio, como elemento principal el de la residencia, contexto en que
indubitadamente se considera en carácter de transeúntes a turistas y tripulantes"
(C. Suprema, 19 de mayo de 2014, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/2521/2014, Rol
Nº 4727-2014). Es esta una opinión que se puede tener por consolidada, de modo que es
habitual que se reproduzca literalmente el considerando que se ha transcrito (C. Suprema,
7 de abril de 2014, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/980/2014, Rol Nº 14948-2013;
C. Suprema, 1 de abril de 2014, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/726/2014, Rol Nº 14657-
2013; cfr. C. Suprema, 28 de diciembre de 2009, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/5343/2009, Rol Nº 6073-2009). 119. La concesión de visa de
trabajo impide que a su titular pueda considerársele como transeúnte. Se ha
declarado que el extranjero a quien se ha concedido una visa de trabajo se convierte en
residente en el territorio nacional y, por lo tanto, no puede ser considerado transeúnte: "Que
el artículo 10 Nº 1 de la Constitución Política establece que son chilenos los nacidos en el
territorio de Chile, con excepción de los hijos de extranjeros que se encuentren en el país
al servicio de su gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes, todos los que, sin
embargo, podrán optar por la nacionalidad chilena [...] Que de acuerdo a la norma recién
citada, la regla general es que todo el que nace en el territorio del Estado de Chile adquiere
la nacionalidad chilena, en virtud del principio del jus solis. Para aplicar la parte final de la
citada norma es preciso determinar quién es un extranjero transeúnte, situación que no está
definida en la legislación vigente. Aplicando las reglas de interpretación del artículo 20 del
Código Civil que dispone que las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y
obvio, según el uso general de las mismas, cabe señalar que el Diccionario de la Real
Academia Española define transeúnte como: El que transita o pasa por un lugar, que está
de paso, que no reside sino transitoriamente en un sitio. La situación de extranjero residente
o transeúnte del reclamante y su cónyuge está decidida en la visa otorgada por el Gobierno
para que permanezca en el territorio nacional, y esta autorización es la establecida en el
artículo 23 del Decreto Ley Nº 1.094 de 1975, que en lo pertinente señala: "Se otorgarán
visaciones de residente sujeto a contrato a los extranjeros que viajen al país con el objeto
de dar cumplimiento a un contrato de trabajo. La misma visación se podrá otorgar a los
extranjeros que se encuentren en el territorio nacional y se radiquen en el país para dar
cumplimiento a un contrato de trabajo. Igual visación será otorgada a los miembros de sus
familias que determine el reglamento. La visación sujeta a contrato podrá tener una vigencia
de hasta dos años y podrá ser prorrogada por períodos iguales. Si no se especifica plazo
en el pasaporte, se entenderá que su vigencia es la máxima. El residente sujeto a contrato
podrá solicitar su permanencia definitiva al cumplir dos años de residencia". De las dos
disposiciones antes señaladas, se concluye que el extranjero a quien se le ha concedido
una visa de trabajo se convierte en residente en el territorio nacional y, por lo tanto, no
puede ser considerado transeúnte" (C. Suprema, 24 de abril de 1997, cons. 2º y 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/2456/1997, Rol Nº 442-1997). Estas consideraciones se han
reproducido literalmente en sentencias posteriores de la misma Corte Suprema
(C. Suprema, 14 de mayo de 1997, cons. 2º y 3º LegalPublishing: CL/JUR/1535/1997, Rol
Nº 442-1997; C. Suprema, 30 de mayo de 1997, cons. 2º y 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/2505/1997, Rol Nº 842-1997).

2. Del domicilio en cuanto depende de la residencia


y del ánimo de permanecer en ella

Concordancias: Código de Derecho Internacional Privado: artículo 22.

Artículo 59. El domicilio consiste en la residencia, acompañada, real o presuntivamente,


del ánimo de permanecer en ella.

Divídese en político y civil.

Concordancias: Código Civil: artículos 15 inciso 1º, 60, 61, 67, 68, 109, 200, 310, 896,
955, 1587, 1588, 1589, 2010. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 10 y 11.
Código del Trabajo: artículo 10 inciso 3º.

Jurisprudencia: 120. El domicilio constituye una categoría técnica que se configura


por la coexistencia de la "residencia" y de un "ánimo" de permanencia. Tal es lo que
se desprende del mero texto de este artículo y, de su relación con algunos de los que
siguen, la jurisprudencia ha tendido a expresar que el "ánimo de permanencia" puede ser
real o presunto: "[E]l artículo 59 del Código Civil establece que: 'El domicilio consiste en la
residencia, acompañada, real o presuntivamente, del ánimo de permanecer en ella'. De
modo que es evidente que los elementos constitutivos del domicilio son la residencia y el
ánimo de permanecer en una parte determinada del territorio del Estado, pudiendo el último
ser real o presunto" (C. Suprema, 5 de noviembre de 2014, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/8084/2014, Rol Nº 11363-2014). 121. La noción de "residencia"
implica el asentamiento en un cierto lugar, que se constituye en el centro de los
intereses jurídicos de una persona. La jurisprudencia más habitual ha solido destacar,
que la noción de residencia se vincula al hecho de establecerse o a avecindarse en un
cierto lugar. Así, por ejemplo, se ha dicho que ella consiste en: "[L]a permanencia o
establecimiento en un lugar determinado" (C. Suprema, 30 de octubre de 2003, cons. 13º,
LegalPublishing: CL/JUR/1058/2003, Rol Nº 1058-2003), o que: "[E]l residir requiere
avecindarse en un determinado lugar" (C. Apelaciones de Valdivia, 19 de noviembre de
2007, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/7048/2007, Rol Nº 689-2007). Pero, además, se
ha destacado, y con razón, que ese acto de afincarse o establecerse en un cierto y
determinado lugar hace que este se constituya en el centro de los intereses jurídicos de la
persona: "Especificando el concepto de residencia se ha señalado que éste es el lugar
determinado donde una persona establece el centro de sus intereses jurídicos y en el cual
se encuentra habitual o permanentemente" (C. Suprema, 5 de noviembre de 2014, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/8084/2014, Rol Nº 11363-2014). 122. El solo cambio de la
residencia de una persona no muda su domicilio. En este sentido se ha declarado que:
"[N]o cualquier lugar constituye el domicilio de una persona. Por ello, si el lugar de
residencia muta, se requieren ciertos requisitos para que éste sea o constituya un nuevo
domicilio" (C. Apelaciones de Santiago, 26 de julio de 2012, cons. 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/1521/2012, Rol Nº 1345-2012). 123. Un "sitio eriazo" no puede
constituir domicilio. Así se ha declarado por la Corte de Apelaciones de Valparaíso:
"Según consta en el certificado de Avalúo Fiscal que rola a fs. 285 de autos la propiedad
de que se trata es un 'sitio eriazo', el cual no puede constituir, por definición, el domicilio de
una persona. La circunstancia de que se trate de un sitio eriazo" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 4 de agosto de 2005, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/7197/2005, Rol
Nº 2326-2003). 124. El domicilio de una persona constituye un dato de carácter
personal, que queda cubierto por la Ley Nº 19.628, sobre protección de la vida
privada. Así se ha declarado por la Excma. Corte Suprema: "Que no resulta discutido que
dentro de los datos de carácter personal encontramos, entre otros, el nombre, edad, sexo,
estado civil, profesión, RUT, cuenta corriente, domicilio y teléfono; por lo que sin duda la
dirección de una persona es un aspecto que claramente se encuentra dentro del marco
establecido por la referida ley y constituye un dato de carácter personal. En razón de esto
su divulgación y tratamiento únicamente puede ser efectuada cuando el titular consienta en
ello o la ley lo autorice, lo que sin duda no ha ocurrido en este caso. Noveno: Que al haber
la recurrida publicado en su página de Facebook en la que se pone a disposición de
terceros información personal de la recurrente sin su consentimiento, ha realizado una
actuación ilegal y arbitraria que contraviene la Ley Nº 19.628 y, en consecuencia, conculca
el derecho constitucional de la recurrente previsto en el artículo 19 numeral 4º de la
Constitución Política de la República, al afectar la protección que se le debe a su vida
privada y su honra" (C. Suprema, 11 de abril de 2017, cons. 8º y 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/1658/2017, Rol Nº 95019-2016).

Artículo 60. El domicilio político es relativo al territorio del Estado en general. El que lo
tiene o adquiere es o se hace miembro de la sociedad chilena, aunque conserve la calidad
de extranjero.

La constitución y efectos del domicilio político pertenecen al Derecho Internacional.


Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 1016 inciso 1º. Código de Derecho
Internacional Privado: artículos 10, 11, 22 al 26.

Artículo 61. El domicilio civil es relativo a una parte determinada del territorio del Estado.

Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 62, 65, 68, 1588 y 1589. Código de
Procedimiento Civil: artículo 170 Nº 1. Código de Derecho Internacional Privado:
artículos 10 y 11.

Artículo 62. El lugar donde un individuo está de asiento, o donde ejerce habitualmente
su profesión u oficio, determina su domicilio civil o vecindad.

Concordancias: Código Civil: artículos 61, 63, 1016 inciso 1º. Constitución Política de la
República: artículos 13 inciso 3º, 14. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 10
y 11.

Artículo 63. No se presume el ánimo de permanecer, ni se adquiere, consiguientemente,


domicilio civil en un lugar, por el solo hecho de habitar un individuo por algún tiempo casa
propia o ajena en él, si tiene en otra parte su hogar doméstico o por otras circunstancias
aparece que la residencia es accidental, como la del viajero, o la del que ejerce una
comisión temporal, o la del que se ocupa en algún tráfico ambulante.

Concordancias: Código Civil: artículos 47, 59 inciso 2º, 61, 64. Código de Derecho
Internacional Privado: artículos 10 y 11.

Artículo 64. Al contrario, se presume desde luego el ánimo de permanecer y


avecindarse en un lugar, por el hecho de abrir en él tienda, botica, fábrica, taller, posada,
escuela u otro establecimiento durable, para administrarlo en persona; por el hecho de
aceptar en dicho lugar un cargo concejil, o un empleo fijo de los que regularmente se
confieren por largo tiempo; y por otras circunstancias análogas.

Concordancias: Código Civil: artículos 47, 63. Código de Derecho Internacional Privado:
artículos 10 y 11.

Jurisprudencia: 125. El domicilio puede adquirirse por ciertas circunstancias que se


prolongan en el tiempo. Así lo ha entendido, a la luz de este artículo, la Iltma. Corte de
Apelaciones de Santiago: "Al contrario, se presume el ánimo de permanencia y vecindad,
por distintas causales y circunstancias que se confieren y producen por largo tiempo. De
ahí que el domicilio, en ciertos casos, sea también una situación que se adquiera con el
tiempo" (C. Apelaciones de Santiago, 26 de julio de 2012, cons. 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/1521/2012, Rol Nº 1345-2012). 126. El haber celebrado un
contrato de trabajo para prestar labores en un cierto lugar hace presumir el ánimo de
permanecer en él. Sobre la base de que: "El artículo 64 de nuestro Código Civil señala que
se presume, desde luego, el ánimo de permanecer y avecindarse en un lugar por el hecho,
entre otros, de aceptar en él un empleo fijo de los que regularmente se confieren por largo
tiempo; y por otras circunstancias análogas", la Corte Suprema ha declarado: "Que,
acreditado como se encuentra el hecho de tener el recurrente un contrato en calidad de
técnico para la Quinta Región, con asiento en la ciudad de Valparaíso, para trabajar a las
órdenes de International Bonded Courriers Chile S.A., celebrado el 15 de junio de 1986 y
con vigencia hasta el 20 de junio de 1990 como lo prueban los documentos de fojas 9 y 32,
resulta evidente el ánimo del solicitante y sus familiares de permanecer en Chile"
(C. Suprema, 29 de diciembre de 1989, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/386/1989, Rol
Nº 12989).

Artículo 65. El domicilio civil no se muda por el hecho de residir el individuo largo tiempo
en otra parte, voluntaria o forzadamente, conservando su familia y el asiento principal de
sus negocios en el domicilio anterior.

Así, confinado por decreto judicial a un paraje determinado, o desterrado de la misma


manera fuera de la República, retendrá el domicilio anterior, mientras conserve en él su
familia y el principal asiento de sus negocios.

Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 61. Código Penal: artículo 21. Código
de Derecho Internacional Privado: artículos 10, 11 y 25.

Artículo 66. Los obispos, curas y otros eclesiásticos obligados a una residencia
determinada, tienen su domicilio en ella.

Concordancias: Código Civil: artículo 59. Código de Derecho Internacional Privado:


artículos 10 y 11.

Artículo 67. Cuando concurran en varias secciones territoriales, con respecto a un


mismo individuo, circunstancias constitutivas de domicilio civil, se entenderá que en todas
ellas lo tiene; pero si se trata de cosas que dicen relación especial a una de dichas
secciones exclusivamente, ella sola será para tales casos el domicilio civil del individuo.

Concordancias: Código Civil: artículos 59, 61, 62, 64. Código de Derecho Internacional
Privado: artículos 10 y 11. Código Orgánico de Tribunales: artículo 140.

Jurisprudencia: 127. De la aplicación de esta regla tanto a las personas naturales


como a las personas jurídicas. La Excma. Corte Suprema ha asumido la opinión de aquellos
que estiman que la pluralidad de domicilios, admitida por este artículo 67, es aplicable a las
personas jurídicas: "[E]l profesor Antonio Vodanovic H., en su libro Manual de Derecho Civil,
Parte Preliminar y General (Editorial Jurídica ConoSur Ltda.), ha señalado que 'el Código
Civil no se ocupa del domicilio de las personas jurídicas. Pero se ha estimado que el
artículo 67 de este cuerpo de leyes, sobre pluralidad de domicilios, es aplicable a las
personas jurídicas, especialmente, si tiene agencias o sucursales. Por tanto, si concurren
en varias secciones territoriales circunstancias constitutivas de domicilio civil, se entenderá
que en todas ellas lo tiene'" (C. Suprema, 5 de octubre de 2012, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/2229/2012, Rol Nº 4308-2010). Con recurso a la opinión de otros
autores, el mismo tribunal había seguido con anterioridad igual criterio: "Los especialistas
en el tema "personas jurídicas", señalan que al igual que la persona física, la persona
jurídica debe ser necesariamente localizada en un lugar determinado. En este sentido, las
normas que determinan el domicilio de las personas físicas (arts. 59 al 73 del Código
Civil) resultan igualmente útiles, "aunque requieren de cierta adaptación, pues sólo fueron
pensadas para serle aplicadas al hombre de carne y hueso". (Alberto Lyon
Puelma, Personas Jurídicas, Ediciones U. Católica de Chile, 2003, pág. 56) Precisa este
autor que la sede estatutaria de la persona jurídica no fija el domicilio legal de la misma sino
en cuanto corresponde realmente a su sede efectiva. El haber domiciliado a la sociedad en
un lugar distinto a la sede fijada en los estatutos constituye más bien una violación o
transgresión de éstos, de lo cual podrían ser responsabilizados los administradores. "Todo
lo cual conduce a concluir, entonces, que las normas de los artículos 59 y siguientes del
Código Civil son íntegramente aplicables a las personas jurídicas con total independencia
de cuál sea su sede estatutaria". (Lyon Puelma, op. cit., pág. 57). A propósito del domicilio
de las personas jurídicas, Alessandri Rodríguez y Somarriva Undurraga apuntan que el
domicilio de las personas jurídicas es el que señalan sus estatutos. Si éstos nada dicen, se
entiende que es el asiento principal, esto es, el lugar donde se halle la sede principal de los
negocios o intereses; como nuestra legislación admite la pluralidad de domicilio, es
indudable que las personas jurídicas pueden tener varios, constituidos por sucursales o
agencias que posean los caracteres de domicilio. (Derecho Civil, Parte General, T. II,
Quinta Edición, 1990, pág. 572). Luis Claro Solar opina que las corporaciones, por el propio
fin que persiguen, pueden tener sólo una sede o casa social, y tendrán su domicilio en ese
mismo lugar, pero bien pueden extender su acción a otros lugares, disponiendo en ellos
otros establecimientos o sucursales o agencias; "y si estas nuevas casas reúnen las
condiciones de permanencia características del domicilio, podrán adquirir domicilio en esos
lugares para los negocios que en ellas traten". (Explicaciones de Derecho Civil Chileno y
Comparado, T. V, pág. 533). Por su parte Antonio Vodanovic indica que "Se ha estimado
que la disposición del Código Civil (art. 67) sobre pluralidad de domicilios es aplicable a las
personas jurídicas, especialmente si tienen agencias o sucursales. Por tanto, si concurren
en varias secciones territoriales circunstancias constitutivas de domicilio civil, se entenderá
que en todas ellas lo tiene". (Manual de Derecho Civil. Tomo I Parte Preliminar y General,
pág. 176)" (C. Suprema, 13 de agosto de 2009, cons. 12º,
LegalPublishing: CL/JUR/1036/2009, Rol Nº 785-2008). En igual sentido se pueden leer
fallos anteriores que, con ligeras variantes, reproducen la opinión de los autores citados
(C. Suprema, 11 de noviembre de 2008, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/4033/2008, Rol
Nº 5096-2007; C. Suprema, 18 de octubre de 2006, cons. 13º,
LegalPublishing: CL/JUR/8272/2006, Rol Nº 2371-2004). 128. De la pluralidad de
domicilios como situación de excepción. En este sentido la Excma. Corte Suprema ha
advertido que: "[D]ebe tenerse en cuenta que si bien el artículo 67 del Código Civil reconoce
la pluralidad de domicilio, es a condición de que en las diversas secciones territoriales
concurran, con respecto a la persona, todas las circunstancias que sirven para determinar
el domicilio civil, las que por tratarse de una regla de excepción deben probarse por la parte
que las invoque" (C. Suprema, 5 de noviembre de 2014, cons. 11º,
LegalPublishing: CL/JUR/8084/2014, Rol Nº 11363-2014). Este considerando ha sido
asumido literalmente en algunas sentencias de tribunales de alzada (C. Apelaciones de
Santiago, 11 de marzo de 2016, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/1583-2016, Rol
Nº 11659-2015). 129. De cuándo se presenta la pluralidad de domicilios. La Excma. Corte
Suprema ha precisado que: "Una persona puede tener pluralidad de domicilios, posibilidad
reconocida en el artículo 67 del Código Civil. En efecto, en el evento que una persona tenga,
en diversas secciones territoriales, las dos circunstancias constitutivas de este atributo de
la personalidad, a saber, la residencia en una parte determinada del territorio del Estado y
el ánimo de permanecer en dicha residencia (animus manendi), debe concluirse que tiene
más de un domicilio: tantos cuantas veces se reúnan dichos elementos" (C. Suprema, 27
de diciembre de 2000, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/535/2000, Rol Nº 345-2000). En
igual sentido ha reiterado que: "[E]n el evento que una persona tenga, en diversas
secciones territoriales, las dos circunstancias constitutivas de este atributo de la
personalidad, a saber, la residencia en una parte determinada del territorio del Estado y el
ánimo de permanecer en dicha residencia, debe concluirse que tiene más de un domicilio
y, de hecho, tantos cuantos sean los lugares que reúnan dichos elementos" (C. Suprema,
30 de noviembre de 2017, cons. 5º, CL/JUR/7636/2017, Rol Nº 21794-2017).
Artículo 68. La mera residencia hará las veces de domicilio civil respecto de las
personas que no tuvieren domicilio civil en otra parte.

Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 61. Código de Derecho Internacional
Privado: artículos 10, 11 y 26.

Jurisprudencia: 130. De la naturaleza de esta regla. Se ha estimado que ella constituye


una especie de presunción o ficción legal: "El artículo 68 señala que "La mera residencia
hará las veces de domicilio civil respecto de las personas que no tuvieren domicilio civil en
otra parte". Estableciendo entonces a este respecto una suerte de presunción o ficción
legal" (C. Suprema, 30 de octubre de 2003, cons. 12º, LegalPublishing: CL/JUR/2392/2003,
Rol Nº 1058-2003).

Artículo 69. Se podrá en un contrato establecer de común acuerdo un domicilio civil


especial para los actos judiciales o extrajudiciales a que diere lugar el mismo contrato.

Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 61, 1438, 1545, 2350 inciso 1º. Código
de Derecho Internacional Privado: artículos 10, 11 y 25. Código Orgánico de Tribunales:
artículo 135.

Artículo 70. El domicilio parroquial, municipal, provincial o relativo a cualquier otra


sección del territorio, se determina principalmente por las leyes y ordenanzas que
constituyen derechos y obligaciones especiales para objetos particulares de gobierno,
policía y administración en las respectivas parroquias, comunidades, provincias, etc., y se
adquiere o pierde conforme a dichas leyes u ordenanzas. A falta de disposiciones
especiales en dichas leyes u ordenanzas, se adquiere o pierde según las reglas de este
título.

Concordancias: Código Civil: artículos 4º, 965 inciso final, 1056 inciso final. Código de
Derecho Internacional Privado: artículos 10, 11 y 25.

3. Del domicilio en cuanto depende de la condición


o estado civil de la persona

Artículo 71. Derogado.122

Artículo 72. El que vive bajo patria potestad sigue el domicilio paterno o materno, según
el caso, y el que se halla bajo tutela o curaduría, el de su tutor o curador.123

Concordancias: Código Civil: artículos 244 y 338. Código de Derecho Internacional


Privado: artículo 24.

Jurisprudencia: 131. Esta regla no impide que pueda desvirtuársela mediante la


prueba de que el menor tiene otro domicilio. Esta fue una opinión que se mantuvo en el
contexto de la hoy derogada Ley de Matrimonio Civil de 1884, y que estaba directamente
vinculada a la ya desaparecida causa de nulidad de matrimonio que consistía en la
incompetencia del oficial del Registro Civil. Así, por ejemplo se argumentaba que: "Que si
bien, en principio, el que vive bajo patria potestad sigue el domicilio paterno o materno,
según el caso, nada impide que, en casos concretos, tal presunción pueda desvirtuarse a
través de medios legales de prueba; Que al efecto cabe puntualizar que el propio Código
Civil, en su artículo 2320 inciso segundo, admite implícitamente tal posibilidad al
reglamentar la responsabilidad de los padres por los hechos de sus hijos menores; Que el
artículo 59 del citado cuerpo de leyes define el domicilio como la residencia, acompañada
real o presuntivamente, del ánimo de permanecer ella y, conforme al artículo 20 del mismo
Código, cuando las palabras el legislador las haya definido expresamente para ciertas
materias, se les dará en éstas su significado legal; Que en el caso de autos conforme a la
prueba testifical rendida por las partes aparece de manifiesto que el domicilio legal de la
actora representaba una ficción por cuanto no concurrían a su respecto los elementos
constitutivos del mismo: la residencia y el ánimo real o presunto de permanecer en ella;
Que, en esta contingencia, procede declarar que el matrimonio por no haberse celebrado
ante el Oficial Civil competente, es nulo" (C. Apelaciones de Santiago, 4 de junio de 1991,
LegalPublishing: CL/JUR/108/1991, Rol Nº 5881-1990).

Artículo 73. El domicilio de una persona será también el de sus criados y dependientes
que residan en la misma casa que ella; sin perjuicio de lo dispuesto en los dos artículos
precedentes.

Concordancias: Código de Derecho Internacional Privado: artículo 24.

TÍTULO II
DEL PRINCIPIO Y FIN DE LA EXISTENCIA DE LAS PERSONAS

Concordancias: Código Civil: Mensaje VI.

1. Del principio de la existencia de las personas

Artículo 74. La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse
completamente de su madre.

La criatura que muere en el vientre materno, o que perece antes de estar completamente
separada de su madre, o que no haya sobrevivido a la separación un momento siquiera, se
reputará no haber existido jamás.

Concordancias: Código Civil: artículos 54, 55, 77, 549 inciso final, 962, 2051 inciso 1º.
Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 19 Nº 1 inciso 2º. Ley Nº 4.808,
sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1,
D.O. 30.05.2000: artículos 28, 49, 50 bis. D.F.L. Nº 2.128, Min. de Justicia, Aprueba
Reglamento Orgánico del Servicio de Registro Civil, D.O. 28.08.1930: artículo 116. Código
de Derecho Internacional Privado: artículo 28. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990, preámbulo: artículos 1º, 6º Nº 1.
Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículo 4º Nº 1; Ley Nº 20.120, Sobre investigación científica en el ser
humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículo 1º. Ley
Nº 21.171, sobre Registro Civil, y crea un catastro nacional de mortinatos, facilitando su
individualización y sepultación, D.O. 22.08.2019: artículo 1º.

Jurisprudencia: 132. De la categoría de persona ligada al nacimiento. Con ocasión del


examen del proyecto de ley relativo a la despenalización de la interrupción voluntaria del
embarazo el Excmo. Tribunal Constitucional ha sentado en 2017 una doctrina nueva en
relación con la que los tribunales ordinarios de justicia habían mantenido hasta ahora, y que
descansaba en la lectura de las reglas del Código Civil, de las que se deducía la centralidad
de la distinción entre "existencia natural" de las personas y "existencia legal" de ellas. Sobre
tal base, además de otros fundamentos, la E xcma. Corte Suprema había declarado que el
nacimiento no era condición precisa para la existencia natural de las personas, de guisa
que no le cabía duda en cuanto a que el nasciturus quedaba comprendido dentro de tal
categoría. Así, por ejemplo, había explicado: "En efecto, de acuerdo con el artículo 55 del
Código, son personas todos los individuos de la especie humana debiendo entenderse por
individuo, conforme con su acepción natural y obvia, cada ser organizado sea animal o
vegetal respecto de la especie a que pertenece. De este punto de vista dado que la criatura
concebida y no nacida constituye un ser único e independiente, cuya entidad no se
confunde con la de sus progenitores, cabe por tanto entender que queda plenamente
comprendido dentro del concepto que de la persona tiene nuestro legislador civil. Por lo
demás, según el propio tenor literal del art. 74, el nacimiento determina la existencia legal
de la persona, lo cual se explica en razón de la clase de derechos de que se ocupa nuestro
Código Civil, pero no implica que antes de él aquélla no exista para otros efectos tanto o
más importantes. Ello lo corrobora el artículo 80, el cual sí se refiere a la existencia natural
de la persona al disponer que aquélla termina con la muerte, evidenciando que ésta es
diversa de su existencia legal. Asimismo, nos parece qué exigir el nacimiento como
supuesto necesario para adquirir la condición de persona no implica que antes de su
verificación no estemos ya frente a un sujeto humano y, por ende, titular de garantías tan
esenciales como el derecho a la vida. No considerarlo así implicaría que el status de
persona dependería, en definitiva, de la definición que de tal concepto tuviere el legislador
o el propio constituyente y que si hoy se asocia por algunos al hecho del parto, el día de
mañana podría estar vinculado con la viabilidad del recién nacido o cualquier otro criterio
que se estableciere cumpliendo con los requisitos formales para la dictación de la norma"
(C. Suprema, 16 de abril de 2009, cons. 13º, LegalPublishing: CL/JUR/7939/2009, Rol
Nº 1882-2008). El Excmo. Tribunal Constitucional, en cambio, se ha desentendido de la
distinción entre "existencia natural" y "existencia legal" de las personas, y ha entendido que
en el sistema jurídico chileno la categoría de "persona" está condicionada por el
"nacimiento", de guisa que bien podría decirse que sin nacimiento no hay personas y, por
ende, el nasciturus queda excluido de esa categoría. Esta opinión la funda, tanto en su
lectura de las reglas del Código Civil, como en las de la misma Constitución. En relación
con el Código Civil ha estimado que hay en él una clara distinción entre las "personas", que
son las que han nacido, y quienes aún no nacen, pero que pueden nacer (nasciturus): "Que
lo primero que cabe señalar es que el Código Civil señala que la existencia legal de toda
persona principia al nacer (artículo 74). Y termina con la muerte natural (artículo 78). El
nacimiento, agrega, se produce al separarse completamente de la madre (artículo 74).
Asimismo, el Código define como persona a "todos los individuos de la especie humana"
(artículo 55). Finalmente, como la existencia legal principia al nacer, ello en el Código Civil
produce dos efectos. Por una parte, los derechos entregados al que está por nacer, quedan
diferidos hasta que nazca. Si nace entra en su goce (artículo 77). Por la otra, si no nace, se
reputa que no ha existido jamás (artículo 74). Ello ocurre tanto si muere en el vientre
materno como si perece antes de estar completamente separado de su madre o si no
sobrevive a la separación un momento siquiera (artículo 74). Como se observa, a los
nacidos el Código les denomina personas. Y a los que están por nacer, criatura. Y nunca a
las personas los considera como si no hubiesen existido. SEXAGÉSIMOCUARTO. Que como
se observa, el Código Civil pone énfasis en el nacimiento para hacer una separación"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 63º y 64,
xcmo.
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Para el E Tribunal
Constitucional, ese mismo papel central lo desempeña el nacimiento en la Constitución:
"Que la Constitución también construye su concepto de persona a partir del nacimiento"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 68º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Esta afirmación la
fundamenta en tres razones: 1ª) El texto del inciso 1º del artículo 1º de la Constitución:
como primer fundamento para justificar que la categoría de persona se vincula en
la Constitución necesariamente al nacimiento ha señalado: "En primer lugar, porque así lo
establece el artículo 1º inciso primero de la Constitución. Este establece que 'las personas
nacen libres e iguales en dignidad y derechos'" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de
2017, cons. 68º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT); 2ª) El
texto del artículo 19 número 1º de la Constitución: de este segundo fundamento ha
dicho: "Que un segundo argumento para sostener que el que está por nacer no es persona,
la da el propio artículo 19 Nº 1 de la Constitución. Este parte por señalar que la Constitución
asegura a todas 'las personas'. Es a éstas a quienes les reconoce derechos. Luego, el
inciso primero del artículo 19 Nº 1, garantiza el derecho a la vida y a la integridad física y
síquica a 'la persona'. Sin embargo, el inciso segundo ya no emplea la expresión 'persona'.
Habla 'del que está por nacer'. Tal como se dijo en estrados por el abogado del Ejecutivo,
si la Constitución hubiera querido asimilar el que está por nacer a persona, no habría
empleado la proposición 'del', sino que 'de la' que está por nacer" (Tribunal Constitucional,
28 de agosto de 2017, cons. 76º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-
17-CPT); 3ª) El texto de otros números del artículo 19 de la Constitución: explicado este
fundamento del modo siguiente: "Que un tercer argumento, es que el resto de los numerales
del artículo 19, razonan sobre la base de que la persona está nacida o tiene una edad
determinada. Por lo mismo, no es un mero error de redacción. Por ejemplo, el no nacido no
puede ser imputado de delito. Por eso el artículo 19 Nº 3 inciso cuarto, habla de 'toda
persona imputada de delito'. Asimismo, las personas tienen derecho a la honra y respeto y
protección a la vida privada (artículo 19 Nº 4). Del mismo modo, el artículo 7º reconoce el
derecho de toda persona de residir y permanecer en cualquier lugar de la República y de
trasladarse a uno o a otro y a entrar o salir de su territorio. Eso no puede realizar el no
nacido. También, no puede ejercer el derecho a elegir un sistema de salud (artículo 19
Nº 9), ni el derecho a la educación (artículo 19 Nº 10), ni a la libre contratación en materia
laboral (artículo 19 Nº 16), etc." (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 77º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 133. De la "existencia
legal" de las personas y de la posibilidad de que se configure el tipo penal de
cuasidelito de homicidio respecto del feto. En sede penal, a propósito del tipo de
homicidio descrito en el artículo 391 del Código Penal, que delimita a su sujeto pasivo como
"otro", se ha planteado, con anterioridad a la sentencia del E xcmo. Tribunal Constitucional de
28 de agosto de 2017, la cuestión tocante a si, la muerte causada al feto durante el curso
de actuaciones médicas realizadas con ocasión del parto, puede ser constitutiva de
cuasidelito de homicidio cuando se ha acreditado la negligencia de los médicos o
profesionales sanitarios que intervinieron en los tratamientos. La Excma. Corte Suprema no
ha mantenido una misma opinión, pues en algún caso ha optado por desestimar la
procedencia del cuasidelito de homicidio, sobre la base central de una cierta interpretación
de la regla de este artículo 74 del Código Civil, y en otro ha admitido que sí es posible la
comisión del referido cuasidelito, por estimar que en sede penal no resulta adecuada la
aplicación del citado artículo 74: 133.1. Opinión que entiende que sólo es posible la
comisión del cuasidelito de homicidio cuando ha comenzado la "existencia legal" de
una persona, según la regla del artículo 74 del Código Civil: en este sentido la
Excma. Corte Suprema ha razonado del modo siguiente: "9º) Que, conforme a lo expresado,
para la adecuada resolución de la cuestión sub judice corresponde reveer [sic] si la acción
desplegada por el enjuiciado se inscribe dentro del tipo penal del homicidio, que se refiere,
simplemente, a provocar la muerte de otra persona. 10º) Que, la expresión otro conlleva la
idea de alteridad que, como atributo, reclama la existencia de una individualidad personal
reconocible y plenamente diferenciada, lo que trasladado al campo que aquí interesa remite
al ser humano vivo, en cuanto dotado de vida independiente. No responde conceptualmente
a tal exigencia el feto, incluso a término, que se encuentra todavía dentro del claustro
materno. Ni siquiera en el supuesto de que se halle en curso de expulsión, ya que está
naciendo, pero todavía no se ha nacido. Para que éste pueda llegar a ser considerado otro
ha de ser perfectamente discernible de la madre, y no lo es mientras depende
orgánicamente en términos esenciales y se encuentra comprendido especialmente dentro
de ella, con la que su relación es tan estrecha que se hace imposible en la práctica actuar
sobre el primero sin que la acción incida o se proyecte al mismo tiempo sobre la segunda.
Un ser vivo en período de expulsión, durante el parto, no es plenamente reconocible como
otro respecto de la madre y tampoco en la relación con los demás sujetos. En él hay vida,
podría decirse incluso, que hay otra vida (biológicamente hablando), pero no la de otro, por
falta del mínimo de autonomía requerida para constituir una subjetividad. Desde el punto
de vista del derecho penal vigente en nuestro país, la vida humana independiente y, con
ella, su destrucción como homicidio, comienza desde el momento del nacimiento, entendido
por tal la total expulsión del claustro materno, que es el único criterio que permite distinguir
con claridad uno y otro momento de la vida humana. 11º) Que como la existencia legal de
toda persona principia al nacer, es decir, al separarse completamente de su madre, es
inconcuso que no ha podido configurarse un cuasidelito de homicidio respecto de quien no
nacía al ocurrir la conducta enjuiciada, pues no se había apartado íntegramente de la
madre, que es lo que constituye el nacimiento, punto inicial de la existencia de las personas,
como lo expresa el artículo 74 del Código Civil. No obsta a lo anterior, que el fallecimiento
se produjera tras el nacimiento del interfecto, ya que es a la época en que se ejecuta la
acción donde se debe justipreciar si la actividad se incardina o no en una determinada figura
penal y, en aquella, la vida aún no se había independizado. 12º) Que, por haber nacido
después del pretendido hecho criminoso, no puede configurarse a su respecto no sólo un
cuasidelito de homicidio sino ilícito culposo alguno. En efecto, tampoco podría entenderse
cometido un cuasidelito de aborto, por cuanto los tipos penales rectores en esta clase de
conductas están consagrados en los artículos 490 y 492 del Código Penal, que como es
sabido, se afincan en el restringido ámbito de los delitos contra las personas, esto es, de
aquellos sancionados en el Título VIII del Libro II del reseñado texto legal y el injusto de
aborto está reprimido en una sección del Estatuto punitivo distinta de aquella" (C. Suprema,
30 de enero de 2008, cons. 9º a 12º, LegalPublishing: CL/JUR/1546/2008, Rol Nº 6229-
2006); 133.2. Opinión que entiende que es posible que se configure el tipo penal de
cuasidelito de homicidio respecto del feto, aún antes de haberse producido el
comienzo de su "existencia legal" según la regla del artículo 74 del Código Civil: en
este sentido la Excma. Corte Suprema ha estimado: "Que el bien jurídico protegido es la vida
orgánica del feto, sujeto pasivo, para que no sufra un mal o sea víctima de él, riesgo que
afectó a la madre en cuanto fue abandonada y desatendida por su médico y matrona
particulares, afectando también al feto, a la criatura que estaba con vida en el claustro
materno, que muere por esa falta de atención y de cuidados. Las figuras de ilícitos que
conforman el hecho principal en los cuasidelitos contra las personas, están constituidas por
el homicidio y las lesiones, y también por el aborto. En el homicidio el sujeto pasivo es otro
como lo manifiesta el artículo 391 del Código Penal, adquiriendo relevancia trascendental
el sentido y alcance de la expresión en el ámbito penal. En una definición civilista otro es
un sujeto distinto, un hombre vivo diferente del autor, que ha adquirido la calidad de persona
desde el momento de su separación completa de la madre y sobrevive un momento siquiera
a esa separación, como lo dispone el artículo 74 del Código Civil. En cambio, en el ámbito
penal el concepto, la idea de quién es otro, ha ido adquiriendo una visión más acorde con
la realidad y circunstancias del tipo penal de que se trata, así en los cuasidelitos y en los de
negligencia médica que nos preocupa, es también el otro el producto de la concepción, sin
lugar a dudas y discusión, a lo menos, en la etapa de nacimiento que se inicia con las
primeras contracciones que sufre y experimenta la parturienta, de manera que si durante
ese proceso biológico, cuya vida ha sido auscultada, fallece antes de su extracción del
vientre materno, sea por operación o procedimiento médico o naturalmente, se habrá
originado responsabilidad penal, si quienes debieron controlar, dirigir y realizar las
actuaciones médicas y obstétricas necesarias para el parto sin consecuencias, incurrieron
en negligencia como la comprobada en autos. La calidad de persona entonces, del otro a
que se refiere el Código Penal, no puede apreciarse con el rigor y criterios civilistas del
entramado del Código Civil, así el Derecho Penal, en la salvaguardia de la vida humana,
debe ir varios pasos más adelante para su debida protección por su condición de prevención
y de prohibición, y si ocurre su quebrantamiento, debe propender a la inexistencia de la
impunidad. Decimoprimero: Que el desarrollo hasta los días de hoy, de concepciones ya
liberadas de las interpretaciones tradicionales de la norma del artículo 491 del Código
Penal, específicamente en cuanto al sentido y alcance de la expresión causare mal a las
personas, que se relaciona con otra, la de el que mate a otro del artículo 391 del mismo
texto, permiten (en un examen y análisis más cercano a la filosofía y principios del Derecho
Penal, advertir que no es posible mantener en la interpretación de esas normas los criterios
civilistas, según los cuales el sujeto que es extraído del vientre materno, al fin del embarazo,
y particularmente al término del nacimiento, no es persona ni es el otro, sino cuando ha sido
separado completamente de su madre según así lo establece el artículo 74 del Código Civil,
que subordina la existencia legal al nacer, al hecho de separarse completamente de su
madre, y que en el inciso 2º dispone que la criatura que muera en el vientre materno o que
perece antes de estar completamente separada de su madre, o que no haya sobrevivido a
la separación un momento siquiera, se reputará no haber existido jamás. Sin embargo, a
continuación el artículo 75 dispone que la ley protege la vida del que está por nacer, y que
el Juez a petición de cualquiera o de oficio, adoptará las providencias que le parezcan
necesarias y adecuadas para salvaguardar la existencia del no nacido, siempre que crea
que de algún modo peligra. Decimosegundo: Que, como adelantamos, ideas y conceptos,
vaciados en normativas legales, constitucionales y aún internacionales, han ido aclarando
y precisando que la protección que el Código Penal debe otorgar al ser humano se ha
entendido a individuos o sujetos con vida antes de la expulsión del vientre materno, desde
la concepción, y a lo menos, durante el período, estadio o etapa del nacimiento o
alumbramiento, que se inicia con las primeras contracciones que se producen en la
parturienta y que termina con la expulsión natural o extracción por procedimiento quirúrgico
de la placenta y el feto. Decimotercero: Que, entre la normativa a que se alude, resulta útil
mencionar las siguientes: a) De la Ley Nº 20.120, publicada en el Diario Oficial del 22 de
septiembre de 2006, sobre La Investigación Científica en el Ser Humano, su Genoma, y
Prohíbe la Clonación Humana, que en su artículo 1º prescribe que Esta ley tiene por
finalidad proteger la vida de los seres humanos, desde el momento de la concepción, su
integridad física y psíquica, así como su diversidad e identidad genética, en relación con la
investigación científica biomédica y sus aplicaciones clínicas. b) En la Constitución Política
de la República, en el capítulo III de los Derechos y Deberes Constitucionales, el Nº 1 del
artículo 19, dispone que la Constitución asegura a todas las personas el derecho a la vida
y a la integridad física y psíquica y que la ley protege la vida del que está por nacer. c) En
el Código Civil, el artículo 55, establece que son personas todos los individuos de la especie
humana, cualquiera que sea su edad, sexo, estirpe o condición. d) La Convención
Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, de fecha de
adopción el día 22 de noviembre de 1969, en vigor en Chile desde el 21 de agosto de 1990,
publicada en el Diario Oficial el 5 de enero de 1991, que en el capítulo II, sobre Derechos
Civiles y Políticos, artículo 4º del párrafo del Derecho a la Vida, dispone: Toda persona tiene
derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley, en general, a
partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.
e) El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de fecha de adopción el 16 de
diciembre de 1966, vigente en Chile desde el 1º de mayo de 1972, publicado en el Diario
Oficial el 29 de abril de 1989, que en su artículo 6º numeral 1º dispone: que el derecho a la
vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la ley. Nadie
podrá ser privado de la vida arbitrariamente. En lo doctrinario, se escriben artículos para
revistas especializadas en materias jurídicas, entre ellas, la revista Actualidad Jurídica de
la Universidad del Desarrollo, se publica con el título de "Persona Humana, Autonomía
Privada y Orden Público Económico", un texto, por el Vicedecano y Profesor de Derecho
Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Enrique Alcalde Rodríguez, en relación
con el tema de la personalidad natural y de los términos del artículo 74 del Código Civil, en
una separata del siguiente tenor: Ibid., pág. 41. "Creemos que constituye un error entender
que el nacimiento, según lo define el artículo 74 aludido, marca el inicio de la personalidad
natural. En efecto, de acuerdo con el artículo 55 del Código, son personas todos los
individuos de la especie humana debiendo entenderse por individuo, conforme con su
acepción natural y obvia, cada ser organizado sea animal o vegetal respecto de la especie
a que pertenece". De este punto de vista dado que la criatura concebida y no nacida
constituye un ser único e independiente, cuya entidad no se confunde con la de sus
progenitores, cabe por tanto entender que queda plenamente comprendido dentro del
concepto que de la persona tiene nuestro legislador civil. Por lo demás, según el propio
tenor literal del art. 74, el nacimiento determina la existencia legal de la persona, lo cual se
explica en razón de la clase de derechos de que se ocupa nuestro Código Civil, pero no
implica que antes de él aquélla no exista para otros efectos tanto o más importantes. Ello
lo corrobora el artículo 80, el cual sí se refiere a la existencia natural de la persona al
disponer que aquélla termina con la muerte, evidenciando que ésta es diversa de su
existencia legal. Asimismo, nos parece qué exigir el nacimiento como supuesto necesario
para adquirir la condición de persona no implica que antes de su verificación no estemos
ya frente a un sujeto humano y, por ende, titular de garantías tan esenciales como el
derecho a la vida. No considerarlo así implicaría que el status de persona dependería, en
definitiva, de la definición que de tal concepto tuviere el legislador o el propio constituyente
y que si hoy se asocia por algunos al hecho del parto, el día de mañana podría estar
vinculado con la viabilidad del recién nacido o cualquier otro criterio que se estableciere
cumpliendo con los requisitos formales para la dictación de la norma" (C. Suprema, 16 de
abril de 2009, cons. 10º a 13º, LegalPublishing: CL/JUR/7939/2009, Rol Nº 1882-
2008). 134. De la existencia legal de las personas y del derecho al nombre. Producido,
según se constataba en el correspondiente certificado médico de defunción, un "óbito fetal
de 9 semanas", y autorizada juridicialmente la inscripción de defunción fuera de plazo bajo
la indicación de "NN" seguida de los apellidos del padre y de la madre, estos acudieron al
Servicio de Registro Civil a solicitar su inscripción en la libreta de familia y el
correspondiente pase de sepultación, con la petición de que fuera inscrito con determinados
nombres de pila. Denegada esta petición por el oficial del Registro Civil, se recurrió de
protección ante la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago. Quedaba así planteada la
cuestión tocante al momento a partir del cual se tiene derecho al nombre. La opinión de
mayoría, que hizo sentencia, rechazó el recurso de protección, al entender que sólo se tiene
tal derecho desde el momento en que, según la regla de este artículo 74 del Código
Civil, comienza la existencia legal de la persona: "4º Que cabe tener presente que si bien
es cierto que la Constitución establece que la ley protege la vida del que está por nacer,
ello está vinculado a que se debe efectuar todo lo racionalmente posible para que el
producto de la concepción llegue a su etapa final de maduración, salga del vientre materno
y comience a tener una vida propia, completamente separada de la de su madre. Desde
ese momento de acuerdo a la ley conforme dispone el artículo 74 del Código Civil se es
persona, y nace para este nuevo sujeto una importante serie de derechos y posteriormente
de obligaciones. Antes de la separación completa de la madre, de acuerdo a nuestra
legislación, no se es persona. 5º Que solamente desde el momento en que, como antes se
señaló, se es persona es que se tiene derecho a un nombre. De esta manera al practicar la
inscripción del Registro Civil e Identificación de un mortinato como "NN" añadiendo los
apellidos de los padres, no ha cometido ningún acto arbitrario ni ilegal, puesto que se ha
ceñido a la legislación vigente. 6º Que no es posible aceptar el argumento expuesto por el
recurrente en orden a que el producto de la concepción que falleció en el vientre materno
fue bautizado por un sacerdote de la Iglesia Católica quien le entregó el nombre de Jesús
del Carmen, y ello lo convierte en persona, toda vez que el sacramento del bautismo para
los que profesan la fe católica, corresponde a la incorporación a esa iglesia que se hace
voluntaria y libremente por una persona, la que debe expresar formalmente su deseo de
ser incorporado a la misma. Así se hacía en la antigüedad, cuando las personas ya habían
adquirido suficiente albedrío para realizar conscientemente este acto. En la actualidad se
bautiza a los niños prácticamente recién nacidos y como ellos no pueden expresar su
voluntad, puesto que todavía no la tienen, son sus padres en su representación quienes lo
hacen. Ello supone que la voluntad del niño es suplida por la de sus padres, pero siempre
respecto de quien en algún momento pueda tener esa voluntad, y para ello necesariamente
la criatura que se bautiza debe estar viva, lo que no ha sucedido en el presente caso. 7º
Que de acuerdo a lo anteriormente expuesto y dado a que el hijo del recurrente no llegó a
ser persona de acuerdo a la legislación vigente, es que no fue posible inscribirlo como tal
en su libreta de familia, negativa que no es un acto arbitrario ni ilegal de parte del director
del Registro Civil e Identificación, puesto que en la misma solo se inscriben aquellos nacidos
vivos, de manera que tampoco se ha cometido una actuación equivocada de parte de tal
autoridad" (C. Apelaciones de Santiago, 10 de diciembre de 2012, cons. 4º a 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/2798/2012, Rol Nº 28613-2012). La opinión del voto de minoría,
en cambio, estuvo por acoger el recurso de protección, por las siguientes razones: "2. Que
en presencia del texto expreso del artículo 74 del Código Civil para interpretarlo
debidamente, es preciso considerar que contiene lo que se ha llamado doctrinariamente:
"la regla de commodum o regla de la ventaja para el concebido, 'esto es que' al concebido
se le tiene por nacido para todo lo que le favorezca". Esta regla puede ser interpretada de
acuerdo a un criterio de paridad basado en la equiparación que hace el Derecho entre el
ser humano nacido y el no nacido y por ende su existencia se tiene por indubitada y se le
reputa nacido para todo lo que favorezca; o bien acorde a un criterio de ficción, según el
cual el ser concebido y no nacido no sería todavía un ser humano con existencia propia,
sino que es aún una víscera o porción del cuerpo de la madre, pero que si nace se finge
que ha existido, todo ello para solucionar una serie de problemas de índole fácticos y
fundamentalmente de raigambre hereditaria. En otras palabras, si se sigue esta ficción, al
concebido no se le considera nacido para todo lo que le favorezca, sino tan sólo para
algunos casos muy específicos particularmente normados. Esta última posición pareciera
estar en retirada doctrinariamente. 3. Que en este contexto, resulta cierta la adhesión del
Código Civil chileno a la doctrina de la paridad, tanto por razones de continuidad histórica
como por fundamento de índole sistemática. Precisamente los artículos 74, 75 y 77 del
Código Civil Chileno, entre otros, aparecen como normas receptoras de la regla de ventaja
en favor del concebido. En este sentido históricamente la función del artículo 74 era
justamente la de dirimir la disputa relativa a los hijos abortivos y su capacidad sucesoria, en
el bien entendido que cuando el texto del artículo 74 se refiere a "existencia legal", esta
expresión tendría un carácter más restringido que "capacidad civil" y "capacidad natural",
toda vez que se daría entre ellas una relación de género a especie, en que la más amplia
sería la capacidad natural y la más restringida la existencia legal. Por ende, entonces, no
se puede equiparar capacidad jurídica con existencia legal. Mas aún, la norma por la cual
al concebido se tiene por nacido para todo lo que le favorezca, coexiste y se complementa
con la norma que señala que el hijo que nace muerto se reputará no haber existido jamás.
Esta última norma no es contradictoria con la regla de la ventaja, sino opera como un
complemento necesario, puesto que si el concebido nace muerto, como ocurre en la
especie, se reputará que jamás ha existido, ya que no se podrán radicar de modo definitivo
todos los derechos patrimoniales que estaban suspendidos. La suposición empleada por la
ley de que "se reputará no haber existido jamás", es precisamente la inexistencia del
concebido. 4. Que en este orden de razonamiento es dable sostener que los artículos 74,
75 y 77 del Código Civil chileno estructuran un régimen normativo de protección del
concebido al cual se le tiene por nacido para todo lo que le favorezca. Al interior de este
régimen, los artículos 74 y 77 constituirían la normativa de protección de derechos
patrimoniales; en cambio el artículo 75 cumpliría la función de protección general de los
derechos extrapatrimoniales. Ambos niveles de protección indican que el concebido no
nacido es plenamente tutelado como persona y no como mero objeto. 5. Que
consecuencialmente el derecho al nombre del concebido está comprendido en la protección
brindada por el artículo 75 del Código Civil chileno, toda vez que se trata de un derecho
extrapatrimonial respecto del cual se le tiene por nacido en "todo" lo que le favorezca. Que
de modo entonces que el Servicio de Registro Civil e Identificación representado por su
Director Nacional al desconocer dicho derecho ha actuado de manera ilegal al vulnerar las
disposiciones constitucionales y legales que rigen la materia, particularmente la garantía
constitucional consagrada en el artículo 19 Nº 1 de la Carta Fundamental y los artículos 74,
75 y 77 el Código Civil" (C. Apelaciones de Santiago, 10 de diciembre de 2012, voto en
contra, cons. 2º a 5º, LegalPublishing: CL/JUR/2798/2012, Rol Nº 28613-2012).

Artículo 75. La ley protege la vida del que está por nacer. El juez, en consecuencia,
tomará, a petición de cualquiera persona o de oficio, todas las providencias que le parezcan
convenientes para proteger la existencia del no nacido, siempre que crea que de algún
modo peligra.

Todo castigo de la madre, por el cual pudiera peligrar la vida o la salud de la criatura que
tiene en su seno, deberá diferirse hasta después del nacimiento.

Concordancias: Código Civil: artículos 343, 485, 486 y 487. Constitución Política de la
República: artículos 5º inciso 2º, 19 Nº 1. Código Orgánico de Tribunales: artículo 10
inciso 1º. Código Sanitario: artículos 16 y 119. Ley Nº 14.908, sobre abandono de familia y
pago de pensiones alimenticias, D.O. 26.12.1996: artículo 2º inciso 3º. Ley Nº 16.618, Ley
de menores, D.O. 8.03.1967: artículos 26 Nº 7 y 40. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 4º Nº 1; Ley
Nº 20.120, Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe la
clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículos 1º y 6º. Ley Nº 20.418, Fija normas sobre
información, orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad,
D.O. 28.01.2010: artículo 4º inciso final. Ley Nº 20.699, Establece día de la adopción y del
que está por nacer, D.O. 2.10.2013: artículo único.

Jurisprudencia: 135. De si el nasciturus está comprendido o no en la categoría de


persona. Vide la jurisprudencia contenida en los números 50, 51 y 103. 136. De la
protección legal de la vida del nasciturus. Vide la jurisprudencia referida en el
número 50. 137. Protección de la vida del que está por nacer y prácticas religiosas de
la madre. Se ha entendido que: "Tratándose del no nato, existiendo protección
constitucional que debe valorarse, como se vio, a la luz de los derechos de la madre,
conforme a lo señalado, debe convenirse que, la práctica de convicciones religiosas, de
igual modo que en el caso anterior, no autorizan para poner en riesgo la vida del que está
por nacer" (C. Apelaciones de Copiapó, 9 de agosto de 2008, cons. 4º, Legal
Publishing: CL/JUR/5405/2008, Rol Nº 230-2008). 138. Procede la demanda de alimentos
para el nasciturus contra el presunto padre, cuando éste y la madre no son
cónyuges. En este sentido se ha pronunciado la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción:
"Que la procedencia de la demanda de alimentos a favor del hijo que está por nacer, no ha
sido un tema pacífico, en lo que se refiere al legitimado pasivo, cuando se trata de una
demanda deducida por la madre que no es la cónyuge del demandado. Así, por ejemplo, la
distinguida profesora y ex ministro de esta Corte señora Irma Bavestrello Bontá, en su
libro Derecho de Menores, Segunda Edición Actualizada (Editorial LexisNexis, edición de
mayo de 2003), señala que "Al referirse la ley a la madre del hijo que está por nacer, no
cabe duda que se refiere a la cónyuge del demandado, por cuanto la favorece la presunción
de paternidad del artículo 184 del Código Civil". Otros autores como el profesor Juan Andrés
Orrego Acuña, por el contrario, aceptan la posibilidad de admitir la demanda cuando la
madre no tiene vínculo matrimonial con el demandado. (Los Alimentos en el Derecho
Chileno, Editorial Metropolitana, año 2007). 3º Que, diversas disposiciones legales y
constitucionales nos llevan a aceptar como legitimado pasivo al presunto padre cuando no
hay matrimonio con la futura madre. En efecto, las disposiciones fundamentales sobre la
materia, esto es el artículo 1º inciso 4º de la Ley Nº 14.908, que dispone que la madre,
cualquiera sea su edad, podrá solicitar alimentos para el hijo ya nacido o que está por nacer
y el artículo 321 del Código Civil que dispone que "Se deben alimentos, 3º a los
descendientes", no hacen distinción alguna respecto de si hay vínculo matrimonial entre la
madre del nasciturus y el demandado de alimentos, por lo que cobra vigencia el antiguo
aforismo donde el legislador no distingue no le es lícito al intérprete distinguir. No cabe duda
que con dichas disposiciones legales, el legislador está cumpliendo con el mandato
constitucional contenido en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República
que, en su inciso segundo, señala que la ley protege la vida del que está por nacer. Por otra
parte en la Convención Sobre los Derechos del Niño, ratificada por Chile y vigente desde el
12 de septiembre de 1990, en el preámbulo se hace presente que el niño, por su falta de
madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida
protección legal tanto antes como después del nacimiento y en el artículo 2º se señala: Los
Estados Partes respetarán los derechos enunciados en la presente Convención y
asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna
independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o
de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos
físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus
representantes legales. Por último, en relación a lo argumentado por la señora Bavestrello
para sostener que la ley se refiere a la cónyuge del demandado, debe tenerse presente que
también existe en nuestro Código Civil una presunción legal de paternidad para el hijo no
matrimonial en el artículo 210, modificado por Ley Nº 19.585 de 1998, que establece que:
El concubinato de la madre con el presunto padre, durante la época en que ha podido
producirse legalmente la concepción, servirá de base para una presunción judicial de
paternidad" (C. Apelaciones de Concepción, 15 de marzo de 2013, cons. 2º y 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/579/2013, Rol Nº 38-2013).

Artículo 76. De la época del nacimiento se colige la de la concepción, según la regla


siguiente:
Se presume de derecho que la concepción ha precedido al nacimiento no menos que
ciento ochenta días cabales, y no más que trescientos, contados hacia atrás, desde la
medianoche en que principie el día del nacimiento.

Concordancias: Código Civil: Mensaje VI, artículos 47 inciso final, 174. Ley Nº 20.120,
Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana,
D.O. 22.09.2006: artículo 1º.

Artículo 77. Los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno,
si hubiese nacido y viviese, estarán suspensos hasta que el nacimiento se efectúe. Y si el
nacimiento constituye un principio de existencia, entrará el recién nacido en el goce de
dichos derechos, como si hubiese existido al tiempo en que se defirieron. En el caso del
artículo 74, inciso 2º, pasarán estos derechos a otras personas, como si la criatura no
hubiese jamás existido.

Concordancias: Código Civil: artículos 74, 243, 343, 485 y 962. Código Orgánico de
Tribunales: artículo 152. Código de Procedimiento Civil: artículo 850.

2. Del fin de la existencia de las personas

Artículo 78. La persona termina en la muerte natural.

Concordancias: Código de Comercio: artículo 611 inciso 2º. Código Derecho Internacional
Privado: artículo 30. Código Sanitario: artículos 140 y siguientes. Ley Nº 4.808, sobre
Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000:
artículos 44 a 50, 50 bis. Ley Nº 19.451, Establece normas sobre trasplante y donación de
órganos, D.O. 10.04.1996: artículos 2º bis, 11. Ley Nº 20.584, regula los derechos y
deberes de las personas en relación con acciones vinculadas a su atención de salud,
D.O. 24.04.2012: artículos 14 inciso 3º, 16, 19. Ley Nº 21.171, sobre Registro Civil, y crea
un catastro nacional de mortinatos, facilitando su individualización y sepultación,
D.O. 22.08.2019: artículos 1º, 2º y 3º.

Jurisprudencia: 139. De la interpretación de la expresión "muerte natural" de acuerdo


con los principios de la ciencia médica. En este sentido se ha pronunciado el
Excmo. Tribunal Constitucional: "Para este proceso, interesa el concepto jurídico que se tiene
del fin de la existencia de las personas naturales y ello ocurre, como lo expresa el
artículo 78, en su muerte natural". Por su parte, el párrafo cuarto del Título Preliminar del
Código Civil establece normas para la interpretación de la ley, entre las que a juicio del
sentenciador, destaca el artículo 21 que expresa: "Las 'palabras técnicas de toda ciencia o
arte' se tomarán en el sentido que les den los que profesan la misma ciencia o arte; a menos
que aparezca claramente que se han tomado en 'sentido diverso'. Las palabras 'muerte
natural' a que se refiere el citado artículo 78, deben considerarse en ese contexto y ser
interpretadas de acuerdo a los principios de la ciencia que cubre su ámbito, en este caso,
la medicina. Siendo así, la ley debe precisar cuándo ocurre la muerte y, todo vacío o
interpretación de las normas relativas a ese trascendente hecho le corresponde a la ciencia
médica" (Tribunal Constitucional, 13 de agosto de 1995, cons. 4º, Rol Nº 220-
1995). 140. Para los efectos del sistema jurídico chileno, una persona está muerta
cuando un médico lo certifica. Tal es la opinión que ha defendido el Excmo. Tribunal
Constitucional, sobre la base de las reglas contenidas en el Código Civil y Código Sanitario:
"[E]s el Código Sanitario en los preceptos que más adelante se citarán, el que entrega a la
decisión médica la determinación de la muerte natural [...] El Código Sanitario, en sus
artículos 141 y 142, ubicados en el Libro VIII, relativos a las inhumaciones, exhumaciones
y traslado de cadáveres, expresan: 'Artículo 141.- Prohíbese inscribir en el Registro Civil las
defunciones e inhumaciones de cadáveres si no se justifican previamente las causas del
fallecimiento mediante un certificado del médico que lo asistió en la última enfermedad. A
falta de éste, corresponderá extender dicho certificado al Servicio Nacional de Salud en las
condiciones que determine el reglamento'. 'Artículo 142.- A falta de certificación médica
establecida en el artículo anterior, la verificación del fallecimiento se establecerá mediante
la declaración de dos o más testigos, rendida ante el Oficial del Registro Civil o ante
cualquier autoridad judicial del lugar en que haya ocurrido la muerte. Esta declaración
deberá ser hecha de preferencia por las personas que hubieren estado presentes en los
momentos antes del deceso, de todo lo cual se dejará expresa constancia'. Estas
disposiciones deben complementarse con el artículo 149, ubicado en el Libro IX del mismo
Código, que trata 'Del aprovechamiento de órganos, tejidos o partes del cuerpo de un
donante vivo y de la utilización de cadáveres o parte de ellos con fines científicos o
terapéuticos' y expresa 'Para los efectos de lo previsto en el inciso segundo del artículo 146
y en el precedente, la muerte se acreditará mediante certificación médica otorgada por dos
facultativos, uno de los cuales, al menos, deberá desempeñarse en el campo de la
neurología o neurocirugía'. 'Los facultativos que otorguen la certificación no podrán formar
parte del equipo que realice el trasplante'. 'Sólo podrá otorgarse la certificación cuando se
haya comprobado la abolición total e irreversible de todas las funciones encefálicas, lo que
se acreditará mediante la certeza diagnóstica de la causa del mal y, a lo menos, dos
evidencias electroencefalográficas, en la forma que señale el reglamento. Este podrá,
además, indicar procedimientos adicionales para certificar la muerte'. 'En estos casos, al
certificado de defunción expedido por el médico se agregará un documento en que se dejará
constancia de los antecedentes que permitieron acreditar la muerte'" (Tribunal
Constitucional, 13 de agosto de 1995, cons. 4º, Rol Nº 220-1995). Sobre la base de tales
disposiciones estimó: "Que, de las disposiciones citadas puede concluirse que el Código
Civil regula el nacimiento y la muerte de las personas naturales y que el Código Sanitario
delega en un médico la certificación del hecho de la muerte, antecedente necesario para
que se practique la inscripción en el Registro Civil, organismo encargado de registrar los
nacimientos y defunciones de todos los habitantes de la República. Por lo tanto, la persona
está muerta cuando un médico lo certifica, de acuerdo a la ley que así lo expresa" (Tribunal
Constitucional, 13 de agosto de 1995, cons. 4º, Rol Nº 220-1995). Esta opinión ha sido
recordada recientemente por el mismo tribunal: "Sostuvo, en primer lugar, que definir la
muerte es un asunto del legislador. Por lo mismo, era legítimo que la ley así lo hiciera.
Enseguida, sostuvo que la Constitución regula la vida desde el nacimiento y durante la
existencia de la persona, la que termina con su muerte natural. Con la muerte, agregó, se
deja de ser persona. Finalmente, estableció que en este caso el proyecto permitía declarar
la muerte de una persona por la abolición total e irreversible de todas las funciones
encefálicas, certificadas por un equipo médico. Esa es una muerte definitiva e inequívoca"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 20º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 141. La muerte de una
persona impide que quien murió pueda adquirir derechos. Este principio se ha
defendido, como consecuencia del término de la persona con su muerte natural. Así se ha
declarado, en relación con la renuncia de los gananciales hecha por la mujer después de
muerto su marido: "[E]ste no es el caso de autos pues la renuncia de los gananciales se
produjo después del fallecimiento del marido, por lo que éste, no siendo sujeto de derechos
al tiempo de la renuncia, por no ser persona según el artículo 78 del Código Civil, no pudo
adquirir ni incorporar a su patrimonio los mencionados gananciales, ni menos, transmitirlos
a sus herederos" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de marzo de 2012, cons 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/4059/2012, Rol Nº 1218-2011).

