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Identidad y Cultura

UNIDAD 3: IDENTIDAD: COMPRENDERME Y


COMPRENDER AL OTRO EN EL ESCENARIO SOCIAL
Autora: Lic. Mayra López Uribe
Actualización: Mtra. María Enriqueta Salazar Hernández

Introducción

Nos encontramos en la unidad 3; en las precedentes se reflexionó sobre el concepto de


cultura y se observó que todo lo que nos rodea es producto de ella; asimismo, las
instituciones sociales se analizaron como espacios enculturadores que desempeñan un papel
importante para orientar las acciones y el pensamiento de los individuos, con la intensión de
prepararlos para la convivencia y funcionamiento dentro del entramado social.

En la presente unidad nos adentraremos en el concepto de identidad. En generaciones


anteriores, el estudio de esta unidad iniciaba abordando el concepto de ideología, que servía
de puente para entender la identidad nacional. En esta ocasión se consideró iniciar con la
comprensión del concepto identidad, para posteriormente enfilarnos a sus diferentes
ámbitos de expresión, por lo que partiremos con su análisis, para profundizar en el proceso
de configuración y examinar cómo se interrelacionará con lo social, haciendo énfasis en
problemas sociales como la violencia intrafamiliar y feminicidios, asuntos por demás
importantes para esta profesión.

Las semejanzas y diferencias permiten plantearnos y replantearnos quiénes somos, así como
saber cuál es nuestro grupo de pertenencia. En este escenario desempeñan un papel
importante dos principios: el de diferenciación y el de semejanza; dichos principios no sólo
son puntos de referencia para asumirnos como parte de uno u otro conglomerado social,
sino para distinguir la manera en que pueden accionar mecanismos para construir relaciones
humanas basadas en la desigualdad, discriminación, marginación u otro tipo de acciones que
deriven en situaciones de conflicto y violencia.

El segundo apartado se aproximará al estudio de la identidad nacional en conexión con la


ideología y el Estado-nación, para apreciar que la identidad es sensible al contexto espacio-
temporal; además, se introducirán otros adjetivos de la identidad: cultural y social. El
análisis nos facilitará la comprensión de acciones individuales y colectivas.

Cuando se habla de lo nacional se tiende a presentar una sociedad homogénea, dejando de


lado las particularidades; esto hasta cierto punto es comprensible, como principio
diferenciador en el escenario mundial; sin embargo, se corre el riesgo de que la

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pluriculturalidad sea minusvalorada e incluso se deje de reconocer la diversidad; hecho que


en mayor o menor medida puede derivar en el diseño de políticas sociales alejadas de la
realidad y que propicien acciones de resistencia por parte de los pueblos originarios e
indígenas, quienes exigen tener acceso a derechos plasmados en la Constitución, entre los
que están la libre determinación para decidir sus formas internas de convivencia y
organización social, económica, política y cultural.

En el tercer apartado, para enlazar la identidad nacional con sus componentes


pluriculturales, se discutirá la situación de la población indígena, examinando sus estrategias
de supervivencia, para buscar una respuesta a su condición; por ello, prevalece la siguiente
pregunta: ¿por qué, aunque hay programas sociales que buscan hacer efectivos los derechos
de la población, a estos grupos se les dificulta su acceso o son rechazados?

El estudio de la identidad (cualquiera que sea su adjetivo) es complejo e importante para tu


formación profesional, porque al indagar en la identidad saldrán a la luz situaciones de poder
y conflicto que son clave en la configuración de las relaciones identitarias y por ende en
fenómenos como la desigualdad, la exclusión social, la violencia de género, entre otros.

Temario
1. Identidad
 Identidad y escenario social
 El proceso de configuración identitario
 La identidad: elementos y dimensiones constitutivas
 Identidad y contexto
 Identidad y problemas sociales
2. Definición de identidad nacional y su relación con la ideología y el Estado-nación
 Ideología
 Ideología como factor de identidad
3. La identidad a través de los grupos

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1. IDENTIDAD

Objetivo del tema

 Analizar los elementos que constituyen la identidad del sujeto y la comunidad en


que reside, a través del concepto de identidad, con la finalidad de identificar las
características que pueden originar problemas sociales.

Identidad y escenario social

Leandro, fino observador […], solía decir que, solucionados el tema de la


alimentación y la vivienda, la primera necesidad que se plantea el ser humano es
la búsqueda de motivos y recursos con los que sentirse diferente y superior a sus
semejantes.

Carlos Ruíz Zafón, El Laberinto de los espíritus: 262.

Vivir en sociedad es necesario para facilitarnos la supervivencia y humanizarnos. Ello implica


interacción cotidiana en lo físico, lo simbólico y comunicacional. Toda relación humana
entraña retos, porque implica una constante exposición e intercambio de ideas,
introduciéndose en una dinámica compleja que nos hace preguntar y preguntarnos ¿quién es
el otro y quién soy yo?, ¿a qué grupo o grupos pertenezco? Entonces la identidad nos lleva a
identificarnos y a diferenciarnos.

Encontrarnos frente al otro posibilita saber quién soy. Esta acción denota gran complejidad y
dificultad, porque el escenario histórico y social no siempre sostiene un ambiente de
comprensión ante lo diverso, y en ocasiones el etnocentrismo inclina la balanza hacia uno de
los actores tendiendo a ver al otro como inferior.

Esto tiene sentido si extrapolamos ese esquema relacional identitario en un campo de acción
macro. La expansión de los imperios propició el surgimiento histórico e ideológico de
Occidente. La relación entre “descubridores” y “descubiertos” se fue haciendo cada vez más
compleja; sobre todo cuando los primeros empezaron a señalar las diferencias, y éstas
pasaron a ser marcadores simbólicos que los estigmatizaban, construyendo la realidad con
base en binomios identitarios, como fiel/infiel, desarrollado/subdesarrollado, bonito/feo. Así
fue como unos, los de mayor contundencia en armas, que no en argumentos, se erigieron
superiores a los otros.

En este recién estrenado siglo XXI, hablar de identidad tiene tanta o más relevancia que
cuando fue el boom de choques culturales en el siglo XV. Los medios de comunicación

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masiva nos llevan a encontrarnos con el otro de manera más frecuente. Ya no es necesario
utilizar medios de transporte convencionales, sino que la vía de la carretera virtual acelera
esos encuentros. En un clic cambiamos de lugar y de cultura; estos viajes al final del día
terminan por contribuir en el proceso de transformación identitario.

Hasta aquí el preámbulo nos invita a reconocernos como seres sociales, y aunque vivimos en
un mundo de sujetos no somos iguales; somos únicos e irrepetibles; y del mismo modo que
estar frente al otro nos permite diferenciamos, nos agrupamos con los que son como
nosotros.

El proceso de configuración identitario

Ahora bien, el reto, como estudiosos de trabajo social, será comprender cómo el sentido de
pertenencia puede ser fuente de problemas sociales, y para ello responderemos a la
pregunta ¿qué es la identidad y cómo podemos identificarla en lo social? Las ideas de Cirese
(citado en Giménez, 1996) señalan que “La identidad resulta de transformar el dato en
valor. No es lo que uno realmente es sino la imagen que cada quien se da a sí mismo” (p.
13). Luego entonces debemos recabar datos sobre el sujeto o el grupo de atención, mismos
que la sociedad ha dotado de significado, precisamente para saber qué es lo que la sociedad
espera de ellos.

