Una de las claves más significativas que permiten acercarse a la anatomía de las nuevas
realidades sociales es la que toca a la relación entre las "personas" y la "familia". Esta, no
cabe duda, gira actualmente en torno a la definición de las personas centrada en su
"dignidad", que trasciende a la sociedad y al estado, y que se proyecta en su mayor
realización espiritual, que es lo que, en otras tradiciones, se denomina "libre desarrollo de
la personalidad1. El reconocimiento a las personas, sobre todo por la jurisprudencia
constitucional y de los tribunales ordinarios de justicia, de su autonomía para definir sus
proyectos personales y perseguir su mayor realización espiritual ha constituido el principal
factor de novedad y cambio en el derecho de las personas, y en la relación de éstas con la
familia, pero también de cara a la actuación de los poderes públicos.
Otra clave, sin duda, es la de los cambios y transformaciones que han afectado a la
sociedad chilena en los últimos años. Algunos con visos de generalidad, como los ligados
a los avances científicos y tecnológicos, y otros más novedosos para Chile, como los
vinculados al crecimiento de la inmigración, que ha enfrentado a una sociedad,
tradicionalmente dialogante consigo misma, al reto de reconocer al "otro" y de reconocerse
en él.
Durante buena parte del siglo XX algunas legislaciones civiles, en ese ámbito de
pluralidad de intereses coexistentes en la familia, reconocieron la existencia de un propio y
peculiar "interés de la familia", con amplio desarrollo dogmático, sobre todo, en la Italia
heredera del Codice Civile de 1942. Se generó, así, una sistematización del "derecho de
familia" anclada en unas bases más afines a las estructuras características del derecho
público que a las del derecho privado. Esto era posible, porque se fundaba en la existencia
de un tal "interés de la familia", entendido como superior y diverso de los restantes intereses
individuales de los miembros del grupo familiar identificándolo, en buena medida, con los
intereses generales tutelados por el derecho público. A éste parecía que se ligaba toda la
disciplina del derecho de familia en función de una cierta realización de la citada tutela. De
allí se derivaba el que la posición de libertad y autonomía característica de las personas en
el derecho privado adviniera ampliamente temperada y restringida en el campo familiar por
un extenso manto de restricciones y obligaciones dirigido a salvaguardar los intereses
públicos y generales que se identificaban con el "interés de la familia"3.
El Código Civil chileno, en vigor desde 1857, en su originaria disciplina del derecho de
las personas asumía, en principio, una concepción de la familia en la que el interés de ella,
aunque no reconocido explícitamente, se vinculaba ordinariamente con un estatuto jurídico
indisponible para sus miembros y también con la atribución al marido de ciertas potestades
de regulación de los intereses familiares, de manera que los derechos de familia, en
general, quedaban excluidos de la autonomía privada de sus integrantes, individualmente
considerados o, incluso, de la autonomía de negociación de los cónyuges 4. Manifestaciones
concretas de esta concepción eran, entre otras, la indisponibilidad de todo lo tocante a los
efectos del matrimonio, no sólo por su carácter indisoluble (salvo por la muerte), sino
también por la imposibilidad de modificar sus efectos, como el de la convivencia, la
existencia de un régimen económico matrimonial legal y obligatorio, la inmutabilidad del
régimen económico matrimonial durante el matrimonio, y el limitado campo operativo de la
autonomía de negociación en las capitulaciones matrimoniales.
Esa situación general, heredera y continuadora del sistema jurídico vigente en el país
desde la época indiana, empezó a variar desde la tercera década del siglo XX. A partir de
ella, como consecuencia de una serie de transformaciones sociales y políticas, comenzaron
a introducirse reformas en el derecho de las personas referido a la familia que, en líneas
generales, significaron abrir cierto espacio a la libertad de negociación entre los cónyuges,
es decir, ciertos derechos de familia, hasta entonces indisponibles, se confiaron al juego
del consentimiento conyugal, como consecuencia de un progresivo reconocimiento del valor
de la libertad y de los intereses individuales de los miembros del grupo familiar. Ejemplos
de esta tendencia fueron la posibilidad de establecer un régimen económico matrimonial
diverso al legal de la sociedad conyugal y la consiguiente ampliación de espacios de
negociación en las capitulaciones matrimoniales, al igual que terminar con la inmutabilidad
del régimen económico matrimonial durante la vigencia del vínculo5.
En las dos décadas finales del siglo XX y en las primeras de este que vivimos se
introdujeron unas nuevas reformas en el derecho de las personas en sede familiar. Estas
novedades no pueden entenderse sino en un contexto constitucional de marcada impronta
liberal, en el que el Estado está al servicio de la persona humana y, en reconocimiento de
su libertad y autonomía, se sitúa en un papel subsidiario. Así, la centralidad que asume la
libertad de las personas se despliega en la autonomía para perseguir sus peculiares
proyectos de realización espiritual y material, y es esta una concepción de la libertad que
se funda en la propia dignidad inherente a las personas, y trascendente a la sociedad y el
estado. En tal marco, las reformas legales, por una parte, continuaron con la línea de
ampliar el espacio a la negociación al juego de las voluntades de ambos cónyuges en
diversos ámbitos familiares y, por otra, bajo la inspiración individualista del liberalismo
político, abrieron a la autonomía individual de los cónyuges unos nuevos campos de acción,
porque ahora ya no sólo se trata de una cierta "autonomía negocial" sino de una "autonomía
individual" para definir sus proyectos de mayor realización espiritual y material, que se
traduce en la disposición de sus propios y peculiares "intereses", mediante la atribución de
una potestad singular de autorregulación, aunque con la limitación derivada de la protección
de los intereses de sus miembros más débiles.
Las personas y la familia, y ya con el paso de los años bien se puede decir, fueron objeto
de unas declaraciones constitucionales en 1980, que no tuvieron mayores proyecciones
sino hasta la reforma del Tribunal Constitucional en 2005. Particularmente en ejercicio de
la competencia que le fue atribuida en sede de inaplicabilidad, en los tres lustros que median
desde aquella reforma hasta el día, el Tribunal ha realizado y realiza permanentemente
una, aún no bien dimensionada, redefinición de la legalidad constitucional de amplios
sectores del derecho civil. Uno de ellos, y en los que más ha operado esta actuación de la
jurisprudencia constitucional, ha sido el de la disciplina de las personas y la familia que, por
esta vía, se ha vuelto en un objeto cada vez más relevante de preocupación constitucional
que, en muchos casos ha consolidado opiniones jurisprudenciales de los tribunales
ordinarios, pero en otros, se ha apartado de ellas.
Así, las reglas sobre las personas y sobre la familia, no pueden leerse sino en clave de
esa legalidad constitucional, que ha superado ampliamente las maneras más habituales de
aproximarse al derecho de las personas y de la familia, ancladas en muchos aspectos,
todavía, en visiones decimonónicas.
Así, la igual dignidad de las personas se sitúa y reconoce no sólo como un "principio"
inspirador del ordenamiento jurídico chileno, sino como una norma jurídica, en cuanto que
despliegue de la fuerza normativa de la Constitución y, por ende, ha de ser aplicada como
tal en la solución de eventuales controversias sujetas a la decisión de los tribunales de
justicia.
Ese libre desarrollo de la personalidad tiene una de sus más tempranas manifestaciones
en la posición que se reconoce en el sistema jurídico al "interés superior del niño", ligado
estrechamente a su autonomía progresiva, al concebirse el interés superior del niño como
referido "a posibilitar la mayor suma de ventajas en todos los aspectos de su vida, en
perspectiva de su autonomía y orientado a asegurar el libre desarrollo de su
personalidad"20.
§ 4.6. La dignidad de las personas y el respecto a su vida privada, inviolabilidad del hogar
y de toda forma de comunicación privada. La dignidad de las personas se proyecta en su
vida privada y en la de su familia, y ahí estriba una de las razones de su protección
constitucional25. Por lo mismo la inviolabilidad del hogar y de las comunicaciones privadas,
no es más que una extensión lógica de la proyección de su dignidad personal 26.
Las obligaciones de los cónyuges entre sí han tenido también una lectura constitucional,
especialmente la de guardarse fe, concebida ahora de modo más amplio que la
tradicionalmente ligada a la prohibición del adulterio, y que está estrechamente ligada a la
comunidad de vida que instaura el matrimonio49.
§ 7. LA FILIACIÓN Y LAS RELACIONES ENTRE PADRES E HIJOS. Las relaciones entre padres e
hijos han sido especial objeto de la actividad definitoria de la jurisprudencia constitucional,
y a ella hay que estar particularmente atentos, como consecuencia de las profundas
variaciones derivadas de las reformas legales en sede de cuidado personal y de relación
directa y regular. La generalidad de las sentencias se entiende a la luz del principio del
interés superior del niño, que el mismo Tribunal Constitucional se ha esforzado por
delimitar62.
§ 8. LAS GUARDAS. La disciplina de las guardas, tan hirientemente desatendida por los
legisladores, ha comenzado, igualmente, a ser redefinida por la jurisprudencia
constitucional.
Desde unas concepciones y principios, las más de las veces, inspirados en ciertas ideas
de peligrosidad (locura, demencia), o de vicios (disipación), con una marcada connotación
patrimonial, comienza a abrirse paso una tendencia que las lee en clave de la dignidad de
las personas y de su igualdad, sin desatender a la influencia de la "enfermedad", y no de
los vicios o peligrosidad, en relación con ellas. Con todo, aún no se pone atajo a la
malintencionada utilización de las guardas para vulnerar, precisamente, la dignidad de las
personas mayores o enfermas, y para despojarlas de sus derechos, por la vía de la
declaración de interdicción.
La ciencia y la tecnología se nos imponen, pero también la crisis de una sociedad que,
aunque nunca fue del todo "moderna", sí que asumió algunos de los postulados del proyecto
de la modernidad.
En el primer caso se sitúan los avances en las técnicas de reproducción asistida, aunque
en Chile ellas aún no tienen un reflejo jurisprudencial, como tampoco tienen una disciplina
legal, pero sí que las pruebas periciales biológicas han dado lugar a unas nuevas maneras
de enfrentar el régimen de la filiación. Así, por ejemplo, si en 2004 la Corte Suprema negaba
la posibilidad de practicarlas a un cadáver84, seis años más tarde sí que las admitía la Corte
de Apelaciones de Temuco85.
Por otra parte, el masificado recurso a tecnologías de comunicación por la vía de la red
de internet, ha permitido que la jurisprudencia asuma que ellas pueden constituirse en
dispositivos apropiados para la realización de ciertos derechos. Así, por ejemplo, es ya
frecuente que, para garantizar la adecuada indemnidad del derecho-deber de relación
directa y regular, se consideren los sistemas que permiten mantener videoconferencias o
comunicación por voz o imagen, sobre todo en aquellos casos en que el padre a quien se
ha atribuido el cuidado personal reside con su hijo en el extranjero94.
Una de las sedes en que se aprecia esa influencia, es la relativa a la defensa de los
regímenes de cuidado personal y de relación directa y regular fijados por otros estados,
cuando uno de los padres traslada o retiene ilícitamente a alguno de sus hijos, en cuyo caso
cobra aplicación la Convención sobre aspectos civiles del secuestro internacional de niños.
Para estas cuestiones, que se presentan cada vez con mayor frecuencia, la Corte Suprema
se ha ocupado en precisar la finalidad y el ámbito de aplicación de la Convención 95, y ha
tratado singularmente de la operatividad de las causas que justifican las excepciones al
principio de restitución inmediata del menor, y que es el que inspira a la Convención 96. Se
aprecia una tendencia ya consolidada a entender que la aplicación de la Convención no
puede hacerse con prescindencia de los derechos reconocidos a los niños en el sistema de
los derechos humanos y, en particular, a la primacía de su interés superior 97.
Ligada a la cuestión anterior está, también, la de la autorización para la salida del menor
fuera del país. En cuanto a ella la Corte Suprema ha sentado que la facultad de autorizar o
negar la salida del país, es una prerrogativa que la ley confiere a los padres, en directa
vinculación con el derecho y deber de mantener una relación directa y regular con sus hijos,
y que no puede entenderse sino a la luz del interés superior del menor100.
§ 13. "EL OTRO": UNA SOCIEDAD PLURAL Y LOS PUEBLOS ORIGINARIOS. Esta rúbrica es,
deliberadamente, indicativa de una sociedad que fue construida desde el siglo XIX sólo por
un cierto sector de la población, en el contexto de una minoría rectora, que había asumido
algunas —sólo algunas— de las ideas de la modernidad.
Una de esas diferencias, ocultadas por la modernidad, es la que nos muestra que hay
pueblos originarios y que ello ha de tener una serie de consecuencias en un estado de
derecho. La asunción de esta realidad se ha reflejado en una jurisprudencia, que ha
advertido sobre la especialidad de las reglas tocantes al estado civil respecto de los pueblos
originarios frente a las del derecho común, como tempranamente recordaba la Corte de
Apelaciones de Valdivia a propósito de la posesión notoria del estado civil 101, reiteraba años
más tarde la Corte de Apelaciones de Temuco102, y ha asumido últimamente la Corte
Suprema103, pero sin olvidar que la misma Corte Suprema ha advertido que carece de
efecto erga omnes la filiación establecida por la vía voluntaria reconocida en el artículo 4º
de la Ley Nº 19.253104. También, en esta sede, es de singular interés una sentencia de la
Corte de Apelaciones de Temuco que estima, que la prohibición de acuerdos reparatorios
en los procesos por delitos constitutivos de violencia intrafamiliar, no se extiende a personas
que pertenecen a un pueblo originario que soluciona sus conflictos mediante acuerdos
reparatorios, en atención al Convenio Nº 169 de la OIT105.
§ 14. "EL OTRO": UNA SOCIEDAD PLURAL Y LA IDENTIDAD SEXUAL. Reflejo de la visibilidad de
otra serie de realidades, de las que el derecho de las personas y de familia en Chile había
prescindido, comienzan a revelar su importancia una serie de sentencias para sedes
dogmáticas y prácticas, que parecían carecer de ella.
Este mismo tribunal ha mostrado una vacilante tendencia, que debería ser indudable, a
reconocer el derecho a contraer matrimonio (ius conubii) a los extranjeros que no residen
legalmente en el país. Ha declarado, así, en varias sentencias que el ius conubii, en cuanto
que libertad fundamental de las personas, no puede verse afectado por una exigencia
reglamentaria y, en consecuencia, no se ajusta a derecho que el Registro Civil exija a un
extranjero acreditar su residencia legal en el país para la celebración de su matrimonio 112.
En igual dirección, ha declarado que la cédula para extranjeros no es el único documento
que permite acreditar la identidad de una persona, para efectos de celebrar un matrimonio
y, por ende, ha de admitirse el pasaporte113.
§ 16. UNA CONCLUSIÓN. Esta nueva edición del Código de la familia, que ve la luz este
año 2020, está concebida al amparo de una preocupación que pretende ir más allá de la
simple finalidad de proveer un completo cuerpo normativo de la familia en Chile.
La jurisprudencia, en fin, como clave que ilustra el entendimiento de las reglas, pero que
también las crea, ha sido objeto de una inicial reflexión dogmática, que se refleja, en
principio, en los enunciados que la organizan y explican, porque desde el origen se
abandonó cualquier tentación de caer en un mero trabajo de acumulación de sentencias,
de resúmenes de ellas, o de recopilación cronológica. Pero también, esas sentencias son
comentadas en su contexto, es decir, se las examina a la luz del propio desarrollo
jurisprudencial, de los nuevos contextos jurídicos y sociales y, en muchos casos, se la
comenta con algún detalle.
El Código de la familia puede, así, alzarse como un texto que admite una pluralidad de
lecturas y una variedad de intensidades en ella, sin olvidar tampoco su decidido propósito
de auxiliar de la mejor manera a la práctica profesional.
2. Convención Americana sobre Derechos Humanos: “Pacto de San José de Costa Rica”
5. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, adoptada por la Asamblea
General de la ONU el 13 de diciembre de 2006
C. Código Civil
a) Título preliminar
Efectos de la ley
D. Ley Nº 19.253 Establece normas sobre Protección, Fomento y Desarrollo de los Indígenas, y
crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena
H. Ley Nº 17.344 Autoriza el cambio de nombres y apellidos en los casos que indica. Modifica Ley
Nº 4.808, sobre Registro Civil
J. Auto acordado que reglamenta la aplicación del recurso de reclamación en contra del decreto
que dispone la pérdida de la nacionalidad
B. Código Civil
De los esponsales
Del matrimonio
b) Libro III. De la sucesión por causa de muerte y las donaciones entre vivos
De la partición de bienes
E. Decreto Ley Nº 824 Aprueba texto que indica de la Ley sobre Impuesto a la Renta
B. Código Civil
a) TÍtulo preliminar
De la filiación
De la patria potestad
I. DE LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL DERECHO DE
LAS PERSONAS Y DE LA FAMILIA
CAPÍTULO I
BASES DE LA INSTITUCIONALIDAD
El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y
estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines
específicos.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 10, 19 números 1, 2, 4 y 5. Código Civil:
artículos 54, 55 y 57. Código Tributario: artículo 8º número 7º. Ley Nº 18.838, crea el Consejo Nacional de Televisión,
D.O. 30.09.1989: artículo 1º inciso 4º. Ley Nº 19.023, crea el Servicio Nacional de la Mujer, D.O. 3.01.1993: artículo 2º
inciso 2º letra c). Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º y 3º. Ley Nº 20.066, de Violencia
Intrafamiliar, D.O. 7.10.2005: artículo 2º. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe
la clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículo 4º. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de oportunidades e
inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículos 1º, 4º, 6º. Ley Nº 20.430, establece disposiciones
sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículos 3º, 8º, 9º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23.1. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores,
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 10, 11.1 y 12. Decreto Nº 873,
Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º número 1º, 17. Decreto
Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 2º, 5º, 8º, 9º, 10.
Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad adoptada por
la Asamblea General de la ONU el 13 de diciembre de 2006, D.O. 17.09.2008: artículos 1º, 2º, 3º, 4º, 5º.
II. LA NOCIÓN CONSTITUCIONAL DE "PERSONA". El Excmo. Tribunal Constitucional, con ocasión del examen de
constitucionalidad del proyecto de ley que regula la despenalización de la interrupción voluntaria del
embarazo en tres causales, ha tratado en su sentencia de 28 de agosto de 2017 de la cuestión tocante a
la noción constitucional de "persona". Lo ha hecho en un contexto en el cual se trataba, en definitiva, de
decidir si el nasciturus, a la luz del texto constitucional, es persona o no lo es. Su decisión, en voto de
mayoría, fue que: "La Constitución no le otorga al que está por nacer la categoría de persona. Ello no
obsta a que sea un bien jurídico de la mayor relevancia" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 40º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Esta concepción la reafirmó
en otro considerando: "Que el que está por nacer es un bien jurídico, de mucha importancia para la
Constitución. Por eso se refiere a él y le encarga al legislador su resguardo. El que está por nacer no
necesita del estatuto de persona y distorsionar todo el resto del sistema constitucional y legal, para recibir
protección. La Constitución lo relevó de aquello. No hay ninguna entidad que en nuestro sistema jurídico
tenga esta posibilidad" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 78º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 5. Las personas como únicas
entidades capaces de tener derecho. El Excmo. Tribunal Constitucional ha entendido que la determinación
de la categoría de persona importa, porque uno de sus principales efectos, es el que de tal categoría
depende la posibilidad de tener "derecho" [sic] (utiliza, como se verá, el singular y no el plural): "[U]no de
los efectos más importantes de atribuir a alguien su condición de persona para efectos constitucionales,
es que sólo éstas tienen derecho. Así lo dice la Constitución. Los derechos se aseguran "a todas las
personas" (encabezado artículo 19). Lo mismo indica el artículo 1º, inciso primero de la Constitución: "las
personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos". También varios numerales del artículo 19
emplean la voz "persona" para resaltar el titular del derecho que establece y regula" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 66º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-
17-CPT). Fuera de la persona no hay derechos. Si en contra de esta opinión alguien pretendiera el
"reconocimiento" de "derechos" a los animales, se alzaría esta lectura del texto constitucional, que exigiría
reconocer previamente el carácter de personas a los animales. 6. La noción constitucional de persona
y la noción de persona en el Código Civil. La lectura de la sentencia de 28 de agosto de 2017 del
Excmo. Tribunal Constitucional, parece sugerir que la mayoría asume que existe una noción de persona en
el Código Civil y otra noción en la Constitución: "IX. EL CONCEPTO DE PERSONA EN LA CONSTITUCIÓN [...] Que
lo primero que cabe señalar es que el Código Civil señala que la existencia legal de toda persona principia
al nacer [...] Tenemos que analizar cuál es la visión que tiene la Constitución en la materia" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 63º y 64º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729
(3751)-17-CPT). Es ésta una "sugerencia" de gran interés, pero muchísimo más seria de lo que en la
sentencia se refleja. La noción de personas en el Código Civil es una categoría que ha de entenderse en
su contexto. Aunque el Código Civil de Bello ocupó una posición constitucional en el ordenamiento jurídico
chileno durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, no se concibió, ni pudo serlo, en el contexto de
una cultura constitucional construida sobre el pilar de los "derechos de las personas", que es propia del
Occidente civilizado sobre todo después de la segunda gran guerra. Persona en el lenguaje del Código
Civil se entiende, ante todo, por su oposición a res (cosa-objeto), como único centro de titularidad de
derechos, con una clara influencia de la doctrina de Savigny sobre la "relación de derecho" (remito a mi El
Código Civil. Su jurisprudencia e Historia, 2016, I, pp. 225-234). Esa concepción y su contexto tenían un
campo operativo propio, históricamente anterior al de la construcción constitucional de la categoría de
persona fundada en su "dignidad", porque esta última se ha articulado en Occidente con posterioridad a
la época del Código. Hay, pues, culturalmente concepciones diversas entre el contexto del Código Civil y
el de la Constitución. Aquí el interés de la sugerencia del Tribunal Constitucional, aquí también la
decepción, porque perdió la ocasión de razonar sobre ello, y de referirse al papel que desempeña el texto
constitucional y su interpretación en la lectura de nuestro Código Civil. No se trata de una cuestión de
legalidad, sino de la posición de la Constitución en el actual estado del sistema de fuentes del sistema
jurídico chileno o, en otras palabras, de cómo se entiende la supremacía de la Constitución, porque en
muchas ocasiones, incluso en más de algún razonamiento de esta sentencia de 28 de agosto de 2017,
se mantiene la posición "constitucional" del Código Civil. 7. De la categoría de persona ligada al
nacimiento. Con ocasión del examen del citado proyecto de ley relativo a la despenalización de la
interrupción voluntaria del embarazo el Excmo. Tribunal Constitucional ha sentado en 2017 una doctrina
nueva en relación con la que los tribunales ordinarios de justicia habían mantenido hasta ahora, y que
descansaba en la lectura de las reglas del Código Civil, de las que se deducía la centralidad de la distinción
entre "existencia natural" de las personas y "existencia legal" de ellas. Sobre tal base, además de otros
fundamentos, la Excma. Corte Suprema había declarado que el nacimiento no era condición precisa para la
existencia natural de las personas, de guisa que no le cabía duda en cuanto a que el nasciturus quedaba
comprendido dentro de tal categoría. Así, por ejemplo, había explicado: "En efecto, de acuerdo con el
artículo 55 del Código, son personas todos los individuos de la especie humana debiendo entenderse por
individuo, conforme con su acepción natural y obvia, cada ser organizado sea animal o vegetal respecto
de la especie a que pertenece. De este punto de vista dado que la criatura concebida y no nacida
constituye un ser único e independiente, cuya entidad no se confunde con la de sus progenitores, cabe
por tanto entender que queda plenamente comprendido dentro del concepto que de la persona tiene
nuestro legislador civil. Por lo demás, según el propio tenor literal del art. 74, el nacimiento determina la
existencia legal de la persona, lo cual se explica en razón de la clase de derechos de que se ocupa nuestro
Código Civil, pero no implica que antes de él aquélla no exista para otros efectos tanto o más importantes.
Ello lo corrobora el artículo 80, el cual sí se refiere a la existencia natural de la persona al disponer que
aquélla termina con la muerte, evidenciando que ésta es diversa de su existencia legal. Asimismo, nos
parece qué exigir el nacimiento como supuesto necesario para adquirir la condición de persona no implica
que antes de su verificación no estemos ya frente a un sujeto humano y, por ende, titular de garantías tan
esenciales como el derecho a la vida. No considerarlo así implicaría que el status de persona dependería,
en definitiva, de la definición que de tal concepto tuviere el legislador o el propio constituyente y que si
hoy se asocia por algunos al hecho del parto, el día de mañana podría estar vinculado con la viabilidad
del recién nacido o cualquier otro criterio que se estableciere cumpliendo con los requisitos formales para
la dictación de la norma" (C. Suprema, 16 de abril de 2009, cons. 13º, LegalPublishing: CL/JUR/7939/2009,
Rol Nº 1882-2008). El Excmo. Tribunal Constitucional, en cambio, se ha desentendido de la distinción entre
"existencia natural" y "existencia legal" de las personas, y ha entendido que en el sistema jurídico chileno
la categoría de "persona" está condicionada por el "nacimiento", de guisa que bien podría decirse que sin
nacimiento no hay personas y, por ende, el nasciturus queda excluido de esa categoría. Esta opinión la
funda, tanto en su lectura de las reglas del Código Civil, como en la de las de la misma Constitución. En
relación con el Código Civil ha estimado que hay en él una clara distinción entre las "personas", que son
las que han nacido, y quienes aún no nacen, pero que pueden nacer (nasciturus): "Que lo primero que
cabe señalar es que el Código Civil señala que la existencia legal de toda persona principia al nacer
(artículo 74). Y termina con la muerte natural (artículo 78). El nacimiento, agrega, se produce al separarse
completamente de la madre (artículo 74). Asimismo, el Código define como persona a "todos los
individuos de la especie humana" (artículo 55). Finalmente, como la existencia legal principia al nacer, ello
en el Código Civil produce dos efectos. Por una parte, los derechos entregados al que está por nacer,
quedan diferidos hasta que nazca. Si nace entra en su goce (artículo 77). Por la otra, si no nace, se
reputa que no ha existido jamás (artículo 74). Ello ocurre tanto si muere en el vientre materno como si
perece antes de estar completamente separado de su madre o si no sobrevive a la separación un
momento siquiera (artículo 74). Como se observa, a los nacidos el Código les denomina personas. Y a
los que están por nacer, criatura. Y nunca a las personas los considera como si no hubiesen existido.
Sexagésimocuarto. Que como se observa, el Código Civil pone énfasis en el nacimiento para hacer una
separación" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 63º y 64º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Para el Excmo. Tribunal Constitucional,
ese mismo papel central lo desempeña el nacimiento en la Constitución: "Que la Constitución también
construye su concepto de persona a partir del nacimiento" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 68º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Esta afirmación la
fundamenta en tres razones: 1ª) El texto del inciso 1º del artículo 1º de la Constitución: como primer
fundamento para justificar que la categoría de persona se vincula en la Constitución necesariamente al
nacimiento ha señalado: "En primer lugar, porque así lo establece el artículo 1º inciso primero de la
Constitución. Éste establece que 'las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos'" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 68º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-
17-CPT); 2ª) El texto del artículo 19 número 1º de la Constitución: de este segundo fundamento ha
dicho: "Que un segundo argumento para sostener que el que está por nacer no es persona, la da el propio
artículo 19 Nº 1 de la Constitución. Éste parte por señalar que la Constitución asegura a todas 'las
personas'. Es a éstas a quienes les reconoce derechos. Luego, el inciso primero del artículo 19 Nº 1,
garantiza el derecho a la vida y a la integridad física y síquica a 'la persona'. Sin embargo, el inciso
segundo ya no emplea la expresión 'persona'. Habla 'del que está por nacer'. Tal como se dijo en estrados
por el abogado del Ejecutivo, si la Constitución hubiera querido asimilar el que está por nacer a persona,
no habría empleado la proposición 'del', sino que 'de la' que está por nacer" (Tribunal Constitucional, 28
de agosto de 2017, cons. 76º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT); 3ª) El
texto de otros números del artículo 19 de la Constitución: explicado este fundamento del modo siguiente:
"Que un tercer argumento, es que el resto de los numerales del artículo 19, razonan sobre la base de que
la persona está nacida o tiene una edad determinada. Por lo mismo, no es un mero error de redacción.
Por ejemplo, el no nacido no puede ser imputado de delito. Por eso el artículo 19 Nº 3 inciso cuarto, habla
de "toda persona imputada de delito". Asimismo, las personas tienen derecho a la honra y respeto y
protección a la vida privada (artículo 19 Nº 4). Del mismo modo, el artículo 7º reconoce el derecho de toda
persona de residir y permanecer en cualquier lugar de la República y de trasladarse a uno o a otro y a
entrar o salir de su territorio. Eso no puede realizar el no nacido. También, no puede ejercer el derecho a
elegir un sistema de salud (artículo 19 Nº 9), ni el derecho a la educación (artículo 19 Nº 10), ni a la libre
contratación en materia laboral (artículo 19 Nº 16), etc." (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 77º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 8. Del nacimiento,
entendido como hecho biológico al que se vincula la categoría de persona. El Excmo. Tribunal
Constitucional ha declarado que la voz "nacen" a que se refiere el texto constitucional en el inciso 1º de
su artículo 1º, ha de entenderse como referido al nacimiento, en cuanto que "hecho biológico", sin perjuicio
de que sea posible darle otras interpretaciones, también coherentes con el texto constitucional. 8.1. La
voz "nacen" entendida como contraria a "heredar". Ha admitido la jurisprudencia constitucional este
entendimiento para la palabra "nacen", pero no como único, sino como compatible con el nacimiento, en
cuanto que hecho biológico: "Que la Constitución también construye su concepto de persona a partir del
nacimiento [...] En la controversia desatada a raíz del presente requerimiento, se han dado una serie de
argumentos para rechazar lo anterior. El primero es que la expresión 'nace' que utiliza el señalado
artículo tiene un sentido distinto al hecho biológico del nacimiento. SEXAGÉSIMO NOVENO. Que,
efectivamente, esta expresión apunta a resaltar el hecho que esta condición no se hereda. Las personas
por ese solo hecho, y a partir de ahí, adquieren originaria y gratuitamente esa condición, sin que se
necesite más. Automáticamente, por el nacimiento, sin que se requiera acto, contrato, registro o
reconocimiento. También esta condición no se pierde. No es temporal, por un tiempo. Se tiene para
siempre. De ahí que no se suspenda ni se prive, ni se cancele, ni se pueda renunciar a ella. Pasa a ser
inherente. Además, esta condición la tienen todas las personas. No hay ser humano o grupo de éstos,
privilegiados que tengan esta condición, y otros no. La tienen los hombres y las mujeres, cualquiera sea
su orientación sexual o su identidad de género, los niños, los jóvenes, los adultos, los creyentes y no
creyentes, los casados y los solteros, los que pertenezcan o no a etnias originarias, los que tengan alguna
enfermedad o alguna discapacidad, los chilenos y los extranjeros. Al tenerla todos, es oponible también a
todos. SEPTUAGÉSIMO. Que, sin embargo, éste no es el único sentido que se pueda atribuir a esta
expresión. También, tiene el sentido de un hecho biológico" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de
2017, cons. 68º, 69º y 70º, LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 8.2. La voz
"nacen" entendida como referida al hecho biológico del nacimiento. Sobre esta lectura de la palabra
"nacen" ha declarado el Excmo. Tribunal Constitucional: "Que, sin embargo, éste no es el único sentido que
se pueda atribuir a esta expresión. También, tiene el sentido de un hecho biológico. Para la Constitución,
en efecto, el nacimiento no es un hecho jurídico menor. Desde luego, la Constitución la usa para definir la
nacionalidad, al distinguir entre los nacidos 'en el territorio de Chile' y los nacidos 'en territorio extranjero'
(artículo 10 Nºs. 1 y 2). Enseguida, la usa para establecer la ciudadanía. Conforme al artículo 13 de la
Constitución, para ser ciudadano, hay que ser chileno. Asimismo, la Constitución lo utiliza para establecer
el requisito de la edad. Éste lo establece la Constitución para dos efectos. De un lado, para la ciudadanía.
Se requiere 18 años de edad para ello (artículo 13). Del otro, para ocupar cargos públicos. Así, para ser
Presidente de la República se requiere tener 35 años (artículo 25); para ser diputado, 21 (artículo 48);
para ser senador, 35 (artículo 50); para ser Fiscal Nacional, 40 años (artículo 83); para ser contralor, se
requieren 40 años (artículo 98). Finalmente, la utiliza para establecer la condición de persona (artículo 1º
inciso primero)" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 70º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT).
III. LA IGUAL DIGNIDAD DE LAS PERSONAS. En la novena sesión de la Comisión de estudios para una
nueva Constitución, celebrada a 23 de octubre de 1973, por primera vez se mencionó a la "dignidad de
las personas" en la discusión constitucional. A partir de ahí, siempre se consintió en que ella constituía
una base indiscutible de la nueva institucionalidad que se planteaba establecer. Esa convicción se
concretó, finalmente, en el texto del inciso 2º de este artículo 1º de la Constitución Política de la República.
Con todo, no se registra ninguna discusión específica acerca de qué era lo que se entendía por ella, ni
tampoco sobre las consecuencias que se seguían de su reconocimiento. Sin embargo, de una serie de
referencias incidentales resulta que, en principio, se la concebía: a) como anterior al propio ordenamiento
jurídico, según se declaraba en el documento de "Metas u objetivos fundamentales para la nueva
Constitución de la República", en cuyo primer punto se declaraba que: "La estructura constitucional
descansará en la concepción humanista cristiana del hombre y de la sociedad, que es la que responde al
íntimo sentir e idiosincrasia de nuestro pueblo, y según la cual la dignidad del ser humano, su libertad y
derechos fundamentales son anteriores al ordenamiento jurídico, el que debe prestarles segura y eficaz
protección"; b) como un objeto respecto del cual el Estado debía desarrollar una especial protección;
c) como un cierto límite a la actuación del Estado; y d) como el principio y fundamento de los derechos
inherentes a las personas. En ese contexto, la jurisprudencia, sobre todo del Excmo. Tribunal Constitucional,
por una parte, ha dotado de un cierto contenido a la "dignidad de las personas" y, por otra, ha derivado
una serie de consecuencias de su reconocimiento y posición como base de la institucionalidad. 9. La
dignidad de las personas, ligada a la naturaleza humana trascendente, anterior y superior a la
sociedad y al Estado. El Excmo. Tribunal Constitucional ha precisado la íntima conexión que existe entre la
concepción de la persona humana y su dignidad, que la diferencia de toda otra realidad: "[L]a dignidad de
la persona dice relación con la naturaleza del ser humano, que la Constitución entiende como un ser
corpóreo espiritual con un sentido trascendente, que lo hace superior y anterior al Estado y a toda
sociedad, constituyéndose así en el principio rector de todo el ordenamiento jurídico. Dicha dignidad lo
diferencia de las demás realidades existentes" (Tribunal Constitucional, 14 de septiembre de 2017,
cons. 17º, Rol Nº 3364-17-INA). 10. La dignidad de las personas y sus derechos como fundamento
del orden político y social de la nación. El Excmo. Tribunal Constitucional ha destacado en el último tiempo
que se reconoce: "[L]a exigencia de que la dignidad de la persona humana y los derechos que le son
inherentes constituyan el fundamento del orden político y social de la nación" (Tribunal Constitucional, 29
de mayo de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4384-18-INA). Esta declaración se ha reproducido literalmente en
sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4490-18-INA;
Tribunal Constitucional, 2 de octubre de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4610-17-INA). 11. La dignidad de la
persona humana como principio y como norma. En el último tiempo el Excmo. Tribunal Constitucional ha
precisado que: "La dignidad de las personas se irradia en las disposiciones de la Constitución en una
doble dimensión: como principio y como norma positiva" (Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010,
cons. 31º, Rol Nº 1348-2009). Esta interpretación se ha reiterado en sentencia posterior (Tribunal
Constitucional, 6 de agosto de 2010, cons. 88º, Rol Nº 1710-10 INC). Esta opinión no significa más que
reconocer la fuerza normativa de la Constitución, en este caso concreto, en cuanto que la igual dignidad
de las personas no es sólo un "principio" inspirador del ordenamiento jurídico chileno, sino que una norma
jurídica que, por ende, ha de ser aplicada como tal en la solución de eventuales controversias sujetas a
la decisión de los tribunales de justicia. 12. La universalidad de la igual dignidad de las personas. La
igual dignidad reconocida por la Constitución lo es respecto de todo ser humano y por el solo hecho de
serlo: "[E]l sistema institucional vigente en Chile se articula en torno de la dignidad que singulariza a todo
sujeto de la especie humana, siendo menester poner de relieve que si la Carta Política asegura a todas
las personas los derechos fundamentales, lo hace en el entendido de que preexisten a ella" (Tribunal
Constitucional, 8 de septiembre de 2009, cons. 18º, Rol Nº 1287-08), considerando que ha sido reiterado
en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 6 de agosto de 2010, cons. 87º, Rol Nº 1710-
10 INC). 13. La dignidad de la persona humana implica, necesariamente, un trato de respeto sin
distinción alguna. La jurisprudencia constitucional ha identificado como consecuencia esencial de la
dignidad de las personas una obligación de universal de respeto: "[C]abe recordar, primeramente, por ser
base del sistema institucional imperante en Chile, el artículo 1º inciso primero de la Constitución, el cual
dispone que 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos'. Pues bien, la dignidad a la cual
se alude en aquel principio capital de nuestro Código Supremo es la cualidad del ser humano que lo hace
acreedor siempre a un trato de respeto" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 17º, Rol
Nº 389). Y, como consecuencia de la universalidad de la igual dignidad de las personas, ese respeto que
les es inherente no admite diferenciación basada en ningún carácter o condición: "Que, en su inciso
primero, dicho precepto dispone: 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos' realzando
así, como principio fundamental de nuestro orden constitucional, la dignidad del ser humano, la cual
implica que éste ha ser respetado en sí mismo por el solo hecho de serlo, con total independencia de sus
atributos o capacidades personales" (Tribunal Constitucional, 25 de enero de 2005, cons. 24º, Rol Nº 433-
005). En la misma línea se ha reconocido que: "El artículo 1º de la Ley Suprema afirma que 'las personas
nacen libres e iguales en dignidad y derechos', de lo que se sigue que el ser humano, independientemente
de su edad, sexo o condición particular, es acreedor siempre a un trato de respeto" (Tribunal
Constitucional, 18 de abril de 2008, cons. 46º, Rol Nº 740-07). 14. La dignidad de la persona humana
como fundamento de sus derechos. La jurisprudencia constitucional, en un primer momento, destacó
en un lenguaje tradicional que la dignidad de las personas era la "fuente" de sus derechos esenciales y
de sus correspondientes garantías: "[L]a dignidad a la cual se alude en aquel principio capital de nuestro
Código Supremo es la cualidad del ser humano que lo hace acreedor siempre a un trato de respeto,
porque ella es la fuente de los derechos esenciales y de las garantías destinadas a obtener que sean
resguardados" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 17º, Rol Nº 389). Este considerando
fue recordado en sentencias posteriores: "[E]ste Tribunal declaró que la dignidad a la cual se alude en el
inciso primero del artículo 1º de la Constitución Política, que señala que 'las personas nacen libres e
iguales en dignidad y derechos', es la fuente de los derechos esenciales y de las garantías destinadas a
obtener que sean resguardados" (Tribunal Constitucional, 1 de agosto de 2006, cons. 18º, Rol Nº 521).
En una línea similar se declaraba poco tiempo después que: "El artículo 1º, inciso primero, de la
Constitución, proclama que: 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos', principio matriz
del sistema institucional vigente del cual se infiere, con claridad inequívoca, que todo ser humano, sin
distinción ni exclusión, está dotado de esa cualidad, fuente de los derechos fundamentales que se
aseguran en su artículo 19" (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2008, cons. 22º, Rol Nº 976-07),
considerando este que se ha reiterado en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 8 de septiembre
de 2009, cons. 16º, Rol Nº 1287-08; Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010, cons. 27º, Rol Nº 1348-
2009). En un segundo momento situó este carácter de la dignidad de las personas en la perspectiva de la
"fundamentación" de los derechos. Así, genéricamente se declaraba que ella era el "fundamento" de los
derechos inherentes a las personas: "Que, esta cualidad, propia de toda persona, constituye así el
fundamento de todos los derechos que le son inherentes y de las garantías necesarias para resguardarlos"
(Tribunal Constitucional, 25 de enero de 2005, cons. 25º, Rol Nº 433-005). Con mayor claridad en el último
tiempo la jurisprudencia constitucional ha reconocido que es en la dignidad de la persona humana donde
se sitúa la raíz y fundamento de los derechos que le son inherentes y que han sido reconocidos por la
Constitución, pues "la dignidad de la persona corresponde a lo que la doctrina denomina 'fundamentación
de los derechos'" (Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010, cons. 29º, Rol Nº 1348-2009). De ahí que
se haya explicado que es en la dignidad de las personas donde se encuentra la raíz de sus derechos
públicos subjetivos: "De la dignidad que singulariza a toda persona humana se deriva un cúmulo de
atributos, con los que nace y que conserva durante toda su vida. Entre tales atributos se hallan los
derechos públicos subjetivos o facultades que el ordenamiento jurídico le asegura con carácter de
inalienables, imprescriptibles e inviolables en todo momento, lugar y circunstancia. De esos atributos se
nombran aquí, por su vínculo directo con la causa a ser decidida, el derecho a la vida, a la integridad física
y psíquica y a la protección de la salud cuyo ejercicio legítimo la Constitución exige respetar siempre
incluyendo la esencia inafectable de lo garantizado en ellos" (Tribunal Constitucional, 26 de junio de 2008,
cons. 23, Rol Nº 976-07). Este considerando se ha asumido en fallos posteriores (Tribunal Constitucional,
8 de septiembre de 2009, cons. 17º, Rol Nº 1287-08; Tribunal Constitucional, 27 de abril de 2010,
cons. 28º, Rol Nº 1348-2009). En igual línea se ha destacado que es de esa misma dignidad de las
personas de la que nacen sus derechos personalísimos: "[L]os derechos personalísimos o del patrimonio
moral de cada individuo, los cuales emanan de la dignidad personal, como se ha dicho, y son, por su
cualidad de íntimos de cada sujeto, los más cercanos o próximos a esta característica, única y distintiva,
del ser humano. Por tal razón, ellos merecen reconocimiento y protección excepcionalmente categóricos
tanto por la ley, como por los actos de autoridad y las conductas de particulares o las estipulaciones
celebradas entre éstos" (Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 18º, Rol Nº 389). 15. La
dignidad de las personas como fundamento de la obligación de reparar el daño inferido por la
lesión de derechos fundamentales. No sólo se ha reconocido el papel de la dignidad de las personas
como fundamento de sus derechos inherentes y esenciales sino, también, uno de sus corolarios lógicos:
la obligación de reparar el daño que se le cause por la lesión de tales derechos. En este sentido el
Excmo. Tribunal Constitucional ha declarado: "Que, como es sabido, la responsabilidad civil como deber de
indemnizar el daño inferido a otro es también procedente tratándose de la lesión de un derecho
constitucional. Ello no es sino la aplicación de las bases fundamentales de nuestro ordenamiento
constitucional, configurada por ciertos principios y valores básicos, entre otros, el reconocimiento de la
dignidad intrínseca de la persona humana" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 16º, Rol
Nº 943-07-INA). 16. La dignidad de las personas se expresa singularmente en el "libre desarrollo de
la personalidad". La doctrina y la jurisprudencia constitucional en el último tiempo han asumido la noción
de "libre desarrollo de la personalidad", que es característica entre otros de los ordenamientos español y
colombiano, y que en las bases de la institucionalidad y en el lenguaje constitucional chileno se asemeja
a la "mayor realización espiritual [y material] posible", que todas las personas pueden perseguir. En este
contexto es la dignidad de las personas la que se proyecta en sus decisiones dirigidas a lograr la que
entienden como su mayor realización espiritual, con el solo límite del "pleno respeto a los derechos y
garantías que esta Constitución establece". Así se ha declarado por el Excmo. Tribunal Constitucional: "[Q]ue
el libre desarrollo de la personalidad constituye una expresión de la dignidad de toda persona, que se
encuentra afirmada enfáticamente en el inciso primero del artículo 1º de la Carta Fundamental. Sin
embargo, de lo anterior no puede colegirse que el libre desarrollo de la personalidad constituya
fundamento legítimo para atropellar los derechos de otros seres humanos igualmente dignos. Éste es,
precisamente, el basamento constitucional del derecho penal. Lo que éste trata de resguardar son bienes
jurídicos asociados a derechos de las personas que pueden verse atropellados por la libre expresión de
la personalidad de quien decide actuar en contra del estándar socialmente deseable para una convivencia
pacífica y civilizada. El reproche social se manifiesta, precisamente, en la imposición de una pena a quien
no ejerce su libertad en forma adecuada" (Tribunal Constitucional, 4 de enero de 2011, cons. 51º, Rol
Nº 1683-2010-INA). En esta misma sentencia se recordó por el Excmo. Tribunal Constitucional: "Que esta
Magistratura ha señalado que: '[E]l respeto y protección de la dignidad y de los derechos a la privacidad
de la vida y de las comunicaciones, son base esencial del desarrollo libre de la personalidad de cada
sujeto, así como de su manifestación en la comunidad a través de los grupos intermedios autónomos con
que se estructura la sociedad' (considerando 21º, Rol Nº 389)" (Tribunal Constitucional, 4 de enero de
2011, cons. 36º, Rol Nº 1683-2010-INA). 17. La dignidad de las personas comprende el derecho a la
identidad. La jurisprudencia constitucional, en un primer momento, de manera genérica estableció la
vinculación entre el derecho a la identidad y la dignidad de la persona humana, sin perjuicio de que no
estuviera reconocido expresamente en la Constitución. Así, en 2008 el Excmo. Tribunal Constitucional se
refería incidentalmente a: "[U]n derecho ligado estrechamente al valor de la dignidad humana, cual es el
derecho a la identidad personal. Sobre el particular, ha de tenerse presente que aun cuando la
Constitución chilena no lo reconozca expresamente en su texto, ello no puede constituir un obstáculo para
que el juez constitucional le brinde adecuada protección. Lo anterior, precisamente, por su estrecha
vinculación con la dignidad humana y porque tampoco puede desconocerse que él sí se encuentra
protegido expresamente en diversos tratados internacionales ratificados por Chile y vigentes en nuestro
país, como la Convención sobre los Derechos del Niño (artículo 7º), el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (artículo 24.2) y la Convención Americana de Derechos Humanos (artículo 18)"
(Tribunal Constitucional, 13 de mayo de 2008, cons. 22º, Rol Nº 834-07). En esa misma sentencia
agregaba: "El derecho a la identidad personal comprende —en un sentido amplio— la posibilidad de que
todo ser humano sea uno mismo y no otro y, en un sentido restringido, el derecho de la persona a ser
inscrita inmediatamente después de su nacimiento, a tener un nombre desde que nace y, en la medida
de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos. Desde este punto de vista existe una
estrecha vinculación entre el derecho a la identidad personal y la dignidad humana —piedra angular de
todo el edificio de los derechos fundamentales— pues ésta sólo se afirma cuando la persona goza de la
seguridad de conocer su origen y, sobre esa base, puede aspirar a ser reconocida como tal dentro de la
sociedad" (Tribunal Constitucional, 13 de mayo de 2008, cons. 15º, Rol Nº 834-07). En la misma línea, y
con mayor claridad, ha sostenido en el último tiempo: "Que, forma parte de la dignidad de la persona
humana el derecho a la identidad que, aunque la Constitución no la consagra como derecho, se debe
tener incorporada al concepto de dignidad personal. Por eso, es que todo ser humano desde que nace
tiene derecho al nombre patronímico que, en lo posible responda a su origen biológico, para que todo niño
sepa la familia a la que pertenece y conocer la historia de sus antepasados" (Tribunal Constitucional, 14
de septiembre de 2017, cons. 18º, Rol Nº 3364-17-INA). Esta vinculación establecida por la jurisprudencia
constitucional la ha asumido la Excma. Corte Suprema. "[E]l Tribunal Constitucional, al relacionar el derecho
a la identidad con la dignidad humana, noción esta última que considera como la "piedra angular de todo
el edificio de los derechos fundamentales", concluye que aunque nuestra Carta Fundamental carece de
una referencia o reconocimiento expreso de la identidad como prerrogativa humana básica, ello no
obstaculiza su protección constitucional, debido justamente a la estrecha vinculación entre ambos
conceptos, y, además, por la expresa protección con que cuenta en diversos tratados internacionales
vigentes, en nuestro país (sentencia de 13 de mayo de 2008, antecedentes Rol Nº 834-07) [...] como el
artículo 1 de la Constitución Política de la República establece que las personas nacen libres e iguales en
dignidad y derechos, y el de identidad es uno personalísimo, inherente a toda persona, independiente de
su edad, sexo o condición social, por lo tanto, está íntimamente vinculado a la dignidad humana, la
inferencia lógica es que debe ser considerado entre aquellos derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana a que se refiere el inciso 2º del artículo 5 de la misma, que, conforme a su tenor, se
erigen como límite al ejercicio de la soberanía, imponiendo a los órganos del Estado respetarlos y
promoverlos" (C. Suprema, 19 de diciembre de 2017, cons. 2º y 3º, LegalPublishing: CL/JUR/8084/2017,
Rol Nº 38238-2016). En igual línea ha reiterado que: "[E]l Tribunal Constitucional chileno ha señalado
expresamente la vinculación existente entre el derecho a la identidad y la dignidad de las personas "el
criterio sostenido por esta Magistratura en el sentido de que el derecho a la identidad personal está
estrechamente ligado a la dignidad humana, en cuanto valor que, a partir de su consagración en el
artículo 1º, inciso primero, de la Ley Suprema, constituye la piedra angular de todos los derechos
fundamentales que la Ley Suprema consagra. Asimismo, que aun cuando la Constitución chilena no
reconozca, en su texto, el derecho a la identidad, ello no puede constituir un obstáculo para que el juez
constitucional le brinde adecuada protección, precisamente por su estrecha vinculación con la dignidad
humana y porque se encuentra protegido expresamente en diversos tratados internacionales ratificados
por Chile y vigentes en nuestro país. La estrecha vinculación entre el derecho a la identidad personal y la
dignidad humana es innegable, pues la dignidad sólo se afirma cuando la persona goza de la seguridad
de conocer su origen y, sobre esa base, puede aspirar al reconocimiento social que merece. Desde este
punto de vista, el derecho a la identidad personal goza de un status similar al del derecho a la nacionalidad
del que una persona no puede carecer. Las consideraciones que preceden justifican, precisamente, incluir
el derecho a la identidad personal entre aquellos derechos esenciales a la naturaleza humana a que alude
el artículo 5º, inciso segundo, de la Constitución, y que se erigen como límite de la soberanía, debiendo
los órganos del Estado respetarlos y promoverlos, ya sea que estén asegurados en la propia Carta
Fundamental o en tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes" (T.C. Rol
Nº 1611-10)" (C. Suprema, 29 de mayo de 2018, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/2501/2018, Rol
Nº 70584-2016). Del mismo modo ha reiterado que: "El Tribunal Constitucional, por su parte, ha
relacionado el derecho a la identidad con la dignidad humana, noción esta última que considera como la
"piedra angular de todo el edificio de los derechos fundamentales", concluyendo que no obstante que la
Carta Fundamental carece de una referencia o reconocimiento expreso de la identidad como prerrogativa
humana básica, ello no obstaculiza su protección constitucional, debido justamente a la estrecha
vinculación entre ambos conceptos. Del mismo modo, que goza de un estatuto similar al derecho a la
nacionalidad del que no puede carecer una persona y que se justifica incluir el derecho a la identidad
personal entre aquellos esenciales a la naturaleza humana a que alude al artículo 5, inciso segundo, de
la Carta Fundamental. (sentencias de 13 de mayo de 2008 y 29 de septiembre de 2009, dictadas en
antecedentes Roles Nºs. 834-07 y 1340-09, respectivamente). Con todo, se debe tener presente que el
artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce como elementos de la identidad a la
nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares, y en el artículo 8 impone a los Estados Partes el
compromiso de respetar el derecho del niño a preservar su identidad; que el artículo 19 de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre reconoce a toda persona el derecho a la nacionalidad,
y el artículo 16 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos a todo ser humano, en todas partes,
el derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica. Dicho contexto autoriza colegir que, si bien la
normativa interna no eleva a la categoría de fundamental el derecho a la identidad, en la medida que el
artículo 1º de la Constitución Política de la República establece que las personas nacen libres e iguales
en dignidad y derechos, y el de identidad es uno personalísimo, inherente a toda persona, independiente
de su edad, sexo o condición social, por lo tanto, está íntimamente vinculado a la dignidad humana, debe
ser considerado entre aquellos derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana a que se refiere
el inciso 2º del artículo 5 de la misma, que, conforme a su tenor, se erigen como límite al ejercicio de la
soberanía, imponiendo a los órganos del Estado respetarlos y promoverlos" (C. Suprema, 26 de agosto
de 2019, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/4913/2019, Rol Nº 18707-2018). La Excma. Corte Suprema ha
acudido a estos mismos razonamientos para explicar que ese derecho a la identidad, fundado en la
dignidad de las personas, se extiende a la identidad de género: "[E]specíficamente, en identidad de
género, la Ley Nº 20.609 que establece medidas contra la discriminación, reconoce expresamente la
valoración y protección jurídica de la "identidad de género", prohibiendo discriminaciones sobre tal base,
de conformidad a su artículo 2º inciso primero, y en su artículo 17, que modifica en la línea expresada el
artículo 12 del Código Penal. El derecho a la identidad de género importa que toda persona tiene derecho
al libre desarrollo de su personalidad conforme a éste, con independencia de cuál sea su sexo biológico,
genético, anatómico, morfológico, hormonal, de asignación u otro. Así, este derecho incluye el de ser
identificado de forma que se reconozca plenamente la identidad de género propia y la consonancia entre
esta identidad y el nombre y sexo señalado en los documentos identificatorios de la persona, sean las
actas del Registro de Estado Civil, los documentos de identidad, electorales, de viaje u otros. Undécimo:
Que es en estas situaciones, donde los principios constitucionales y legales entran en juego en un Estado
de Derecho, en cumplimiento del mandato del inciso cuarto del artículo 1º de la Constitución, de
encontrarse el Estado al servicio de la persona humana, contribuyendo a crear las condiciones sociales
para el mayor desarrollo personal de tipo material y espiritual posible. En este tipo de situaciones
especiales es donde habrá de primar la faz de la identidad de género, precisamente como eje esencial en
el autorreconocimiento como persona singular y frente a la sociedad. En definitiva, si actualmente la ley
permite el cambio de nombre y, a la vez, prescribe que el nombre debe ajustarse al sexo, entonces se
concluye que todo cambio de nombre debe respetar la realidad que le sirve de parámetro y, si tal realidad
se encuentra consignada equivocadamente, debe ser corregido el instrumento respectivo, junto a la
modificación del nombre. Por lo expuesto es que, sin perjuicio de no existir norma legal expresa que
faculte el cambio de sexo registral, como sí ocurre respecto del cambio de nombre, no proceder de la
forma señalada importaría, como la jurisprudencia ha reiterado, una afectación de las obligaciones
contenidas en los tratados internacionales y de los principios constitucionales y legales antes señalados
en perjuicio de la solicitante" (C. Suprema, 29 de mayo de 2018, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/2501/2018, Rol Nº 70584-2016). 18. La dignidad de las personas ligada al
respeto de la vida privada de las personas. Como corolario de hallarse en la dignidad de las personas
el fundamento de sus derechos, se ha declarado que: "[L]a Carta Fundamental asegura a todas las
personas, sin distinción ni exclusión alguna, en su artículo 19 Nº 4 inciso primero, 'El respeto y protección
a la vida privada y pública y a la honra de la persona y de su familia'. En tal sentido considera esta
Magistratura necesario realzar la relación sustancial, clara y directa, que existe entre la dignidad de la
persona, por una parte, y su proyección inmediata en la vida privada de ella y de su familia, por otra,
circunstancia que vuelve indispensable cautelar, mediante el respeto y la protección debidas, ese ámbito
reservado de la vida, en el cual no es lícito penetrar sin el consentimiento del afectado, de un lado, o por
decisión de la autoridad fundada en la ley que hubiere sido dictada con sujeción a la Constitución, de otro"
(Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 18º, Rol Nº 389). Este considerando ha sido
recordado en sentencias posteriores: "[E]ste Tribunal realzó, en esa misma sentencia, la relación
sustancial, clara y directa, que existe entre la dignidad de la persona, por una parte, y su proyección
inmediata en la vida privada de ella y de su familia, aseguradas en el artículo 19 Nº 4 de la Carta
Fundamental, como en lo que respecta a la inviolabilidad de las comunicaciones, garantizada en el Nº 5
de esa misma norma, por la otra" (Tribunal Constitucional, 1 de agosto de 2006, cons. 19º, Rol
Nº 521). 19. La dignidad de las personas y el derecho a la honra. La jurisprudencia constitucional ha
vinculado directamente el derecho a la honra con la dignidad de las personas, y de su conexión ha extraído
varias conclusiones de interés. 19.1. El derecho a la honra es una emanación directa de la dignidad
de las personas. En este sentido se ha pronunciado de manera reiterada y constante el Excmo. Tribunal
Constitucional. En sentencia de 2008 ha afirmado que: "Como se aprecia del contexto del debate habido
en la Comisión de Estudio, el derecho a la honra, cuyo respeto y protección la Constitución asegura a
todas las personas, alude a la 'reputación', al 'prestigio' o el 'buen nombre' de todas las personas, como
ordinariamente se entienden estos términos, más que al sentimiento íntimo del propio valer o a la dignidad
especial o gloria alcanzada por algunos. Por su naturaleza es, así, un derecho que emana directamente
de la dignidad con que nace la persona humana" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 25º,
Rol Nº 943-07-INA). Este razonamiento se ha reiterado en sentencias posteriores del mismo tribunal
(Tribunal Constitucional, 16 de abril de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1185-08-INA; Tribunal Constitucional, 22 de
octubre de 2019, cons. 7º, Rol Nº 7004-19-INA). En igual orientación, la citada sentencia de 2008 insistió
en que el derecho a la honra había de verse como una expresión de la dignidad humana, ligada, también,
a su derecho a la integridad psíquica: "[Q]ue el respeto y protección del derecho a la honra, que asegura
la Constitución, es sinónimo de derecho al respeto y protección del 'buen nombre' de una persona,
derecho de carácter personalísimo que es expresión de la dignidad humana consagrada en su artículo 1º,
que se vincula, también, con el derecho a la integridad psíquica de la persona, asegurado por el Nº 1 de
su artículo 19 [...]" (Tribunal Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 27º, Rol Nº 943-07-INA), ideas
reiteradas en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 16 de abril de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1185-
08-INA; Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol Nº 7004-19-INA). 19.2. El derecho a
la honra es un derecho personalísimo, esencial a la propia naturaleza humana, que no puede ser
negado o desconocido. En esta perspectiva se ha declarado que el derecho a la honra es: "[U]n derecho
personalísimo que forma parte del acervo moral o espiritual de todo hombre y mujer, que no puede ser
negado o desconocido por tratarse de un derecho esencial propio de la naturaleza humana" (Tribunal
Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 25º, Rol Nº 943-07-INA). Este considerando se ha recibido
literalmente en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol
Nº 7004-19-INA). 19.3. La dignidad de las personas, en las que se funda el derecho a la honra, lo
constituye en un derecho que, por sí mismo, carece de valor económico, pero ello no obsta a la
indemnización cuando ha sido lesionado. El derecho a la honra, en el sentido en el que se ha
desenvuelto en la jurisprudencia constitucional, se concibe como algo "inestimable", en la misma
orientación con la que en Occidente desde antiguo se ha considerado a la persona y su libertad
(inaestimabilis res). No es sólo que carezca, por sí mismo, de un contenido económico, sino que mucho
más que eso, se trata de algo "inestimable", pues la propia dignidad de las personas, es imposible de ser
estimada económicamente. El Excmo. Tribunal Constitucional se ha pronunciado en esta línea cuando ha
sostenido: "Que el derecho a la honra, por su esencia espiritual y moral como emanación de la dignidad
de la persona humana, carente de materialidad, no posee en sí mismo valor económico o patrimonial, por
lo que el resultado dañino de los atentados en su contra se traducirá, ordinariamente, en sufrimientos o
mortificaciones de igual carácter, esto es, en daño moral, aunque eventualmente, en ciertos casos, pueda
adquirir alguna significación económica susceptible de ser calificada de daño patrimonial" (Tribunal
Constitucional, 6 de junio de 2017, cons. 14º, Rol Nº 3194-16-INA; (Tribunal Constitucional, 22 de octubre
de 2019, cons. 15º, Rol Nº 7004-19-INA). Situado en la cuestión tocante a la indemnización por la lesión
al derecho a la honra, el mismo Tribunal se ha esforzado por justificarla, a pesar de su entidad inestimable.