Artículo 79. Si por haber perecido dos o más personas en un mismo acontecimiento,
como en un naufragio, incendio, ruina o batalla, o por otra causa cualquiera, no pudiere
saberse el orden en que han ocurrido sus fallecimientos, se procederá en todos casos como
si dichas personas hubiesen perecido en un mismo momento, y ninguna de ellas hubiese
sobrevivido a las otras.

Concordancias: Código Civil: artículo 958. Código de Derecho Internacional Privado:


artículos 29 y 30.

3. De la presunción de muerte
por desaparecimiento

Concordancias: Código Civil: Mensaje VI.

Artículo 80. Se presume muerto el individuo que ha desaparecido, ignorándose si vive,


y verificándose las condiciones que van a expresarse.

Concordancias: Código Civil: artículo 47. Código de Derecho Internacional Privado:


artículo 30.

Jurisprudencia: 142. De la noción de "muerte presunta". La Excma. Corte Suprema ha


estimado: "Que la muerte presunta es la declarada por el juez, en conformidad a las reglas
legales, respecto de un individuo que ha desaparecido y de quien se ignora si vive o no"
(C. Suprema, 8 de octubre de 2015, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/6071/2015, Rol
Nº 25916-2014). La declaración de la presunción de muerte se entiende como un dispositivo
que, ante la imposibilidad de probar la muerte por los medios ordinarios (sc. certificado de
defunción), substituye a tales pruebas: "[L]a presunción de fallecimiento se constituye, al
decir de la doctrina, en un sustituto de la prueba legal de la muerte, por cuanto su
basamento radica no sólo en la incertidumbre sobre la existencia de una persona que
impide no solamente comprobar que se encuentra con vida, sino que haya muerto, sino,
fundamentalmente, en la valoración de la probabilidad de su muerte" (C. Suprema, 6 de
junio de 2019, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/3260/2019, Rol Nº 38632-2017). 143. De
los fines perseguidos con la declaración de muerte presunta. Sobre este punto se ha
estimado que: "[E]l objeto de la declaración de muerte presunta es resguardar diversos
intereses, entre lo que se comprenden los de la persona desaparecida, los de terceros,
especialmente de aquellos que aparezcan con derechos eventuales en la sucesión de
aquella; y finalmente, proteger el interés general de la sociedad de que no haya bienes y
derechos abandonados" (C. Apelaciones de Antofagasta, 2 de abril de 2008, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/637/2008, Rol Nº 807-2007). 144. La declaración de la muerte
presunta presupone la falta de certeza acerca de la muerte de una persona. La
jurisprudencia ha precisado que en el derecho chileno se distinguen dos situaciones: 1ª) la
de la muerte "cierta" de una persona; y 2ª) la de aquellos casos en los que no existe certeza
acerca de la ocurrencia del fallecimiento. Es en relación con esta última que se prevé la
posibilidad de presumir muerta a una persona, sobre la base de su desaparición, y de un
proceso que asume la incertidumbre y variabilidad del estado de desaparecimiento: "[E]n
nuestro derecho, se hace una distinción entre la muerte 'cierta' de una persona, y la
regulación de los casos en que no existe la seguridad de dicho fallecimiento. En el primer
caso, se distinguen dos situaciones, a saber, por un lado, el fallecimiento que consta por la
evidencia del cadáver; y, por otro, el fallecimiento sin hallazgo del mismo. Sin embargo, en
ambos casos hay un denominador común, la seguridad de su muerte, sólo que en el
segundo, frente a la carencia de la convicción que otorga el cuerpo del fallecido, es
menester una comprobación judicial que la declare, cuestión regulada en los artículos 95 al
97 ya citados. Otra cosa sucede frente a la desaparición de un individuo, acompañada de
la duda de si vive o no. Dicho escenario, como señala la doctrina (como explica el profesor
Hernán Corral Talciani, en 'Ausencia y muerte presunta. Un intento de explicación
sistemática del régimen jurídico de la incertidumbre sobre la existencia de las personas
naturales', Revista Chilena de Derecho, Vol 25 Nº 1, pp. 9, 26, 1998), se trata de un estado
de incertidumbre 'esencialmente dinámico', por lo que es posible reconocer varios estadios,
que van de la simple 'no presencia' a la 'declaración judicial de muerte', en que el derecho
otorga, en principio, una serie de soluciones conservativas provisorias, para paliar la mera
ausencia de un individuo, que se intensifican cuando dicha circunstancia se prolonga,
configurando un desaparecimiento, que, eventualmente, puede derivar en la declaración de
muerte presunta. Señala el autor citado, que dicho caso es aquel en que 'la ley considera
que la ausencia se ha prolongado por tan largo tiempo o se ha originado en circunstancias
por las que se puso en tal peligro la vida del desaparecido, que resulta conveniente y
razonable, hechas las pesquisas y las averiguaciones pertinentes, estimar que dicha
persona ha dejado de existir'" (C. Suprema, 6 de junio de 2019, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/3260/2019, Rol Nº 38632-2017). 145. La "desaparición", como
presupuesto de la presunción de muerte, exige la concurrencia de circunstancias y
elementos que presten razonabilidad a la probabilidad del fallecimiento. En este
sentido se ha advertido que: "[E]s de la esencia de dicho instituto que la ausencia o
desaparecimiento del individuo se encuentre acompañado de elementos y circunstancias
concretas, que permitan suponer su fallecimiento. De este modo, no basta para alcanzar
esta regulación de ultima ratio que contempla nuestro ordenamiento jurídico una extensión
temporal determinada de ausencia de un individuo, sino que es necesario que de dicha
circunstancia, y en el procedimiento judicial, surja la incertidumbre de su existencia, de
modo que no cumple la exigencia legal el alejamiento prolongado de una persona, que se
mantiene con vida, o que a su respecto, 'a lo menos, no hay dudas razonables acerca de
su existencia actual (p. 19 del texto antes citado), pues la declaración judicial de muerte
presunta, exige una incertidumbre sobre la existencia de la persona desaparecida de tal
entidad, que permita suponer su muerte, en otras palabras, que la ausencia prolongada, se
encuentre acompañada de la probabilidad del fallecimiento, que se configura ante la falta
de noticias del ausente, a pesar de las indagaciones efectuadas" (C. Suprema, 6 de junio
de 2019, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/3260/2019, Rol Nº 38632-2017). La necesaria
plausibilidad de la muerte del desaparecido explica que se exijan esos elementos que,
unidos al desaparecimiento, otorguen razonabilidad a presumir la muerte de una persona:
"[S]egún se desprende de la normativa pertinente, la muerte presunta es la declarada por
el juez, respecto de un individuo que ha desaparecido y de quien se ignora si vive o no,
siendo de carga del solicitante, como lo exige el numeral 1º del artículo 81 del Código Civil,
no solamente que se justifique de forma previa que se ignora el paradero del desaparecido,
sino que se han hecho las posibles diligencias para averiguarlo, pudiendo exigirse, 'además
de las pruebas que se le presentaren del desaparecimiento, si no las estimare satisfactorias,
las otras que según las circunstancias convengan', de lo que fluye que es menester que al
desaparecimiento se le añadan elementos que otorguen plausibilidad a la probabilidad del
fallecimiento del ausente. De este modo, la presunción de fallecimiento se constituye, al
decir de la doctrina, en un sustituto de la prueba legal de la muerte, por cuanto su
basamento radica no sólo en la incertidumbre sobre la existencia de una persona que
impide no solamente comprobar que se encuentra con vida, sino que haya muerto, sino,
fundamentalmente, en la valoración de la probabilidad de su muerte, lo que explica que no
baste el desaparecimiento por un lapso de tiempo determinado para su declaración, sino
que es menester para ello, además, que se justifiquen circunstancias que hagan factible
considerar su fallecimiento. Ello explica que los artículos 81 y 82 del Código Civil,
consideren no sólo el plazo de ausencia del desaparecido, sino también su edad, y la
concurrencia de eventos de peligro que contextualicen su desaparición (así lo plantea el
autor antes referido en su obra Desaparición de personas y presunción de muerte en el
derecho civil chileno Editorial Jurídica de Chile, 2000, pp. 204 y ss.)" (C. Suprema, 6 de
junio de 2019, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/3260/2019, Rol Nº 38632-2017). 146. No
procede la declaración de muerte presunta respecto de una persona "ausente" del
territorio nacional, pues se exige la prueba de hallarse "desaparecida". Como corolario
de exigirse, para la declaración de la presunción de muerte de una persona, su
desaparición, unida a elementos que presten razonabilidad a la probabilidad de su
fallecimiento, no es posible que se declare tal presunción sobre la base de la sola ausencia
de una persona. Así lo ha declarado la Excma. Corte Suprema, en un caso concreto respecto
de una persona que, después de la comisión de un delito, se ausentó del país: "Que una
interpretación armónica de lo dispuesto en los artículos 80 y siguientes del Código Civil,
lleva a concluir que en el caso de marras, tal como fue referido por los sentenciadores del
grado, no se está en presencia de una persona desaparecida, sino de una persona ausente
del territorio nacional, no pudiendo aplicarse la normativa relativa a la presunción de muerte
por desaparecimiento, por haber abandonado el país en época coetánea a la comisión de
un delito en que se le imputa autoría, habiéndose dictado orden de aprehensión en su
contra, la que se encuentra vigente. Lo anterior en ningún caso implica incorporar requisitos
adicionales a la declaración de muerte presunta, sino que, a contrario, constatar la falta de
verificación de uno de los elementos esenciales para su configuración, esto es, que la
persona se encuentre desaparecida, lo que, como ya se dijo, no ocurre en la especie"
(C. Suprema, 10 de noviembre de 2015, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6903/2015, Rol
Nº 14937-2015). Este razonamiento lo ha reiterado el mismo tribunal en sentencia posterior:
"[U]na interpretación armónica de lo dispuesto en los artículos 80 y siguientes del Código
Civil, lleva a concluir que en el caso de marras, tal como fue referido por los sentenciadores
del grado, no se está en presencia de una persona desaparecida, sino de una persona
ausente del territorio nacional, no pudiendo aplicarse la normativa relativa a la presunción
de muerte por desaparecimiento, lo que en caso alguno implica incorporar requisitos
adicionales a la declaración de muerte presunta, sino que, al contrario, constata la falta de
verificación de uno de sus elementos esenciales, esto es, que la persona se encuentre
desaparecida en los términos que exige el instituto en comento, lo que, como ya se dijo, no
ocurre en la especie" (C. Suprema, 6 de junio de 2019, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/3260/2019, Rol Nº 38632-2017).

Artículo 81. 1º. La presunción de muerte debe declararse por el juez del último domicilio
que el desaparecido haya tenido en Chile, justificándose previamente que se ignora el
paradero del desaparecido, que se han hecho las posibles diligencias para averiguarlo, y
que desde la fecha de las últimas noticias que se tuvieron de su existencia, han transcurrido
a lo menos cinco años.124

2º. Entre estas pruebas será de rigor la citación del desaparecido; que deberá haberse
repetido hasta por tres veces en el periódico oficial, corriendo más de dos meses entre cada
dos citaciones.125

3º. La declaración podrá ser provocada por cualquiera persona que tenga interés en ella,
con tal que hayan transcurrido tres meses al menos desde la última citación. 126
4º. Será oído, para proceder a la declaración, y en todos los trámites judiciales
posteriores, el defensor de ausentes; y el juez, a petición del defensor, o de cualquiera
persona que tenga interés en ello, o de oficio, podrá exigir, además de las pruebas que se
le presentaren del desaparecimiento, si no las estimare satisfactorias, las otras que según
las circunstancias convengan.

5º. Todas las sentencias, tanto definitivas como interlocutorias, se insertarán en el


periódico oficial.

6º. El juez fijará como día presuntivo de la muerte el último del primer bienio contado
desde la fecha de las últimas noticias; y transcurridos cinco años desde la misma fecha,
concederá la posesión provisoria de los bienes del desaparecido.127

7º. Con todo, si después que una persona recibió una herida grave en la guerra, o le
sobrevino otro peligro semejante, no se ha sabido más de ella, y han transcurrido desde
entonces cinco años y practicándose la justificación y citaciones prevenidas en los números
precedentes, fijará el juez como día presuntivo de la muerte el de la acción de guerra o
peligro, o, no siendo enteramente determinado ese día, adoptará un término medio entre el
principio y el fin de la época en que pudo ocurrir el suceso, y concederá inmediatamente la
posesión definitiva de los bienes del desaparecido.

8º. Se reputará perdida toda nave o aeronave que no apareciere a los tres meses de la
fecha de las últimas noticias que de ella se tuvieron. Expirado este plazo, cualquiera que
tenga interés en ello podrá provocar la declaración de presunción de muerte de los que se
encontraban en la nave o aeronave. El juez fijará el día presuntivo de la muerte en
conformidad al número que precede, y concederá inmediatamente la posesión definitiva de
los bienes de los desaparecidos.128

Si se encontrare la nave o aeronave náufraga o perdida, o sus restos, se aplicarán las


mismas normas del inciso anterior, siempre que no pudieren ubicarse los cuerpos de todos
o algunos de sus ocupantes, o identificarse los restos de los que fueren hallados. 129

Si durante la navegación o aeronavegación cayere al mar o a tierra un tripulante o viajero


y desapareciere sin encontrarse sus restos, el juez procederá en la forma señalada en los
incisos anteriores; pero deberá haber constancia en autos de que en el sumario instruido
por las autoridades marítimas o aéreas ha quedado fehacientemente demostrada la
desaparición de esas personas y la imposibilidad de que estén vivas.130

En estos casos no regirán lo dispuesto en el número 2, ni el plazo establecido en el


número 3; pero será de rigor oír a la Dirección General de la Armada o a la Dirección
General de Aeronáutica, según se trate de nave o de aeronave.131-132

9º. Después de seis meses de ocurrido un sismo o catástrofe que provoque o haya
podido provocar la muerte de numerosas personas en determinadas poblaciones o
regiones, cualquiera que tenga interés en ello podrá pedir la declaración de muerte presunta
de los desaparecidos que habitaban en esas poblaciones o regiones.133

En este caso, la citación de los desaparecidos se hará mediante un aviso publicado por
una vez en el Diario Oficial correspondiente a los días primero o quince, o al día siguiente
hábil, si no se ha publicado en las fechas indicadas, y por dos veces en un diario de la
comuna o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo hubiere,
corriendo no menos de quince días entre estas dos publicaciones. El juez podrá ordenar
que por un mismo aviso se cite a dos o más desaparecidos.134

El juez fijará, como día presuntivo de la muerte el del sismo, catástrofe o fenómeno
natural y concederá inmediatamente la posesión definitiva de los bienes de los
desaparecidos, pero será de rigor oír al Defensor de Ausentes.135

Concordancias: Código Civil: artículo 955. Código Orgánico de Tribunales: artículos 10


inciso 1º y 151. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30, 80, 81 y 82. Ley
Nº 19.947, D.O. 17 de mayo de 2004, de Matrimonio Civil: artículos 42 Nº 2 y 43. Ley
Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1,
D.O. 30.05.2000: artículos 5º Nº 5 y 8º. Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes
Raíces, D.O. 24.06.1857: artículo 52 Nº 4. Ley Nº 6.037, crea Caja de la Marina Mercante
Nacional, D.O. 5.03.1937: artículo 32 inciso 2º. Ley Nº 20.436, modifica plazos de
actuaciones judiciales y declaración de muerte presunta en las zonas afectadas por el
terremoto, D.O.23.04.2010: artículos 2º, 3º.

Jurisprudencia: 147. La determinación del juez competente se establece por las


últimas noticias que se tuvieron del desaparecido, sin que la alteren antecedentes
que posteriormente aparecieren en el curso de la gestión. Esta opinión se ha mantenido
por la Iltma. Corte de Apelaciones de Puerto Montt: "[En cuanto a la eventual incompetencia
relativa del tribunal, tal como lo ha afirmado la apelante, ésta debe ser determinada en razón
del lugar en que el solicitante tuvo las últimas noticias de la persona desaparecida, sin que
a ello afecten los antecedentes sobrevengan durante el procedimiento" (C. Apelaciones de
Puerto Montt, 2 de mayo de 2014, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/1917/2014, Rol Nº 30-
2014). 148. De los requisitos exigidos para que se declare la muerte presunta de una
persona. Sobre la base de las reglas fijadas por el Código Civil, se ha señalado: "Que la
pretensión formulada por el solicitante requiere para su éxito la concurrencia de cuatro
requisitos, a saber: a) que se justifique que se ignora el paradero del desaparecido; b) que
se hayan hecho las posibles diligencias para averiguarlo; c) que, desde la fecha de las
últimas noticias que se tuvieron de su existencia, hayan transcurrido cinco años, a lo menos;
y d) que se acredite la existencia de interés en la declaración" (C. Apelaciones de Puerto
Montt, 2 de mayo de 2014, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/1917/2014, Rol Nº 30-
2014). 149. Desatender las pruebas que propone el defensor de ausentes configura la
causal de casación consagrada en el artículo 768 número 9 del Código de
Procedimiento Civil. En este sentido se ha pronunciado la E xcma. Corte Suprema: "[S]e
advierte que la sentencia impugnada, al confirmar la de primera instancia, ha resuelto sin
que se hubieren agotado las posibles diligencias para averiguar el paradero del presunto
desaparecido, omitiendo, específicamente, la sugerida por el defensor de ausentes
consistente en oficiar a la embajada de Estados Unidos, con el objeto indicado en la
letra f) del motivo segundo, la que, además, parece atingente y necesaria, dada la condición
de ciudadano estadounidense del presunto desaparecido [...] Que, en tales circunstancias,
estima este tribunal que se configura la causal de nulidad formal contemplada en el
artículo 768 Nº 9 del Código de Procedimiento Civil, en relación al artículo 800 Nº 5, en
concordancia con el numeral 4º del artículo 795 del mismo cuerpo legal citado y con el
numeral 4º del artículo 81 del Código Civil, que dispone que el juez oirá al defensor de
ausentes en todos los trámites o pruebas que proponga en relación al desaparecimiento, lo
que ha sido desatendido en la tramitación de la solicitud de autos, pudiendo producir con
ello la indefensión de la interesada en la declaración" (C. Suprema, 8 de octubre de 2015,
cons. 4º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/6071/2015, Rol Nº 25916-2014).
Artículo 82. El juez concederá la posesión definitiva, en lugar de la provisoria, si,
cumplidos los dichos cinco años, se probare que han transcurrido setenta desde el
nacimiento del desaparecido. Podrá asimismo concederla, transcurridos que sean diez
años desde la fecha de las últimas noticias; cualquiera que fuese, a la expiración de dichos
diez años, la edad del desaparecido si viviese.136

Concordancias: Código Civil: artículo 90 inciso 3º. Código de Derecho Internacional


Privado: artículos 30 y 80. Ley Nº 19.947, D.O. 17 de mayo de 2004, de Matrimonio Civil:
artículo 43 inciso 2º.

Artículo 83. Durante los cinco años o seis meses prescritos en los números 6, 7 y 8 del
artículo 81, se mirará el desaparecimiento como mera ausencia, y cuidarán de los intereses
del desaparecido sus apoderados o representantes legales.137

Concordancias: Código Civil: artículos 43, 81 y 473. Código de Derecho Internacional


Privado: artículos 30, 79 y 80.

Artículo 84. En virtud del decreto de posesión provisoria, quedará disuelta la sociedad
conyugal o terminará la participación en los gananciales, según cual hubiera habido con el
desaparecido; se procederá a la apertura y publicación del testamento, si el desaparecido
hubiere dejado alguno, y se dará posesión provisoria a los herederos presuntivos. 138

No presentándose herederos, se procederá en conformidad a lo prevenido para igual


caso en el Libro III, título De la apertura de la sucesión.

Concordancias: Código Civil: artículos 85, 270 Nº 2, 491 inciso 1º, 1010, 1240, 1764
Nº 2, 1792-27 Nº 2. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30, 79 y 80.

Artículo 85. Se entienden por herederos presuntivos del desaparecido los


testamentarios o legítimos que lo eran a la fecha de la muerte presunta.

El patrimonio en que se presume que suceden, comprenderá los bienes, derechos y


acciones del desaparecido, cuales eran a la fecha de la muerte presunta.

Concordancias: Código Civil: artículos 81 Nº 6, 951, 952, 954, 955, 983. Código de
Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 80.

Artículo 86. Los poseedores provisorios formarán ante todo un inventario solemne de
los bienes, o revisarán y rectificarán con la misma solemnidad el inventario que exista.

Concordancias: Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 80. Código de


Procedimiento Civil: artículo 858.

Artículo 87. Los poseedores provisorios representarán a la sucesión en las acciones y


defensas contra terceros.

Concordancias: Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 80.


Artículo 88. Los poseedores provisorios podrán desde luego vender una parte de los
muebles o todos ellos, si el juez lo creyere conveniente, oído el defensor de ausentes.

Los bienes raíces del desaparecido no podrán enajenarse ni hipotecarse antes de la


posesión definitiva, sino por causa necesaria o de utilidad evidente, declarada por el juez
con conocimiento de causa, y con audiencia del defensor.

La venta de cualquiera parte de los bienes del desaparecido se hará en pública subasta.

Concordancias: Código Civil: artículo 90. Código de Derecho Internacional Privado:


artículos 30, 80. Código de Procedimiento Civil: artículos 892, 893, 894.

Artículo 89. Cada uno de los poseedores provisorios prestará caución de conservación
y restitución, y hará suyos los respectivos frutos e intereses.

Concordancias: Código Civil: artículos 46, 90 inciso 2º, 252 inciso 2º, 537, 645, 647, 803
inciso 1º, 1140 inciso 2º. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 80.

Artículo 90. Si durante la posesión provisoria no reapareciere el desaparecido, o no se


tuvieren noticias que motivaren la distribución de sus bienes según las reglas generales, se
decretará la posesión definitiva y se cancelarán las cauciones.

En virtud de la posesión definitiva cesan las restricciones impuestas por el artículo 88.

Si no hubiere precedido posesión provisoria, por el decreto de posesión definitiva se


abrirá la sucesión del desaparecido según las reglas generales.

Concordancias: Código Civil: artículos 88, 89. Código de Derecho Internacional Privado:
artículos 30, 81.

Artículo 91. Decretada la posesión definitiva, los propietarios y los fideicomisarios de


bienes usufructuados o poseídos fiduciariamente por el desaparecido, los legatarios, y en
general todos aquellos que tengan derechos subordinados a la condición de muerte del
desaparecido, podrán hacerlos valer como en el caso de verdadera muerte.

Concordancias: Código Civil: artículos 82, 270 número 2º, 732 número 1º, 1104. Código
de Derecho Internacional Privado: artículo 30.

Artículo 92. El que reclama un derecho para cuya existencia se suponga que el
desaparecido ha muerto en la fecha de la muerte presunta, no estará obligado a probar que
el desaparecido ha muerto verdaderamente en esa fecha; y mientras no se presente prueba
en contrario, podrá usar de su derecho en los términos de los artículos precedentes.

Y por el contrario, todo el que reclama un derecho para cuya existencia se requiera que
el desaparecido haya muerto antes o después de esa fecha, estará obligado a probarlo; y
sin esa prueba no podrá impedir que el derecho reclamado pase a otros, ni exigirles
responsabilidad alguna.

Concordancias: Código de Derecho Internacional Privado: artículo 30.


Artículo 93. El decreto de posesión definitiva podrá rescindirse a favor del desaparecido
si reapareciere, o de sus legitimarios habidos durante el desaparecimiento, o de su cónyuge
por matrimonio contraído en la misma época.

Concordancias: Código Civil: artículo 1181. Código de Derecho Internacional Privado:


artículos 30 y 81.

Artículo 94. En la rescisión del decreto de posesión definitiva se observarán las reglas
que siguen:

1ª. El desaparecido podrá pedir la rescisión en cualquier tiempo que se presente, o que
haga constar su existencia.

2ª. Las demás personas no podrán pedirla sino dentro de los respectivos plazos de
prescripción contados desde la fecha de la verdadera muerte.

3ª. Este beneficio aprovechará solamente a las personas que por sentencia judicial lo
obtuvieren.

4ª. En virtud de este beneficio se recobrarán los bienes en el estado en que se hallaren,
subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas y demás derechos reales constituidos
legalmente en ellos.

5ª. Para toda restitución serán considerados los demandados como poseedores de
buena fe, a menos de prueba contraria.

6ª. El haber sabido y ocultado la verdadera muerte del desaparecido, o su existencia,


constituye mala fe.

Concordancias: Código Civil: artículos 3º inciso 2º, 706, 707, 906, 907, 909, 913, 2512
Nº 1. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 81.

4. De la comprobación judicial de la muerte 139

Artículo 95. Toda vez que la desaparición de una persona se hubiere producido en
circunstancias tales que la muerte pueda ser tenida como cierta, aun cuando su cadáver no
fuere hallado, el juez del último domicilio que el difunto haya tenido en Chile, a solicitud de
cualquiera que tenga interés en ello, podrá tener por comprobada su muerte para efectos
civiles y disponer la inscripción de la resolución correspondiente en el Servicio de Registro
Civil e Identificación. Igual regla se aplicará en los casos en que no fuere posible la
identificación del cadáver.140

Concordancias: Código Civil: artículo 97. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 44
inciso 1º y 45 inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015:
artículo 26 letra b).

Jurisprudencia: 150. La comprobación judicial de la muerte presupone la certeza del


fallecimiento. La Excma. Corte Suprema entiende que en el derecho chileno se distinguen
dos situaciones, a saber: 1ª) la de la muerte "cierta" de una persona; y 2ª) la de aquellos
casos en los que no existe certeza acerca de la ocurrencia del fallecimiento. En la primera
de ellas, a su vez, se diferencian dos posibilidades: a) la certeza de la muerte consta por la
existencia del cadáver; y b) la certeza de la muerte no está acompañada por el hallazgo del
cadáver. Es en relación con esta última posibilidad, que operan las reglas relativas a la
"comprobación judicial de la muerte". Así se ha precisado que: "[E]n nuestro derecho, se
hace una distinción entre la muerte 'cierta' de una persona, y la regulación de los casos en
que no existe la seguridad de dicho fallecimiento. En el primer caso, se distinguen dos
situaciones, a saber, por un lado, el fallecimiento que consta por la evidencia del cadáver;
y, por otro, el fallecimiento sin hallazgo del mismo. Sin embargo, en ambos casos hay un
denominador común, la seguridad de su muerte, sólo que en el segundo, frente a la carencia
de la convicción que otorga el cuerpo del fallecido, es menester una comprobación judicial
que la declare, cuestión regulada en los artículos 95 al 97 ya citados" (C. Suprema, 6 de
junio de 2019, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/3260/2019, Rol Nº 38632-2017).

Artículo 96. Un extracto de la resolución que tenga por comprobada la muerte del
desaparecido deberá publicarse en el Diario Oficial dentro del plazo de sesenta días,
contado desde que ésta estuviere firme y ejecutoriada. Dicho extracto deberá contener, al
menos, los antecedentes indispensables para su identificación y la fecha de muerte que el
juez haya fijado.141

Concordancias: Código Civil: artículo 49. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 26 letra b).

Artículo 97. La resolución a que se refiere el artículo 95 podrá dejarse sin efecto
conforme a lo dispuesto en el párrafo precedente.142

Concordancias: Código Civil: artículos 94 y 95.

[...]

TÍTULO XVII
DE LAS PRUEBAS DEL ESTADO CIVIL

Artículo 304. El estado civil es la calidad de un individuo, en cuanto le habilita para


ejercer ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones civiles.

Concordancias: Código Civil: artículo 15. Código Orgánico de Tribunales: artículo 357
número 4. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012:
artículo 2º inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015:
artículo 1º inciso 2º.

Jurisprudencia: 151. De la noción de "estado civil". La jurisprudencia en este punto, ha


asumido buena parte de las críticas que la doctrina civil, sin tener en cuenta su contexto
histórico y dogmático, ha dirigido al concepto de estado civil que se consigna en este
artículo: vago, general, confuso, confundido con el de capacidad, etc. En concreto, ha
recibido las siguientes dos precisiones: 151.1. El estado civil debe contextualizarse en
el ámbito del derecho de familia: en este sentido se ha sentado que: "La posición
permanente que una persona ocupa en una familia y en la sociedad, que le permite adquirir
ciertos derechos y obligaciones, constituye el estado civil" (C. Suprema, 23 de agosto de
2006, cons. 23º, LegalPublishing: CL/JUR/2914/2006, Rol Nº 1332-2005). En esta misma
línea se ha precisado, que los delitos tipificados en los artículos 353 y 354 del Código Penal:
"Están consagrados como una manera de proteger el bien jurídico del estado civil de las
personas, es decir, el conjunto de derechos y obligaciones que derivan de la situación que
detenta alguien con respecto a sus relaciones de familia, de manera tal que no apuntan
tanto a la ubicación cívica del individuo en el conjunto social, como a la serie de
prerrogativas tocantes a la dignidad inherente al ser humano, cuyo patrimonio intangible se
extiende a los lazos y vínculos genéticos" (C. Apelaciones de Santiago, 18 de mayo de
2006, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/8891/2006, Rol Nº 701-2001). Con todo, pareciera
más preciso situar la noción de "estado civil" en el campo del derecho de las personas, pues
no todo lo familiar es personal y el estado civil opera, en ciertos casos, en ámbitos no
propiamente familiares; 151.2. El estado civil pertenece al género de los "atributos de
la personalidad": esta última categoría se ha consolidado como el género al cual se
adscribe el estado civil para su análisis dogmático: "El estado civil es un atributo de la
personalidad" (C. Suprema, 15 de marzo de 2010, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/16774/2010, Rol Nº 8945-2009, cfr. C. Suprema, 7 de mayo de
2007, sent. reemplazo, LegalPublishing: CL/JUR/4675/2007, Rol Nº 5616-2006). Con mayor
detenimiento, se puede leer que el: "Estado civil, que consiste en la calidad de un individuo
en cuanto lo habilita a ejercer ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones civiles,
estado civil que es un atributo de la personalidad humana y que es diverso y varía de un
individuo a otro, pues no todos se hayan en las mismas situaciones a este respecto, ya que
la institución en comento dice relación con la posición que cada uno de ellos ocupa en la
asociación política a que pertenece, en la sociedad y en la familia lo que en cada caso lo
inviste de cualidades o condiciones jurídicas especiales y particulares a él y le otorga un
estado civil determinado" (C. Apelaciones de Coyhaique, 29 de junio de 2006, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/1963/2006, Rol Nº 17-2006). 152. El estado civil de una persona
constituye un dato de carácter personal, que queda cubierto por la Ley Nº 19.628,
sobre protección de la vida privada. Así se ha declarado por la Excma. Corte Suprema:
"Que no resulta discutido que dentro de los datos de carácter personal encontramos, entre
otros, el nombre, edad, sexo, estado civil, profesión, RUT, cuenta corriente, domicilio y
teléfono; por lo que sin duda la dirección de una persona es un aspecto que claramente se
encuentra dentro del marco establecido por la referida ley y constituye un dato de carácter
personal. En razón de esto su divulgación y tratamiento únicamente puede ser efectuada
cuando el titular consienta en ello o la ley lo autorice, lo que sin duda no ha ocurrido en este
caso" (C. Suprema, 11 de abril de 2017, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/1658/2017, Rol
Nº 95019-2016). 153. De los caracteres del estado civil. De su adscripción a la categoría
de "atributo de la personalidad", la jurisprudencia suele deducir los caracteres que son
predicables del estado civil: "El estado civil es un atributo de la personalidad y, por ende,
no puede existir duplicación de estados respecto de una misma fuente, produce
efectos erga omnes, pues no sólo interesa al individuo en particular sino a la sociedad en
su conjunto, no admite divisiones y es permanente mientras no se adquiera otro de acuerdo
a la ley" C. Suprema, 7 de mayo de 2007, LegalPublishing: CL/JUR/4675/2007, Rol Nº 5616-
2006; C. Suprema, 15 de marzo de 2010, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/16774/2010,
Rol Nº 8945-2009). En la misma orientación se ha declarado que: "El estado civil, el cual,
entre las características más importantes se encuentran el que toda persona tiene un
estado civil, que no pueden existir duplicidad de estados civiles respecto de una misma
fuente, en atención a que el estado civil es uno, el estado civil produce efectos erga omnes
y conforme a su fuente no puede dividirse, y el estado civil es permanente, no se pierde
mientras no se adquiera otro por la misma fuente" (C. Suprema, 23 de agosto de 2006,
cons. 23º, LegalPublishing: CL/JUR/2914/2006, Rol Nº 1332-2005). Se ha precisado que:
"La unidad y permanencia del estado civil cobran mayor relevancia, puesto que de una
misma fuente no pueden derivarse, permanentemente, más de un estado civil: del hecho
del nacimiento no puede emanar la calidad de hijo legítimo e ilegítimo, matrimonial o no
matrimonial, como tampoco se podrá tener un estado civil respecto de diferentes personas
en una misma calidad, como ser hijo legítimo de dos padres" (C. Suprema, 23 de agosto de
2006, cons. 23º, LegalPublishing: CL/JUR/2914/2006, Rol Nº 1332-2005). 154. Las normas
que regulan el estado civil son de orden público. En este sentido se ha afirmado que:
"En nuestro ordenamiento jurídico las disposiciones que regulan el estado civil de las
personas son normas de orden público" (C. Suprema, 8 de febrero de 2010, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/17031/2010, Rol Nº 11253-2008). En la misma línea se ha
advertido: "Que las normas legales que regulan el estado civil de las personas son normas
de orden público, de modo que si una sentencia de divorcio dictada en un país extranjero
se fundamenta en circunstancias que la ley chilena no acepta como causales para
decretarlo, resulta contraria a las leyes de la República y se opone al orden público chileno"
(C. Suprema, 25 de agosto de 2014, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/5837/2014, Rol
Nº 5560-2013). 155. Un estado civil constituido bajo el imperio de una ley, queda a
cubierto de las leyes posteriores. Como aplicación del principio general consagrado en
el inciso 1º del artículo 9º de este Código, y de sus corolarios contenidos en los artículos 2º
y 3º de la ley de 7 de octubre de 1861, se ha consolidado en la doctrina y jurisprudencia la
visión del estado civil constituido como un derecho adquirido y, en cuanto que tal, amparado
en su existencia frente a leyes posteriores. Esta permanencia y seguridad del estado civil,
frecuentemente, ha sido vinculada a la protección de la propiedad: "El estado civil imprime
a la persona un carácter y le da a esta una situación permanente en el entorno social que
lo rodea y que emana de un hecho que lo determina y que le confiere, por el solo ministerio
de la ley, un conjunto de derechos y obligaciones inherentes a su persona, lo que constituye
una forma de propiedad garantida por acciones análogas a las que nacen del dominio
propiamente dicho" (C. Apelaciones Coyhaique, 29 de junio de 2006, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/1963/2006, Rol Nº 17-2006). 156. De si se aplican a los pueblos
originarios las normas del derecho común tocantes al estado civil. En el último tiempo,
y sobre todo con posterioridad a la entrada en vigor del Convenio Nº 179 de la OIT, se ha
comenzado a sostener por la jurisprudencia de algunas Cortes de Apelaciones, que las
normas del derecho común tocantes al estado civil no se aplican a los miembros de pueblos
indígenas. En este sentido se ha declarado que: "[A] partir de la Ley Nº 17.729 publicada el
26 de septiembre de 1972, se ha estructurado un procedimiento sencillo de acreditación de
la posesión notoria del estado civil para el que basta la información testimonial de parientes
o vecinos, que la Ley Nº 19.253, ha aclarado, puede rendirse en cualquier gestión judicial,
o un informe emitido al efecto por una autoridad administrativa, que actualmente recae en
el Director de la CONADI. 7. En consecuencia desde los primeros albores de nuestro vida
republicana se ha reconocido que no es aplicable el derecho común a los pueblos
originarios existentes en nuestra patria en relación a la forma de constitución y de
acreditación del estado civil, como consecuencia de aceptarse que la familia en dichos
pueblos se estructura sobre la base de moldes, valores, y creencias diversas a las del
modelo occidental predominante, no siendo necesario por lo mismo que quienes tienen la
calidad de indígenas deban de recurrir a las normas de los artículos 179 y siguientes en
relación al artículo 304 del Código Civil, para constituir dicho estado a través de las
correspondientes acciones filiativas en un juicio de carácter contencioso. 8. Que el numeral
primero del art. 8 del Convenio 169 de la OIT, promulgado por medio del Decreto Supremo
Nº 236, de 2008, del Ministerio de Relaciones Exteriores; dispone que al aplicarse la
legislación nacional a los pueblos interesados deberán tomarse debidamente en
consideración sus costumbres o su derecho consuetudinario, cuestión que permite avalar
el alcance amplio que se debe dar a las normas del art. 4º de la Ley Nº 19.253, en su
aplicación preferente por sobre las normas del derecho común" (C. Apelaciones de
Temuco, 15 de julio de 2013, cons. 6º a 8º, LegalPublishing: CL/JUR/1564/2013, Rol Nº 332-
2012).

Artículo 305. El estado civil de casado, separado judicialmente, divorciado, o viudo, y de


padre, madre o hijo, se acreditará frente a terceros y se probará por las respectivas partidas
de matrimonio, de muerte, y de nacimiento o bautismo.143

El estado civil de padre, madre o hijo se acreditará o probará también por la


correspondiente inscripción o subinscripción del acto de reconocimiento o del fallo judicial
que determina la filiación.

La edad y la muerte podrán acreditarse o probarse por las respectivas partidas de


nacimiento o bautismo, y de muerte.144

Concordancias: Código Civil: artículo 1699 inciso 1º. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 2º, 6º
números 1, 3, 24 inciso 2º. Ley Nº 19.253, sobre Protección, fomento y desarrollo de los
indígenas, D.O. 5.10.1993, artículo 4º inciso 1º.

Jurisprudencia: 157. La determinación del parentesco, en cuanto que estado civil, es


una cuestión de derecho. Planteado un recurso de nulidad fundado en el artículo 373
letra b) del Código Procesal Penal, de controvirtió si la determinación del parentesco
implicaba o no una cuestión de hecho y de su prueba o, por el contrario, una determinación
de derecho. La Excma. Corte Suprema resolvió: "Que los recurridos, al resolver la nulidad
deducida, estimaron que se configuraba la causal deducida, por cuanto el estado civil en lo
concerniente al parentesco no es una cuestión o asunto de hecho, sino que es un problema
que debe ser resuelto conforme a derecho, debiendo probarse el mismo de manera
fehaciente conforme se desprende de la lectura de los artículos 305 del Código Civil y 12
de la Ley Nº 4.808 sobre Registro Civil, lo que no ocurrió en la especie [...] Que como puede
advertirse, la actuación de los recurridos no excede las potestades detalladas en el motivo
segundo, pues al tenor de lo preceptuado en los artículos citados en el considerando que
antecede, la circunstancia de parentesco de tío a sobrino es una cuestión jurídica cuya
determinación debe ser establecida de manera fehaciente de modo tal que no deben existir
dudas a su respecto" (C. Suprema, 29 de enero de 2013, cons. 5º y 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/225/2013, Rol Nº 8935-2012). 158. El estado civil de hijo es una
consecuencia de la filiación legalmente determinada. Así lo ha precisado la Excma. Corte
Suprema: "Que el artículo 33 del Código Civil dispone que tiene el estado civil de hijo,
respecto de una persona, aquel cuya filiación se encuentra determinada de conformidad a
las reglas previstas por el Título VII de su Libro I. A su vez, el párrafo 4 de ese Título, que
regula la determinación de la filiación no matrimonial, en el artículo 188 prescribe: 'El hecho
de consignarse el nombre del padre o de la madre, a petición de cualquiera de ellos, al
momento de practicarse la inscripción del nacimiento, es suficiente reconocimiento de
filiación'. De la simple lectura de ambas normas se puede concluir que, determinada la
filiación conforme a la ley, se tiene por comprobado el estado civil de [...], quien es hijo de
la causante. En otras palabras, el estado civil es una de las consecuencias que trae
aparejada la filiación legalmente determinada" (C. Suprema, 3 de julio de 2017, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/4292/2017, Rol Nº 10284-2017). Es este un considerando que la
referida Corte reitera en diversas sentencias (C. Suprema, 13 de junio de 2017, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/3834/2017, Rol Nº 10342-2017; C. Suprema, 11 de abril de 2017,
cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/1870/2017, Rol Nº 1659-2017; C. Suprema, 6 de marzo
de 2017, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/948/2017, Rol Nº 97682-2016). 159. De la
separación judicial como no constitutiva de "estado civil". La jurisprudencia, con buen
sentido y criterio, no ha dudado en afirmar que la separación judicial no general un estado
civil y ha agregado como una de sus razones el recurso a la historia fidedigna de la ley: "En
igual sentido formula un criterio Andrea Muñoz Sánchez (artículo en obra 'Seminario Ley
Nº 19.947 de Matrimonio Civil' realizado por la Academia Judicial de Chile, los días 13 y 14
octubre de 2004)", al expresar: "si bien en la discusión del proyecto se aprobó la idea de
crear un nuevo estado civil de separados, en su última etapa se revisó y acogió una
indicación tendiente a corregir ese error, atendido que una persona no puede tener el estado
civil de separada y de casada al mismo tiempo. Así fue como se estableció que se adquiere
simplemente la calidad de separados, como hemos dicho. Con todo, lamentablemente, no
se hicieron los ajustes del caso, en relación a otras normas que se referían al tema,
habiendo quedado al menos dos disposiciones que parecieran mantener la idea anterior: la
del artículo 38, que al referirse a la reanudación de la vida en común señala que se
restablece 'el estado civil de casados', como sugiriendo que durante la separación el estado
era el otro y el artículo 305, que derechamente lo introduce como un estado civil más. Con
todo, en una interpretación sistemática, que tenga a la vista la historia de la ley, podría
sostenerse que el verdadero sentido no es otro que el de consagrarlo como una simple
condición, pero que subsiste y prima el estado civil de casado'" (C. Apelaciones de
Santiago, 23 de julio de 2008, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/5494/2008, Rol Nº 2919-
2008). En su consecuencia, ha declarado que: "En criterio de estos sentenciadores resulta
más apropiado considerar que la calidad de separados a que alude el artículo 27 de la Ley
sobre Matrimonio Civil, no constituye un estado civil, sino que tal como se señaló
precedentemente en el motivo anterior, es una mera condición que conserva en aquellos
que la adquieren vía resolución judicial la calidad de estado civil de casado" (C. Apelaciones
de Santiago, 23 de julio de 2008, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/5494/2008, Rol
Nº 2919-2008). Como corolario de la opinión defendida en la sentencia que queda citada,
se declaró en ella que es posible transigir sobre la calidad de separado: "En el caso sub
lite ha quedado demostrado que los solicitantes presentaron ante el Cuarto Juzgado de
Familia, una transacción en una materia propia de una separación matrimonial judicial, y
teniendo presente que en criterio de estos sentenciadores resulta más apropiado considerar
que la calidad de separados a que alude el artículo 27 de la Ley Sobre Matrimonio Civil, no
constituye un estado civil, sino que tal como se señaló precedentemente en el motivo
anterior, es una mera condición que conserva en aquellos que la adquieren vía resolución
judicial la calidad de estado civil de casado" (C. Apelaciones de Santiago, 23 de julio de
2008, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/5494/2008, Rol Nº 2919-2008). 160. De la
ineficacia de la absolución de posiciones y confesión como medio de prueba para
acreditar el parentesco o estado civil. Se ha declarado que: "El legislador patrio en el
artículo 305 del Código Civil, establece como una primera y principal prueba o acreditivo
del estado civil de las personas, a las respectivas partidas o certificados expedidos por la
autoridad competente, en la especie el Servicio de Registro Civil. Todo ello, sin perjuicio de
otros medios de prueba de carácter supletorio específicamente señalados en el Título XVII
del Libro Primero del Código Civil, como acontece con el caso de la posesión notoria y otros
expresamente señalados en el referido título. De lo anterior, cabe colegir necesariamente
que la absolución de posiciones o prueba confesional, no constituye un medio apto para
acreditar o establecer un determinado parentesco o estado civil" (C. Apelaciones de
Rancagua, 13 de enero de 2009, LegalPublishing: CL/JUR/9949/2009, Rol Nº 688-
2008). 161. No es posible acreditar el parentesco o el estado civil mediante la fe de
bautismo. En este punto se ha razonado del siguiente modo: "Que el Servicio de Registro
Civil fue creado por ley de 27 de julio de 1884, estableciendo en su artículo 20 que:
Solamente los certificados que expidan el notario conservador que esté a cargo del archivo
y los oficiales del Registro Civil surtirán los efectos de las partidas de que habla el
artículo 305 del Código Civil, norma que aparece reiterada en el artículo 24 de la Ley
Nº 4.808, hoy vigente. 3º) Que entonces, desde la fecha señalada en el numeral anterior,
el estado civil y también el parentesco sólo es posible acreditarlo con las partidas o
certificados que expida el Registro Civil. Y no constando en autos que los actores o la
causante hayan nacido con anterioridad al 27 de julio de 1884, ningún valor puede darse a
los certificados emitidos por los curas de las parroquias de la Inmaculada Concepción de
Maipo, de la Basílica del Corazón de María de Santiago y de Cobquecura, acompañados
por los demandantes" (C. Suprema, 11 de diciembre de 2000, cons. 2º y 3º, Legal
Publishing: CL/JUR/4464/2000, Rol Nº 3317-2000). 162. Las partidas referidas por este
artículo hacen plena prueba, salvo que se las impugne de acuerdo con el
artículo 308. Se ha sostenido así, que: "En conformidad con lo que dispone el artículo 305
del Código Civil, el estado civil de una persona se prueba con la correspondiente partida en
el caso de la antedicha solicitud de ingreso a una cooperativa no constituye medio idóneo
para demostrar un hipotético estado civil de la menor [...], aún más, una partida constituye
plena prueba, siempre que no haya sido impugnada en los términos del artículo 308 del
mismo cuerpo legal, por cuanto esa clase de documentos atestiguan la declaración hecha
por los padres, padrinos u otras personas en los respectivos casos, pero no garantizan la
veracidad de esta declaración en ninguna de sus partes" (C. Suprema, 16 de noviembre de
1998, cons. 17º, LegalPublishing: CL/JUR/391/1998, Rol Nº 5393). 163. Improcedencia de
la prueba testimonial para acreditar el estado civil de hijo. Así lo ha declarado la
Excma. Corte Suprema: "[C]onforme lo previene el artículo 305 del Código Civil, la manera de
acreditar el estado civil de hijo es con las respectivas partidas de nacimiento o bautismo o,
en su caso, por la correspondiente inscripción o subinscripción del acto de reconocimiento
o del fallo judicial que determina la filiación, presupuesto que el mérito de la propia
documental impide determinar. En consecuencia, al tenor de lo estatuido por el citado
artículo 305 del código sustantivo, la prueba testimonial no resulta idónea para los efectos
que pretende la parte" (C. Suprema, 30 de octubre de 2014, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/7931/2014, Rol Nº 15320-2013). 164. De la ausencia de partidas
y de la posesión notoria del estado civil en el caso de indígenas. Se ha recordado por
la jurisprudencia la aplicación de las reglas especiales en esta materia en relación con los
indígenas y así ha declarado: "El juez de primera instancia, realizando un análisis de la
prueba rendida a la luz de las normas comunes sobre apreciación de la prueba, concluye
que ella no resulta suficiente para establecer la referida calidad, "puesto que no existen
partidas u otros documentos auténticos que prueben dicha filiación", agregando que los
testigos que la afirman concurren en menor número que los que la niegan. En el régimen
probatorio civil de común aplicación, tal aseveración sería efectivamente correcta, y sería
posible descartar el parentesco. Pero el inciso primero del artículo 4º de la Ley Nº 19.253
sobre Protección, Fomento y Desarrollo de los Indígenas, plenamente aplicable en la
especie, dada la calidad de indígenas de las demandadas, dispone que "Para todos los
efectos legales, la posesión notoria del estado civil de padre, madre, cónyuge o hijo se
considerará como título suficiente para constituir en favor de los indígenas los mismos
derechos y obligaciones que, conforme a las leyes comunes, emanen de la filiación legítima
y del matrimonio civil. Para acreditarla bastará la información testimonial de parientes o
vecinos, que podrá rendirse en cualquier gestión judicial, o un informe de la Corporación
suscrito por el Director". En otras palabras, no resulta posible exigir en este caso el mismo
rigor probatorio (documental y público) que en el régimen normal de acreditación del
parentesco o del estado civil de él derivado" (C. Apelaciones de Valdivia, 11 de diciembre
de 2008, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/7751/2008, Rol Nº 743-2008).
Artículo 306. Se presumirán la autenticidad y pureza de los documentos antedichos,
estando en la forma debida.

Concordancias: Código Civil: artículo 47. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 24.

Jurisprudencia: 165. Del sentido y carácter de la presunción. Se ha advertido que: "A


la luz de los preceptos que se contienen en el artículo 306 del Código Civil, que la Ley ha
otorgado un carácter presuntivo a la partidas de matrimonio, muerte y de nacimiento,
reconociendo en ellas una presunción legal de veracidad respecto de aquellas
circunstancias que se consignan en sus asientos. Por ende, la mera consignación del
nombre del padre o madre, que en ésta se inserte, goza de una presunción de autenticidad,
e invierte el peso de la prueba u onus probandi; de tal modo que, todo aquel que, se sienta
perjudicado con el establecimiento de una determinada filiación natural, deberá así
acreditarlo, en el correspondiente juicio o acción de impugnación" (C. Apelaciones de
Rancagua, 19 de marzo de 2008, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/7481/2008, Rol Nº 324-
2007).

Artículo 307. Podrán rechazarse los antedichos documentos, aun cuando conste su
autenticidad y pureza, probando la no identidad personal, esto es, el hecho de no ser una
misma la persona a que el documento se refiere y la persona a quien se pretenda aplicar.

Concordancias: Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado
por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 24.

Artículo 308. Los antedichos documentos atestiguan la declaración hecha por los
contrayentes de matrimonio, por los padres, padrinos u otras personas en los respectivos
casos, pero no garantizan la veracidad de esta declaración en ninguna de sus partes.

Podrán, pues, impugnarse, haciendo constar que fue falsa la declaración en el punto de
que se trata.

Concordancias: Código Civil: artículo 1700. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 24.

Artículo 309. La falta de partida de matrimonio podrá suplirse por otros documentos
auténticos, por declaraciones de testigos que hayan presenciado la celebración del
matrimonio y, en defecto de estas pruebas, por la notoria posesión de ese estado civil.

La filiación, a falta de partida o subinscripción, sólo podrá acreditarse o probarse por los
instrumentos auténticos mediante los cuales se haya determinado legalmente. A falta de
éstos, el estado de padre, madre o hijo deberá probarse en el correspondiente juicio de
filiación en la forma y con los medios previstos en el Título VIII.145

Concordancias: Código Civil: artículos 186, 310 y 1701. Ley Nº 19.253, sobre Protección,
Fomento y Desarrollo de los Indígenas, D.O. 5.10.1993, artículo 4º inciso 1º.

Jurisprudencia: 166. De la noción y caracteres de la notoria posesión de estado


civil. Se ha declarado que la notoria posesión de estado civil es: "El goce y el ejercicio de
un estado civil determinado, en su manifestación en los hechos, independientemente de la
existencia o inexistencia del título legal (Fernando Fueyo), posesión notoria que, en todo
caso, no da o genera un estado sino que sólo sirve para probarlo, pues el estado civil no se
adquiere por prescripción" (C. Suprema, 24 de octubre de 2001, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/4589/2001, Rol Nº 1603-2000).

Artículo 310. La posesión notoria del estado de matrimonio consiste principalmente en


haberse tratado los supuestos cónyuges como marido y mujer en sus relaciones domésticas
y sociales; y en haber sido la mujer recibida en ese carácter por los deudos y amigos de su
marido, y por el vecindario de su domicilio en general.

Concordancias: Código Civil: artículos 59, 102, 200, 201, 312, 313. Ley Nº 19.253, sobre
protección, fomento y desarrollo de los indígenas, D.O. 5.10.1993: artículo 4º.

Artículo 311. Derogado.146

Artículo 312. Para que la posesión notoria del estado de matrimonio se reciba como
prueba del estado civil, deberá haber durado diez años continuos, por lo menos.147

Concordancias: Código Civil: artículos 309, 310, 313.

Artículo 313. La posesión notoria del estado de matrimonio se probará por un conjunto
de testimonios fidedignos, que lo establezcan de un modo irrefragable; particularmente en
el caso de no explicarse y probarse satisfactoriamente la falta de la respectiva partida, o la
pérdida o extravío del libro o registro, en que debiera encontrarse.148

Concordancias: Código Civil: artículos 102, 309, 310, 312. Ley Nº 4.808, sobre Registro
Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 21,
22.

Artículo 314. Cuando fuere necesario calificar la edad de un individuo, para la ejecución
de actos o ejercicio de cargos que requieran cierta edad, y no fuere posible hacerlo por
documentos o declaraciones que fijen la época de su nacimiento, se le atribuirá una edad
media entre la mayor y la menor que parecieren compatibles con el desarrollo y aspecto
físico del individuo.

El juez para establecer la edad oirá el dictamen de facultativos, o de otras personas


idóneas.

Concordancias: Código Civil: artículo 501.

Artículo 315. El fallo judicial pronunciado en conformidad con lo dispuesto en el


Título VIII que declara verdadera o falsa la paternidad o maternidad del hijo, no sólo vale
respecto de las personas que han intervenido en el juicio, sino respecto de todos,
relativamente a los efectos que dicha paternidad o maternidad acarrea.149

Concordancias: Código Civil: artículos 3º inciso 2º, 220, 316, 320 y 1246.

Jurisprudencia: 167. Excepción al principio del efecto relativo de las sentencias. Se


ha precisado que: "En estas materias el principio general del efecto relativo de las
sentencias se ve alterado por expresa disposición legal. Así, el ya citado artículo 315 del
Código Civil previene que las sentencias judiciales 'no sólo valen respecto de las personas
que han intervenido en el juicio, sino respecto de todos, relativamente a los efectos que
dicha paternidad o maternidad acarrea'. Para que tal resultado se produzca, se exige que
el fallo se haya dictado conforme a lo dispuesto en el Título VIII, Libro I, es decir, debe
tratarse de acciones reguladas por estas normas, entre las cuales se encuentra
precisamente la del artículo 208 del Código Civil, exigencia que únicamente se cumple en
relación con esta causa. Los otros requisitos que debe reunir un fallo que se pronuncie
sobre las acciones de filiación, consiste en que se encuentre firme y ejecutoriado; que se
haya dictado contra legítimo contradictor y que no haya habido colusión en el juicio"
(C. Suprema, 21 de septiembre de 2006, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/8156/2006, Rol
Nº 3316-2005). 168. Los efectos erga omnes de la sentencia se extienden no sólo al
estado civil, sino que también a sus efectos patrimoniales. Así lo ha advertido la
Excma. Corte Suprema, al discutir la opinión contraria: "No es posible compartir el postulado
de la impugnante en orden a que el efecto erga omnes sólo pueda ser considerado en
relación al estado civil que fue declarado por el tribunal de familia cuestión que
expresamente reconoce y no a sus 'efectos patrimoniales' pues de ese modo la filiación
quedaría desprovista de eficacia respecto de los derechos de la actora que, en la especie,
emanan de su calidad de hija del causante" (C. Suprema, 13 de febrero de 2017, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/484/2017, Rol Nº 74552-2016). 169. De no aplicarse este
efecto erga omnes en relación con la filiación establecida por vía voluntaria según el
artículo 4º de la Ley Nº 19.253. Sobre la base de la existencia de una legislación especial,
de aplicación preferente, en relación con la reglas tocantes a la posesión notoria del estado
civil respecto de indígenas, la Excma. Corte Suprema ha advertido que la resolución que se
pronuncia sobre tal materia, en virtud de la regla especial del artículo 4º de la Ley Nº 19.253,
no tiene efectos erga omnes: 'lo dispuesto en el artículo 316 del Código Civil tiene un efecto
importante para la filiación establecida por vía voluntaria de conformidad con el artículo 4º
de la Ley Nº 19.253. En lo pertinente, dicho artículo 316 establece que los fallos que
declaran verdadera la paternidad o maternidad del hijo valen respecto de todos
relativamente a los efectos que dicha paternidad o maternidad acarrea, siempre que 'se
hayan pronunciado contra legítimo contradictor'. En la medida en que la gestión voluntaria
de que se trata no se pronuncia contra contradictor alguno, la filiación establecida por esta
vía podrá ser discutida judicialmente por quienes estimen que sus derechos han sido
afectados por ella. Si así no fuera, una persona podría verse privada de sus derechos sin
haber tenido oportunidad de controvertir en juicio la prueba aportada para acreditar la
posesión notoria del estado civil" (C. Suprema, 15 de septiembre de 2016, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-2015).

Artículo 316. Para que los fallos de que se trata en el artículo precedente produzcan los
efectos que en él se designan, es necesario:

1º Que hayan pasado en autoridad de cosa juzgada;

2º Que se hayan pronunciado contra legítimo contradictor;

3º Que no haya habido colusión en el juicio.

Concordancias: Código Civil: artículo 319. Código de Procedimiento Civil: artículos 175,
176, 177, 315, 317.
Artículo 317. Legítimo contradictor en la cuestión de paternidad es el padre contra el
hijo, o el hijo contra el padre, y en la cuestión de maternidad el hijo contra la madre, o la
madre contra el hijo.

Son también legítimos contradictores los herederos del padre o madre fallecidos en
contra de quienes el hijo podrá dirigir o continuar la acción y, también, los herederos del hijo
fallecido cuando éstos se hagan cargo de la acción iniciada por aquel o decidan
entablarla.150

Concordancias: Código Civil: artículos 204, 205, 206, 207, 208, 212, 213, 214, 216 y 217.