Partiremos de un ejemplo para luego reflexionar sobre la identidad. En México 1, a mediados


del siglo XX, para referirse a una mujer se enlistaban una serie de particularidades, como
laboriosa, discreta, callada, abnegada; esto significa que ella se niega a sí misma como
sujeto de atención, para atender a los demás; ella es o mejor dicho debe ser servicial,
tranquila, frágil, disponible y dispuesta en todo momento y para todos. Siempre es la
primera en levantarse y la última en acostarse; el sentido de su vida gira en torno al
bienestar de los otros, ya sea como hija, esposa o madre. Estas expresiones se
establecieron como atributos y valores; se naturalizaron como parte de lo femenino; luego
entonces, si una mujer los reproduce es considerada una buena mujer; de lo contrario será
una mala mujer.

Así es como tenemos un monumento a la madre y un día en el calendario; ello con la idea
de festejar sus atributos asignados como naturales. Y si no se ciñera a ese guion el peso de
la sociedad caerá sobre ella. Por eso una mujer que delinque es por lo menos doblemente

1 Aunque el ejemplo parece trillado, lo cierto es que las relaciones mujer-hombre se han basado en la
desigualdad en las sociedades donde el esquema cultural se rige por el patriarcado, y en él se ha
podido apreciar que son relaciones donde se exalta el valor de uno en detrimento de la otra. Su
naturalización y permanencia se debe a que dicho modelo a seguir se sustenta en ideas atribuidas a un
ser sagrado, a quien se le atribuyen las siguientes palabras, en un contexto de castigo por haber
tomado el fruto prohibido del árbol del conocimiento: “Entonces Yavé Dios […] dijo a la mujer […]
`Siempre te hará falta un hombre, y él te dominará´. Al hombre le dijo: `Por haber escuchado a tu
mujer y haber comido del árbol que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa.
Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida” (La sentencia de Dios: Génesis 3).

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castigada. Las leyes que separan de la sociedad al encarcelarla, y los familiares y amigos,
reforzarán la sentencia de la autoridad abandonándola2.

La identidad se observa como un constructo social. La identidad, en este caso la femenina,


no refleja lo que realmente es una mujer, sino la imagen que la cultura y la sociedad le han
impuesto, mediante las instituciones sociales como la familia, la escuela y la Iglesia. Así esos
datos se constituyen en “marcas simbólicas” que señalan las fronteras de interacción con el
otro. Para esa fragilidad está la fuerza y potencia del otro (padre, hijo o esposo) 3. A su
campo de acción restringido al hogar está la contraparte, donde el otro se desarrolla en lo
público. Mientras una obedece y calla, el otro ordena y habla; esta relación dicotómica
dominante/dominado ha prevalecido por siglos. Las instituciones sociales religiosas han
contribuido, sobre todo a partir de la exhibición del modelo de la sagrada familia, reforzado
en uno los libros de La Biblia, el Génesis, en donde se narra la expulsión del paraíso de la
considerada pareja original; en esos textos plagados de símbolos se ha cimentado, hasta
nuestros días, la relación entre hombres y mujeres (ver nota 1).

La identidad: elementos y dimensiones constitutivas

Indagar sobre la identidad nos obligará a distinguir señales emanadas del ámbito de las
subjetividades de los actores y de los procesos creativos expresadas en su cultura.

Empecemos este recorrido examinando sus indicios. La identidad es un proceso que sólo es
posible dentro de una dinámica de interacción social. En este escenario las partes
involucradas sacan a relucir las ideas que cada uno tiene sobre sí mismo, o sea la
autopercepción; las cuales han abrevado en el sistema de valores al que pertenecen. Sin la
presencia del otro, el yo no tiene sentido, y viceversa. Porque “la identidad emerge y se
afirma sólo en la medida en que se confronta con otras identidades en el proceso de
interacción social” (Giménez, 1996: 14).

En el escenario identitario se advierte cómo el camino de dos entes converge provocando


que cada uno se examine y reconozca, para luego proceder a situarse dentro o fuera de
algún grupo sociocultural. En esta decisión convergen el determinismo y la libertad. El
primero tiene que ver con lo estipulado por el sistema social de pertenencia, que obliga a los
sujetos a mostrar lo impuesto en sus creaciones culturales; por ejemplo, los roles de
género. Esta condición es la que subsume su libertad individual en aras del funcionamiento
social. Cirese (citado en Giménez, 1996) señala esto en los siguientes términos: la identidad

2 En las cárceles mexicanas, entre el 70 y 80 % de las mujeres son abandonadas; al contrario de los
hombres recluidos, quienes cuentan de manera incondicional con alguna o todas las mujeres de su
entorno: madres, hermanas, amigas, esposas y/o amantes se mantienen al pendiente de sus
necesidades, aun a pesar de los obstáculos y vejaciones implícitas en la burocracia carcelaria.
3 En este contexto no sólo las ideas, las palabras y la voz están supeditadas al permiso que se le dé

para expresarse, también su cuerpo está a expensas y para servir, “el cuerpo femenino se entiende
como un elemento controlado y destinado a la satisfacción de necesidades y mandatos patriarcales, es
un objeto que se valora en función de su utilidad al sistema, utilidad que se expresa en la maternidad
y el erotismo” (Salinas, 2014: 4).

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“obliga a los sujetos a mostrarse no como son, sino la imagen que cada uno se da a sí
mismo” (p. 14).

Ahora indaguemos sobre el principio lógico y fundamental de la identidad, el de


diferenciación. Por él, unos individuos y grupos se distinguen de otros. A partir de él
instauran posiciones binarias: hombre/mujer, hombre/no hombre, mi grupo/otros grupos,
amigo/enemigo, propio/extraño. Las relaciones de poder tienen un papel determinante en
esta nomenclatura. Dicho principio se manifiesta en el lenguaje y el sistema simbólico de
cada comunidad humana. Giménez hace énfasis en que no es sólo con fines meramente
clasificatorios, sino que se relaciona con las pautas de comportamiento características del
grupo, mismas dotan de un sentido y orden particular al grupo o comunidad, e incluso están
las que contradistinguen las relaciones del grupo, en el interior y el exterior (Giménez,
1996: 15).

Por ejemplo, los tzeltales de los Altos de Chiapas se diferencian de los tzeltales de las
cañadas porque la vestimenta que los caracteriza es diferente, debido al medio ambiente en
el que se asientan las comunidades. Entre tzotziles y tzeltales, a pesar de que ambos son
parte de los pueblos indios, sus diferencias van desde el mito de origen, vestimenta y
lenguaje. Mientas el tzeltal se considera hombre de la montaña o del cerro; el tzotzil se
percibe como hijo del sol. No obstante, aquí podemos ver un principio de integración unitaria
que reduce las diferencias, al ser considerados como mexicanos.

El proceso identitario se configura en diferentes dimensiones; las más relevantes para


Loredana Sciolla (en Giménez, 1996: 17) son la locativa, la selectiva y la integrativa.

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Locativa

•“En esta dimensión el sujeto define su lugar o espacio dentro de un campo


simbólico, que le da razón y sentido a su existencia” (ibídem). La zona de la
dimensión se encuentra en el campo de la subjetividad del sujeto, donde interpreta
las experiencias derivadas de sus relaciones sociales y su subconsciente. En muchas
culturas esto es relevante, sobre todo si se le relaciona con lo onírico, pues es un
momento donde convergen lo terrenal con lo sacro; dependiendo de sus sueños
tomarán ciertas decisiones que marcarán la vida individual y colectiva.