Lo ha hecho con mayores matices en sentencias posteriores a la ya citada de 2008, si bien en todas ellas
se asumen las consideraciones básicas realizadas en ella: "[S]e concluyó que se trata de un derecho de
carácter personalísimo que es expresión de la dignidad humana consagrada en el artículo 1º de la
Constitución, que se vincula, también, con el derecho a la integridad psíquica de la persona asegurado
por el Nº 1º de su artículo 19, pues las consecuencias de su desconocimiento, atropello o violación, si bien
pueden significar, en ocasiones, una pérdida o menoscabo de carácter patrimonial más o menos concreto
(si se pone en duda o desconoce la honradez de un comerciante o de un banquero, por ejemplo), la
generalidad de las veces acarrea más que nada una mortificación de carácter psíquico, un dolor espiritual,
un menoscabo moral carente de significación económica mensurable objetivamente, que, en concepto del
que lo padece, no podría ser reemplazado o compensado con una suma de dinero, tratándose en
definitiva, de un bien espiritual, no obstante tener en ocasiones un valor económico" (Tribunal
Constitucional, 16 de abril de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1185-08-INA). Esta consideración se ha reproducido
literalmente en sentencias más recientes (Tribunal Constitucional, 22 de octubre de 2019, cons. 7º, Rol
Nº 7004-19-INA). 20. La dignidad de las personas ligada a la inviolabilidad del hogar y toda forma
de comunicación privada. Del mismo modo se ha declarado: "Que se asegura, asimismo y con idéntica
amplitud, en el numeral 5 de aquel artículo 19, 'La inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación
privada', puntualizándose que las comunicaciones y documentos privados pueden interceptarse, abrirse
o registrarse en los casos y formas determinados por la ley. Nuevamente, estima esta Magistratura
oportuno destacar el ligamen que existe entre la dignidad de la persona y el ejercicio de este derecho
esencial, pues la inviolabilidad de las comunicaciones privadas debe ser considerada una extensión,
lógica e inevitable, sobre todo en la vida moderna, del carácter personalísimo o reservado que tienen ellas
como base de la libertad individual y su proyección en los más diversos aspectos de la convivencia"
(Tribunal Constitucional, 28 de octubre de 2003, cons. 19º, Rol Nº 389). 21. Dignidad de las personas y
presunción de inocencia. Es este un corolario concreto de la ya citada concepción de la dignidad de las
personas como fundamento de sus derechos: "Que la prohibición de presumir de derecho la
responsabilidad penal constituye 'un principio que es concreción de la dignidad de la persona humana,
consagrada como valor supremo en el artículo 1º de la Constitución Política, y del derecho a la defensa
en el marco de un debido proceso, en los términos que reconoce y ampara el artículo 19 Nº 3 de la Ley
Fundamental', como esta Magistratura sentenció en fallo recaído sobre la causa Rol Nº 519-2006"
(Tribunal Constitucional, 18 de diciembre de 2007, cons. 21º, Rol Nº 787-07-INA). Este considerando ha
sido reiterado en sentencias posteriores (Tribunal Constitucional, 24 de enero de 2008, cons. 21, Rol
Nº 797-07-INA; Tribunal Constitucional, 6 de marzo de 2008, cons. 24, Rol Nº 829-07-INA). En la misma
línea se ha sostenido que en la dignidad de las personas descansa el principio de culpabilidad: "El principio
de dignidad humana (artículo 1º, inciso 1º, de la Constitución), que está en la base del principio de
culpabilidad" (Tribunal Constitucional, 21 de enero de 2020, cons. 10º, Rol Nº 7814-19-INA). 22. Dignidad
de las personas y principio de proporcionalidad de las penas. Se ha reconocido por la jurisprudencia
constitucional la estrecha relación que existe entre la dignidad de las personas y el principio de
proporcionalidad que informa el sistema penal: "[B]ajo un prisma de los principios informadores del
sistema de penas en nuestro ordenamiento jurídico, cuatro principios lo reglan: legalidad,
proporcionalidad, resocialización y humanización. Desde luego el de proporcionalidad, que se vincula con
la exigencia de que la dignidad de la persona humana y los derechos que le son inherentes constituyan
el fundamento del orden político y social de la nación, nos lleva a sostener que la pena que se imponga
deba ser la más idónea para cumplir con los fines de la prevención del delito" (Tribunal Constitucional, 2
de octubre de 2018, cons. 29º, Rol Nº 4610-17-INA). 23. Dignidad de las personas y correcto
funcionamiento de los servicios de televisión. Por la vía de la protección constitucional se ha
declarado: "Que el respeto por la "dignidad humana" forma parte del "correcto funcionamiento" de los
servicios de televisión sin que se precise de una definición normativa por el organismo fiscalizador ni por
la ley para que resulte exigible dicho respeto, pues la "dignidad humana" constituye un valor cuyos
contornos son fácil y claramente discernibles por diferentes cuerpos normativos, partiendo por la propia
Carta Fundamental, mediante el desarrollo de derechos fundamentales que garantiza y los instrumentos
internacionales atingentes, hasta diversos cuerpos legales entre los que cabe destacar la propia Ley
Nº 19.733" (C. Apelaciones de Santiago, 14 de julio de 2014, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/4475/2014, Rol Nº 1225-2014). 24. Dignidad de las personas y protección de
la identidad de los menores vinculados a la comisión de un delito. Como corolario de lo señalado en
el número anterior, la jurisprudencia ha destacado el papel que desempeña la dignidad de las personas,
en particular cuando se trata de menores, pues en ella se enraíza la protección que se les ha de dispensar.
Se ha declarado así: "Que la expresión dignidad relativa a la persona humana, es de tal importancia en
nuestro sistema jurídico que se haya en el primer artículo de la Constitución Política de la República que
dispone: "Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos", ubicándose además éste dentro
del Capítulo I que sintetiza las normas, valores y principios trascendentales sobre los que se asienta la
estructura jurídica del Estado de Chile, las que por su carácter de norma jurídica y relevancia, no es posible
negar su conocimiento ni su alcance. Cuarto: Que la dignidad no está definida por el constituyente ni por
el legislador chileno. Siguiendo al Profesor Humberto Nogueira Alcalá (Derechos Fundamentales y
Garantías Constitucionales, Tomo I, editorial Librotecnia, 2007, páginas 13 a 20) la dignidad de las
personas es "un rasgo distintivo de los seres humanos respecto de los demás seres vivos", siendo una
"calidad integrante e irrenunciable de la condición humana", la que "constituye a una persona como un fin
en sí misma, impidiendo que sea considerada un instrumento o medio para otro fin", dotándola de la
posibilidad del pleno desarrollo de la personalidad humana. Quinto: La dignidad humana implica el
necesario reconocimiento de que todos los seres humanos, en su calidad de tal, son iguales entre sí,
principio al que se integran todos los derechos fundamentales reconocidos constitucionalmente, por lo
que la "negación o el desconocimiento de uno, de algunos o de todos estos derechos significa la negación
y el desconocimiento de la dignidad humana en su ineludible e integral generalidad". (La Dignidad Humana
en los Instrumentos Internacionales sobre Derechos Humanos, Héctor Gros Espiell, Anuario de Derechos
Humanos. Nueva Época. Universidad Complutense, Madrid, Vol. 4. 2003, página 198). Sexto: Que en
consecuencia, por su importancia en nuestro ordenamiento jurídico, no es posible sostener que los
contornos jurídicos de la dignidad de la persona son vagos, toda vez que su respeto se encuentra en la
observancia de los Derechos Humanos. En este sentido, el artículo 33 de la Ley Nº 19.733 que prohíbe
la divulgación de la identidad de los menores de edad que se encuentran vinculados a un delito,
únicamente es un ejemplo de consagración legal de la forma como se debe actuar en general para
resguardar sus derechos a la vida privada, honra y reputación conforme a las disposiciones de la
Convención de los Derechos del Niño (Tratado Internacional ratificado por Chile y promulgada el 27 de
septiembre de 1990) y que los órganos administrativos del Estado están llamados a proteger"
(C. Apelaciones de Santiago, 5 de julio de 2013, cons. 3º a 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1473/2013, Rol
Nº 1352-2013).
IV. LA IGUALDAD JURÍDICA DE LAS PERSONAS. La jurisprudencia constitucional ha forjado una interpretación
de la igualdad jurídica de las personas, en estrecha relación con la cuestión relativa a la "no
discriminación". 25. Igualdad de las personas y no discriminación. Por lo que aquí importa ha de
tenerse en cuenta que esa doctrina se compendia, entre otros, en el siguiente considerando: "Que, como
ha señalado reiteradamente esta Magistratura, 'la garantía jurídica de la igualdad supone, entonces, la
diferenciación razonable entre quienes no se encuentren en la misma condición; pues no se impide que
la legislación contemple en forma distinta situaciones diferentes, siempre que la discriminación no sea
arbitraria ni responda a un propósito de hostilidad contra determinada persona o grupo de personas, o
importe indebido favor o privilegio personal o de grupo, debiendo quedar suficientemente claro que el
legislador, en ejercicio de sus potestades, puede establecer regímenes especiales, diferenciados y
desiguales, siempre que ello no revista el carácter de arbitrario' (Roles Nºs. 986 y 1414)" (Tribunal
Constitucional, 4 de enero de 2011, voto de minoría cons. 34º, Rol Nº 1683-2010-INA). 26. La igual
dignidad y derechos en la que nacen las personas funda el principio de igualdad ante la ley. El
principio de la igualdad ante la ley tiene por causa la base de la institucionalidad que reconoce que las
personas nacen libres e iguales en dignidad y derecho. En este sentido se ha afincado en la jurisprudencia
sentada por el Excmo. Tribunal Constitucional: "[Q]ue el principio de igualdad ante la ley impide que las
normas jurídicas traten en forma distinta a personas que se encuentran en las mismas circunstancias. Se
debe tener las mismas consideraciones con todos aquellos que son iguales, y en forma desigual a quienes
no lo sean (STC Rol Nº 811 c. 18), principio que arranca del aserto de que las personas nacen libres e
iguales en dignidad y derechos" (Tribunal Constitucional, 2 de enero de 2020, cons. 28º, Rol Nº 7203-
2019). 27. Ninguna diferencia de trato por parte de la ley puede fundarse en el desconocimiento de
su igual dignidad y derechos. Esta idea ha sido defendida por el Excmo. Tribunal Constitucional, aunque
con una redacción poco feliz. En efecto, ha declarado que: "Se debe tener las mismas consideraciones
con todos aquellos que son iguales, y en forma desigual a quienes no lo sean (STC Rol Nº 811 c. 18),
principio que arranca del aserto de que las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos. De
tal manera que, la única desigualdad aceptable es aquella que no proviene de la naturaleza del ser
humano" (Tribunal Constitucional, 2 de enero de 2020, cons. 28º, Rol Nº 7203-2019). Lo que ha querido
afirmar es que, si el ordenamiento jurídico tolera diferencias de trato, éstas no pueden implicar el
desconocimiento de su igual dignidad y derechos, pues esta igualdad es inherente a la naturaleza de las
personas. 28. Igualdad de las personas y personas vulnerables. En el último tiempo la jurisprudencia
de los tribunales ordinarios ha comenzado a hacerse cargo de la cuestión tocante a cómo ha de
entenderse la igualdad jurídica de las personas en relación con las personas vulnerables y con el principio
de subsidiariedad del Estado. Sobre esto se ha afirmado que el principio de subsidiariedad del Estado no
implica que éste no haya de desarrollar una especial actuación de cara a las personas vulnerables. Así
se ha declarado por la Excma. Corte Suprema que: "El artículo primero inciso primero de la Carta Política
dispone: 'Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos', de esta forma libertad, igualdad y
dignidad, además de la vida misma, son las principales garantías y derechos, consustanciales a todo
individuo para desarrollarse en sociedad, conforme a la mayor realización espiritual y material posible,
propendiendo siempre al bien común, para lo cual la autoridad respetará el principio de subsidiariedad,
sin dejar de atender a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad" (C. Suprema, 30 de
septiembre de 2013, cons. 16º, LegalPublishing: CL/JUR/2145/2013, Rol Nº 346-2013; C. Suprema, 7 de
septiembre de 2012, cons. 74º, LegalPublishing: CL/JUR/2002/2012, Rol Nº 2578-2012).
CAPÍTULO III
DE LOS DERECHOS Y DEBERES CONSTITUCIONALES
La pena de muerte sólo podrá establecerse por delito contemplado en ley aprobada con
quórum calificado.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 1º. Código Civil: artículos 54, 55, 57, 74, 75, 77, 243 inciso 2º,
343, 485, 486, 487, 962. Código Orgánico de Tribunales: artículo 10 inciso 1º. Código Sanitario: artículos 16 y 119. Ley
Nº 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, D.O. 5.10.1962, texto refundido fijado por D.F.L.
Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 2º, inciso 3º. Ley Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967: artículos 26 Nº 7 y 40. Ley
Nº 19.070, aprueba Estatuto de los profesionales de la Educación, D.O. 1.07.1991: artículo 8º bis. Ley Nº 20.418, Fija normas
sobre información, orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad, D.O. 28.01.2010: artículo 4º inciso final.
Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 6º.
Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
D.O. 28.04.1989: artículos 11 y 12. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 4º Nº 1, 5º Nº 1. Decreto Nº 84, Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la
Protección de los derechos de los trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículo 9º. Ley Nº 20.120,
Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, art. 1º.
II. LAS
SEGURIDADES CONSTITUCIONALES SE DESENVUELVEN EN EL CONTEXTO DE LA IGUALDAD DE LAS
PERSONAS. Como consecuencia de la igual dignidad de las personas y de su igualdad jurídica, las
seguridades constitucionales lo son respecto de todas las personas, sin que sea posible, por ejemplo,
diferenciar entre nacionales y extranjeros. 44. Las seguridades constitucionales no diferencian entre
nacionales y extranjeros. El Excmo. Tribunal Constitucional ha recordado que el epígrafe de este
artículo 19, en cuanto al uso de la voz 'persona', se explica, precisamente, porque se pretendió superar el
carácter restrictivo de la palabra 'habitante', que empleaba la Constitución de 1925: "Que de los
antecedentes constitucionales que originaron la norma del epígrafe del artículo 19 se pueden extraer las
siguientes conclusiones. Primero, la superación de la ambigüedad terminológica que atribuía la titularidad
de derechos fundamentales o constitucionales únicamente a los "habitantes de la Nación" desde la
Constitución de 1833. En segundo lugar, estos estudios iniciales avalan la ampliación expresa de la
titularidad a las personas jurídicas —con una deliberación basada profusamente en ese tema— y también
a la realidad de los extranjeros y las personas jurídicas extranjeras. En tercer término, que se trata de una
ampliación condensada en la voz "personas" con un reconocimiento creciente a toda situación que
enfrente un derecho en función de la naturaleza de los mismos. En cuarto lugar, que este mayor alcance
y proyección normativa de la titularidad protegida tienen un límite natural, puesto que se trata de reconocer
los derechos propios al interior del ordenamiento jurídico nacional y no tienen una concepción
extraterritorial. Este criterio viene a fortalecer el caso de los derechos de ingreso de un extranjero al país,
los cuales se encuentran sometidos plenamente a la legislación nacional bajo los criterios del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. En síntesis, esta titularidad genérica no sólo no discrimina contra
los extranjeros sino que les reconoce tal título de derechos plenamente" (Tribunal Constitucional, 4 de
julio de 2013, cons. 29º, LegalPublishing: CL/JUR/1612/2013, Rol Nº 2273-2012). En el mismo sentido se
ha pronunciado la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia: "En materia de migraciones es
factible que llegue producirse algún grado de tensión entre las facultades pertinentes de un Estado y los
deberes que ese mismo Estado contrae —en cuanto inserto en un orden internacional— para respetar los
derechos esenciales de los no nacionales, particularmente cuando ellos se encuentran en su territorio. En
el caso de Chile, esos derechos están asegurados en la Constitución Política de la República "a todas las
personas", sin distinción. Lo que se quiere significar es que todo Estado puede controlar sus fronteras,
definiendo a quienes admite, las hipótesis de expulsión y las medidas de resguardo para proteger su
seguridad. Sin embargo, en un mundo "globalizado", con grandes consensos sobre principios y reglas de
convivencia, la realidad impone que el fenómeno de la migración ha alcanzado a estas alturas grados de
intensidad y de universalidad tales, que llega a ser cierto que no existe país en el mundo que no
experimente el ingreso de personas extranjeras. Así, el poder estatal para gestionar la migración no puede
prescindir de la consideración de derechos fundamentales e inalienables, que derivan de la condición de
ser humano, protegidos tanto por los ordenamientos internos como por los diversos instrumentos de
derecho internacional. Por lo tanto, la mirada debe propender al necesario equilibrio o ponderación entre
esas facultades soberanas y los derechos esenciales que puedan verse afectados con el respectivo
ejercicio del poder" (C. Apelaciones de Santiago, 21 de enero de 2013, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/145/2013, Rol Nº 19-2013).
III. DE LAS PERSONAS COMO TITULARES DE LOS DERECHOS QUE ASEGURA LA CONSTITUCIÓN. La jurisprudencia
constitucional ha hecho hincapié en que sólo son las personas los titulares de los derechos que asegura
la Constitución Política de la República, de acuerdo con el encabezado de este artículo 19, en relación
con el inciso 1º de su artículo 1º: "Que uno de los efectos más importantes de atribuir a alguien su
condición de persona para efectos constitucionales, es que sólo éstas tienen derecho. Así lo dice la
Constitución. Los derechos se aseguran 'a todas las personas' (encabezado artículo 19). Lo mismo indica
el artículo 1º, inciso primero de la Constitución: 'las personas nacen libres e iguales en dignidad y
derechos'. También varios numerales del artículo 19 emplean la voz 'persona' para resaltar el titular del
derecho que establece y regula" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 66º,
LegalPublishing: CL/JUR/5597/2017, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). De esta lectura se siguen una serie de
consecuencias, que la jurisprudencia, habitualmente de los tribunales ordinarios, se ha ocupado en
precisar. 45. De la titularidad de las personas, sin que se admita distinción alguna. Este aspecto
universal de la titularidad de las personas, en relación con los derechos que la Constitución les asegura,
se ha recordado por la Iltma. Corte de Apelaciones de Coihaique: "Que, el artículo 19 de la Constitución
Política del Estado, en su encabezado, contempla una delimitación del sujeto activo del listado de
derechos que se exponen a continuación, al señalar que 'la Constitución asegura a todas las personas...'
limitando de esta manera el catálogo de derechos fundamentales a las personas tanto naturales como
jurídicas, e incluso a las que están fuera del territorio de la República, comprendiendo los derechos de la
personalidad en sí misma y en su proyección cultural, social y cívica, y también en el orden espiritual,
intelectual y familiar, derechos que el constituyente asegura entonces a todas las personas"
(C. Apelaciones de Coihaique, 7 de abril de 2014, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/1002/2014, Rol
Nº 16-2014). 46. Del fallecimiento de una persona, y del cese de la titularidad de los derechos
asegurados por la Constitución. En relación con la muerte natural, concebida en el Código Civil como
el término de la existencia legal de las personas naturales, la jurisprudencia constitucional ha declarado
que con ella cesa la protección de las garantías constitucionales: "Que la Constitución Política está
construida para organizar jurídicamente al Estado y para garantizar los derechos individuales. En relación
a estos últimos, a partir del artículo 1º reconoce el hecho jurídico del nacimiento al disponer 'Los hombres
nacen libres e iguales en dignidad y derechos' y que 'El Estado está al servicio de la persona humana'.
Por su parte, el Capítulo Tercero, que se refiere a los derechos y deberes constitucionales, asegura en el
artículo 19, Nº 1º, 'El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona'. A falta de
disposición que regule el instante en que dicha protección cesa, debe entenderse que lo es hasta su
muerte, hecho en virtud del cual deja de ser persona y como tal no le son aplicables las garantías
inherentes a ella. Lo anterior se desprende del enunciado del artículo 19 que expresa: 'La Constitución
asegura a todas las personas...'. El resto de sus derechos constitucionales se refiere a la protección de
los atributos que las personas tienen, amparándose, por ejemplo, su igualdad ante la ley, la igual
protección en el ejercicio de sus derechos, el respeto de su vida privada y pública, su libertad y seguridad
personal, su propiedad, entre muchos otros. Puede concluirse que la Constitución regula la vida desde
antes del nacimiento y durante la existencia de la persona, la que termina con su muerte natural" (Tribunal
Constitucional, 13 de agosto de 1995, cons. 6º, Rol Nº 220-1995). En la misma línea y, a propósito de la
cuestión planteada en relación con la eventual titularidad de quien ha fallecido para que en su nombre se
interponga un recurso de protección de garantías constitucionales, se ha declarado que no es titular de la
acción o recurso de protección, en cuanto que la muerte ha puesto término a la existencia legal de su
persona: "[E]l artículo 54 del Código Civil, señala que las personas son naturales o jurídicas, en tanto que
el artículo 55 del mismo texto legal expresa que son personas todos los individuos de la especie humana,
cualquiera que sea su edad, sexo, estirpe o condición. En cuanto al principio y fin de la existencia de las
personas, dice el artículo 74 del Código Civil, que la existencia legal de toda persona principia al nacer,
esto es, al separarse completamente de su madre, en tanto que el artículo 78 del mismo Código, refiere
que la persona termina en la muerte natural. Que, de lo dicho precedentemente, y al tenor del documento
agregado a fojas 20, se constata con la copia del certificado de defunción, que en la circunscripción de
Coyhaique, inscripción [...], aparece inscrita la defunción de doña [...], comprobándose asimismo por esta
Corte que el abogado [...] en su presentación de fojas 8 a 10, dice que interpone el recurso de protección
actuando a favor de doña [...], en circunstancias que esta última se encuentra fallecida desde el [...], según
aparece del referido certificado de defunción. OCTAVO. Que, en consecuencia, la recurrente,
evidentemente, carece de legitimación activa, pues el artículo 20 de la Constitución Política del Estado
señala como exigencia en este sentido, la persona, sea natural o jurídica, que por causas de actos u
omisiones arbitrarias o ilegales sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los
derechos y garantías establecidos por la Constitución, y evidentemente dona [...], quien se encuentra
fallecida desde el año 2008 no puede actualmente tener el carácter de afectada y titular de derechos, y
en consecuencia, no es posible que un tercero comparezca a su nombre, si su existencia como persona
finalizó con su muerte natural. No existiendo, por las razones ya dichas legitimación activa, el recurso no
puede prosperar y deberá ser desestimado sin más" (C. Apelaciones de Coyhaique, 7 de abril de 2014,
cons. 7º y 8º, LegalPublishing: CL/JUR/1002/2014, Rol Nº 16-2014).
IV. EL DERECHO A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD FÍSICA Y PSÍQUICA DE LAS PERSONAS. En relación con estos
derechos, interesa destacar, en lo que más toca al régimen jurídico de las personas y de la familia, algunas
opiniones sostenidas por la jurisprudencia. 47. El derecho a la vida como un derecho "fundante". En
relación con este aspecto se ha declarado por el Excmo. Tribunal Constitucional: "Que, previo a consignar
los alcances constitucionales de la protección de la vida y de la integridad física y psíquica a que tiene
derecho la persona desde su concepción, es menester ubicar la posición que tiene este derecho en la
estructura de los derechos fundamentales reconocidos y asegurados por la Constitución. En este sentido,
cabe observar que el derecho a la vida es, sin duda alguna, el derecho fundante de todos los demás, pues
sin vida, difícilmente tiene sentido referirse a otros derechos fundamentales" (Tribunal Constitucional, 18
de abril de 2008, cons. 55º, Rol Nº 740-07). 48. Extensión del derecho a la vida y a la integridad física
y psíquica de las personas. La jurisprudencia constitucional ha precisado: "Que el derecho a la vida
asegurado por el artículo 19 Nº 1 de la Constitución, en consonancia con el artículo 3º de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos; el artículo 6.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; el artículo 1º de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y el artículo 4º
de la Convención Americana de Derechos Humanos, asegura a toda persona —incluyendo
al nasciturus— el derecho a mantener la vida y a conservarla frente a los demás hombres [...] Resulta
necesario advertir que el Constituyente chileno aseguró el derecho a la vida y a la integridad física y
psíquica de la persona, pues el derecho a conservar la vida como un todo incluye la posibilidad de exigir
que ella no sea menoscabada, física o psíquicamente. De esta manera se trata de dos derechos que,
aunque diferentes, se relacionan y complementan de manera inescindible" (Tribunal Constitucional, 18 de
abril de 2008, cons. 56º, Rol Nº 740-07). 49. Derecho a la vida y convicciones religiosas de los padres
de menor que requiere cierto tratamiento médico, al que éstos se oponen. Con cierta frecuencia se
ha planteado la cuestión tocante a la negativa, por convicciones religiosas, a consentir en transfusiones
de sangre, que son consideradas imprescindibles por los médicos, para el mantenimiento con vida del
paciente. La Excma. Corte Suprema ha asumido que en estos supuestos ha de primar el derecho a la vida,
sin perjuicio de velar por la dignidad del paciente. Así, en un temprano fallo de 1992 se declaraba: "Que
si bien es cierto, nuestra Constitución, en el artículo 19 Nº 6 asegura a todos los habitantes la libertad de
conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se
opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público, en este caso, habiendo conducido doña
[...] a su hijo al Hospital Regional para ser atendido por el grave estado en que se encontraba, lo que se
puede deducir de los antecedentes, el cotejo de los intereses en conflicto, el derecho a la vida y la libertad
de conciencia, debe prevalecer el primero de los nombrados, porque la recurrida solicitó la atención
médica para su hijo, a fin de preservar su salud y conservar su vida, disponiendo el hospital de los
elementos humanos y materiales para que el paciente recuperara la salud y mantuviera la vida,
proporcionándosele al enfermo los auxilios médicos necesarios, entre ellos la transfusión de sangre, que
lo han llevado a su recuperación. Que, por otra parte, el juramento y rol profesional del médico lo obligan
a preservar la vida [...] Que el mal que sufre don [...] es necesariamente fatal si no se le administra el
preciso y adecuado tratamiento de recibir transfusión de glóbulos rojos, lo que evidentemente tendrá
influencia en la salud del enfermo, disponiendo el establecimiento hospitalario de los elementos para
practicarlo. Que la vida se garantiza por la Constitución en la medida que pueda privarse de ella al
individuo por agentes extraños a él, por un atentado de terceros, resultando evidente que se encontraba
el paciente seriamente amenazado, por la actitud de la recurrida, en el derecho a la vida e integridad física
y síquica, puesto que de persistirse en su planteamiento, se puede inferir el progresivo deterioro en la
salud y un posible desenlace fatal de no otorgarse el tratamiento aconsejado por su médico, arriesgándose
innecesariamente la vida del enfermo" (C. Suprema, cons. 6º y 7º, LegalPublishing: CL/JUR/431/1992, Rol
Nº 18640). Diez años más tarde, se afirmaba el tribunal en la misma opinión: "Que el derecho a la vida
encuentra su centro primordial en el hecho de preservar la vida en todas sus etapas y dimensiones
constituyendo dicho derecho, además, el fundamento de fondo u objetivo de nuestro ordenamiento jurídico
el cual impone como deber, a todos los poderes u órganos públicos, de proteger dicho bien jurídico frente
a cualquier ataque o amenaza de que pueda ser objeto, considerando que toda la vida en sociedad se
realiza en el entendido de que el fin de la actividad humana es la sobrevivencia y desarrollo integral de la
persona humana [...] Que en el caso que se conoce se puede constatar que se produce una colisión de
derechos y de deberes entre el derecho a la vida y el derecho a la libertad religiosa y, por otro lado, la
colisión de deberes del médico que se traduce en el deber de respetar la voluntad de su paciente y el
deber de velar y resguardar la vida y salud de éste, que lo obliga a hacer todo aquello que esté a su
alcance para salvarle la vida por estar a su cuidado. Que, en este orden de cosas y si bien puede señalarse
que no existe ordenamiento jurídico que otorgue una protección de un derecho de manera absoluta,
puesto que siempre pueden existir derechos que entran en tensión o contradicción y considerando el
fundamento indicado en el motivo anterior, estos sentenciadores entienden que el derecho a la vida debe
primar o prevalecer sobre el derecho a la libertad religiosa, considerando que el derecho a la vida
constituye un derecho natural y fundamental que el hombre posee en cuanto individuo y persona y por
ello debe ser protegido y salvaguardado con preeminencia de cualquier otro [...] Que, por otra parte,
constituye una obligación de los médicos tratantes, cuyo rol profesional lo obliga a preservar la vida, el
procurar por todos los medios y técnicas que integran la lex artis médica el mantener la vida de sus
pacientes utilizando la transfusión de sangre cuando ello fuere estricta y absolutamente necesario, aun
contra la voluntad del paciente y de sus familiares que, por motivos religiosos, se niegan a aceptar tal
tratamiento, en razón de que debe primar, como ya se dijo, la preservación de la salud y la vida de las
personas sobre cualquiera otra consideración que ponga en riesgo inminente la vida del enfermo [...] Que
nuestro ordenamiento jurídico nacional consagra en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la
República, el derecho a la vida y la integridad física y psíquica de la persona, garantía protegida
especialmente por el recurso de protección establecido en el artículo 20 de la Carta Fundamental de modo
que ninguna persona pueda sufrir por causa de actos u omisiones arbitrarios e ilegales privación,
perturbación o amenaza en el ejercicio del referido derecho, siendo deber imperativo, especialmente de
las autoridades públicas, velar por la salud y la vida de las personas que conforman la sociedad [...] Que
atendidas las circunstancias establecidas en este recurso y la necesidad imperiosa de no poner en peligro
la vida del enfermo en cuyo favor se ha recurrido, el recurso de protección deducido en estos autos debe
ser acogido, sin perjuicio, en todo caso, en aras de la dignidad y libertad religiosa del paciente Carrillo
Sáez, agotar los recursos y medios existentes, como así también adoptar los procedimientos necesarios
para suministrar a éste los medicamentos alternativos que sean precisos y previos, de modo tal que la
hemotransfusión que deba ser efectuada a éste sólo se haga efectiva en situación de existir un riesgo vital
para la vida del enfermo indicado" (C. Suprema, 8 de octubre de 2002, cons. 3º a 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/3774/2002, Rol Nº 3716-2002). La misma opinión han mantenido los tribunales
de alzada. La Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago ha declarado: "Que, más allá de lo que la literatura
médica pueda considerar para países de alto desarrollo y que consecuentemente cuentan con todos los
medios técnicos, profesionales y de infraestructura —cuyo no es el caso de Chile— es indispensable
recordar que la vida es un derecho inherente a la persona humana, es decir, un derecho de la personalidad
que la doctrina ha reconocido existir por su propio valor moral, con independencia de que el legislador lo
haya proclamado, (José Puig Brutau, Compendio de Derecho Civil, Tomo 1, pág. 169); de manera tal que
dicho derecho debe ser respetado por todos [...] Por lo expuesto resulta moral y jurídicamente
indispensable disponer —ante la inminencia de la muerte de una criatura que lucha por su vida— de todos
los métodos con que se cuenta y que la ciencia médica ha desarrollado en beneficio de los hombres a fin
de resguardar su existencia [...] Que, de esta manera el proceder de los progenitores, oponiéndose a un
procedimiento médico que los profesionales del ramo aconsejan, constituye un acto arbitrario que atenta
derechamente contra el más valioso de los bienes de su hija, la vida, motivo por el cual no cabe si no
acoger el recurso deducido" (C. Apelaciones de Santiago, 7 de agosto de 2008, cons. 5º y 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/3130/2008, Rol Nº 2336-2008). La Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción:
"Que el ordenamiento jurídico nacional consagra en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la
República, el derecho a la vida y la integridad física y psíquica de la persona, garantía protegida
especialmente por el recurso de protección establecido en el artículo 20 de la Carta Fundamental, de
modo que es imperativo, especialmente para los servicios públicos de salud, velar por la salud y la vida
de las personas, aun contrariando su voluntad y la de su entorno familiar de no permitir una transfusión
sanguínea por motivos de profesar una determinada fe o religión, cuyas directrices o dogmas no acepten
estos procedimientos médicos" (C. Apelaciones de Concepción, 5 de diciembre de 2012, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/8873/2011, Rol Nº 1156-2011). La Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso, en
relación con un menor al que sus padres no consentían que se le realizara una transfusión de sangre,
acogió la protección solicitada por el médico tratante y autorizó la citada transfusión: "Que para dilucidar
la controversia es preciso verificar la solución que ha dado el legislador en esta materia, la cual se
encuentra regulada en la Ley Nº 20.584 que Regula los Derechos y Deberes que tienen las Personas en
relación con Acciones Vinculadas a su Atención en Salud, que en su artículo 15 letra b) ha previsto esta
situación al disponer "No obstante lo establecido en el artículo anterior, no se requerirá la manifestación
de voluntad en las siguientes situaciones: b) En aquellos casos en que la condición de salud o cuadro
clínico de la persona implique riesgo vital o secuela funcional grave de no mediar atención médica
inmediata e impostergable y el paciente no se encuentre en condiciones de expresar su voluntad ni sea
posible obtener el consentimiento de su representante legal, de su apoderado o de la persona a cuyo
cuidado se encuentre, según corresponda" [...] Que de esta manera se concluye que en aquellos casos
en que el paciente no pueda expresar su voluntad ni sea posible obtener el consentimiento de sus
representantes legales, la manifestación de voluntad no será requerida, siempre y cuando su condición
de salud implique riesgo vital. Que del mérito de los antecedentes, consta que ésta ha sido precisamente
la situación que se ha presentado respecto de la recién nacida sujeto de protección, la que habiéndose
encontrado en riesgo vital y con indicación de transfusión sanguínea para tratar su severa anemia,
impedida de expresar su voluntad en dicho sentido tampoco fue posible obtenerla de sus representantes
legales, por negativa de éstos, y ante el inminente peligro de su vida, la médico tratante solicitó a la
judicatura su intervención, a fin de obtener una medida cautelar de la vida de la menor [...] Que así las
cosas, se advierte que la recurrente ha actuado dentro de la hipótesis prevista por el legislador al efecto,
y por su parte, los recurridos han manifestado un interés que contraviene las indicaciones médicas para
el tratamiento de la dolencia de su hija, amenazando de esta manera el derecho a la vida de la misma,
configurándose de esta manera los requisitos establecidos para hacer procedente esta acción cautelar
urgente de rango constitucional. Que no obsta a lo anterior la existencia y elección de tratamientos
alternativos que hasta ahora han sido efectivos, toda vez que el cuadro de salud de su hija podría
encontrarse en una situación de riesgo vital que hiciera indispensable la aplicación de una medida in
extremis, como es la transfusión sanguínea [...] Que por lo razonado y siendo el derecho a la vida y a la
integridad física y psíquica de la persona humana una de las garantías fundamentales que la Constitución
Política de la República asegura a todas las personas, no cabe sino acoger el recurso deducido"
(C. Apelaciones de Valparaíso, 13 de noviembre de 2013, cons. 4º a 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/2620/2013, Rol Nº 6773-2013). 50. Derecho a la vida y negativa de los padres
a que su hijo sea vacunado, de acuerdo con las reglas de vacunación del Ministerio de Salud. La
jurisprudencia ha seguido, en este punto, una opinión similar a la explicada en el número anterior. Ha
entendido, así, que el derecho a la vida consagrado constitucionalmente, en relación con una serie de
normas de tratados internacionales, dan pie para que, aún en contra de la voluntad de los padres, se
proceda a la vacunación de los menores, de acuerdo con las reglas de vacunación previstas por el
Ministerio de Salud. En este sentido se ha declarado: "Que el ordenamiento jurídico nacional consagra en
el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República, el derecho a la vida y la integridad física y
síquica de la persona, garantía protegida especialmente por el recurso de protección establecido en el
artículo 20 del mismo cuerpo legal, de modo que es imperativo, especialmente para los servicios públicos
de salud, velar, precisamente, por la salud y la vida de las personas que conforman la sociedad, aun
contrariando la voluntad de éstas y/o la de su entorno familiar [...] Que al resolver el presente recurso,
debe tenerse presente que: a) Según el Diccionario de la Lengua Española, la palabra "vacuna" se define
como "sustancia orgánica o virus convenientemente preparado que, aplicado al organismo, hace que éste
reaccione contra él preservándolo de sucesivos contagios". b) Se está recurriendo de protección a favor
de una lactante de 5 meses de edad, por una negativa (omisión) de su madre, con quien vive y se
encuentra bajo su cuidado. c) La Convención de Derechos del Niño, dispone en su artículo 3º, número 2,
que "Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean
necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras
personas responsables de él ante la ley y, con ese fin tomarán todas las medidas legislativas y
administrativas adecuadas". d) El artículo 24 Nº 1 de la misma Convención, expresa que "los Estados
Partes reconocen el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a los servicios para
el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud". En el Nº 2 de este mismo
artículo señala que se "adoptarán medidas apropiadas para: a) Reducir la mortalidad infantil y en la niñez";
c) "Combatir las enfermedades y la malnutrición en el marco de la atención primaria de la salud" [...] Que
de lo expuesto en los fundamentos que preceden, queda de manifiesto que la negativa de la recurrida,
madre de la menor, en vacunarla conforme al calendario de vacunas que ha establecido el Ministerio de
Salud, a través de la Subsecretaría de Salud Pública, ha sido ilegal, esto es contrario al ordenamiento
jurídico, en el caso, al Decreto Exento Nº 6 de 29 publicado el 19 de abril de 2010 en el Diario Oficial, y
arbitrario, por cuanto dicha negativa ha sido sólo por la voluntad o capricho de la recurrida. Además ha
amenazado el legítimo derecho a la vida de la menor de autos, ya que al no ser vacunada, se encuentra
expuesta a contraer enfermedades inmunoprevenibles que podrían acarrearle discapacidades, e incluso
la muerte" (C. Apelaciones de Concepción, 3 de septiembre de 2012, cons. 2º, 9º, 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/1989/2012, Rol Nº 1608-2012). En igual sentido se ha declarado: "Que nuestra
Constitución Política en el numeral 1 del artículo 19, asegura a todas las personas el derecho a la vida y
la integridad física y síquica. Por su parte la Convención de Derechos del Niño, ratificada y promulgada
por nuestro país el 14 de agosto de 1990, dispone en su artículo 3, número 2, que "Los Estados Partes
se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar,
teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él
ante la ley y, con ese fin tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas". El
artículo 24 Nº 1 de la misma Convención, expresa que "Los Estados Partes reconocen el derecho del niño
al disfrute del más alto nivel posible de salud y a los servicios para el tratamiento de las enfermedades y
la rehabilitación de la salud". En el Nº 2 de este mismo artículo señala que se "adoptarán medidas
apropiadas para: a) Reducir la mortalidad infantil y en la niñez..."; c) "Combatir las enfermedades y la
malnutrición en el marco de la atención primaria de la salud..." [...] En el caso de autos, la justificación que
otorgó el adulto responsable del lactante para negarse a que se le administrara la vacuna contra la
tuberculosis se funda exclusivamente en la inexistencia de mayor información de los riesgos asociados a
la vacuna, sin haberse aportado mayores antecedentes para sostener su negativa. Esta negativa deberá
entonces ser analizada desde la perspectiva del derecho preferente que tienen los padres y las familias
de velar por la crianza de los niños a su cargo, y que también garantiza la Convención sobre los derechos
de los niños, niñas y adolescentes que dispone que "incumbirá a los padres, o en su caso, a los
representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación
fundamental será el interés superior del niño". Que frente a la colisión de los derechos del niño y los de
su madre y adulto responsable, aplicando el principio de interés superior del niño, que debe ser el principio
rector para interpretar y decidir los casos en que los derechos de los niños se vean involucrados, debe
preferirse aquel camino que asegure la adecuada protección de la integridad física y la vida del niño de
autos, protección que no es posible alcanzar si se permite a los padres decidir a su arbitrio rechazar las
prestaciones de salud declaradas obligatorias por la autoridad sanitaria. Se debe tener en consideración
que los planes nacionales de vacunación obedecen a una política pública que busca minimizar los riesgos
potenciales de enfermedades prevenibles y que tienen como fundamento último amparar el derecho a la
vida y la integridad física de las personas como sujetos de derecho insertos en una sociedad, hipótesis
en la que por cierto se encuentran incluidos los niños [...] Que es necesario dejar asentado que en ninguna
acción de salud es posible asegurar la inocuidad o eliminación de todo riesgo en la prestación preventiva
o curativa, ni siquiera en enfermedades menores como una gripe, sin embargo no es la inocuidad el
principio que guía las políticas públicas de sanidad, sino que descansa en la minimización de los riesgos
de contraer enfermedades prevenibles que incluso podrían ser mortales, como en el caso de la
tuberculosis. En efecto, en el caso de la vacuna BCG, "un meta análisis de la literatura disponible muestra
que su utilización reduce la incidencia de tuberculosis en un promedio de 50%; por otra parte, estudios
acerca de los riesgos inherentes a estas vacunas muestran que tan solo un 1% de las personas inoculadas
llegan a requerir atención médica por complicaciones tales como abscesos en el área de la inyección o
reacciones alérgicas" (citado a partir de Colditz et al. (1994) y Turnbull et al. (2002) en publicación
de Revista Chilena de Derecho "Oposición a las vacunas en Chile. Análisis de un caso reciente" (vol. 44
Nº 2 Santiago ago. 2017) [...] Que, por otro lado, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 15 del Código
Sanitario el derecho de las personas a otorgar o denegar su voluntad para someterse a cualquier
procedimiento o tratamiento vinculado a su atención de salud se ve limitado en aquellos casos en que,
entre otros supuestos, la falta de aplicación de los procedimientos, tratamientos o intervenciones
supongan un riesgo para la salud pública, de conformidad con lo dispuesto en la ley, cuestión que ocurre
en el caso de autos, por cuanto la Tuberculosis es una enfermedad de fácil contagio por vía aérea, por lo
que la infección de un individuo pone en riesgo a toda la sociedad, convirtiéndose de esta manera en un
asunto de interés público y no meramente particular [...] Que, en consecuencia, existiendo por parte de
los recurridos una actuación que contraviene la legislación y que pone en riesgo a un sujeto de derecho,
de forma arbitraria y sin un fundamento jurídicamente procedente ni razonable, no cabe sino acoger la
acción constitucional, debiendo los recurridos proceder a la vacunación del lactante" (C. Apelaciones de
Iquique, 28 de diciembre de 2018, cons. 3º a 8º, LegalPublishing: CL/JUR/7143/2018, Rol Nº 428-
2018). 51. El derecho a la integridad psíquica de las personas, se vincula con la protección de la
honra de ellas. En este sentido el Excmo. Tribunal Constitucional ha declarado: "[Q]ue el respeto y protección
del derecho a la honra, que asegura la Constitución, es sinónimo de derecho al respeto y protección del
'buen nombre' de una persona, derecho de carácter personalísimo que es expresión de la dignidad
humana consagrada en su artículo 1º, que se vincula, también, con el derecho a la integridad psíquica de
la persona, asegurado por el Nº 1 de su artículo 19, pues las consecuencias de su desconocimiento,
atropello o violación, si bien pueden significar, en ocasiones, una pérdida o menoscabo de carácter
patrimonial más o menos concreto (si se pone en duda o desconoce la honradez de un comerciante o de
un banquero, por ejemplo), la generalidad de las veces generan más que nada una mortificación de
carácter psíquico, un dolor espiritual, un menoscabo moral carente de significación económica mensurable
objetivamente, que, en concepto del que lo padece, no podría ser reemplazada o compensada con una
suma de dinero. Se trata, en definitiva, de un bien espiritual que, no obstante tener en ocasiones también
un valor económico, el sentido común señala que lo es todo para el que lo pierde y nada para el que se
lo quita. Como poéticamente lo recoge la literatura universal cuando, en el Acto III de 'Otelo, el Moro de
Venecia', Shakespeare pone en boca del pérfido Yago las siguientes palabras, dirigidas a su general,
víctima de sus intrigas: 'Mi querido señor, en el hombre y en la mujer, el buen nombre es la joya más
inmediata a sus almas. Quien me roba la bolsa, me roba una porquería, una insignificancia, nada; fue mía,
es de él y había sido esclava de otros mil; pero el que me hurta mi buen nombre, me arrebata una cosa
que no le enriquece y me deja pobre en verdad'. (Aguilar, 13ª edición, 1965, p. 1491)" (Tribunal
Constitucional, 10 de junio de 2008, cons. 27º, Rol Nº 943-07-INA). 52. El derecho a la integridad
psíquica, ligado a la dignidad de las personas y al respeto a su honra, como límite de la libertad de
emitir opinión. Por vía de protección constitucional se ha declarado: "Que la libertad de emitir opinión e
informar presenta como límite el que su ejercicio no puede vulnerar "los derechos y la reputación de los
demás" (Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 13 inciso 2º letra a)) y debe entenderse
además en forma consistente con el derecho de las personas a la integridad síquica (art. 19 Nº 1 de la
Constitución Política) así como con el derecho a la protección de la honra y dignidad de las
personas (art. 19 Nº 4 de la Carta Fundamental). En el caso apelado, la libertad de informar habría podido
ejercerse de muchas formas igualmente efectivas, sin menoscabar los derechos antes señalados y de
este modo sin afectación de la dignidad de las menores aludidas. Debe consignarse, además, que en el
ejercicio del derecho a emitir opinión e informar, se ha de ser especialmente cuidadoso cuando están de
por medio menores de edad pues éstos, a causa de su particular vulnerabilidad, merecen de una especial
protección de parte de las autoridades encargadas de velar por su bienestar en función del interés superior
del menor que, instrumentos internacionales que se han incorporado a nuestro derecho conforme al
artículo 5º de la Constitución Política, consideran como valor orientador" (C. Apelaciones de Santiago, 14
de julio de 2014, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/4475/2014, Rol Nº 1225-2014).