Jurisprudencia: 170. El artículo 317 constituye la regla general en materia de


acciones de filiación. Se ha entendido que: "Del tenor literal del inciso segundo antes
transcrito, se infiere que el artículo 317 del Código Civil constituye la regla general en
materia de acciones de filiación y que el legislador no distingue situaciones particulares,
pues, luego de definir quienes son 'legítimo contradictor', amplía el concepto y lo extiende
también a los herederos" (C. Suprema, 21 de septiembre de 2006, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/168/2006, Rol Nº 3249-2005; C. Suprema, 2 de agosto de 2010,
cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/4247/2010, Rol Nº 3055-2010). En el mismo sentido se
ha reiterado que: "Del tenor literal del inciso segundo antes transcrito y su ubicación en el
Título XVII del Libro I, relativo a las Pruebas del Estado Civil, se desprende que el
artículo 317 constituye la regla general en materia de acciones de filiación, pues se refiere
la ley a cuestiones de paternidad o maternidad, comprensivas tanto de reconocimiento
como de impugnación, y que el legislador no ha distinguido situaciones particulares o
específicas. En efecto, luego de definirse quiénes son legítimos contradictores, se amplía
el concepto y se extiende también a los herederos" (C. Suprema, 28 de marzo de 2014,
cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/610/2014, Rol Nº 7059-2012). Es esta una opinión
consolidada en la jurisprudencia de la Excma. Corte Suprema y, como tal, la trata en sus fallos
recientes al reiterar que: "Dicha norma [art. 317] constituye la regla general en materia de
acciones de filiación, pues, luego de definir quiénes son 'legítimo contradictor', amplía el
concepto y lo extiende 'también' a los herederos, interpretación que ha sido sostenida por
esta Corte anteriormente (Roles Nºs. 3249-2005, 4783-2009, 3055-2010, 28905-
2014, 6674-2015, 37990-2015 y, recientemente, 1324-18)" (C. Suprema, 24 de octubre de
2018, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6047/2018, Rol Nº 16515-2018). 171. Coherencia
con el principio de libre investigación de la paternidad e imprescriptibilidad de la
acción de reclamación. Se ha declarado que: "[E]l artículo 317 del Código Civil está en
armonía con la Ley Nº 19.585, que establece la libre investigación de la paternidad y la
imprescriptibilidad de la acción de reclamación. De no ser así se estaría privando del
derecho de identidad al hijo, con lo cual no sólo se estaría infringiendo la ley chilena, sino
también el artículo 7º de la Convención de los Derechos del Niño y el artículo 18 del Pacto
de San José de Costa Rica" (C. Apelaciones de Talca, 3 de noviembre de 2010, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/9291/2010, Rol Nº 936-2007). 172. Como consecuencia de la
regla general, le es posible al hijo entablar la acción de reclamación de paternidad en
contra de los herederos de su presunto padre difunto. Se ha declarado que: "Frente a
las normas precitadas que proclaman la imprescriptibilidad de la acción de reclamación de
paternidad, la circunstancia que la acción puede dirigirse contra los herederos del padre
fallecido, unido a la amplitud de medios de prueba que otorga el legislador para lograr que
se acredite o investigue una determinada filiación, a juicio de estos sentenciadores, los lleva
a concluir, conforme lo consagran las normas de interpretación de la ley contenidas en los
artículos 22 y 23 del Código Civil; que el artículo aplicado en el caso de autos, sólo norma
la situación particular en que se haya el hijo póstumo, o sea el nacido después del
fallecimiento de su padre o madre, y del hijo cuyo padre o madre fallece dentro de los 180
días siguientes al parto, sin que de esa norma pueda hacerse una interpretación extensiva,
o bien restringir el sentido de las normas contenidas en los artículos 205 y 317 del Código
Civil, puesto que es justamente el contexto de la ley, el que debe servir para ilustrar su
sentido y alcance" (C. Apelaciones de Valparaíso, 14 de abril de 2008, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/5161/2008, Rol Nº 1292-2007, conf. C. Suprema, 18 de junio de
2008, LegalPublishing: CL/JUR/5160/2008, Rol Nº 3201-2008). En igual sentido se ha
entendido que: "No puede sino entenderse que la ley autoriza expresamente al hijo para
dirigir la acción de reclamación en contra de los herederos del presunto padre si éste fallece
antes de la demanda y para continuarla en su contra, si el deceso tiene lugar en el curso
del juicio". Esta interpretación se refuerza aún más si se tiene presente que el artículo 318,
modificado por la misma Ley Nº 19.585, resolvió el problema de la multiplicidad de
herederos al disponer que "El fallo pronunciado a favor o en contra de cualquiera de los
herederos aprovecha o perjudica a los herederos que citados no comparecieron"
(C. Suprema, 21 de septiembre de 2006, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/7168/2006, Rol
Nº 3249-2005). Esta consideración se ha reiterado literalmente en sentencias posteriores
(C. Suprema, 28 de marzo de 2014, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/610/2014, Rol
Nº 7059-2012). Se ha agregado que: "Esta interpretación no sólo resulta más adecuada al
contexto general de la ley y, especialmente a las reglas del párrafo primero del Título VIII
del Código Civil, que franquean una amplia investigación de la paternidad o maternidad y
consagran la imprescriptibilidad de la acción de reclamación, sino también es congruente
con la norma del artículo 1097 del Código Civil, que establece que los herederos
representan a la persona del causante y con la noción general de que los derechos y
obligaciones son trasmisibles" (C. Suprema, 21 de septiembre de 2006, cons. 11º,
LegalPublishing: CL/JUR/7168/2006, Rol Nº 3249-2005). Como resultado de estas
interpretaciones, se ha consolidado una opinión en la jurisprudencia de la E xcma. Corte
Suprema, en relación con la transmisibilidad de la acción de reclamación, que el tribunal
recuerda en sus fallos recientes, y que vincula directamente con el derecho a la identidad y
a su conexión con la dignidad de las personas: "[C]abe considerar que, como esta Corte ha
sostenido reiteradamente (en causas Roles Nºs. 3249-2005; 4783-2009; 3055-
2010; 28905-2014; 42984-2017 y 45389-2017, entre otras), el artículo 317 del Código Civil,
en concordancia con la regla de imprescriptibilidad de la acción de reclamación establecida
en el artículo 195 de dicho cuerpo legal, consagra su transmisibilidad, sin limitaciones de
ninguna especie en cuanto a su ejercicio, al autorizar, expresamente, al hijo para dirigir la
acción de reclamación en contra de los herederos del presunto padre si éste fallece antes
de la demanda y para continuarla en su contra, si el deceso tiene lugar en el curso del juicio
[...] De manera que la interpretación que se sostiene hace prevalecer el derecho a la
identidad que inspira la nueva normativa en materia de filiación, el cual ha sido vinculado
expresamente a la dignidad humana por el Tribunal Constitucional y reconocido como un
derecho garantizado en la Constitución Política vía artículo 5 inciso segundo del texto
constitucional" (C. Suprema, 12 de agosto de 2019, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/4559/2019, Rol Nº 10132-2019). Este considerando lo ha
preproducido literalmente en sentencias posteriores (C. Suprema, 20 de agosto de 2019,
cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/5923/2019, Rol Nº 9303-2019). 173. Los supuestos del
artículo 206 constituyen excepciones a la regla general del artículo 317. Es esta una
opinión que puede tenerse por consolidada, y que la E xcma. Corte Suprema ha mantenido
desde muy temprano. Así, en una sentencia de 2006 sostenía que: "Nada impide la
existencia de excepciones a una regla general y es así como, tratándose de la acción de
reclamación, el artículo 206 del Código Civil, prevé dos situaciones especiales, lo que
permite afirmar que la transmisibilidad de la acción a los herederos está limitada por la ley.
En efecto, la norma contempla los casos del hijo póstumo, esto es, el del nacido después
del fallecimiento del padre o de la madre y del hijo cuyo padre o madre fallece dentro de
los 180 días siguientes al parto, los que prevalecen sobre la regla del artículo 317. En
consecuencia, en estas hipótesis, el hijo sólo puede demandar a los herederos del padre o
de la madre fallecidos en el término de tres años contados desde la muerte del progenitor,
o desde que el hijo alcance la plena capacidad, si a esa fecha no lo era" (C. Suprema, 21
de septiembre de 2006, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/7168/2006, Rol Nº 3249-
2005). En la misma línea, y con reproducción de la parte cardinal del considerando anterior,
ha reafirmado: "[N]o puede sino entenderse que la ley autoriza expresamente al hijo para
dirigir la acción de reclamación en contra de los herederos del presunto padre si éste fallece
y nada impide la existencia de excepciones a una regla general, como son las que
contempla el artículo 206 del Código Civil, circunstancias que permiten afirmar que la
transmisibilidad de la acción a los herederos está limitada por la ley, y que, por lo demás,
dicha interpretación resulta más adecuada con su contexto general, especialmente a las
reglas que franquean una amplia investigación de la paternidad o maternidad y consagran
la imprescriptibilidad de la acción de reclamación, y lo que dispone el artículo 1.097 del
referido texto legal, que establece que los herederos representan a la persona del causante
y la noción general que los derechos y obligaciones son trasmisibles" (C. Suprema, 24 de
octubre de 2018, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/6047/2018, Rol Nº 16515-2018). En
tiempo más reciente ha retomado, con ligeras variantes de redacción, el considerando de
su sentencia de 2006: "[N]ada impide la existencia de excepciones a la regla general y es
así como, tratándose de la acción de reclamación de la filiación no matrimonial, el
artículo 206 del Código Civil, prevé dos situaciones especiales en que la transmisibilidad de
la acción a los herederos se encuentra sujeta a determinados parámetros. En efecto, en
dicha norma se contemplan los casos del hijo póstumo, esto es, el del nacido después del
fallecimiento del padre o madre y el del hijo cuyo padre o madre fallece dentro de los ciento
ochenta días siguientes al parto, hipótesis en que el hijo sólo puede demandar a los
herederos del presunto padre o madre fallecidos, en el término de tres años contados desde
la muerte del progenitor, o desde que el hijo alcance la plena capacidad, si a esa fecha no
lo era" (C. Suprema, 20 de agosto de 2019, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/5923/2019,
Rol Nº 9303-2019).

Artículo 318. El fallo pronunciado a favor o en contra de cualquiera de los herederos


aprovecha o perjudica a los coherederos que citados no comparecieron. 151

Artículo 319. La prueba de colusión en el juicio no es admisible sino dentro de los cinco
años subsiguientes a la sentencia.

Concordancias: Código Civil: artículos 49, 316 número 3º.

Artículo 320. Ni prescripción ni fallo alguno, entre cualesquiera otras personas que se
haya pronunciado, podrá oponerse a quien se presente como verdadero padre o madre del
que pasa por hijo de otros, o como verdadero hijo del padre o madre que le desconoce.

Las acciones que correspondan se ejercerán en conformidad con las reglas establecidas
en el Título VIII y, en su caso, se notificarán a las personas que hayan sido partes en el
proceso anterior de determinación de la filiación.152

Concordancias: Código Civil: artículos 315 y 220. Decreto Nº 830, Min. Relaciones
Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 7º y 8º.
Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículo 18.

D. LEY Nº 19.253 ESTABLECE NORMAS SOBRE PROTECCIÓN, FOMENTO Y


DESARROLLO DE LOS INDÍGENAS, Y CREA LA CORPORACIÓN NACIONAL DE
DESARROLLO INDÍGENA

Publicada en el Diario Oficial de 5 de octubre de 1993

Teniendo presente que el H. Congreso Nacional ha dado su aprobación al siguiente

Proyecto de ley:

TÍTULO I
DE LOS INDÍGENAS, SUS CULTURAS Y SUS COMUNIDADES

Párrafo 1º
Principios generales

Artículo 1º. El Estado reconoce que los indígenas de Chile son los descendientes de las
agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos,
que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias siendo para ellos la tierra el
fundamento principal de su existencia y cultura.

El Estado reconoce como principales etnias indígenas de Chile a: la Mapuche, Aimara,


Rapa Nui o Pascuenses, la de las comunidades Atacameñas, Quechuas, Collas y Diaguita
del norte del país, las comunidades Kawashkar o Alacalufe y Yámana o Yagán de los
canales australes. El Estado valora su existencia por ser parte esencial de las raíces de la
Nación chilena, así como su integridad y desarrollo, de acuerdo a sus costumbres y valores.

Es deber de la sociedad en general y del Estado en particular, a través de sus


instituciones respetar, proteger y promover el desarrollo de los indígenas, sus culturas,
familias y comunidades, adoptando las medidas adecuadas para tales fines y proteger las
tierras indígenas, velar por su adecuada explotación, por su equilibrio ecológico y propender
a su ampliación.

Concordancias: Código Civil: artículo 3º.

Párrafo 2º
De la Calidad de Indígena

Artículo 2º. Se considerarán indígenas para los efectos de esta ley, las personas de
nacionalidad chilena que se encuentren en los siguientes casos:

a) Los que sean hijos de padre o madre indígena, cualquiera sea la naturaleza de su
filiación, inclusive la adoptiva;
Se entenderá por hijos de padre o madre indígena a quienes desciendan de habitantes
originarios de las tierras identificadas en el artículo 12, números 1 y 2.

b) Los descendientes de las etnias indígenas que habitan el territorio nacional, siempre
que posean a lo menos un apellido indígena;

Un apellido no indígena será considerado indígena, para los efectos de esta ley, si se
acredita su procedencia indígena por tres generaciones, y

c) Los que mantengan rasgos culturales de alguna etnia indígena, entendiéndose por
tales la práctica de formas de vida, costumbres o religión de estas etnias de un modo
habitual o cuyo cónyuge sea indígena. En estos casos, será necesario, además, que se
autoidentifiquen como indígenas.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 10. Código Civil:


artículos 55, 56. Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y desarrollo de los indígenas,
D.O. 5.10.1993: artículo 12 números 1 y 2.

Artículo 3º. La calidad de indígena podrá acreditarse mediante un certificado que


otorgará la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena. Si ésta deniega el certificado, el
interesado, sus herederos o cesionarios podrán recurrir ante el Juez de Letras respectivo
quien resolverá, sin forma de juicio, previo informe de la Corporación.

Todo aquel que tenga interés en ello, mediante el mismo procedimiento y ante el Juez
de Letras respectivo, podrá impugnar la calidad de indígena que invoque otra persona,
aunque tenga certificado.

Concordancias: Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y desarrollo de los indígenas,


D.O. 5.10.1993: artículo 2º.

Artículo 4º. Para todos los efectos legales, la posesión notoria del estado civil de padre,
madre, cónyuge o hijo se considerará como título suficiente para constituir en favor de los
indígenas los mismos derechos y obligaciones que, conforme a las leyes comunes, emanen
de la filiación legítima y del matrimonio civil. Para acreditarla bastará la información
testimonial de parientes o vecinos, que podrá rendirse en cualquier gestión judicial, o un
informe de la Corporación suscrito por el Director.

Se entenderá que la mitad de los bienes pertenecen al marido y la otra mitad a su


cónyuge, a menos que conste que los terrenos han sido aportados por sólo uno de los
cónyuges.

Concordancias: Código Civil: artículos 304, 305, 310 a 316.

Jurisprudencia: 174. De la especialidad de las reglas contenidas en este artículo, y


de su aplicación preferente a las del Código Civil. Es esta una opinión que ha mantenido
la jurisprudencia, respecto de todas las leyes que han dado reglas especiales en esta
materia. Así lo ha recordado y reiterado la E xcma. Corte Suprema específicamente respecto
de este artículo 4º: "[D]ebe tenerse presente que la Ley de 4 de agosto de 1874 sobre
enajenación de terrenos situados en territorio araucano disponía en su artículo 9º que la
posesión notoria es bastante para comprobar las calidades de padre, madre, marido, mujer
o hijo. Es a propósito de esta disposición que se estimó, en su momento, por el autor Luis
Claro Solar que lo dispuesto en el antiguo artículo 312 del Código Civil que aludía a la
posesión notoria no era aplicable a los indígenas, en razón que era pertinente la normativa
especial (Claro Solar, L., Explicaciones de derecho civil chileno y comparado, t. III,
Santiago, Jurídica, 1992, Nº 1979, p. 104). Lo mismo fue ratificado por la Corte Suprema
en sentencia de 28 de agosto de 1931 (RDJ, t. XII, 2ª parte, sección 1ª, p. 33). Y ratificada
análoga jurisprudencia en el fallo de la Corte Suprema de 20 de octubre de 1916, RDJ,
t. XIV, sección 1ª, p. 285, indicando que en esos litigios debe aplicarse la ley indígena con
preferencia al Código Civil. Con posterioridad, se dictó el Decreto Nº 4.111 de 1931, cuyo
artículo 29 texto señalaba: 'La posesión notoria del estado de padre, madre, marido, mujer
o hijo, se considerará como título bastante para constituir a favor de los indígenas los
mismos derechos hereditarios que establecen las leyes comunes a favor de los padres,
cónyuges e hijos legítimos'. Existe, por ende, continuidad en la legislación especial indígena
en lo que refiere a que la posesión de estado detenta una regulación especial que constituye
un título para adquirir el estado de padre, madre, marido, mujer o hijo. Por lo mismo, el
representante del Ejecutivo, en la tramitación de la actual Ley Nº 19.253, hizo presente a la
Comisión que esta norma artículo 4º vigente estaba contemplada en el artículo 29 del
decreto Nº 4.111, de 1931, y 'sólo se pretendía mantener la legislación que por tanto tiempo
se les había aplicado'. De manera tal, que el artículo 4º de la Ley Nº 19.253 recoge una
legislación más que centenaria, que escapa al derecho común, constituyendo una
disposición especial que debe aplicarse con preferencia" (C. Suprema, 23 de junio de 2016,
cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/4537/2016, Rol Nº 19766-2015). Esta opinión la ha vuelto
a defender en sentencia posterior, que se remite la que queda citada, y transcribe sus
consideraciones de manera literal: "Que recientemente esta Corte ha tenido ocasión de
emitir pronunciamiento en relación con estas materias. En sentencia de 23 de junio del
presente año, dictada en causa rol ingreso Corte Nº 19766-2015, se sostuvo que debe
tenerse presente que la Ley de 4 de agosto de 1874, sobre enajenación de terrenos
situados en territorio mapuche, disponía en su artículo 9º que la posesión notoria es
bastante para comprobar las calidades de padre, madre, marido, mujer o hijo. Es a propósito
de esta disposición que esta Corte sostuvo, en sentencia de 28 de agosto de 1913 (RDJ,
t. XII, 2ª parte, sección 1ª, p. 33) que el antiguo artículo 312 del Código Civil que aludía a la
posesión notoria no era aplicable a los indígenas, en razón de que era pertinente la
normativa especial. Esta sentencia fue destacada por Claro Solar en sus Explicaciones de
derecho civil chileno y comparado, t. III, Santiago, Jurídica, 1992, Nº 1979, p. 104, y luego
ratificada en fallo de esta Corte Suprema de 20 de octubre de 1916 (RDJ, t. XIV, 2ª parte,
sección 1ª, p. 285), indicando que en esos litigios debe aplicarse la ley indígena con
preferencia al Código Civil. Con posterioridad, se dictó el Decreto Nº 4.111, de 1931, cuyo
artículo 29 señalaba: "La posesión notoria del estado de padre, madre, marido, mujer o hijo,
se considerará como título bastante para constituir a favor de los indígenas los mismos
derechos hereditarios que establecen las leyes comunes a favor de los padres, cónyuges
e hijos legítimos". Existe, por ende, continuidad en la legislación especial indígena en lo que
refiere a que la posesión tiene una regulación especial que constituye un título para adquirir
el estado de padre, madre, marido, mujer o hijo. Por lo mismo, el representante del
Ejecutivo, en la tramitación de la actual Ley Nº 19.253, hizo presente a la Comisión que
esta norma artículo 4º vigente estaba contemplada en el artículo 29 del Decreto Nº 4.111,
de 1931, y "sólo se pretendía mantener la legislación que por tanto tiempo se les había
aplicado". De manera tal, que el artículo 4º de la Ley Nº 19.253 recoge una legislación más
que centenaria, que escapa al derecho común, constituyendo una disposición especial que
debe aplicarse con preferencia" (C. Suprema, 15 de septiembre de 2016, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-2015). 175. Del entendimiento de la
expresión 'se considerará como título suficiente', como indicativa de que, acreditada
la posesión notoria, ha de tenerse por constituido el estado civil de que se trate. Tal
es la interpretación que le ha dado la Excma. Corte Suprema: "El texto actual de este precepto
dispone: 'Para todos los efectos legales, la posesión notoria del estado civil de padre,
madre, cónyuge o hijo se considerará como título suficiente para constituir en favor de los
indígenas los mismos derechos y obligaciones que, conforme a las leyes comunes, emanen
de la filiación legítima y del matrimonio civil. Para acreditarla bastará la información
testimonial de parientes o vecinos, que podrá rendirse en cualquier gestión judicial, o un
informe de la Corporación suscrito por el Director"'. La regla en cuestión señala que la
posesión notoria "se considerará como título suficiente", lo que cabe entender que
acreditada la posesión notoria, conforme la legislación especial, debe tenerse por
constituido el estado civil respectivo" (C. Suprema, 23 de junio de 2016, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/4537/2016, Rol Nº 19766-2015). 176. De los efectos de la regla
de este artículo 4º. La Excma. Corte Suprema ha entendido que esta disposición tiene dos
efectos manifiestos: 176.1. Permite que se demande la declaración de derechos sin que
se requiera el establecimiento previo de la filiación o matrimonio. Se ha declarado, así:
"Que la disposición transcrita tiene dos efectos manifiestos. En primer lugar, permite
demandar derechos que emanan de la filiación o del matrimonio sin que sea necesario el
previo establecimiento de la respectiva filiación o matrimonio. Así, por ejemplo, el indígena
que pretenda reclamar una herencia como hijo del causante, podrá interponer
derechamente la acción de petición de herencia aun cuando su filiación no esté reconocida.
Tal era precisamente la situación en el caso que resolvió esta Corte por la citada sentencia
de 28 de agosto de 1913" (C. Suprema, 15 de septiembre de 2016, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-2015). 176.2. Que la posesión notoria
de estado, acreditada por un medio especial, es fundamento de la acción que se
intente, en lugar de la filiación o del matrimonio. Tal es lo que ha precisado la misma
Corte: "En segundo lugar, el artículo 4º de la Ley Nº 19.253 prescribe para tales casos,
primero, que 'la posesión notoria del estado civil de padre, madre, cónyuge o hijo' servirá
de fundamento de la acción intentada en lugar de la filiación o del matrimonio y, segundo,
que dicha posesión notoria se acreditará con 'la información testimonial de parientes o
vecinos, que podrá rendirse en cualquier gestión judicial, o un informe de la Corporación
suscrito por el Director'" (C. Suprema, 15 de septiembre de 2016, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-2015). 177. Las personas situadas en
el supuesto de este artículo no está obligadas a recurrir a un juicio de filiación
fundado en las acciones previstas en el Código Civil, e incluso pueden establecer su
filiación en una gestión voluntaria. Es ésta una consecuencia de la especialidad de este
artículo 4º, y también de su texto que permite que se acredite la posesión de estado "en
cualquier gestión judicial". Así lo ha declarado la Excma. Corte Suprema, al casar una
sentencia de la Iltma. Corte de Apelaciones de Temuco (21 de agosto de 2015), que había
sostenido la opinión contraria: "[A]grega el precepto en relación a las condiciones
especiales que configuran la posesión de estado que 'podrá rendirse en cualquier gestión
judicial', lo que descarta lo indicado por la sentencia recurrida en cuanto a la obligatoriedad
de someterse a un juicio de filiación de acuerdo a las acciones tratadas en el Código Civil
ante un tribunal de familia. En definitiva, el artículo 4º de la Ley Nº 19.253 prima por sobre
la legislación común no sólo en cuanto a los antecedentes necesarios para tener por
establecida la posesión de estado y, en la especie, dar lugar al reconocimiento de la filiación
del requirente, sino que también en forma expresa indica que la constitución del estado de
filiación puede verificarse no sólo mediante un juicio con legítimo contradictor, sino que en
cualquier gestión judicial, como lo es el presente procedimiento voluntario" (C. Suprema, 23
de junio de 2016, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/4537/2016, Rol Nº 19766-2015). Esta
opinión la ha confirmado, de modo expreso, el mismo tribunal en sentencia posterior: "Resta
examinar si la citada disposición tiene el efecto adicional de permitir el establecimiento de
la filiación (o eventualmente del matrimonio en un caso distinto del que se discute) en un
procedimiento voluntario sin legítimo contradictor. Sexto: Que esta Corte confirma el criterio
establecido en el pasado, más recientemente expresado en la citada sentencia de 23 de
junio del presente año, en causa rol ingreso Corte Nº 19766-2015, según el cual es posible
establecer la filiación mediante gestión voluntaria" (C. Suprema, 15 de septiembre de 2016,
cons. 5º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-2015). 178. Sólo puede
solicitar el establecimiento de su filiación en un procedimiento voluntario el indígena
que no tenga determinada su filiación. Así lo ha precisado la Excma. Corte Suprema,
fundada en la regla del artículo 208 del Código Civil: "También resulta pertinente lo
establecido en el artículo 208 del Código Civil, en el sentido que 'Si estuviese determinada
la filiación de una persona y quisiere reclamarse otra distinta, deberán ejercerse
simultáneamente las acciones de impugnación de la filiación existente y de reclamación de
la nueva filiación'. En consecuencia, sólo puede solicitar la declaración de filiación en
procedimiento voluntario el indígena que no tenga ya determinada su filiación" (C. Suprema,
15 de septiembre de 2016, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-
2015). 179. Puede recurrir al procedimiento voluntario quien no ha acreditado la
calidad de indígena según el artículo 3º de la Ley Nº 19.253, cuando dicha calidad
dependa exclusivamente de la filiación que busca establecer. En este sentido se ha
pronunciado la Excma. Corte Suprema: "Que, establecida la posibilidad de obtener sentencia
declarativa de filiación en procedimiento voluntario bajo el artículo 4º de la Ley Nº 19.253,
resulta necesario examinar si puede recurrir a dicho procedimiento quien no haya
acreditado la calidad de indígena de conformidad con el artículo 3º de la citada ley, cuando
dicha calidad dependa exclusivamente de la filiación que busca establecer. El artículo 2º
letra a) de la Ley Nº 19.253 dispone que 'Se considerarán indígenas para los efectos de
esta ley, las personas de nacionalidad chilena que se encuentren en los siguientes casos:
a) Los que sean hijos de padre o madre indígena, cualquiera sea la naturaleza de su
filiación, inclusive la adoptiva'. A su vez, el artículo 3º de la misma ley prescribe que 'La
calidad de indígena podrá acreditarse mediante un certificado que otorgará la Corporación
Nacional de Desarrollo Indígena'. Es posible que cuando una persona pretenda la calidad
de indígena fundado en su filiación, la Corporación no emita el certificado correspondiente
mientras dicha filiación no haya sido establecida por sentencia judicial. En tal caso, la falta
de este certificado no impide la aplicación del artículo 4º de la Ley Nº 19.253. En primer
lugar, el propio artículo 3º de esta ley permite recurrir al juez en caso de que la Corporación
deniegue la entrega del certificado. En segundo lugar, cuando la Corporación informa
favorablemente la solicitud de posesión notoria de la calidad de hijo de un indígena,
manifiesta con ello categóricamente su opinión sobre la calidad de indígena del solicitante.
Por último, la aplicación del artículo 4º de la citada ley no se determina irrevocablemente al
inicio del respectivo procedimiento voluntario, sino solo al dictarse sentencia. La que acoge
la solicitud tiene por tanto establecido, en un mismo acto, la filiación y el carácter indígena
del solicitante" (C. Suprema, 15 de septiembre de 2016, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-2015). 180. La filiación establecida
por vía voluntaria, según este artículo 4º, no produce efectos erga omnes. Tal es la
doctrina que ha sentado la Excma. Corte Suprema fundada, sobre todo, en que el artículo 316
del Código Civil exige que, para que la sentencia produzca efectos erga omnes, se haya
pronunciado contra legítimo contradictor: "[Lo dispuesto en el artículo 316 del Código Civil
tiene un efecto importante para la filiación establecida por vía voluntaria de conformidad
con el artículo 4º de la Ley Nº 19.253. En lo pertinente, dicho artículo 316 establece que los
fallos que declaran verdadera la paternidad o maternidad del hijo valen respecto de todos
relativamente a los efectos que dicha paternidad o maternidad acarrea, siempre que 'se
hayan pronunciado contra legítimo contradictor'. En la medida en que la gestión voluntaria
de que se trata no se pronuncia contra contradictor alguno, la filiación establecida por esta
vía podrá ser discutida judicialmente por quienes estimen que sus derechos han sido
afectados por ella. Si así no fuera, una persona podría verse privada de sus derechos sin
haber tenido oportunidad de controvertir en juicio la prueba aportada para acreditar la
posesión notoria del estado civil" (C. Suprema, 15 de septiembre de 2016, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6438/2016, Rol Nº 20175-2015).

Artículo 12. Son tierras indígenas:

1º Aquellas que las personas o comunidades indígenas actualmente ocupan en


propiedad o posesión provenientes de los siguientes títulos:

a) Títulos de comisario de acuerdo a la ley de 10 de junio de 1823.

b) Títulos de merced de conformidad a las leyes de 4 de diciembre de 1866; de 4 de


agosto de 1874, y de 20 de enero de 1883.

c) Cesiones gratuitas de dominio efectuadas conforme a la Ley Nº 4.169, de 1927; Ley


Nº 4.802, de 1930; Decreto Supremo Nº 4.111, de 1931; Ley Nº 14.511, de 1961, y Ley
Nº 17.729, de 1972, y sus modificaciones posteriores.

d) Otras formas que el Estado ha usado para ceder, regularizar, entregar o asignar tierras
a indígenas, tales como, la Ley Nº 16.436, de 1966; Decreto Ley Nº 1.939, de 1977, y
Decreto Ley Nº 2.695, de 1979, y

e) Aquellas que los beneficiarios indígenas de las Leyes Nº 15.020, de 1962, y Nº 16.640,
de 1967, ubicadas en las Regiones VIII, IX y X, inscriban en el Registro de Tierras
Indígenas, y que constituyan agrupaciones indígenas homogéneas lo que será calificado
por la Corporación.

2º Aquellas que históricamente han ocupado y poseen las personas o comunidades


mapuches, aimaras, rapa nui o pascuenses, atacameñas, quechuas, collas, kawashkar y
yámana, siempre que sus derechos sean inscritos en el Registro de Tierras Indígenas que
crea esta ley, a solicitud de las respectivas comunidades o indígenas titulares de la
propiedad.

Concordancias: Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y desarrollo de los indígenas,


D.O. 5.10.1993: artículo 2º letra a).

E. LEY Nº 20.609 ESTABLECE MEDIDAS CONTRA LA DISCRIMINACIÓN

Publicada en el Diario Oficial de 24 de julio de 2012

Teniendo presente que el H. Congreso Nacional ha dado su aprobación al siguiente

Proyecto de ley:
TÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 1º. Propósito de la ley. Esta ley tiene por objetivo fundamental instaurar un
mecanismo judicial que permita restablecer eficazmente el imperio del derecho toda vez
que se cometa un acto de discriminación arbitraria.

Corresponderá a cada uno de los órganos de la Administración del Estado, dentro del
ámbito de su competencia, elaborar e implementar las políticas destinadas a garantizar a
toda persona, sin discriminación arbitraria, el goce y ejercicio de sus derechos y libertades
reconocidos por la Constitución Política de la República, las leyes y los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º, 19 número 3º.

Jurisprudencia: 181. Finalidad de la ley y garantía específica del artículo 19 número 2


de la Constitución. La Excma. Corte Suprema ha precisado que la Ley Nº 20.609: "[T]iene
por objeto fundamental instaurar un mecanismo judicial que permita restablecer
eficazmente el imperio del derecho ante la existencia de una discriminación arbitraria,
materializando una vía de cautela específica en relación a la garantía constitucional
reconocida en el artículo 19 Nº 2, disposición que consagra la igualdad ante la ley. Es así
como, sobre la base del respeto a la garantía en comento, todas las personas deben recibir
un trato igualitario" (C. Suprema, 28 de noviembre de 2019, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/11913/2019, Rol Nº 33594-2018).

Artículo 2º. Definición de discriminación arbitraria. Para los efectos de esta ley, se
entiende por discriminación arbitraria toda distinción, exclusión o restricción que carezca de
justificación razonable, efectuada por agentes del Estado o particulares, y que cause
privación, perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales
establecidos en la Constitución Política de la República o en los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, en particular
cuando se funden en motivos tales como la raza o etnia, la nacionalidad, la situación
socioeconómica, el idioma, la ideología u opinión política, la religión o creencia, la
sindicación o participación en organizaciones gremiales o la falta de ellas, el sexo, la
maternidad, la lactancia materna, el amamantamiento, la orientación sexual, la identidad de
género, el estado civil, la edad, la filiación, la apariencia personal y la enfermedad o
discapacidad.153

Las categorías a que se refiere el inciso anterior no podrán invocarse, en ningún caso,
para justificar, validar o exculpar situaciones o conductas contrarias a las leyes o al orden
público.

Se considerarán razonables las distinciones, exclusiones o restricciones que, no


obstante fundarse en alguno de los criterios mencionados en el inciso primero, se
encuentren justificadas en el ejercicio legítimo de otro derecho fundamental, en especial los
referidos en los números 4º, 6º, 11º, 12º, 15º, 16º y 21º del artículo 19 de la Constitución
Política de la República, o en otra causa constitucionalmente legítima.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º, 19 números 3º, 4º,
6º, 11º, 12º, 15º, 16º y 21º. Código Civil: artículos 20, 25, 33, 55, 57, 179, 997, 998. Decreto
Nº 5.142, Fija el texto refundido de las disposiciones sobre nacionalización de extranjeros,
D.O. 30.05.2000: artículo 11, inciso 2º. Ley Nº 19.712, ley del deporte, D.O. 9.02.2001:
artículo 40 P inciso 1º, número 5. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de
oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículos:
1º, 6º letra a), 7º, 8º, 9º inciso 3º, 30 inciso 4º, 43 letra a).

Jurisprudencia: 182. La ley proscribe la discriminación arbitraria, esto es, la


distinción carente de racionalidad. La jurisprudencia se ha ocupado en destacar que la
Ley Nº 20.609 no proscribe toda distinción, sino sólo aquellas que caben en su noción de
"discriminación arbitraria", entendida ésta como una distinción que carece de fundamento
de razón: "Interesa destacar que, como es evidente, la vida en sociedad implica la
existencia de diferenciación, en tanto supone elecciones que se determinan en la
cotidianeidad; sin embargo, lo que la ley proscribe, es la discriminación arbitraria, esto es,
aquella distinción carente de racionalidad, que no tiene otra justificación que no sea el mero
capricho de quien la ejecuta. Es en este contexto que el artículo 2º antes trascrito entrega
criterios orientadores, que permiten asentar una discriminación arbitraria, entre los que se
encuentra la discapacidad. En efecto, cualquier distinción, exclusión o restricción de
derechos que se realice entre las personas sobre la base de la discapacidad, que no tenga
sustento en la razón, constituye el acto que la ley sanciona" (C. Suprema, 28 de noviembre
de 2019, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/11913/2019, Rol Nº 33594-2018). 183. Sólo es
arbitraria la distinción que carece de justificación razonable y cuya consecuencia es
la privación, perturbación o amenaza en el ejercicio de derechos fundamentales
establecidos por la Constitución o por ciertos Tratados. Así, sobre la base del texto
legal, lo ha precisado la Excma. Corte Suprema: "[N]o toda distinción es arbitraria, sino sólo
aquellas que carezcan de justificación razonable y que, asimismo, prive, perturbe o
amenace el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales que establece la Constitución
y los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos ratificados por Chile y que se
encuentren vigentes" (C. Suprema, 6 de julio de 2016, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/4789/2016, Rol Nº 16940-2016). En relación con esta última
exigencia, se ha reiterado: "Que la acción u omisión discriminatoria para ser sancionable
conforme a la citada ley, debe vulnerar necesariamente un derecho fundamental
establecido en la Constitución Política de la República o en los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes" (C. Suprema,
25 de julio de 2018, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/3928/2018, Rol Nº 41388-2017). En
igual sentido se ha reiterado: "Que, la acción u omisión discriminatoria para ser sancionable
conforme a la citada ley, debe vulnerar necesariamente un derecho fundamental
establecido en la Constitución Política de la República o en los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, referencia
que, en el caso concreto, debe entenderse efectuada, como se dijo, a la Convención
Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las
Personas con Discapacidad y a la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad" (C. Suprema, 10 de octubre de 2019, cons. 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/5958/2019, Rol Nº 8034-2018). 184. De lo que ha de entenderse
por "justificación razonable". En el último tiempo la Excma. Corte Suprema ha asumido los
principios que, en relación con esta cuestión, ha asentado la jurisprudencia constitucional.
Así entiende que la justificación razonable exige la existencia de razones objetivas, y que
la diferencia de trato fundada en ellas aparezca como lícita, necesaria y sujeta a examen
de proporcionalidad: "[E]l Tribunal Constitucional, en varios fallos, explica que el trato
distinto se justifica en la medida en que las situaciones fácticas se diferencien por
cuestiones objetivas y relevantes, no deben importar un favor o privilegio personal o de
grupos indebido; esa diferencia debe ser lícita, razonable y necesaria y debe pasar el
examen de proporcionalidad (Tribunal Constitucional Roles Nºs. 755, 790, 1138 y 1140).
En palabras del Tribunal Constitucional español, "no toda desigualdad de trato resulta
contraria al principio de igualdad, sino aquella que se funda en una diferencia de supuestos
de hecho injustificados de acuerdo con criterios o juicios de valor generalmente aceptados"
(STC 128/1987)" (C. Suprema, 28 de noviembre de 2019, cons. 12º,
LegalPublishing: CL/JUR/11913/2019, Rol Nº 33594-2018). En opinión de algunos
tribunales de alzada, la justificación razonable implica la necesidad de una fundamentación
o antecedente que exprese la causa de la decisión adoptada, y que ésta sea comprensible
para aquel a quien está destinada. En tal sentido la Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso
ha declarado que: "[E]l elemento fundamental que debe considerarse para que estemos
frente a una discriminación arbitraria, es que exista en la actuación del órgano activo una
distinción, exclusión o restricción que "carezca de justificación razonable", esto es, que la
misma no contenga un fundamento, explicación o antecedente en que se exprese la causa
o el motivo de algo que se está resolviendo y que la misma sea incomprensible para su
receptor" (C. Apelaciones de Valparaíso, 6 de marzo de 2015, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/1324/2015, Rol Nº 2476-2014). 184.1. El examen de
proporcionalidad. En cuanto a esta exigencia, se la ha explicado de acuerdo con la opinión
de algún autor: "[A]l respecto, el autor Rubén Saavedra Fernández al concretar el principio
de razonabilidad o interdicción de la arbitrariedad, señala que: "En virtud del test de
racionalidad el tribunal deberá verificar: a) si la realidad de los hechos ha sido respetada
por la Administración. La Administración no puede crear los hechos; b) Si se ha tomado o
no en consideración por la Administración algún factor jurídicamente relevante o se ha
introducido en el procedimiento de formación de la decisión un factor que no lo sea (...) c) si
se ha tenido en cuenta por la Administración el mayor valor que puede otorgar el
ordenamiento a uno de estos factores, y d) si, en caso de tener todos los factores de
obligada consideración el mismo valor jurídico, la Administración ha razonado o no la
adopción de una solución o si el razonamiento aportado adolece de errores lógicos o, en
fin, resulta inconsistente con la realidad de los hechos" (...) "... la decisión adoptada por la
Administración, aún debe ser confrontada con un segundo test, en este caso de
razonabilidad. Mediante éste, el juez analizará si la decisión administrativa, a) adolece de
incoherencia por su notoria falta de adecuación al fin de la norma, es decir, de aptitud
objetiva para satisfacer dicho fin y b) si la decisión resulta claramente desproporcionada",
("Discrecionalidad Administrativa. Doctrina y Jurisprudencia", Abeledo Perrot, Legal
Publishing Chile, año 2011, páginas 124 y siguientes)" (C. Suprema, 28 de noviembre de
2019, cons. 13º, LegalPublishing: CL/JUR/11913/2019, Rol Nº 33594-2018). 184.2. La
legitimidad del fin perseguido. La Excma. Corte Suprema, igualmente, ha asumido la
opinión según la cual, para que la distinción no sea arbitraria, requiere que el fin perseguido
con ella sea legítimo: "Que, como ha dicho la jurisprudencia internacional, para que el trato
diferenciado no constituya discriminación, no sólo requiere de una justificación objetiva y
razonable, sino también, debe perseguir un fin legítimo. (Nash, Claudio y David, Valeska,
"Igualdad y no Discriminación en el sistema interamericano de derechos humanos", en
Nash, Claudio y Mujica, Ignacio (eds.) "Derechos humanos y juicio justo", Lima, Colam, pág.
169, citado en "Análisis crítico de la acción de no discriminación arbitraria a la luz de los
primeros casos", Anuario de Derechos Humanos, Nº 10, 2014, páginas 127 237, Casas y
Lagos)" (C. Suprema, 28 de noviembre de 2019, cons. 14º,
LegalPublishing: CL/JUR/11913/2019, Rol Nº 33594-2018). 185. Toca al juez ponderar, en
relación con el inciso final, los derechos que eventualmente pudieren estar en
conflicto. En este sentido se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema: "[S]e consideran
razonables las distinciones, exclusiones o restricciones que se encuentran justificadas en
el ejercicio legítimo de otro derecho fundamental, en especial los referidos en los
números 4º, 6º, 11º, 12º, 15º, 16º y 21º del artículo 19 de la Constitución Política de la
República, o en otra causa constitucionalmente legítima. Dicho inciso generó en el
Parlamento fuertes discusiones de orden constitucional, por cuanto se había estipulado que
'siempre' serían razonables las discriminaciones basadas en estos derechos. De esta
forma, se estimó que se establecía legalmente una preferencia respecto de los derechos
constitucionales, dejando al derecho de la igualdad ante la ley en una posición desmejorada
en relación a los demás derechos constitucionales, y aún más, se generaba una presunción
de derecho que no permitía generar pruebas para verificar que un acto basado en los
derechos enumerados en el artículo 2º inciso tercero, pudieran ser discriminatorios, ya que
la ley los estimaba justificados por el solo hecho de basarse en estos derechos
constitucionales. Esta misma circunstancia provocaba que la carga de la prueba, en el caso
de considerarse sólo como presunción simplemente legal, recayera sobre la víctima, hecho
contrario a las normas internacionales vigentes al respecto. Por ello, la Comisión Mixta
eliminó el vocablo 'siempre', evitando la presunción de derecho y dejó en manos del juez la
tarea de ponderar los distintos derechos constitucionales que pudieran estar en conflicto.
(http://www.bcn.cl/historiadelaley/nc/historia de la ley/4516/)" (C. Suprema, 6 de julio de
2016, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/4789/2016, Rol Nº 16940-2016). 186. No es
razonable una justificación sospechosa de ser vulneradora de derechos
fundamentales. Así lo ha declarado el Excmo. Tribunal Constitucional, en relación con la
distinción entre nacionales y extranjeros: "Que esta normativa califica de discriminación
arbitraria la realización de distinciones, exclusiones o restricciones que carezcan de
justificación razonable. Parte de esta justificación no puede encontrarse en distinciones
odiosas o sospechosas de ser vulneradoras de derechos fundamentales, dentro de las
cuales se encuentran tres categorías que usualmente se presentan en la persona del
extranjero y específicamente en el caso de esta causa: raza, nacionalidad e idioma"
(T. Constitucional, 4 de julio de 2013, cons. 33º, LegalPublishing: CL/JUR/1612/2013, Rol
Nº 2273-2012). 187. Corresponde a quien alega la razonabilidad de la distinción, su
prueba. Se ha declarado, así: "Que, afirmando la demandada, que su proceso de selección
se ampara en la causal de excepción del inciso tercero del artículo 2º de la Ley Nº 20.609,
correspondía a ella el peso de la prueba de acreditar la razonabilidad, objetividad y
transparencia del proceso de selección implementado, y constando en autos, como así se
consignó en el considerando undécimo de la sentencia recurrida, que la demandada no
acompañó los antecedentes del proceso, no es posible entrar al análisis de la excepción
hecha valer por la demandada, toda vez que para poder pronunciarse sobre la misma era
necesario que se acreditaran los supuestos que la sustentan, acompañándose los
antecedentes completos del proceso de selección, única forma a través de la cual el tribunal
podía evaluar si se configuraban los supuestos de la excepción prevista en el inciso 3º del
artículo 2º de la Ley Nº 20.609" (C. Apelaciones de Temuco, 22 de febrero de 2016,
cons. 14º, LegalPublishing: CL/JUR/1205/2016, Rol Nº 79-2016). En igual sentido se ha
inclinado la Excma. Corte Suprema: "[A]unque no lo diga explícitamente la ley en comento,
tratándose de una denuncia de lesión a derechos fundamentales, el peso de la prueba ha
de recaer en el denunciado, quien deberá probar los fundamentos, la razonabilidad y
proporcionalidad de la medida impugnada siempre que existan indicios de tal vulneración"
(C. Suprema, 21 de junio de 2018, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/3142/2018, Rol
Nº 38521-2017). 188. De la "identidad de género" como motivo que puede dar pie a
una discriminación arbitraria. La Excma. Corte Suprema ha precisado que: "[L]a identidad
de género es una de tales motivaciones, y debe entenderse por tal, conforme la definición
dada por la Unidad LGTBI (lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersex) de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, como la vivencia interna e individual del género tal
como cada persona la siente profundamente, que puede corresponder o no con el sexo
asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que puede
involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios médicos,
quirúrgicos o de otra índole, siempre que sea libremente escogida) y otras expresiones de
género, que comprende la vestimenta, el modo de hablar y los modales. El transgenerismo,
por su parte, es un término que se usa para describir las diferentes variantes de la identidad
de género, cuyo común denominador es la disconformidad entre el sexo biológico de la
persona y la identidad de género que de manera tradicional ha sido asignado a éste; siendo
la intervención médica hormonal, quirúrgica o ambas que adecue la apariencia física
biológica a la realidad psíquica, emocional, espiritual y social, sólo una opción para construir
la identidad; y existe cierto consenso en los especialistas en la materia que para referirse o
autoreferirse a las personas transgénero, es correcto referirse como mujeres trans cuando
el sexo biológico es de hombre y la identidad de género es femenina; hombres trans si el
sexo biológico es de mujer y la identidad de género es masculina; y persona trans o trans
cuando no existe convicción de identificarse dentro de la categorización binaria masculino
femenino" (C. Suprema, 19 de diciembre de 2017, cons. 1º,
LegalPublishing: CL/JUR/8084/2017, Rol Nº 38238-2016). En una línea similar, la Iltma. Corte
de Apelaciones había declarado que: "[E]specíficamente, en identidad de género, la Ley
Nº 20.609 que establece medidas contra la discriminación, reconoce expresamente la
valoración y protección jurídica de la 'identidad de género', prohibiendo discriminaciones
sobre tal base, de conformidad a su artículo 2º inciso primero, y en su artículo 17 que
modifica en la línea expresada el artículo 12 del Código Penal. El derecho a la identidad de
género importa que toda persona tiene derecho al libre desarrollo de su personalidad
conforme a su propia equivalencia de género, con independencia de cuál sea su sexo
biológico, genético, anatómico, morfológico, hormonal, de asignación u otro. Así, este
derecho incluye el de ser identificado de forma que se reconozca plenamente la identidad
de género propia y la consonancia entre esta identidad y el nombre y sexo señalado en los
documentos identificatorios de la persona, sean las actas del Registro de Estado Civil, los
documentos de identidad, electorales, de viaje u otros" (C. Apelaciones de Santiago, 29 de
marzo de 2016, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/4407/2016, Rol Nº 13001-
2015). 189. De la discapacidad como motivo que puede dar causa a una
discriminación arbitraria. Las personas con discapacidad gozan de los mismos derechos
que las demás personas y no pueden ser objeto de discriminaciones arbitrarias. La
jurisprudencia en este punto ha asumido las reglas del derecho internacional reconocidas
por el Estado de Chile: "[C]omo esta Corte señaló recientemente en autos Rol Nº 41388-
17, a la luz de la normativa internacional transcrita, es dable concluir que las personas con
capacidades especiales gozan de los mismos derechos fundamentales que todo ser
humano, que deben ser respetados, y que cualquier acto u omisión que se traduzca en una
discriminación en razón de su discapacidad, afecta no solo su dignidad sino la igualdad en
el ejercicio de dichos derechos; y, atendido lo dispuesto en el artículo 5, inciso 2º, de la
Constitución Política de la República, configura lo que se denomina "bloque constitucional
de derechos fundamentales", que la doctrina lo entiende como "...el conjunto de derechos
de la persona (atributos) asegurados por fuente constitucional o por fuentes del derecho
internacional de los derechos humanos (tanto el derecho convencional como el derecho
consuetudinario y los principios de ius cogens) y los derechos implícitos, expresamente
incorporados a nuestro ordenamiento jurídico por vía del artículo 29 literal c) de la CADH,
todos los cuales, en el ordenamiento constitucional chileno, constituyen límites a la
soberanía, como lo especifica categóricamente el artículo 5º inciso segundo de la
Constitución chilena vigente" (Nogueira A., Humberto, "Los derechos económicos, sociales
y culturales como derechos fundamentales efectivos en el constitucionalismo democrático
latinoamericano", En: Estudios Constitucionales, año 7, Nº 2, 2009, p. 149)" (C. Suprema,
10 de octubre de 2019, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/5958/2019, Rol Nº 8034-2018).
TÍTULO II
LA ACCIÓN DE NO DISCRIMINACIÓN ARBITRARIA

Artículo 3º. Acción de no discriminación arbitraria. Los directamente afectados por una
acción u omisión que importe discriminación arbitraria podrán interponer la acción de no
discriminación arbitraria, a su elección, ante el juez de letras de su domicilio o ante el del
domicilio del responsable de dicha acción u omisión.

Concordancias: Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación,


D.O. 24.07.2012: artículo 2º.

Artículo 4º. Legitimación activa. La acción podrá interponerse por cualquier persona
lesionada en su derecho a no ser objeto de discriminación arbitraria, por su representante
legal o por quien tenga de hecho el cuidado personal o la educación del afectado,
circunstancia esta última que deberá señalarse en la presentación.

También podrá interponerse por cualquier persona a favor de quien ha sido objeto de
discriminación arbitraria, cuando este último se encuentre imposibilitado de ejercerla y
carezca de representantes legales o personas que lo tengan bajo su cuidado o educación,
o cuando, aun teniéndolos, éstos se encuentren también impedidos de deducirla.

Concordancias: Código Civil: artículos 43, 224, 225, 226, 236, 237.

Artículo 5º. Plazo y forma de interposición. La acción deberá ser deducida dentro de
noventa días corridos contados desde la ocurrencia de la acción u omisión discriminatoria,
o desde el momento en que el afectado adquirió conocimiento cierto de ella. En ningún caso
podrá ser deducida luego de un año de acontecida dicha acción u omisión.

La acción se interpondrá por escrito, pudiendo, en casos urgentes, interponerse


verbalmente, levantándose acta por la secretaría del tribunal competente.

Concordancias: Código Civil: artículo 49. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la
discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 6º letra e).

Artículo 6º. Admisibilidad. No se admitirá a tramitación la acción de no discriminación


arbitraria en los siguientes casos:

a) Cuando se ha recurrido de protección o de amparo, siempre que tales acciones hayan


sido declaradas admisibles, aun cuando el recurrente se haya desistido. Tampoco se
admitirá cuando se haya requerido tutela en los términos de los artículos 485 y siguientes
del Código del Trabajo.

b) Cuando se impugnen los contenidos de leyes vigentes.

c) Cuando se objeten sentencias emanadas de los tribunales creados por la Constitución


o la ley.

d) Cuando carezca de fundamento. El juez deberá decretarla por resolución fundada.


e) Cuando la acción haya sido deducida fuera de plazo.

Si la situación a que se refiere la letra a) se produce después de que haya sido admitida
a tramitación la acción de no discriminación arbitraria, el proceso iniciado mediante esta
última acción terminará por ese solo hecho.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 20, 21. Código del Trabajo:
artículos 485 y ss. Código Civil: artículos 1º, 3º, 6º, 8º. Ley Nº 20.609, establece medidas
contra la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 5º.

Artículo 7º. Suspensión provisional del acto reclamado. En cualquier momento del juicio,
el recurrente podrá solicitar la suspensión provisional del acto reclamado, y el tribunal
deberá concederla cuando, además de la apariencia de derecho, su ejecución haga inútil
la acción o muy gravosa o imposible la restitución de la situación a su estado anterior.

El tribunal podrá revocar la suspensión provisional del acto reclamado, de oficio o a


petición de parte y en cualquier estado del procedimiento, cuando no se justifique la
mantención de la medida.

Artículo 8º. Informes. Deducida la acción, el tribunal requerirá informe a la persona


denunciada y a quien estime pertinente, notificándolos personalmente. Los informes
deberán ser evacuados por los requeridos dentro de los diez días hábiles siguientes a la
respectiva notificación. Cumplido ese plazo, el tribunal proseguirá la tramitación de la causa,
conforme a los artículos siguientes, aun sin los informes requeridos.

Concordancias: Código Civil: artículo 49. Código de Procedimiento Civil: artículo 40.

Artículo 9º. Audiencias. Evacuados los informes, o vencido el plazo para hacerlo, el
tribunal fijará una audiencia para el quinto día hábil contado desde la última notificación que
de esta resolución se haga a las partes, la que se practicará por cédula.

Dicha audiencia tendrá lugar con la parte que asista. Si lo hacen todas ellas, el tribunal
las llamará a conciliación.

Si una de las partes no asiste o si concurriendo ambas no se produce la conciliación, el


tribunal, en la misma audiencia, citará a las partes a oír sentencia si no hubiere hechos
sustanciales, pertinentes y controvertidos. Si los hubiere, en la misma audiencia recibirá la
causa a prueba, resolución que podrá impugnarse mediante reposición y apelación
subsidiaria, la que se concederá en el solo efecto devolutivo. Estos recursos deberán
deducirse dentro del tercer día hábil contado desde el término de la audiencia.

Recibida la causa a prueba, las partes tendrán el plazo de tres días hábiles para proponer
al tribunal los medios de prueba de los cuales pretenden valerse, debiendo presentar una
lista de testigos si desean utilizar la prueba testimonial. Acto seguido, el tribunal dictará una
resolución fijando la fecha para la realización de la audiencia de recepción de las pruebas,
que deberá tener lugar entre el quinto y el décimo quinto día hábil posterior a dicha
resolución. Si tal audiencia no fuere suficiente para recibir todas las pruebas que fueren
procedentes o si las partes piden su suspensión por motivos fundados o de común acuerdo,
lo que podrán hacer sólo por una vez, se fijará una nueva audiencia para dentro de los cinco
días hábiles siguientes a la fecha de la anterior. Finalizada la última audiencia de prueba,
el tribunal deberá citar a las partes a oír sentencia.

Concordancias: Código Civil: artículo 49. Código de Procedimiento Civil: artículos 44, 432.
Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 8º.

Artículo 10. Prueba. Serán admitidos todos los medios de prueba obtenidos por medios
lícitos que se hubieren ofrecido oportunamente y que sean aptos para producir fe. En cuanto
a los testigos, cada parte podrá presentar un máximo de dos de ellos por cada punto de
prueba. No habrá testigos ni peritos inhábiles, lo que no obsta al derecho de cada parte de
exponer las razones por las que, a su juicio, la respectiva declaración no debe merecer fe.

El tribunal apreciará la prueba conforme a las reglas de la sana crítica.

Concordancias: Código de Procedimiento Civil: artículos 341 y ss.

Jurisprudencia: 190. De la carga de la prueba que, por aplicación de las reglas


generales, toca al actor. Como sobre esta materia la Ley Nº 20.609 no contiene normas
propias, han de aplicarse las de carácter general. Así se ha declarado que: "[S]e debe
señalar que la Ley Nº 20.609 no contiene normas especiales referidas a la carga de la
prueba, por lo que debe aplicarse al respecto, las reglas generales sobre la materia. De
este modo, empece al actor acreditar no tan sólo la existencia de un acto arbitrario cometido
a su respecto, sino que, además, que dicho acto arbitrario ha sido cometido en razón o
como consecuencia directa de sus creencias, de su raza, de su condición socioeconómica,
sexo, orientación sexual, o de otro de los motivos indicados en la ley" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 16 de febrero de 2015, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/841/2015, Rol
Nº 2229-2014). En igual sentido se ha declarado, más exiguamente: "Que le correspondía
a la actora la carga de la prueba" (C. Apelaciones de Rancagua, 21 de noviembre de 2014,
cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/8920/2014, Rol Nº 2801-2014). Por otra parte, se ha
advertido que no existe elemento alguno que permita sostener que, en esta materia, se han
alterado las reglas generales: "si se considerase que en la especie existe una completa
insuficiencia probatoria que impide simplemente dar por probado hecho alguno,
correspondería imponer las consecuencias de la falta de prueba a los actores en tanto ellos
soportaban la carga de probar al menos el hecho constitutivo de su demanda tantas veces
referido, no existiendo norma alguna que permita entender alterada esta regla básica del
Derecho procesal, además expresamente prevista en nuestro Derecho en el artículo 1698
del Código Civil. En efecto, lo precedente no es sino la aplicación de la regla que establece
que el peso de la prueba de los hechos constitutivos de la pretensión lo deben soportar los
actores, y consecuentemente son estos los que deben asumir las consecuencias
procesales adversas frente a una eventual insuficiencia probatoria al respecto. Cabe
plantearse, por último, si el juzgador podía llegar a alterar o modificar la regla de carga
probatoria explicada o entender aplicable una diversa, atendida la naturaleza del asunto de
que se trata, en cuanto está referida a la tutela de derechos fundamentales y no a la tutela
de derechos subjetivos en el ámbito del Derecho privado. Y lo cierto es que habrá de
convenirse en que una cosa como la indicada no parece en general plausible, salvo cuando
el legislador procesal contemple algún régimen específico en que la regla esencial de carga
subjetiva de la prueba pueda verse modificada o contemple algunas presunciones
específicamente destinadas a eximir de la carga de la prueba respecto de algún hecho que
pueda ser invocado con ocasión del planteamiento de una pretensión procesal específica"
(C. Apelaciones de La Serena, 28 de agosto de 2014, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/6101/2014, Rol Nº 639-2014).

Artículo 11. Medidas para mejor resolver. El tribunal podrá, de oficio y sólo dentro del
plazo para dictar sentencia, decretar medidas para mejor resolver. La resolución que las
ordene deberá ser notificada a las partes.

Estas medidas deberán cumplirse dentro del plazo de quince días hábiles, contado desde
la fecha de la notificación de la resolución que las disponga. Vencido este término, las
medidas no cumplidas se tendrán por no decretadas y el tribunal procederá a dictar
sentencia sin más trámite.

Concordancias: Código Civil: artículo 49. Código de Procedimiento Civil: artículo 159.

Artículo 12. Sentencia. El tribunal fallará dentro de los quince días hábiles siguientes a
aquel en que la causa hubiera quedado en estado de sentencia. En ella declarará si ha
existido o no discriminación arbitraria y, en el primer caso, dejará sin efecto el acto
discriminatorio, dispondrá que no sea reiterado u ordenará que se realice el acto omitido,
fijando, en el último caso, un plazo perentorio prudencial para cumplir con lo dispuesto.
Podrá también adoptar las demás providencias que juzgue necesarias para restablecer el
imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado.

Si hubiere existido discriminación arbitraria, el tribunal aplicará, además, una multa de


cinco a cincuenta unidades tributarias mensuales, a beneficio fiscal, a las personas
directamente responsables del acto u omisión discriminatorio.

Si la sentencia estableciere que la denuncia carece de todo fundamento, el tribunal


aplicará al recurrente una multa de dos a veinte unidades tributarias mensuales, a beneficio
fiscal.

Concordancias: Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación,


D.O. 24.07.2012: artículo 2º.

Jurisprudencia: 191. Si no se rinde prueba alguna sobre los hechos denunciados ha


de estimarse que la denuncia carece de todo fundamento. En este sentido se ha
declarado que: "[A]l no haberse rendido prueba alguna tendiente a acreditar los hechos
denunciados, de conformidad con lo dispuesto en el inciso final del artículo 12 de la Ley
Nº 20.609, debe necesariamente estimarse que la denuncia carece de todo fundamento"
(C. Apelaciones de Antofagasta, 12 de junio de 2014, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/3344/2014, Rol Nº 444-2014).

Artículo 13. Apelación. La sentencia definitiva, la resolución que declare la


inadmisibilidad de la acción y las que pongan término al procedimiento o hagan imposible
su prosecución serán apelables, dentro de cinco días hábiles, para ante la Corte de
Apelaciones que corresponda, ante la cual no será necesario hacerse parte.

Interpuesta la apelación, el tribunal elevará los autos el día hábil siguiente.

La Corte de Apelaciones agregará extraordinariamente la causa a la tabla, dándole


preferencia para su vista y fallo. Deberá oír los alegatos de las partes, si éstas los ofrecen
por escrito hasta el día previo al de la vista de la causa, y resolverá el recurso dentro de los
cinco días hábiles siguientes a aquel en que quede en estado de fallo.

Concordancias: Código Civil: artículo 49.

Jurisprudencia: 192. No procede apelación contra la resolución que rechaza el


incidente de nulidad de todo lo obrado. Así lo ha declarado la Excma. Corte Suprema:
"[A]parece que el estatuto especial que regula este tipo de procedimiento busca que la
acción deducida en caso de discriminaciones arbitrarias tenga una tramitación rápida, en
razón de la materia discutida. Ello justifica el hecho de que la Ley Nº 20.609 haya declarado
apelables sólo la sentencia definitiva y otras resoluciones que impiden la continuación del
juicio, naturaleza jurídica que no reviste aquella que, en esta oportunidad, es objeto del
recurso" (C. Suprema, 11 de enero de 2016, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/194/2016,
Rol Nº 33156-2015).