Selectiva

•“Una vez que el individuo asume y ha definido su lugar dentro de ese espacio
simbólico, ordena sus preferencias y opta por alternativas” (ibídem).

Integrativa

•Gracias a ella el individuo cuenta con un acervo interpretativo que le posibilita


engarzar “las experiencias pasadas, presentes y futuras en la unidad de una
biografía” (ibídem). En estas dos el individuo ya tiene conciencia de su papel y su
lugar en el grupo de pertenencia e incluso valora oportunidades y limitaciones, y en
un momento dado sabrá que podrá ubicarse en alguno de los polos del sistema
identitario, constituido como vimos anteriormente en forma de contraposiciones
binarias (Sciolla citada en Giménez, 1996: 15): Yo (indígena), Otro (no indígena);
Yo (mujer), Otro (no mujer).

Vale la pena recordar que las dimensiones arriba señaladas están íntimamente relacionadas
con paradigmas cuyas ideologías marcan el orden, la forma y el fondo de la construcción de
la realidad; esto significa que las contraposiciones binarias pueden darse en términos de
igualdad o desigualdad.

Finalmente, subrayamos que la identidad, al ser un proceso social, en su devenir va


adquiriendo, perdiendo y/o adaptando muchos de sus componentes, los cuales están
alineados y resguardados en diferentes niveles; por ejemplo, en el núcleo ubicamos a la
historia, el lenguaje, la religiosidad, la cultura, el territorio, el género. En la periferia está la
vestimenta, la alimentación, artefactos para la satisfacción de necesidades, el sistema de
estratificación social. Esta imagen de la identidad con un núcleo y una periferia puede
ayudar a darnos una idea sobre cuáles serán los elementos identitarios que pueden cambiar
primero y cuáles después, según se sea el encuentro o choque con el otro.

Identidad y contexto

La identidad es un proceso de construcción en donde lo social repercute en lo individual y


viceversa, y como tal no es estático. No se nace hombre o mujer, son las relaciones sociales
en el marco de un tiempo y espacio quienes intervienen en ese proceso. La identidad, al
igual que la cultura, no es inmutable; sin embargo, las movilizaciones sociales le pueden

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imprimir cierta velocidad. Así, dentro del contexto de la crítica de las mujeres hacia su
situación, limitada a las necesidades de un sistema estructural eminentemente
androcéntrico, el movimiento de liberación femenina ha tenido logros, aunque no como se
quisiera, ya que la resistencia al cambio frena lo más que puede los cambios. Por ejemplo,
en México las mujeres tienen menos de un siglo ejerciendo su derecho a votar, y se le había
escatimado esa facultad porque se creía que ellas “no sentían la necesidad de participar en
asuntos públicos o movimientos colectivos” (REA, 2016), argumento base de quienes en
1917 redactaron la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Dicha afirmación
empata con la idea construida sobre la identidad femenina. Así, podemos advertir un
ejemplo de resistencia al cambio, al no querer reconocer a la mujer como protagonista y
constructora del guion de su realidad.

Giménez señala sobre la identidad que “emerge y se afirma sólo en la medida en que se
confronta con otras identidades en el proceso de interacción social” (1996: 14). Luego
entonces, el ejemplo engloba a mujeres y hombres. Este es el binomio identitario de nuestra
realidad, que como vemos se enfila más a un esquema de desigualdad; no obstante, en las
últimas décadas, los marcadores simbólicos que como datos nos indicaban cómo debía ser
uno y cómo la otra, están cambiando también para los hombres; por ello, ya se puede
empezar a vislumbrar en el escenario social un nuevo hombre que responde a la nueva
masculinidad, con nuevos marcadores simbólicos, como sensible, afectuoso, cariñoso,
hogareño, datos antes impensables para la identidad de un hombre4.

A reserva de no ser repetitiva, sino enfática en esta situación, debido a la resistencia al


cambio de nuestra época, evidente en hechos como el feminicidio5. Así se silencia a quien no
comulga con visiones tradicionalistas y patriarcales, promulgadas en el habla cotidiana que
aún reza: “calladita te ves más bonita” o “maldito el gallinero donde la gallina canta”. Al
sacudirse las marcas seculares desequilibraron la vida cotidiana de muchos hombres e
incluso mujeres, que castigan a esas mujeres malas. ¿Por qué digo incluso mujeres? Porque
al hablar de relaciones de género debemos indagar cómo se han construido las relaciones
entre mujeres, que en concordancia al modelo patriarcal, ya sea de manera voluntaria o
involuntaria, contribuyen al sostenimiento del modelo al educar para sostener un orden dado
en la desigualdad.

Identidad y problemas sociales

¿Qué entendemos por problema social y cuál es el punto de convergencia con la identidad?
El humano es un ser gregario por naturaleza. Muchas de sus necesidades básicas las

4
Hablar de nueva masculinidad nos remite a ver que el hombre, también como construcción social, ya llegó a su
límite y está criticando el modelo patriarcal, que aunque lo cobijó durante milenios, la realidad es que esos datos
transformados en valor (fuerte, formal, valiente, protector, líder, proveedor…) no eran otra cosa que una camisa de
fuerza que lo mantenía encasillado en un esquema, que al final del día atentaba contra su derecho a expresar su
humanidad, sus sentimientos, lo que a la larga debió repercutir en problemas de salud mental y relaciones
destructivas basadas en la violencia. Esto nos habla de que está en ciernes una liberación masculina, que
esperemos repercuta en una nueva relación entre hombres y mujeres. Ninguno mejor que el otro, sólo diferentes.
5
Cada día son asesinadas siete mexicanas por el hecho de ser mujeres (El País, 2017).

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satisface al vivir como parte de un grupo. Así, vivir en sociedad le ha beneficiado; sólo con el
trabajo colectivo y la solidaridad le ha vuelto la vida menos difícil, sobre todo si tiene que
enfrentarse a los elementos naturales.

¿Qué es un problema social? para Ander-Egg (2016) es una “situación social de


desequilibrio, desajuste, desorganización o falta de armonía [y lo] constituyen las cuestiones
inquietantes que se dan en el seno de una sociedad y en relación a las cuales se tiene
conciencia de la necesidad de encontrarles soluciones”.

¿Qué nos indica que estamos ante un problema social? Cuando en el escenario social la
población se siente incómoda por alguna situación y cuando ésta se repite vive a disgusto,
sintiendo que su equilibrio y armonía están rotos. Para continuar con el ejemplo de la
sociedad patriarcal vemos que la ecuación mujer-casada-madre se mantuvo durante siglos.
Así, la razón de ser de la mujer fue encaminada para que generacionalmente se mantuviera
esa ecuación; sobre ella se cargó el peso del equilibrio social fundado en la familia. Valga la
pena señalar esa imposición social, a la vez que fungió como tutor que guía a la rama para
que no se tuerza, naturalizó en la mujer sentimientos, y si en un momento dado no los
suscribía el sentimiento de culpa se hacía presente, así fue encapsulando sus desacuerdos y
limando las posibles aristas de su voluntad.