V. LA PROTECCIÓN DEL QUE ESTÁ POR NACER. En las ocasiones en las que el Excmo. Tribunal Constitucional se
ha pronunciado sobre esta cuestión lo ha hecho para afirmar que el nasciturus es persona desde el
momento de la concepción y que, en cuanto tal, queda plenamente cubierto por la seguridad constitucional
del derecho a la vida y su integridad física y psíquica. 53. Del nasciturus y de la cuestión tocante a su
consideración como persona, o al desconocimiento de esa condición. En relación con esta cuestión,
la jurisprudencia constitucional ha mantenido, en dos sentencias separadas temporalmente por casi una
década, dos criterios diversos. 53.1. Del nasciturus como persona, en cuanto que ésta principia con
la concepción. Esta opinión la defendió el Excmo. Tribunal Constitucional en su sentencia de 18 de abril de
2008, pronunciada en relación con la regulación por decreto supremo de la llamada "píldora del día
después". En aquella sentencia se sostuvo que: "Queda claro que, para el Constituyente —y a diferencia
de lo que pueda desprenderse del examen de normas legales determinadas—, el embrión o
el nasciturus es persona desde el momento de la concepción" (Tribunal Constitucional, 18 de abril de
2008, cons. 54º, Rol Nº 740-07). En la misma línea, la Excma. Corte Suprema había declarado que el
nacimiento no era condición precisa para la existencia natural de las personas, de guisa que no le cabía
duda en cuanto a que el nasciturus quedaba comprendido dentro de tal categoría. Así, por ejemplo, había
explicado: "En efecto, de acuerdo con el artículo 55 del Código, son personas todos los individuos de la
especie humana debiendo entenderse por individuo, conforme con su acepción natural y obvia, cada ser
organizado sea animal o vegetal respecto de la especie a que pertenece. De este punto de vista dado que
la criatura concebida y no nacida constituye un ser único e independiente, cuya entidad no se confunde
con la de sus progenitores, cabe por tanto entender que queda plenamente comprendido dentro del
concepto que de la persona tiene nuestro legislador civil. Por lo demás, según el propio tenor literal del
artículo 74, el nacimiento determina la existencia legal de la persona, lo cual se explica en razón de la
clase de derechos de que se ocupa nuestro Código Civil, pero no implica que antes de él aquélla no exista
para otros efectos tanto o más importantes. Ello lo corrobora el artículo 80, el cual sí se refiere a la
existencia natural de la persona al disponer que aquélla termina con la muerte, evidenciando que ésta es
diversa de su existencia legal. Asimismo, nos parece que exigir el nacimiento como supuesto necesario
para adquirir la condición de persona no implica que antes de su verificación no estemos ya frente a un
sujeto humano y, por ende, titular de garantías tan esenciales como el derecho a la vida. No considerarlo
así implicaría que el status de persona dependería, en definitiva, de la definición que de tal concepto
tuviere el legislador o el propio constituyente y que si hoy se asocia por algunos al hecho del parto, el día
de mañana podría estar vinculado con la viabilidad del recién nacido o cualquier otro criterio que se
estableciere cumpliendo con los requisitos formales para la dictación de la norma" (C. Suprema, 16 de
abril de 2009, cons. 13º, LegalPublishing: CL/JUR/7939/2009, Rol Nº 1882-2008). En su reciente sentencia
de 28 de agosto de 2017 ha recordado su opinión anterior, para apartarse de ella: "[L]a otra sentencia
importante es la STC 740/2007. En esta, se discutió la regulación vía decreto supremo de la denominada
píldora del día después. El Tribunal resolvió a raíz de un requerimiento que le presentaron un grupo de
parlamentarios. El Tribunal acogió el requerimiento. En lo que aquí interesa, sostuvo que el que está por
nacer es una persona. En cuanto a sujeto de derecho, por una parte, cuenta con toda la información
genética necesaria para su desarrollo. Por la otra, es un ser distinto y distinguible completamente de su
padre y de su madre. Es un ser único e irrepetible. El que está por nacer, agregó el Tribunal, tiene dignidad,
no puede ser subsumido en otra entidad y no puede ser manipulado. Y que la protección constitucional
de la persona se inicia desde el momento mismo de la concepción" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto
de 2017, cons. 21º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 53.2. Del nasciturus como objeto jurídico de especial
protección, pero no como persona. El Excmo. Tribunal Constitucional en su sentencia de 28 de agosto de
2017 se apartó de la opinión anterior, sobre la base de estimar que no le cabe pronunciarse en relación
al momento en que principia la vida del que está por nacer: "[E]stá claro el límite temporal de esa condición:
el nacimiento. Con el parto, y la separación total de la madre, cesa esta condición. Sin embargo, la
Constitución guarda silencio respecto del comienzo de esa condición. En la STC 740/2007, el Tribunal
sostuvo que ello ocurría desde la concepción. Nosotros consideramos que dado el silencio de la
Constitución en la materia, no le corresponde a este organismo establecer algo en este sentido. Más
todavía si hay controversia científica en la materia. Y posiciones morales encontradas sobre este aspecto.
Por eso, en algunos casos ha sido el legislador el que ha avanzado en fijar un criterio en esta materia. Así
lo hizo en la Ley Nº 20.120, a propósito de la investigación científica en el ser humano, su genoma y la
clonación. Ahí la ley definió que la protección iba a comenzar 'desde el momento de la concepción'. Lo
mismo hizo la Convención Interamericana de Derechos Humanos, que estableció que el derecho a la vida
está protegido por la ley, y en general, a partir del momento de la concepción. Todos conocemos la
interpretación que la Corte Interamericana de Derechos Humanos hizo sobre esta disposición, en el
caso Artavia Murillo versus Costa Rica. En lo que aquí interesa, ésta sostuvo dos cosas. Por una parte,
que la protección del que está por nacer no es absoluta, sino que gradual e incremental según su
desarrollo, debido a que no constituye un deber absoluto e incondicional. Por la otra, dicha protección
implica proteger a la mujer, porque la concepción ocurre dentro de su cuerpo. Tratándose de los límites
temporales de la vida de las personas, el legislador definió cuándo una persona se encuentra con muerte
cerebral (Ley Nº 19.451). Ahí definió cuándo una persona está muerta. Por lo mismo, el Congreso
Nacional se encuentra mucho más capacitado y legitimado para resolver una controversia de cuándo
comienza la vida del que está por nacer, que esta Magistratura, dado la falta de una regla explícita en la
Constitución" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 21º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT).
Sobre la base de este razonamiento, en la dicha sentencia se declaró: "Que el que está por nacer es un
bien jurídico, de mucha importancia para la Constitución. Por eso se refiere a él y le encarga al legislador
su resguardo. El que está por nacer no necesita del estatuto de persona y distorsionar todo el resto del
sistema constitucional y legal, para recibir protección. La Constitución lo relevó de aquello. No hay ninguna
entidad que en nuestro sistema jurídico tenga esta posibilidad" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de
2017, cons. 78º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54. De la protección del que está por nacer confiada a
la ley. La ya citada sentencia del Excmo. Tribunal Constitucional de 28 de agosto de 2017 se ha pronunciado
expresamente sobre el entendimiento que, a su juicio, ha de darse al inciso 2º del número 1º del
artículo 19 de la Constitución. Su interpretación, por una parte, ha precisado aspectos sobre los que la
jurisprudencia no se había pronunciado y, por otra, se ha apartado de lecturas previas sostenidas,
principalmente por la Excma. Corte Suprema. 54.1. La protección del que está por nacer la confía la
Constitución directamente a la ley, que puede ser de cualquier naturaleza, lo que excluye que sea
la propia Constitución la encargada directamente de dicha protección. Así se ha declarado: "Que la
fórmula verbal que emplea la Constitución, está compuesta de los siguientes elementos. En primer lugar,
utiliza la expresión 'ley'. Con ello, excluye que sea la Constitución la que se encargue directamente de
aquello. La Constitución quiere que una norma general y obligatoria, sometida al debate democrático,
pueda cumplir este rol protector. Como consecuencia de ello, excluye que sean, originariamente, los
particulares, la autoridad administrativa o los tribunales los que se encarguen de esta tarea.
Indudablemente, la ley puede perfectamente convocar el esfuerzo de todas estas entidades. Pero en un
rol derivado, no original. No quiso la Constitución cerrar ella misma la protección. La entregó a la
apreciación del legislador; en qué casos sí, en cuáles no, de qué modo. También es necesario puntualizar
que la Constitución no se refiere a una norma legal particular. Puede ser esta penal, civil, laboral, de
seguridad social, etc." (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 45º, Rol Nº 3729 (3751)-17-
CPT). 54.2. De la protección y como ha de entenderse en relación con otros derechos o bienes
jurídicos protegidos. El Excmo. Tribunal Constitucional ha precisado que el deber de protección, que la
Constitución confía a la ley, ha de entenderse como compatible con otros mandatos constitucionales de
protección, sin que de tal mandato de protección pueda concebirse como una protección a todo evento o
que permita el sacrificio de otros bienes jurídicos: "[L]a Constitución manda a la ley proteger. Lo primero
que cabe señalar es que la Constitución marca una diferencia en su regulación con lo establecido en el
inciso primero. Mientras ahí establece 'el derecho a la vida y a la integridad psíquica y física de la persona',
utilizó aquí un lenguaje distinto. Desde luego, porque no habló de derechos; encarga a la ley proteger. No
es que la Constitución no establezca la protección; es que le encarga al legislador hacerlo. Introduce, por
tanto, una mediación. Entregó a la ley un rol, sin asumirlo directamente. También porque habló 'del que
está por nacer', en circunstancias que en el inciso primero habla de 'la persona'. Por otra parte, no es la
única norma constitucional que habla de protección. Varias disposiciones constitucionales utilizan la
misma expresión. Así, el Estado debe dar 'protección' a la población y a la familia (artículo 1º, inciso
quinto). En el derecho a la salud se establece que éste consiste en el 'derecho a la protección de la salud'.
Y que el Estado debe proteger el libre o igualitario ejercicio a las acciones de promoción, protección y
recuperación de la salud y recuperación del individuo (artículo 19 Nº 9). Asimismo, corresponde al Estado
la 'protección e incremento del patrimonio cultural de la nación' (artículo 19 Nº 10). Además, la
Constitución asegura 'la libertad de trabajo y su protección' (artículo 19 Nº 16). También, la Corte de
Apelaciones debe asegurar en el recurso de protección 'la debida protección del afectado' (artículo 20).
Finalmente, le corresponde al Ministerio Público 'proteger a las víctimas y a los testigos' (artículo 83).
Como se observa, estas disposiciones tienen distintos sujetos responsables. En unos casos, el Estado;
en otros, todas las personas; y en otros, órganos específicos (Corte de Apelaciones, Ministerio Público, el
legislador). Nunca estas disposiciones han sido interpretadas aisladamente de otras que la propia
Constitución establece. Tampoco se han interpretado como equivalentes a tipos penales. Asimismo, no
han sido consideradas mandatos máximos y a todo evento. Tampoco han sido considerados títulos para
sacrificar otros bienes jurídicos. Finalmente, tampoco ha impedido el desarrollo de nuevos derechos. Por
ejemplo, la protección de la familia no ha impedido la ley de divorcio, la ley de filiación, la ley de unión
civil" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 46º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.3. De la
protección limitada a lo razonable y al no sacrificio de derechos de otros, en particular de la mujer.
Este entendimiento del deber de protección confiado a la ley se ha explicado del modo siguiente: "Que
proteger es, sin duda, un deber activo, pues implica cuidar, favorecer, defender. Implica una interferencia
no perjudicial cotidiana; y medidas positivas de potenciamiento. Esta protección no puede significar ni
desprotección, en el sentido que no existen medidas de todo tipo e indispensables en resguardo del no
nacido; ni sobreprotección, en el sentido de medidas que vayan más allá de lo razonable y sacrifiquen
derechos de otros. Por eso, no puede significar un mandato para descuidar a la mujer. Del texto de la
Constitución no se desprende ni se infiere que la protección del que está por nacer sea un título que
perjudique a la progenitora. Desde luego, porque las medidas de protección en algunos casos pasan
inevitablemente por ella. El primer sujeto obligado por la protección y sin cuyas acciones u omisiones este
deber no puede cumplirse, es la mujer. El legislador no puede no contar con esas acciones u omisiones.
También, porque la madre no puede ser considerada como un instrumento utilitario de protección del no
nacido. El legislador, precisamente y por ese deber primario, no puede ir contra la mujer imponiendo su
voluntad e incluso poniendo en peligro su vida o imponiéndole deberes más allá de lo que a cualquier
persona se le exige. La maternidad es un acto voluntario, que exige el compromiso vibrante de la mujer
embarazada. No puede ser una imposición del Estado a cualquier costo de la mujer. Ella no es un medio.
Además, cuando la Constitución ha querido hacer primar un derecho sobre otro o privilegiar intereses
superiores, lo ha dicho expresamente. Así sucede con la función social de la propiedad (artículo 19 Nº 24);
con la libertad en aras de la seguridad pública (artículo 19 Nº 7); con la privacidad respecto de la publicidad
(artículo 19 Nº 12) o con la transparencia (artículo 8º); o con los derechos durante los estados de
excepción (artículos 39 y siguientes); o el mismo derecho a la vida, con la pena de muerte (artículo 19
Nº 1). Por lo demás, este Tribunal ha considerado que es una carga intolerable la regla del turno para los
abogados, que los obliga a asumir defensas gratuitas (STC 755/2008). Dichas cargas no guardan relación
alguna de proporcionalidad con las que debe soportar la mujer en las tres causales del proyecto" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 47º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.4. De la protección de
la vida del que está por nacer y no del derecho a la vida. El Excmo. Tribunal Constitucional, en sentencia
de 18 de abril de 2008, había declarado que el mandato constitucional del inciso 2º del número 1º del
artículo 19 de la Constitución no sólo importaba la protección del bien jurídico de la vida del nasciturus,
sino también de un derecho: "[L]a intención del Constituyente fue confiar al legislador las modalidades
concretas de protección de la vida del que está por nacer en el entendido que se trata de un ser existente
e inserto en la concepción de persona, en cuanto sujeto de derecho, a que alude el encabezado del
artículo 19. Este mandato al legislador importa la protección de un derecho y no sólo del bien jurídico de
la vida, distinción que no es menor para estos sentenciadores. En efecto, si sólo se hubiese protegido la
vida, en cuanto bien jurídico, bastaría que el legislador hubiese consagrado mecanismos que aseguraran
al nasciturus la viabilidad de la vida intrauterina hasta el nacimiento" (Tribunal Constitucional, 18 de abril
de 2008, cons. 58º, Rol Nº 740-07). Ahora, en su sentencia de 28 de agosto de 2017, se ha apartado de
aquella opinión, y estima que el mandato de protección no se refiere a la protección del derecho a la vida:
"Que, el tercer elemento de la fórmula constitucional, es que la Constitución manda proteger la vida del
que está por nacer. Como ya indicamos, no habla de proteger el derecho a la vida. Éste, es decir, el
derecho a la vida, está reconocido y definido en convenciones internacionales. Así, tanto el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 6), como la Convención Interamericana de Derechos
Humanos (artículo 4), señalan que 'nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente'. Tal definición
explica instituciones como la legítima defensa, o algunos casos de estado de necesidad, en que una
persona mata a otra, o sea, la priva de su vida. Pero no lo hace 'arbitrariamente'. Lo mismo puede decirse
de un acto médico riesgoso, que trae como consecuencia la muerte. Pero el derecho a la vida es distinto
de la vida. Ésta es la plataforma biológica y síquica de sustentación. No cabe confundir ambos conceptos"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 48º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.5. El mandato
de protección impuesto por la Constitución no prohíbe la despenalización de ciertas conductas,
en concreto, el aborto en determinados supuestos. Es ésta la opinión que ha asumido el Excmo. Tribunal
Constitucional en su sentencia de 18 de abril de 2008: "[Queremos profundizar sobre si el mandato de
protección que establece la Constitución del que está por nacer, prohíbe la despenalización de ciertas
conductas. QUINQUAGESIMOQUINTO [sic]. Que, por de pronto, la Constitución tiene un lenguaje para
expresar las prohibiciones. En el mismo artículo 19 Nº 1, hay un ejemplo claro, pues 'prohíbe la aplicación
de todo apremio ilegítimo'. Es cierto que en otros casos usa otras fórmulas verbales. Por ejemplo, 'nadie
puede' (artículo 19 Nºs. 7, 15 y 24), 'en ningún caso' (artículos 69, 76), 'no podrán' (artículos 92, 94 bis,
95, 100, 19 Nºs. 15, 16 y 19), 'nadie' (artículo 19 Nº 3, 7, 15, 24), 'ninguno' o 'ninguna' (artículos 7º, 19
Nºs. 3, 7 y 15, 103). Pero 'proteger' no puede interpretarse como una prohibición. En el lenguaje
constitucional es asimétrica una interpretación en ese sentido; QUINQUAGESIMOSEXTO [sic]. Que,
enseguida, la Constitución se refiere muy pocas veces a los delitos. Así, se refiere al terrorismo
(artículo 9º), a los delitos producto de la libertad de expresión (artículo 19 Nº 12), a los delitos que
constituyen causales de acusación constitucional (traición, concusión, malversación, soborno) (artículo 52
Nº 2) y la responsabilidad de los jueces (cohecho, denegación y torcida administración de justicia,
prevaricación) (artículo 79). La Constitución no trata ni se refiere al aborto. La razón es que la Constitución
le encarga al legislador la prerrogativa de punición (artículos 19 Nº 3 y 63 Nº 3). La ley puede crear delitos,
establecer la conducta reprochada y fijar la pena" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017,
cons. 54º, 55º y 56º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). Para reafirmar esta opinión, ha agregado: "Que la
Constitución asume que el legislador puede cambiar los tipos penales. Por lo mismo, puede crear,
modificar, o derogar delitos. Para el conflicto que esto produce, establece dos reglas. Por una parte, que
no se puede sancionar una persona si la ley no se promulgó antes de la perpetración del delito. Y por la
otra, que la ley penal no puede tener efecto retroactivo, 'a menos que una nueva ley favorezca al afectado'
(artículo 19 Nº 3); QUINCUAGESIMOCTAVO [sic]. Que por lo mismo, no se ve impedimento para el 'retroceso
penal'. Desde luego, porque es una garantía que la ley pueda ser más favorable. También, porque el
derecho penal es siempre última ratio. En la norma que analizamos, no se prohíbe el principio pro reo ni
se le impide. Además, dicha norma remite a la ley. Ésta puede tipificar o destipificar" (Tribunal
Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 57º y 58º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). En fin, ha añadido:
"Que la Constitución asegura el derecho a la vida. El Código Penal castiga el homicidio. Pero no son
sinónimos. Proteger el derecho a la vida no es equivalente a tipificar el homicidio. De hecho, el legislador
ha podido crear nuevas figuras de homicidio (por ejemplo, el parricidio entre convivientes); ha configurado
nuevas agravantes; ha establecido nuevas eximentes o ha cambiado las existentes; ha creado distintos
niveles de homicidio (homicidio simple o calificado; parricidio; infanticidio); SEXAGÉSIMO. Que ese margen
de apreciación que se le encarga al legislador, le ha permitido establecer el aborto, como un delito distinto
al de homicidio y al infanticidio. También tratarlo como un delito distinto a aquellos delitos contra las
personas en el Código Penal. Este delito se encuentra ubicado dentro del Título VII del Código, que trata
los crímenes y delitos contra el orden de las familias, la moralidad pública y la integridad sexual. Asimismo,
el legislador ha establecido una pena considerablemente menor al aborto que aquellas que establece
respecto del homicidio. Y es el mismo legislador el que ha omitido el delito de lesiones del feto. Y al que
ha restringido el aborto culposo, porque con dificultades cabe en el artículo 343 del Código Penal"
(Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 59º y 60º, Rol Nº 3729 (3751)-17-CPT). 54.6. La
protección confiada por la Constitución a la ley, no puede reducirse al solo ámbito penal. En este
sentido se ha declarado: "la protección que establece la norma constitucional que se analiza, no puede
reducirse al ámbito penal, toda vez que hay una serie de normativas, que no tiene este carácter y que se
enmarcan dentro del mismo propósito. En efecto, nuestro ordenamiento jurídico contempla normas que
protegen la maternidad y otras normas que protegen al que está por nacer. Entre las normas que protegen
la maternidad, se encuentra, por vía ejemplar, la protección y vigilancia del Estado durante el embarazo y
hasta seis meses de nacido el hijo (Código Sanitario, artículo 16). Enseguida, toda la normativa laboral.
Así, el embarazo no puede ser un factor para contratar, para permanecer en el trabajo o para renovar el
contrato (artículo 194); el pre y post natal (artículos 195 y 197 bis); el permiso especial por enfermedad
grave del niño menor de un año (artículo 199); el permiso especial por enfermedad gravísima del menor
de 12 años (artículo 199 bis); el fuero maternal (artículo 201); el derecho a sala cuna (artículo 203); el
derecho a dar alimentos (artículo 206). Después, se encuentra la normativa de seguridad social, como el
bono por hijo en caso de jubilación (Ley Nº 20.255). Por su parte, entre las normas que protegen la vida
del que está por nacer, también hay normas de distinto tipo. Desde luego, normas laborales. Por ejemplo,
el prenatal (artículo 195); el descanso prenatal complementario por enfermedad (artículo 196); el derecho
a pedir cambio de funciones durante el embarazo (artículo 202); el permiso de hasta tres días para el
trabajador que sufra la muerte de un hijo en período de gestación (artículo 66, Código del Trabajo).
También existen normas de reconocimiento. Así, se encuentra la Ley Nº 20.558, que estableció el Día del
Niño y Niña Prematuros; la Ley Nº 20.699, que estableció el Día de la Adopción y del que está por nacer.
Asimismo se encuentran las normas del Código Civil, que permiten diferir el castigo a la madre hasta
después del nacimiento o que faculten al juez para adoptar medidas en caso que existiere peligro del no
nacido (artículo 75); la que permite suceder y recibir donaciones (artículos 962 y 1390). También existen
normas que protegen al embrión en la investigación científica (Ley Nº 20.120). Asimismo, normas que
impiden aquellos métodos de regulación de la fertilidad cuyo objetivo o efecto directo sea provocar un
aborto (Ley Nº 20.418). Del mismo modo, existen normas de seguridad social. Por ejemplo, el Programa
Chile Crece Contigo, que permite acompañar el proceso de desarrollo de los niños y niñas que se atienden
en el sistema público de salud, desde su primer control de gestación (Ley Nº 20.379). Todas estas normas
apuntan a destacar que la protección del que está por nacer es heterogénea y no comprende solamente
aspectos penales. Además, son diseñadas por el legislador. Se enmarcan, por tanto, dentro del diseño
del artículo 19 Nº 1 inciso segundo. Es decir, proteger al que aún no nace, en los términos que el legislador
vaya estructurando" (Tribunal Constitucional, 28 de agosto de 2017, cons. 61º, Rol Nº 3729 (3751)-17-
CPT). 55. Protección de la vida del que está por nacer y prácticas religiosas de la madre. Se ha
entendido que: "Tratándose del nonato, existiendo protección constitucional que debe valorarse, como se
vio, a la luz de los derechos de la madre, conforme a lo señalado, debe convenirse que, la práctica de
convicciones religiosas, de igual modo que en el caso anterior, no autorizan para poner en riesgo la vida
del que está por nacer" (C. de Apelaciones de Copiapó, 9 de agosto de 2008,
LegalPublishing: CL/JUR/5405/2008, Rol Nº 230-2008).
2º.- La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupo privilegiados. En Chile no hay
esclavos y el que pise su territorio queda libre. Hombres y mujeres son iguales ante la ley.
Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias;
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 10, 19 número 2. Código Civil: artículos 14, 20, 25, 33,
55, 57, 74, 982, 997. Código del Trabajo: artículo 62 bis. Código Tributario: artículo 8º número 7. Ley Nº 18.838, crea el
Consejo Nacional de Televisión, D.O. 30.09.1989: artículo 1º inciso 4º. Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y desarrollo
de los indígenas, D.O. 5.10.1993: artículo 8º. Ley Nº 20.120, Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y
prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículo 4º. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de oportunidades
e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículos 1º, 4º, 6º, 7º, 8º. Ley Nº 20.430, establece
disposiciones sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 8º. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la
discriminación, D.O. 24.07.2012. Tratado celebrado entre Chile y Gran Bretaña sobre abolir el tráfico de esclavos, Boletín de
Leyes y Decretos del Gobierno 1.09.1842. Decreto Nº 530, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos
Políticos de la Mujer, D.O. 30.09.1967, artículos 1º, 2º y 3º. Decreto Nº 747, Min. Relaciones Exteriores, Convención
Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, D.O. 12.11.1971: artículos 1º, 2º, 3º, 5º.
Decreto Nº 764, Min. Relaciones Exteriores, Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en materia de
enseñanza, D.O. 30.11.1971. Decreto Ley Nº 871, aprueba Convención Interamericana sobre concesión de Derechos
Políticos a la Mujer, D.O. 28.01.1975. Decreto Ley Nº 872, aprueba Convención Interamericana sobre concesión de Derechos
Civiles a la Mujer, D.O. 28.01.1975. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 2º, 3º, 7º y 26. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores,
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 2º, 3º, 8º, 14, y 16. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989.
Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º Nº 1, 24.
Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 2º. Decreto
Nº 1.097, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la Esclavitud, D.O. 7.11.1995. Decreto Nº 99, Min. Relaciones
Exteriores, Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con
discapacidad, D.O. 20.06.2002. Decreto Nº 84, Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de
los derechos de los trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículos 7º y 11. Decreto Nº 201, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad adoptada por la Asamblea General
de la ONU el 13 de diciembre de 2006, D.O. 17.09.2008.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 8º inciso 2º, 20. Código Civil: artículo 2331. Código Penal:
Párrafos 6, 7, 8 del Título VIII del Libro II. Ley Nº 19.733, sobre Libertades de Opinión e Información y Ejercicio del Periodismo,
D.O. 4.06.2001: artículo 30 inciso final. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012:
artículo 2º inciso 3º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
D.O. 29.04.1989: artículo 17. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículo 11. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990:
artículo 16. Decreto Nº 84, Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de los derechos de los
trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículo 14. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 22.
5º.- La inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada. El hogar sólo puede
allanarse y las comunicaciones y documentos privados interceptarse, abrirse o registrarse en
los casos y formas determinados por la ley;
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 8º inciso 2º, 20. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 17. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 11.2. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 1º.
En consecuencia:
...................
f) En las causas criminales no se podrá obligar al imputado o acusado a que declare bajo
juramento sobre hecho propio; tampoco podrán ser obligados a declarar en contra de éste sus
ascendientes, descendientes, cónyuge y demás personas que, según los casos y
circunstancias, señale la ley;
Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 21. Código Procesal Penal: artículos 93, 302, 305. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 14.3
letra g). Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 8.2 letra g).
Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 37.
Jurisprudencia: 83. Esta garantía se extiende a las personas, no sólo en cuanto que imputadas o
acusadas, sino también en tanto que testigos. En este sentido se ha declarado que: "El artículo 93
[Código Procesal Penal] señala expresamente, que el imputado tiene los derechos y garantías que le
confieren las leyes, no sólo los que allí se enumeran, por lo que la advertencia de tener derecho a no
declarar en contra de sus parientes también le asiste, no sólo como acusado sino también como imputado,
y aún más si también como testigo, conforme lo señala el artículo 305 del indicado Código. En otro sentido,
esta última norma admite una interpretación en dos direcciones, ya que no sólo dice relación con el
derecho a no declarar en determinadas circunstancias, sino también se relaciona con el derecho de aquél
en contra de quien se declara, esto es, que la imputación que se formula en su contra lo sea por una
persona que pudo libremente expresar su voluntad de declarar, y esa libertad se funda en la información
íntegra que debe tener para tomar una decisión, en la especie que un pariente no declare en su contra, a
sabiendas que le asiste ese derecho. Tal circunstancia se encuentra establecida expresamente en el
artículo 19 Nº 7 letra f) de la Constitución Política de la República" (TOP. Valdivia, 18 de abril de 2006,
conf. C. Suprema, 31 de mayo de 2006, LegalPublishing: CL/JUR/7686/2006, Rol Nº 2138-
2006). 84. Obtenida legalmente la declaración de una persona o de su cónyuge, pueden negarse,
luego a declarar en el juicio, pero no puede impedirse que declaren aquellos que oyeron sus
declaraciones iniciales. Así se ha entendido que: "Si el imputado, o alguna de las personas que pueden
abstenerse de declarar, en pleno conocimiento de sus derechos, de manera libre e informada accede a
prestar declaración, dicho saber de quienes escuchan su declaración no puede estimarse adquirido
contraviniendo las garantías fundamentales. Por lo mismo se produce una separación entre el imputado
o ese testigo como fuente de prueba y aquellos que lo escucharon en etapas previas. No podrá obligarse
a aquellos a que declaren en el juicio pues en el mismo podrán ejercer su derecho a no hacerlo, pero no
puede impedirse a éstos que relaten lo que escucharon y que, consiguientemente, sus expresiones sean
valoradas conforme a las circunstancias concurrentes. Eso es precisamente lo que sucedió en este caso.
Los funcionarios policiales fueron categóricos en indicar que las declaraciones del acusado y su cónyuge
fueron prestadas previa información correspondiente, en conocimiento de sus derechos y de modo libre y
voluntario. Nada existe en la causa que permita discutir tal aserto" (Tribunal Oral en lo Penal de
Antofagasta, 6 de septiembre de 2003, LegalPublishing: CL/JUR/5880/2003, Rol Nº 80-2003). Así: "Si el
saber de los policías respecto de los hechos como testigos de oídas o referencia tiene un origen lícito en
la medida que lo escucharon del imputado y su cónyuge en declaraciones obtenidas legalmente, no puede
posteriormente, en el juicio, devenir en ilícito porque éstos hagan uso de su derecho a no declarar cuanto
más desde que el fundamento inmediato de la exclusión es que las pruebas, conforme al artículo 276
inciso tercero del Código: 'hubieren sido obtenidas con inobservancia de garantías fundamentales'"
(Tribunal Oral en lo Penal de Antofagasta, 6 de septiembre de 2003, LegalPublishing: CL/JUR/5880/2003,
Rol Nº 80-2003).
10º.- El derecho a la educación.
La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su
vida.
Los padres tienen el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos. Corresponderá al
Estado otorgar especial protección al ejercicio de este derecho.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º inciso 2º, 19 número 11 inciso 4º. Código Civil:
artículos 222 inciso 2º, 224 inciso 1º, 230, 231, 233, 234, 235, 236, 237, 238, 2321. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículos 3º inciso 1º, 27 inciso 2º. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículos 16,
22 inciso 1º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
D.O. 29.04.1989: artículo 18.4. Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Decreto Nº 236, Min.
Relaciones Exteriores, D.O. 27.05.1989: artículos 13 y 14. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de
Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 12.4. Convención sobre los Derechos del Niño, Decreto Nº 830, Min. Relaciones
Exteriores, D.O. 27.09.1990: artículos 3º, 9º, 12, 14 y 18. Ley Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967: artículo 43. Ley
Nº 19.620, sobre Adopción de Menores, D.O. 5.08.1999: artículos 3º inciso 2º, 24 inciso final, 30 inciso final. Decreto Nº 84,
Min. Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de los derechos de los trabajadores migratorios y
de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículo 30.
La libertad de enseñanza no tiene otras limitaciones que las impuestas por la moral, las
buenas costumbres, el orden público y la seguridad nacional.
Los padres tienen el derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos.
Una ley orgánica constitucional establecerá los requisitos mínimos que deberán exigirse en
cada uno de los niveles de la enseñanza básica y media y señalará las normas objetivas, de
general aplicación, que permitan al Estado velar por su cumplimiento. Dicha ley, del mismo
modo, establecerá los requisitos para el reconocimiento oficial de los establecimientos
educacionales de todo nivel;
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 10 inciso 3º, 20. Ley Nº 20.609, establece medidas contra
la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 2º inciso 3º. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los
Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 28 y 29.
Jurisprudencia: 91. Derecho de escoger el establecimiento de enseñanza y causa legal que impide
la elección. Se ha destacado que: "El artículo 19 de la Constitución Política de la República en su numeral
11, al asegurar a todas las personas la libertad de enseñanza, dispone en su inciso 4º que los padres
tienen derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos y debe entenderse que este
derecho le pertenece mientras no exista una causal legal debidamente justificada que le impida hacer esa
elección" (C. de Apelaciones de Punta Arenas, 16 de noviembre de 2007, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/7087/2007, Rol Nº 77-2007). 92. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y libertad de enseñanza. Se ha entendido que: "El artículo 19 de la Constitución Política de
la República en su numeral 11, al asegurar a todas las personas la libertad de enseñanza, dispone en su
inciso 4º que los padres tienen derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos y debe
entenderse que este derecho le pertenece mientras no exista una causal legal debidamente justificada
que le impida hacer esa elección. Que de esta manera sólo cabe concluir que la resolución de la recurrida
en cuanto a no permitir a los hijos de la recurrente matricularse para el año escolar próximo resulta
arbitraria y vulnera la garantía constitucional precedentemente anotada, por lo que procede tomar la
medida que a continuación se indica, a fin de restablecer el imperio del derecho y otorgar la debida
protección al ofendido" (C. de Apelaciones de Punta Arenas, 16 de noviembre de 2007,
LegalPublishing: CL/JUR/7087/2007, Rol Nº 77-2007). 93. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y no renovación de matrícula. Sobre esta cuestión se ha declarado: "Que por medio de la
presente acción (Protección) se pretende proteger, entre otros, el derecho de los padres de escoger el
establecimiento de enseñanza para sus hijos. En estos autos resulta evidente que la recurrente —madre
del afectado— se ha visto privada del ejercicio de la referida garantía constitucional, por cuanto se le ha
negado la renovación de la matrícula para su hijo. Tal renovación forma parte del proceso educativo del
menor, el que comprende, además, la elección del establecimiento educacional realizada por los padres
y que supone continuidad y permanencia en el tiempo" (C. Suprema, 21 de marzo de 2002, cons. 1º,
LegalPublishing: CL/JUR/2329/2002, Rol Nº 763-2002). 94. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y expulsión de alumnos. Se ha precisado que esta "garantía está referida a las
circunstancias de que los padres pueden escoger el lugar donde sus hijos estudien, pero esto no puede
obligar a una institución educacional el admitir alumnos que no respeten la estructura y reglamentación
del colegio, de modo que la medida de expulsión debe ser fundada" (C. Suprema, 6 de agosto de 2008,
LegalPublishing: CL/JUR/7952/2008, Rol Nº 3044-2008). 95. Derecho de escoger el establecimiento de
enseñanza y límites a la cancelación de matrícula. Se ha declarado en esta materia que: "Estima esta
Corte, el actuar de la recurrida se ha constituido en arbitrario, y ha afectado la señalada garantía
constitucional de la recurrente, dado que es un hecho evidente que la incorporación de un alumno a un
establecimiento educacional, cualquiera que este sea, privado, subvencionado o fiscal, requiere de la
existencia de cupos y de la participación en un proceso de admisión, que a la fecha señalada, han casi
todos finalizado. Así, no sólo se ha privado a la recurrente de escoger el establecimiento de enseñanza
para su hija, sino que prácticamente se le priva de la posibilidad de asistir durante el año académico 2007
a algún colegio a cumplir con su deber legal. En definitiva, la recurrida debió informar a la recurrente en
forma expresa y oportuna de la cancelación de la matrícula de la alumna, a fin de darle la oportunidad de
ingresar en un nuevo establecimiento educacional, y al no hacerlo, la ha privado de su derecho
constitucional, por lo que en este aspecto el recurso intentado debe prosperar y, en consecuencia, será
acogido" (C. de Apelaciones de Rancagua, 6 de marzo de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6849/2007, Rol Nº 76-2007).
II. DE LAS PERSONAS EN GENERAL: DE SU EXISTENCIA, NACIONALIDAD,
DOMICILIO, ESTADO CIVIL, NOMBRE Y PARENTESCO
[...]
Artículo 12
[...]
Artículo 13
Concordancias: Código Civil: artículos 14, 5, 56, 57. Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior,
establece normas sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975: artículos: 1º, 17, 39, 51
inciso 3º, 67 inciso 4º, 68 inciso 1º, 69 inciso 4º, 71, 72, 74 inciso 2º, 75 inciso 1º, 80
inciso 2º, 82 inciso 3º, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91 inciso 2º número 8. Decreto Nº 873,
Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 22.
[...]
Artículo 16
Concordancias: Código Civil: artículo 55. Constitución Política de la República: artículo 1º.
Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 15.2. Decreto Nº 201,
Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 12.
[...]
Artículo 24
1. Todo niño tiene derecho, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, origen nacional o social, posición económica o nacimiento, a las medidas
de protección que su condición de menor requiere, tanto por parte de su familia como de la
sociedad y del Estado.
[...]
Artículo 26
Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual
protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá toda discriminación y garantizará a
todas las personas protección igual y efectiva contra cualquier discriminación por motivos
de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
Concordancias: Código Civil: artículos 55, 57. Constitución Política de la República:
artículos 1º, 19 número 2º y 3º. Ley Nº 20.430, establece disposiciones sobre protección de
refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 8º. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 15. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José
de Costa Rica, D.O. 5.01.1991: artículo 1º. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 15.
Artículo 27
[...]
[...]
[...]
Concordancias: Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado
por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 31. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores,
Pacto internacional de derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 24.2. Decreto
Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño,
D.O. 27.09.1990: artículos 7º y 8º. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 18.
Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor
requieren por parte de su familia, de la sociedad y del Estado.
2. Toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació si no
tiene derecho a otra.
2. Toda persona tiene derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio.
3. El ejercicio de los derechos anteriores no puede ser restringido sino en virtud de una
ley, en la medida indispensable en una sociedad democrática, para prevenir infracciones
penales o para proteger la seguridad nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral o
la salud públicas o los derechos y libertades de los demás.
5. Nadie puede ser expulsado del territorio del Estado del cual es nacional, ni ser privado
del derecho a ingresar en el mismo.
7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso
de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo con
la legislación de cada Estado y los convenios internacionales.
8. En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de
origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación a
causa de raza, nacionalidad, religión, condición social o de sus opiniones políticas.
[...]
[...]
Artículo 9º
1. Los Estados Partes otorgarán a las mujeres iguales derechos que a los hombres para
adquirir, cambiar o conservar su nacionalidad. Garantizarán en particular, que ni el
matrimonio con un extranjero ni el cambio de nacionalidad del marido durante el matrimonio
cambien automáticamente la nacionalidad de la esposa, la conviertan en apátrida o la
obliguen a adoptar la nacionalidad del cónyuge.
2. Los Estados Partes otorgarán a la mujer los mismos derechos que al hombre con
respecto a la nacionalidad de sus hijos.
[...]
Artículo 15
1. Los Estados Partes reconocerán a la mujer la igualdad con el hombre ante la ley.
2. Los Estados Partes reconocerán a la mujer, en materias civiles, una capacidad jurídica
idéntica a la del hombre y las mismas oportunidades para el ejercicio de esa capacidad. En
particular, le reconocerán a la mujer iguales derechos para firmar contratos y administrar
bienes y le dispensarán un trato igual en todas las etapas del procedimiento en las cortes
de justicia y los tribunales.
3. Los Estados Partes convienen en que todo contrato o cualquier otro instrumento
privado con efecto jurídico que tienda a limitar la capacidad jurídica de la mujer se
considerará nulo.
4. Los Estados Partes reconocerán al hombre y a la mujer los mismos derechos con
respecto a la legislación relativa al derecho de las personas a circular libremente y a la
libertad para elegir su residencia y domicilio.
[...]
Artículo 7º
2. Los Estados Partes velarán por la aplicación de estos derechos de conformidad con
su legislación nacional y las obligaciones que hayan contraído en virtud de los instrumentos
internacionales pertinentes en esta esfera, sobre todo cuando el niño resultara de otro modo
apátrida.
Concordancias: Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado
por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 28, 31. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto internacional de derechos civiles y políticos, D.O. 29.04.1989:
artículos 18, 24. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa
Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 18, 20. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 18.
Artículo 8º
Artículo 5º
Igualdad y no discriminación
1. Los Estados Partes reconocen que todas las personas son iguales ante la ley y en
virtud de ella y que tienen derecho a igual protección legal y a beneficiarse de la ley en igual
medida sin discriminación alguna.
[...]
Artículo 12
Igual reconocimiento como persona ante la ley
1. Los Estados Partes reafirman que las personas con discapacidad tienen derecho en
todas partes al reconocimiento de su personalidad jurídica.
2. Los Estados Partes reconocerán que las personas con discapacidad tienen capacidad
jurídica en igualdad de condiciones con las demás en todos los aspectos de la vida.
3. Los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para proporcionar acceso a las
personas con discapacidad al apoyo que puedan necesitar en el ejercicio de su capacidad
jurídica.
4. Los Estados Partes asegurarán que en todas las medidas relativas al ejercicio de la
capacidad jurídica se proporcionen salvaguardias adecuadas y efectivas para impedir los
abusos de conformidad con el derecho internacional en materia de derechos humanos.
Esas salvaguardias asegurarán que las medidas relativas al ejercicio de la capacidad
jurídica respeten los derechos, la voluntad y las preferencias de la persona, que no haya
conflicto de intereses ni influencia indebida, que sean proporcionales y adaptadas a las
circunstancias de la persona, que se apliquen en el plazo más corto posible y que estén
sujetas a exámenes periódicos por parte de una autoridad o un órgano judicial competente,
independiente e imparcial. Las salvaguardias serán proporcionales al grado en que dichas
medidas afecten a los derechos e intereses de las personas.
5. Sin perjuicio de lo dispuesto en el presente artículo, los Estados Partes tomarán todas
las medidas que sean pertinentes y efectivas para garantizar el derecho de las personas
con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, a ser propietarias y heredar
bienes, controlar sus propios asuntos económicos y tener acceso en igualdad de
condiciones a préstamos bancarios, hipotecas y otras modalidades de crédito financiero, y
velarán por que las personas con discapacidad no sean privadas de sus bienes de manera
arbitraria.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 19 número 1º, 2º, 3º.
Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 92 número 8º. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto internacional de derechos civiles y políticos,
D.O. 29.04.1989: artículos 16, 26.
[...]
Artículo 18
Libertad de desplazamiento y nacionalidad
2. Los niños y las niñas con discapacidad serán inscritos inmediatamente después de su
nacimiento y tendrán desde el nacimiento derecho a un nombre, a adquirir una nacionalidad
y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y ser atendidos por ellos.
Artículo 19
Derecho a vivir de forma independiente y
a ser incluido en la comunidad
[...]
B. CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA
CAPÍTULO II
NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA
1º. Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de extranjeros que se
encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes,
todos los que, sin embargo, podrán optar por la nacionalidad chilena;
2º. Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero. Con todo, se
requerirá que alguno de sus ascendientes en línea recta de primer o segundo grado, haya
adquirido la nacionalidad chilena en virtud de lo establecido en los números 1º, 3º ó 4º;
Concordancias: Código Civil: artículos 27, 28, 55, 56. Constitución Política de la
República: artículos 13 inciso 2º y 14 inciso 2º. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 9.2.
1º. Por renuncia voluntaria manifestada ante autoridad chilena competente. Esta
renuncia sólo producirá efectos si la persona, previamente, se ha nacionalizado en país
extranjero;
2º. Por decreto supremo, en caso de prestación de servicios durante una guerra exterior
a enemigos de Chile o de sus aliados;
Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena por cualquiera de las causales
establecidas en este artículo, sólo podrán ser rehabilitados por ley.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 10. Código Civil: artículo 12.
Artículo 12. La persona afectada por acto o resolución de autoridad administrativa que
la prive de su nacionalidad chilena o se la desconozca, podrá recurrir, por sí o por cualquiera
a su nombre, dentro del plazo de treinta días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como
jurado y en tribunal pleno. La interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o
resolución recurridos.
Jurisprudencia: 102. La aplicación de esta regla exige que el recurrente sea chileno.
Esta conclusión, de toda lógica, ha sido expresada por la jurisprudencia en los siguientes
términos: "Como se advierte del claro tenor de la referida disposición, para que pueda
impetrarse dicha acción, es menester que exista por parte de la autoridad administrativa
una conducta positiva o negativa que importe despojar, desposeer, quitar, negar o ignorar
que una determinada persona tiene la nacionalidad chilena, razón por la cual es
imprescindible que en esta clase de asuntos el peticionario sea chileno, sin lugar a dudas"
(C. Suprema, 16 de julio de 2002, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/327/2002, Rol
Nº 2680-2001). 103. De los actos cuya existencia habilita para interponer este recurso.
Se ha destacado por la Excma. Corte Suprema que: "Como se advierte del tenor literal, para
que pueda impetrarse dicho recurso, es menester que exista por parte de la autoridad
administrativa una conducta positiva o negativa que importe despojar, desposeer, quitar,
negar o ignorar que una determinada persona tiene la nacionalidad chilena" (C. Suprema,
1 de abril de 1999, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/633/1999, Rol Nº 2217-1998).
Artículo 13. Son ciudadanos los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y
que no hayan sido condenados a pena aflictiva.
Los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren fuera del país podrán sufragar
desde el extranjero en las elecciones primarias presidenciales, en las elecciones de
Presidente de la República y en los plebiscitos nacionales. Una ley orgánica constitucional
establecerá el procedimiento para materializar la inscripción en el registro electoral y
regulará la manera en que se realizarán los procesos electorales y plebiscitarios en el
extranjero, en conformidad con lo dispuesto en los incisos primero y segundo del
artículo 18.117
Tratándose de los chilenos a que se refieren los números 2º y 4º del artículo 10, el
ejercicio de los derechos que les confiere la ciudadanía estará sujeto a que hubieren estado
avecindados en Chile por más de un año.
Artículo 14. Los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años, y que cumplan
con los requisitos señalados en el inciso primero del artículo 13, podrán ejercer el derecho
de sufragio en los casos y formas que determine la ley.
Artículo 15. En las votaciones populares, el sufragio será personal, igualitario, secreto y
voluntario.118
2º. Por hallarse la persona acusada por delito que merezca pena aflictiva o por delito que
la ley califique como conducta terrorista, y
3º. Por haber sido sancionado por el Tribunal Constitucional en conformidad al inciso
séptimo del número 15º del artículo 19 de esta Constitución. Los que por esta causa se
hallaren privados del ejercicio del derecho de sufragio lo recuperarán al término de cinco
años, contado desde la declaración del Tribunal. Esta suspensión no producirá otro efecto
legal, sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso séptimo del número 15º del artículo 19.
3º. Por condena por delitos que la ley califique como conducta terrorista y los relativos al
tráfico de estupefacientes y que hubieren merecido, además, pena aflictiva.
Los que hubieren perdido la ciudadanía por la causal indicada en el número 2º, la
recuperarán en conformidad a la ley, una vez extinguida su responsabilidad penal.
Los que la hubieren perdido por las causales previstas en el número 3º podrán solicitar
su rehabilitación al Senado una vez cumplida la condena.
[...]
CAPÍTULO III
DE LOS DERECHOS Y DEBERES CONSTITUCIONALES
[...]
En consecuencia:
[...]
16º. La libertad de trabajo y su protección.
Toda persona tiene derecho a la libre contratación y a la libre elección del trabajo con
una justa retribución.
[...]
CAPÍTULO V
CONGRESO NACIONAL
[...]
[...]
[...]
Artículo 64. El Presidente de la República podrá solicitar autorización al Congreso
Nacional para dictar disposiciones con fuerza de ley durante un plazo no superior a un año
sobre materias que correspondan al dominio de la ley.
[...]
C. CÓDIGO CIVIL
A) TÍTULO PRELIMINAR
3. Efectos de la ley
[...]
Artículo 14. La ley es obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos los
extranjeros.
Concordancias: Código Civil: artículos 6º, 16, 56, 57. Constitución Política de la República:
artículo 19 número 22 inciso 1º, 22 inciso 1º. Código Penal: artículo 5º. Código de Derecho
Internacional Privado: artículo 3º. Código Orgánico de Tribunales: artículo 5º inciso 1º. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 81. Ley Nº 20.430, establece
disposiciones sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 14.
Artículo 15. A las leyes patrias que reglan las obligaciones y derechos civiles,
permanecerán sujetos los chilenos, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero.
1º. En lo relativo al estado de las personas y a su capacidad para ejecutar ciertos actos,
que hayan de tener efecto en Chile;
2º. En las obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de familia; pero sólo
respecto de sus cónyuges y parientes chilenos.
Concordancias: Código Civil: artículos 28, 31, 56, 59, 955 inciso final. Código de
Comercio: artículo 113. Código Orgánico de Tribunales: artículo 5º. Código de Derecho
Internacional Privado: artículos 3º, 36, 181, 182. Ley. Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículos 81, 82. Decreto Nº 23, Min. de Relaciones Exteriores,
Convención sobre la obtención de alimentos en el extranjero, D.O. 23.01.1961: artículo 6.3.
[...]
5. Definición de varias palabras
de uso frecuente en las leyes
Artículo 25. Las palabras hombre, persona, niño, adulto y otras semejantes que en su
sentido general se aplican a individuos de la especie humana, sin distinción de sexo, se
entenderán comprender ambos sexos en las disposiciones de las leyes, a menos que por
la naturaleza de la disposición o el contexto se limiten manifiestamente a uno solo.
Por el contrario, las palabras mujer, niña, viuda y otras semejantes, que designan el sexo
femenino, no se aplicarán al otro sexo, a menos que expresamente las extienda la ley a él.
Artículo 26. Llámase infante o niño todo el que no ha cumplido siete años; impúber, el
varón que no ha cumplido catorce años y la mujer que no ha cumplido doce; adulto, el que
ha dejado de ser impúber; mayor de edad, o simplemente mayor, el que ha cumplido
dieciocho años; y menor de edad, o simplemente menor, el que no ha llegado a
cumplirlos.119
Concordancias: Código Civil: artículos 20, 500, 723 inciso 2º, 1447, 2319. Ley Nº 19.221,
sobre mayoría de edad, D.O. 1.06.1993: artículo 1º. Ley Nº 19.828, crea el Servicio
Nacional del Adulto Mayor, D.O. 27.09.2002: artículo 1º inciso 1º. Ley Nº 19.968, crea
Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 16 inciso 3º. Ley Nº 20.084, Establece un
sistema de responsabilidad de los adolescentes por infracción a la ley penal,
D.O. 7.12.2005: artículo 3º. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre
los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 1º.
Artículo 27. Los grados de consanguinidad entre dos personas se cuentan por el
número de generaciones. Así el nieto está en segundo grado de consanguinidad con el
abuelo, y dos primos hermanos en cuarto grado de consanguinidad entre sí.
[...]
Artículo 31. Parentesco por afinidad es el que existe entre una persona que está o ha
estado casada y los consanguíneos de su marido o mujer.
Concordancias: Código Civil: artículos 20, 102. Código Penal: artículo 13. Ley Nº 20.830,
crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 4º.
[...]
Artículo 41. Los hermanos pueden serlo por parte de padre y de madre, y se llaman
entonces hermanos carnales; o sólo por parte de padre, y se llaman entonces hermanos
paternos; o sólo por parte de madre, y se llaman entonces hermanos maternos.
Concordancias: Código Civil: artículos 20, 321 número 4, 448 número 2, 990.
Artículo 42. En los casos en que la ley dispone que se oiga a los parientes de una
persona, se entenderán comprendidos en esa denominación el cónyuge de ésta y sus
consanguíneos de uno y otro sexo, mayores de edad. A falta de consanguíneos en
suficiente número serán oídos los afines.
Serán preferidos los descendientes y ascendientes a los colaterales, y entre éstos los de
más cercano parentesco.
B) LIBRO PRIMERO
DE LAS PERSONAS
TÍTULO I
DE LAS PERSONAS EN CUANTO A SU NACIONALIDAD Y DOMICILIO
Concordancias: Código Civil: artículos 545 a 564. Código del Trabajo: artículo 4º.
Artículo 55. Son personas todos los individuos de la especie humana, cualquiera que
sea su edad, sexo, estirpe o condición. Divídense en chilenos y extranjeros.
Concordancias: Código Civil: artículos 20, 25, 57, 74, 982, 997, 1387, 1389, 1446, 1795.
