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La sociedad que se formó en las Antillas desde 1492 hasta 1520 tuvo características
muy especiales. Fue una época de experimentación, que heredó los planteamientos de
las sociedades señoriales de finales del siglo XV, donde la monarquía no había
centralizado su poder y los grupos locales mantenían gran nivel de autonomía y poder.
La sociedad antillana, entonces, fue un reflejo de esto. El modelo de colonización, al no
estar planteado desde un principio, fue el resultado de la combinación cruzada de los
intereses de cada uno de los actores existentes.
El modelo colombino
La sociedad americana, según el plan de Colón, debía estar organizada según el modelo
de la factoría comercial. Se trataba de una empresa mercantil que adquiría mercancías
para redistribuirlas en los mercados del Viejo Mundo. Poseía una infraestructura
mínima y no reclamaba grandes inversiones iniciales ni un proceso de colonización
complejo, ya que el único requisito era que la empresa tenía que estar basada en la
comercialización de mercancías de alto valor y escaso volumen.
Colón, en un comienzo, buscó que las especias se convirtieran en la mercancía principal
de la factoría, considerando la demanda generada por el crecimiento demográfico
europeo a finales del siglo XV. Sin embargo, al comprobar que las especias no se
encontraban en las islas, la alternativa fue el oro. A finales del siglo XV, con la
aceleración del tráfico comercial entre Europa y Asia, generó una sangría de metales
preciosos que hizo que estos subieran de precios. El método central de la factoría para
conseguir oro eran los rescates: intercambio de metales preciosos por baratijas que
atrajeran a los aborígenes.
Pero esto no iba a estar exento de problemas: los indios no facilitaban la cantidad de oro
esperada. Ante el fracaso, Colón ideó otra alternativa: mano de obra y tintes, pensando
que estos podían convertirse en la llave del negocio del Nuevo Mundo. Frente a las
relaciones sociales imperantes en Europa, la mano de obra esclava indígena podía
resultar un ventajoso negocio. La conversión de pueblos “infieles” en esclavos era una
práctica común.
Informada Isabel la Católica de esta situación ordenó la supresión inmediata de esto. Era
consciente de que la trata de esclavos ponía en jaque el control de los territorios del
Nuevo Mundo otorgado en las bulas concedidas por Alejandro VI, las cuales otorgaban
el monopolio de la conquista a cambio de la evangelización. Se presentaba un problema
para la Corona, ya que necesitaba cumplir con su compromiso de evangelización pero
también existía la necesidad de extraer beneficios económicos: había que encontrar una
alternativa.
Colón ideó un plan, argumentando que si las bulas alejandrinas impedían la
esclavización de los indios, su conversión en vasallos les obligaba a cumplir con
tributos. De acuerdo a este plan, cada indio debería pagar cierta cantidad de oro y
algodón y cultivar la tierra. Pero de nuevo, surgieron problemas, generando descontento
entre los colonos. Por otro lado la Corona iba constatando que debía recuperar el control
sobre el Nuevo Mundo: los indios eran vasallos de ella, no de Colón. La Corona podía
encomendar transitoriamente que el cobro de los tributos lo recibiera Colón como
recompensa de los servicios prestados.
La Corona ideó una doble estrategia para ir restringiendo las atribuciones de Colón. Por
una parte, se planteó una estrategia que fuera socavando el control de Colón y por otro,
una contraofensiva legal que acabara con los títulos concedidos.
Mediante una Real Cédula, cualquier persona que no tuviera problemas con la justicia
podía emigrar al Nuevo Mundo, mientras que por otra Cédula afirmaba que los títulos
de Colón eran válidos en las tierras por él descubiertas. Todo aquel que se dirigiera a
nuevos territorios no descubiertos por Colón establecería une relación con el monarca
en función de la capitulación que liberaba al conquistador de sus compromisos con
Colón.