Los movimientos sociales que sin duda alguna elevaron el nivel de bienestar a la población,
aunque no de manera universal, crearon las condiciones para tener acceso e incluso tomar
conciencia de que lo normal era en realidad una imposición que hacía sentir mal; por lo
tanto, es un problema que afectaba su dignidad y limitaba o negaba sus derechos.

En nuestra vida cotidiana constantemente estamos desempeñando algún papel que tiene
que ver con nuestra identidad individual o social. Sin duda alguna las relaciones hombre-
mujer son las que más han abonado al estudio del proceso identitario, porque ellos son los
actores y constructores de la realidad social. El modelo patriarcal 6 y falogocéntrico se ha
dado en términos de desigualdad, donde se ha repetido la mentira hasta hacerla ver como
verdad que el hombre vale más que la mujer (Cfr. Sztajnszrajber, 2016). Pero los problemas
sociales no sólo afectan las formas de relación humana; hay múltiples ejemplos que nos
llevan a identificar que los marcadores identitarios y de género inciden en la salud; por
ejemplo, el cáncer cervicouterino y el de próstata7. En el caso de las mujeres por pudor mal

6
Este modelo se refiere a un patrón sobre el que se ha construido la realidad social, desde hace por lo menos dos
mil años, considerando el surgimiento del cristianismo. Se basa en una forma de dominación masculina y misógina
hacia lo femenino, creyendo a la mujer inferior, aunque hay una suerte de sentimientos duales hacia lo femenino,
puesto que es exaltado en la medida que responda a las exigencias de lo masculino. El Día de la madre es un
ejemplo de esto; ese festejo está lleno de adjetivos que indican cómo una mujer puede ser reconocida como tal,
siempre y cuando sea madre; de lo contrario, será un individuo despreciable. El concepto fue introducido por Kate
Millet y lo han retomado las feministas desde los años setenta (Ideologías de la cultura de la muerte. 10.7 Kate
Millet: la nueva gran narración del patriarcado, s. f.).
7
Cáncer cervicouterino. “El cáncer del cuello uterino es el segundo tipo de cáncer más frecuente en la mujer, y ello
en todas las partes del mundo; todos los casos están relacionados con una infección genital de transmisión sexual
por el virus del papiloma humano (VHP). Más del 90 % de las muertes se concentran en los países de ingresos
bajos y medios, donde el acceso a los oportunos servicios de detección y tratamiento es muy limitado” (OMS, 2013,
septiembre). A nivel mundial, el cáncer cervicouterino y de próstata cobra la vida del 13.8 % de mujeres y 8.2 %
de hombres (OMS, 2014).

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entendido no acuden con el ginecólogo porque ese profesionista las verá y tocará, hecho que
a veces ni siquiera lo permiten sus compañeros. En el caso de los hombres, los marcadores
de género en los términos de feo, fuerte y formal, llegan a ser barreras que los hacen
posponer su visita al especialista, lo que los hace sentir incómodos por el tipo de
exploración, considerándola, absurdamente, una situación de homosexualismo.

En ambos casos se hace evidente cómo la identidad femenina y masculina se ha construido,


y junto a esto una ausencia de educación sexual y salud reproductiva que también ha
dificultado la vida plena en pareja y condenado a una muerte anticipada a mujeres y
hombres.

El proceso identitario es un ejercicio humano viviendo en sociedad. Por ello, podemos


admirar la riqueza de la diferencia. No obstante, es un proceso cuya construcción no ha sido
tersa las más de las veces que hemos tenido la oportunidad de encontrarnos unos y otros.
Así es la realidad, aunque así no debiera ser. Es nuestro deber hacer lo que nos corresponde
en la construcción de la realidad, para no “poner agua nueva en contenedores viejos”
(parafraseando un pasaje bíblico).

Recapitulando

 La identidad es un proceso social intersubjetivo. Como tal no es permanente y


cambiará en la medida que el contexto se transforme.
 Una condición sine qua non de la identidad es que en el escenario siempre debe
haber dos actores: Yo y el Otro (nosotros y los otros).
 La identidad surge de transformar el dato en valor. Es un proceso que inicia su
construcción desde que el humano se independiza del útero y culmina con el fin de
nuestra existencia. Su principio de diferenciación nos lleva a preguntarnos quiénes
somos, a qué grupo pertenecemos y también a distinguirnos de quienes no están en
nuestra congregación. Pertenecer a ella implica estar entre dos fuerzas, una que nos
limita y obliga a salvaguardar los principios del grupo, y otra que nos libera, porque
ahí podemos disfrutar en mayor o menor medida aquello que creemos ser.
 Para adentrarnos al estudio de la identidad debemos echar mano de lo cuantitativo y
lo cualitativo, de la psicología para comprender lo consciente e inconsciente, e incluso
de la antropología forense para leer e interpretar el contexto, y por supuesto de la
antropología para descifrar silencios e hilvanar la realidad de la vigilia a la de los
sueños8.
 La identidad no siempre es la expresión de lo que el sujeto es, sino apenas una
imagen que él mismo se da; parte del contenido de esa imagen es impuesta por la
sociedad o grupo al que pertenece.

8
Pedro Pitarch (1996) busca acercarse a la cultura tzeltal mediante el estudio de sus “almas”, o sea su ch’ulel. El
ch’ulel hace posible acercarse al complejo mundo de seres, “fenómenos atmosféricos, extraños seres humanos y
sustancias minerales”, que los tzeltales de los Altos de Chiapas consideran que tienen en su cuerpo. En este trabajo
Pitarch encuentra que fenómenos como el sincretismo cultural, la memoria histórica, los fundamentos de la
identidad colectiva, el papel de la comunidad y otros, están relacionados; esto confirma la aseveración de Gilberto
Giménez en cuanto a que la identidad y la cultura son dos procesos sociales inseparables.

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 Para poder incursionar en el proceso de construcción de la identidad debemos


identificar los adjetivos con los que la sociedad marca o identifica a los sujetos,
porque esos a la postre serán las marcas simbólicas que determinarán sus relaciones
sociales. Además de esto, no nos debemos olvidar de identificar sus diferentes
dimensiones: locativa, selectiva e integrativa, así como sus principios de
diferenciación e integración. Estos puntos nos ayudarán a diferenciar y reconocer los
múltiples elementos que constituyen las identidades, pues no es lo mismo ser mujer
u hombre en una sociedad tradicional que en una moderna.
 Los componentes identitarios se acomodan en distintos márgenes; ello les va a
conferir un diferente ritmo de cambio; al centro se localizan la religiosidad, la
historia, la lengua, la cultura, el territorio; hacia el exterior están la alimentación, la
vestimenta, la estratificación social.
 La identidad no siempre es la expresión de lo que el sujeto es, sino apenas una
imagen que él mismo se da; parte del contenido de esa imagen es impuesta por la
sociedad o grupo al que pertenece.
 La cultura y la identidad, como expresiones eminentemente humanas y sociales no
son ajenas a las relaciones de poder; ésta es una posible fuente de poder de
problemas sociales.
 La identidad femenina hoy en día se ha podido hacer presente con más fuerza para
que reconozcamos otros elementos de su constitución, liberándola de marcadores
que la atan a lo que se considera su destino. Hoy en día la sociedad reconoce a una
mujer, aunque no sea casada ni tenga hijos. Puede ser proveedora o amar a otra de
su mismo género, sin dejar de ser mujer. De igual manera un hombre puede
quedarse en casa, amar a otro hombre, llorar, pedir ayuda, todo eso y más, sin dejar
de ser hombre. Los nuevos datos de las acciones y posibilidades de unas y otros son
indicio de la riqueza humana; reconocerlos no implica atentar contra la naturaleza; al
contrario, es reconocer sus diferentes expresiones.
 Pertenecer a un grupo tiene sus costos, pues por un lado se nos limita y obliga a
salvaguardar los principios del grupo, y por otro se contribuye a satisfacer
necesidades básicas, como la de protección y reconocimiento, lo que nos hace sentir
más o menos libres para hacer y ser lo que creemos ser.
 Para interpelar a la identidad, como estudiosos de lo social debemos incluir lo
cuantitativo y lo cualitativo del quehacer humano; lo consciente e inconsciente;
interpretar el contexto y leer lo que no está escrito, descifrar silencios e hilvanar la
realidad a los sueños9.
 La identidad es un proceso social e intersubjetivo. Dicho proceso no se detendrá
hasta la culminación de nuestra existencia.