Constitución Política de la República: artículos 1º, 10, 19 Nº 2. Código Tributario: artículo 8º
Nº 7. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe
la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 4º Ley Nº 20.609, Establece medidas contra
la discriminación, D.O. 24.07.2012. Ley Nº 21.091, sobre educación superior,
D.O. 29.05.2018: artículo 1 inciso 1º. Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior, Establece normas
sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975. Tratado celebrado entre Chile y Gran Bretaña
sobre abolir el tráfico de esclavos, Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno 1.09.1842.
Decreto Nº 530, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos Políticos de la
Mujer, D.O. 30.09.1967, artículos 1º, 2º y 3º. Decreto Nº 747, Min. Relaciones Exteriores,
Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial,
D.O. 12.11.1971: artículos 1º, 2º, 3º, 5º. Decreto Nº 764, Min. Relaciones Exteriores,
Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en materia de enseñanza,
D.O. 30.11.1971. Decreto Ley Nº 871, aprueba Convención Interamericana sobre
concesión de Derechos Políticos a la Mujer, D.O. 28.01.1975. Decreto Ley Nº 872, aprueba
Convención Interamericana sobre concesión de Derechos Civiles a la Mujer,
D.O. 28.01.1975. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 2º, 3º, 7º y 26.
Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 2º, 3º, 8º, 14, y 16. Decreto Nº 789, Min. Relaciones
Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra
la mujer, D.O. 9.12.1989. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículos 2º, 3º, 8º y 16. Decreto Nº 873,
Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º,
3º, 6º Nº 1. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos
del Niño, D.O. 27.09.1990: artículo 2º. Decreto Nº 1.097, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la Esclavitud, D.O. 7.11.1995. Decreto Nº 99, Min. Relaciones
Exteriores, Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de
discriminación contra las personas con discapacidad, D.O. 20.06.2002. Decreto Nº 84, Min.
Relaciones Exteriores, Convención Internacional sobre la Protección de los derechos de los
trabajadores migratorios y de sus familiares, D.O. 8.06.2005, artículos 7º y 11. Decreto
Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008.
Artículo 56. Son chilenos los que la Constitución del Estado declara tales. Los demás
son extranjeros.
Concordancias: Código Civil: artículos 14, 55, 56, 997, 998. Código de Derecho
Internacional Privado: artículo 1º. Ley Nº 5.922, prohíbe adquirir el dominio u otros derechos
reales de bienes raíces en departamentos que determine el Presidente de la República, a
los nacionales de países en que rija una prohibición análoga respecto de los chilenos,
D.O. 10.10.1936: artículos 1º, 2º y 3º. Decreto Ley Nº 1.094, Min. Interior, establece normas
sobre extranjeros en Chile, D.O. 19.07.1975. Decreto Ley Nº 1.939, sobre Adquisición,
administración y disposición de bienes del Estado, D.O. 10.11.1977: artículos 7º y
siguientes. Decreto Nº 5.142, Fija el texto refundido de las disposiciones sobre
nacionalización de extranjeros, D.O. 30.05.2000: artículo 11, inciso 2º. Ley Nº 20.430,
establece disposiciones sobre protección de refugiados, D.O. 15.04.2010: artículo 13. Ley
Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 2º
incisos 1º y 2º.
Concordancias: Código Civil: artículos 15 inciso 1º, 60, 61, 67, 68, 109, 200, 310, 896,
955, 1587, 1588, 1589, 2010. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 10 y 11.
Código del Trabajo: artículo 10 inciso 3º.
Artículo 60. El domicilio político es relativo al territorio del Estado en general. El que lo
tiene o adquiere es o se hace miembro de la sociedad chilena, aunque conserve la calidad
de extranjero.
Artículo 61. El domicilio civil es relativo a una parte determinada del territorio del Estado.
Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 62, 65, 68, 1588 y 1589. Código de
Procedimiento Civil: artículo 170 Nº 1. Código de Derecho Internacional Privado:
artículos 10 y 11.
Artículo 62. El lugar donde un individuo está de asiento, o donde ejerce habitualmente
su profesión u oficio, determina su domicilio civil o vecindad.
Concordancias: Código Civil: artículos 61, 63, 1016 inciso 1º. Constitución Política de la
República: artículos 13 inciso 3º, 14. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 10
y 11.
Concordancias: Código Civil: artículos 47, 59 inciso 2º, 61, 64. Código de Derecho
Internacional Privado: artículos 10 y 11.
Concordancias: Código Civil: artículos 47, 63. Código de Derecho Internacional Privado:
artículos 10 y 11.
Artículo 65. El domicilio civil no se muda por el hecho de residir el individuo largo tiempo
en otra parte, voluntaria o forzadamente, conservando su familia y el asiento principal de
sus negocios en el domicilio anterior.
Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 61. Código Penal: artículo 21. Código
de Derecho Internacional Privado: artículos 10, 11 y 25.
Artículo 66. Los obispos, curas y otros eclesiásticos obligados a una residencia
determinada, tienen su domicilio en ella.
Concordancias: Código Civil: artículos 59, 61, 62, 64. Código de Derecho Internacional
Privado: artículos 10 y 11. Código Orgánico de Tribunales: artículo 140.
Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 61. Código de Derecho Internacional
Privado: artículos 10, 11 y 26.
Concordancias: Código Civil: artículos 59 inciso 2º, 61, 1438, 1545, 2350 inciso 1º. Código
de Derecho Internacional Privado: artículos 10, 11 y 25. Código Orgánico de Tribunales:
artículo 135.
Concordancias: Código Civil: artículos 4º, 965 inciso final, 1056 inciso final. Código de
Derecho Internacional Privado: artículos 10, 11 y 25.
Artículo 72. El que vive bajo patria potestad sigue el domicilio paterno o materno, según
el caso, y el que se halla bajo tutela o curaduría, el de su tutor o curador.123
Artículo 73. El domicilio de una persona será también el de sus criados y dependientes
que residan en la misma casa que ella; sin perjuicio de lo dispuesto en los dos artículos
precedentes.
TÍTULO II
DEL PRINCIPIO Y FIN DE LA EXISTENCIA DE LAS PERSONAS
Artículo 74. La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse
completamente de su madre.
La criatura que muere en el vientre materno, o que perece antes de estar completamente
separada de su madre, o que no haya sobrevivido a la separación un momento siquiera, se
reputará no haber existido jamás.
Concordancias: Código Civil: artículos 54, 55, 77, 549 inciso final, 962, 2051 inciso 1º.
Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 19 Nº 1 inciso 2º. Ley Nº 4.808,
sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1,
D.O. 30.05.2000: artículos 28, 49, 50 bis. D.F.L. Nº 2.128, Min. de Justicia, Aprueba
Reglamento Orgánico del Servicio de Registro Civil, D.O. 28.08.1930: artículo 116. Código
de Derecho Internacional Privado: artículo 28. Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores,
Convención de los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990, preámbulo: artículos 1º, 6º Nº 1.
Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículo 4º Nº 1; Ley Nº 20.120, Sobre investigación científica en el ser
humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículo 1º. Ley
Nº 21.171, sobre Registro Civil, y crea un catastro nacional de mortinatos, facilitando su
individualización y sepultación, D.O. 22.08.2019: artículo 1º.
Artículo 75. La ley protege la vida del que está por nacer. El juez, en consecuencia,
tomará, a petición de cualquiera persona o de oficio, todas las providencias que le parezcan
convenientes para proteger la existencia del no nacido, siempre que crea que de algún
modo peligra.
Todo castigo de la madre, por el cual pudiera peligrar la vida o la salud de la criatura que
tiene en su seno, deberá diferirse hasta después del nacimiento.
Concordancias: Código Civil: artículos 343, 485, 486 y 487. Constitución Política de la
República: artículos 5º inciso 2º, 19 Nº 1. Código Orgánico de Tribunales: artículo 10
inciso 1º. Código Sanitario: artículos 16 y 119. Ley Nº 14.908, sobre abandono de familia y
pago de pensiones alimenticias, D.O. 26.12.1996: artículo 2º inciso 3º. Ley Nº 16.618, Ley
de menores, D.O. 8.03.1967: artículos 26 Nº 7 y 40. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 4º Nº 1; Ley
Nº 20.120, Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe la
clonación humana, D.O. 22.09.2006: artículos 1º y 6º. Ley Nº 20.418, Fija normas sobre
información, orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad,
D.O. 28.01.2010: artículo 4º inciso final. Ley Nº 20.699, Establece día de la adopción y del
que está por nacer, D.O. 2.10.2013: artículo único.
Concordancias: Código Civil: Mensaje VI, artículos 47 inciso final, 174. Ley Nº 20.120,
Sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana,
D.O. 22.09.2006: artículo 1º.
Artículo 77. Los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno,
si hubiese nacido y viviese, estarán suspensos hasta que el nacimiento se efectúe. Y si el
nacimiento constituye un principio de existencia, entrará el recién nacido en el goce de
dichos derechos, como si hubiese existido al tiempo en que se defirieron. En el caso del
artículo 74, inciso 2º, pasarán estos derechos a otras personas, como si la criatura no
hubiese jamás existido.
Concordancias: Código Civil: artículos 74, 243, 343, 485 y 962. Código Orgánico de
Tribunales: artículo 152. Código de Procedimiento Civil: artículo 850.
Concordancias: Código de Comercio: artículo 611 inciso 2º. Código Derecho Internacional
Privado: artículo 30. Código Sanitario: artículos 140 y siguientes. Ley Nº 4.808, sobre
Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000:
artículos 44 a 50, 50 bis. Ley Nº 19.451, Establece normas sobre trasplante y donación de
órganos, D.O. 10.04.1996: artículos 2º bis, 11. Ley Nº 20.584, regula los derechos y
deberes de las personas en relación con acciones vinculadas a su atención de salud,
D.O. 24.04.2012: artículos 14 inciso 3º, 16, 19. Ley Nº 21.171, sobre Registro Civil, y crea
un catastro nacional de mortinatos, facilitando su individualización y sepultación,
D.O. 22.08.2019: artículos 1º, 2º y 3º.
Artículo 79. Si por haber perecido dos o más personas en un mismo acontecimiento,
como en un naufragio, incendio, ruina o batalla, o por otra causa cualquiera, no pudiere
saberse el orden en que han ocurrido sus fallecimientos, se procederá en todos casos como
si dichas personas hubiesen perecido en un mismo momento, y ninguna de ellas hubiese
sobrevivido a las otras.
3. De la presunción de muerte
por desaparecimiento
Artículo 81. 1º. La presunción de muerte debe declararse por el juez del último domicilio
que el desaparecido haya tenido en Chile, justificándose previamente que se ignora el
paradero del desaparecido, que se han hecho las posibles diligencias para averiguarlo, y
que desde la fecha de las últimas noticias que se tuvieron de su existencia, han transcurrido
a lo menos cinco años.124
2º. Entre estas pruebas será de rigor la citación del desaparecido; que deberá haberse
repetido hasta por tres veces en el periódico oficial, corriendo más de dos meses entre cada
dos citaciones.125
3º. La declaración podrá ser provocada por cualquiera persona que tenga interés en ella,
con tal que hayan transcurrido tres meses al menos desde la última citación. 126
4º. Será oído, para proceder a la declaración, y en todos los trámites judiciales
posteriores, el defensor de ausentes; y el juez, a petición del defensor, o de cualquiera
persona que tenga interés en ello, o de oficio, podrá exigir, además de las pruebas que se
le presentaren del desaparecimiento, si no las estimare satisfactorias, las otras que según
las circunstancias convengan.
6º. El juez fijará como día presuntivo de la muerte el último del primer bienio contado
desde la fecha de las últimas noticias; y transcurridos cinco años desde la misma fecha,
concederá la posesión provisoria de los bienes del desaparecido.127
7º. Con todo, si después que una persona recibió una herida grave en la guerra, o le
sobrevino otro peligro semejante, no se ha sabido más de ella, y han transcurrido desde
entonces cinco años y practicándose la justificación y citaciones prevenidas en los números
precedentes, fijará el juez como día presuntivo de la muerte el de la acción de guerra o
peligro, o, no siendo enteramente determinado ese día, adoptará un término medio entre el
principio y el fin de la época en que pudo ocurrir el suceso, y concederá inmediatamente la
posesión definitiva de los bienes del desaparecido.
8º. Se reputará perdida toda nave o aeronave que no apareciere a los tres meses de la
fecha de las últimas noticias que de ella se tuvieron. Expirado este plazo, cualquiera que
tenga interés en ello podrá provocar la declaración de presunción de muerte de los que se
encontraban en la nave o aeronave. El juez fijará el día presuntivo de la muerte en
conformidad al número que precede, y concederá inmediatamente la posesión definitiva de
los bienes de los desaparecidos.128
9º. Después de seis meses de ocurrido un sismo o catástrofe que provoque o haya
podido provocar la muerte de numerosas personas en determinadas poblaciones o
regiones, cualquiera que tenga interés en ello podrá pedir la declaración de muerte presunta
de los desaparecidos que habitaban en esas poblaciones o regiones.133
En este caso, la citación de los desaparecidos se hará mediante un aviso publicado por
una vez en el Diario Oficial correspondiente a los días primero o quince, o al día siguiente
hábil, si no se ha publicado en las fechas indicadas, y por dos veces en un diario de la
comuna o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo hubiere,
corriendo no menos de quince días entre estas dos publicaciones. El juez podrá ordenar
que por un mismo aviso se cite a dos o más desaparecidos.134
El juez fijará, como día presuntivo de la muerte el del sismo, catástrofe o fenómeno
natural y concederá inmediatamente la posesión definitiva de los bienes de los
desaparecidos, pero será de rigor oír al Defensor de Ausentes.135
Artículo 83. Durante los cinco años o seis meses prescritos en los números 6, 7 y 8 del
artículo 81, se mirará el desaparecimiento como mera ausencia, y cuidarán de los intereses
del desaparecido sus apoderados o representantes legales.137
Artículo 84. En virtud del decreto de posesión provisoria, quedará disuelta la sociedad
conyugal o terminará la participación en los gananciales, según cual hubiera habido con el
desaparecido; se procederá a la apertura y publicación del testamento, si el desaparecido
hubiere dejado alguno, y se dará posesión provisoria a los herederos presuntivos. 138
Concordancias: Código Civil: artículos 85, 270 Nº 2, 491 inciso 1º, 1010, 1240, 1764
Nº 2, 1792-27 Nº 2. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30, 79 y 80.
Concordancias: Código Civil: artículos 81 Nº 6, 951, 952, 954, 955, 983. Código de
Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 80.
Artículo 86. Los poseedores provisorios formarán ante todo un inventario solemne de
los bienes, o revisarán y rectificarán con la misma solemnidad el inventario que exista.
La venta de cualquiera parte de los bienes del desaparecido se hará en pública subasta.
Artículo 89. Cada uno de los poseedores provisorios prestará caución de conservación
y restitución, y hará suyos los respectivos frutos e intereses.
Concordancias: Código Civil: artículos 46, 90 inciso 2º, 252 inciso 2º, 537, 645, 647, 803
inciso 1º, 1140 inciso 2º. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 80.
En virtud de la posesión definitiva cesan las restricciones impuestas por el artículo 88.
Concordancias: Código Civil: artículos 88, 89. Código de Derecho Internacional Privado:
artículos 30, 81.
Concordancias: Código Civil: artículos 82, 270 número 2º, 732 número 1º, 1104. Código
de Derecho Internacional Privado: artículo 30.
Artículo 92. El que reclama un derecho para cuya existencia se suponga que el
desaparecido ha muerto en la fecha de la muerte presunta, no estará obligado a probar que
el desaparecido ha muerto verdaderamente en esa fecha; y mientras no se presente prueba
en contrario, podrá usar de su derecho en los términos de los artículos precedentes.
Y por el contrario, todo el que reclama un derecho para cuya existencia se requiera que
el desaparecido haya muerto antes o después de esa fecha, estará obligado a probarlo; y
sin esa prueba no podrá impedir que el derecho reclamado pase a otros, ni exigirles
responsabilidad alguna.
Artículo 94. En la rescisión del decreto de posesión definitiva se observarán las reglas
que siguen:
1ª. El desaparecido podrá pedir la rescisión en cualquier tiempo que se presente, o que
haga constar su existencia.
2ª. Las demás personas no podrán pedirla sino dentro de los respectivos plazos de
prescripción contados desde la fecha de la verdadera muerte.
3ª. Este beneficio aprovechará solamente a las personas que por sentencia judicial lo
obtuvieren.
4ª. En virtud de este beneficio se recobrarán los bienes en el estado en que se hallaren,
subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas y demás derechos reales constituidos
legalmente en ellos.
5ª. Para toda restitución serán considerados los demandados como poseedores de
buena fe, a menos de prueba contraria.
Concordancias: Código Civil: artículos 3º inciso 2º, 706, 707, 906, 907, 909, 913, 2512
Nº 1. Código de Derecho Internacional Privado: artículos 30 y 81.
Artículo 95. Toda vez que la desaparición de una persona se hubiere producido en
circunstancias tales que la muerte pueda ser tenida como cierta, aun cuando su cadáver no
fuere hallado, el juez del último domicilio que el difunto haya tenido en Chile, a solicitud de
cualquiera que tenga interés en ello, podrá tener por comprobada su muerte para efectos
civiles y disponer la inscripción de la resolución correspondiente en el Servicio de Registro
Civil e Identificación. Igual regla se aplicará en los casos en que no fuere posible la
identificación del cadáver.140
Concordancias: Código Civil: artículo 97. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 44
inciso 1º y 45 inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015:
artículo 26 letra b).
Artículo 96. Un extracto de la resolución que tenga por comprobada la muerte del
desaparecido deberá publicarse en el Diario Oficial dentro del plazo de sesenta días,
contado desde que ésta estuviere firme y ejecutoriada. Dicho extracto deberá contener, al
menos, los antecedentes indispensables para su identificación y la fecha de muerte que el
juez haya fijado.141
Concordancias: Código Civil: artículo 49. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 26 letra b).
Artículo 97. La resolución a que se refiere el artículo 95 podrá dejarse sin efecto
conforme a lo dispuesto en el párrafo precedente.142
[...]
TÍTULO XVII
DE LAS PRUEBAS DEL ESTADO CIVIL
Concordancias: Código Civil: artículo 15. Código Orgánico de Tribunales: artículo 357
número 4. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012:
artículo 2º inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015:
artículo 1º inciso 2º.
Concordancias: Código Civil: artículo 1699 inciso 1º. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 2º, 6º
números 1, 3, 24 inciso 2º. Ley Nº 19.253, sobre Protección, fomento y desarrollo de los
indígenas, D.O. 5.10.1993, artículo 4º inciso 1º.
Concordancias: Código Civil: artículo 47. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 24.
Artículo 307. Podrán rechazarse los antedichos documentos, aun cuando conste su
autenticidad y pureza, probando la no identidad personal, esto es, el hecho de no ser una
misma la persona a que el documento se refiere y la persona a quien se pretenda aplicar.
Concordancias: Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado
por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 24.
Artículo 308. Los antedichos documentos atestiguan la declaración hecha por los
contrayentes de matrimonio, por los padres, padrinos u otras personas en los respectivos
casos, pero no garantizan la veracidad de esta declaración en ninguna de sus partes.
Podrán, pues, impugnarse, haciendo constar que fue falsa la declaración en el punto de
que se trata.
Concordancias: Código Civil: artículo 1700. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 24.
Artículo 309. La falta de partida de matrimonio podrá suplirse por otros documentos
auténticos, por declaraciones de testigos que hayan presenciado la celebración del
matrimonio y, en defecto de estas pruebas, por la notoria posesión de ese estado civil.
La filiación, a falta de partida o subinscripción, sólo podrá acreditarse o probarse por los
instrumentos auténticos mediante los cuales se haya determinado legalmente. A falta de
éstos, el estado de padre, madre o hijo deberá probarse en el correspondiente juicio de
filiación en la forma y con los medios previstos en el Título VIII.145
Concordancias: Código Civil: artículos 186, 310 y 1701. Ley Nº 19.253, sobre Protección,
Fomento y Desarrollo de los Indígenas, D.O. 5.10.1993, artículo 4º inciso 1º.
Concordancias: Código Civil: artículos 59, 102, 200, 201, 312, 313. Ley Nº 19.253, sobre
protección, fomento y desarrollo de los indígenas, D.O. 5.10.1993: artículo 4º.
Artículo 312. Para que la posesión notoria del estado de matrimonio se reciba como
prueba del estado civil, deberá haber durado diez años continuos, por lo menos.147
Artículo 313. La posesión notoria del estado de matrimonio se probará por un conjunto
de testimonios fidedignos, que lo establezcan de un modo irrefragable; particularmente en
el caso de no explicarse y probarse satisfactoriamente la falta de la respectiva partida, o la
pérdida o extravío del libro o registro, en que debiera encontrarse.148
Concordancias: Código Civil: artículos 102, 309, 310, 312. Ley Nº 4.808, sobre Registro
Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 21,
22.
Artículo 314. Cuando fuere necesario calificar la edad de un individuo, para la ejecución
de actos o ejercicio de cargos que requieran cierta edad, y no fuere posible hacerlo por
documentos o declaraciones que fijen la época de su nacimiento, se le atribuirá una edad
media entre la mayor y la menor que parecieren compatibles con el desarrollo y aspecto
físico del individuo.
Concordancias: Código Civil: artículos 3º inciso 2º, 220, 316, 320 y 1246.
Artículo 316. Para que los fallos de que se trata en el artículo precedente produzcan los
efectos que en él se designan, es necesario:
Concordancias: Código Civil: artículo 319. Código de Procedimiento Civil: artículos 175,
176, 177, 315, 317.
Artículo 317. Legítimo contradictor en la cuestión de paternidad es el padre contra el
hijo, o el hijo contra el padre, y en la cuestión de maternidad el hijo contra la madre, o la
madre contra el hijo.
Son también legítimos contradictores los herederos del padre o madre fallecidos en
contra de quienes el hijo podrá dirigir o continuar la acción y, también, los herederos del hijo
fallecido cuando éstos se hagan cargo de la acción iniciada por aquel o decidan
entablarla.150
Concordancias: Código Civil: artículos 204, 205, 206, 207, 208, 212, 213, 214, 216 y 217.
Artículo 319. La prueba de colusión en el juicio no es admisible sino dentro de los cinco
años subsiguientes a la sentencia.
Artículo 320. Ni prescripción ni fallo alguno, entre cualesquiera otras personas que se
haya pronunciado, podrá oponerse a quien se presente como verdadero padre o madre del
que pasa por hijo de otros, o como verdadero hijo del padre o madre que le desconoce.
Las acciones que correspondan se ejercerán en conformidad con las reglas establecidas
en el Título VIII y, en su caso, se notificarán a las personas que hayan sido partes en el
proceso anterior de determinación de la filiación.152
Concordancias: Código Civil: artículos 315 y 220. Decreto Nº 830, Min. Relaciones
Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 7º y 8º.
Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículo 18.
Proyecto de ley:
TÍTULO I
DE LOS INDÍGENAS, SUS CULTURAS Y SUS COMUNIDADES
Párrafo 1º
Principios generales
Artículo 1º. El Estado reconoce que los indígenas de Chile son los descendientes de las
agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos,
que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias siendo para ellos la tierra el
fundamento principal de su existencia y cultura.
Párrafo 2º
De la Calidad de Indígena
Artículo 2º. Se considerarán indígenas para los efectos de esta ley, las personas de
nacionalidad chilena que se encuentren en los siguientes casos:
a) Los que sean hijos de padre o madre indígena, cualquiera sea la naturaleza de su
filiación, inclusive la adoptiva;
Se entenderá por hijos de padre o madre indígena a quienes desciendan de habitantes
originarios de las tierras identificadas en el artículo 12, números 1 y 2.
b) Los descendientes de las etnias indígenas que habitan el territorio nacional, siempre
que posean a lo menos un apellido indígena;
Un apellido no indígena será considerado indígena, para los efectos de esta ley, si se
acredita su procedencia indígena por tres generaciones, y
c) Los que mantengan rasgos culturales de alguna etnia indígena, entendiéndose por
tales la práctica de formas de vida, costumbres o religión de estas etnias de un modo
habitual o cuyo cónyuge sea indígena. En estos casos, será necesario, además, que se
autoidentifiquen como indígenas.
Todo aquel que tenga interés en ello, mediante el mismo procedimiento y ante el Juez
de Letras respectivo, podrá impugnar la calidad de indígena que invoque otra persona,
aunque tenga certificado.
Artículo 4º. Para todos los efectos legales, la posesión notoria del estado civil de padre,
madre, cónyuge o hijo se considerará como título suficiente para constituir en favor de los
indígenas los mismos derechos y obligaciones que, conforme a las leyes comunes, emanen
de la filiación legítima y del matrimonio civil. Para acreditarla bastará la información
testimonial de parientes o vecinos, que podrá rendirse en cualquier gestión judicial, o un
informe de la Corporación suscrito por el Director.
d) Otras formas que el Estado ha usado para ceder, regularizar, entregar o asignar tierras
a indígenas, tales como, la Ley Nº 16.436, de 1966; Decreto Ley Nº 1.939, de 1977, y
Decreto Ley Nº 2.695, de 1979, y
e) Aquellas que los beneficiarios indígenas de las Leyes Nº 15.020, de 1962, y Nº 16.640,
de 1967, ubicadas en las Regiones VIII, IX y X, inscriban en el Registro de Tierras
Indígenas, y que constituyan agrupaciones indígenas homogéneas lo que será calificado
por la Corporación.
Proyecto de ley:
TÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 1º. Propósito de la ley. Esta ley tiene por objetivo fundamental instaurar un
mecanismo judicial que permita restablecer eficazmente el imperio del derecho toda vez
que se cometa un acto de discriminación arbitraria.
Corresponderá a cada uno de los órganos de la Administración del Estado, dentro del
ámbito de su competencia, elaborar e implementar las políticas destinadas a garantizar a
toda persona, sin discriminación arbitraria, el goce y ejercicio de sus derechos y libertades
reconocidos por la Constitución Política de la República, las leyes y los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.
Artículo 2º. Definición de discriminación arbitraria. Para los efectos de esta ley, se
entiende por discriminación arbitraria toda distinción, exclusión o restricción que carezca de
justificación razonable, efectuada por agentes del Estado o particulares, y que cause
privación, perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales
establecidos en la Constitución Política de la República o en los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, en particular
cuando se funden en motivos tales como la raza o etnia, la nacionalidad, la situación
socioeconómica, el idioma, la ideología u opinión política, la religión o creencia, la
sindicación o participación en organizaciones gremiales o la falta de ellas, el sexo, la
maternidad, la lactancia materna, el amamantamiento, la orientación sexual, la identidad de
género, el estado civil, la edad, la filiación, la apariencia personal y la enfermedad o
discapacidad.153
Las categorías a que se refiere el inciso anterior no podrán invocarse, en ningún caso,
para justificar, validar o exculpar situaciones o conductas contrarias a las leyes o al orden
público.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º, 19 números 3º, 4º,
6º, 11º, 12º, 15º, 16º y 21º. Código Civil: artículos 20, 25, 33, 55, 57, 179, 997, 998. Decreto
Nº 5.142, Fija el texto refundido de las disposiciones sobre nacionalización de extranjeros,
D.O. 30.05.2000: artículo 11, inciso 2º. Ley Nº 19.712, ley del deporte, D.O. 9.02.2001:
artículo 40 P inciso 1º, número 5. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de
oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículos:
1º, 6º letra a), 7º, 8º, 9º inciso 3º, 30 inciso 4º, 43 letra a).
Artículo 3º. Acción de no discriminación arbitraria. Los directamente afectados por una
acción u omisión que importe discriminación arbitraria podrán interponer la acción de no
discriminación arbitraria, a su elección, ante el juez de letras de su domicilio o ante el del
domicilio del responsable de dicha acción u omisión.
Artículo 4º. Legitimación activa. La acción podrá interponerse por cualquier persona
lesionada en su derecho a no ser objeto de discriminación arbitraria, por su representante
legal o por quien tenga de hecho el cuidado personal o la educación del afectado,
circunstancia esta última que deberá señalarse en la presentación.
También podrá interponerse por cualquier persona a favor de quien ha sido objeto de
discriminación arbitraria, cuando este último se encuentre imposibilitado de ejercerla y
carezca de representantes legales o personas que lo tengan bajo su cuidado o educación,
o cuando, aun teniéndolos, éstos se encuentren también impedidos de deducirla.
Concordancias: Código Civil: artículos 43, 224, 225, 226, 236, 237.
Artículo 5º. Plazo y forma de interposición. La acción deberá ser deducida dentro de
noventa días corridos contados desde la ocurrencia de la acción u omisión discriminatoria,
o desde el momento en que el afectado adquirió conocimiento cierto de ella. En ningún caso
podrá ser deducida luego de un año de acontecida dicha acción u omisión.
Concordancias: Código Civil: artículo 49. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la
discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 6º letra e).
Si la situación a que se refiere la letra a) se produce después de que haya sido admitida
a tramitación la acción de no discriminación arbitraria, el proceso iniciado mediante esta
última acción terminará por ese solo hecho.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 20, 21. Código del Trabajo:
artículos 485 y ss. Código Civil: artículos 1º, 3º, 6º, 8º. Ley Nº 20.609, establece medidas
contra la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 5º.
Artículo 7º. Suspensión provisional del acto reclamado. En cualquier momento del juicio,
el recurrente podrá solicitar la suspensión provisional del acto reclamado, y el tribunal
deberá concederla cuando, además de la apariencia de derecho, su ejecución haga inútil
la acción o muy gravosa o imposible la restitución de la situación a su estado anterior.
Concordancias: Código Civil: artículo 49. Código de Procedimiento Civil: artículo 40.
Artículo 9º. Audiencias. Evacuados los informes, o vencido el plazo para hacerlo, el
tribunal fijará una audiencia para el quinto día hábil contado desde la última notificación que
de esta resolución se haga a las partes, la que se practicará por cédula.
Dicha audiencia tendrá lugar con la parte que asista. Si lo hacen todas ellas, el tribunal
las llamará a conciliación.
Recibida la causa a prueba, las partes tendrán el plazo de tres días hábiles para proponer
al tribunal los medios de prueba de los cuales pretenden valerse, debiendo presentar una
lista de testigos si desean utilizar la prueba testimonial. Acto seguido, el tribunal dictará una
resolución fijando la fecha para la realización de la audiencia de recepción de las pruebas,
que deberá tener lugar entre el quinto y el décimo quinto día hábil posterior a dicha
resolución. Si tal audiencia no fuere suficiente para recibir todas las pruebas que fueren
procedentes o si las partes piden su suspensión por motivos fundados o de común acuerdo,
lo que podrán hacer sólo por una vez, se fijará una nueva audiencia para dentro de los cinco
días hábiles siguientes a la fecha de la anterior. Finalizada la última audiencia de prueba,
el tribunal deberá citar a las partes a oír sentencia.
Concordancias: Código Civil: artículo 49. Código de Procedimiento Civil: artículos 44, 432.
Ley Nº 20.609, establece medidas contra la discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 8º.
Artículo 10. Prueba. Serán admitidos todos los medios de prueba obtenidos por medios
lícitos que se hubieren ofrecido oportunamente y que sean aptos para producir fe. En cuanto
a los testigos, cada parte podrá presentar un máximo de dos de ellos por cada punto de
prueba. No habrá testigos ni peritos inhábiles, lo que no obsta al derecho de cada parte de
exponer las razones por las que, a su juicio, la respectiva declaración no debe merecer fe.
Artículo 11. Medidas para mejor resolver. El tribunal podrá, de oficio y sólo dentro del
plazo para dictar sentencia, decretar medidas para mejor resolver. La resolución que las
ordene deberá ser notificada a las partes.
Estas medidas deberán cumplirse dentro del plazo de quince días hábiles, contado desde
la fecha de la notificación de la resolución que las disponga. Vencido este término, las
medidas no cumplidas se tendrán por no decretadas y el tribunal procederá a dictar
sentencia sin más trámite.
Concordancias: Código Civil: artículo 49. Código de Procedimiento Civil: artículo 159.
Artículo 12. Sentencia. El tribunal fallará dentro de los quince días hábiles siguientes a
aquel en que la causa hubiera quedado en estado de sentencia. En ella declarará si ha
existido o no discriminación arbitraria y, en el primer caso, dejará sin efecto el acto
discriminatorio, dispondrá que no sea reiterado u ordenará que se realice el acto omitido,
fijando, en el último caso, un plazo perentorio prudencial para cumplir con lo dispuesto.
Podrá también adoptar las demás providencias que juzgue necesarias para restablecer el
imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado.
........
Proyecto de ley:
Artículo 1º. Esta ley tiene por finalidad proteger la vida de los seres humanos, desde el
momento de la concepción, su integridad física y psíquica, así como su diversidad e
identidad genética, en relación con la investigación científica biomédica y sus aplicaciones
clínicas.
Concordancias: Código Civil: artículo 10. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica en
el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 17.
Artículo 5º. Prohíbese la clonación de seres humanos, cualesquiera que sean el fin
perseguido y la técnica utilizada.
Artículo 6º. El cultivo de tejidos y órganos sólo procederá con fines de diagnósticos
terapéuticos o de investigación científica. En ningún caso podrán destruirse embriones
humanos para obtener las células troncales que den origen a dichos tejidos y órganos.
Artículo 7º. La terapia génica en células somáticas estará autorizada sólo con fines de
tratamiento de enfermedades o a impedir su aparición.
Artículo 8º. El conocimiento del genoma humano es patrimonio común de la humanidad.
En consecuencia, nadie puede atribuirse ni constituir propiedad sobre el mismo ni sobre
parte de él. El conocimiento de la estructura de un gen y de las secuencias totales o
parciales de ADN no son patentables.
Los procesos biotecnológicos derivados del conocimiento del genoma humano, así como
los productos obtenidos directamente de ellos, diagnósticos o terapéuticos, son patentables
según las reglas generales.
Artículo 10. Toda investigación científica en seres humanos que implique algún tipo de
intervención física o psíquica deberá ser realizada siempre por profesionales idóneos en la
materia, justificarse en su objetivo y metodología y ajustarse en todo a lo dispuesto en esta
ley.
Toda investigación científica biomédica deberá contar con la autorización expresa del
director del establecimiento dentro del cual se efectúe, previo informe favorable del Comité
Ético Científico que corresponda, según el reglamento.
Concordancias: Ley Nº 20.584, regula los derechos y deberes de las personas en relación
con acciones vinculadas a su atención de salud, D.O. 24.04.2012: artículos 14, 21, 22.
Artículo 11. Toda investigación científica en un ser humano deberá contar con su
consentimiento previo, expreso, libre e informado, o, en su defecto, el de aquel que deba
suplir su voluntad en conformidad con la ley.
Para los efectos de esta ley, existe consentimiento informado cuando la persona que
debe prestarlo conoce los aspectos esenciales de la investigación, en especial su finalidad,
beneficios, riesgos y los procedimientos o tratamientos alternativos. Para ello deberá
habérsele proporcionado información adecuada, suficiente y comprensible sobre ella.
Asimismo, deberá hacerse especial mención del derecho que tiene de no autorizar la
investigación o de revocar su consentimiento en cualquier momento y por cualquier medio,
sin que ello importe responsabilidad, sanción o pérdida de beneficio alguno.
Los datos del genoma humano que permitan la identificación de una persona deberán
ser encriptados para su almacenamiento y transmisión.
Artículo 14. Prohíbese solicitar, recibir, indagar, poseer y utilizar información sobre el
genoma relativa a una persona, salvo que ella lo autorice expresamente o, en su defecto,
el que deba suplir su voluntad en conformidad con la ley. Lo anterior es sin perjuicio de las
facultades de los tribunales de justicia, en los casos y en la forma establecidos en la ley.
Artículo 15. Créase una Comisión Nacional de Bioética, que estará integrada por nueve
profesionales, expertos en bioética, designados por el Presidente de la República, con
acuerdo del Senado adoptado por los dos tercios de sus miembros en ejercicio, en sesión
especial convocada al efecto.
Los miembros de esta Comisión durarán cuatro años en sus cargos y podrán ser
reelegidos. El Presidente de la República, en el momento de solicitar el acuerdo del Senado,
propondrá al miembro que asumirá el cargo de Presidente.
Artículo 16. La Comisión Nacional de Bioética tendrá, entre sus funciones, asesorar a
los distintos Poderes del Estado en los asuntos éticos que se presenten como producto de
los avances científicos y tecnológicos en biomedicina, así como en las materias
relacionadas con la investigación científica biomédica en seres humanos, recomendando la
dictación, modificación y supresión de las normas que la regulen.
Artículo 17. El que clonare o iniciare un proceso de clonar seres humanos y el que
realizare cualquier procedimiento eugenésico en contravención al artículo 3º, será
castigado con la pena de presidio menor en su grado medio a máximo y con la inhabilitación
absoluta para el ejercicio de la profesión durante el tiempo que dure la condena.
Artículo 18. El que violare la reserva de la información sobre el genoma humano, fuera
de los casos que autoriza el artículo 12, sufrirá las penas establecidas en ambos incisos del
artículo 247 del Código Penal, según el caso.
El que omitiere la encriptación exigida en esta ley será sancionado con multa de hasta
mil unidades de fomento.
Concordancias: Código Penal: artículo 247. Ley Nº 20.120, sobre investigación científica
en el ser humano, su genoma y prohíbe la clonación humana, D.O. 22.09.2006, artículo 12.
Artículo 19. El que falsificare el acta a que se refiere el inciso tercero del artículo 11 será
sancionado con la pena de reclusión menor en su grado mínimo y con multa de 10 a 20
unidades tributarias mensuales.
Igual pena se aplicará a quien maliciosamente usare, con cualquier fin, un acta falsa.
Lo que transcribo a Ud., para su conocimiento.- Saluda a Ud., Lidia Amarales Osorio,
Subsecretaria de Salud Pública.
Decreto:
Artículo 2º. Podrá otorgarse carta de nacionalización a los extranjeros que hayan
cumplido 18 años de edad, que tengan más de 5 años de residencia en el territorio de la
República y que sean titulares del permiso de permanencia definitiva154.
Los menores de 18 años, cuyo padre o madre tenga la calidad de refugiados reconocidos
por Chile, podrán nacionalizarse chilenos desde el momento en que, al menos, uno de sus
padres haya obtenido la carta de nacionalización, sin necesidad de cumplir cualquier otro
requisito legal156.
1º. Los que hayan sido condenados y los que estén actualmente procesados por simples
delitos o crímenes, hasta que se sobresea definitivamente a su respecto.
3º. Derogado.157
4º. Los que practiquen o difundan doctrinas que puedan producir la alteración
revolucionaria del régimen social o político o que puedan afectar a la integridad nacional.
5º. Los que se dediquen a trabajos ilícitos o que pugnen con las buenas costumbres, la
moral o el orden público y, en general, aquellos extranjeros cuya nacionalización no se
estime conveniente por razones de seguridad nacional.158
2) Lugar de nacimiento;
3) Edad;
4) Estado civil, con indicación de la nacionalidad del cónyuge si el solicitante es casado;
6) Profesión u oficio;
3) Certificado del Servicio de Impuestos Internos que acredite, según el caso, que el
solicitante está al día en el pago de las obligaciones tributarias o que está legalmente exento
de ellas.159
Artículo 7º. El decreto que deniegue la carta de nacionalización será siempre fundado y
firmado por el Presidente de la República.
Artículo 8º. El que la cancele deberá también ser fundado en haber sido concedida con
infracción a lo dispuesto en el artículo 3º de esta ley, o en haber acaecido ocurrencias que
hagan indigno al poseedor de la carta de nacionalización de tal gracia o por haber sido
condenado por alguno de los delitos contemplados en la ley número 12.927, de 6 de agosto
de 1958. La cancelación de la carta de nacionalización se hará previo acuerdo del Consejo
de Ministros y por decreto firmado por el Presidente de la República.
Artículo 10. Los nacidos en territorio de Chile que, siendo hijos de extranjeros que se
encuentran en el país en servicio de su Gobierno, o hijos de extranjeros transeúntes,
resolvieren optar por la nacionalidad chilena, conforme al artículo 5º, Nº 1 de la Constitución
Política, deberán hacerlo mediante una declaración en que manifiesten que optan por la
nacionalidad chilena. Dicha declaración deberá hacerse en el plazo fatal de un año, contado
desde la fecha en que el interesado cumpla 18 años de edad, y ante el Intendente o
Gobernador respectivo, en Chile, o el Agente Diplomático o Cónsul de la República en el
extranjero y después de acreditar fehacientemente que el interesado se encuentra en
algunos de los casos consignados en el artículo 5º, Nº 1 de la Constitución.163
El documento en que se deje testimonio del acto deberá llevar el mismo derecho que
las cartas de nacionalización.
Los documentos que el Gabinete de Identificación otorgue a las personas que han
obtenido carta de nacionalización, deberán contener la mención de la nacionalidad chilena
sin emplear términos como "nacionalizado chileno" u otros semejantes.
Concordancias: Código Civil: artículos 56, 57. Ley Nº 20.609, establece medidas contra la
discriminación, D.O. 24.07.2012: artículo 2º incisos 1º y 2º.
Artículo 12. Los derechos que se paguen por el otorgamiento de las cartas de
nacionalización serán equivalentes a un 50% de un sueldo vital mensual de Santiago. Sin
embargo, ascenderán sólo a un 10% de ese mismo sueldo vital si el extranjero fuese
cónyuge o viudo de chileno o si tuviere hijo chileno.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.- J. ALESSANDRI R.- Sótero del Río Gundián.
Teniendo presente:
2. Que entre las leyes que contemplan las disposiciones del Código Civil deben
considerarse las siguientes: Ley Nº 4.808 sobre Registro Civil; Ley Nº 17.344, que Autoriza
Cambio de Nombres y Apellido; Ley Nº 16.618 Ley de Menores; Ley Nº 14.908, sobre
Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, y la Ley Nº 16.271, de Impuesto a
las Herencias, Asignaciones y Donaciones.
Proyecto de Ley:
Artículo 1º. Toda persona tiene derecho a usar los nombres y apellidos con que haya
sido individualizada en su respectiva inscripción de nacimiento.
Sin perjuicio de los casos en que las leyes autorizan la rectificación de inscripciones del
Registro Civil, o el uso de nombres y apellidos distintos de los originarios a consecuencia
de una legitimación, legitimación adoptiva o adopción, cualquiera persona podrá solicitar,
por una sola vez, que se la autorice para cambiar sus nombres o apellidos, o ambos a la
vez, en los casos siguientes:
b) Cuando el solicitante haya sido conocido durante más de cinco años, por motivos
plausibles, con nombres o apellidos, o ambos, diferentes de los propios, y
En los casos en que una persona haya sido conocida durante más de cinco años, con
uno o más de los nombres propios que figuran en su partida de nacimiento, el titular podrá
solicitar que se supriman en la inscripción, en la de su matrimonio y en las de nacimiento
de sus descendientes menores de edad, en su caso, el o los nombres que no hubiere usado.
Concordancias: Código Civil: artículos 26, 37, 43, 55, 186. Ley Nº 4.808, sobre Registro
Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículos 3º,
17, 18, 19, 28, 31. Ley Nº 19.477, Orgánica del Registro Civil e Identificación,
D.O. 19.10.1996: artículo 4º números 1 y 2. Ley Nº 19.253, sobre protección, fomento y
desarrollo de los indígenas, D.O. 5.10.1993: artículo 28 letra e). Ley Nº 17.344, Autoriza
cambio de nombres y apellidos, D.O. 30.05.2000: artículo 2º inciso 8º. Decreto Nº 830, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990:
artículo 7.1.
Artículo 2º. Será juez competente para conocer de las gestiones a que se refiere la
presente ley, el Juez de Letras de Mayor o Menor Cuantía en lo Civil del domicilio del
peticionario.
La solicitud correspondiente deberá publicarse en extracto en el Diario Oficial de los
días 1 ó 15 de cada mes, o al día siguiente hábil si dicho Diario no apareciere en las fechas
indicadas.
Dentro del término de treinta días, contados desde la fecha del aviso, cualquiera persona
que tenga interés en ello podrá oponerse a la solicitud. En tal caso el oponente allegará,
conjuntamente con su oposición, los antecedentes que la justifiquen y el juez procederá sin
forma de juicio, apreciando la prueba en conciencia y en mérito de las diligencias que
ordene practicar.
En todo caso será obligatorio oír a la Dirección General del Registro Civil e Identificación.
No será necesaria la publicación a que se refiere el inciso segundo del presente artículo,
ni se admitirá oposición en el caso del inciso tercero del artículo 1º.
Concordancias: Decreto con Fuerza de Ley Nº 2.128, Reglamento Orgánico del Servicio
de Registro Civil, D.O. 28.08.1930: artículo 104.
Artículo 4º. Una vez modificada la partida de nacimiento, la persona que haya cambiado
su nombre o apellidos de acuerdo con lo que establecen los artículos anteriores sólo podrá
usar, en el futuro, en todas sus actuaciones, su nuevo nombre propio o apellidos, en la
forma ordenada por el juez.
El cambio de apellido no podrá hacerse extensivo a los padres del solicitante, y no
alterará la filiación; pero alcanzará a sus descendientes sujetos a patria potestad, y también
a los demás descendientes que consientan en ello.
Artículo 6º. Agréganse los siguientes incisos finales al artículo 31 de la Ley Nº 4.808,
sobre Registro Civil:
[...]
Artículo 2º. Las leyes que establecieren para la adquisición de un estado civil,
condiciones diferentes de las que exigía una ley anterior, prevalecerán sobre ésta desde la
fecha en que comiencen a regir.
Concordancias: Código Civil: artículos 6º, 7º, 9º y 304.
Concordancias: Código Civil: artículos 6º, 7º, 9º, 304. Ley sobre el efecto retroactivo de
las leyes, 7.10.1861, en Boletín de las Leyes i Decretos del Gobierno, XXIX, Nº 10:
artículo 10. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 2º transitorio.
Artículo 5º. Las personas que bajo el imperio de una ley hubiesen adquirido en
conformidad a ella el estado de hijos naturales, gozarán de todas las ventajas y estarán
sujetas a todas las obligaciones que les impusiere una ley posterior.
Concordancias: Código Civil: artículo 304. Ley Nº 19.585, establece nuevo régimen de
filiación, D.O. 26.10.1998.
Jurisprudencia: 209. Del estado de hijo natural adquirido con anterioridad a la Ley
Nº 10.271, y de los derechos hereditarios que ella le reconoció. La Excma. Corte
Suprema ha declarado: "Que en relación a los derechos hereditarios del hijo natural, en
virtud de lo prescrito en los artículos 9º transitorio de la Ley Nº 10.271 y 5º de la Ley sobre
Efecto Retroactivo de las Leyes, debe concluirse que si el hijo ha sido reconocido como
natural con arreglo a la legislación anterior, subsiste su estado civil bajo el imperio de la Ley
Nº 10.271; pero, desde la vigencia de ésta, goza de todas las ventajas —entre ellas el
derecho a la sucesión ab intestato— y está sujeto a todas las obligaciones que ella le otorga
o impone. En efecto, de conformidad a la primera de las disposiciones citadas, en lo no
previsto por estos artículos transitorios, regirá la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes,
y el artículo 5º de esta normativa prescribe que las personas que bajo el imperio de una ley
—Código Civil antes de la dictación de la Ley Nº 10.271— hubiesen adquirido en
conformidad a ella la calidad de hijos naturales —cuyo es el caso de los demandantes—,
gozarán de todas las ventajas y estarán sujetas a todas las obligaciones que les impusiere
una ley posterior —mismo Código Civil después de la dictación de la Ley Nº 10.271"
(C. Suprema, 29 de enero de 2009, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/5828/2009, Rol
Nº 7032-2007). 210. Del estado civil de hijo natural adquirido bajo la vigencia de la Ley
Nº 10.271, y de su mantenimiento después de las reformas del régimen de la filiación.
La Excma. Corte Suprema ha mantenido de manera invariable la opinión según la cual se
conserva el estado civil de hijo natural que, bajo la vigencia de la Ley Nº 10.271, podía
haberse determinado sobre la base de haberse hecho constar en la partida de nacimiento
el nombre de los padres. En tal dirección ha declarado: "en la especie también corresponde
declarar la calidad de hijo natural del recurrente si se considera que, por haber nacido el 18
de septiembre de 1943, el actor se halla regido, en principio, por la legislación civil vigente
antes de la dictación de la Ley Nº 10.271, estatuto que, en cuanto hijo natural, no le
reconocía derechos hereditarios. Sin embargo, es precisamente en virtud de esta normativa
y de la Ley sobre el Efecto Retroactivo de las Leyes que debe reconocérsele esa calidad
que invoca y, consecuentemente, sus derechos en la sucesión de don [...] En efecto, en el
sistema del Código Civil antes de las reformas introducidas por la citada Ley Nº 10.271, la
filiación natural no tenía otra fuente que la voluntad del padre o de la madre. Según el
anterior texto del artículo 271, si bien el reconocimiento constituía un acto libre y voluntario
del padre o madre que reconoce, no obstante ese reconocimiento, el hijo natural estaba
totalmente excluido de la herencia por los hijos legítimos. Como se dijo en el fallo recaído
en los autos Rol Nº 7032-2007, 'de acuerdo al inciso 1º del artículo 272 del Código Civil
vigente antes de la Ley Nº 10.271, el reconocimiento debía hacerse por instrumento público
entre vivos, o por acto testamentario; y no obstante que de acuerdo a la doctrina de la época
resultaba dudoso si el reconocimiento se podía efectuar en la inscripción de nacimiento
(problema que la Ley Nº 10.271 zanjó al permitir expresamente esta posibilidad), no se
divisan razones suficientes para decidirse por la negativa, toda vez que la inscripción de
nacimiento reviste indudablemente la naturaleza de instrumento público entre vivos, por
cuanto se trata, en conformidad a la definición que, desde siempre, confiere el inciso 1º del
artículo 1699 del Código Civil, de un instrumento autorizado con las solemnidades legales
por el competente funcionario'. Así, analizado el asunto bajo este prisma y siendo un hecho
de la causa que en la inscripción de nacimiento del demandante don [...], su padre don [...]
y su madre doña [...], pidieron que constaran sus nombres como padres y que en el año
1949, mediante escritura pública, la madre reconoció al actor como hijo natural, también
corresponde colegir que el demandante de autos es hijo natural de don [...]" (C. Suprema,
19 de agosto de 2014, cons. 11º, LegalPublishing: CL/JUR/5578/2014, Rol Nº 6316-2013).
[...]
2) El artículo 2º del mencionado Decreto Ley Nº 175 cuyos dos incisos fueron
substituidos por el Decreto Ley Nº 1.301 de 23 de diciembre de 1975, dispone que para los
efectos de la pérdida de la nacionalidad contemplada en el Nº 4 del artículo 6º de la
Constitución Política del Estado, se requerirá decreto supremo fundado, firmado por todos
los Ministros de Estado, en el que se deberá considerar un informe escrito del Ministerio de
Relaciones Exteriores emitido sobre la base de los informes oficiales que obtenga de las
misiones diplomáticas u oficinas consulares chilenas en el extranjero, o de otras fuentes
fidedignas que estime apropiadas.
4) Recibidos los antecedentes señalados, o sin ellos una vez expirado ese plazo, se
dictará resolución disponiendo que los autos se mantengan en Secretaría, por el término
de diez días, contados desde la notificación al interesado de aquella resolución, para que
formule las observaciones y produzca los antecedentes o pruebas que estime necesarios.
10) El fallo que se dicte en la reclamación, será transcrito al señor Ministro de Relaciones
Exteriores.
Para debido testimonio, se extiende la presente acta con la SS. firma el Secretario.
III. DEL MATRIMONIO
.................
Artículo 23
4. Los Estados Partes en el presente Pacto tomarán las medidas apropiadas para asegurar
la igualdad de derechos y de responsabilidades de ambos esposos en cuanto al matrimonio,
durante el matrimonio y en caso de disolución del mismo. En caso de disolución, se adoptarán
disposiciones que aseguren la protección necesaria a los hijos.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículo 102. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º y 4º. Decreto Nº 326, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículos 10, 11.1 y 12. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989,
artículo 16. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º,
6º número 1, 17. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a).
.................
Artículo 10
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º, 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículo 102.
Código del Trabajo: artículos 13 a 18. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º y 4º. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto
Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º número 1, 17.
Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990: artículos 32 a 36.