Artículo 14. Reglas generales de procedimiento. En todo lo no previsto en este título, la


sustanciación de la acción a que él se refiere se regirá por las reglas generales contenidas
en los Libros I y II del Código de Procedimiento Civil.

Concordancias: Código de Procedimiento Civil: Libros I y II.

Jurisprudencia: 193. La remisión a las reglas generales del Código de Procedimiento


Civil no se extiende al régimen de los recursos. Así lo ha entendido la Excma. Corte
Suprema: "[El artículo 14 del citado cuerpo legal sólo limita la remisión al Código de
Procedimiento Civil a lo referido a 'la sustanciación de la acción', expresión que, a juicio de
esta Corte, no incluye lo relativo al régimen recursivo, para lo cual existe norma expresa en
el artículo anterior" (C. Suprema, 11 de enero de 2016, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/194/2016, Rol Nº 33156-2015).

........

Habiéndose cumplido con lo establecido en el Nº 1º del artículo 93 de la Constitución


Política de la República y por cuanto he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto,
promúlguese y llévese a efecto como Ley de la República. Santiago, 12 de julio de
2012.- SEBASTIÁN PIÑERA ECHENIQUE, Presidente de la República.- Andrés Chadwick
Piñera, Ministro Secretario General de Gobierno.- Patricia Pérez Goldberg, Ministra de
Justicia (S).

Lo que transcribo a usted para su conocimiento.- Mauricio Lob de la Carrera,


Subsecretario General de Gobierno (S).

F. LEY Nº 20.120 SOBRE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN EL SER HUMANO, SU


GENOMA, Y PROHÍBE LA CLONACIÓN HUMANA

Publicada en el Diario Oficial de 22 de septiembre de 2006


Teniendo presente que el H. Congreso Nacional ha dado su aprobación al siguiente
proyecto de ley originado en moción del H. Senador señor Mariano Ruiz-Esquide Jara y de
los ex Senadores señores Nicolás Díaz Sánchez, Juan Hamilton Depassier, Sergio Páez
Verdugo y Andrés Zaldívar Larraín

Proyecto de ley:

Artículo 1º. Esta ley tiene por finalidad proteger la vida de los seres humanos, desde el
momento de la concepción, su integridad física y psíquica, así como su diversidad e
identidad genética, en relación con la investigación científica biomédica y sus aplicaciones
clínicas.

Concordancias: Código Civil: artículo 75. Constitución Política de la República: artículo 19


número 1º.

Artículo 2º. La libertad para llevar a cabo actividades de investigación científica


biomédica en seres humanos tiene como límite el respeto a los derechos y libertades
esenciales que emanan de la naturaleza humana, reconocidos tanto por la Constitución
Política de la República como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se
encuentren vigentes.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 19.

Artículo 3º. Prohíbese toda práctica eugenésica, salvo la consejería genética.

Concordancias: Código Civil: artículo 10. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en
el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 17.

Artículo 4º. Prohíbese toda forma de discriminación arbitraria basada en el patrimonio


genético de las personas.

En consecuencia, los resultados de exámenes genéticos y análisis predictivos de la


misma naturaleza no podrán ser utilizados con ese fin.

Concordancias: Código Civil: artículo 10. Constitución Política de la República:


artículos 1º, 19 número 21.

Artículo 5º. Prohíbese la clonación de seres humanos, cualesquiera que sean el fin
perseguido y la técnica utilizada.

Concordancias: Código Civil: artículo 10.

Artículo 6º. El cultivo de tejidos y órganos sólo procederá con fines de diagnósticos
terapéuticos o de investigación científica. En ningún caso podrán destruirse embriones
humanos para obtener las células troncales que den origen a dichos tejidos y órganos.

Artículo 7º. La terapia génica en células somáticas estará autorizada sólo con fines de
tratamiento de enfermedades o a impedir su aparición.
Artículo 8º. El conocimiento del genoma humano es patrimonio común de la humanidad.
En consecuencia, nadie puede atribuirse ni constituir propiedad sobre el mismo ni sobre
parte de él. El conocimiento de la estructura de un gen y de las secuencias totales o
parciales de ADN no son patentables.

Los procesos biotecnológicos derivados del conocimiento del genoma humano, así como
los productos obtenidos directamente de ellos, diagnósticos o terapéuticos, son patentables
según las reglas generales.

Artículo 9º. Sólo se podrá investigar y determinar la identidad genética de un ser


humano si se cuenta con su consentimiento previo e informado o, en su defecto, el de aquel
que deba suplir su voluntad en conformidad con la ley. Lo anterior es sin perjuicio de la
facultad de los tribunales de justicia, en la forma y en los casos establecidos en la ley.

Concordancias: Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su


genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 11. Ley Nº 20.584, regula
los derechos y deberes de las personas en relación con acciones vinculadas a su atención
de salud, D.O. 24.04.2012: artículos 14, 21, 22.

Artículo 10. Toda investigación científica en seres humanos que implique algún tipo de
intervención física o psíquica deberá ser realizada siempre por profesionales idóneos en la
materia, justificarse en su objetivo y metodología y ajustarse en todo a lo dispuesto en esta
ley.

No podrá desarrollarse una investigación científica si hay antecedentes que permitan


suponer que existe un riesgo de destrucción, muerte o lesión corporal grave y duradera
para un ser humano.

Toda investigación científica biomédica deberá contar con la autorización expresa del
director del establecimiento dentro del cual se efectúe, previo informe favorable del Comité
Ético Científico que corresponda, según el reglamento.

Concordancias: Ley Nº 20.584, regula los derechos y deberes de las personas en relación
con acciones vinculadas a su atención de salud, D.O. 24.04.2012: artículos 14, 21, 22.

Artículo 11. Toda investigación científica en un ser humano deberá contar con su
consentimiento previo, expreso, libre e informado, o, en su defecto, el de aquel que deba
suplir su voluntad en conformidad con la ley.

Para los efectos de esta ley, existe consentimiento informado cuando la persona que
debe prestarlo conoce los aspectos esenciales de la investigación, en especial su finalidad,
beneficios, riesgos y los procedimientos o tratamientos alternativos. Para ello deberá
habérsele proporcionado información adecuada, suficiente y comprensible sobre ella.
Asimismo, deberá hacerse especial mención del derecho que tiene de no autorizar la
investigación o de revocar su consentimiento en cualquier momento y por cualquier medio,
sin que ello importe responsabilidad, sanción o pérdida de beneficio alguno.

El consentimiento deberá constar en un acta firmada por la persona que ha de consentir


en la investigación, por el director responsable de ella y por el director del centro o
establecimiento donde ella se llevará a cabo, quien, además, actuará como ministro de fe.
En todo caso, el consentimiento deberá ser nuevamente solicitado cada vez que los
términos o condiciones en que se desarrolle la investigación sufran modificaciones, salvo
que éstas sean consideradas menores por el Comité Ético Científico que haya aprobado el
proyecto de investigación.

Concordancias: Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su


genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.200: artículos 9º, 19. Ley Nº 20.584,
regula los derechos y deberes de las personas en relación con acciones vinculadas a su
atención de salud, D.O. 24.04.2012: artículos 14, 21, 22.

Artículo 12. La información genética de un ser humano será reservada. Lo anterior es


sin perjuicio de las facultades de los tribunales de justicia, en los casos y en la forma
establecidos en la ley. Asimismo, para los efectos de esta ley, resultan plenamente
aplicables las disposiciones sobre secreto profesional.

Concordancias: Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su


genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 18.

Artículo 13. La recopilación, almacenamiento, tratamiento y difusión del genoma de las


personas se ajustará a las disposiciones de la Ley Nº 19.628, sobre protección de datos de
carácter personal.

Los datos del genoma humano que permitan la identificación de una persona deberán
ser encriptados para su almacenamiento y transmisión.

La encriptación podrá omitirse temporalmente por razones de utilidad pública.

Artículo 14. Prohíbese solicitar, recibir, indagar, poseer y utilizar información sobre el
genoma relativa a una persona, salvo que ella lo autorice expresamente o, en su defecto,
el que deba suplir su voluntad en conformidad con la ley. Lo anterior es sin perjuicio de las
facultades de los tribunales de justicia, en los casos y en la forma establecidos en la ley.

Concordancias: Código Civil: artículo 10.

Artículo 15. Créase una Comisión Nacional de Bioética, que estará integrada por nueve
profesionales, expertos en bioética, designados por el Presidente de la República, con
acuerdo del Senado adoptado por los dos tercios de sus miembros en ejercicio, en sesión
especial convocada al efecto.

Los miembros de esta Comisión durarán cuatro años en sus cargos y podrán ser
reelegidos. El Presidente de la República, en el momento de solicitar el acuerdo del Senado,
propondrá al miembro que asumirá el cargo de Presidente.

La Comisión tendrá una Secretaría Ejecutiva, que coordinará su funcionamiento y


cumplirá los acuerdos que aquélla adopte y estará conformada por el personal que al efecto
asigne el Ministerio de Salud.

Artículo 16. La Comisión Nacional de Bioética tendrá, entre sus funciones, asesorar a
los distintos Poderes del Estado en los asuntos éticos que se presenten como producto de
los avances científicos y tecnológicos en biomedicina, así como en las materias
relacionadas con la investigación científica biomédica en seres humanos, recomendando la
dictación, modificación y supresión de las normas que la regulen.

Las resoluciones o acuerdos de la Comisión se adoptarán por simple mayoría, no


obstante lo cual deberán hacerse constar las diferencias producidas en su seno y la posición
de minoría.

Artículo 17. El que clonare o iniciare un proceso de clonar seres humanos y el que
realizare cualquier procedimiento eugenésico en contravención al artículo 3º, será
castigado con la pena de presidio menor en su grado medio a máximo y con la inhabilitación
absoluta para el ejercicio de la profesión durante el tiempo que dure la condena.

En caso de reincidencia, el infractor será sancionado, además, con la pena de


inhabilitación perpetua para ejercer la profesión.

Concordancias: Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su


genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 3º.

Artículo 18. El que violare la reserva de la información sobre el genoma humano, fuera
de los casos que autoriza el artículo 12, sufrirá las penas establecidas en ambos incisos del
artículo 247 del Código Penal, según el caso.

El que omitiere la encriptación exigida en esta ley será sancionado con multa de hasta
mil unidades de fomento.

Concordancias: Código Penal: artículo 247. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica
en el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 12.

Artículo 19. El que falsificare el acta a que se refiere el inciso tercero del artículo 11 será
sancionado con la pena de reclusión menor en su grado mínimo y con multa de 10 a 20
unidades tributarias mensuales.

Igual pena se aplicará a quien maliciosamente usare, con cualquier fin, un acta falsa.

El que omitiere la referida acta o la confeccionare manifiestamente incompleta será


sancionado con multa de 10 a 20 unidades tributarias mensuales.

Concordancias: Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su


genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 11.

Artículo 20. Todo el que desarrollare un proyecto de investigación científica biomédica


en seres humanos o en su genoma, sin contar con las autorizaciones correspondientes
exigidas por la presente ley, será sancionado con la suspensión por tres años del ejercicio
profesional y con la prohibición absoluta de ejercicio profesional en el territorio nacional en
caso de reincidencia.

Artículo 21. Corresponderá al Ministerio de Salud establecer, mediante reglamento, las


normas que complementen o desarrollen los contenidos de esta ley.
Y por cuanto he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto promúlguese y llévese a
efecto como Ley de la República.

Santiago, 7 de septiembre de 2006.- MICHELLE BACHELET JERIA, Presidenta de la


República.- María Soledad Barría Iroume, Ministra de Salud.

Lo que transcribo a Ud., para su conocimiento.- Saluda a Ud., Lidia Amarales Osorio,
Subsecretaria de Salud Pública.

G. DECRETO Nº 5.142 FIJA EL TEXTO REFUNDIDO DE LAS DISPOSICIONES SOBRE


NACIONALIZACIÓN DE EXTRANJEROS

Publicado en el Diario Oficial de 30 de mayo de 2000

Núm. 5.142.- Santiago, 13 de octubre de 1960. Vista la facultad que me confiere el


artículo transitorio de la Ley Nº 13.955, de 9 de julio de 1960,

Decreto:

El siguiente será el texto refundido de las disposiciones sobre nacionalización de


extranjeros, contenidas en la Ley Nº 13.955, de 9 de julio de 1960; en el Decreto Ley Nº 747,
de 15 de diciembre de 1925, cuyo texto fue fijado en el Decreto Supremo Nº 3.690, de 16
de julio de 1941, del Ministerio del Interior, y en las demás vigentes sobre la materia:

Artículo 1º. La nacionalización se otorgará por el Presidente de la República, en decreto


refrendado por el Ministro del Interior.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos: 10 número 4º y 24.

Artículo 2º. Podrá otorgarse carta de nacionalización a los extranjeros que hayan
cumplido 18 años de edad, que tengan más de 5 años de residencia en el territorio de la
República y que sean titulares del permiso de permanencia definitiva154.

Será requisito para la concesión de la carta de nacionalización que el extranjero renuncie


a su nacionalidad de origen, o a cualquier otra adquirida o que pudiere corresponderle. Esta
renuncia se formalizará, ante el Ministerio del Interior, si el extranjero residiere en la Región
Metropolitana de Santiago, o ante el Intendente o Gobernador respectivo, si residiere en
provincia, y deberá ser escrita y firmada personalmente por el solicitante. Estará dirigida al
Presidente de la República, en un formulario que se proporcionará por la autoridad
correspondiente, sin costo alguno para el extranjero. Se presentará con posterioridad a la
calificación favorable que la autoridad haga de la solicitud de nacionalización.

Corresponderá al Ministro del Interior calificar, atendidas las circunstancias, si viajes


accidentales al extranjero han interrumpido o no la residencia continuada, a que se refiere
el inciso precedente.
Con todo, también podrán solicitar carta de nacionalización los hijos de extranjeros que
hayan cumplido 14 años de edad, tengan más de cinco años de residencia en el territorio
de la República, cuenten para ello con la autorización de quienes estén a cargo de su
cuidado personal y hayan obtenido permiso de permanencia definitiva 155.

Los menores de 18 años, cuyo padre o madre tenga la calidad de refugiados reconocidos
por Chile, podrán nacionalizarse chilenos desde el momento en que, al menos, uno de sus
padres haya obtenido la carta de nacionalización, sin necesidad de cumplir cualquier otro
requisito legal156.

Concordancias: D.F.L. Nº 69, Min. Hacienda, crea el Departamento de Inmigración y


establece normas sobre la materia, D.O. 8.05.1953: artículo 11. Decreto Ley Nº 1.094, Min.
Interior, establece normas sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975: artículos: 1º, 13
inciso 1º, 14 inciso 2º, 41, 42, 43.

Jurisprudencia: 194. La utilización de la forma verbal 'podrá' en el inciso 1º de este


artículo, no implica que se trate de una facultad discrecional de la autoridad. En este
sentido se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema: "Que en el artículo 10 Nº 3º de la
Constitución Política de la República, se encuentra el fundamento positivo de la petición
que funda el recurso deducido por [...] y es la primera fuente jurídica de la obtención por un
extranjero de la nacionalidad chilena, según la cual, serán chilenos los extranjeros que
obtengan carta de nacionalización en conformidad a la ley y que renuncien expresamente
a su nacionalidad anterior. Al tenor del precepto constitucional, entonces, para ser chileno
es necesario: que se trate de un extranjero y que solicite la nacionalización en conformidad
a la ley, remisión que debe entenderse hecha al Decreto con Fuerza de Ley Nº 5.142, sobre
Nacionalización de Extranjeros, cuyo artículo 2º exige que el interesado haya cumplido 18
años de edad; que haya residido por más de 5 años en Chile; y, que sea titular del permiso
definitivo de residencia. CUARTO. Que si bien podría colegirse de la lectura de la norma
antes citada que el otorgamiento de la carta de nacionalización es una facultad entregada
a la discreción de la autoridad al estatuir que ésta podrá otorgarla, tal interpretación
resultaría equívoca y daría origen a una antinomia si se la relaciona con lo que establece el
artículo 11 del Decreto con Fuerza de Ley Nº 69, que creó el Departamento de Inmigración,
precepto que dispone que los inmigrantes tendrán derecho a obtener la nacionalidad
chilena si durante cinco años hubieren permanecido ininterrumpidamente en el país,
demostrando buenas costumbres, ejercitando actividades lícitas y que no se encuentren
procesados, ni hayan sido condenados por delitos que merezcan pena aflictiva. QUINTO.
Que entonces, si el otorgamiento de la carta de nacionalización fuera discrecional para la
autoridad, salvo respecto de los inmigrantes para quienes se alza como un derecho, cabría
encontrar allí una discriminación arbitraria en favor de estos últimos si la potestad aludida
se ejerce como tal sin sujeción a determinados parámetros de razonabilidad, como
sucedería si su pronunciamiento no quedara sujeto a plazo alguno, lo que ciertamente iría
en perjuicio de todos los demás extranjeros interesados en nacionalizarse, más aún cuando
los requisitos para que unos y otros accedan a la nacionalidad son no sólo objetivos, sino
que además, semejantes. Así, a fin de evitar un factor de discriminación infundado y obtener
una interpretación armónica dentro de las regulaciones a que se sujetan los extranjeros, no
cabe sino extender la norma más favorable la contenida en el artículo 11 del Decreto con
Fuerza de Ley Nº 69 a quienes se sometan al procedimiento del Decreto con Fuerza de Ley
Nº 5.142, con lo cual la solicitud de nacionalización, siendo un derecho de aquellos, sólo
puede negarse por la autoridad cuando el interesado no haya cumplido todavía los 18 años
de edad, a menos que se aplique la excepción del artículo 2º inciso 4º del citado Decreto;
cuando no haya residido por más de 5 años en Chile; cuando no se le haya conferido el
permiso definitivo de residencia; cuando no efectúa su solicitud en conformidad a la ley; se
encuentre en alguna de las situaciones previstas en su artículo 3º o cuando la solicitud se
realice sin cumplir los requerimientos del inciso segundo de su artículo 4º" (C. Suprema, 20
de abril de 2017, cons. 3º, 4º y 5º, LegalPublishing: CL/JUR/1826/2017, Rol Nº 78972-2016).

Artículo 3º. No podrán obtener esta gracia:

1º. Los que hayan sido condenados y los que estén actualmente procesados por simples
delitos o crímenes, hasta que se sobresea definitivamente a su respecto.

2º. Los que no estén capacitados para ganarse la vida.

3º. Derogado.157

4º. Los que practiquen o difundan doctrinas que puedan producir la alteración
revolucionaria del régimen social o político o que puedan afectar a la integridad nacional.

5º. Los que se dediquen a trabajos ilícitos o que pugnen con las buenas costumbres, la
moral o el orden público y, en general, aquellos extranjeros cuya nacionalización no se
estime conveniente por razones de seguridad nacional.158

Concordancias: Decreto Nº 5.142, Fija el texto refundido de las disposiciones sobre


nacionalización de extranjeros, D.O. 30.05.2000: artículo 8º.

Jurisprudencia: 195. La causa prevista en el número 5º de este artículo no exige la


existencia de sentencia condenatoria. En este sentido se ha pronunciado la Iltma. Corte
de Apelaciones de Santiago: "De acuerdo al marco regulatorio antes descrito, la autoridad
recurrida, previo informe del departamento de Extranjería y Migraciones, consideró que los
antecedentes policiales y jurídicos en los que se ha visto involucrado el peticionario no
ameritaban otorgarle la gracia de ser nacional de este país, por cuanto aquellos
antecedentes se relacionaban con la actividad económica a la que se dedica el requirente,
según se detalla. No se trata entonces de que para que sea procedente la causal se
requiera una sentencia condenatoria, pues aquella circunstancia está referida a la causal
descrita en el número 1 del artículo 3º, y es por ello, que fundándose en la causal quinta,
se hace referencia a las cinco causas penales en las que se ha visto involucrado y referidas
a infracciones a la Ley de Propiedad Intelectual, Ordenanza General de Aduanas, marcas
y daños al portal de la Intendencia Regional de Iquique" (C. Apelaciones de Santiago, 24
de julio de 2019, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/4202/2019, Rol Nº 23216-2019).

Artículo 4º. La petición de nacionalización se presentará en la Intendencia Regional o


Gobernación Provincial del lugar de residencia del solicitante. Los residentes en la Región
Metropolitana de Santiago la presentarán directamente en el Ministerio del Interior.

La solicitud deberá contener, a lo menos, los siguientes datos:

1) Nombres y apellidos paterno y materno;

2) Lugar de nacimiento;

3) Edad;
4) Estado civil, con indicación de la nacionalidad del cónyuge si el solicitante es casado;

5) Número de hijos, con especificación de los nacidos en Chile;

6) Profesión u oficio;

7) Bienes raíces que posee el solicitante, y

8) Si se ha naturalizado en otro país.

A la solicitud de carta de nacionalización deberá acompañarse los siguientes


documentos:

1) Certificado del Cónsul o Agente Diplomático de su país, acreditado en Chile, que


certifique la nacionalidad e identidad del solicitante, o en su defecto, el último pasaporte
extranjero o los documentos de identidad personal que hubieren otorgado las autoridades
de su país de origen o las del país de su última residencia antes de venir a Chile;

2) Certificado de antecedentes expedido por el Gabinete Central de Identificación, que


deberá ser considerado entre aquellos que el Servicio otorga para fines especiales, y

3) Certificado del Servicio de Impuestos Internos que acredite, según el caso, que el
solicitante está al día en el pago de las obligaciones tributarias o que está legalmente exento
de ellas.159

Concordancias: Decreto Nº 5.142, Fija el texto refundido de las disposiciones sobre


nacionalización de extranjeros, D.O. 30.05.2000: artículo 2º inciso 4º.

Artículo 5º. El Intendente o Gobernador remitirá la solicitud a la Unidad de


Investigaciones de su jurisdicción o, a falta de ésta, a la de Carabineros. Inmediatamente
de cumplido este trámite, el Intendente o Gobernador deberá dar cuenta de ello al Ministerio
del Interior.

La respectiva unidad policial enviará directamente la solicitud informada a


Investigaciones de Chile, quien remitirá los antecedentes al Ministerio del Interior con los
informes respectivos, debidamente ratificados y confirmados por ese Servicio.160

Las solicitudes presentadas directamente al Ministerio del Interior serán enviadas a


Investigaciones de Chile para el informe pertinente. Investigaciones de Chile deberá
necesariamente informar sobre los viajes que hubiere realizado el peticionario hacia o
desde el territorio nacional, señalando las fechas de sus ingresos y salidas; y además,
previa consulta al Gabinete Central de Identificación, sobre la circunstancia de que el
solicitante tenga cónyuge o hijos chilenos.161

Artículo 6º. Las Unidades de Investigaciones o de Carabineros, e Investigaciones de


Chile, deberán evacuar los informes señalados en el artículo anterior dentro de un plazo de
quince días162.
En caso de excederse de tal plazo, las unidades mencionadas deberán dejar constancia
en el respectivo informe de las causas que justifiquen el retraso y, si así no lo hicieren, éste
se tendrá como negligencia del Jefe de la Unidad.

Concordancias: Código Civil: artículos 44, 49.

Artículo 7º. El decreto que deniegue la carta de nacionalización será siempre fundado y
firmado por el Presidente de la República.

Artículo 8º. El que la cancele deberá también ser fundado en haber sido concedida con
infracción a lo dispuesto en el artículo 3º de esta ley, o en haber acaecido ocurrencias que
hagan indigno al poseedor de la carta de nacionalización de tal gracia o por haber sido
condenado por alguno de los delitos contemplados en la ley número 12.927, de 6 de agosto
de 1958. La cancelación de la carta de nacionalización se hará previo acuerdo del Consejo
de Ministros y por decreto firmado por el Presidente de la República.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 11 número 4º. Decreto


Nº 5.142, Fija el texto refundido de las disposiciones sobre nacionalización de extranjeros,
D.O. 30.05.2000: artículo 3º.

Artículo 9º. Las cartas de nacionalización serán numeradas por el Departamento de


Extranjería del Ministerio del Interior, correlativamente, previo pago del derecho,
anotándolas en el Rol de Cartas de esta clase, que estará a cargo de esa Oficina.
Anualmente se insertarán las modificaciones del Rol en el Anuario del Ministerio.

Artículo 10. Los nacidos en territorio de Chile que, siendo hijos de extranjeros que se
encuentran en el país en servicio de su Gobierno, o hijos de extranjeros transeúntes,
resolvieren optar por la nacionalidad chilena, conforme al artículo 5º, Nº 1 de la Constitución
Política, deberán hacerlo mediante una declaración en que manifiesten que optan por la
nacionalidad chilena. Dicha declaración deberá hacerse en el plazo fatal de un año, contado
desde la fecha en que el interesado cumpla 18 años de edad, y ante el Intendente o
Gobernador respectivo, en Chile, o el Agente Diplomático o Cónsul de la República en el
extranjero y después de acreditar fehacientemente que el interesado se encuentra en
algunos de los casos consignados en el artículo 5º, Nº 1 de la Constitución.163

Estos funcionarios remitirán inmediatamente las declaraciones en referencia al Ministerio


del Interior para que sean anotadas en el Registro que se lleva en la Sección respectiva.

El documento en que se deje testimonio del acto deberá llevar el mismo derecho que
las cartas de nacionalización.

Artículo 11. Los documentos incorporados al expediente de nacionalización tendrán,


para estos efectos, validez de un año.

Los documentos que el Gabinete de Identificación otorgue a las personas que han
obtenido carta de nacionalización, deberán contener la mención de la nacionalidad chilena
sin emplear términos como "nacionalizado chileno" u otros semejantes.

Concordancias: Código Civil: artículos 56, 57. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la
discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 2º incisos 1º y 2º.
Artículo 12. Los derechos que se paguen por el otorgamiento de las cartas de
nacionalización serán equivalentes a un 50% de un sueldo vital mensual de Santiago. Sin
embargo, ascenderán sólo a un 10% de ese mismo sueldo vital si el extranjero fuese
cónyuge o viudo de chileno o si tuviere hijo chileno.

Los derechos establecidos en este artículo, se pagarán mediante ingresos de dinero en


Tesorerías, previa orden de giro emitida por el Departamento de Extranjería y Migración del
Ministerio del Interior o por el Intendente o Gobernador, según corresponda.

Tómese razón, comuníquese y publíquese.- J. ALESSANDRI R.- Sótero del Río Gundián.

H. LEY Nº 17.344 AUTORIZA EL CAMBIO DE NOMBRES Y APELLIDOS EN LOS CASOS


QUE INDICA. MODIFICA LEY Nº 4.808, SOBRE REGISTRO CIVIL

DECRETO CON FUERZA DE LEY Nº 1 FIJA TEXTO REFUNDIDO, COORDINADO Y


SISTEMATIZADO DEL CÓDIGO CIVIL; DE LA LEY Nº 4.808, SOBRE REGISTRO CIVIL;
DE LA LEY Nº 17.344, QUE AUTORIZA CAMBIO DE NOMBRES Y APELLIDOS; DE LA
LEY Nº 16.618, LEY DE MENORES; DE LA LEY Nº 14.908, SOBRE ABANDONO DE
FAMILIA Y PAGO DE PENSIONES ALIMENTICIAS, Y DE LA LEY Nº 16.271, DE
IMPUESTO A LAS HERENCIAS, ASIGNACIONES Y DONACIONES

Publicado en el Diario Oficial de 30 de mayo de 2000

Hoy se decretó lo que sigue

Teniendo presente:

1. Que el artículo 8º de la Ley Nº 19.585, facultó al presidente de la República para fijar


el texto refundido, coordinado y sistematizado del Código Civil y de las leyes que se
modifican expresamente en la presente ley; como, asimismo, respecto de todos aquellos
cuerpos legales que contemplen parentesco y categorías de ascendientes, parientes,
padres, madres, hijos, descendientes o hermanos legítimos, naturales e ilegítimos, para lo
cual podrá incorporar las modificaciones y derogaciones de que hayan sido objeto, tanto
expresa como tácitamente;

2. Que entre las leyes que contemplan las disposiciones del Código Civil deben
considerarse las siguientes: Ley Nº 4.808 sobre Registro Civil; Ley Nº 17.344, que Autoriza
Cambio de Nombres y Apellido; Ley Nº 16.618 Ley de Menores; Ley Nº 14.908, sobre
Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, y la Ley Nº 16.271, de Impuesto a
las Herencias, Asignaciones y Donaciones.

3. Que asimismo es recomendable por razones de ordenamiento y de utilidad práctica,


que en los textos refundidos del Código Civil y de las leyes señaladas precedentemente, se
indique mediante notas al margen el origen de las normas que conformarán su texto legal;
Visto:

Lo dispuesto en el artículo 8º de la Ley Nº 19.585, dicta el siguiente:

Decreto con Fuerza de Ley

Artículo 4º. Fíjase el siguiente texto refundido, coordinado y sistematizado de la Ley


Nº 17.344, que autoriza cambio de nombres y apellidos en los casos que indica y modifica
Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil.

Proyecto de Ley:

Artículo 1º. Toda persona tiene derecho a usar los nombres y apellidos con que haya
sido individualizada en su respectiva inscripción de nacimiento.

Sin perjuicio de los casos en que las leyes autorizan la rectificación de inscripciones del
Registro Civil, o el uso de nombres y apellidos distintos de los originarios a consecuencia
de una legitimación, legitimación adoptiva o adopción, cualquiera persona podrá solicitar,
por una sola vez, que se la autorice para cambiar sus nombres o apellidos, o ambos a la
vez, en los casos siguientes:

a) Cuando unos u otros sean ridículos, risibles o la menoscaben moral o materialmente;

b) Cuando el solicitante haya sido conocido durante más de cinco años, por motivos
plausibles, con nombres o apellidos, o ambos, diferentes de los propios, y

c) En los casos de filiación no matrimonial o en que no se encuentre determinada la


filiación, para agregar un apellido cuando la persona hubiera sido inscrita con uno solo o
para cambiar uno de los que se hubieren impuesto al nacido, cuando fueren iguales. 164

En los casos en que una persona haya sido conocida durante más de cinco años, con
uno o más de los nombres propios que figuran en su partida de nacimiento, el titular podrá
solicitar que se supriman en la inscripción, en la de su matrimonio y en las de nacimiento
de sus descendientes menores de edad, en su caso, el o los nombres que no hubiere usado.

Sin perjuicio de lo dispuesto en los incisos anteriores, la persona cuyos nombres o


apellidos, o ambos, no sean de origen español, podrá solicitar se la autorice para traducirlos
al idioma castellano. Podrá, además, solicitar autorización para cambiarlos, si la
pronunciación o escrituración de los mismos es manifiestamente difícil en un medio de
habla castellana.

Si se tratare de un menor de edad que careciere de representante legal o, si teniéndolo


éste estuviere impedido por cualquier causa o se negare a autorizar al menor para solicitar
el cambio o supresión de los nombres o apellidos a que se refiere esta ley, el juez resolverá,
con audiencia del menor, a petición de cualquier consanguíneo de éste o del defensor de
menores y aun de oficio.

Concordancias: Código Civil: artículos 26, 37, 43, 55, 186. Ley Nº 4.808, sobre Registro
Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 3º,
17, 18, 19, 28, 31. Ley Nº 19.477, Orgánica del Registro Civil e Identificación,
D.O. 19.10.1996: artículo 4º números 1 y 2. Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y
desarrollo de los indígenas, D.O. 5.10.1993: artículo 28 letra e). Ley Nº 17.344, Autoriza
cambio de nombres y apellidos, D.O. 30.05.2000: artículo 2º inciso 8º. Decreto Nº 830, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990:
artículo 7.1.

Jurisprudencia: 196. De la noción de "nombre". Se ha reconocido que: "El nombre de


una persona es un atributo de la personalidad, por el solo hecho de existir, que le permite
diferenciarse de cualquiera otra y además, un derecho substancial de toda persona y que
incluso se encuentra protegido por una norma penal, como es el artículo 214 del Código
Punitivo que sanciona al que usurpare el nombre de otro" (C. Suprema, 31 de marzo de
2006, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/7432/2006, Rol Nº 2569-2004). 197. Toda
persona está facultada para solicitar el cambio de nombre. Se ha destacado por
distintos tribunales de alzada, el derecho con que cuenta toda persona a solicitar el cambio
de su nombre, pero sujeto a la disciplina fijada en la ley y, en particular, en cuanto a las
causas que habilitan la petición. Así se ha declarado: "Que del claro tenor de la norma
recién transcrita es inequívoco, que toda persona está facultada para pedir el cambio de
uno o más de los nombres o apellidos con que haya sido individualizada en su inscripción
de nacimiento, requiriéndose para ello el cumplimiento de una de las situaciones que la
misma norma describe y más arriba referidas, y las exigencias contenidas en el artículo 2º
de la señalada ley" (C. Apelaciones de San Miguel, 24 de octubre de 2014, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/7827/2014, Rol Nº 948-2014). En el mismo sentido, la Iltma. Corte
de Apelaciones de Santiago ha asumido, literalmente, el considerando anterior: "Que del
claro tenor de la norma recién transcrita es inequívoco, que toda persona está facultada
para pedir el cambio de uno o más de los nombres o apellidos con que haya sido
individualizada en su inscripción de nacimiento, requiriéndose para ello el cumplimiento de
una de las situaciones que la misma norma describe y más arriba referidas, y las exigencias
contenidas en el artículo 2º de la señalada Ley" (C. Apelaciones de Santiago, 29 de marzo
de 2016, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/4406/2016, Rol Nº 12940-2015). 198. De la
finalidad social a la que se dirige la Ley Nº 17.344. La Iltma. Corte de Apelaciones de
Concepción ha advertido que las prescripciones de la Ley Nº 17.344 no sólo se dirigen a
satisfacer el interés individual del peticionario, sino que, además, cumplen un fin social:
"[N]o cabe la menor duda que la citada ley tiene por objeto regularizar una situación anormal
producida porque una persona en la realidad es conocida por nombres y/o apellidos que no
constan en su respectiva inscripción en el Servicio de Registro Civil e Identificación. Por
estas razones, este cuerpo normativo tiene una finalidad individual, pero también de orden
social, y tiende a poner en consonancia dos antecedentes que son extremadamente
relevantes en la vida de una persona. Por estas razones, cuando una persona tiene
determinados nombres, pero, sin embargo, es conocido además por otro nombre más, y
pide que dicha situación se regularice, sin duda que está cambiando su o sus nombres con
que se encuentra inscrito en el Servicio de Registro Civil e Identificación" (C. Apelaciones
de Concepción, 16 de diciembre de 2005, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1563/2005, Rol
Nº 3247-2003). El mismo tribunal ha reiterado esta opinión en alguna sentencia posterior:
"En este sentido se ha resuelto que la citada ley tiene por objeto regularizar una situación
anormal producida porque una persona en realidad es conocida por nombres y/o apellidos
que no constan en su respectiva inscripción en el Servicio de Registro Civil e Identificación.
Por estas razones, este cuerpo normativo tiene una finalidad individual, pero también de
orden social (Sentencia de Corte de Apelaciones de Concepción, Rol Nº 3247-2003)"
(C. Apelaciones de Concepción, 31 de enero de 2006, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/4421/2006, Rol Nº 2990-2005). 199. De la taxatividad de las
causas que habilitan para solicitar el cambio de nombre. La Excma. Corte Suprema ha
destacado el carácter taxativo de las causas legales que habilitan para, según este
artículo 1º de la Ley Nº 17.344, solicitar el cambio de nombre: "[Los sentenciadores del
fondo aplicaron correctamente la ley al desestimar la solicitud de que se trata, pues si bien
la legislación permite el cambio de nombre y apellido, solo procede en aquellos casos
expresamente contemplados por el legislador, ninguno de los cuales se probó en la
especie" (C. Suprema, 2 de agosto de 2016, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/5534/2016,
Rol Nº 38175-2016). Esta misma opinión la había defendido algunos años antes la
Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, que ya había destacado el carácter taxativo de las
causales que prevé la ley en su artículo 1º para fundar la petición de cambio de nombre:
"Que la asignación de nombres y apellidos de una persona es legal y no voluntaria, pues
de ella emanan efectos en diversos ámbitos que alcanzan no sólo al titular, siendo éste el
motivo por el cual la legislación ha establecido causales rigurosas para que, judicialmente,
pueda decretarse el cambio de dichos nombres y apellidos. Conforme a lo anterior, el
artículo 1º de la Ley Nº 17.344 contempla como únicas causales al efecto que los nombres
o apellidos sean ridículos, risibles o produzcan menoscabo moral o material; el haber sido
conocido el solicitante durante más de cinco años, por motivos plausibles, con nombres o
apellidos, o ambos, diferentes de los propios, y en los casos de filiación no matrimonial o
indeterminada para agregar un apellido o cambiar uno cuando fueren ambos iguales"
(C. Apelaciones de Santiago, 3 de noviembre de 2003, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/3712/2003, Rol Nº 8773-2001). 200. De la primera causa (inc. 2º
letra a): No se requiere acreditar que el menoscabo sea actual y directo. En este
sentido se ha declarado que: "El artículo 1º letra a) de la Ley Nº 17.344 no exige acreditar
que el menoscabo invocado, para acceder a un cambio de nombre, sea actual y directo, no
estando al intérprete, como se sabe, distinguir donde el legislador no lo ha hecho"
(C. Apelaciones de Valdivia, 19 de diciembre de 2007, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/5624/2007, Rol Nº 823-2007). 201. De la primera causa (inc. 2º
letra a): No configura menoscabo el solo hecho de llevar el apellido del padre
biológico. Solicitado el cambio de nombre por la madre de una menor, para que se
admitiera el cambio del apellido de su padre biológico, por el de su actual conviviente y,
fundada la petición en el menoscabo que le causaría portar el apellido de su padre biológico,
el tribunal de alzada no dio lugar a la petición, y esa decisión fue confirmada por la
Excma. Corte Suprema: "Que los sentenciadores concluyeron la imposibilidad de acceder a
la solicitud, haciendo aplicación de la normativa contenida en los artículos 1º de la Ley
Nº 17.344 y 7 y 8 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, pues la
designación de apellidos no es una cuestión que quede entregada a la voluntad de los
padres, y no quedó acreditada en la niña la existencia de un menoscabo moral por la sola
circunstancia de llevar el apellido de su padre biológico, no pudiendo, por lo tanto, concluirse
la existencia de una lesión a su integridad psicológica. Quinto: Que en dicho razonamiento
no se advierten las infracciones acusadas, sino que se aprecia que los sentenciadores del
fondo aplicaron correctamente la ley al desestimar la solicitud de que se trata, pues si bien
la legislación permite el cambio de nombre y apellido, sólo procede en aquellos casos
expresamente contemplados por el legislador, ninguno de los cuales se probó en la especie,
existiendo otros mecanismos jurídicos diversos a la gestión voluntaria para cumplir la
finalidad pretendida por la solicitante" (C. Suprema, 2 de agosto de 2016, cons. 4º y 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/5534/2016, Rol Nº 38175-2016). 202. De la primera causa
(inc. 2º letra a): del transexualismo que, en cuanto diagnosticado, autoriza el cambio
de nombre porque configura un supuesto subsumible en la letra a) de su inciso 2º.
En este sentido se ha pronunciado la Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso: "Que a más
de los antecedentes ya desarrollados, es conveniente, atendido que todos los informes
médicos concuerdan en que el diagnóstico del solicitante es transexualismo, identidad de
género femenino, hacer un alcance sobre dichos términos, a saber: Transexualismo es una
identidad transgénica que define la convicción por la cual una persona se identifica con el
género opuesto a su sexo biológico, por lo que desea vivir y ser aceptada como una persona
del género opuesto. La transexualidad es característica por presentar una discordancia
entre la identidad de género y el sexo biológico. El deseo de estas personas es modificar
las características sexuales externas que no se corresponden con el género con el cual se
sienten identificadas, lo que lleva a estas personas a soportar un proceso denominado
operación de cambio de sexo, pero el cambio existe previamente en la psiquis de la persona
transexual. La persona transexual se siente víctima de un error que se expresa en la
convicción que se sostiene desde la infancia, de que su identidad sexual no coincide con
su sexo anatómico, y es una convicción que lo condena a someterse a una operación de
cambio de sexo. El tratamiento tiene por objeto disminuir la importancia de los caracteres
sexuales secundarios del sexo rechazado. Las personas biológicamente masculinas, como
es el presente caso, se deben someter a un tratamiento feminizante, que consiste en la
extirpación del pene y testículos, junto a la confección de una vagina con tejidos cutáneos.
La cirugía de adecuación o de asignación del sexo, puede mejorar la calidad de vida de la
persona transexual. Lo que define al transexual no es la demanda de cirugía ni la necesidad
de operarse, sino la fuerte convicción de pertenecer al sexo opuesto. El quid de la
transexualidad es la identidad de género, la persona transexual posee la convicción de que
es una mujer encerrada en el cuerpo de un varón y quiere cambiar su cuerpo para adaptarlo
a esa identidad. Actualmente, gracias al progreso de los conocimientos endocrinológicos y
los tratamientos hormonales, es posible modificar la apariencia sexual del cuerpo humano
[...] Que teniendo presente las pruebas aportadas, las que se estiman suficientes, ya que
con ellas se ha dado cumplimiento a los requisitos exigidos por la Ley Nº 17.344 para el
cambio de nombre, no se ve motivo para no acoger dicha petición" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 5 de septiembre de 2013, cons. 6º y 7º, LegalPublishing: CL/JUR/1984/2013,
Rol Nº 1263-2013). En sentido similar la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago: "Que, la
Ley Nº 17.344 permite el cambio de nombre y atento el mérito de las evidencias enunciadas,
lo cierto y categórico resulta ser que las características anatómicas del solicitante han
variado en el tiempo al haberse practicado mastectomía bilateral total y un tratamiento
hormonal que conlleva, en la actualidad, a un aspecto de hombre, en todo caso. En este
escenario, es dable precisar que la identidad sexual de una persona no depende de un
cambio de sexo, sino de la actitud y vivencia de un sexo situación, se insiste, debidamente
probada por los medios de prueba agregada a los autos [...] Que, en este escenario, cobra
fuerza y vigor la figura jurídica de la ley orgánica del Registro Civil en cuyo artículo 31 indica
que no podrá imponerse un nombre (...) 'equívoco respecto del sexo' todo lo cual conlleva
a entender el sexo como elemento dinámico que define a una persona; todavía, el sexo,
que no depende de la voluntad, debe entenderse por hechos objetivos y verificables
científicamente, precisamente lo ocurrido en estos autos. Lo anterior concluido, en estrecha
relación con el artículo 1º, letra a) de la Ley Nº 17.344 que autoriza el cambio de nombre y
sexo. Si bien en la norma citada no figura la consignación errada del sexo en la partida de
nacimiento, al permitirse el cambio de nombre, necesariamente acarrea el cambio o
rectificación del sexo que se consigna en la partida" (C. Apelaciones de Santiago, 21 de
marzo de 2014, cons. 2º y 3º, LegalPublishing: CL/JUR/489/2014, Rol Nº 629-2013). En
sentencias posteriores este mismo tribunal de alzada ha reafirmado su opinión en esta
materia. Lo ha hecho con expresa referencia a la causal consignada en la letra a) de este
artículo: "Que en la perspectiva que son las personas y sus derechos el eje en que han de
sustentarse las decisiones judiciales, haciendo así efectivo el acceso a la justicia, la
disociación entre el nombre y sexo legal masculino de la solicitante y su condición femenina
suficientemente acreditada configura la causal legal invocada para el cambio de nombre y
sexo solicitado, esto es la del artículo 1º letra a) de la Ley Nº 17.344, toda vez que dada la
apariencia, comportamiento y sentir femenino de la solicitante, el nombre y sexo de su
partida resultan risibles y equívocos, sufriendo menoscabo moral" (C. Apelaciones
Santiago, 7 de noviembre de 2016, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/8070/2016, Rol
Nº 3482-2016). Ha agregado con fundamento para esta opinión la necesidad de asumir una
interpretación que evite una discriminación de trato: "Que la interpretación normativa
anterior, permite la superación de factores sociales y culturales que impiden a la solicitante
el goce efectivo de sus derechos. Entenderlo de otro modo importa perpetuar una
desigualdad de trato, que el ordenamiento jurídico fundamental, no admite, manteniendo
exclusiones laborales y sociales, que se traducen en menoscabo moral y discriminación"
(C. Apelaciones Santiago, 7 de noviembre de 2016, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/8070/2016, Rol Nº 3482-2016). Véase la Jurisprudencia a los
artículos 17 y 31 Ley Nº 4.808 sobre Registro Civil. 203. De la segunda causa (inc. 2º
letra b): Es imprescindible la prueba de haber sido conocida el solicitante por más de
cinco años con un nombre distinto al de su partida. La prueba de ese conocimiento
constituye el elemento básico para el que se declara la procedencia del cambio del nombre
fundado en la causa de la letra b), y esa circunstancia, en principio, no es revisable por el
tribunal de casación. Así se ha declarado por la E xcma. Corte Suprema: "Que, para una
adecuada resolución del asunto propuesto por el recurso, es necesario tener presente que
los jueces del fondo concluyeron que no se probó que la niña haya sido conocida por más
de cinco años con un apellido paterno distinto. Sobre la base de dicho hecho los
sentenciadores resolvieron confirmar la decisión de primer grado '(...) no por la razón
señalada por el señor juez en la reflexión que se ha eliminado, sino porque el fundamento
de la petición radica en el artículo 1º, inciso 2º, letra b), de la Ley Nº 17.344, lo que en
definitiva importa que la persona debe haber sido conocida durante más de 5 años, por
motivos plausibles, con nombres, apellidos o ambos, diferentes de los propios, y en autos,
al margen de la alegación de la defensa del padre en estrados, en el sentido de afectarse
la identidad de su hija, la mera declaración de testigos no proporciona el conocimiento de
causa necesario para decretar el cambio del apellido de la adolescente, de manera que no
habiéndose probado que la persona que resultaría beneficiada con el cambio de nombre
efectivamente haya sido conocida por más de 5 años con un apellidos distinto...'. Quinto:
Que, de lo expresado fluye que no es efectivo que los jueces del fondo hayan desestimado
la solicitud por el incumplimiento del requisito que se señala en el recurso, esto es, la
ausencia de 'beneficio para la solicitante', pues lo fue porque no se acreditó que la niña ha
sido conocida por más de cinco años con un apellido paterno distinto. Y como lo ha
señalado esta Corte, el establecimiento de los hechos sobre la base de la apreciación de
las probanzas allegadas al proceso, mediante las reglas de la sana crítica, queda, en
general, agotado en las instancias respectivas, a menos que los jueces en el proceso de
valoración hayan desatendido las razones simplemente lógicas, científicas, técnicas o de
experiencia en cuya virtud ha correspondido asignar valor o desestimar la eficacia de las
pruebas rendidas, lo que no se advierte haya ocurrido en la especie, ni tampoco se
denunció" (C. Suprema, 3 de mayo de 2016, cons. 4º y 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/2836/2016, Rol Nº 9493-2016). 204. De atenderse al "interés
superior del niño" cuando el cambio de nombre se solicita en relación con un menor.
En ese sentido se ha pronunciado la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción: "Que no se
debe olvidar que en esta materia también es aplicable el interés superior del niño,
contemplado en la Convención de Derechos del Niño, ratificada por Chile. Entendiéndose
como niños y niñas a los menores de 18 años, calidad que revestía la niña al inicio de su
petición en que su madre solicitaba el cambio de apellido, y que es relevante también para
la decisión en esta materia, pues es la propia menor quien solicita este cambio de apellido
por las razones que se han dado, originadas porque en sus sentimientos prevalece como
padre el que, desde hace muchos años, es el conviviente de su madre y con quien ha
formado una nueva familia, con hijos comunes, y no su padre biológico. 13º. Que, en este
sentido, el interés superior del niño es un concepto amplio, dentro del cual se debe
considerar su participación en las decisiones que los afecten, esto es, que las
consideraciones del interés superior del niño deben primar al momento de resolver sobre
materias que les son propias, es decir, tomando en consideración al niño o niña, como
sujeto poseedor de derechos que deben ser respetados, especialmente por los adultos y
por el Estado" (C. Apelaciones de Concepción, 17 de octubre de 2013, cons. 12º y 13º,
LegalPublishing: CL/JUR/2970/2013, Rol Nº 900-2013). 205. De la consideración del
interés superior del menor cuando se solicita por uno de los padres el cambio de
apellido de un menor de filiación matrimonial. La Iltma. Corte de Apelaciones de
Concepción ha destacado la prevalencia de la consideración del interés superior del menor
en relación con la solicitud de cambio de apellido, cuando se trata de un hijo de filiación
matrimonial: "[N]o es posible soslayar que el cambio del nombre pedido aparece referido a
un menor de 14 años a la fecha de la solicitud y de filiación matrimonial, por lo que la petición
del cambio del apellido del padre, formulado por la madre debe tener en cuenta el principio
del interés superior del niño, el que en este caso significa que el ejercicio de las potestades
y la ejecución de los deberes que comprende la tuición debe llevarse a cabo en el marco
del principio básico que orienta en la materia el ordenamiento jurídico nacional y que recoge
entre otros preceptos, el inciso segundo del artículo 222 del mismo Código Civil al declarar
que la preocupación fundamental de los padres es el interés superior del hijo y al que
responden igualmente las disposiciones de los párrafos primeros de los artículos 3 y 9 de
la Convención Internacional sobre Derechos del Niño ratificada por Chile, según las cuales
en todas las medidas que le conciernan, es primordial atender al interés superior del niño
sobre otras consideraciones y derechos relativos a sus progenitores y que puedan hacer
necesario separarlo de los padres. (Concepto contenido en Sentencia de Corte Suprema,
de 31 de mayo de 2004, Rol Nº 1193-03). 6º. Que, en esta línea argumental no parece
conducente acceder a la petición del cambio del apellido del padre de un hijo de filiación
matrimonial, formulada en una edad temprana, aun cuando el hijo concurra al proceso
manifestando su conformidad, como ocurre a fojas 22, pues las consecuencias jurídicas
son difíciles de advertir y comprender por un menor que se encuentra en pleno desarrollo y
consolidación de su madurez física y emocional. De esta manera, esta Corte atendiendo al
principio del interés superior del niño, y que expresara el juez de primer grado en el fallo en
revisión, no accederá a revocar lo resuelto. 7º. Que, a mayor abundamiento, la circunstancia
de pretender cambiar el apellido de un menor de filiación matrimonial dice estrecha relación
con su bienestar en relación con la comunidad en que se encuentra inserto. En este sentido
se ha resuelto que la citada ley tiene por objeto regularizar una situación anormal producida
porque una persona en realidad es conocida por nombres y/o apellidos que no constan en
su respectiva inscripción en el Servicio de Registro Civil e Identificación. Por estas razones,
este cuerpo normativo tiene una finalidad individual, pero también de orden social
(Sentencia de Corte de Apelaciones de Concepción, Rol Nº 3247-2003). Así, la sustitución
de un apellido del padre de filiación matrimonial sin ninguna duda tendrá consecuencias en
las relaciones sociales y comunitarias futuras del menor ya que en nuestra sociedad se
vincula el apellido al origen del menor, cuestión que no puede quedar sujeta a la mera
voluntad de los ciudadanos y sobre todo si el afectado no ha llegado a su mayoría de edad"
(C. Apelaciones de Concepción, 31 de enero de 2006, cons. 5º, 6º y 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/4421/2006, Rol Nº 2990-2005).

Artículo 2º. Será juez competente para conocer de las gestiones a que se refiere la
presente ley, el Juez de Letras de Mayor o Menor Cuantía en lo Civil del domicilio del
peticionario.
La solicitud correspondiente deberá publicarse en extracto en el Diario Oficial de los
días 1 ó 15 de cada mes, o al día siguiente hábil si dicho Diario no apareciere en las fechas
indicadas.

El extracto, redactado por el Secretario del Tribunal, contendrá necesariamente la


individualización del solicitante y la indicación de los nombres y apellidos que éste pretende
usar en reemplazo de los propios.

Dentro del término de treinta días, contados desde la fecha del aviso, cualquiera persona
que tenga interés en ello podrá oponerse a la solicitud. En tal caso el oponente allegará,
conjuntamente con su oposición, los antecedentes que la justifiquen y el juez procederá sin
forma de juicio, apreciando la prueba en conciencia y en mérito de las diligencias que
ordene practicar.

Si no hubiere oposición, el tribunal procederá con conocimiento de causa, previa


información sumaria.

En todo caso será obligatorio oír a la Dirección General del Registro Civil e Identificación.

No se autorizará el cambio de nombre o apellido o supresión de nombres propios si del


respectivo extracto de filiación que como parte de su informe remitirá la Dirección,
apareciere que el solicitante se encuentra actualmente procesado o ha sido condenado por
crimen o simple delito que merezca pena aflictiva, a menos que en este último caso
hubieren transcurrido más de diez años contados desde la fecha en que quedó ejecutoriada
la sentencia de condena y se encuentre cumplida la pena.

No será necesaria la publicación a que se refiere el inciso segundo del presente artículo,
ni se admitirá oposición en el caso del inciso tercero del artículo 1º.

La publicación que deba efectuarse en el Diario Oficial será gratuita.

Concordancias: Ley Nº 17.344, Autoriza cambio de nombres y apellidos, D.O. 30.05.2000:


artículo 1º inciso 3º.

Artículo 3º. La sentencia que autorice el cambio de nombres o apellidos, o de ambos a


la vez, o la supresión de nombres propios deberá cumplirse de acuerdo con el D.F.L.
Nº 2.128, de 10 de agosto de 1930, y sólo surtirá efectos legales una vez que se extienda
la nueva inscripción en conformidad al artículo 104 del cuerpo legal citado.

Para estos efectos, tratándose de personas nacidas en el extranjero y cuyo nacimiento


no está inscrito en Chile, será necesario proceder previamente a la inscripción del
nacimiento en el Registro de la Primera Sección de la comuna de Santiago.

Concordancias: Decreto con Fuerza de Ley Nº 2.128, Reglamento Orgánico del Servicio
de Registro Civil, D.O. 28.08.1930: artículo 104.

Artículo 4º. Una vez modificada la partida de nacimiento, la persona que haya cambiado
su nombre o apellidos de acuerdo con lo que establecen los artículos anteriores sólo podrá
usar, en el futuro, en todas sus actuaciones, su nuevo nombre propio o apellidos, en la
forma ordenada por el juez.
El cambio de apellido no podrá hacerse extensivo a los padres del solicitante, y no
alterará la filiación; pero alcanzará a sus descendientes sujetos a patria potestad, y también
a los demás descendientes que consientan en ello.

Si el solicitante es casado o tiene descendientes menores de edad, deberá pedir también,


en el mismo acto en que solicite el cambio de su apellido, la modificación pertinente en su
partida de matrimonio y en las partidas de nacimiento de sus hijos.

Concordancias: Código Civil: artículos 179, 243.

Artículo 5º. El uso malicioso de los primitivos nombres o apellidos y la utilización


fraudulenta del nuevo nombre o apellido para eximirse del cumplimiento de obligaciones
contraídas con anterioridad al cambio de ellos, serán sancionados con la pena de presidio
menor en su grado mínimo.

Concordancias: Código Civil: artículo 44.

Artículo 6º. Agréganse los siguientes incisos finales al artículo 31 de la Ley Nº 4.808,
sobre Registro Civil:

"No podrá imponerse al nacido un nombre extravagante, ridículo, impropio de personas,


equívoco respecto del sexo o contrario al buen lenguaje.

Si el Oficial del Registro Civil, en cumplimiento de lo que dispone el inciso anterior, se


opusiere a la inscripción de un nombre y el que lo solicite insistiere en ello, enviará de
inmediato los antecedentes al Juez de Letras del departamento, quien resolverá en el
menor plazo posible, sin forma de juicio, pero con audiencia de las partes, si el nombre
propuesto está comprendido o no en la prohibición. Estas actuaciones estarán exentas de
impuestos".

Y teniendo presente que el Congreso Nacional ha aprobado las observaciones


formuladas por el Presidente de la República, de acuerdo con el artículo 54 de la
Constitución Política del Estado, publíquese y llévese a efecto como ley de la República.

Santiago, diez de septiembre de 1970.- EDUARDO FREI MONTALVA.- Gustavo Lagos


Matus, Ministro de Justicia.

I. LEY DE EFECTO RETROACTIVO DE LAS LEYES

Santiago 7 de octubre de 1861

[...]

Artículo 2º. Las leyes que establecieren para la adquisición de un estado civil,
condiciones diferentes de las que exigía una ley anterior, prevalecerán sobre ésta desde la
fecha en que comiencen a regir.
Concordancias: Código Civil: artículos 6º, 7º, 9º y 304.

Jurisprudencia: 206. Del sentido y significado de la regla fijada en este artículo. La


deficiente redacción del artículo 2º de la ley, ya criticada por más de un civilista durante el
siglo XIX, sólo puede superarse si se tiene en cuenta su "historia fidedigna", que era el
recurso al que precisamente remitía el diputado José Miguel Barriga durante la tramitación
del proyecto, según se ha advertido en las observaciones precedentes. De este modo, este
artículo en nada innova en relación con la regla general consagrada en el Código Civil, y
debe ser leído a la luz del inciso 1º del artículo 3º de la ley. En efecto, si este artículo 2º se
lee en relación con la primera parte del inciso 1º del artículo 3º de la ley: "El estado civil
adquirido conforme a la ley vigente a la fecha de su constitución, subsistirá, aunque ésta
pierda después su fuerza", se entiende que la regla que se pretendió expresar en él era la
siguiente: "El estado civil adquirido conforme a la ley vigente a la fecha de su constitución,
subsistirá, aunque una nueva ley exija nuevos requisitos para adquirirlo". La jurisprudencia,
acertadamente, ha seguido este camino para darle alguna utilidad a este artículo 2º: "Que
la aludida norma, por lo demás, no puede interpretarse en forma aislada de su contexto, a
fin de que haya entre todas las partes de la ley la debida correspondencia y armonía, como
lo dispone la regla hermenéutica del artículo 24 del Código Civil. Y el precepto que
contextualiza el sentido del artículo 2º, citado, no es otro que el artículo tercero"
(C. Apelaciones de Santiago, 3 de abril de 2002, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/1666/2002, Rol Nº 7655-1997). De ahí que ello permita concluir
que: "Esta disposición no importa conferir eficacia retroactiva a la nueva ley, sino
operatividad inmediata para la aplicación de los nuevos requisitos, pero sin innovar en el
estado civil ya constituido de las personas" (C. Apelaciones de Santiago, 3 de abril de 2002,
cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/1666/2002, Rol Nº 7655-1997).

Artículo 3º. El estado civil adquirido conforme a la ley vigente a la fecha de su


constitución, subsistirá aunque ésta pierda después su fuerza; pero los derechos y
obligaciones anexos a él, se subordinarán a la ley posterior, sea que ésta constituya nuevos
derechos u obligaciones, sea que modifique o derogue los antiguos.

En consecuencia, las reglas de subordinación y dependencia entre cónyuges, entre


padres e hijos, entre guardadores y pupilos, establecidas por una nueva ley, serán
obligatorias desde que ella empiece a regir, sin perjuicio del pleno efecto de los actos
válidamente ejecutados bajo el imperio de una ley anterior.

Concordancias: Código Civil: artículos 6º, 7º, 9º, 304. Ley sobre el efecto retroactivo de
las leyes, 7.10.1861, en Boletín de las Leyes i Decretos del Gobierno, XXIX, Nº 10:
artículo 10. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 2º transitorio.

Jurisprudencia: 207. De la inmutabilidad del estado civil, explicada a la luz del


derecho de propiedad. La concepción del estado civil constituido como un "derecho
adquirido", a pesar de que es una calidad y no un derecho, y la imposibilidad de su
afectación por una ley posterior a aquella bajo la cual se adquirió, llevó a que muchos
autores explicaran su inmutabilidad desde la perspectiva del derecho de propiedad
(Alessandri Rodríguez, Claro Solar). Esta visión también fue asumida por la jurisprudencia.
Así, por ejemplo, en tiempos recientes se ha declarado que: "El estado civil imprime a la
persona un carácter y le da a ésta una situación permanente en el entorno social que lo
rodea y que emana de un hecho que lo determina y que le confiere, por el solo ministerio
de la ley, un conjunto de derechos y obligaciones inherentes a su persona, lo que constituye
una forma de propiedad garantida por acciones análogas a las que nacen del dominio
propiamente dicho" (C. Apelaciones de Coyhaique, 29 de junio de 2006, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/1963/2006, Rol Nº 17-2006). 208. De no haber seguido la Ley
Nº 19.947 el principio previsto en el inciso 1º del artículo 3º de la ley de 1861, en
relación con la adquisición del estado civil de casado y de su extinción por causa de
divorcio. Tal ha sido el entendimiento que le ha dado la E xcma. Corte Suprema a las reglas
de la Ley de Matrimonio Civil Nº 19.947: "Que de las normas transcritas se infiere que la
Ley Nº 19.947, no respetó el principio previsto en el artículo 3º de la Ley sobre Efecto
Retroactivo de las Leyes en el sentido que el estado civil adquirido y, por ende, las causales
de su extinción se rigen por la ley vigente a la fecha de su constitución. Por consiguiente,
todo el régimen de divorcio vincular de la nueva ley, tanto lo que dice relación con las
causales, titulares de la acción, plazos y requisitos, se aplica a los matrimonios celebrados
con anterioridad a su vigencia y los cónyuges pueden divorciarse en conformidad a sus
disposiciones, con la salvedad que no rige para estas personas las limitaciones
contempladas en los artículos 22 y 25 de la Ley de Matrimonio Civil, para acreditar el cese
de la convivencia, la que se puede probar por otros medios distintos de los señalados en
esas normas" (C. Suprema, 30 de octubre de 2006, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/3634/2006, Rol Nº 2021-2006). Este considerando lo ha reiterado
literalmente en sentencias posteriores (C. Suprema, 9-XI-2010, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/9235/2010, Rol Nº 5328-2010).