Los nuevos colonos que fueron llegando arribaban con la intención de obtener
beneficios económicos: el oro se convirtió en el centro del proyecto americano. Pero
para su extracción eran necesarios técnicos apropiados para su extracción y abundante
mano de obra. Para resolver el problema técnico la corona envió a Belvís. Pero el
problema de la mano de obra no se resolvió de manera fácil: las remisiones de oro
aumentaron, pero las tensiones entre los antillanos y los nuevos colonos aumentaron, ya
que todos querían participar en el negocio. El descontento hizo que la Corona enviara a
Francisco de Bobadilla, para que suspendiera a Colón y calmara la situación. Frente a
este panorama la iniciativa privada nacía como motor imparable de la conquista.
A partir de comienzos del siglo XVI, la Corona decidió comenzar a controlar y a dirigir
los asuntos del mundo americano, que se fueron definiendo en función de las
necesidades peninsulares. La reina Isabel dio las órdenes precisas para fortalecer su
poder en los espacios del Nuevo Mundo, encargando a Nicolás de Ovando que se
hiciera cargo de la gestión y administración de los destinos de los territorios americanos.
La idea básica que tenía la Corona era ir desmantelando los restos del modelo de
factoría comercial e ir sustituyéndola por un sistema de colonización centralizado en
mano del monarca, basado en la presencia de colonos y el trabajo indígena. Por medio
de las capitulaciones el rey permitía descubrir, comerciar y conquistar a la iniciativa
privada en un espacio detallado. De esta manera, el descubridor – conquistador
quedaba obligado a organizar y pagar su expedición. De ahí se le encomendaba (de ahí
el nombre de la encomienda) defender con sus armas el territorio conquistado. El rey se
comprometía a legitimar el descubrimiento y conquista mediante un reconocimiento
legal y político: se nombraba capitán, gobernador o alcalde del territorio conquistado
con los privilegios que acarreaba, a la vez que el conquistador recibía la merced del
trabajo y el tributo indígena.
Para solucionar el problema de la mano de obra, ya que los indígenas se negaban a
trabajar y esa mano de obra no podía ser esclavizada se incorporó en 1503 el
repartimiento. Esto no era algo nuevo, pero en las Antillas los indios no podían ser
etiquetados de infieles, por lo que en virtud del repartimiento se les obligaba a trabajar
pero a cambio de un salario: era una forma de legalizar el sistema compulsivo laboral,
reduciendo a la población.
A su vez, el rey organizó las tareas del gobierno de las islas:
No pasó mucho tiempo para que volviera a plantearse el tema de la legalidad en las
nuevas conquistas: la Iglesia comenzó a denunciar que se estaba violando el principio
de las bulas alejandrinas. El punto más alto de tensión se dio en 1511 cuando
Montesinos declaró en La Española que todos los colonos estaban en pecado mortal y
que los indios no podían ser esclavizados.
La Iglesia vio en el Nuevo Mundo la posibilidad de llevar a cabo un modelo de sociedad
que erradicara los vicios del Viejo Mundo. Este modelo de colonización evangelizadora
chocaba con los ideales privados como con los reales. Era evidente que se necesitaba un
entendimiento, ya que ninguna de las tres partes podía funcionar por separado.
Las Leyes de Burgos (1512) fueron el instrumento que el rey utilizó para reducir el
poder de los colonos, estipulando que los conquistadores estaban obligados a construir
casas e iglesias a los indios, organizar la producción, vigilar y asegurar la dieta y el
descanso.
La conquista territorial del continente americano fue realizada de forma rápida. Nacía
en el Nuevo Mundo una sociedad señorial basada en las relaciones vasalláticas.
El modelo de sociedad de los conquistadores tuvo un período de vida muy corto:
cuando se agotó la expansión de la frontera, se agotó este modelo. Los encomenderos se
quedaron sin vasallos, la Corona recuperó el poder y la política de centralización se
impuso.
La sociedad de la conquista se caracterizó por ser el período en el que el modelo de
sociedad de los conquistadores se impuso. Entre el final de la época antillana y 1560 se
dieron ciertas características comunes en las sociedades americanas. Una de ellas fue
que los conquistadores trataron de construir una sociedad basada en los principios
medievales, pero se encontraron con la reticencia de la Corona. Las sociedades
originarias fueron las perdedoras.