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Pedro Pitarch (1996) busca acercarse a la cultura tzeltal mediante el estudio de sus “almas”, o sea su ch’ulel. El
ch’ulel hace posible acercarse al complejo mundo de seres, “fenómenos atmosféricos, extraños seres humanos y
sustancias minerales”, que los tzeltales de los Altos de Chiapas consideran que tienen en su cuerpo. En este trabajo
Pitarch encuentra que fenómenos como el sincretismo cultural, la memoria histórica, los fundamentos de la
identidad colectiva, el papel de la comunidad y otros, están relacionados; esto confirma la aseveración de Gilberto
Giménez en cuanto a que la identidad y la cultura son dos procesos sociales inseparables.

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México es una nación diversa y pluricultural. El desafío para su sociedad y gobierno es hacer
congruente las leyes con las acciones.

Identidad: es un proceso social intersubjetivo. Como tal no es


permanente y cambiará en la medida que el contexto se
transforme.
Surge de transformar el dato en valor, y como proceso inicia su
construcción desde que el humano se independiza del útero, y
culmina con el fin de nuestra existencia. Su principio de
diferenciación nos lleva a preguntarnos quiénes somos, a qué
grupo pertenecemos y a la vez diferenciarnos de quienes no están
en nuestra congregación.

[Identidad] [Ilustración]. Tomada de https://pixabay.com


Imagen 1. Identidad

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2. DEFINICIÓN DE IDENTIDAD NACIONAL Y SU RELACIÓN


CON LA IDEOLOGÍA Y EL ESTADO-NACIÓN

Objetivo del tema

 Identificar la relación que hay entre la identidad nacional, ideología y el Estado-


nación, mediante la interpretación de sus elementos, para comprender su
importancia para la cohesión social.

Aludir al concepto de identidad nacional implica retomar los temas desarrollados en el punto
anterior, ya que la identidad nacional no se genera por sí sola; se involucran diversos
elementos, como la población o comunidad, el territorio en donde están asentados, y por
supuesto el Estado encargado de construir instituciones para proporcionar servicios públicos,
que serán la vía para que sus ciudadanos hagan efectivos sus derechos.

Referirnos a la identidad nacional “presupone que se han unido dos condiciones


complementarias: la asimilación o eliminación de otras identidades (las alteridades étnicas)
que abarcan todas las fronteras políticas; y por otro, se exigiría respeto del otro” (Lafaye
citado en López, 2008: 74). En este orden de ideas identidad nacional son las formas por las
cuales somos representados o interpelados por la cultura en torno a la idea de nación; es
decir, que todos los miembros que formamos una nación participamos en el ideal de
representación de nuestra propia cultura, y para lograrlo la ideología ha desempeñado un
papel fundamental.

Ideología

El término ideología se compone de los vocablos idea y logos. Es lo que se llama principio
semántico contradictorio. Una versión exacta de la etimología sería “sistema racional de
creencias” (Cfr. Sánchez, 1975: 1042). Debido a esa ambigüedad de la lógica interna del
vocablo nos encontramos con una diversidad de interpretaciones, como las que a
continuación se señalan:

Destuff de Tracy:
Ve el concepto que sustituye al de teología, el cual permite reformular ideas
planteadas anteriormente y sustituirlas por ideas nuevas, ya que la base del
término son las ideas (Jiménez, 2009).

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Identidad y Cultura

Manheim
"Distingue las ideologías parciales (de raíz sociológica) de las totales (de raíz social).
Las primeras se refieren a ideas que, consciente o incoscientemente, esconden lo que
su autor no quiere reconocer; en tanto que las segundas van más allá de la esfera de
los intereses y valoraciones particulares, abarcando todo el proceso del conocimiento
en una perspectiva histórica total" (Sánchez , 1975: 1042).

Marx y Althusser
•Interpreta la ideología como falsa conciencia, una representación inadecuada de la
realidad, a fin de que los explotados consideren naturales y por lo tanto justificables e
inevitables sus condiciones de vida (Marx, 1845 [1932]).
•Es el sistema de ideas y de representaciones, que domina el espíritu de un hombre o
un grupo social (Marx en Althusser, 1969).
•Althusser señala, en concordancia con Marx, que el individuo que sigue una ideología
cree que tiene "la garantía absoluta de que todo está bien como está [...] con la
condición de que reconozca lo que es y se conduzca en consecuencia, todo irá bien"
(Althusser, 1969).

Gramsci
Este estudioso enlaza los conceptos de ideología y cultura en los siguientes téminos: la
cultura queda erigida en el centro de una tensión entre mecanismos de dominación y
resistencia. La aprehensión de los contenidos ideológicos en una cultura no consiste
sino en captar, en un contexto determinado, qué hay en los sistemas de valores, en
las representaciones que entrañan, que actúa como impulso de los procesos de
resistencia o aceptación del mundo social tal como es (Díaz , 2012).

Williams
Este autor busca superar la idea marxista, considerando a la ideología como uno de los
instrumentos estratégicos de dominación-hegemonía, de un grupo social, con recursos
suficientes para buscar dirigir intelectual y moralmente a otros grupos, con el objetivo
de construir una relación de poder, la cual no se agota en las relaciones de producción
(Díaz, 2012).

Ideología es un concepto que tiene mucha fuerza en el ámbito político, al grado de que se
piensa que no hay política sin ideología, y lo que en ello ocurra de manera irremediable
afectará a toda la estructura social. En este sentido creo que estamos en posibilidad de

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Identidad y Cultura

afirmar que la ideología es un medio para un fin, en el sentido de que es un sistema de


creencias creado por un grupo, cuyo objetivo es moldear la visión del mundo de sus
seguidores, voluntarios e involuntarios.

Shilling (2013) considera que una ideología es “el conjunto de ideas tendientes a la
conservación o transformación del sistema existente, mediante un plan de acción”. El
socialismo fue una ideología que tenía un plan para buscar el cambio del statu quo de otra
ideología: el capitalismo, donde ser competitivos para tener éxito se escucha
constantemente, y el individuo sirve a una población de manera eficaz, después de ser
formado mediante planes de estudio, mismos que responden a la demanda de trabajadores
del sector económico. Cambiar las ideologías no es fácil, porque puedes ser marginado o
incluso sancionado. Otras instituciones sociales que contribuyen a reforzar la ideología del
Estado son la familia y la Iglesia.