Jurisprudencia: 211. Deber estatal de conceder a la familia la más amplia protección y asistencia
posible y programas asistenciales para que una madre pueda cuidar y educar a sus hijos. La
Iltma. Corte de Apelaciones de Valdivia, recordando que: "[E]l Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales" (Diario Oficial: 27 de mayo de 1989), en su artículo 10 dispone que los Estados
Partes en el presente Pacto reconocen que: "1. Se debe conceder a la familia, que es el elemento natural
y fundamental de la sociedad, la más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su
constitución y mientras sea responsable del cuidado y la educación de los hijos a su libre consentimiento
de los futuros cónyuges". El artículo 11 dispone que "Los estados partes en el presente Pacto reconocen
el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido
y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia" y que: "como se indicó
en los autos rol Corte Nº 178 2008, que dice relación con otro hijo de la madre recurrente en esta causa
y habida consideración a las actuales condiciones económicas por las que atraviesa ésta, se hace
necesario buscar una solución para que pueda superar las condiciones deficitarias en que ella debe vivir
junto a sus hijos. Se sostuvo en dicha causa que el Supremo Gobierno diseñó el Sistema de Protección
Social Chile Solidario, bajo la coordinación del Ministerio de Planificación y Cooperación (Mideplan) con
el objeto de brindar apoyo psicosocial personalizado a cada una de las familias pobres de nuestro país y
asegurarles el acceso preferente a subsidios monetarios y a programas sociales gubernamentales. El
Programa Puente se diseñó para hacer realidad estos objetivos por cuanto promueve en la familia el
desarrollo de acciones para el mejoramiento de su estándar de vida y su integración a la red de beneficios
y servicios sociales que existen a su disposición" (C. de Apelaciones de Valdivia, 19 de marzo de 2008,
cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/7539/2008, Rol Nº 1-2008), resolvió: "Que en atención a que el Estado
debe conceder la más amplia protección y asistencia posible a la familia y en este caso a la madre de los
menores a que se refieren estos autos, se dispondrá que se oficie a la Municipalidad de Máfil o de San
José de la Mariquina a fin de que se incorpore efectivamente a doña [...] en el Programa Puente con el
objeto de que pueda mejorar sus condiciones de vida, proporcionándole la ayuda que dicho programa
contempla, integrándola a la red de beneficios y servicios sociales que existen a su disposición y pueda
ella fortalecer su calidad de vida en las áreas de salud, educación, dinámica familiar, habitabilidad, trabajo
e ingresos" (C. de Apelaciones de Valdivia, 19 de marzo de 2008, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/7539/2008, Rol Nº 1-2008).
Artículo 11
1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel
de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a
una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas
apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la
importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.
b) Asegurar una distribución equitativa de los alimentos mundiales en relación con las
necesidades, teniendo en cuenta los problemas que se plantean tanto a los países que importan
productos alimenticios como a los que los exportan.
Concordancias: Decreto Nº 830, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre los Derechos del Niño, D.O. 27.09.1990:
artículo 4º.
.................
Artículo 16
1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la
discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las
relaciones familiares y, en particular, asegurarán, en condiciones de igualdad entre hombres y
mujeres:
b) El mismo derecho para elegir libremente cónyuge y contraer matrimonio sólo por su libre
albedrío y su pleno consentimiento;
g) Los mismos derechos personales como marido y mujer, entre ellos el derecho a elegir
apellido, profesión y ocupación;
h) Los mismos derechos a cada uno de los cónyuges en materia de propiedad, compras,
gestión, administración, goce y disposición de los bienes, tanto a título gratuito como oneroso.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículos 98, 99, 100,
101, 102, 304. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º y 4º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 873, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículos 1º, 3º, 6º número 1, 17. Decreto Nº 201, Min.
Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a). Ley Nº 20.418, Fija normas sobre información, orientación y prestaciones en materia de
regulación de la fertilidad, D.O. 28.01.2010: artículos 1º, 2º. Ley Nº 20.422, establece normas sobre igualdad de oportunidades
e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículo 9º.
.................
2. Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia
si tienen la edad y las condiciones requeridas para ello por las leyes internas, en la medida en
que éstas no afecten al principio de no discriminación establecido en esta Convención.
5. La ley debe reconocer iguales derechos tanto a los hijos nacidos fuera de matrimonio como
a los nacidos dentro del mismo.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 1º y 19 número 2. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículos 1º inciso 2º, 3º, 21 inciso 2º, 55 inciso 2º, 61. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores,
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16. Decreto
Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a).
.................
1. Los Estados Partes tomarán medidas efectivas y pertinentes para poner fin a la
discriminación contra las personas con discapacidad en todas las cuestiones relacionadas con
el matrimonio, la familia, la paternidad y las relaciones personales, y lograr que las personas
con discapacidad estén en igualdad de condiciones con las demás, a fin de asegurar que:
c) Las personas con discapacidad, incluidos los niños y las niñas, mantengan su fertilidad,
en igualdad de condiciones con las demás.
2. Los Estados Partes garantizarán los derechos y obligaciones de las personas con
discapacidad en lo que respecta a la custodia, la tutela, la guarda, la adopción de niños o
instituciones similares, cuando esos conceptos se recojan en la legislación nacional; en todos
los casos se velará al máximo por el interés superior del niño. Los Estados Partes prestarán la
asistencia apropiada a las personas con discapacidad para el desempeño de sus
responsabilidades en la crianza de los hijos.
Concordancias: Constitución Política de la República: artículos 5º inciso 2º, 19 número 2. Código Civil: artículo 102. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 3º, 4º y 13 incisos 2º y 3º. Ley Nº 20.422, establece normas
sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículo 10. Decreto
Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto
Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 16. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículos 1º, 3º, 6º número 1, 17. Ley Nº 20.584, regula los derechos y deberes de las personas en relación con acciones
vinculadas a su atención de salud, D.O. 24.04.2012: artículos 23 y 24.
B. CÓDIGO CIVIL
TÍTULO III
DE LOS ESPONSALES
No se podrá alegar esta promesa ni para pedir que se lleve a efecto el matrimonio, ni para
demandar indemnización de perjuicios.
Concordancias: Código Civil: Mensaje § VII, artículos 102, 1554. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 39. Ley
Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 2º inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 3º. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16.2.
Jurisprudencia: 212. La reparación por el agravio doloso. Ha habido algún caso en el que se ha
condenado a la reparación de daños a quien no ha cumplido los esponsales, no por el hecho del mero
incumplimiento, sino por entenderse que en el caso concreto se había producido un agravio doloso que,
como todos, exigía su reparación, desde el momento en que se acreditó que quien rehusó cumplir el
desposorio había confesado que había "tenido con doña [...] relaciones ilícitas de la que provino un hijo,
mediante la promesa de matrimonio que él le hizo i que desde un principio no tuvo intención de cumplir,
por existir de antemano un compromiso semejante con otra joven en quien ha tenido las mismas
relaciones i dos hijos" y, así, el Juez Letrado de Ovalle en su sentencia de 17 de noviembre de 1866,
confirmada por la Iltma. Corte de Apelaciones de la Serena el 5 de diciembre de 1866, falló que: "Se condena
a don [...] a pagar a doña [...] la cantidad de cien pesos como indemnización del agravio inferido, si no se
casase con ella, debiendo además correr con la crianza del hijo nacido, en los gastos que se originen,
correspondiendo la guarda y cuidado personal de dicho hijo a la madre, en caso de solicitarlo ésta" (JL.
Ovalle, 17 de noviembre de 1866, en GT. Año XXIV, Nº 1.286, Santiago de Chile, marzo 2 de 1867,
Nº 275, p. 129).
Artículo 99. Tampoco podrá pedirse la multa que por parte de uno de los esposos se hubiere
estipulado a favor del otro para el caso de no cumplirse lo prometido.
Concordancias: Código Civil: artículo 1470 inciso 3º. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 39.
Artículo 100. Lo dicho no se opone a que se demande la restitución de las cosas donadas y
entregadas bajo la condición de un matrimonio que no se ha efectuado.
Artículo 101. Tampoco se opone lo dicho a que se admita la prueba del contrato de
esponsales como circunstancia agravante del crimen de seducción.
TÍTULO IV
DEL MATRIMONIO
Concordancias: Código Civil: Mensaje § VIII. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por
D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 2º números 2 y 4, 37 a 41. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004. Decreto
Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004. Decreto Nº 778, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 326, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículo 10.
Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica,
D.O. 5.01.1990: artículo 17. Decreto Nº 201, Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a).
Artículo 102. El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se
unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de
auxiliarse mutuamente.
Concordancias: Código Civil: artículos 15, 20, 131, 133, 1074, 1075, 1077, 1443 y 1792. Código del Trabajo: artículo 207
bis. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º, 2º, 4º, 11 inciso 1º, 18. Decreto Nº 778, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23. Decreto Nº 326, Min. Relaciones
Exteriores, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, D.O. 28.04.1989: artículo 10.1. Decreto
Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
D.O. 9.12.1989, artículo 16.1. Decreto Nº 873, Min. Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990:
artículo 17. Ley Nº 19.947, D.O. 17 de mayo de 2004, de Matrimonio Civil: artículos 1º, 2º, 42 Nº 4, 54 Nº 2. Decreto Nº 201,
Min. Relaciones Exteriores, Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
D.O. 17.09.2008, artículo 23 letra a). Ley Nº 20.422, Establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de
personas con discapacidad, D.O. 10.02.2010, artículo 9º.
Jurisprudencia: 213. La disciplina jurídica del matrimonio, en particular en cuanto a sus efectos, está
reservada a la ley. El Excmo. Tribunal Constitucional, en sentencia de 3 de noviembre de 2011, ha
reconocido que el matrimonio constituye una materia que está sujeta al principio de la "reserva legal" y no
al de la "reserva constitucional" en cuanto a sus efectos: "Respecto al matrimonio, la reserva de ley
referida a la regulación de sus efectos, tiene un doble fundamento constitucional en la Carta Fundamental.
Por una parte, se desprende del Nº 3 del artículo 63 de la misma, que al señalar cuáles son las materias
de ley, indica como una de ellas las que "son objeto de la codificación civil". Y, por otra parte, del Nº 20
del mismo artículo, que establece que también lo es "toda otra norma de carácter general y obligatoria
que estatuya las bases esenciales de un ordenamiento jurídico" (Tribunal Constitucional, 3 de noviembre
de 2011, cons. 5º, Rol Nº 1881-10-INA). Esta opinión la fundó el tribunal en las siguientes dos razones y
argumentos: 1ª) Porque el matrimonio constituye una materia propia de la codificación civil: y así se
sostuvo que: "En efecto, está fuera de toda duda que el matrimonio es una de las materias más
importantes relativas a las personas y es por ello que desde su aprobación, en 1855, el Código Civil de
Bello, en su Libro Primero, relativo a "Las personas", incluye el título IV "Del matrimonio", lo que demuestra
que éste es un asunto propio de la codificación civil y, por ende, es materia de ley. Refuerza esta
conclusión lo dispuesto en el artículo 63, Nº 20, de la Constitución antes citado, pues resulta evidente que
la definición de lo que se entenderá por matrimonio con carácter general y obligatorio, por su importancia
social, estatuye una de las bases esenciales del ordenamiento jurídico civil y de ahí que sea propio que
la ley lo establezca" (Tribunal Constitucional, 3 de noviembre de 2011, cons. 6º, Rol Nº 1881-10-INA) y;
2ª) Porque así se desprendería de la historia fidedigna de la Constitución de 1980: en cuyo sentido se
señaló: "Que, a mayor abundamiento, cabe precisar que los efectos y la regulación de las proyecciones
del matrimonio son propios de la reserva legal y no constitucional. Ello quedó en evidencia en la discusión
de la Comisión de Estudio de la Nueva Constitución, referida a la disolución del matrimonio, la que, por lo
demás, con posterioridad a la entrada en vigencia de la Carta de 1980 fue aceptada y regulada bajo la
forma del divorcio vincular. Es así como las características de la institución, referidas a la protección y
desarrollo de la misma, han podido mutar en virtud de diversas normas de rango legal, las que han
efectuado cambios en lo que atañe, por ejemplo, al régimen de bienes, a la adopción y a la filiación, entre
otros aspectos" (Tribunal Constitucional, 3 de noviembre de 2011, cons. 7º, Rol Nº 1881-10-INA). El mismo
Tribunal ha reiterado esta opinión, es decir, que la disciplina jurídica del matrimonio, en particular respecto
de sus efectos, constituye una materia de reserva legal: "Que en sentencia recaída en el Rol Nº 1881,
este Tribunal afirmó que, respecto del matrimonio, existe una reserva de ley referida a la regulación de
sus efectos que tiene un doble fundamento en la Carta Fundamental. Por una parte, en el Nº 3 del
artículo 63 de la misma, que señala que son materias de ley, las que "son objeto de codificación civil". Por
otra parte, en el Nº 20 del mismo artículo, que establece que también lo es "toda otra norma de carácter
general y obligatoria que estatuya las bases esenciales de un ordenamiento jurídico" (Considerando 5º)"
(Tribunal Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 4º, Rol Nº 2435-13-INA). 214. Régimen jurídico del
matrimonio y principio constitucional de igualdad entre hombres y mujeres. La noción del
matrimonio y todo su régimen jurídico no puede entenderse sino en el contexto de los principios
constitucionales y de las normas de derecho internacional vigentes en Chile, entre los que se cuenta el
de la igualdad jurídica de los cónyuges, como comienza a advertirlo la jurisprudencia. Así se ha declarado
que: "Como lo refiere el profesor Javier Barrientos Grandon, en su artículo "La Compensación económica
como derecho de uno de los cónyuges y obligación correlativa del otro", publicado en la Revista Chilena
de Derecho Privado Nº 9, diciembre de 2007, Fernando Fueyo Laneri, de la Escuela de Derecho de la
Universidad Diego Portales, págs. 9-44, el matrimonio y su régimen jurídico descansa, en todo lo relativo
a la posición y relaciones entre los cónyuges, en el principio constitucional de la igualdad entre hombres
y mujeres, recogido en el artículo 19 Nº 2 inciso 1º de la Constitución Política de la República, que se
concreta, en la especie, en la específica igualdad entre marido y mujer, en cumplimiento de lo previsto en
el artículo 23 Nº 4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del artículo 24 Nº 4 del
denominado Pacto de San José de Costa Rica, los que obligan al Estado chileno a adoptar las "medidas
apropiadas para asegurar la igualdad de derechos y responsabilidades de ambos esposos en cuanto al
matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución de éste y, muy especialmente, para dar
cumplimiento a diversas disposiciones de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (art. 16, 1, letra c) obligatorias, igualmente, para el Estado de
Chile" (C. Apelaciones de Talca, 16 de diciembre de 2010, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/12341/2010,
Rol Nº 209-2010). 215. De la definición de matrimonio. La jurisprudencia, al igual que la generalidad de
la doctrina, tradicionalmente se ha mantenido aferrada a la definición del matrimonio contenida en este
artículo 102. Ello la ha hecho caer en la poco útil discusión acerca de si se trata de un "contrato" o una
"institución". Sin embargo, en el último tiempo, y como consecuencia directa de las reformas legales en
sede de matrimonio, de aquellas otras que han contribuido a ampliar las concepciones habituales de la
familia, ligada al matrimonio, junto a lecturas que incorporan la legalidad constitucional y de los tratados
internacionales vigentes en el país, han dado paso a un incipiente esfuerzo jurisprudencial por elaborar
una definición que se desliga de la literalidad de este artículo 102 del Código Civil. 215.1. De la definición
legal del matrimonio: de su caracterización como contrato. En el contexto en que fue redactada la
definición legal de matrimonio, su caracterización como contrato obedecía al propósito del codificador
dirigido a destacar, por una parte, que la ley civil no se ocupaba del matrimonio en cuanto que sacramento,
pues desde esta perspectiva quedaba sujeto a la disciplina canónica, sino que en cuanto contrato y, por
otra, a que requería del consentimiento de los contrayentes. La doctrina ha pasado por alto la
contextualización histórica de la definición contenida en el artículo 102, y cuando se ha enfrentado a la
necesidad de explicar la caracterización del matrimonio como "contrato" ha trasladado al derecho chileno
una discusión frecuente en otras tradiciones. En concreto, ha asumido la cuestión de "determinar" si el
matrimonio es un "contrato" o una "institución". La jurisprudencia ha seguido los pasos de la doctrina, y
no logra, aún, desligarse de la añeja discusión relativa a si el matrimonio es un "contrato" o una
"institución". Así, por ejemplo, el Excmo. Tribunal Constitucional ha optado por referirse a él como un
"contrato-institución" cuando ha advertido que: "[C]abe señalar que el matrimonio es un contrato solemne
(contrato-institución, se señala) que termina, entre otras causales, por sentencia firme de divorcio"
(Tribunal Constitucional, 12 de agosto de 2010, cons. 7º, Rol Nº 1499-09; Tribunal Constitucional, 31 de
diciembre de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1490-09; Tribunal Constitucional, 31 de diciembre de 2009, cons. 7º,
Rol Nº 1424-09; Tribunal Constitucional, 31 de diciembre de 2009, cons. 7º, Rol Nº 1423-09). Hoy día, el
género de los "contratos" al que este artículo 102 adscribe al matrimonio, debe entenderse a la luz de las
disposiciones de la Ley Nº 19.947. Así, la calificación legal del matrimonio como un "contrato", por una
parte, destaca la posición central que ocupa el "consentimiento matrimonial" en la misma naturaleza del
matrimonio y, por otra, significa también que se reconoce la antigua máxima conforme a la cual consensus
facit matrimonium. La centralidad del consentimiento matrimonial atraviesa toda la Ley Nº 19.947 que, de
acuerdo con el inciso 1º de su artículo 2º, es un texto en que, precisamente, se "establecen los requisitos
para asegurar el libre y pleno consentimiento de los contrayentes". La relevancia del consentimiento
matrimonial se manifiesta en la "Ley de Matrimonio Civil", en cuanto que ella se destina, precisamente, a
salvaguardar un consentimiento matrimonial libre y espontáneo y por ello, en su artículo 4º, se destaca
esta naturaleza convencional o contractual del matrimonio al señalar que su celebración "exige que ambos
contrayentes sean legalmente capaces" y que "hayan consentido libre y espontáneamente en contraerlo",
lo que no es más que una consecuencia del reconocimiento del ius conubii como una facultad inherente
a toda persona humana, que pertenece al género de las libertades. De este modo, se excluye
naturalmente toda pretensión de encasillarlo en la definición patrimonial de contrato o convención recibida
en el artículo 1438 del mismo Código y, también, aparece que tal género contractual se vincula
necesariamente con la revaloración que ha hecho dicha ley, en el citado inciso 1º de su artículo 2º, del
"libre y pleno consentimiento de los contrayentes". En este contexto, la jurisprudencia ha ido sentando,
aunque no libre de vacilaciones, una serie de conclusiones fundadas en la centralidad y especificidad del
consentimiento en el matrimonio, y que tocan directamente a la improcedencia de atribuirle unos
caracteres de "contrato" en la dimensión del derecho patrimonial: 215.1.1. No es aplicable al matrimonio
el artículo 1545 del Código Civil: en esta línea se ha declarado que: "[N]o procede acoger la infracción
al artículo 1545 del Código Civil, por tratarse el matrimonio de un "instituto jurídico" que está regido por
leyes específicas y son éstas las que deben aplicarse y no las generales relativas a los contratos"
(C. Suprema, 1 de julio de 2003, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/2362/2003, Rol Nº 3895-
2002); 215.1.2. No es aplicable al matrimonio el artículo 1683 del Código Civil: en ese sentido se ha
sentado que: "[L]a prohibición de alegar la nulidad absoluta que impone el artículo 1683 del Código Civil
al que ha celebrado un contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba, se refiere sólo a los
actos de carácter patrimonial y no al matrimonio civil, por tratarse éste de un instituto sui generis al cual
no le son aplicables las reglas del Código Civil sino las de la Ley de Matrimonio Civil, las que contemplan
la posibilidad de interponer acción de nulidad a los presuntos cónyuges, sin que se contemple en ella
ninguna excepción respecto de las personas a quienes esté prohibido su ejercicio" (C. Suprema, 1 de julio
de 2003, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/2362/2003, Rol Nº 3895-2002). 215.2. De la definición
jurisprudencial del matrimonio. La Excma. Corte Suprema ha intentado una definición de matrimonio, que
comprenda los caracteres que lo configuran el actual derecho matrimonial chileno, y que atiende a los
elementos que entiende se derivan de las finalidades del derecho de familia. En este contexto ha dado
especial importancia a la comunidad de vida y a la afectividad. Este último factor es, en verdad, un
elemento que desde algunas décadas se ha introducido con fuerza en las regulaciones legales tocantes
a la familia. Así, ha expresado la Excma. Corte Suprema: "Que, en este punto, es necesario recordar que el
derecho de familia tiene por objeto el resguardo de ciertas instituciones que el Estado reconoce como
valiosas, y que por diversos motivos son de interés para la sociedad fomentar y proteger. Dentro de tales
entidades, sobresale, entre otras, la del matrimonio, que por definición se entiende como una comunidad
de vida y de afectos que genera en sus integrantes más allá de una relación de parentesco sanguíneo un
vínculo de carácter emocional con el que sus integrantes se identifican y reconocen entre sí, cuya
expresión sana y vigorosa el Estado debe resguardar y promover" (C. Suprema, 29 de septiembre de
2016, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6728/2016, Rol Nº 22093-2016). 216. La definición legal de
matrimonio: de su caracterización como "entre un hombre y una mujer" y de su
constitucionalidad. Que el matrimonio pueda contraerse sólo entre un hombre y una mujer constituye la
delimitación legal de uno de los aspectos del campo operativo del ejercicio del ius conubii, reconocido en
el inciso 1º del artículo 2º de la Ley Nº 19.947 como "un derecho esencial inherente a la persona humana,
si se tiene edad para ello". Coincidente con esta delimitación efectuada por este artículo 102, en el
inciso 1º del artículo 80 de la Ley Nº 19.947 se reconocen, bajo ciertas exigencias, los matrimonios
celebrados en el extranjero "siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer". Legalmente,
pues, el matrimonio se concibe como únicamente susceptible de ser contraído por dos personas de sexo
distinto, y así lo ha destacado alguna sentencia: "Que en nuestro sistema jurídico el contrato de matrimonio
es heterosexual y monógamo, por lo que sólo lo pueden celebrar dos personas de sexo diferente, y por
ello única y exclusivamente se está en presencia de dos personas y consecuentemente de dos
patrimonios distintos, cuya administración y regulación determina la ley a través de los diferentes
regímenes patrimoniales, como son el de sociedad conyugal, separación total de bienes o participación
en los gananciales" (C. Apelaciones de Santiago, 16 de octubre de 2008, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/7720/2008, Rol Nº 10145-2005). En ese contexto se ha planteado la cuestión
acerca de la constitucionalidad del artículo 102, en concreto, respecto de su período 'por el cual un hombre
y una mujer', es decir, si tal caracterización es conforme o no a las reglas de la Constitución Política de la
República, en especial, a la del número 2º de su artículo 19, que asegura a todas las personas la igualdad
ante la ley. Aunque el Excmo. Tribunal Constitucional se ha pronunciado, cuando ha sido requerido, sobre
esta cuestión, no ha logrado identificar cuál es, realmente, la cuestión jurídica relevante, si bien ha de
advertirse que los requirentes tampoco contribuyeron a esa precisión. La cuestión constitucional que
plantea la legalidad matrimonial, desde la perspectiva de la caracterización del ius conubii como un
derecho que sólo puede ejercerse por una persona respecto de otra de sexo distinto, se reduce a
responder a la siguiente pregunta: ¿Es conciliable con la Constitución Política de la República que el ius
conubii, por decisión legal, sólo pueda ejercerse respecto de una persona de sexo distinto? Es esta una
pregunta a la que el Excmo. Tribunal Constitucional aún no ha dado respuesta, pues lo que ha hecho en sus
sentencias es pronunciarse sobre otra cuestión, pero que deja abierta una siguiente. En efecto, como se
ha de explicar, el Excmo. Tribunal Constitucional ha optado por responder a esta pregunta: ¿Es conforme a
la Constitución el actual régimen legal del matrimonio en cuanto que lo concibe como entre personas de
distinto sexo? Su respuesta ha sido que sí lo es. Pero esa respuesta, por sus fundamentos y por su
contexto, no excluye a la siguiente: ¿Sería constitucional un régimen legal del matrimonio que
caracterizara al ius connubii como posible de ejercitarse respecto de una persona del mismo sexo? Así,
las cosas, la jurisprudencia constitucional ha estimado que el actual régimen legal del matrimonio, en
cuanto que lo concibe como la unión entre un hombre y una mujer, no es inconstitucional. El razonamiento
seguido por el Excmo. Tribunal Constitucional ha sido el siguiente: 1º) El matrimonio, en cuanto a sus efectos,
constituye una materia de reserva legal. Como se ha explicado en el número 1 de esta Jurisprudencia, tal
es la opinión que ha mantenido en dos sentencias el Excmo. Tribunal Constitucional: "[R]especto del
matrimonio, existe una reserva de ley referida a la regulación de sus efectos que tiene un doble
fundamento en la Carta Fundamental" (T. Constitucional, 3 de noviembre de 2011, cons. 5º y 6º, Rol
Nº 1881-10-INA; T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 4º, Rol Nº 2435-13-INA). Esta declaración se
efectuó, en el caso de la primera sentencia, en el contexto de un requerimiento sobre la inaplicabilidad del
artículo 102 en cuanto que declara que el matrimonio sólo puede celebrarse entre un hombre y una mujer,
es decir, sobre su propiedad consistente en la diversidad de sexo de los contrayentes. Esta propiedad del
matrimonio, a despecho de la relación que estableció el Tribunal, no constituye uno de sus "efectos", ni
tampoco, puede concebírsela dentro de la tan genérica y a-técnica expresión: 'proyecciones del
matrimonio', pues la diversidad de sexo, sin entrar al juicio que sobre ella se tenga, forma parte en el
sistema jurídico chileno actual de la "naturaleza" del matrimonio, a la que se refiere el artículo 8º de la Ley
Nº 19.947. De ahí se sigue que el matrimonio es el que opera como "causa" de sus "efectos", y la
"diversidad de sexos de los contrayentes" no es una consecuencia o un efecto del matrimonio, sino que
un elemento que lo constituye, en cuanto que causa suya. Así, pues, esta declaración del Excmo. Tribunal
Constitucional resulta inconexa en cuanto a la cuestión sobre la que había sido requerido, y habría sido
muy distinta cosa que el Tribunal hubiera declarado que era "el" matrimonio el que se hallaba sujeto a la
reserva legal, sin perjuicio de que esta reserva, efectivamente, se aplique a sus efectos. 2º) En virtud de
tal reserva legal, se ha establecido por el legislador un matrimonio entre personas de diverso sexo, y ello
es consistente con la "Convención Americana sobre Derechos Humanos". El Excmo. Tribunal Constitucional
ha destacado: "Que, en virtud de lo anterior [la reserva legal], la legislación chilena actual aplicable en
materia matrimonial, esto es el Código Civil, en los títulos IV, V y VI del Libro Primero "De las personas",
y la Ley Nº 19.947 que establece la nueva Ley de Matrimonio Civil, configura el matrimonio heterosexual
y monogámico. En efecto, el artículo 102 del Código Civil señala que "[e]l matrimonio es un contrato
solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el
fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente", y la Ley de Matrimonio Civil, al regular en su
artículo 80 el reconocimiento de los matrimonios celebrados en el extranjero, los reconoce —en lo que
interesa para el caso que nos ocupa— "siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer"
(inciso primero). Asimismo la Convención Americana sobre Derechos Humanos, al ocuparse en el
artículo 17 de la titularidad del derecho a contraer matrimonio, no ocupa la locución "toda persona" que
es la que utiliza para referirse a quienes son sujetos de los otros derechos que reconoce, sino que dice
en su inciso segundo que "[s]e reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio", por lo
que la opción legal en Chile por el matrimonio heterosexual es consistente con lo establecido en la
Convención" (T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 5º, Rol Nº 2435-13-INA). 3º) Que ese modelo
legal de matrimonio está acorde con las bases de la institucionalidad. Así se declaró: "Que tal modelo de
matrimonio resulta acorde con las bases de la institucionalidad contenidas en el capítulo I de la Carta
Fundamental, la que, en su artículo 1º, inciso segundo, señala que '[l]a familia es el núcleo fundamental
de la sociedad', disposición que se reitera en el artículo 1º, inciso primero, de la Ley de Matrimonio Civil,
que añade que '[e]l matrimonio es la base principal de la familia'" (T. Constitucional, 10 de abril de 2014,
cons. 6º, Rol Nº 2435-13-INA). 4º) Que en ese contexto, no se puede pretender la reforma de un
determinado sistema legal por la vía de requerir la declaración de inaplicabilidad del artículo 102 del
Código Civil. Requerido el Excmo. Tribunal Constitucional para que se pronunciara sobre la aplicabilidad o
no del artículo 102 del Código Civil, en cuanto que ella establece que el matrimonio sólo puede celebrarse
entre un hombre y una mujer al estimarse que ello podría contrariar el principio de igualdad ante la ley,
consagrado en el artículo 19 número 2º de la Constitución Política de la República, "toda vez que aquella
disposición sólo permite el matrimonio entre un hombre y una mujer sin autorizar que las parejas
homosexuales puedan contraer matrimonio", en sentencia de 3 de noviembre de 2011 declaró que: "El
requerimiento a que se refiere esta sentencia no pueda prosperar, toda vez que lo que se pretende por su
intermedio es que se reformule un sistema de normas de modo integral y se regule positivamente una
institución de modo distinto al actual". En efecto, si bien se ha efectuado una impugnación aislada de un
artículo, lo que verdaderamente se impugna es la aplicación de un estatuto jurídico complejo derivado del
vínculo matrimonial entre hombre y mujer, que se encuentra regulado en su estructura esencial en
el Código Civil y en la Ley Nº 19.947, esto es, la Ley de Matrimonio Civil. En otras palabras, lo que
pretenden los recurrentes es que se les reconozca la aplicación del mencionado estatuto, cuestión que
no es de competencia de este Tribunal, pues éste no se encuentra facultado para modificar y regular las
instituciones que contempla el ordenamiento jurídico mediante un pronunciamiento de inaplicabilidad. A
mayor abundamiento, el requerimiento de autos tampoco puede considerarse bien formulado, toda vez
que dos de las parejas que son parte en la acción de protección sub lite se casaron en el extranjero, sin
que la Corte de Apelaciones de Santiago solicitara la inaplicabilidad de diversas normas de la Ley de
Matrimonio Civil y, en especial, del artículo 80 de aquel cuerpo normativo que establece que "los requisitos
de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley del lugar de su celebración. Así, el
matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las leyes del mismo país, producirá en Chile
los mismos efectos que si se hubiere celebrado en territorio chileno, siempre que se trate de la unión entre
un hombre y una mujer". De esta manera, el reproche al artículo 102 del Código Civil no resulta decisivo
en la resolución de la gestión pendiente en lo que se refiere a las aludidas parejas" (T. Constitucional, 3
de noviembre de 2011, cons. 9º, Rol Nº 1881-10-INA). 217. La definición legal de matrimonio: de su
caracterización como indisoluble y "para toda la vida". Una vez aprobada y en vigor la Ley Nº 19.947,
que dio entrada al divorcio como causa de término del matrimonio, se ha suscitado la cuestión tocante a
cómo debe entenderse el artículo 102 del Código Civil en aquella parte en la que se declara que el
matrimonio implica que los contrayentes se unen "indisolublemente, y para toda la vida". En las ocasiones
en las que los tribunales ordinarios han tocado este punto no ha habido una especial preocupación por
argumentar o razonar las opiniones que se han defendido. Con todo, las opiniones que se han mantenido
en este punto son las tres siguientes: 217.1. La definición del artículo 102 del Código Civil se
mantiene, pues no ha sido expresamente modificada: en ese sentido se ha pronunciado la Excma. Corte
Suprema: "Si la nueva Ley de Matrimonio Civil permite que las parejas pongan término al matrimonio por
medio del divorcio con disolución de vínculo, lo es en el entendido que ambos cónyuges viven. Así lo
ratifica con la definición, no modificada, del artículo 102 del Código Civil, que dispone que el matrimonio
es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente y por toda
la vida" (C. Suprema, 15 de marzo de 2010, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/16774/2010, Rol Nº 8945-
2009). Esta consideración recibía, casi literalmente, una anterior del mismo tribunal (C. Suprema, 7 de
mayo de 2007, LegalPublishing: CL/JUR/4675/2007, Rol Nº 5516-2006); 217.2. La definición del
artículo 102 debe entenderse en cuanto que consagra la indisolubilidad intrínseca del matrimonio:
es decir, que el matrimonio es indisoluble en la medida en que no puede ser disuelto por la sola voluntad
de los cónyuges, y que sólo puede disolverse cuando una potestad externa así lo declara. Así lo ha
defendido en voto de minoría el ministro de la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago D. Jorge Zepeda
Arancibia: "Que los principios fundamentales que gobiernan el divorcio —esto es, el entendido como la
causa legalmente reconocida que invocada por uno o ambos cónyuges y declarada judicialmente, pone
fin al matrimonio válido— hacen que, en los procedimientos respectivos, el juez cumpla un rol fundamental
por tratase la pretensión de una situación jurídica de excepción, atendida la indisolubilidad intrínseca del
matrimonio, conforme a la definición que de él da el artículo 102 del Código Civil, el que señala que éste
es para toda la vida" (C. Apelaciones de Santiago, 22 de marzo de 2012, Voto en contra, cons. 1º,
LegalPublishing: CL/JUR/699/2012, Rol Nº 1444-2011); 217.3. La definición del artículo 102 debe
entenderse modificada como consecuencia de una derogación tácita: algunos tribunales de alzada
se han inclinado por sostener que, aunque no hubo una derogación expresa del artículo 102 o una
modificación del mismo, su texto es inconciliable con la disciplina del divorcio introducida por la Ley
Nº 19.947 y, por ende, debe entenderse tácitamente derogado en aquella parte que declara al matrimonio
como indisoluble. En este sentido se pronunció la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción en el
considerando 1º de su sentencia de 3 de julio de 2006: "Que la actual Ley de Matrimonio Civil Nº 19.947
contempla en su artículo 55 una causal de divorcio objetiva que permite al Juez decretar el divorcio de los
cónyuges, si acreditan que han cesado su convivencia por más de tres años, sin reanudarla con ánimo
de convivencia, como una forma de estabilizar las separaciones de hecho de cónyuges que dejan de
cohabitar y no reanudan su vida en común, vale decir, de las separaciones de ipso que se hacen
permanentes a través del tiempo, derogando así en forma tácita la característica de la indisolubilidad del
matrimonio civil de que trata el artículo 102 de nuestro Código Civil" (C. Apelaciones de Concepción, 3 de
julio de 2006, cons. 1º, Rol Nº 996-06). Pocos meses después, y en la misma línea, la Iltma. Corte de
Apelaciones de Rancagua en el considerando 3º de su fallo de 8 de noviembre de 2006 declaraba: "Que
en cuanto a la indisolubilidad del matrimonio contenida en el artículo 102 del Código Civil, ello no es
efectivo, desde que se publicó en el diario oficial y entró en vigencia la Ley Nº 19.947, que establece la
nueva Ley de Matrimonio Civil. En ella se contempló claramente, en sus artículos 1º y 42, la disolubilidad
del vínculo. En efecto, el inciso segundo del artículo 1º, expresa que dicho cuerpo legal trata, entre otras
materias, la disolución del vínculo matrimonial; a su turno, el artículo 42 dentro de las causales de término
del matrimonio contempla, las sentencias firmes de nulidad y de divorcio. Si bien el legislador no quiso
eliminar la palabra "indisolublemente" que emplea el artículo 102 del Código Civil, al definir el matrimonio,
lo cierto es, que no hay ninguna justificación lógica para encontrar el motivo de haberla mantenido, ya que
cuando de acuerdo a la historia de la ley, no se aprobaron las mociones para eliminar la palabra
indisolublemente, no hay explicación clara y coherente sobre el particular. Desde hace varios años que
en nuestra sociedad se viene discutiendo públicamente, la introducción del divorcio con separación del
vínculo y toda la ciudadanía tomó conocimiento de su aprobación como ley de la República, por parte del
legislativo y del ejecutivo; lo que refleja el espíritu del legislador de cambiar la indisolubilidad del
matrimonio por su disolubilidad. Ahora bien, si no hubo una derogación expresa del artículo 102 o una
modificación del mismo, lo cierto es que se ha derogado tácitamente la indisolubilidad, desde que el nuevo
cuerpo legal (Ley Nº 19.947) contiene disposiciones que no pueden conciliarse con las de la ley anterior
y ello, quiérase o no, al tenor del artículo 52 del Código Civil, constituye derogación tácita" (C. Apelaciones
de Rancagua, 8 de noviembre de 2006, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/5732/2006, Rol Nº 442-2006).
Tres años más tarde se unía a esta tendencia la Iltma. Corte de Apelaciones de Antofagasta, en sentencia
de 5 de febrero de 2009: "La actual Ley de Matrimonio Civil Nº 19.947 contempla en su artículo 55 una
causal de divorcio objetiva que permite al Juez decretar el divorcio de los cónyuges, si acreditan que han
cesado su convivencia por más de tres años, sin reanudarla con ánimo de convivencia, como una forma
de estabilizar las separaciones de hecho de cónyuges que dejan de cohabitar y no reanudan su vida en
común, vale decir, de las separaciones de ipso que se hacen permanentes a través del tiempo, derogando
así en forma tácita la característica de la indisolubilidad del civil de que trata el artículo 102 de nuestro
Código Civil" (C. Apelaciones de Antofagasta, 5 de febrero de 2009, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/8519/2009, Rol Nº 1303-2008). 218. Del matrimonio y la comunidad de vida.
La jurisprudencia de los tribunales ordinarios entiende que el matrimonio instaura una singular comunidad
de vida entre los cónyuges: "[E]l matrimonio implica una comunidad de vida y de afectos que la ley protege
estableciendo los deberes y obligaciones derivados de esa institución en relación a los cónyuges, los hijos
y los bienes" (C. Suprema, 19 de enero de 2009, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/5766/2009, Rol
Nº 7843-2008). Tal consideración ha sido reiterada literalmente en sentencias posteriores de la Excma. Corte
Suprema (C. Suprema, 14 de marzo de 2011, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9332/2011, Rol Nº 9529-
2010) y de diversos tribunales de alzada (C. Apelaciones de San Miguel, 15 de octubre de 2010, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/8390/2010, Rol Nº 456-2010; C. Apelaciones de Concepción, 23 de mayo de
2011, cons. 19, LegalPublishing: CL/JUR/10742/2011, Rol Nº 163-2011). Esta concepción ha sido asumida
por la jurisprudencia constitucional: "Que, atendida la índole peculiar del matrimonio, el cual, conforme a
la definición que del mismo da el artículo 102 del Código Civil (antes citado), crea una comunidad de vida
entre un hombre y una mujer, de la que surgen deberes especiales entre los cónyuges" (T. Constitucional,
10 de abril de 2014, cons. 7º, Rol Nº 2435-13-INA). 219. La naturaleza del vínculo conyugal. Se ha
destacado que el matrimonio origina un vínculo entre los cónyuges que no constituye parentesco, sino
que está directamente vinculado al singular género de comunidad de vida que instituye: "De la definición
transcrita precedentemente, se desprende que la institución del matrimonio tiene básicamente dos fines:
el procrear y el vivir juntos; produciéndose, asimismo, por el hecho de su celebración, variados efectos,
surgiendo ante todo un vínculo entre los cónyuges, que es precisamente el conyugal, el cual no es un
vínculo de parentesco ni de afinidad, sino que es uno particular que crea entre ambos cónyuges una íntima
comunión de vida, ya en el sentido físico, ya en el afectivo y espiritual. Es así como surgen derechos y
obligaciones, algunas de las cuales son recíprocas y otras miran sólo al marido o sólo a la mujer. En
cuanto a los primeros, que son de variada naturaleza, la ley menciona expresamente dos: el de fidelidad
y el de asistencia" (C. Apelaciones de Concepción, 18 de mayo de 2007, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007). 220. De los fines del matrimonio y la
procreación. Sobre este punto se ha declarado que: "El conocimiento de los fines del matrimonio es un
elemento básico para entender la importancia que la ley le otorga a esta institución, como base de la
familia. Por ello, es dable afirmar que siendo un objetivo primordial la procreación, el legislador ha
protegido las relaciones sexuales de marido y mujer otorgando al hijo que nace producto de ellas, un
principio de certeza que permite presumir la paternidad del marido" (C. Apelaciones de Concepción, 18
de mayo de 2007, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007). 221. Vivir juntos y
cese de la convivencia. Se ha entendido que: "Si el marido o la mujer hace abandono del hogar, debe
entenderse que con ello están poniendo fin al "vivir juntos", a la convivencia habida entre ellos, lo cual
origina una separación de hecho, circunstancia que autoriza a cualquiera de ellos a solicitar la separación
judicial y el divorcio. En efecto, una de las causales del denominado "divorcio por culpa", es la contemplada
en el Nº 2 del artículo 54 de la Ley de Matrimonio Civil, al señalar que el divorcio podrá ser demandado
por falta imputable al otro, lo que ocurre por transgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia,
socorro y fidelidad propios del matrimonio, agregando que el abandono continuo o reiterado del hogar
común, es una forma de transgresión grave de los deberes del matrimonio" (C. Apelaciones de
Concepción, 18 de mayo de 2007, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/6926/2007, Rol Nº 519-2007).
Artículo 103. El matrimonio podrá celebrarse por mandatario especialmente facultado para
este efecto. El mandato deberá otorgarse por escritura pública, e indicar el nombre, apellido,
profesión y domicilio de los contrayentes y del mandatario.165
Concordancias: Código Civil: artículos 190, 2130 inciso 1º. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley
Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 15. Ley
Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 5º inciso 3º.
Artículo 105. No podrá procederse a la celebración del matrimonio sin el asenso o licencia
de la persona o personas cuyo consentimiento sea necesario según las reglas que van a
expresarse, o sin que conste que el respectivo contrayente no ha menester para casarse el
consentimiento de otra persona, o que ha obtenido el de la justicia en subsidio.
Concordancias: Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930,
texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 39 números 6º, 8º y 9º. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículo 12. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil,
D.O. 30.10.2004: artículos 3º inciso 1º números 6, 7, 9 a 12. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004:
artículo 8º número 5.
Artículo 106. Los que hayan cumplido dieciocho años no estarán obligados a obtener el
consentimiento de persona alguna.167
Concordancias: Código Civil: artículo 26. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 19.947, de
Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 2º inciso 2º.
Artículo 107. Los que no hubieren cumplido dieciocho años no podrán casarse sin el
consentimiento expreso de sus padres; si faltare uno de ellos, el del otro padre o madre; o a
falta de ambos, el del ascendiente o de los ascendientes de grado más próximo.
Concordancias: Código Civil: artículos 27, 112 y 1721. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 4.808,
sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 39 números 8º y 9º.
Ley Nº 19.947, D.O. 17 de mayo de 2004, de Matrimonio Civil: artículos 2º inciso 2º, 12.
Artículo 109. Se entenderá faltar el padre o madre u otro ascendiente, no sólo por haber
fallecido, sino por estar demente; o por hallarse ausente del territorio de la República, y no
esperarse su pronto regreso; o por ignorarse el lugar de su residencia.
También se entenderá faltar el padre o madre cuando la paternidad o maternidad haya sido
determinada judicialmente contra su oposición.170
Concordancias: Código Civil: artículos 111 y 203. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36.
Artículo 110. Se entenderá faltar asimismo el padre o madre que estén privados de la patria
potestad por sentencia judicial o que, por su mala conducta, se hallen inhabilitados para
intervenir en la educación de sus hijos.171
Concordancias: Código Civil: artículos 111, 271, 497 Nº 8, 1973 y 2011. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 36.
Artículo 111. A falta de dichos padre, madre o ascendientes, será necesario al que no haya
cumplido dieciocho años el consentimiento de su curador general. 172
Si se tratare de un hijo cuya filiación aún no ha sido determinada respecto de ninguno de sus
padres, el consentimiento para el matrimonio lo dará su curador general. A falta de éste, será
aplicable lo dispuesto en el inciso anterior. 174
Concordancias: Código Civil: artículos 26, 37, 109, 110, 112, 113, 340, 348. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 36. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 8º número 5.
Artículo 112. Si la persona que debe prestar este consentimiento lo negare, aunque sea sin
expresar causa alguna, no podrá procederse al matrimonio de los menores de dieciocho
años.175
El curador y el oficial del Registro Civil que nieguen su consentimiento estarán siempre
obligados a expresar la causa, y, en tal caso, el menor tendrá derecho a pedir que el disenso
sea calificado por el juzgado competente.176
Concordancias: Código Civil: artículos 106, 107, 111 y 113. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley
Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 38. Ley
Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 8º número 5.
Artículo 113. Las razones que justifican el disenso no podrán ser otras que éstas:
2ª. El no haberse practicado alguna de las diligencias prescritas en el título De las segundas
nupcias, en su caso;
3ª. Grave peligro para la salud del menor a quien se niega la licencia, o de la prole;
4ª. Vida licenciosa, pasión inmoderada al juego, embriaguez habitual, de la persona con
quien el menor desea casarse;
5ª. Haber sido condenada esa persona por delito que merezca pena aflictiva; 178
6ª. No tener ninguno de los esposos medios actuales para el competente desempeño de las
obligaciones del matrimonio.
Concordancias: Código Civil: artículos 116, 124 a 130. Código Penal: artículo 37. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 36. Ley Nº 16.618, Ley de Menores, D.O. 8.03.1967, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000:
artículo 38.
Artículo 114. El que no habiendo cumplido dieciocho años se casare sin el consentimiento
de un ascendiente, estando obligado a obtenerlo, podrá ser desheredado, no sólo por aquel o
aquellos cuyo consentimiento le fue necesario, sino por todos los otros ascendientes. Si alguno
de éstos muriere sin hacer testamento, no tendrá el descendiente más que la mitad de la porción
de bienes que le hubiera correspondido en la sucesión del difunto. 179
Concordancias: Código Civil: artículos 107, 1208 número 4. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36.
El matrimonio contraído sin el necesario consentimiento de otra persona no priva del derecho
de alimentos.
Concordancias: Código Civil: artículos 321 número 2, 1428. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36.
Artículo 116. Mientras que una persona no hubiere cumplido dieciocho años, no será lícito
al tutor o curador que haya administrado o administre sus bienes, casarse con ella, sin que la
cuenta de la administración haya sido aprobada por el juez, con audiencia del defensor de
menores.181
Igual inhabilidad se extiende a los descendientes del tutor o curador para el matrimonio con
el pupilo o pupila.182
Concordancias: Código Civil: artículos 346, 526 y 533. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 36. Ley Nº 19.947,
de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 14.
TÍTULO V
DE LAS SEGUNDAS NUPCIAS
Artículo 124. El que teniendo hijos de precedente matrimonio bajo su patria potestad, o bajo
su tutela o curaduría, quisiere volver a casarse, deberá proceder al inventario solemne de los
bienes que esté administrando y les pertenezcan como herederos de su cónyuge difunto o con
cualquiera otro título.190
Para la confección de este inventario se dará a dichos hijos un curador especial. 191
Concordancias: Código Civil: artículos 127 y 494. Código de Procedimiento Civil: artículos 852 y 858. Ley Nº 20.830, crea el
acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de
Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 13.
Artículo 125. Habrá lugar al nombramiento de curador aunque los hijos no tengan bienes
propios de ninguna clase en poder del padre o madre. Cuando así fuere, deberá el curador
especial testificarlo.192
Concordancias: Código Civil: artículos 126 y 494. Código de Procedimiento Civil: artículos 852 y 858. Ley Nº 20.830, crea el
acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de
Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 13.
Artículo 126. El Oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio del que
trata de volver a casarse, sin que se le presente certificado auténtico del nombramiento de
curador especial para los objetos antedichos, o sin que preceda información sumaria de que no
tiene hijos de precedente matrimonio, que estén bajo su patria potestad o bajo su tutela o
curaduría.193
Concordancias: Código Civil: artículos 124 y 125. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 14. Ley
Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la
Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 13.
Artículo 127. El viudo o divorciado o quien hubiere anulado su matrimonio por cuya
negligencia hubiere dejado de hacerse en tiempo oportuno el inventario prevenido en el
artículo 124, perderá el derecho de suceder como legitimario o como heredero abintestato al
hijo cuyos bienes ha administrado.194
Concordancias: Código Civil: artículos 25 inciso 2º, 44, 124, 952, 1181. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004:
artículos 50, 59. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10.
Artículo 128. Cuando un matrimonio haya sido disuelto o declarado nulo, la mujer que está
embarazada no podrá pasar a otras nupcias antes del parto, o (no habiendo señales de
preñez) antes de cumplirse los doscientos setenta días subsiguientes a la disolución o
declaración de nulidad.
Pero se podrán rebajar de este plazo todos los días que hayan precedido inmediatamente a
dicha disolución o declaración, y en los cuales haya sido absolutamente imposible el acceso del
marido a la mujer.
Concordancias: Código Civil: artículos 76, 129, 130 y 184. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 158. Decreto
Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 14. Ley Nº 20.830,
crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 10. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16.1.
Concordancias: Código Civil: artículo 128. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 158. Ley Nº 19.947, de
Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículo 14. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de
Matrimonio Civil, D.O. 30.10.2004: artículo 14. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 11
inciso 3º.
Artículo 130. Cuando por haber pasado la madre a otras nupcias se dudare a cuál de los
dos matrimonios pertenece un hijo, y se invocare una decisión judicial de conformidad a las
reglas del Título VIII, el juez decidirá, tomando en consideración las circunstancias. Las pruebas
periciales de carácter biológico y el dictamen de facultativos serán decretados si así se solicita.
Concordancias: Código Civil: artículos 47, 128, 184, 199, 1511 y 2317. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 158.
TÍTULO VI
OBLIGACIONES Y DERECHOS ENTRE LOS CÓNYUGES
1. Reglas generales
Artículo 131. Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse
mutuamente en todas las circunstancias de la vida. El marido y la mujer se deben respeto y
protección recíprocos.197
Concordancias: Constitución Política de la República: artículo 5º inciso 2º. Código Civil: artículos 102, 132, 133, 134. Código
de Derecho Internacional Privado: artículos 43 y 45. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 1º
inciso 3º, 10 inciso 1º, 11 inciso 1º, 18 inciso 2º, 20 inciso 3º, 26, 33, 54. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 14. Decreto Nº 673, Min. de Justicia, Reglamento de la Ley Nº 19.947 de Matrimonio Civil,
D.O. 30.10.2004: artículos 5º incisos 1º y 17 inciso 2º. Decreto Nº 778, Min. Relaciones Exteriores, Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, D.O. 29.04.1989: artículo 23.4. Decreto Nº 789, Min. Relaciones Exteriores, Convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989, artículo 16.1. Decreto Nº 873, Min.
Relaciones Exteriores, Pacto de San José de Costa Rica, D.O. 5.01.1990: artículo 17.4.