El territorio que hoy conocemos como América Latina fue conquistado entre 1519 y
1540.
Una vez agotado el modelo antillano, se conquistó el territorio de la Triple Alianza
entre 1519 y 1522. A partir de entonces las conquistas se establecieron de forma radial
con epicentro en México. A partir de esta fase las conquistas fueron tomando un ritmo
más lento por la extensión espacial.
El continente de América del Sur fue conquistado desde diferentes frentes. De
Panamá hacia Quito y Perú. La fundación de Lima dio impulso a la conquista de
Chile y el Alto Perú.
Las bases de lo que se convertiría en el Río de la Plata se establecieron desde
Asunción.
El grupo de los conquistadores trató por todos los medios de perpetuar la sociedad
medieval. En un primer momento, convertido en encomendero, dirigieron sus acciones a
percibir el tributo indígena y convertirse en señores de vasallos, apoyándose en las
formas de organización preexistentes, pactando con las élites dirigentes.
Dentro del grupo de los conquistadores se generaron diferencias, ya que los
participantes de cada empresa recibían una recompensa con relación a su inversión
inicial, generando tensiones al interior de los grupos.
Se comenzó a generar una regionalización del poder y dando paso a una estructura
piramidal de poder en la que las formas clientelares se convirtieron en el mecanismo
más importante de cohesión social.
La movilidad social se cortó luego de la primer generación e conquistadores, que trató
de perpetuar el sistema de las encomiendas.
Con la conquista se abrió una dinámica social doble. Por un lado, estaban los
conquistadores – encomenderos. Por otro, el resto de los colonos. Los primeros
representaban la tradición y los segundos la modernidad. La Corona se valió de los
primeros para conquistar y de los segundos para resquebrajar el poder de los anteriores.
La Corona a comienzos del siglo XVI estaba luchando por ampliar su poder, y la plata
americana le ofrecía la posibilidad de esto. Dada esta situación, va a entrar en conflictos
con los conquistadores que deseaban perpetuar los privilegios de la sociedad señorial,
pero el problema es que la Corona necesitaba de estos para la empresa. Al conceder
capitulaciones, se encontró creando nuevos poderes en el Nuevo Mundo: el rey ganaba
territorios y vasallos, pero automáticamente, por las concesiones, perdía buena parte de
las rentas.
Carlos V llega en un momento a ordenar parar el proceso de conquista americano.
Cuando De Las Casas declaró a los conquistadores en pecado mortal, el rey vio cielo
abierto. Las Leyes de Burgos y las Leyes Nuevas son avances del poder de la Corona
para coartar el poder de los conquistadores. Esto obviamente generó resistencias, y a
partir de 1543 se fue permitiendo por una o dos vidas las encomiendas. Paralelamente se
dispuso que los indios tuvieran que tributar en dinero a fin de construir relaciones
despersonalizadas y fomentar la monetarización. Al mismo tiempo, el rey se benefició
del descenso poblacional, ya que precipitó el fin del modelo de los conquistadores. La
gran jugada fue que les ofreció la posibilidad de reciclar sus modos de vida.
La Corona fue construyendo los instrumentos jurídicos para una administración
imperial afecta a la monarquía. Por ello, fue creando virreinatos que mermaron el poder
de los conquistadores. De ahora en más, cualquier actividad debía ser legalizada por las
autoridades dependientes del rey.
La Iglesia se planteaba a su vez que el continente podría ser espacio para construir una
nueva sociedad, basada en la aceptación del catolicismo por parte de los pueblos
originarios. La propuesta de conquista pacífica le venía bien al rey para reducir el poder
de los encomenderos.
Este proyecto se basaba en el cambio de creencias: aborígenes por cristianas, pero no
una aculturación total, ya que de esta manera los aborígenes dejarían de ser menores de
edad y el papel proteccionista de la Corona y los misioneros se deslegitimaría: esto era
un requerimiento político.