El Estado, sea cual fuere su perfil: de bienestar, neoliberal, socialista, u otro, usa los medios
a su alcance para lograr sus objetivos; entre ellos están las instituciones sociales, como la
escuela, aquí se cultiva la identidad nacional. También hay otros medios que apuntalan las
lecciones en la escuela, la familia y/o la Iglesia, como “la prensa, la radio, la televisión, con
dosis diarias de nacionalismo, chauvinismo, liberalismo, moralismo, etcétera. Lo mismo
sucede con el aparato cultural (el rol de los deportes es de primer orden en el chauvinismo)”
(Althusser, 1969).

Ahí aparecen frases e imágenes, a veces incendiarias, otras sutiles, pero todas van siendo
sembradas, hasta constituirse en parte del sistema de creencias de la población, quien no
siempre se percata de ello y las considera como
propias.

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Identidad y Cultura

[Ideologías] [ilustración]. Tomada de


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/1/1d
/Unclesamwantyou.jpg/771px-Unclesamwantyou.jpg
Imagen 2. Ideologías

Ideología como factor de identidad

Para la ideología es importante la historia, el pasado, a tal grado llega a reconstruirlo; esto
que pareciera imposible no lo es; sobre todo cuando el Estado tiene todos los recursos
necesarios para borrar datos de la historia que le pueden ser adversos a sus intereses. Él
decide qué se narra en los libros de texto. En la historia de México, las expresiones de
descontento de estudiantes en 1968 y que terminaron en una matanza el 2 de octubre, han
sido uno de los acontecimientos que más han incomodado al Estado y que se tocan lo más
superficialmente en los libros de texto gratuito, y que a todos los estudiantes de primaria se
les reparten. Por los alcances sociales, el tema aparece en los libros; sin embargo, se aborda
dando información mínima. Al respecto, Carlos Martínez Assad considera que “las adiciones
al libro de texto son más producto de las inquietudes políticas de quienes elaboraron los
textos, en lugar de brindar mayores herramientas a los niños para que a esa edad puedan
empezar a construir una visión crítica sobre la historia nacional”. Para el investigador
emérito de la UNAM, “En lugar de la matanza del 2 de octubre de 1968, se tendría que
hablar más sobre los Estados autoritarios como el de México y lo que ocurre en otras partes
del mundo” (Contrapapel, 2014).

Sin duda alguna, conocer la historia es fundamental para toda nación, incluso es considerada
como uno de los pilares de la identidad. Por ella tenemos una idea, a veces general y otras
con plena certeza, de nuestros orígenes. Pero la historia puede ser un instrumento para
sostener una ideología, que a fuerza de declarar medias verdades “se ocultan unos hechos y
se maquillan otros, incluso se inventan nuevos. Se construyen toda clase de hipótesis que,
luego, cuando los estudios y hallazgos las refutan, tiene tanta fuerza que son capaces de
ocultar y hasta destruir las pruebas que las contradicen” (Herce, 2014). Así es como
aparecen las “verdades históricas”, que son precisamente las que sostienen la ideología del
grupo en el poder.

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Identidad y Cultura

Funky Focus. (s. f.). Manipulación del smarphone [fotografía]. Tomada de


https://pixabay.com/es/manipulaci%C3%B3n-smartphone-gleise-2507499/
Imagen 3. Identidad

Diversidad y pluriculturalidad o multiculturalidad

En la actualidad el mundo ha sido casi en su totalidad explorado. Las grandes montañas han
sido conquistadas por los alpinistas; los espeleólogos le han arrancado a las cavernas, por
muy profundas, sus secretos; así hemos podido conocer vestigios del quehacer de grupos
humanos ya extintos. Los viajes físicos y virtuales han hecho posible tanto encuentros como
choques entre culturas, de lo que ha resultado el surgimiento de naciones diversas, genética
y culturalmente hablando. La diversidad cultural se manifiesta a través de las
particularidades y variantes que cada sociedad y pueblo tienen para expresar su cultura, que
como se estudió en la primera unidad, es el conjunto de valores, normas, costumbres, ideas
y creencias, cuyas características generales son: compuesta por categorías, es un sistema
de símbolos, es arbitral, aprendida, compartida, adaptable, existe a nivel empírico y
explicito, se divide en espiritual y material. En cuanto al pluriculturalismo o
multiculturalismo, reconoce la presencia de diversidades raciales, étnicas y religiosas. En
este siglo XXI es menos que imposible encontrar una sociedad homogénea; de ahí que todas
sean pluriculturales; sin embargo, esta situación no está exenta de problemas sociales
basados en la intolerancia, discriminación económica, política, social y cultural.

La Constitución Política de México reconoce que la nación es pluricultural. En su artículo


segundo está implícita la convicción de que, como nación, México es el resultado del devenir
histórico, pero también de la obligación del Estado de respetar las diferentes formas de ser y
concebir la realidad de las etnias que constituyen la unidad nacional. Ese respeto pasa por el
diseño de políticas ad hoc para que sean un verdadero proyecto nacional diverso y no grupal
homogéneo. Esto no es un contrasentido, ya que la diversidad no atenta contra la unidad, al
contrario.

Edgar Morín (1993) señala que “El reconocimiento de otras culturas no significa, ni debe
suponer, caer en su idealización […]. Las culturas […] tradicionales deben, ciertamente,

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Identidad y Cultura

beneficiarse de las ventajas de nuestra civilización, pero también hay que respetarlas y
[apoyarlas para que conserven] sus habilidades, costumbres y modos de vida. La visión
occidentalocéntrica que considera como retrasados a los seres de las sociedades […]
tradicionales y que sólo advierte en ellas ignorancias, ideas falsas, modos de vida
primitivistas y supersticiones, ha de ser superada y sustituida por una percepción más
abierta, capaz de descubrir la sabiduría, valores éticos y habilidades que realmente hay en
esas culturas” (p. 36, citado en Solana, 1995), que dicho sea de paso, en el caso nuestro,
como mestizos mexicanos, su cultura también es nuestra cultura. No obstante, como
trabajadores sociales debemos tener claro que esa actitud de respeto hacia sus usos y
costumbres debe armonizar con los derechos humanos y su dignidad, con el objetivo de
alcanzar la justicia social.

Finalmente, es necesario resaltar que la producción cultural es fundamental para la cohesión


social y la identidad social y nacional, porque ahí se expresan las ideas y los valores de un
pueblo; es por ello necesario que cada cultura encuentre el lugar que le corresponde, tanto
en su propio territorio como en el ámbito internacional. A tales efectos, la mayoría de los
gobiernos interviene mediante políticas y programas de apoyo a la producción y
preservación cultural.

[Producción cultural] [fotografía]. Tomada de


(https://pixabay.com/p-584709/?no_redirect
Imagen 4. Producción cultural

Antes de abordar el tema Estado-nación, y con la finalidad de visualizar la relación e


importancia que se enmarca con la identidad y cultura, a continuación expondremos algunas
perspectivas sobre el concepto constituido nominalmente de binomio; sin embargo, se
configura de tres elementos: población, territorio, gobierno.