Jurisprudencia: 225. La obligación de guardarse fe, en cuanto que ligada el bien de los cónyuges,
se proyecta en todos los ámbitos de la comunidad de vida entre marido y mujer. Con posterioridad
a la entrada en vigor de la Ley Nº 19.947, la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia abandonó
con relativa rapidez la opinión según la cual se entendía que la obligación de guardarse fe operaba
solamente en el plano de las relaciones sexuales. Asumió, en cambio, que ella se vincula directamente al
bien de los cónyuges que ha de alcanzarse en la comunidad de vida que instaura el matrimonio, de lo que
se sigue que se proyecta en todos los campos de la vida matrimonial. En tal dirección la E xcma. Corte
Suprema asumió en 2007 una opinión que había defendido la Iltma. Corte de Apelaciones de Arica: "[L]a
infracción al deber de fidelidad no sólo se traduce en que uno de los cónyuges cometa adulterio, puesto
que éste no es sino una forma en particular de infringir dicha obligación. Más bien, incurre en esta
infracción y, por ende, en esta causal de divorcio, el marido o mujer que realiza una conducta que
compromete la búsqueda del bien para ambos cónyuges, entendido este último concepto en términos
amplios, abarcador de todas las circunstancias de la vida conyugal, esto es que se destruye la fe,
confianza y lealtad debida manifestada ostensiblemente en el quehacer personal del cónyuge
infractor" (C. Apelaciones de Arica, 31 de agosto de 2006, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/6769/2006,
Rol Nº 300-2006, conf. C. Suprema, 12 de marzo de 2007, LegalPublishing: CL/JUR/4651/2007
y CL/JUR/668/2007, Rol Nº 5048-2006). Con posterioridad a la sentencia que acaba de citarse, esta nueva
manera de concebir la obligación de guardarse fe comenzó a asumirse por los tribunales de alzada. Así,
por ejemplo, en 2008 la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago razonaba: "Que una de las cuestiones que
se deben dilucidar para poder llegar a una decisión es qué se entiende por "deber de fidelidad". A éste se
refiere expresamente el artículo 131 del Código Civil, el cual declara la naturaleza y entidad de este deber
cuando dispone que: "Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente
en todas las circunstancias de la vida". Que, en relación a la expresión "fe" es necesario tener presente lo
que señala el artículo 20 del Código Civil al prescribir que "Las palabras de la ley se entenderán en su
sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya
definido expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal". Y al no haberla
definido la ley debemos acudir al Diccionario de la Real Academia Española que la conceptualiza como
"la palabra que se da o promesa que se hace a alguien con cierta solemnidad o publicidad". A este
respecto, así entendida y analizada en el ámbito del matrimonio, Barrientos Grandon Javier y otro, escribe
en su obra Nuevo Derecho Matrimonial Chileno: "Este deber de guardarse fe aparece como un necesario
complemento para las más plena consecución del fin del bien de los cónyuges, supuesto que sin él
aparecería como imposible la constitución de la comunidad de vida instituida entre marido y mujer desde
el mismo momento en el que se ofrecieron y aceptaron recíprocamente como tales, comprometiendo la
integridad de sus personas en el consorcio que formaron. Supuesto lo anterior, este deber de guardarse
fe no sólo se estrecha en los angostos límites de la fidelidad sexual, sino que se proyecta en todos los
ámbitos de la vida, luego "guardar la fe conyugal implica "fidelidad y ésta no es más que la "Lealtad,
observancia de la fe que alguien debe a otra persona", la que no aparece determinada solamente por la
naturaleza y fines de la institución matrimonial y, por ende, se extiende a todos los ámbitos en los cuales
se proyecta la comunidad de vida entre marido y mujer" (C. Apelaciones de Santiago, 4 de julio de 2008,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/6081/2008, Rol Nº 937-2008). La Excma. Corte Suprema, con cierta
frecuencia, reitera esta manera de concebir la obligación de guardarse fe: "[E]l artículo 131 del Código
Civil, que dispone, en lo que interesa, que "Los cónyuges están obligados a guardarse fe...en todas las
circunstancias de la vida..."; lo que significa que el matrimonio les impone un compromiso que comprende
todos los ámbitos de la vida en común y cualquiera que sea el acontecimiento que experimenten durante
la vigencia del enlace. En la doctrina se sostiene que "...guardar la fe conyugal implica "fidelidad" y ésta
no es más que la: "Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona", la que no aparece
determinada solamente por la naturaleza y fines de la institución matrimonial y, por ende, se extiende a
todos los ámbitos en los cuales se proyecta la comunidad de vida entre marido y mujer..." (Barrientos
Grandon y Novales Alquézar, Nuevo derecho matrimonial chileno, LexisNexis, Santiago, 2004, p. 284)"
(C. Suprema, 7 de mayo de 2014, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/2078/2014, Rol Nº 7795-2013). Es
este un considerando que se reproduce en sentencias posteriores (C. Suprema, 4 de junio de 2019,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/3101/2019, Rol Nº 15106-2018). 226. La obligación de guardarse fe
no implica únicamente la abstención de relaciones sexuales con persona distinta del cónyuge,
sino que tiene un campo operativo mucho más amplio. Como consecuencia de una comprensión
amplia de la obligación de guardarse fe, la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia ha
afianzado la opinión según la cual vulnera la dicha obligación cualquier conducta que, en general, implique
"un severo atentado al vínculo matrimonial". Esta opinión la defendió en 2007 la Excma. Corte Suprema: "El
artículo 131 del Código Civil, del Título VI, Libro I, denominado "Obligaciones y Derechos entre cónyuges",
establece que "Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mudamente en
todas las circunstancias de la vida. El marido y la mujer se deben respeto y protección recíprocos". A su
vez, el artículo 132 del mismo texto señala que el adulterio constituye una grave infracción al deber de
fidelidad que impone el matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé. De las normas transcritas
se infiere que el adulterio, en los términos definidos por el inciso segundo del citado artículo 132, no es la
única causal de divorcio referida a la fidelidad matrimonial, como lo exigía la antigua Ley de Matrimonio
Civil para el divorcio perpetuo en su artículo 21. El numeral 2º del artículo 54 de la Ley Nº 19.947 sanciona
la grave y reiterada infracción al deber recíproco de guardarse fe, en el que sin duda se comprende esa
conducta, pero también otros hechos de infidelidad conyugal de gran significación que importen un severo
atentado al vínculo matrimonial" (C. Suprema, 12 de marzo de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/668/2007, Rol Nº 5048-2006). Con posterioridad ha reiterado esta misma
concepción: "El numeral 2 del artículo 54 de la Ley Nº 19.947, sanciona la grave y reiterada infracción al
deber recíproco de guardarse fe, en el que sin duda se comprende esa conducta, pero también otros
hechos de infidelidad conyugal de gran significación que importen un severo atentado al
vínculo matrimonial, como el que se ha establecido en el caso sub lite" (C. Suprema, 14 de marzo de
2011, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/9332/2011, Rol Nº 9529-2010). En el último tiempo, ha
reafirmado la Excma. Corte Suprema esta opinión con el recurso a la historia fidedigna del establecimiento
de la ley: "[S]on los términos de la discusión parlamentaria que recayó sobre la normativa que contempla
las causales de divorcio, la que permite concluir que la obligación de los cónyuges de guardarse fe,
contemplada en el artículo 131 del Código Civil, en el ámbito de la sexualidad, es comprensible de la
lealtad o fidelidad en un sentido amplio" (C. Suprema, 4 de junio de 2019, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/3101/2019, Rol Nº 15106-2018). Finalmente, ha de advertirse que este modo de
concebir la violación de la obligación de guardarse fe ha sido asumido por el Excmo. Tribunal
Constitucional: "[D]ebe tenerse presente que el adulterio no es la única transgresión grave al deber de
fidelidad propio del matrimonio, y constitutivo por tanto de la causal de divorcio por culpa establecida en
el artículo 54, Nº 2, de la Ley de Matrimonio Civil, sino que también lo son "otros hechos de infidelidad
conyugal de gran significación que importen un severo atentado al vínculo matrimonial" [...] (Sentencia de
la Corte Suprema de 14 de marzo de 2011, en "Gaceta Jurídica" 369, pág. 176, considerandos séptimo y
octavo)" (T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/1326/2014, Rol
Nº 2435-2013). Este considerando ha sido reiterado por el mismo Tribunal en sentencia posterior
(T. Constitucional, 30 de diciembre de 2014, cons. 10º, Rol Nº 2681-14-INA). 226.1. La vulneración de la
obligación de guardarse fe, con independencia de sus connotaciones sexuales, está ligada a las
concepciones sociales. En el último tiempo la Excma. Corte Suprema ha incorporado el criterio de las
concepciones sociales para precisar los actos que, con independencia de su connotación sexual, han de
considerarse como violatorios de la obligación conyugal de guardarse fe: "[E]n el ámbito de la lealtad
sexual no está referido solo a la prohibición de relaciones sexuales, sino a cualquier acto que la conciencia
social repute como infidelidad conyugal, esto es, como una ruptura del deber de guardarse fe, ya sea con
personas de distinto o del mismo sexo, y supongan o no la realización completa de cópula o ayuntamiento
sexual" (C. Suprema, 7 de abril de 2014, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/2078/2014, Rol Nº 7795-
2013). Es este un considerando que se reproduce en sentencias posteriores (C. Suprema, 4 de junio de
2019, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/3101/2019, Rol Nº 15106-2018). 226.2. La vulneración de la
obligación de guardarse fe por relaciones sentimentales o afectivas. La jurisprudencia posterior a la
Ley Nº 19.947 ha tendido a admitir que el mantenimiento de relaciones afectivas o sentimentales, con
persona distinta del cónyuge, implica una violación de la obligación conyugal de guardarse fe: "Siendo el
concepto de fidelidad mucho más amplio que el de adulterio, se puede afirmar por ello que el deber de
fidelidad no sólo abarca el adulterio, sino que basta una vinculación con un tercero que no guarde los
límites de lo común y habitual en relaciones sociales y denote una proximidad de tipo
sentimental" (C. Apelaciones de Santiago, 4 de julio de 2008, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6081/2008, Rol Nº 937-2008). En una línea similar se ha pronunciado el
Excmo. Tribunal Constitucional, que ha declarado que entre "los hechos de infidelidad conyugal de gran
significación que importen un severo atentado al vínculo matrimonial": "[S]e comprende el trato reiterado
de uno de los cónyuges con persona de otro sexo con la que tenga muestras de afecto y pasión impropias
de exteriorizarse con quien no sea su marido o mujer. (Sentencia de la Corte Suprema de 14 de marzo
de 2011, en "Gaceta Jurídica" 369, pág. 176, considerandos séptimo y octavo)" (T. Constitucional, 10 de
abril de 2014, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/1326/2014, Rol Nº 2435-2013). En esta misma línea la
Excma. Corte Suprema ha precisado: "Que el incumplimiento del deber de fidelidad del otro cónyuge, como
causal de divorcio, se configura con la acreditación de la concurrencia de situaciones que demuestren no
sólo la ruptura del compromiso de lealtad sexual que implica el matrimonio, situación que coincide con la
definición de adulterio que entrega el artículo 132 del Código Civil antes citado, que lo confina a la
existencia de trato carnal de uno de los cónyuges con un tercero, sino también cualquier otro hecho que
implique una relación que no guarde los límites de lo común o habitual con alguien ajeno al
vínculo matrimonial, que dé cuenta de una proximidad sentimental impropia al deber matrimonial de
guardarse fe entre los cónyuges" (C. Suprema, 29 de septiembre de 2016, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6728/2016, Rol Nº 22093-2016). 227. De la duración de la obligación de
guardarse fe: la cuestión de la separación de hecho. La obligación de guardarse fe es una obligación
causada en el matrimonio y, por ende, por regla general, pesa durante todo el tiempo que se mantenga el
matrimonio. El término del matrimonio, precisamente, hace cesar el estado de cónyuges y, en
consecuencia, que cesen las obligaciones que les vinculaban, entre ellas, la de guardarse fe. La única
limitación a esta regla general es la prevista en el inciso 2º del artículo 26 de la Ley Nº 19.947. Se trata de
una limitación o excepción relativa, y de muy restringido campo operativo, pues se establece no en
relación con la propia obligación de guardarse fe, sino de cara a poder invocar una de sus infracciones
como causa de separación judicial. En efecto, en la citada regla se dispone: "No podrá invocarse el
adulterio cuando exista previa separación de hecho consentida por ambos cónyuges". Bien se ve que:
1º) su campo operativo se refiere exclusivamente al adulterio, es decir, a un cierto supuesto de infracción
de la obligación de guardarse fe, y no cubre toda su extensión; 2º) reconoce que se incurre en adulterio
vigente el matrimonio, aun en la situación de separación de hecho consentida por ambos cónyuges, y
aquí repárese en que la ley no dice que no se cometa adulterio en esta situación, sino todo lo contrario,
confirma que se pueda incurrir en él; 3º) que ese adulterio, a pesar de serlo, no podrá invocarse como
causa para demandar la separación judicial. Esto último es del todo coherente con la causa genérica para
demandar la declaración de la separación judicial, pues, ese adulterio no puede entenderse que "torne
intolerable la vida en común", que es exigencia general de su causal, al tenor del inciso 1º del artículo 26
de la Ley de Matrimonio Civil. Es coherente, no sólo porque la vida en común ya no existe cuando se
incurre en el adulterio y, mal podría, entonces, tornarla intolerable, sino también porque el cese convenido
de la convivencia hace presumir que el eventual y futuro adulterio del cónyuge no se aprecia como una
conducta que represente una "violación grave". Si el adulterio es posible en la situación de separación de
hecho, incluso en la mutuamente consentida, no hay en verdad excepción alguna a la duración de la
obligación de guardarse fe, que sólo termina con el mismo matrimonio. Otra cosa, y muy distinta, es que
la separación de hecho libremente consentida, impida que la concreta infracción a esta obligación,
consistente en el adulterio, pueda ser invocada como causa para demandar la separación judicial. Una
tan clara y coherente disciplina legal no la ha tenido en cuenta la jurisprudencia en aquellas ocasiones en
las que ha tocado, directa o indirectamente esta cuestión y, más aún, ha tendido a contrariarla
manifiestamente en sus fallos. En efecto, ha habido algunas sentencias en las que se ha asumido que el
cese de la vida en común, esto es la separación de hecho sin más, hace cesar la obligación de guardarse
fe. Así, ligeramente, sin razonamiento alguno, y en contra de las disposiciones legales, la I ltma. Corte de
Apelaciones de Valparaíso ha sostenido genéricamente que la obligación de fidelidad cesa desde que se
produce la separación de hecho: "La obligación de fidelidad, que aparece como una consecuencia del
ánimo de permanecer juntos y unidos en el proyecto que implica el vivir y cohabitar cumpliendo las
obligaciones recíprocas que el matrimonio impone, cesan desde que opera la separación de hecho"
(C. Apelaciones de Valparaíso, 20 de diciembre de 2010, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/12135/2010,
Rol Nº 740-2010). Es este un considerando que contiene un manifiesto error de derecho. 228. De la
obligación de guardarse fe y de las sanciones por su incumplimiento. La jurisprudencia ha entendido
que la facultad para impetrar la declaración de divorcio constituye una "sanción indirecta" para el caso de
incumplimiento de la obligación de guardarse fe: "El matrimonio crea entre los cónyuges un conjunto de
derechos y obligaciones, cuyo objeto, entre otros de orden patrimonial, es la observancia de ciertas
normas de conducta necesarias para la realización práctica de los fines propios de la institución. Entre
estos deberes se encuentra el previsto en artículo 131 del Código Civil, que dispone: "los cónyuges están
obligados a guardarse fe", es decir, el de fidelidad. El divorcio es una vía indirecta para sancionar la
violación de la fe prometida, deber de fidelidad y, así el legislador entre las causales por culpa, autoriza el
divorcio por tal motivo, siempre que la conducta torne intolerable la vida en común de los cónyuges"
(C. Apelaciones de Santiago, 27 de febrero de 2012, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/464/2012, Rol
Nº 2498-2011). 229. Del contenido y extensión de la obligación de socorro y ayuda mutua. En lo que
toca a esta obligación, se aprecian dos tendencias en la jurisprudencia, una que, en cierto modo continúa
una tendencia que se había iniciado con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley Nº 19.947, y que
tiende a volver equivalentes la obligación de socorro y el derecho de alimentos, y otra que la concibe con
autonomía: 229.1. De la obligación de socorro concebida en términos amplios: en esta dirección se
ha declarado que: "[E]l artículo 131 del Código Civil, señala que "Los cónyuges están obligados a
guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. El marido y la
mujer se deben respeto y protección recíprocos". El auxilio de que entre los cónyuges trata la ley debe
ser entonces incondicional y brindarse de inmediato e ininterrumpidamente. Ello, porque "auxilio", en el
matrimonio, no es ni más ni menos que un deber sin solución de continuidad y que debe prestarse
oportunamente. Sólo así crecerán juntos marido y mujer —como sin duda así lo quisieron y acordaron al
matrimoniarse—; sólo así realizarán y desarrollarán ambos de modo pleno todos los talentos y virtudes
personales e individuales, sus satisfacciones y vida en general, es decir en todos los ámbitos del ser
humano. Porque "auxilio" es "socorro, ayuda, amparo", y porque "abandonar" es, al contrario, "dejar,
desamparar a una persona" (C. Apelaciones de Santiago, 9 de noviembre de 2010, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/9241/2010, Rol Nº 821-2010); 229.2. De la obligación de socorro ligada al
derecho de alimentos: en esta línea se ha entendido que: "La obligación alimenticia constituye el deber
de socorro entre cónyuges, esto es, la ayuda recíproca que éstos se deban mutuamente, que se cumple
permanentemente en la vida común, casi imperceptiblemente y que adquiere toda su dimensión con la
ruptura de la convivencia" (C. Apelaciones de Santiago, 1 de septiembre de 2004, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/2566/2004, Rol Nº 3279-2003, conf. C. Suprema, 21 de septiembre de 2005,
Legal Publishing: 32928, Rol Nº 5334-2004). 230. De la obligación de socorro y de las sanciones para
su incumplimiento. La jurisprudencia ha entendido que una de las sanciones impuestas al cónyuge que
incumple con su obligación de socorro es la que se consagra en el inciso 3º del artículo 55 de la Ley de
Matrimonio Civil, es decir, vedarle la posibilidad de impetrar la declaración de divorcio unilateral,
fundándose en el cese de la convivencia por, al menos, tres años. Así se ha declarado, respecto del citado
inciso tercero que: "La finalidad de esta disposición al establecer la posibilidad de que la acción de divorcio
sea rechazada debido a la contumacia del cónyuge demandante al cumplimiento de sus obligaciones
alimenticias es la de hacer efectivos en la materia los principios transversales a toda la legislación de
Familia, como el de protección al cónyuge más débil y el del interés superior de los hijos, castigando la
infracción del deber de socorro. Así, acreditado el referido incumplimiento de las obligaciones alimenticias,
sea con respecto a los hijos comunes o al propio cónyuge demandado, deudor es sancionado con la
mantención de la vigencia del vínculo matrimonial, vedándole solicitar su disolución" (C. Suprema, 7 de
junio de 2010, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/16793/2010, Rol Nº 2857-2010). Esta opinión se puede
tener por común y consolidada. La defendieron tempranamente diversos tribunales de alzada: la Iltma. Corte
de Apelaciones de Santiago: "La disposición del inciso tercero del artículo 55 de la Ley Nº 19.947, en
cuanto permite al cónyuge demandado oponerse al divorcio que se demande por la causal de cese de
convivencia por más de tres años, alegando incumplimiento en la obligación de socorro, está
estableciendo una sanción al alimentante negligente, que reiterada y constantemente incumple su
obligación de dar alimentos, que mantiene una conducta pertinaz de evadir dicha
obligación" (C. Apelaciones de Santiago, 24 de diciembre de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/6803/2007, Rol Nº 10411-2006); y la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción:
"[L]a finalidad de la disposición, cual es, sancionar la infracción a la obligación de socorro y el principio de
protección al cónyuge más débil, que debe siempre ser respetado en estas materias, conducen
necesariamente a concluir que corresponde igualmente desestimar la demanda sea que el incumplimiento
haya sido con el cónyuge o con los hijos comunes" (C. Apelaciones de Concepción, 28 de diciembre de
2007, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6543/2007, Rol Nº 1314-2007). Fue asumida, sin dificultad, por la
Excma. Corte Suprema, al confirmar el fallo que queda citado de la Corte de Concepción (C. Suprema, 14 de
abril de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/7342/2008, Rol Nº 1718-2008). En el año siguiente, ya con
consideración propia, expresaba que: "La finalidad de la disposición en comento al establecer la
posibilidad de que la acción de divorcio sea rechazada debido a la contumacia del cónyuge demandante
al cumplimiento de sus obligaciones alimenticias ha sido materializar los principios transversales a toda la
legislación de familia, como el de protección al cónyuge más débil y el del interés superior de los hijos,
castigando la infracción del deber de socorro. Así, acreditado el referido incumplimiento de las
obligaciones alimenticias, sea con respecto los hijos comunes o al propio cónyuge demandado, el cónyuge
deudor es sancionado con la mantención de la vigencia del vínculo matrimonial, no pudiendo solicitar su
disolución" (C. Suprema, 29 de enero de 2009, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9942/2009, Rol Nº 6744-
2008). Poco tiempo después, precisaba que: "La finalidad de la disposición es sancionar, en definitiva, la
infracción a la obligación de socorro y el principio de protección al cónyuge más débil y de los hijos"
(C. Suprema, 6 de abril de 2009, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9570/2009, Rol Nº 727-2009). 231. La
obligación de respeto y protección recíprocos. La jurisprudencia, con explicable naturalidad, ha
vinculado esta obligación, en concreto, su quebrantamiento, a los actos de violencia física o psicológica
cometidos por un cónyuge contra el otro: "[H]a existido un quebrantamiento por conductas activas de parte
del cónyuge demandado, del deber de respeto y protección recíprocos que se establecen en el
artículo 131 del Código Civil, por estar comprobado, que cometió reiteradas agresiones físicas y de
carácter psicológico verbal, contra la actora" (C. Apelaciones San Miguel, 17 de marzo de 2020 cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/21205/2020, Rol Nº 1286-2019).
Artículo 132. El adulterio constituye una grave infracción al deber de fidelidad que impone el
matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé.
Cometen adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el varón
casado que yace con mujer que no sea su cónyuge. 198-199
Concordancias: Código Civil: artículos 131, 172. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 45. Ley Nº 19.947, de
Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 26 inciso 2º, 33, 54.
Jurisprudencia: 232. El adulterio no es la única causal de divorcio referida a la fidelidad que impone
el matrimonio. Esta es una opinión que no es más que el lógico corolario del entendimiento que,
acertadamente, se ha dado a la obligación conyugal de guardarse fe, como no estrechada en los angostos
límites de la mera fidelidad sexual y de la prohibición de mantener relaciones sexuales con persona distinta
del cónyuge (vide art. 131, Jurisprudencia, 139 y 140). Una vez en vigor la Ley Nº 19.947, se afirmó
tempranamente en la jurisprudencia de los tribunales ordinarios de justicia, y acabó por ser asumida,
igualmente, por la jurisprudencia constitucional. Así, el Excmo. Tribunal Constitucional ha declarado que:
"[D]ebe tenerse presente que el adulterio no es la única transgresión grave al deber de fidelidad propio
del matrimonio, y constitutivo por tanto de la causal de divorcio por culpa establecida en el artículo 54,
Nº 2, de la Ley de Matrimonio Civil, sino que también lo son "otros hechos de infidelidad conyugal de gran
significación que importen un severo atentado al vínculo matrimonial" [...] (Sentencia de la Corte Suprema
de 14 de marzo de 2011, en "Gaceta Jurídica" 369, pág. 176, considerandos séptimo y
octavo) (T. Constitucional, 10 de abril de 2014, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/1326/2014, Rol
Nº 2435-2013). Este considerando ha sido reiterado por el mismo Tribunal en sentencia posterior
(T. Constitucional, 30 de diciembre de 2014, cons. 10º, Rol Nº 2681-14-INA). Como se puede apreciar, la
jurisprudencia constitucional recibía la opinión de la Excma. Corte Suprema, consignada en un fallo de 2011,
que en lo que toca a este punto señalaba que: "De las normas transcritas [arts. 131 y 132 del Código
Civil] se infiere que el adulterio, en los términos definidos por el inciso segundo del citado artículo 132, no
es la única causal de divorcio referida a la fidelidad matrimonial, como lo exigía la antigua Ley de
Matrimonio Civil para el divorcio perpetuo en su artículo 21" (C. Suprema, 14 de marzo de 2011, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/9332/2011, Rol Nº 9529-2010). Esta opinión se había mantenido desde muy
temprano por diversos tribunales de alzada, entre ellos, por la Iltma. Corte de Apelaciones de Arica que
había declarado que: "[L]a infracción al deber de fidelidad no sólo se traduce en que uno de los cónyuges
cometa adulterio, puesto que éste no es sino una forma en particular de infringir dicha obligación. Más
bien, incurre en esta infracción y, por ende, en esta causal de divorcio, el marido o mujer que realiza una
conducta que compromete la búsqueda del bien para ambos cónyuges, entendido este último concepto
en términos amplios, abarcador de todas las circunstancias de la vida conyugal, esto es que se destruye
la fe, confianza y lealtad debida manifestada ostensiblemente en el quehacer personal del cónyuge
infractor" (C. Apelaciones de Arica, 31 de agosto de 2006, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/6769/2006,
Rol Nº 300-2006). Esta sentencia fue confirmada por la Excma. Corte Suprema y, al hacerlo, precisó que:
"[E]l artículo 131 del Código Civil, del Título VI, Libro I, denominado "Obligaciones y Derechos entre
cónyuges", establece que "Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse
mudamente en todas las circunstancias de la vida. El marido y la mujer se deben respeto y protección
recíprocos". A su vez, el artículo 132 del mismo texto señala que el adulterio constituye una grave
infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé. De
las normas transcritas se infiere que el adulterio, en los términos definidos por el inciso segundo del citado
artículo 132, no es la única causal de divorcio referida a la fidelidad matrimonial, como lo exigía la antigua
ley de Matrimonio Civil para el divorcio perpetuo en su artículo 21. El numeral 2º del artículo 54 de la Ley
Nº 19.947 sanciona la grave y reiterada infracción al deber recíproco de guardarse fe, en el que sin duda
se comprende esa conducta, pero también otros hechos de infidelidad conyugal de gran significación que
importen un severo atentado al vínculo matrimonial" (C. Suprema, 12 de marzo de 2007, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/4651/2007, Rol Nº 5048-2006). Este considerando lo reproducía, literalmente, la
misma Corte en un fallo posterior (C. Suprema, 19 de enero de 2009, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/5766/2009, Rol Nº 7843-2008), y es el antecedente del expuesto en su ya citada
sentencia de 2011, que es la asumida por el Excmo. Tribunal Constitucional. De la consolidación de esta
opinión es buena prueba, el que es recibida por los tribunales de alzada en sus más recientes sentencias.
Así, la Iltma. Corte de Apelaciones de San Miguel ha declarado que: "[E]l adulterio, en los términos definidos
por el inciso segundo del citado artículo 132 del Código Civil no es la única causal de divorcio referida al
deber de fidelidad; el numeral segundo del artículo 54 de la Ley Nº 19.947 sanciona la grave y reiterada
infracción al deber recíproco de guardarse fe, en la que por cierto se comprende esa conducta pero
también otros hechos de infidelidad conyugal de gran significación que importen un severo atentado al
vínculo matrimonial. Con todo, probándose el adulterio, se configura la causal" (C. Apelaciones de San
Miguel, 15 de octubre de 2010, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/8390/2010, Rol Nº 456-2010); y la
Iltma. Corte de Apelaciones de Valdivia que: "Por lo demás, la infracción al deber de fidelidad no se restringe
sólo al adulterio, que constituye una forma de infringir dicha obligación, sino además, cuando se destruye
la fe, la confianza y lealtad manifestada ostensiblemente en el quehacer personal del cónyuge infractor"
(C. Apelaciones de Valdivia, 26 de junio de 2014, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/3903/2014, Rol Nº 90-
2013). 233. De la calificación legal de la "gravedad" de la infracción en el caso de adulterio. La
calificación de la "gravedad" de la infracción a la obligación de fidelidad es relevante respecto de la
procedencia del divorcio por falta imputable a uno de los cónyuges, pues el número 2º del artículo 54 de
la Ley de Matrimonio Civil reconoce como causa para decretar el divorcio "la transgresión grave y
reiterada", entre otros, del deber de fidelidad. De ahí que, cuando se invoca la transgresión grave de la
obligación de fidelidad, sea preciso, además de la prueba de los hechos en que consiste la transgresión,
que ésta sea "grave". Con todo, si el hecho invocado como constitutivo de la transgresión es el adulterio,
basta con la prueba de éste, porque en el inciso 1º de este artículo 132 del Código Civil es la propia ley la
que atribuye al adulterio el carácter de "grave" infracción al deber de fidelidad. En ese sentido se ha
pronunciado algún tribunal de alzada: "Que al actuar de esta manera, el demandado ha infringido
gravemente el deber de fidelidad que le impone el artículo 131 del Código Civil, cometiendo adulterio en
la forma señalada en el artículo 132 del mismo cuerpo legal, pues parece evidente que yació con mujer
que no era su cónyuge. Y el adulterio constituye, según dicha disposición, una grave infracción al deber
de fidelidad. El artículo 54 Nº 2º de la Ley de Matrimonio Civil contempla, como causal de divorcio, la
trasgresión grave y reiterada del deber de fidelidad —entre otros deberes— y, ya está visto, es la propia
ley, en el artículo 132 del Código Civil, la que califica al adulterio como una grave infracción al deber de
fidelidad. Luego, el demandado, al cometer adulterio, ha trasgredido gravemente el mencionado deber"
(C. Apelaciones de Santiago, 7 de marzo de 2008, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1774/2008, Rol
Nº 3294-2007). 234. El adulterio no constituye "injuria atroz" y, por ende, no priva del derecho de
alimentos. En cuanto que el artículo 324 del Código Civil prescribe en su inciso 1º que, en el caso de
injuria atroz, cesará la obligación de alimentos, y precisa en su inciso 2º que sólo constituyen injuria atroz
las conductas descritas en el artículo 968, es decir, las que vuelven indigno de suceder al difunto, y como
entre estas no se menciona al adulterio, la jurisprudencia se ha afirmado en la opinión que sostiene que
el adulterio no constituye injuria atroz y, por lo tanto, no priva del derecho de alimentos. Así lo declaraba
en el año 2000 la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción: "[C]abe señalar que la actora reconoció en la
demanda que debido a la conducta de su cónyuge buscó una vida afectiva fuera del matrimonio y es así
como tengo mi pareja a quien no puede exigirle que solucione mis gastos personales y los del menor,
pero aun atribuyéndole a esa declaración el mérito de una confesión judicial de adulterio, este hecho no
la priva del derecho de exigir alimentos de su marido. En efecto, si bien antes de la dictación de la Ley
Nº 19.585, publicada en el Diario Oficial de 26 de octubre de 1998, para entrar a regir a contar del 27 de
octubre de 1999, pudo discutirse si el adulterio de la mujer era constitutivo de injuria atroz, dado que este
concepto no había sido definido por el legislador, la jurisprudencia judicial mayoritariamente había resuelto
en el sentido de que la obligación del marido de prestar alimentos a su mujer no cesaba por el adulterio
de ésta; pero a partir de la vigencia de dicha ley, que modificó diversos artículos del Código Civil, el
problema quedó zanjado legalmente pues estableció que sólo constituían injuria atroz las conductas
descritas en el art. 968 del Código Civil, entre las que no se encuentra el adulterio de la mujer (art. 324
del Código Civil). 3) Que, por consiguiente, produciendo la Ley Nº 19.585 efecto inmediato, lo que significa
que el derecho de alimentos queda en su ejercicio regido por las nuevas normas, que además eliminaron
la distinción entre alimentos congruos y necesarios, debe desecharse la excepción opuesta por el
demandado, pues la mujer adúltera tiene el derecho (y, según la jurisprudencia, siempre lo tuvo) de exigir
alimentos a su marido, y éste la obligación de proporcionárselos, en la parte que sus medios de
subsistencia no le alcancen para subsistir modestamente de un modo correspondiente a su posición
social, como lo establecen los arts. 323 y 332 del Código Civil, en su actual redacción" (C. Apelaciones
de Concepción, 4 de agosto de 2000, cons. 2º y 3º, LegalPublishing: CL/JUR/2027/2000, Rol Nº 549-2000).
En esta misma línea se situó la Excma. Corte Suprema: "1º) Que de acuerdo al actual artículo 324 del Código
Civil, hoy se encuentra definida la injuria atroz, reproduciendo, en virtud de la modificación de la Ley
Nº 19.585 de 26 de octubre de 1998, el concepto que tanto la jurisprudencia como la doctrina ya tenían
establecido, en orden a que ella se produce en los casos de indignidad para suceder, enumerados en el
artículo 968 del Código Civil y, la causal que sería aplicable en este caso, está contemplada en el Nº 2º
de este último precepto, esto es, por haberse cometido atentado grave contra la vida, el honor o los bienes
de la persona, del alimentante. Pero como el precepto exige que las circunstancias constitutivas de la
causal estén acreditadas por sentencia ejecutoriada, no puede prosperar la alegación de injuria atroz en
esta causa, ya que si bien esta modificación legal se ha producido en el curso del juicio, ella debe
aplicársele al tenor de lo dispuesto en el artículo 9º de la Ley Nº 19.585, que dispuso su entrada en
vigencia para un año después de la fecha de su publicación en el Diario Oficial, y de lo preceptuado en el
artículo 3º de la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes del año 1861, en cuya virtud los derechos y
obligaciones anexos al estado civil se subordinarán a la ley posterior, sea que ésta constituya nuevos
derechos u obligaciones, sea que modifique o derogue los antiguos. 2º) Que, además, la legislación
anterior distinguía en el artículo 324 del Código Civil entre alimentos congruos y necesarios y entre injuria
grave y atroz, haciendo esta última cesar enteramente la obligación de prestar alimentos, tal como se
dispone hoy día, pero en el caso de la injuria grave se rebajaban los alimentos congruos a necesarios.
Pero aun durante su vigencia, tanto la jurisprudencia como la doctrina consideraban que entre cónyuges
existían normas especiales y en tal evento el artículo 322 del Código Civil determina que el Título XVIII,
en el que está contenido el artículo 324, invocado por el demandado, establece las reglas generales a
que está sujeta la prestación de alimentos sin perjuicio de las disposiciones especiales que contiene este
Código respecto a ciertas personas y, para el caso de los cónyuges, los artículos 174 a 177 del referido
cuerpo legal fijan lo que ocurre en el caso de divorcio perpetuo, cuya primera causal es justamente el
adulterio de cualquiera de los cónyuges. Pues bien, aun cuando el cónyuge haya dado causa al divorcio
por su culpa, de acuerdo a los artículos 175 y 177, tendrá derecho para que el otro cónyuge lo provea de
lo que necesite para su modesta sustentación, teniendo en cuenta para arreglar la contribución la conducta
que haya observado el alimentario antes y después del divorcio, pero también el grado de atenuación de
esa culpabilidad por la conducta del cónyuge que solicitó el divorcio. En consecuencia, si aun en el caso
de haberse decretado el divorcio por adulterio, no se pierde el derecho de alimentos para el cónyuge
infractor, menos procederá aplicar el artículo 324 del Código Civil si no hay injuria atroz por no haberse
comprobado los hechos que la constituyen por sentencia ejecutoriada" (C. Suprema, 9 de julio de 2001,
cons. 1º y 2º, LegalPublishing: CL/JUR/1860/2001, Rol Nº 1185-2000).
Artículo 133. Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir en el hogar común, salvo
que a alguno de ellos le asista razones graves para no hacerlo.200
Concordancias: Código Civil: artículos 102, 128, 240. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 45. Ley Nº 19.947,
de Matrimonio Civil, D.O. 17.05.2004: artículos 18 inciso 2º, 33, 54 inciso 2º Nº 2.
Artículo 134. El marido y la mujer deben proveer a las necesidades de la familia común,
atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos medie.
El juez, si fuere necesario, reglará la contribución.201
Concordancias: Código Civil: artículos 137 inciso 2º, 150 inciso 6º, y 160. Ley Nº 19.947, de Matrimonio Civil,
D.O. 17.05.2004: artículo 18 inciso 2º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 14.
Artículo 135. Por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges,
y toma el marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se expondrán en el
título De la sociedad conyugal.
Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chile como separados de bienes,
a menos que inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de
Santiago, y pacten en ese acto sociedad conyugal o régimen de participación en los
gananciales, dejándose constancia de ello en dicha inscripción.202
Concordancias: Código Civil: artículos 15, 503, 1718, 1723, 1749, 1792-1 y 1753. Código de Derecho Internacional Privado:
artículo 43. Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, D.O. 10.02.1930, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000:
artículo 4º número 3. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 13. Decreto Nº 789, Min.
Relaciones Exteriores, Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, D.O. 9.12.1989,
artículo 16.1.
Jurisprudencia: 242. Del concepto de sociedad conyugal. La Excma. Corte Suprema ha declarado que:
"[E]n nuestro derecho puede definirse la sociedad conyugal como la sociedad de bienes que se forma
entre los cónyuges por el hecho del matrimonio. Y su característica esencial es la existencia de un
patrimonio o masa común destinada a subvenir las necesidades que el matrimonio engendra. La sociedad
conyugal se forma así de pleno derecho, sin necesidad de declaración alguna de los cónyuges y por el
solo hecho del matrimonio celebrado en Chile y constituye el régimen legal de los cónyuges que contraen
matrimonio sin capitulaciones matrimoniales o con ellas, pero sin pactar otro régimen patrimonial para el
matrimonio. Su declaración está fijada por la ley, principiando necesariamente al tiempo de celebrarse el
matrimonio, en el momento preciso en que éste se contrae" (C. Suprema, 12 de mayo de 2005, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/1978/2005, Rol Nº 5414-2003). En el mismo sentido se ha reiterado que la
sociedad conyugal: "[P]uede definirse como la sociedad de bienes que se forma entre los cónyuges por
el hecho del matrimonio y su característica esencial es la existencia de un patrimonio o masa común
destinada a subvenir las necesidades que el matrimonio engendra" (C. Suprema, 10 de diciembre de
2014, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/9412/2014, Rol Nº 4146-2014). 243. La sociedad conyugal,
por el solo hecho del matrimonio, salvo pacto en contrario. La sociedad conyugal es el régimen
patrimonial del matrimonio que la ley dispone como el que, por la sola celebración del matrimonio, se
contrae entre los cónyuges, sin requerir de otras condiciones o requisitos. Sólo puede obviarse este efecto
del matrimonio, como consecuencia del ejercicio de la autonomía de los contrayentes, que pueden pactar
un régimen distinto, en las capitulaciones matrimoniales o en el mismo acto de la celebración del
matrimonio. Esta regla general la recuerda desde antiguo la jurisprudencia y, por sólo citar, una sentencia
reciente: "[H]a de recordarse que el régimen patrimonial de la sociedad conyugal se forma entre los
cónyuges por el solo hecho del matrimonio y a falta de pacto en contrario, como lo regula en el Título XXII
del Libro IV del Código Civil" (C. Suprema, 21 de febrero de 2020, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/18715/2020, Rol Nº 1357-2018). 244. Del campo operativo del inciso 2º. Se ha
precisado que: "La legislación nacional impone a los contrayentes como régimen legal, el de la sociedad
conyugal, de lo que se infiere que el señalado inciso segundo no tiene aplicación entre cónyuges chilenos,
quienes por aplicación del artículo 15 del Código del ramo, no pueden quedar en una situación diversa a
la que hubiesen tenido de casarse en Chile, pues la interpretación contraria llevaría al absurdo de aceptar
que los nacionales pueden incurrir en fraude a la ley por el solo hecho de contraer nupcias en el extranjero"
(C. Suprema, 31 de marzo de 2008, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/7327/2008, Rol Nº 16-2008).
Artículo 136. Los cónyuges serán obligados a suministrarse los auxilios que necesiten para
sus acciones o defensas judiciales. El marido deberá, además, si está casado en sociedad
conyugal, proveer a la mujer de las expensas para la litis que ésta siga en su contra, si no tiene
los bienes a que se refieren los artículos 150, 166 y 167, o ellos fueren insuficientes.203
Concordancias: Código Civil: artículos 150, 166, 167, 266. Código de Derecho Internacional Privado: artículo 44.
Jurisprudencia: 245. De las dos obligaciones que consagra esta disposición. La Excma. Corte Suprema
ha precisado que en este artículo se consagran dos obligaciones diversas, a saber: a) la prescrita en su
primer período, que corresponde a los auxilios en general para las defensas judiciales y; b) la consagrada
en su segundo período, que sólo toca a las expensas para la litis. En tal sentido se ha declarado: "El
artículo contiene dos partes separadas por punto seguido (.). La primera parte trata de los auxilios en
general que deben proporcionarse marido y mujer para sus acciones o defensas judiciales. La voz auxilio
se emplea como sinónimo de ayuda, socorro, amparo y no comprende las expensas para la litis, tratadas
en la segunda parte de la disposición, en que se las distingue de los auxilios con el empleo de la palabra
además que contiene la frase cuando expresa que el marido deberá, además, proveer a su mujer de
expensas para la litis, si está casado en sociedad conyugal. El adverbio además se emplea en la oración
con el significado de a más de esto o aquello, quedando así esclarecido que la primera parte de la referida
disposición no comprende a la litis expensas. Aceptar lo contrario, importaría admitir que la referida
segunda parte del artículo 136 no tendría razón de ser y no justificaría su existencia, por estar
comprendida en su primera parte" (C. Suprema, 2 de diciembre de 1998, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/2037/1998, Rol Nº 1700-1998). 246. Del significado de la voz 'auxilio'. En la
sentencia que queda transcrita en el número anterior, la Excma. Corte Suprema asumió que: "La voz auxilio
se emplea como sinónimo de ayuda, socorro, amparo y no comprende las expensas para la litis, tratadas
en la segunda parte de la disposición, en que se las distingue de los auxilios con el empleo de la palabra
además que contiene la frase cuando expresa que el marido deberá, además, proveer a su mujer de
expensas para la litis, si está casado en sociedad conyugal" (C. Suprema, 2 de diciembre de 1998,
cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/2037/1998, Rol Nº 1700-1998). 247. De la noción de "expensas para
la litis". Se ha precisado sobre ellas: "Que las expensas para la litis implican los gastos en que debe
incurrir el cónyuge casado en sociedad conyugal respecto de su cónyuge en los casos que ella actúe
judicialmente en contra de él, o bien en los que debe incurrir cualquiera de los cónyuges que se encuentran
casados bajo otro régimen conyugal, en la misma hipótesis" (J. Familia, Valparaíso, 13 de abril de 2007,
cons. 24º, LegalPublishing: CL/JUR/6542/2007, Rol Nº 1355-2007, conf. C. Apelaciones de Valparaíso, 15
de enero de 2008, y por C. Suprema, 14 de abril de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/7340/2008, Rol
Nº 1097-2008). 248. De las condiciones para la procedencia de las expensas para la litis. Si se
acredita que los cónyuges están casados en sociedad conyugal, y la no existencia de los bienes referidos
150, 166 y 167, como tampoco una posición socioeconómica de la que pueda deducirse inequívocamente
la solvencia necesaria de la mujer para llevar la carga judicial que representa los honorarios de un
abogado, procede la obligación del marido de proveerla de expensas para la litis (C. Apelaciones de
Antofagasta, 25 de septiembre de 2007, cons. 2º, conf. C. Suprema, 3 de enero de 2008,
LegalPublishing: CL/JUR/7225/2008, Rol Nº 6361-2007). 249. De la improcedencia de expensas para la
litis en régimen de separación de bienes. La Excma. Corte Suprema ha advertido que: "[S]i los cónyuges
están casados en régimen de separación de bienes, como ocurre en el presente caso, no pesa sobre el
marido obligación de proporcionar expensas para la litis en los litigios que se deduzcan entre sí, como lo
resuelve acertadamente la sentencia recurrida, lo que es lógico si se considera que cada cónyuge en este
régimen, tiene su propio patrimonio" (C. Suprema, 2 de diciembre de 1998, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/2037/1998, Rol Nº 1700-1998). 250. De las expensas para la litis y el
patrimonio reservado de la mujer casada. Se ha declarado que si la mujer ejerce una profesión o
industria separada de su marido, en los términos prescritos en el artículo 150 del Código Civil, para que
el marido se encuentre obligado a proveerla de expensas para la litis es menester que ella acredite, al
tenor de la exigencia de este artículo 136, que los bienes que obtiene del ejercicio de su profesión u oficio
son insuficientes (C. Apelaciones de Valdivia, 5 de marzo de 2008, cons. 2º a 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/5747/2008, Rol Nº 995-2007). 251. De la improcedencia del apremio
consistente en orden de arresto por el no pago de expensas para la litis. En este sentido la Excma. Corte
Suprema, por vía de recurso de amparo, ha declarado: "Que la resolución que se pretende cumplir
mediante el arresto constituye una obligación de dar, que no se encuentra sujeta al imperio del artículo 238
del Código de Procedimiento Civil sino que a las que le preceden, las que no contemplan el referido
apremio, de modo que su cumplimiento queda sujeto a las reglas civiles generales" (C. Suprema, 2 de
abril de 2008, LegalPublishing: CL/JUR/7331/2008, Rol Nº 1680-2008).
Artículo 137. Los actos y contratos de la mujer casada en sociedad conyugal, sólo la obligan
en los bienes que administre en conformidad a los artículos 150, 166 y 167.
Con todo, las compras que haga al fiado de objetos muebles naturalmente destinados al
consumo ordinario de la familia, obligan al marido en sus bienes y en los de la sociedad
conyugal; y obligan además los bienes propios de la mujer, hasta concurrencia del beneficio
particular que ella reportare del acto, comprendiendo en este beneficio el de la familia común
en la parte en que de derecho haya ella debido proveer a las necesidades de ésta. 204
Concordancias: Código Civil: artículos 134, 150, 166, 167 y 260 inciso 2º.
La mujer, en el caso a que se refiere el inciso anterior, obliga al marido en sus bienes y en
los sociales de la misma manera que si el acto fuera del marido; y obliga además sus bienes
propios, hasta concurrencia del beneficio particular que reportare del acto.205-206
Concordancias: Código Civil: artículos 1758 y siguientes. Ley Nº 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones
Alimenticias, D.O. 5.10.1962, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 19 inciso 1º, número 2.
Jurisprudencia: 252. De la posibilidad que asiste a la mujer para solicitar la autorización judicial para
ejecutar actos sobre sus propios bienes, en caso de prolongada ausencia del marido. La
jurisprudencia ha advertido que: "[A]nte la prolongada ausencia del marido casado en sociedad conyugal,
el ordenamiento jurídico confiere a su mujer una serie de prerrogativas, todas destinadas a evitar que por
esta circunstancia ella resulte perjudicada al encontrarse en la imposibilidad legal de administrar los bienes
que le pertenecen" (C. Apelaciones de Valparaíso, 22 de noviembre de 2019, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/6702/2019, Rol Nº 1498-2019). Tales son, entre otros, la facultad de demandar
el término de la sociedad conyugal (art. 155), la designación de un curador de bienes para su marido
(arts. 443, 459 y 473 número 1), su propia designación como curadora del marido ausente (arts. 477 y
1758), o demandar la separación judicial de bienes (art. 1762). Sobre la base de estas reglas, la
jurisprudencia ha entendido que, si la mujer puede demandar las medidas citadas, con mayor razón podrá,
según la regla de este artículo 138, solicitar la autorización judicial para celebrar actos sobre sus propios
bienes, pues esta medida es de mucho menor entidad que las precedentes: "Que todas estas relevantes
medidas, no obstan a que en caso ausencia del marido, la mujer pueda, conforme lo prevenido en el
artículo 138 del Código Civil, solicitar otra de menor intensidad, cual es la autorización judicial para
ejecutar actos sobre sus propios bienes, sin que sea indispensable que ella deba demandar
necesariamente la separación judicial de bienes, o el nombramiento de un curador de bienes para su
marido ausente, o dar paso a la administración extraordinaria de la sociedad conyugal. La mujer no está
necesariamente obligada a recurrir a estos mecanismos más gravosos si la ley le proporciona otro que le
es menos. El principio a fortiori explica que quien está legalmente facultado para ejecutar actos de la
mayor trascendencia o gravedad, también lo está para hacer lo propio respecto de negocios que
naturalmente son de menor intensidad. En este sentido, si la mujer del ausente está facultada para
promover su separación judicial de bienes, el nombramiento de un curador del ausente o asumir la
administración extraordinaria de la sociedad conyugal, no se advierte por qué razón no podría, ante la
ausencia de su cónyuge, sin recurrir a estas más radicales instituciones, requerir solo una autorización
judicial para actuar respecto de sus propios bienes tal como lo previene el citado artículo 138"
(C. Apelaciones de Valparaíso, 22 de noviembre de 2019, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/6702/2019,
Rol Nº 1498-2019).
En tal caso, la mujer sólo obligará sus bienes propios y los activos de sus patrimonios
reservados o especiales de los artículos 150, 166 y 167, mas no obligará al haber social ni a los
bienes propios del marido, sino hasta la concurrencia del beneficio que la sociedad o el marido
hubieren reportado del acto.
Lo mismo se aplicará para nombrar partidor, provocar la partición y para concurrir en ella en
los casos en que la mujer tenga parte en la herencia.208
Concordancias: Código Civil: artículos 150, 166 y 167. Ley Nº 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones
Alimenticias, D.O. 5.10.1962, texto refundido fijado por D.F.L. Nº 1, D.O. 30.05.2000: artículo 19 inciso 1º, número 2.
Artículo 139. (148). El marido menor de edad necesita de curador para la administración de
la sociedad conyugal.209-210
Artículo 140. (149). Las reglas de los artículos precedentes sufren excepciones o
modificaciones por las causas siguientes:
De las cuatro primeras tratan los párrafos siguientes; de la última el Título XXII-A, del Libro
Cuarto.212-213
Concordancias: Código Civil: artículos 141 a 149, 150, 152 a 167, 172 a 178, 1792-1 a 1792-27. Ley Nº 19.947, D.O. 17 de
mayo de 2004, de Matrimonio Civil: artículos 26 a 41.
Para los efectos previstos en este artículo, los cónyuges gozarán de privilegio de pobreza.
El cónyuge que actuare fraudulentamente para obtener la declaración a que refiere este
artículo, deberá indemnizar los perjuicios causados, sin perjuicio de la sanción penal que
pudiere corresponder.
Concordancias: Código Civil: artículos 145 inciso 2º, 566 a 574. Código Orgánico de Tribunales: artículo 10 inciso 1º. Código
de Procedimiento Civil: artículos 129 a 137. Ley Nº 19.968, crea Tribunales de Familia, D.O. 30.08.2004: artículo 8º número 14
letra b). Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil, D.O. 21.04.2015: artículo 15 inciso final.
Jurisprudencia: 253. Del carácter de orden público de las reglas tocantes a los bienes familiares. La
Excma. Corte Suprema ha asumido esta opinión cuando ha declarado que una de las características de los
bienes familiares está dada porque: "[L]as normas que los regulan son de orden público" (C. Suprema, 3
de septiembre de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012; C. Suprema, 29
de enero de 2013, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012). En relación con esta
característica ha agregado que: "Este tipo de normas al estar establecidas en beneficio de la familia son
de orden público y se sustraen al principio de voluntad entre las partes, siendo irrenunciables y su
fundamento en último término es garantizar una vivienda estable para el grupo familiar" (C. Suprema, 29
de enero de 2013, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012). De este carácter de
sus normas, la jurisprudencia ha extraído el corolario de la imposibilidad de su aplicación a situaciones no
previstas expresamente en la ley: "Que si bien la institución de los bienes familiares, cuya regulación fue
incorporada por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad amparar el hogar de la familia, principalmente en
caso de conflictos dentro de ella, no es posible aplicarla a situaciones no previstas por la ley, sobre todo
si se atiende al carácter de orden público que tienen sus normas" (C. Suprema, 16 de marzo de 2012,
cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-2011). 254. De la naturaleza imperativa de la
regla del inciso 1º. La jurisprudencia se ha uniformado en torno a la opinión que estima que es esta una
norma de carácter imperativo, sin que obste a ello el uso del vocablo 'podrán'. Así se ha declarado: "Que
el inciso 1º del artículo 141 del Código Civil es una norma de carácter imperativo, no obstante el uso del
vocablo podrán, el cual indica que frente a los supuestos allí indicados, el cónyuge que lo estime necesario
tendrá la posibilidad de optar entre solicitar o no solicitar la declaración de bien familiar, es decir no está
obligado a pedirlo; pero requerido que sea el juez y dados los dos supuestos exigidos, la declaración
entonces se torna perentoria" (C. de Apelaciones de Santiago, 16 de octubre de 2008, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/7720/2008, Rol Nº 10145-2005). Este considerando ha sido reiterado,
literalmente, en otros fallos del mismo tribunal de alzada (C. de Apelaciones de Santiago, 5 de octubre de
2011, cons. 12º, LegalPublishing: CL/JUR/8050/2011, Rol Nº 418-2011). 255. La familia como
beneficiaria de la declaración de bien familiar. La jurisprudencia se ha afirmado en destacar, como
punto de partida, en relación con la disciplina referida a la declaración de bien familiar, que esta persigue
la protección de la familia, y no la del matrimonio. En este sentido se ha destacado: "[Q]ue del tenor de lo
dispuesto en el artículo 141 del Código Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución
en comento es la familia y no el matrimonio, ni la familia extendida de alguno de los cónyuges"
(C. Suprema, 4 de febrero de 2020, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/9549/2020, Rol Nº 4883-2019).