El imperio no significaba que los distintos reinos estuvieran fusionados, sino que
estaban conectados entre sí en la medida en que compartían un mismo rey. No era
necesario, por tanto, la existencia de un cuerpo legal único y universal para todos los
súbditos, ya que no existían ciudadanos iguales ante la ley, sino un caleidoscopio de
diferentes vasallos. El catolicismo se convirtió en un elemento de identificación común.
Es en este sentido que el término monarquía fuera en la práctica casi sinónimo de
imperio. Monarquía, imperio y Corona tenían así la connotación de dominio
universal: el monarca era el único elemento capaz de vincular y dar coherencia a
comunidades heterogéneas y todas necesitaban la figura del monarca para
adquirir su legitimidad.
Desde comienzos del siglo XVI, la Corona diseñó una política social que tenía como fin
mantener a cada grupo separado: se ordenó la división entre “pueblos de indios” y
“pueblos de españoles” bajo la excusa de preservar a las comunidades de los abusos de
los conquistadores. Cada grupo debía conservar sus rasgos originarios, su pureza. Lo
único que compartirían sería el catolicismo. Dicha política social tenía como propósito
facilitar el buen gobierno al mantener a los cuerpos sociales separados.
La limpieza de sangre se convirtió en la apoyatura de este sistema social: el mestizo no
podía inscribirse dentro de ninguna de las “razas puras” por lo que no podía ocupar
ciertos cargos.
Con el término de “indio” el mundo occidental definió en el siglo XVI a “los otros”:
fue una invención de la conquista, exponiendo a las sociedades americanas a un
proceso de indianización. Aunque vale aclarar que las comunidades no eran
homogéneas y las categorías jurídicas y sociológicas se mezclaban (un individuo podía
ser indio y artesano)
El principio que rigió la conformación de las sociedades americanas no fue el criterio
económico de mercado sino el de la relación política súbditos – monarca. Hay que
dejar en claro que la concepción imperial de los Habsburgo posibilitó la convivencia de
diferentes culturas y etnias: el capitalismo puso en entredicho este supuesto. El
problema específico que apareció en el Nuevo Mundo fue que la justificación de la
conquista se basó en la evangelización. Este espacio adquirió un mayor grado de
unificación.
Esto permitió la construcción de sociedades “plurales”. Las diferencias estamentales se
hacían ostensiblemente visibles a través de la indumentaria, formas de expresión,
residencia, patrones de consumo, etc. Esto explica por qué el nacionalismo no pudo
darse en el Antiguo Régimen: el rey y la Corona simbolizaban la suma de los reinos y la
unión de los grupos sociales, favoreciendo la unidad dentro la diversidad.
Generalidades
El centro de todo el sistema era el rey. Las labores de gobierno, administración, justicia,
etc no estaban delimitadas, porque en las sociedades de Antiguo Régimen coloniales no
existía una clara diferenciación de las funciones de gobierno. La única división clara de
poderes se dio entre el gobierno eclesiástico y el secular.
Generalidades
Virreyes: eran los representantes del rey en los territorios americanos. Tenían
funciones de gobierno, justicia, defensa, todos acumulados en su persona. Era la
máxima autoridad en Indias. Al final de su mandato debía someterse a un juicio
de residencia, que daba cuentas de su gestión. Esto simbolizaba que había
actuado como rey, pero que no lo era, porque tenía que rendir cuentas. Eran
nombrados por el monarca, previa recomendación del Consejo de Indias. Al
llegar al virreinato, eran recibidos como álter ego del rey. Como acto simbólico
pasaba por los principales edificios y se reunía con los distintos sectores,
ritualizando el pacto de vasallaje. Así, las fiestas servían para ritualizar las
relaciones de poder.
Las Audiencias: el sistema judicial tuvo como máximo exponente a las
Audiencias. Tenían jurisdicción civil y criminal, formadas por oidores
designados por el virrey o el Consejo de Indias. A partir del siglo XVII, la venta
de cargos hizo que se “criollizaran”. En algunos casos funcionaron como
instituciones de gobierno o como consejos consultivos del virrey. Las labores de
los oidores excedían las de justicia o gobierno, controlando por ejemplo las
cuentas de las Cajas reales.