Artículo 5º. Las personas que bajo el imperio de una ley hubiesen adquirido en
conformidad a ella el estado de hijos naturales, gozarán de todas las ventajas y estarán
sujetas a todas las obligaciones que les impusiere una ley posterior.

Concordancias: Código Civil: artículo 304. Ley Nº 19.585, establece nuevo régimen de
filiación, D.O. 26.10.1998.

Jurisprudencia: 209. Del estado de hijo natural adquirido con anterioridad a la Ley
Nº 10.271, y de los derechos hereditarios que ella le reconoció. La Excma. Corte
Suprema ha declarado: "Que en relación a los derechos hereditarios del hijo natural, en
virtud de lo prescrito en los artículos 9º transitorio de la Ley Nº 10.271 y 5º de la Ley sobre
Efecto Retroactivo de las Leyes, debe concluirse que si el hijo ha sido reconocido como
natural con arreglo a la legislación anterior, subsiste su estado civil bajo el imperio de la Ley
Nº 10.271; pero, desde la vigencia de ésta, goza de todas las ventajas —entre ellas el
derecho a la sucesión ab intestato— y está sujeto a todas las obligaciones que ella le otorga
o impone. En efecto, de conformidad a la primera de las disposiciones citadas, en lo no
previsto por estos artículos transitorios, regirá la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes,
y el artículo 5º de esta normativa prescribe que las personas que bajo el imperio de una ley
—Código Civil antes de la dictación de la Ley Nº 10.271— hubiesen adquirido en
conformidad a ella la calidad de hijos naturales —cuyo es el caso de los demandantes—,
gozarán de todas las ventajas y estarán sujetas a todas las obligaciones que les impusiere
una ley posterior —mismo Código Civil después de la dictación de la Ley Nº 10.271"
(C. Suprema, 29 de enero de 2009, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/5828/2009, Rol
Nº 7032-2007). 210. Del estado civil de hijo natural adquirido bajo la vigencia de la Ley
Nº 10.271, y de su mantenimiento después de las reformas del régimen de la filiación.
La Excma. Corte Suprema ha mantenido de manera invariable la opinión según la cual se
conserva el estado civil de hijo natural que, bajo la vigencia de la Ley Nº 10.271, podía
haberse determinado sobre la base de haberse hecho constar en la partida de nacimiento
el nombre de los padres. En tal dirección ha declarado: "en la especie también corresponde
declarar la calidad de hijo natural del recurrente si se considera que, por haber nacido el 18
de septiembre de 1943, el actor se halla regido, en principio, por la legislación civil vigente
antes de la dictación de la Ley Nº 10.271, estatuto que, en cuanto hijo natural, no le
reconocía derechos hereditarios. Sin embargo, es precisamente en virtud de esta normativa
y de la Ley sobre el Efecto Retroactivo de las Leyes que debe reconocérsele esa calidad
que invoca y, consecuentemente, sus derechos en la sucesión de don [...] En efecto, en el
sistema del Código Civil antes de las reformas introducidas por la citada Ley Nº 10.271, la
filiación natural no tenía otra fuente que la voluntad del padre o de la madre. Según el
anterior texto del artículo 271, si bien el reconocimiento constituía un acto libre y voluntario
del padre o madre que reconoce, no obstante ese reconocimiento, el hijo natural estaba
totalmente excluido de la herencia por los hijos legítimos. Como se dijo en el fallo recaído
en los autos Rol Nº 7032-2007, 'de acuerdo al inciso 1º del artículo 272 del Código Civil
vigente antes de la Ley Nº 10.271, el reconocimiento debía hacerse por instrumento público
entre vivos, o por acto testamentario; y no obstante que de acuerdo a la doctrina de la época
resultaba dudoso si el reconocimiento se podía efectuar en la inscripción de nacimiento
(problema que la Ley Nº 10.271 zanjó al permitir expresamente esta posibilidad), no se
divisan razones suficientes para decidirse por la negativa, toda vez que la inscripción de
nacimiento reviste indudablemente la naturaleza de instrumento público entre vivos, por
cuanto se trata, en conformidad a la definición que, desde siempre, confiere el inciso 1º del
artículo 1699 del Código Civil, de un instrumento autorizado con las solemnidades legales
por el competente funcionario'. Así, analizado el asunto bajo este prisma y siendo un hecho
de la causa que en la inscripción de nacimiento del demandante don [...], su padre don [...]
y su madre doña [...], pidieron que constaran sus nombres como padres y que en el año
1949, mediante escritura pública, la madre reconoció al actor como hijo natural, también
corresponde colegir que el demandante de autos es hijo natural de don [...]" (C. Suprema,
19 de agosto de 2014, cons. 11º, LegalPublishing: CL/JUR/5578/2014, Rol Nº 6316-2013).

[...]

J. AUTO ACORDADO QUE REGLAMENTA LA APLICACIÓN DEL RECURSO DE


RECLAMACIÓN EN CONTRA DEL DECRETO QUE DISPONE LA PÉRDIDA DE LA
NACIONALIDAD

Excma. Corte Suprema, 26 de enero de 1976

En Santiago, a veintiséis de enero de mil novecientos setenta y seis se reunió en Pleno


la Corte Suprema, y de conformidad con lo dispuesto en el inciso 1º del artículo 86 de la
Constitución Política del Estado, inciso 2º del artículo 2º del Decreto Ley Nº 175 de 10 de
diciembre de 1973 (ver nota), y en ejercicio de sus facultades económicas, acordó dictar el
siguiente Auto Acordado, para reglamentar la aplicación del Recurso de reclamación, contra
el decreto supremo que dispone la pérdida de la nacionalidad chilena, por la causal prevista
en el Nº 4 del artículo 6º de la Carta Fundamental.

1) De acuerdo con este precepto, la nacionalidad chilena se pierde, "Por atentar


gravemente desde el extranjero contra los intereses esenciales del Estado durante las
situaciones de excepción previstas en el artículo 72 Nº 17 de esta Constitución Política".

2) El artículo 2º del mencionado Decreto Ley Nº 175 cuyos dos incisos fueron
substituidos por el Decreto Ley Nº 1.301 de 23 de diciembre de 1975, dispone que para los
efectos de la pérdida de la nacionalidad contemplada en el Nº 4 del artículo 6º de la
Constitución Política del Estado, se requerirá decreto supremo fundado, firmado por todos
los Ministros de Estado, en el que se deberá considerar un informe escrito del Ministerio de
Relaciones Exteriores emitido sobre la base de los informes oficiales que obtenga de las
misiones diplomáticas u oficinas consulares chilenas en el extranjero, o de otras fuentes
fidedignas que estime apropiadas.

El inciso 2º del mismo precepto, establece el Recurso de Reclamación, que podrá


interponer el afectado ante la Corte Suprema, la que resolverá como jurado y en forma
preferente; y dispone, también, que este Tribunal dictará las normas adecuadas para
asegurar el expedito ejercicio del recurso.

3) Interpuesta la reclamación, se oficiará al Ministerio de Relaciones Exte-riores,


solicitando copia autorizada del informe escrito que ha debido emitir, y de las informaciones
oficiales que haya obtenido de las misiones diplomáticas u oficinas consulares chilenas en
el extranjero o de otras fuentes fidedignas a que haya recurrido. El Ministerio informará en
el plazo de diez días.

4) Recibidos los antecedentes señalados, o sin ellos una vez expirado ese plazo, se
dictará resolución disponiendo que los autos se mantengan en Secretaría, por el término
de diez días, contados desde la notificación al interesado de aquella resolución, para que
formule las observaciones y produzca los antecedentes o pruebas que estime necesarios.

5) Vencido el plazo de observaciones y prueba, a que se refiere el número anterior, se


remitirán los autos en vista al Sr. Fiscal, y expedido el dictamen, se ordenará traerlo en
relación ante el Tribunal Pleno, el que podrá disponer las diligencias que considere útiles,
para mejor resolver o para entrar al conocimiento del negocio.

6) La sentencia se dictará en el plazo de diez días, una vez producido el acuerdo.

7) La reclamación será tramitada por el Presidente de este Tribunal, hasta dictarse el


decreto que ordene traer los autos en relación.

8) Todas las notificaciones se efectuarán por el Estado diario.

9) El Supremo Gobierno podrá hacerse parte en el recurso.

10) El fallo que se dicte en la reclamación, será transcrito al señor Ministro de Relaciones
Exteriores.

Publíquese en el Diario Oficial.

Para debido testimonio, se extiende la presente acta con la SS. firma el Secretario.
III. DEL MATRIMONIO

A. TRATADOS Y CONVENCIONES INTERNACIONALES

1. PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS ADOPTADO


POR LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU POR RESOLUCIÓN Nº 2.200 EL 16 DE
DICIEMBRE DE 1966 Y SUSCRITO POR CHILE EN LA MISMA FECHA

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 778, D.O. 29.04.1989

.................

Artículo 23

1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la


protección de la sociedad y del Estado.

2. Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer a contraer matrimonio y a fundar una


familia si tiene edad para ello.

3. El matrimonio no podrá celebrarse sin el libre y pleno consentimiento de los contrayentes.

4. Los Estados Partes en el presente Pacto tomarán las medidas apropiadas para asegurar
la igualdad de derechos y de responsabilidades de ambos esposos en cuanto al matrimonio,
durante el matrimonio y en caso de disolución del mismo. En caso de disolución, se adoptarán
disposiciones que aseguren la protección necesaria a los hijos.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículo 102. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º y 4º. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 10, 11.1 y 12. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989,
artículo 16. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º,
6º número 1, 17. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a).

2. PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y


CULTURALES, ADOPTADO POR LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU EL 19 DE
DICIEMBRE DE 1966 Y SUSCRITO POR CHILE EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 1969

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 326, D.O. 27.05.1989

.................

Artículo 10

Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen que:


1. Se debe conceder a la familia, que es el elemento natural y fundamental de la sociedad,
la más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su constitución y mientras
sea responsable del cuidado y la educación de los hijos a su cargo. El matrimonio debe
contraerse con el libre consentimiento de los futuros cónyuges.

2. Se debe conceder especial protección a las madres durante un período de tiempo


razonable antes y después del parto. Durante dicho período, a las madres que trabajen se les
debe conceder licencia con remuneración o con prestaciones adecuadas de seguridad social.

3. Se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia en favor de todos los


niños y adolescentes, sin discriminación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición.
Debe protegerse a los niños y adolescentes contra la explotación económica y social. Su empleo
en trabajos nocivos para su moral y salud, o en los cuales peligre su vida o se corra el riesgo
de perjudicar su desarrollo normal, será sancionado por la ley. Los Estados deben establecer
también límites de edad por debajo de los cuales quede prohibido y sancionado por la ley el
empleo a sueldo de mano de obra infantil.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículo 102.
Código del Trabajo: artículos 13 a 18. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º y 4º. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto
Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º número 1, 17.
Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 32 a 36.

Jurisprudencia: 211. Deber estatal de conceder a la familia la más amplia protección y asistencia
posible y programas asistenciales para que una madre pueda cuidar y educar a sus hijos. La
Iltma. Corte de Apelaciones de Valdivia, recordando que: "[E]l Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales" (Diario Oficial: 27 de mayo de 1989), en su artículo 10 dispone que los Estados
Partes en el presente Pacto reconocen que: "1. Se debe conceder a la familia, que es el elemento natural
y fundamental de la sociedad, la más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su
constitución y mientras sea responsable del cuidado y la educación de los hijos a su libre consentimiento
de los futuros cónyuges". El artículo 11 dispone que "Los estados partes en el presente Pacto reconocen
el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido
y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia" y que: "como se indicó
en los autos rol Corte Nº 178 2008, que dice relación con otro hijo de la madre recurrente en esta causa
y habida consideración a las actuales condiciones económicas por las que atraviesa ésta, se hace
necesario buscar una solución para que pueda superar las condiciones deficitarias en que ella debe vivir
junto a sus hijos. Se sostuvo en dicha causa que el Supremo Gobierno diseñó el Sistema de Protección
Social Chile Solidario, bajo la coordinación del Ministerio de Planificación y Cooperación (Mideplan) con
el objeto de brindar apoyo psicosocial personalizado a cada una de las familias pobres de nuestro país y
asegurarles el acceso preferente a subsidios monetarios y a programas sociales gubernamentales. El
Programa Puente se diseñó para hacer realidad estos objetivos por cuanto promueve en la familia el
desarrollo de acciones para el mejoramiento de su estándar de vida y su integración a la red de beneficios
y servicios sociales que existen a su disposición" (C. de Apelaciones de Valdivia, 19 de marzo de 2008,
cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/7539/2008, Rol Nº 1-2008), resolvió: "Que en atención a que el Estado
debe conceder la más amplia protección y asistencia posible a la familia y en este caso a la madre de los
menores a que se refieren estos autos, se dispondrá que se oficie a la Municipalidad de Máfil o de San
José de la Mariquina a fin de que se incorpore efectivamente a doña [...] en el Programa Puente con el
objeto de que pueda mejorar sus condiciones de vida, proporcionándole la ayuda que dicho programa
contempla, integrándola a la red de beneficios y servicios sociales que existen a su disposición y pueda
ella fortalecer su calidad de vida en las áreas de salud, educación, dinámica familiar, habitabilidad, trabajo
e ingresos" (C. de Apelaciones de Valdivia, 19 de marzo de 2008, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/7539/2008, Rol Nº 1-2008).

Artículo 11
1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel
de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a
una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas
apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la
importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.

2. Los Estados Partes en el presente Pacto, reconociendo el derecho fundamental de toda


persona a estar protegida contra el hambre, adoptarán, individualmente y mediante la
cooperación internacional, las medidas, incluidos los programas concretos, que se necesiten
para:

a) Mejorar los métodos de producción, conservación y distribución de alimentos mediante la


plena utilización de los conocimientos técnicos y científicos, la divulgación de principios sobre
nutrición y el perfeccionamiento o la reforma de los regímenes agrarios de modo que se logre
la explotación y la utilización más eficaces de las riquezas naturales;

b) Asegurar una distribución equitativa de los alimentos mundiales en relación con las
necesidades, teniendo en cuenta los problemas que se plantean tanto a los países que importan
productos alimenticios como a los que los exportan.

Concordancias: Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990:
artículo 4º.

3. CONVENCIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE TODAS LAS FORMAS DE


DISCRIMINACIÓN CONTRA LA MUJER, ADOPTADA POR LA ASAMBLEA
GENERAL DE LA ONU EL 18 DE DICIEMBRE DE 1979, SUSCRITA POR CHILE EL
17 DE JULIO DE 1980

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 789, D.O. 9.12.1989

.................

Artículo 16

1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la
discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las
relaciones familiares y, en particular, asegurarán, en condiciones de igualdad entre hombres y
mujeres:

a) El mismo derecho para contraer matrimonio;

b) El mismo derecho para elegir libremente cónyuge y contraer matrimonio sólo por su libre
albedrío y su pleno consentimiento;

c) Los mismos derechos y responsabilidades durante el matrimonio y con ocasión de su


disolución;
d) Los mismos derechos y responsabilidades como progenitores, cualquiera que sea su
estado civil, en materias relacionadas con sus hijos; en todos los casos, los intereses de los
hijos serán la consideración primordial;

e) Los mismos derechos a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos y el


intervalo entre los nacimientos y a tener acceso a la información, la educación y los medios que
les permitan ejercer estos derechos;

f) Los mismos derechos y responsabilidades respecto de la tutela, curatela, custodia y


adopción de los hijos, o instituciones análogas cuando quiera que estos conceptos existan en
la legislación nacional; en todos los casos, los intereses de los hijos serán la consideración
primordial;

g) Los mismos derechos personales como marido y mujer, entre ellos el derecho a elegir
apellido, profesión y ocupación;

h) Los mismos derechos a cada uno de los cónyuges en materia de propiedad, compras,
gestión, administración, goce y disposición de los bienes, tanto a título gratuito como oneroso.

2. No tendrán ningún efecto jurídico los esponsales y el matrimonio de niños y se adoptarán


todas las medidas necesarias, incluso de carácter legislativo, para fijar una edad mínima para
la celebración del matrimonio y hacer obligatoria la inscripción del matrimonio en un registro
oficial.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículos 98, 99, 100,
101, 102, 304. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º y 4º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º número 1, 17. Decreto Nº 201, Min.
Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a). Ley Nº 20.418, Fija normas sobre información, orientación y prestaciones en materia de
regulación de la fertilidad, D.O. 28.01.2010: artículos 1º, 2º. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de oportunidades
e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículo 9º.

4. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS: "PACTO DE SAN


JOSÉ DE COSTA RICA"

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 873, D.O. 5.01.1991

.................

Artículo 17. Protección a la familia.

1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y debe ser protegida por la


sociedad y el Estado.

2. Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia
si tienen la edad y las condiciones requeridas para ello por las leyes internas, en la medida en
que éstas no afecten al principio de no discriminación establecido en esta Convención.

3. El matrimonio no puede celebrarse sin el libre y pleno consentimiento de los contrayentes.


4. Los Estados Partes deben tomar medidas apropiadas para asegurar la igualdad de
derechos y la adecuada equivalencia de responsabilidades de los cónyuges en cuanto al
matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del mismo. En caso de disolución,
se adoptarán disposiciones que aseguren la protección necesaria a los hijos, sobre la base
única del interés y conveniencia de ellos.

5. La ley debe reconocer iguales derechos tanto a los hijos nacidos fuera de matrimonio como
a los nacidos dentro del mismo.

Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º y 19 número 2. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículos 1º inciso 2º, 3º, 21 inciso 2º, 55 inciso 2º, 61. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16. Decreto
Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a).

5. CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON


DISCAPACIDAD, ADOPTADA POR LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU EL 13
DE DICIEMBRE DE 2006

Decreto Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 201, D.O. 17.09.2008

.................

Artículo 23. Respeto del hogar y de la familia.

1. Los Estados Partes tomarán medidas efectivas y pertinentes para poner fin a la
discriminación contra las personas con discapacidad en todas las cuestiones relacionadas con
el matrimonio, la familia, la paternidad y las relaciones personales, y lograr que las personas
con discapacidad estén en igualdad de condiciones con las demás, a fin de asegurar que:

a) Se reconozca el derecho de todas las personas con discapacidad en edad de contraer


matrimonio, a casarse y fundar una familia sobre la base del consentimiento libre y pleno de los
futuros cónyuges;

b) Se respete el derecho de las personas con discapacidad a decidir libremente y de manera


responsable el número de hijos que quieren tener y el tiempo que debe transcurrir entre un
nacimiento y otro, y a tener acceso a información, educación sobre reproducción y planificación
familiar apropiados para su edad, y se ofrezcan los medios necesarios que les permitan ejercer
esos derechos;

c) Las personas con discapacidad, incluidos los niños y las niñas, mantengan su fertilidad,
en igualdad de condiciones con las demás.

2. Los Estados Partes garantizarán los derechos y obligaciones de las personas con
discapacidad en lo que respecta a la custodia, la tutela, la guarda, la adopción de niños o
instituciones similares, cuando esos conceptos se recojan en la legislación nacional; en todos
los casos se velará al máximo por el interés superior del niño. Los Estados Partes prestarán la
asistencia apropiada a las personas con discapacidad para el desempeño de sus
responsabilidades en la crianza de los hijos.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículo 102. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º, 4º y 13 incisos 2º y 3º. Ley Nº 20.422, establece normas
sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículo 10. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto
Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 16. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículos 1º, 3º, 6º número 1, 17. Ley Nº 20.584, regula los derechos y deberes de las personas en relación con acciones
vinculadas a su atención de salud, D.O. 24.04.2012: artículos 23 y 24.

B. CÓDIGO CIVIL

A) LIBRO I DE LAS PERSONAS

TÍTULO III
DE LOS ESPONSALES

Concordancias: Código Civil: Mensaje VII.

Artículo 98. Los esponsales o desposorio, o sea la promesa de matrimonio mutuamente


aceptada, es un hecho privado, que las leyes someten enteramente al honor y conciencia del
individuo, y que no produce obligación alguna ante la ley civil.

No se podrá alegar esta promesa ni para pedir que se lleve a efecto el matrimonio, ni para
demandar indemnización de perjuicios.

Concordancias: Código Civil: Mensaje § VII, artículos 102, 1554. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 39. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 2º inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 3º. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16.2.

Jurisprudencia: 212. La reparación por el agravio doloso. Ha habido algún caso en el que se ha
condenado a la reparación de daños a quien no ha cumplido los esponsales, no por el hecho del mero
incumplimiento, sino por entenderse que en el caso concreto se había producido un agravio doloso que,
como todos, exigía su reparación, desde el momento en que se acreditó que quien rehusó cumplir el
desposorio había confesado que había "tenido con doña [...] relaciones ilícitas de la que provino un hijo,
mediante la promesa de matrimonio que él le hizo i que desde un principio no tuvo intención de cumplir,
por existir de antemano un compromiso semejante con otra joven en quien ha tenido las mismas
relaciones i dos hijos" y, así, el Juez Letrado de Ovalle en su sentencia de 17 de noviembre de 1866,
confirmada por la Iltma. Corte de Apelaciones de la Serena el 5 de diciembre de 1866, falló que: "Se condena
a don [...] a pagar a doña [...] la cantidad de cien pesos como indemnización del agravio inferido, si no se
casase con ella, debiendo además correr con la crianza del hijo nacido, en los gastos que se originen,
correspondiendo la guarda y cuidado personal de dicho hijo a la madre, en caso de solicitarlo ésta" (JL.
Ovalle, 17 de noviembre de 1866, en GT. Año XXIV, Nº 1.286, Santiago de Chile, marzo 2 de 1867,
Nº 275, p. 129).

Artículo 99. Tampoco podrá pedirse la multa que por parte de uno de los esposos se hubiere
estipulado a favor del otro para el caso de no cumplirse lo prometido.

Pero si se hubiere pagado la multa, no podrá pedirse su devolución.

Concordancias: Código Civil: artículo 1470 inciso 3º. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 39.
Artículo 100. Lo dicho no se opone a que se demande la restitución de las cosas donadas y
entregadas bajo la condición de un matrimonio que no se ha efectuado.

Concordancias: Código Civil: artículos 675, 1786, 1787, 1788, 1789.

Artículo 101. Tampoco se opone lo dicho a que se admita la prueba del contrato de
esponsales como circunstancia agravante del crimen de seducción.

TÍTULO IV
DEL MATRIMONIO

Concordancias: Código Civil: Mensaje § VIII. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por
D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 2º números 2 y 4, 37 a 41. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004. Decreto
Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004. Decreto Nº 778, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 326, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículo 10.
Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículo 17. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a).

Artículo 102. El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se
unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de
auxiliarse mutuamente.

Concordancias: Código Civil: artículos 15, 20, 131, 133, 1074, 1075, 1077, 1443 y 1792. Código del Trabajo: artículo 207
bis. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 4º, 11 inciso 1º, 18. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 326, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículo 10.1. Decreto
Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 16.1. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículo 17. Ley Nº 19.947, D.O. 17 de mayo de 2004, de Matrimonio Civil: artículos 1º, 2º, 42 Nº 4, 54 Nº 2. Decreto Nº 201,
Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a). Ley Nº 20.422, Establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de
personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículo 9º.

Jurisprudencia: 213. La disciplina jurídica del matrimonio, en particular en cuanto a sus efectos, está
reservada a la ley. El Excmo. Tribunal Constitucional, en sentencia de 3 de noviembre de 2011, ha
reconocido que el matrimonio constituye una materia que está sujeta al principio de la "reserva legal" y no
al de la "reserva constitucional" en cuanto a sus efectos: "Respecto al matrimonio, la reserva de ley
referida a la regulación de sus efectos, tiene un doble fundamento constitucional en la Carta Fundamental.
Por una parte, se desprende del Nº 3 del artículo 63 de la misma, que al señalar cuáles son las materias
de ley, indica como una de ellas las que "son objeto de la codificación civil". Y, por otra parte, del Nº 20
del mismo artículo, que establece que también lo es "toda otra norma de carácter general y obligatoria
que estatuya las bases esenciales de un ordenamiento jurídico" (Tribunal Constitucional, 3 de noviembre
de 2011, cons. 5º, Rol Nº 1881-10-INA). Esta opinión la fundó el tribunal en las siguientes dos razones y
argumentos: 1ª) Porque el matrimonio constituye una materia propia de la codificación civil: y así se
sostuvo que: "En efecto, está fuera de toda duda que el matrimonio es una de las materias más
importantes relativas a las personas y es por ello que desde su aprobación, en 1855, el Código Civil de
Bello, en su Libro Primero, relativo a "Las personas", incluye el título IV "Del matrimonio", lo que demuestra
que éste es un asunto propio de la codificación civil y, por ende, es materia de ley. Refuerza esta
conclusión lo dispuesto en el artículo 63, Nº 20, de la Constitución antes citado, pues resulta evidente que
la definición de lo que se entenderá por matrimonio con carácter general y obligatorio, por su importancia
social, estatuye una de las bases esenciales del ordenamiento jurídico civil y de ahí que sea propio que
la ley lo establezca" (Tribunal Constitucional, 3 de noviembre de 2011, cons. 6º, Rol Nº 1881-10-INA) y;
2ª) Porque así se desprendería de la historia fidedigna de la Constitución de 1980: en cuyo sentido se
señaló: "Que, a mayor abundamiento, cabe precisar que los efectos y la regulación de las proyecciones
del matrimonio son propios de la reserva legal y no constitucional. Ello quedó en evidencia en la discusión
de la Comisión de Estudio de la Nueva Constitución, referida a la disolución del matrimonio, la que, por lo
demás, con posterioridad a la entrada en vigencia de la Carta de 1980 fue aceptada y regulada bajo la
forma del divorcio vincular. Es así como las características de la institución, referidas a la protección y
desarrollo de la misma, han podido mutar en virtud de diversas normas de rango legal, las que han
efectuado cambios en lo que atañe, por ejemplo, al régimen de bienes, a la adopción y a la filiación, entre
otros aspectos" (Tribunal Constitucional, 3 de noviembre de 2011, cons. 7º, Rol Nº 1881-10-INA). El mismo
Tribunal ha reiterado esta opinión, es decir, que la disciplina jurídica del matrimonio, en particular respecto
de sus efectos, constituye una materia de reserva legal: "Que en sentencia recaída en el Rol Nº 1881,
este Tribunal afirmó que, respecto del matrimonio, existe una reserva de ley referida a la regulación de
sus efectos que tiene un doble fundamento en la Carta Fundamental. Por una parte, en el Nº 3 del
artículo 63 de la misma, que señala que son materias de ley, las que "son objeto de codificación civil". Por
otra parte, en el Nº 20 del mismo artículo, que establece que también lo es "toda otra norma de carácter
general y obligatoria que estatuya las bases esenciales de un ordenamiento jurídico" (Considerando 5º)"
(Tribunal Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 4º, Rol Nº 2435-13-INA). 214. Régimen jurídico del
matrimonio y principio constitucional de igualdad entre hombres y mujeres. La noción del
matrimonio y todo su régimen jurídico no puede entenderse sino en el contexto de los principios
constitucionales y de las normas de derecho internacional vigentes en Chile, entre los que se cuenta el
de la igualdad jurídica de los cónyuges, como comienza a advertirlo la jurisprudencia. Así se ha declarado
que: "Como lo refiere el profesor Javier Barrientos Grandon, en su artículo "La Compensación económica
como derecho de uno de los cónyuges y obligación correlativa del otro", publicado en la Revista Chilena
de Derecho Privado Nº 9, diciembre de 2007, Fernando Fueyo Laneri, de la Escuela de Derecho de la
Universidad Diego Portales, págs. 9-44, el matrimonio y su régimen jurídico descansa, en todo lo relativo
a la posición y relaciones entre los cónyuges, en el principio constitucional de la igualdad entre hombres
y mujeres, recogido en el artículo 19 Nº 2 inciso 1º de la Constitución Política de la República, que se
concreta, en la especie, en la específica igualdad entre marido y mujer, en cumplimiento de lo previsto en
el artículo 23 Nº 4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del artículo 24 Nº 4 del
denominado Pacto de San José de Costa Rica, los que obligan al Estado chileno a adoptar las "medidas
apropiadas para asegurar la igualdad de derechos y responsabilidades de ambos esposos en cuanto al
matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución de éste y, muy especialmente, para dar
cumplimiento a diversas disposiciones de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (art. 16, 1, letra c) obligatorias, igualmente, para el Estado de
Chile" (C. Apelaciones de Talca, 16 de diciembre de 2010, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/12341/2010,
Rol Nº 209-2010). 215. De la definición de matrimonio. La jurisprudencia, al igual que la generalidad de
la doctrina, tradicionalmente se ha mantenido aferrada a la definición del matrimonio contenida en este
artículo 102. Ello la ha hecho caer en la poco útil discusión acerca de si se trata de un "contrato" o una
"institución". Sin embargo, en el último tiempo, y como consecuencia directa de las reformas legales en
sede de matrimonio, de aquellas otras que han contribuido a ampliar las concepciones habituales de la
familia, ligada al matrimonio, junto a lecturas que incorporan la legalidad constitucional y de los tratados
internacionales vigentes en el país, han dado paso a un incipiente esfuerzo jurisprudencial por elaborar
una definición que se desliga de la literalidad de este artículo 102 del Código Civil. 215.1. De la definición
legal del matrimonio: de su caracterización como contrato. En el contexto en que fue redactada la
definición legal de matrimonio, su caracterización como contrato obedecía al propósito del codificador
dirigido a destacar, por una parte, que la ley civil no se ocupaba del matrimonio en cuanto que sacramento,
pues desde esta perspectiva quedaba sujeto a la disciplina canónica, sino que en cuanto contrato y, por
otra, a que requería del consentimiento de los contrayentes. La doctrina ha pasado por alto la
contextualización histórica de la definición contenida en el artículo 102, y cuando se ha enfrentado a la
necesidad de explicar la caracterización del matrimonio como "contrato" ha trasladado al derecho chileno
una discusión frecuente en otras tradiciones. En concreto, ha asumido la cuestión de "determinar" si el
matrimonio es un "contrato" o una "institución". La jurisprudencia ha seguido los pasos de la doctrina, y
no logra, aún, desligarse de la añeja discusión relativa a si el matrimonio es un "contrato" o una
"institución". Así, por ejemplo, el Excmo. Tribunal Constitucional ha optado por referirse a él como un
"contrato-institución" cuando ha advertido que: "[C]abe señalar que el matrimonio es un contrato solemne
(contrato-institución, se señala) que termina, entre otras causales, por sentencia firme de divorcio"
(Tribunal Constitucional, 12 de agosto de 2010, cons. 7º, Rol Nº 1499-09; Tribunal Constitucional, 31 de
diciembre de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1490-09; Tribunal Constitucional, 31 de diciembre de 2009, cons. 7º,
Rol Nº 1424-09; Tribunal Constitucional, 31 de diciembre de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1423-09). Hoy día, el
género de los "contratos" al que este artículo 102 adscribe al matrimonio, debe entenderse a la luz de las
disposiciones de la Ley Nº 19.947. Así, la calificación legal del matrimonio como un "contrato", por una
parte, destaca la posición central que ocupa el "consentimiento matrimonial" en la misma naturaleza del
matrimonio y, por otra, significa también que se reconoce la antigua máxima conforme a la cual consensus
facit matrimonium. La centralidad del consentimiento matrimonial atraviesa toda la Ley Nº 19.947 que, de
acuerdo con el inciso 1º de su artículo 2º, es un texto en que, precisamente, se "establecen los requisitos
para asegurar el libre y pleno consentimiento de los contrayentes". La relevancia del consentimiento
matrimonial se manifiesta en la "Ley de Matrimonio Civil", en cuanto que ella se destina, precisamente, a
salvaguardar un consentimiento matrimonial libre y espontáneo y por ello, en su artículo 4º, se destaca
esta naturaleza convencional o contractual del matrimonio al señalar que su celebración "exige que ambos
contrayentes sean legalmente capaces" y que "hayan consentido libre y espontáneamente en contraerlo",
lo que no es más que una consecuencia del reconocimiento del ius conubii como una facultad inherente
a toda persona humana, que pertenece al género de las libertades. De este modo, se excluye
naturalmente toda pretensión de encasillarlo en la definición patrimonial de contrato o convención recibida
en el artículo 1438 del mismo Código y, también, aparece que tal género contractual se vincula
necesariamente con la revaloración que ha hecho dicha ley, en el citado inciso 1º de su artículo 2º, del
"libre y pleno consentimiento de los contrayentes". En este contexto, la jurisprudencia ha ido sentando,
aunque no libre de vacilaciones, una serie de conclusiones fundadas en la centralidad y especificidad del
consentimiento en el matrimonio, y que tocan directamente a la improcedencia de atribuirle unos
caracteres de "contrato" en la dimensión del derecho patrimonial: 215.1.1. No es aplicable al matrimonio
el artículo 1545 del Código Civil: en esta línea se ha declarado que: "[N]o procede acoger la infracción
al artículo 1545 del Código Civil, por tratarse el matrimonio de un "instituto jurídico" que está regido por
leyes específicas y son éstas las que deben aplicarse y no las generales relativas a los contratos"
(C. Suprema, 1 de julio de 2003, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/2362/2003, Rol Nº 3895-
2002); 215.1.2. No es aplicable al matrimonio el artículo 1683 del Código Civil: en ese sentido se ha
sentado que: "[L]a prohibición de alegar la nulidad absoluta que impone el artículo 1683 del Código Civil
al que ha celebrado un contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba, se refiere sólo a los
actos de carácter patrimonial y no al matrimonio civil, por tratarse éste de un instituto sui generis al cual
no le son aplicables las reglas del Código Civil sino las de la Ley de Matrimonio Civil, las que contemplan
la posibilidad de interponer acción de nulidad a los presuntos cónyuges, sin que se contemple en ella
ninguna excepción respecto de las personas a quienes esté prohibido su ejercicio" (C. Suprema, 1 de julio
de 2003, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/2362/2003, Rol Nº 3895-2002). 215.2. De la definición
jurisprudencial del matrimonio. La Excma. Corte Suprema ha intentado una definición de matrimonio, que
comprenda los caracteres que lo configuran el actual derecho matrimonial chileno, y que atiende a los
elementos que entiende se derivan de las finalidades del derecho de familia. En este contexto ha dado
especial importancia a la comunidad de vida y a la afectividad. Este último factor es, en verdad, un
elemento que desde algunas décadas se ha introducido con fuerza en las regulaciones legales tocantes
a la familia. Así, ha expresado la Excma. Corte Suprema: "Que, en este punto, es necesario recordar que el
derecho de familia tiene por objeto el resguardo de ciertas instituciones que el Estado reconoce como
valiosas, y que por diversos motivos son de interés para la sociedad fomentar y proteger. Dentro de tales
entidades, sobresale, entre otras, la del matrimonio, que por definición se entiende como una comunidad
de vida y de afectos que genera en sus integrantes más allá de una relación de parentesco sanguíneo un
vínculo de carácter emocional con el que sus integrantes se identifican y reconocen entre sí, cuya
expresión sana y vigorosa el Estado debe resguardar y promover" (C. Suprema, 29 de septiembre de
2016, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6728/2016, Rol Nº 22093-2016). 216. La definición legal de
matrimonio: de su caracterización como "entre un hombre y una mujer" y de su
constitucionalidad. Que el matrimonio pueda contraerse sólo entre un hombre y una mujer constituye la
delimitación legal de uno de los aspectos del campo operativo del ejercicio del ius conubii, reconocido en
el inciso 1º del artículo 2º de la Ley Nº 19.947 como "un derecho esencial inherente a la persona humana,
si se tiene edad para ello". Coincidente con esta delimitación efectuada por este artículo 102, en el
inciso 1º del artículo 80 de la Ley Nº 19.947 se reconocen, bajo ciertas exigencias, los matrimonios
celebrados en el extranjero "siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer". Legalmente,
pues, el matrimonio se concibe como únicamente susceptible de ser contraído por dos personas de sexo
distinto, y así lo ha destacado alguna sentencia: "Que en nuestro sistema jurídico el contrato de matrimonio
es heterosexual y monógamo, por lo que sólo lo pueden celebrar dos personas de sexo diferente, y por
ello única y exclusivamente se está en presencia de dos personas y consecuentemente de dos
patrimonios distintos, cuya administración y regulación determina la ley a través de los diferentes
regímenes patrimoniales, como son el de sociedad conyugal, separación total de bienes o participación
en los gananciales" (C. Apelaciones de Santiago, 16 de octubre de 2008, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/7720/2008, Rol Nº 10145-2005). En ese contexto se ha planteado la cuestión
acerca de la constitucionalidad del artículo 102, en concreto, respecto de su período 'por el cual un hombre
y una mujer', es decir, si tal caracterización es conforme o no a las reglas de la Constitución Política de la
República, en especial, a la del número 2º de su artículo 19, que asegura a todas las personas la igualdad
ante la ley. Aunque el Excmo. Tribunal Constitucional se ha pronunciado, cuando ha sido requerido, sobre
esta cuestión, no ha logrado identificar cuál es, realmente, la cuestión jurídica relevante, si bien ha de
advertirse que los requirentes tampoco contribuyeron a esa precisión. La cuestión constitucional que
plantea la legalidad matrimonial, desde la perspectiva de la caracterización del ius conubii como un
derecho que sólo puede ejercerse por una persona respecto de otra de sexo distinto, se reduce a
responder a la siguiente pregunta: ¿Es conciliable con la Constitución Política de la República que el ius
conubii, por decisión legal, sólo pueda ejercerse respecto de una persona de sexo distinto? Es esta una
pregunta a la que el Excmo. Tribunal Constitucional aún no ha dado respuesta, pues lo que ha hecho en sus
sentencias es pronunciarse sobre otra cuestión, pero que deja abierta una siguiente. En efecto, como se
ha de explicar, el Excmo. Tribunal Constitucional ha optado por responder a esta pregunta: ¿Es conforme a
la Constitución el actual régimen legal del matrimonio en cuanto que lo concibe como entre personas de
distinto sexo? Su respuesta ha sido que sí lo es. Pero esa respuesta, por sus fundamentos y por su
contexto, no excluye a la siguiente: ¿Sería constitucional un régimen legal del matrimonio que
caracterizara al ius connubii como posible de ejercitarse respecto de una persona del mismo sexo? Así,
las cosas, la jurisprudencia constitucional ha estimado que el actual régimen legal del matrimonio, en
cuanto que lo concibe como la unión entre un hombre y una mujer, no es inconstitucional. El razonamiento
seguido por el Excmo. Tribunal Constitucional ha sido el siguiente: 1º) El matrimonio, en cuanto a sus efectos,
constituye una materia de reserva legal. Como se ha explicado en el número 1 de esta Jurisprudencia, tal
es la opinión que ha mantenido en dos sentencias el Excmo. Tribunal Constitucional: "[R]especto del
matrimonio, existe una reserva de ley referida a la regulación de sus efectos que tiene un doble
fundamento en la Carta Fundamental" (T. Constitucional, 3 de noviembre de 2011, cons. 5º y 6º, Rol
Nº 1881-10-INA; T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 4º, Rol Nº 2435-13-INA). Esta declaración se
efectuó, en el caso de la primera sentencia, en el contexto de un requerimiento sobre la inaplicabilidad del
artículo 102 en cuanto que declara que el matrimonio sólo puede celebrarse entre un hombre y una mujer,
es decir, sobre su propiedad consistente en la diversidad de sexo de los contrayentes. Esta propiedad del
matrimonio, a despecho de la relación que estableció el Tribunal, no constituye uno de sus "efectos", ni
tampoco, puede concebírsela dentro de la tan genérica y a-técnica expresión: 'proyecciones del
matrimonio', pues la diversidad de sexo, sin entrar al juicio que sobre ella se tenga, forma parte en el
sistema jurídico chileno actual de la "naturaleza" del matrimonio, a la que se refiere el artículo 8º de la Ley
Nº 19.947. De ahí se sigue que el matrimonio es el que opera como "causa" de sus "efectos", y la
"diversidad de sexos de los contrayentes" no es una consecuencia o un efecto del matrimonio, sino que
un elemento que lo constituye, en cuanto que causa suya. Así, pues, esta declaración del Excmo. Tribunal
Constitucional resulta inconexa en cuanto a la cuestión sobre la que había sido requerido, y habría sido
muy distinta cosa que el Tribunal hubiera declarado que era "el" matrimonio el que se hallaba sujeto a la
reserva legal, sin perjuicio de que esta reserva, efectivamente, se aplique a sus efectos. 2º) En virtud de
tal reserva legal, se ha establecido por el legislador un matrimonio entre personas de diverso sexo, y ello
es consistente con la "Convención Americana sobre Derechos Humanos". El Excmo. Tribunal Constitucional
ha destacado: "Que, en virtud de lo anterior [la reserva legal], la legislación chilena actual aplicable en
materia matrimonial, esto es el Código Civil, en los títulos IV, V y VI del Libro Primero "De las personas",
y la Ley Nº 19.947 que establece la nueva Ley de Matrimonio Civil, configura el matrimonio heterosexual
y monogámico. En efecto, el artículo 102 del Código Civil señala que "[e]l matrimonio es un contrato
solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el
fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente", y la Ley de Matrimonio Civil, al regular en su
artículo 80 el reconocimiento de los matrimonios celebrados en el extranjero, los reconoce —en lo que
interesa para el caso que nos ocupa— "siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer"
(inciso primero). Asimismo la Convención Americana sobre Derechos Humanos, al ocuparse en el
artículo 17 de la titularidad del derecho a contraer matrimonio, no ocupa la locución "toda persona" que
es la que utiliza para referirse a quienes son sujetos de los otros derechos que reconoce, sino que dice
en su inciso segundo que "[s]e reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio", por lo
que la opción legal en Chile por el matrimonio heterosexual es consistente con lo establecido en la
Convención" (T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 5º, Rol Nº 2435-13-INA). 3º) Que ese modelo
legal de matrimonio está acorde con las bases de la institucionalidad. Así se declaró: "Que tal modelo de
matrimonio resulta acorde con las bases de la institucionalidad contenidas en el capítulo I de la Carta
Fundamental, la que, en su artículo 1º, inciso segundo, señala que '[l]a familia es el núcleo fundamental
de la sociedad', disposición que se reitera en el artículo 1º, inciso primero, de la Ley de Matrimonio Civil,
que añade que '[e]l matrimonio es la base principal de la familia'" (T. Constitucional, 10 de abril de 2014,
cons. 6º, Rol Nº 2435-13-INA). 4º) Que en ese contexto, no se puede pretender la reforma de un
determinado sistema legal por la vía de requerir la declaración de inaplicabilidad del artículo 102 del
Código Civil. Requerido el Excmo. Tribunal Constitucional para que se pronunciara sobre la aplicabilidad o
no del artículo 102 del Código Civil, en cuanto que ella establece que el matrimonio sólo puede celebrarse
entre un hombre y una mujer al estimarse que ello podría contrariar el principio de igualdad ante la ley,
consagrado en el artículo 19 número 2º de la Constitución Política de la República, "toda vez que aquella
disposición sólo permite el matrimonio entre un hombre y una mujer sin autorizar que las parejas
homosexuales puedan contraer matrimonio", en sentencia de 3 de noviembre de 2011 declaró que: "El
requerimiento a que se refiere esta sentencia no pueda prosperar, toda vez que lo que se pretende por su
intermedio es que se reformule un sistema de normas de modo integral y se regule positivamente una
institución de modo distinto al actual". En efecto, si bien se ha efectuado una impugnación aislada de un
artículo, lo que verdaderamente se impugna es la aplicación de un estatuto jurídico complejo derivado del
vínculo matrimonial entre hombre y mujer, que se encuentra regulado en su estructura esencial en
el Código Civil y en la Ley Nº 19.947, esto es, la Ley de Matrimonio Civil. En otras palabras, lo que
pretenden los recurrentes es que se les reconozca la aplicación del mencionado estatuto, cuestión que
no es de competencia de este Tribunal, pues éste no se encuentra facultado para modificar y regular las
instituciones que contempla el ordenamiento jurídico mediante un pronunciamiento de inaplicabilidad. A
mayor abundamiento, el requerimiento de autos tampoco puede considerarse bien formulado, toda vez
que dos de las parejas que son parte en la acción de protección sub lite se casaron en el extranjero, sin
que la Corte de Apelaciones de Santiago solicitara la inaplicabilidad de diversas normas de la Ley de
Matrimonio Civil y, en especial, del artículo 80 de aquel cuerpo normativo que establece que "los requisitos
de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley del lugar de su celebración. Así, el
matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las leyes del mismo país, producirá en Chile
los mismos efectos que si se hubiere celebrado en territorio chileno, siempre que se trate de la unión entre
un hombre y una mujer". De esta manera, el reproche al artículo 102 del Código Civil no resulta decisivo
en la resolución de la gestión pendiente en lo que se refiere a las aludidas parejas" (T. Constitucional, 3
de noviembre de 2011, cons. 9º, Rol Nº 1881-10-INA). 217. La definición legal de matrimonio: de su
caracterización como indisoluble y "para toda la vida". Una vez aprobada y en vigor la Ley Nº 19.947,
que dio entrada al divorcio como causa de término del matrimonio, se ha suscitado la cuestión tocante a
cómo debe entenderse el artículo 102 del Código Civil en aquella parte en la que se declara que el
matrimonio implica que los contrayentes se unen "indisolublemente, y para toda la vida". En las ocasiones
en las que los tribunales ordinarios han tocado este punto no ha habido una especial preocupación por
argumentar o razonar las opiniones que se han defendido. Con todo, las opiniones que se han mantenido
en este punto son las tres siguientes: 217.1. La definición del artículo 102 del Código Civil se
mantiene, pues no ha sido expresamente modificada: en ese sentido se ha pronunciado la Excma. Corte
Suprema: "Si la nueva Ley de Matrimonio Civil permite que las parejas pongan término al matrimonio por
medio del divorcio con disolución de vínculo, lo es en el entendido que ambos cónyuges viven. Así lo
ratifica con la definición, no modificada, del artículo 102 del Código Civil, que dispone que el matrimonio
es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente y por toda
la vida" (C. Suprema, 15 de marzo de 2010, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/16774/2010, Rol Nº 8945-
2009). Esta consideración recibía, casi literalmente, una anterior del mismo tribunal (C. Suprema, 7 de
mayo de 2007, LegalPublishing: CL/JUR/4675/2007, Rol Nº 5516-2006); 217.2. La definición del
artículo 102 debe entenderse en cuanto que consagra la indisolubilidad intrínseca del matrimonio:
es decir, que el matrimonio es indisoluble en la medida en que no puede ser disuelto por la sola voluntad
de los cónyuges, y que sólo puede disolverse cuando una potestad externa así lo declara. Así lo ha
defendido en voto de minoría el ministro de la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago D. Jorge Zepeda
Arancibia: "Que los principios fundamentales que gobiernan el divorcio —esto es, el entendido como la
causa legalmente reconocida que invocada por uno o ambos cónyuges y declarada judicialmente, pone
fin al matrimonio válido— hacen que, en los procedimientos respectivos, el juez cumpla un rol fundamental
por tratase la pretensión de una situación jurídica de excepción, atendida la indisolubilidad intrínseca del
matrimonio, conforme a la definición que de él da el artículo 102 del Código Civil, el que señala que éste
es para toda la vida" (C. Apelaciones de Santiago, 22 de marzo de 2012, Voto en contra, cons. 1º,
LegalPublishing: CL/JUR/699/2012, Rol Nº 1444-2011); 217.3. La definición del artículo 102 debe
entenderse modificada como consecuencia de una derogación tácita: algunos tribunales de alzada
se han inclinado por sostener que, aunque no hubo una derogación expresa del artículo 102 o una
modificación del mismo, su texto es inconciliable con la disciplina del divorcio introducida por la Ley
Nº 19.947 y, por ende, debe entenderse tácitamente derogado en aquella parte que declara al matrimonio
como indisoluble. En este sentido se pronunció la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción en el
considerando 1º de su sentencia de 3 de julio de 2006: "Que la actual Ley de Matrimonio Civil Nº 19.947
contempla en su artículo 55 una causal de divorcio objetiva que permite al Juez decretar el divorcio de los
cónyuges, si acreditan que han cesado su convivencia por más de tres años, sin reanudarla con ánimo
de convivencia, como una forma de estabilizar las separaciones de hecho de cónyuges que dejan de
cohabitar y no reanudan su vida en común, vale decir, de las separaciones de ipso que se hacen
permanentes a través del tiempo, derogando así en forma tácita la característica de la indisolubilidad del
matrimonio civil de que trata el artículo 102 de nuestro Código Civil" (C. Apelaciones de Concepción, 3 de
julio de 2006, cons. 1º, Rol Nº 996-06). Pocos meses después, y en la misma línea, la Iltma. Corte de
Apelaciones de Rancagua en el considerando 3º de su fallo de 8 de noviembre de 2006 declaraba: "Que
en cuanto a la indisolubilidad del matrimonio contenida en el artículo 102 del Código Civil, ello no es
efectivo, desde que se publicó en el diario oficial y entró en vigencia la Ley Nº 19.947, que establece la
nueva Ley de Matrimonio Civil. En ella se contempló claramente, en sus artículos 1º y 42, la disolubilidad
del vínculo. En efecto, el inciso segundo del artículo 1º, expresa que dicho cuerpo legal trata, entre otras
materias, la disolución del vínculo matrimonial; a su turno, el artículo 42 dentro de las causales de término
del matrimonio contempla, las sentencias firmes de nulidad y de divorcio. Si bien el legislador no quiso
eliminar la palabra "indisolublemente" que emplea el artículo 102 del Código Civil, al definir el matrimonio,
lo cierto es, que no hay ninguna justificación lógica para encontrar el motivo de haberla mantenido, ya que
cuando de acuerdo a la historia de la ley, no se aprobaron las mociones para eliminar la palabra
indisolublemente, no hay explicación clara y coherente sobre el particular. Desde hace varios años que
en nuestra sociedad se viene discutiendo públicamente, la introducción del divorcio con separación del
vínculo y toda la ciudadanía tomó conocimiento de su aprobación como ley de la República, por parte del
legislativo y del ejecutivo; lo que refleja el espíritu del legislador de cambiar la indisolubilidad del
matrimonio por su disolubilidad. Ahora bien, si no hubo una derogación expresa del artículo 102 o una
modificación del mismo, lo cierto es que se ha derogado tácitamente la indisolubilidad, desde que el nuevo
cuerpo legal (Ley Nº 19.947) contiene disposiciones que no pueden conciliarse con las de la ley anterior
y ello, quiérase o no, al tenor del artículo 52 del Código Civil, constituye derogación tácita" (C. Apelaciones
de Rancagua, 8 de noviembre de 2006, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/5732/2006, Rol Nº 442-2006).
Tres años más tarde se unía a esta tendencia la Iltma. Corte de Apelaciones de Antofagasta, en sentencia
de 5 de febrero de 2009: "La actual Ley de Matrimonio Civil Nº 19.947 contempla en su artículo 55 una
causal de divorcio objetiva que permite al Juez decretar el divorcio de los cónyuges, si acreditan que han
cesado su convivencia por más de tres años, sin reanudarla con ánimo de convivencia, como una forma
de estabilizar las separaciones de hecho de cónyuges que dejan de cohabitar y no reanudan su vida en
común, vale decir, de las separaciones de ipso que se hacen permanentes a través del tiempo, derogando
así en forma tácita la característica de la indisolubilidad del civil de que trata el artículo 102 de nuestro
Código Civil" (C. Apelaciones de Antofagasta, 5 de febrero de 2009, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/8519/2009, Rol Nº 1303-2008). 218. Del matrimonio y la comunidad de vida.
La jurisprudencia de los tribunales ordinarios entiende que el matrimonio instaura una singular comunidad
de vida entre los cónyuges: "[E]l matrimonio implica una comunidad de vida y de afectos que la ley protege
estableciendo los deberes y obligaciones derivados de esa institución en relación a los cónyuges, los hijos
y los bienes" (C. Suprema, 19 de enero de 2009, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/5766/2009, Rol
Nº 7843-2008). Tal consideración ha sido reiterada literalmente en sentencias posteriores de la Excma. Corte
Suprema (C. Suprema, 14 de marzo de 2011, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9332/2011, Rol Nº 9529-
2010) y de diversos tribunales de alzada (C. Apelaciones de San Miguel, 15 de octubre de 2010, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/8390/2010, Rol Nº 456-2010; C. Apelaciones de Concepción, 23 de mayo de
2011, cons. 19, LegalPublishing: CL/JUR/10742/2011, Rol Nº 163-2011). Esta concepción ha sido asumida
por la jurisprudencia constitucional: "Que, atendida la índole peculiar del matrimonio, el cual, conforme a
la definición que del mismo da el artículo 102 del Código Civil (antes citado), crea una comunidad de vida
entre un hombre y una mujer, de la que surgen deberes especiales entre los cónyuges" (T. Constitucional,
10 de abril de 2014, cons. 7º, Rol Nº 2435-13-INA). 219. La naturaleza del vínculo conyugal. Se ha
destacado que el matrimonio origina un vínculo entre los cónyuges que no constituye parentesco, sino
que está directamente vinculado al singular género de comunidad de vida que instituye: "De la definición
transcrita precedentemente, se desprende que la institución del matrimonio tiene básicamente dos fines:
el procrear y el vivir juntos; produciéndose, asimismo, por el hecho de su celebración, variados efectos,
surgiendo ante todo un vínculo entre los cónyuges, que es precisamente el conyugal, el cual no es un
vínculo de parentesco ni de afinidad, sino que es uno particular que crea entre ambos cónyuges una íntima
comunión de vida, ya en el sentido físico, ya en el afectivo y espiritual. Es así como surgen derechos y
obligaciones, algunas de las cuales son recíprocas y otras miran sólo al marido o sólo a la mujer. En
cuanto a los primeros, que son de variada naturaleza, la ley menciona expresamente dos: el de fidelidad
y el de asistencia" (C. Apelaciones de Concepción, 18 de mayo de 2007, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007). 220. De los fines del matrimonio y la
procreación. Sobre este punto se ha declarado que: "El conocimiento de los fines del matrimonio es un
elemento básico para entender la importancia que la ley le otorga a esta institución, como base de la
familia. Por ello, es dable afirmar que siendo un objetivo primordial la procreación, el legislador ha
protegido las relaciones sexuales de marido y mujer otorgando al hijo que nace producto de ellas, un
principio de certeza que permite presumir la paternidad del marido" (C. Apelaciones de Concepción, 18
de mayo de 2007, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007). 221. Vivir juntos y
cese de la convivencia. Se ha entendido que: "Si el marido o la mujer hace abandono del hogar, debe
entenderse que con ello están poniendo fin al "vivir juntos", a la convivencia habida entre ellos, lo cual
origina una separación de hecho, circunstancia que autoriza a cualquiera de ellos a solicitar la separación
judicial y el divorcio. En efecto, una de las causales del denominado "divorcio por culpa", es la contemplada
en el Nº 2 del artículo 54 de la Ley de Matrimonio Civil, al señalar que el divorcio podrá ser demandado
por falta imputable al otro, lo que ocurre por transgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia,
socorro y fidelidad propios del matrimonio, agregando que el abandono continuo o reiterado del hogar
común, es una forma de transgresión grave de los deberes del matrimonio" (C. Apelaciones de
Concepción, 18 de mayo de 2007, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007).

Artículo 103. El matrimonio podrá celebrarse por mandatario especialmente facultado para
este efecto. El mandato deberá otorgarse por escritura pública, e indicar el nombre, apellido,
profesión y domicilio de los contrayentes y del mandatario.165

Concordancias: Código Civil: artículos 190, 2130 inciso 1º. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley
Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 15. Ley
Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 5º inciso 3º.

Artículo 104. Derogado.166

Artículo 105. No podrá procederse a la celebración del matrimonio sin el asenso o licencia
de la persona o personas cuyo consentimiento sea necesario según las reglas que van a
expresarse, o sin que conste que el respectivo contrayente no ha menester para casarse el
consentimiento de otra persona, o que ha obtenido el de la justicia en subsidio.

Concordancias: Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930,
texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 39 números 6º, 8º y 9º. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículo 12. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil,
D.O. 30.10.2004: artículos 3º inciso 1º números 6, 7, 9 a 12. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004:
artículo 8º número 5.

Artículo 106. Los que hayan cumplido dieciocho años no estarán obligados a obtener el
consentimiento de persona alguna.167

Concordancias: Código Civil: artículo 26. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 19.947, de
Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 2º inciso 2º.

Artículo 107. Los que no hubieren cumplido dieciocho años no podrán casarse sin el
consentimiento expreso de sus padres; si faltare uno de ellos, el del otro padre o madre; o a
falta de ambos, el del ascendiente o de los ascendientes de grado más próximo.

En igualdad de votos contrarios preferirá el favorable al matrimonio. 168

Concordancias: Código Civil: artículos 27, 112 y 1721. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 4.808,
sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 39 números 8º y 9º.
Ley Nº 19.947, D.O. 17 de mayo de 2004, de Matrimonio Civil: artículos 2º inciso 2º, 12.

Artículo 108. Derogado.169

Artículo 109. Se entenderá faltar el padre o madre u otro ascendiente, no sólo por haber
fallecido, sino por estar demente; o por hallarse ausente del territorio de la República, y no
esperarse su pronto regreso; o por ignorarse el lugar de su residencia.
También se entenderá faltar el padre o madre cuando la paternidad o maternidad haya sido
determinada judicialmente contra su oposición.170

Concordancias: Código Civil: artículos 111 y 203. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36.

Artículo 110. Se entenderá faltar asimismo el padre o madre que estén privados de la patria
potestad por sentencia judicial o que, por su mala conducta, se hallen inhabilitados para
intervenir en la educación de sus hijos.171

Concordancias: Código Civil: artículos 111, 271, 497 Nº 8, 1973 y 2011. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 36.

Artículo 111. A falta de dichos padre, madre o ascendientes, será necesario al que no haya
cumplido dieciocho años el consentimiento de su curador general. 172

En defecto de los anteriormente llamados, dará al menor el consentimiento para el


matrimonio el oficial del Registro Civil que deba intervenir en su celebración. Si éste tuviere
alguna de las razones contempladas en el artículo 113 para oponerse al matrimonio, lo
comunicará por escrito al juez de letras de la comuna o agrupación de comunas para los efectos
señalados en el artículo 112.173

Si se tratare de un hijo cuya filiación aún no ha sido determinada respecto de ninguno de sus
padres, el consentimiento para el matrimonio lo dará su curador general. A falta de éste, será
aplicable lo dispuesto en el inciso anterior. 174

Concordancias: Código Civil: artículos 26, 37, 109, 110, 112, 113, 340, 348. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 36. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 8º número 5.

Artículo 112. Si la persona que debe prestar este consentimiento lo negare, aunque sea sin
expresar causa alguna, no podrá procederse al matrimonio de los menores de dieciocho
años.175

El curador y el oficial del Registro Civil que nieguen su consentimiento estarán siempre
obligados a expresar la causa, y, en tal caso, el menor tendrá derecho a pedir que el disenso
sea calificado por el juzgado competente.176

Concordancias: Código Civil: artículos 106, 107, 111 y 113. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley
Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 38. Ley
Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 8º número 5.

Artículo 113. Las razones que justifican el disenso no podrán ser otras que éstas:

1ª. La existencia de cualquier impedimento legal, incluso el señalado en el artículo 116;177

2ª. El no haberse practicado alguna de las diligencias prescritas en el título De las segundas
nupcias, en su caso;

3ª. Grave peligro para la salud del menor a quien se niega la licencia, o de la prole;

4ª. Vida licenciosa, pasión inmoderada al juego, embriaguez habitual, de la persona con
quien el menor desea casarse;

5ª. Haber sido condenada esa persona por delito que merezca pena aflictiva; 178
6ª. No tener ninguno de los esposos medios actuales para el competente desempeño de las
obligaciones del matrimonio.

Concordancias: Código Civil: artículos 116, 124 a 130. Código Penal: artículo 37. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 36. Ley Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000:
artículo 38.

Artículo 114. El que no habiendo cumplido dieciocho años se casare sin el consentimiento
de un ascendiente, estando obligado a obtenerlo, podrá ser desheredado, no sólo por aquel o
aquellos cuyo consentimiento le fue necesario, sino por todos los otros ascendientes. Si alguno
de éstos muriere sin hacer testamento, no tendrá el descendiente más que la mitad de la porción
de bienes que le hubiera correspondido en la sucesión del difunto. 179

Concordancias: Código Civil: artículos 107, 1208 número 4. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36.

Artículo 115. El ascendiente sin cuyo necesario consentimiento se hubiere casado el


descendiente, podrá revocar por esta causa las donaciones que antes del matrimonio le haya
hecho.180

El matrimonio contraído sin el necesario consentimiento de otra persona no priva del derecho
de alimentos.

Concordancias: Código Civil: artículos 321 número 2, 1428. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36.