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Identidad y Cultura

Weber

•Estado: “Una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado,


con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como
medio de dominación y que, con este fin, ha reunido todos los medios materiales
en manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los seres humanos que antes
disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías
supremas” (Weber, 1979: 92).

Engels

•“Es un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado;


es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable
contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que
es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con
intereses económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la
sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente
por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los
límites del 'orden'. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por
encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado” (Engels, 1884 [1966-
1970]: 98).

Hobbes

•“[…] como una persona de cuyos actos se constituye en autoría una gran multitud,
mediante pactos recíprocos de sus miembros, con el fin de que esa persona pueda
emplear la fuerza y los medios para asegurar la paz y la defensa común. El titular
de esa persona se denomina soberano y se dice que tiene poder soberano, porque
cada uno de los que le rodean es súbdito suyo. Se alcanza este poder por dos
conductos: uno por la fuerza natural […], otro cuando los hombres se ponen de
acuerdo entre sí […]. En este último caso puede hablarse de Estado político o
Estado por institución, y en el primero, de Estado de adquisición” (Hobbes, 1984:
180).

A pesar de la diferencia que existe entre las diversas concepciones de Estado, es necesario
resaltar las coincidencias en cuanto a los elementos que lo conforman:

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Identidad y Cultura

Territorio
Base física del Estado; comprende superficie terrestre, marítima y
aérea. El territorio determina la acción del Estado en el espacio
geográfico y el ámbito de vigencia de suborden jurídico; lo
individualiza, resultando una unidad denominada "país". Aunado a lo
anterior, las condiciones geofísicas influyen en la economía, la
organización social, la estructura política, el grado de centralización,
los métodos de gobierno y la forma de Estado.

Población

Conjunto de individuos que habitan el territorio de un Estado. Se


presenta en dos aspectos: uno, demográfico o cuantitativo, referido a
su número y densidad; otro, cualitativo, vinculado a la raza, herencia
y selección.

Gobierno
Elemento que permite dar dirección al Estado; su misión principal es
ordenar para la consecución del bien público. El gobierno debe
considerarse, de tal suerte, que ningún partido, grupo o individuo esté
en posibilidad de combatir con el Estado. El poder del gobierno
satisface la necesidad de dirección propia de todo agrupamiento
humano, es decir, no hay vida social sin orden, ni orden sin dirección.

[Mapa de México] [ilustración]. Tomada de


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4f/Mapa_Mexico_1853_1.PNG
Imagen 5. Territorio

[Continents] [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/p-1055958/?no_redirect


Imagen 6. Población

[Logo Sectur] [ilustración]. Tomada de


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/89/SECTUR_logo.svg/1280px-
SECTUR_logo.svg.png
Imagen 7. Gobierno

Una vez enunciados los elementos que componen el Estado-nación, podemos decir que
consiste en una creación sociocultural. En él se entrelazan tres elementos: gobierno (como
ente regulador y administrador de la riqueza producida), población (personas que deben
convivir y coexistir bajo normas y leyes) y territorio, en cuyo espacio interactúa la población,
basándose en los acuerdos legales y legítimos derivados de los órganos del gobierno y
demandados por las personas que constituyen su sociedad.

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Identidad y Cultura

No podemos imaginar al Estado sin sus elementos antes descritos, al igual que tampoco nos
podemos imaginar el poder del Estado sin la enorme influencia que tiene sobre la población
o sobre sus otros elementos; éste, de acuerdo a la literatura y a sus funciones generales, se
encargará primordialmente de la seguridad y bienestar social, ayudándose de los medios
que para ello le convengan más.

Para que el Estado logre sus fines debe imponer normas jurídicas; por lo tanto, se hace
necesario que se ayude de medios coercitivos para el cumplimiento de éstas, con el fin de
mejorar el desarrollo de su población. En los fines que trata de alcanzar el Estado con su
actividad tenemos:

Defensa de la soberanía Conservación de la paz y el


orden dentro de su territorio

El Estado debe tener una buena


organización que le permita El Estado debe establecer políticas
oponerse a cualquier invasión de que permitan el bienestar de los
Estados extranjeros; para ello, debe individuos, así como velar el
hacer uso de las vías diplomáticas cumplimiento de las normas
y, en casos extremos, el uso de la jurídicas para una buena
fuerza armada. La soberanía afirma convivencia dentro de sus límites
la individualidad, autodeterminación territoriales.
e independencia del Estado
respecto de los otros Estados
particulares.

Wikimedia. (s. f.). Escudo de fuerzas especiales [ilustración]. Tomada de


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b5/Escudo_del_Cuerpo_de_Fuerzas_Especiales_del_Ej
%C3%A9rcito_Mexicano.svg
Imagen 8. Defensa de la soberanía

(s. a.) (s. f.). Escudo de fuerzas especiales [fotografía]. Tomada de


https://c1.staticflickr.com/6/5510/31238612302_6c1300c863_b.jpg
Imagen 9. Conservación de la paz

Unidad 3 / Pág. 21
Identidad y Cultura

3. LA IDENTIDAD A TRAVÉS DE LOS GRUPOS

Objetivo del tema

 Reconocer los elementos de la identidad, a través de los diversos grupos sociales,


a fin de comprender su arraigo de pertenencia.

Cuando hablamos de nación nos estamos refiriendo a esa parte del Estado-nación
constituida por su población, que a simple vista nos parecería homogénea; sin embargo, es
todo lo contrario, ya que la diversidad, en lo étnico y en lo social, es una de sus
características; éstas le permiten distinguirse, lo cual influye en la consolidación de su propia
identidad cultural, identidad social y finalmente identidad nacional.

A continuación veremos los principales rasgos que identifican a diferentes grupos.

Etnia
Es la unidad tradicional de conciencia de un
grupo que se diferencia de otros por compartir
lazos comunes de nacionalidad, territorio,
cultura, valores, raza y/o tradición histórica. No
es una unidad estática; se modifica y redefine en
el curso de la vida del individuo; el fenómeno de
migración es un elemento que afecta la
configuración de su identidad, debido al menos
al cambio de territorio y al contacto con otros
grupos.

[Etnia] [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/p-235128/?no_redirect


Imagen 10. Etnia

Unidad 3 / Pág. 22
Identidad y Cultura

Clase social
Aunque Marx es el creador del concepto, a
Weber se le debe su explicación más clara: "Es
un grupo de personas que por semejanza de
su nivel económico, modo de vida o nivel de
educación, presentan unas características
sociales comunes, estables y diferenciadas con
respecto a otros grupos dentro de la
ordenación jerárquica de la sociedad" (Weber,
1944: 682).

[Clase social] [ilustración]. Tomada de http://www.anticapitalistes.net/local/cache-


vignettes/L485xH600/arton3883-50b4a.png
Imagen 11. Clase social

Estrato social
Resultado de la distribución del poder en la
comunidad política. Se manifiesta en una triple
jerarquía. Cada una se apoya en un tipo concreto
de poder:
1) Jerarquía económica.
2) Jerarquía social, basada en el poder social, que
constituye a los individuos en estamentos (propio
de los regímenes monárquicos).
3) Jerarquía política, como los partidos políticos. La
estratificación se trata de una distribución desigual
entre los individuos; está relacionada con los
méritos, valores y la acción social (Weber, 1944:
682).