Los gobernadores: fue bastante común utilizar la figura de los gobernadores
para administrar el Nuevo Mundo. Nombrado por el rey por un tiempo
determinado, tenían atribuciones específicas para cada caso. Desde mediados del
siglo XVI se diferenciaban las gobernaciones mayores y las menores, ocupando
estas lugares marginales del imperio. Hacían las veces de capitanes militares.
Los adelantados: la conquista trajo la figura de los adelantados durante los
primeros momentos, con funciones judiciales, defensivas, administrativas, etc.
Alcaldes mayores y corregidores: las primeras, establecidas en Nueva España
y las segundas, en el Perú, constituyeron las unidades político – administrativas
locales menores del sistema imperial. Tenían, entre otras, la función de ser
protectores de los indios. Aunque la función primordial era la recolección de
tributos y vigilancia de que se cumplieran las órdenes del rey, pero desde muy
pronto combinaron en la práctica dichas funciones con las comerciales dirigidas
a obtener beneficios económicos personales.
Cabildos: tenían atribuciones judiciales, de gobierno, fiscales y defensivas. El
alcalde funcionaban como juez de primera instancia. Los cabildos fueron
núcleos que ocuparon espacios de intermediación entre diferentes fuerzas
políticas y sociales, gozando de cierta autonomía. Los bienes comunales dotaban
a los municipios de una capacidad de ejercer una función de intermediación.
Durante el siglo XVII el número de regidores va a disminuir, pero durante el
XVIII va a crecer de nuevo. El corregidor representaba la voluntad del monarca
en la corporación municipal.
Las Leyes de Indias: el derecho indiano se caracterizó por su condición
casuística y por la diversidad de fuentes de su generación, como también de
tomar como influencia a los precedentes en Castilla. El problema apareció
cuando se hizo cada día más difícil saber si existía un precedente o no, por lo
que se hizo urgente un trabajo de compilación y otro de recopilación.
Real Hacienda: para administrar sus rentas, la Corona impulsó la creación de
una maquinaria fiscal. En la Hacienda cada ingreso tenía un gasto específico,
que permitía financiar una compleja estructura administrativa. No es casual que
se fomentara la comercialización y se temiera el contrabando. Por ello se creó un
complejo sistema que regulaba hasta el último rincón. Esto favoreció el proceso
de centralización y la anulación de las autonomías de los conquistadores, dando
nacimiento a una estructura colonial que favorecía la exportación de metales
preciosos. Durante el siglo XVII, la Hacienda aumentó sus ganancias a través de
las composiciones para financiar la Armada de Barlovento. Este aumento de la
presión fiscal hizo que se frenaran las actividades económicas. Su estructura
orgánica estaba dividida en Cajas Centrales y Cajas Provinciales, y se extendió
la costumbre de encargar la recaudación de los impuestos conectados con las
actividades mercantiles a los Consulados de Comerciantes. Conforme fue
avanzando el tiempo se amplió la competencia de las Audiencias en materia
fiscal.
Capítulo VII – Las sociedades de Antiguo Régimen indianas. Época de los Austrias
Mayores (1556 – 1630)
El número de religiosos y religiosas que vivían en los territorios indianos era altísimo.
La propia simbología externa del estamento eclesiástico estaba diseñada para ser
visibles y hacía que el número de religiosas pareciera aún mayor. La Iglesia era el
símbolo de legitimidad de la autoridad del monarca, ya que el catolicismo era el único
elemento cultural cohesionador.
La expansión de la presencia del Iglesia siguió el proceso temporal de la conquista y en
Indias en función del Patronazgo la Corona pudo organizar a la Iglesia, así como
nombrar a los eclesiásticos. Se dio una especialización entre clero secular y regular: el
primero se asentó en las ciudades, mientras que los segundos se dedicaron a la
evangelización en el resto del territorio.