Este considerando, con la inclusión de una referencia al artículo 146 del Código Civil, ha sido reiterado en
sentencia posterior: "[C]abe considerar que del tenor de lo dispuesto en los artículos 141 y 146 del Código
Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución en comento es la familia y no el
matrimonio, ni la familia extendida de alguno de los cónyuges" (C. Suprema, 21 de febrero de 2020,
cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/12894/2020, Rol Nº 29872-2018). Se ha incorporado, también, el matiz
de ver en esta institución una proyección de la obligación de los cónyuges de proveer a las necesidades
de la familia: "esta Corte ha entendido que el cimiento que justifica esta institución responde a un
compromiso protector con la familia. En efecto, se ha dicho que el fundamento de la declaración de bien
familiar es principalmente otorgar la protección de la vivienda familiar a quienes pueden ser privados de
su uso, en cuanto proyección del deber de los cónyuges de proveer a las necesidades de la familia,
especialmente al bien que le sirve de habitación, al que la ley le reconoce una función esencial que justifica
su especial protección. Así se ha expresado, por ejemplo, en los autos Roles Nºs. 3.322 2012, 7.626 2012
y 9.352 2012 del ingreso de esta Corte. Recientemente también, en los ingresos Roles Nºs. 6.837 2016 y
36310 217" (C. Suprema, 14 de enero de 2019, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-
2018). 256. Del fundamento de la institución del bien familiar. La jurisprudencia ha destacado los
siguientes fundamentos de esta institución: 256.1. La obligación de proveer a las cargas de familia y
la protección de la vivienda familiar: en este sentido se ha dicho que: "El fundamento de la institución
en estudio se encuentra en lo que se ha denominado "régimen matrimonial primario", es decir, el conjunto
de normas imperativas de carácter patrimonial que buscan la protección de la familia y que, por lo tanto,
se impone a los cónyuges, en razón del deber general de éstos de satisfacer las necesidades de la familia,
lo que la doctrina española denomina "levantamiento de cargas del matrimonio", como la mantención de
la familia, su alimentación y educación de los hijos, a las que se subordina el patrimonio de los cónyuges,
quienes pueden ser privados del dominio o limitados en su derecho con el fin de asegurar la satisfacción
de las obligaciones que les impone la ley" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). Este considerando lo ha reiterado la Excma. Corte
Suprema en sentencias posteriores (C. Suprema, 29 de enero de 2013, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012; C. Suprema, 25 de febrero de 2013, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/418/2013, Rol Nº 9352-2012). En la misma línea se había considerado: "Que, se
ha dicho que la fundamentación del estatuto de los bienes familiares, residiría en el deber de los cónyuges
de subvenir a las necesidades de la familia. Los bienes son calificados de familiares porque la ley les
reconoce una función esencial en la vida cotidiana de la familia y por ello los somete a una protección
especial" (C. de Apelaciones de Concepción, 25 de junio de 2009, cons. 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/9943/2009, Rol Nº 192-2009). Ha de advertirse que esa misma fundamentanción
subyace en la regla del inciso final del artículo 15 de la Ley Nº 20.830, que crea el acuerdo de unión civil,
y que hizo aplicable a los convivientes civiles "lo dispuesto en los artículos 141 a 149 del Código
Civil"; 256.2. La protección de la familia como imperativo constitucional: en esta orientación se ha
sostenido que: "[C]abe agregar, tal como lo considera también el profesor Corral Talciani en su obra citada
(página 53), que el sustento de los bienes familiares también está dado por la protección pública que se
da a la familia matrimonial, de rango constitucional y que explica la afectación de terceros, como son los
acreedores" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012. Rol
Nº 3322-2012). Este considerando ha sido reiterado, literalmente, en sentencias posteriores de la
Excma. Corte Suprema (C. Suprema, 29 de enero de 2013, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol
Nº 7626-2012; C. Suprema, 25 de febrero de 2013, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/418/2013, Rol
Nº 9352-2012). En esta misma línea, y con apoyo en otro autor, se ha recordado que: "[S]e ha entendido
que la protección de la familia, como deber que tiene fundamento constitucional, implica asegurarle la
mantención de la vivienda donde ha desarrollado su vida, a fin de que frente a la ruptura, se permita la
continuación normal de la vida de sus miembros, como garantía o protección para el cónyuge que tiene a
su cargo el cuidado de los hijos (como lo señala René Ramos Pazos en su obra "Derecho de Familia",
Editorial Jurídica, 2010, p. 359)" (C. Suprema, 14 de enero de 2019, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018). 257. De las finalidades de la institución. La
jurisprudencia ha destacado las siguientes finalidades de la institución del bien familiar: 257.1. La
protección de la familia y de su interés: en una sentencia del Juzgado de Letras de Río Negro del año
2000, se hacía presente que los bienes familiares estaban directamente ligados a una finalidad protectora
de la familia y su interés, en cuanto que tal, y no desde una perspectiva patrimonial: "Que de las normas
que rigen la figura de autos aparece que el propósito pretendido fue la protección o interés de la familia,
en su calidad de tal y no en su aspecto patrimonial. Esta apreciación se desprende del hecho de que las
disposiciones del párrafo en que se ubican tienen el carácter de orden público y no privado, puesto que el
artículo 149 sanciona con nulidad cualquier estipulación que contravenga sus disposiciones" (J. Letras,
Río Negro, 31 de octubre de 2000, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/2558/2000, Rol Nº 17712). Esta
sentencia fue confirmada en apelación (C. Apelaciones de Valdivia, 30 de enero de 2001,
LegalPublishing: CL/JUR/2949/2001, Rol Nº 11470-2000), y quedó firme al rechazarse el recurso de
casación que se había interpuesto en su contra (C. Suprema, 25 de julio de 2001,
LegalPublishing: CL/JUR/2948/2001, Rol Nº 1337-2001). Esta opinión fue asumida con posterioridad en
varios fallos de diversos tribunales de alzada: "La institución tiene por finalidad principal amparar el hogar
familiar, o sea, la protección o interés de la familia, en su calidad de tal y no en su aspecto patrimonial"
(C. Apelaciones de Concepción, 31 de marzo de 2008, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/1934/2008, Rol
Nº 1359-2002); "Que la jurisprudencia ha sostenido que el propósito pretendido fue la protección o interés
de la familia, en su calidad de tal y no en su aspecto patrimonial, ello atendido la norma aludida en el
considerando primero se ubica en el párrafo que sanciona con nulidad cualquier estipulación que
contravenga sus disposición de manera que son de orden público y no privado" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 13 de enero de 2009, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/5717/2009, Rol Nº 2539-2008). Esta
protección de la familia y de su interés se concreta y caracteriza, según la jurisprudencia, por lo
siguiente: 257.1.1. La finalidad de asegurar a la familia la disposición de una vivienda en la que
pueda desarrollar su vida con normalidad: así se ha declarado que: "El sentido y finalidad que la
institución de los bienes familiares representa, en el contexto que si bien ella está prevista para los casos
en que existe matrimonio entre los involucrados, lo cierto es que con ella se intenta asegurar a la familia
mediante la subsistencia en su poder de bienes indispensables para su desarrollo y existencia, con
prescindencia del derecho de dominio que sobre los mismos tenga uno de los cónyuges. En efecto, este
instituto pretende asegurar a la familia un hogar físico estable donde sus integrantes puedan desarrollar
la vida con normalidad, ejerciendo los roles y funciones que les correspondan, aun después de disuelto el
matrimonio, a fin de evitar el desarraigo de la que ha sido la residencia principal de ésta" (C. Suprema, 15
de abril de 2009, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). Ello es así, porque:
"En efecto, el objeto de los bienes familiares se centra en dar protección a la familia en la disposición de
bienes materiales para su propio desarrollo, en cualesquiera de los regímenes patrimoniales que están
consagrados en la ley; amparar al cónyuge no propietario de la vivienda familiar y resguardar el interés
de los hijos comunes y del cónyuge al que le corresponde el cuidado de éstos, en los casos de rupturas
conyugales, como separación de hecho, divorcio y nulidad" (C. Suprema, 15 de abril de 2009, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). 257.1.2. Esta protección se manifiesta,
precisamente, en situaciones de conflicto que pueden suponer la ruptura de la vida en común: este
carácter de la finalidad protectora de la declaración de bien familiar fue declarado por la E xcma. Corte
Suprema en el considerando de una sentencia suya de 2006, que luego fue reiterado en innumerables
casos posteriores. En aquella sentencia el tribunal sostuvo que: "[L]a institución de los bienes familiares,
incorporada a nuestra legislación por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la
familia, principalmente en caso de conflictos dentro de ella, protegiendo al cónyuge no propietario al limitar
las facultades del que es dueño del respectivo bien raíz" (C. Suprema, 21 de agosto de 2006, cons. 11º,
LegalPublishing: CL/JUR/5522/2006, Rol Nº 5022-2004). Sin variación alguna fue reproducido en una
sentencia del año siguiente (C. Suprema, 6 de diciembre de 2007, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/2865/2007, Rol Nº 6394-2007), y en muchas otras solamente en su primer
período: "[L]a institución de los bienes familiares, incorporada a la legislación nacional por la Ley
Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia, principalmente en caso de conflictos
dentro de ella" (C. Suprema, 31 de mayo de 2007, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/3361/2007, Rol
Nº 1245-2007; C. Suprema, 4 de mayo de 2009, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/6318/2009, Rol
Nº 1968-2009; C. Suprema, 14 de septiembre de 2009, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1219/2009, Rol
Nº 4608-2009; C. Suprema, 21 de septiembre de 2009, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/9501/2009, Rol
Nº 5275-2009). Este mismo texto se ha mantenido, como fundamento para explicar la protección
dispensada a la familia desde la perspectiva de la disposición de bienes materiales para su propio
desarrollo: "[L]a institución de los bienes familiares, incorporada a nuestra legislación por la Ley Nº 19.335,
tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia, principalmente en caso de conflictos dentro de
ella. Así, el objeto de los bienes familiares se centra en dar protección a la familia en la disposición de
bienes materiales para su propio desarrollo, en cualesquiera de los regímenes patrimoniales que están
consagrados en la ley; amparar al cónyuge no propietario de la vivienda familiar y resguardar el interés
de los hijos comunes y del cónyuge al que le corresponde el cuidado de éstos, en los casos de rupturas
conyugales, como separación de hecho, divorcio y nulidad" (C. Suprema, 12 de septiembre de 2011,
cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/9367/2011, Rol Nº 4316-2011; C. Suprema, 13 de enero de 2014,
cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/75/2014, Rol Nº 4663-2013). Igualmente, se lo ha conservado como
base de la idea de dar protección a la familia, en cuanto a la seguridad de brindarle un hogar
físico: "[C]omo ha reconocido la doctrina y jurisprudencia nacional, la institución de los bienes familiares,
incorporada en nuestro ordenamiento por la Ley Nº 19.335, tiene por objeto proteger el núcleo familiar,
por la vía de asegurarle la mantención del hogar físico, ante conflictos o desavenencias que pudieran
poner fin a la vida en común entre los cónyuges. Se ha dicho, por lo mismo, que es una "garantía para el
cónyuge que tenga el cuidado de los hijos, en casos de separación de hecho o de disolución del
matrimonio" (Ramos, René, Derecho de Familia, Editorial Jurídica, año 2007, página 350, citando al
profesor Enrique Barros)" (C. Suprema, 31 de marzo de 2014, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/686/2014, Rol Nº 9439-2013; C. Suprema, 9 de febrero de 2015, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/688/2015, Rol Nº 22340-2014). Esta opinión, que se reitera cada vez con mayor
frecuencia, la mantiene la Excma. Corte Suprema, con expresa advertencia de que la institución de los bienes
familiares se dirige a la protección de la familia y no al matrimonio: "[L]a razón que sirve de fundamento a
la posibilidad de afectar bienes con el carácter de familiares, no es la existencia del matrimonio per se,
sino la posibilidad de surgimiento de conflictos que ocasionen su ruptura, de manera que se trata de una
institución que busca amparar la estabilidad de la vivienda de la familia en crisis, que si bien puede
funcionar como herramienta preventiva, tiene por objeto tutelar de modo efectivo a aquellos miembros de
la familia, que desde un punto de vista patrimonial, en relación a la habitación, queden en peor situación
como consecuencia del quiebre matrimonial" (C. Suprema, 24 de septiembre de 2018, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/5160/2018, Rol Nº 129-2018). Este considerando se ha reproducido literalmente
en sentencias posteriores (C. Suprema, 14 de enero de 2019, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018; C. Suprema, 4 de febrero de 2020, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/9549/2020, Rol Nº 4883-2019; C. Suprema, 21 de febrero de 2020, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/12894/2020, Rol Nº 29872-2018). 257.1.3. La protección de la familia se
mantiene aún después de terminado el matrimonio: así se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema:
"Cabe considerar que del tenor de lo dispuesto por los artículos 141 y 146 del Código Civil, resulta evidente
que la principal beneficiaria de la institución en comento es la familia; desde esta perspectiva, no puede
desconocerse el hecho que si bien ella ha podido tener su origen en el matrimonio de las partes, como ha
ocurrido en la especie, lo cierto es que la misma subsiste más allá de la disolución de la relación conyugal,
permaneciendo vigente en relación a los hijos, a quienes en este caso la ley busca asegurar su protección
mediante la consagración de la institución en comento, con la extensión de sus efectos más allá del
término del matrimonio, si se dan los presupuestos legales que justifican tal proceder" (C. Suprema, 15
de abril de 2009, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). Este considerando se
ha recibido literalmente en sentencias posteriores del mismo tribunal (C. Suprema, 12 de septiembre de
2011, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/9367/2011, Rol Nº 4316-2011; C. Suprema, 13 de enero de 2014,
cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/75/2014, Rol Nº 4663-2013). En igual sentido se ha advertido por la
Excma. Corte Suprema: "Que tal interpretación guarda, por lo demás, debida armonía con el sentido y
finalidad que la institución de los bienes familiares representa, en el contexto que si bien ella está prevista
para los casos en que exista matrimonio entre los involucrados, lo cierto es que con ella se intenta
asegurar a la familia mediante la subsistencia en su poder de bienes indispensables para su desarrollo y
existencia, pretendiendo asegurar a la familia un hogar físico estable donde sus integrantes puedan
desarrollar la vida con normalidad, ejerciendo los roles y funciones que les correspondan, aun después
de disuelto el matrimonio, con el fin de evitar el desarraigo de la que ha sido la residencia principal de
ésta. Tal presupuesto, que ha sido objeto principal por parte del legislador, no puede entenderse que
desaparece por la sola circunstancia de declararse el divorcio del matrimonio celebrado entre las partes"
(C. Suprema, 13 de marzo de 2017, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/805/2017, Rol Nº 82473-2016).
Este considerando se ha reproducido literalmente en sentencias posteriores (C. Suprema, 14 de enero de
2019, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018). 257.2. La protección del
cónyuge débil: en alguna ocasión la jurisprudencia ha advertido que, en cierto modo, la declaración de
bien familiar protege al cónyuge débil: "Desde otra perspectiva constituye también una garantía o forma
de protección para el cónyuge más débil o para el que tenga el cuidado de los hijos, en casos de
separación de hecho o de disolución del matrimonio" (C. Suprema, 15 de abril de 2009, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/7687/2009, Rol Nº 1086-2009). La jurisprudencia, igualmente, ha tendido a
identificar implícitamente al cónyuge no propietario como el destinatario de esta protección: "[E]l fallo
recurrido ha interpretado correctamente las normas de los artículos 141 a 149 del Código Civil, al entender
que la finalidad de esta institución la de los bienes familiares es la de proteger al cónyuge no propietario
de las eventuales enajenaciones o gravámenes que el dueño pueda hacer del bien que sirve de residencia
principal a la familia" familia (C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 11º,
LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). 257.3. Los bienes familiares no tienen por
finalidad garantizar el derecho de alimentos. En este sentido se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema:
"[L]os jueces de alzada interpretaron las reglas invocadas, concluyendo que el inmueble sub lite ya no
sirve de residencia principal de la familia, puesto que en él no habita actualmente el grupo familiar, hecho
que, por lo demás, fue reconocido por la demandada, quien intenta extender el sentido y alcance de la
institución en estudio, argumentando que a través de dicho bien se debe garantizar el derecho alimenticio
de la familia, fundamento que es improcedente, porque se aleja del texto expreso de la ley y atendido a
que el mismo se encuentra resguardado por medio de otras vías legales, anteriores y ejecutivas que
resultan más efectivas, compatibles y armónicas con el sistema normativo de la institución en estudio"
(C. Suprema, 2 de febrero de 2015, cons. 11º, LegalPublishing: CL/JUR/559/2015, Rol Nº 127-
2015). 258. De las características de los bienes familiares. La Excma. Corte Suprema ha caracterizado a
los bienes familiares del modo siguiente: "Que del análisis global de la regulación prevista por los
artículos 141 y siguientes del Código Civil, se concluyen como características de los bienes familiares, las
siguientes: a) dichos bienes deben cumplir la función de permitir la vida familiar, protegiendo la residencia
principal de la familia; b) pueden darse en cualquier régimen de bienes, aunque no se constituyan de
pleno derecho, pues se requiere de una declaración judicial en tal sentido, del acuerdo de los cónyuges
separados de hecho o de un acto unilateral de uno de los cónyuges otorgado mediante escritura pública;
c) es necesaria la existencia de vínculo matrimonial; d) con ellos se restringe o limita las facultades de
administración del cónyuge propietario y también la acción de los acreedores; e) se fundamentan en el
deber de proveer a las cargas de familia y en la protección de la vivienda familiar y f) las normas que los
regulan son de orden público" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). Esta caracterización se ha reiterado por la
Excma. Corte Suprema, casi palabra por palabra, en sentencias posteriores: "Que del análisis global de la
regulación prevista por los artículos 141 y siguientes del Código Civil, se concluyen como características
de los bienes familiares, las siguientes: a) dichos bienes deben cumplir la función de permitir la vida
familiar, protegiendo la residencia principal de la familia, b) pueden darse en cualquier régimen de bienes,
no operan de pleno derecho, pues se requiere de una declaración judicial en tal sentido, el acuerdo de los
cónyuges separados de hecho o un acto unilateral de uno de los cónyuges otorgado mediante escritura
pública, c) se requiere la existencia de vínculo matrimonial, d) con ellos se restringe o limita las facultades
de administración del cónyuge propietario y también la acción de acreedores, e) se fundamentan en el
deber de proveer a las cargas de familia y en la protección de la vivienda familiar y f) las normas que lo
regulan son de orden público" (C. Suprema, 29 de enero de 2013, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/199/2013, Rol Nº 7626-2012). 258.1. Constituyen una institución, en su
origen, de naturaleza matrimonial, pero extendida al acuerdo de unión civil. Los bienes familiares
nacieron como una institución imprescindiblemente ligada a la familia matrimonial, de modo que para su
declaración se advertía que: "[E]s necesaria la existencia de vínculo matrimonial" (C. Suprema, 3 de
septiembre de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). En el mismo
sentido se afirmaba que: "[L]a declaración de bienes familiares presupone la existencia del matrimonio. Si
no hay matrimonio, no puede haber bienes familiares" (C. Suprema, 14 de enero de 2015, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/188/2015, Rol Nº 11865-2014). Desde la publicación de la Ley Nº 20.830, de 21
de abril de 2015, pero en vigor a partir de seis meses después de su publicación, la institución de los
bienes familiares ha sido extendida a los casos en que exista un acuerdo de unión civil, según se previene
en el inciso final de su artículo 15. 258.2. Proceden con independencia del régimen de bienes del
matrimonio. Es esta una opinión común y consolidada desde muy temprano en la jurisprudencia de la
Excma. Corte Suprema, y seguida uniformemente por los tribunales de alzada. La Iltma. Corte de Apelaciones
de Arica en sentencia de 2003 sostenía que: "Los artículos 141 a 146 del Código Civil tratan de los bienes
familiares cuyo ámbito de aplicación es amplio, pues no está restringido a un régimen matrimonial
determinado, sino que se puede aplicar a cualquiera sea el régimen matrimonial que hayan acordado los
contrayentes, atento que tales bienes están destinados a proteger a la familia matrimonial de modo que
se requiere la existencia de un matrimonio" (C. Apelaciones de Arica, 4 de junio de 2003, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/2518/2003, Rol Nº 8945). Este fallo fue confirmado en casación por la Excma. Corte
Suprema (C. Suprema, 31 de mayo de 2004, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003).
Este mismo tribunal ha reiterado esta opinión cuando ha advertido que: "[L]a institución de los bienes
familiares, incorporada a la legislación nacional por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar
el hogar de la familia, principalmente en caso de conflictos dentro de ella, siendo irrelevante para este
análisis el régimen patrimonial pactado por los cónyuges y si éstos son de propiedad de uno de ellos
cónyuges, sociales o pertenecen al patrimonio reservado de la mujer" (C. Suprema, 31 de mayo de 2007,
cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/3361/2007, Rol Nº 1245-2007). En otros términos también ha
sostenido el mismo principio: [P]ueden darse en cualquier régimen de bienes, aunque no se constituyan
de pleno derecho, pues se requiere de una declaración judicial en tal sentido, del acuerdo de los cónyuges
separados de hecho o de un acto unilateral de uno de los cónyuges otorgado mediante escritura pública"
(C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012. Rol Nº 3322-2012).
La misma orientación, como se ha anticipado, han seguido los tribunales de alzada, por ejemplo, cuando
se ha declarado que: "[E]l ámbito de aplicación de la declaración de bien familiar" es amplio, toda vez que
se puede aplicar cualquiera que sea el régimen patrimonial acordado por los
contrayentes" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). El mismo criterio siguió la Ley Nº 20.830, que crea
el acuerdo de unión civil, porque en el inciso final de su artículo 15 prescribió que: "Cualquiera sea el
régimen de bienes que exista entre los convivientes civiles, tendrá aplicación lo dispuesto en los
artículos 141 a 149 del Código Civil". 258.3. Carecen de naturaleza alimenticia. En este sentido, y
acertadamente, se ha pronunciado la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción: "Conviene agregar, que la
institución de los bienes familiares persigue la protección de la vivienda familiar, pero no tiene naturaleza
alimenticia" (C. Apelaciones de Concepción, 25 de junio de 2009, cons. 12º,
LegalPublishing: CL/JUR/9943/2009, Rol Nº 192-2009). 258.4. Son diversos del usufructo reglado en el
artículo 147. La jurisprudencia ha destacado que los bienes familiares y el usufructo que puede
constituirse en virtud del artículo 147 del Código Civil son instituciones de naturaleza diversa: "Que la
institución de los bienes familiares es distinta y no puede confundirse con el derecho real de usufructo,
porque si bien, una u otra pueden exhibir rasgos en apariencia comunes, las mismas atienden a fines no
siempre coincidentes, como queda claro de la regulación a que están sujetas en el Código Civil. En efecto,
el artículo 141 del referido cuerpo legal le reconoce a cualquiera de los cónyuges, con la sola citación del
otro, el derecho a solicitar en procedimiento breve y sumario que se declare bien familiar el inmueble de
propiedad de ambos cónyuges o de alguno de ellos, cuando se acredite que sirve de residencia principal
de la familia, afectación que si se ordena jurisdiccionalmente puede alcanzar incluso a los muebles que
guarnecen el hogar, todo lo cual producirá los efectos que se regulan en el Párrafo 2º del Título VI del
Libro I. Pero además de ello, en esa misma reglamentación se le reconoce un derecho al cónyuge no
propietario para que durante el matrimonio, o incluso disuelto éste, solicite al juez la constitución de los
derechos de usufructo, uso o habitación sobre los inmuebles, aun cuando ya se hubieren declarado éstos
como bien familiar, petición que se le ordena resolver prudencialmente en consideración al interés de los
hijos, cuando los haya, y a las fuerzas patrimoniales de los cónyuges. Lógicamente, como resulta evidente,
el legislador no habría reconocido un derecho de esa naturaleza que, además reguló dentro del mismo
Párrafo 2º del Título VI del Libro I del Código Civil, si entendiera que se trata de idénticos institutos, o que
producen análogos efectos, de modo que declarado un bien familiar el cónyuge no propietario no queda
inhibido de reclamar también la constitución de un derecho de usufructo, uso o habitación sobre el mismo
bien inmueble, ya que no estamos frente a peticiones incompatibles" (C. Apelaciones de Santiago, 17 de
enero de 2008, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/7423/2008, Rol Nº 4278-2004). 258.5. Son
compatibles con el establecimiento del usufructo reglado en el artículo 147. En este sentido se han
pronunciado algunos tribunales de alzada. La Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso ha advertido: "Que
el legislador, en el mismo título del Código, establece en el artículo 147 otros derechos que el juez puede
prudencialmente constituir a favor del cónyuge no propietario durante el matrimonio, sobre los bienes
familiares, usufructo, uso o habitación, lo que demuestra no existir incompatibilidad entre tales derechos
y los bienes declarados familiares, lo que no puede entenderse en perjuicio u oposición al destino familiar
inherente a los bienes declarados en tal carácter" (C. Apelaciones de Valparaíso, 9 de septiembre de
2004, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/383/2004, Rol Nº 941-2001). Por su parte, la Iltma. Corte de
Apelaciones de Santiago ha afirmado que: "[D]eclarado un bien familiar, el cónyuge no propietario no
queda inhibido de reclamar también la constitución de un derecho de usufructo, uso o habitación sobre el
mismo bien inmueble, ya que no estamos frente a peticiones incompatibles" (C. Apelaciones de Santiago,
17 de enero de 2008, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/7423/2008, Rol Nº 4278-2004). 259. De los
requisitos para que proceda la declaración de bien familiar. La jurisprudencia, en principio, no ha
realizado una labor que, de modo sistemático, conduzca a la consolidación de una determinada manera
de concebir los requisitos de procedencia de la declaración de bien familiar. En muchas ocasiones la
Excma. Corte Suprema se ha limitado, simplemente, a separar los períodos del inciso 1º del artículo 141 para,
de tal manera, señalar cuáles sean los requisitos para la declaración de bien familiar. Así, por ejemplo, se
ha declarado que: "[L]o que exige esta norma para la procedencia de la declaración de bien familiar es la
existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges, y que éste sirva de residencia
principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial de los componentes de la
familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia de hijos" (C. Suprema, 31 de mayo de
2004, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). En igual orientación, el mismo
tribunal ha declarado que: "Para la aplicación de la norma transcrita [141] es necesaria la concurrencia de
varios requisitos, a saber: existencia de vínculo matrimonial; que se trate de un inmueble de propiedad de
uno de los cónyuges; que sirva de residencia principal de la familia y si son bienes muebles, que ellos
guarnezcan dicha residencia principal de la familia" (C. Suprema, 19 de febrero de 2009, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6006/2009, Rol Nº 454-2009). Con todo, algunos tribunales de alzada han
asumido una visión algo más elaborada, desde la perspectiva de los requisitos de procedencia de la acción
para obtener la declaración de bien familiar. Tal visión, que recibe algunas de las opinión que la
jurisprudencia ha consolidado en cierta materias, entiende que tales requisitos se reducen a tres: "Que
los requisitos de procedencia de la acción deducida son los siguientes: a) que la declaración de bien
familiar sea solicitada por uno de los cónyuges, sea o no propietario, b) que el bien familiar, el inmueble y
los muebles que lo guarnecen, sea de dominio de uno de los cónyuges o de ambos, cualquiera sea el
régimen matrimonial; y c) que dicho inmueble sea la residencia principal de la familia" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). En
el mismo sentido se ha afirmado: "Que tratándose de una demanda en la que se pretende la declaración
de un bien familiar, ha debido establecerse en el proceso las siguientes circunstancias: a) que la
declaración de bien familiar sea solicitada por uno de los cónyuges, sea o no propietario, b) que el bien
familiar, el inmueble y los muebles que lo guarnecen, sea de dominio de uno de los cónyuges o de ambos,
cualquiera sea el régimen matrimonial; y c) que dicho inmueble sea la residencia principal de la familia"
(C. Apelaciones de Concepción, 24 de mayo de 2011, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/4427, Rol
Nº 189-2011). Esta opinión la ha reiterado el mismo tribunal de alzada: "Que los requisitos de procedencia
de la acción de declaración de bien familiar son: a) Que la declaración de bien familiar sea solicitada por
uno de los cónyuges, sea o no propietario; b) que el bien familiar, el inmueble y los muebles que lo
guarnecen, sea de dominio de uno de los cónyuges, o de ambos, cualquiera sea el régimen matrimonial;
y c) que dicho inmueble sea la residencia principal de la familia" (C. Apelaciones de Concepción, 25 de
abril de 2014, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1695/2014, Rol Nº 24-2014). Sobre la base de las
finalidades perseguidas con la declaración de bien familiar, y de los fundamentos en que ella descansa,
los requisitos exigidos para que proceda tal declaración pueden reducirse a los siguientes: 1º) La
existencia de una familia matrimonial, o de un acuerdo de unión civil; 2º) La existencia de un inmueble de
propiedad de cualquiera de los cónyuges; y 3º) Que tal inmueble sea la residencia principal de la
familia. 260. Primer requisito: De la existencia de una familia matrimonial, o de un acuerdo de unión
civil. Desde la entrada en vigor de la Ley Nº 20.830, que crea el acuerdo de unión civil, la declaración de
bien familiar exige, como presupuesto, que exista una familia matrimonial o un acuerdo de unión civil.
Hasta el presente la jurisprudencia sólo se ha pronunciado en relación con la exigencia de una familia
matrimonial. No sin cierta razón, se ha tendido a plantear de modo implícito esta exigencia sobre la base
de la siguiente cuestión: ¿Es posible que, no obstante existir matrimonio, pueda no existir familia? La
diversidad de casos concretos, en cuyo fondo ha estado la referida cuestión, ha generado una serie de
opiniones que han contribuido a delimitar los perfiles de este primer requisito. Su sistematización permite
desglosarlos en dos puntos: 1º) De la existencia de matrimonio, o de un acuerdo de unión civil; y 2º) De
la existencia de familia. 260.1. De la existencia de matrimonio o de un acuerdo de unión civil. Si bien
en el sistema jurídico chileno se reconoce la existencia de familias fundadas no sólo en el matrimonio, la
declaración de bien familiar constituye una institución incardinada en la familia matrimonial y extendida al
acuerdo de unión civil, como se prescribe en el inciso final del artículo 15 de la ley mencionada Ley
Nº 20.830: "Cualquiera sea el régimen de bienes que exista entre los convivientes civiles, tendrá aplicación
lo dispuesto en los artículos 141 a 149 del Código Civil". En todo caso, no es posible aplicarla a ningún
otro género de uniones. De ahí resulta el que toda su disciplina legal gire en torno a la noción de
"cónyuges". Así, en su campo operativo originario, los bienes familiares se presentan como
imprescindiblemente ligados a la familia matrimonial, de modo que para su declaración, ha insistido la
jurisprudencia en que: "[E]s necesaria la existencia de vínculo matrimonial" (C. Suprema, 3 de septiembre
de 2012, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012). La exigencia de este primer
requisito, en el caso de la familia matrimonial, es decir, la existencia de matrimonio ha tenido una evolución
de interés. En efecto, en un primer momento la jurisprudencia tendió a estimar que la exigencia de haber
matrimonio operaba con un cierto carácter objetivo, y que debía mantenerse en el tiempo, pero en
sentencias recientes se comienza a abandonar esta opinión, para defender otra conforme a la cual la
exigencia del matrimonio sólo ha de considerarse en el momento de presentación de la solicitud. La
Excma. Corte Suprema planteaba así esta cuestión: "Que la institución de los bienes familiares se encuentra
regulada en el Libro Primero, §2 del título VI del Código Civil, intitulado 'Obligaciones y Derechos entre los
Cónyuges'. El inciso primero del artículo 141 del mismo código, cuya infracción se denuncia, dispone que
'El inmueble de propiedad de los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles
que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo,
cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio'. Es claro en consecuencia, tanto por su ubicación
sistemática como por el tenor literal de la disposición citada, que la declaración de bien familiar supone la
existencia de un matrimonio no disuelto. El problema se circunscribe a determinar si este requisito se
satisface cuando a la fecha de presentación de la demanda existía un matrimonio no disuelto, o si es
necesario que dicho matrimonio mantenga su existencia durante el juicio" (C. Suprema, 30 de enero de
2017, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/2702/2017, Rol Nº 42435-2016). De este modo, es posible
sistematizar la jurisprudencia en este punto en las siguientes dos tendencias: 260.1.1. El requisito de la
existencia del matrimonio sólo es exigible en el momento de presentación de la solicitud. Así lo ha
declarado la Excma. Corte Suprema en sentencia de 30 de enero de 2017: "Que, por una parte, el inciso
tercero del artículo 141 del Código Civil dispone que 'la sola interposición de la demanda transformará
provisoriamente en familiar el bien de que se trate'. Este efecto debe ser, sin embargo, constatado por el
juez, quien 'En su primera resolución... dispondrá que se anote al margen de la inscripción respectiva la
precedente circunstancia'. Naturalmente, en esta primera resolución el juez deberá verificar si la relación
de hechos de la demanda incluye los tres requisitos para la declaración de bien familiar: que la parte
demandante tenga un vínculo matrimonial no disuelto; que el inmueble sea de propiedad de su cónyuge,
siquiera como copropietario, y que sea la residencia principal de la familia. En esta etapa preliminar, en
que aún no se habrá oído a la parte demandada, el juez no podrá establecer si estos hechos alegados en
la demanda efectivamente corresponden a la realidad. En todo caso, la parte demandante deberá
respaldar su demanda con antecedentes de tener vínculo matrimonial no disuelto con el propietario del
inmueble. Para ello, acompañará certificados recientes de la inscripción matrimonial y de la inscripción del
inmueble en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces. La ley, por tanto, concede a los
cónyuges el derecho de afectar los bienes familiares con la sola presentación de la demanda. El carácter
provisorio de esta afectación se debe únicamente a la necesidad de permitir al cónyuge perjudicado por
dicha afectación controvertir en juicio la concurrencia de los requisitos exigidos por la ley para su
procedencia. Pero si su concurrencia resulta acreditada, se deberá acceder a la demanda confirmando
así la afectación provisoria. La afectación del bien se produce al presentar la demanda. La sentencia se
limita a confirmar y consolidarla al constatar que se da el supuesto de hecho pertinente. En consecuencia,
los hechos que la justifican deben darse al momento de presentación de la demanda. Sexto: Que, por otra
parte, esta Corte ha fallado que el divorcio, si bien habilita a solicitar la desafectación del bien familiar, no
la produce ipso facto ni obliga al juez a concederla. Por el contrario, debe verificar que el bien ha dejado
de estar destinado a la residencia principal de la familia. Así se ha fallado el 13 de enero de 2014, en
causa rol Nº 4663-2013, el 18 de junio de ese mismo año, en causa rol Nº 16052-2013 y, recientemente,
el 21 de junio del año en curso, en causa rol Nº 17718-2015. La razón de ello es que la finalidad de la
institución del bien familiar es la protección de la familia, la que no deja de existir por efecto de la sentencia
de divorcio. Es un hecho no controvertido que el inmueble objeto de la litis continúa destinado a la
habitación de la demandante y de sus dos hijos. Sigue en consecuencia destinado a la protección de la
familia, de manera que su calificación como bien familiar se ajusta plenamente a la finalidad de la
institución" (C. Suprema, 30 de enero de 2017, cons. 5º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/2702/2017, Rol
Nº 42435-2016). Unos meses más tarde confirmaba esta opinión: "Parece que la protección de la familia
debe mantenerse vigente, aunque se disuelva el matrimonio, de otra manera, la institución en referencia
pierde todo sentido. Justamente, si bien su hipótesis inicial es la existencia de un vínculo matrimonial, este
requisito sólo puede entenderse como exigible a la época de su solicitud, pues de otro modo perdería
sentido el objetivo protector al que se viene haciendo referencia. En efecto, conforme la perspectiva del
derecho de familia, esto es, de su tutela efectiva, la referida afectación no puede limitarse a la vigencia
del matrimonio, sino que debe relacionarse a la mantención de la familia con prescindencia del matrimonio,
pues de otro modo, se incurriría en el absurdo de que una institución pensada para la protección familiar
frente a la crisis del matrimonio, no se extiende en el caso de quiebre y disolución del mismo" (C. Suprema,
13 de marzo de 2017, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/805/2017, Rol Nº 82473-2016). Este
considerando se ha reiterado literalmente en sentencias posteriores (C. Suprema, 14 de enero de 2019,
cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/201/2019, Rol Nº 7481-2018). 260.1.2. El requisito de la existencia
del matrimonio debe mantenerse en el tiempo. Es ésta una opinión que pareciera que comienza
abandonarse. Aunque no ha sido defendida de este modo en forma expresa, ella se deduce del contenido
de las sentencias y de sus declaraciones: 260.1.2.1. Si el matrimonio ha terminado por divorcio con
anterioridad a la demanda de declaración de bien familiar, no se cumple con el requisito de la
existencia de matrimonio. En este sentido se ha pronunciado la Excma. Corte Suprema, al confirmar una
sentencia de alzada, ha señalado: "Que sobre la base de los presupuestos antes reseñados, los jueces
de alzada resolvieron: "Que,... la declaración de bienes familiares presupone la existencia del matrimonio.
Si no hay matrimonio, no puede haber bienes familiares y, por la misma razón, disuelto el matrimonio ya
no se podrá pedir que se declare como tal. Lo anterior, resulta plenamente aplicable en la especie, pues
el matrimonio de las partes fue disuelto por sentencia firme que declaró el divorcio, resolución que produjo
efectos plenos con anterioridad a la interposición de la demanda, tal como se constata de la prueba
aportada al proceso". Y se agregó que "..., es útil destacar que el artículo 145 del Código Civil, al regular
la desafectación de un bien familiar, señala expresamente en su inciso tercero, que se podrá solicitar
dicha desafectación si "el matrimonio ha sido declarado nulo, o ha terminado por muerte de uno de los
cónyuges o por divorcio, hipótesis que fueron agregadas expresamente por la Ley Nº 19.947. Luego, si la
intención del legislador era que los tantas veces nombrados bienes familiares ampararan tanto a la familia
matrimonial como a la no matrimonial lo habría señalado expresamente, tal como hizo en la norma recién
citada, pero al contrario, no lo hizo, lo que lleva a concluir que siempre los bienes familiares están ligados
al matrimonio..." [...] Que, en este contexto normativo, es que los jueces de alzada interpretaron la regla
invocada, concluyendo que para la declaración de un bien como familiar, se requiere, entre otros, el que
a la fecha de la referida solicitud, exista entre las partes un vínculo matrimonial. Sin embargo, en el caso
de autos, dicho presupuesto no se configuró, puesto que se divorciaron el 29 de octubre del año 2009 y
la demanda se dedujo con fecha 23 de agosto de 2013, esto es, una vez terminado el matrimonio de
manera que efectivamente y como lo razonó el fallo en estudio, no concurre en el presente caso, uno de
los presupuestos para que el inmueble ya individualizado sea declarado bien familiar en los términos que
la norma ya analizada lo dispone, por lo que correctamente se desestimó dicha acción [...] Que, por lo
razonado precedentemente, al decidir como lo hicieron los sentenciadores de alzada, no incurrieron en
los errores de derecho denunciados, y por el contrario han interpretado correctamente el Derecho
aplicable en la especie, por lo que sólo cabe el rechazo del recurso en examen" (C. Suprema, 14 de enero
de 2015, cons. 3º, 5º, 6º, LegalPublishing: CL/JUR/188/2015, Rol Nº 11865-2014). 260.1.2.2. Si el
matrimonio termina por sentencia de divorcio durante el curso del procedimiento de declaración
de bien familiar, no se cumple con el requisito de existencia de matrimonio. En este sentido se ha
pronunciado la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago: "Que, uno de los presupuestos de la declaración de
bien familiar de un inmueble, es que sean cónyuges tanto el solicitante como el dueño del bien raíz o que
el cónyuge sea dueño de derechos en una sociedad dueña del inmueble. Por lo anterior, la institución del
Bien Familiar, supone la existencia de un matrimonio no disuelto por sentencia de divorcio. Que estando
pendiente la resolución de la demanda de declaración de bien familiar interpuesta con fecha 1º de julio
del año 2011, a la fecha en que la sentencia de divorcio estuvo firme y ejecutoriada, no existían derechos
adquiridos por parte de la cónyuge derivados de la sentencia de primera instancia, toda vez que dicha
sentencia no se encontraba firme y ejecutoriada, por lo que la recurrida actualmente carece de acción
para solicitar la declaración de bien familiar del inmueble que habita, teniendo en la actualidad el estado
civil de divorciada, por lo que se revocará la sentencia apelada y se rechazará la demanda de declaración
de bien familiar, de autos" (C. Apelaciones de Santiago, 4 de enero de 2013, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/29/2013, Rol Nº 971-2012). 260.2. De la existencia de una familia. La
jurisprudencia se ha ocupado en precisar una serie de cuestiones que permiten delimitar la que, a su
juicio, constituye la noción de familia exigida como requisito para la declaración de bien
familiar. 260.2.1. La familia implica pluralidad: un cónyuge no constituye familia. Planteada la
cuestión de si, en el caso de un matrimonio sin hijos cuando los cónyuges viven separados, podría
sostenerse que aquel que mantiene su residencia en la que fue hogar conyugal, constituye familia para
los efectos de la declaración de bien familiar del inmueble en que reside, la jurisprudencia ha sostenido
dos opiniones, si bien una de ellas progresivamente se ha descartado y a día de hoy es claramente
minoritaria. 260.2.1.1. Opinión minoritaria: el cónyuge separado, de un matrimonio sin hijos, que
vive en el antiguo hogar conyugal constituye familia. Esta opinión fue mantenida por la Excma. Corte
Suprema en los casos más antiguos en los que se planteó esta cuestión. Entendía el tribunal que, a pesar
de la separación de hecho de los cónyuges, la familia, para los efectos de la declaración de bien familiar,
se mantenía. Justificaba esta opinión, sobre todo, porque hacía primar una consideración de los bienes
familiares como establecidos en protección del cónyuge no propietario. Así sostenía que: "[L]a Corte, por
tanto, al razonar que un bien raíz en que habita uno solo de los cónyuges de un matrimonio del que no
nacieron hijos puede ser considerado familiar, no sólo no se ha extendido a puntos no sometidos a su
decisión sino que ha cumplido con el imperativo legal de razonar acerca de todas las acciones y
excepciones opuestas por las partes, resolviendo, precisamente, el conflicto planteado [...] Que la
sentencia que se revisa ha señalado que en la especie el bien raíz referido sirve de residencia principal a
la familia, desde que en él habita la demandante, casada con el demandado, con quien no tuvo hijos,
entendiendo que 'hay familia desde que se contrae el matrimonio manteniéndose tal condición mientras
el vínculo matrimonial no esté disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal requiera el
nacimiento de hijos' (considerando 3º), agregando que en el caso que los cónyuge se separen de hecho,
aun cuando ya no sea un grupo, la familia, para estos efectos, 'sigue vigente toda vez que el legislador se
ha apartado de lo material y le ha dado vida legal' [...] Que el artículo 141 inciso 1º del Código Civil dispone
que 'El inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal a la familia,
y los muebles que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las normas de
este párrafo, cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio'. Luego, como se ha dicho por esta Corte
en fallo de 19 de diciembre de 2002 en causa Rol Nº 4317-01, lo que exige esta norma para la procedencia
de la declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los
cónyuges, y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación
patrimonial de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia
de hijos [...] Que, consecuentemente, el fallo recurrido ha interpretado correctamente las normas de los
artículos 141 a 149 del Código Civil, al entender que la finalidad de esta institución la de los bienes
familiares es la de proteger al cónyuge no propietario de las eventuales enajenaciones o gravámenes que
el dueño pueda hacer del bien que sirve de residencia principal a la familia" (C. Suprema, 31 de mayo de
2004, cons. 4º, 9º, 10º y 11º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). Esta opinión todavía
es defendida en algún voto de minoría de ciertas sentencias de la Excma. Corte Suprema: "Que el inmueble
objeto del litigio sirve de residencia principal a la familia, desde que en él habita la demandante, casada
con el demandado, con quien no tuvo hijos, por cuanto se concibe sustancialmente que hay familia desde
que se contrae matrimonio, manteniéndose irreductible tal condición, mientras el vínculo conyugal no esté
disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal se requiera como aditamento el nacimiento
de hijos. Más aún, en el evento que los cónyuges se separen de hecho, el instituto familiar sigue vigente
para estos efectos, puesto que el legislador se ha apartado de la fisonomía puramente material de la
entidad en comento y le ha dado al concepto de familia, una vez verificado los nexos del sustrato básico
que la conforma, una vida legal que trasciende los aspectos meramente adjetivos" (C. Suprema, 31 de
marzo de 2014, voto en contra, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/686/2014, Rol Nº 9439-
2013). 260.2.1.2. Opinión mayoritaria: el cónyuge separado, de un matrimonio sin hijos, que vive
en el antiguo hogar conyugal no constituye familia. Desde la perspectiva de la exigencia de la
"residencia principal de la familia", y no directamente desde la específica exigencia de una "familia", la
Excma. Corte Suprema sostuvo en 2009, que el cónyuge separado de un matrimonio sin hijos, no podía
considerarse que habitaba el inmueble que pudiera ser considerado residencia principal de la familia: "Que
sobre la base de los presupuestos establecidos referidos en el motivo anterior, los jueces del fondo
resolvieron acoger la acción intentada, declarando como bien familiar el inmueble en el que reside la
actora, por estimar que se cumplen los requisitos establecidos en el artículo 141 del Código Civil. En
efecto, estiman que, no obstante, estar separada la actora de su cónyuge y no existir hijos del matrimonio,
ésta constituye familia. Asimismo consideran que la finalidad de la institución en estudio es brindar
protección a ésta y garantizarle en último término una vivienda estable, a fin de asegurar el cumplimiento
de las cargas matrimoniales que el ordenamiento jurídico impone a los cónyuges y que de los
antecedentes fluye que la demandante es la cónyuge más débil de los componentes de dicha familia, no
sólo por su edad sino que también por su estado de salud y situación económica, lo que reafirma la
determinación de procedencia de la acción [...] Que la institución de los bienes familiares, incorporada a
nuestra legislación por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia,
principalmente en caso de conflictos dentro de ella. Tal presupuesto, que ha sido el objeto de principal
protección por parte del legislador, no puede entenderse que se cumple en la especie desde que es un
hecho no discutido que el inmueble materia de la litis no es habitado por el cónyuge demandado, sino que
solamente por la actora, lo que demuestra que el mismo no constituye en la actualidad la residencia de la
familia, pues ha dejado de ser el hogar común [...] Que, por lo antes reflexionado, no puede sino estimarse
que los sentenciadores cometieron error de derecho, infringiendo el artículo 141 del Código Civil, puesto
que con la interpretación que realizan de la norma en estudio, extendieron su sentido y alcance a un caso
que ella no resultaba aplicable, al no verificarse los presupuestos de la referida institución, puesto que el
inmueble ha dejado de constituir el hogar o residencia del grupo familiar" (C. Suprema 4 de mayo de 2009,
cons. 3º, 5º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/6318/2009, Rol Nº 1968-2009). En el último tiempo la Excma. Corte
Suprema se ha afirmado en esta opinión, desde la expresa consideración de que uno de los cónyuges no
puede ser considerado como familia, pues esta noción implica pluralidad. Así lo ha sostenido para excluir
la declaración de bien familiar, cuando los cónyuges se encuentran separados de hecho y, sin que existan
hijos, es uno de ellos el que reside en el inmueble cuya declaración de bien familiar se solicita. En ese
sentido se ha precisado que: "[C]omo ha reconocido la doctrina y jurisprudencia nacional, la institución de
los bienes familiares, incorporada en nuestro ordenamiento por la Ley Nº 19.335, tiene por objeto proteger
el núcleo familiar, por la vía de asegurarle la mantención del hogar físico, ante conflictos o desavenencias
que pudieran poner fin a la vida en común entre los cónyuges. Se ha dicho, por lo mismo, que es una
"garantía para el cónyuge que tenga el cuidado de los hijos, en casos de separación de hecho o de
disolución del matrimonio" (Ramos, René, Derecho de Familia, Editorial Jurídica, año 2007, página 350,
citando al profesor Enrique Barros). Lo anterior permite concluir que si el matrimonio ha cesado en su
convivencia, residiendo sólo uno de los cónyuges en el inmueble cuya declaración de bien familiar se
pretende, no se cumple la finalidad de la institución analizada, desde que al haber dejado éste de ser el
hogar común, no puede considerarse que en la actualidad sea la residencia de la familia. Si bien resulta
indiscutible que la existencia de una familia no está supeditada al hecho de que existan hijos, es lo cierto
que desde que la pareja se separa, la familia, como tal, no puede entenderse constituida por cada uno de
los cónyuges individualmente considerados, ya que desde esa perspectiva, estaría en condiciones de ser
'la familia' tanto uno como el otro cónyuge. Esa es, pues, la situación que se debe analizar a la hora de
determinar si se cumple el requisito previsto en el citado artículo 141 del Código Civil, en la medida que
la institución de los bienes familiares está orientada a la protección de la familia, concepto que, en la
situación fáctica mencionada, no aparece revestido de las características o composición que la institución
regulada en el párrafo 2º del Título VI del Libro I del Código Civil requiere, dada su finalidad de resguardar
el interés de los hijos comunes y del cónyuge al que le corresponde el cuidado de éstos, en los casos de
rupturas conyugales" (C. Suprema, 31 de marzo de 2014, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/686/2014,
Rol Nº 9439-2013). Sobre la base de tales argumentos, y con expresa remisión a las dos sentencias que
quedan citadas, en tiempos recientes se ha afirmado en esta opinión: "[A]l tener la institución de los bienes
familiares por objeto la protección del núcleo familiar en los términos referidos, esta noción implica
necesariamente la existencia de una pluralidad de sujetos, por lo que si el matrimonio ha cesado en su
convivencia, residiendo solo uno de los cónyuges en el inmueble cuya declaración de bien familiar se
pretende, no se cumple con la finalidad de la institución analizada, desde que al haber dejado de ser el
hogar común, no puede considerarse que, en la actualidad, sea la residencia principal de la familia. Lo
anterior, pues si bien resulta indiscutible que la existencia de una familia no está supeditada al hecho de
que existan hijos, es lo cierto que desde que la pareja se separa, la familia, como tal, no puede entenderse
constituida por cada uno de los cónyuges individualmente considerados, ya que desde esa perspectiva
estaría en condiciones de ser "la familia" tanto uno como el otro cónyuge, siendo esta la situación que se
debe analizar a la hora de determinar si se cumple el requisito previsto en el citado artículo 141 del Código
Civil. Así, por lo demás, lo ha sostenido esta Corte en los autos Roles Nº 1968-2009 y 9439-2013. Octavo:
Que, en la misma línea de razonamiento, cabe considerar que del tenor de lo dispuesto en los
artículos 141 y 146 del Código Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución en
comento es la familia y no el matrimonio, por lo que siendo un hecho no discutido que el inmueble materia
de la litis actualmente es habitado sólo por la actora, lo que demuestra que no constituye en la actualidad
la residencia de la familia, pues ha dejado de ser el hogar común, no puede estimarse que los jueces del
fondo vulneraron los artículos 141 y 815, en relación con los artículos 19 y 24, todos del Código Civil,
puesto que le otorgaron el sentido y alcance que el legislador pretendió respecto de la institución en
análisis, razón por la cual el recurso de casación interpuesto debe ser rechazado. Noveno: Que por otra
parte el elemento lógico de interpretación de la ley busca determinar la armonía y cohesión interior de una
ley, las relaciones lógicas que unen las diversas partes de una ley, este elemento se encuentra recogido
en el artículo 22, inciso 1 del Código Civil, y señala que "El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido
de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía".
Se refiere por ende esta norma, a la lógica correlación formal y de fondo que debe existir en toda ley, es
por esto que cada vez que el Código se refiera la vivienda familiar, lo correcto sería darle la misma
interpretación. El artículo 1337 Nº 10 en las reglas de la partición señala "Con todo, el cónyuge
sobreviviente tendrá derecho a que su cuota hereditaria se entere con preferencia mediante la
adjudicación en favor suyo de la propiedad del inmueble en que resida y que sea o haya sido la vivienda
principal de la familia, así como del mobiliario que lo guarnece, siempre que ellos formen parte del
patrimonio del difunto". En este caso el legislador le permite expresamente al cónyuge sobreviviente que
se adjudique preferentemente el inmueble en que resida y que "sea o haya sido" la vivienda principal de
la familia, esta norma venía a reemplazar en caso de muerte la protección que otorgaba a la familia el
bien familiar, pero en este caso lo que no hace el legislador en la institución de los bienes familiares, le
permite adjudicarse la vivienda cuando ya no sea la vivienda familiar, pero el cónyuge siga habitando ahí,
¿por qué si sigue viviendo ya no sería la vivienda familiar, de acuerdo a quienes sostienen que viviendo
solo sería aún un inmueble familiar? La interpretación en este punto es clara, si el cónyuge sigue viviendo
con los hijos será la vivienda familiar, pero si vive solo igual se la podrá adjudicar porque era la vivienda
familiar, por lo cual esta norma sostiene que viviendo solo el cónyuge sobreviviente no sería ya la vivienda
familiar. Es posible entonces interpretar de forma diferente en un mismo cuerpo legal un vocablo como
vivienda familiar" (C. Suprema 24 de septiembre de 2018, cons. 7º, 8º y 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/5160/2018, Rol Nº 129-2018). 260.2.2. La familia implica pluralidad: un padre
y sus hijos constituyen familia, aunque el matrimonio haya terminado. En ese sentido la Excma. Corte
Suprema ha declarado que: "[C]abe considerar que del tenor de lo dispuesto por los artículos 141 y 146
del Código Civil, resulta evidente que la principal beneficiaria de la institución en comento es la familia;
desde esta perspectiva, no puede desconocerse el hecho que si bien ella ha podido tener su origen en el
matrimonio de las partes, como ha ocurrido en la especie, lo cierto es que la misma subsiste más allá de
la disolución de la relación conyugal, permaneciendo vigente en relación a los hijos, a quienes en este
caso la ley busca asegurar su protección mediante la consagración de la institución en comento, con la
extensión de sus efectos más allá del término del matrimonio, si se dan los presupuestos legales que
justifican tal proceder" (C. Suprema, 12 de septiembre de 2011, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/7572/2011, Rol Nº 4316-2011). 260.2.3. La familia existe con prescindencia
de si existen hijos o no. La Iltma. Corte de Apelaciones de Arica, en sentencia del año 2003, revocaba un
fallo de primera instancia que había denegado la declaración de bien familiar debido a que el matrimonio
en relación con el cual se solicitaba carecía de hijos. Razonaba, acertadamente, que el concepto de familia
no exige la existencia de hijos, de modo que esta ausencia de prole no impedía la declaración de bien
familiar: "Familia de acuerdo al Diccionario de la Lengua Española "es grupo de personas emparentadas
entre sí que viven juntas". Concepto que difiere del que ha tenido en cuenta el legislador al regular tal
institución, puesto que ella nace desde que hay un vínculo matrimonial y éste se mantiene inalterable sin
ser disuelto, independientemente de la existencia de hijos o no, pues interpretar lo contrario sería dejar
fuera de la norma a todos aquellos matrimonios que no tienen hijos, lo que atentaría contra el derecho
constitucional de igualdad ante la ley. Por ello esta Corte estima que se entiende que hay familia desde
que se contrae el matrimonio, manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté
disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal requiera el nacimiento de hijos"
(C. Apelaciones de Arica, 4 de junio de 2003, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/2518/2003, Rol Nº 8945).