[Estrato social] [fotografía]. Tomada de https://pxhere.com/en/photo/986431


Imagen 12. Estrato social

Unidad 3 / Pág. 23
Identidad y Cultura

Grupo
Conjunto de individuos que interactúan en
una situación dada con un objetivo en
común. Se clasifican de acuerdo al tamaño
del grupo:
Primario, son menos de 15 integrantes y
sus relaciones son íntimas y personales;
por ejemplo, la familia.
Secundario, conocido como organización,
su relación es funcional; por ejemplo,
comités de padres, asociación, etc.
Pueden ser más de 15 integrantes.
Natural o espontáneo, se forma por
necesidades psicológicas, como las tribus
de jóvenes.
Impuesto, formado por obligación; por
ejemplo, grupo educativo. De este grupo
puede surgir otro que es el Preformado.
Motivado, responde a necesidades
propias, como Alcohólicos Anónimos (Cfr.
Kisnerman, 1981: 98).

[Grupos] [fotografía]. Tomada de http://www.anticapitalistes.net/local/cache-vignettes/L600xH338/arton2954-


67597.jpg
Imagen 13. Grupos

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Identidad y Cultura

Resumen
Cuando hablamos de otredad nos referiremos al proceso en donde intervienen factores
subjetivos, que implican indagar en el campo de las ideas y las percepciones, que van desde
lo social a lo individual y viceversa; se consideran aspectos circunstanciales, como el
espacio-temporal, el tipo de cultura y sociedad que dotan a toda agrupación social de su
respectiva huella identitaria. Ligadas íntimamente a estos elementos se encuentran las
ideologías, y en esto el Estado-nación tiene un peso específico en la constitución de la
identidad nacional.

El concepto de institución social, de manera específica la familia, la escuela y la Iglesia, ha


sido considerado como espacio propicio para inculcar los ideales, o sea la ideología; así se
trabajan desde lo individual hasta lo nacional; aquí es donde la coerción y cohesión social
desempeñan un papel central para el mantenimiento de la estructura social; por supuesto
con sus implicaciones de control social.

Otro componente identitario que se analizó en esta unidad fue la estratificación social. La
división de clases es una herencia de la Revolución francesa, que aunada al sistema
capitalista hizo creer que era posible que los individuos mediante su trabajo pudieran
ascender en la escala social y por lo tanto mejorar su bienestar. Esta visión es debatible, ya
que en la actualidad se ha visto que ya no es así; por un lado, con la instauración del
neoliberalismo estamos siendo testigos de que no todos tienen las mismas oportunidades de
hacer efectivo su derecho a la educación de calidad; ello repercute en no contar con
herramientas y habilidades que garanticen el acceso a fuentes de trabajo, sino que las
relaciones sociales son una variable que influye en el cambio o permanencia de los
individuos en el estrato social.

Al analizar la constitución de las clases sociales se entendió su complejidad, la estratificación


vertical y horizontal, debido a los aportes de Weber, que consideraba a las clases sociales
como agrupaciones de individuos que se asemejan por su nivel económico, modo de vida y
nivel de educación, con características sociales comunes, estables y diferenciadas, con
respecto a otros grupos y dentro de una ordenación jerárquica de una sociedad, y que
permitió realizar el análisis identitario, puesto que no se examinaron sus valores,
costumbres o tradiciones como elementos diferenciadores.

En cuanto a la identidad se advirtió cómo no siempre es la expresión de lo que el sujeto es,


sino apenas una imagen que él mismo se da, y que esa imagen es impuesta por la sociedad
o grupo y a la cultura que pertenece. La cultura y la identidad, al ser expresiones humanas,
no son ajenas a las relaciones de poder; por lo tanto, también son una fuente de problemas
sociales; de ahí la importancia del estudio de la identidad para una profesión como trabajo
social.

Finalmente es momento de pasar a la unidad 4, aunque dicha unidad estará enfocada en


analizar de forma más puntual conceptos relacionados con la cultura, como endoculturación,
transculturación, resistencia y difusión; se examinará cómo inciden en los procesos de
permanencia y/o cambio cultural, y finalmente podremos notar su relación con la identidad.

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Identidad y Cultura

Esto se debe a que la identidad y la cultura son dos procesos inseparables dentro de lo
humano y social, de tal manera que lo que afecte a uno repercutirá en el otro.

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Identidad y Cultura

Glosario
Cultura nacional
“Experiencias culturales, creencias, patrones de comportamiento aprendidos y valores
compartidos por ciudadanos de la misma nación o país” (Kottack, 2007: 329). En naciones
pluriculturales, como la mexicana, la cultura nacional es derivada del proceso de conquista y
colonización por parte de España; por ello la etnia mestiza es la dominante; de ahí que las
políticas educativas se inclinen hacia la idea de que todos deben saber leer y escribir en
español para progresar.

Diáspora
“Los descendientes de un área que se han dispersado por muchos lugares” (Kottack, 2007:
329).

Discriminación
“Políticas y prácticas que dañan a un grupo y a sus miembros” (Kottack, 2007: 329). Esta
práctica es relevante en México; de ahí la necesidad de la existencia de una institución como
el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred, 2017).

Estereotipos
“Ideas fijas, a menudo desfavorables, sobre cómo son los miembros de un grupo” (Kottack,
2007: 330). Desafortunadamente en México durante mucho tiempo se relaciona a la gente
del campo con la flojera, la fealdad, porque no responde a los parámetros de trabajo y
estética occidental. El color de la piel tiene una relación muy estrecha con los estereotipos.

Etnicidad
“Identificación con, y sentirse parte de un grupo étnico, y exclusión de otros grupos étnicos
debido a esa filiación” (Kottack, 2007: 330).

Etnocentrismo
“Tendencia a ver la propia cultura como la mejor, y a juzgar el comportamiento y las
creencias de personas de otras culturas con los patrones de los propios” (Kottack, 2007:
330). Esta es la visión del conquistador, quien al ver que el otro era diferente a él en
vestimenta, en el aspecto físico (fenotipo), creencias, entre otros elementos identitarios, era
inferior.

Neoliberalismo
“Revitalización del liberalismo clásico de Adam Smith, la idea de que los gobiernos no
deberían regular la empresa privada y que las fuerzas del libre mercado deberían regirlo
todo” (Kottack, 2007: 333).

Unidad 3 / Pág. 27
Identidad y Cultura

Fuentes de información
OBLIGATORIAS

 Aguado, J. C. y Portal, M. (1992). Identidad ideológica y ritual. México: UNAM.


 Giménez, G. (1992). La identidad social o el retorno del sujeto en la sociología.
Tercer coloquio Paul Kirchhoff (pp. 11-24). México: IIA-UNAM/DGAPA.
 Herrera, G. (1991). La transmisión del conocimiento y la heterogeneidad cultural.
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 López, M. (2006). Identidad y cultura (pp. 55-89). México: ENTS-SUA-UNAM.
 Peña, F. (1992). De la ideología a la cultura. México: INAH.
 Salazar, E. (2017). Comprenderme y comprender al otro en el escenario social.
México: UNAM. [Documento preparado para la asignatura Identidad y Cultura.]

COMPLEMENTARIAS

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Estado. Freud y Lacan. Consultado el 28 de noviembre de 2017 de
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 Azzad, M. C. (2014). Reescriben sucesos del 68 y del EZLN en libros de primaria.
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 El País. (2017). Audionota. Consultado el 10 de octubre de 2017 de
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