Artículo 116. Mientras que una persona no hubiere cumplido dieciocho años, no será lícito
al tutor o curador que haya administrado o administre sus bienes, casarse con ella, sin que la
cuenta de la administración haya sido aprobada por el juez, con audiencia del defensor de
menores.181

Igual inhabilidad se extiende a los descendientes del tutor o curador para el matrimonio con
el pupilo o pupila.182

El matrimonio celebrado en contravención a esta disposición, sujetará al tutor o curador que


lo haya contraído o permitido, a la pérdida de toda remuneración que por su cargo le
corresponda; sin perjuicio de las otras penas que las leyes le impongan.

No habrá lugar a las disposiciones de este artículo, si el matrimonio es autorizado por el


ascendiente o ascendientes cuyo consentimiento fuere necesario para contraerlo.

Concordancias: Código Civil: artículos 346, 526 y 533. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 19.947,
de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 14.

Artículo 117. Derogado.183

Artículo 118. Derogado.184

Artículo 119. Derogado.185

Artículo 120. Derogado.186

Artículo 121. Derogado.187


Artículo 122. Suprimido.188

Artículo 123. Derogado.189

TÍTULO V
DE LAS SEGUNDAS NUPCIAS

Artículo 124. El que teniendo hijos de precedente matrimonio bajo su patria potestad, o bajo
su tutela o curaduría, quisiere volver a casarse, deberá proceder al inventario solemne de los
bienes que esté administrando y les pertenezcan como herederos de su cónyuge difunto o con
cualquiera otro título.190

Para la confección de este inventario se dará a dichos hijos un curador especial. 191

Concordancias: Código Civil: artículos 127 y 494. Código de Procedimiento Civil: artículos 852 y 858. Ley Nº 20.830, crea el
acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de
Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 13.

Artículo 125. Habrá lugar al nombramiento de curador aunque los hijos no tengan bienes
propios de ninguna clase en poder del padre o madre. Cuando así fuere, deberá el curador
especial testificarlo.192

Concordancias: Código Civil: artículos 126 y 494. Código de Procedimiento Civil: artículos 852 y 858. Ley Nº 20.830, crea el
acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de
Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 13.

Artículo 126. El Oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio del que
trata de volver a casarse, sin que se le presente certificado auténtico del nombramiento de
curador especial para los objetos antedichos, o sin que preceda información sumaria de que no
tiene hijos de precedente matrimonio, que estén bajo su patria potestad o bajo su tutela o
curaduría.193

Concordancias: Código Civil: artículos 124 y 125. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 14. Ley
Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la
Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 13.

Artículo 127. El viudo o divorciado o quien hubiere anulado su matrimonio por cuya
negligencia hubiere dejado de hacerse en tiempo oportuno el inventario prevenido en el
artículo 124, perderá el derecho de suceder como legitimario o como heredero abintestato al
hijo cuyos bienes ha administrado.194

Concordancias: Código Civil: artículos 25 inciso 2º, 44, 124, 952, 1181. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004:
artículos 50, 59. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10.

Artículo 128. Cuando un matrimonio haya sido disuelto o declarado nulo, la mujer que está
embarazada no podrá pasar a otras nupcias antes del parto, o (no habiendo señales de
preñez) antes de cumplirse los doscientos setenta días subsiguientes a la disolución o
declaración de nulidad.

Pero se podrán rebajar de este plazo todos los días que hayan precedido inmediatamente a
dicha disolución o declaración, y en los cuales haya sido absolutamente imposible el acceso del
marido a la mujer.
Concordancias: Código Civil: artículos 76, 129, 130 y 184. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 158. Decreto
Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 14. Ley Nº 20.830,
crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16.1.

Jurisprudencia: 222. La regla de este artículo es discriminatoria y se encuentra tácitamente


derogada. Una reciente jurisprudencia, sostenida por la Iltma. Corte de Apelaciones de Punta Arenas, ha
estimado que esta disposición es contraria a diversos tratados internacionales subscriptos por Chile y que
consagraría una discriminación arbitraria, en relación con la mujer embarazada y con su hijo: "La
Constitución Política de la República, basa la institucionalidad primeramente, en el reconocimiento que
las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos, igualdad que no se pierde después de nacido,
es permanente, quedando vedado a la ley y a la autoridad establecer diferencias arbitrarias; la forma
concreta de garantizarlo no queda en la letra de la ley, pues la igual protección que debe serle brindada
en el ejercicio de sus derechos, es la labor del tribunal competente, previo proceso legalmente tramitado
y por vía del ejercicio de la jurisdicción, si este ejercicio se lleva a cabo ante él (artículos 1º, 19 Nºs. 2 y
3). De allí que sea preciso declarar que la norma por la cual la Sra. Magistrada ha dirimido el conflicto, es
ilegítima por ser tan claramente contraria a la Constitución y arbitrariamente anacrónica. Undécimo: que,
tratándose de la igualdad de género, problema subyacente al que plantea este juicio, existen soluciones
para resolverlo con mandato directo a los jueces instituido en varios tratados internacionales. El Pacto
internacional de derechos civiles y políticos establece que los Estados deben garantizar a todos los
individuos dentro de su territorio los derechos que ese instrumento reconoce sin discriminar por razones
de sexo, nacimiento o cualquiera otra condición social, entre otras; deben asegurarles su goce a hombres
y mujeres en igualdad; los miembros contratantes declararon que toda persona tiene derecho al
reconocimiento de su personalidad jurídica o sea, en términos simples, su estatuto de derechos como ser
humano, aquellos que comparte en igualdad con otros. Específicamente reconoce el derecho del hombre
y la mujer a contraer matrimonio y fundar una familia si tiene edad para ello, al mismo tiempo que obliga
a los Estados a asegurar igualdad de derechos y responsabilidades a los esposos en cuanto al
matrimonio, durante él y a su disolución (artículos 2º, 3º, 16, 23 Nºs. 2 y 4) (D.O. 29.04.1989). Otro tanto
prescribe la Convención americana de derechos humanos, agregando una cláusula de derecho de toda
persona al apellido de los padres y otra de protección especial para el niño por parte de su familia, la
sociedad y el Estado en razón de su condición de tal (artículos 2º, 3º, 17, 18, 19 y 24) (D.O. 5.01.1991).
La Convención sobre la eliminación de todas la formas de discriminación contra la mujer,
(D.O. 9.12.1989) proclama en su preámbulo consideraciones sobre el principio de igualdad reafirmadas
desde la Declaración Universal de derechos humanos, en base a la igualdad en dignidad y derechos sin
distinción de sexo, reconoce la discriminación contra la mujer como un obstáculo para el bienestar de la
sociedad y de la familia, toma conciencia que el papel de la mujer en la procreación no debe ser causa de
discriminación y dispone, que los tribunales nacionales constituyen el conducto para la protección jurídica
efectiva de la mujer contra todo acto de discriminación y que los Estados deben tomar las medidas
necesarias para garantizarle el ejercicio y goce de los derechos humanos y la libertades fundamentales
en igualdad de condiciones con el hombre (artículos 2º c y 3º). En concreto en materia matrimonial
(artículo 16) obliga a los Estados a eliminar la discriminación en su contra y asegurarle dichas condiciones
de igualdad en cuanto: a) El mismo derecho para contraer matrimonio. b) Los mismos derechos y
responsabilidades durante el matrimonio y con ocasión de su disolución. Décimo segundo: que, el hijo
que está por nacer tiene a su disposición todo el estatuto jurídico filiativo de la legislación chilena,
actualizado de modo de introducir en esa materia las correcciones de la antigua discriminación por
categorías de hijos en razón de nacimiento, pues hoy la ley considera iguales a todos los hijos, sin tener
necesidad para el goce y ejercicio de sus propios derechos del artículo 128 que resulta discriminatorio por
estar orientado al resguardo de una sola categoría, la de los hijos concebidos durante el matrimonio, sin
perjuicio que la finalidad de todo esto es que su madre quede en situación, precisamente, de contraer
matrimonio y remover la traba que le impide adquirir, a su vez, la condición de hijo matrimonial en
conformidad al artículo 180 del Código Civil, hijo nacido durante el matrimonio de sus padres para todos
los efectos legales. Por lo tanto sus derechos, goce y ejercicio, son perfectamente conciliables con los
derechos, goce y ejercicio de su madre. Décimo tercero: que en consecuencia, habiéndose establecido
que el artículo 128 del Código Civil es una disposición discriminatoria contra el hijo así como contra la
mujer, resulta que no puede conciliarse con las estipulaciones de los tratados internacionales que
reivindican jurídicamente la igualdad de los niños y de género, habiendo quedado tácita y totalmente
derogado por ellos en la forma que lo contemplan los artículos 52 y 53 del Código Civil. Con estos
alcances, la Corte se hace cargo de la doctrina jurisprudencial que emana de la sentencia que cita el
recurrente, dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago en la causa Rol Nº 136-2009. Decimocuarto:
que dentro de la lógica en que estaba inserto dicho artículo 128, ha de decirse que, en la medida en que,
de algún modo limitado, velaba por aliviar la carga de la mujer para demostrar la paternidad de un hijo, a
través del mecanismo de una presunción legal de paternidad del marido, si su concepción se había
producido dentro del tiempo de vigencia del matrimonio, en este caso no cumple su finalidad, quedando
como la mera carga que es y que la entraba para que el nuevo matrimonio que pretende contraer le dé a
su hijo la condición de hijo matrimonial, de forma tal que dejar de aplicarlo no trae perjuicio a la mujer pues
ella misma está pidiendo se le autorice a casarse (con el padre de su hijo, que no es el ex marido).
Asimismo, en abstracto, en la medida que conduce atribuyo un hijo al ex marido, por el solo hecho que
fuese concebido durante el matrimonio y de alguna manera la aplicación del artículo 128, pudiera traer a
éste un beneficio que pierde por no aplicarse o de ello le viniese un perjuicio, se debe considerar, en este
caso concreto, que desde el momento que los ex cónyuges regularon solo las futuras relaciones mutuas
con sus hijos matrimoniales, conociendo el marido el estado de embarazo de la mujer y su vínculo con
otro varón, es posible presumir que el dejar de aplicar dicha disposición no le afecta en modo alguno"
(C. Apelaciones de Punta Arenas, 20 de enero de 2012, cons. 10º a 14º,
LegalPublishing: CL/JUR/162/2012, Rol Nº 116-2011). 223. Interpretación de la
expresión "absolutamente imposible el acceso" no limitada a impedimentos físicos o materiales.
Se ha reconocido que: "Es cierto que la terminología que usa el Código Civil —'absolutamente imposible
el acceso'— podría entenderse referida nada más a un impedimento de carácter físico o material como si,
por ejemplo, uno de los cónyuges hubiere estado en un sitio muy lejano del otro o que uno cualquiera de
ellos hubiere caído en minusvalía impediente de vínculo íntimo. Empero, creen estos jueces que hoy por
hoy no corresponde restringir el entendimiento del precepto a ese solo punto de vista, como quiera que
está concebido y redactado a mediados del siglo XIX, cuando no habían advenido aún los tiempos de una
cultura como la que impera en los comienzos del siglo XXI en la que los intereses de la mujer y su libertad
reproductiva no quedan jurídicamente supeditados al matrimonio y, menos, al cónyuge" (C. Apelaciones
de Santiago, 9 de abril de 2009, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/8244/2009, Rol Nº 136-
2009). 224. Interpretación de la expresión "absolutamente imposible el acceso" en el contexto
científico actual y en el sentido de impedimento ético o de costumbres. En este sentido se ha
declarado que: "No puede sino asumirse que el sentido de la disposición no puede ser el mismo ayer que
hoy, habida cuenta los adelantos científicos que permiten en el presente conocer el estado de embarazo
de manera lo suficientemente temprana como para atender a los plazos del código centenario. Por lo que
es también dable inteligir la imposibilidad del inciso segundo del artículo 128 como una de carácter ético
y/o costumbrista, establecido como se halla que doña [...] ha formado un hogar con el señor [...] desde
tiempo bastante anterior a la data de la concepción de la criatura que portaba en su vientre a la fecha en
que solicitó permiso para nuevas nupcias" (C. Apelaciones de Santiago, 9 de abril de 2009, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/8244/2009, Rol Nº 136-2009).

Artículo 129. El oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio de la


mujer sin que por parte de ésta se justifique no estar comprendida en el impedimento del
artículo precedente.195

Concordancias: Código Civil: artículo 128. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 158. Ley Nº 19.947, de
Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 14. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de
Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 14. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 11
inciso 3º.

Artículo 130. Cuando por haber pasado la madre a otras nupcias se dudare a cuál de los
dos matrimonios pertenece un hijo, y se invocare una decisión judicial de conformidad a las
reglas del Título VIII, el juez decidirá, tomando en consideración las circunstancias. Las pruebas
periciales de carácter biológico y el dictamen de facultativos serán decretados si así se solicita.

Serán obligados solidariamente a la indemnización de todos los perjuicios y costas


ocasionados a terceros por la incertidumbre de la paternidad, la mujer que antes del tiempo
debido hubiere pasado a otras nupcias, y su nuevo marido. 196

Concordancias: Código Civil: artículos 47, 128, 184, 199, 1511 y 2317. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 158.
TÍTULO VI
OBLIGACIONES Y DERECHOS ENTRE LOS CÓNYUGES

1. Reglas generales

Artículo 131. Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse
mutuamente en todas las circunstancias de la vida. El marido y la mujer se deben respeto y
protección recíprocos.197

Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 5º inciso 2º. Código Civil: artículos 102, 132, 133, 134. Código
de Derecho Internacional Privado: artículos 43 y 45. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º
inciso 3º, 10 inciso 1º, 11 inciso 1º, 18 inciso 2º, 20 inciso 3º, 26, 33, 54. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 14. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil,
D.O. 30.10.2004: artículos 5º incisos 1º y 17 inciso 2º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23.4. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16.1. Decreto Nº 873, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 17.4.

Jurisprudencia: 225. La obligación de guardarse fe, en cuanto que ligada el bien de los cónyuges,
se proyecta en todos los ámbitos de la comunidad de vida entre marido y mujer. Con posterioridad
a la entrada en vigor de la Ley Nº 19.947, la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia abandonó
con relativa rapidez la opinión según la cual se entendía que la obligación de guardarse fe operaba
solamente en el plano de las relaciones sexuales. Asumió, en cambio, que ella se vincula directamente al
bien de los cónyuges que ha de alcanzarse en la comunidad de vida que instaura el matrimonio, de lo que
se sigue que se proyecta en todos los campos de la vida matrimonial. En tal dirección la E xcma. Corte
Suprema asumió en 2007 una opinión que había defendido la Iltma. Corte de Apelaciones de Arica: "[L]a
infracción al deber de fidelidad no sólo se traduce en que uno de los cónyuges cometa adulterio, puesto
que éste no es sino una forma en particular de infringir dicha obligación. Más bien, incurre en esta
infracción y, por ende, en esta causal de divorcio, el marido o mujer que realiza una conducta que
compromete la búsqueda del bien para ambos cónyuges, entendido este último concepto en términos
amplios, abarcador de todas las circunstancias de la vida conyugal, esto es que se destruye la fe,
confianza y lealtad debida manifestada ostensiblemente en el quehacer personal del cónyuge
infractor" (C. Apelaciones de Arica, 31 de agosto de 2006, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/6769/2006,
Rol Nº 300-2006, conf. C. Suprema, 12 de marzo de 2007, LegalPublishing: CL/JUR/4651/2007
y CL/JUR/668/2007, Rol Nº 5048-2006). Con posterioridad a la sentencia que acaba de citarse, esta nueva
manera de concebir la obligación de guardarse fe comenzó a asumirse por los tribunales de alzada. Así,
por ejemplo, en 2008 la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago razonaba: "Que una de las cuestiones que
se deben dilucidar para poder llegar a una decisión es qué se entiende por "deber de fidelidad". A éste se
refiere expresamente el artículo 131 del Código Civil, el cual declara la naturaleza y entidad de este deber
cuando dispone que: "Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente
en todas las circunstancias de la vida". Que, en relación a la expresión "fe" es necesario tener presente lo
que señala el artículo 20 del Código Civil al prescribir que "Las palabras de la ley se entenderán en su
sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya
definido expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal". Y al no haberla
definido la ley debemos acudir al Diccionario de la Real Academia Española que la conceptualiza como
"la palabra que se da o promesa que se hace a alguien con cierta solemnidad o publicidad". A este
respecto, así entendida y analizada en el ámbito del matrimonio, Barrientos Grandon Javier y otro, escribe
en su obra Nuevo Derecho Matrimonial Chileno: "Este deber de guardarse fe aparece como un necesario
complemento para las más plena consecución del fin del bien de los cónyuges, supuesto que sin él
aparecería como imposible la constitución de la comunidad de vida instituida entre marido y mujer desde
el mismo momento en el que se ofrecieron y aceptaron recíprocamente como tales, comprometiendo la
integridad de sus personas en el consorcio que formaron. Supuesto lo anterior, este deber de guardarse
fe no sólo se estrecha en los angostos límites de la fidelidad sexual, sino que se proyecta en todos los
ámbitos de la vida, luego "guardar la fe conyugal implica "fidelidad y ésta no es más que la "Lealtad,
observancia de la fe que alguien debe a otra persona", la que no aparece determinada solamente por la
naturaleza y fines de la institución matrimonial y, por ende, se extiende a todos los ámbitos en los cuales
se proyecta la comunidad de vida entre marido y mujer" (C. Apelaciones de Santiago, 4 de julio de 2008,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/6081/2008, Rol Nº 937-2008). La Excma. Corte Suprema, con cierta
frecuencia, reitera esta manera de concebir la obligación de guardarse fe: "[E]l artículo 131 del Código
Civil, que dispone, en lo que interesa, que "Los cónyuges están obligados a guardarse fe...en todas las
circunstancias de la vida..."; lo que significa que el matrimonio les impone un compromiso que comprende
todos los ámbitos de la vida en común y cualquiera que sea el acontecimiento que experimenten durante
la vigencia del enlace. En la doctrina se sostiene que "...guardar la fe conyugal implica "fidelidad" y ésta
no es más que la: "Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona", la que no aparece
determinada solamente por la naturaleza y fines de la institución matrimonial y, por ende, se extiende a
todos los ámbitos en los cuales se proyecta la comunidad de vida entre marido y mujer..." (Barrientos
Grandon y Novales Alquézar, Nuevo derecho matrimonial chileno, LexisNexis, Santiago, 2004, p. 284)"
(C. Suprema, 7 de mayo de 2014, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/2078/2014, Rol Nº 7795-2013). Es
este un considerando que se reproduce en sentencias posteriores (C. Suprema, 4 de junio de 2019,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/3101/2019, Rol Nº 15106-2018). 226. La obligación de guardarse fe
no implica únicamente la abstención de relaciones sexuales con persona distinta del cónyuge,
sino que tiene un campo operativo mucho más amplio. Como consecuencia de una comprensión
amplia de la obligación de guardarse fe, la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia ha
afianzado la opinión según la cual vulnera la dicha obligación cualquier conducta que, en general, implique
"un severo atentado al vínculo matrimonial". Esta opinión la defendió en 2007 la Excma. Corte Suprema: "El
artículo 131 del Código Civil, del Título VI, Libro I, denominado "Obligaciones y Derechos entre cónyuges",
establece que "Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mudamente en
todas las circunstancias de la vida. El marido y la mujer se deben respeto y protección recíprocos". A su
vez, el artículo 132 del mismo texto señala que el adulterio constituye una grave infracción al deber de
fidelidad que impone el matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé. De las normas transcritas
se infiere que el adulterio, en los términos definidos por el inciso segundo del citado artículo 132, no es la
única causal de divorcio referida a la fidelidad matrimonial, como lo exigía la antigua Ley de Matrimonio
Civil para el divorcio perpetuo en su artículo 21. El numeral 2º del artículo 54 de la Ley Nº 19.947 sanciona
la grave y reiterada infracción al deber recíproco de guardarse fe, en el que sin duda se comprende esa
conducta, pero también otros hechos de infidelidad conyugal de gran significación que importen un severo
atentado al vínculo matrimonial" (C. Suprema, 12 de marzo de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/668/2007, Rol Nº 5048-2006). Con posterioridad ha reiterado esta misma
concepción: "El numeral 2 del artículo 54 de la Ley Nº 19.947, sanciona la grave y reiterada infracción al
deber recíproco de guardarse fe, en el que sin duda se comprende esa conducta, pero también otros
hechos de infidelidad conyugal de gran significación que importen un severo atentado al
vínculo matrimonial, como el que se ha establecido en el caso sub lite" (C. Suprema, 14 de marzo de
2011, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/9332/2011, Rol Nº 9529-2010). En el último tiempo, ha
reafirmado la Excma. Corte Suprema esta opinión con el recurso a la historia fidedigna del establecimiento
de la ley: "[S]on los términos de la discusión parlamentaria que recayó sobre la normativa que contempla
las causales de divorcio, la que permite concluir que la obligación de los cónyuges de guardarse fe,
contemplada en el artículo 131 del Código Civil, en el ámbito de la sexualidad, es comprensible de la
lealtad o fidelidad en un sentido amplio" (C. Suprema, 4 de junio de 2019, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/3101/2019, Rol Nº 15106-2018). Finalmente, ha de advertirse que este modo de
concebir la violación de la obligación de guardarse fe ha sido asumido por el Excmo. Tribunal
Constitucional: "[D]ebe tenerse presente que el adulterio no es la única transgresión grave al deber de
fidelidad propio del matrimonio, y constitutivo por tanto de la causal de divorcio por culpa establecida en
el artículo 54, Nº 2, de la Ley de Matrimonio Civil, sino que también lo son "otros hechos de infidelidad
conyugal de gran significación que importen un severo atentado al vínculo matrimonial" [...] (Sentencia de
la Corte Suprema de 14 de marzo de 2011, en "Gaceta Jurídica" 369, pág. 176, considerandos séptimo y
octavo)" (T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/1326/2014, Rol
Nº 2435-2013). Este considerando ha sido reiterado por el mismo Tribunal en sentencia posterior
(T. Constitucional, 30 de diciembre de 2014, cons. 10º, Rol Nº 2681-14-INA). 226.1. La vulneración de la
obligación de guardarse fe, con independencia de sus connotaciones sexuales, está ligada a las
concepciones sociales. En el último tiempo la Excma. Corte Suprema ha incorporado el criterio de las
concepciones sociales para precisar los actos que, con independencia de su connotación sexual, han de
considerarse como violatorios de la obligación conyugal de guardarse fe: "[E]n el ámbito de la lealtad
sexual no está referido solo a la prohibición de relaciones sexuales, sino a cualquier acto que la conciencia
social repute como infidelidad conyugal, esto es, como una ruptura del deber de guardarse fe, ya sea con
personas de distinto o del mismo sexo, y supongan o no la realización completa de cópula o ayuntamiento
sexual" (C. Suprema, 7 de abril de 2014, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/2078/2014, Rol Nº 7795-
2013). Es este un considerando que se reproduce en sentencias posteriores (C. Suprema, 4 de junio de
2019, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/3101/2019, Rol Nº 15106-2018). 226.2. La vulneración de la
obligación de guardarse fe por relaciones sentimentales o afectivas. La jurisprudencia posterior a la
Ley Nº 19.947 ha tendido a admitir que el mantenimiento de relaciones afectivas o sentimentales, con
persona distinta del cónyuge, implica una violación de la obligación conyugal de guardarse fe: "Siendo el
concepto de fidelidad mucho más amplio que el de adulterio, se puede afirmar por ello que el deber de
fidelidad no sólo abarca el adulterio, sino que basta una vinculación con un tercero que no guarde los
límites de lo común y habitual en relaciones sociales y denote una proximidad de tipo
sentimental" (C. Apelaciones de Santiago, 4 de julio de 2008, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6081/2008, Rol Nº 937-2008). En una línea similar se ha pronunciado el
Excmo. Tribunal Constitucional, que ha declarado que entre "los hechos de infidelidad conyugal de gran
significación que importen un severo atentado al vínculo matrimonial": "[S]e comprende el trato reiterado
de uno de los cónyuges con persona de otro sexo con la que tenga muestras de afecto y pasión impropias
de exteriorizarse con quien no sea su marido o mujer. (Sentencia de la Corte Suprema de 14 de marzo
de 2011, en "Gaceta Jurídica" 369, pág. 176, considerandos séptimo y octavo)" (T. Constitucional, 10 de
abril de 2014, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/1326/2014, Rol Nº 2435-2013). En esta misma línea la
Excma. Corte Suprema ha precisado: "Que el incumplimiento del deber de fidelidad del otro cónyuge, como
causal de divorcio, se configura con la acreditación de la concurrencia de situaciones que demuestren no
sólo la ruptura del compromiso de lealtad sexual que implica el matrimonio, situación que coincide con la
definición de adulterio que entrega el artículo 132 del Código Civil antes citado, que lo confina a la
existencia de trato carnal de uno de los cónyuges con un tercero, sino también cualquier otro hecho que
implique una relación que no guarde los límites de lo común o habitual con alguien ajeno al
vínculo matrimonial, que dé cuenta de una proximidad sentimental impropia al deber matrimonial de
guardarse fe entre los cónyuges" (C. Suprema, 29 de septiembre de 2016, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6728/2016, Rol Nº 22093-2016). 227. De la duración de la obligación de
guardarse fe: la cuestión de la separación de hecho. La obligación de guardarse fe es una obligación
causada en el matrimonio y, por ende, por regla general, pesa durante todo el tiempo que se mantenga el
matrimonio. El término del matrimonio, precisamente, hace cesar el estado de cónyuges y, en
consecuencia, que cesen las obligaciones que les vinculaban, entre ellas, la de guardarse fe. La única
limitación a esta regla general es la prevista en el inciso 2º del artículo 26 de la Ley Nº 19.947. Se trata de
una limitación o excepción relativa, y de muy restringido campo operativo, pues se establece no en
relación con la propia obligación de guardarse fe, sino de cara a poder invocar una de sus infracciones
como causa de separación judicial. En efecto, en la citada regla se dispone: "No podrá invocarse el
adulterio cuando exista previa separación de hecho consentida por ambos cónyuges". Bien se ve que:
1º) su campo operativo se refiere exclusivamente al adulterio, es decir, a un cierto supuesto de infracción
de la obligación de guardarse fe, y no cubre toda su extensión; 2º) reconoce que se incurre en adulterio
vigente el matrimonio, aun en la situación de separación de hecho consentida por ambos cónyuges, y
aquí repárese en que la ley no dice que no se cometa adulterio en esta situación, sino todo lo contrario,
confirma que se pueda incurrir en él; 3º) que ese adulterio, a pesar de serlo, no podrá invocarse como
causa para demandar la separación judicial. Esto último es del todo coherente con la causa genérica para
demandar la declaración de la separación judicial, pues, ese adulterio no puede entenderse que "torne
intolerable la vida en común", que es exigencia general de su causal, al tenor del inciso 1º del artículo 26
de la Ley de Matrimonio Civil. Es coherente, no sólo porque la vida en común ya no existe cuando se
incurre en el adulterio y, mal podría, entonces, tornarla intolerable, sino también porque el cese convenido
de la convivencia hace presumir que el eventual y futuro adulterio del cónyuge no se aprecia como una
conducta que represente una "violación grave". Si el adulterio es posible en la situación de separación de
hecho, incluso en la mutuamente consentida, no hay en verdad excepción alguna a la duración de la
obligación de guardarse fe, que sólo termina con el mismo matrimonio. Otra cosa, y muy distinta, es que
la separación de hecho libremente consentida, impida que la concreta infracción a esta obligación,
consistente en el adulterio, pueda ser invocada como causa para demandar la separación judicial. Una
tan clara y coherente disciplina legal no la ha tenido en cuenta la jurisprudencia en aquellas ocasiones en
las que ha tocado, directa o indirectamente esta cuestión y, más aún, ha tendido a contrariarla
manifiestamente en sus fallos. En efecto, ha habido algunas sentencias en las que se ha asumido que el
cese de la vida en común, esto es la separación de hecho sin más, hace cesar la obligación de guardarse
fe. Así, ligeramente, sin razonamiento alguno, y en contra de las disposiciones legales, la I ltma. Corte de
Apelaciones de Valparaíso ha sostenido genéricamente que la obligación de fidelidad cesa desde que se
produce la separación de hecho: "La obligación de fidelidad, que aparece como una consecuencia del
ánimo de permanecer juntos y unidos en el proyecto que implica el vivir y cohabitar cumpliendo las
obligaciones recíprocas que el matrimonio impone, cesan desde que opera la separación de hecho"
(C. Apelaciones de Valparaíso, 20 de diciembre de 2010, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/12135/2010,
Rol Nº 740-2010). Es este un considerando que contiene un manifiesto error de derecho. 228. De la
obligación de guardarse fe y de las sanciones por su incumplimiento. La jurisprudencia ha entendido
que la facultad para impetrar la declaración de divorcio constituye una "sanción indirecta" para el caso de
incumplimiento de la obligación de guardarse fe: "El matrimonio crea entre los cónyuges un conjunto de
derechos y obligaciones, cuyo objeto, entre otros de orden patrimonial, es la observancia de ciertas
normas de conducta necesarias para la realización práctica de los fines propios de la institución. Entre
estos deberes se encuentra el previsto en artículo 131 del Código Civil, que dispone: "los cónyuges están
obligados a guardarse fe", es decir, el de fidelidad. El divorcio es una vía indirecta para sancionar la
violación de la fe prometida, deber de fidelidad y, así el legislador entre las causales por culpa, autoriza el
divorcio por tal motivo, siempre que la conducta torne intolerable la vida en común de los cónyuges"
(C. Apelaciones de Santiago, 27 de febrero de 2012, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/464/2012, Rol
Nº 2498-2011). 229. Del contenido y extensión de la obligación de socorro y ayuda mutua. En lo que
toca a esta obligación, se aprecian dos tendencias en la jurisprudencia, una que, en cierto modo continúa
una tendencia que se había iniciado con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley Nº 19.947, y que
tiende a volver equivalentes la obligación de socorro y el derecho de alimentos, y otra que la concibe con
autonomía: 229.1. De la obligación de socorro concebida en términos amplios: en esta dirección se
ha declarado que: "[E]l artículo 131 del Código Civil, señala que "Los cónyuges están obligados a
guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. El marido y la
mujer se deben respeto y protección recíprocos". El auxilio de que entre los cónyuges trata la ley debe
ser entonces incondicional y brindarse de inmediato e ininterrumpidamente. Ello, porque "auxilio", en el
matrimonio, no es ni más ni menos que un deber sin solución de continuidad y que debe prestarse
oportunamente. Sólo así crecerán juntos marido y mujer —como sin duda así lo quisieron y acordaron al
matrimoniarse—; sólo así realizarán y desarrollarán ambos de modo pleno todos los talentos y virtudes
personales e individuales, sus satisfacciones y vida en general, es decir en todos los ámbitos del ser
humano. Porque "auxilio" es "socorro, ayuda, amparo", y porque "abandonar" es, al contrario, "dejar,
desamparar a una persona" (C. Apelaciones de Santiago, 9 de noviembre de 2010, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/9241/2010, Rol Nº 821-2010); 229.2. De la obligación de socorro ligada al
derecho de alimentos: en esta línea se ha entendido que: "La obligación alimenticia constituye el deber
de socorro entre cónyuges, esto es, la ayuda recíproca que éstos se deban mutuamente, que se cumple
permanentemente en la vida común, casi imperceptiblemente y que adquiere toda su dimensión con la
ruptura de la convivencia" (C. Apelaciones de Santiago, 1 de septiembre de 2004, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/2566/2004, Rol Nº 3279-2003, conf. C. Suprema, 21 de septiembre de 2005,
Legal Publishing: 32928, Rol Nº 5334-2004). 230. De la obligación de socorro y de las sanciones para
su incumplimiento. La jurisprudencia ha entendido que una de las sanciones impuestas al cónyuge que
incumple con su obligación de socorro es la que se consagra en el inciso 3º del artículo 55 de la Ley de
Matrimonio Civil, es decir, vedarle la posibilidad de impetrar la declaración de divorcio unilateral,
fundándose en el cese de la convivencia por, al menos, tres años. Así se ha declarado, respecto del citado
inciso tercero que: "La finalidad de esta disposición al establecer la posibilidad de que la acción de divorcio
sea rechazada debido a la contumacia del cónyuge demandante al cumplimiento de sus obligaciones
alimenticias es la de hacer efectivos en la materia los principios transversales a toda la legislación de
Familia, como el de protección al cónyuge más débil y el del interés superior de los hijos, castigando la
infracción del deber de socorro. Así, acreditado el referido incumplimiento de las obligaciones alimenticias,
sea con respecto a los hijos comunes o al propio cónyuge demandado, deudor es sancionado con la
mantención de la vigencia del vínculo matrimonial, vedándole solicitar su disolución" (C. Suprema, 7 de
junio de 2010, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/16793/2010, Rol Nº 2857-2010). Esta opinión se puede
tener por común y consolidada. La defendieron tempranamente diversos tribunales de alzada: la Iltma. Corte
de Apelaciones de Santiago: "La disposición del inciso tercero del artículo 55 de la Ley Nº 19.947, en
cuanto permite al cónyuge demandado oponerse al divorcio que se demande por la causal de cese de
convivencia por más de tres años, alegando incumplimiento en la obligación de socorro, está
estableciendo una sanción al alimentante negligente, que reiterada y constantemente incumple su
obligación de dar alimentos, que mantiene una conducta pertinaz de evadir dicha
obligación" (C. Apelaciones de Santiago, 24 de diciembre de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6803/2007, Rol Nº 10411-2006); y la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción:
"[L]a finalidad de la disposición, cual es, sancionar la infracción a la obligación de socorro y el principio de
protección al cónyuge más débil, que debe siempre ser respetado en estas materias, conducen
necesariamente a concluir que corresponde igualmente desestimar la demanda sea que el incumplimiento
haya sido con el cónyuge o con los hijos comunes" (C. Apelaciones de Concepción, 28 de diciembre de
2007, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6543/2007, Rol Nº 1314-2007). Fue asumida, sin dificultad, por la
Excma. Corte Suprema, al confirmar el fallo que queda citado de la Corte de Concepción (C. Suprema, 14 de
abril de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/7342/2008, Rol Nº 1718-2008). En el año siguiente, ya con
consideración propia, expresaba que: "La finalidad de la disposición en comento al establecer la
posibilidad de que la acción de divorcio sea rechazada debido a la contumacia del cónyuge demandante
al cumplimiento de sus obligaciones alimenticias ha sido materializar los principios transversales a toda la
legislación de familia, como el de protección al cónyuge más débil y el del interés superior de los hijos,
castigando la infracción del deber de socorro. Así, acreditado el referido incumplimiento de las
obligaciones alimenticias, sea con respecto los hijos comunes o al propio cónyuge demandado, el cónyuge
deudor es sancionado con la mantención de la vigencia del vínculo matrimonial, no pudiendo solicitar su
disolución" (C. Suprema, 29 de enero de 2009, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9942/2009, Rol Nº 6744-
2008). Poco tiempo después, precisaba que: "La finalidad de la disposición es sancionar, en definitiva, la
infracción a la obligación de socorro y el principio de protección al cónyuge más débil y de los hijos"
(C. Suprema, 6 de abril de 2009, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9570/2009, Rol Nº 727-2009). 231. La
obligación de respeto y protección recíprocos. La jurisprudencia, con explicable naturalidad, ha
vinculado esta obligación, en concreto, su quebrantamiento, a los actos de violencia física o psicológica
cometidos por un cónyuge contra el otro: "[H]a existido un quebrantamiento por conductas activas de parte
del cónyuge demandado, del deber de respeto y protección recíprocos que se establecen en el
artículo 131 del Código Civil, por estar comprobado, que cometió reiteradas agresiones físicas y de
carácter psicológico verbal, contra la actora" (C. Apelaciones San Miguel, 17 de marzo de 2020 cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/21205/2020, Rol Nº 1286-2019).

Artículo 132. El adulterio constituye una grave infracción al deber de fidelidad que impone el
matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé.

Cometen adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el varón
casado que yace con mujer que no sea su cónyuge. 198-199

Concordancias: Código Civil: artículos 131, 172. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 45. Ley Nº 19.947, de
Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 26 inciso 2º, 33, 54.

Jurisprudencia: 232. El adulterio no es la única causal de divorcio referida a la fidelidad que impone
el matrimonio. Esta es una opinión que no es más que el lógico corolario del entendimiento que,
acertadamente, se ha dado a la obligación conyugal de guardarse fe, como no estrechada en los angostos
límites de la mera fidelidad sexual y de la prohibición de mantener relaciones sexuales con persona distinta
del cónyuge (vide art. 131, Jurisprudencia, 139 y 140). Una vez en vigor la Ley Nº 19.947, se afirmó
tempranamente en la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia, y acabó por ser asumida,
igualmente, por la jurisprudencia constitucional. Así, el Excmo. Tribunal Constitucional ha declarado que:
"[D]ebe tenerse presente que el adulterio no es la única transgresión grave al deber de fidelidad propio
del matrimonio, y constitutivo por tanto de la causal de divorcio por culpa establecida en el artículo 54,
Nº 2, de la Ley de Matrimonio Civil, sino que también lo son "otros hechos de infidelidad conyugal de gran
significación que importen un severo atentado al vínculo matrimonial" [...] (Sentencia de la Corte Suprema
de 14 de marzo de 2011, en "Gaceta Jurídica" 369, pág. 176, considerandos séptimo y
octavo) (T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/1326/2014, Rol
Nº 2435-2013). Este considerando ha sido reiterado por el mismo Tribunal en sentencia posterior
(T. Constitucional, 30 de diciembre de 2014, cons. 10º, Rol Nº 2681-14-INA). Como se puede apreciar, la
jurisprudencia constitucional recibía la opinión de la Excma. Corte Suprema, consignada en un fallo de 2011,
que en lo que toca a este punto señalaba que: "De las normas transcritas [arts. 131 y 132 del Código
Civil] se infiere que el adulterio, en los términos definidos por el inciso segundo del citado artículo 132, no
es la única causal de divorcio referida a la fidelidad matrimonial, como lo exigía la antigua Ley de
Matrimonio Civil para el divorcio perpetuo en su artículo 21" (C. Suprema, 14 de marzo de 2011, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/9332/2011, Rol Nº 9529-2010). Esta opinión se había mantenido desde muy
temprano por diversos tribunales de alzada, entre ellos, por la Iltma. Corte de Apelaciones de Arica que
había declarado que: "[L]a infracción al deber de fidelidad no sólo se traduce en que uno de los cónyuges
cometa adulterio, puesto que éste no es sino una forma en particular de infringir dicha obligación. Más
bien, incurre en esta infracción y, por ende, en esta causal de divorcio, el marido o mujer que realiza una
conducta que compromete la búsqueda del bien para ambos cónyuges, entendido este último concepto
en términos amplios, abarcador de todas las circunstancias de la vida conyugal, esto es que se destruye
la fe, confianza y lealtad debida manifestada ostensiblemente en el quehacer personal del cónyuge
infractor" (C. Apelaciones de Arica, 31 de agosto de 2006, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/6769/2006,
Rol Nº 300-2006). Esta sentencia fue confirmada por la Excma. Corte Suprema y, al hacerlo, precisó que:
"[E]l artículo 131 del Código Civil, del Título VI, Libro I, denominado "Obligaciones y Derechos entre
cónyuges", establece que "Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse
mudamente en todas las circunstancias de la vida. El marido y la mujer se deben respeto y protección
recíprocos". A su vez, el artículo 132 del mismo texto señala que el adulterio constituye una grave
infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé. De
las normas transcritas se infiere que el adulterio, en los términos definidos por el inciso segundo del citado
artículo 132, no es la única causal de divorcio referida a la fidelidad matrimonial, como lo exigía la antigua
ley de Matrimonio Civil para el divorcio perpetuo en su artículo 21. El numeral 2º del artículo 54 de la Ley
Nº 19.947 sanciona la grave y reiterada infracción al deber recíproco de guardarse fe, en el que sin duda
se comprende esa conducta, pero también otros hechos de infidelidad conyugal de gran significación que
importen un severo atentado al vínculo matrimonial" (C. Suprema, 12 de marzo de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/4651/2007, Rol Nº 5048-2006). Este considerando lo reproducía, literalmente, la
misma Corte en un fallo posterior (C. Suprema, 19 de enero de 2009, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/5766/2009, Rol Nº 7843-2008), y es el antecedente del expuesto en su ya citada
sentencia de 2011, que es la asumida por el Excmo. Tribunal Constitucional. De la consolidación de esta
opinión es buena prueba, el que es recibida por los tribunales de alzada en sus más recientes sentencias.
Así, la Iltma. Corte de Apelaciones de San Miguel ha declarado que: "[E]l adulterio, en los términos definidos
por el inciso segundo del citado artículo 132 del Código Civil no es la única causal de divorcio referida al
deber de fidelidad; el numeral segundo del artículo 54 de la Ley Nº 19.947 sanciona la grave y reiterada
infracción al deber recíproco de guardarse fe, en la que por cierto se comprende esa conducta pero
también otros hechos de infidelidad conyugal de gran significación que importen un severo atentado al
vínculo matrimonial. Con todo, probándose el adulterio, se configura la causal" (C. Apelaciones de San
Miguel, 15 de octubre de 2010, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/8390/2010, Rol Nº 456-2010); y la
Iltma. Corte de Apelaciones de Valdivia que: "Por lo demás, la infracción al deber de fidelidad no se restringe
sólo al adulterio, que constituye una forma de infringir dicha obligación, sino además, cuando se destruye
la fe, la confianza y lealtad manifestada ostensiblemente en el quehacer personal del cónyuge infractor"
(C. Apelaciones de Valdivia, 26 de junio de 2014, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/3903/2014, Rol Nº 90-
2013). 233. De la calificación legal de la "gravedad" de la infracción en el caso de adulterio. La
calificación de la "gravedad" de la infracción a la obligación de fidelidad es relevante respecto de la
procedencia del divorcio por falta imputable a uno de los cónyuges, pues el número 2º del artículo 54 de
la Ley de Matrimonio Civil reconoce como causa para decretar el divorcio "la transgresión grave y
reiterada", entre otros, del deber de fidelidad. De ahí que, cuando se invoca la transgresión grave de la
obligación de fidelidad, sea preciso, además de la prueba de los hechos en que consiste la transgresión,
que ésta sea "grave". Con todo, si el hecho invocado como constitutivo de la transgresión es el adulterio,
basta con la prueba de éste, porque en el inciso 1º de este artículo 132 del Código Civil es la propia ley la
que atribuye al adulterio el carácter de "grave" infracción al deber de fidelidad. En ese sentido se ha
pronunciado algún tribunal de alzada: "Que al actuar de esta manera, el demandado ha infringido
gravemente el deber de fidelidad que le impone el artículo 131 del Código Civil, cometiendo adulterio en
la forma señalada en el artículo 132 del mismo cuerpo legal, pues parece evidente que yació con mujer
que no era su cónyuge. Y el adulterio constituye, según dicha disposición, una grave infracción al deber
de fidelidad. El artículo 54 Nº 2º de la Ley de Matrimonio Civil contempla, como causal de divorcio, la
trasgresión grave y reiterada del deber de fidelidad —entre otros deberes— y, ya está visto, es la propia
ley, en el artículo 132 del Código Civil, la que califica al adulterio como una grave infracción al deber de
fidelidad. Luego, el demandado, al cometer adulterio, ha trasgredido gravemente el mencionado deber"
(C. Apelaciones de Santiago, 7 de marzo de 2008, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1774/2008, Rol
Nº 3294-2007). 234. El adulterio no constituye "injuria atroz" y, por ende, no priva del derecho de
alimentos. En cuanto que el artículo 324 del Código Civil prescribe en su inciso 1º que, en el caso de
injuria atroz, cesará la obligación de alimentos, y precisa en su inciso 2º que sólo constituyen injuria atroz
las conductas descritas en el artículo 968, es decir, las que vuelven indigno de suceder al difunto, y como
entre estas no se menciona al adulterio, la jurisprudencia se ha afirmado en la opinión que sostiene que
el adulterio no constituye injuria atroz y, por lo tanto, no priva del derecho de alimentos. Así lo declaraba
en el año 2000 la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción: "[C]abe señalar que la actora reconoció en la
demanda que debido a la conducta de su cónyuge buscó una vida afectiva fuera del matrimonio y es así
como tengo mi pareja a quien no puede exigirle que solucione mis gastos personales y los del menor,
pero aun atribuyéndole a esa declaración el mérito de una confesión judicial de adulterio, este hecho no
la priva del derecho de exigir alimentos de su marido. En efecto, si bien antes de la dictación de la Ley
Nº 19.585, publicada en el Diario Oficial de 26 de octubre de 1998, para entrar a regir a contar del 27 de
octubre de 1999, pudo discutirse si el adulterio de la mujer era constitutivo de injuria atroz, dado que este
concepto no había sido definido por el legislador, la jurisprudencia judicial mayoritariamente había resuelto
en el sentido de que la obligación del marido de prestar alimentos a su mujer no cesaba por el adulterio
de ésta; pero a partir de la vigencia de dicha ley, que modificó diversos artículos del Código Civil, el
problema quedó zanjado legalmente pues estableció que sólo constituían injuria atroz las conductas
descritas en el art. 968 del Código Civil, entre las que no se encuentra el adulterio de la mujer (art. 324
del Código Civil). 3) Que, por consiguiente, produciendo la Ley Nº 19.585 efecto inmediato, lo que significa
que el derecho de alimentos queda en su ejercicio regido por las nuevas normas, que además eliminaron
la distinción entre alimentos congruos y necesarios, debe desecharse la excepción opuesta por el
demandado, pues la mujer adúltera tiene el derecho (y, según la jurisprudencia, siempre lo tuvo) de exigir
alimentos a su marido, y éste la obligación de proporcionárselos, en la parte que sus medios de
subsistencia no le alcancen para subsistir modestamente de un modo correspondiente a su posición
social, como lo establecen los arts. 323 y 332 del Código Civil, en su actual redacción" (C. Apelaciones
de Concepción, 4 de agosto de 2000, cons. 2º y 3º, LegalPublishing: CL/JUR/2027/2000, Rol Nº 549-2000).
En esta misma línea se situó la Excma. Corte Suprema: "1º) Que de acuerdo al actual artículo 324 del Código
Civil, hoy se encuentra definida la injuria atroz, reproduciendo, en virtud de la modificación de la Ley
Nº 19.585 de 26 de octubre de 1998, el concepto que tanto la jurisprudencia como la doctrina ya tenían
establecido, en orden a que ella se produce en los casos de indignidad para suceder, enumerados en el
artículo 968 del Código Civil y, la causal que sería aplicable en este caso, está contemplada en el Nº 2º
de este último precepto, esto es, por haberse cometido atentado grave contra la vida, el honor o los bienes
de la persona, del alimentante. Pero como el precepto exige que las circunstancias constitutivas de la
causal estén acreditadas por sentencia ejecutoriada, no puede prosperar la alegación de injuria atroz en
esta causa, ya que si bien esta modificación legal se ha producido en el curso del juicio, ella debe
aplicársele al tenor de lo dispuesto en el artículo 9º de la Ley Nº 19.585, que dispuso su entrada en
vigencia para un año después de la fecha de su publicación en el Diario Oficial, y de lo preceptuado en el
artículo 3º de la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes del año 1861, en cuya virtud los derechos y
obligaciones anexos al estado civil se subordinarán a la ley posterior, sea que ésta constituya nuevos
derechos u obligaciones, sea que modifique o derogue los antiguos. 2º) Que, además, la legislación
anterior distinguía en el artículo 324 del Código Civil entre alimentos congruos y necesarios y entre injuria
grave y atroz, haciendo esta última cesar enteramente la obligación de prestar alimentos, tal como se
dispone hoy día, pero en el caso de la injuria grave se rebajaban los alimentos congruos a necesarios.
Pero aun durante su vigencia, tanto la jurisprudencia como la doctrina consideraban que entre cónyuges
existían normas especiales y en tal evento el artículo 322 del Código Civil determina que el Título XVIII,
en el que está contenido el artículo 324, invocado por el demandado, establece las reglas generales a
que está sujeta la prestación de alimentos sin perjuicio de las disposiciones especiales que contiene este
Código respecto a ciertas personas y, para el caso de los cónyuges, los artículos 174 a 177 del referido
cuerpo legal fijan lo que ocurre en el caso de divorcio perpetuo, cuya primera causal es justamente el
adulterio de cualquiera de los cónyuges. Pues bien, aun cuando el cónyuge haya dado causa al divorcio
por su culpa, de acuerdo a los artículos 175 y 177, tendrá derecho para que el otro cónyuge lo provea de
lo que necesite para su modesta sustentación, teniendo en cuenta para arreglar la contribución la conducta
que haya observado el alimentario antes y después del divorcio, pero también el grado de atenuación de
esa culpabilidad por la conducta del cónyuge que solicitó el divorcio. En consecuencia, si aun en el caso
de haberse decretado el divorcio por adulterio, no se pierde el derecho de alimentos para el cónyuge
infractor, menos procederá aplicar el artículo 324 del Código Civil si no hay injuria atroz por no haberse
comprobado los hechos que la constituyen por sentencia ejecutoriada" (C. Suprema, 9 de julio de 2001,
cons. 1º y 2º, LegalPublishing: CL/JUR/1860/2001, Rol Nº 1185-2000).

Artículo 133. Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir en el hogar común, salvo
que a alguno de ellos le asista razones graves para no hacerlo.200

Concordancias: Código Civil: artículos 102, 128, 240. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 45. Ley Nº 19.947,
de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 18 inciso 2º, 33, 54 inciso 2º Nº 2.

Jurisprudencia: 235. De la noción de matrimonio y de la obligación de vivir en el hogar común. La


jurisprudencia ha explicado la obligación y derecho de los cónyuges de vivir en el hogar común en directa
relación con la definición legal de matrimonio. En tal sentido se ha señalado que: "La obligación recíproca
de la cohabitación, por lo demás, resulta no sólo del referido artículo 133, sino también del ya citado
artículo 102, ambos del Código Civil, norma esta última que expresa que una de las finalidades del
matrimonio es el procrear y el vivir juntos y esta última impone, entre otras cosas a la mujer, la obligación
de acompañar al marido adonde él crea oportuno fijar su residencia, salvo las excepciones legales. En
atención a la existencia de esta obligación, ni el marido ni la mujer pueden sin justa causa alejarse de la
casa conyugal" (C. Apelaciones de Concepción, 18 de mayo de 2007, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007). 236. De la noción y contenido de la obligación
de vivir en el hogar común. Sobre este punto se ha declarado que: "En lo que respecta al deber u
obligación, que en doctrina es conocido como el de cohabitación, puede decirse que éste consiste, como
lo dice la propia palabra, en el habitar juntos en una misma casa y, por tanto, en la convivencia, la cual
implica también la misma mesa; y, según algunos autores, también la satisfacción de las comunes
necesidades sexuales (Calogero Gangi, Derecho Matrimonial, Editorial Aguilar, Madrid, 3ª edición, página
206)" (C. de Apelaciones de Concepción, 18 de mayo de 2007, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007). 237. De la obligación de vivir en el hogar
común y de la justa causa para no hacerlo. Se ha estimado que: "En atención a la existencia de esta
obligación, ni el marido ni la mujer pueden, sin justa causa, alejarse de la casa conyugal" (C. de
Apelaciones de Concepción, 18 de mayo de 2007, cons 8º, CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007). 238. El
abandono del hogar común origina una separación de hecho. Se ha advertido que: "Si el marido o la
mujer hace abandono del hogar, debe entenderse que con ello están poniendo fin al 'vivir juntos', a la
convivencia habida entre ellos, lo cual origina una separación de hecho, circunstancia que autoriza a
cualquiera de ellos a solicitar la separación judicial y el divorcio. En efecto, una de las causales del
denominado divorcio por culpa, es la contemplada en el Nº 2 del artículo 54 de la Ley de Matrimonio Civil,
al señalar que el divorcio podrá ser demandado por falta imputable al otro, lo que ocurre por transgresión
grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad propios del matrimonio, agregando
que el abandono continuo o reiterado del hogar común, es una forma de transgresión grave de los deberes
del matrimonio" (C. Apelaciones de Concepción, 18 de mayo de 2007, cons. 9º, CL/JUR/6926/2007, Rol
Nº 519-2007). 239. De si el abandono del hogar común hace cesar el derecho de alimentos entre
cónyuges. Se advierte en este punto el mantenimiento de las dos opiniones tradicionales, a
saber: 239.1. Opinión que entiende que el cónyuge que abandona voluntariamente el hogar común
carece del derecho a demandar alimentos: y así se ha sostenido que: "Acorde con las normas que
regulan las normas relativas a los alimentos a que ha hecho referencia la señora juez a quo se encuentra
la disposición del artículo 133 del Código Civil, que se encuentra entre aquellas que reglan los deberes y
obligaciones entre los cónyuges, estatuyendo que ambos tienen el derecho y el deber de vivir en el hogar
común, salvo que a alguno de ellos le asista razones graves para no hacerlo y la del artículo 134 del texto
mencionado que dispone que tanto el marido cuanto la mujer deben proveer a las necesidades de la
familia común, atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos medie,
correspondiendo al juez regular la contribución, si es necesario [...] Que con la prueba que se ha rendido
en la causa, en especial, el documento de fs. 83 y siguientes, el Memorándum de fs. 92 de la Armada de
Chile, la declaración prestada por los testigos [...], a fs. 120 y siguientes, la confesión prestada en juicio
por la actora a fs. 138 al tenor del pliego de fs. 137, esta Corte ha llegado a la convicción que la
demandante hizo abandono en forma voluntaria del hogar común, puesto que no ha mediado acción u
omisión por parte del demandado que la hubiera impelido a hacerlo. En efecto, no se ha justificado que
haya ejercido, por ejemplo, actos constitutivos de violencia intrafamiliar, que hayan puesto en peligro su
integridad física o psíquica, o falta grave a los deberes de socorro, ayuda mutua o fidelidad que hubieren
sido los motivos principales por los cuales ella decidió hacer abandono del hogar común [...] en razón que
las obligaciones que contraen marido y mujer son mutuas y recíprocas este Tribunal estima que no tiene
derecho a exigir del demandado que se los proporcione puesto que la conducta que desplegó, lo exime
de la obligación de suministrarle aquéllos. Por lo demás, no se encuentra acreditado que esté en un estado
de necesidad tal, económica o de salud, que amerite regulación de alimentos a su favor, teniendo aún
edad para desempeñarse en la vida laboral" (C. de Apelaciones de Valparaíso, 2 de septiembre de 2007,
cons. 1º y 2º, LegalPublishing: CL/JUR/5384/2007, Rol Nº 1692-2007); 239.2. Opinión que entiende que
el cónyuge que abandona voluntariamente el hogar común conserva el derecho a demandar
alimentos: en este sentido se ha dicho que: "El hecho de que la mujer abandone voluntariamente el hogar
común, tampoco le priva del derecho de alimentos, ya que de conformidad con el principio general
contenido en el art. 321 del Código Civil, se concede el derecho de alimentos a las personas designadas
en dicha disposición, entre ellos el cónyuge, salvo que una ley expresa se los niegue, y como la ley en el
caso de la mujer que se encuentra en esa situación nada dispuso, forzoso es concluir que conserva
incólume su derecho" (C. de Apelaciones de Concepción, 4 de agosto de 2000, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/2027/2000, Rol Nº 549-2000).

Artículo 134. El marido y la mujer deben proveer a las necesidades de la familia común,
atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos medie.
El juez, si fuere necesario, reglará la contribución.201

Concordancias: Código Civil: artículos 137 inciso 2º, 150 inciso 6º, y 160. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículo 18 inciso 2º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 14.

Jurisprudencia: 240. De la obligación de proveer a las necesidades de la familia común y bien


familiar. Se ha declarado: "Que el artículo 141 del Código Civil incorporado por la Ley Nº 19.335, dice a
la letra "el inmueble de propiedad de ambos cónyuges o de alguno de ellos, que sirva de residencia
principal de la familia, y los muebles que guarnecen el hogar, podrán ser declarados bienes familiares y
se regirán, entonces, por las normas de este párrafo, cualquiera que sea el régimen de bienes del
matrimonio". Este artículo está incluido en el título VI del Libro I del Código Civil titulado Obligaciones y
Derechos entre los Cónyuges. En el título I, De las Reglas Generales se establece la norma de que el
marido y la mujer deben proveer a las necesidades de la familia común. De esta forma entiende esta Corte
que la institución del bien familiar tiene un carácter alimenticio especialmente de protección de la familia
frente a los terceros acreedores, más que a las relaciones entre los cónyuges, que están reguladas en
otras disposiciones. Ello queda de manifiesto al analizar el contexto de estos preceptos en los que, como
en el caso del artículo 142, se permite gravar y enajenar los bienes familiares concurriendo la voluntad de
ambos cónyuges y el artículo 145 que permite a los mismos cónyuges desafectar el bien
familiar" (C. Apelaciones de Santiago, 10 de octubre de 2001, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/1281/2001, Rol Nº 7818-1999). 241. Del abandono del hogar común y del
derecho de alimentos entre cónyuges: Vide artículo 133 Jurisprudencia número 222.

Artículo 135. Por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges,
y toma el marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se expondrán en el
título De la sociedad conyugal.

Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chile como separados de bienes,
a menos que inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de
Santiago, y pacten en ese acto sociedad conyugal o régimen de participación en los
gananciales, dejándose constancia de ello en dicha inscripción.202

Concordancias: Código Civil: artículos 15, 503, 1718, 1723, 1749, 1792-1 y 1753. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 43. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000:
artículo 4º número 3. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 13. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989,
artículo 16.1.

Jurisprudencia: 242. Del concepto de sociedad conyugal. La Excma. Corte Suprema ha declarado que:
"[E]n nuestro derecho puede definirse la sociedad conyugal como la sociedad de bienes que se forma
entre los cónyuges por el hecho del matrimonio. Y su característica esencial es la existencia de un
patrimonio o masa común destinada a subvenir las necesidades que el matrimonio engendra. La sociedad
conyugal se forma así de pleno derecho, sin necesidad de declaración alguna de los cónyuges y por el
solo hecho del matrimonio celebrado en Chile y constituye el régimen legal de los cónyuges que contraen
matrimonio sin capitulaciones matrimoniales o con ellas, pero sin pactar otro régimen patrimonial para el
matrimonio. Su declaración está fijada por la ley, principiando necesariamente al tiempo de celebrarse el
matrimonio, en el momento preciso en que éste se contrae" (C. Suprema, 12 de mayo de 2005, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/1978/2005, Rol Nº 5414-2003). En el mismo sentido se ha reiterado que la
sociedad conyugal: "[P]uede definirse como la sociedad de bienes que se forma entre los cónyuges por
el hecho del matrimonio y su característica esencial es la existencia de un patrimonio o masa común
destinada a subvenir las necesidades que el matrimonio engendra" (C. Suprema, 10 de diciembre de
2014, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/9412/2014, Rol Nº 4146-2014). 243. La sociedad conyugal,
por el solo hecho del matrimonio, salvo pacto en contrario. La sociedad conyugal es el régimen
patrimonial del matrimonio que la ley dispone como el que, por la sola celebración del matrimonio, se
contrae entre los cónyuges, sin requerir de otras condiciones o requisitos. Sólo puede obviarse este efecto
del matrimonio, como consecuencia del ejercicio de la autonomía de los contrayentes, que pueden pactar
un régimen distinto, en las capitulaciones matrimoniales o en el mismo acto de la celebración del
matrimonio. Esta regla general la recuerda desde antiguo la jurisprudencia y, por sólo citar, una sentencia
reciente: "[H]a de recordarse que el régimen patrimonial de la sociedad conyugal se forma entre los
cónyuges por el solo hecho del matrimonio y a falta de pacto en contrario, como lo regula en el Título XXII
del Libro IV del Código Civil" (C. Suprema, 21 de febrero de 2020, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/18715/2020, Rol Nº 1357-2018). 244. Del campo operativo del inciso 2º. Se ha
precisado que: "La legislación nacional impone a los contrayentes como régimen legal, el de la sociedad
conyugal, de lo que se infiere que el señalado inciso segundo no tiene aplicación entre cónyuges chilenos,
quienes por aplicación del artículo 15 del Código del ramo, no pueden quedar en una situación diversa a
la que hubiesen tenido de casarse en Chile, pues la interpretación contraria llevaría al absurdo de aceptar
que los nacionales pueden incurrir en fraude a la ley por el solo hecho de contraer nupcias en el extranjero"
(C. Suprema, 31 de marzo de 2008, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/7327/2008, Rol Nº 16-2008).

Artículo 136. Los cónyuges serán obligados a suministrarse los auxilios que necesiten para
sus acciones o defensas judiciales. El marido deberá, además, si está casado en sociedad
conyugal, proveer a la mujer de las expensas para la litis que ésta siga en su contra, si no tiene
los bienes a que se refieren los artículos 150, 166 y 167, o ellos fueren insuficientes.203

Concordancias: Código Civil: artículos 150, 166, 167, 266. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 44.