Esta sentencia fue confirmada en casación por la Excma. Corte Suprema, y al hacerlo destacó que, para
efectos de la declaración de bien familiar, hay diversos aspectos que carecen de relevancia, entre ellos la
ausencia de hijos: "Que el artículo 141 inciso 1º del Código Civil dispone que "El inmueble de propiedad
de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal a la familia, y los muebles que la
guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo,
cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio". Luego, como se ha dicho por esta Corte en fallo de
19 de diciembre de 2002 en causa Rol Nº 4317-01, lo que exige esta norma para la procedencia de la
declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges,
y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial
de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia de hijos"
(C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003).
Esta opinión la ha mantenido en el tiempo la Excma. Corte Suprema: "Resulta indiscutible que la existencia
de una familia no está supeditada al hecho de que existan hijos" (C. Suprema, 31 de marzo de 2014,
cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/686/2014, Rol Nº 9439-2013). Igual línea han seguido los tribunales de
alzada: "[L]a jurisprudencia ha dicho que se entiende que hay familia desde que se contrae el matrimonio,
manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté disuelto, sin que para mantener su
existencia como figura legal requiera del nacimiento de hijos (C. de Apelaciones de Arica, 4 de junio de
2003, Rol Nº 8945)" (C. Apelaciones de Concepción, 31 de marzo de 2008, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/7526/2008, Rol Nº 1359-2000); "[D]ebe entenderse que "hay familia desde que
se contrae el matrimonio, manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté disuelto,
sin que para mantener su existencia como figura legal se requiera el nacimiento de hijos" y para el caso
que los cónyuges se separen de hecho, aun cuando ya no sea un grupo, la familia, para estos efectos,
"sigue vigente toda vez que el legislador se ha apartado de lo material y le ha dado vida legal", por lo que
en el caso de autos, estamos en presencia de una familia" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre
de 2010, cons. 6º, LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). En la misma línea se ha
declarado la procedencia de la declaración de bien familiar cuando el matrimonio no ha tenido hijos,
aunque en el inmueble de cuya declaración se trata, convivieron marido y mujer y, con aquiescencia del
marido, los hijos de esta última: "Que si bien, por concepto de familia se tiene a un grupo humano unido
por vínculo de parentesco, en este caso no podría restringirse a la circunstancia que entre la actora y el
demandado la acepción no les concede cobertura por el mero hecho que en dicho matrimonio no hubo
hijos, puesto que una familia perfectamente puede sólo estar compuesta por el marido y la mujer no
restándose a que ésa se conciba en un sentido amplio; más en este caso, que fue el inmueble de calle
[...], el lugar físico donde convivió el demandado con la actora y los hijos de ésta y con la aquiescencia de
aquel, circunstancia que no lo aleja, sino que, por el contrario, lo radica dentro del concepto más tradicional
de familia" (C. Apelaciones de San Miguel, 18 de febrero de 2015, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/904/2015, Rol Nº 885-2014). La Excma. Corte Suprema confirmó, por la vía de
casación, la sentencia que queda citada, y en su fallo enfrentó directamente la cuestión siguiente: "Para
el discernimiento acerca de si la separación de los cónyuges casados y sin hijos inhibe la institución del
'bien familiar' de que goza el inmueble que sirve de residencia principal de la familia, se hace indispensable
invocar argumentos de texto" (C. Suprema, 28 de diciembre de 2015, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/8010/2015, Rol Nº 3700-2015). Su conclusión fue ésta: "[E]n el ordenamiento
jurídico interno la familia está concebida a partir de la relación que se da entre dos personas, normalmente
un hombre y una mujer, a través del contrato de matrimonio, sin que para ello sea menester la existencia
de un número mayor de personas, entre las cuales el o los hijos, que caso alguno se presentan como una
condicionante de su nacimiento. Por consiguiente, no se divisa justificación razonable para concluir que
la terminología de la convocatoria, es decir, la que emplea el artículo 141 del Código en el sentido que
puede declararse bien familiar el inmueble que 'sirva de residencia principal de la familia', no permita
abarcar la situación sub iudice, lo que descarta la objeción que a lo resuelto efectúa el perdedor"
(C. Suprema, 28 de diciembre de 2015, cons. 11º, LegalPublishing: CL/JUR/8010/2015, Rol Nº 3700-
2015). Esta opinión la ha reiterado, y fundado en mayores razones, en sentencias posteriores: "Que para
el discernimiento acerca de si la separación de los cónyuges casados y sin hijos inhibe la institución del
'bien familiar' de que goza el inmueble que sirve de residencia principal de la familia, se hace indispensable
invocar argumentos de texto. Séptimo: Que el Párrafo 2 del Título VI del Libro Primero del citado cuerpo
legislativo, del que forma parte el artículo 141, también comprende un artículo 147 de acuerdo con el que
durante el matrimonio el juez puede constituir prudencialmente en favor del cónyuge no propietario,
derechos de usufructo, uso o habitación sobre los bienes familiares, en cuya constitución el juez tomará
especialmente en cuenta las fuerzas patrimoniales de los cónyuges y 'el interés de los hijos, cuando los
haya'. La institución tiene lugar en razón del matrimonio, con prescindencia de si hay o no filiación. Octavo:
Que para la Constitución Política de la República, la familia es el núcleo fundamental de la sociedad
artículo 1º inciso segundo lo que deriva en que constituya un deber del Estado protegerla y propender a
su fortalecimiento inciso quinto de idem, baluarte del que la voluntad soberana de la nación,
presuntamente allí sintetizada, obviamente no puede desentenderse a la hora de describir el contenido
de garantías fundamentales de toda persona, tales como las de la integridad psíquica, de la igualdad, de
la no discriminación, del equitativo amparo en el ejercicio de los derechos, de la protección de la vida
privada y de la inviolabilidad del hogar, entre otras, que consagran los cinco primeros numerales de su
artículo 19. Noveno: Que la Ley Nº 19.947 o Ley de Matrimonio Civil se inicia con un discurso categórico
a los efectos hermenéuticos aquí perseguidos: 'Artículo 1º. La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad. El matrimonio es la base principal de la familia'. El artículo segundo de esa legislación agrega
que 'La facultad de contraer matrimonio es un derecho esencial inherente a la persona humana...'. Su
artículo 21 trata de la separación de hecho entre los cónyuges, evento en el que los faculta para regular
sus relaciones mutuas de común acuerdo, especialmente las materias vinculadas al régimen de bienes,
entre las que parece obvio considerar una hipotética preocupación en punto a que se declare el hogar
como un bien familiar. Pues bien, recién el inciso segundo de la norma advierte la posibilidad de existir
hijos: 'si hubiere hijos, dicho acuerdo deberá regular también...'. Décimo: Que quedó asentado por los
jueces del fondo que, en la especie, en el inmueble de que se trata convivió el demandado con la actora
y el hijo común, ya fallecido, hasta que aquél abandonara la propiedad. En ese contexto, concurre el
presupuesto establecido en el artículo 141 inciso 1º para declararlo bien familiar, ya que sirve de
residencia principal de la familia, entendiéndola en un sentido amplio, esto es, como una institución natural
y social que, basada en vínculos de sangre y afecto, vincula a los individuos que la integran para cumplir
en comunidad los fines de la vida en el orden espiritual y material, habitualmente bajo la autoridad de un
ascendiente originario, o sea, para auxiliarse recíprocamente en todas las circunstancias de la vida.
Undécimo: Que, por consiguiente, no se divisa justificación razonable para concluir que la terminología de
la convocatoria, es decir, la que emplea el artículo 141 del Código en el sentido que puede declararse
bien familiar el inmueble que 'sirva de residencia principal de la familia', no permita abarcar la situación sub
iudice, lo que descarta la objeción que a la pretensión efectúa el fallo que se revisa" (C. Suprema, 7 de
marzo de 2017, cons. 6º a 11º, LegalPublishing: CL/JUR/859/2017, Rol Nº 62136-2016). Con la opinión
que queda explicada, se desechaba una contraria que había defendido la I ltma. Corte de Apelaciones de
Concepción: "Que como no existe en nuestra legislación una definición de familia, salvo la contemplada
en el artículo 815 del Código Civil, pero para fines muy limitados (derecho de uso y de habitación), resulta
necesario recurrir al Diccionario de la Real Academia Española, que la define, en una primera acepción,
como "Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas", y en
una segunda, como "Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje". Vale
decir, para que pueda entenderse que exista una familia, es necesaria la existencia de hijos, pues son
éstos quienes tienen vínculo de parentesco, en lo que interesa, con sus padres, no así los cónyuges que,
jurídicamente, no son parientes entre sí; afirmación esta última que se aprecia claramente, por ejemplo,
en materia de derecho sucesorio, en el cual se ha incorporado de una u otra forma al cónyuge, debido a
que éste no puede concurrir a la herencia como pariente, precisamente por no serlo" (C. Apelaciones de
Concepción, 23 de marzo de 2007, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/445/2007, Rol Nº 4379-
2005). 260.2.4. La familia existe con prescindencia de la edad de los hijos. En este sentido se ha
pronunciado la Excma. Corte Suprema cuando ha declarado: "Que, el artículo 141 inciso 1º del Código Civil
dispone "El inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal de la
familia, y los muebles que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares y se regirán por las
normas de este párrafo, cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio". Luego, lo que exige esta
norma para la procedencia de la declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad
de cualquiera de los cónyuges, y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario
analizar la situación patrimonial de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella,
como ser la edad de los hijos que habitan la propiedad demandada como bien familiar" (C. Suprema, 19
de diciembre de 2002, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001). Además, se ha
agregado que este artículo 141: "Tampoco permite restringir arbitrariamente el concepto de familia que
utiliza el legislador a los hijos menores, sin que texto legal alguno abone semejante discriminación,
olvidando el intérprete la regla de que no puede efectuar distinciones donde la ley no lo hace, pues si el
sentido de ésta es claro no resulta lícito prescindir de su texto literal a pretexto de consultar su espíritu"
(C. Suprema, 19 de diciembre de 2002, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001).
En la misma orientación la Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso: "Que la circunstancia que el hijo que
vive con la actora ya sea mayor de edad no obsta a que el bien inmueble, de propiedad del otro cónyuge,
se declare bien familiar puesto que el legislador no ha exigido la existencia de hijos menores para tales
efectos, ni de hijos de cualquier edad. Avala lo anotado el hecho que el artículo 147 del Código Civil
permite constituir, prudencialmente, a favor del cónyuge no propietario, derechos de usufructo, uso o
habitación sobre los bienes familiares y añade que para ello el juez deberá considerar el interés de los
hijos "cuando los haya", de forma tal que aun si no los hay la declaración de bien familiar es del todo
procedente" (C. Apelaciones de Valparaíso, 25 de noviembre de 2005, cons. 2º,
LegalPublishing: CL/JUR/5312/2005, Rol Nº 2874-2003, conf. C. Suprema, 24 de mayo de 2006,
LegalPublishing: CL/JUR/7657/2006, Rol Nº 386-2006). 260.2.5. La familia existe, aunque los cónyuges
se hayan separado de hecho. Esta opinión, que ha de matizarse con lo señalado en el punto precedente
6.1.2.1, la confirmó la Excma. Corte Suprema en 2004: "Que la sentencia que se revisa ha señalado que en
la especie el bien raíz referido sirve de residencia principal a la familia, desde que en él habita la
demandante, casada con el demandado, con quien no tuvo hijos, entendiendo que 'hay familia desde que
se contrae el matrimonio manteniéndose tal condición mientras el vínculo matrimonial no esté disuelto,
sin que para mantener su existencia como figura legal requiera el nacimiento de hijos' (considerando 3º),
agregando que en el caso que los cónyuges se separen de hecho, aun cuando ya no sea un grupo, la
familia, para estos efectos, "sigue vigente toda vez que el legislador se ha apartado de lo material y le ha
dado vida legal" (C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol
Nº 2800-2003). Los tribunales de alzada siguieron, sin dificultad, esta opinión: "[D]ebe entenderse que
'hay familia desde que se contrae el matrimonio, manteniéndose tal condición mientras el
vínculo matrimonial no esté disuelto, sin que para mantener su existencia como figura legal se requiera el
nacimiento de hijos' y para el caso que los cónyuges se separen de hecho, aun cuando ya no sea un
grupo, la familia, para estos efectos, 'sigue vigente toda vez que el legislador se ha apartado de lo material
y le ha dado vida legal'" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 6º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). 261. Segundo requisito: De la existencia de un
inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges. En relación con este requisito, la jurisprudencia
ha realizado una serie de precisiones: 261.1. Es posible declarar bien familiar un inmueble que es
"común" de los cónyuges. La jurisprudencia ha entendido que: "[L]os bienes que pueden ser declarados
familiares corresponden al inmueble que sirve de residencia principal de la familia, los muebles que la
guarnecen y los derechos o acciones en sociedades propietarias del inmueble que sirve de residencia
principal de la familia. El instituto en estudio exige, como se ha dicho, que el inmueble sirva de residencia
principal de la familia y que éste sea de propiedad de cualquiera de los cónyuges. Así si la ley no efectúa
distingo alguno, no resulta al intérprete procedente hacerlo, reduciendo el campo de aplicación de la
norma, debiendo entenderse entonces comprendidos en la hipótesis discutida, tanto los inmuebles que
pertenecen a cualquiera de los cónyuges como los que son comunes de éstos, tal como lo concluyen
también autores como Gian Franco Rosso Elorriaga (Régimen Jurídico de los Bienes
Familiares, Metropolitana Ediciones, 1998, p. 99), René Ramos Pazos, (Derecho de Familia, Editorial
Jurídica, Tomo I, p. 361), Pablo Rodríguez Grez, (Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica, 1996,
p. 286) y Claudia Schmidt Hott, (Instituciones de Derecho de Familia, LexisNexis, 2004,
p. 231)" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol
Nº 3322-2012; C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 7º, LegalPublishing: CL/JUR/3763/2012, Rol
Nº 3289-2012). En apoyo de esta opinión se ha advertido: "Que lo concluido en el motivo precedente se
ve corroborado con la redacción original del artículo 141, que se aprobó con la dictación de la Ley
Nº 19.535, publicada en el Diario Oficial, el 23 de septiembre de 1994, con el siguiente texto: "El inmueble
de propiedad de ambos cónyuges o de alguno de ellos, que sirva de residencia principal de la familia, y
los muebles que guarnecen el hogar, podrán ser declarados bienes familiares [...]". Si bien dicha redacción
resultó modificada en el Decreto con Fuerza de Ley Nº 1 de 1995, que fijó el texto refundido, coordinado
y sistematizado del Código Civil, al establecer en el mismo articulado que "El inmueble de propiedad de
cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles que la guarnecen,
podrán ser declarados bienes familiares [...]", tal divergencia en los textos no varía la situación, pues la
expresión que se utiliza en el segundo de los textos legales citados, "[...] inmueble de propiedad de
cualquiera de los cónyuges [...]", resulta comprensiva de las dos hipótesis en discusión, esto es, tanto de
aquélla en que el bien materia de la afectación es de dominio exclusivo de una de las partes como la otra
en que el referido dominio pertenece a ambos" (C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/1962/2012, Rol Nº 3322-2012; C. Suprema, 3 de septiembre de 2012, cons. 8º,
LegalPublishing: CL/JUR/3763/2012, Rol Nº 3289-2012). Esta opinión la ha confirmado en sentencias
posteriores: "Que no es requisito que el inmueble sea sólo de uno de los cónyuges pues puede ser de
ambos, tal como lo ha sostenido esta Corte en la sentencia dictada en la causa rol Nº 3322-2012, en sus
considerandos séptimos y octavo: Que, en el caso sub lite, la controversia se plantea a propósito de la
exigencia de ser el inmueble residencia de la familia de propiedad de cualquiera de los cónyuges o de
ambos, es decir, si tal requisito se cumple cuando existe copropiedad entre éstos. Al respecto, cabe tener
presente que el artículo 141 del Código Civil, previene que: 'El inmueble de propiedad de cualquiera de
los cónyuges que sirva de residencia principal a la familia, y los muebles que la guarnecen, podrán ser
declarados bienes familiares [...]'. Por su parte, el artículo 146, en su inciso primero, establece: 'Lo previsto
en este párrafo se aplica a los derechos o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias
de un inmueble que sea residencia principal de la familia'. Séptimo. Que, al relacionar las disposiciones
antes referidas, se concluye que los bienes que pueden ser declarados familiares corresponden al
inmueble que sirve de residencia principal de la familia, los muebles que la guarnecen y los derechos o
acciones en sociedades propietarias del inmueble que sirve de residencia principal de la familia. El instituto
en estudio exige, como se ha dicho, que el inmueble sirva de residencia principal de la familia y que sea
de propiedad de cualquiera de los cónyuges. Así, si la ley no efectúa distingo alguno, no resulta al
intérprete procedente hacerlo, reduciendo el campo de aplicación de la norma, debiendo entenderse
entonces comprendidos en la hipótesis discutida tanto los inmuebles que pertenecen a cualquiera de los
cónyuges como los que son comunes de éstos, tal como lo concluyen también autores como Gian Franco
Rosso Elorriaga (Régimen Jurídico de los Bienes Familiares, Metropolitana Ediciones, 1998, p. 99), René
Ramos Pazos, (Derecho de Familia, Editorial Jurídica, Tomo I, p. 361), Pablo Rodríguez Grez,
(Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica, 1996, p. 286) y Claudia Schmidt Hott, ('Instituciones de
Derecho de Familia', LexisNexis, 2004, p. 231)" (C. Suprema, 10 de noviembre de 2016, cons. 6º y 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/8664/2016, Rol Nº 32972-2016). Esta opinión, que ya ha de tenerse por
consolidada, se ha reiterado en sentencias posteriores: "[T]al como lo ha resuelto esta Corte en autos
Roles Nºs. 3322-2012, 3289-2012 y 8072-2018, cabe destacar que la ley no efectúa distingo alguno y
siguiendo dicha directriz deberá entenderse comprendido en dicha hipótesis tanto el que pertenece a
cualquiera de los cónyuges o a ambos en comunidad" (C. Suprema, 21 de febrero de 2020, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/12894/2020, Rol Nº 29872-2018). 261.2. De si es posible declarar bien
familiar el inmueble respecto del cual uno de los cónyuges es comunero con terceros. Esta cuestión
ha generado diversidad de opiniones en la doctrina y en la jurisprudencia. Así lo advierte la propia
Excma. Corte Suprema: "[D]e acuerdo a lo que disponen los artículos 141 y 146 del Código Civil, los bienes
que pueden ser declarados familiares son los siguientes: a) el inmueble de propiedad de uno o de ambos
cónyuges, que sirva de residencia principal a la familia; b) los bienes muebles que guarnecen el hogar; y
c) los derechos o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias del inmueble que sea
residencia principal del familia. Pues bien, en lo que concierne al bien a que se refiere la letra a), es
pacífico en la doctrina sobre la materia que puede ser propio de un cónyuge, de ambos, social o reservado
de la mujer, mas no si es uno que el o los cónyuges tienen en comunidad con terceros, que debe
entenderse como 'un cuasicontrato en virtud del cual los que poseen en común una cosa universal o
singular, sin que ninguno de ellos haya contratado sociedad o celebrado otra convención relativa a la
misma cosa, contraen ciertas obligaciones recíprocas'" (Alfredo Barros Errázuriz, Curso de Derecho Civil,
Cuarta Edición, pág. 496, año 1932, como se cita en la obra de Mauricio Javier Castelblanco Koch, Las
Obligaciones Restitutorias del Código Civil y la Inflación, Primera Edición, Editorial Jurídica de Chile, pág.
144, año 1979). En efecto, Hernán Corral Talciani sostiene que "el inmueble debe ser de propiedad de
cualquiera de los cónyuges", no cumpliéndose dicho requisito si se trata de un bien de propiedad común
entre un cónyuge y un tercero (Bienes Familiares y Participación en los Gananciales, segunda edición,
Editorial Jurídica de Chile, pág. 60, año 2007). Por su parte, Gian Franco Rosso Elorriaga, señala que "es
posible declarar bien familiar el inmueble no obstante que en el o los cónyuges no se reúna toda la
propiedad, pues el artículo 141 del Código Civil no distingue, por lo tanto, no corresponde al intérprete
hacerlo, y porque fue un tema discutido durante la tramitación de la Ley Nº 19.335, dejándose claro que
es posible" (Régimen Jurídico de los Bienes Familiares, Primera Edición, Metropolitana Ediciones, pág.
99, año 1998). Añade que, en esa situación, se declara familiar el derecho cuotativo que en el inmueble
corresponde al o los cónyuges, no obstante que, en los hechos, la familia lo ocupa íntegramente; sin
embargo, jurídicamente, la declaración no afecta a los copropietarios de los cónyuges, pues solo produce
sus efectos en relación al dominio de éstos" (C. Suprema, 25 de marzo de 2019, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/1630/2019, Rol Nº 8072-2018). Aunque no se advierte que, a la fecha, haya una
opinión consolidada en la jurisprudencia, la Excma. Corte Suprema que, en sentencias de 2009 y 2012 se
había inclinado por rechazar la posibilidad de la declaración de bien familiar respecto de un bien en el que
el cónyuge era comunero con un tercero, en sentencia de 2019 ha cambiado de opinión, y ha optado por
la afirmativa. 261.2.1. Sí es posible declarar bien familiar el inmueble respecto del cual uno de los
cónyuges es comunero con terceros: Esta opinión, después de reconocer que es discutida y discutible
en doctrina, la ha defendido la Excma. Corte Suprema en sentencia de 25 de marzo de 2019: "[P]ara asumir
una postura sobre la materia, a juicio de esta Corte, resulta útil tener presente, en primer lugar, lo señalado
a propósito de la naturaleza y objetivo de la institución de los bienes familiares, que precisa que las normas
que la reglan sean interpretadas necesariamente acorde a dichos fines, de manera tal que constituyan la
justificación última de la afectación de un bien como tal. En segundo lugar, que la propuesta original de
Enrique Barros B., anterior al proyecto de ley que se presentó al Congreso Nacional, hacía alusión a la
propiedad indirecta existente sobre el inmueble, alcanzando a las comunidades en las que uno de los
cónyuges tenía la calidad de comunero. En efecto, el artículo 1719 rezaba así: "El inmueble de propiedad
de ambos cónyuges o de alguno de ellos que es la residencia principal de la familia y los muebles que
guarnecen el hogar son bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo, cualquiera sea el
régimen de bienes del matrimonio. Lo previsto en este artículo vale para los bienes que sean de propiedad
indirecta de alguno de los cónyuges, como cuando pertenece a una sociedad cuyo interés mayoritario
pertenece a dicho cónyuge". Pues bien, el artículo 146 del Código Civil regla un caso de propiedad
indirecta, precisamente el que el proyecto de ley a que se hace referencia cita meramente a vía ejemplar,
lo que no implica que deseche otros, por lo que se dirá a continuación. Y en tercer lugar, lo que da cuenta
la historia fidedigna de la Ley Nº 19.335, lo que recoge el documento denominado 1er informe de la
Comisión de Constitución del Senado, Sesión 2ª, de 5 de octubre de 1993. En efecto, a propósito del
análisis que al interior de dicha comisión se efectuó en relación al tenor del artículo 146 del Código Civil,
consigna que: "...Se evaluó también el caso de las comunidades, considerándose que, si es declarado
bien familiar un inmueble que pertenece a varios comuneros, esta situación queda entregada a las reglas
generales, en que cualquier comunero puede pedir la partición, excepto el cónyuge comunero, quien
necesitaría la voluntad de su consorte". (Senado. Primer Informe de la Comisión de Constitución,
Legislación, Justicia y reglamento recaído en el proyecto de ley de la Honorable Cámara de Diputados,
que modifica el Código Civil en materia de régimen patrimonial del matrimonio y otros cuerpos legales que
indica (5 de octubre, 1993). P. 305. En: Historia de la Ley Nº 19.335, disponible
en:http://www.bcn.cl/historiadelaley/nc/historia de la ley/6914/). 6º Que, además, como el artículo 141 del
Código Civil no exige que el cónyuge sea propietario exclusivo del inmueble que sirve de residencia
principal a la familia; que el estado de indivisión cesa adjudicando a los comuneros lo que les corresponde
en la cosa común; y que el acto de adjudicación genera efectos declarativos, por lo tanto, se produciría la
desafectación, de pleno derecho, en el evento que el inmueble de que se trata se lo adjudique una persona
distinta del cónyuge comunero, no existe inconveniente legal a que se haga lugar a una demanda como
la intentada" (C. Suprema, 25 de marzo de 2019, cons. 5º y 6º, LegalPublishing: CL/JUR/1630/2019, Rol
Nº 8072-2018). Esta opinión había sido anticipada en un voto en contra de una sentencia de la Excma. Corte
Suprema del año 2012: "Que en el caso sub lite la controversia se plantea a propósito de la exigencia de
ser el inmueble residencia de la familia propiedad de uno o de ambos cónyuges, es decir, si tal requisito
se cumple cuando éste es copropietario junto a uno o varias personas. La respuesta a esta interrogante
debe ser en términos afirmativos desde que, por una parte, el artículo 141 del Código Civil no distingue y,
por ende, no es lícito hacerlo reduciendo el campo de aplicación de la norma y porque, además, así lo
determina la historia fidedigna del establecimiento de la Ley Nº 19.335. En efecto, el tema fue discutido
en la Comisión de Constitución del Senado, donde se consideró la posibilidad de que el inmueble familiar
perteneciera a varios comuneros, estimándose que 'esta situación queda entregada a las reglas
generales, en que cualquier comunero puede pedir la partición, excepto del cónyuge con esta calidad,
quien necesitaría la voluntad de su consorte'. (Primer Informe Comisión Constitución Senado). 6º) Que en
situaciones de propiedad parcial, la declaración de bien familiar versa más bien sobre el derecho o cuota
que le corresponde al cónyuge sobre el inmueble y en estos casos en que se tenga el dominio con
terceros, deberán tenerse en consideración los factores generales para resolver sobre la ventaja de la
afectación (Ver Régimen Jurídico de los Bienes Familiares. Gian Franco Rosso Elorriaga. Metropolitana
Ediciones. Santiago, 1998), por eso no se comparte el criterio del fallo en cuanto estima que se conculcan
derechos de terceros. 7º) Que, en este sentido, cabe señalar que la interpretación que los jueces del fondo
han realizado respecto de la normativa que regula la institución en estudio resulta armónica, al perseverar
una coherencia lógica y axiológica del sistema jurídico, se ajusta plenamente al principio 'favor libertatis',
en cuya virtud se prefiere entre diversas opciones la que restringe en menor medida el derecho cautelado,
primando la norma más favorable a la persona y permite la adaptación del derecho a las exigencias de
bien común de la vida social. Por otro lado, con ella se brinda mayor protección a la vivienda familiar y
con ello a la familia, cumpliéndose de este modo con el imperativo público que se persigue con la
consagración de la figura jurídica de los bienes familiares" (C. Suprema, 16 de marzo de 2012, voto en
contra, cons. 5º a 7º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-2011). 261.2.2. No es posible
declarar bien familiar el inmueble respecto del cual uno de los cónyuges es comunero con
terceros. En ese sentido se pronunció la Excma. Corte Suprema en una sentencia de 2009, sobre la base
de una interpretación ceñida a la literalidad de los textos: "[C]abe consignar, que la ley ha omitido toda
referencia a la situación de los bienes raíces pertenecientes a uno de los cónyuges en comunidad con
terceros, es decir, la misma no contempla ni autoriza la declaración de bien familiar en estos casos, a
diferencia de lo que ocurre respecto de los derechos y acciones a que se refiere el artículo 146 del
mencionado Código Civil, en que el legislador ha establecido la procedencia de tal afectación, no
resultando posible concluir en un sentido contrario al indicado, desde que la situación en estudio ha
quedado al margen de regulación por la normativa legal" (C. Suprema, 14 de septiembre de 2009,
cons. 9º, LegalPublishing: CL/JUR/1219/2009, Rol Nº 4608-2009). En sentencia pronunciada tres años
después, aunque con un voto en contra, reafirmó esta opinión y desarrolló los argumentos para justificarla:
"Que en el caso sub lite es un hecho indiscutido que el inmueble que sirve de residencia principal a la
familia, pertenece al cónyuge demandado en comunidad con otras personas, situación que no
corresponde a ninguna de las hipótesis que ha establecido el legislador para la declaración de bien
familiar, desde que no se trata de un inmueble que pertenezca a uno de los cónyuges, cuyo presupuesto
no se cumple si se considera que se trata de un bien de propiedad común, entre el cónyuge y uno o más
terceros" (C. Suprema, 16 de marzo de 2012, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-
2011). Su decisión la justificó de este modo: "Que al respecto, cabe consignar, que la ley ha omitido toda
referencia a la situación de los bienes raíces pertenecientes a uno de los cónyuges en comunidad con
terceros; es decir, la misma ley no contempla ni autoriza la declaración de bien familiar en tales casos, a
diferencia de lo que ocurre respecto de los derechos y acciones a que se refiere el artículo 146 del
mencionado Código Civil, en que el legislador ha establecido la procedencia de tal afectación, no
resultando posible concluir en un sentido contrario al indicado, desde que la situación en estudio ha
quedado al margen de regulación por la normativa legal. En este sentido, cabe considerar —como lo
indica el profesor Pablo Rodríguez Grez— que en estos casos, "al operar la partición y con ello el efecto
declarativo de las adjudicaciones (artículo 1344) podría burlarse la afectación, salvo sacrificando estos
principios". (Regímenes Patrimoniales. Editorial Jurídica de Chile, año 1996, página 293). Asimismo, no
puede obviarse la conculcación que puede producirse respecto de terceros en su facultad de disponer
libremente de sus derechos sobre el inmueble, en consuno con los demás comuneros" (C. Suprema, 16
de marzo de 2012, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/637/2012, Rol Nº 10182-2011). En el tiempo
intermedio, algunos tribunales de alzada habían mantenido igual opinión. Así, la Iltma. Corte de Apelaciones
de La Serena ha declarado que: "[D]e los hechos que se han tenido por probados precedentemente no
resulta acreditado el requisito en que se funda la acción en virtud de la cual se pretende que un inmueble
sea declarado bien familiar, consistente en que sea un inmueble de propiedad de cualquiera de los
cónyuges; atendido que sobre el bien que sirve de residencia principal a la familia sólo le corresponde al
demandado un derecho limitado, como es el del comunero en una cosa en que también aparecen teniendo
derechos otras dos personas. De lo dispuesto en el artículo 141 del Código Civil resulta claro que se alude
a un inmueble que pertenezca a los cónyuges, lo que excluye a un bien raíz en que además de uno de
los cónyuges tengan derechos terceros distintos a aquellos, como sucede en el presente
caso" (C. Apelaciones La Serena, 29 de noviembre de 2010, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/17030/2010, Rol Nº 218-2010). 261.3. Es posible declarar bien familiar un
inmueble gravado con hipoteca. Así se ha declarado, para desestimar la alegación del demandado, que
se oponía a la declaración por alegar que el inmueble en cuestión se hallaba sujeto al gravamen de una
hipoteca: "Que al tenor de las declaraciones formuladas por la demandada y de los razonamientos hechos
por el juez a quo, es preciso tener en consideración lo establecido en el artículo 141 del Código Civil que
establece que el inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal
de la familia y los muebles que la guarnecen, podrán ser declarados bienes familiares, de donde es posible
concluir que la exigencia genérica que establece esta norma concurre en la especie y, por lo tanto, la
demandante se encuentra habilitada para hacer la solicitud que formula. Establecido lo anterior, es
menester hacerse cargo de las defensas esgrimidas por el demandado. Desde luego, la necesidad de
tener que invocarse un peligro real o cierto que pudiera afectar al bien respecto del cual se hace la
solicitud, no es una exigencia que contemple la ley, en tanto que el hecho que pesen sobre el mismo
inmueble gravámenes como los que menciona el demandado, tampoco es un obstáculo para formular la
solicitud, razones por las que estas alegaciones no resultan idóneas para sustentar la oposición a lo
pedido" (C. Apelaciones de San Miguel, 26 de enero de 2012, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/222/2012,
Rol Nº 21-2012). 261.4. Es necesario probar que el inmueble de que se trata, es de propiedad de
uno de los cónyuges. En este sentido se ha declarado que: "[P]ara que pueda prosperar la acción
interpuesta, es necesario acreditar que el bien que se pretende sea declarado familiar, es de propiedad
de uno de los cónyuges y así lo entendió la parte demandante, pues en la audiencia preparatoria, ofreció
incorporar como prueba documental copia autorizada de la inscripción de dominio del inmueble objeto de
este juicio" (C. Apelaciones de Chillán, 6 de marzo de 2008, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/789/2008,
Rol Nº 26-2008). 261.5. De los muebles que guarnecen la residencia principal de la familia, y cuál
sea su contenido. En cuanto que este artículo autoriza, también, a declarar como bienes familiares los
muebles que guarnecen la residencia principal de la familia, que es el inmueble de propiedad de uno de
los cónyuges, la jurisprudencia se ha ocupado en precisar cuál sea el contenido de la expresión 'muebles
que la guarnecen'. Lo ha hecho, en particular, cuando se ha planteado por alguna de las partes la
exclusión de aquellos a los que asigna un alto valor. La Excma. Corte Suprema ha sentado en este punto,
que para determinar lo que sean los bienes muebles que guarnecen la residencia principal de la familia
no se ha de atender, ni a la propiedad de tales bienes, ni al valor que ellos tengan. Así ha declarado que:
"Que como la ley no define lo que debe entenderse por muebles que guarnecen la residencia de la familia,
aplicando la regla de hermenéutica legal del artículo 20 del Código Civil, es dable sostener que
"guarnecer", de acuerdo al sentido natural y obvio de las palabras, significa —según la definición del
diccionario de la Real Academia— "colgar, vestir, adornar" y también "dotar, proveer y equipar". De lo
anterior se infiere que el citado artículo 141 permite asignar este carácter a los bienes muebles que alhajan
el hogar, es decir, al amoblado de la residencia familiar, sin consideraciones de otro orden, esto es, sin
atender quién es su propietario de ellos ni a su valor, sea éste económico, histórico o sólo afectivo [...]
Que desde otra perspectiva y considerando que el Código del ramo, en sus artículos 574 y 1121 se refiere
a los muebles de una casa, es decir, a los que componen su ajuar, bien puede estarse a su contenido
para determinar el sentido y alcance de la expresión que se examina. La primera regla previene que:
"Cuando por ley o el hombre se usa la expresión bienes muebles sin otra calificación, se comprenderá en
ella todo lo que se entiende por cosas muebles, según el artículo 567 del Código Civil". "En los muebles
de una casa no se comprenderá el dinero, los documentos y papeles, las colecciones científicas o
artísticas, los libros o sus estantes, las medallas, las armas, los instrumentos de artes y oficios, las joyas,
las ropas de vestir, los carruajes o caballerías o sus arreos, los granos, caldos, mercaderías, ni en general
otras cosas que las que forman el ajuar de una casa". Por su parte, el artículo 1.121 del mismo cuerpo
legal dispone: "Si se lega una cosa con sus muebles o con todo lo que se encuentra en ella, no se
entenderán comprendidas en el legado las cosas enumeradas en el inciso segundo del artículo 574, sino
sólo las que forman el ajuar de la casa y se encuentran en ella" [...] Que de las reglas transcritas se colige
que los bienes muebles de una casa o los que guarnecen la residencia familiar, son aquéllos que la visten
y se encuentran en ella, con excepción de los que tienen un carácter personal o profesional, que no es el
caso de los que se reclaman. La misma idea se repite en el artículo 1942 del Código Civil, al prevenir que
"Podrá el arrendador, para seguridad de este pago (precio o renta), y de las indemnizaciones a que tenga
derecho, retener todos los frutos existentes de la cosa arrendada, y todos los objetos con que el
arrendatario haya amoblado, guarnecido o previsto...". Es evidente que la institución, materia de estos
autos se orienta a no privar a la familia de su vivienda y amoblado, esto es, a mantener, en la medida de
lo posible la estabilidad del ambiente familiar" (C. Suprema, 31 de mayo de 2007, cons. 5º a 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/3361/2007, Rol Nº 1245-2007). Esta opinión ha sido asumida por algunos
tribunales de alzada: "[R]especto de los bienes muebles, el artículo 141 citado se refiere a los que
guarnecen el hogar familiar y como la ley no define lo que debe entenderse por éstos, aplicando la regla
de hermenéutica legal del artículo 20 del Código Civil, es dable sostener que guarnecer, de acuerdo al
sentido natural y obvio de las palabras, significa —según la definición del diccionario de la Real
Academia— colgar, vestir, adornar y también dotar, proveer y equipar. De lo anterior se infiere que el
citado artículo 141 permite asignar este carácter a los bienes muebles que alhajan el hogar, es decir el
amoblado de la residencia familiar, sin consideraciones de otro orden, esto es, sin atender quien es el
propietario de ellos ni a su valor, sea este económico, sea histórico o sólo afectivo., como lo ha dicho la
Excma. Corte Suprema en sentencia dictada en los autos Rol Nº 1245-2007 de fecha 31 mayo 2007,
considerando quinto" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 7º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010); "Que en lo tocante a los bienes muebles que
guarnecen la residencia principal de la familia y dado que la ley no define lo que debe entenderse por
tales, el sentido natural y obvio de la expresión permite asignar este carácter a los bienes muebles que
alhajan el hogar, es decir, al amoblado de la residencia familiar, sin consideraciones de otro orden, esto
es, sin atender quién es su propietario de ellos ni a su valor, sea éste económico, histórico o sólo afectivo
(C. Suprema, sentencia de 31 de mayo de 2007, Rol Nº 1245-2007)" (C. Apelaciones de Concepción, 24
de mayo de 2011, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/4427/2011, Rol Nº 189-2011). 261.6. De los
muebles que guarnecen la residencia principal de la familia, y de no incluirse entre ellos a los
vehículos motorizados. En este sentido se ha considerado como presupuesto para sostener esta opinión
lo siguiente: "[E]n relación al vehículo motorizado cuya declaración de bien familiar también se solicita,
cabe tener presente que el artículo 574 del Código Civil, señala que en los muebles de una casa no se
comprenderá el dinero, los documentos y papeles, las colecciones científicas o artísticas, los libros o sus
estantes, las medallas, las armas, los instrumentos de artes y oficios, las joyas, las ropas de vestir, los
carruajes o caballerías o sus arreos, los granos, caldos, mercaderías, ni en general otras cosas que las
que forman el ajuar de una casa. Por su parte el artículo 1121 del mismo cuerpo legal dispone: Si se lega
una cosa con sus muebles o con todo lo que se encuentra en ella, no se entenderán comprendidas en el
legado las cosas enumeradas en el inciso segundo del artículo 574, sino sólo las que forman el ajuar de
la casa y se encuentran en ella" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 9º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). De lo dicho, se ha seguido que: "[E]l
vehículo motorizado cuya declaración se ha solicitado, atendida su función y características, corresponde
asemejarlo a los mencionados carruajes a que se refiere el artículo 574 antes citado y por consiguiente,
no forman parte de los bienes que conforman el ajuar de una casa, no encontrándose por tanto, dentro
de los bienes a que alude el artículo 141 tantas veces citado, deberá rechazarse la demanda a ese
respecto" (C. Apelaciones de Valparaíso, 5 de noviembre de 2010, cons. 10º,
LegalPublishing: CL/JUR/9170/2010, Rol Nº 642-2010). 262. Tercer requisito: De ser el inmueble de
que se trata, la residencia principal de la familia. La jurisprudencia, sobre todo en un primer momento,
se ocupó en precisar qué había de entenderse por "residencia principal de la familia". En tal labor realizó
una serie de precisiones de interés. 262.1. La noción de "residencia principal de la familia", implica
la idea de hogar y un ánimo de permanencia. Se ha entendido: "Que en cuanto al concepto de
residencia principal debe entenderse referido al inmueble que sirve de hogar a la familia, esto es, a la
habitación familiar, al inmueble en su sentido de residencia, y no de cualquiera, sino la principal. También
esta residencia principal conlleva naturalmente un ánimo de permanencia por parte de quienes residen
en ella (César Frigerio Castaldi, obra citada, página 149)" (C. Apelaciones de Concepción, 31 de marzo
de 2008, cons. 4º, LegalPublishing: CL/JUR/7526/2008, Rol Nº 1359-2002; C. Apelaciones de Concepción,
25 de abril de 2004, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/1695/2014, Rol Nº 24-2014). 262.2. La noción de
"residencia principal de la familia" implica que en ella habite la familia. Así se ha declarado: "Que el
bien raíz sobre el cual se ha solicitado se declare bien familiar, no está ocupado por la familia ni es su
residencia principal, ya que la solicitante y los hijos viven en la casa de los padres de ésta y la propiedad
en cuestión se encuentra arrendada a terceros, razón por la cual no procede sea declarado bien familiar"
(C. Apelaciones de Valdivia, 8 de julio de 2002, cons. 2º, conf. C. Suprema, 3 de septiembre de 2002,
LegalPublishing: CL/JUR/3712/2002, Rol Nº 2987-2002). Con igual orientación se ha dicho: "Que si bien la
ley no precisa los efectos de la declaración judicial de bienes familiares, se infiere que tal carácter lo
asigna el destino de los mismos en los términos del artículo 145 del Código Civil, que al referirse a la
solicitud del cónyuge propietario para desafectar el bien, señala como causal el no estar destinado
actualmente a los fines que indica el artículo 141, esto es, servir el inmueble de residencia principal de la
familia, así como los muebles, el guarnecer esta residencia principal. El destino habitacional familiar
constituye en consecuencia un elemento de la esencia de la referida declaración, que tiene beneficiarios
personalísimos en los miembros de la familia en cuyo favor se pronuncia. La doctrina, la jurisprudencia y
la historia del establecimiento de la Ley Nº 19.335 coinciden en el precedente aserto" (C. Apelaciones de
Valparaíso, 9 de septiembre de 2004, cons. 2º, LegalPublishing: CL/JUR/383/2004, Rol Nº 941-
2001). 262.3. La noción de "residencia principal de la familia" no resulta compatible con la
naturaleza agrícola del inmueble cuya declaración de bien familiar se pretende. Se ha declarado
que: "[N]o resulta posible extender el concepto de inmueble que sirve de residencia principal de la familia
a un predio de aptitud agrícola, de 200,11 hectáreas de extensión" (J. Letras Río Negro, 30 de octubre de
2010, cons. 12º, conf. C. Suprema, 25 de julio de 2001, LegalPublishing: CL/JUR/2948/2001, Rol Nº 1337-
2001). 262.4. La "residencia principal de la familia" debe ser actual. En este sentido se ha declarado:
"Que, en lo pertinente, el artículo 141 del Código Civil dispone que: "El inmueble de propiedad de
cualquiera de los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles que la guarnecen,
podrán ser declarados bienes familiares...". Por consiguiente, en lo que interesa a estos efectos, para
declarar como "familiar" un inmueble de propiedad de alguno de los cónyuges, es condición indispensable
que éste tenga, actualmente, la calidad de residencia principal de la familia, requisito de actualidad que
queda en evidencia si se atiende al empleo en esa norma del verbo "servir", en su forma de tiempo
presente" (C. Suprema, 26 de septiembre de 2002, cons. 1º, LegalPublishing: CL/JUR/388/2002, Rol
Nº 4639-2001). En esta misma línea se ha reiterado: "Que los sentenciadores han considerado que para
declarar el inmueble de propiedad de uno de los cónyuges bien familiar, es requisito indispensable que
éste tenga actualmente la calidad de residencia principal de la familia, lo que no ocurría en la especie,
desde que los cónyuges se encuentran separados de hecho, los hijos mayores de edad viven en forma
independiente, ocupando la propiedad sólo el cónyuge demandante [...] Que al resolver como lo han hecho
los sentenciadores, no han incurrido en los yerros que se denuncian, toda vez que los presupuestos y
conclusiones en la que sustentan su decisión, se ajustan a lo que este Tribunal ha señalado sobre la
materia en la causa Rol Nº 5022-04, en el sentido que la institución de los bienes familiares, incorporada
a nuestra legislación por la Ley Nº 19.335, tiene por finalidad principal amparar el hogar de la familia,
principalmente en caso de conflictos dentro de ella, protegiendo al cónyuge no propietario al limitar las
facultades del que es dueño del respectivo bien raíz; constituyendo una exigencia para ello que el
inmueble sirva de residencia principal de la familia, lo que como se ha señalado, no ha acontece en el
caso de autos" (C. Suprema, 6 de diciembre de 2007, cons. 3º y 4º, LegalPublishing: CL/JUR/2865/2007,
Rol Nº 6394-2007). 262.5. El carácter de "residencia principal de la familia" no desaparece por el
matrimonio de los hijos, o por la muerte de estos. En esta dirección se ha declarado: "Que la
circunstancia que el hijo haya contraído matrimonio y fallecido con posterioridad, no es impedimento para
que la cónyuge no propietaria pueda obtener tal declaración, toda vez que dichas circunstancias no
pueden privar al inmueble del atributo de haber sido residencia principal de la familia, antecedente que
habilita a aquél para formular semejante petición, más si se tiene en consideración que esta pretensión
fue formulada cuando todavía no acaecía la muerte del hijo y que ésta no es causa de desafectación la
cual se produce entre otras, por la muerte de alguno de los cónyuges o la nulidad de matrimonio y no por
las circunstancias de que se trata en el caso sub lite" (C. Apelaciones de Santiago, 11 de mayo de 2000,
cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/1773/2000, Rol Nº 1124-1999). 263. De las condiciones no exigidas
por la ley para la declaración de bien familiar. La jurisprudencia ha desarrollado una interesante tarea,
por vía negativa, al precisar que la declaración de bienes familiares no exige realizar ciertas
consideraciones, o determinados requisitos. 263.1. No se requiere analizar la situación económica de
los miembros de la familia. Esta ha sido una opinión que desde temprano asumió la Excma. Corte Suprema,
y lo hizo para aclarar que la declaración de bien familiar no podía entenderse a la luz de los caracteres
del derecho de alimentos. Así, en 2002 advertía que: "[L]o que exige esta norma para la procedencia de
la declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges,
y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial
de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella [...]" (C. Suprema, 19 de
diciembre de 2002, cons. 3º, LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001). De ahí que, al
revocar el fallo de que se trataba, advirtiera que: "[E]n la especie los jueces de segundo grado han
entendido, como lo indican en el considerando 6º del fallo impugnado, que "...la institución del bien familiar
tiene un carácter alimenticio, especialmente de protección a la familia frente a los terceros acreedores",
más que atender a las relaciones entre los cónyuges, y además efectivamente han rechazado la
declaración de bien familiar en consideración a la edad de los hijos que habitan con su madre la propiedad
demandada [...] Que, al razonar en la forma antes señalada, la sentencia ha cometido errores de derecho,
infringiendo el artículo 141 del Código Civil, pues ha incorporado elementos no contemplados en dicha
disposición para la declaración de bien familiar, exigiendo la concurrencia de requisitos que el legislador
no estableció, y que son propios de otra institución como son los alimentos, con los cuales el bien familiar
tiene cierta relación y cercanía, pero sin confundirse con ellos, ni mucho menos para establecer a su
respecto exigencias que la ley no ha contemplado" (C. Suprema, 19 de diciembre de 2002, cons. 4º y 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/473-2002, Rol Nº 4317-2001). Tiempo después el mismo tribunal recordaba la
sentencia cuyos considerandos se han transcrito: "[C]omo se ha dicho por esta Corte en fallo de 19 de
diciembre de 2002 en causa Rol Nº 4317-01, lo que exige esta norma para la procedencia de la
declaración de bien familiar es la existencia de un inmueble de propiedad de cualquiera de los cónyuges,
y que éste sirva de residencia principal de la familia, no siendo necesario analizar la situación patrimonial
de los componentes de la familia, ni otros aspectos relacionados con ella, como la ausencia de hijos"
(C. Suprema, 31 de mayo de 2004, cons. 10º, LegalPublishing: CL/JUR/2766/2004, Rol Nº 2800-2003). En
el mismo sentido ha insistido en que: "[C]uando el artículo 141 del mismo Código regula los supuestos de
procedencia de la declaración de bien familiar de un inmueble, ninguna exigencia hace, respecto de la
situación patrimonial de los cónyuges" (C. Suprema, 28 de agosto de 2014, cons. 3º,
LegalPublishing: CL/JUR/6007/2014, Rol Nº 15331-2014). 263.2. No se requiere el desamparo de la
familia. En este sentido, la Excma. Corte Suprema, al confirmar una sentencia que había acogido la demanda
de declaración de bien familiar, ha advertido que: "[C]abe tener en consideración que el recurso de
casación en el fondo deducido tampoco puede tener éxito, desde que los nuevos hechos que se invocan
y que le sirven de sustento —la no existencia de desamparo o riesgo que afecte a la familia— no constituye
requisito de procedencia de la declaración de bien familiar, conforme se advierte de la lectura del
artículo 141 del Código Civil" (C. Suprema, 29 de agosto de 2014, cons. 5º,
LegalPublishing: CL/JUR/6062/2014, Rol Nº 12898-2014). 263.3. No se requiere que quien demanda la
declaración de bien familiar resida en el inmueble en el momento de interponerla. En este sentido
la Excma. Corte Suprema ha confirmado un sentencia en alzada: "[L]os jueces del fondo revocaron la
sentencia del grado que rechazó la demanda y, en su lugar, declararon bien familiar el referido inmueble,
considerando que el artículo 141 del Código Civil prescribe: "El inmueble de propiedad de cualquiera de
los cónyuges que sirva de residencia principal de la familia, y los muebles que la guarnecen, podrán ser
declarados bienes familiares y se regirán por las normas de este párrafo, cualquiera sea el régimen de
bienes del matrimonio", teniendo además presente que no es dable exigir a la actora que al momento de
interponer la demanda se encuentre residiendo en el inmueble materia de declaración de bien familiar,
por no ser una exigencia legal y porque las circunstancias que rodearon los hechos justifican que, a esa
época, tuviese su domicilio en otro lugar" (C. Suprema, 20 de agosto de 2018, cons. 4º,
LegalPublishing: CL/JUR/5052/2018, Rol Nº 12278-2018). 264. De la declaración provisoria de bien
familiar: no puede dejarse sin efecto durante el curso del juicio. En este sentido se ha declarado:
"Que el haber acogido la reposición, dejando la juez sin efecto la declaración provisoria de bien familiar,
contraviene lo previsto en el artículo 141 del Código Civil, toda vez que por el hecho de interponerse la
demanda debió declararse provisoriamente bien familiar —tal como ocurrió— y así mantenerse hasta la
audiencia de juicio, ya que hubo oposición a tal declaratoria, audiencia en la que debería probarse, entre
otros hechos, si dicho bien sirve o no de residencia principal a la familia" (C. Apelaciones Puerto Montt,
24 de septiembre de 2008, cons. 8º, LegalPublishing: CL/JUR/3591/2008, Rol Nº 651-2008). 265. De los
efectos de la declaración de bien familiar: no torna inembargable el bien sobre que recae. Así lo ha
precisado la Excma. Corte Suprema: Que es un hecho de la causa que el inmueble que se adjudicó la
demandante en la subasta judicial que recayó sobre él, fue declarado provisoriamente bien familiar por
resolución de 21 de marzo de 2003, la que se inscribió al margen de la respectiva inscripción de dominio,
tal como lo autoriza y dispone el artículo 141 del Código Civil. No obstante, esta declaración no produjo el
efecto jurídico de hacer inembargable ese bien y por ende que haya podido impedir su enajenación
forzada, como claramente se infiere de lo que disponen los artículos 142 y 148, inciso segundo, de ese
Código. En efecto, el primero de estos preceptos sólo limita la facultad de disposición del cónyuge
propietario, en cuanto a que le queda vedado enajenar o gravar voluntariamente, ni prometer gravar o
enajenar, los bienes familiares, sin que concurra la autorización del cónyuge no propietario; el artículo 148,
a su vez, se limita a conferir al cónyuge no propietario un beneficio de excusión, en el evento de que fuere
embargado el bien respectivo, en virtud del cual y habiéndosele notificado el correspondiente
mandamiento podrá concurrir oportunamente al proceso y solicitar que antes de procederse contra el bien
familiar se persiga el crédito en otros bienes del deudor, eventualidad que en el caso de la demanda de
autos no tuvo lugar" (C. Suprema, 19 de junio de 2007, cons. 5º, LegalPublishing: CL/JUR/4718/2007, Rol
Nº 3902-2005).
La autorización a que se refiere este artículo deberá ser específica y otorgada por escrito, o
por escritura pública si el acto exigiere esta solemnidad, o interviniendo expresa y directamente
de cualquier modo en el mismo. Podrá prestarse en todo caso por medio de mandato especial
que conste por escrito o por escritura pública según el caso.
Concordancias: Código Civil: artículos 144, 1792-3, 2130 inciso 1º. Ley Nº 20.830, crea el acuerdo de unión civil,
D.O. 21.04.2015: artículo 15 inciso final.