En no pocas ocasiones, los sacerdotes vincularon sus obligaciones eclesiásticas con sus
quehaceres como administradores de haciendas y bienes. Se les exigía al ingresar al
sacerdocio la congrua para evitar que el nuevo sacerdote implique un gasto.
Se buscó que los cargos altos de la Iglesia tuvieran atribuciones políticas en la
administración, por lo que la frontera civil – eclesiástica se hizo ambigua,
convirtiéndose así en aliados del Monarca.
Pero en las regiones más alejadas el clero permitía a las modestas familias locales
obtener prestigio, con la carrera religiosa como el acceso a una forma de vida decente y
honrada (¿?)
Durante los siglos XVI – XVIII preocupó a la Corona que la Iglesia americana estuviera
controlada por familias indianas. Los Borbones van a convertir esto en una obsesión y
las familias de los notables indianos fueron corridos del centro de la escena, al mismo
tiempo que las parroquias marginales veían como se succionaban sus recursos e iban
para el centro del imperio.
A los miembros de la República de Indios entrar en una orden religiosa les
proporcionaba perjuicios, ya que suponía renunciar a seguir siendo de la comunidad.
Las monjas vivían en los conventos, lugares donde encontraban protección y asilo. La
fundación de uno tenía que tener el visto bueno del poder. Cumplían una importante
función social y económica, ya que ofrecía al fundador la posibilidad de adquirir
prestigio. A las hijas de los notables que estaban solteras, encontraban en los conventos
una ubicación respetable que al mismo tiempo dotaba a la familia de un prestigio
añadido por la carga de moralidad que suponía tener una mujer virtuosa entre sus
integrantes.
La redefinición de las relaciones de poder entre la Corona y los grupos locales indianos
La venta de cargos
La venta de cargos no era una práctica nueva. Lo novedoso fue la intensidad con la
que se realizó.
En 1558 Felipe II permitió la venta de cargos con la explícita misión de aumentar sus
rentas, volviendo a ampliar esto en 1581, con la novedad de que los escribanos podrían
renunciar por una vida más en personas hábiles siempre y cuando abonaran una tercera
parte del valor del oficio.
Con el gobierno de Felipe III se dio un paso importante en la venta de cargos públicos al
permitirse en 1606 realizar todas las renuncias que se quisiera sin otro requisito que fijar
un plazo para realizarlas y comunicar esta decisión a la Corona. De esta manera, se
aseguraba ingresos pero iba perdiendo el control de la administración.
Las composiciones
Por las composiciones se permitió que todo aquel individuo que estuviera en una
situación de ilegalidad pudiera “componer” su situación mediante el mecanismo de
intercambio de un servicio a la Corona a cambio de un favor o privilegio. Una de las
prácticas más habituales fue la composición de tierras. Por ella los encomenderos que
habían ocupado las tierras de la encomienda tuvieron la posibilidad de acceder al título
de propiedad que no tenían y pasar a ser propietarios legítimos. El monarca así se
desprendía de un instrumento de presión.
Otra práctica fue que, mediante el pago de una cantidad un individuo podía componer
su situación jurídico – social. Una persona de origen africano podía obtener a través de
esto la condición jurídica de “blanco”.
Medidas tomadas:
Limitar el poder de los primeros conquistadores mediante la extinción de las
encomiendas de tributo
Creación de la Secretaría de Despacho de Marina e Indias, limitando el poder del
Consejo de Indias
Profesionalización del Ejército, disminuyendo el poder de los grupos locales
Remodelar el sistema de flotas y galeones
Limitación de ventas de oficios
Creación de sistemas de compañías
Transformaciones fiscales
Se ha interpretado que el orden administrativo y la desregulación económica supusieron
un aumento espectacular de los ingresos de la Corona y que el aumento de la
recaudación es un fiel indicador del crecimiento económico. Esto se ha refutado en el
último tiempo, y hoy podemos afirmar que:
Los beneficios netos para la Corona no se ampliaron porque los gastos crecieron
de igual manera.
Las Indias no fueron sometidas a un proceso de “succión” sino que se
enriquecieron durante la época.