Jurisprudencia: 245. De las dos obligaciones que consagra esta disposición. La Excma. Corte Suprema
ha precisado que en este artículo se consagran dos obligaciones diversas, a saber: a) la prescrita en su
primer período, que corresponde a los auxilios en general para las defensas judiciales y; b) la consagrada
en su segundo período, que sólo toca a las expensas para la litis. En tal sentido se ha declarado: "El
artículo contiene dos partes separadas por punto seguido (.). La primera parte trata de los auxilios en
general que deben proporcionarse marido y mujer para sus acciones o defensas judiciales. La voz auxilio
se emplea como sinónimo de ayuda, socorro, amparo y no comprende las expensas para la litis, tratadas
en la segunda parte de la disposición, en que se las distingue de los auxilios con el empleo de la palabra
además que contiene la frase cuando expresa que el marido deberá, además, proveer a su mujer de
expensas para la litis, si está casado en sociedad conyugal. El adverbio además se emplea en la oración
con el significado de a más de esto o aquello, quedando así esclarecido que la primera parte de la referida
disposición no comprende a la litis expensas. Aceptar lo contrario, importaría admitir que la referida
segunda parte del artículo 136 no tendría razón de ser y no justificaría su existencia, por estar
comprendida en su primera parte" (C. Suprema, 2 de diciembre de 1998, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/2037/1998, Rol Nº 1700-1998). 246. Del significado de la voz 'auxilio'. En la
sentencia que queda transcrita en el número anterior, la Excma. Corte Suprema asumió que: "La voz auxilio
se emplea como sinónimo de ayuda, socorro, amparo y no comprende las expensas para la litis, tratadas
en la segunda parte de la disposición, en que se las distingue de los auxilios con el empleo de la palabra
además que contiene la frase cuando expresa que el marido deberá, además, proveer a su mujer de
expensas para la litis, si está casado en sociedad conyugal" (C. Suprema, 2 de diciembre de 1998,
cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/2037/1998, Rol Nº 1700-1998). 247. De la noción de "expensas para
la litis". Se ha precisado sobre ellas: "Que las expensas para la litis implican los gastos en que debe
incurrir el cónyuge casado en sociedad conyugal respecto de su cónyuge en los casos que ella actúe
judicialmente en contra de él, o bien en los que debe incurrir cualquiera de los cónyuges que se encuentran
casados bajo otro régimen conyugal, en la misma hipótesis" (J. Familia, Valparaíso, 13 de abril de 2007,
cons. 24º, LegalPublishing: CL/JUR/6542/2007, Rol Nº 1355-2007, conf. C. Apelaciones de Valparaíso, 15
de enero de 2008, y por C. Suprema, 14 de abril de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/7340/2008, Rol
Nº 1097-2008). 248. De las condiciones para la procedencia de las expensas para la litis. Si se
acredita que los cónyuges están casados en sociedad conyugal, y la no existencia de los bienes referidos
150, 166 y 167, como tampoco una posición socioeconómica de la que pueda deducirse inequívocamente
la solvencia necesaria de la mujer para llevar la carga judicial que representa los honorarios de un
abogado, procede la obligación del marido de proveerla de expensas para la litis (C. Apelaciones de
Antofagasta, 25 de septiembre de 2007, cons. 2º, conf. C. Suprema, 3 de enero de 2008,
LegalPublishing: CL/JUR/7225/2008, Rol Nº 6361-2007). 249. De la improcedencia de expensas para la
litis en régimen de separación de bienes. La Excma. Corte Suprema ha advertido que: "[S]i los cónyuges
están casados en régimen de separación de bienes, como ocurre en el presente caso, no pesa sobre el
marido obligación de proporcionar expensas para la litis en los litigios que se deduzcan entre sí, como lo
resuelve acertadamente la sentencia recurrida, lo que es lógico si se considera que cada cónyuge en este
régimen, tiene su propio patrimonio" (C. Suprema, 2 de diciembre de 1998, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/2037/1998, Rol Nº 1700-1998). 250. De las expensas para la litis y el
patrimonio reservado de la mujer casada. Se ha declarado que si la mujer ejerce una profesión o
industria separada de su marido, en los términos prescritos en el artículo 150 del Código Civil, para que
el marido se encuentre obligado a proveerla de expensas para la litis es menester que ella acredite, al
tenor de la exigencia de este artículo 136, que los bienes que obtiene del ejercicio de su profesión u oficio
son insuficientes (C. Apelaciones de Valdivia, 5 de marzo de 2008, cons. 2º a 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/5747/2008, Rol Nº 995-2007). 251. De la improcedencia del apremio
consistente en orden de arresto por el no pago de expensas para la litis. En este sentido la Excma. Corte
Suprema, por vía de recurso de amparo, ha declarado: "Que la resolución que se pretende cumplir
mediante el arresto constituye una obligación de dar, que no se encuentra sujeta al imperio del artículo 238
del Código de Procedimiento Civil sino que a las que le preceden, las que no contemplan el referido
apremio, de modo que su cumplimiento queda sujeto a las reglas civiles generales" (C. Suprema, 2 de
abril de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/7331/2008, Rol Nº 1680-2008).

Artículo 137. Los actos y contratos de la mujer casada en sociedad conyugal, sólo la obligan
en los bienes que administre en conformidad a los artículos 150, 166 y 167.

Con todo, las compras que haga al fiado de objetos muebles naturalmente destinados al
consumo ordinario de la familia, obligan al marido en sus bienes y en los de la sociedad
conyugal; y obligan además los bienes propios de la mujer, hasta concurrencia del beneficio
particular que ella reportare del acto, comprendiendo en este beneficio el de la familia común
en la parte en que de derecho haya ella debido proveer a las necesidades de ésta. 204

Concordancias: Código Civil: artículos 134, 150, 166, 167 y 260 inciso 2º.

Artículo 138. (145). Si por impedimento de larga o indefinida duración, como el de


interdicción, el de prolongada ausencia, o desaparecimiento, se suspende la administración del
marido, se observará lo dispuesto en el párrafo 4º del título De la sociedad conyugal.

Si el impedimento no fuere de larga o indefinida duración, la mujer podrá actuar respecto de


los bienes del marido, de los de la sociedad conyugal y de los suyos que administre el marido,
con autorización del juez, con conocimiento de causa, cuando de la demora se siguiere perjuicio.

La mujer, en el caso a que se refiere el inciso anterior, obliga al marido en sus bienes y en
los sociales de la misma manera que si el acto fuera del marido; y obliga además sus bienes
propios, hasta concurrencia del beneficio particular que reportare del acto.205-206

Concordancias: Código Civil: artículos 1758 y siguientes. Ley Nº 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones
Alimenticias, D.O. 5.10.1962, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 19 inciso 1º, número 2.

Jurisprudencia: 252. De la posibilidad que asiste a la mujer para solicitar la autorización judicial para
ejecutar actos sobre sus propios bienes, en caso de prolongada ausencia del marido. La
jurisprudencia ha advertido que: "[A]nte la prolongada ausencia del marido casado en sociedad conyugal,
el ordenamiento jurídico confiere a su mujer una serie de prerrogativas, todas destinadas a evitar que por
esta circunstancia ella resulte perjudicada al encontrarse en la imposibilidad legal de administrar los bienes
que le pertenecen" (C. Apelaciones de Valparaíso, 22 de noviembre de 2019, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/6702/2019, Rol Nº 1498-2019). Tales son, entre otros, la facultad de demandar
el término de la sociedad conyugal (art. 155), la designación de un curador de bienes para su marido
(arts. 443, 459 y 473 número 1), su propia designación como curadora del marido ausente (arts. 477 y
1758), o demandar la separación judicial de bienes (art. 1762). Sobre la base de estas reglas, la
jurisprudencia ha entendido que, si la mujer puede demandar las medidas citadas, con mayor razón podrá,
según la regla de este artículo 138, solicitar la autorización judicial para celebrar actos sobre sus propios
bienes, pues esta medida es de mucho menor entidad que las precedentes: "Que todas estas relevantes
medidas, no obstan a que en caso ausencia del marido, la mujer pueda, conforme lo prevenido en el
artículo 138 del Código Civil, solicitar otra de menor intensidad, cual es la autorización judicial para
ejecutar actos sobre sus propios bienes, sin que sea indispensable que ella deba demandar
necesariamente la separación judicial de bienes, o el nombramiento de un curador de bienes para su
marido ausente, o dar paso a la administración extraordinaria de la sociedad conyugal. La mujer no está
necesariamente obligada a recurrir a estos mecanismos más gravosos si la ley le proporciona otro que le
es menos. El principio a fortiori explica que quien está legalmente facultado para ejecutar actos de la
mayor trascendencia o gravedad, también lo está para hacer lo propio respecto de negocios que
naturalmente son de menor intensidad. En este sentido, si la mujer del ausente está facultada para
promover su separación judicial de bienes, el nombramiento de un curador del ausente o asumir la
administración extraordinaria de la sociedad conyugal, no se advierte por qué razón no podría, ante la
ausencia de su cónyuge, sin recurrir a estas más radicales instituciones, requerir solo una autorización
judicial para actuar respecto de sus propios bienes tal como lo previene el citado artículo 138"
(C. Apelaciones de Valparaíso, 22 de noviembre de 2019, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/6702/2019,
Rol Nº 1498-2019).

Artículo 138 bis. Si el marido se negare injustificadamente a ejecutar un acto o celebrar un


contrato respecto de un bien propio de la mujer, el juez podrá autorizarla para actuar por sí
misma, previa audiencia a la que será citado el marido. 207

En tal caso, la mujer sólo obligará sus bienes propios y los activos de sus patrimonios
reservados o especiales de los artículos 150, 166 y 167, mas no obligará al haber social ni a los
bienes propios del marido, sino hasta la concurrencia del beneficio que la sociedad o el marido
hubieren reportado del acto.

Lo mismo se aplicará para nombrar partidor, provocar la partición y para concurrir en ella en
los casos en que la mujer tenga parte en la herencia.208

Concordancias: Código Civil: artículos 150, 166 y 167. Ley Nº 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones
Alimenticias, D.O. 5.10.1962, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 19 inciso 1º, número 2.

Artículo 139. (148). El marido menor de edad necesita de curador para la administración de
la sociedad conyugal.209-210

Concordancias: Código Civil: artículos 163, 338, 349.

Artículo 140. (149). Las reglas de los artículos precedentes sufren excepciones o
modificaciones por las causas siguientes:

1ª. La existencia de bienes familiares.

2ª. El ejercitar la mujer una profesión, industria, empleo u oficio.

3ª. La separación de bienes.

4ª. La separación judicial de los cónyuges.211

5ª. El régimen de participación en los gananciales.

De las cuatro primeras tratan los párrafos siguientes; de la última el Título XXII-A, del Libro
Cuarto.212-213

Concordancias: Código Civil: artículos 141 a 149, 150, 152 a 167, 172 a 178, 1792-1 a 1792-27. Ley Nº 19.947, D.O. 17 de
mayo de 2004, de Matrimonio Civil: artículos 26 a 41.

2. De los bienes familiares214


Artículo 141. El inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges que sirva de
residencia principal de la familia, y los muebles que la guarnecen, podrán ser declarados bienes
familiares y se regirán por las normas de este párrafo, cualquiera sea el régimen de bienes del
matrimonio.

El juez citará a los interesados a la audiencia preparatoria. Si no se dedujese oposición, el


juez resolverá en la misma audiencia. En caso contrario, o si el juez considerase que faltan
antecedentes para resolver, citará a la audiencia de juicio. 215

Con todo, la sola interposición de la demanda transformará provisoriamente en familiar el


bien de que se trate. En su primera resolución el juez dispondrá que se anote al margen de la
inscripción respectiva la precedente circunstancia. El Conservador practicará la subinscripción
con el solo mérito del decreto que, de oficio, le notificará el tribunal. 216

Para los efectos previstos en este artículo, los cónyuges gozarán de privilegio de pobreza.

El cónyuge que actuare fraudulentamente para obtener la declaración a que refiere este
artículo, deberá indemnizar los perjuicios causados, sin perjuicio de la sanción penal que
pudiere corresponder.

Concordancias: Código Civil: artículos 145 inciso 2º, 566 a 574. Código Orgánico de Tribunales: artículo 10 inciso 1º. Código
de Procedimiento Civil: artículos 129 a 137. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 8º número 14
letra b). Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 15 inciso final.

Jurisprudencia: 253. Del carácter de orden público de las reglas tocantes a los bienes familiares. La
Excma. Corte Suprema ha asumido esta opinión cuando ha declarado que una de las características de los
bienes familiares está dada porque: "[L]as normas que los regulan son de orden público" (C. Suprema, 3
de septiembre de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012; C. Suprema, 29
de enero de 2013, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012). En relación con esta
característica ha agregado que: "Este tipo de normas al estar establecidas en beneficio de la familia son
de orden público y se sustraen al principio de voluntad entre las partes, siendo irrenunciables y su
fundamento en último término es garantizar una vivienda estable para el grupo familiar" (C. Suprema, 29
de enero de 2013, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012). De este carácter de
sus normas, la jurisprudencia ha extraído el corolario de la imposibilidad de su aplicación a situaciones no
previstas expresamente en la ley: "Que si bien la institución de los bienes familiares, cuya regulación fue
incorporada por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad amparar el hogar de la familia, principalmente en
caso de conflictos dentro de ella, no es posible aplicarla a situaciones no previstas por la ley, sobre todo
si se atiende al carácter de orden público que tienen sus normas" (C. Suprema, 16 de marzo de 2012,
cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-2011). 254. De la naturaleza imperativa de la
regla del inciso 1º. La jurisprudencia se ha uniformado en torno a la opinión que estima que es esta una
norma de carácter imperativo, sin que obste a ello el uso del vocablo 'podrán'. Así se ha declarado: "Que
el inciso 1º del artículo 141 del Código Civil es una norma de carácter imperativo, no obstante el uso del
vocablo podrán, el cual indica que frente a los supuestos allí indicados, el cónyuge que lo estime necesario
tendrá la posibilidad de optar entre solicitar o no solicitar la declaración de bien familiar, es decir no está
obligado a pedirlo; pero requerido que sea el juez y dados los dos supuestos exigidos, la declaración
entonces se torna perentoria" (C. de Apelaciones de Santiago, 16 de octubre de 2008, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/7720/2008, Rol Nº 10145-2005). Este considerando ha sido reiterado,
literalmente, en otros fallos del mismo tribunal de alzada (C. de Apelaciones de Santiago, 5 de octubre de
2011, cons. 12º, LegalPublishing: CL/JUR/8050/2011, Rol Nº 418-2011). 255. La familia como
beneficiaria de la declaración de bien familiar. La jurisprudencia se ha afirmado en destacar, como
punto de partida, en relación con la disciplina referida a la declaración de bien familiar, que esta persigue
la protección de la familia, y no la del matrimonio. En este sentido se ha destacado: "[Q]ue del tenor de lo
dispuesto en el artículo 141 del Código Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución
en comento es la familia y no el matrimonio, ni la familia extendida de alguno de los cónyuges"
(C. Suprema, 4 de febrero de 2020, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/9549/2020, Rol Nº 4883-2019).
Este considerando, con la inclusión de una referencia al artículo 146 del Código Civil, ha sido reiterado en
sentencia posterior: "[C]abe considerar que del tenor de lo dispuesto en los artículos 141 y 146 del Código
Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución en comento es la familia y no el
matrimonio, ni la familia extendida de alguno de los cónyuges" (C. Suprema, 21 de febrero de 2020,
cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/12894/2020, Rol Nº 29872-2018). Se ha incorporado, también, el matiz
de ver en esta institución una proyección de la obligación de los cónyuges de proveer a las necesidades
de la familia: "esta Corte ha entendido que el cimiento que justifica esta institución responde a un
compromiso protector con la familia. En efecto, se ha dicho que el fundamento de la declaración de bien
familiar es principalmente otorgar la protección de la vivienda familiar a quienes pueden ser privados de
su uso, en cuanto proyección del deber de los cónyuges de proveer a las necesidades de la familia,
especialmente al bien que le sirve de habitación, al que la ley le reconoce una función esencial que justifica
su especial protección. Así se ha expresado, por ejemplo, en los autos Roles Nºs. 3.322 2012, 7.626 2012
y 9.352 2012 del ingreso de esta Corte. Recientemente también, en los ingresos Roles Nºs. 6.837 2016 y
36310 217" (C. Suprema, 14 de enero de 2019, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-
2018). 256. Del fundamento de la institución del bien familiar. La jurisprudencia ha destacado los
siguientes fundamentos de esta institución: 256.1. La obligación de proveer a las cargas de familia y
la protección de la vivienda familiar: en este sentido se ha dicho que: "El fundamento de la institución
en estudio se encuentra en lo que se ha denominado "régimen matrimonial primario", es decir, el conjunto
de normas imperativas de carácter patrimonial que buscan la protección de la familia y que, por lo tanto,
se impone a los cónyuges, en razón del deber general de éstos de satisfacer las necesidades de la familia,
lo que la doctrina española denomina "levantamiento de cargas del matrimonio", como la mantención de
la familia, su alimentación y educación de los hijos, a las que se subordina el patrimonio de los cónyuges,
quienes pueden ser privados del dominio o limitados en su derecho con el fin de asegurar la satisfacción
de las obligaciones que les impone la ley" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). Este considerando lo ha reiterado la Excma. Corte
Suprema en sentencias posteriores (C. Suprema, 29 de enero de 2013, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012; C. Suprema, 25 de febrero de 2013, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/418/2013, Rol Nº 9352-2012). En la misma línea se había considerado: "Que, se
ha dicho que la fundamentación del estatuto de los bienes familiares, residiría en el deber de los cónyuges
de subvenir a las necesidades de la familia. Los bienes son calificados de familiares porque la ley les
reconoce una función esencial en la vida cotidiana de la familia y por ello los somete a una protección
especial" (C. de Apelaciones de Concepción, 25 de junio de 2009, cons. 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/9943/2009, Rol Nº 192-2009). Ha de advertirse que esa misma fundamentanción
subyace en la regla del inciso final del artículo 15 de la Ley Nº 20.830, que crea el acuerdo de unión civil,
y que hizo aplicable a los convivientes civiles "lo dispuesto en los artículos 141 a 149 del Código
Civil"; 256.2. La protección de la familia como imperativo constitucional: en esta orientación se ha
sostenido que: "[C]abe agregar, tal como lo considera también el profesor Corral Talciani en su obra citada
(página 53), que el sustento de los bienes familiares también está dado por la protección pública que se
da a la familia matrimonial, de rango constitucional y que explica la afectación de terceros, como son los
acreedores" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012. Rol
Nº 3322-2012). Este considerando ha sido reiterado, literalmente, en sentencias posteriores de la
Excma. Corte Suprema (C. Suprema, 29 de enero de 2013, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol
Nº 7626-2012; C. Suprema, 25 de febrero de 2013, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/418/2013, Rol
Nº 9352-2012). En esta misma línea, y con apoyo en otro autor, se ha recordado que: "[S]e ha entendido
que la protección de la familia, como deber que tiene fundamento constitucional, implica asegurarle la
mantención de la vivienda donde ha desarrollado su vida, a fin de que frente a la ruptura, se permita la
continuación normal de la vida de sus miembros, como garantía o protección para el cónyuge que tiene a
su cargo el cuidado de los hijos (como lo señala René Ramos Pazos en su obra "Derecho de Familia",
Editorial Jurídica, 2010, p. 359)" (C. Suprema, 14 de enero de 2019, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018). 257. De las finalidades de la institución. La
jurisprudencia ha destacado las siguientes finalidades de la institución del bien familiar: 257.1. La
protección de la familia y de su interés: en una sentencia del Juzgado de Letras de Río Negro del año
2000, se hacía presente que los bienes familiares estaban directamente ligados a una finalidad protectora
de la familia y su interés, en cuanto que tal, y no desde una perspectiva patrimonial: "Que de las normas
que rigen la figura de autos aparece que el propósito pretendido fue la protección o interés de la familia,
en su calidad de tal y no en su aspecto patrimonial. Esta apreciación se desprende del hecho de que las
disposiciones del párrafo en que se ubican tienen el carácter de orden público y no privado, puesto que el
artículo 149 sanciona con nulidad cualquier estipulación que contravenga sus disposiciones" (J. Letras,
Río Negro, 31 de octubre de 2000, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/2558/2000, Rol Nº 17712). Esta
sentencia fue confirmada en apelación (C. Apelaciones de Valdivia, 30 de enero de 2001,
LegalPublishing: CL/JUR/2949/2001, Rol Nº 11470-2000), y quedó firme al rechazarse el recurso de
casación que se había interpuesto en su contra (C. Suprema, 25 de julio de 2001,
LegalPublishing: CL/JUR/2948/2001, Rol Nº 1337-2001). Esta opinión fue asumida con posterioridad en
varios fallos de diversos tribunales de alzada: "La institución tiene por finalidad principal amparar el hogar
familiar, o sea, la protección o interés de la familia, en su calidad de tal y no en su aspecto patrimonial"
(C. Apelaciones de Concepción, 31 de marzo de 2008, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/1934/2008, Rol
Nº 1359-2002); "Que la jurisprudencia ha sostenido que el propósito pretendido fue la protección o interés
de la familia, en su calidad de tal y no en su aspecto patrimonial, ello atendido la norma aludida en el
considerando primero se ubica en el párrafo que sanciona con nulidad cualquier estipulación que
contravenga sus disposición de manera que son de orden público y no privado" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 13 de enero de 2009, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/5717/2009, Rol Nº 2539-2008). Esta
protección de la familia y de su interés se concreta y caracteriza, según la jurisprudencia, por lo
siguiente: 257.1.1. La finalidad de asegurar a la familia la disposición de una vivienda en la que
pueda desarrollar su vida con normalidad: así se ha declarado que: "El sentido y finalidad que la
institución de los bienes familiares representa, en el contexto que si bien ella está prevista para los casos
en que existe matrimonio entre los involucrados, lo cierto es que con ella se intenta asegurar a la familia
mediante la subsistencia en su poder de bienes indispensables para su desarrollo y existencia, con
prescindencia del derecho de dominio que sobre los mismos tenga uno de los cónyuges. En efecto, este
instituto pretende asegurar a la familia un hogar físico estable donde sus integrantes puedan desarrollar
la vida con normalidad, ejerciendo los roles y funciones que les correspondan, aun después de disuelto el
matrimonio, a fin de evitar el desarraigo de la que ha sido la residencia principal de ésta" (C. Suprema, 15
de abril de 2009, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). Ello es así, porque:
"En efecto, el objeto de los bienes familiares se centra en dar protección a la familia en la disposición de
bienes materiales para su propio desarrollo, en cualesquiera de los regímenes patrimoniales que están
consagrados en la ley; amparar al cónyuge no propietario de la vivienda familiar y resguardar el interés
de los hijos comunes y del cónyuge al que le corresponde el cuidado de éstos, en los casos de rupturas
conyugales, como separación de hecho, divorcio y nulidad" (C. Suprema, 15 de abril de 2009, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). 257.1.2. Esta protección se manifiesta,
precisamente, en situaciones de conflicto que pueden suponer la ruptura de la vida en común: este
carácter de la finalidad protectora de la declaración de bien familiar fue declarado por la E xcma. Corte
Suprema en el considerando de una sentencia suya de 2006, que luego fue reiterado en innumerables
casos posteriores. En aquella sentencia el tribunal sostuvo que: "[L]a institución de los bienes familiares,
incorporada a nuestra legislación por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la
familia, principalmente en caso de conflictos dentro de ella, protegiendo al cónyuge no propietario al limitar
las facultades del que es dueño del respectivo bien raíz" (C. Suprema, 21 de agosto de 2006, cons. 11º,
LegalPublishing: CL/JUR/5522/2006, Rol Nº 5022-2004). Sin variación alguna fue reproducido en una
sentencia del año siguiente (C. Suprema, 6 de diciembre de 2007, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/2865/2007, Rol Nº 6394-2007), y en muchas otras solamente en su primer
período: "[L]a institución de los bienes familiares, incorporada a la legislación nacional por la Ley
Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia, principalmente en caso de conflictos
dentro de ella" (C. Suprema, 31 de mayo de 2007, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/3361/2007, Rol
Nº 1245-2007; C. Suprema, 4 de mayo de 2009, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6318/2009, Rol
Nº 1968-2009; C. Suprema, 14 de septiembre de 2009, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1219/2009, Rol
Nº 4608-2009; C. Suprema, 21 de septiembre de 2009, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/9501/2009, Rol
Nº 5275-2009). Este mismo texto se ha mantenido, como fundamento para explicar la protección
dispensada a la familia desde la perspectiva de la disposición de bienes materiales para su propio
desarrollo: "[L]a institución de los bienes familiares, incorporada a nuestra legislación por la Ley Nº 19.335,
tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia, principalmente en caso de conflictos dentro de
ella. Así, el objeto de los bienes familiares se centra en dar protección a la familia en la disposición de
bienes materiales para su propio desarrollo, en cualesquiera de los regímenes patrimoniales que están
consagrados en la ley; amparar al cónyuge no propietario de la vivienda familiar y resguardar el interés
de los hijos comunes y del cónyuge al que le corresponde el cuidado de éstos, en los casos de rupturas
conyugales, como separación de hecho, divorcio y nulidad" (C. Suprema, 12 de septiembre de 2011,
cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/9367/2011, Rol Nº 4316-2011; C. Suprema, 13 de enero de 2014,
cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/75/2014, Rol Nº 4663-2013). Igualmente, se lo ha conservado como
base de la idea de dar protección a la familia, en cuanto a la seguridad de brindarle un hogar
físico: "[C]omo ha reconocido la doctrina y jurisprudencia nacional, la institución de los bienes familiares,
incorporada en nuestro ordenamiento por la Ley Nº 19.335, tiene por objeto proteger el núcleo familiar,
por la vía de asegurarle la mantención del hogar físico, ante conflictos o desavenencias que pudieran
poner fin a la vida en común entre los cónyuges. Se ha dicho, por lo mismo, que es una "garantía para el
cónyuge que tenga el cuidado de los hijos, en casos de separación de hecho o de disolución del
matrimonio" (Ramos, René, Derecho de Familia, Editorial Jurídica, año 2007, página 350, citando al
profesor Enrique Barros)" (C. Suprema, 31 de marzo de 2014, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/686/2014, Rol Nº 9439-2013; C. Suprema, 9 de febrero de 2015, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/688/2015, Rol Nº 22340-2014). Esta opinión, que se reitera cada vez con mayor
frecuencia, la mantiene la Excma. Corte Suprema, con expresa advertencia de que la institución de los bienes
familiares se dirige a la protección de la familia y no al matrimonio: "[L]a razón que sirve de fundamento a
la posibilidad de afectar bienes con el carácter de familiares, no es la existencia del matrimonio per se,
sino la posibilidad de surgimiento de conflictos que ocasionen su ruptura, de manera que se trata de una
institución que busca amparar la estabilidad de la vivienda de la familia en crisis, que si bien puede
funcionar como herramienta preventiva, tiene por objeto tutelar de modo efectivo a aquellos miembros de
la familia, que desde un punto de vista patrimonial, en relación a la habitación, queden en peor situación
como consecuencia del quiebre matrimonial" (C. Suprema, 24 de septiembre de 2018, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/5160/2018, Rol Nº 129-2018). Este considerando se ha reproducido literalmente
en sentencias posteriores (C. Suprema, 14 de enero de 2019, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018; C. Suprema, 4 de febrero de 2020, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/9549/2020, Rol Nº 4883-2019; C. Suprema, 21 de febrero de 2020, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/12894/2020, Rol Nº 29872-2018). 257.1.3. La protección de la familia se
mantiene aún después de terminado el matrimonio: así se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema:
"Cabe considerar que del tenor de lo dispuesto por los artículos 141 y 146 del Código Civil, resulta evidente
que la principal beneficiaria de la institución en comento es la familia; desde esta perspectiva, no puede
desconocerse el hecho que si bien ella ha podido tener su origen en el matrimonio de las partes, como ha
ocurrido en la especie, lo cierto es que la misma subsiste más allá de la disolución de la relación conyugal,
permaneciendo vigente en relación a los hijos, a quienes en este caso la ley busca asegurar su protección
mediante la consagración de la institución en comento, con la extensión de sus efectos más allá del
término del matrimonio, si se dan los presupuestos legales que justifican tal proceder" (C. Suprema, 15
de abril de 2009, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). Este considerando se
ha recibido literalmente en sentencias posteriores del mismo tribunal (C. Suprema, 12 de septiembre de
2011, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/9367/2011, Rol Nº 4316-2011; C. Suprema, 13 de enero de 2014,
cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/75/2014, Rol Nº 4663-2013). En igual sentido se ha advertido por la
Excma. Corte Suprema: "Que tal interpretación guarda, por lo demás, debida armonía con el sentido y
finalidad que la institución de los bienes familiares representa, en el contexto que si bien ella está prevista
para los casos en que exista matrimonio entre los involucrados, lo cierto es que con ella se intenta
asegurar a la familia mediante la subsistencia en su poder de bienes indispensables para su desarrollo y
existencia, pretendiendo asegurar a la familia un hogar físico estable donde sus integrantes puedan
desarrollar la vida con normalidad, ejerciendo los roles y funciones que les correspondan, aun después
de disuelto el matrimonio, con el fin de evitar el desarraigo de la que ha sido la residencia principal de
ésta. Tal presupuesto, que ha sido objeto principal por parte del legislador, no puede entenderse que
desaparece por la sola circunstancia de declararse el divorcio del matrimonio celebrado entre las partes"
(C. Suprema, 13 de marzo de 2017, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/805/2017, Rol Nº 82473-2016).
Este considerando se ha reproducido literalmente en sentencias posteriores (C. Suprema, 14 de enero de
2019, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018). 257.2. La protección del
cónyuge débil: en alguna ocasión la jurisprudencia ha advertido que, en cierto modo, la declaración de
bien familiar protege al cónyuge débil: "Desde otra perspectiva constituye también una garantía o forma
de protección para el cónyuge más débil o para el que tenga el cuidado de los hijos, en casos de
separación de hecho o de disolución del matrimonio" (C. Suprema, 15 de abril de 2009, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). La jurisprudencia, igualmente, ha tendido a
identificar implícitamente al cónyuge no propietario como el destinatario de esta protección: "[E]l fallo
recurrido ha interpretado correctamente las normas de los artículos 141 a 149 del Código Civil, al entender
que la finalidad de esta institución la de los bienes familiares es la de proteger al cónyuge no propietario
de las eventuales enajenaciones o gravámenes que el dueño pueda hacer del bien que sirve de residencia
principal a la familia" familia (C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 11º,
LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). 257.3. Los bienes familiares no tienen por
finalidad garantizar el derecho de alimentos. En este sentido se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema:
"[L]os jueces de alzada interpretaron las reglas invocadas, concluyendo que el inmueble sub lite ya no
sirve de residencia principal de la familia, puesto que en él no habita actualmente el grupo familiar, hecho
que, por lo demás, fue reconocido por la demandada, quien intenta extender el sentido y alcance de la
institución en estudio, argumentando que a través de dicho bien se debe garantizar el derecho alimenticio
de la familia, fundamento que es improcedente, porque se aleja del texto expreso de la ley y atendido a
que el mismo se encuentra resguardado por medio de otras vías legales, anteriores y ejecutivas que
resultan más efectivas, compatibles y armónicas con el sistema normativo de la institución en estudio"
(C. Suprema, 2 de febrero de 2015, cons. 11º, LegalPublishing: CL/JUR/559/2015, Rol Nº 127-
2015). 258. De las características de los bienes familiares. La Excma. Corte Suprema ha caracterizado a
los bienes familiares del modo siguiente: "Que del análisis global de la regulación prevista por los
artículos 141 y siguientes del Código Civil, se concluyen como características de los bienes familiares, las
siguientes: a) dichos bienes deben cumplir la función de permitir la vida familiar, protegiendo la residencia
principal de la familia; b) pueden darse en cualquier régimen de bienes, aunque no se constituyan de
pleno derecho, pues se requiere de una declaración judicial en tal sentido, del acuerdo de los cónyuges
separados de hecho o de un acto unilateral de uno de los cónyuges otorgado mediante escritura pública;
c) es necesaria la existencia de vínculo matrimonial; d) con ellos se restringe o limita las facultades de
administración del cónyuge propietario y también la acción de los acreedores; e) se fundamentan en el
deber de proveer a las cargas de familia y en la protección de la vivienda familiar y f) las normas que los
regulan son de orden público" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). Esta caracterización se ha reiterado por la
Excma. Corte Suprema, casi palabra por palabra, en sentencias posteriores: "Que del análisis global de la
regulación prevista por los artículos 141 y siguientes del Código Civil, se concluyen como características
de los bienes familiares, las siguientes: a) dichos bienes deben cumplir la función de permitir la vida
familiar, protegiendo la residencia principal de la familia, b) pueden darse en cualquier régimen de bienes,
no operan de pleno derecho, pues se requiere de una declaración judicial en tal sentido, el acuerdo de los
cónyuges separados de hecho o un acto unilateral de uno de los cónyuges otorgado mediante escritura
pública, c) se requiere la existencia de vínculo matrimonial, d) con ellos se restringe o limita las facultades
de administración del cónyuge propietario y también la acción de acreedores, e) se fundamentan en el
deber de proveer a las cargas de familia y en la protección de la vivienda familiar y f) las normas que lo
regulan son de orden público" (C. Suprema, 29 de enero de 2013, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012). 258.1. Constituyen una institución, en su
origen, de naturaleza matrimonial, pero extendida al acuerdo de unión civil. Los bienes familiares
nacieron como una institución imprescindiblemente ligada a la familia matrimonial, de modo que para su
declaración se advertía que: "[E]s necesaria la existencia de vínculo matrimonial" (C. Suprema, 3 de
septiembre de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). En el mismo
sentido se afirmaba que: "[L]a declaración de bienes familiares presupone la existencia del matrimonio. Si
no hay matrimonio, no puede haber bienes familiares" (C. Suprema, 14 de enero de 2015, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/188/2015, Rol Nº 11865-2014). Desde la publicación de la Ley Nº 20.830, de 21
de abril de 2015, pero en vigor a partir de seis meses después de su publicación, la institución de los
bienes familiares ha sido extendida a los casos en que exista un acuerdo de unión civil, según se previene
en el inciso final de su artículo 15. 258.2. Proceden con independencia del régimen de bienes del
matrimonio. Es esta una opinión común y consolidada desde muy temprano en la jurisprudencia de la
Excma. Corte Suprema, y seguida uniformemente por los tribunales de alzada. La Iltma. Corte de Apelaciones
de Arica en sentencia de 2003 sostenía que: "Los artículos 141 a 146 del Código Civil tratan de los bienes
familiares cuyo ámbito de aplicación es amplio, pues no está restringido a un régimen matrimonial
determinado, sino que se puede aplicar a cualquiera sea el régimen matrimonial que hayan acordado los
contrayentes, atento que tales bienes están destinados a proteger a la familia matrimonial de modo que
se requiere la existencia de un matrimonio" (C. Apelaciones de Arica, 4 de junio de 2003, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/2518/2003, Rol Nº 8945). Este fallo fue confirmado en casación por la Excma. Corte
Suprema (C. Suprema, 31 de mayo de 2004, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003).
Este mismo tribunal ha reiterado esta opinión cuando ha advertido que: "[L]a institución de los bienes
familiares, incorporada a la legislación nacional por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar
el hogar de la familia, principalmente en caso de conflictos dentro de ella, siendo irrelevante para este
análisis el régimen patrimonial pactado por los cónyuges y si éstos son de propiedad de uno de ellos
cónyuges, sociales o pertenecen al patrimonio reservado de la mujer" (C. Suprema, 31 de mayo de 2007,
cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/3361/2007, Rol Nº 1245-2007). En otros términos también ha
sostenido el mismo principio: [P]ueden darse en cualquier régimen de bienes, aunque no se constituyan
de pleno derecho, pues se requiere de una declaración judicial en tal sentido, del acuerdo de los cónyuges
separados de hecho o de un acto unilateral de uno de los cónyuges otorgado mediante escritura pública"
(C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012. Rol Nº 3322-2012).
La misma orientación, como se ha anticipado, han seguido los tribunales de alzada, por ejemplo, cuando
se ha declarado que: "[E]l ámbito de aplicación de la declaración de bien familiar" es amplio, toda vez que
se puede aplicar cualquiera que sea el régimen patrimonial acordado por los
contrayentes" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). El mismo criterio siguió la Ley Nº 20.830, que crea
el acuerdo de unión civil, porque en el inciso final de su artículo 15 prescribió que: "Cualquiera sea el
régimen de bienes que exista entre los convivientes civiles, tendrá aplicación lo dispuesto en los
artículos 141 a 149 del Código Civil". 258.3. Carecen de naturaleza alimenticia. En este sentido, y
acertadamente, se ha pronunciado la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción: "Conviene agregar, que la
institución de los bienes familiares persigue la protección de la vivienda familiar, pero no tiene naturaleza
alimenticia" (C. Apelaciones de Concepción, 25 de junio de 2009, cons. 12º,
LegalPublishing: CL/JUR/9943/2009, Rol Nº 192-2009). 258.4. Son diversos del usufructo reglado en el
artículo 147. La jurisprudencia ha destacado que los bienes familiares y el usufructo que puede
constituirse en virtud del artículo 147 del Código Civil son instituciones de naturaleza diversa: "Que la
institución de los bienes familiares es distinta y no puede confundirse con el derecho real de usufructo,
porque si bien, una u otra pueden exhibir rasgos en apariencia comunes, las mismas atienden a fines no
siempre coincidentes, como queda claro de la regulación a que están sujetas en el Código Civil. En efecto,
el artículo 141 del referido cuerpo legal le reconoce a cualquiera de los cónyuges, con la sola citación del
otro, el derecho a solicitar en procedimiento breve y sumario que se declare bien familiar el inmueble de
propiedad de ambos cónyuges o de alguno de ellos, cuando se acredite que sirve de residencia principal
de la familia, afectación que si se ordena jurisdiccionalmente puede alcanzar incluso a los muebles que
guarnecen el hogar, todo lo cual producirá los efectos que se regulan en el Párrafo 2º del Título VI del
Libro I. Pero además de ello, en esa misma reglamentación se le reconoce un derecho al cónyuge no
propietario para que durante el matrimonio, o incluso disuelto éste, solicite al juez la constitución de los
derechos de usufructo, uso o habitación sobre los inmuebles, aun cuando ya se hubieren declarado éstos
como bien familiar, petición que se le ordena resolver prudencialmente en consideración al interés de los
hijos, cuando los haya, y a las fuerzas patrimoniales de los cónyuges. Lógicamente, como resulta evidente,
el legislador no habría reconocido un derecho de esa naturaleza que, además reguló dentro del mismo
Párrafo 2º del Título VI del Libro I del Código Civil, si entendiera que se trata de idénticos institutos, o que
producen análogos efectos, de modo que declarado un bien familiar el cónyuge no propietario no queda
inhibido de reclamar también la constitución de un derecho de usufructo, uso o habitación sobre el mismo
bien inmueble, ya que no estamos frente a peticiones incompatibles" (C. Apelaciones de Santiago, 17 de
enero de 2008, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/7423/2008, Rol Nº 4278-2004). 258.5. Son
compatibles con el establecimiento del usufructo reglado en el artículo 147. En este sentido se han
pronunciado algunos tribunales de alzada. La Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso ha advertido: "Que
el legislador, en el mismo título del Código, establece en el artículo 147 otros derechos que el juez puede
prudencialmente constituir a favor del cónyuge no propietario durante el matrimonio, sobre los bienes
familiares, usufructo, uso o habitación, lo que demuestra no existir incompatibilidad entre tales derechos
y los bienes declarados familiares, lo que no puede entenderse en perjuicio u oposición al destino familiar
inherente a los bienes declarados en tal carácter" (C. Apelaciones de Valparaíso, 9 de septiembre de
2004, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/383/2004, Rol Nº 941-2001). Por su parte, la Iltma. Corte de
Apelaciones de Santiago ha afirmado que: "[D]eclarado un bien familiar, el cónyuge no propietario no
queda inhibido de reclamar también la constitución de un derecho de usufructo, uso o habitación sobre el
mismo bien inmueble, ya que no estamos frente a peticiones incompatibles" (C. Apelaciones de Santiago,
17 de enero de 2008, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/7423/2008, Rol Nº 4278-2004). 259. De los
requisitos para que proceda la declaración de bien familiar. La jurisprudencia, en principio, no ha
realizado una labor que, de modo sistemático, conduzca a la consolidación de una determinada manera
de concebir los requisitos de procedencia de la declaración de bien familiar. En muchas ocasiones la
Excma. Corte Suprema se ha limitado, simplemente, a separar los períodos del inciso 1º del artículo 141 para,
de tal manera, señalar cuáles sean los requisitos para la declaración de bien familiar. Así, por ejemplo, se
ha declarado que: "[L]o que exige esta norma para la procedencia de la declaración de bien familiar es la
existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges, y que éste sirva de residencia
principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial de los componentes de la
familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia de hijos" (C. Suprema, 31 de mayo de
2004, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). En igual orientación, el mismo
tribunal ha declarado que: "Para la aplicación de la norma transcrita [141] es necesaria la concurrencia de
varios requisitos, a saber: existencia de vínculo matrimonial; que se trate de un inmueble de propiedad de
uno de los cónyuges; que sirva de residencia principal de la familia y si son bienes muebles, que ellos
guarnezcan dicha residencia principal de la familia" (C. Suprema, 19 de febrero de 2009, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6006/2009, Rol Nº 454-2009). Con todo, algunos tribunales de alzada han
asumido una visión algo más elaborada, desde la perspectiva de los requisitos de procedencia de la acción
para obtener la declaración de bien familiar. Tal visión, que recibe algunas de las opinión que la
jurisprudencia ha consolidado en cierta materias, entiende que tales requisitos se reducen a tres: "Que
los requisitos de procedencia de la acción deducida son los siguientes: a) que la declaración de bien
familiar sea solicitada por uno de los cónyuges, sea o no propietario, b) que el bien familiar, el inmueble y
los muebles que lo guarnecen, sea de dominio de uno de los cónyuges o de ambos, cualquiera sea el
régimen matrimonial; y c) que dicho inmueble sea la residencia principal de la familia" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). En
el mismo sentido se ha afirmado: "Que tratándose de una demanda en la que se pretende la declaración
de un bien familiar, ha debido establecerse en el proceso las siguientes circunstancias: a) que la
declaración de bien familiar sea solicitada por uno de los cónyuges, sea o no propietario, b) que el bien
familiar, el inmueble y los muebles que lo guarnecen, sea de dominio de uno de los cónyuges o de ambos,
cualquiera sea el régimen matrimonial; y c) que dicho inmueble sea la residencia principal de la familia"
(C. Apelaciones de Concepción, 24 de mayo de 2011, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/4427, Rol
Nº 189-2011). Esta opinión la ha reiterado el mismo tribunal de alzada: "Que los requisitos de procedencia
de la acción de declaración de bien familiar son: a) Que la declaración de bien familiar sea solicitada por
uno de los cónyuges, sea o no propietario; b) que el bien familiar, el inmueble y los muebles que lo
guarnecen, sea de dominio de uno de los cónyuges, o de ambos, cualquiera sea el régimen matrimonial;
y c) que dicho inmueble sea la residencia principal de la familia" (C. Apelaciones de Concepción, 25 de
abril de 2014, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1695/2014, Rol Nº 24-2014). Sobre la base de las
finalidades perseguidas con la declaración de bien familiar, y de los fundamentos en que ella descansa,
los requisitos exigidos para que proceda tal declaración pueden reducirse a los siguientes: 1º) La
existencia de una familia matrimonial, o de un acuerdo de unión civil; 2º) La existencia de un inmueble de
propiedad de cualquiera de los cónyuges; y 3º) Que tal inmueble sea la residencia principal de la
familia. 260. Primer requisito: De la existencia de una familia matrimonial, o de un acuerdo de unión
civil. Desde la entrada en vigor de la Ley Nº 20.830, que crea el acuerdo de unión civil, la declaración de
bien familiar exige, como presupuesto, que exista una familia matrimonial o un acuerdo de unión civil.
Hasta el presente la jurisprudencia sólo se ha pronunciado en relación con la exigencia de una familia
matrimonial. No sin cierta razón, se ha tendido a plantear de modo implícito esta exigencia sobre la base
de la siguiente cuestión: ¿Es posible que, no obstante existir matrimonio, pueda no existir familia? La
diversidad de casos concretos, en cuyo fondo ha estado la referida cuestión, ha generado una serie de
opiniones que han contribuido a delimitar los perfiles de este primer requisito. Su sistematización permite
desglosarlos en dos puntos: 1º) De la existencia de matrimonio, o de un acuerdo de unión civil; y 2º) De
la existencia de familia. 260.1. De la existencia de matrimonio o de un acuerdo de unión civil. Si bien
en el sistema jurídico chileno se reconoce la existencia de familias fundadas no sólo en el matrimonio, la
declaración de bien familiar constituye una institución incardinada en la familia matrimonial y extendida al
acuerdo de unión civil, como se prescribe en el inciso final del artículo 15 de la ley mencionada Ley
Nº 20.830: "Cualquiera sea el régimen de bienes que exista entre los convivientes civiles, tendrá aplicación
lo dispuesto en los artículos 141 a 149 del Código Civil". En todo caso, no es posible aplicarla a ningún
otro género de uniones. De ahí resulta el que toda su disciplina legal gire en torno a la noción de
"cónyuges". Así, en su campo operativo originario, los bienes familiares se presentan como
imprescindiblemente ligados a la familia matrimonial, de modo que para su declaración, ha insistido la
jurisprudencia en que: "[E]s necesaria la existencia de vínculo matrimonial" (C. Suprema, 3 de septiembre
de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). La exigencia de este primer
requisito, en el caso de la familia matrimonial, es decir, la existencia de matrimonio ha tenido una evolución
de interés. En efecto, en un primer momento la jurisprudencia tendió a estimar que la exigencia de haber
matrimonio operaba con un cierto carácter objetivo, y que debía mantenerse en el tiempo, pero en
sentencias recientes se comienza a abandonar esta opinión, para defender otra conforme a la cual la
exigencia del matrimonio sólo ha de considerarse en el momento de presentación de la solicitud. La
Excma. Corte Suprema planteaba así esta cuestión: "Que la institución de los bienes familiares se encuentra
regulada en el Libro Primero, §2 del título VI del Código Civil, intitulado 'Obligaciones y Derechos entre los
Cónyuges'. El inciso primero del artículo 141 del mismo código, cuya infracción se denuncia, dispone que
'El inmueble de propiedad de los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles
que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo,
cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio'. Es claro en consecuencia, tanto por su ubicación
sistemática como por el tenor literal de la disposición citada, que la declaración de bien familiar supone la
existencia de un matrimonio no disuelto. El problema se circunscribe a determinar si este requisito se
satisface cuando a la fecha de presentación de la demanda existía un matrimonio no disuelto, o si es
necesario que dicho matrimonio mantenga su existencia durante el juicio" (C. Suprema, 30 de enero de
2017, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/2702/2017, Rol Nº 42435-2016). De este modo, es posible
sistematizar la jurisprudencia en este punto en las siguientes dos tendencias: 260.1.1. El requisito de la
existencia del matrimonio sólo es exigible en el momento de presentación de la solicitud. Así lo ha
declarado la Excma. Corte Suprema en sentencia de 30 de enero de 2017: "Que, por una parte, el inciso
tercero del artículo 141 del Código Civil dispone que 'la sola interposición de la demanda transformará
provisoriamente en familiar el bien de que se trate'. Este efecto debe ser, sin embargo, constatado por el
juez, quien 'En su primera resolución... dispondrá que se anote al margen de la inscripción respectiva la
precedente circunstancia'. Naturalmente, en esta primera resolución el juez deberá verificar si la relación
de hechos de la demanda incluye los tres requisitos para la declaración de bien familiar: que la parte
demandante tenga un vínculo matrimonial no disuelto; que el inmueble sea de propiedad de su cónyuge,
siquiera como copropietario, y que sea la residencia principal de la familia. En esta etapa preliminar, en
que aún no se habrá oído a la parte demandada, el juez no podrá establecer si estos hechos alegados en
la demanda efectivamente corresponden a la realidad. En todo caso, la parte demandante deberá
respaldar su demanda con antecedentes de tener vínculo matrimonial no disuelto con el propietario del
inmueble. Para ello, acompañará certificados recientes de la inscripción matrimonial y de la inscripción del
inmueble en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces. La ley, por tanto, concede a los
cónyuges el derecho de afectar los bienes familiares con la sola presentación de la demanda. El carácter
provisorio de esta afectación se debe únicamente a la necesidad de permitir al cónyuge perjudicado por
dicha afectación controvertir en juicio la concurrencia de los requisitos exigidos por la ley para su
procedencia. Pero si su concurrencia resulta acreditada, se deberá acceder a la demanda confirmando
así la afectación provisoria. La afectación del bien se produce al presentar la demanda. La sentencia se
limita a confirmar y consolidarla al constatar que se da el supuesto de hecho pertinente. En consecuencia,
los hechos que la justifican deben darse al momento de presentación de la demanda. Sexto: Que, por otra
parte, esta Corte ha fallado que el divorcio, si bien habilita a solicitar la desafectación del bien familiar, no
la produce ipso facto ni obliga al juez a concederla. Por el contrario, debe verificar que el bien ha dejado
de estar destinado a la residencia principal de la familia. Así se ha fallado el 13 de enero de 2014, en
causa rol Nº 4663-2013, el 18 de junio de ese mismo año, en causa rol Nº 16052-2013 y, recientemente,
el 21 de junio del año en curso, en causa rol Nº 17718-2015. La razón de ello es que la finalidad de la
institución del bien familiar es la protección de la familia, la que no deja de existir por efecto de la sentencia
de divorcio. Es un hecho no controvertido que el inmueble objeto de la litis continúa destinado a la
habitación de la demandante y de sus dos hijos. Sigue en consecuencia destinado a la protección de la
familia, de manera que su calificación como bien familiar se ajusta plenamente a la finalidad de la
institución" (C. Suprema, 30 de enero de 2017, cons. 5º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/2702/2017, Rol
Nº 42435-2016). Unos meses más tarde confirmaba esta opinión: "Parece que la protección de la familia
debe mantenerse vigente, aunque se disuelva el matrimonio, de otra manera, la institución en referencia
pierde todo sentido. Justamente, si bien su hipótesis inicial es la existencia de un vínculo matrimonial, este
requisito sólo puede entenderse como exigible a la época de su solicitud, pues de otro modo perdería
sentido el objetivo protector al que se viene haciendo referencia. En efecto, conforme la perspectiva del
derecho de familia, esto es, de su tutela efectiva, la referida afectación no puede limitarse a la vigencia
del matrimonio, sino que debe relacionarse a la mantención de la familia con prescindencia del matrimonio,
pues de otro modo, se incurriría en el absurdo de que una institución pensada para la protección familiar
frente a la crisis del matrimonio, no se extiende en el caso de quiebre y disolución del mismo" (C. Suprema,
13 de marzo de 2017, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/805/2017, Rol Nº 82473-2016). Este
considerando se ha reiterado literalmente en sentencias posteriores (C. Suprema, 14 de enero de 2019,
cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018). 260.1.2. El requisito de la existencia
del matrimonio debe mantenerse en el tiempo. Es ésta una opinión que pareciera que comienza
abandonarse. Aunque no ha sido defendida de este modo en forma expresa, ella se deduce del contenido
de las sentencias y de sus declaraciones: 260.1.2.1. Si el matrimonio ha terminado por divorcio con
anterioridad a la demanda de declaración de bien familiar, no se cumple con el requisito de la
existencia de matrimonio. En este sentido se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema, al confirmar una
sentencia de alzada, ha señalado: "Que sobre la base de los presupuestos antes reseñados, los jueces
de alzada resolvieron: "Que,... la declaración de bienes familiares presupone la existencia del matrimonio.
Si no hay matrimonio, no puede haber bienes familiares y, por la misma razón, disuelto el matrimonio ya
no se podrá pedir que se declare como tal. Lo anterior, resulta plenamente aplicable en la especie, pues
el matrimonio de las partes fue disuelto por sentencia firme que declaró el divorcio, resolución que produjo
efectos plenos con anterioridad a la interposición de la demanda, tal como se constata de la prueba
aportada al proceso". Y se agregó que "..., es útil destacar que el artículo 145 del Código Civil, al regular
la desafectación de un bien familiar, señala expresamente en su inciso tercero, que se podrá solicitar
dicha desafectación si "el matrimonio ha sido declarado nulo, o ha terminado por muerte de uno de los
cónyuges o por divorcio, hipótesis que fueron agregadas expresamente por la Ley Nº 19.947. Luego, si la
intención del legislador era que los tantas veces nombrados bienes familiares ampararan tanto a la familia
matrimonial como a la no matrimonial lo habría señalado expresamente, tal como hizo en la norma recién
citada, pero al contrario, no lo hizo, lo que lleva a concluir que siempre los bienes familiares están ligados
al matrimonio..." [...] Que, en este contexto normativo, es que los jueces de alzada interpretaron la regla
invocada, concluyendo que para la declaración de un bien como familiar, se requiere, entre otros, el que
a la fecha de la referida solicitud, exista entre las partes un vínculo matrimonial. Sin embargo, en el caso
de autos, dicho presupuesto no se configuró, puesto que se divorciaron el 29 de octubre del año 2009 y
la demanda se dedujo con fecha 23 de agosto de 2013, esto es, una vez terminado el matrimonio de
manera que efectivamente y como lo razonó el fallo en estudio, no concurre en el presente caso, uno de
los presupuestos para que el inmueble ya individualizado sea declarado bien familiar en los términos que
la norma ya analizada lo dispone, por lo que correctamente se desestimó dicha acción [...] Que, por lo
razonado precedentemente, al decidir como lo hicieron los sentenciadores de alzada, no incurrieron en
los errores de derecho denunciados, y por el contrario han interpretado correctamente el Derecho
aplicable en la especie, por lo que sólo cabe el rechazo del recurso en examen" (C. Suprema, 14 de enero
de 2015, cons. 3º, 5º, 6º, LegalPublishing: CL/JUR/188/2015, Rol Nº 11865-2014). 260.1.2.2. Si el
matrimonio termina por sentencia de divorcio durante el curso del procedimiento de declaración
de bien familiar, no se cumple con el requisito de existencia de matrimonio. En este sentido se ha
pronunciado la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago: "Que, uno de los presupuestos de la declaración de
bien familiar de un inmueble, es que sean cónyuges tanto el solicitante como el dueño del bien raíz o que
el cónyuge sea dueño de derechos en una sociedad dueña del inmueble. Por lo anterior, la institución del
Bien Familiar, supone la existencia de un matrimonio no disuelto por sentencia de divorcio. Que estando
pendiente la resolución de la demanda de declaración de bien familiar interpuesta con fecha 1º de julio
del año 2011, a la fecha en que la sentencia de divorcio estuvo firme y ejecutoriada, no existían derechos
adquiridos por parte de la cónyuge derivados de la sentencia de primera instancia, toda vez que dicha
sentencia no se encontraba firme y ejecutoriada, por lo que la recurrida actualmente carece de acción
para solicitar la declaración de bien familiar del inmueble que habita, teniendo en la actualidad el estado
civil de divorciada, por lo que se revocará la sentencia apelada y se rechazará la demanda de declaración
de bien familiar, de autos" (C. Apelaciones de Santiago, 4 de enero de 2013, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/29/2013, Rol Nº 971-2012). 260.2. De la existencia de una familia. La
jurisprudencia se ha ocupado en precisar una serie de cuestiones que permiten delimitar la que, a su
juicio, constituye la noción de familia exigida como requisito para la declaración de bien
familiar. 260.2.1. La familia implica pluralidad: un cónyuge no constituye familia. Planteada la
cuestión de si, en el caso de un matrimonio sin hijos cuando los cónyuges viven separados, podría
sostenerse que aquel que mantiene su residencia en la que fue hogar conyugal, constituye familia para
los efectos de la declaración de bien familiar del inmueble en que reside, la jurisprudencia ha sostenido
dos opiniones, si bien una de ellas progresivamente se ha descartado y a día de hoy es claramente
minoritaria. 260.2.1.1. Opinión minoritaria: el cónyuge separado, de un matrimonio sin hijos, que
vive en el antiguo hogar conyugal constituye familia. Esta opinión fue mantenida por la Excma. Corte
Suprema en los casos más antiguos en los que se planteó esta cuestión. Entendía el tribunal que, a pesar
de la separación de hecho de los cónyuges, la familia, para los efectos de la declaración de bien familiar,
se mantenía. Justificaba esta opinión, sobre todo, porque hacía primar una consideración de los bienes
familiares como establecidos en protección del cónyuge no propietario. Así sostenía que: "[L]a Corte, por
tanto, al razonar que un bien raíz en que habita uno solo de los cónyuges de un matrimonio del que no
nacieron hijos puede ser considerado familiar, no sólo no se ha extendido a puntos no sometidos a su
decisión sino que ha cumplido con el imperativo legal de razonar acerca de todas las acciones y
excepciones opuestas por las partes, resolviendo, precisamente, el conflicto planteado [...] Que la
sentencia que se revisa ha señalado que en la especie el bien raíz referido sirve de residencia principal a
la familia, desde que en él habita la demandante, casada con el demandado, con quien no tuvo hijos,
entendiendo que 'hay familia desde que se contrae el matrimonio manteniéndose tal condición mientras
el vínculo matrimonial no esté disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal requiera el
nacimiento de hijos' (considerando 3º), agregando que en el caso que los cónyuge se separen de hecho,
aun cuando ya no sea un grupo, la familia, para estos efectos, 'sigue vigente toda vez que el legislador se
ha apartado de lo material y le ha dado vida legal' [...] Que el artículo 141 inciso 1º del Código Civil dispone
que 'El inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal a la familia,
y los muebles que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las normas de
este párrafo, cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio'. Luego, como se ha dicho por esta Corte
en fallo de 19 de diciembre de 2002 en causa Rol Nº 4317-01, lo que exige esta norma para la procedencia
de la declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los
cónyuges, y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación
patrimonial de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia
de hijos [...] Que, consecuentemente, el fallo recurrido ha interpretado correctamente las normas de los
artículos 141 a 149 del Código Civil, al entender que la finalidad de esta institución la de los bienes
familiares es la de proteger al cónyuge no propietario de las eventuales enajenaciones o gravámenes que
el dueño pueda hacer del bien que sirve de residencia principal a la familia" (C. Suprema, 31 de mayo de
2004, cons. 4º, 9º, 10º y 11º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). Esta opinión todavía
es defendida en algún voto de minoría de ciertas sentencias de la Excma. Corte Suprema: "Que el inmueble
objeto del litigio sirve de residencia principal a la familia, desde que en él habita la demandante, casada
con el demandado, con quien no tuvo hijos, por cuanto se concibe sustancialmente que hay familia desde
que se contrae matrimonio, manteniéndose irreductible tal condición, mientras el vínculo conyugal no esté
disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal se requiera como aditamento el nacimiento
de hijos. Más aún, en el evento que los cónyuges se separen de hecho, el instituto familiar sigue vigente
para estos efectos, puesto que el legislador se ha apartado de la fisonomía puramente material de la
entidad en comento y le ha dado al concepto de familia, una vez verificado los nexos del sustrato básico
que la conforma, una vida legal que trasciende los aspectos meramente adjetivos" (C. Suprema, 31 de
marzo de 2014, voto en contra, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/686/2014, Rol Nº 9439-
2013). 260.2.1.2. Opinión mayoritaria: el cónyuge separado, de un matrimonio sin hijos, que vive
en el antiguo hogar conyugal no constituye familia. Desde la perspectiva de la exigencia de la
"residencia principal de la familia", y no directamente desde la específica exigencia de una "familia", la
Excma. Corte Suprema sostuvo en 2009, que el cónyuge separado de un matrimonio sin hijos, no podía
considerarse que habitaba el inmueble que pudiera ser considerado residencia principal de la familia: "Que
sobre la base de los presupuestos establecidos referidos en el motivo anterior, los jueces del fondo
resolvieron acoger la acción intentada, declarando como bien familiar el inmueble en el que reside la
actora, por estimar que se cumplen los requisitos establecidos en el artículo 141 del Código Civil. En
efecto, estiman que, no obstante, estar separada la actora de su cónyuge y no existir hijos del matrimonio,
ésta constituye familia. Asimismo consideran que la finalidad de la institución en estudio es brindar
protección a ésta y garantizarle en último término una vivienda estable, a fin de asegurar el cumplimiento
de las cargas matrimoniales que el ordenamiento jurídico impone a los cónyuges y que de los
antecedentes fluye que la demandante es la cónyuge más débil de los componentes de dicha familia, no
sólo por su edad sino que también por su estado de salud y situación económica, lo que reafirma la
determinación de procedencia de la acción [...] Que la institución de los bienes familiares, incorporada a
nuestra legislación por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia,
principalmente en caso de conflictos dentro de ella. Tal presupuesto, que ha sido el objeto de principal
protección por parte del legislador, no puede entenderse que se cumple en la especie desde que es un
hecho no discutido que el inmueble materia de la litis no es habitado por el cónyuge demandado, sino que
solamente por la actora, lo que demuestra que el mismo no constituye en la actualidad la residencia de la
familia, pues ha dejado de ser el hogar común [...] Que, por lo antes reflexionado, no puede sino estimarse
que los sentenciadores cometieron error de derecho, infringiendo el artículo 141 del Código Civil, puesto
que con la interpretación que realizan de la norma en estudio, extendieron su sentido y alcance a un caso
que ella no resultaba aplicable, al no verificarse los presupuestos de la referida institución, puesto que el
inmueble ha dejado de constituir el hogar o residencia del grupo familiar" (C. Suprema 4 de mayo de 2009,
cons. 3º, 5º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/6318/2009, Rol Nº 1968-2009). En el último tiempo la Excma. Corte
Suprema se ha afirmado en esta opinión, desde la expresa consideración de que uno de los cónyuges no
puede ser considerado como familia, pues esta noción implica pluralidad. Así lo ha sostenido para excluir
la declaración de bien familiar, cuando los cónyuges se encuentran separados de hecho y, sin que existan
hijos, es uno de ellos el que reside en el inmueble cuya declaración de bien familiar se solicita. En ese
sentido se ha precisado que: "[C]omo ha reconocido la doctrina y jurisprudencia nacional, la institución de
los bienes familiares, incorporada en nuestro ordenamiento por la Ley Nº 19.335, tiene por objeto proteger
el núcleo familiar, por la vía de asegurarle la mantención del hogar físico, ante conflictos o desavenencias
que pudieran poner fin a la vida en común entre los cónyuges. Se ha dicho, por lo mismo, que es una
"garantía para el cónyuge que tenga el cuidado de los hijos, en casos de separación de hecho o de
disolución del matrimonio" (Ramos, René, Derecho de Familia, Editorial Jurídica, año 2007, página 350,
citando al profesor Enrique Barros). Lo anterior permite concluir que si el matrimonio ha cesado en su
convivencia, residiendo sólo uno de los cónyuges en el inmueble cuya declaración de bien familiar se
pretende, no se cumple la finalidad de la institución analizada, desde que al haber dejado éste de ser el
hogar común, no puede considerarse que en la actualidad sea la residencia de la familia. Si bien resulta
indiscutible que la existencia de una familia no está supeditada al hecho de que existan hijos, es lo cierto
que desde que la pareja se separa, la familia, como tal, no puede entenderse constituida por cada uno de
los cónyuges individualmente considerados, ya que desde esa perspectiva, estaría en condiciones de ser
'la familia' tanto uno como el otro cónyuge. Esa es, pues, la situación que se debe analizar a la hora de
determinar si se cumple el requisito previsto en el citado artículo 141 del Código Civil, en la medida que
la institución de los bienes familiares está orientada a la protección de la familia, concepto que, en la
situación fáctica mencionada, no aparece revestido de las características o composición que la institución
regulada en el párrafo 2º del Título VI del Libro I del Código Civil requiere, dada su finalidad de resguardar
el interés de los hijos comunes y del cónyuge al que le corresponde el cuidado de éstos, en los casos de
rupturas conyugales" (C. Suprema, 31 de marzo de 2014, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/686/2014,
Rol Nº 9439-2013). Sobre la base de tales argumentos, y con expresa remisión a las dos sentencias que
quedan citadas, en tiempos recientes se ha afirmado en esta opinión: "[A]l tener la institución de los bienes
familiares por objeto la protección del núcleo familiar en los términos referidos, esta noción implica
necesariamente la existencia de una pluralidad de sujetos, por lo que si el matrimonio ha cesado en su
convivencia, residiendo solo uno de los cónyuges en el inmueble cuya declaración de bien familiar se
pretende, no se cumple con la finalidad de la institución analizada, desde que al haber dejado de ser el
hogar común, no puede considerarse que, en la actualidad, sea la residencia principal de la familia. Lo
anterior, pues si bien resulta indiscutible que la existencia de una familia no está supeditada al hecho de
que existan hijos, es lo cierto que desde que la pareja se separa, la familia, como tal, no puede entenderse
constituida por cada uno de los cónyuges individualmente considerados, ya que desde esa perspectiva
estaría en condiciones de ser "la familia" tanto uno como el otro cónyuge, siendo esta la situación que se
debe analizar a la hora de determinar si se cumple el requisito previsto en el citado artículo 141 del Código
Civil. Así, por lo demás, lo ha sostenido esta Corte en los autos Roles Nº 1968-2009 y 9439-2013. Octavo:
Que, en la misma línea de razonamiento, cabe considerar que del tenor de lo dispuesto en los
artículos 141 y 146 del Código Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución en
comento es la familia y no el matrimonio, por lo que siendo un hecho no discutido que el inmueble materia
de la litis actualmente es habitado sólo por la actora, lo que demuestra que no constituye en la actualidad
la residencia de la familia, pues ha dejado de ser el hogar común, no puede estimarse que los jueces del
fondo vulneraron los artículos 141 y 815, en relación con los artículos 19 y 24, todos del Código Civil,
puesto que le otorgaron el sentido y alcance que el legislador pretendió respecto de la institución en
análisis, razón por la cual el recurso de casación interpuesto debe ser rechazado. Noveno: Que por otra
parte el elemento lógico de interpretación de la ley busca determinar la armonía y cohesión interior de una
ley, las relaciones lógicas que unen las diversas partes de una ley, este elemento se encuentra recogido
en el artículo 22, inciso 1 del Código Civil, y señala que "El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido
de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía".
Se refiere por ende esta norma, a la lógica correlación formal y de fondo que debe existir en toda ley, es
por esto que cada vez que el Código se refiera la vivienda familiar, lo correcto sería darle la misma
interpretación. El artículo 1337 Nº 10 en las reglas de la partición señala "Con todo, el cónyuge
sobreviviente tendrá derecho a que su cuota hereditaria se entere con preferencia mediante la
adjudicación en favor suyo de la propiedad del inmueble en que resida y que sea o haya sido la vivienda
principal de la familia, así como del mobiliario que lo guarnece, siempre que ellos formen parte del
patrimonio del difunto". En este caso el legislador le permite expresamente al cónyuge sobreviviente que
se adjudique preferentemente el inmueble en que resida y que "sea o haya sido" la vivienda principal de
la familia, esta norma venía a reemplazar en caso de muerte la protección que otorgaba a la familia el
bien familiar, pero en este caso lo que no hace el legislador en la institución de los bienes familiares, le
permite adjudicarse la vivienda cuando ya no sea la vivienda familiar, pero el cónyuge siga habitando ahí,
¿por qué si sigue viviendo ya no sería la vivienda familiar, de acuerdo a quienes sostienen que viviendo
solo sería aún un inmueble familiar? La interpretación en este punto es clara, si el cónyuge sigue viviendo
con los hijos será la vivienda familiar, pero si vive solo igual se la podrá adjudicar porque era la vivienda
familiar, por lo cual esta norma sostiene que viviendo solo el cónyuge sobreviviente no sería ya la vivienda
familiar. Es posible entonces interpretar de forma diferente en un mismo cuerpo legal un vocablo como
vivienda familiar" (C. Suprema 24 de septiembre de 2018, cons. 7º, 8º y 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/5160/2018, Rol Nº 129-2018). 260.2.2. La familia implica pluralidad: un padre
y sus hijos constituyen familia, aunque el matrimonio haya terminado. En ese sentido la Excma. Corte
Suprema ha declarado que: "[C]abe considerar que del tenor de lo dispuesto por los artículos 141 y 146
del Código Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución en comento es la familia;
desde esta perspectiva, no puede desconocerse el hecho que si bien ella ha podido tener su origen en el
matrimonio de las partes, como ha ocurrido en la especie, lo cierto es que la misma subsiste más allá de
la disolución de la relación conyugal, permaneciendo vigente en relación a los hijos, a quienes en este
caso la ley busca asegurar su protección mediante la consagración de la institución en comento, con la
extensión de sus efectos más allá del término del matrimonio, si se dan los presupuestos legales que
justifican tal proceder" (C. Suprema, 12 de septiembre de 2011, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/7572/2011, Rol Nº 4316-2011). 260.2.3. La familia existe con prescindencia
de si existen hijos o no. La Iltma. Corte de Apelaciones de Arica, en sentencia del año 2003, revocaba un
fallo de primera instancia que había denegado la declaración de bien familiar debido a que el matrimonio
en relación con el cual se solicitaba carecía de hijos. Razonaba, acertadamente, que el concepto de familia
no exige la existencia de hijos, de modo que esta ausencia de prole no impedía la declaración de bien
familiar: "Familia de acuerdo al Diccionario de la Lengua Española "es grupo de personas emparentadas
entre sí que viven juntas". Concepto que difiere del que ha tenido en cuenta el legislador al regular tal
institución, puesto que ella nace desde que hay un vínculo matrimonial y éste se mantiene inalterable sin
ser disuelto, independientemente de la existencia de hijos o no, pues interpretar lo contrario sería dejar
fuera de la norma a todos aquellos matrimonios que no tienen hijos, lo que atentaría contra el derecho
constitucional de igualdad ante la ley. Por ello esta Corte estima que se entiende que hay familia desde
que se contrae el matrimonio, manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté
disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal requiera el nacimiento de hijos"
(C. Apelaciones de Arica, 4 de junio de 2003, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/2518/2003, Rol Nº 8945).
Esta sentencia fue confirmada en casación por la Excma. Corte Suprema, y al hacerlo destacó que, para
efectos de la declaración de bien familiar, hay diversos aspectos que carecen de relevancia, entre ellos la
ausencia de hijos: "Que el artículo 141 inciso 1º del Código Civil dispone que "El inmueble de propiedad
de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal a la familia, y los muebles que la
guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo,
cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio". Luego, como se ha dicho por esta Corte en fallo de
19 de diciembre de 2002 en causa Rol Nº 4317-01, lo que exige esta norma para la procedencia de la
declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges,
y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial
de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia de hijos"
(C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003).
Esta opinión la ha mantenido en el tiempo la Excma. Corte Suprema: "Resulta indiscutible que la existencia
de una familia no está supeditada al hecho de que existan hijos" (C. Suprema, 31 de marzo de 2014,
cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/686/2014, Rol Nº 9439-2013). Igual línea han seguido los tribunales de
alzada: "[L]a jurisprudencia ha dicho que se entiende que hay familia desde que se contrae el matrimonio,
manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté disuelto, sin que para mantener su
existencia como figura legal requiera del nacimiento de hijos (C. de Apelaciones de Arica, 4 de junio de
2003, Rol Nº 8945)" (C. Apelaciones de Concepción, 31 de marzo de 2008, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/7526/2008, Rol Nº 1359-2000); "[D]ebe entenderse que "hay familia desde que
se contrae el matrimonio, manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté disuelto,
sin que para mantener su existencia como figura legal se requiera el nacimiento de hijos" y para el caso
que los cónyuges se separen de hecho, aun cuando ya no sea un grupo, la familia, para estos efectos,
"sigue vigente toda vez que el legislador se ha apartado de lo material y le ha dado vida legal", por lo que
en el caso de autos, estamos en presencia de una familia" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre
de 2010, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). En la misma línea se ha
declarado la procedencia de la declaración de bien familiar cuando el matrimonio no ha tenido hijos,
aunque en el inmueble de cuya declaración se trata, convivieron marido y mujer y, con aquiescencia del
marido, los hijos de esta última: "Que si bien, por concepto de familia se tiene a un grupo humano unido
por vínculo de parentesco, en este caso no podría restringirse a la circunstancia que entre la actora y el
demandado la acepción no les concede cobertura por el mero hecho que en dicho matrimonio no hubo
hijos, puesto que una familia perfectamente puede sólo estar compuesta por el marido y la mujer no
restándose a que ésa se conciba en un sentido amplio; más en este caso, que fue el inmueble de calle
[...], el lugar físico donde convivió el demandado con la actora y los hijos de ésta y con la aquiescencia de
aquel, circunstancia que no lo aleja, sino que, por el contrario, lo radica dentro del concepto más tradicional
de familia" (C. Apelaciones de San Miguel, 18 de febrero de 2015, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/904/2015, Rol Nº 885-2014). La Excma. Corte Suprema confirmó, por la vía de
casación, la sentencia que queda citada, y en su fallo enfrentó directamente la cuestión siguiente: "Para
el discernimiento acerca de si la separación de los cónyuges casados y sin hijos inhibe la institución del
'bien familiar' de que goza el inmueble que sirve de residencia principal de la familia, se hace indispensable
invocar argumentos de texto" (C. Suprema, 28 de diciembre de 2015, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/8010/2015, Rol Nº 3700-2015). Su conclusión fue ésta: "[E]n el ordenamiento
jurídico interno la familia está concebida a partir de la relación que se da entre dos personas, normalmente
un hombre y una mujer, a través del contrato de matrimonio, sin que para ello sea menester la existencia
de un número mayor de personas, entre las cuales el o los hijos, que caso alguno se presentan como una
condicionante de su nacimiento. Por consiguiente, no se divisa justificación razonable para concluir que
la terminología de la convocatoria, es decir, la que emplea el artículo 141 del Código en el sentido que
puede declararse bien familiar el inmueble que 'sirva de residencia principal de la familia', no permita
abarcar la situación sub iudice, lo que descarta la objeción que a lo resuelto efectúa el perdedor"
(C. Suprema, 28 de diciembre de 2015, cons. 11º, LegalPublishing: CL/JUR/8010/2015, Rol Nº 3700-
2015). Esta opinión la ha reiterado, y fundado en mayores razones, en sentencias posteriores: "Que para
el discernimiento acerca de si la separación de los cónyuges casados y sin hijos inhibe la institución del
'bien familiar' de que goza el inmueble que sirve de residencia principal de la familia, se hace indispensable
invocar argumentos de texto. Séptimo: Que el Párrafo 2 del Título VI del Libro Primero del citado cuerpo
legislativo, del que forma parte el artículo 141, también comprende un artículo 147 de acuerdo con el que
durante el matrimonio el juez puede constituir prudencialmente en favor del cónyuge no propietario,
derechos de usufructo, uso o habitación sobre los bienes familiares, en cuya constitución el juez tomará
especialmente en cuenta las fuerzas patrimoniales de los cónyuges y 'el interés de los hijos, cuando los
haya'. La institución tiene lugar en razón del matrimonio, con prescindencia de si hay o no filiación. Octavo:
Que para la Constitución Política de la República, la familia es el núcleo fundamental de la sociedad
artículo 1º inciso segundo lo que deriva en que constituya un deber del Estado protegerla y propender a
su fortalecimiento inciso quinto de idem, baluarte del que la voluntad soberana de la nación,
presuntamente allí sintetizada, obviamente no puede desentenderse a la hora de describir el contenido
de garantías fundamentales de toda persona, tales como las de la integridad psíquica, de la igualdad, de
la no discriminación, del equitativo amparo en el ejercicio de los derechos, de la protección de la vida
privada y de la inviolabilidad del hogar, entre otras, que consagran los cinco primeros numerales de su
artículo 19. Noveno: Que la Ley Nº 19.947 o Ley de Matrimonio Civil se inicia con un discurso categórico
a los efectos hermenéuticos aquí perseguidos: 'Artículo 1º. La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad. El matrimonio es la base principal de la familia'. El artículo segundo de esa legislación agrega
que 'La facultad de contraer matrimonio es un derecho esencial inherente a la persona humana...'. Su
artículo 21 trata de la separación de hecho entre los cónyuges, evento en el que los faculta para regular
sus relaciones mutuas de común acuerdo, especialmente las materias vinculadas al régimen de bienes,
entre las que parece obvio considerar una hipotética preocupación en punto a que se declare el hogar
como un bien familiar. Pues bien, recién el inciso segundo de la norma advierte la posibilidad de existir
hijos: 'si hubiere hijos, dicho acuerdo deberá regular también...'. Décimo: Que quedó asentado por los
jueces del fondo que, en la especie, en el inmueble de que se trata convivió el demandado con la actora
y el hijo común, ya fallecido, hasta que aquél abandonara la propiedad. En ese contexto, concurre el
presupuesto establecido en el artículo 141 inciso 1º para declararlo bien familiar, ya que sirve de
residencia principal de la familia, entendiéndola en un sentido amplio, esto es, como una institución natural
y social que, basada en vínculos de sangre y afecto, vincula a los individuos que la integran para cumplir
en comunidad los fines de la vida en el orden espiritual y material, habitualmente bajo la autoridad de un
ascendiente originario, o sea, para auxiliarse recíprocamente en todas las circunstancias de la vida.
Undécimo: Que, por consiguiente, no se divisa justificación razonable para concluir que la terminología de
la convocatoria, es decir, la que emplea el artículo 141 del Código en el sentido que puede declararse
bien familiar el inmueble que 'sirva de residencia principal de la familia', no permita abarcar la situación sub
iudice, lo que descarta la objeción que a la pretensión efectúa el fallo que se revisa" (C. Suprema, 7 de
marzo de 2017, cons. 6º a 11º, LegalPublishing: CL/JUR/859/2017, Rol Nº 62136-2016). Con la opinión
que queda explicada, se desechaba una contraria que había defendido la I ltma. Corte de Apelaciones de
Concepción: "Que como no existe en nuestra legislación una definición de familia, salvo la contemplada
en el artículo 815 del Código Civil, pero para fines muy limitados (derecho de uso y de habitación), resulta
necesario recurrir al Diccionario de la Real Academia Española, que la define, en una primera acepción,
como "Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas", y en
una segunda, como "Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje". Vale
decir, para que pueda entenderse que exista una familia, es necesaria la existencia de hijos, pues son
éstos quienes tienen vínculo de parentesco, en lo que interesa, con sus padres, no así los cónyuges que,
jurídicamente, no son parientes entre sí; afirmación esta última que se aprecia claramente, por ejemplo,
en materia de derecho sucesorio, en el cual se ha incorporado de una u otra forma al cónyuge, debido a
que éste no puede concurrir a la herencia como pariente, precisamente por no serlo" (C. Apelaciones de
Concepción, 23 de marzo de 2007, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/445/2007, Rol Nº 4379-
2005). 260.2.4. La familia existe con prescindencia de la edad de los hijos. En este sentido se ha
pronunciado la Excma. Corte Suprema cuando ha declarado: "Que, el artículo 141 inciso 1º del Código Civil
dispone "El inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal de la
familia, y los muebles que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las
normas de este párrafo, cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio". Luego, lo que exige esta
norma para la procedencia de la declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad
de cualquiera de los cónyuges, y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario
analizar la situación patrimonial de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella,
como ser la edad de los hijos que habitan la propiedad demandada como bien familiar" (C. Suprema, 19
de diciembre de 2002, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001). Además, se ha
agregado que este artículo 141: "Tampoco permite restringir arbitrariamente el concepto de familia que
utiliza el legislador a los hijos menores, sin que texto legal alguno abone semejante discriminación,
olvidando el intérprete la regla de que no puede efectuar distinciones donde la ley no lo hace, pues si el
sentido de ésta es claro no resulta lícito prescindir de su texto literal a pretexto de consultar su espíritu"
(C. Suprema, 19 de diciembre de 2002, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001).
En la misma orientación la Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso: "Que la circunstancia que el hijo que
vive con la actora ya sea mayor de edad no obsta a que el bien inmueble, de propiedad del otro cónyuge,
se declare bien familiar puesto que el legislador no ha exigido la existencia de hijos menores para tales
efectos, ni de hijos de cualquier edad. Avala lo anotado el hecho que el artículo 147 del Código Civil
permite constituir, prudencialmente, a favor del cónyuge no propietario, derechos de usufructo, uso o
habitación sobre los bienes familiares y añade que para ello el juez deberá considerar el interés de los
hijos "cuando los haya", de forma tal que aun si no los hay la declaración de bien familiar es del todo
procedente" (C. Apelaciones de Valparaíso, 25 de noviembre de 2005, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/5312/2005, Rol Nº 2874-2003, conf. C. Suprema, 24 de mayo de 2006,
LegalPublishing: CL/JUR/7657/2006, Rol Nº 386-2006). 260.2.5. La familia existe, aunque los cónyuges
se hayan separado de hecho. Esta opinión, que ha de matizarse con lo señalado en el punto precedente
6.1.2.1, la confirmó la Excma. Corte Suprema en 2004: "Que la sentencia que se revisa ha señalado que en
la especie el bien raíz referido sirve de residencia principal a la familia, desde que en él habita la
demandante, casada con el demandado, con quien no tuvo hijos, entendiendo que 'hay familia desde que
se contrae el matrimonio manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté disuelto,
sin que para mantener su existencia como figura legal requiera el nacimiento de hijos' (considerando 3º),
agregando que en el caso que los cónyuges se separen de hecho, aun cuando ya no sea un grupo, la
familia, para estos efectos, "sigue vigente toda vez que el legislador se ha apartado de lo material y le ha
dado vida legal" (C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol
Nº 2800-2003). Los tribunales de alzada siguieron, sin dificultad, esta opinión: "[D]ebe entenderse que
'hay familia desde que se contrae el matrimonio, manteniéndose tal condición mientras el
vínculo matrimonial no esté disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal se requiera el
nacimiento de hijos' y para el caso que los cónyuges se separen de hecho, aun cuando ya no sea un
grupo, la familia, para estos efectos, 'sigue vigente toda vez que el legislador se ha apartado de lo material
y le ha dado vida legal'" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). 261. Segundo requisito: De la existencia de un
inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges. En relación con este requisito, la jurisprudencia
ha realizado una serie de precisiones: 261.1. Es posible declarar bien familiar un inmueble que es
"común" de los cónyuges. La jurisprudencia ha entendido que: "[L]os bienes que pueden ser declarados
familiares corresponden al inmueble que sirve de residencia principal de la familia, los muebles que la
guarnecen y los derechos o acciones en sociedades propietarias del inmueble que sirve de residencia
principal de la familia. El instituto en estudio exige, como se ha dicho, que el inmueble sirva de residencia
principal de la familia y que éste sea de propiedad de cualquiera de los cónyuges. Así si la ley no efectúa
distingo alguno, no resulta al intérprete procedente hacerlo, reduciendo el campo de aplicación de la
norma, debiendo entenderse entonces comprendidos en la hipótesis discutida, tanto los inmuebles que
pertenecen a cualquiera de los cónyuges como los que son comunes de éstos, tal como lo concluyen
también autores como Gian Franco Rosso Elorriaga (Régimen Jurídico de los Bienes
Familiares, Metropolitana Ediciones, 1998, p. 99), René Ramos Pazos, (Derecho de Familia, Editorial
Jurídica, Tomo I, p. 361), Pablo Rodríguez Grez, (Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica, 1996,
p. 286) y Claudia Schmidt Hott, (Instituciones de Derecho de Familia, LexisNexis, 2004,
p. 231)" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol
Nº 3322-2012; C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/3763/2012, Rol
Nº 3289-2012). En apoyo de esta opinión se ha advertido: "Que lo concluido en el motivo precedente se
ve corroborado con la redacción original del artículo 141, que se aprobó con la dictación de la Ley
Nº 19.535, publicada en el Diario Oficial, el 23 de septiembre de 1994, con el siguiente texto: "El inmueble
de propiedad de ambos cónyuges o de alguno de ellos, que sirva de residencia principal de la familia, y
los muebles que guarnecen el hogar, podrán ser declarados bienes familiares [...]". Si bien dicha redacción
resultó modificada en el Decreto con Fuerza de Ley Nº 1 de 1995, que fijó el texto refundido, coordinado
y sistematizado del Código Civil, al establecer en el mismo articulado que "El inmueble de propiedad de
cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles que la guarnecen,
podrán ser declarados bienes familiares [...]", tal divergencia en los textos no varía la situación, pues la
expresión que se utiliza en el segundo de los textos legales citados, "[...] inmueble de propiedad de
cualquiera de los cónyuges [...]", resulta comprensiva de las dos hipótesis en discusión, esto es, tanto de
aquélla en que el bien materia de la afectación es de dominio exclusivo de una de las partes como la otra
en que el referido dominio pertenece a ambos" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012; C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/3763/2012, Rol Nº 3289-2012). Esta opinión la ha confirmado en sentencias
posteriores: "Que no es requisito que el inmueble sea sólo de uno de los cónyuges pues puede ser de
ambos, tal como lo ha sostenido esta Corte en la sentencia dictada en la causa rol Nº 3322-2012, en sus
considerandos séptimos y octavo: Que, en el caso sub lite, la controversia se plantea a propósito de la
exigencia de ser el inmueble residencia de la familia de propiedad de cualquiera de los cónyuges o de
ambos, es decir, si tal requisito se cumple cuando existe copropiedad entre éstos. Al respecto, cabe tener
presente que el artículo 141 del Código Civil, previene que: 'El inmueble de propiedad de cualquiera de
los cónyuges que sirva de residencia principal a la familia, y los muebles que la guarnecen, podrán ser
declarados bienes familiares [...]'. Por su parte, el artículo 146, en su inciso primero, establece: 'Lo previsto
en este párrafo se aplica a los derechos o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias
de un inmueble que sea residencia principal de la familia'. Séptimo. Que, al relacionar las disposiciones
antes referidas, se concluye que los bienes que pueden ser declarados familiares corresponden al
inmueble que sirve de residencia principal de la familia, los muebles que la guarnecen y los derechos o
acciones en sociedades propietarias del inmueble que sirve de residencia principal de la familia. El instituto
en estudio exige, como se ha dicho, que el inmueble sirva de residencia principal de la familia y que sea
de propiedad de cualquiera de los cónyuges. Así, si la ley no efectúa distingo alguno, no resulta al
intérprete procedente hacerlo, reduciendo el campo de aplicación de la norma, debiendo entenderse
entonces comprendidos en la hipótesis discutida tanto los inmuebles que pertenecen a cualquiera de los
cónyuges como los que son comunes de éstos, tal como lo concluyen también autores como Gian Franco
Rosso Elorriaga (Régimen Jurídico de los Bienes Familiares, Metropolitana Ediciones, 1998, p. 99), René
Ramos Pazos, (Derecho de Familia, Editorial Jurídica, Tomo I, p. 361), Pablo Rodríguez Grez,
(Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica, 1996, p. 286) y Claudia Schmidt Hott, ('Instituciones de
Derecho de Familia', LexisNexis, 2004, p. 231)" (C. Suprema, 10 de noviembre de 2016, cons. 6º y 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/8664/2016, Rol Nº 32972-2016). Esta opinión, que ya ha de tenerse por
consolidada, se ha reiterado en sentencias posteriores: "[T]al como lo ha resuelto esta Corte en autos
Roles Nºs. 3322-2012, 3289-2012 y 8072-2018, cabe destacar que la ley no efectúa distingo alguno y
siguiendo dicha directriz deberá entenderse comprendido en dicha hipótesis tanto el que pertenece a
cualquiera de los cónyuges o a ambos en comunidad" (C. Suprema, 21 de febrero de 2020, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/12894/2020, Rol Nº 29872-2018). 261.2. De si es posible declarar bien
familiar el inmueble respecto del cual uno de los cónyuges es comunero con terceros. Esta cuestión
ha generado diversidad de opiniones en la doctrina y en la jurisprudencia. Así lo advierte la propia
Excma. Corte Suprema: "[D]e acuerdo a lo que disponen los artículos 141 y 146 del Código Civil, los bienes
que pueden ser declarados familiares son los siguientes: a) el inmueble de propiedad de uno o de ambos
cónyuges, que sirva de residencia principal a la familia; b) los bienes muebles que guarnecen el hogar; y
c) los derechos o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias del inmueble que sea
residencia principal del familia. Pues bien, en lo que concierne al bien a que se refiere la letra a), es
pacífico en la doctrina sobre la materia que puede ser propio de un cónyuge, de ambos, social o reservado
de la mujer, mas no si es uno que el o los cónyuges tienen en comunidad con terceros, que debe
entenderse como 'un cuasicontrato en virtud del cual los que poseen en común una cosa universal o
singular, sin que ninguno de ellos haya contratado sociedad o celebrado otra convención relativa a la
misma cosa, contraen ciertas obligaciones recíprocas'" (Alfredo Barros Errázuriz, Curso de Derecho Civil,
Cuarta Edición, pág. 496, año 1932, como se cita en la obra de Mauricio Javier Castelblanco Koch, Las
Obligaciones Restitutorias del Código Civil y la Inflación, Primera Edición, Editorial Jurídica de Chile, pág.
144, año 1979). En efecto, Hernán Corral Talciani sostiene que "el inmueble debe ser de propiedad de
cualquiera de los cónyuges", no cumpliéndose dicho requisito si se trata de un bien de propiedad común
entre un cónyuge y un tercero (Bienes Familiares y Participación en los Gananciales, segunda edición,
Editorial Jurídica de Chile, pág. 60, año 2007). Por su parte, Gian Franco Rosso Elorriaga, señala que "es
posible declarar bien familiar el inmueble no obstante que en el o los cónyuges no se reúna toda la
propiedad, pues el artículo 141 del Código Civil no distingue, por lo tanto, no corresponde al intérprete
hacerlo, y porque fue un tema discutido durante la tramitación de la Ley Nº 19.335, dejándose claro que
es posible" (Régimen Jurídico de los Bienes Familiares, Primera Edición, Metropolitana Ediciones, pág.
99, año 1998). Añade que, en esa situación, se declara familiar el derecho cuotativo que en el inmueble
corresponde al o los cónyuges, no obstante que, en los hechos, la familia lo ocupa íntegramente; sin
embargo, jurídicamente, la declaración no afecta a los copropietarios de los cónyuges, pues solo produce
sus efectos en relación al dominio de éstos" (C. Suprema, 25 de marzo de 2019, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/1630/2019, Rol Nº 8072-2018). Aunque no se advierte que, a la fecha, haya una
opinión consolidada en la jurisprudencia, la Excma. Corte Suprema que, en sentencias de 2009 y 2012 se
había inclinado por rechazar la posibilidad de la declaración de bien familiar respecto de un bien en el que
el cónyuge era comunero con un tercero, en sentencia de 2019 ha cambiado de opinión, y ha optado por
la afirmativa. 261.2.1. Sí es posible declarar bien familiar el inmueble respecto del cual uno de los
cónyuges es comunero con terceros: Esta opinión, después de reconocer que es discutida y discutible
en doctrina, la ha defendido la Excma. Corte Suprema en sentencia de 25 de marzo de 2019: "[P]ara asumir
una postura sobre la materia, a juicio de esta Corte, resulta útil tener presente, en primer lugar, lo señalado
a propósito de la naturaleza y objetivo de la institución de los bienes familiares, que precisa que las normas
que la reglan sean interpretadas necesariamente acorde a dichos fines, de manera tal que constituyan la
justificación última de la afectación de un bien como tal. En segundo lugar, que la propuesta original de
Enrique Barros B., anterior al proyecto de ley que se presentó al Congreso Nacional, hacía alusión a la
propiedad indirecta existente sobre el inmueble, alcanzando a las comunidades en las que uno de los
cónyuges tenía la calidad de comunero. En efecto, el artículo 1719 rezaba así: "El inmueble de propiedad
de ambos cónyuges o de alguno de ellos que es la residencia principal de la familia y los muebles que
guarnecen el hogar son bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo, cualquiera sea el
régimen de bienes del matrimonio. Lo previsto en este artículo vale para los bienes que sean de propiedad
indirecta de alguno de los cónyuges, como cuando pertenece a una sociedad cuyo interés mayoritario
pertenece a dicho cónyuge". Pues bien, el artículo 146 del Código Civil regla un caso de propiedad
indirecta, precisamente el que el proyecto de ley a que se hace referencia cita meramente a vía ejemplar,
lo que no implica que deseche otros, por lo que se dirá a continuación. Y en tercer lugar, lo que da cuenta
la historia fidedigna de la Ley Nº 19.335, lo que recoge el documento denominado 1er informe de la
Comisión de Constitución del Senado, Sesión 2ª, de 5 de octubre de 1993. En efecto, a propósito del
análisis que al interior de dicha comisión se efectuó en relación al tenor del artículo 146 del Código Civil,
consigna que: "...Se evaluó también el caso de las comunidades, considerándose que, si es declarado
bien familiar un inmueble que pertenece a varios comuneros, esta situación queda entregada a las reglas
generales, en que cualquier comunero puede pedir la partición, excepto el cónyuge comunero, quien
necesitaría la voluntad de su consorte". (Senado. Primer Informe de la Comisión de Constitución,
Legislación, Justicia y reglamento recaído en el proyecto de ley de la Honorable Cámara de Diputados,
que modifica el Código Civil en materia de régimen patrimonial del matrimonio y otros cuerpos legales que
indica (5 de octubre, 1993). P. 305. En: Historia de la Ley Nº 19.335, disponible
en:http://www.bcn.cl/historiadelaley/nc/historia de la ley/6914/). 6º Que, además, como el artículo 141 del
Código Civil no exige que el cónyuge sea propietario exclusivo del inmueble que sirve de residencia
principal a la familia; que el estado de indivisión cesa adjudicando a los comuneros lo que les corresponde
en la cosa común; y que el acto de adjudicación genera efectos declarativos, por lo tanto, se produciría la
desafectación, de pleno derecho, en el evento que el inmueble de que se trata se lo adjudique una persona
distinta del cónyuge comunero, no existe inconveniente legal a que se haga lugar a una demanda como
la intentada" (C. Suprema, 25 de marzo de 2019, cons. 5º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1630/2019, Rol
Nº 8072-2018). Esta opinión había sido anticipada en un voto en contra de una sentencia de la Excma. Corte
Suprema del año 2012: "Que en el caso sub lite la controversia se plantea a propósito de la exigencia de
ser el inmueble residencia de la familia propiedad de uno o de ambos cónyuges, es decir, si tal requisito
se cumple cuando éste es copropietario junto a uno o varias personas. La respuesta a esta interrogante
debe ser en términos afirmativos desde que, por una parte, el artículo 141 del Código Civil no distingue y,
por ende, no es lícito hacerlo reduciendo el campo de aplicación de la norma y porque, además, así lo
determina la historia fidedigna del establecimiento de la Ley Nº 19.335. En efecto, el tema fue discutido
en la Comisión de Constitución del Senado, donde se consideró la posibilidad de que el inmueble familiar
perteneciera a varios comuneros, estimándose que 'esta situación queda entregada a las reglas
generales, en que cualquier comunero puede pedir la partición, excepto del cónyuge con esta calidad,
quien necesitaría la voluntad de su consorte'. (Primer Informe Comisión Constitución Senado). 6º) Que en
situaciones de propiedad parcial, la declaración de bien familiar versa más bien sobre el derecho o cuota
que le corresponde al cónyuge sobre el inmueble y en estos casos en que se tenga el dominio con
terceros, deberán tenerse en consideración los factores generales para resolver sobre la ventaja de la
afectación (Ver Régimen Jurídico de los Bienes Familiares. Gian Franco Rosso Elorriaga. Metropolitana
Ediciones. Santiago, 1998), por eso no se comparte el criterio del fallo en cuanto estima que se conculcan
derechos de terceros. 7º) Que, en este sentido, cabe señalar que la interpretación que los jueces del fondo
han realizado respecto de la normativa que regula la institución en estudio resulta armónica, al perseverar
una coherencia lógica y axiológica del sistema jurídico, se ajusta plenamente al principio 'favor libertatis',
en cuya virtud se prefiere entre diversas opciones la que restringe en menor medida el derecho cautelado,
primando la norma más favorable a la persona y permite la adaptación del derecho a las exigencias de
bien común de la vida social. Por otro lado, con ella se brinda mayor protección a la vivienda familiar y
con ello a la familia, cumpliéndose de este modo con el imperativo público que se persigue con la
consagración de la figura jurídica de los bienes familiares" (C. Suprema, 16 de marzo de 2012, voto en
contra, cons. 5º a 7º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-2011). 261.2.2. No es posible
declarar bien familiar el inmueble respecto del cual uno de los cónyuges es comunero con
terceros. En ese sentido se pronunció la Excma. Corte Suprema en una sentencia de 2009, sobre la base
de una interpretación ceñida a la literalidad de los textos: "[C]abe consignar, que la ley ha omitido toda
referencia a la situación de los bienes raíces pertenecientes a uno de los cónyuges en comunidad con
terceros, es decir, la misma no contempla ni autoriza la declaración de bien familiar en estos casos, a
diferencia de lo que ocurre respecto de los derechos y acciones a que se refiere el artículo 146 del
mencionado Código Civil, en que el legislador ha establecido la procedencia de tal afectación, no
resultando posible concluir en un sentido contrario al indicado, desde que la situación en estudio ha
quedado al margen de regulación por la normativa legal" (C. Suprema, 14 de septiembre de 2009,
cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/1219/2009, Rol Nº 4608-2009). En sentencia pronunciada tres años
después, aunque con un voto en contra, reafirmó esta opinión y desarrolló los argumentos para justificarla:
"Que en el caso sub lite es un hecho indiscutido que el inmueble que sirve de residencia principal a la
familia, pertenece al cónyuge demandado en comunidad con otras personas, situación que no
corresponde a ninguna de las hipótesis que ha establecido el legislador para la declaración de bien
familiar, desde que no se trata de un inmueble que pertenezca a uno de los cónyuges, cuyo presupuesto
no se cumple si se considera que se trata de un bien de propiedad común, entre el cónyuge y uno o más
terceros" (C. Suprema, 16 de marzo de 2012, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-
2011). Su decisión la justificó de este modo: "Que al respecto, cabe consignar, que la ley ha omitido toda
referencia a la situación de los bienes raíces pertenecientes a uno de los cónyuges en comunidad con
terceros; es decir, la misma ley no contempla ni autoriza la declaración de bien familiar en tales casos, a
diferencia de lo que ocurre respecto de los derechos y acciones a que se refiere el artículo 146 del
mencionado Código Civil, en que el legislador ha establecido la procedencia de tal afectación, no
resultando posible concluir en un sentido contrario al indicado, desde que la situación en estudio ha
quedado al margen de regulación por la normativa legal. En este sentido, cabe considerar —como lo
indica el profesor Pablo Rodríguez Grez— que en estos casos, "al operar la partición y con ello el efecto
declarativo de las adjudicaciones (artículo 1344) podría burlarse la afectación, salvo sacrificando estos
principios". (Regímenes Patrimoniales. Editorial Jurídica de Chile, año 1996, página 293). Asimismo, no
puede obviarse la conculcación que puede producirse respecto de terceros en su facultad de disponer
libremente de sus derechos sobre el inmueble, en consuno con los demás comuneros" (C. Suprema, 16
de marzo de 2012, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-2011). En el tiempo
intermedio, algunos tribunales de alzada habían mantenido igual opinión. Así, la Iltma. Corte de Apelaciones
de La Serena ha declarado que: "[D]e los hechos que se han tenido por probados precedentemente no
resulta acreditado el requisito en que se funda la acción en virtud de la cual se pretende que un inmueble
sea declarado bien familiar, consistente en que sea un inmueble de propiedad de cualquiera de los
cónyuges; atendido que sobre el bien que sirve de residencia principal a la familia sólo le corresponde al
demandado un derecho limitado, como es el del comunero en una cosa en que también aparecen teniendo
derechos otras dos personas. De lo dispuesto en el artículo 141 del Código Civil resulta claro que se alude
a un inmueble que pertenezca a los cónyuges, lo que excluye a un bien raíz en que además de uno de
los cónyuges tengan derechos terceros distintos a aquellos, como sucede en el presente
caso" (C. Apelaciones La Serena, 29 de noviembre de 2010, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/17030/2010, Rol Nº 218-2010). 261.3. Es posible declarar bien familiar un
inmueble gravado con hipoteca. Así se ha declarado, para desestimar la alegación del demandado, que
se oponía a la declaración por alegar que el inmueble en cuestión se hallaba sujeto al gravamen de una
hipoteca: "Que al tenor de las declaraciones formuladas por la demandada y de los razonamientos hechos
por el juez a quo, es preciso tener en consideración lo establecido en el artículo 141 del Código Civil que
establece que el inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal
de la familia y los muebles que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares, de donde es posible
concluir que la exigencia genérica que establece esta norma concurre en la especie y, por lo tanto, la
demandante se encuentra habilitada para hacer la solicitud que formula. Establecido lo anterior, es
menester hacerse cargo de las defensas esgrimidas por el demandado. Desde luego, la necesidad de
tener que invocarse un peligro real o cierto que pudiera afectar al bien respecto del cual se hace la
solicitud, no es una exigencia que contemple la ley, en tanto que el hecho que pesen sobre el mismo
inmueble gravámenes como los que menciona el demandado, tampoco es un obstáculo para formular la
solicitud, razones por las que estas alegaciones no resultan idóneas para sustentar la oposición a lo
pedido" (C. Apelaciones de San Miguel, 26 de enero de 2012, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/222/2012,
Rol Nº 21-2012). 261.4. Es necesario probar que el inmueble de que se trata, es de propiedad de
uno de los cónyuges. En este sentido se ha declarado que: "[P]ara que pueda prosperar la acción
interpuesta, es necesario acreditar que el bien que se pretende sea declarado familiar, es de propiedad
de uno de los cónyuges y así lo entendió la parte demandante, pues en la audiencia preparatoria, ofreció
incorporar como prueba documental copia autorizada de la inscripción de dominio del inmueble objeto de
este juicio" (C. Apelaciones de Chillán, 6 de marzo de 2008, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/789/2008,
Rol Nº 26-2008). 261.5. De los muebles que guarnecen la residencia principal de la familia, y cuál
sea su contenido. En cuanto que este artículo autoriza, también, a declarar como bienes familiares los
muebles que guarnecen la residencia principal de la familia, que es el inmueble de propiedad de uno de
los cónyuges, la jurisprudencia se ha ocupado en precisar cuál sea el contenido de la expresión 'muebles
que la guarnecen'. Lo ha hecho, en particular, cuando se ha planteado por alguna de las partes la
exclusión de aquellos a los que asigna un alto valor. La Excma. Corte Suprema ha sentado en este punto,
que para determinar lo que sean los bienes muebles que guarnecen la residencia principal de la familia
no se ha de atender, ni a la propiedad de tales bienes, ni al valor que ellos tengan. Así ha declarado que:
"Que como la ley no define lo que debe entenderse por muebles que guarnecen la residencia de la familia,
aplicando la regla de hermenéutica legal del artículo 20 del Código Civil, es dable sostener que
"guarnecer", de acuerdo al sentido natural y obvio de las palabras, significa —según la definición del
diccionario de la Real Academia— "colgar, vestir, adornar" y también "dotar, proveer y equipar". De lo
anterior se infiere que el citado artículo 141 permite asignar este carácter a los bienes muebles que alhajan
el hogar, es decir, al amoblado de la residencia familiar, sin consideraciones de otro orden, esto es, sin
atender quién es su propietario de ellos ni a su valor, sea éste económico, histórico o sólo afectivo [...]
Que desde otra perspectiva y considerando que el Código del ramo, en sus artículos 574 y 1121 se refiere
a los muebles de una casa, es decir, a los que componen su ajuar, bien puede estarse a su contenido
para determinar el sentido y alcance de la expresión que se examina. La primera regla previene que:
"Cuando por ley o el hombre se usa la expresión bienes muebles sin otra calificación, se comprenderá en
ella todo lo que se entiende por cosas muebles, según el artículo 567 del Código Civil". "En los muebles
de una casa no se comprenderá el dinero, los documentos y papeles, las colecciones científicas o
artísticas, los libros o sus estantes, las medallas, las armas, los instrumentos de artes y oficios, las joyas,
las ropas de vestir, los carruajes o caballerías o sus arreos, los granos, caldos, mercaderías, ni en general
otras cosas que las que forman el ajuar de una casa". Por su parte, el artículo 1.121 del mismo cuerpo
legal dispone: "Si se lega una cosa con sus muebles o con todo lo que se encuentra en ella, no se
entenderán comprendidas en el legado las cosas enumeradas en el inciso segundo del artículo 574, sino
sólo las que forman el ajuar de la casa y se encuentran en ella" [...] Que de las reglas transcritas se colige
que los bienes muebles de una casa o los que guarnecen la residencia familiar, son aquéllos que la visten
y se encuentran en ella, con excepción de los que tienen un carácter personal o profesional, que no es el
caso de los que se reclaman. La misma idea se repite en el artículo 1942 del Código Civil, al prevenir que
"Podrá el arrendador, para seguridad de este pago (precio o renta), y de las indemnizaciones a que tenga
derecho, retener todos los frutos existentes de la cosa arrendada, y todos los objetos con que el
arrendatario haya amoblado, guarnecido o previsto...". Es evidente que la institución, materia de estos
autos se orienta a no privar a la familia de su vivienda y amoblado, esto es, a mantener, en la medida de
lo posible la estabilidad del ambiente familiar" (C. Suprema, 31 de mayo de 2007, cons. 5º a 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/3361/2007, Rol Nº 1245-2007). Esta opinión ha sido asumida por algunos
tribunales de alzada: "[R]especto de los bienes muebles, el artículo 141 citado se refiere a los que
guarnecen el hogar familiar y como la ley no define lo que debe entenderse por éstos, aplicando la regla
de hermenéutica legal del artículo 20 del Código Civil, es dable sostener que guarnecer, de acuerdo al
sentido natural y obvio de las palabras, significa —según la definición del diccionario de la Real
Academia— colgar, vestir, adornar y también dotar, proveer y equipar. De lo anterior se infiere que el
citado artículo 141 permite asignar este carácter a los bienes muebles que alhajan el hogar, es decir el
amoblado de la residencia familiar, sin consideraciones de otro orden, esto es, sin atender quien es el
propietario de ellos ni a su valor, sea este económico, sea histórico o sólo afectivo., como lo ha dicho la
Excma. Corte Suprema en sentencia dictada en los autos Rol Nº 1245-2007 de fecha 31 mayo 2007,
considerando quinto" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010); "Que en lo tocante a los bienes muebles que
guarnecen la residencia principal de la familia y dado que la ley no define lo que debe entenderse por
tales, el sentido natural y obvio de la expresión permite asignar este carácter a los bienes muebles que
alhajan el hogar, es decir, al amoblado de la residencia familiar, sin consideraciones de otro orden, esto
es, sin atender quién es su propietario de ellos ni a su valor, sea éste económico, histórico o sólo afectivo
(C. Suprema, sentencia de 31 de mayo de 2007, Rol Nº 1245-2007)" (C. Apelaciones de Concepción, 24
de mayo de 2011, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/4427/2011, Rol Nº 189-2011). 261.6. De los
muebles que guarnecen la residencia principal de la familia, y de no incluirse entre ellos a los
vehículos motorizados. En este sentido se ha considerado como presupuesto para sostener esta opinión
lo siguiente: "[E]n relación al vehículo motorizado cuya declaración de bien familiar también se solicita,
cabe tener presente que el artículo 574 del Código Civil, señala que en los muebles de una casa no se
comprenderá el dinero, los documentos y papeles, las colecciones científicas o artísticas, los libros o sus
estantes, las medallas, las armas, los instrumentos de artes y oficios, las joyas, las ropas de vestir, los
carruajes o caballerías o sus arreos, los granos, caldos, mercaderías, ni en general otras cosas que las
que forman el ajuar de una casa. Por su parte el artículo 1121 del mismo cuerpo legal dispone: Si se lega
una cosa con sus muebles o con todo lo que se encuentra en ella, no se entenderán comprendidas en el
legado las cosas enumeradas en el inciso segundo del artículo 574, sino sólo las que forman el ajuar de
la casa y se encuentran en ella" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). De lo dicho, se ha seguido que: "[E]l
vehículo motorizado cuya declaración se ha solicitado, atendida su función y características, corresponde
asemejarlo a los mencionados carruajes a que se refiere el artículo 574 antes citado y por consiguiente,
no forman parte de los bienes que conforman el ajuar de una casa, no encontrándose por tanto, dentro
de los bienes a que alude el artículo 141 tantas veces citado, deberá rechazarse la demanda a ese
respecto" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). 262. Tercer requisito: De ser el inmueble de
que se trata, la residencia principal de la familia. La jurisprudencia, sobre todo en un primer momento,
se ocupó en precisar qué había de entenderse por "residencia principal de la familia". En tal labor realizó
una serie de precisiones de interés. 262.1. La noción de "residencia principal de la familia", implica
la idea de hogar y un ánimo de permanencia. Se ha entendido: "Que en cuanto al concepto de
residencia principal debe entenderse referido al inmueble que sirve de hogar a la familia, esto es, a la
habitación familiar, al inmueble en su sentido de residencia, y no de cualquiera, sino la principal. También
esta residencia principal conlleva naturalmente un ánimo de permanencia por parte de quienes residen
en ella (César Frigerio Castaldi, obra citada, página 149)" (C. Apelaciones de Concepción, 31 de marzo
de 2008, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/7526/2008, Rol Nº 1359-2002; C. Apelaciones de Concepción,
25 de abril de 2004, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/1695/2014, Rol Nº 24-2014). 262.2. La noción de
"residencia principal de la familia" implica que en ella habite la familia. Así se ha declarado: "Que el
bien raíz sobre el cual se ha solicitado se declare bien familiar, no está ocupado por la familia ni es su
residencia principal, ya que la solicitante y los hijos viven en la casa de los padres de ésta y la propiedad
en cuestión se encuentra arrendada a terceros, razón por la cual no procede sea declarado bien familiar"
(C. Apelaciones de Valdivia, 8 de julio de 2002, cons. 2º, conf. C. Suprema, 3 de septiembre de 2002,
LegalPublishing: CL/JUR/3712/2002, Rol Nº 2987-2002). Con igual orientación se ha dicho: "Que si bien la
ley no precisa los efectos de la declaración judicial de bienes familiares, se infiere que tal carácter lo
asigna el destino de los mismos en los términos del artículo 145 del Código Civil, que al referirse a la
solicitud del cónyuge propietario para desafectar el bien, señala como causal el no estar destinado
actualmente a los fines que indica el artículo 141, esto es, servir el inmueble de residencia principal de la
familia, así como los muebles, el guarnecer esta residencia principal. El destino habitacional familiar
constituye en consecuencia un elemento de la esencia de la referida declaración, que tiene beneficiarios
personalísimos en los miembros de la familia en cuyo favor se pronuncia. La doctrina, la jurisprudencia y
la historia del establecimiento de la Ley Nº 19.335 coinciden en el precedente aserto" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 9 de septiembre de 2004, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/383/2004, Rol Nº 941-
2001). 262.3. La noción de "residencia principal de la familia" no resulta compatible con la
naturaleza agrícola del inmueble cuya declaración de bien familiar se pretende. Se ha declarado
que: "[N]o resulta posible extender el concepto de inmueble que sirve de residencia principal de la familia
a un predio de aptitud agrícola, de 200,11 hectáreas de extensión" (J. Letras Río Negro, 30 de octubre de
2010, cons. 12º, conf. C. Suprema, 25 de julio de 2001, LegalPublishing: CL/JUR/2948/2001, Rol Nº 1337-
2001). 262.4. La "residencia principal de la familia" debe ser actual. En este sentido se ha declarado:
"Que, en lo pertinente, el artículo 141 del Código Civil dispone que: "El inmueble de propiedad de
cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles que la guarnecen,
podrán ser declarados bienes familiares...". Por consiguiente, en lo que interesa a estos efectos, para
declarar como "familiar" un inmueble de propiedad de alguno de los cónyuges, es condición indispensable
que éste tenga, actualmente, la calidad de residencia principal de la familia, requisito de actualidad que
queda en evidencia si se atiende al empleo en esa norma del verbo "servir", en su forma de tiempo
presente" (C. Suprema, 26 de septiembre de 2002, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/388/2002, Rol
Nº 4639-2001). En esta misma línea se ha reiterado: "Que los sentenciadores han considerado que para
declarar el inmueble de propiedad de uno de los cónyuges bien familiar, es requisito indispensable que
éste tenga actualmente la calidad de residencia principal de la familia, lo que no ocurría en la especie,
desde que los cónyuges se encuentran separados de hecho, los hijos mayores de edad viven en forma
independiente, ocupando la propiedad sólo el cónyuge demandante [...] Que al resolver como lo han hecho
los sentenciadores, no han incurrido en los yerros que se denuncian, toda vez que los presupuestos y
conclusiones en la que sustentan su decisión, se ajustan a lo que este Tribunal ha señalado sobre la
materia en la causa Rol Nº 5022-04, en el sentido que la institución de los bienes familiares, incorporada
a nuestra legislación por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia,
principalmente en caso de conflictos dentro de ella, protegiendo al cónyuge no propietario al limitar las
facultades del que es dueño del respectivo bien raíz; constituyendo una exigencia para ello que el
inmueble sirva de residencia principal de la familia, lo que como se ha señalado, no ha acontece en el
caso de autos" (C. Suprema, 6 de diciembre de 2007, cons. 3º y 4º, LegalPublishing: CL/JUR/2865/2007,
Rol Nº 6394-2007). 262.5. El carácter de "residencia principal de la familia" no desaparece por el
matrimonio de los hijos, o por la muerte de estos. En esta dirección se ha declarado: "Que la
circunstancia que el hijo haya contraído matrimonio y fallecido con posterioridad, no es impedimento para
que la cónyuge no propietaria pueda obtener tal declaración, toda vez que dichas circunstancias no
pueden privar al inmueble del atributo de haber sido residencia principal de la familia, antecedente que
habilita a aquél para formular semejante petición, más si se tiene en consideración que esta pretensión
fue formulada cuando todavía no acaecía la muerte del hijo y que ésta no es causa de desafectación la
cual se produce entre otras, por la muerte de alguno de los cónyuges o la nulidad de matrimonio y no por
las circunstancias de que se trata en el caso sub lite" (C. Apelaciones de Santiago, 11 de mayo de 2000,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1773/2000, Rol Nº 1124-1999). 263. De las condiciones no exigidas
por la ley para la declaración de bien familiar. La jurisprudencia ha desarrollado una interesante tarea,
por vía negativa, al precisar que la declaración de bienes familiares no exige realizar ciertas
consideraciones, o determinados requisitos. 263.1. No se requiere analizar la situación económica de
los miembros de la familia. Esta ha sido una opinión que desde temprano asumió la Excma. Corte Suprema,
y lo hizo para aclarar que la declaración de bien familiar no podía entenderse a la luz de los caracteres
del derecho de alimentos. Así, en 2002 advertía que: "[L]o que exige esta norma para la procedencia de
la declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges,
y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial
de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella [...]" (C. Suprema, 19 de
diciembre de 2002, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001). De ahí que, al
revocar el fallo de que se trataba, advirtiera que: "[E]n la especie los jueces de segundo grado han
entendido, como lo indican en el considerando 6º del fallo impugnado, que "...la institución del bien familiar
tiene un carácter alimenticio, especialmente de protección a la familia frente a los terceros acreedores",
más que atender a las relaciones entre los cónyuges, y además efectivamente han rechazado la
declaración de bien familiar en consideración a la edad de los hijos que habitan con su madre la propiedad
demandada [...] Que, al razonar en la forma antes señalada, la sentencia ha cometido errores de derecho,
infringiendo el artículo 141 del Código Civil, pues ha incorporado elementos no contemplados en dicha
disposición para la declaración de bien familiar, exigiendo la concurrencia de requisitos que el legislador
no estableció, y que son propios de otra institución como son los alimentos, con los cuales el bien familiar
tiene cierta relación y cercanía, pero sin confundirse con ellos, ni mucho menos para establecer a su
respecto exigencias que la ley no ha contemplado" (C. Suprema, 19 de diciembre de 2002, cons. 4º y 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001). Tiempo después el mismo tribunal recordaba la
sentencia cuyos considerandos se han transcrito: "[C]omo se ha dicho por esta Corte en fallo de 19 de
diciembre de 2002 en causa Rol Nº 4317-01, lo que exige esta norma para la procedencia de la
declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges,
y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial
de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia de hijos"
(C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). En
el mismo sentido ha insistido en que: "[C]uando el artículo 141 del mismo Código regula los supuestos de
procedencia de la declaración de bien familiar de un inmueble, ninguna exigencia hace, respecto de la
situación patrimonial de los cónyuges" (C. Suprema, 28 de agosto de 2014, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/6007/2014, Rol Nº 15331-2014). 263.2. No se requiere el desamparo de la
familia. En este sentido, la Excma. Corte Suprema, al confirmar una sentencia que había acogido la demanda
de declaración de bien familiar, ha advertido que: "[C]abe tener en consideración que el recurso de
casación en el fondo deducido tampoco puede tener éxito, desde que los nuevos hechos que se invocan
y que le sirven de sustento —la no existencia de desamparo o riesgo que afecte a la familia— no constituye
requisito de procedencia de la declaración de bien familiar, conforme se advierte de la lectura del
artículo 141 del Código Civil" (C. Suprema, 29 de agosto de 2014, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6062/2014, Rol Nº 12898-2014). 263.3. No se requiere que quien demanda la
declaración de bien familiar resida en el inmueble en el momento de interponerla. En este sentido
la Excma. Corte Suprema ha confirmado un sentencia en alzada: "[L]os jueces del fondo revocaron la
sentencia del grado que rechazó la demanda y, en su lugar, declararon bien familiar el referido inmueble,
considerando que el artículo 141 del Código Civil prescribe: "El inmueble de propiedad de cualquiera de
los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles que la guarnecen, podrán ser
declarados bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo, cualquiera sea el régimen de
bienes del matrimonio", teniendo además presente que no es dable exigir a la actora que al momento de
interponer la demanda se encuentre residiendo en el inmueble materia de declaración de bien familiar,
por no ser una exigencia legal y porque las circunstancias que rodearon los hechos justifican que, a esa
época, tuviese su domicilio en otro lugar" (C. Suprema, 20 de agosto de 2018, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/5052/2018, Rol Nº 12278-2018). 264. De la declaración provisoria de bien
familiar: no puede dejarse sin efecto durante el curso del juicio. En este sentido se ha declarado:
"Que el haber acogido la reposición, dejando la juez sin efecto la declaración provisoria de bien familiar,
contraviene lo previsto en el artículo 141 del Código Civil, toda vez que por el hecho de interponerse la
demanda debió declararse provisoriamente bien familiar —tal como ocurrió— y así mantenerse hasta la
audiencia de juicio, ya que hubo oposición a tal declaratoria, audiencia en la que debería probarse, entre
otros hechos, si dicho bien sirve o no de residencia principal a la familia" (C. Apelaciones Puerto Montt,
24 de septiembre de 2008, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/3591/2008, Rol Nº 651-2008). 265. De los
efectos de la declaración de bien familiar: no torna inembargable el bien sobre que recae. Así lo ha
precisado la Excma. Corte Suprema: Que es un hecho de la causa que el inmueble que se adjudicó la
demandante en la subasta judicial que recayó sobre él, fue declarado provisoriamente bien familiar por
resolución de 21 de marzo de 2003, la que se inscribió al margen de la respectiva inscripción de dominio,
tal como lo autoriza y dispone el artículo 141 del Código Civil. No obstante, esta declaración no produjo el
efecto jurídico de hacer inembargable ese bien y por ende que haya podido impedir su enajenación
forzada, como claramente se infiere de lo que disponen los artículos 142 y 148, inciso segundo, de ese
Código. En efecto, el primero de estos preceptos sólo limita la facultad de disposición del cónyuge
propietario, en cuanto a que le queda vedado enajenar o gravar voluntariamente, ni prometer gravar o
enajenar, los bienes familiares, sin que concurra la autorización del cónyuge no propietario; el artículo 148,
a su vez, se limita a conferir al cónyuge no propietario un beneficio de excusión, en el evento de que fuere
embargado el bien respectivo, en virtud del cual y habiéndosele notificado el correspondiente
mandamiento podrá concurrir oportunamente al proceso y solicitar que antes de procederse contra el bien
familiar se persiga el crédito en otros bienes del deudor, eventualidad que en el caso de la demanda de
autos no tuvo lugar" (C. Suprema, 19 de junio de 2007, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/4718/2007, Rol
Nº 3902-2005).

Artículo 142. No se podrán enajenar o gravar voluntariamente, ni prometer gravar o


enajenar, los bienes familiares, sino con la autorización del cónyuge no propietario. La misma
limitación regirá para la celebración de contratos de arrendamiento, comodato o cualesquiera
otros que concedan derechos personales de uso o de goce sobre algún bien familiar.

La autorización a que se refiere este artículo deberá ser específica y otorgada por escrito, o
por escritura pública si el acto exigiere esta solemnidad, o interviniendo expresa y directamente
de cualquier modo en el mismo. Podrá prestarse en todo caso por medio de mandato especial
que conste por escrito o por escritura pública según el caso.

Concordancias: Código Civil: artículos 144, 1792-3, 2130 inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 15 inciso final.

Jurisprudencia: 266. De los efectos de la declaración para el cónyuge propietario y para el no


propietario. Sobre esta cuestión se ha advertido: "Que el artículo 142 del Código Civil, al establecer los
efectos que emergen de la declaración, si bien importa una ley prohibitiva para el cónyuge propietario,
una limitación de sus facultades, no constituye concesión de los mismos derechos al cónyuge no
propietario" (C. Apelaciones de Valparaíso, 9 de septiembre de 2004, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/383/2004, Rol Nº 941-2001). 267. De la época desde la que produce efectos
la prohibición. Sobre este punto se ha declarado: "Que conforme a lo dispuesto en el artículo 142 del
Código Civil, la declaración de bien familiar impide la enajenación o gravamen del inmueble objeto de tal
declaración, y, la promesa de dichos actos relativa a ese inmueble, efectuada voluntariamente por uno de
los cónyuges, prohibición que surte sus efectos desde que se practica, provisoriamente en el Conservador
de Bienes Raíces competente, una vez presentada la demanda, que persigue dicha declaración de bien
familiar" (C. Apelaciones de Santiago, 11 de enero de 1999, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1791/1999,
Rol Nº 6783-1998).

Artículo 143. El cónyuge no propietario, cuya voluntad no se haya expresado en


conformidad con lo previsto en el artículo anterior, podrá pedir la rescisión del acto.